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Whitaker, Arthur Preston. “Estados Unidos y la independencia de América Latina (1800-1830).” (Buenos
Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1964) pp. XIV-XV
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Whitaker, Arthur Preston. “Estados Unidos y la independencia de América Latina (1800-1830).” (Buenos
Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1964) pp. 21-23
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Whitaker, Arthur Preston. “Estados Unidos y la independencia de América Latina (1800-1830).” (Buenos
Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1964) pp. 23-25
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Bemis, Samuel Flagg. “The Latin American Policy of the United States”. (New York: Harcourt, Brace and
Company, 1943.) pp. 31
Esto significo que se tuviera que organizar una política de neutralidad por parte del
gobierno, que además no veía conveniente realizar un apoyo directo dada las
incertidumbres de los resultados de dichos procesos8, en donde había una clara derrota de
las fuerza independentistas en México, Nueva Granada y Venezuela para 1816, había una
falta de decisión de Buenos Aires para declarar la independencia de la península, y Brasil
tenía acomodada en su territorio a la corte real portuguesa, que veía huyendo de Napoleón.
Pero el ya mencionado entusiasmo de parte del sector privado de la población
norteamericana dificulto el establecimiento de una neutralidad absoluta de parte de Estados
Unidos, siendo que constantemente se enviaban recursos y barcos desde los puertos de
Baltimore y Nueva Orleans, según se exponía a través de reclamos del embajador español
en Washington9. Ante el riesgo de complicar sus relaciones con España, el congreso con
apoyo del presidente James Madison, implemento a ley de neutralidad de 1817, que
ilegalizaba cualquier apoyo que se les pudiera dar a los insurgentes en todas las regiones de
Latinoamérica10.
Esto inicio una política de patrullaje para asegurar la neutralidad en las aguas donde
navegaban barcos con la bandera estadounidense. Esto resulto extremadamente difícil sobre
todo con la pretensión de varios sectores estadounidense de establecer relaciones de
comercio con países que se encontraban en medio de una guerra, y mantener una estricta
neutralidad. Esto llevo por ejemplo a enfrentamientos entre barcos estadounidenses y la
armada chilena dirigida por Lord Cochrane en las costas peruanas11.
La falta de claridad de la presencia norteamericana en las costas de países en medio del
conflicto, llevo a que desde ambos bandos se empezaran a ejercer bloqueos de los puertos,
siendo uno de los más estrictos el ejercido por el comandante español Tomas Morales en
las costas venezolanas, así como enfrentamientos de parte de las fuerzas republicana de
dirigidas por Gregor MacGregor (quien decía ser subordinado de Simón Bolívar, aunque
eso luego se puso en duda), con fuerzas norteamericanas en la isla de Amelia, cercana al
territorio de la Florida, en frontera directa con los Estados Unidos12.
Estas confrontaciones directas en conjunción con la captura de dos buques norteamericanos
por parte de los ejércitos de Bolívar, quienes los encontraron cargados de armas y recursos,
llevaron a que el gobierno estadounidense enviaran en 1818 al periodista John Baptiste
Irvine como delegado ante el congreso de Angostura, para quejarse por la percibida
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Whitaker, Arthur Preston. “Estados Unidos y la independencia de América Latina (1800-1830).” (Buenos
Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1964) pp. 148-150
9
Bemis, Samuel Flagg. “The Latin American Policy of the United States”. (New York: Harcourt, Brace and
Company, 1943.) pp. 34-37
10
Whitaker, Arthur Preston. “Estados Unidos y la independencia de América Latina (1800-1830).” (Buenos
Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1964) pp. 162
11
Whitaker, Arthur Preston. “Estados Unidos y la independencia de América Latina (1800-1830).” (Buenos
Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1964) pp. 209
12
Whitaker, Arthur Preston. “Estados Unidos y la independencia de América Latina (1800-1830).” (Buenos
Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1964)pp. 215
violación a la postura neutral norteamericana 13. Bolívar rechazo dichas reclamaciones, dado
que la compañía privad dueña de los buques, estaba dando un aparente apoyo a las fuerzas
españolas, y por tanto no podían ser considerados neutrales. Es posible decir además que
parte de dicho enfrentamiento se debió a la amargura que le casaba Bolívar la falta de
reconocimiento oficial de los Estados Unidos hacia la causa independentista
latinoamericana, que se reforzó con la errónea creencia inicial de Bolívar que Irvine venia
como delegado a reconocer oficialmente a la republica venezolana.
Génesis del Monroísmo para Latinoamérica
Cuando para la segunda década del siglo XIX era ya evidente que las revoluciones
obtendrían un triunfo y las colonias latinoamericanas podrían establecerse como estados-
naciones, el gobierno de los Estados Unidos decidió revisar su intransigente política de
neutralidad. Esto a la vez revivió la política Jeffersoniana de eliminar toda influencia
europea en el hemisferio americano, para establecer una influencia propia de los Estados
Unidos14. Esto significó que era necesario para las proyecciones políticas estadounidenses
comenzar a reconocer de manera oficial a los nacientes estados, y establecer así relaciones
diplomáticas que favorecieran sus intereses.
Estas proyecciones aun así no eran ajenas a las dificultades, siendo de vital importancia el
hecho de que había una fuerte participación y presencia británica en los asuntos de los
países latinoamericanos (recordando las intervenciones de agentes de la corona británica
como Lord Cochrane o los miembros de la legión británica que había colaborado con
Bolívar), además de disonancias en las maneras de gobierno que se implementarían en la
región, que aunque Estados Unidos esperaban que fueran republicanas para mantener una
mayor concordia con ellos (como lo era en el caso de Colombia), también hubo proyectos
monárquicos en Perú, México y Brasil, siendo estos dos últimos exitosos en poner a su
cabeza a los emperadores Agustín de Iturbide y Pedro de Braganza, respectivamente15.
Para eliminar por tanto estas complicaciones, el presidente James Monroe, que asumió el
cargo en 1817, decidió solicitar al congreso de su país para que se reconocieran
oficialmente los estados de la Plata (Argentina), Chile, Perú, Colombia y México, siendo
este último de particular interés y cautela, dada su proximidad a lo Estados Unidos
(contando además con territorios de su interés como Texas), y su ya mencionada
monarquía. Esta nueva política, a pesar de contar con grandes protestas de parte de Joaquín
de Anduaga, el embajador español en Washington, fue ampliamente acogida por la opinión
pública, que siempre había estado a favor de las independencia, y finalmente por el
congreso, que sugestionado por el senador Henry Clay, decidieron finalmente aprobar el
13
Ewell, Judith. “Venezuela and the United States: From Monroe's Hemisphere to Petroleum's Empire”.
(Athens, Georgia: University of Georgia, 1996.) pp. 27-28
14
Whitaker, Arthur Preston. “Estados Unidos y la independencia de América Latina (1800-1830).” (Buenos
Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1964) pp. 280
15
Whitaker, Arthur Preston. “Estados Unidos y la independencia de América Latina (1800-1830).” (Buenos
Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1964) pp. 276-277
reconocimiento de las naciones de Latinoamérica, siendo Colombia la primera en serlo en
1822, seguida México ese mismo año, para posteriormente terminar con el Rio de la Plata,
Perú y Chile en 1823, y América Central y Brasil para 182416.
Estas políticas de reconocimiento se preocuparon también por repeler cualquier intento
imperialista por parte de naciones europeas por tomar posesión de algún territorio en
América, siendo de destacar el retorno del absolutismo a Europa tras la caída del imperio
napoleónico y el restablecimiento de los borbón en el poder, llevando a su vez a la caída de
la España constitucional de Rafael Riego, que ponía a Fernando VII como monarca
absoluto, trayendo interés de este por retomar de vuelta sus territorios coloniales con la
ayuda de Francia. Estas intenciones fueron denunciadas por el secretario de estado y futuro
presidente John Quincy Adams, quien al haber sido embajador en Rusia, rebelo las
intenciones de este y otras cortes de Europa de invadir a las naciones recién creadas17.
Increíblemente Inglaterra, que estaba estableciéndose como potencia imperialista, empezó a
tomar partido a favor de mantener a las naciones americanas aparte de las intenciones
colonialistas de las otras monarquías europeas, lo que se explicaba sobre todo con sus
intereses comerciales con las nuevas naciones, y por ello el primer ministro de aquel país,
George Canning, estaba deseoso de realizar una declaración conjunta con Estados Unidos
para evitar la interferencia europea18. Las discusiones con Inglaterra para dicha
proclamación conjunta no quedaron en mucho, pero al final se decidió que el secretario
Adams se encargaría de redactar el documento que proclamaba a los Estados Unidos como
defensor de las independencias de todas las naciones del continente, la doctrina Monroe.
Pero a pesar de ser acogida por los líderes latinoamericanos, la nueva postura se pondría en
controversia con el desarrollo del congreso anfictiónico de Panamá, que estaba programado
por Simón Bolívar para ser instalado en el año 1826. Bolívar tenía una idea de que dicho
congreso serviría como el impulsor de una confederación de naciones sudamericanas que
tuvieran el poder suficiente para proyectarse como potencia mundial, para lo cual no
deseaba que Estados Unidos participara del congreso, siendo este país en la visión de
Bolívar un obstáculo para su proyecto, por ser demasiado heterogéneo y por tanto, un
impedimento para el desarrollo de una confederación. Francisco de Paula Santander, su
vicepresidente, en cambio, aspiraba esta heterogeneidad para conformar una América que
tuviera naciones soberanas, debidamente demarcadas y organizadas, las cuales mantendrían
su independencia a través de la doctrina Monroe19.
Estados Unidos al final de cuentas no participo en el congreso de Panamá, a pesar de los
esfuerzos de John Quincy Adams, el nuevo presidente, siendo la razón en primera instancia
16
Whitaker, Arthur Preston. “Estados Unidos y la independencia de América Latina (1800-1830).” (Buenos
Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1964) pp. 288-291
17
Perkins, Dexter. “Historia de la doctrina Monroe.” (Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires,
1964) pp. 34-35
18
Perkins, Dexter. “Historia de la doctrina Monroe.” (Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires,
1964) pp. 40-45
19
Liévano Aguirre, Indalecio. “Bolívar.” (Bogotá: Grijalbo, 2010.) pp. 485-487
la muerte de Richard Anderson, delegado norteamericano enviado al congreso, así como la
influencia británica para reducir la influencia estadounidense. Para ese momento los
intereses comerciales de ambos países se empezaron a chocar, lo indujo a que Inglaterra
agriara la confianza de varias de las naciones hispanoamericanas hacia los vecinos del
norte20. La creciente hostilidad entre los delegados estadounidenses y Simón Bolívar a la
vez dificultaron la posibilidad de establecer relaciones que se basaran en el respeto mutuo.
La disolución de la Republica de Colombia tras la muerte de Bolívar a la vez disminuyo la
confianza y el entusiasmo de los estadounidenses en cuanto a los movimientos que habían
dado origen a estas nuevas naciones, que para muchos habían sido esfuerzos inútiles21.
Conclusión
Estados Unidos tuvo una posición compleja y extremadamente controversial hacia los
procesos de independencia de Norteamérica, lo que se basó sobre todo en la falta de
confianza, sus intereses económicos expansionistas, y las propias complejidades resultantes
del hecho de que aún eran una nación bastante joven. La creciente desconfianza y política
voraz que los Estados Unidos empezaron a adquirir para expandir su territorio y su poder a
través del hemisferio, hicieron que la doctrina Monroe se convirtiera en una excusa para
imponer las necesidades del gobierno americano en otras naciones, y por tanto dando
génesis al imperialismo norteamericano que tanto marcaria su política exterior para
Latinoamérica durante los últimos años del siglo XIX y los principios del siglo XX.
Bibliografía
Bemis, Samuel Flagg. The Latin American Policy of the United States. New York:
Harcourt, Brace and Company, 1943.
Ewell, Judith. Venezuela and the United States: From Monroe's Hemisphere to Petroleum's
Empire. Athens, Georgia: University of Georgia, 1996.
Ibáñez, Pedro María. Crónicas de Bogotá, Tomo II. Bogotá: Imprenta la Luz, 1891.
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/historia/cronicas/inicio.htm
Liévano Aguirre, Indalecio. Bolívar. Bogotá: Grijalbo, 2010.
Ocampo López, Javier. El proceso ideológico de la emancipación, las ideas de génesis,
independencia, futuro e integración en los orígenes de Colombia. Tunja: Universidad
Pedagógica y tecnológica de Colombia, 1974.
Perkins, Dexter. Historia de la doctrina Monroe. Buenos Aires: Editorial Universitaria de
Buenos Aires, 1964
Santos Molano, Enrique. Antonio Nariño, Filósofo revolucionario. Bogotá: Editorial Desde
Abajo, 2013.
20
Whitaker, Arthur Preston. “Estados Unidos y la independencia de América Latina (1800-1830).” (Buenos
Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1964) pp. 434-436
21
Whitaker, Arthur Preston. “Estados Unidos y la independencia de América Latina (1800-1830).” (Buenos
Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1964) pp. 442-445
Whitaker, Arthur Preston. Estados Unidos y la independencia de América Latina (1800-
1830). Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1964