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De todas las maravillas que la ciencia ha revelado sobre el universo en que vivimos, nada ha causado mayor fascinación ni mayor furia que
la evolución. Quizá sea porque ninguna galaxia majestuosa, ningún fugaz neutrino tiene implicaciones tan personales. El conocimiento de la
evolución tiene la virtud de transformarnos de una manera muy profunda. Nos enseña el lugar que ocupamos en el espléndido y extraordinario
espectáculo de la vida. Nos une a todos los seres que habitan hoy la Tierra y a los innumerables seres que se extinguieron hace mucho
tiempo. La evolución nos ofrece un relato cierto de nuestros orígenes que sustituye a los mitos que durante miles de años colmaron nuestra
curiosidad. A algunas personas esto les resulta profundamente perturbador; a otras, inefablemente excitante.
J. A. COYNE (2009), Por qué la evolución es verdadera
Hay grandeza en esta concepción de que la vida, con sus diversas facultades, fue infundida en un comienzo a un corto número de formas o a
una sola; y que, mientras este planeta giraba sin cesar conforme a la inmutable ley de la gravitación, a partir de un principio tan sencillo han
evolucionado y siguen evolucionando infinidad de formas, a cuál más bella y portentosa.
C. R. DARWIN (1859), El origen de las especies
En biología nada tiene sentido si no es a la luz de la evolución.
T. G. DOBZHANSKY (1973), American Biology Teacher, número 35
a evolución, como muestran las citas anteriores, ocupa un lugar central en la biología,
L pero también traspasa las fronteras de la ciencia y entra de lleno en todos los campos
del pensamiento humano. Por esta razón, dedicaremos esta Unidad íntegramente al
estudio de la evolución en general y de la evolución humana en particular. Con su estudio se
pretenden alcanzar los siguientes objetivos:
2. Señalar los argumentos sobre los que se sustenta la teoría de Darwin, en particular los
referentes a las “imperfecciones” de diseño o las pautas del registro fósil.
3. Generalizar los principios básicos de la evolución por selección natural a partir de modelos
biológicos bien documentados.
4. Hacer un juicio crítico de la teoría sintética de la evolución y valorar si las teorías alternativas
se ajustan a las observaciones y datos experimentales.
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ÍNDICE DE CONTENIDOS
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UNIDAD
LA EVOLUCIÓN DE LOS SERES VIVOS
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1. En busca del orden natural
La fascinación ante la naturaleza que han sentido las personas de todos los tiempos alcanza su auge al contemplar
la diversidad de los seres vivos. A fecha de hoy se han catalogado casi dos millones de especies, pero, dado que
cada año se descubren varios miles más, se estima que su número total podría rondar los 50 millones.
Lo realmente asombroso es que todas esas especies no se amontonan anárquicamente como los juguetes
en la habitación de un niño, ni sus formas son caprichosas. Por el contrario, parecen estar llenas de sentido. Las
avispas están equipadas con sistemas de defensa química y sus patrones de colores son un aviso para sus
atacantes. Algunas moscas inofensivas imitan el aspecto de las avispas, y así mantienen a raya a los depredadores;
además, muestran una extraordinaria capacidad para el control del vuelo, siendo capaces de cernirse en el aire y
de avanzar en cualquier dirección sin girar el cuerpo, y su aparato bucal les permite libar el néctar de las flores. A
su vez, las flores parecen haber sido ideadas para usar a los insectos como porteadores de polen, lo que logran
mediante ingeniosas estratagemas (véase la ilustración adjunta).
Da la impresión de que la biosfera es como una maquinaria cuidadosamente planificada, en la que cada
especie encaja como una pieza o engranaje. Y para muchas personas, todo diseño entraña la existencia de un
diseñador. Quien mejor formuló esta idea fue el teólogo británico William Paley (1743-1805) con su famoso
argumento del diseño. Si la complejidad y precisión en el montaje de un reloj invitan a pensar que ha sido obra
de un ser inteligente (el relojero), la complejidad superior de la naturaleza y la exquisita adaptación de los organismos
implican una inteligencia aún mayor: Dios.
El argumento de Paley puede rastrearse hasta la antigua Grecia, aunque, en realidad, ha estado presente de
alguna forma en todas las culturas. Al describir y catalogar seres vivos, muchos naturalistas sentían que se
aproximaban a la esencia del plan divino, al orden natural con que Dios había diseñado su creación.
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1.1. La gran cadena del ser
La cultura griega aportó dos principios básicos que contribuyeron a sustentar la noción de orden natural en
Occidente:
Se trataba de una extensión de la escalera de Aristóteles que, en combinación con los ideales platónicos de
bondad y plenitud, organizaba a todos los seres, tanto materiales como espirituales, en una colosal cadena
jerárquica que se extendía desde las sustancias inanimadas hasta Dios. El ser humano ocupaba una posición
intermedia, con varios rangos de seres espirituales (ángeles) por encima de él.
● Es estática. La jerarquía es fija e inmutable; no hay movilidad de una posición de la cadena a otra. Dicho
de otra forma, las especies no pueden cambiar.
● Es completa y cerrada. Por el principio de plenitud, todos los eslabones de la cadena están ocupados
desde la creación, incluida la más mínima variación con respecto a cualquier criatura dada. Es decir, no
queda sitio para nuevas especies.
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UNIDAD
LA EVOLUCIÓN DE LOS SERES VIVOS
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1.2. Fijismo, creacionismo y transformación de especies
La aceptación de la gran cadena del ser y el argumento del diseño contribuyeron a que la mayoría de los
pensadores cristianos admitiera, siguiendo al Génesis, que todas las especies fueron creadas independientemente
por Dios (enfoque denominado creacionismo) y que desde entonces han permanecido invariables (fijismo).
Sin embargo, ya desde la antigüedad había quienes, al reconocer la existencia y el origen de los fósiles,
intuían que los seres vivos podían cambiar a lo largo del tiempo:
● Entre los filósofos griegos, Anaximandro de Mileto (610-546 a. C.), por ejemplo, sugería que los animales
terrestres se originaron a partir de animales acuáticos.
● Durante la llamada Edad de Oro del Islam (siglos VIII a XIII), eruditos como el afro-árabe Al-Jāḥiẓ (781-869)
jugaron con la idea de una evolución “del mineral a la planta, de la planta al animal y del animal al hombre”.
● Incluso señalados teólogos cristianos, como el afro-romano Agustín de Hipona (354-430) o el italiano
Tomás de Aquino (1225-1274), exponían que la historia de la creación narrada en el Génesis no debería
interpretarse literalmente y no veían conflicto alguno entre el concepto de creación divina del universo y la
idea de que el cosmos hubiese podido evolucionar mediante mecanismos naturales.
Durante los siglos XVII y XVIII empezó a ser moneda corriente hablar de transformación de las especies,
sin duda inspirándose en experiencias cotidianas como el cambio progresivo en los animales y plantas domésticas,
pero también bajo el influjo racionalista de la Ilustración. No obstante, en la mayoría de los casos los cambios se
limitaban a la hibridación de especies afines para formar otras nuevas o, como pensaba el naturalista francés
Georges-Louis Leclerc, conde de Buffon (1707-1788), a la “degeneración” de animales obligados a emigrar
desde su patria de origen a regiones climatológicamente menos propicias; así, para Buffon, el asno sería un
caballo que ha degenerado tras salir de Arabia, donde se hallaban los ejemplares más “perfectos”.
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1.3. La teoría de los dos factores
El primero en elevar la idea de evolución de las especies a la altura de una teoría científica consistente y
completa fue el naturalista y académico francés Jean-Baptiste Pierre Antoine de Monet (1744-1829), inicialmente
caballero de La Marck y, tras la revolución francesa, simplemente ciudadano Lamarck.
Para que las modificaciones introducidas por uno u otro mecanismo produjeran cambios evolutivos era necesario
que pasaran directamente a la descendencia. Por tal razón Lamarck aceptó la herencia de los caracteres
adquiridos (véase la Unidad 3).
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LA EVOLUCIÓN DE LOS SERES VIVOS
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2. El darwinismo
La teoría de Lamarck fue vilipendiada injustamente en su época, tildando a su autor de vitalista místico que
apelaba a una voluntad de perfección en los organismos —cosa que Lamarck, materialista convencido, jamás
hizo—. El descrédito de Lamarck ha persistido hasta hoy en día: “lamarckismo” se reduce a menudo a “herencia
de caracteres adquiridos”, una idea caduca que contrasta con la portentosa teoría expuesta en 1859 por el
naturalista inglés Charles Robert Darwin (1809-1882).
● Desvinculación entre evolución y progreso. Darwin rechazó la que Lamarck consideraba como la
fuerza primaria impulsora del cambio —esto es, la fuerza del progreso— y admitió únicamente la fuerza
secundaria responsable de la adaptación, a la que asignó un nuevo mecanismo de acción: la selección
natural.
● Divergencia. Las especies se diversifican a medida que evolucionan a partir de su antepasado común. El
resultado es que no se pueden ordenar en forma de una escalera o cadena del ser, sino en forma de un
arbusto en cuya raíz estaría situada la especie ancestral (véase la ilustración superior).
Todas las variedades de palomas obtenidas por los criadores descienden de la paloma bravía (Columba livia) gracias a la selección artificial. (A. S. H. y
Darwin, en Variación de animales y plantas bajo domesticación. Dominio público)
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2.1. El proceso generador del cambio evolutivo
Darwin repitió varias veces que su objetivo principal era rebatir el argumento del diseño y la idea de inmutabilidad
de las especies. Para ello sugirió un mecanismo plausible que explicaba el aparente diseño de los seres vivos
sin recurrir a entes sobrenaturales, sino a su evolución a partir de especies ancestrales. Ese mecanismo, la
selección natural, se inspiraba en la cría y mejora de plantas y animales domésticos.
La selección artificial
Darwin se sintió fascinado por la variedad de orga-
nismos sujetos a domesticación. Si las 150 razas de perros
existieran únicamente como fósiles, cualquier paleontólogo
las clasificaría como especies distintas. No obstante, todas
ellas descienden de una sola especie: el lobo.
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LA EVOLUCIÓN DE LOS SERES VIVOS
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La selección natural
Casi podría decirse que los criadores han esculpido palomas, perros y coles a su antojo, cambiando su forma,
su tamaño, su color o sus hábitos. Evidentemente, ningún mejorador coge un cincel y talla la carne de un perro;
en su lugar, lo que hace es “tallar” el acervo genético de los perros —el censo completo de alelos de cada gen
que podríamos inventariar si examinásemos el ADN de la totalidad de los perros del mundo— a base de decidir
qué variantes se reproducirán y cuáles no.
Darwin se preguntó si este proceso podría ocurrir en ausencia de planificación o de intencionalidad. Él mismo
registró una plétora de variaciones en plantas y animales de todo tipo, muchas de ellas heredables (aunque,
desconocedor del trabajo de Mendel, no sabía nada de genes ni de mutaciones). Ello validaba dos de las tres
exigencias del proceso de mejora practicado por horticultores y ganaderos, pero ¿qué había de la tercera? A
falta de criadores humanos, ¿qué o quién selecciona a los individuos que se reproducirán? La respuesta genial
de Darwin fue: la propia naturaleza.
● A menudo los depredadores ejercen de agente seleccionador. Las moscas citadas al comienzo de la Unidad
tendrán más oportunidades de sobrevivir —y, en consecuencia, más tiempo para reproducirse— cuanto mejor
imiten a las avispas, ya que los depredadores no las atacarán por miedo a sus (inexistentes) aguijones.
● Un insecto polinizador “selecciona” qué plantas se reproducirán de forma prioritaria: aquellas cuyas flores produzcan
fragancias más atractivas para el animal, o las que imiten mejor el abdomen de una hembra de su especie.
● A su vez, la planta “selecciona” a aquellos insectos cuyo aparato bucal esté mejor equipado para obtener
el néctar de las flores, ya que se alimentarán mejor y podrán dedicar más tiempo y energía a la tarea de
reproducirse.
● Muchas veces el agente que selecciona es de la misma especie que la variante seleccionada (véase la
ilustración inferior). En otras ocasiones ni siquiera es un ser vivo: un descenso de la temperatura permitirá
reproducirse solo a aquellos que estén más preparados contra el frío.
El abanico policromado del macho del pavo real (Pavo cristatus) ha evolucionado porque las hembras
eligen para aparearse a los machos que tienen el plumaje más vistoso. (Dylan O'Donnell. Dominio
público)
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Adaptación y sexo, motores de la evolución
El examen de los ejemplos anteriores revela un patrón común: los individuos de una población interactúan
con el entorno —depredadores, suministro de alimentos, competidores, clima, animales que prestan servicios de
transporte— de forma tal que algunos dejan más descendientes debido a que poseen ciertos rasgos heredables
ausentes en los demás; en otras palabras, debido a que tienen genotipos diferentes. Esta es la esencia de la
selección natural.
● Por resultar más atractivos para los individuos del sexo opuesto, o por hallarse mejor dotados para disputarle
la pareja a un rival. Tales individuos mejorarán su probabilidad de reproducirse, aunque empeoren su
adaptación (como ocurre con los machos del pavo real, cuyas vistosas colas dificultan su huida ante los
depredadores). Esta modalidad de selección natural se conoce como selección sexual.
Modelo de evolución por selección natural del dragón de mar foliado (Phycodurus eques), un pez de los mares australianos emparentado con el caballito
de mar cuyas prolongaciones similares a algas le sirven de camuflaje. (A. S. H.)
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LA EVOLUCIÓN DE LOS SERES VIVOS
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2.2. El núcleo central del darwinismo
La teoría de Darwin no se reduce a afirmar la realidad de la selección
natural. En tiempos de Darwin muchos naturalistas la aceptaban como una
fuerza negativa que se limita a eliminar las variantes peor adaptadas de
una población, siendo incapaz, efectivamente, de formar nuevas especies.
Creatividad de la selección
Pero Darwin otorgaba a la selección un papel más positivo, capaz de
crear nove-dades evolutivas.
Así, a partir de algo tan simple como una mancha de células sensibles a
la luz, la selección es capaz de crear algo tan complejo como un ojo. Basta
con que se produzcan en cada generación mutaciones de escasa amplitud
—por ejemplo, pequeños cambios en el grosor de la córnea— y que algunas
de ellas aumenten la eficacia biológica de sus poseedores: al mejorar su
visión podrán localizar antes a los depredadores o a su comida, y tendrán
más posibilidades de sobrevivir y reproducirse.
El “arreglo delicado”
En 1858, el naturalista y explorador británico Alfred Russel Wallace (1823-1913) ideó una
teoría de la evolución prácticamente igual a la que Darwin llevaba elaborando desde 1838. Darwin,
temeroso de que la primacía del artículo de Wallace eclipsara su trabajo, accedió a que dicho
artículo se presentara ante la Sociedad Linneana de Londres junto con un extracto de sus propias
investigaciones. Así, ninguno tuvo la prioridad.
No obstante, dicho arreglo pasó desapercibido para el gran público, cosa que no ocurrió con
el libro que Darwin publicó al año siguiente (1859): El origen de las especies. En él defendía su
teoría con argumentos cuidadosamente elaborados y con multitud de datos. El propio Wallace
reconoció que Darwin era el principal artífice de la teoría y jamás ocultó su admiración hacia él.
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Para este último fenómeno, responsable según Darwin de la ingente diversidad de especies, sugirió un mecanismo
al que llamó principio de divergencia. Según el mismo, la diversidad se ve favorecida porque permite la explotación
de diferentes recursos en el mismo territorio, con la consiguiente relajación de la competencia. Pero Darwin
nunca pudo relacionar este principio con la selección natural de forma coherente.
Actividades
1. La teoría preformista de Bonnet, que se explicó en la Unidad 3, supuso un importante apoyo al fijismo. Razona por qué.
2. Lamarck creía que era improbable que las especies se extinguiesen realmente, a menos que fuesen exterminadas
por los seres humanos. ¿Por qué?
3. En la película de animación WALL-E (2008), los seres humanos llevan siglos dependiendo por completo de máquinas para
cualquier tarea, hasta el punto de que sus piernas y brazos se han atrofiado a fuerza de no usarlos. ¿Es esto posible?
4. Los kiwis (Apteryx) son aves oriundas de Nueva Zelanda, en donde apenas había
depredadores de los que escapar volando y en donde obtenían suficiente alimento
del suelo. En estas aves las alas han desaparecido casi por completo. ¿Cómo explicaría
esta adaptación la teoría de Lamarck?
5. ¿Cómo se explicaría la pérdida de alas en los kiwis mediante la selección natural?
6. Un macho de oso pardo (Ursus arctos) mata a los oseznos de una hembra y luego
se aparea con ella. ¿Cómo y por qué ha evolucionado este comportamiento?
7. En los seres humanos, ¿podría evolucionar por selección natural la capacidad para pronunciar merçi como un
francés? ¿Y la forma del lóbulo de la oreja?
Recuerda
ü Durante siglos se ha explicado el “orden natural” mediante la gran cadena del ser, que admitía un origen independiente para
cada especie y su invariancia en el tiempo (fijismo).
ü La primera teoría evolutiva coherente fue propuesta por Lamarck, que no rechazó la cadena del ser, pero la dotó de un
carácter dinámico gracias a dos conjuntos de factores:
• Complejidad. Los organismos simples tienden a convertirse en otros más complejos; su lugar es ocupado por nuevas
formas elementales surgidas por generación espontánea.
• Adaptación. Los organismos pueden interrumpir su ascenso por la cadena del ser para adaptarse a los ambientes locales
cambiantes, mediante la ley del uso y del desuso.
ü La teoría de la evolución propuesta por Darwin incluye los siguientes puntos:
• Ascendencia común. Dos especies actuales cualesquiera descienden de otra especie ahora inexistente, por lo que
todas ellas pueden remontarse a un origen único de la vida.
• Cambios en las especies a lo largo del tiempo, debidos a la selección natural:
○ En una población aparecen continuamente variaciones heredables.
○ Algunas variantes heredables dejarán más descendientes que otras, por estar mejor adaptadas a un ambiente determinado
o por ser “preferidas” por el sexo opuesto.
• Diversificación de especies. Las especies no solo cambian en el tiempo; además, se dividen en nuevas especies,
mediante procesos no del todo comprendidos por Darwin.
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3. La evolución como teoría y como hecho
Cualquiera que haya hojeado en un libro de biología el capítulo dedicado a la evolución se habrá topado
seguramente con jirafas. Es habitual recurrir a estos animales para ejemplificar la presunta diferencia entre la
teoría de Lamarck y la de Darwin:
La realidad, sin embargo, es que Darwin atribuía el largo cuello de las jirafas a la labor combinada de ambos
procesos —la herencia de los caracteres adquiridos por el uso y la selección natural, respectivamente—, si bien
pensaba que el primero de ellos era el más débil de los dos, y completamente subsidiario del segundo.
Darwin, pues, no rechazó la herencia de los caracteres adquiridos. Quien sí lo hizo, como apuntamos en la
Unidad 3, fue Weismann y, al reivindicar la exclusividad de la selección natural como mecanismo de cambio
evolutivo, justificó el término neodarwinismo que, desde 1895, se aplicaría a su versión de la teoría de la evolución;
versión que Wallace (véase el recuadro El arreglo delicado) suscribiría por completo.
● Mutacionismo o saltacionismo. Muchos genetistas pensaban que las nuevas especies aparecerían por
remodelaciones drásticas de un organismo, y estas macromutaciones serían, por tanto, los auténticos
agentes creativos de la evolución.
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La fusión de Darwin y Mendel
Todas estas hipótesis, no obstante, fueron desbancadas tras
la reformulación del neodarwinismo iniciada en 1937. En contraste
con el neodarwinismo preconizado por Wallace y Weismann, esta
nueva teoría incorporaba las aportaciones de campos tan dispares
como la genética, la paleontología o la taxonomía, razón por la
cual es apropiado referirse a ella como síntesis moderna o teoría
sintética de la evolución.
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LA EVOLUCIÓN DE LOS SERES VIVOS
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En consecuencia, las frecuencias de los alelos de
una población pueden cambiar en el tiempo (derivar)
por puro azar, sin que ninguno de ellos esté siendo
seleccionado. Esto se observa en muchas mutaciones
que son neutras, esto es, que no afectan a la eficacia
biológica de su portador (por ejemplo, si una proteína
mutante cumple su función igual que la original). La
importancia relativa de la deriva genética frente a la
selección en la evolución a escala molecular es objeto
de debate entre los biólogos.
Macroevolución
La síntesis moderna, como acabamos de ver, explica las pequeñas alteraciones observadas dentro de una
población o una especie, materializadas en las variaciones de las frecuencias alélicas. Estos cambios se conocen
como microevolución.
Pero la síntesis moderna es una robusta teoría que también da cuenta de los cambios a mayor escala responsables
del origen, expansión y extinción de especies a lo largo del tiempo geológico; esto es, de la macroevolución
que tantos quebraderos de cabeza dio a Darwin. En efecto, para muchos investigadores las grandes diferencias
entre especies serían simplemente el resultado de infinitud de pequeños
cambios acumulados durante períodos de tiempo dilatados y, por lo tanto,
los mecanismos propios de la microevolución bastarían para explicar la
macroevolución. Otros especialistas, en cambio, sostienen que la
macroevolución depende, al menos en parte, de mecanismos alternativos
a los propios de la microevolución. Algunas de las principales controversias
se centran en los siguientes aspectos:
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morfológico neto. La historia de un linaje muestra, así, largos períodos de equilibrio —o estasis, como
dicen los paleontólogos— interrumpidos o puntuados por vacíos en el registro fósil.
Habitualmente se ha atribuido esta discrepancia entre lo esperado y lo observado a lo difícil que resulta
que se forme un fósil, que no se destruya y que sea descubierto. Si el registro fósil no fuese tan fragmentario,
decía Darwin, se observaría el cambio gradual entre dos especies a través de una cadena de formas
intermedias.
Sin embargo, en 1972, los paleontólogos estadounidenses Niles Eldredge (n. 1943) y Stephen Jay Gould
(1941-2002) mostraron que tales discontinuidades no son defectos del registro fósil, sino lo que cabría
esperar al examinar el registro.
● Formación rápida de especies. Eldredge y Gould partieron del modelo de especiación alopátrica, y
supusieron que la nueva especie que aparece en el registro fósil habría inmigrado desde una región
geográfica alejada de aquella que se está estudiando. Allí se habría formado rápidamente (“rápidamente”
significa en paleontología miles de años, en vez de millones) a partir de una pequeña población incomunicada
cuyos miembros portarían solo una muestra aleatoria de los alelos de la especie, situación esta que se
conoce como cuello de botella genético; la deriva genética habría contribuido a reorganizar el acervo
genético y a levantar una barrera reproductiva. La nueva especie habría podido extenderse entonces
hasta el dominio geográfico de la original, compitiendo con ella y desplazándola.
La aparición súbita de una nueva especie es también posible por otros mecanismos distintos de la especiación
alopátrica en una población periférica. Por ejemplo, muchas especies vegetales se han originado en muy
pocas etapas al formarse un híbrido entre dos especies cercanas y duplicarse a continuación todos sus
cromosomas, aislándose así reproductivamente de sus especies progenitoras.
● Simbiogénesis. La bióloga estadounidense Lynn Margulis (n. 1938) sostiene que la especiación se
debe principalmente a la fusión de dos organismos separados para formar un nuevo y único organismo.
Este proceso está plenamente demostrado en el caso de la aparición de determinados orgánulos de las
células eucariotas (véase la ilustración inferior). Otro ejemplo lo constituye la babosa marina Elysia chlorotica,
capaz de fotosintetizar y de fabricar su propia clorofila porque incorpora cloroplastos de un alga en sus
tejidos y genes de dicha alga en su propio ADN.
Hoy por hoy, empero, existen pocas pruebas de especiación por simbiogénesis y la mayoría de los especialistas
duda de la relevancia que Margulis le atribuye.
La simbiogénesis ha permitido a las células eucariotas adquirir algunos de sus orgánulos, como las mitocondrias
y los cloroplastos. Una célula eucariota primitiva capturó una bacteria aerobia que no digirió; andando el tiempo,
la célula huésped “aprendió” a beneficiarse de los productos metabólicos de la bacteria, que se fue volviendo
más y más dependiente de su huésped hasta formar parte de este: una mitocondria. Más adelante, una célula
eucariota incorporó por un proceso similar cianobacterias que realizaban la fotosíntesis, las cuales se convirtieron
en cloroplastos. (A. S. H.)
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LA EVOLUCIÓN DE LOS SERES VIVOS
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3.2. Evidencias a favor de la evolución
Uno de los aspectos más llamativos de la idea de la evolución es la reacción visceral que aviva en muchas
personas, especialmente si esas personas han sido adoctrinadas por grupos religiosos fundamentalistas o,
sencillamente, si son incapaces de sopesar qué partes de la Biblia (o de la Toráh, o del Corán, o de los Puranas)
han de interpretar literalmente y cuáles de forma simbólica o metafórica.
Pero muchos otros van más allá: simple y llanamente rechazan la totalidad de la evolución. Se han llegado a
desempolvar viejas falacias, como el argumento del diseño, a las que se intenta dar un barniz científico con
nombres como “ciencia de la creación” o “diseño inteligente” (en siglas, DI). Sus defensores afirman que la
evolución es “solo” una teoría para dar a entender que es menos que un hecho; pero esta crítica hace uso del
significado coloquial, y no del científico, del término “teoría” (véase la Unidad 1). La teoría de la evolución cuenta
con la aceptación de los científicos porque está respaldada por una abrumadora cantidad de líneas de evidencia
independientes: se puede afirmar, con absoluta rotundidad, que la evolución es un hecho.
Buena parte de la evidencia proviene de predicciones contrastables que el neodarwinismo, como teoría
científica, formula. A continuación se citan algunas de ellas.
El DI se define por sus promotores como la idea de que la complejidad de la vida solo puede explicarse como la
obra de una causa inteligente, de un diseñador cuya identidad no aclaran, aunque a menudo asimilan a Dios. ¿Podrían,
pese a ello, hacer pasar el DI por una ciencia?
El DI no ofrece explicaciones alternativas. Por ejemplo, el DI rechaza la formación del ojo por evolución gradual,
pero no indica cómo pudo haberlo fabricado el diseñador.
Puesto que el DI no detalla quién es el diseñador o cómo actúa, tampoco puede generar predicciones específicas
que nos ayuden a entender si sus premisas básicas son correctas o incorrectas. Es decir, el DI no es contrastable
empíricamente.
Al ser incontrastable el mecanismo básico del DI, tampoco hay observaciones o resultados que pueda esgrimir
como pruebas. No obstante, algunos impulsores del DI han hecho afirmaciones contrastables (por ejemplo, que el ojo no
puede funcionar sin la totalidad de sus componentes) que las investigaciones posteriores se han encargado de refutar.
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Evidencias basadas en el registro fósil
Si la evolución fuese verdadera, deberíamos observar que los fósiles más recientes
—los que aparecen en los estratos de roca más superficiales— son los más similares a
las especies actuales. En cambio, si un diseñador hubiese creado a cada especie por
separado podría haberlo hecho en un orden arbitrario.
El registro fósil revela, precisamente, que la aparición de las especies a lo largo del
tiempo no es caprichosa, sino que responde a un patrón. Así, la ilustración adjunta
muestra que los peces aparecieron antes que los tetrápodos (vertebrados de cuatro
patas), tal y como cabría esperar si los segundos se hubieran originado a partir de un
grupo de los primeros (los peces de aletas lobuladas o sarcopterigios).
Dado que hace 390 Ma (millones de años) había sarcopterigios, pero los tetrápodos
no aparecieron hasta hace 360 Ma, se predijo que deberían encontrarse fósiles con
características intermedias entre ambos grupos en rocas de hace 375 Ma. El hallazgo
en 2004 de Tiktaalik roseae, reproducido en la ilustración inferior, confirmó brillantemente
la predicción.
Asimismo, se han hallado fósiles intermedios entre dinosaurios y aves, entre mamíferos
terrestres y ballenas o entre avispas y hormigas, justo donde se les esperaba. Todos
ellos corroboran que la evolución opera remodelando especies ya existentes para generar
otras nuevas, no creándolas a partir de la nada.
Reconstrucción de Tiktaalik roseae, un fósil de transición entre los peces de aletas lobuladas y los tetrápodos terrestres.
(NSF. Dominio público)
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LA EVOLUCIÓN DE LOS SERES VIVOS
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Evidencias basadas en vestigios y defectos
Si tuviésemos que fabricar un avión a base de introducir pequeñas modificaciones en un automóvil, con la
condición añadida de que todos los modelos intermedios sirviesen para desplazarse y supusiesen alguna mejora,
el producto resultante estaría repleto de parches, de apaños, de piezas que antes tendrían una utilidad y ahora
serían inservibles, pero que no habría forma de quitar sin empeorar el resultado. Sin duda, un ingeniero que
partiese de cero habría hecho un trabajo mejor.
● La presencia de una cintura pélvica rudimentaria en estos animales no tendría sentido si hubiesen sido
diseñados para desplazarse mediante movimientos verticales de su cola, pero sí si provienen de animales
terrestres con extremidades traseras.
● Un buen diseñador de ojos mantendría las pequeñas fotocélulas de estos órganos orientadas hacia la
fuente lumínica, no hacia atrás… como ocurre en los ojos de los vertebrados; con el agravante de que las
fibras nerviosas que conectan las fotocélulas con el cerebro salen desde el interior del globo ocular (y así
la retina está pobremente adherida y corre el riesgo de desprenderse), se interponen en el camino que
sigue la luz y abandonan el ojo por el mismo sitio, generando un “punto ciego”.
● ¿Por qué tiene el ser humano un apéndice si, a diferencia de sus antecesores, no es herbívoro y no lo
necesita para digerir celulosa? Un diseñador habría desechado un órgano que, además, puede ser origen
de complicaciones patológicas.
Esqueleto de balle-na que muestra los vestigios de las ex-tremidades posteriores. Dichas extremidades nunca afloran al exterior del cuerpo.
(Meyers Konver-sations-Lexikon. Do¬minio público)
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Evidencias basadas en la distribución geográfica de las especies
En las islas que se formaron en pleno océano, a partir de una erupción volcánica o por el crecimiento de un
arrecife coralino, faltan grupos enteros de seres vivos, como los peces de agua dulce, los anfibios, los reptiles y
los mamíferos terrestres (salvo que hayan sido introducidos por el ser humano). Pero los grupos que sí están
representados muestran una profusión de especies muy superior a la hallada en los continentes y en islas que
antes estuvieron unidas a ellos, como las islas Británicas o Sri Lanka.
Este desequilibrio de la vida en las islas oceánicas tiene sentido si sus habitantes descienden de especies
anteriores que las colonizaron —cosa que los grupos faltantes no pueden hacer— y si esos pioneros experimentaron
una rápida especiación para adaptarse a los muchos hábitats vacíos que, en los continentes y en las islas
continentales, ocupan especies más comunes. ¿Pero por qué un diseñador habría de generar tales pautas si
hubiese creado directamente a las especies de cada isla?
Un experimento llevado a cabo en 1989 por Diane Dodd con moscas de la fruta (Drosophila pseudoobscura) mostró que el aislamiento de poblaciones en
diferentes ambientes (por ejemplo, con diferentes tipos de alimento) puede conducir al comienzo de un aislamiento reproductor y, por tanto, a la formación
de dos especies distintas. En efecto, las moscas preferían aparearse con moscas alimentadas con el mismo tipo de comida. El color de las moscas de la
ilustración es arbitrario. (A. S. H., a partir de un dibujo de Ilmari Karonen, en el dominio público.)
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LA EVOLUCIÓN DE LOS SERES VIVOS
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4. La evolución humana
Las reticencias para aceptar la evolución alcanzan su máximo exponente cuando toca hablar de nuestra
especie. Como ya se ha comentado, incluso entre quienes admiten la evolución en general hay partidarios de
dejar al margen a los seres humanos: Wallace, el neodarwinista, el codescubridor de la selección natural, no
concebía que este proceso pudiera explicar las facultades mentales de las personas.
Pese a todo, existen incontables pruebas de que la especie humana tiene una historia evolutiva, con todas
las peculiaridades que se quiera, pero impulsada por las mismas fuerzas que dirigieron la evolución de cualquier
otra especie.
Una de tales ramas originó el orden de los primates, grupo poco especializado de mamíferos con pulgares
oponibles y con uñas planas en lugar de garras que incluye a lémures, tarseros, monos, simios y, por supuesto,
humanos.
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En efecto, desde el momento en que dos poblaciones
quedan reproductivamente aisladas empiezan a
acumular, por deriva genética, mutaciones neutras
diferentes, y según pasa el tiempo diferirán
genéticamente cada vez más. Por lo tanto, podemos
usar las diferencias genéticas entre dos especies para
estimar el tiempo transcurrido desde su separación.
Conocida como reloj molecular, esta técnica ha
permitido seguir la pista al linaje humano y encuadrarle
en diversos grupos de primates:
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LA EVOLUCIÓN DE LOS SERES VIVOS
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Se han propuesto varias hipótesis para explicar la bipedestación. A menudo se relaciona su origen con la
sequía que afectó gradualmente a África oriental y central entre hace 10 y 3 Ma y sustituyó las áreas
boscosas por sabanas. En este entorno la selección natural primaría la locomoción bípeda, ya que permitiría
a los homininos desplazarse más eficazmente de una mancha de bosque a otra, reduciría el área expuesta
al sol y, por tanto, evitaría el calentamiento excesivo (a lo que contribuiría también la pérdida de pelo que
nos ha convertido en “monos desnudos”) y liberaría las manos, facilitando el transporte de comida y de
las crías y el manejo de instrumentos.
● Encefalización. El cerebro humano moderno es el más grande en relación con el tamaño del cuerpo.
Especialmente llamativo es el aumento de la corteza cerebral, sede de funciones complejas como la
conciencia, la memoria o el lenguaje, que posibilitó la interacción social y la planificación del futuro.
El estrechamiento de la pelvis derivado de la bipedestación impone un límite al tamaño del cráneo al nacer.
Así, los humanos nacen poco desarrollados y, para alcanzar el tamaño cerebral adulto, necesitan un largo período
de desarrollo postnatal.
Además, los humanos y los chimpancés no difieren solo en la secuencia de los genes que comparten, sino
también en el número de copias de dichos genes, en su ordenación en los cromosomas y en los genes que no
comparten: más de un 6 % de los genes humanos no se hallan en los chimpancés, y al menos 80 genes
“desaparecieron” del linaje humano tras su separación del linaje panino (entre ellos, muchos genes responsables
de la formación de receptores olfatorios y de proteínas del pelo).
Podría decirse que la evolución cultural cogió el timón hace entre 40 000 y
50 000 años, cuando se produjo lo que se ha dado en llamar el gran salto
adelante. Hasta ese momento, las sociedades humanas eran culturalmente
conservadoras, y los artefactos —básicamente herramientas y armas de piedra—
apenas cambiaron en un millón de años. Pero tras el gran salto los humanos
empezaron súbitamente a enterrar a sus muertos, a fabricar vestimentas,
ornamentos e instrumentos musicales, a introducir sofisticadas técnicas de caza
y a componer magníficas pinturas rupestres. Solo la revolución agrícola, acaecida
30 000 años después, pudo igualar al gran salto en cuanto a consecuencias Enterramiento ritual de un joven hominino (un
neandertal) en el parque temático de
para los humanos y para las demás especies del planeta. Atapuerca. (A. S. H.)
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4.3. Homininos fósiles
Las relaciones evolutivas humanas
inferidas de los datos moleculares permiten
formular predicciones acerca del aspecto
que deberían tener los homininos fósiles.
Cabe esperar en los homininos de hace entre
5 y 7 Ma muchos rasgos propios de
chimpancés y, en los fósiles más recientes,
una paulatina acentuación de rasgos más
claramente humanos.
● Sahelanthropus. Este fósil, descubierto en el desierto del Chad, presenta una mezcla de caracteres
simios y humanos. Su edad, unos 7 Ma, lo sitúa antes de la separación entre paninos y homininos, por lo
que podría estar relacionado con su último
antepasado común.
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● Paranthropus. Se trata de una rama derivada de los australopitecos que se adaptó a una dieta a base de
semillas, frutos secos y raíces, para lo que requería un aparato masticador grande y robusto. Vivieron
hace entre 3 y 1,2 Ma.
● Homo. Este género apareció hace 2,4 Ma y a él pertenece nuestra especie (Homo sapiens), que se originó
en África hace 250 000 años. Otras especies son:
− Homo habilis. Era similar a los australopitecos, pero usaba ya instrumentos líticos.
− Homo ergaster. Tenía una constitución física análoga a la de los humanos actuales. Una especie
similar, Homo erectus, salió de África y se extendió por toda Eurasia, originando nuevas especies.
− Homo neanderthalensis. Los neandertales fueron la única especie de hominino auténticamente europea.
Vivieron desde hace 400 000 hasta hace 30 000 años, coexistiendo con Homo sapiens, al que superaron
en capacidad craneana y con el que probablemente se hibridaron, dejando algunos genes en los
humanos actuales.
Actividades
8. Supón que un determinado genotipo aumenta la esperanza de vida de sus portadores tras la edad fértil. ¿Podrá
ser seleccionado?
9. Una amapola (Papaver rhoeas) produce anualmente 100 000 semillas, la inmensa mayoría de las cuales no
germinan. ¿Es este un ejemplo de selección natural?
10. A menudo se describe la evolución como un proceso que ocurre “por el bien de la especie”. ¿Es esto cierto?
¿Podrías sugerir contraejemplos?
11. La corea de Huntington es una enfermedad causada por un alelo dominante del gen HTT. Las personas afectadas
muestran una degeneración neuronal progresiva a partir de los 35-44 años que les conduce a la muerte. ¿Qué
probabilidad hay de que un niño contraiga la enfermedad si uno de sus padres está afectado?
12. Se estima que la corea de Huntington afecta a unas 600 000 personas en todo el mundo. ¿Cómo es posible que
no haya sido erradicada por la selección natural?
13. En las aisladas poblaciones de pescadores junto al lago Maracaibo, en Venezuela, se dan las tasas más altas de
enfermedad de Huntington; en algunos pueblos la desarrolla más de la mitad de la población. ¿A qué puede
deberse esto?
14. ¿Por qué la población de riesgo tiene que vacunarse contra la gripe cada año?
15. Las hembras de los mamíferos suministran leche a sus crías a través de sus pezones, pero los machos no. ¿Por
qué, entonces, tienen pezones?
16. Algunos detractores de la evolución sostienen que, según el neodarwinismo, los cambios ocurren “por azar”, y
arguyen que algo tan complejo como un organismo no puede haberse formado “por casualidad”. ¿Afirma esto el
neodarwinismo?
17. En el embrión de los peces aparecen a ambos lados de lo que será la cabeza una serie de surcos que más tarde
se transforman en las hendiduras branquiales. En los vertebrados terrestres aparecen los mismos surcos, pero se
cierran durante las primeras semanas de desarrollo embrionario. ¿Tiene algún sentido esto?
18. Los mamíferos marsupiales (canguros, zarigüeyas, coalas…) se hallan actualmente en América, Australia y
Nueva Guinea. En cambio, no hay marsupiales en Eurasia ni en África. ¿Qué sugiere esta curiosa distribución
geográfica?
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19. Lee el recuadro “¿Es el diseño inteligente una ciencia legítima?” y contesta de forma argumentada a la pregunta
formulada en él.
20. Antiguamente los chimpancés, bonobos, gorilas y orangutanes se clasificaban en la familia de los póngidos,
reservando la familia de los homínidos exclusivamente a los seres humanos. ¿Por qué hubo que cambiar esta
clasificación?
21. Hace 1,6 Ma, Homo ergaster había desarrollado proporciones corporales modernas, con piernas largas que los
capacitaban para soportar largas caminatas y correr. Además, estos homininos carecían del denso pelaje corporal
del que disfrutaban los australopitecos. ¿Puedes sugerir una relación entre estos dos rasgos?
22. ¿Es posible afirmar que “venimos del mono”?
Recuerda
ü Wallace y Weismann rechazaron la herencia de los caracteres adquiridos y, al aceptar la selección natural como la
única fuerza evolutiva, fundaron el neodarwinismo.
ü El neodarwinismo recibió las aportaciones de la genética, la paleontología y la taxonomía. El resultado fue la
síntesis moderna o teoría sintética de la evolución, según la cual:
• Continuamente se producen mutaciones con independencia de su posterior utilidad.
• La frecuencia de los alelos puede variar en poblaciones pequeñas por deriva genética.
ü La síntesis moderna aceptó la especiación alopátrica como mecanismo básico de formación de especies, pero
posteriormente se sugirieron alternativas más rápidas.
ü Existen incontables evidencias de la realidad de la evolución. Algunas se basan en el registro fósil, otras en
errores de diseño y órganos vestigiales, otras en la biogeografía…
ü Los seres humanos somos primates, y nuestro linaje está estrechamente emparentado con el de los grandes
simios (en especial chimpancés y bonobos). Hace unos 6 Ma vivió el antepasado común más reciente de estos
grupos. El linaje humano adquirió desde entonces rasgos distintivos, como la bipedestación, un gran volumen
cerebral y el lenguaje hablado.
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