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CAPITULO VIII

GREGORIO VII
Las primeras observaciones que debo hacer sobre él,
pertenecen todavía a aquella fase : Toma del poder por los
gregorianos. No estamos todavía en la segunda fase: el
enfrentamiento. En los primeros años del pontificado de Gregorio
VII, en el momento de la muerte de Alejandro II, la situación era
bastante difícil y llena de tensiones, sobre todo por razón de los
graves asuntos de Milán. Al cardenal Ildebrando, como
archidiácono le tocaba el gobierno de la iglesia de Roma durante la
sede vacante. En el día en que se procedía a la sepultura de
Alejandro II (su tumba se encuentra en s. Juan del Laterano),
cuando el cortejo fúnebre pasó frente a la iglesia de san Pedro in
vincoli, Ildebrando fue aclamado papa por la multitud. El clero de
Roma, delante de los cardenales-obispos y de los abades, aprobó
esta elección y la hizo propia. Pero en un segundo momento,
Ildebrando fue entronizado en la misma iglesia con el nombre de
Gregorio VII, mientras iban en el cortejo fúnebre no era todavía
sacerdote. Su ordenación sacerdotal será un mes más tarde y su
consagración episcopal el 30 de junio, un día después de la fiesta
de los apóstoles Pedro y Pablo. Una fecha querida por él (como
símbolo de su programa).

Delante de este hecho, uno se pregunta, ¿la elección de


Gregorio VII era regular o no? Ciertamente no era según el decreto
de Nicolás II (1059). Hay narraciones, dos textos diversos sobre
esa elección. Las dos se encuentran en el Registro de Gregorio VII.
Tenemos el proceso verbal de la elección (al principio del
Registro), y una narración que hizo Gregorio mismo de su
elevación, en las cartas escritas después de su elección.

Estos testimonios se pueden hacer coincidir, de tal modo que


la iniciativa fue ciertamente popular. Pero en cuanto no era válida
para la elección fue omitida en el proceso verbal: tiene en cuenta
sólo los actos y momentos válidos jurídicamente. Sólo lo que han
hecho los electores en el sentido jurídico del término. Un rechazo
se dio en la asamblea de Worms (enero 1076):los obispos
alemanes reclamaron a Gregorio sólo el hecho de no haber pedido
el consentimiento del rey. Efectivamente en ningún momento de la
elección fue tenido en cuenta el famoso parágrafo del rey previsto
en 1059. Lo mismo sucedió en el sínodo de Bressanone (1080),
cuando el episcopado alemán se separo de Gregorio VII.

Ahora debemos hablar un poco de la actividad de Ildebrando


antes de su elección. La fecha de su nacimiento es desconocida.
Discutido incluso su origen. Los únicos datos seguros, o al menos
probables provienen de los testimonios de Ildebrando ya pontífice.
Ciertamente no nació en Roma. Con toda probabilidad es
originario de Toscana: lugar de nacimiento en Suana, pero este
lugar sólo aparece en Bozzone, Liber Pontificalls II (ed.de
Duchesne, p.360). Es bastante incierto. Respecto a la parentela con
la familia romana de los Pierleoni (de origen hebreo), es del todo
improbable. Los estudios que sostenían el origen hebreo de
Gregorio aparecieron durante el fascismo (incluso de parte de
estudiosos italianos). La hipótesis más verosímil es que sus
parientes eran gente del pueblo. Educado en Roma . E1 testimonio
del biógrafo Pablo de Bernelid (es la única biografía más o menos
contemporánea de Gregorio VII, no la mejor) : Que sus padres lo
confiaron a un tío materno, abad del monasterio de Santa María
(del Aventino); esta noticia está aislada y parece dudosa. Si es
correcta quiere decir que Gregorio VII haya vivido por un cierto
periodo vecino a san Anselmo (monasterio benedictino), donde
ahora se encuentra el lugar de los caballeros de Malta (después que
paso a los Templarios y luego a los de Malta). Fue ordenado
subdiácono por el papa León IX, para lo cual se exigía una edad de
al menos 20 años. León IX fue papa de febrero 1049 hasta abril de
1054, por lo que Ildebrando debió nacer como muy tarde en los
primeros meses del 1034, aunque más probablemente antes de
1029, siendo ordenado en los primeros meses del pontificado de
León IX.

En el momento de la deposición del papa Gregorio VI


(Sutri), estaba entre sus capellanes, que lo siguió en enero de 1047
hasta Alemania (Colonia), y permaneció con Gregorio VI
probablemente hasta su muerte. Después de la muerte de Gregorio
VII se convierte en monje probablemente en Cluny (1047-48). En
enero de 1049 (en Bessansone) al nuevo papa León IX que lo
convenció de seguirlo para tenerlo como colaborador. Por otro
lado, es un hecho un poco extraño, porque un monje no podía
simplemente seguir a un jerarca, sin el consentimiento del propio
abad (y de este consentimiento no se sabe nada). Entre mayo y
noviembre de 1050 León IX lo propuso para el gobierno de la
abadía de san Pablo (fuori le mura); no es mencionado como abad,
sino como administrador.
Es indudable que fueron echadas en estos años las bases para
la posición de preeminencia que Ildebrando fue gradualmente
teniendo en la vida de la Iglesia. Pero sería equivocado
considerarlo un dominador solitario de varios papas y de su
política. Son años en los que el problema de la reforma del clero
(con todas las implicaciones teológicas y eclesiológicas que
estaban presentes), comienza a hablarse de él en el centro mismo
de la cristiandad. La reforma llega a Roma. Y se irá sobreponiendo
a las diversas iniciativas locales y periféricas.

1. Roma el centro de la reforma.

Algunos estudiosos hacen distinción entre las varias


reformas de aquel periodo, diciendo, por ejemplo, comienza con
una reforma monástica (Cluny y otros centros); una reforma
imperial (Enrique II y Enrique III); y luego una reforma Romana.
Para Engelbert, esto es demasiado esquemático, aunque no del todo
equivocado. Pero ciertamente con Gregorio VII, Roma llega a ser
centro de toda la reforma eclesiástica. Con este fin se va
constituyendo en Roma un grupo de dirigentes, que encontró su
primera base en la renovación del colegio cardenalicio promovido
por León IX. Y de este grupo de cardenales es parte integrante (de
primera clase), Ildebrando. En este rol, Ildebrando lo demuestra
tanto en Roma como en varias misiones en Italia, Francia y
Alemania. En 1059 Ildebrando llega a ser archidiácono de la
Iglesia de Roma. ¿Qué funciones tenía este título? No lo sabemos.
Sólo aquella de llevar el gobierno de la Iglesia de Roma durante el
período de sede vacante; en el momento de su elección, Gregorio
VII era archidiácono y debía organizar el entierro de su predecesor
y luego ha sido elegido el 22 de abril de 1073.

En Italia Ildebrando escogió siempre la posición de los


reformadores radicales. Incluso contra el parecer de otros
reformadores como Pierdamiano, más conciliador. Así sucedió en
Florencia y en Milán (contra el obispo Pedro Mediabarba de
Florencia, reo presunto de simonía). En esa ocasión Ildebrando
defendió a los monjes de Valleumbrosa que se opusieron
violentamente contra el obispo y que no reconocían ninguna
validez ni eficacia a los sacramentos administrados por sacerdotes
simoníacos o concubinarios. Pierdamiano había protestado
enérgicamente contra la predicación demagógica de los de
Valleumbrosa y los había definido: .Langosta que devora los
verdes pastos de la santa Iglesia, deseando que un rayo los
anegase a todos en el Mar Rojo..
Esta carta es confirmada por la Vida anónima de Giovanni
Gualberto, un texto escrito por los mismos de Valleumbrosa :

..Entonces Pierdamiano, obispo de Ostia, empujado por la parte


de los adversarios, se dirigió contra los nuestros y levantándose
hablo en la presencia del papa y dijo: Padre y señor estos son
langosta que devoran los verdes pastos de la santa Iglesia; se
desencadene el viento del sur y los envuelva en el Mar Rojo. Casi
todos están intrigando contra los monjes y los consideraban
merecedores de muerte por el hecho que osaban combatir
temerariamente contra los prelados de la iglesia: como corderos
en medio de lobos, amenazados, elevaron al Señor su grito. En ese
momento se levantó en el concilio un hombre egregio, otro
excelentísimo Gamaliel (es decir Ildebrando, monje y archidiácono
de la iglesia romana), el cual argumentando sin sofismas, sino
claramente, defendió a los monjes con extremo rigor, contra el
parecer de todos, por el hecho que él se complacía en hacerse
defensor, se convierte enseguida en vicario de Cristo, quiere decir,
papa de la ciudad de Roma".

Sólo Ildebrando se levantó en el concilio de Roma (1067) en


defensa de los de Valleumbrosa. El último año del pontificado de
Alejandro II, Ildebrando se ocupó en particular de los asuntos de
Milán, dando nuevo estimulo a la acción de Erlembaldo y de la
pataría, a fin de quitar la elección del nuevo arzobispo, que se
preveía ya próxima, al influjo de la corte imperial. Ya hemos visto
que el resultado fue un cisma en Milán. Aquí es necesario citar
alguna frase de Arnolfo, Gesta del vescovi di Milano.:

"Está en vigor hasta hoy en el reino itálico una antigua costumbre


que cuando el presule de una iglesia, el rey de Italia, invitado por
el clero y el pueblo, procedería a escoger al sucesor. Ora los
romanos niegan que esto sea según los cánones. Y lo niega el
archidiácono Ildebrando. Tratando de sustituir el antiguo mandato
con el nuevo o sostenía públicamente que el cisma de Milán no se
podría componer permitiendo a los milaneses elegir un obispo
según los cánones y decía que para su elección era necesaria la
aprobación de Roma".

Una elección canónica, según los gregorianos, sin


intervención de los laicos, pero no bastaba, añadían la aprobación
de parte de Roma. Esto era algo nuevo; no se acostumbraba que los
aprobara el papa. Así se delinea, ya en los últimos años del
pontificado de Alejandro II, en la política de Ildebrando aquella
dirección que será característica cuando llegue al pontificado: él
quiere obstaculizar la tendencia de Enrique IV, de reforzar en el
norte de la península una segura iglesia imperial. Algo que ya
Enrique III había ya querido. La cuestión milanesa, será entre
otros, uno de los principales motivos de enfrentamiento y de la
sucesiva ruptura entre regnum et sacerdotium.

2.- Los dos primeros años del pontificado de Gregorio VII.

En los primeros años de su pontificado, Ildebrando se ajustó


a la línea de su predecesor: sería errado y exagerado pensar que el
sólo esperaba llegar al pontificado para agudizar la insistencia de
reforma. Las decisiones concretas de su primer año de pontificado
demuestran que insistía en las elecciones canónicas, mediante el
clero y el pueblo, evitando escrupulosamente toda maniobra
simoníaca. Por otro lado no tenía todavía objeciones contra un acto
de investidura por parte del soberano (no importa cuál soberano).

En cuanto a su relación con el episcopado alemán, en los primeros


meses de su pontificado, es casi inexistente. Aquí es necesario citar
los Annales de Lamberto de Hersfeld.. Lamberto atestigua los
temores difundidos entre el episcopado alemán al saber de la
elección de Ildebrando. Y una razón del silencio, al menos de parte
de Gregorio, es probablemente debida a la excomunión en que
había caído, según él, Enrique IV, por no haber interrumpido la
relación con sus consejeros excomulgados por Alejandro II. Estaba
prohibido el contacto con los excomulgados. En septiembre de
1073 llegó a Gregorio una carta de Enrique, extremadamente
delicada en el tono, que reconocía sus culpas: el no haber
defendido a la Iglesia; es más, haberla dañado por simonía. Enrique
mismo se acusa de simonía. Y en particular, prometió para el
asunto de Milán, observar las disposiciones del pontífice.

Esta muestra de Enrique, aparentemente imprevista, estaba


relacionada la difícil situación política del rey. Vivía en fuertes
tensiones con los sajones; que duraba ya desde hacía mucho tiempo
y había llegado a ser un conflicto abierto. Los príncipes alemanes
lo abandonaron y se habló hasta de elección de otro rey. En estas
circunstancias, dificultad en la política interna, Enrique escribió a
Gregorio VII, además de la carta ya citada, otra suplex epístola,
que nos llegó. Estando entre dos frentes, Enrique buscó el
acercamiento al papa para obtener su apoyo y la reconciliación.

Gregorio envió dos legados a Alemania, dos cardenales:


Gerardo, cardenal obispo de Ostia (el primero de todos los
cardenales) y Humberto, cardenal obispo de Palestrina. Estos
dos legados fueron recibidos por el rey muy honorablemente,
estaba presente, incluso la madre de Enrique, la emperatriz Inés. El
24 de abril de 1074 en Nuremberg Enrique IV es reconciliado y
con él, también sus consejeros que prometieron restituir todo
aquello que habían adquirido injustamente. El rey se mostró bien
dispuesto a apoyar a los legados en su contacto con el episcopado
alemán. Tenían dos tareas los legados: una de orden político, la
relación con el rey y reconciliación y la otra, era la relación con el
episcopado alemán. Gregorio VII por medio de los legados quiere
organizar un sínodo de todo el episcopado alemán, en el cual se
examinarían las eventuales elecciones simoníacas de los obispos.
Una cosa bastante odiosa: un sínodo se convierte en un tribunal
contra los mismos participantes del sínodo, para deponer a los
obispos, durante el mismo. Y además promulgar en él mismo los
más recientes decretos romanos contra los simoníacos y los
nicolaístas. La reacción de los obispos era netamente contraria.
Pues ellos tenían otra idea de los límites y prerrogativas de la
autoridad pontificia; vivían todavía el episcopalismo de los tiempos
de los othones y de los reyes sálicos. Por ejemplo eran contrarios a
aceptar la idea de un Sínodo nacional que fuera presidido por
legados papales ,y no por los metropolitanos. Y además el
episcopado se veía reforzado en su oposición por la abierta
resistencia del bajo clero a acoger los decretos romanos sobre
el celibato. En algunos sínodos provinciales alemanes estallaron
tumultos por la misma razón.

Lamberto de Hersfeld afirma en sus Annales :

"El papa Ildebrando reunido con los obispos de Italia, ya en


frecuentes sínodos había decretado que los sacerdotes, según los
preceptos de los antiguos cánones, no debían tomar mujer y si la
tenían, o debían abandonarla, o ser depuestos y que ninguno debía
ser recibido en el sacerdocio si no estaba dispuesto a guardar la
continencia y el celibato. Una vez promulgadas estas disposiciones
para toda Italia, mandó cartas que contenían las mismas órdenes a
los obispos de Francia, mandándoles portarse del mismo modo en
su iglesia, de manera que sus sacerdotes no debían convivir con
mujeres; les lanzaran anatemas y que por ningún motivo tuvieran
relación con ellas. Contra este decreto se levanto improvisamente
con violencia todo el grupo de los clérigos afirmando que era él (el
papa) herético por cultivar una doctrina tonta. El ha olvidado la
palabra del Señor que dice: no todos pueden entenderlo sino sólo
aquellos a los que les ha sido concedido. Y el Apóstol: si no saben
vivir en continencia, se casen. El papa quiere constreñir a los
hombres de manera violenta a vivir como ángeles, negando el
camino habitual de la naturaleza, habría dejado libre salida para
la fornicación y para la inmundicia. Si el insiste en mantener su
idea, estarían más dispuestos a abandonar el sacerdocio que a
dejar a la mujer y entonces el habría necesitado conseguir ángeles
para dirigir la iglesia de Dios (al rechazar a los hombres). A pesar
de todo, Ildebrando permaneció firme en su convencimiento y
metió a los obispos en una grave discordia entre ellos,
mandándoles a ellos legaciones a propósito, una después de otra.
Para hacer que se aplicaran los dictámenes de la iglesia de Roma,
mientras que en aquellos que desobedecían recaían graves
censuras apostólicas..

Los decretos de Gregorio VII contra la simonía y el


concubinato de los clérigos fueron promulgados con toda
probabilidad en su gran primer concilio reformador (Cuaresma
de 1074). A esta fecha se refiere Lamberto al hablar de la
oposición de los clérigos. Este sínodo parece presentarse luego con
características similares en los sínodos sucesivos, que serán más
tribunales de inquisición y de justicia o tribunas para divulgar las
órdenes del papa, que comunes deliberaciones (objeto de los
sínodos). El contenido era en substancia aquel que ya Nicolás II
había sostenido: era nueva la férrea voluntad de Gregorio de
aplicar tales decretos; incluso con la movilización del pueblo; no
sólo contra los sacerdotes concubinarios, de las parroquias, sino
incluso contra obispos simoníacos.

Para resumir, podemos decir que en aquel momento la


oposición hacia Gregorio no venía del rey; esto me parece
importante, sino del propio episcopado. Y no sólo en Alemania,
también en otros países. Un gran concilio alemán, bajo legados
romanos, como quería Gregorio, con el fin de luchar contra
simonía y nicolaísmo, no tuvo lugar. Por su parte Gregorio esperó
poder alcanzar sus fines, vista la oposición del episcopado, los
quería lograr colaborando con Enrique IV mismo. Tenemos una
extrañísima carta de Gregorio a Enrique (dic.1074). Extrañísima si
uno tiene en cuenta lo que sucedió después. En esta carta Gregorio
desarrolla un plan: mientras el quería ir a la cabeza de un ejército a
tierra santa para conquistar Jerusalén; el rey alemán se ocuparía de
la administración de la Iglesia. Un año después (1075),en el
segundo sínodo cuaresmal de Gregorio (24.28 febrero) se
presenta la primera solemne actuación práctica de esta política de
Gregorio. Lo más notable en éste fue el gran número de condenas
pronunciadas contra cuatro obispos italianos y alemanes. Incluso
fue amenazado de excomunión Felipe, rey de Francia (por
desobediencia); y cinco consejeros de Enrique si no se presentaban
en Roma antes del primero de junio de 1075. Se trataba de medidas
que constituirán una advertencia para aquellos, príncipes u obispos,
que hubieran querido todavía oponerse a la voluntad férrea de
Gregorio. El decreto más importante promulgado en este concilio
de 1075, fue aquel contra la investidura laica. Debemos
detenernos un poco sobre este problema porque es el nudo de toda
aquella controversia. E1 texto emanado no se ha conservado: solo
tenemos un pequeño resumen del sínodo pero no existen las actas
del propio sínodo. Si no queremos interpretar algunas alusiones en
cartas de Gregorio, del 1077 en adelante como relacionadas con
este sínodo, es necesaria tener una única fuente.

El único testimonio contemporáneo del II Sínodo Cuaresmal


es una reseña de la Cronaca di Arnolfo di Milán (p. 5, 2º texto).
Este pasaje fue interpretado hasta hace pocos años como un
primera y general condenación de las investiduras laicas,
comprendiendo a todos los laicos, incluso al rey. Gregorio habría
emanado por tanto en febrero del 1075 una disposición sin
precedentes, ya que el decreto de Nicolás II contra las investiduras
laicas se refería realmente sólo a las iglesias menores. Con este
decreto Gregorio rompió el nexo entre regnum et sacerdotium,
entre un episcopado, según él corrompido pero que se apoyaba en
el rey y la autoridad política que impedía una reforma de la iglesia
feudal. La duda entre los estudiosos es si este decreto fue
promulgado o no. Muchos estudiosos sostenían que Gregorio, por
razones diplomáticas no ha querido publicar por el momento una
decisión tan revolucionaria ; sin embargo el choque entre Gregorio
y Enrique habría estado provocado propiamente por este decreto de
febrero de 1075. Toda la gran lucha entre regnum et sacerdotium
con las gravísimas consecuencias de él derivaron sería causada por
esta decisión unilateral de Gregorio VII.

Toda esta argumentación viene apoyada por las palabras del P.


Kempf en el Jedin :

. La lucha más dura fue provocada por el problema de las


investiduras. A propósito de esto Gregorio se vio envuelto en un
conflicto que él no había deseado. En un primer momento dejó
completamente de lado el decreto que Nicolás II había emanado y
renovado Alejandro II, pero ninguno puesto en práctica. Sólo en
Sínodo de Cuaresma de 1075 ese fue, por así decirlo,
desempolvado. Admitiendo incluso que ahora el papa lo hubiese
publicado según las normas vigentes, lo hace desde el principio sin
demasiada determinación ; los motivos de esta prudencia no son
conocidos. A pesar de ello este decreto no habría tenido una gran
repercusión en la reforma de Gregorio, si no hubiese ocurrido
alguna cosa imprevista como la violenta reacción de Enrique, que
hace a Gregorio inexorable....Esta lucha de las investiduras, que
no envuelve a todos los países, estará constreñida por los
acontecimientos..

Schiffer contesta el hecho de que el sínodo de 1075 haya


emanado un decreto general de prohibición de las investiduras.
Para él, el comportamiento práctico de Gregorio hasta 1077-78
demuestra lo contrario. Todavía en el verano de 1075 Gregorio
solicita a Enrique IV que se encargue de una elección de obispo en
Banberga .secundum Deum. ; aunque no habla de una investidura
el tenor de la carta implica una activa cooperación del rey en el
procedimiento del nombramiento de un obispo.

Según Schiffer Gregorio habría decidido una prohibición


total solamente en un sínodo romano de noviembre de 1078,
después repetido en el Sínodo de Cuaresma de 1080, no antes. Y
fueron estas últimas decisiones las que pasaron a las colecciones
canónicas y por fin al Decretum Gratiani y con él al Corpus Iuris
Canonici. Para fundamentar en su argumentación debió minimizar
el testimonio de Arnolfo, antes referido. Para Schiffer el papa
habría anunciado la prohibición de investidura en caso de que el
rey no evitase el contacto con los consejeros excomulgados. El
verdadero problema sería por tanto la fiabilidad de Arnolfo de
Milán, que ha podido acentuar las intenciones de Gregorio VII o ha
generalizado algunas de sus ideas de las que se hablaba entonces ;
él no pretendía escribir una historia de la relación con Enrique IV,
ni una biografía de Gregorio VII, hablaba de las luchas en Milán.

Recientemente se ha estudiado la fecha de la composición de


la Cronaca de Arnolfo y la fecha de la embajada de Enrique
mencionada en el pasaje, a la corte normanda. El resultado de los
estudios de H. E. Hilpert del 1987, han evidenciado que la
embajada se realizó entre la segunda parte de 1075 y el comienzo
de 1076. Esta constatación modificó no poco la tesis de Schiffer. Si
admitimos el nexo establecido por Arnolfo entre la embajada al
corte normanda y el Sínodo romano, entonces no se trata del
Sínodo de 1075, sino del de 1076, por lo tanto después de estallido
de la disputa. Por todo lo dicho hasta aquí parece cierto que la
ocasión de la disputa entre Enrique y Gregorio no fue un decreto
general que prohibía la investidura por parte del rey. La cuestión
sobre la causa queda así de nuevo abierta.

3.- Dictatus papae.


Hay otro texto de 1075, el Dictatus papae que nos puede arrojar luz sobre
el asunto. Es uno de los textos más importantes, no sólo de la
historia de la Edad Media, sino de toda la historia eclesiástica. Fue
dictado por el propio papa, como indica su nombre. El texto dice lo
siguiente :

1. La iglesia Romana ha sido fundada sólo por el Señor.


2. Sólo el Romano pontífice es definido con justo título
universal.
3. Sólo él puede deponer o absolver a los obispos.
4. Su legado en concilio está por encima de todos los obispos,
aunque sea de grado inferior a ellos, y puede pronunciar
una sentencia de deposición contra ellos.
5. El papa puede deponer a los ausentes.
6. No se debe bajo el mismo techo de aquellos que han sido
excomulgados por él.
7. El sólo puede, según la oportunidad, establecer nuevas
leyes, constituir nuevas comunidades, transformar una
colegiata en abadía y viceversa, dividir un obispado rico o
unir obispados pobres.
8. Sólo él puede usar las enseñas imperiales.
9. Sólo al papa todos los príncipes besan los pies.
10. El es el único cuyo nombre será pronunciado en todas las
iglesias.
11. Su nombre es único en el mundo.
12. A él le está permitido deponer al emperador.
13. A él está permitido transferir los obispos de una sede a otra
si hay necesidad.
14. El puede ordenar donde quiera un clérigo de cualquier
iglesia.
15. El que ha sido ordenado por él puede recibir la iglesia de
otro, pero no ser soldado ; pero no debe recibir de un
obispo un grado superior.
16. Ningún sínodo sea definido general sin su orden.
17. No existe ningún texto canónico fuera de su autoridad.
18. Su decisión no debe ser reformada por nadie y sólo él
puede reformar las decisiones de todos.
19. El no debe ser juzgado por nadie.
20. Ninguno ose condenar a aquel que ha apelado a la Sede
Apostólica.
21. Los asuntos graves concernientes a una iglesia, cualquiera
que sean, deben ser comunicados.
22. La Iglesia Romana nunca ha errado, como atestigua la
Escritura, y nunca cometerá errores.
23. El Romano Pontífice, si fuera ordenado según los
cánones, es indudablemente a través de los méritos de san
Pedro establecido en la santidad, como testimonia san
Ennodio obispo de Pavía en acuerdo con numerosos
padres, como se puede ver en el decreto del beato papa
Symmaco.
24. Bajo orden y con permiso del papa está permitido a los
súbditos sopesar una acusación.
25. El puede, sin necesidad de una asamblea sinodal, deponer
o absolver a los obispos.
26. El que no está de acuerdo con la Iglesia no debe ser
considerado católico.
27. El papa puede liberar del juramento de fidelidad a los
súbditos de un príncipe inicuo.

Entre dos cartas del 3 y del 4 de marzo de 1075 se


encuentran incluidas en el Registro de Gregorio estas 27
proposiciones referidas a privilegios, prerrogativas y funciones de
la Iglesia de Roma. El título Dictatus papae, parece indicar un
dictado del propio Gregorio. Hoy se sostiene comúnmente que el
volumen del ASV sea un libro más o menos contemporáneo de la
Cancillería Pontificia, por tanto el original existe hasta ahora en el
ASV bajo la indicación Registrum Vaticanum secundum.

Podemos partir de la suposición de que el texto del Dictatus


papae haya sido copiado todavía antes de finales de 1075, antes de
los grandes acontecimientos de 1076. Esta constatación sobre la
fecha exacta del Dictatus papae aumenta el interés del historiador
que puede descubrir en estas sentencias casi un programa de la
sucesiva acción pontificia, un programa para realizar, que de suyo
ha sido realizado después.

El texto original y la versión que hemos manejado, consta


de 27 breves proposiciones, numeradas progresivamente con
números romanos, conteniendo afirmaciones de principio o
verdaderos y propios decretos relativos a las siguientes materias,
pero sin un orden lógico, que se pueden agrupar en 5 grandes
campos :

1. Institución divina de la Iglesia.

2. Primado romano.

3. Centralización de la organización eclesiástica.


4. Relaciones entre el papa y el concilio.

5. Relaciones con el emperador y los príncipes.

Hay algunas proposiciones que, al menos en parte, son


inauditas :

 Que el papa pueda deponer incluso a los ausentes, esto era una
violación del derecho canónico vigente, ya que ninguno podía ser
juzgado si no estaba presente.

 Que sólo a él le es lícito, según las necesidades del momento,


emanar nuevas leyes, hasta ahora se confirmaba todo lo contrario.

 Que los príncipes besen los pies del papa.

 Que le sea lícito deponer al emperador ; leyendo estas frases se


puede comprender que todavía, muchos siglos después los
soberanos católicos eran contrarios a la canonización de Gregorio
VII y que la emperatriz austríaca, María Teresa ordenase quitar su
nombre del breviario usado en Austria.

Aunque es cierto que estas proposiciones consideradas


individualmente contienen pocas cosas que no estuviesen ya
presentes en algún decreto papal o en alguna obra literaria
precedente, en especial en el Pseudoisidoro, en el conjunto y en la
sucinta formulación, agudizada, abrasaban los fundamentos de la
realidad social del momento.

La tendencia principal de las formulaciones es la


afirmación de una posición absolutamente singular de la Iglesia
Romana, como afirma la sentencia XXVI : No sea considerado
católico el que no esté de acuerdo con la Iglesia Romana. Para el
P. Y. Congar esta sentencia es el tema gregoriano por excelencia,
que él formula así : La fe llega a ser obediencia hacia Roma.

El Dictatus papae se distingue del resto del Registrum de


Gregorio VII porque no tiene dirección, por tanto no forma parte
del cartulario del papa, no es una carta aunque se encuentre en el
registro de las cartas. Parece ser por el contrario un escrito para uso
interno. Sobre su finalidad se han formulado varias opiniones :

 Sería un index o una capitulatio de una colección canónica, o


proyectada o perdida.
 Sería una lista de temas para tratados de unión con la Iglesia
Bizantina, pero no parece que fuera un texto que pudiese agradar a
los bizantinos si realmente fuese así.

 Recogida de materiales para un discurso sinodal del papa.

 Simplemente una especie de promemoria del propio Gregorio VII.

Continua siendo un texto enigmática en cuanto a su


finalidad. Además debemos preguntarnos por las personas que
conocían el Dictatus papae. R. Schiffer ha podido demostrar que
este texto en la Edad Media era conocido por poquísimas personas,
a aquellos que habían accedido al Archivo Pontificio. No es por
tanto un texto que Gregorio VII ha promulgado, ni siquiera entró
en las colecciones canónicas gregorianas, ni en el Decretum
Gratiani. Era, por así decir, un texto secreto, no un texto público.

De lo dicho hasta aquí podemos concluir que el Dictatus


papae permanece como un testimonio único del pensamiento del
papa, siendo un documento esencial para todos los estudiosos del
fenómeno gregoriano. Enrique IV y los obispos alemanes, con toda
probabilidad no conocían el documento cuando consuman la
ruptura con Gregorio VII en Worms a comienzos de 1076, ya que
de conocerlo hubiesen reaccionado todavía con más violencia.

4.- Ruptura definitiva regnum et sacerdocium. (1076-1085).

Este período que va desde el enfrentamiento en 1076 a la


muerte de Gregorio VII en 1085, son los más importantes de toda
la historia de la Iglesia, son años revolucionarios, no sólo en el
sentido de un derrumbamiento de la relación tradicional entre la
Iglesia y el estado, sino el afirmarse de una nueva concepción
eclesiológica.

La ascensión de un papado consciente de su propia


independencia comienza con los acontecimientos de aquellos
nueve años. El problema quedará abierto en 1085 y no se
solucionará hasta encontrarse un acuerdo en el concordato de
Worms de 1122.

Podemos articular este período en tres fases :

 (1076-1077) : WORMS Y CANOSA.

 (1077-1080) : GREGORIO VII POLÍTICO.


 (1080-1085) : ENDURECIMIENTO DE LAS POSICIONES.
ENRIQUIANOS, GREGORIANOS Y UN ANTIPAPA.

4.1.-(1076-1077) : Worms Y Canosa.

En este momento Gregorio VII sólo tiene enfrentamientos


con el episcopado alemán, pero Enrique IV está alejado de este
conflicto y fue alabado en el verano de 1075 por Gregorio debido a
su empeño por la reforma. El enfrentamiento empieza cuando
Enrique IV tras una victoria sobre los sajones y tras la grave
derrota de los patarinos, con la muerte de su jefe Erlenvaldo, ve el
momento propicio para reforzar el poder imperial del Regnum
Italiae. Uno de los consejeros excomulgados de Enrique IV, el
conde Everardo fue mandado a Lombardía, y reunida una dieta en
Roncalia hace elegira Tedaldo, subdiácono milanés y capellán del
rey, nuevo arzobispo de Milán. Todavía vivían Atone y Gotofredo.
Everardo continuó por Italia meridional e intentó acelerar la unidad
también con Roberto el Biscardo, normando.

Además Enrique IV concedió la investidura de los dos


obispados de Fermo y de Espoleto a dos personas que le eran fieles
y que eran desconocidas del papa. Gregorio reaccionó con
vehemencia pero no se produjo todavía la ruptura. Exigió en una
carta del 8.12.1075 a Enrique la definitiva separación de los
consejeros excomulgados y la íntima obediencia a las órdenes del
papa. Se dice que sólo oralmente le había amenazado de
excomunión. El rey en respuesta reúne el 24.01.1076 en Worms un
sínodo, en que toman parte 26 obispos alemanes bajo la guía del
arzobispo Sigfrido de Maguncia, siendo la mayoría del
episcopado alemán. El 26 de enero la asamblea negó la obediencia
a Gregorio aduciendo que había violado el decreto sobre la
elección papal de 1059.

Tenemos diversa documentación sobre este Sínodo. Por


ejemplo un documento en el que los obispos, dirigiéndose a
.Ildebrando hermano., negándole el título papal, no hablan de
deposición, ni tampoco lo hacen otros documentos, ya que a un
papa no se le puede juzgar. Permanece o la declaración de nulidad
de su elevación o la autodeposición o la propia dimisión. La carta
de los obispos está llena de insultos contra Gregorio, el cual es
acusado entre otras cosas de permitir el gobierno de la Iglesia a un
consejo de mujeres, haciendo alusión al influjo de la madre del
emperador, Agnese, de la marquesa Matilde y de su madre Beatriz.
En particular los obispos le echan en carta su autoritarismo y el
desprecio por la dignidad episcopal.
Más tarde el propio Enrique IV escribe una carta a Gregorio,
en la cual basándose en el patriciado le ordena bajar del trono. En
otra segunda carta dirigida a Gregorio, mucho más violenta y
apasionada, que es la que se suele citar al hablar de la deposición
de Gregorio por `parte de Enrique IV. Esta carta era sólo
.propaganda política..

Con la lucha por las investiduras comienza la publicística


moderna. En este momento se escriben por ambas partes artículos
o tratados enteros que pretender hacer propaganda de cada
posición. La carta de Enrique es el primer ejemplo de este género
literario usado por el regnum ; una carta abierta al público europeo.
Sus posiciones vienen expuestas de una manera retóricamente
sugestiva. Por ejemplo podemos citar algunas frases :

.Enrique, rey, no por usurpación sino por sagrada


ordenación de Dios a Ildebrando, no papa, sino falso monje.

Para tu vergüenza he encabezado esta forma de saludo, tu


que en la Iglesia no has dejado ocasión de deshonor en vez de
honor, de maldición en vez de bendición. Para indicar entre
muchos ejemplos sólo algunos importantes no has temido de no
tocar como ungidos del Señor a los rectores de la Santa Iglesia,
arzobispos, obispos y sacerdotes, sino que les has pisoteado bajo
tus pies, como siervos que no saben lo que hace su patrón.
Oprimiéndoles te has ganado el favor del vulgo. Has creído que
todos esos no saben nada y tú sólo posees toda la ciencia, de la
cual luego te sirves no para construir sino para destruir.

Y nosotros que nos hemos esforzado en defender el honor de


la Sede Apostólica hemos soportado todas estas cosas. Pero tú has
creído que nuestra humildad era temor, y no has temido levantarte
contra el poder real, que nos ha sido concedido por Dios y has
amenazado de poder quitárselo, como si nosotros hubiésemos
recibido el reino de ti, como si el reino o el imperio estuviesen en
tu mano y no en la de Dios.

Nuestro Señor Jesucristo que nos ha llamado al reino, no te


ha llamado a ti al sacerdocio. Tu has llegado a este grado sobre
todo con la astucia, que no se concilia con la profesión monástica,
te has procurado el dinero, con el dinero el favor, con el favor las
armas, y con las armas el signo de la paz, (o sea el cargo de
pontífice) y con el signo de la paz has turbado la paz armando a
los fieles contra los prelados, enseñándoles a despreciar a
nuestros obispos llamados por Dios, tú que no has sido llamado.
Incluso a mí, que aunque indigno, he sido consagrado para reinar
entre los cristianos, me has golpeado. Mientras yo, según lo que
enseña la tradición de los Santos Padres, no puedo ser juzgado
más que por el mismo Dios.

Desciende, por tanto. Abandona la Sede Apostólica usurpada. Que


otro suba al trono de Pedro que no esconda la violencia bajo
alguna religión, sino que enseñe la sana doctrina de San Pedro.

Yo Enrique, rey por la gracia de Dios, yo te digo con todos


mis obispos, desciende, desciende, condenado por los siglos..

Una tercera carta de Enrique iba dirigida a los romanos con


la invitación de alejar a Ildebrando de la Sede Apostólica y elegir a
un nuevo papa.

Poco después del Sínodo de Worms dos obispos alemanes


fueron encargados de acercarse a Italia para solicitar la adhesión
del episcopado lombardo, lo que realizará en una asamblea en
Piacenza. La reacción de Gregorio no se hace esperar. Como quiera
que las cartas de Worms llegaron a Roma en el momento del
Sínodo anual de Cuaresma de 1076, Gregorio excomulgó a
Enrique, lo depone del gobierno, libera a los súbditos del
juramento de fidelidad y prohibió todo servicio regio. Todo esto en
la forma de una solemne oración a San Pedro.

Comparando las dos deposiciones, la real y la del papa, se


puede concluir que el rey había obrado de una manera muy
imprudente, poco fundada, argumentando con razones no
convincentes ; él y sus obispos habían desfogado su cólera contra
Gregorio. Al contrario, Gregorio reaccionó fríamente, su decisión
era mucho más inaudita y revolucionaria. Había hecho lo que hasta
ahora ningún papa había osado hacer. Todavía 70 más tarde se da
cuenta de aquel terremoto, que ahora había sido sentido por toda la
cristiandad occidental.

Otón de Frisinga, un cronista que manifiesta simpatía por


Gregorio VII, afirma que repasando y estudiando las gestas de los
reyes y emperadores romanos no encuentra ningún caso en el que
esté excomulgado por un romano pontífice o depuesto del reino
antes de Gregorio VII.

Con respecto a los obispos que habían firmado el escrito de


Worms Gregorio se comporta de manera diferente. El arzobispo
Sigfrido de Maguncia fue excomulgado y depuesto, mientras los
demás obispos que había subscrito el documento, fueron
suspendidos con la orden de presentarse en Roma antes del 1 de
agosto para justificarse. Los obispos lombardos fueron todos
excomulgados.

El efecto de la acción de Gregorio fue enorme y destruyó la


concordia entre Enrique IV y los obispos. Sólo pocos obispos
permanecieron del lado de Enrique IV. Por otro lado los sajones
aprovecharon la situación y manifestaron hostilidad contra
Enrique. Se habló rápidamente de la elección de otro rey. El 2 de
febrero de 1077 se preveía ya una gran asamblea del reino que
habría debido reunirse en Augusta, bajo la presidencia del papa,
para decidir definitivamente sobre el destino del reino. Enrique
tenía todas las razones para evitar esta asamblea. En vano intentó
por todos los medios evitar que Gregorio saliera de Roma, que
parte entre noviembre y diciembre. En este mismo momento,
Enrique con una pequeña escolta, se dirige hacia Italia por el
Moncenisio y se detiene en Piamonte. La noticia de la llegada de
Enrique alcanza al papa cuando atravesaba los Apeninos y le
empuja a irse al muy fortificado castillo de Canossa perteneciente a
la Marquesa Matilde.

Sobre lo que ocurrió en Canossa, Zimmermann escribió una


monografía llamada Canossa 1077. Storia e attualità Sobre las
fuentes digamos que hay un relato del propio Gregorio VII y cuatro
obras historiográficas, dos de monjes alemanes y el resto de
autores italianos.

1.El texto gregoriano es una carta del papa a los príncipes


alemanes, siendo el más antiguo.

2.Tras él situamos a Lamberto de Hersfeld, que escribió poco


después del evento, redactó la fuente más larga dando muchos
detalles que no encontramos en el relato de Gregorio.

3.Donizone con su Donizo vita Matildis, que quería aprovechar las


tradiciones locales y las informaciones directas de Matilde. Su obra
es de 1117.

4.Cronaca del monje Bertaldo de R. escrita haca el 1080.

5.El octavo libro del Obispo Bonizone de Sutri Liber ad amicum,


escrito no mucho después de la muerte de Gregorio VII.
La historiografía hasta tiempos muy recientes ha seguido de
modo particular la narración de Lamberto de Hersfeld, que ha
determinado también las concepciones populares del evento de
Canossa. Sólo tras la investigación de Zimmermann podemos
evidenciar los hechos individuales de una manera más realista :

Enrique se comportaba como un penitente, tal como preveía


el Derecho Canónico (.con hábito de penitente y descalzo.). Se
presentó así el 25.01.1077 delante del Castillo de Canossa y
solicita ser recibido por el papa. Repitió este gesto otros dos días.
Lamberto dramatizó este acto que formaba parte de la penitencia
pública, diciendo que Enrique debió estar tres días enteros fuera de
los muros en la nieve y en el frío descalzo, para que Gregorio se
apiadase. En realidad se presentó tres veces, pero no se dice que
estuviese allí durante tres días enteros.

De suyo intercedieron en favor de Enrique la Marquesa


Matilde y el abad Hugo de Cluny, que estaban presentes en
Canossa junto con numerosos cardenales y obispos. Por último
Gregorio renunció a su plan de reconciliar a Enrique sólo en
Augusta y estaba dispuesto para un acuerdo de absolución el
28.01.1077 en Canossa. Enrique le prestó un juramento que le
comprometía a reconciliarse con los príncipes alemanes, según las
indicaciones del papa, y fue readmitido por el papa a la comunión
con la Iglesia. Por lo tanto absolución de la excomunión
(22.01.1077) en Canossa, pero que no implicaba una completa
reintegración de Enrique en todas sus responsabilidades sobre el
trono.

Según Gregorio el segundo acto debería estar constituido


por una gran asamblea del reino presidida por el mismo, por lo que
no había abandonado la idea inicial de reunir a los príncipes
alemanes en Augusta en una asamblea.

La historiografía liberal del siglo pasado veía en el acto de


Canossa, al que nos estamos refiriendo, una victoria del
clericalismo con su sed de poder, y una humillación de Alemania.
Todo ello no es cierto. Todo aquel procedimiento seguía las reglas
de la praxis penitencial y, de suyo, no era un acto degradante. Más
importante que Canossa era para Enrique, en la situación concreta
entre 1076-1077, un acontecimiento político, en cuanto que el rey
obstaculizaba así una ulterior cooperación entre el papa y los
príncipes.
Con la absolución comienza la nueva ascensión de Enrique
IV hasta la victoria sobre Gregorio VII. Por ello de por sí era un
acontecimiento para Enrique IV. Su biógrafo afirma que Enrique
ha obtenido en Canossa de un trato dos cosas : la absolución de la
excomunión y ha obstaculizado el encuentro de Gregorio con sus
opositores. Esto no quiere decir que Canossa sólo ha sido para
Enrique un juego de cálculos políticos, debemos por el contrario
suponer que Enrique toma su penitencia en serio, quiere ser
absuelto como cristiano, se sentía cristiano.

El significado de Canossa no se detiene aquí. Era una


ruptura del ordenamiento del mundo medieval. Este penitente no
era un hombre cualquiera, sino el .ungido del Señor., el portador de
una empresa sagrada, el cual debía en aquel momento plegarse al
poder sacerdotal del papa. Gregorio no reconocerá más un reino
teocrático dependiente directamente de Dios. En este cambio está
el significado de Canossa, con él comienza el antagonismo entre
.regnum et sacerdotium., un conflicto que ha durado durante todo
el medioevo.

La desviación del peligro momentáneo para Enrique, no le


hizo olvidar que sus fundamentos reales estaban amenazados. La
afirmación del origen divino de su propio poder, la de la
intangibilidad de su cargo, el carácter sagrado del rey, había
sufrido un daño irremediable.

4.2.-(1077-1080) : Gregorio VII político.

La absolución de Enrique IV suscitó en Alemania entre sus


adversarios, oposición, protestas y desconcierto, porque no lo
esperaban. Los opositores radicales de Enrique se reunieron en
marzo en Forchheim y eligieron un nuevo rey en la persona de
Rodolfo de Suavia o de Rheinfelden. Es cierto que esta elección
tiene lugar sin la aprobación de Gregorio, ni hubo consultas previas
con él, pero la presencia de dos legados pontificios, el cardenal
diácono Bernardo y Bernardo, abad de san Vitore di Marsilia, y la
ambigua actitud que mostraron, creó probablemente entre los
enemigos de Enrique numerosos equívocos, haciéndose ilusiones
de que pronto sería dada la aprobación del papa a su elección, cosa
que Gregorio se guardó bien de no hacerlo. Para él todo estaba
todavía abierto.

Propiamente este asunto interno de Alemania, la situación de


competencia entre Enrique y Rodolfo de Suavia, su adversario, era
lo que Gregorio deseaba, ya que le daba la libertad de actuar en la
Iglesia alemana como quería, para así afirmar sus ideas de la
supremacía de la Sede Apostólica sin la intervención por parte de
un soberano.

Un sínodo romano reunido el 19.10.1078 se limitó, por esto,


con respecto al problema alemán a solicitar a los enviados de los
dos reyes que jurasen que ellos no impedirían la obra de los
legados romanos que volverían para organizar un coloquio, que
todavía en este momento era bastante vago, sin especificar y
todavía lejano. Este coloquio debía ser un sínodo nacional bajo la
dirección de legados papales, los cuales según las indicaciones del
pontífice deberían decidir sobre la legitimidad de uno u otro
candidato.

No obstante la atención de Gregorio en el proyectado sínodo


estaba dirigida a la reforma de la iglesia alemana. En una situación
bastante propicia para Gregorio, no debería temer ninguna seria
oposición en Alemania, el sínodo romano del 1078 emanó de
manera inequívoca la prohibición de la investidura laica, que
prohibía no sólo la aceptación de una investidura por parte de un
laico, sino que de manera positiva impedía a todos los laicos,
incluso al emperador y al rey, conferir cualquier beneficio
eclesiástico. Todo ello será castigado con la excomunión.

Pero la situación en Alemania se desarrollaba en favor de


Enrique, ya que numerosos grupos sociales vieron más en Enrique
que en Rodolfo el garante de la paz y la ascensión social. En
particular los ciudadanos de los municipios, la baja nobleza y el
grupo de los llamados .ministeriales., formado por personas
frecuentemente ricas e influyentes, incluso hasta en vías de
asimilación a la nobleza, y también personas no libres, incluso el
clero bajo sostenía a Enrique, ya que eran contrarios a las normas
gregorianas sobre el celibato.

Gregorio VII encontró plena adhesión en los monasterios del


sur de Alemania que seguían la dirección de Cluny, que eran los
más fervientes propagadores de la ideas gregorianas entre el
pueblo.

Lo cierto es que la solución de Enrique IV se verificó con


una escisión en la propia iglesia alemana. Una parte era netamente
contraria a Gregorio VII y la otra era gregoriana.

4.3.- (1080-1085). Endurecimiento de las posiciones.


enriquianos, gregorianos y un antipapa.
Tras Canossa (1077) Gregorio VII permanecerá calmado
durante tres años sin ir en ayuda de sus aliados contra Enrique IV.
En 1080 volverá al ataque, excomulgando y deponiendo de nuevo
a Enrique en un sínodo de Cuaresma del 7 de marzo, en un
discurso apasionado semejante al de 1076. El discurso habla sólo
de la desobediencia de Enrique, el cual habría impedido en todo
momento aquel coloquio, aquella asamblea en la cual Gregorio
quiere decidir quién debía ser el rey legítimo, Enrique o su
adversario Rodolfo de Suavia.

Este motivo parece demasiado débil para una medida tan


grave como es la excomunión. Por ello muchos estudiosos actuales
piensan que la noticia referida por Bonizone en su Liber ad
amicum en el VIII libro, daría una explicación más convincente :
Enrique habría solicitado de Gregorio, mediante dos obispos
alemanes, la excomunión de su adversario, Rodolfo, de lo contrario
procedería a la elección de otro papa más dispuesto. Hemos de
tener en cuenta que Bonizone es un autor gregoriano, por lo que su
testimonio no nos vale para dar una solución definitiva al por qué
de esta excomunión.

En este caso la excomunión de Enrique IV hace poca


impresión. Por desgracia el camino que Gregorio indicaba era
ahora ya la guerra. En este desgraciado empeño estarán absorbidos
sus últimos años de pontificado. Es cierto que Gregorio fue el papa
más guerrero de toda la historia.

La reacción de Enrique y de sus obispos no se hace esperar.


En un sínodo en Bresanone, el 25.06.1080, con la presencia de 20
obispos italianos, 6 alemanes y 1 borgoñón, además del cardenal
Hugo Cándido, Gregorio fue objeto de las más horribles
acusaciones. El decreto termina con la sentencia que .hay que
deponerle, echarle fuera, porque es un criminal, perjuro,
disturbador del orden público y de la Iglesia.. Después de aquella
sentencia sobre Gregorio es elegido papa el arzobispo de Rávena,
Guiberto, que toma el nombre de Clemente III. Gregorio le había
excomulgado en 1078, ya que como arzobispo de Rávena no quería
seguir las órdenes radicales del papa, ni quería instigar a los fieles
contra los sacerdotes casados, ni considera correcta la deposición
de un rey, ni la absolución del juramento de fidelidad. Su
excomunión no impresionó mucho a su diócesis.

Como papa, Clemente III es el antipapa que más repercusión


ha tenido en todo el medioevo. Gracias a un fuerte partido
.guibertista. permanece como papa en muchos países, o mejor
dicho, antipapa hasta su muerte en el 1100. Fue reconocido en la
primera mitad de los 90, no sólo por Enrique IV, sino también por
Inglaterra, Servia y Hungría. Era un personaje de alta cultura,
partidario de una reforma de la Iglesia, y no simplemente un
instrumento dócil y pasivo del emperador.

Para tener las manos libres en una expedición militar hacia


Roma y cumplir así las decisiones de Bresanone, Enrique IV
retoma la campaña contra Rodolfo, el cual en una batalla en
octubre del 1080 pierde la mano derecha y muere poco después a
causa de esta herida. Para los partidarios de Enrique IV esto había
sido un .juicio de Dios. sobre un vasallo perjuro. A partir de aquí
Enrique gozará por un tiempo de plena libertad de acción.

Atraviesa los Alpes a finales de 1081, pasando por Verona,


Pavía y Rávena, llega en mayo a Roma. Como la ciudad
permaneciese cerrada Enrique debió interrumpir el asedio.
Gregorio opuso un claro rechazo de todo tipo de tratados, siempre
en espera de sus aliados normandos, que no llegaban. Enrique
entrará en Roma tres años después, momento en el cual Gregorio
se refugia en el Castillo de Sant´Angelo.

Guiberto, Clemente III fue solemnemente entronizado en San


Pedro. El 31.03.1084 Enrique IV será por último coronado
emperador por su papa, mientras Gregorio se .recomía. a pocos
metros en el Castillo de Sant´Angelo. Pero al aproximarse un
ejército normando bajo el mando de Roberto el Guiscardo, el
28.05.1084 le obliga a alejarse deprisa. Los normandos liberaron a
Gregorio del asedio, pero saquearon terriblemente Roma, haciendo
imposible la permanencia de Gregorio en la ciudad.

Gregorio se fue a Salerno bajo la protección de Roberto el


Guiscardo, confirmando desde allí todas las condenas precedentes.
Murió en Salerno el 25.05.1085, mientras crecían las disputas entre
sus partidarios y los de Enrique. Sus últimas palabras, que son
auténticas, forman parte de un salmo, pero no se pueden
interpretar, según Engelbert, como una mala conciencia por su
fracaso, sino como una expresión de su esperanza en las promesas
del discurso de la montaña, es decir que .aquellos que sean
perseguidos por causa de la justicia serán recompensados en el
cielo. ; Gregorio pensaba en categorías escatológicas. La lucha
contra Enrique y otros adversarios para él no era una lucha política,
sino escatológica. El se sentía llamado a mantener esta lucha por la
salvación eterna de los hombres.
En el lecho de muerte Gregorio había indicado tres nombres
entre los que se debía escoger a su sucesor, pero sus propuestas no
fueron tenidas en consideración por los cardenales. De hecho viene
elegido tras un año, en el 1086 el abad de Montecasino, Desiderio,
que no estaba entre los nombres propuestos, que tomará el nombre
de Víctor III, lo cual era un indicio de que buscaba una
reconciliación con Enrique, ya que Víctor II fue el único papa que
Enrique II había designado. Por desgracia Víctor III murió en
septiembre de 1087. Su sucesor, Urbano II era un gregoriano
convencido.

5.- Relaciones de Gregorio VII con otros países de la


Cristiandad

Gregorio VII fue un papa que como ninguno de sus


predecesores reivindicaba el derecho de intervenir en todos los
países de la cristiandad y de ninguna manera quería limitarse sólo a
las relaciones con el imperio. Por el contrario su interés se extendía
de Escandinavia hasta Africa, de Inglaterra hasta el Reino de Kiev,
como manifiesta su correspondencia. Por todo ello se suscita la
cuestión sobre cuál era la actitud de Gregorio en relación al
espinoso problema de la investidura laica y de otras instancias
reformadoras en otros países europeos.

Para contestar a esta pregunta hemos de afirmar que en este


asunto Gregorio era mucho más moderado. El adversario principal
del papa era el emperador, ya que Enrique ejercí su dominio
también sobre gran parte de Italia, lo que restringía las
posibilidades del papa en Italia. Otro motivo era que el emperador
investía a todos los obispos del imperio de sus obispados, les
confió misiones importantes el gobierno y de la administración y
dependía de sus operaciones, incluso desde el punto de vista
militar, que era el sistema otoniano-sálico de la Iglesia. Para el
emperador la lealtad del episcopado era una cuestión decisiva para
el buen funcionamiento del imperio, por ello la elección de los
candidatos a las sedes episcopales y abaciales era indispensable
para el emperador y las concepciones gregorianas eran
inaceptables. Todo esto unido hace del emperador el adversario
verdadero de Gregorio. A ningún otro soberano atribuyó tanta
importancia.

Por ejemplo, en relación a Francia y su rey Felipe I, es


cierto que este rey ha sido reprochado en términos durísimos por
parte de Gregorio, lo cual está en consonancia con el
temperamento fogoso del papa y no se relacionaba con el peso
político real del rey francés. Felipe I sólo pudo ejercer su influencia
sobre 25 de 77 diócesis de Francia. Naturalmente también había en
Francia sínodos que promulgaban decretos contra la investidura,
bajo la dirección de legados papales, con semejantes peticiones de
otros lugares, también suspensiones de obispos, por ejemplo el
arzobispo de Reims que consideraba como un fastidio tener que
celebrar la misa.

En general Gregorio evitó tener enfrentamientos frontales


con Felipe I preocupándose más de exigir de los propios prelados
el rechazo de la investidura. En realidad el papa quería y debía
concentrarse sobre su enemigo, Enrique IV. Por otro lado Felipe I
podía renunciar a ciertos derechos sobre los obispos ya que estos
tenían muchos menos derechos estatales que sus colegas
imperiales. De este modo Felipe prefiere ser tenido como un amigo
de la reforma sin tener que sacrificar demasiado. Si de suyo tiene
un conflicto con Gregorio éste proviene en primer lugar de su
adulterio.

Con respecto a Inglaterra podemos decir que la relaciones


con Guillermo el Conquistador las relaciones fueron bastante
buenas. Hubo algunas fricciones por el rígido control real sobre su
clero, hasta el punto de prohibir al episcopado inglés las visitas ad
limina e impedir a los legados notificar directamente al clero inglés
las decisiones de la Sede Apostólica. Por el contrario un sínodo
inglés de 1076 decretó que los sacerdotes casados no debían ser
alejados de su cargo. Pero por una serie de consideraciones que él
acostumbraba a hacer, sobre todo tras la ruptura con Enrique IV,
Gregorio mantiene con el rey de Inglaterra una actitud de gran
moderación, aconsejándoles lo mismo a sus legados, justamente lo
contrario de lo que hizo con Enrique IV y la Iglesia imperial.

En España Gregorio se empeñó en introducir la liturgia


romana, pidiendo a los diversos ayuda para vencer la resistencia
que encontraba entre el clero, particularmente tenaz en Castilla.
Para Gregorio la Liturgia Mozárabe, la liturgia tradicional
española, era sospechosa de herejía. Siempre fue contrario a las
liturgias particulares. La medida de la fe llega ser la romana. Así
negó con extrema decisión al Duque Bratislavo de Bohemia la
posibilidad de celebrar la liturgia en lengua eslava, que el Duque le
había solicitado.

Por último decir que si uno desea conocer de cerca las ideas
de Gregorio debe estudiar sobre todo tres textos :
1- El Dictatus papae.

2- La carta al Obispo Ermano de Metz 25.08.1076.

3- Otra carta al mismo Obispo de 15.03.1080.

En la primera carta Gregorio quiere aclarar la excomunión


de Enrique IV desde el punto de vista histórico y dogmático. Si la
Sede Apostólica, por voluntad de Dios, tiene la potestad de juzgar
sobre las cosas espirituales, con mayor razón podrá juzgar sobre las
cosas seculares. Los miembros de Cristo, aquellos que siguen la
voluntad de Dios y sus preceptos, se contraponen los miembros
anticristo, los que anteponen los propios intereses a los de Dios.
¿Cuál es el papel de la Sede Apostólica en esta lucha ? La Sede
Romana tiene el deber de reprimir las malvadas acciones de los
secuaces del anticristo.

La segunda carta es más amplia y orgánica con respecto a la


anterior, aunque los conceptos son los mismos. Comienza con un
tratado dogmático sobre el primado petrino. En este cuadro dela
potestad papal de origen divino, Gregorio contrapone el origen y el
carácter diabólico del poder estatal. Este poder es fruto de la
soberbia y del deseo de dominio del hombre sobre el hombre. De
suyo para él el poder estatal viene del Diablo. El enfrentamiento
entre el poder real y el sacerdocio está llevado al extremo en esta
carta. Concluye que un simple exorcista tiene más poder que el
mayor poder de los laicos. El rey difícilmente puede salvarse.
Tiene una sola salida, aquellos que la Santa Iglesia llama a asumir
el poder real, y saben obedecer con humildad a los mandatos de la
Iglesia. De este modo estos saldrán de este efímero reino de
servidumbre y llegarán al Reino Eterno de la verdadera libertad. La
palabra clave para Gregorio es la obediencia, unida a la fe en el
Romano Pontífice.

El conflicto entre regnum et sacerdotium no fue sólo


decidido con las armas sino que era una controversia entre
principios e ideas que salen a relucir contemporáneamente.
Expresión de estos contrastes son los escritos polémicos que
intentan influenciar en la opinión pública. Los hechos de 1076-77
habían sorprendido al mundo cristiano como una bomba
inesperada. Sólo el decreto sobre el celibato del clero, que tocaba
directamente sobre la vida cristiana se discutió en aquel momento.
Sólo tras el 1080 aparecerán los primeros tratados teóricos de
ambas partes sobre estos problemas. Mientras los gregorianos y el
propio papa o el arzobispo Gebeardo de Salysburgo, revalorizaron
el poder absoluto del papa y la obligación de obedecer sus
mandatos, así como la legitimidad de la excomunión de Enrique.
Los partidarios de Enrique se mantienen fieles a la sacralidad de la
legalidad y acusan a Gregorio de haber invertido el orden del
mundo.

La literatura gregoriana refleja el cambio de mentalidad,


según la cual estado e iglesia, estaban íntimamente unidos ; esta era
la tradición. Hasta ahora el rey representaba la tradición, la
historia, la costumbre, pero Gregorio VII, el cual habría una
importante afirmación : .yo no soy el señor del orden, sino la
verdad., el cual soñaba con una teocracia. El indirectamente ha
preparado la autonomía del mundo laico. La desacralización del
oficio del rey, el proceso de separación Iglesia estado.

Otro resultado que se puede constatar ya en tiempos de


Gregorio VII es un nuevo centralismo romano como antes no
existía. Un tercer resultado es una amplia clericalización de la vida
eclesial en cuanto que la reforma gregoriana acentuaba la
distinción entre clero y laicado. Esto se ve no sólo en la discusión
de las investiduras o del celibato de los sacerdotes, sino incluso en
cuestiones de menor importancia : los laicos e incluso las monjas,
no debían tocar los vasos sagrados. El Decretum Gratiani, escrito
sobre 1142, resume este tema con las siguientes palabras : .Hay dos
tipos de cristianos : uno está dedicado al servicio divino, a la
contemplación y a la oración, lejano de todo estrépito de cosas
mundanas, como son los clérigos y los religiosos. El otro género
de cristianos son los laicos, a estos les está permitido poseer
bienes temporales, pero sólo para el uso, y se les concede casrse,
cultivar la tierra, dar oblaciones y décimas y haciéndolo así
pueden salvarse, porque suprimen los vicios con la beneficencia..

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