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Pontificia Universidad Javeriana

Historia de América del Norte


Guillermo León Labrador Morales
Mayo 25 de 2015
Libertad y Desconfianza: el papel estadounidense en los procesos independentistas y
establecimiento de estados en América Latina.
Introducción
El proceso revolución e independencia por el que pasaron los territorios ingleses en
Norteamérica a finales del siglo XVIII, significo en mucho sentidos un replanteamiento de
la visión que se tenía en muchos lugares del mundo de lo que era la ciudadanía, la el
concepto de nación, y de las libertades personales. Esto se comenzó a ver cuándo en Europa
se comenzaron a dar revoluciones que pretendían modificar a la vez el statu quo,
desafiando las ideas del absolutismo, en donde la nación y la soberanía estaban construidas
únicamente bajo la figura del monarca.
Las colonias americanas entraron también en dicho proceso, y aprovechando la relativa
cercanía de los recién fundados Estados Unidos de Norte América, se decidieron a emular y
buscar apoyo de esta nueva nación, queriendo ellos buscar maneras de modificar su propio
statu quo que se había mantenido por casi trescientos años. Pero la manera en la que los
hechos se desenvolvieron no permitió a los líderes de los movimientos independentistas
seguir al pie de la letra los procesos que se dieron en Norteamérica y la postura de los
Estados Unidos, que veían a estas naciones como sociedades completamente ajenas a su
realidad, tampoco fue significativamente a favor de dichos procesos que se estaban dando
en todo el continente.
Este escrito pretenderá relacionar las influencias, posturas e intervenciones de parte de los
Estados Unidos en los procesos de independencia, analizando las complejidades que
marcaron el inicio de la compleja relación entre los Estados Unidos y los países de
Latinoamérica, que terminaron convirtiéndose en su patio trasero a través de elementos
como el Destino Manifiesto y la doctrina Monroe. Esto se explicara a través de la visión
norteamericana de la sociedad ideal blanca, protestante y anglosajona, que se contraponía a
una Latinoamérica mestiza, católica y española, que a pesar de buscar la conformación de
estados libres e independientes, se oponía intrínsecamente al modelo social propuesto desde
aquellos estados del norte.
Influencias ideológicas
A través de la difusión de los periódicos en distintos puntos de las colonias españolas, fue
posible para las elites blancas de la población, mejor conocidas como criollas, tener cierto
conocimiento de los procesos que se estaban desarrollando en las colonias inglesas y que
resultaron en el nacimiento de su estado nación. Esto significó un cierto entusiasmo entre
estos sectores, quienes a través de sociedades secretas comenzaron a discutir la posibilidad
de que procesos similares a la revolución norteamericana o la francesa pudieran ocurrir en
dichas regiones.
Este entusiasmo en dichas elites “ilustradas” se manifestó a través de sociedades como la
logia Lautaro de Buenos Aires, la Sociedad patriótica en Caracas y el Arcano de la
Filantropía en Santafé de Bogotá, quienes dieron una especial admiración y exaltación a
diversos personajes de la revolución estadounidense. Un ejemplo seria la ya mencionada
sociedad del arcano de la filantropía, fundada y dirigida por Antonio Nariño, que tenía
altares en su sitio de reunión para George Washington y Benjamín Franklin, cada uno
respectivamente con las leyendas: “filosofo intrépido y guerrero superior a los sucesos de la
vida” y “quito al cielo el rayo de las manos y el cetro a los tiranos”1.
Esta admiración de los criollos hacia los estadounidenses dejo repercusiones importantes en
el desarrollo temprano de los primeros proyectos de gobierno que se dieron a partir de las
juntas conformadas tras la captura de Fernando VII durante las guerras napoleónicas en
Europa, donde se escribieron constituciones que aunque no buscaban en principio
proclamar una completa autonomía de la metrópoli española, si daban proyecciones para la
construcción de naciones que tuvieran instituciones y formas de gobierno similares a las
norteamericanas, identificadas sobre todo en el federalismo y el republicanismo.
Constituciones como la del estado de Cundinamarca escrita por Jorge Tadeo Lozano en
18112 dieron un seguimiento de dichos preceptos, pero sin cimentarse en las realidades y
necesidades de la población propia, distinta en muchas formas a la del país que deseaban
emular, y por tanto creando discordias, entre sectores que buscaban o la organización
legalista y federativa del gobierno o la conformación de estados fuertes centralizados que
pudieran enfrentarse a la inminente guerra con España. Esta división causo que los
primeros proyectos de gobierno en los países de Latinoamérica tuvieran una difícil
conformación, llegando al fracaso de estados como la Gran Colombia, que sucumbió ante
las divisiones causadas por sectores regionalistas que se justificaban bajo las ideas
federalistas que tanto admiraban de los Estados Unidos3.
Posturas desde Washington
Las posturas estadounidenses con respecto a los procesos independentistas
latinoamericanos eran complejas y disonantes. El interés hacia Latinoamérica había
1
Santos Molano, Enrique. “Antonio Nariño, Filósofo revolucionario.” (Bogotá: Editorial Desde Abajo, 2013.)
pp. 115
2
Ibáñez, Pedro María. “Crónicas de Bogotá, Tomo II.” (Bogotá: Imprenta la Luz, 1891.) cap. 39
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/historia/cronicas/capi39a.htm
3
Ocampo López, Javier. “El proceso ideológico de la emancipación, las ideas de génesis, independencia,
futuro e integración en los orígenes de Colombia.” (Tunja: Universidad Pedagógica y tecnológica de
Colombia, 1974.) pp. 48-49
aumentado en cierta forma en la primera década del siglo XIX con los informes del
naturalista Alexander von Humboldt a Thomas Jefferson4, en donde se hacía un recuento de
las riquezas naturales, sociales y culturales con que contaban la en ese momento América
española, demostrando la posibilidad de los Estados Unidos de obtener beneficios
comerciales en la región, lo cual propicio que hubiera un atractivo para que aventureros,
científicos, empresarios y comerciantes fueran a buscar oportunidades de negocio en
aquellos países.
Esta serie de beneficios que se percibieron por un lado aumentaron el entusiasmo la
sociedad norteamericana para dar un apoyo a los sectores independentistas
latinoamericanos en su búsqueda de la independencia, propiciando que sectores privados de
la población participaran en cierto grado de algunos de los primeros intentos de
emancipación, en su visión idealista de poder conseguir riqueza y gloria a través de dichas
empresas. Una de las más sobresalientes fue la de Francisco de Miranda, el venezolano que
había sido participe en las revoluciones de Europa y había buscado el apoyo de las cortes
inglesa y rusa para organizar una invasión a su tierra natal. Ante el poco apoyo obtenido en
dichos países, Miranda decidió buscar apoyo en Nueva York, de donde pudo lanzar una
expedición en 1806 con barcos y hombres proporcionados por grupos privados5, en donde
se destacó el yerno del expresidente John Adams, William Smith. Aunque esta misión
resulto en fracaso, el interés de los estadounidenses en Latinoamérica se había despertado
por fin en pleno.
A pesar de ello, el gobierno federal de Washington estaba lejos de compartir dicho
entusiasmo, rechazando de manera oficial dicha expediciones privadas. Esto se explica a
través de la difícil situación diplomática por la cual estaba pasando Estados Unidos con
Europa. En primer lugar las guerras Napoleónicas habían puesto en controversia si los
Estados Unidos debían de participar del lado de alguien, o permanecer neutrales. Esto
significaba para los asuntos con Latinoamérica que era riesgoso exponerse a entrar en
confrontación directa con España, quienes al principio estaban aliados con Napoleón, ya
que esto podría significar entrar en guerra con el emperador francés6. Estas controversias se
plantearon con mayor fuerza tras la guerra entre los Estados Unidos e Inglaterra del año de
1812, que significo que se tomara una posición a favor de España, que estaba para ese
momento confrontada con Inglaterra7. Para el gobierno de los Estados Unidos se antepuso
en primer lugar, en su posición frente a Latinoamérica, las exigencias diplomáticas que se
tenían con Europa.

4
Whitaker, Arthur Preston. “Estados Unidos y la independencia de América Latina (1800-1830).” (Buenos
Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1964) pp. XIV-XV
5
Whitaker, Arthur Preston. “Estados Unidos y la independencia de América Latina (1800-1830).” (Buenos
Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1964) pp. 21-23
6
Whitaker, Arthur Preston. “Estados Unidos y la independencia de América Latina (1800-1830).” (Buenos
Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1964) pp. 23-25
7
Bemis, Samuel Flagg. “The Latin American Policy of the United States”. (New York: Harcourt, Brace and
Company, 1943.) pp. 31
Esto significo que se tuviera que organizar una política de neutralidad por parte del
gobierno, que además no veía conveniente realizar un apoyo directo dada las
incertidumbres de los resultados de dichos procesos8, en donde había una clara derrota de
las fuerza independentistas en México, Nueva Granada y Venezuela para 1816, había una
falta de decisión de Buenos Aires para declarar la independencia de la península, y Brasil
tenía acomodada en su territorio a la corte real portuguesa, que veía huyendo de Napoleón.
Pero el ya mencionado entusiasmo de parte del sector privado de la población
norteamericana dificulto el establecimiento de una neutralidad absoluta de parte de Estados
Unidos, siendo que constantemente se enviaban recursos y barcos desde los puertos de
Baltimore y Nueva Orleans, según se exponía a través de reclamos del embajador español
en Washington9. Ante el riesgo de complicar sus relaciones con España, el congreso con
apoyo del presidente James Madison, implemento a ley de neutralidad de 1817, que
ilegalizaba cualquier apoyo que se les pudiera dar a los insurgentes en todas las regiones de
Latinoamérica10.
Esto inicio una política de patrullaje para asegurar la neutralidad en las aguas donde
navegaban barcos con la bandera estadounidense. Esto resulto extremadamente difícil sobre
todo con la pretensión de varios sectores estadounidense de establecer relaciones de
comercio con países que se encontraban en medio de una guerra, y mantener una estricta
neutralidad. Esto llevo por ejemplo a enfrentamientos entre barcos estadounidenses y la
armada chilena dirigida por Lord Cochrane en las costas peruanas11.
La falta de claridad de la presencia norteamericana en las costas de países en medio del
conflicto, llevo a que desde ambos bandos se empezaran a ejercer bloqueos de los puertos,
siendo uno de los más estrictos el ejercido por el comandante español Tomas Morales en
las costas venezolanas, así como enfrentamientos de parte de las fuerzas republicana de
dirigidas por Gregor MacGregor (quien decía ser subordinado de Simón Bolívar, aunque
eso luego se puso en duda), con fuerzas norteamericanas en la isla de Amelia, cercana al
territorio de la Florida, en frontera directa con los Estados Unidos12.
Estas confrontaciones directas en conjunción con la captura de dos buques norteamericanos
por parte de los ejércitos de Bolívar, quienes los encontraron cargados de armas y recursos,
llevaron a que el gobierno estadounidense enviaran en 1818 al periodista John Baptiste
Irvine como delegado ante el congreso de Angostura, para quejarse por la percibida

8
Whitaker, Arthur Preston. “Estados Unidos y la independencia de América Latina (1800-1830).” (Buenos
Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1964) pp. 148-150
9
Bemis, Samuel Flagg. “The Latin American Policy of the United States”. (New York: Harcourt, Brace and
Company, 1943.) pp. 34-37
10
Whitaker, Arthur Preston. “Estados Unidos y la independencia de América Latina (1800-1830).” (Buenos
Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1964) pp. 162
11
Whitaker, Arthur Preston. “Estados Unidos y la independencia de América Latina (1800-1830).” (Buenos
Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1964) pp. 209
12
Whitaker, Arthur Preston. “Estados Unidos y la independencia de América Latina (1800-1830).” (Buenos
Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1964)pp. 215
violación a la postura neutral norteamericana 13. Bolívar rechazo dichas reclamaciones, dado
que la compañía privad dueña de los buques, estaba dando un aparente apoyo a las fuerzas
españolas, y por tanto no podían ser considerados neutrales. Es posible decir además que
parte de dicho enfrentamiento se debió a la amargura que le casaba Bolívar la falta de
reconocimiento oficial de los Estados Unidos hacia la causa independentista
latinoamericana, que se reforzó con la errónea creencia inicial de Bolívar que Irvine venia
como delegado a reconocer oficialmente a la republica venezolana.
Génesis del Monroísmo para Latinoamérica
Cuando para la segunda década del siglo XIX era ya evidente que las revoluciones
obtendrían un triunfo y las colonias latinoamericanas podrían establecerse como estados-
naciones, el gobierno de los Estados Unidos decidió revisar su intransigente política de
neutralidad. Esto a la vez revivió la política Jeffersoniana de eliminar toda influencia
europea en el hemisferio americano, para establecer una influencia propia de los Estados
Unidos14. Esto significó que era necesario para las proyecciones políticas estadounidenses
comenzar a reconocer de manera oficial a los nacientes estados, y establecer así relaciones
diplomáticas que favorecieran sus intereses.
Estas proyecciones aun así no eran ajenas a las dificultades, siendo de vital importancia el
hecho de que había una fuerte participación y presencia británica en los asuntos de los
países latinoamericanos (recordando las intervenciones de agentes de la corona británica
como Lord Cochrane o los miembros de la legión británica que había colaborado con
Bolívar), además de disonancias en las maneras de gobierno que se implementarían en la
región, que aunque Estados Unidos esperaban que fueran republicanas para mantener una
mayor concordia con ellos (como lo era en el caso de Colombia), también hubo proyectos
monárquicos en Perú, México y Brasil, siendo estos dos últimos exitosos en poner a su
cabeza a los emperadores Agustín de Iturbide y Pedro de Braganza, respectivamente15.
Para eliminar por tanto estas complicaciones, el presidente James Monroe, que asumió el
cargo en 1817, decidió solicitar al congreso de su país para que se reconocieran
oficialmente los estados de la Plata (Argentina), Chile, Perú, Colombia y México, siendo
este último de particular interés y cautela, dada su proximidad a lo Estados Unidos
(contando además con territorios de su interés como Texas), y su ya mencionada
monarquía. Esta nueva política, a pesar de contar con grandes protestas de parte de Joaquín
de Anduaga, el embajador español en Washington, fue ampliamente acogida por la opinión
pública, que siempre había estado a favor de las independencia, y finalmente por el
congreso, que sugestionado por el senador Henry Clay, decidieron finalmente aprobar el

13
Ewell, Judith. “Venezuela and the United States: From Monroe's Hemisphere to Petroleum's Empire”.
(Athens, Georgia: University of Georgia, 1996.) pp. 27-28
14
Whitaker, Arthur Preston. “Estados Unidos y la independencia de América Latina (1800-1830).” (Buenos
Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1964) pp. 280
15
Whitaker, Arthur Preston. “Estados Unidos y la independencia de América Latina (1800-1830).” (Buenos
Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1964) pp. 276-277
reconocimiento de las naciones de Latinoamérica, siendo Colombia la primera en serlo en
1822, seguida México ese mismo año, para posteriormente terminar con el Rio de la Plata,
Perú y Chile en 1823, y América Central y Brasil para 182416.
Estas políticas de reconocimiento se preocuparon también por repeler cualquier intento
imperialista por parte de naciones europeas por tomar posesión de algún territorio en
América, siendo de destacar el retorno del absolutismo a Europa tras la caída del imperio
napoleónico y el restablecimiento de los borbón en el poder, llevando a su vez a la caída de
la España constitucional de Rafael Riego, que ponía a Fernando VII como monarca
absoluto, trayendo interés de este por retomar de vuelta sus territorios coloniales con la
ayuda de Francia. Estas intenciones fueron denunciadas por el secretario de estado y futuro
presidente John Quincy Adams, quien al haber sido embajador en Rusia, rebelo las
intenciones de este y otras cortes de Europa de invadir a las naciones recién creadas17.
Increíblemente Inglaterra, que estaba estableciéndose como potencia imperialista, empezó a
tomar partido a favor de mantener a las naciones americanas aparte de las intenciones
colonialistas de las otras monarquías europeas, lo que se explicaba sobre todo con sus
intereses comerciales con las nuevas naciones, y por ello el primer ministro de aquel país,
George Canning, estaba deseoso de realizar una declaración conjunta con Estados Unidos
para evitar la interferencia europea18. Las discusiones con Inglaterra para dicha
proclamación conjunta no quedaron en mucho, pero al final se decidió que el secretario
Adams se encargaría de redactar el documento que proclamaba a los Estados Unidos como
defensor de las independencias de todas las naciones del continente, la doctrina Monroe.
Pero a pesar de ser acogida por los líderes latinoamericanos, la nueva postura se pondría en
controversia con el desarrollo del congreso anfictiónico de Panamá, que estaba programado
por Simón Bolívar para ser instalado en el año 1826. Bolívar tenía una idea de que dicho
congreso serviría como el impulsor de una confederación de naciones sudamericanas que
tuvieran el poder suficiente para proyectarse como potencia mundial, para lo cual no
deseaba que Estados Unidos participara del congreso, siendo este país en la visión de
Bolívar un obstáculo para su proyecto, por ser demasiado heterogéneo y por tanto, un
impedimento para el desarrollo de una confederación. Francisco de Paula Santander, su
vicepresidente, en cambio, aspiraba esta heterogeneidad para conformar una América que
tuviera naciones soberanas, debidamente demarcadas y organizadas, las cuales mantendrían
su independencia a través de la doctrina Monroe19.
Estados Unidos al final de cuentas no participo en el congreso de Panamá, a pesar de los
esfuerzos de John Quincy Adams, el nuevo presidente, siendo la razón en primera instancia

16
Whitaker, Arthur Preston. “Estados Unidos y la independencia de América Latina (1800-1830).” (Buenos
Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1964) pp. 288-291
17
Perkins, Dexter. “Historia de la doctrina Monroe.” (Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires,
1964) pp. 34-35
18
Perkins, Dexter. “Historia de la doctrina Monroe.” (Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires,
1964) pp. 40-45
19
Liévano Aguirre, Indalecio. “Bolívar.” (Bogotá: Grijalbo, 2010.) pp. 485-487
la muerte de Richard Anderson, delegado norteamericano enviado al congreso, así como la
influencia británica para reducir la influencia estadounidense. Para ese momento los
intereses comerciales de ambos países se empezaron a chocar, lo indujo a que Inglaterra
agriara la confianza de varias de las naciones hispanoamericanas hacia los vecinos del
norte20. La creciente hostilidad entre los delegados estadounidenses y Simón Bolívar a la
vez dificultaron la posibilidad de establecer relaciones que se basaran en el respeto mutuo.
La disolución de la Republica de Colombia tras la muerte de Bolívar a la vez disminuyo la
confianza y el entusiasmo de los estadounidenses en cuanto a los movimientos que habían
dado origen a estas nuevas naciones, que para muchos habían sido esfuerzos inútiles21.
Conclusión
Estados Unidos tuvo una posición compleja y extremadamente controversial hacia los
procesos de independencia de Norteamérica, lo que se basó sobre todo en la falta de
confianza, sus intereses económicos expansionistas, y las propias complejidades resultantes
del hecho de que aún eran una nación bastante joven. La creciente desconfianza y política
voraz que los Estados Unidos empezaron a adquirir para expandir su territorio y su poder a
través del hemisferio, hicieron que la doctrina Monroe se convirtiera en una excusa para
imponer las necesidades del gobierno americano en otras naciones, y por tanto dando
génesis al imperialismo norteamericano que tanto marcaria su política exterior para
Latinoamérica durante los últimos años del siglo XIX y los principios del siglo XX.
Bibliografía
Bemis, Samuel Flagg. The Latin American Policy of the United States. New York:
Harcourt, Brace and Company, 1943.
Ewell, Judith. Venezuela and the United States: From Monroe's Hemisphere to Petroleum's
Empire. Athens, Georgia: University of Georgia, 1996.
Ibáñez, Pedro María. Crónicas de Bogotá, Tomo II. Bogotá: Imprenta la Luz, 1891.
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/historia/cronicas/inicio.htm
Liévano Aguirre, Indalecio. Bolívar. Bogotá: Grijalbo, 2010.
Ocampo López, Javier. El proceso ideológico de la emancipación, las ideas de génesis,
independencia, futuro e integración en los orígenes de Colombia. Tunja: Universidad
Pedagógica y tecnológica de Colombia, 1974.
Perkins, Dexter. Historia de la doctrina Monroe. Buenos Aires: Editorial Universitaria de
Buenos Aires, 1964
Santos Molano, Enrique. Antonio Nariño, Filósofo revolucionario. Bogotá: Editorial Desde
Abajo, 2013.
20
Whitaker, Arthur Preston. “Estados Unidos y la independencia de América Latina (1800-1830).” (Buenos
Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1964) pp. 434-436
21
Whitaker, Arthur Preston. “Estados Unidos y la independencia de América Latina (1800-1830).” (Buenos
Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1964) pp. 442-445
Whitaker, Arthur Preston. Estados Unidos y la independencia de América Latina (1800-
1830). Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1964

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