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HISTORIA DEL CALCULO

El historiador de las matemáticas Morris Kline considera al Cálculo, después de la geometría,


como la creación más grande en todas las matemáticas [4, p. 342]. Generalmente se atribuye su
invención principalmente a dos matemáticos del siglo XVII, el inglés Isaac Newton (1642-1727)
y el alemán Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1716). Sin embargo, esta es una excesiva y absurda
simplificación de los hechos. En realidad el Cálculo, tal y como lo conocemos actualmente, es el
producto de una larga evolución en la cual ciertamente estos dos personajes desempeñaron un
papel decisivo [6].

En términos muy generales, el Cálculo llegó para resolver y unificar los problemas de cálculo de
áreas y volúmenes, el trazo de tangentes a curvas y la obtención de valores máximos y mínimos,
proporcionando una metodología general para la solución de todos estos problemas; también
permitió definir el concepto de continuidad y manejar procesos infinitos. Por esto último, el
Cálculo y sus derivaciones pronto encontraron múltiples aplicaciones y sirvieron para modelar
procesos en todos los ámbitos científicos, empezando por la física y las ciencias naturales, hasta
llegar a las ciencias sociales
Breve reseña histórica del Cálculo:

A grandes rasgos, podemos decir que el Cálculo inició desde épocas antiguas con los griegos
quienes abordaron diferentes problemas matemáticos. En particular, estaban interesados por
resolver dos problemas clásicos: uno era el cálculo de áreas y el otro era el trazo de tangentes.
Diversos fueron los personajes helénicos que hicieron grandes contribuciones al respecto, entre
ellos, el más famoso fue Arquímedes (287 a. C. – 212 a. C) de Ciracusa, cuya obra no sólo es
considerada como la culminación de las contribuciones de los griegos, además sigue siendo objeto
de admiración y estudio en la actualidad.

Fue hasta la primera mitad del siglo XVII, en que se renovó el interés por esos problemas y varios
matemáticos de distintas partes de Europa como Bonaventura Cavalieri (1598-1647), John Wallis
(1616-1703), Pierre de Fermat (1601-1665), Gilles de Roberval (1602-1675) e Isaac Barrow
(1630-1677), lograron avances que prepararon el camino para la obra de Leibniz y Newton.
En el siglo XVIII, denominado El siglo del Análisis Matemático, se dio la consolidación del
Cálculo y sus aplicaciones a las ciencias naturales, particularmente a la Mecánica. Con ese
desarrollo, vino la especialización y el nacimiento de nuevas ramas de las matemáticas, tales como:
la Teoría de Ecuaciones Diferenciales, ordinarias y parciales, el Cálculo de Variaciones, la Teoría
de Series y la Geometría Diferencial. Las aplicaciones del análisis incluyen ahora la Teoría de
Vibraciones, la Dinámica de Partículas, la Teoría de Cuerpos Rígidos, la Mecánica de Cuerpos
Elásticos y Deformables y la Mecánica de Fluidos. A partir de entonces, se distinguen las
matemáticas puras de las matemáticas aplicadas.

Al finalizar el siglo XVIII, algunos matemáticos habían detectado diversas limitaciones e


incongruencias en las bases sobre las que se había desarrollado hasta entonces el Cálculo
diferencial e integral. Los trabajos de Jean D’Alembert (1717-1783) sobre la cuerda vibrante y de
Joseph Fourier (1768-1830) sobre la Teoría Analítica del Calor, de 1807, remitían a la necesidad
de considerar clases más amplias de funciones, como por ejemplo, funciones representables como
series de potencias a la manera de Lagrange. En ese momento, emerge la necesidad de aclarar las
propiedades de continuidad y de integrabilidad de las funciones, así como las condiciones de
convergencia para series de funciones.
Fue hasta el siglo XIX, con la construcción del sistema de números reales, del concepto general de
función real y del concepto de límite de una función; cuando se establecieron de manera rigurosa las
bases fundamentales sobre las cuales descansa actualmente el Cálculo. Algunos de los personales
notables que hicieron grandes contribuciones al respecto fueron Augustin Louis Cauchy (1789-1857),
Bernhard F. Riemann (1826-1866), Karl Weierstrass (1815-1897), Richard Dedekind (1831-1916), entre
otros [1, 3].

Finalmente, es necesario decir que el siglo XX registra tres nuevos avances en el desarrollo del
análisis: la integral de Lebesgue, debida al francés Henri Lebesgue (1875-1941), el Análisis no-
Estándar, debido básicamente a Abraham Robinson (1918-1974) y la integral de Riemann
generalizada, debida a los matemáticos Ralph Henstock (1923) y Jaroslav Kurzweil (para mayores
informes al respecto consultar [2]).

Con base en la anterior reseña histórica, podemos concluir que: La mayoría de los conceptos del
Cálculo han requerido de un largo proceso evolutivo de varios siglos.

Es por esta razón que no podemos esperar que los estudiantes logren comprenderlos de manera
inmediata en un corto periodo de tiempo, como son por lo general los cursos de Cálculo. Pero sí
podemos desarrollar paulatinamente en los estudiantes la madurez necesaria para alcanzar ese
objetivo.

Es cierto que los grandes nombres en la creación del cálculo son, naturalmente, Isaac Newton y
Leibniz. Sin embargo, Descartes, Fermat, Cavalieri, Pascal, Roverbal, Barrow y al menos una
docena más de conocidos matemáticos realizaron contribuciones significativas antes que ellos. Sin
embargo, ni Newton ni Leibniz pudieron formular correctamente los conceptos básicos del
Cálculo.

Es un hecho significativo que los fundamentos lógicos del sistema numérico, el álgebra y el
análisis no fuesen desarrollados hasta finales del siglo XIX. En otras palabras, durante los siglos
en los que se edificaron las ramas más importantes de las matemáticas, como el Cálculo, no había
un desarrollo lógico para la mayor parte de ellas. Al parecer, la intuición de los grandes hombres
impera más que su lógica.

¿Qué podemos deducir de la historia del Cálculo? Morris Kline [5, p. 47] responde:

Parece claro que primeramente se aceptaron y utilizaron los conceptos que tenían mayor
significado intuitivo: todos los números, las fracciones y los conceptos geométricos. Los menos
intuitivos, los números irracionales, los números negativos, los números complejos, el uso de letras
como coeficientes generales y los conceptos del cálculo, necesitaron de muchos siglos para su
creación o para su aceptación. Además, cuando fueron aceptados no fue la lógica la que indujo a
ello a los matemáticos, sino los argumentos por analogía, el significado físico de algunos conceptos
y la obtención de resultados científicos correctos. En otras palabras, fue la evidencia intuitiva lo
que indujo a los matemáticos a aceptarlos. La lógica siempre ha venido mucho después de la
invención, y, evidentemente, ha sido más difícil de alcanzar. Así pues, la historia de la matemática
sugiere, aunque no lo pruebe, que es más difícil el planteamiento lógico.

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