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MATERIA PRIMA
(Proto-Novela)
FUNDACION CULTURAL DOMINICANA
Apartado Posta11265
Santo Domingo, República Dominicana
Teléfonos: 566-3232 y 565-0379
MATERIA PRIMA
(Proto-Novela)
Marcio Veloz Maggiolo
PROTONOVELA
A Doris Sommer
A Ramón Bodden,
cuasi-personaje
Los personajes de este libro fueron registrados debidamente como creación
intelectual en la Oficina Nacional de Derechos de Autor. Me hubiera gustado
"declararlos" en la Oficialía del Estado Civil como esos recién nacidos a cuyos
padres se les exige la ficha de hospital y declaración jurada con testigos. No ha
sido posible y por tal razón no poseen acta de nacimiento. Este último
inconveniente, creo,ha hechoque realmente siganviviendo a medias. La orfandad
no es sólo biológica, sino que se extiendea la moral.
1
Cada vez que regresaba a Santo Domingo uno de mis mayores deleites era
cruzarel río Ozamaen una yolade remos, y escalardesdela orillaoriental el alto
farallón en donde mira haciaoccidente la pequeña iglesiade NuestraSeñoradel
Rosario.
Desde allí no sólo se ve el mar intensamente azul, sino que el crepúsculo
juega a un espectáculo de sombras y lucesal restregarse contra las espaldas de la
ciudad colonial. Recuerdos de infancia y de adolescencia emergían al ritmo del
espejeante caudallleno de lilas, en dondeahorabuques turísticos de gran calado
descargaban casi diariamente una masa humana de ansiosos transeúntes marinos
quepretendían conocer la historia del Caribe en un crucero de quince días.
La iglesiaes un pequeño cuadrado construido por los españoles mucho antes
de 1523,fecha en que se levantó la catedral de SantoDomingo. Conserva viejos
murales, quizáslos primeros realizados por los europeos en América. Río abajo,
en la desembocadura, el marCaribe apenas mueve un oleajelento y platinado que
compite con los viejos espejos de agua del antiguo palacio del Virrey Diego
Colón,perceptible a una altura mayorque la vieja muralla, en el espigónde San
Diego, lugarartillado desdeel mismo siglo XVIcon puertade entrada a la ría.
Detrás de la grancarpaque servía de depósito provisional durante el terremoto
del afio 1946 se conservaba el moldehechoen cemento de unaantiguaceiba que
la tradición consideraba el lugaren dondeCristóbal Colón habíaatado sus buques
algunavez. La ignorancia supinade los más pueblerinos y parlanchines hablaba
de queallí fueron atadas las trescarabelas. La leyenda desconocía que Colón había
iniciado sus primeras acciones por la costanortede la isla,dejando encallada para
siempre en la costa de Haití la nao Santa María, con cuyosrestos se construyera
un fuerte quemado y arrasado por los indígenas.
Sin embargo Santo Domingo, fundada en la parte oriental antes de finalizado
el sigloXV,fue refundada a principios del XVIen la parteoccidental, trasladada
allí por FreyNicolás de Ovando en el año de 1502.
Sobre altísimas yerbas, veía ahora remolcadores azules y verdes remontarel
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horizonte marino para traer a puerto los modernos barcos de carga repletos de
furgones. La ancha acera del puerto moría en el dintel oriental de la viejamuralla
crecida en los años coloniales y tras la cual se escondía, como una princesa
medieval, la famosa calle de Las Damas, en donde segúndicen los historiadores
de siempre se paseaba Maríade Toledo acompañada de su corte- la primeraen
América-, prevalida de un virreinato que intentaba mantener en alto "la estirpe
secular de España".
El sitio es, realmente, un mirador. El paisaje puede ser el mismo pero la
escena cambiante es todo un gajo de poesía antigua. También de historias
nebulosas.
Partiendo en dos la ciudad, el Ozama correde nortea sur. Los muchachos en
vez de ir a la escuela pública de los años cuarenta, preferíamos muchas veces
treparnos en los cascos de las viejas goletas en reparación y desde allí
zambullimos en las profundas aguas, peligrosas y claras. Los más arriesgados
cruzaban el Ozamaa nado. Grandes sábalos se desplazaban río arriba; tiburones
grisesmerodeaban la desembocadura y a veces incursionaban a varios kilómetros
río adentro. Los manatíes eran comunes en las zonasbajas.Su comidapreferida,
las lilas de agua, bajaba convertida en islotes cuando las lluvias torrenciales
despedazaban los remansos con las inundaciones, promoviendo una invasión de
manchas vegetales que flotaban hacia el mar con levedad de algodón verde,con
suavidad de espuma atolondrada.
Desdelas orillas, con anzuelos grandes, lográbamos muchas vecesenganchar
los islotes de lilas.El hilo de bronce los hacíarecalarhaciael costado muerto de
las goletas y balandros. Entonces podíamos recolectar decenas de camarones
pequeños, posibles habitantes del remanso que huyendo de la tormentosa
intensidad del agua hacían de las raícesrefugio, quedando atrapados en el verde
ondulante y móvildellilar.
Esta vez me vinieron de golpe los recuerdos de la dictadura. Vi cuerpos
flotando río abajo. Desde mis adentros más profundos me vi transformado en
guerrillero, con un fusil en la mano y en.la cintura aquellas dos granadas de
mano. Yo, un hombre pacífico habíasido acorralado variasvecesy teniendo que
esconderme, había navegado el Ozama hasta el lugar denominado Los Minas,
poblado fundado en el siglo XVIII con esclavos escapados de la isla de Santo
Domingo. No podíaapartar de mi mente las escenas de 1959, cuando acosado por
los esbirros de la tiranía hube de esconderme largos meses en las cercanías de
aquel pobladito que había sido parte de mi infancia misma. A Los Minas fui
varias veces de paseo con grupos escolares de la Iglesia Evangélica Central.
Recuerdo la pequeña iglesia del mismosiglo XVIII, con sus arcadas simples, y
mirando hacia el río, como quien se inclinacon cuidadoy precisión para ver las
aguas transcurrir lentamente. Viejos poemas describieron el poblado desde el
mismo siglo XIX. Uno de los más brillantes poetas semi-clásicos antillanos,
Nicolás Ureña de Mendoza lo describía: "Aunque todo el caserío! no llega a
trescientas almas I de yagua y tablas de palma I hay uno que otro bohío". En
realidad en 1959 seguíasiendo igual. Y antes, en los años cuarenta, era posible
notarel conjunto de casastechadas todavía de palma-cana, orientadas alrededor de
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uncentro circular,tal y como los cronistas decíanque eran los pueblos de indios
en el momento del primercontactoentre los europeos y los pacíficos antillanos.
Siempre le hablé a Persiode esosrecuerdos. Ciertas tardes, cuando bajábamos
entre 1951 y 1952hacia la EscuelaNacional de Bellas Artes ubicada en el viejo
edificioque albergó las Capitanías Generales de la colonia,alquilábamos alguna
yola para irnos remando río arriba, a contra corriente, por sólo ver desde las
millas bajas del farallón que conforma la cuenca oriental del Ozama, las casas
suspendidas casi al borde del barranco, los bosques de lilas, los remansos en
donde lisas pequeñas se acomodaban en las raíces escasas de un manglar casi a
puntode extinguirse.
Siendo aún niño recuerdo las viejas canoas bajarllenas de petacas en las que
se transportaban los productos de río arriba. De Los Minas bajaban sacos de
carbón en cantidades apreciables. Un solo canoero era capazde transportar quince
o veintesacos de carbónde mangle. Allá, debajodel puentede acerodedicado al
dictador Ulises Heureaux, y en uno de los recodos de la margen oriental del
Ozama estaba el mercado de La Playita, casi languideciente en mis años
infantiles. El sitio habíasido el principal lugar de abastecimiento de víveres de la
ciudad. Petacas llenasde casabe,chicharrones, mangos, hicacos y caimoníes, se
desplegaban como en una vitrina, mientras las señoras discutían con los
vendedores el precio a conveniencia. Mujeres con trapos atados en la cabeza al
estilo pirata cuidaban de las ventas. El pañolón africano revelaba la vieja
procedencia de estoscampesinos de los lugares aledaños de la capital. muchos de
ellos descendientes de los esclavos que en 1822Jean Pierre Boyerliberara. como
Presidente de Haití, cuando invadió la nacienteRepública Dominicana todavía
ligada a la tradición hispánica. Nombres como Mandinga, Cambita, Los Minas.
hacíanclara referencia a tribus de Africaoccidental llegadas siglos antes con la
tratacasi desde los mismos alboresdel sigloXVI.
No podía apartarde mi mentelas conversaciones con Persio.Sagaz,apoyado
en una serie de lecturas casi enciclopédicas, le gustaba inventar historias
inciertas. teorías que entonces llamábamos "inescrupulosas". Una de ellas era que
"todo pueblo para desarrollarse ha necesitado de las dictaduras". Estábamos
imbuidos por las ideasenciclopedistas. Entonces leíamos a Voltaire, a Pelleteine
cuya frase "la humanidad progresa padeciendo" nos parecíaexcepcional. Leíamos
las críticasde arte de EugenioD'Ors; la colección Austral nos permitía entraren
contacto con una seriede clásicos de la literatura y la historiaque a veces leíamos
por puro deseo de agregar cada vez una lectura nueva a nuestra alforja de
"elementos cultos". En el Liceo Secundario Presidente Trujillo, el "LPT".
hacíamos clara exhibición de nuestros conocimientos. Uno de nuestros más
brutales entretenimientos era leer libros casi inalcanzables para el profesor de
literatura, al que en tercer año atosigábamos con preguntas especialmente
seleccionadas hastallevarlo al ridículo.
El Liceo era un hervidero de ignorantes. Los programas de estudio de la
dictadura eran relativamente buenos, los profesores excelentes. peroel cercode la
información y el temor de sobrepasar los límites de las conversaciones hacían
imposible que todosdesarrollaran la curiosidad necesaria comopara ver más allá
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de sus narices.Persio y yo éramos para esa época lectores asiduosde José Ortega
y Gasset. Discutíamos con José Ramírez Conde --casi tres años menor que
nosotros- las lecturas sobre Kant cuyas obras leíamos en las ediciones de
Sopena. Aunque José- luego pintor famoso- era un aspirante a filósofo y
sabía muchas matemáticas, nosotros bajábamos al pozo de la filosofía sólo por
acompañarle, y por mantener vigente nuestra aureola de muchachos capaces de
aterrorizar al profesorcon nuestros conocimientos. Malos estudiantes de biología
o de química, saltábamos como fieras cuando se requería saber fechas de
nacimientos de autores como Balzac o Flaubert, No hacíamos mucha diferencia
entre Juan Valera y Dostoyevski; amábamos con la misma pasión a Pepita
Jiménez que a los Karamazov, y devorábamos indefectiblemente uno o dos tomos
de poesía, en una épocaen la que imitaral Nerudade los VeintePoemas de Amor
era rigurosamente necesario, y en la que saber de memoria varios poemas de
Darío, Nervo, Bécquer, Antonio Machado y García Lorca, constituía parte de la
culturapersonal obligada.
"Te recuerdocomo eras en el último otoño/ eras la boina gris y el corazón en
calma", Zoila escuchabaestos versos con arrobo. Para esos años nos conocimos
y muchas veces los tres (Zoila, Persio y yo) nos reunimos durante la clase de
acuarela,dictadapor el profesor y gran pintor catalán José Gausachs,a hablar de
la poesía como inspiradora de la pintura. Desde este mismo lugaren el que ahora
reconstruyo parte de ese pasado,aprendimos a pintar el costadode las barcazas y
goletas podridas en la dársena pequeña, en el ancón. Sobre el papel corrugado,
luegode los breves trazos a lápiz, tratábamos de imitar la maestríade un Turner,
mezclando aguafuertes y coloresdensos con líneas suaves,como las que William
Blakeinventópara sus mejoressombras y aguadas.
Persio fumaba desde los trece años, Vivía inmerso en un mundo interior lleno
de fantasmas. A vecespasaba días sin probarbocado.Enflaquecía y engordaba de
la manera más increíble. Todo dependía de su estado de ánimo. En Villa
Francisca,- barrioque nos vio nacer y crecer-le decíamos "el Misterioso". Se
le veíadiscutiragitadamente sobre beisbolo ajedrezy desaparecer de un momento
a otro sin que nadie notara su ausencia. B mismo dice que los viajes de Nora
hacia donde la abueladeterminaban esas ausencias improvisadas. Generalmente,
cuando Nora se iba a dormir donde la abuelita con la que solía pasar las noches
debido a la soledad de la misma, Persio "alzaba el ancla" para seguirla, y
compartirpor el camino, Villa arriba, conversacionestiernas y agradables. Eran
todavía muy jóvenes y entre los padres de Nora había predisposicióncontra un
noviazgo tempranero.
La penúltima vez que retorné al país Persio me habló de escribir.
"Deberíamos mezclar nuestros recuerdos e inventar una narración en la que
aparecerían todos". Yo había intentado hacia 1961 un relato sobre mi huida hacia
Los Minas dos afios antes. Le mostré los originales iniciales y me expresó
entusiasmo por ellos. "Tienes madera, lo que sucede es que eres un gran tímido,
un buen pendejo. Continúalo, continúalo".
Aquella vez noté a Persio algo cambiado. Físicamente no era el mismo. Su
pelo negro y su gran bigote "mesoamericano" habían blanqueado de manera
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abrupta. La piel mulata había alcanzado el plomizo, mientras que sus
pensamientos, antes fluyentes comoagua del Ozama,eran lentos, de una lentitud
apreciable. Cerrabalos ojos para contestar. Evadíaciertos temas.
Me enteré de que escribía o pretendíaescribir una novela con los habitantes
del barriocomo fondo. "Debe ser algoquerevelelas angustias de la dictadura".
La dictadurahabíaquedado atrás hacíamásde veinteaftoso Volversobre ella,
tratar de reconstruir esa temáticamaniday tocada insistentemente por los tantos
escritores de todas partesque han encontrado en ella un filón para sus relatos, me
parecíapeligroso.
-Debeóas buscarteotro tema,Persio.
-¿Pero es que no te das cuenta de que VillaFranciscaera un universo?... No
se trata de gentes o de hechos, se trata del barrio. Como fuiste un político
golpeado quieres olvidar. No se puedeolvidar eso; Arielno se debe olvidar.
Habiendo publicado ya varios libros de relatos con cierto éxito, así como
novelas con una temática sobre la dictadura, me parecía que Persio debería
cambiarde tema.Pero era obsesivo.
- y qué dicePatricia.
-Ella no quisiera que se revolvieran las épocas. Sin embargo ella es una
ingeniera, tiene sensibilidad, pero es una mente matemática.
Arrugóel ceño, y se interrumpió de pronto. Estábamos en uno de los bancos
del parque Colón, en pleno centrode la ciudadde Santo Domingo y mirando la
clásica estatua en la que con el brazo extendido el Almirante señala las nuevas
tierras.
-Debo decirte que me voy sintiendo mal. No quisieraentorpecera Patricia y
a las niñas. Pero me voy sintiendo mal.
En principio no entendí la propuesta. Sólo más tarde, cuando Patricia me la
confirmó entendíquedebería tomar unadecisión.
11
Mi queridoPersio:
Desde esta distancia nuestro país parece un poco una opereta que devieneen
zarzuela. Escenario de pasiones tórridas que giran sobre sí mismas. El poder,
como centro de una luchaque cada vez se parece más a la búsquedade lo absurdo.
La palidez del futuro me desconcierta y, sin embargo-llamado por mis raíces,
pienso en volver; pienso en acomodarme, con un mínimo de deudas, y en
dedicarme a pensar; "rumiar" aquello que sé y cuantopuedeaprenderse en el hecho
mismo de rumiar. Cuarenta y ocho agostos me acercan al medio siglo y no lo
creo; me niego a creer que la arterioesclerosis pueda hacer de mí un anciano. Me
miro al espejo y sé que he perdido memoria, he dejado piel en el camino, he
gastado recuerdos y he -ante todo- tomado conciencia de que lo vivido "se
empoza"en el alma como bien dijera una vez César Vallejo. Aspiro nuevamente
a una mecedora; a un buen libro; quisiera dejar complacidos gustos tan simples
como ver la lluvia al ritmo de su propio sonoro rostro; me gustaríacontar ciertas
luciérnagas de pichirrí brillante; aspiro a mantenerme vivo y alerta la conciencia
de lo que me rodea; juzgo necesario para mis fines el afecto de los amigos que
como tú tienen la honradez de sentirse mejor cuando vuelven sobre su propia
biografía y saben que lo vivido es la realidad permanente, porque el futuro es
consecuencia del gerundio que buscaconvertirse en participio.
No sé si estaréen Romalos dos añosque me he propuesto comomínimo. Nece-
sito-lo sé-- del rumorpsicológico de mi pueblo. Aunque reconozca las grandezas
de Césaro de Tiberio, me siento incapaz deentender esta historia tandensa, coronada
en imperios; la de los cónsulesromanos; la de Adriano viviendo en Tívolisu retiro
fmal; la de Cesare Borgiao Alejandro Famese guarecidos bajo el palio divinodel
mercantilismo renacentista que hizomásfulgurante su grandeza papal adulterada,
Si te dijera que Daniel Santos y Bobby Capó -Jorge Negrete y Nicolás
Casimiro- son parte de mi ofertorio, y que los creo tan superiores como el
mejor Ovidio, te sorprenderías; no, mejor lo creerías. Ellos, tan humanos como
Augusto, en vez de conquistar territorios esclavizando, esclavizaron corazones
conquistándolos. Para los nacidos en Villa Francisca y bajo el signo del Liceo
SecundarioPresidenteTrujillo, Flora Beatriz Cabrera y Pérez -Flor Cabreraa
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Mi querido Papiro. Qué bien me siento luego de haber leído tus primeras
líneas sobre Roma y Villa Francisca. El paralelo es interesante. Y es que la
historia universal no es otra cosa que una selecci6n maliciosa e interesada de
hechosque no toman en cuentala vida mínima de los seres. He pensadomucho
en escribirme unas cartas a mí mismo- perdona la infausta construcci6n
pleonásmica-, siguiendo la línea de tu primera carta. Sin embargo, esperaría
nuevasletras tuyasy comentarios sobrealgunos capítulos sueltosde la vida en el
barrio, así como quizás la reacci6n de personajes vivientes, como Manolo, de
quiense dice viveen el misterio total.
A cada carta que me escribas o que yo me escriba anexaré un capítulo que
Manolo, o tú, o quién sabe, comentará. Tal vez esto permita que pueda
reconstruir vivencias, pero no biografías. Hace ya tiempo que reniego de esas
historias lineales que comienzan y terminan. La vida no es lineal, sino
multiescénica, se manifiesta en un tiempo y espacio cargado de hechos
simultáneos, no lineales, no argumentales. De ahí que esté totalmente de acuerdo
con tu concepci6n de un mundo mínimo en el cual es posibleencontrar las bases
de historias similares a las que se dicen ser las historias fundamentales de la
humanidad: corno si Safo no hubiera nunca tenido mal de axilas o corno si
Jesucristo jamáshubiera defecado. Uno de los males del hombreha sido encubrir
aquello quele avergüenza, sin embargo muchas de las vergüenzas encubiertas son
realmente la prueba palpable de la hominizaci6n misma. Adán y Eva con sus
famosas hojas sobre el pubis, Manolo con su nueva faz pero con su misma
biografía insoslayable, el expertosexólogoque ha tenidoque divorciarse varias
veces porqueno entiende el sexo.
El tr6pico se diferencia del mundo boreal en sólo una cosa:la sangre se infla
con el calor, y se cuaja con el frío. Una siesta puede ser fundamental para
entendera Platón;las mejores ideas son producto del sopor. No creo en la teoría
de que el fríoresultamásagradable a las ideas.
En este día bajo las escalinatas de la Biblioteca- y pienso en reunir las
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La vida cobra vigencia. En unas horas los primeros cínifes navegarán por su
aire buscando a quienes punzarcon la finalidad de robustecer su vida breve.
Cotidianamente a nuestro alrededor miles de acontecimientos similares se
desarrollan sin que sepamos que existen pequeños, microscópicos hechos,
quehaceres imperceptibles que sólo son tomados en cuentacuandose manifiestan
como formando parte de una mismabiografía.
El mosquitoque picó a Carlos 1. Finlay no tenía importanciahistórica hasta
que no nos dimoscuentade que la muerte anidaen cualquier charcodiminutoy de
que vidas diminutas viviendo su biografía en la sangre de animales mayores,
transforman esa biografíagigantesca, la limitan,la cargande nuevo sentido o sin
sentido: nadie, al escribirla biografíade Finlaypodría olvidarlos duros capítulos
de sus fiebres altas, de su malaria terriblemente selvática, de sus calenturas y de
sus ingentes sueños y delirios, al borde de una muerte producida por pequeños
seres que desovando en sus glóbulospreservaban la especie pequeña en base al
debilitamiento y la caídade la especie grande.
El infusoriovil descubierto por Pasteur alcanzó fama sólo cuando nos dimos
cuenta de que durante milenios lo habíamos ingerido incorporándolo al turbio
torrentede nuestra sangre, vía- como dirían los burócratas de la biología-- los
jugos gástricos y las enzimas. Sin embargo nadie ha escrito la biografía de un
infusorio. Llamémosle Infusorioluancho. Nadie ha dicho cómo nació Juancho,
él -infusorio no genérico-e, cómo creció, cómo llegó a su máximarealidad de
infusorio y en qué se convirtió cuando fue deglutido, asimilado, y transferido
hacia el mundo de las heces fecales vía intestino grueso o vía riñón. Nadie nos
hablade la vida y biografía del infusorio y de sus reacciones clínicasdentro de un
riñónartificial,nadie nos ha hechouna relaciónclara del glóbulo blanco llamado
Terencio-¿por qué no?- y de su triste función como defensorpermanente de
una zona del ano, o de las mucosidades nasales. Cada célula tiene una biografía
personal. Para mi son más admirables las células del hígado que las de las aletas
de la nariz. El cuerpo humano, todos los cuerpos, están organizados como un
sistemade clases; todo cuerpo es un sistema clasista. Una sociedadde clases en
cuyos privilegios está el de zonas y panes más importantes que otras. La
naturaleza ha sido reaccionaria, pero para cambiarsu orden habríaque cambiar la
vida
Sería perogrullada señalar por igual que nadie ha escrito la biografía
sincrónicade un ciempiés- que es algo más animadoque un infusorio-- como
si la biografía de todos los infusorios o de todos los ciempiés fuesen similares.
Nuestro error ha sido reducir a conjunto 10 que en última instancia es vida
particular. En nuestrabiológicainspección de la vida dejamosen la categoría de
géneros y especies las miles y los millones de biografías dexosírribonucleícas
que caracterizan las herencias y los cambios de actitudes: el virus de la gripe
nunca es el mismo y en cierta ocasión las cucarachascrearon defensas contra el
DDT, transformando sus particulares modelos genéticos de vida.
Narrar, es por tanto, asimilar pequeñas realidades. Narrar no es escribir una
historialógica. No. Nada de lógicas. Si a un grupo humanole interesa saber qué
MATERIA PRIMA 23
cosas tiene un escritor en sus gavetas, debe recibir con aplomo y con respeto
esos documentos, esos escritos. Sería entonces injusto pensar que porque el
relato es inacabado, o porque son simples notas no deben ver la luz. Es injusto
pensar que toda narración debe estar acicalada y lista para salir a un escenario
tradicional. Una cosa es cierta: cuando el escritor está cansado sólo puede producir
materia prima. Cuando el escritor está borracho, o desvelado y escribe como
ejercicio, esta materia prima se convierte en fuente de posible futuro. Lo deforme
tiene derecho a la vida.
Narrar sobre la narrativa es una manera de vencer la soledad. Narrar y dejar.
Narrar e ir sucumbiendo ante la incapacidad de terminar "lógicamente" lo narrado
cuando la enfermedad te tiene acorralado y percibes la muerte en cada objeto.
IV
acogió con silenciosa placidez, pero que no cruzaron las fronteras de las grandes
editoriales.
En sus cartas Persio se quejaba de que en los países chicos era todo un
infierno ser escritor. Decía que muchos escritores latinoamericanos desconocidos
en Europa, eran, realmente, grandes narradores y en parte superaban la literatura
francesa o bienespañola del momento. Sinosardecírmelo se contabaentreéstos.
Lamentaba queparapoderpublicar un libroen Seix Barral o en Argos-Vergara se
hubiese de tener un padrino, alguien que desde dentro convenciera al lector de
originales de que podría ser por lo menos negocio mínimo el dar a la luz a un
nuevo narrador latinoamericano.
Patricia me dio una mala noticia: Persiohabíasufrido una recaídacancerosa.
Tenía la obseión del escritor que jamás terminaría el último libro. Y el último
libro, según él, sería una especie de novela por contrato; se le había exigido
entregarla en no mucho tiempo. Había intentado escribir día por día, pero
resultaba imposible. Desde la llegada al poder del gobierno que en esos
momentos regía la nación, sus entradas económicas mermaron y sus
posibilidades de trabajo disminuyeron. Prácticamente cercado aceptó escribir.
Patriciame mostró un fajo de papeles sobreexperiencias. Me dijo que había
allí personajes repetitivos, cartas, meditaciones, pensamientos en voz alta.
Cuando me sugirió quedebería ayudarla lo hizocongranfuerza de convicción.
-Persio no terminará esa novela. Sin embargo tú puedesorganizarla, y creo
que podrás colocarle los puntosfinales. Los editores no tienen por qué enterarse.
El estáde acuerdo en que sólo tú puedes terminar el libro.
Miré a mi alrededor y vi el vaso verde que le había traído de Katmandú a
Patricia y Persio cuando se desposaron. Entonces reconstruí parte de una
conversación que hablaba de retomar sus recuerdos del viejo barrio de Villa
Francisca. Había escrito trozos aislados, pedazos de un tiempo ido, ideas,
experiencias perdidas, sombras inconclusas. Me decía que poseía varias cintas
grabadas de Papiro, quien ahora vivía en Roma y había sido uno de los más
amables compañeros de infancia. El infortunio político la llevó a Nueva York
desde donde salió hacia Finlandia expulsado por actividades comunistas, para
luego quedarse en Roma, la vieja Roma que le permitía ganarse la vida como
secretario particular de un importante político italiano, camarada y amigo.
Por la ventana de la sala, cubierta con dos cortinas de colormostaza, entraba
un fresco ventarrón. Estábamos en octubre.
-Patricia, apenas he escrito un par de cuentos. Apenas soy un lector
mediocre de todocuando leo, dije.
Ella me tomó suavemente de la manoderecha.
-Cuando hayas leído estos originales te darás cuenta de que puedes
continuar. Sonpartede una vivencia común, me expresó.
Si era cuestión de vidao muerte entregar una novela- y asíparecíarevelarlo
el interés de Patricia-, ¿valdría la pena hacerel intento?
MATERIA PRIMA 27
La coherencia de Persio fue siempre su más sesudacaracterística, Esperaba.
por lo tanto un fajo organizado, un argumento más o menos esbozado, unos
personajes clarosy ya delineados en algún papelque me señalara cómosería cada
quien. Es más, pensé, que aún en su lecho, Persio podría darme algunas
orientaciones, por lo que pregunté a Patriciasobreello. Le sugerí una entrevista
conél acercade estasposibilidades. Sóloél, ahoraen su lechode muerte, tendría
claramente delimitadas las fronteras de su creación. En el fondo quería ver su
reacción; ¿cómo reaccionaría el viejo amigo ante la presenciade un intrusoque
por sugerencias extrañas deberíapenetraren el mundo de unos personajes que
sólobullían en la imaginación del mismo creador? .. Me vinieron a la mente los
años juveniles. No sé por qué pensabaen el Enrique IV de Pirandello. Cuando
me acerqué a Persio me di cuenta de que no había posibilidadde proyecto de
entrevista ni de nadaparecido. La habitación estaba envuelta en la densahumareda
deltabaco.
Postrado, cadavérico, esbozó una sonrisa. No podía hablar. Simplemente
hacíagestos, comoesos muñecos de las ferias. Su rostrose habíadesfigurado. La
cabezase había tornado calza totalmente y sus uñas tenían un tinte plomizo.El
escritor moriría con sUS' fantasmas dentro: nuncaterminaría su relato.
Las noches siguientes a este desolador encuentro con Persio fueron muy
agobiantes. No había recibido los originales de manos de Patricia. Mi decisión
aún no estaba tomada. Hablécon Zoila, mi mujer. Me dijo que era ir demasiado
lejos. Según ella Patricia deseaba concluir algo que ya estaba del todo
inconcluso. Lo mejorseríaolvidarun proyecto de ese tipo. Lo mejorsería pensar
en que las ideas de Patricia sólo convenían al editor. Sin embargo algo me
atormentaba, Había discutido sobre el concepto de Villa Francisca, nuestro
barrio, que tenía Persio. Era realmente una visión pesimista aunquenunca recibí
nadaescritoni conocínadaespecífico sobreesa visión. En algunas ocasiones me
dijo que tomabanotas; que hacía apuntes, que de alguna manerase vengaríade
algunos que no fueron sinofarsantes.
Era casi imposible aceptarde Patricia los originales y luego decir "no" a su
propuesta
-Tendrás que escribir algún día, me había dicho Persio en una de mis
últimas visitas a Santo Domingo. Tendrás que darte cuenta de que la vida en
Villaera partede la historia universal. Siempre decíaeso; siempre comparaba los
tiempos pequeños con los tiempos grandes, mezclándolos. Le gustaba
sonoramente aquel poemade Aquiles Nazoa, el del caballoque comíajardines,y
gozaba cuando oyendo un disco en la voz del poeta éste describíael pobladoy
decíamáso menos que "unavezen ese pueblo hubouna guerramundial". Porque
para Persioen todo momento la historia se repetía, y las historias grandes cabían
en las pequeñas comoen unagotael mar.
Le hablé de mis viajes por El Caico, de mi visita a Nepal,de los lamasterios
del Tibet, Le hablédel aislamiento del hombre. Me dijo que todoaislamiento es
una especiede cobardía. de huida,y entonces me habló largamente de Manolo,
del querido Manolo,ahora en NuevaYork o quién sabe, el que segúnPapito se
28 MARCIO VELOZ MAGGIOLO
amaba con locura. En el cine Jardín Ramfis, en donde Chapeo Rodríguez era
boxeador del peso medio, se afmnaba que nunca habíaposeído a una mujer de
frente. Hijo de un preso, había crecido en el famoso reformatorio creado por
Trujillo en su ciudadnatal de San Cristóbal, en donde hasta los cocineros eran
bugatos, y en donde entraban los delincuentes comunes de minoría de edad, para
abandonar sus hábitos de robo y violación en beneficio de los hábitos
sodomíticos de losguardas y administradores del recinto.
Cuando Chapeo le soltóel tercer golpede chucho, Manolo le dijo:
-oye, Chapeo, ¿te haces la pajaahora?
Chapeo lo mirósin odio, comomira un asno.
-Lo único que te faltaes que te lo metas tu mismo por atrás.
El ex-boxeador se resintió con las palabras de Manolo. Le miró fijamente y
luego le contestó con palabras entrecortadas.
-Me parece conocerte.
Entonces Manolo aprovechó la ocasión para narrarle parte de la vida que
conocía. Las aventuras de Chapeo. La famosa nocheen queChapeo "arregló" por
detrás a Juanel quevendía arepitas.
-Tú sabesque el hambre mata, dijocomoparajustificarse.
-Sí peroes que siempre fuiste un comemierda, Chapeo.
En vez de violentarse el torturador se quedó en silencio. Pensó decirle a
Manolo quecómono ibaa recordarlo. Eran los dos de VillaFrancisca. Conocían
losdos la misma gente. Los dos eran asiduos bebedores de cervezaen el Bar El
Pino,de Melitón, lugarque era la meca de los borrachones de la parte alta. Lo
quepasaba eraqueChapeo tenía temor de expresarse libremente dentro de aquella
habitación. Alguien, desde algún lugar, miraba, veía, seguía segundo por
segundo los atropellos y la tortura, porque no fueron pocas las veces que el cabo
llamó "a capítulo" a Chapeo para reprimirle por haber sido débil con los
enemigos de la situación.
DonaIso le preguntó al coronel Salado que cuálseríael oficiode Manolo. El
coronel se habíaquitado los zapatos y las medias, colocando sus pies llenos de
talcoy perfume sobrelosalmohadones del sillónreclinatorio en el cual dona Iso
bordaba encajes en panderetay ensetiaba a Emilialas técnicas del tru-tru,
-El muchacho comenzará como traductor, pero ya le hemos dado
argumentación suñcíente romo para que entre a estudiaren la Universidad, en
donde los hombres quenos informan han sidocasidetectados por los opositores.
Se suponía que dona Iso era del todo adictaal régimen. Su carácterduro, sin
embargo, no era lo suficientemente inflexible comoparaabandonarse a la ideade
que ser un calié era lo mismoque ser un traductor. Salado le explicó a dona Iso
que a este muchacho lo que le convenía era ponerse duro, que eso de hablar
pendejadas contra el régimen era algo común, pero que una vez estos jóvenes
pasaban a servir a las filas del generalísmo, se convertían en sus mejores
MATERIAPRIMA 37
defensores, porque al fin y al cabo esa oposiciónera una pose, y muchos de los
que antes fueron enemigos, como fulano y zutano,eran ahora ministros, y gente
importante del Partido, y seguidores de la inequívoca política del benefactorde la
patria, y padrede la patrianueva.
El coronel Salado no le narró a doña Iso que Manolo había sido tuzado a
coco, y que aquello le había producidoenorme vergüenza. Tampocoque había
sido atado y sodomizado por Chapeo, quien le hizo sangrar profusamente. De
ninguna manera Salado informó a doña Iso que a Manolo se le mostraron los
genitales de Manuel Salcedo, quien había desparecido de Villa Francisca por
"robo", y de quien se dijo que fue tasajeado vivo porque gritó abajoel gobierno
en la calle Caracas, sin darse cuenta de que dos policías de civil jugaban en el
billar de Tulio, en donde se iniciaraManoloen eso de saber cosas secretassobre
el régimen.
El coronel Salado, alto y fino, empolvado,era en el fondo un marica. Doña
Iso, que conocía bien los gestos de amistades de este tipo, lo había comentado
con el archipámpano, pero el rey del disparate se negaba a creer que un hombre
del que se decíaque tenía"los cojones blindados" fuera tan marica como él.
Abanicándose, con posturade fémina dieciochesca, Saladose llevó las manos
a la solapadel traje amarilloy sacó un fajo de fotos. La más impresionante era la
que mostraba a Manolo atado, desnudo, y a Chapeo en el momento en que
iniciaba el acto de penetración.
-Pudieras enseñarle una de estas fotos a Emilia,espetó.
-Eres un magnífico fotégraío, dijo dona Iso, puesto que en su mente no
cabía aún la posibilidad de que Saladollegasea tales muestras de sadismo.
-Aunque esté atado,queridaIso, a nadie se lo meten si no quiere,por lo que
lo de la soga podría ser un argumento baladíde tu futuroyernopara darse gusto.
DoñaIso escupió. Cuando Salado descendió de la aceraalta,pudodarsecuenta
de queEmiliale miraba desde la ventana de persianas de madera blanca.
VI
MEMORIAS DE UNTALMANOLO
Desde lo alto del barrio de Villa Francisca, ver los barcos sobre el horizonte
era una especie de delirio. La línea distante se llenaba de balandros- velas
blancas, en su mayoría de goletas que llevaban frutos a Curazao, Aruba,Bonaire,
PuertoRico y SaintThomas-; barcazas que con una vela gorda movíansacos de
azúcardesdeMacorís hastael puertode Haina.
El barrio era un conglomerado humano bien disímil. Aparte de palomas
multicolores -grises persistentes- vivían moradores nuevos para esa parte
nuevade la ciudad. Barriosin iglesias,sin estadios deportivos, sus miles de casas
eran la portada de patios interioresen donde casetas de todo tipo se acurrucaban
debajo de planchas de zinc plomizo, cubriendo sueños y modelos de vida
diferentes y sombríos.
En la calle José Reyes, a unas veinte cuadras del puerto de Santo Domingo,
los camiones cargados de ácidas naranjas amarillas o cuasi-maduras se
aposentaban frente a la puerta de Tatá Martínez,dueña de numerosos veleros y
poseedora de una fortuna importante para su época. Era una mujer gruesa, de
aspecto vivo y de palabra ejecutiva. Los obreros la respetaban porque tenía un
sentidoadustoy amplio del poder y a veces un claro sentido de la justicia. Se oía
el ruido de los martillos que remataban los clavos de las tablillasque servían de
reja a la mercancía. Milesde cajas partían hacia Curazao y Aruba cada semana.
Sabíamos que Curazao y Arubaeran un desierto con bellas casas holandesas, pero
sin frutos, sin agua, y hasta sin mujeres, porque ya para esa época de los años
cuarenta eran famosos los viajes de las putas a Oranjestad y Willemstad,
arremolinadas, según se decía, en las bodegas del fruto, y contratadas por las
compañías petroleras para compadecerse de las abstinencias sexuales de los
obreros del puerto.
Curazao y Aruba,así como las pequeñas islas, proveían de dólares al fisco.
Las putas venían con lindaspulserasde oro cochano, compradas y conseguidas en
el acto primitivo de las islas. Venezuela, suplidora por su cercanía de oro y
petróleo,también suministraba su pago en oro y vagabunderías.
40 MARCIO VELOZ MAGG/OLO
pequei'ia república del Caribe,"poblada con negros y con monos, nos ha declarado
la guerra". Se dice, que el Generalísimo, quien era característícamente antínegro,
consideró que los alemanes nos habían confundido con los haitianos que
comparten con nosotros la isla, y que eso le produjo gran desequilibrio, ya que
precisamente era él quien había ordenado una horrible matanza de haitianos en
1937, cuando aduciendo violación de fronteras hizo pasar por las armas, a fuegoy
cuchillo, a millares de habitantes de la vecinanación.
Mi padre decía que el Generalísimo nuncaperdonaría una afrenta de ese tipo.
Por nuestra ascendencia italiana, y porque la última intervención armada
norteamericana en la República Dominicana había dejado gran dolor y recelo,
nunca apoyamos totalmente la causa de los aliados. No podíamos ser fascistas,
decía papá, porque ya ves, creen que los negros y los mulatos no son gentes,
pero tampoco gringos. Y ese sentimiento era común, y por eso mucha gente
ligadaal dolor producidopor la intervención norteamericana en Santo Domingo,
se declaróadmiradora de Hitler,y de Mussolini, y seguíael ritmo de la guerra en
una búsqueda insólita de la derrotaamericana sin importarel resultadofinal, que
pudohabersidopírricoparala humanidad antinorteamericana.
Era yo muyjoven entonces. Con los años mi padre (a quien conocícuando ya
era un hombre maduro, porque nací cumpliendo él casi los cincuenta), me
explicó claramente las situaciones políticas que narro, y que esclarecícon el paso
de grandes experiencias.
El barriose llenó de viviendas de patio cuandollegó la crisis de 1942.
Los pequeños exportadores de frutos detuvieron sus embarques. Los
campesinos produjeron más de la cuenta y los frutos se perdieron. Las
importaciones sufrieron ese afio duraspruebas, y el aislamiento generóa partir de
entonces muchos problemas en el barrio. Cuandose avisó que el Japón se rendía
porqueTruman habíaordenado quemara parte de su territorio, la sirenadel diario
La Naciónsonó más de lo acostumbrado. Sus dos pitazospara noticia nacionaly
sus tres para avisos internacionales, se convirtieron en un concierto que
anunciaba algo excepcional. El Generalísimo había dado la orden.de que La
Naciónpitara más de lo preciso. En un discursono acostumbrado el Benefactor
de la Patria avisó,como si fuese un aliado más o un integrantede los ejércitos de
Normandía, que "habíamos" ganado la guerra. Ya para esa época nos habíamos
acostumbrado al aceitede coco sin refinar, y a las arepasde harinade maíz como
punto básico del desayuno, y al distanciamiento de la carne y la leche, que se
redujeron notablemente, lo que dio pie para que el Generalísimo proclamase
como un acto de salvación el hecho de que habría de tomar las riendas de la
ganadería en el país. Ya se sabe que la HaciendaFundación, la más grande del
Caribe,se incrementó con la crisis y llegó a ser, como más tarde los ingeniosde
azúcar, el conjunto productivo más importante y capaz de la República
Las cuarterías fueron, por tanto, una zona de escape. En los llamados"patios"
se "cocinó" con salsa de chismes, locuras, amores, fiestas y libre albedrío, la
personalidad de Villa
Las cuarterías no eran, como podría pensarse sitio aburdelado, eran lugar de
MATERIA PRIMA 43
estrechez con todassus consecuencias. Habíapoetas, cantantes, músicos, mucha
gentede oficios cotidianos que pasaron de la zona rural buscando qué hacer. Mi
tío Julio,por ejemplo, fue uno de los que instalópartede las líneaseléctricasde
la calle Ravelo. Era impresor, poeta, electricista, mecánico dental de los
primeros, y cazador. Le gustaba la pesca y tenía una yola sin motor que le
permitía recoger camiguamas a orillas de la desembocadum del Ozama.
Cuando tío llegó con su cargamento de alambres forrados de tela verde,con
sus zócalos y bombillas, recibió un estruendoso aplauso de los moradores del
sectorcomprendido entre las calles José TrujilloValdez (nombre del padre del
Generalísimo), y Jacinto de la Concha (nombre de uno de los fundadores de
nuestra nacionalidad). Tío Julio, como le decíamos, era alto, tenía ese rasgo
europeo, italiano, que he visto en tantas fotos de mis familiares genoveses: era
enjuto hasta cierto punto pese a su tamaño, flaco, vestía siempre de saco y
corbata, y se rascaba la laringe con un sonidoque luego le obligaba a escupir
llenando de sellosredondos su área de trabajo.
Tío Julio había sido contratado por la comunidad de la casa número62 de la
calleRavelo. Nosotros vivíamos en la 47, que luegofue 57 y después 107. Ante
el aplauso, Tío Julio -que me regalaba hicoteas cuando yo tenía sólo tres
años- se descubrió y yo sentíunaespecie de descarga eléctricaque era producto
de un orgullocontenido. Mi tío era toda una personalidad vestida con traje de
hilo,corbata ancha,sombrero de pajitas con forma de tortade casabe y pailuelito
azul en el bolsillo superior del saco. Se fue desnudando como una vedette.
Primero el saco,luegola corbata. Debajo del pantalón de primeracategoríavenía
el pantalón de trabajo: uno de caqui duro y manchado de pinturas (Tío Julio,
ahora lo recuerdo, también pintabacuandose lo solicitaban). Quedó sólo con su
camiseta interior y su pantalón de trabajo. Con un lento manos a la obra
-porque era parsimonioso y de un cuidado singular- examinó las maderas de
los techos. Fue clavandoprimerolos soportes o aisladores por donde habría de
pasarel alambre en paralela carrerahacia todas las cuarterfas. Nosotros -Eddy y
yo- estábamos narrando historias verdes en el parqueJulia Molina(nombrede
la madre del Generalísimo), cuando Romeo se acercó para decirnos que el Tío
Julio estaba haciendo las instalaciones. Corrimos calle al medio para llegar en
dos o tres minutos al sitio del espectáculo. La gloria orlaba la frente de mi tío.
Encasa habíaya electricidad desde hacía unos tres aftoso
El propioTío Julio hizoel montaje, con lo cual mi padre pudo teneraccesoa
un prestigio barrial que se completaba aún más cuando podía convertirnuestra
casaen un centro de información debidoa aquelradiode la marcaPilot,con dial
redondo y aguja en formade flechade reloj, capaz de completarun giro de 360
grados de frecuencias y sonidos.
Eddyhabíallegado a la calleRavelo después que nosotros. Cuandosu familia
alquilóla piezacentralde la casa de madera número48. Su padre era cabo de la
bandade músicadel Ejército Nacional. Pepito,su padre,habíavenido desde San
Pedro de Macorís en la crisis del '42, de inmediato consiguió trabajo como
"guardia" músico en la banda,gracias a una recomendación que su amigo Paco
Matos le hiciera al Generalísimo en unafiestaen la ciudaddel Seibo.Don Pepito
44 MARCIO VELOZ MAGGIOLO
era para nosotros una Biblia; sabía mucho de música y de clásicos y con él nos
iniciamos en la música operática, cuyas arias interpretaba con un clarinete de
"palo de rosa", mientras nos instruía sobre la importancia del estudio y acentuaba
sus consejos con un trago de ron Cidra, una marca de la época.
Cuando Eddy y yo cruzamos frente a la casa se oía el trozo del Lago de los
Cisnes, preferido por el cabo Pepito Nolasco.
Tío Julio había instalado parte de los alambres, tenía colocado ya el "suiche
machete" para incorporar la línea hacia el exterior de las viviendas. Las
instalaciones se movían como una serpiente verde de dos hilos que iniciaba su
recorrido desde el poste de la luz eléctrica, donde se hizo la toma "provisional"
hasta tanto se solicitara el contador de electricidad. La serpiente entraba y salía,
penetraba y emergía desde las cuarterías a partir del frente de la pieza en donde
vivían los padres de Romeo (Joaquín y Consuelo), quienes tenían la
responsabilidad de cobrar la electricidad porque para esa época los contadores eran
escasos y se usaba un solo marcador para todos los patios.
Era evidente que aquella primera instalación resultaría un éxito. Pero, es
importante recordar que la misma resultó para mí una experiencia política
importante.
En el momento en que Tío Julio recibía nuevos aplausos, apareció el señor
Landís, Secretario de la Junta del Partido Dominicano de Villa (partido único del
Generalísimo) para interrogar sobre la autorización de aquella instalación tan
particular. Mi Tío Julio tartamudeó un poco, pero explicó claramente que él
también pertenecía al Partido Dominicano, y que había instalado muchas bocinas
y altoparlantes en los "mítines" que para el Jefe se hacían, y que por lo tanto era
-quería enfatizarlo- amigo del Generalísimo, aunque personalmente no lo
conocía.
Los vecinos se aremolinaron y expresaron su acuerdo con Tío Julio, y fue así
como en algún momento, mientras comenzaba a caer una lluvia pequeña y luego
intensa, hubo alguna protesta porque en otras casas del barrio se habían hecho
instalaciones similares sin que mediara un permiso especial.
El señor Landís, que vestía traje blanco siempre, había vivido mucho tiempo
en el barrio de Villa Duarte, predio en donde tenía su casa de madera ya con
electricidad mi Tío Julio. Después supe que la persecución se había convertido de
personal en política, porque Landís le había pedido muchas veces a mi tío la
instalación de luz eléctrica en Villa Duarte, pero que mi tío, se había negado con
mucha cautela- creo que porque le disgustaba el régimen- a instalarla.
Ante el murmullo de los reunidos y los gritos de "abusador", mi Tío Julio
fue llevado como prisionero a la estación de Policía del barrio, en donde fue
interrogado durante largo tiempo sobre sus preferencias. Se le acusaba de no tener
"la palmita", -inscripción del Partido Dominicano-, se le señalaba que no
había sido visto nunca en un mitin; se le enrostraba que en sus trabajos de
impresión se había negado a confeccionar unos volantes que serían repartidos por
el Comité del Partido en Villa Duarte.
MATERIA PRIMA 45
Fue puesto en libertad. Empleados de la planta eléctrica visitaron el barrio,
revisaron las instalaciones de Tío Julio y las encontraron correctas. El jefe de la
brigada, que se movíaen un camión Opel con puertas de madera, dijo:
-Está prohibido hacer instalaciones sin permiso de la superioridad. Pero el
Generalísimo quieremuchoeste barrio. Mañana se traerá el contador.
Hubo un aplauso general. Eddy, que estuvo presente me narró cómo la gente
envió gracias y saludos, y de cómo "La Cacata" habló muy mal de mi Tío
materno y hastade mi padre.
Visité a Tío Julio en Villa Duarte el sábado siguiente. Me miró desde su
pequeñaprensaChandler, y me dijo:
-Sobrino, con esta vainahabráque acabarun día.
Ni él ni yo imaginaríamos nunca a Manolo convertido en calié, escribiendo
memorias en un apartamiento de Park Avenue, al lado de un fisgón llamado
DiegoFarándula, ya veces entre las piernasde "La Condesa", la que, sin dudas,
pasó silenciosamente a formar partedel grupo de antañonas que muchas veces me
ayudóa vivir, y a las que muchas vecespuse en condiciones de disfrutar la vida.
Vil
Morituri te salutanL
Papiro.
Miles de veces se lo dije a Manolo. Ser, llegar a ser eran mis objetivos.
Silencioso, envuelto en sus malditos complejos siempre intentó detenerme.
Quizás estas líneas no vean la luz. Son un desahogo. Iso ha querido venir a
NuevaYork. Debosoportar para siempre su maldita manera de ver la vida.En
este momento en el que miles de estúpidos recorren las calles de Manhattan
camino a TimeSquare para darse el beso y el abrazo de año nuevodebería estar
con "mis judíos de Queen", como dice Manolo. Sin embargo no es así. Me he
ido perdiendo un poco en la broma de los deseos de Manolo, en su afán de
ocultación y de miedo.
Miles de estúpidos recorren las calles, las oficinas, los comercios buscando la
oportunidad que los hagasalirdel anonimato. Sin embargo NuevaYorkasfixia.
Nadie te va a dar un empleo que no seael de pegar botones, o plisarfaldas en una
fábrica en donde paraascender el dueño te hace proposiciones de vidafácil. Lo que
conozco de acá son seresdesechados, excrementos, desperdicios venidos desde
campos y aldeas de muchos de nuestros países; afanes tristes los consumen: hacer
dinero y retomar. Pero nunca retoman. Ahí está el modelo: Iso produce cien
dl'Iares y lDá& al día, los coloca en un banco y dice que su vejez tiene que
asegurarse A los setenta años desea más vida, yo sin embargo, a los no sé
cuantos- me siento aúnjoven- no la deseo mucho.
Desde esta ventana del Bronx el mundo gira a 14pisosde distancia vertical.
Un señor de cincuenta años, adiposo, encorvado por el peso del abrigo camina
lentamente por la acera. Lo veo como una manga negra. Imagino las arrugas
rojizas de su rostro. Podría ser un campesino puertorriqueño jubiladopor haber
preferido las fábricas al cultivo de la caña de azúcar. Atraída por Manolo vine
aquí. Nuestros días iniciales fueron justos, amigables, ansiosos por su eterno
huirde las carasqueantes fueron sus amigos. Perome acostumbré pensando que
podríaregenerar su mirada y reconstruir su fe en los otros. Al año me di cuenta
de que no podría. Entonces me cansé. Retomarcon el fracaso a cuestas no era lo
aconsejable. Qué iba a hacer en un país en donde acababa de ocurrir lo peor,en
60 MARCIO VELOZ MAGGIOLO
donde la guerra había dejado trunca la verdad de una revolución que intentaría
cambiarlo todo. Miles de soldados americanos habían llenado las calles de
alambradas. Villa Francisca había perdido su fisonomía. Ya no nos acordábamos
de Trujillo, cuyo recuerdo era para mí sufrimiento por las tantas desavenencias
entre mi madre y yo. Ahora vivíamos aquí, dentro del país que nos invadía, y
políticamente era importante para Manolo irse, luchar allí, demostrar que su
pasado no era cierto porque había sido atrapadopor una realidad que él no pudo
jamás evitar. Un cobarde, sí, un cobarde. No hay otra palabra que lo defina
mejor.
-Coño, ¿y acaso te crees que me vaya morir ahora, demostrando mis
grandes dotes de ciudadano ejemplar? Yo estoy fuera hace años. Yo ya no soy
Manolo y me cago en ese país. Yo ya no siento ni padezco.
-Pero es el momento, Manolo. Muchos viejos policías y gentes de la vieja
guardiatrujillista están borrandosu pasadoen la lucha Tienesque comprenderlo.
Me gustaría un día volver a Santo Domingode tu brazo, sin fantasmas, sin esos
fantasmas que mencionas en tus borracheras, en tus delirios.
Qué estupidez.Que aburrimiento. Sin embargono me he cansado de vivir. El
golpe debió ser muy duro porque intenté buscar el camino hacia otros mundos.
Bien: la moda, el maniquí, pero también el aturdimiento. Ciertamente Manolo
tienerazóncuandohablade mí comoquienhablade una puta.En la vida pasaque a
veces uno ve el destino resuelto con sólo sacrificardurante un tiempo la maldita
moral. De ahí que Emilia, o Laura, o como él me quiera llamar en su delirio haya
caídoen las reuniones de jugadores de cartas, en las actividades de los viejosjudíos
del Queens. Ciertamentetodo ha sido y fue inútil. La vida tiene tanta basura que
una se entretiene escarbando en las suciedades del mundo y encuentra en esas
porquerías ciertosentidode universo. Quizás Ariel podría comprenderlo mejor, él,
que fue mi amigode los años másjóvenes y que siempreme aconsejó: Manolono
tiene carácter. Te arrepentirás. Luego Ariel se perdió de mis ojos. En 1961 ya en
los fmales dejó las ideas libertarias, desconectándose de la vida para convertirse en
un viajante inveterado, en unode esos diplomáticos a la carrera que se enganchan en
todos los gobiernos. Ariel; me hubiera gustado tenerte cerca de mí, Ariel, pero
siempreestuvo Zoila de por medio... La vida es sucia y basta ¡Cuántosejemplos
podría dar! Entra una por sus caminos y cuandoaciertaa dar los primerospasosya
estáconvencida de que todoestá mal hecho, de que nadasirve,de que el mundoestá
maleado desde sus orígenes.
Vivo prácticamente sola. Temo el regreso. Me he quedadoacurrucadaen este
Nueva York de viento y nieve, de calor infecto y de grandes agujas punzantes
sólo porque pienso en que un día...Recibo a mis amigos, tengo sexo y deseos. A
muchos los he visto una vez, pero me acontecealgo terrible: quien tiene la suerte
de compartir mi lecho se convierte indefectiblemente en alguien a quien odio, a
quien ya no resisto. Ello ha acentuado profundamente mi soledad. Sin embargo
no pasa con mis amigas. Soy si se quiere como las reinas de leyenda que
cercenaban el cuello de sus amantes. Muerte, desprecio y olvido tienen casi el
mismo rostro: una faz oscura, desdibujada por la agonía, por el peso de un
tiempoque aún pasadono muerey que aún muertocontinúapasando.
MATERIA PRIMA 61
Emilia. El ha inventado un nombre para mí. Laura me dice a veces mientras
me narra hechos de una puta que según él casó con un español y que él llevaría
hasta el mismo cielo si ella se lo pidiera. Nunca supe de puta igual tan
merecedora.
Lo peor de mi vida es el aburrimiento. Ahorami mejoramiga es Cristina. La
considero suave, amantísima, bella en su desnudez alumbradora. Pero no puedo
dejarde ver en su rostroel arco de cejas de Manolo, y un poco su sonrisade los
años cincuenta, cuandoleconocíy comencéa quererle.
Frente a mi pequeño escritorio de madera rústica una mosca hace cabriolas
odiosas, ensaya una libertad que nosotros desconocemos. En estos momentos
Isolina lee la mano de una de sus clientes en un cuarto contiguo. "Tendrás dos
amantes, uno de ellos con muchodinero, dominicano él, pero ese no te conviene,
losdominicanos son engañadores. Te recomiendo el rubio, ese que tiene las gafas
montadas al aire. Veo, veo, veo que recibirásuna carta para que retornesa Santo
Domingo. Te la envía alguien que te quiere y que vela por ti. Veo a tu izquierda
un ser que te protege. Es una metresa con pañolete rojo en la cabeza; si, hum,
tiene relación clara con las siete potencias...Hum, si quieres mejorar tienes que
hacerle servicio...Shhh, cállate, no se habla cuando los seres se presentan...
Tienes que hacerleservicio. Colocadiez dólares en la alcancía y ven mañana. Tus
baños de árnica y rompesaragüey te los preparo yo, porque aquí en los
nuevayores no es fácil encontrar cosas originales... Vas por ahí a cualquier
botánica y te dan gato por liebre, muchacha, ah, la consultaes aparte".
Tal vez la mosca encuentre placer en volar. Su vida está hecha de vuelos e
instintos. Está movida por los hilos de un destino sin consecuencias,
impredecible, no como el de la clienta de Iso, que ahora "sabe hacia dónde va"
debido al pronóstico. La moscano tiene por qué preocuparse, por qué explicarse,
está ahí, y es todo. En el fondo el no pensar es una forma increíble y
fundamental de libertad.A veces me digo que en la búsquedadel sentidode las
cosas estriba la más cabal de las estupideces. Ahora Manolo ha entrado en otro
mundo de amores, La Condesa. No la conozco, pero ya me han contadode que le
ganó la lucha a un tal Diego, su dilecto amigo. Manolo es la estupidez pura. la
estupidez total. O no. Es más bien la inmoralidad total. Cuando Ariel y los
muchachos del barriohablaban de literatura -siempre fui deseosade saber más Y
más- aprendía pensarsobrefrases hechas, una de ellas me llenabade júbilo:"el
sentido de la vida". Recuerdo que en una reunión del Instituto Dominicano de
Cultura Hispánica-entonces yo amaba la poesía, y creía profundamente que
sería poetisa- discutíamos sobre la conmiseración del hombre, y de esa
búsqueda del mismo para tratar de explicar el más pequeño de los
acontecimientos. Ariel señalabaentonces que se iría del país, que el nivel de su
cultura había alcanzado los límites. Ahora con los años pienso en la
conmiseración y la considero un hecho indigno y aplastante. Forma benévolade
la estupidez.
¡Pero es posible que ahora. en los comienzos de mi madurez intelectual no
sea capaz de borrar a Manolo y darle un final de basurero!... Risitas. No puedo.
Deboconfesarque en todo acto de amor cometo un crimen. Que en todo carifto
62 MARCIO VELOZ MAGGIOLO
muerto en una silenciosa celda del manicomio Padre Billini, situado entonces en
el derruido y colonial Convento de San Francisco. Una vez, revisando las
pertenencias de mi madre me encontré con la esquela mortuoria. El silencio sobre
esos días me parecía más una vergüenza que un secreto de familia.
Mi abuela Martiria vivió en varios hogares antes de ir a casa definitivamente.
Siempre alIado de sus hijas. La recuerdo bien, porque murió en los cincuenta, a
los noventa y dos aftoso Parte de mis años infantiles y de mi adolescencia se
refugian en el recuerdo de sus manos casi paralíticas, pero suaves, con las que
alisaba mi cabello y me indicaba las páginas de su colección de revistas
religiosas llamadas Manzanas de Oro.
Había sido católica, pero un día y en su tierra natal, San Cristóbal, abandonó
el catolicismo impulsada por las ideas luteranas. Fue de las fundadoras de la
Iglesia Evangélica Nacional, y su Biblia era algo así como un arma de guerra que
blandía - en lectura de salmos y proverbios- sobre aquellos que de una u otra
manera atentaban contra la estabilidad de nuestro hogar. Cuando en 1946 alguien
quiso obligarnos a colocar un letrero en la puerta que rezaba "Dios y Trujillo",
mi abuela se salió casi de su silla con ruedas, e imprecó contra el delegado del
Partido Dominicano que vendía los letreros, señalándole que días vendrían de
desastre y muerte, porque Sodoma y Gomorra estaban cerca, y todo dominio del
hombre contra el hombre sería destruido. Blandiendo su Biblia negra y brillante
la lanzó contra el advenedizo, quien huyó como un condenado, no sin proferir la
debida acusación de "enemiga del gobierno", que tanto terror causaba entre los
dominicanos.
Mi padre recibió al día siguiente una nota de la estación de Policía en la que
se le invitaba a pasar por la misma. El Teniente Estrella le haría saber que los
rumores generales eran continuos en el sentido de que papá era un "desafecto". Mi
madre, muy enferma ya, lloró mucho.
No se olvidó el Teniente de citar a mi Tío Julio, "el de Villa Duarte", ni se
quedó sin hacer mención de cierta parte de la biografía de mi padre, quien hasta
1937 fue empleado de la Dirección de Aduanas.
Esa noche, de regreso a casa, mi padre, como única salida al problema
político, compró un retrato de la madre del Generalísimo, colocándolo en medio
de la sala. Pensaba que tener a la madre y no al Jefe, era una salida inteligente.
Sin embargo todo el mundo sabía en Villa que aquel "paño tibio" era una excusa
para justificar y salvar su responsabilidad.
Mamá Martiria -como he dicho- cubre parte de mi infancia y de mi
adolescencia. Recuerdo su rostro anguloso, el arco grueso de sus pestañas, su
mirada densa, y su chal tejido -mantón a la española, de flecos negros y
blancos, peineta alta sobre el moño alto-. Admiraba y admiro esa fotografía
color sepia que me daba, me proporcionaba, la distancia entre la juventud y su
vejez. Pasaba horas enteras imaginando cómo la foto de la juventud había
degenerado en aquellas manos tristes y fuertes; como ese rostro duro se había ido
tomando dulce con los años; cómo aquel pelo recio y tenso, se tomaba en
blanquecina oleada de cascadas a veces amarillas. La foto de la juventud me
MATERIA PRIMA 71
permitía adivinarese temperamento huracanado que mis tías recordaban porque
habían vivido muchos momentos amargos de tormenta. Para mí la idea de una
MamáMartiriarecia y dura era todo un invento, todo un parto de la imaginación
de mis tías y de mi propia madre.Nunca la creí recia y dura, huracanada; para mí
sus caricias y sus miradas de anciana, su afán de verme día a día, su cuido
elemental, su mundo de consejos y su protección contra el profesor de
matemáticas, eran muestra inequívoca de una alma pura, fina, cariñosa,
inigualable. Así vive en mí todavía, y nadie cambiarásu perfil en mi corazón. A
la muerte de mi madre, Martiria se llenó de silencio, mi madrastra la acogió en
casa sin odio y sin afectos.
Si hubo diferenciasentre Alberigoy ella; si hubo separaciones y locuras, las
creo resultado de la vida, de la diferencia de temperamentos, pero jamás de la
maldad. Defiendo la imagende mi abuelacomo defiende el caballeroarmado sus
blasones, su tradición más honda, su pozo de cariño.
La casa de la calle Ravelo tenía un patio grande. Comoesos patiosde estancia,
en los que abundan los árboles frutales y son comunes los insectos,sabandijas y
aves. Una enorme pared de planchasde zinc-servía de seto a la parte traserade la
casa, en la que se levantaban árbolesde limoncillo, jobo, manzana de oro, anona y
guayaba. El patio era mi bosque predilecto. Como las planchas de zinc apenas
superaban la altura de un hombre, era fácil treparse en los palos que las unían y
otear el horizonte vecino constituido por otros patios ya con algunas viviendas
pequeñas, en donde mujeres-la mayoríaconcubinas de obreros-- llevaban una
vidadura y sazonada por el trabajo doméstico más exigente. Recuerdo con afectola
voz de Fidelia, Tenía dos hijos: Chichí y Morena. Su temperamento era como el
oleaje -duro cuandose sentíaincómoda con Tadeo, el marido-, suavecuandoal
sonde una melodíade la épocaablandaba las habichuelas, tirabasobre la sarténde
manteca hirviente los bollos de yuca, o pelaba con agua caliente el pollo que
indefectiblemente era sacrificado los domingos.
Nuestros vecinos eran viejos residentes del sector. Algunos recordaban la
parcelación de 1907,cuando Ibarra, acompañado del entoncesPresidenteRamón
Cáceres, cortó la cinta dejandoen manosdel Ayuntamiento un nuevo barrio de la
ciudad capital.
Mi padre recordabaclaramentealgunosacontecimientos, como la tragediade
un avión que cayó sobre la multitud en el antiguo lugar que luego sirvió para
ubicar el parque Julia (en honor a la madre del Generalísimo). Me narraba con
bastante displicencia algunos aspectos del barrio en sus inicios. Don Alejandro,
queasí se llamabasu fundador, enriqueció grandemente con esta parcelación, pero
unade sus hijas nuncaquiso vender una de las casas solariegas que él le dejara en
herencia. Era precisamente la que habitábamos a partir de los años cuarenta.
La casa tenía gran interés porque en ella se escuchaban ruidos, y voces; era
común ver un perro grandeque se desvanecía en cuanto lo miraban fijamente. En
mi pequeño cuarto, y en los días en que murió mi tío Marino, se inició el
movimiento del caballito con balances que noche a noche repetía un gran
recorrido sin jinete bajo mi indiferente observación.
72 MARCIO VEWZ MAGGIOLO
Papá había sido director "espírita" en los años iniciales del siglo, y sabía
cómo manejarlos seres. Todosaprendimos en la casa, inclusoMartiria que decía
no creer en esas cosas, las oracionesa los "seres luminosos del Señor", con las
que podíamos enviar a su sitio a esas almasque se posan a nuestrolado izquierdo
y que nos encienden las orejas. Con papá aprendimos que existen los súcubos y
los íncubos; comprendimos que los malos pensamientos y las palabras obscenas
generan formas negativas que adquieren vida propia y te persiguen y te
obnubilan, burlándose de la verdadera razón.
En el patio grande de la casa, cuando algún súcubo se interponía entre mi
padrey la salida, le veíamos decirle:
-Di, qué quieres.
Se le rezabael debidopadrenuestro que lo hacíatrizas.
Cuando era un espíritu se le trataba con respeto. Una oración pidiendo su
adelanto, y luego una invocación para llevarloal sitio eterno.
Los seres que habían muerto a manos de esbirros del Generalísimo en 1940
en la calle Caracas,cuando protestaban contra el régimen, vagan por el barrio de
Villa Francisca. El cabo Nolasco los veía en las noches, y Eddy aprendió
igualmente las oraciones para llevarlos a su sitio, Venían en una procesión que
sólo mi padre podía ver y describir. Unos sin cabeza, otros con un brazo menos,
los más podridos con los ojos fuera y los labios como leporinos.
No nos pudimosdeshacerdel perro, de la mujer del paño blanco que siempre
nos ofreció un tesoro enterrado en la habitación de mi padre, ni de Pipí, un
amigo de infancia de mi padre que murió de "la influenza",cuando quedó bizco
uno de mis tíos por una enorme fiebre puerperal.
Con el paso de los años se supieroncosas importantes. En el edificio que fue
la residencia del Padre Andrickson -sacerdote liberalque tuvo varios hijos- se
le vio muchas veces rezar en los balconesy mirar haciael barrio de Villa Duarte,
no se sabe porqué. La casa del Padre Andrickson fue escuelaluego, muchos años
más allá de su muerte, pero los alumnos nos acostumbramos a su sombra, y los
habitantes infantilesdel barrio,cuandojugábamosa las escondidas, sentíamossu
mano amigable sobre el hombro cada vez que usábamos como escondite las
caballerizas.
La casa del Padre Andrickson, luego Escuela Haití, era una original
construcción de cuatro plantas con techos a cuatro aguas, bellos balcones que
miraban hacia los cuatro puntos cardinales, magníficas habitaciones espaciosas
cubiertas de coloridos y finos mosaicos de estilo italianode la más bella factura y
diseño.
Desdesu minarete-porque estaba construidaen la más alta de las colinas de
Villa- se apreciaba el derredor del barrio: Los Isleños, las orillas distantes del
río Ozama, el norte de Galindito, en donde ya para esa época el Generalísimo
construía el Barrio de Mejoramiento Social,con su principalcalle, llamada María
Martínez, en honor de su esposa, y su otra calle menos principal, denominada
HéctorB. Trujillo, en honor de su hermano.
MATERIA PRIMA 73
Las distancias parecían recogerse cuando los muchachos trepábamos los
pisos, y en los días sábados y domingos, disfrutábamos de una brisa casta y
pulida, que viniendo del marperdíasu virginidad soloal contactode aquelenorme
órgano genital que fue símbolo de la masculinidad discutible del barrio. El
monumento a TrujilloValdez.
La muerte de Tío Marino nos llenó de gran pena. Tío Julio nos llevó una
muestra de las esquelasmortuorias preparadas en su pequeñaprensaChandler, en
donde había impreso, por cierto, un libro de poemas de mi padre que yo aprendí
casi de memoria, y mas tarde un volante contra la dictaduraque le costó la salud
de manera definitiva.
MamáMartiria estaba en plenoéxtasisreligioso, rezaba uno de los salmos de
David- el 124-, cuandovio la imagennebulosade su hijo sonreír frente a ella.
Dejó caer el libro de las manos ya anguladaspor la artritis Y gritó el nombre del
tío. Pocos minutos después vino la noticia. Un vómitode sangre había acabado
para siempre con él. Su hígado, resentido por la insistencia de esos alcoholes
repetidos a los que era adicto, se detuvo comouna máquina oxidadaen mediodel
camino.
Papá recogió del suelo la Biblia y sintió el escalofrío común al paso del
espíritupor su cuerpo. "Es Marino" dijo, y en ese momento mi tío Julio cruzaba
el umbraly nos daba la mala noticia
-Nos moriremos todosde alguna manera. Marino, que aguantaba esto se dio
por la bebida.Nos lo mató el gobierno.
Sus palabrasson todavíaun torrente en el distanteoído del hombre que ahora
soy.
XI
LAURA
temió salir de allí. Hablo de los años '59 y '60. cuando se inscribió en la
Facultad de Derecho, y le veía de vez en cuando escudriñando, y cuando me
rehuía. La tal Emilia le recogía en una motocicleta. Ella estudiaba creo que
pinturaen la Facultad de Bellas Artes. Se habla de unos amores turbios. Ya en
los días finales de la dictadura corrióel rumorde que Manolopudo salir del país
con una sotana y pasandopor sacerdote; otros dicen que vestía como un pastor
protestante.
Dos cartas recibí de él en los años '60. A partir de 1965 supe que había
viajado a Puerto Rico para estar más cerca de su país. En abril de ese año los
norteamericanos invadieron la República Dominicana La guerra dejó miles de
muertos. Se decía que movido por la conciencia había retornado y que había
muerto luchando contra los norteamericanos en el sector de Santa Bárbara.
Sebastián habíaviajado a Españaen esosdías y la guerrale atrapóen La Coruna,
Me llamabapor teléfono con frecuencia. Preguntaba por los niños, En esos días
recibíla última carta de Manolo.
"Querida Laura: Has sido en mi vida algo increíblemente extraño. Tan cerca
de ti Yjamás puedecomprender tu bondady tu martirio. Sabesbien que siempre
he pensado en ti, y que son muchas las caras, los rostros que comparo con el
tuyo. Es como si jamás hubiera podido acomodar la mirada de los otros sin
compararla con la tuya. Sin embargo no fui contigo ni un verdadero amante, ni
un verdadero don Juan. Quizás llegué muy temprano a tu vida, en aquellos
momentos en que el niño no sabe distinguir el cariño filial del cariño sexual. Así
quedaste selladaen mí interior para siempre; un día te amo y te recuerdohastala
eyaculación, y otro te admiro y veocomouna hermana distante a la que salvé del
desastre.
Aquella pistola de Toñito, ¿la recuerdas?, fue lo último que vendí para
11
en los tes y reuniones de la high newyorkina. Varias veces visité sus salones,
sus amigas,sus mariconesdivinizados por el arte y espectáculo.
Es increíblecomo cuandoquieresllegara ser alguien todosintentanencontrar
la parte aprovechable de ti. "Podrías dedicarte al teatro, tienes un bello rostro",
me había dicho la Toffi. En otra ocasiónquiso desanimarme:
-Veo tu pasión por el dibujo, querida, por qué no te dedicas a diseñar, Te
puedo conectar. Conozco a muchos en ese arte. Ya sabes que la pintura, las
exposiciones son para unos cuantos privilegiados. Mira bien, de tus cuadritos
sólo uno ha generadocierta curiosidad; lo demás pasa desaparcibido, querida.Es
así. Estamos en New York -y acentuaba este nombre con orgullo, como si al
pronunciarloestuviera conjurandolos demonios invisibles de la gran metrópoli,
de la "Big Apple",
Mi paso por el mundo de la moda fue singular. Aprendí a cortar y a diseftar
formas. Establecí patrones propios, pero cuando quise sobresalir el principal
diseftador me dijo:
-Amiga Emily, todos trabajamos en equipo.Aquí cualquiernovedadlleva la
firma del jefe. Esta es una marca querida. Ya sabes, a Pierre le ha costado
veinticinco años salir a la luz con renombre. De París a New York, y de New
York a la fama....Podrásen los próximosdiez o quince años, con suerte, hacer lo
tuyo.
Quise conseguir algunos créditos para montar mi propio negocio. No tuve
éxito. Mis calidades y mis conocimientos se acrecentaron; me hicieronbien mis
viejos afanes de costurera en Santo Domingo,en donde papá me había costeado
varios cursos de diseño. Mi información, mi experiencia, mis deseos, mis
anhelos, sin embargo, no eran lo suficientemente sólidos y respaldables como
para quedarmea vivir de algo propio. Isolina, mi madre, era en eso más exitosa.
Nadie podría decirle nunca que el ser no había llegado y ningunode sus clientes
podríarebatirlenuncaque el pañuelosolicitado por el espíritupresentedebería ser
rojo, o morado, o lo que fuera. Había encontrado una profesión próspera y
tranquila.
"Tienesque cuidarte mucho,porque una mujer que había sido de tu maridote
cela y puede hacerte dafto. Mira, compra un cuadro de San Expedito, col6calo
durante una semana boca abajo con el nombre de ella en un papel de bJ pullo y
letra. Luego le colocas un vaso de agua encima e invocas al ánima sola. La
oraciónla tengo y te la puedo facilitar. La limosna son diez pesos, hermana".
Puñetera vida. Maldita vida. Siempre consideré que la entrega debía ser un
momento sublime,formal. La santidaddel lecho era para mí algo establecido por
mis propiascreencias. Huía de Iso, de su pasado, de sus amigos refugiándome en
el mundo religioso de las monjas, a las que recuerdo con gran cariño. Hoy creo
que existe una santidad impúdica Como en esas películas sobre aztecas y mayas
creo que la mujer es un objeto de sacrificio y que todo acto sexual basado en la
entregasin amor,es una especiede ritual al que debemos acosmmbrsmos.
La humanidad produce un rumor insoportable. Salida de la casa de Hans el
MATFRIA PRIMA 81
ruido de la noche con sus sirenas,sus automóviles de último modelo, los trenes
del Bronx y los gritos de los borrachos, me producían náuseas. Entonces no sé
por qué venía la imagende Manolo. El, en sus años de adolescente,cuando aún
no había llegado a la trampa. Pienso en él y mis formas mentales constituyen
como una espiral que regresa a mí repelida por el techo del apartamiento. He
deseado expulsar de mí el deseo insólito de no desear nada. New Yorkes de hieno
y aburrimiento.
Los anos en Nueva York: al lado de Manolo fueron, realmente, insólitos.
¿N°s adaptábamos o no? .. Luegode misafanesporque borrara esas imágenes del
pasado incorporándose a la guerra, vino la contraportada. Durante los años
posteriores a la muerte del Generalísimo los amigos que nos visitaban eran ex
militares,viejos contertulios de su antiguooficio, personasmuy comprometidas
con el viejo régimen a las que Manolo recibía con cierta desidia, pero con
inteIés.
-No te metas en nada. Volveremos a tomar el poder. No tendrásque andar
huyendo.
-Prefiero quedarme aquí,para siempre
-Déjate de vainas, amigo, aquí no hay fortuna. La fortuna está allá, en el
picoteo,en las mil formas de uno hacerserico. A buen guardiabuen puesto...¿Y
tú que opinas bellaEmily?
Opinabaque la oportunidad se presentaría un día, pero a la inversa. Presentía
que eso que muchos políticos llaman "la coyuntura" se presentaría. El
levantamiento militar del 24 de abril de 1965 me dio la razón. Esa era la
coyuntura. Cuando se produjo el fenómeno, el Coronel Salzuela le dijo a
Manolo:
-Pero cofto, ¿estás loco? ¿Cómo te vas a ir? ¿No ves que son los mismos
que mataron a los caliés y despedazaron a cadenazosa las gentes del SIM en las
calles?
Luego del proceso, cuando las tropas norteamericanas abandonaron la
República Dominicana, volví a insistirle:
-Ahora podemos retornar. El actual gobierno no te golpeará. Han entrado
algunosde sus amigos. Están tranquilos. Algunos, incluso, han vuelto a cargos
en el Servicio Secreto... Regresemos. No es para tanto.
-Nunca más regresare.
VillaFranciscaera un barrioalegre. Bullicioso. Recuerdo a Manolodebajode
las bocinas y altoparlantes del colmado: la pelota cubana,y luego la dominicana.
Las guarachas de DanielSantos y Celia Cruz con la orquestaSonora Matancera.
Las reuniones en la pequeña plaza de la calle José Reyes, en donde se
improvisaban los conjuntos para tocar sonesy merengues.
También, claro está, las reuniones del Partido Dominicano en el Centro
Social Obrero.Los comités de barrios que controlaban políticamente a los más
jóvenes, los que deberían siempre asistir a los actos y reuniones con carácter
82 MARCIO VELOZ MAGGIOLO
obligatorio. Y en aquellas reuniones del único partido del país, los coros, las
danzas, los himnos, las loas a Trujillo, los letreros diciendo "Salve Padre de la
Patria, Viva el Benefactor y Primer Maestro", las fotografías del Jefe, de sus
familiares: su hijo Ramfiscon quepisde aviadoroteandolos horizontescomo un
galán de cine; su hermano Héctor Bienvenido, militarmente ataviado con
charreteras floridas y un silencio que jamás le abandonó.
Villa Francisca nacía todas las mañanas al conjuro de la música de Romance
Campesino, un programa de la emisora oficial en el cual Felipa y Macario
reconstruían la vidadel campoen comedias sabrosas y refrescantes.
Yo bajabaen las tardescon Manoloa BeUas Artes. El me dejaba en la puerta
de la antiguacasa de los Capitanes Generales. A vecesme encontraba con Persio,
con Ariel, con Zoila. Hablábamos de proyectos. Yo leía para esos días a Albert
Carnus, lo discutíade vez en cuandoen los cafés de la calle El Conde, en donde
los intelectuales consagrados lanzaban sobre el hombro su mirada para destacarsu
desprecio por unajovenzuela que hablaba de literatura tal vez ignorantemente. Era
común ver allí a otros escritores: Teté Robiou, que escribía una novela
existencialista; periodistas como Carlos Deive, Marcio Veloz, Ramón Reyes;
maestros consagrados como Antonio Fernández, premioAdonáis de Poesía 1952.
Valores nuevosmuchos, otros viejoscomponentes de la llamada Generación del
'48, como Villegas, Avilés Blonda, Rafael Valera,Cifré Navarro,y Luis Alfredo
Torres, quien acababa de regresar de Los Angeles tocadopor la diosade la poesía.
Siemprequise entrar en ese mundo. Iba y venía.Persio, silencioso, jamás me
dio una mano. Tenía ese don malignode negar todo cuanto pudiera opacarlo o
ponerlo en entredicho.
Manolo entonces era un ser humano amable. Siempre taciturno, pero pleno
de risotadas estridentes. Una vez atrapado, ya fue otro. No era lo mismo llegar a
New York y en 1961, ya en sus finales, bailar el twist y escuchar a Raúl Shaw
Morenocon sus boleros sibilantes, que sentarseen casa de Persio a escuchar un
poco de música,a degustar las viejas grabaciones de Enrico Caruso, a escuchar
los poemas de Antonio Machado y las sombras largas de José Asunción Silva,
finamente leídas por Ramón Francisco. No era lo mismo estar en Nueva York
viendoa Jimmy fumarmarihuana por la vez primeraen un "party" que nada tenía
que ver con mis aspiraciones de procedencia Navegábamos en otro mundo. Sólo
el amor me hacía seguira Manolo.
Jimmy fue mi primer contacto con un drogadicto. La destrucción de mis
inhibiciones se explicaporquecompleté mi vidaqueriendo alcanzar un futuroque
estabaen contradicción fundamental con mi presente.
Ahorael Manolo de los anos cincuenta, de esos anos inicialesy medios de la
década del cincuenta era un "escapísta". "Manolo el ex-calié", "Manolo el
obligado", Manolo.
El mismo se decía frases hirientes. Se torturaba desde su mismo interior
tratándose comoa un extraño, hastael puntode que en esos anos jamás supe cuál de
losdos Manolos se expresaba, cuálde losdosera realmente el que me pertenecía.
MATERIA PRIMA 83
-Después de la guerra,después que pase la revueltalos yanquisnos pondrán.
Seremoslos militareslos que gobernaremos, Manolo. No seas pendejo. Espera y
verás,
No volvió. No quiso volver.
Isolina decía que sólo le faltaban meses para decidirse a retomar. A mi me
resultaba del todo indiferente. Sin embargo, en el fondo más simple de mi
corazón, el regreso me alimentaba.
Cómo estaría el barrio. Qué sería de la casa de madera y techo de zinc, ahora
alquilada a unos adventistas. Mis recuerdos se confundían. Sólo sé que el barrio
lloraría grandes ausencias, ausencias duras: Nelson, muerto en el manicomio
cuando fue ingresado allí luego del asesinato de su padre; Elpidio y Manuel,
desaparecidos por órdenes de El Oriental; José, destrozado por una granada de
mano en la guerra contra los interventores norteamericanos en 1965, Juan el
inglesito, muerto en los días finales de la dictadura a manos de esbirros que
juraron haberlo tenido en un saco cuando Manolo fue obligado a meter su
cuchillo varias veces.
Ahora la calle está sucia. Sabemosque la vieja escuela Haití, antes residencia
del Padre Andrickson ha sido ocupada por decenas de familias que luego de la
guermse refugiaron donde pudieron.
Otro edíñcio, el Habana-Madrid, en donde hubo una vez un café de putas, se
está desmoronando. La basura acosa a los moradores del barrio. Sin embargo,
siemprees posibleregresar.
XIn
mirábamos cortos de películas del oeste en el Colmado de Isaac. Ella fijó sus
ojos en mí con decisión. Debí sonrojarme porque sentí un calor intenso recorrer
mi cara. Ella pidió una caja pequeña de talcos Halka, unos ganchillos para el
pelo, vaselina sin olor y dos refrescos caseros de mabí y de limón. La turba de
adolescentes se arremolinó en tomo a Laura llenándole los oídos de palabras
soeces,de piropossucios y de requiebros aprendidos en los cuentos de esquinas.
Me mantuve en silencio, torvo, desaliñado, cargado de prejuicios. Nunca me
gustaron, amigoPapiro, ni las obscenidades ni el irrespeto, Tal vez por esa razón
comencérespetando a Laura; era totalmente lo contrariode cuanto se proponían
mis amigos. Mi madrastra siempre me señaló que había muchas formas de vivir
sin acceder a la ignominia. Hasta ese momento le creí. Ahoraque me llamo AH
y que jamás pensé vivir fuera de Santo Domingopienso en aquel Manolo y en
aquellaLaura que un día fue la señora Tal. Puedes creerlo porque me conoces y
porque tal vez piensas que la injusticia de Persio pudiera alcanzarme y hasta
dolerme. Esta es una historia que parece de nuestraprofundaamistad. Te estoy
dando materias que son parte de mi vida hecha para silenciar otra. Si Juan
Caliente o Vicente -<:omo quieras llamarlo--- me busca y dice saber de mí,
resulta motivo de risa. Juan Caliente, aún habiendo sido un héroe de la "Era",
miente, porquepodría ir y retornar mil veces sin que nadie me identificara... Te
confieso, amigo Papiro, que ya lo he hecho. Te confieso que me he encontrado
con Persioen la calle Duartecon esquina Conde,le he pedidola hora y me la ha
brindado, con su gentileza proverbial, sin siquiera notarme. Ya ves. Como
personaje de su narrativapuedo tomar mis represalias, ¿perocuándo se ha visto
que un personaje ha terminado agradeciendo a su autor? Ni siquieraPirandello,a
quien conocígracias a Persio en 1958,en las edicionesde Ateneo, fue capaz de
pensarloasí.
Las identidades, amigoPapiro, se construyen con los años. Todo está repleto
de identidades. Viejas amistades se difuminan y nuevos amigos aparecen
reforzándote un yo que ellos creen conocer a fondo y que no saben cómo se
estructuró.
Mudarse de barrio, hablar definitivamente otra lengua, recordar tu pasado
como si fuese el de otro, son fórmulas para generar identidades nuevas,
engañosas, pero funcionales.
Te escribo estas líneas simples porque los capítulos que me envías y que
Persio a su vez te ha enviado, me presentancomo casi un delincuente. Te diría
que la vida no es tan fácil. Sé que todocuanto te envíaPersio es "materiaprima".
Sé que recoge informaciones, graba cintas a los amigos, se nutre del recuerdo
ajeno, e intentauna novela que presenterasgos verdaderos dentro del sistemade
mentiras que es todo proceso de imaginación. Me permitirás comentar esa
"materiaprima". No estaría mal que un día texto y crítica se unieran para que
alguien, tal vez Laura, o Manolo,o tú mismorepartidoen variaspersonalidades,
pudiera comprender que ninguna historia es lógica y que toda lógica es una red
que intenta, sin lograrlo,atrapar perfumeso retener alientos.
xv
UN CAPITULO DE PRUEBA B.
JUAN EL INGLESITO
eso era superior a los emperadores-e, jamás dijo una palabra obscena que pasara
de "coño", y entre sus virtudes más silenciosas estaba la de acompañar con la
guitarraa todoel que le brindara un trago despuésde habergastado el semanalque
compartía con "los suyos".
Fellito usaba, ¿te acuerdas?, un pantalón kaki cortado a ras de rodilla. Sobre
el muslo tenía un remiendo especial de almohadilla para clavar la aguja con la
que cosía la suela de las remontas. Nunca me lo imaginé con una corona de
laurel, pero sí lo vi muchas veces con su sombrero de pajita, su saco y su
leontina; su pantalón de tipo tubito, dentro del estilo Kiko Mendive pero cercano
también a Cascarita. Era, sin dudas, un dios pagano; un emperador venido a
menos. Cantando "Oui madam" nadie le ganaba; recitando el poema Oh París,
alcanzaba el éxtasis. Enseñando el tipo de piropo de los anos treinta no tenía
competencia, y bebiendo mabí mezcladocon ron era inigualable.
Decía que haber descubierto tardíamente la mezcla de ron y mabí era uno de
sus desaciertos. Propuso un día que Tatá Martínez,la dueña de la flota de goletas,
embarcara mabí hacia Curazao, Aruba, Sotavento y Barlovento. Sentado en su
silla de guano Fellito y Baco se daban la mano, pero también Fellito y Lucio
Enobardose igualaban. Apolíneo dentro de su vida dionisiaca, Fellito el zapatero
murió un día de un paro cardíaco cuando conoció la noticia de la muerte de su
poeta favorito, Héctor J. Díaz. Amaba tanto la literatura vernácula, y los versos
de amor, que no pudo resistir la muerte del vate de los barrios altos. Así, lo
enterramos, y alguien desconocidopreparó un epitafio que se escribió en madera
de pino,seguramente ya podrida:
Querido Persio, he intentado decirte con esto que los dioses tienen relación
con la historia de los pueblos que escriben la historia. Existe una historia de
pueblos sin historia. El título de algún libro sobre chinos y yucatecos traídos
como esclavos a Cuba, es certero. En Roma las hojas del otoño se pudren, y los
turistas se solazan pensando en Lucio Enobardo, cítara en mano cantando. Sin
embargoninguna imagen de Baco (Dionisos)es tan perfecta como la de Fellito el
MATERIA PRIMA 111
zapatero, y esa imagen no existe ni bajo los cielos románicos, ni bajo los
cerezos del lejano oriente; no existe esa imagen ni en la tierra que inventó al
dios, es decir, ni en la Hélade arcádica,en donde aún los oráculos murmuran en
silencio su permanencia histórica La verdadera imagen de Baco está en Villa
Francisca; la tenemos nosotros, los que conocimos a Fellito y los que
escuchamos su vozaguardentosa de ron y mabícantando y recitandolas desdichas
amorosas del bardobailado de trópico.
Mi queridoPersio,en mi afán de mostrarteque VillaFrancisca es el universo,
he quizás sobrepasadolos límites de ciertas realidades. Pero te digo que ninguna
humanidad es mejor que otras; ninguna clase social es, biológicamente, más
avanzada que su antecesora; ningún hombre, por grande o emperador que sea,
puede sobreponerse a su inferioridad intentandocantarla en el arte y en el vino.
Lo bueno del hombre está en que la espontaneidad de sus gestos y su capacidad
intrínseca superan muchas veces las del mandamás o la del que se cree que el
poder le imprimesuperioridad en lo que es natural.
Te doy las graciaspor permitirmepensar desde este asiento de mis cuarenta y
ocho años, Si son necedades las mías, también son necesidades. Cuandocada quien
justifiquesu mundo, habrájusticia.Cuandosepamosque nuestro mundopuedeser
igualo mejorque el de losdemás,y podamos demostrarlo dentro de los límites de la
verdadhumana, estaremos más cercade los dioses.Homerono inventólos dioses,
fueron ellos quienes inventaron a Homero. Pero por ahí se dice que si Dios no
existieseel solo hechode suponerlo significaría ya su creación.
Te saludo con la mano en alto. El aguila imperial cubra con su vuelo tu
pensamiento. La noche se lanza sobre mí y el sueño me dicta la necesidad de un
descanso que permita al espíritu reponer fuerzas. Los espíritus del barrio rondan
en mi cabeza. La imagende Cuacuá,la de Elpidio-pobre robadorde chucherías
muerto por la dictadura-, la de los amigos vivos y la de los enemigos vivos,
giran en torno a mi mesa de trabajo como esas luciérnagas de los campos de
Haina, que asisten de luces al cañaveral en las noches tétricas de la explotacióny
el agrioazúcaramargante.
En Cerveteri, necrópolis etrusca situada a varios kilómetros de Roma, los
arqueólogos han encontrado varias jarras de vino intacto. Baco sigue junto a
nosotros, la libación sea en memoria de su espíritu, aunque la tabla con el
epitafiohayadesaparecido.
Papiro.
Me detuvepara ver a Toñíto subir las escalinatas por última vez. Aunque no
lo sabía, en mi interior se movía una especie de presentimiento. La voz del
platanero se hacía densa, y en la distancia se apreciaba el mar azul, con su
horizonte lleno de reflejos, el mismohorizonte que en las nochesde calorLaura
y yo observábamos sin comprender que el destino nos había unido sin otro
caminoqueel fracaso.
Dejé de ver a Toñitodesdeaquellamismatarde. Entonces llevabalos botines
del EjércitoNacional lustrados, su Browning 9 milímetros bien brillosa, y en las
manos un clavelparaLaura. Me saludócon su voz de guardia, de oficial ya harto
derecibir órdenes:
-Qué hay,coronelito.
A veces me decía también "vejestorito", por mi físico adulto aun a los 15
años de edad. Nunca sentí celos. Por mi mentejamás pas6la idea de que Laura
fuese mi mujero algo parecido. Nuestra amistad era de un colorazul, como el de
esos huecos que dejan las nubes blancascuando el viento abre trechos de cielo
sobreel nortede los barrioscapitolinos.
El barriode VillaFrancisca se desvivía en silencios dictatoriales. La voz del
jefe único,la voz del dictador, colgabaen las paredesde las casas familiares en
fotograñas del Generalísimo portando medallas y gorras al estilo Charles De
Gaulle; colgaba convertida en letreros que rezaban: ''En esta casael Generalísimo
es el Jefe";colgaba entrecuadros de la Virgen de la Altagracia y fotos familiares
de abuelos manchados por el tiempo, apoyados en el sepia de antiguas fotos de
daguerrotipo, tomadas algunavezpor un fotógrafo parisinoque de vezen cuando
-y entreanos- recalabaen tiempos de los abuelos en la ría de SantoDomingo,
disparando su cámaraduranteun messobre todoslos habitantes, los que uno por
uno-y de acuerdo con sus recursos- desfilaban ante el hacedorde imágenes,
para recibir luego, desde París y por barco, las fotos ansiadas que ahora
guardábamos en algunas casas de barrio.
114 MARCIO VELOZ MAGGIOLO
Mi queridoPersio:
El Solar del Loro era realmente un farallón por debajo del cual serpenteaba,
entre charcos y lodo calizo, la calle Jacinto de la Concha, que allí era más o
menos lisa. Desde allí Juan Caliente podría observar con precisión la casa de
doña Iso, ubicada en la acera contraria al farallón. Desde allí se percibía con
claridad el colmado de Franjul y Pagán con sus altoparlantes cuajados de
guarachas y merengues.
Los agentes se habían arremolinado en la esquina del colmado y recibían
órdenes de un hombrecillo casi morado al que apodaban "ElOriental".
Hasta hacía sólo unas semanas El Oriental pasaba por amigo, por jocoso
miembro del barrio, por fanático del beisbol y las carreras de caballo, pero en
cuanto sonaron las primeras bombas contra la dictaduraen salas de cine, se echó
fuera la careta y pasó a dirigir las operaciones de violencia con todo y gorra,
comoun "manager" deportivo que dirigiera con ferocidad unjuegode pelota.
Juan Caliente le conocía bien. Le había visto llevarse a la cárcel a La
Mosquita, un habitantede Villa Franciscacundido de infidelidades y de penas,
puesto que su mujer, denominada "La Inodora", le "cambiaba la base" con
cualquier vecino.
Pensó que la muerte lo encontraría con su pistola Browning, comprada a
Manolo en los días en que éste buscaba empleo. El arma le daba seguridad, le
proporcionaba un respiro firme. La tarde caía con lentitud,con más parsimonia
que en otros meses, porque en agosto los días eran largos y hasta untuosos,
resbaladizos y grasientos, con noches cortasy tardesestiradas.
El Oriental señaló hacia la casa de doña Iso, en donde Juan Caliente hacía
visitas periódicas y hasta pernoctaba en ocasiones. Seis hombres corrieron
desbocadamente hacia allí. Tiradosobrelos yerbajos del solar,Juan Caliente vio
cómo con la culata de una carabina marca San Cristóbal los calieses casi
derribaron media hoja de puerta. La vieja Iso salió casi desnuda, y gritó con voz
estentórea su fidelidad al Generalísmo, sus relaciones con el coronelSalado.Dijo
que hablaría con don Pipí, sobre el abuso. (Pipí era uno de los hermanos más
simpáticos del Generalísimo. Entre sus gestos de simpatía se contaba el matar
gatos a balazos, chocar automóviles de parroquianos ricos y exigirles luego un
vehículonuevo culpandoal otro de la colisión, pagar con papeletasde mil pesos
a cobradores que no tenían menudo y cosassimilares).
Le teníamos cariño, porque Pipí, don Pipí, cuando enviaba a alguno de los
muchachos a comprarunacaja de cigarros al colmado, nos tratabacon el motede
"Carajito".
-Mira Carajito,tráemeuna cajetillade La Fama, y quédate con el vuelto.
-Mira Carajito, tráeme un refresco Trópico, que tengo acciones en esa
fábrica, y quédate con el vuelto.
-Mira, Mierdita, dile al del colmado que le baje el volumen a las bocinas.
Don Pipí vestía con traje amarillo militar, botas altas y ancho sombrero de
fieltro.
MATERIA PRIMA 123
Las protestas de doña Iso llenaron de temor al Oriental, quien dio la orden
para que se detuvierala acciónviolenta que amenazaba con echar abajo parte de la
casa. Uno de los civiles levantó del suelo la hoja de puerta y sacando un martillo
del jeep procedió a colocarla como pudo sobre el magullado marco de pino
criollo. Dona Iso realizó variosintentospor cerrar la maltrechapuerta, pero ahora
no ajustaba. Volvió a escupir culebras y sapos, dio varias volteretas que
culminaronen un insulto pleno de procacidad para El Oriental,quien acobardado
veía casi con terror los labios y los ojos encendidosde dofta Iso.
-Ya verás, ya verás, malditoenano. Hablarécon Salado.
-Tenemos órdenes superiores, espetó El Oriental ajustándose la gorra verde
y blanca.
-No me dirás que Salado te envió.
-Ordenes, órdenes. Se sabe que Juan visita aquí, y que tú le tienes
escondido.
Desde el fondo de su cuarto de madera de pino Emilia escuchaba y veía. Sin
dudas la acción venía desdeel despachodel mismo Salado.Cada vez era mayor la
comprobación de que Salado ni aceptaba a Manolo y mucho menos a Juan,
quien,a veces,había manifestado su deseo de "hacerse" de Emilia.
Algunos de los muchachos que miraban atónitos la escena ayudaron en la
reposición de la puerta. El jeep se retiró y El Oriental dijo que retornaría.
Nosotros pensábamosque Juan Caliente era también un delincuente. Alguien
había dispersado la noticia de que se le buscaba por robo. Hacía sólo unas
semanas que dos amigos habían desaparecido bajo tal acusación comentándose
que sus cuerpos podridos fueron recogidos por la oficina sanitaria en el norte de
La Surza. La policía habíadicho que eran ladrones,y que el Generalísimodebería
escarmentar. "Ni ladrones ni maricones", había sido uno de los lemas del
momento.
Algunos no teníamos plena conciencia del momento político. No fue sino
hasta mucho tiempo después cuando hicimos conciencia de que Juan Vicente
estaba en una célula del Movimiento Popular Dominicano.No sabíamos que era
político y que había organizadoreuniones secretas. Le veíamospor las calles con
su paso largo, sus zapatos sucionesy sus pantalonesremendados sin comprender
que Juan Calienteera realmenteun héroe, una especie de héroe.
Una mañana, luego de esa búsqueda,desapareciódurante más de un mes. Los
muchachos tuvimos la noticia de que Juan había sido apresado en San Juan de la
Maguana. Nos enteramos por Nino, que era amigo de Juan, de que lo habían
metido dos días en una zanja llena de sanguijuelas azules y que éstas le habían
comido parte de los granos y chupado la sangre de hasta los entresijos. Nos
pusimos muy tristes.
Quisimos hablar con doña Iso por si tenía alguna información.Juan vivió un
tiempoen su casa, y se decía que estaba enamoradode Emilia. Dona Iso nos dijo
que esos eran cuentos de caminos, que "en este régimen no se tortura a nadie.
124 MARCIO VELOZ MAGGIOLO
Que lo de la tumbada de puerta fue sólo un acto estúpido del Oriental, y que
había sido sancionado. Que Juan Caliente, ese hijo de puta mal agradecido,
estaría en otro lugar, escondido, porque lo habíanencontrado armando tumultos
por los campos del sur". No dijimos a doña Iso que Nino tenía buena
información, pues su padre, don Nino, trabajaba para los Servicios de
Inteligencia Militar (SIM) como periodista y encargado interino de relaciones
públicas,y conocía diariamente de los apresamientos y de los problemas que el
SIM veníacreando,y de las torturas y de todas esas cosas.
"Una tarde, entrando casi la noche, Juan Caliente llegó a mi casa Apareció
con la cabeza rapada, los ojos amoratados y el cuerpo hinchado. Madrastraquiso
protegerlo a como diera lugar. Se le preparó una cama improvisada con una
colchoneta que perteneciera a mi abuela Martiria. Juan lucía flaco, los pies
comidos como por las jaibas y cangrejos de río. Mi padre sabía que la situación
era difícil. Como aún no se enteraba de cuál era mi trabajo, ya que no se había
hechopúblicami relación con el SIM,quiso señalarme que deberíacuidar de Juan
Calientea como diera lugar. Entonces tuve que sincerarme: hacía solo unos días
que habiendovisitadoaquella oficiname ofrecieron empleocomo traductor.Me
sentía vigilado. No me atrevía a negarme, a decir "no", y ello quería decir que
corría hacia una zona difícil de mi propia vida. Emilia lo sabía, pues Salado
había llevado historias y se decía que hasta había fotos mías en posiciones
indecorosas, rumores que eran del todo falsos... Deberíamos guardar el más
absoluto silencio, por memoria a mi tío Julio, por memoria a la tradición de
nuestra lucha familiar. Cuando mi padre se enteró cuál era la situación, me
señaló:
-Bien, Manolo, no sabía nada de esto. Ya veo que estamos atrapados.
Veremos cómo serán las cosas,pero Juan se quedacon nosotros unosdías.
Echar fuera a Juan Caliente hubiese sido una canallada. Pero yo tenía que
advertirlede cuál era la situaciónen este momento. Mi padre insistió en lo duro
de la dictadura, en que deberíaevadirme de la trampa Me dijo que "estegobierno
no era bueno,ni eficaz,ni cristiano, ni decente, que desde bacíamuchosaños una
sola familia usufructuaba hasta a las niñas del país, se repartía las vacas, las
industrias, las tierras.".
Mi padre estaba al borde del paroxismo. El conocimiento de mi situación, la
presencia de Juan Caliente, y la contradicción que ahorase presentaba con un hijo
atrapado, le llenaban de ira
En principio, Juan Caliente no tuvo por qué enterarse de mi situación. Se
habíametidoen una batea de agua calientepreparadapor Madrastra. Luego vino
desde su rincón para decir que los días de la dictaduraestaban contados. Me di
cuentade que tenía la Browning de Toñito,la que le habíavendido a escondidas a
mi padre, meses antes. Pensé en Laura, la que en estos momentos era ya señora
importante y en el dinero de la Browning resolviéndole algunos problemas. No
sé por qué vino a mi mente aquel cuerpo desnudoal que no amaba. pero que me
atraía, me llenaba de tranquilidad.
El diálogocon Juan fue siempreasí. Directo.
MATERIA PRIMA 125
-A Elpidio y Manuel lo mataron no por robar, sino porque estaban en una
célula. El barrio está "cundido" de calieses, de soplones, de hijos de puta que
merecen la muerte.
Tragué en seco. Supuse que algo sabía ya sobre mí, pero era absurdo que
escogiera la casa de un soplónpara protegerse.
Juan Caliente hablaba así, como un campesino. Conocíaque en el fondo de
sus palabras estaba latente su amor por Emilia, la que sabía mía, o casi mía.
Rechazándolo permanentemente, ella había creado la imagen de que nuestros
amoreseran algo irrompible, algo inacabable.
Como buen analfabeto, Juan Caliente no había ni siquierapodido leer las dos
o tres cartas de amor que envió a Emilia, y de las que todo el barrio se enteró
porquese las copióel propiodueñodel colmado. Habiendo dejadolos estudios en
el segundocurso de primaria, prontoolvidó las letras.En los mediados de los 40,
siendo aún muy niño, quiso ser jockey cuando se inauguró el Hipódromo Perla
Antillana, propiedad del Generalísimo; se inscribió para aprender el oficio: lo
echaron porquese desaparecieron dos fustas y unosfrenos propiedad de uno de los
generales dueños de cuadra; aunque luego se supo quiénes fueron los verdaderos
ladrones, Juan no pudo volver a su puesto porque los sustractores fueron dos
jovencitos, sobrinosdel dueñoy habíaque justificarla medida con una especiede
"chivoexpiatorio".
Con muy pocos años de edad a cuestas Juan Calientesupo de la muertede su
padre a manosde un militaren el MercadoModelo,y supo ademásque el militar
había salido de la cárcel en sólo días cuandose dijo que el muertono era sino un
enemigo del régimen. Muchos años después este hombre apareció muerto a
machetazos en la frontera de Villa Francisca con la avenida Mella. Siempre se
dijo que los hermanos de Juan Caliente le dieron muerte. La mayoría de ellos
estaba,sin embargo,en Nueva York,
Esa historiacorría.
XXI
LA CONDESA
Diego Farándula había partido para Miami hacía sólo horas. Manolo subió el
ascensor llegando al apartamiento. La condesa estaba desnuda. Se había dejado
sólo aquellos brassiers que servían de soporte a dos melones maquillados con
toques rojizos. Los vasos de whiski estaban servidos. Ella se metió primero bajo
la colcha. Ella ayudó a solazarse besándola placenteramente.
-Oh mi amor, no haberte encontrado antes. ¿Has hecho felices a muchas en
la vida?
Desde que llegó a New York, oculto tras sus gafas negras, Manolo se dedicó a
la vida muelle de las señoronas. Su percha era mucho más exquisita que la de
Diego: abrigos de altos precios, zapatos de piel de cobra, bellas corbatas que
nunca usaba, camisas finas y bufandasde lana pura.
-Más bien he entristecidoa unas cuantas, mi querida.
La condesa llevaba en su muñeca derecha un brazalete de oro venezolano de
enorme grosor. Al ritmo del amor los animalitos y dijes que colgaban del
brazalete emitían sonidos metálicos, dorados, sensuales, como repitiendo el son
del movimiento de arriba abajo y de abajo arriba que La condesa ensayaba en
unos ejercicios que no eran del todo de su agrado.
-¿No te da vergüenza engañara tu amigo Diego?
-No hay tal infidelidad. Diego me ha dicho que te use cuando lo desee.
-Oh, mi Diego, tan liberal. Sólo una cosa ama más que a mí: mi cuenta en
dólares.
-¿Hablas siempreasí haciendoel amor?
-El amor en silencio no sirve, querido. El amor es como un negocio, un
business, una oficina, algo en movimiento pero con sonido.
-¿Sabes que tu modo de hacer el amor me recuerda el de una amiga llamada
Laura?
-¿Sí?
128 MARCIO VELOZ MAGGIOLO
Cuando la policía dio con mi paradero, casi un mes después, había cubierto mi
coartada Dije que creía para mis adentros que el coronel Rodríguez, cercano al
Generalísimo, pudo haber matado a ese hombre. Asustada huí cuando sentí el
disparo. Don Hernandohabía sido apresado y conducidoa la penitenciaría para
interrogatorio. Se decía que uno de los más importantes amigosdel Generalísimo
deseabadesde hacía tiempocomprarel burdel, modernizarlo, hacer un escenario
amplio para orquestas y tríos. De modo que cuando don Hernando salió del
interrogatttio había firmado ya el contratode venta.
-Cuéntame lo de la Universidad.
-Ah, los padres de Manolo por fin se dieron cuenta de cuanto pasaba. El
venía a casa de Doralbapor las tardes; la amistad con Doralba no me placía del
todo. La Mosquita tenía que salir a vender números en su bicicleta mientras
Doralbale engañabacon variosa la vez. Le comentéel caso a Manolo.
-Tienes que quedarteahí por unos días. Veremoscómo sigues los estudios.
Tienes que estudiar. Entonces viajó a Sabana Iglesia y se puso en contacto con
mis primos y les explicó todo. Ellos vinieron y Manolo me visitó allí cuando
viajé para terminar el bachillerato. Volví a la capital al año siguiente. Manolo
me escribía todas las semanas cartas de amorque conservo. Cuandoregreséa casa
de Doralbame encontrécon una tragedia: La Mosquitahabía sido descubierto; su
negociode vendernúmeros, llamadoen los barrios "rifa de aguante" era. como se
sabe,contrario a las leyesde la dictadura que consideraba enemigos del gobiernoa
los que competían con él. Mientras La Mosquita pasaba años en la cárcel,
Doralbasiguiórecibiendo amantes.
Yo iniciémis estudiosen la Universidad. Quería ser maestra. Entonces pasé a
las aulas. Manolo me acompañaba, De algún modo consiguió dinero durante
todosesos años para pagarmelas inscripciones. Siemprecreí que nos casaríamos.
En pocas oportunidades se mostrócariñosohastael amor; siempreme decía:
-Te quiero casi como a una hermana, pero por suerte no lo eres. Me
recuerdasa Isabel. Cuandoyo era pequeño,un niñito, Isabel me permitía ver sus
muslosy el fondooscuro de su sexo.
La imagen de Isabel fue cambiando. No llegué a graduarme. Encontré a
Sebastián. EstudiabaFilosofía, había nacido en España, tenía allí mujer y unos
hijos grandes que mostraba orgulloso en fotos amarillas. No podía divorciarse.
No se lo permitían.
Manolo, con la presencia de Sebastián en mis horas de estudio, se fue
alejando.
Un día Sebastián me propuso vivir juntos.
-¿Te casarías con un españolque no puedecasarse?
Mi pasado surgió de nuevo. Reconstruí los años de mi vida más dura. Don
Hemandohabíamuerto y mi rostro había cambiadomucho con los aftoso Tal vez
no me reconocerían, me dije.
-Debes decirlela verdad,no puedesengallarlo. Yo me resigno,te he querido
MA1ERIA PRIMA 135
como un amigo. Si creyera en cosas como la reencarnación te hablaría de que
fuimos familia en otro tiempo. Los amigos de mi padre que creen estas cosas
corroboran mi creencia No eras para mí, pero debía protegerte.
-Palabras de un tutor, más bien.
-Si usted lo considera, así es.
-Pero usted es mucho más entrada en años que él.
-Pero él era un tipo maduro. No era un vulgar calié, como se ha querido
propalar por ahí. No era un malazo. Si bien se comentó años después que quizás
él mató al ex-beisbolista con el fin de hacer daño a su biografía, yo puedo decir
que hubo un error que él pagó con un enorme silencio de meses. Sufría
profundamente. Yo digo que Manolo fue atrapado por la vida Quizás aún la vida
lo tiene preso. Sé que vive en Nueva York, de vez en cuando busca datos de mí.
Dice que me escondo, pero no es cierto, Manolo ha estado en el país y se ha
olvidado de tocar a mi puerta imaginándose que no deseo verle y que sus años
finales han sido vergonzosos. Es increíble que me ayudara a vivir, a rehacerme y
que sin embargo, él mismo fuese incapaz de reconstruir su vida
-¿Es cierto que se ha cambiado el rostro?
-Bah, pamplinas. De haberlo hecho hubiese recurrido a mí. Quedé viuda y
con dinero. Tengo un hijo especialista. Por qué habría de cambiar su rostro. Lo
conozco, no, creo que jamás lo haría.
-Es lo que dice Juan Caliente. ¿Lo conoce?
-Ah, su enemigo. Ya sabe que Manolo terminó enamorándose de Emilia y
que Juan Caliente nunca recibió de ella ni una mueca. Cuando Manolo quedó
atrapado en el SIM, me narró sobre los celos.
-¿Cómo atrapado?
-Volveríamos a conversar. Si le parece puede llamarme. Ahora espero una
llamada importante desde Roma
-¿Su hijo?
-No, Papiro. Tiene algunos recados para mí.
-¿Papiro?
-Claro, ¿cree que sólo mantiene relaciones con usted? .. No, no. Insiste en
que todos debemos contribuir con informaciones precisas. Usted lo conoce; es
obsesivo. Lo conocí a través de Manolo.
xxm
una zona de predicción y desafío.Si bien es cierto que el poeta Moreno,su líder,
era materialistaen muchos aspectos, y que lloraba en su poesía la muerte de su
hija de manera galopante, por otra parte su manera de ver el futuro entroncaba
con los finales de una teosofíao de una actitud teosóficade la que don Pedro era
un representante genial y viviente. Aún recuerdolas páginasde su libro Valdesia,
años ha escrito. Recuerdo su voz, doctoral, firme, decidora de verdades celestiales.
Recuerdosus tragosde Colargolmezclados con la idea de Dios... En la mecedora
que era como el trono de mi padre, el doctor se sentaba y luego de recetar,
hablaba de los seres astrales; de la luz eterna del espíritu, de la forma intangible
del pensamiento y del color del aura de los poetas.
En la voz del doctor escuché por vez primera la explicación de lo que eran
íncubos y súcubos; supe del sonido que emiten los "elementales" cuando
caminancon los pies descalzossobre la grama; aprendíel olor de los momentos
crepusculares, cuando aún los elementalessuperioresmueven toda la naturaleza
colmándola de vida y transformando -porque es su deber- el sonido de las
aguas, el olor de las cabelleras, el color de los ojos de los vivos que duermen y
buscan fronda en el más allá de la naturaleza material (momento en que el
espíritu se desprende del cuerpo y caminapor las ondasde un aire inexplicable).
Villa Francisca, nuestro barrio, era rico en penumbras. Giraban en sus calles
olores de frambuesa importaday de gofio canario, hechode maíz en vez de trigo.
La voz de don Pedro Landestoy me deja ensimismado cuando pienso en las
evidenciasgriegas y romanassobre náyades, sílfides y espíritus de la naturaleza;
son los mismos que llenaban las calles del barrio convertidos en luases, en
formas del vudú haitianoy dominicano cuando nuestroamigo,Juan el Carretero,
servía a las siete potencias africanas. En Roma ellos pasaron a ser parte de una
literatura novedosa que generaba esencias y sorpresas; en Santo Domingo,
pequeña isla caribeña rica en sonidos nocturnos y en brujas de salón, se
convirtieron en seres cadavéricos, tristes, ausentes de una voz que los remozase,
que dijese que los seres astralesestán en todas partes, en todas las culturas, y que
pertenecen a ese viejo mundo de los encantamientos esotéricos en los cuales la
encamación y la reencarnación son ciertos, y en donde vivir es una parte de la
eternidad...
Me pregunto por qué no podemos aceptar ese mundo fluídico y helénico
convertido por la voz de nuestra herenciaamericanaen mundo subordinado. Los
aztecas, los taínos, los numerosos grupos africanos venidos como esclavos, los
incas, los guaraníes, los descendientes y ascendientes de Végere, mi hombre
primitivo, vivían y sentían esos pequeños dioses, esos elementarios y
elementales de los cuales hablaba don Pedro Landestoy con voz segura y paso
firme. Son ellos los que según ha dicho Tomás Hernández Franco ponen en
movimiento el fiel de las veletas en los países nórdicos; son ellos, repito, los
que hacen sonar "el viento ululante"; ellos, sin dudas, son los que bordan las
flores del hielo, como ha dicho el poeta citado; Hernández Franco -que no era
teósofo, sino grande poeta como Ovidio-, lo ha dicho: son los habitantes "del
trineo y del reno". Y son también los dioses de "algodóny de manzana",porque
si viven de norte a sur sus gentes los creen blancos y barbados; si viven de sur a
MATERIAPRIMA 139
norte, sus gentes los creen aindiados y finos; y si viven de este a oeste sus gentes
los ven negros, y urgidos de tambores, de tam tam, y de afiladas y bellas risas
rellenas de marfil.
La última vez que he visitado el barrio he vuelto a recorrer sus calles. (Creo
habértelo dicho antes. ) He reconstruido lentamente el viejo jardín de la casa, con
su buganvillia (trinitaria) enredada en el pedazo de galería sobre el cual se sentaba
don Pedro; he visto casi a mi padre, con su cabeza cana y la voz silenciosa,
volver a narrarme las historias de su época espírita. He oído la voz de AlIan
Kardec instruyendo a los vivos sobre el decurso de la vida de los muertos.
(Recuerdo haber visitado su tumba en Perelachaise, en compañía de mi amigo
Víctor Avila, años después. Me fue grato ver la inmensa montai'la de flores
permanentes que los que creen en los mundos astrales mantienen como homenaje
a su ejercicio. Le veo con su bigote y su cabeza creo que pequeña; imagino aún
sus ojos profundos, y su labio fino, y además, su cabellera más que negra en la
que el reflejo de la naturaleza tiene un tinte de noches y sonidos armoniosos).
Me he detenido en la casa de Pepito Nolasco; he vuelto a rehacer la figura de
don Mongo, y la de Eddy, y la de Nelson. He pensado que vale más la memoria
que la invención, y he comenzado a sustituir la imaginación con el recuerdo.
He escrito en los últimos años hojas sueltas y obras inconformes. He ido
creando imaginarios mundos sobre una realidad que me atormenta y que vive en
los patios de Villa Francisca, tan parecida a Roma como se parece la isla perdida
de Robinson a la Arcadia silenciosa que soñaron los silbos y sátiros... Nuestro
mundo se mezcla con otros mundos; nada tiene fronteras; el tiempo de la Arcadia,
en el que la lucha por la palabra divina era una lucha a muerte, se repite en el
tiempo de los Césares, durante el cual no obedecer la religión de los patricios era
ir de seguro a la muerte. Si visitas las catacumbas y ves la verdad como debe ser
te das cuenta de que todo es arcádico; en cada religión existe un mundo de fuerzas
naturales que son amigas o enemigas del hombre; los sumerios tenían los dioses
buenos y los dioses malos; los taínos de las islas antillanas daban a los
elementos formas humanas; el huracán, la lluvia, el relámpago, el amor, el odio.
El mundo en su dimensión material es binario; los hombres también. El agua
mansa ayuda, el torrente azota; el calor destruye, el frío conserva.
Por los barrios de Santo Domingo aún transitan elementales puros. Hasta
hace veinte o quizás menos años era posible ver "el puerco de San Antón",
afilándose los colmillos y asustando a los vecinos que cruzaban el recinto
después de las 12 de la noche; en el sitio de La Noria escúchanse aún, en plena
Santo Domingo, las cadenas del viejo pozo artesiano del siglo XVII que dio agua
a los habitantes de la ciudad colonial.
No sé si recordarás que en Haití, el vecino estado que comparte con nosotros
el siamés territorio de la isla, existe un lugar llamado "La Archaie". Es como una
Arcadia también; el nombre aborigen taíno, no francés, fue modificado por los
franceses que desde el Renacimiento vieron íncubos y súcubos sobre los barcos
de esclavos que hicieron la delicia del capitalismo galo.
En "La Archaie" haitiana se iniciaron los mejores brujos; allí, de noche, las
140 MARCIO VELOZ MAGGIOLO
Papiro.
Retomaría mañana
Cuando intentaba cruzar un alto lote de tierra y basura vi la casa de doña Iso
abima. No sabía que estuviera habitada. Entonces subí la alta acera y golpeé con
los nudillos en la puerta resinosa que una vez El Oriental echó abajo.
xxv
-¿Tú sabes quién conoce mucho del Habana-Madrid?, pues don Tetelo, él
vive aquí cerca. Si quieres te lo llamo.
En efecto, mi cita con Tetelo comenzó recordando boleros y canciones y
terminó con información suficiente como para redondear parte de mis
conocimientos sobre el mundo de Persio.
Me despedí de Juan, su hijo, el coronel, que llegaba, me dio una tarjeta:
CoronelAlberto Guzmán,Sección de Balística,Policía Nacional.
Soy un pobre vagabundo/ sin hogar y sin fortuna/ y no conozco ninguna, de
las dichas de este mundo/ voy sin rumbo por la vida, el dolor es mi condena, y el
MATERlAPRlMA 163
licor calma mi pena, porque el amor es mentira... Mientras caminaba hacia el
centro de la destruida calle Félix María Ruiz tarareaba el último bolero del que
hablara don Tetelo... "No me importa lo que digan de mi corazón bohemio, me
emborracho porque llevo en el alma una tragedia! y así voy por el camino que el
destino me condena! porque al fin seré en la vida vagabundo hasta que muera....
Sí, eran los años de 1950, y aquella voz dentro de mí no era otra que la de
Rugo Romani, ¿o tal vez era la de Leo Marini?, o quizás la de Gregorio
Barrios... Un ruido brusco de bocina de automóvil me hizo saltar una lometa,
"un turrumote" de tierra producto de las palas mecánicas, mientras el camión de
la Secretaría de Obras Públicas se estacionaba para ser recargado con restos de
viviendas destruidas durante el día anterior.
Sobre una de las paredes de madera de pino aún en pie, se leía en la distancia
un letrero grabado en zinc galvanizado: "Use Sudorina, Que El Mal Olor
Elimina".
Me hubiera gustado orinar junto al poste de luz como lo hiciéramos en las
noches de infancia cuando considerábamos demasiado distante el hogar o casi
insultante pedirpara estos menesteres la letrina o cuarto de aguas del vecino.
xxvm
Nacimos bajo el signo de las calles con nombres de familiares del Jefe.
Vivíamos en una constelación nuevapara la cienciaen dondecada punto de Villa
Francisca llevabaen parte el apellidode los dioses: avenidaJosé Trujillo Valdez,
avenida Héctor B. Trujillo, parque Julia Molina Vda. Trujillo, ensanche
Benefactor, calle MaríaMartínez de Tmjillo.
Pergaminos, actos públicos, reconocimientos mensuales, reuniones,
competencias para ver quién inventabael mejor y más importante homenaje a
cualquiera de los dioses "cundían" las páginas de los periódicos también
gubernamentales. En ese m.undo haber conocido al Jefe personalmente tenía
mucho de egipcio o de hitita.Tocarel Faraónera llevar para siemprela impronta
de la divinidad.
Aplastado por este mundo manejado en parte por su padre, Persio vivió
siempredentrode una sombrade realidad. Seríade los últimos en convencerse de
que esto era trágico. En principio, cuando hablábamos de la realidad, no
comprendía nada.Estabalelo, preguntaba. Sólo la llegadade los invasores del 14
de junio le abrió los ojos. Más tarde el movimiento interno se organizó, pero él
quedó fuera, observando, sin comprometerse. El miedo a que su padre fuera
aplastado gracias a él le hizo recular, mientras muchos de nosotroscaíamos en
las mazmorras de la dictadura.
Ya no leíamos las revistas importadas que el régimen consideraba inocuas.
No estábamosen la época de la inicial Librería Amengual, con sus formidables
literaturas infantiles: Leoplán, Billiken, Sensación. Habíamos superado al
Almanaque Bristol, las predicciones del tiempocon las que muchos campesinos
iniciaban las cosechas; habíamos renunciado a los cuentos de AH Babá
publicados por la Editorial Tor, y nos olvidábamos del Cancionero de la Sal de
Uvas Picot. Entrábamos en guerra. Nos torturaban. Habríamos de tomar las
armas.Unos organizados y otros no.
-Algo hice contra los esbirros, me dijo una vez Persio.
-Ya no me interesanesos tiempos, le contesté.He cambiadomucho. No te
niegoque a vecesme muevoentre Marx y Jesucristo, pero también entre Trujillo
y el Movimiento 14 de Junio.
El caliesaje era entonces la primera forma de pluri-empleo conocida por la
sociedad dominicana. Se podría ser calié y barman, calié y bedel, calié y
prostituta....Había caliés "buenos". No olvido al poeta García, un hombre de
pistola y guayaberaque escribía bellosversos,leía concienzudamente a Neruda,
publicabaen las páginas de los suplementos literarios de El Caribe, en los años
50, y tomabatragosen tertuliasde amigos y enemigos del gobierno.
-No hablen maldelgobierno, porfavor. Nomezclemos la política conla poesía.
En esa documentación que Persio ha dejado como una masa informe de
instintos y sensaciones, la imagen del poeta García es correcta. Como en el
poemade Darío: Si hablanmal del jefe y no los denuncio, mejodo.
Si hablanmal y los denuncio, sufriríamucho.
Era como aquelpoemadel garrido y nobleGarzón con el venablo clavado:
MATERIA PRIMA 167
Si me lo quitas me muero.
Si me lo dejas, me mata.
inventa silbidos, crea unaespeciede sombrade los sonidos que uno adivinacomo
cualquier vieja música; a veces Zoila y yo, silenciosos, decíamos al unísono:
"ahora se puede escuchar el solo de trompeta del Lago de los Cisnes", "ahora
esto,ahora lo otro".La mentecansadase saledel rumoroso chapoteo de la ciudad
para encaramarse en frescas monotonías de ruidos espumosos, chirridos de
gaviotas parecidos al de esas puertascon cerradurasoxidadas; ronquido de hojas
secasrozándoseen una fragua de vibraciones resquebrajadas que se asemejanal
golpede la güira en el merengue fiestero y dominicano.
En la piscina del hotel jovencitas de tangas atrevidas voltean aguas desde el
fondo rompiendo toda posibilidad de concentración. Detrás de nuestra mesa,
blanca y decorada con flores de buganvillas, el buffet medio turístico medio
criollosalpicado de mariscos, trozos de melón, humeante café y sopa de pescado.
Digo que Persio habríade escribir el final de su relato con el suicidio porque
sólo a partir de este acto alguien pudo o podría haber dicho lo que él no hubiera
escrito para concluir su novela. Temiendo concluir la misma con uno de los
secretos más profundos de su vida, tomó la Browning calibre 9 milímetros, y se
retiróde todo. Era la mismapistolade la que en un momento dijo que tendríauna
especie de historia para el futuro mismo de Manolo, o algo así. Era la pistola
que, según Persio, Toñito había dejado a Manolo para que éste, a su vez, se la
pasara a ¿don Marino?... ¿don Pancho? .. (No tengo ahora los originales a
mano). Los he dejado en mi escritoriode la capital para releerlos. Era la pistola
que Manolo había "vendido" a Juan Caliente; la misma. El arma que bullía en la
cabeza del escritor cambiando de manos, de dueño, de calibre, llevando su
culpabilidad a veces y su heroísmo otras,a quienesPersioconsideraba agredibles
o defendibles.
Reescribiría la historia del escritor que se atreve a escribir su historia, pero
¿estaría la dulce Patty de acuerdo?; ¿resistiría la verdad de un marido con las
manossuciasde pólvora,y no sólo de pólvora,sino suciasde muerte?
Sin embargo la novela de Persio, "MateriaPrima", debería terminar así. Un
capítulo final en el cual el enredode su gran complejode inferioridad se desatara
como un ovillo.
-¿Iremos a la playa o nos quedaremos aquí? El agua de la piscina está
buena.
-Bajaremos a la playa.
Allí nuevamente el oleaje. Sosúa tiene un fondo imprevisto, es una playa
baja que a pocos metros se declara mar abierto. Sus aguas interiores son de un
movimiento denso, como de aceite suave. Metiendo la cabeza durante varios
segundos aguas abajo le parece a uno oír el sonido de los barcos que zarpan de
otrospuertos del Atlántico, allá en la Europa consular.¿Será esa la voz de algún
marinero en Génova,o tal vez el ruidode una turbinaque comienza a moverse en
Le Havre? El Atlántico es unitario, y esas aguas que lleganhasta Sosúa y hasta
todas las playas del norte son las mismas que cambiando de color y de
temperatura lamen las playas de Normandía y los bajíos de Holanda; son las
MATERlA PRIMA 171
aguas frías de los fiords, las mismas. ¿Acaso los huracanes de los trópicos,
cuando recurvan en el Golfo de México no mueren en las costas de Noruega y
Suecia? .. Recorren el camino atlántico movidos por el caluroso impulso de un
trópico que muere lentamente en su interior a medida que penetran en las altas
presiones de las zonas heladas. "Mira Zoila, (le digo a mi mujer, claro, sin que
ella me escuche) si abrieras los ojos bien podrías ver los reflejos distantes del sol
de medianoche, y escucharías el sonido de las focas polares copiado en la suave
palabra de los delfines que pasan ahora mar afuera, como las sirenas vistas hace
siglos por Cristóbal Colón".
Pero lo cierto es que el país me aturde. Santo Domingo, la capital, me golpea
con violencia. A veces uso la imaginación para salirme de este fuego, el enorme
fuego que va generándose dentro de mí y que me tuesta el alma con cada retomo,
con cada regreso. ¿Oyes las campanas de Tenerife? ¿Escuchas los fuegos
artificiales de Valencia?... ¿Sientes como un disparo, como un bang distante
salpicado de sangre?... Son los barcos piratas llegando a la bahía. Son las tropas
napoleónicas ocupando la costa norte de la isla de Santo Domingo por órdenes
del emperador. ¿Cuántas veces navegó Josefina Bonaparte, esposa del General
Leclerc, por estas aguas antes de culminar en estatua desnuda en los jardines de
Villa Borghese?
Los europeos ignoran bastante de la historia de Europa que se forjó en
América.
-¿Estás como ensoñado?
-No, no; pienso en el mar.
-¿No estarás pensando en Persio?
Claro, no le había manifestado a Zoila mis conclusiones, ni se las
manifestaría. Por lo menos hasta este momento el secreto ha quedado entre el
Coronel Guzmán y yo. En estos momentos ya se han hecho gestiones para que
una calle lleve el nombre de Persio. Se le aprecia tanto. Se le quiere. Su obra
literariaes de grandes ribetes.
-Usted comprenderá que sacar a relucir esto no tiene mayores beneficios.
Sería como lanzar lodo sobre su imagen. Además en el fondo había cierta
justificación, le dije.
-Tendríamos que hablar con el propio Jefe del Estado.
-Yo diría que habría que convencer a sus superiores policiales. El caso no
tiene ya culpable. Nadie podría llevarlo a la justicia. Ni siquiera estando vivo
habría cumplido condena, puesto que la ley....
Las ganas siempre me han estimulado. Me recuerdan aquellos versos de
Ricardo Miró que el declamador y actor Perita decía maravillosamente en el
parque San Miguel en nuestros años de adolescencia:
El poeta señalaba que las garzas "son lo que huye", son algo así como viejos
recuerdos ... "El vuelo de las garzas, me enamora" ...
Dos garzas, tres, cuatro, una bandada, surcaba ahora el cielo azul límpido.
Pañuelos distantes, sombras al revés, notas de alguna canción sólidamente
andando por los cielos... ¿O eran gaviotas?... Sí gaviotas. Las mismas que
vuelan a los basureros de tierra en los alrededores de los mercados de Lima;
exactamente, son gaviotas. También las he visto por millares y millares en las
dársenas de New England, cerca de New Haven... Valdría entonces decir: "el vuelo
de las gaviotas me enamora".
Esa mañana el Coronel me esperaba en las puertas del despacho. Dos oficiales
de menor rango me acompañaron al laboratorio. El informe ya mecanografiado,
era conciso, como un diagnóstico de enfermedad grave.
"Señor, por medio de la presente le informo que la pistola Browning, calibre
9 milímetros, Numeración S-777-993-m-H2-6, fue comprada en el año 1947 por
el Gobierno Dominicano habiendo sido asignada tres veces a oficiales de la
Policía y pasada luego, con descargo, a los Servicios de Inteligencia Militar, en
fecha 13 de agosto de 1955. Según consta en nuestros archivos, los oficiales que
la usaron, fueron:
que sabiendo que su esposo, el escritor X está a punto de morir pide al viejo
amigo que termine, "por favor", los capítulos faltantes para poder así cumplir
con un encargo de editor. Un diplomático que apenas ha escrito unos cuantos
relatos y que se lanza a estudiar toda una confusa documentación en la que el
escritor mezcla la realidad con la fantasía. Un asombrado diplomático que
comienza a notar que él mismo es un personaje y que el escritor ha mezclado
nombres y fechas, hechos y pensamientos, ilusión y crimen.
"De alguna manera el diplomático se convence de que el escritor deformado
por la vida de los años duros de una dictadura, sufre entre los vaivenes de la
política golpes rudos en su propia existencia cotidiana. Odia la dictadura al través
del amor y no de la política misma. El diplomático comprende que todo
personaje que rechazara o que lograra aquello que el escritor deseaba, sería blanco
de su ira... Pero lo principal: de alguna manera vengaría la muerte de alguien
llamado Gertrudis L., convirtiendo el personaje que causa la muerte de ésta en un
héroe literario, habiendo sido un canalla en la vida real... ¿Mata a su esposa y
luego la glorifica en la imagen de otra Laura? .."
-Bah, revolver ese mundo no es tan importante como olvidarlo. ¿Qué
importan Manolo, las Lauras, la propia Patty, Emilia y los tantos personajes
vivos y muertos de esa literatura? Con simple fuego, con echar a la candela estos
originales se cumple el ritual del silencio. Sería lo mejor para todos. Aún la
propia biografía de Persio quedaría archivada con la nota del Coronel. Son
sentimientos.
xxx
posible identificar al desertor, al que huyera de la lucha cuando ésta era más fuerte
y dramática.
Oh, entonces podría escribir unas cartas. Sí, unas cartas desde algún lugar de
la tierra. En ellas desarrollaría mi vieja teoría de que la vida cotidiana es la que
determina, realmente, los grandes hechos de la historia ¿Qué tal Romai.; ¿Qué
tal las comparaciones entre Roma y Villa Francisca? .. Creo aún en la
inautenticidad de lo heroico. Pretendo que los héroes están conformados por dos
elementos claves: valor personal y coyuntura histórica. El valor personal lo
poseen millones de seres, mientras que la coyuntura histórica es uno de los
espacios del azar.
En las cartas irían nombres y momentos. Estamentos de una situación social
en la que el hombre y el barrio se confunden; en la que la sombra de la dictadura
arropa toda infonnación, y en la que toda información vive como una imagen de
la dictadura. Nadie puede superar a su propio yo creyendo que lo ha modificado.
La idea de confundir será permanente. No importa tanto el personaje como la
confusión mental. Entonces los capítulos de prueba son a la vez que venganza,
historia y justificación, denuncia y corroboración de cuanto se ha vivido. Isolina,
Emilia, nombres encontrados en el camino que habrán de servir para una historia
que nunca será coherente.
La idea del barrio. El barrio alto, mirando el mar. Los caliés y
vendeconciencias girando. Las pequeí'lasgoletas que se alejan. La violencia de la
infancia cercenada, y el mundo febril de gentes silenciosas y humildes que usaban
hasta saco y corbata para trabajos de obrero, como el tío Julio, aplastado por la
dictadura.
Escribiría sobre un tal Manolo, de nombre desconocido. En él tendrían que
recaer mis odios más dolientes. Un rival terrible; un duro rival. Reconstruir su
vida a la manera del novelista destrozando su biografía sería el límite y objetivo.
Con ciertos papeles y grabaciones de cierto amigo escritor fallecido, reordenar la
vida como un creador de universos, escondiéndome detrás del documento ajeno.
Así podría hablar del Bronx, de Diego Farándula. a quien conocí en los sesenta
Insertar mis experiencias en ParleAvenue mezclándolas con las de Diego... Pero
me harían falta las memorias del tal Manolo, y habría que tomar parte de mi
propia vida para reconstruir la suya. Y así reconstruiría a Laura, la puta. Y
destruiría a la otra Laura, a aquella que precedió a Zoila y que alguien "suicidó"
en un motel culminando el curso de su infiel carrera.
y así... Sin dudas me hubiera gustado conocer a Hans, el de Emilia. Y
hubiera sido para mí agradable desmentir que los hijos de Juan el Carretero se
llamasen Manuel y Sorita. Lo mismo: ¿desde cuándo Manolo fue Musulmán
Negro? ... Materia prima, todo materia prima. ¿Tendría suficiente aliento para
organizarla cuando un editor esperaba a tiempo justo el final de la obra? .. Sí,
creo que sí.
De todos modos ya en el jet, releo la carta, la última carta de Papiro. Pienso
en Juan el inglesito, también en Végere; se me va nublando la mente porque
MATERlA PRIMA 177
Toñito, que pudo haber sido un héroe, se transforma lentamente en lo que fue:
Subjefedel SIM en Santiago. Le tuve afecto,le creí cuando hablabade lo terrible
de la dictadurasiendo yo un niño; por lo tanto su muerte en Santiago me alegró;
sería diferente de la que Persio le asignara como parte de un complot contra la
dictadura.
Juan Vicente y la Condesa siguen siendo amigos. Emilia y Juan Vicente
habrán de divorciarse un día. Lo sé. ¿Podría llamarlapor teléfono y preguntarle,
lo mismoque Persio, qué piensadel amor?
Te diré que con la muerte de estos personajes mediante un disparoen el cráneo
también muere un poco el barrio. Ahí están los tractores abriendo la nueva
avenidaque cruzarála ciudad. Cada símbolocontenido en casas de madera y zinc
y en viejas formas arquitectónicas, dejará de evocar pasados y situaciones en
cuantoquedeconvertido en un montón de escombros.
¿Es por eso que acepto el reto? .. Sí, me diré. Pero eres injusto sólo
presentando el marco negativode una historia que fue también gloriosa. Papiro
tiene razón, él es la otra parte, la parte positiva y optimista de Villa Francisca.
Si retomarassu voz tendrías que comparar el conjunto de cuadras con la Grecia
magnánima que lanzó a los cuatro vientos su cultura aún siendo esclava de los
romanos.
¿Acaso no salió de Villa Francisca una pléyade conquistadora de poetas,
artistas, científicos y maestros para transformar partes mínimas del mundo?...
Arístides Incháustegui cantó con voz brillante y suave en las mejores salas de
Nueva York; conquistócon sus arias la Gran Manzana. Le escuchábamos en el
coro del Convento, luego en la televisión, más tarde en el Metropolitan; ¿y qué
decir de Frank Lendor, barítono, genial histrión de la música verdiana?Hacia los
mundos del Caribe, como un pirata romántico en cuya voz se derretían las
melazas del trópico, emigró Alberto Beltrán, conquistando Santa Mana,
Maracaibo, La Habana, Santo Domingo. Inglaterra no hubiese dado a Francis
Dralce título de Sir ni de conquistador si hubiera conocido un negro que con la
voz conquistó y rindió las poblaciones que el imperio inglés habría de redimir
con sangrey fuego.
De Villa Franciscaemigró hacia los EstadosUnidos el eficaz galeno Marcos
Antonio Charles y Santana, conquistando los predios del Medical Center, en
donde ganó fama de amigo y de excelente protector de sus conciudadanos; y
también de allí surgió un conquistador egregio como lo fuera Héctor Pereyra
Ariza, vecino de Flor Cabrera, y conocedor a fondo de los boleros de Daniel
Santos,los que sin dudas ayudaron en muchosu temperamento festivo, suave y
amistoso. Psiquiatra convertidoen mano pródiga, conquistó Ministerios, abrió
puertas al carifto, ingresó en la diplomacia y con su palabra de origen humilde
cautivólos rincones del Darién, Y las nochesde Centroamérica.
Esa Villa Francisca que ahora pierde el rostro, fue, por tanto, paridora de
historias positivas. Como la historia de aquel muchacho flaco llamado Juan de
Dios,que hacíadiligencias y recadosen casa de Gerénimo el fotógrafo mientras
portaba una güira de calabaza con la que se acompañaba a ritmo de merengue
178 MARCIO VELOZ MAGGlOW
cuando ingresó en la Orquesta San José, para luego, haciendo su propia orquesta,
recorrer el mundo y la gloria con el nombre de Johnny Ventura. Esa Villa
Francisca vio reunirse muchas veces, en casa de Pepito Nolasco, muerto por la
dictadura, a José Dolores Cerón, a Bienvenido Bustamante, a Mongo Matos, en
cuya conversación bullía la sordera de Beethoven y la impaciencia de Mozart
Villa Francisca dispersó sus ejércitos del bien y del "sabor" por todos los
horizontes de la tierra.
En una de las lejanas islas griegas, sentado en un café de mala vida y
recordando los tiempos del Habana-Madrid, vi una vez una mujer de rostro
antillano en una mesa solitaria. Se llamaba Gertrudis, y había nacido en Villa
Francisca. Lesbos y Villa Francisca se durmieron en una noche de amor
increíble, fatigosa. La diplomacia y el recuerdo se fundían.
Puedo continuar. Es por esa razón que puedo continuar. La vida debe ser
reconstruida a manera de viento, de sombra que pasa, de sonido dulce emitido por
los tubos de la zampoña peruana que es, increíblemente, la misma que la flauta
de Pan. En el año 500 antes de Cristo la Grecia de Pericles y el Perú Pre-incaico
emitían músicas de similar tristeza.
Entonces, escribiría en un plan continuado, sobre la muerte de Persio, sobre
mi búsqueda de "datos" para terminar una novela que Patricia (Patty) me encarga
terminar. ¿Homenaje o recordatorio?, diré. Confusión, dirás. Y hablaremos con
Tetelo, y veremos a Emilia que ha retornado. Y nos iremos al hotel Los
Almendros en donde habremos de decidir retomar el principio de todo y
organizarlo.
Mientras el jet volaba a una altura inconmensurable, releía la última carta de
Papiro a Persio.
XXXI
Mi querido Persio:
La Europa de hoy no es la misma que la de hace minuto y medio. ¿Nunca has
pensado en el suicidio? Yo sí. Sueño con la muerte heroica. Sueño con el
martirio. El cuerpo tendido sobre la pira arde durante horascomo si no quisiera
desaparecer. Me he enterado de la muerte de Iso. La veo envuelta en su blanco
sudario. Es unamatrona romana, una vestal anciana que adivinó, como Casandra,
el futuro de los pueblos, el destino del barrio. Orlada, nimbada por la luz que
cubría el universo de Villa Francisca dijo un día, bajo la influencia de Belié
Belcán: "estoserá destruido, y nuevas vidasy nuevas casas se levantarán sobre
nosotros". Paradigmático. Su predicción se cumple. El decreto ha salido en los
periódicos, tal y comoen las escaleras de la curiase leíanlos dictados del senado
en la Romapagana. ¡Oh! VillaFrancisca ha comenzado a desaparecer. Sus viejas
calles mueren, las huellas de Végere, mi hombre primitivo, ya están debajo de
grandes bloques de cemento quesellan para siempre toda arqueología. ¿Nunca has
pensado en el suicidio? Hoy ha vuelto el otoño, las hojas amarillas vuelven a
caer como un cortinaje; los amantes se besan junto al Tíber, ahora lleno de
restaurantes flotantes bajo puentes milenarios repletos de silencios y secretos.
¡Vale amigo! Somos Mucio Scévola dejándose quemar el brazo para demostrar su
capacidad de dolor, salvando su vida y la de sus amigos; somos Hatuey, el
cacique que huyó en canoa a Cuba cuando llegaron los espai'ioles a Santo
Domingo y allí prefirió quemarse en la pira antesque renunciar a sus dioses. Fue
tan etnocéntrico que al saber que en el cielo había españoles dijo preferir el
inñerno, Somos Horacio Quiroga, perdido en la noche de la selvay pensando en
morir antes que seguir con los fantasmas dentro; somos Alfonsina, la gran
Alfonsina Stomi, caminando hacia el fondo del mar como una autómata
encantada y cubierta porremojados velos transparentes.
VillaFrancisca es el universo. Un universo en transformación. Medicen que
desde el Habana-Madrid podría ver ya los grandes tractores derrumbando muros.
¿Acaso cuando Tiberio constituyó su villa en Capri no hizo lo mismo? Había
allí un milenario poblado neolítico que él trasladó hacia tierras viníferas en el
norte, porque el recuerdo de los vividores, sus tradiciones, sus fantasmas podían
180 MARCIO VELOZ MAGGIOLO
HISTORIA DOMINICANA
Obras delLic.BerM1'6tJ Vega
"Imágenes del Ayer"
"LosEstadosUnidos y Trujillo 1930" (Dos volúmenes)
"Los EstadosUnidos y Trujillo 1945"
"Los EstadosUnidos y Trujillo 1946" (Dos volúmenes)
"LoS Estados Unidos y Trujillo 1947" (Dos volúmenes)
"La Migración Española de 1939 y los Inicios del Marxismo-
Leninismo en la República Dominicana"
"Nazismo, Fascismo y Falangismo en la República Dominicana"
"La Vida CotidianaDominicana a Través del Archivo Particulardel
Generalísimo"
"Unos Desafectos y Otros en Desgracia. Sufrimientos Bajo la Dicta-
dura Trujillista",
"Control y Represión en la Dictadura Trujillista"
"LosTrujillose Escriben"
"UnInterludio de Tolerancia. (El Acuerdo deTrujillo con los Comu-
nistasen 1946)"
"MásImágenes del Ayer"
"Trujillo y Haití'" Tomo I (1930-1937)
183
BernardDiedericñ
"Trujillo, La Muertedel Dictador".
G. Pope Atkins
"LosMilitares y la Políticaen la República Dominicana"
Carlos Esteban Deive
"La Mala Vida"
HISTORIA EN GENERAL
Bernard Diedericn
"PapaDoc y los Tontons Macoutes. La Verdad sobreHaití"
ANTROPOLOGIA
Lic. Bernardo Vega
ArteNeotaíno"
"Santos, Shamanesy Zemíes"
"Los Cacicazgos de la Hispaniola"
Lic. Bernardo Vega, Carlos Dobal, Carlos Esteban Deive, Marcio
Veloz Maggiolo, Rubén Silié, José del Castillo y Frank Moya Pons
"Ensayos SobreCulturaDominicana"
Carlos Esteban Deive
"Vodú y Magia"
liTERATURA
Evgueni Evtushenko
"Fukú"
184
COLOFON
LOS EDITORES