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PRO ONOV

MATERIA PRIMA
(Proto-Novela)
FUNDACION CULTURAL DOMINICANA
Apartado Posta11265
Santo Domingo, República Dominicana
Teléfonos: 566-3232 y 565-0379

La Fundación Cultural Dominicana, establecida en virtud del decreto 1047 del 30 de


junio de 1979, es una organización sin fines de lucro cuyo objetivo principal es la
promoción de actividades que tiendan a un mayor conocimiento de la cultura
dominicana. Su fundador y presidente lo es el licenciado Bernardo Vega.

MATERIA PRIMA
(Proto-Novela)
Marcio Veloz Maggiolo

e. 1988, Propiedad del autor


Portada de Taller
Ilustración de la portada:
Foto de la casa del Padre Andrickson, arrabalizada,
en el mes de octubre de 1988
Composición, diagramación e impresión: Editora Taller
Edición al cuidado de José Chez Checo
Impreso en Repdblica Dominicana
Printed in Dominican Republic _
Taller. Isabel la Católica 309. Santo Domingo. Re¡,úblka Domin~a
MARCID VELOZ MAGGIOLO

PROTONOVELA
A Doris Sommer

quien habiendo conocido a Persio mejor que


yo nunca quiso proporcionarme
información precisa sobre su vida.

A Ramón Bodden,
cuasi-personaje
Los personajes de este libro fueron registrados debidamente como creación
intelectual en la Oficina Nacional de Derechos de Autor. Me hubiera gustado
"declararlos" en la Oficialía del Estado Civil como esos recién nacidos a cuyos
padres se les exige la ficha de hospital y declaración jurada con testigos. No ha
sido posible y por tal razón no poseen acta de nacimiento. Este último
inconveniente, creo,ha hechoque realmente siganviviendo a medias. La orfandad
no es sólo biológica, sino que se extiendea la moral.
1

Cada vez que regresaba a Santo Domingo uno de mis mayores deleites era
cruzarel río Ozamaen una yolade remos, y escalardesdela orillaoriental el alto
farallón en donde mira haciaoccidente la pequeña iglesiade NuestraSeñoradel
Rosario.
Desde allí no sólo se ve el mar intensamente azul, sino que el crepúsculo
juega a un espectáculo de sombras y lucesal restregarse contra las espaldas de la
ciudad colonial. Recuerdos de infancia y de adolescencia emergían al ritmo del
espejeante caudallleno de lilas, en dondeahorabuques turísticos de gran calado
descargaban casi diariamente una masa humana de ansiosos transeúntes marinos
quepretendían conocer la historia del Caribe en un crucero de quince días.
La iglesiaes un pequeño cuadrado construido por los españoles mucho antes
de 1523,fecha en que se levantó la catedral de SantoDomingo. Conserva viejos
murales, quizáslos primeros realizados por los europeos en América. Río abajo,
en la desembocadura, el marCaribe apenas mueve un oleajelento y platinado que
compite con los viejos espejos de agua del antiguo palacio del Virrey Diego
Colón,perceptible a una altura mayorque la vieja muralla, en el espigónde San
Diego, lugarartillado desdeel mismo siglo XVIcon puertade entrada a la ría.
Detrás de la grancarpaque servía de depósito provisional durante el terremoto
del afio 1946 se conservaba el moldehechoen cemento de unaantiguaceiba que
la tradición consideraba el lugaren dondeCristóbal Colón habíaatado sus buques
algunavez. La ignorancia supinade los más pueblerinos y parlanchines hablaba
de queallí fueron atadas las trescarabelas. La leyenda desconocía que Colón había
iniciado sus primeras acciones por la costanortede la isla,dejando encallada para
siempre en la costa de Haití la nao Santa María, con cuyosrestos se construyera
un fuerte quemado y arrasado por los indígenas.
Sin embargo Santo Domingo, fundada en la parte oriental antes de finalizado
el sigloXV,fue refundada a principios del XVIen la parteoccidental, trasladada
allí por FreyNicolás de Ovando en el año de 1502.
Sobre altísimas yerbas, veía ahora remolcadores azules y verdes remontarel
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horizonte marino para traer a puerto los modernos barcos de carga repletos de
furgones. La ancha acera del puerto moría en el dintel oriental de la viejamuralla
crecida en los años coloniales y tras la cual se escondía, como una princesa
medieval, la famosa calle de Las Damas, en donde segúndicen los historiadores
de siempre se paseaba Maríade Toledo acompañada de su corte- la primeraen
América-, prevalida de un virreinato que intentaba mantener en alto "la estirpe
secular de España".
El sitio es, realmente, un mirador. El paisaje puede ser el mismo pero la
escena cambiante es todo un gajo de poesía antigua. También de historias
nebulosas.
Partiendo en dos la ciudad, el Ozama correde nortea sur. Los muchachos en
vez de ir a la escuela pública de los años cuarenta, preferíamos muchas veces
treparnos en los cascos de las viejas goletas en reparación y desde allí
zambullimos en las profundas aguas, peligrosas y claras. Los más arriesgados
cruzaban el Ozamaa nado. Grandes sábalos se desplazaban río arriba; tiburones
grisesmerodeaban la desembocadura y a veces incursionaban a varios kilómetros
río adentro. Los manatíes eran comunes en las zonasbajas.Su comidapreferida,
las lilas de agua, bajaba convertida en islotes cuando las lluvias torrenciales
despedazaban los remansos con las inundaciones, promoviendo una invasión de
manchas vegetales que flotaban hacia el mar con levedad de algodón verde,con
suavidad de espuma atolondrada.
Desdelas orillas, con anzuelos grandes, lográbamos muchas vecesenganchar
los islotes de lilas.El hilo de bronce los hacíarecalarhaciael costado muerto de
las goletas y balandros. Entonces podíamos recolectar decenas de camarones
pequeños, posibles habitantes del remanso que huyendo de la tormentosa
intensidad del agua hacían de las raícesrefugio, quedando atrapados en el verde
ondulante y móvildellilar.
Esta vez me vinieron de golpe los recuerdos de la dictadura. Vi cuerpos
flotando río abajo. Desde mis adentros más profundos me vi transformado en
guerrillero, con un fusil en la mano y en.la cintura aquellas dos granadas de
mano. Yo, un hombre pacífico habíasido acorralado variasvecesy teniendo que
esconderme, había navegado el Ozama hasta el lugar denominado Los Minas,
poblado fundado en el siglo XVIII con esclavos escapados de la isla de Santo
Domingo. No podíaapartar de mi mente las escenas de 1959, cuando acosado por
los esbirros de la tiranía hube de esconderme largos meses en las cercanías de
aquel pobladito que había sido parte de mi infancia misma. A Los Minas fui
varias veces de paseo con grupos escolares de la Iglesia Evangélica Central.
Recuerdo la pequeña iglesia del mismosiglo XVIII, con sus arcadas simples, y
mirando hacia el río, como quien se inclinacon cuidadoy precisión para ver las
aguas transcurrir lentamente. Viejos poemas describieron el poblado desde el
mismo siglo XIX. Uno de los más brillantes poetas semi-clásicos antillanos,
Nicolás Ureña de Mendoza lo describía: "Aunque todo el caserío! no llega a
trescientas almas I de yagua y tablas de palma I hay uno que otro bohío". En
realidad en 1959 seguíasiendo igual. Y antes, en los años cuarenta, era posible
notarel conjunto de casastechadas todavía de palma-cana, orientadas alrededor de
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uncentro circular,tal y como los cronistas decíanque eran los pueblos de indios
en el momento del primercontactoentre los europeos y los pacíficos antillanos.
Siempre le hablé a Persiode esosrecuerdos. Ciertas tardes, cuando bajábamos
entre 1951 y 1952hacia la EscuelaNacional de Bellas Artes ubicada en el viejo
edificioque albergó las Capitanías Generales de la colonia,alquilábamos alguna
yola para irnos remando río arriba, a contra corriente, por sólo ver desde las
millas bajas del farallón que conforma la cuenca oriental del Ozama, las casas
suspendidas casi al borde del barranco, los bosques de lilas, los remansos en
donde lisas pequeñas se acomodaban en las raíces escasas de un manglar casi a
puntode extinguirse.
Siendo aún niño recuerdo las viejas canoas bajarllenas de petacas en las que
se transportaban los productos de río arriba. De Los Minas bajaban sacos de
carbón en cantidades apreciables. Un solo canoero era capazde transportar quince
o veintesacos de carbónde mangle. Allá, debajodel puentede acerodedicado al
dictador Ulises Heureaux, y en uno de los recodos de la margen oriental del
Ozama estaba el mercado de La Playita, casi languideciente en mis años
infantiles. El sitio habíasido el principal lugar de abastecimiento de víveres de la
ciudad. Petacas llenasde casabe,chicharrones, mangos, hicacos y caimoníes, se
desplegaban como en una vitrina, mientras las señoras discutían con los
vendedores el precio a conveniencia. Mujeres con trapos atados en la cabeza al
estilo pirata cuidaban de las ventas. El pañolón africano revelaba la vieja
procedencia de estoscampesinos de los lugares aledaños de la capital. muchos de
ellos descendientes de los esclavos que en 1822Jean Pierre Boyerliberara. como
Presidente de Haití, cuando invadió la nacienteRepública Dominicana todavía
ligada a la tradición hispánica. Nombres como Mandinga, Cambita, Los Minas.
hacíanclara referencia a tribus de Africaoccidental llegadas siglos antes con la
tratacasi desde los mismos alboresdel sigloXVI.
No podía apartarde mi mentelas conversaciones con Persio.Sagaz,apoyado
en una serie de lecturas casi enciclopédicas, le gustaba inventar historias
inciertas. teorías que entonces llamábamos "inescrupulosas". Una de ellas era que
"todo pueblo para desarrollarse ha necesitado de las dictaduras". Estábamos
imbuidos por las ideasenciclopedistas. Entonces leíamos a Voltaire, a Pelleteine
cuya frase "la humanidad progresa padeciendo" nos parecíaexcepcional. Leíamos
las críticasde arte de EugenioD'Ors; la colección Austral nos permitía entraren
contacto con una seriede clásicos de la literatura y la historiaque a veces leíamos
por puro deseo de agregar cada vez una lectura nueva a nuestra alforja de
"elementos cultos". En el Liceo Secundario Presidente Trujillo, el "LPT".
hacíamos clara exhibición de nuestros conocimientos. Uno de nuestros más
brutales entretenimientos era leer libros casi inalcanzables para el profesor de
literatura, al que en tercer año atosigábamos con preguntas especialmente
seleccionadas hastallevarlo al ridículo.
El Liceo era un hervidero de ignorantes. Los programas de estudio de la
dictadura eran relativamente buenos, los profesores excelentes. peroel cercode la
información y el temor de sobrepasar los límites de las conversaciones hacían
imposible que todosdesarrollaran la curiosidad necesaria comopara ver más allá
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de sus narices.Persio y yo éramos para esa época lectores asiduosde José Ortega
y Gasset. Discutíamos con José Ramírez Conde --casi tres años menor que
nosotros- las lecturas sobre Kant cuyas obras leíamos en las ediciones de
Sopena. Aunque José- luego pintor famoso- era un aspirante a filósofo y
sabía muchas matemáticas, nosotros bajábamos al pozo de la filosofía sólo por
acompañarle, y por mantener vigente nuestra aureola de muchachos capaces de
aterrorizar al profesorcon nuestros conocimientos. Malos estudiantes de biología
o de química, saltábamos como fieras cuando se requería saber fechas de
nacimientos de autores como Balzac o Flaubert, No hacíamos mucha diferencia
entre Juan Valera y Dostoyevski; amábamos con la misma pasión a Pepita
Jiménez que a los Karamazov, y devorábamos indefectiblemente uno o dos tomos
de poesía, en una épocaen la que imitaral Nerudade los VeintePoemas de Amor
era rigurosamente necesario, y en la que saber de memoria varios poemas de
Darío, Nervo, Bécquer, Antonio Machado y García Lorca, constituía parte de la
culturapersonal obligada.
"Te recuerdocomo eras en el último otoño/ eras la boina gris y el corazón en
calma", Zoila escuchabaestos versos con arrobo. Para esos años nos conocimos
y muchas veces los tres (Zoila, Persio y yo) nos reunimos durante la clase de
acuarela,dictadapor el profesor y gran pintor catalán José Gausachs,a hablar de
la poesía como inspiradora de la pintura. Desde este mismo lugaren el que ahora
reconstruyo parte de ese pasado,aprendimos a pintar el costadode las barcazas y
goletas podridas en la dársena pequeña, en el ancón. Sobre el papel corrugado,
luegode los breves trazos a lápiz, tratábamos de imitar la maestríade un Turner,
mezclando aguafuertes y coloresdensos con líneas suaves,como las que William
Blakeinventópara sus mejoressombras y aguadas.
Persio fumaba desde los trece años, Vivía inmerso en un mundo interior lleno
de fantasmas. A vecespasaba días sin probarbocado.Enflaquecía y engordaba de
la manera más increíble. Todo dependía de su estado de ánimo. En Villa
Francisca,- barrioque nos vio nacer y crecer-le decíamos "el Misterioso". Se
le veíadiscutiragitadamente sobre beisbolo ajedrezy desaparecer de un momento
a otro sin que nadie notara su ausencia. B mismo dice que los viajes de Nora
hacia donde la abueladeterminaban esas ausencias improvisadas. Generalmente,
cuando Nora se iba a dormir donde la abuelita con la que solía pasar las noches
debido a la soledad de la misma, Persio "alzaba el ancla" para seguirla, y
compartirpor el camino, Villa arriba, conversacionestiernas y agradables. Eran
todavía muy jóvenes y entre los padres de Nora había predisposicióncontra un
noviazgo tempranero.
La penúltima vez que retorné al país Persio me habló de escribir.
"Deberíamos mezclar nuestros recuerdos e inventar una narración en la que
aparecerían todos". Yo había intentado hacia 1961 un relato sobre mi huida hacia
Los Minas dos afios antes. Le mostré los originales iniciales y me expresó
entusiasmo por ellos. "Tienes madera, lo que sucede es que eres un gran tímido,
un buen pendejo. Continúalo, continúalo".
Aquella vez noté a Persio algo cambiado. Físicamente no era el mismo. Su
pelo negro y su gran bigote "mesoamericano" habían blanqueado de manera
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abrupta. La piel mulata había alcanzado el plomizo, mientras que sus
pensamientos, antes fluyentes comoagua del Ozama,eran lentos, de una lentitud
apreciable. Cerrabalos ojos para contestar. Evadíaciertos temas.
Me enteré de que escribía o pretendíaescribir una novela con los habitantes
del barriocomo fondo. "Debe ser algoquerevelelas angustias de la dictadura".
La dictadurahabíaquedado atrás hacíamásde veinteaftoso Volversobre ella,
tratar de reconstruir esa temáticamaniday tocada insistentemente por los tantos
escritores de todas partesque han encontrado en ella un filón para sus relatos, me
parecíapeligroso.
-Debeóas buscarteotro tema,Persio.
-¿Pero es que no te das cuenta de que VillaFranciscaera un universo?... No
se trata de gentes o de hechos, se trata del barrio. Como fuiste un político
golpeado quieres olvidar. No se puedeolvidar eso; Arielno se debe olvidar.
Habiendo publicado ya varios libros de relatos con cierto éxito, así como
novelas con una temática sobre la dictadura, me parecía que Persio debería
cambiarde tema.Pero era obsesivo.
- y qué dicePatricia.
-Ella no quisiera que se revolvieran las épocas. Sin embargo ella es una
ingeniera, tiene sensibilidad, pero es una mente matemática.
Arrugóel ceño, y se interrumpió de pronto. Estábamos en uno de los bancos
del parque Colón, en pleno centrode la ciudadde Santo Domingo y mirando la
clásica estatua en la que con el brazo extendido el Almirante señala las nuevas
tierras.
-Debo decirte que me voy sintiendo mal. No quisieraentorpecera Patricia y
a las niñas. Pero me voy sintiendo mal.
En principio no entendí la propuesta. Sólo más tarde, cuando Patricia me la
confirmó entendíquedebería tomar unadecisión.
11

Mi queridoPersio:

Desde esta distancia nuestro país parece un poco una opereta que devieneen
zarzuela. Escenario de pasiones tórridas que giran sobre sí mismas. El poder,
como centro de una luchaque cada vez se parece más a la búsquedade lo absurdo.
La palidez del futuro me desconcierta y, sin embargo-llamado por mis raíces,
pienso en volver; pienso en acomodarme, con un mínimo de deudas, y en
dedicarme a pensar; "rumiar" aquello que sé y cuantopuedeaprenderse en el hecho
mismo de rumiar. Cuarenta y ocho agostos me acercan al medio siglo y no lo
creo; me niego a creer que la arterioesclerosis pueda hacer de mí un anciano. Me
miro al espejo y sé que he perdido memoria, he dejado piel en el camino, he
gastado recuerdos y he -ante todo- tomado conciencia de que lo vivido "se
empoza"en el alma como bien dijera una vez César Vallejo. Aspiro nuevamente
a una mecedora; a un buen libro; quisiera dejar complacidos gustos tan simples
como ver la lluvia al ritmo de su propio sonoro rostro; me gustaríacontar ciertas
luciérnagas de pichirrí brillante; aspiro a mantenerme vivo y alerta la conciencia
de lo que me rodea; juzgo necesario para mis fines el afecto de los amigos que
como tú tienen la honradez de sentirse mejor cuando vuelven sobre su propia
biografía y saben que lo vivido es la realidad permanente, porque el futuro es
consecuencia del gerundio que buscaconvertirse en participio.
No sé si estaréen Romalos dos añosque me he propuesto comomínimo. Nece-
sito-lo sé-- del rumorpsicológico de mi pueblo. Aunque reconozca las grandezas
de Césaro de Tiberio, me siento incapaz deentender esta historia tandensa, coronada
en imperios; la de los cónsulesromanos; la de Adriano viviendo en Tívolisu retiro
fmal; la de Cesare Borgiao Alejandro Famese guarecidos bajo el palio divinodel
mercantilismo renacentista que hizomásfulgurante su grandeza papal adulterada,
Si te dijera que Daniel Santos y Bobby Capó -Jorge Negrete y Nicolás
Casimiro- son parte de mi ofertorio, y que los creo tan superiores como el
mejor Ovidio, te sorprenderías; no, mejor lo creerías. Ellos, tan humanos como
Augusto, en vez de conquistar territorios esclavizando, esclavizaron corazones
conquistándolos. Para los nacidos en Villa Francisca y bajo el signo del Liceo
SecundarioPresidenteTrujillo, Flora Beatriz Cabrera y Pérez -Flor Cabreraa
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secas- es tan importante comoSafoparalos griegos. Así como la Greciadebe a


los poemas de Safo una corte de admiradores. VillaFrancisca y Ciudad Trujillo
debían a Flor parte de su fama burlona y de su jolgorio picaresco; creo que en
nuestro barrio se fundó el clasicismo puto, incapaz de repetirse en otro momento
de la historia. Nadie que no viviera en la Villa Francisca de los años '40 y '50
puedecomprender la historia con el sentido que la comprendemos nosotros. El
mundo antiguo, cargado de héroes vacilantes ignora que en Villa hubo héroes
anónimos que ubicados en el contexto de la mitología hubiesen superado a los
dioses homéricos y a los héroes de la Odisea Bastacitara Cacayo de León,quien
tenía tanta fe en el más allá que habiéndose sacado el premio de la Lotería
Nacional gastó su poca fortuna comprando uno por uno los milagros que le
ofertaba, con asiduo reconocimiento a sus poderes, el famoso Dr. Valerio.
Cacayo vestía con sacoy corbataen un barrioen donde la mayoría de las gentes
viajaban en chancletas y en dondela desnudez era el primordial obstáculo para
entrar en los nacientes cinemas al aire libre. ¿Quién negará que Chochueca,
necrofílico inconmensurable, se compara con las lloronas de Esquilo, y aún con
Casandra cuando llevala noticia de la muerte y gimefrente al tambaleante ataúd
del muerto desconocido? Hay sabor a las Coéferas y a las Euménides en
Chochueca; así pues, la tragedia griegaera un hazmerreír si la comparamos con
la tragedia del barrio, en donde los muertos no eranenterrados porque la tardanza
para la recolecta no llegaba a tiempo como para evitar que las autoridades
sanitarias raptaran el cadáver. Grecia y Villa Francisca se parecen; Roma y el
barrio tenían y tienen puntos en común; Napoleón hubiese preferido ser "villano"
a ser un pobre corso sin sentido de la identidad, un pobre general que aún
dominando el mundo y siendo francés, no podíaesconder la traición de su familia
a Paoli, y su terrible ascendencia italiana convertida en voz francesa por un
simple tratado. Uno de los grandes problemas del emperador fue su falta de
identidad consigo mismo. En "Villa" tuvimos Mesalinas y Salomés a raudales.
Salomé, porejemplo, era unasimpleniñade senocomparada con "La China" del
Habana-Madrid, por cuyogolpede barriga perdieron la cabeza políticos y cadetes,
tenientes y senadores, estudiantes y chulos.
Comoves,Romaes mierda comparada con Villa.
Villa no tiene ni tuvo grandes murallas, pero la lenguaviperina y vespertina
de doña Isolina y de Paco Escribano--asiduo visitante- eran todo un muro
semejante al de la China dinástica. Sobre esas lenguas y su poderío se puede
armar el epitafio de mucha genterústica y de otra tanta delicada y "high".
Por otra parte la cloaca Máxima, hecha por los etruscos - o al menos
iniciada por ellos cuandoRoma aún era una flor naciente- era y es un simple
juego de niños comparada con la Cañada del Timbeque --especie de río Aniene
que dividíaa VillaDuarte de Borojol-, o biencon la zanjadel PuenteTamayo,
en donde, por la vezprimera vi flotara un condón que,ingenuamente confund.f-
hastallegaral soplido-- con ungloboo vejiga de cumpleaños.
Por todas estas razones parciales la historia es siempre relativa y es la propia
e intransferible vidade cadaquien la que le confiere un sentido de importancia Si
al viejo Popó-abusador amigo de la infancia hoy casi paralítico-- le diesena
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escoger entre Pompeyo y Muhamad Alí, de seguro-escogería al gran deportista.
Si le diesen a seleccionar sus ídolos mayores, te hablaría de Joe Louis, Porfirio
Rubirosa, y María Antonieta Pons. Para Popó no existen las cuadrigas, ni los
trirremes, ni ha habidoCesare Borgia,ni existióla biografía de GiordanoBruno,
quemado vivo en Montedei Fiori en 1600, cuandodesde los balcones de la plaza
la Iglesia Católica y Romana miraba a los herejes y los compadecía asándoles
como el chicharrón de la friturera Machana, cuya vasija de aceite no sólo
quemaba porcinos hasta tostarlos, sino que tostaba fritos y empanadas bajo la
mirada, también desde los balcones, de los parroquianos que habitaban en las
cercanías de las calles Caracas y Enriquillo. El olor a fritura tenía el mismo
efectodel copalazteca: abríael apetitode los dioses.
Si a mí me dieran a escoger entre Végere- como le llamo a mi hombre
primitivo, aquel que inventó el primer instrumento- y Albert Einstein,
descubridorde la relatividad, me quedaríacon Végere,porque los hombres que
idearon los instrumentos iniciales enseñaron a hombres como Einstein las vías
del pensamiento.
Tú qne eres escritor; tú que tienesel divino don de la palabra, y que eres capaz
de convertirel truenoen gramática, ¿porqué no escogestu barrio y narras la vida
rítmica de esos últimos años, en los cuales las relaciones de poder cambiaron, los
buenos se hicieron malos y los malos quisieron ser buenos? ...
Te acordarás entoncesde Manolo, nuestro amigo literato, ido a destiempo por
obra del destino y ubicadoahora en los nueva yores,allá entre los ruidos del tren
de Manhattan, en donde, según dicen, tiene otro rostro, y en donde, según
también me informan, escribe unas historias de infanciaqueriendo capear el duro
atropello que la vida condujocontraél cuandosiendoaún él casi adolescente, fue
atrapado por la dictadura.
Tú que eres escritor y no un simple secretario político, como yo, podrías
reconstruir parte de esas vidas, y más que las vidas, del barrio, Ahí tienes a Juan
Vicente, tienes a Laura, tienes a Emilia, tienes a ISo, tienes a tantos. Cada uno
de ellos es una vida girandoen tomo a Manolo.
Sé que Manolo ha terminado odiándote. Hubo aquella silenciosa lucha entre
Laura y tú. Hubo esos años en los que Laura quiso ser la ramera prestigiosa.
Hubo ese tiempoen el que por despechoManolo llegó a los predios de Emilia, y
hubo aquellos momentos en los que una vez caído en el terror, el viejo
oposicionista no pudorecuperarse.
Bienamigo, son las 12:30 de la mai'Iana - o de la tarde-. Las oficinas se silen-
cian.Siendo jueveses casi viernes, y el viernes es virtualmente la antesala del sábado.
Comosabes, los sábados- no olvides las saturnales ni las relaciones sábado-saturno
quejustifican la existencia de Baco- son festivos. Dionisio ríe y llamacon toda su
fuerza desde suombligo rojizo a quienes desean gozar del delirio quedejaentrelas ce-
jas el ramofermentaOO de la vid quecorona nuestra frente. ¡Aleajactaest!
Post Scriptum: Te anexo copia de la esquela que anuncia la misa de Flor,
fellecidaen 1977.En la calle Caracascon esquinaJacintode la Concha, todavía,
al pasar, renaceen mi interiorel tango Madreselvas.
III

Mi querido Papiro. Qué bien me siento luego de haber leído tus primeras
líneas sobre Roma y Villa Francisca. El paralelo es interesante. Y es que la
historia universal no es otra cosa que una selecci6n maliciosa e interesada de
hechosque no toman en cuentala vida mínima de los seres. He pensadomucho
en escribirme unas cartas a mí mismo- perdona la infausta construcci6n
pleonásmica-, siguiendo la línea de tu primera carta. Sin embargo, esperaría
nuevasletras tuyasy comentarios sobrealgunos capítulos sueltosde la vida en el
barrio, así como quizás la reacci6n de personajes vivientes, como Manolo, de
quiense dice viveen el misterio total.
A cada carta que me escribas o que yo me escriba anexaré un capítulo que
Manolo, o tú, o quién sabe, comentará. Tal vez esto permita que pueda
reconstruir vivencias, pero no biografías. Hace ya tiempo que reniego de esas
historias lineales que comienzan y terminan. La vida no es lineal, sino
multiescénica, se manifiesta en un tiempo y espacio cargado de hechos
simultáneos, no lineales, no argumentales. De ahí que esté totalmente de acuerdo
con tu concepci6n de un mundo mínimo en el cual es posibleencontrar las bases
de historias similares a las que se dicen ser las historias fundamentales de la
humanidad: corno si Safo no hubiera nunca tenido mal de axilas o corno si
Jesucristo jamáshubiera defecado. Uno de los males del hombreha sido encubrir
aquello quele avergüenza, sin embargo muchas de las vergüenzas encubiertas son
realmente la prueba palpable de la hominizaci6n misma. Adán y Eva con sus
famosas hojas sobre el pubis, Manolo con su nueva faz pero con su misma
biografía insoslayable, el expertosexólogoque ha tenidoque divorciarse varias
veces porqueno entiende el sexo.
El tr6pico se diferencia del mundo boreal en sólo una cosa:la sangre se infla
con el calor, y se cuaja con el frío. Una siesta puede ser fundamental para
entendera Platón;las mejores ideas son producto del sopor. No creo en la teoría
de que el fríoresultamásagradable a las ideas.
En este día bajo las escalinatas de la Biblioteca- y pienso en reunir las
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experiencias de años casi perdidos en la bruma.Me propongoretomar temáticas


que habíajuradono volvera tocar. Deboreferirme a mi aldeano país, a esta tierra
pequeñacubiertade montañitas, pequeños ríos, bosquecillos y afluentesque son
pocacosa comparados con las alturasdel Kilimanjaro, o con las aguas relucientes
del Ganges y del Nilo. ¡Oh, mi pequeño país con su aparente historia diminuta,
con sus microscópicos chismes y sus verdades liliputienses! Vida gullivéricaque
no interesa tanto como la de los enormes prados del Oeste norteamericano en
donde un búfalo tienepermisopara instalarse en la moneda. Vida ínfima que no
es capaz de ser notada desde afuera,porque nunca hemos sido un pequeño país
dominador, tal y como lo fueran Inglaterra, o Portugal, en cuyas manos
diminutas se formuló un colonialismo que abarcó la selva amazónica o un
imperialismo que se anexó medio mundo.
Sin embargo mi pequeño país con su explotado vientre, es y ha sido el
laboratorio de numerosas realidades apenas perceptibles para sus propios
habitantes.
Suprimirlos libros que narran hechosuniversales será una locura, pero sería
como desbrozar el camino, dejar el paso a la maquinaria inicial, al pasto inicial
del cual se alimentan los rumiantes iniciales.
Tras tu primeracartay desdehacedías, como un rumiante, analizoy vuelvoa
analizar- con mente y paladar- los hechos "insignificantes" que viven y se
agitan dentro de los hechos mayores. Como un cirujano que abre lentamente y
ata con pinzasórganos, vasos y venas para controlarla hemorragia y alcanzarel
órgano afectado, he ido haciendo la prueba de identificarlos hechos tal y como
aparecieron, demostrando que es absurdo narrar de comienzo a fin, y que las
historias de la vida y de la muerte no terminan nunca, no tienen final a no ser el
final acomodado que el narrador, el novelista, genera para poder salir de un
charco, de un pantano que él no hacreado pero que debesolucionar.
Por tales razones identifico hechos, diseco realidades mínimas pero
contentivas de lascategorías de las realidades circundantes.
Una gota de agua de mar no es el mar, pero contienelos elementos químicos
del mar. ¿Es un mar en miniatura? .. Posiblemente peces insólitos y
mocroscópicos navegan en la gota; posiblemente algas y caracolas se mueven
dentrode un aguafertilizada por la vida; es posibleque toda pequeñez sea el feto
de un abigarrado "hecho histórico".
¿Me explico? Cuando el viento de la mañana refresca con un golpe de
perfumela oficina en la que escribo estas líneas, ya no es un simple viento. Ha
pasadopor el jardín,por el rosalcercano robándose parte de la personalidad florida
del vivero que, ahora, es menos vivero. El viento que asaltó el vivero y que
perfumaesta oficina no era el mismo viento antes de pasar por entre las breñas
del rosal. Tieneahora una biografíamodificada, una nuevapersonalidad, por esa
razónlo percibo. De otro modosería unode los tantosaires anónimos que andan
de aquí para allá sin que nadie los note. Ese aire se ha humanizado, porque al
pasar por las rosas ha tomado algo del jardinero, se ha transformado en un
familiar transparente de quien hizo el injerto y a su modo está o debería estar
MATERIA PRIMA 21
atado a los sueños de quien planificó no sólo el perfume sino la mínima
presencia de lasespinas.
Todotienealgo de todo. La pequeña gotade lluvia -no de agua de mar- se
desliza sobre el lodo y sin darse cuenta se pone en contacto con huellas
milenarias, llevándose, sin saberlo, el paso cansado de quienes rebasaron hace ya
tiempo los pocosañosde vidaque constituyen la biografía de un ser viviente.
Me impresionó mucho ver en Pompeya el gesto doliente de los amantes
atrapados por la cenizahirviente, quedando para siempre sellados en la historia de
una escultura catastrófica que revela que todo gesto puede ser perennizado. Si
hubiesen muerto sin lava encima¿cómo podríamos hoy acordarnos de su dolor,
cómo podríamos imaginar el plástico movimiento de aquel perro que
estrangulado por el sufrimiento dobló su cuerpo en un último ladrido
helenístico?
La naturaleza es capaz de -a veces-e- solidificar los momentos cotidianos.
Las huellas de gatos prehistóricos en las ruinas de viejos edificios construidos
con argamasa y barroson testigos de una biografía distante, conocida s610 en un
frívolo hundimiento de garrassobre el fresco ladrillo obra del hombre. La arena
de los desiertos peruanos conserva en Paracaslas telas que manos pequeñas con
uñas sucias de espanto tejieron antes de que los hombres de la costa americana
conocieran el uso de las vasijas.de barro.
Hechos pequeños se unen para configurar lo que muchos consideran su
historiaparticular. El yo humano cuandologra algúnéxito anexa su triunfo a su
propia personalidad sin apenas considerar que detrás de cada gesto humano hay
milesde gestos muertos, sacrificados en beneficio del gestoque vendría.
La vida cobra vigencia. Miro las escalinatas mojadas y pienso que no es
importante que sepamos la historia completa; pienso que la única historia
posiblees la historiafragmentada que dice realidades productode un momento
único. Perseguirla historia de alguien y tratar de completarla es una traici6n a
todabiografía. La obligaci6n de narrarcomo narran los demáses algo agotador.
Podríadecirque durante años he escrito diversos capítulos de realidades mínimas
que nunca serán partede una novela. Los llamaba materia prima; estaban y están
ahí como una fuente de la cual puede el novelista nutrirse e inventar. Sin
embargocansadocomo estoy para ordenar biografías e inventarme personajes,
prefieroque comiencen a salir tal Ycomo surgieron de la realidad, labor que he
discutido conmigomismo.
La vida cobra vigencia. Ha llovido torrencialmente. Los dos grandes
almendros que sirvende centinelas en la entradade la casa han cubiertocon sus
hojas color amarillo-vino el pavimento. En los pequeños charcosque se forman
dentro de las hojas ya los mosquitos han desovado: es posible ver ahora los
gusarapos microscópicos nadaren los estanques diminutos compuestos por diez o
doce gotas de lluvia fundidas en la concavidad a simple vista plana, pero
relativamente profunda, si comprendemos que en cada charquillo artificial se
mueven decenas de larvas cabezonas, cuyo únicouniverso marino es un horizonte
alcanzable dentro de unaahuecada hojade almendro.
22 MARCIO VELOZ MAGGIOLO

La vida cobra vigencia. En unas horas los primeros cínifes navegarán por su
aire buscando a quienes punzarcon la finalidad de robustecer su vida breve.
Cotidianamente a nuestro alrededor miles de acontecimientos similares se
desarrollan sin que sepamos que existen pequeños, microscópicos hechos,
quehaceres imperceptibles que sólo son tomados en cuentacuandose manifiestan
como formando parte de una mismabiografía.
El mosquitoque picó a Carlos 1. Finlay no tenía importanciahistórica hasta
que no nos dimoscuentade que la muerte anidaen cualquier charcodiminutoy de
que vidas diminutas viviendo su biografía en la sangre de animales mayores,
transforman esa biografíagigantesca, la limitan,la cargande nuevo sentido o sin
sentido: nadie, al escribirla biografíade Finlaypodría olvidarlos duros capítulos
de sus fiebres altas, de su malaria terriblemente selvática, de sus calenturas y de
sus ingentes sueños y delirios, al borde de una muerte producida por pequeños
seres que desovando en sus glóbulospreservaban la especie pequeña en base al
debilitamiento y la caídade la especie grande.
El infusoriovil descubierto por Pasteur alcanzó fama sólo cuando nos dimos
cuenta de que durante milenios lo habíamos ingerido incorporándolo al turbio
torrentede nuestra sangre, vía- como dirían los burócratas de la biología-- los
jugos gástricos y las enzimas. Sin embargo nadie ha escrito la biografía de un
infusorio. Llamémosle Infusorioluancho. Nadie ha dicho cómo nació Juancho,
él -infusorio no genérico-e, cómo creció, cómo llegó a su máximarealidad de
infusorio y en qué se convirtió cuando fue deglutido, asimilado, y transferido
hacia el mundo de las heces fecales vía intestino grueso o vía riñón. Nadie nos
hablade la vida y biografía del infusorio y de sus reacciones clínicasdentro de un
riñónartificial,nadie nos ha hechouna relaciónclara del glóbulo blanco llamado
Terencio-¿por qué no?- y de su triste función como defensorpermanente de
una zona del ano, o de las mucosidades nasales. Cada célula tiene una biografía
personal. Para mi son más admirables las células del hígado que las de las aletas
de la nariz. El cuerpo humano, todos los cuerpos, están organizados como un
sistemade clases; todo cuerpo es un sistema clasista. Una sociedadde clases en
cuyos privilegios está el de zonas y panes más importantes que otras. La
naturaleza ha sido reaccionaria, pero para cambiarsu orden habríaque cambiar la
vida
Sería perogrullada señalar por igual que nadie ha escrito la biografía
sincrónicade un ciempiés- que es algo más animadoque un infusorio-- como
si la biografía de todos los infusorios o de todos los ciempiés fuesen similares.
Nuestro error ha sido reducir a conjunto 10 que en última instancia es vida
particular. En nuestrabiológicainspección de la vida dejamosen la categoría de
géneros y especies las miles y los millones de biografías dexosírribonucleícas
que caracterizan las herencias y los cambios de actitudes: el virus de la gripe
nunca es el mismo y en cierta ocasión las cucarachascrearon defensas contra el
DDT, transformando sus particulares modelos genéticos de vida.
Narrar, es por tanto, asimilar pequeñas realidades. Narrar no es escribir una
historialógica. No. Nada de lógicas. Si a un grupo humanole interesa saber qué
MATERIA PRIMA 23
cosas tiene un escritor en sus gavetas, debe recibir con aplomo y con respeto
esos documentos, esos escritos. Sería entonces injusto pensar que porque el
relato es inacabado, o porque son simples notas no deben ver la luz. Es injusto
pensar que toda narración debe estar acicalada y lista para salir a un escenario
tradicional. Una cosa es cierta: cuando el escritor está cansado sólo puede producir
materia prima. Cuando el escritor está borracho, o desvelado y escribe como
ejercicio, esta materia prima se convierte en fuente de posible futuro. Lo deforme
tiene derecho a la vida.
Narrar sobre la narrativa es una manera de vencer la soledad. Narrar y dejar.
Narrar e ir sucumbiendo ante la incapacidad de terminar "lógicamente" lo narrado
cuando la enfermedad te tiene acorralado y percibes la muerte en cada objeto.
IV

La decisión sería fácil. Reorganizar ideas ajenas, revivir vivencias de otro,


reformular experiencias comunes, son una tareadifícil, por no decir imposible.
Era lo que me planteaba Patricia Rosado cuando, apenas llegado de Roma, me
llamótelefónicamente. La conocía desdemisañosde universidad; habíaluchado
en las filas del Movimiento Clandestino 14 de Junio contra la dictadura. Sufrió
torturas y vejaciones en las cárceles. Luegotiempo después casócon Persio, otro
amigo de infancia
Persio y yo habíamos tenido grandes afinidades. Durante mis viajes
diplomáticos y periodísticos a diversos lugares del mundo recibí siempre su
visita y sus preguntas como parte de una curiosidad insaciable. Me sentaba
durante largo tiempo a narrarle paso por paso algunos detalles de mi vida
diplomática. En algunos de sus libros aparecen experiencias mías; se las cedí
desde un primerinstante. El era el escritory yo el aficionado a las letrasque leía
con fruición y admiración la literatura del amigo.
Luegode la muerte del dictador Trujillo, terminada la Universidad, me enrolé
en algunas actividades culturales en el exterior. Contratos con Unesco; visitasde
mensajería a reuniones previas a Ministros y Secretarios de Estado; conferencias
generales sobrepolíticas y desarrollo. Pocoa pocome convertí en unamodalidad
de "especialista", y desde la Cancillería salí variasvecesal servicio diplomático
en los más disímiles gobiernos.
Un diplomático termina perdiendo sus ideologías básicas. Se va acomodando
a los intereses del "Estado" que sirve. Es algo así como parte funcional de un
engranaje del cual no le limporta el fin. Habiendo sollado ser diplomático de
carrera, casi lo logro. Mis conocimientos de organismos internacionales me
encontraron siempreen el sitio clave. Mis idiomas, aprendidos casi al desgaire,
me proporcionaron un formidable trillo.En un país como Dominicana dominar
cinco o seis lenguas más o menos formalmente abre las vías hacia cargos
mayores. Así pues Persio y yo nos alejamos por razones de trabajo. El fungió de
corresponsal en algunos lugares de Sudamérica y vivió en los Estados Unidos
durante unos años,mientras escribía un par de novelas que la críticadominicana
26 MARCfO VELOZ MAGGIOLO

acogió con silenciosa placidez, pero que no cruzaron las fronteras de las grandes
editoriales.
En sus cartas Persio se quejaba de que en los países chicos era todo un
infierno ser escritor. Decía que muchos escritores latinoamericanos desconocidos
en Europa, eran, realmente, grandes narradores y en parte superaban la literatura
francesa o bienespañola del momento. Sinosardecírmelo se contabaentreéstos.
Lamentaba queparapoderpublicar un libroen Seix Barral o en Argos-Vergara se
hubiese de tener un padrino, alguien que desde dentro convenciera al lector de
originales de que podría ser por lo menos negocio mínimo el dar a la luz a un
nuevo narrador latinoamericano.
Patricia me dio una mala noticia: Persiohabíasufrido una recaídacancerosa.
Tenía la obseión del escritor que jamás terminaría el último libro. Y el último
libro, según él, sería una especie de novela por contrato; se le había exigido
entregarla en no mucho tiempo. Había intentado escribir día por día, pero
resultaba imposible. Desde la llegada al poder del gobierno que en esos
momentos regía la nación, sus entradas económicas mermaron y sus
posibilidades de trabajo disminuyeron. Prácticamente cercado aceptó escribir.
Patriciame mostró un fajo de papeles sobreexperiencias. Me dijo que había
allí personajes repetitivos, cartas, meditaciones, pensamientos en voz alta.
Cuando me sugirió quedebería ayudarla lo hizocongranfuerza de convicción.
-Persio no terminará esa novela. Sin embargo tú puedesorganizarla, y creo
que podrás colocarle los puntosfinales. Los editores no tienen por qué enterarse.
El estáde acuerdo en que sólo tú puedes terminar el libro.
Miré a mi alrededor y vi el vaso verde que le había traído de Katmandú a
Patricia y Persio cuando se desposaron. Entonces reconstruí parte de una
conversación que hablaba de retomar sus recuerdos del viejo barrio de Villa
Francisca. Había escrito trozos aislados, pedazos de un tiempo ido, ideas,
experiencias perdidas, sombras inconclusas. Me decía que poseía varias cintas
grabadas de Papiro, quien ahora vivía en Roma y había sido uno de los más
amables compañeros de infancia. El infortunio político la llevó a Nueva York
desde donde salió hacia Finlandia expulsado por actividades comunistas, para
luego quedarse en Roma, la vieja Roma que le permitía ganarse la vida como
secretario particular de un importante político italiano, camarada y amigo.
Por la ventana de la sala, cubierta con dos cortinas de colormostaza, entraba
un fresco ventarrón. Estábamos en octubre.
-Patricia, apenas he escrito un par de cuentos. Apenas soy un lector
mediocre de todocuando leo, dije.
Ella me tomó suavemente de la manoderecha.
-Cuando hayas leído estos originales te darás cuenta de que puedes
continuar. Sonpartede una vivencia común, me expresó.
Si era cuestión de vidao muerte entregar una novela- y asíparecíarevelarlo
el interés de Patricia-, ¿valdría la pena hacerel intento?
MATERIA PRIMA 27
La coherencia de Persio fue siempre su más sesudacaracterística, Esperaba.
por lo tanto un fajo organizado, un argumento más o menos esbozado, unos
personajes clarosy ya delineados en algún papelque me señalara cómosería cada
quien. Es más, pensé, que aún en su lecho, Persio podría darme algunas
orientaciones, por lo que pregunté a Patriciasobreello. Le sugerí una entrevista
conél acercade estasposibilidades. Sóloél, ahoraen su lechode muerte, tendría
claramente delimitadas las fronteras de su creación. En el fondo quería ver su
reacción; ¿cómo reaccionaría el viejo amigo ante la presenciade un intrusoque
por sugerencias extrañas deberíapenetraren el mundo de unos personajes que
sólobullían en la imaginación del mismo creador? .. Me vinieron a la mente los
años juveniles. No sé por qué pensabaen el Enrique IV de Pirandello. Cuando
me acerqué a Persio me di cuenta de que no había posibilidadde proyecto de
entrevista ni de nadaparecido. La habitación estaba envuelta en la densahumareda
deltabaco.
Postrado, cadavérico, esbozó una sonrisa. No podía hablar. Simplemente
hacíagestos, comoesos muñecos de las ferias. Su rostrose habíadesfigurado. La
cabezase había tornado calza totalmente y sus uñas tenían un tinte plomizo.El
escritor moriría con sUS' fantasmas dentro: nuncaterminaría su relato.
Las noches siguientes a este desolador encuentro con Persio fueron muy
agobiantes. No había recibido los originales de manos de Patricia. Mi decisión
aún no estaba tomada. Hablécon Zoila, mi mujer. Me dijo que era ir demasiado
lejos. Según ella Patricia deseaba concluir algo que ya estaba del todo
inconcluso. Lo mejorseríaolvidarun proyecto de ese tipo. Lo mejorsería pensar
en que las ideas de Patricia sólo convenían al editor. Sin embargo algo me
atormentaba, Había discutido sobre el concepto de Villa Francisca, nuestro
barrio, que tenía Persio. Era realmente una visión pesimista aunquenunca recibí
nadaescritoni conocínadaespecífico sobreesa visión. En algunas ocasiones me
dijo que tomabanotas; que hacía apuntes, que de alguna manerase vengaríade
algunos que no fueron sinofarsantes.
Era casi imposible aceptarde Patricia los originales y luego decir "no" a su
propuesta
-Tendrás que escribir algún día, me había dicho Persio en una de mis
últimas visitas a Santo Domingo. Tendrás que darte cuenta de que la vida en
Villaera partede la historia universal. Siempre decíaeso; siempre comparaba los
tiempos pequeños con los tiempos grandes, mezclándolos. Le gustaba
sonoramente aquel poemade Aquiles Nazoa, el del caballoque comíajardines,y
gozaba cuando oyendo un disco en la voz del poeta éste describíael pobladoy
decíamáso menos que "unavezen ese pueblo hubouna guerramundial". Porque
para Persioen todo momento la historia se repetía, y las historias grandes cabían
en las pequeñas comoen unagotael mar.
Le hablé de mis viajes por El Caico, de mi visita a Nepal,de los lamasterios
del Tibet, Le hablédel aislamiento del hombre. Me dijo que todoaislamiento es
una especiede cobardía. de huida,y entonces me habló largamente de Manolo,
del querido Manolo,ahora en NuevaYork o quién sabe, el que segúnPapito se
28 MARCIO VELOZ MAGGIOLO

había escondido detrás de unas gafas negras y vivía dentro de un ambientede


viejas y señoras de edadqueen partesuplían su tristeza materna, porque siempre
huyó de loscariños de la madrastra. Manolo era unaobsesión para Persio.
-Si pudiera mezclar partede su vidaconla mía, daríamos, entre los dos, un
buenrelato. Podríamos fundir nuestras biografías y convencer al mundode que
vivirsoloes un error.
Mientras hablábamos de Manolo me anunció que tenía algunas cartas de
Papiro y que éstas le habían inspirado otras. Me dijo:
-Escribirse cartas no es un delito. Imito tan bien a Papiro que no sabrías
cuáles me envióél y cuáles me enviéyo.
Persioteníaesa parabólica forma de hablar. Gozaba trasponiendo la realidad.
Destrozándola. Recreándola en cada frase. Vivía en un mundo pleno de ideas
ajenas que él recomponía tomándolas nuevas; creo que miraba la vida desde un
plano diferente. La imagen de la realidad que veía era siempre un foco de
transfonnación. Por eso sus ideasde hacerde VillaFrancisca el personaje básico
de sus narraciones me parecía algo interesante, aunque no sabía cómohabríade
lograrlo.
Patricia me llamóinsistentemente por teléfono. Queríaque le confirmara mis
balbucientes promesas. Porlo menos veríapartedel material.
-No, verlo no. Tienes que trabajar en él. Eso queda entre nosotros. La
familia telo agradecerá.
La familia eran dos hijos del primer matrimonio de Persio con Laura, ya
hombres hechos y derechos, y dos adolescentes de 13 y 15años, cuyos retratos
colgaban sobre un viejo piano de cola en dondePatriciahabíaestudiado largos
años para hacerse concertista- como toda buena hija burguesa- antes de
ingeniera.
-Nada de agradecimientos. Nada. Comprenderás que resulta para mí algo
engorroso. He consultado con Zoila, y ella cree lo mismo. Sería como
inmiscuirse en la mente, en el alma, en-el espíritu de Persio. Sería como
atropellar un mundo de fantasías quesóloél tienederecho de poseer totalmente.
Sin embargo la nochedel 15de noviembre de 1985 sucedió algo inesperado.
Estábamos a la mesa Patricia, Zoila y yo, cuando vimos aparecer a Persio
vestido de frac. Apenas podía mudar un paso. Nos hizo señas de que no nos
preocupásemos, él llegaría a la mesapor cuenta propia. Era la primera vez que se
levantaba de su lechoen los últimos meses. Patricia se quedó paralizada, y Persio
caminó lentamente. Se habíaafeitado, llevaba unosmocasines de charolque me
pareció haberle vistocuando me visitaba en Madrid, durante la tomade posesión
de Felipe González. En efecto, eranésos.Los descubrí porque el calcañal estaba
confeccionado con material diferente, algo así como piel de víbora. Mientras
avanzaba, la camisa blanca, de brocados ondulantes alrededor de la botonadura, le
bailaba. Era ahoratres o cuatro números mayor que la queél necesitaba. Traíaun
cigarrillo entre los dedos. Se detuvofrente a la columna que daba al tope de las
escaleras. Patriciasentóselentamente. Zoilay yo nosmiramos sorprendidos. En
MATERIA PRIMA 29
nuestra visita al Dr. AntonioFrades, también viejo amigo, éste nos aseguró que
Persio jamás se levantaría de su lecho. Tan fuerte era el cáncer, tan
profundamente lo afectaba que Fradesle daba unasemana de vida.
La reunión en casa de Persio y Patricia, se inscribía dentrode la insistenciade
ésta para que trabajara en aquellos escritos.
Vimos entonces cómo Persio extrajo de una bolsa una pistola y cómo se
voló la tapa de los sesos sin que pudiéramos hacer el mínimo esfuerzo por
evitarlo.
La tragedia fue conmovedora ¡Para qué narrar aquel espectáculo increíblel
¡Atosigante!
Recogí el arma. La policía la incautó luego porque Persio no tenía permiso.
Harían un experticio para determinar sus orígenes. Días después yo le diría a
Patricia:
-Patty, después de la muerte de Persio no creo ya que valga mucho una
revisión de aquellos textos. Sin embargo es ahora cuando la curiosidad me
invade...
Ella, en los días finales de diciembre, me envió el fajo.
He comenzadoa leer. En algún lugar aparecensugerencias sobre una posible
"materiaprima".En otros el escritor que era Persio se muestrafeliz,eufóricocon
la narración de unarealidad que no parece real.
v
UN CAPITULO DE PRUEBA

IsolinaTavárez dejó reposarsu cuerpopesadoy decadente sobre el sofá con


tela adornada de flores amarillas y rojas. Durante la noche anterior no había
podido dormir, Se m.iró el anillo de rubíes obsequio de Paco, y tomó a recordar
aquellos años de la dictadura durante los cuales, mal que bien ella tuvo su
importancia señeraen el barrio.
Sentadaen su semi-trono de resortes mugrientos la idiota de Emilia apenas
bostezaba Isolina la miró de soslayo, comoquienno quiererecordar el pasado,y
observando el pasaporte rojo con el que viajabaa New York cada mes, pensó en
las jugadas del destino. Del destino vivía y del destino moría, porque había
instalado en la calle de la Concha una casa de premoniciones, y viajaba a los
Estados Unidos para servira la coloniadominicana y puertorriqueña que buscaba
hojas, sales, baños,pañuelos de listadoy pronósticos.
En su casade madera, montada sobreunaaltaaceraresultante de la nivelación
de la calle en los años 40, Isolinavolvíaa tener la pesadilla: Paco, el humorista,
el archipámpano de la carcajada, el rey del disparate, habíamuerto cuandoesbirros
de la dictadura le golpearon acremente conpequeños sacosde arenamojadaque si
bien no dejaron marcas en su piel, reventaron por dentrosus bazos, sus hígados y
sus entresijos. De Paco le había quedado el guacamayo verdiazul, amarirrojo,
naranjitomasolado, que repetía frases cojonudas como aquellasde "mamila llegó
el obispo, llegóel obispode Roma; mamitasi usted lo viera,qué cosa linda,qué
cosa mona", y las repetíacon esa músicaque Paco les ponía cuando se burlaba a
a hurtadillas del generalísimo, de los familiares del generalísimo, y de algunas de
las garambainas de la dictadura.
Isolina esperaba el momento de la venganza, y el momento, parecía haber
llegado. La historia de Manolo se podía resumir según las "malas lenguas" en
unas pocas palabras: opositor del régimen que obligado por el mismo a
permanecer dentrodel barriode VillaFrancisca, comenzóel intentode recuperar
su libertad con simples soplos al servicio secreto, quedando apresado luegoen las
redesde la deJación y de la muerte.
32 MARCIO VELOZ MAGGIOW

Ahí estaba Emilia, babeando, esperando la llegadade Manolo, porque en los


momentos más cruelesde la dictadura, cuandola patrullade caballos con jinetes
de acero exigía los papeles, las cédulas y las identificaciones, Emilia se jugó la
vida por Manolo,que entonces recitaba precisamente los versos de "Phocasel
campesino hijo mío que tienes"...
Todo ha pasado como en una suerte de cinematografía. Ahora falta esperar.
Manoloni siquiera sabe que Emiliaha perdidolos sentidos. Ya el barrio no es el
mismo, la dictadura ha desaparecido, pero aquellos que la hicieron posible, de
algunamanera debenpagarun pocosu pecado.
Doña Iso, que así le decían sus amigos, había sido la amante venteañera de
Sebastián Hernández, con quien había tenido dos hijos, Emilia y Rafael. Más
tarde,ya por los años 50 se habíaamancebado con don Gilberto Astudillo, quien
era dueño de una gran tienda de telas en el momento en que ya los estampados
lisoscomenzaban a declinar. Fue Astudillo quien le compró su casa de maderade
clavó allá en el barrio de Villa Francisca, en donde realmente los propietarios
eran muy pocos. Se recordaba en todo el barrioel día en que doña Iso llegó con
sus muebles en un camión marca Diamond, cuya cama se veía cargada de
cortinajes, mecedoras de caobarustica, y hastaunavictrola pasadacon la queella
se deleitaba a veces escuchando las grabaciones que en los años 30, justo al
ascenso de Trujilloal poder, hubieran grabadoEduardoBrito y Antonio Mesa,
ChitaJiménezy otros. A Britolo conocíadesdeSantiago, y cuandodebutó en el
teatro Travieso de la avenida Trujillo Valdez. Estuvo de acuerdo con don
Francisco el zapatero quien le musitó al oído, casi en son de enamorado, "ese
Brito llegará lejos". Y fue en verdad así, porque Brito cantó luego en toda
Europa, y llegó a grabar música con grandes maestros. De Jacinto Guerrero
cantaba la zarzuela Los Gavilanes, que Paco, el Archipámpano, teníaen discosde
78 revoluciones por minuto. Pero también gustaba doña Iso de las magníficas
visitas de los artistas de la época. Si bien la casa estaballenade maricas de día y
de noche y se decía que doña Iso era de las que informaban al gobiernode todo
cuanto se hablaba por los callejones del barrio, lo cierto es que también se
suponíaque su cariñopor los seres "raros y divínos" veníadesdelejos, desde sus
épocasde prostituta antesde ser queridade Sebastián Hemández, tiempos en los
que Santiago comenzaba a ser un centro de cultura importante diferente a la
capital, y momento en el cual ya los maestros de la música popular de aquella
ciudad se mezclaban con los grandes divos cubanos como lo fueron los que
cantaron en las tantascompañías de bufos venidos a Santiago y a la capital.
Doña Iso era fuerte para eso de los insultos. En VillaFrancisca se le conocía
con el motede "boca de fuego", y era en verdad temible. Acusaba a las vecinas de
ser cuerneras, emitía gruñidos de bruja, y su corpachón de más de doscientas
libras se balanceaba como una mecedora cuando, como tomando impulso,
apoyaba sus palabras y palabrotas con gestos obscenosaprendidos en los años
másturbios de su desconocido pasado.
Doña Iso miró haciael cielorraso de la casona,ahora medioderruido. y echó
mano de la escoba de mangolargo para desenredar el polvo que más de quince
años de desinterés habían dejado flotando en una red producto de las arañas y
MATERIA PRIMA 33
arañuelasque pasaronsin cuento en temporales posteriores a la propia dictadura.
Se miró las arrugadas manoscon las que ahora echabasuertes en New York Yse
creyó capaz de, con ellas, tomar por el cuello al turbiode Manolo y romperle el
gazñote como se los quebraba a las gallinas en aquellas noches de sancocho en
las cuales Sijito, el maricón más bello del barrio, cocinaba enormes asopaos de
todo tipo, mientras el coronel Salado miraba ya de reojo a Emilia que estaría
entraditaen carnes y parecíamásapetitosa de lo que en verdad fue.
En el sillón con tapicería de flores se iniciaron los románticos besuqueos de
Emilia y Manolo. Todo el mundo lo supo, menos ella. Y cuando la gente
comenzó a runrunearque Manoloera enemigode la situación y los amigotes de
doña Iso se lo echaronen cara como una vergüenza, Emilia fue la que se llenó de
coraje y casi se largó con su hombre, el que luego, -¡cosas de la vida,
caballerol- se perdió en el vicio, en la muerte,en la delación y en otras tantas
vainasde las que el barrio salíacuandoManolocomenzaba a entrar.
Eran las seis de la tarde. En los años cincuenta Villa Francisca era un
vecindario. Se podía escuchar el retintín de la radio trujillista con merengues,
guarachas,mambos,danzas y boleros en honor al generalísimo. A dona Iso, que
se levantabatemprano, te encantabaaquel programadel locutorque se llamabaa
sí mismo El Madrugador y cuyo lema era "Siemprealiado del Benefactor". La
gente le conocíade sobra, y cantabaa coro aquel tema musicalcuya letra rezaba:
levántate temprano y vete a trabajar. Porque ni más ni menosen esa época era
muy cierta la frase del generalísimoque se leía en todos los locales del Partido
Dominicano: Mis mejoresamigos son los hombresde trabajo.
- y cómo coftono van a serlo, dijo entonces Manolo, si este viejodel carajo
explotaa todo el mundo.
-Manolo te van a joder un día. déjate dependejadas que esta gente no come
cuentos. No es saludable que olvides lo que le pasó a Blanco, el jugador de
beisbol,que lo encontraron, ¡carajol con los ojos fuera y la boca cosidacon hilo
de cerote.
Manolovolteabalos ojos como en son de burla, Y luego seftalaba que aquella
vaina acabaría pronto, que conocía a fondo que todo se iría al carajo. Y era que
Manolo había perdido un tío cerca de Puerto Plata en 1949, cuando se dijo que
aquel carajo de tío se había alegradode la invasión que en ese mismo año entró
por el norte y que Trujilloaplastó brutalmente. Este Manolo llevaba dentro esas
heridasy por talesrazones se le fue haciendo la famade opository de necio, fama
que doña Iso sufría horrendamente porque en su casa, que entonces era "casa de
buenas relaciones", se presentaban visitantes y gentes del gobierno y artistas y
personalidades de la farándula que elogiaban su compostura de Dama Antañona,
de Flor de Yumurí, de Sitiera Mía, piropos que ella gozaba con los discos y la
voz del cantante cubano BarbaritoDiez acompañado de la orquesta de Antonio
María Romeu, los que conocía desde los años cuarenta cuando en Santo
Domingo todavía se escuchaban más la Cadena Oriental de Radio, la RHC y la
CMQ de Cuba, que la propia Voz del Yuna propiedad de un hermano del
generalísimo.
34 MARCIO VELOZ MAGG/OLO

Volver era recordar y recordar era vivir. Peroestavezsu regreso de NewYork


la llevaba a un barrio cambiado, la colocaba frente a rostros y gentes también
distintos. Desde que pusoel pie en la casona ya sólo pudo pensar en el pasado y
esa ideaobsesiva de tomarvenganza, únicaidea vivaen ella por el momento, le
produjo un afloramiento de losresentimientos másturbios.
Manolo habría llegado solo unas semanas antes. Se había dicho que tenía
ahoraun rostro diferente. Se rumoreaba que habíaconsentido en que le hiciesen
una cirugíaplástica. Desde que huyó haciaNueva York, en los días finales de
1961 se escondería dettás deunas gafas negras y deunabotella degin. Conocedor
a fondo del inglés pudo rápidamente escalarposiciones. Al fin y al cabo había
entrado a los servicios de inteligencia como traductor. La vida, según él, lo había
lraÍCionado y después del paso dado eradificil volver baciaatrás.
Entraron los elegidos para trabajar en los Servicios de Inteligencia en un
salón sin muebles. Pronto la vozdel agente Scott,un extranjero, les informó que
habiendo acudido al llamado del avisode prensaparala selección de traductores
tenían un total compromiso con el régimen. La verdad era que en ningún
momento el avisoseñalaba quese trataba de un trabajo ofrecido por los Servicios
de Inteligencia. Manolo, que habíaluchado siempre por desacreditar el régimen
quedó paralizado. El señor de voz con acentoextranjero, pequeño y calvo, les
expresó quela patria estaba en peligro, quedespués de las invasiones desdeCuba
en 1959 y de la posterior redada contra los enemigos del honorable señor
presidente de la república quien se había sacrificado profundamente por la
juventud, necesitaba de ésta. Manolo, perplejo, pasó luego junto con otros
aspirantes, a un salón llenode archivos. Allí habíamuebles. Unafoto grande y a
todo color del generalísimo con su bicornio de grandes plumas de ganso
dominaba unambiente de mosaicos amarillentos y ventanas conmarcos de caoba
al través de cuyos cristales podía verse el paso de los vehículos, como en una
cintamuda de los anos veinte.
Cuando Manolo debió entregar su cédula personal de identidad tembló
profundamente. Sunombre y apellidos estaban registrados convarias cruces rojas
al pie de la ficha. El cabo que se ocupaba de los archivos lo miró fijamente y
llamó por un intercomunicador al coronel Salado, quien vino de inmediato.
Manolo tragó en seco cuando Salado le dijo:
-Cofto, pero fIjate comohascaídoen la red. Es hasta una suerte.
y a Manolo se le salieron las lágrimas, porqueSalado, asiduo visitante de
dona Iso y enamorado de Emilia, se habíagraduado de médico y por primera vez
el aspirante seenteraba de quela medicina de Salado se bacía desde las cámaras de
tortura de la calle 40 y de los sitios más tristes del kilómetro 9 de la carretera
Mella.
-Salado -dijo Manolo-, vine por lo del anuncio, pero sabesque no doy
para caliesar.
-Ya te acostumbrarás. Tú no sabes cuántos han venido aquí con cara de
santos y les hemos enseftado a romperles la crismaa los enemigos. Ya verás,ya
MATERIA PRIMA 35
verás...Además no has venido como calié sino como traductor; ah, y oye bien
esto, la palabracalié cae muy mal entre las filas. De ahora en adelante deberás
cambiarla por la de agente, quees másfresca, más límpida. ¿Entiendes Manolo?
En sus veintitrés atIos Manolo no recordaba momento más amargo. Lleg6
incluso a ilusionarse con que el coronel Salado le rechazaría, le daría unos
cuantos golpes, algún carcelazo y fuera. Pero Salado tenía otros planes. Esa
noche visitóla casade donaIsoy anunci6la buena nueva:
-Le tengo una sorpresa, dona Iso; Manolo el de su hija Emilia, ha
comenzado a trabajar connosotros.
Doña Iso se qued6 estupefacta. En principio pensó que Manolo buscaba las
paces con ella, porque en casa tan de relaciones eso de un novio enemigo de la
situaci6n resultaba desconcertante. Así que no supo si alegrarse del todo o
colocarse al bordede la tristeza. En el fondo losnaturales "habitués" de doña Iso
no eran todos afectos al régimen. El Archipámpano, por ejemplo, decía sus
elogios públicos, peroen privado era otracosa.En privado sufríaprofundamente
los golpeosde la dictadura. Se insistía en que al Archipámpano se le respetaba
porque la madre delgeneralísimo era adicta a suschistosos programas de radio, y
másque nadaal poemaLa Vidriera, que el Archipámpano habíalogrado con un
pocode la experiencia de Jean Valjean cuando roba pan porque tienehambre, y
los carretilleros de SantoDomingo, entrelos cuales la miseria cundíacomouna
plaga de chinches. También se añrmaba que Paco, el rey del disparate y
Archipámpano de la carcajada, era devoto de San Miguel y de SanRafael, santo
esteúltimo también de la devoci6n del dictador porque llevaba su propio nombre.
DonaIso no dunni6aquella noche. (En la matlana habíanllevado a Manolo a
un baño de ducha fría y le azotaron duramente con un foete hecho de pinga de
toroerecta. Los torturadores eran dos boxeadores conocidos en VillaFrancisca.
Unode ellos,llamado KidChapeo, habíaperdido sus tres peleasprofesionales en
el cine Jardín Rarnfis. Sodomita empedernido, se había enamorado de varios
adolescentes del barrio sin conseguir sus objetivos. Se recuerda, y Manolo lo
rememoraba, que en unade las andanzas semanales, los muchachos fueron a ver
unjuegode beisbol en el estadio Presidente Trujillo, y que entonces decidieron ir
a darse un bañoal sitio La Surza, donde unachorrera de aguas tibiaspermanecía
inc61ume todavía y en donde abundaban los bujarrones que, al acecho,
chantajeaban a los más pequeños), KidChapeo se hizoel indiferente, y solt6el
primerfoetazo sobre la espalda de Manolo que se retorci6. No decía palabra.
Chapeo actuaba como un autómata. Miraba de vez en cuando los genitales de
Manolo y antes de golpearlo con el foete le pasaba las manos por las nalgas
mojadas, comopara asegurarse de que podía eyacular aúnsin penetrar el trasero de
su víctima sexuala la vezque política.
Manolo recordó la tarde en que Chapeo escondi6 las ropas del torvo Canijo.
Canijo era aquel casi adolescente, flaco y algo enjuto, que nevaba las apuestas
debajo de la bocina del colmado de Pagan, Desnudo, en la Surza, Chapeo
escondi6 sus ropas y trató luego de chantajeado pidiéndole el nunín, Nunín le
decía Chapeo al ano, y era el ano una de las delirantes partes del cuerpo que
36 MARClO VELOZ MAGG/OW

amaba con locura. En el cine Jardín Ramfis, en donde Chapeo Rodríguez era
boxeador del peso medio, se afmnaba que nunca habíaposeído a una mujer de
frente. Hijo de un preso, había crecido en el famoso reformatorio creado por
Trujillo en su ciudadnatal de San Cristóbal, en donde hasta los cocineros eran
bugatos, y en donde entraban los delincuentes comunes de minoría de edad, para
abandonar sus hábitos de robo y violación en beneficio de los hábitos
sodomíticos de losguardas y administradores del recinto.
Cuando Chapeo le soltóel tercer golpede chucho, Manolo le dijo:
-oye, Chapeo, ¿te haces la pajaahora?
Chapeo lo mirósin odio, comomira un asno.
-Lo único que te faltaes que te lo metas tu mismo por atrás.
El ex-boxeador se resintió con las palabras de Manolo. Le miró fijamente y
luego le contestó con palabras entrecortadas.
-Me parece conocerte.
Entonces Manolo aprovechó la ocasión para narrarle parte de la vida que
conocía. Las aventuras de Chapeo. La famosa nocheen queChapeo "arregló" por
detrás a Juanel quevendía arepitas.
-Tú sabesque el hambre mata, dijocomoparajustificarse.
-Sí peroes que siempre fuiste un comemierda, Chapeo.
En vez de violentarse el torturador se quedó en silencio. Pensó decirle a
Manolo quecómono ibaa recordarlo. Eran los dos de VillaFrancisca. Conocían
losdos la misma gente. Los dos eran asiduos bebedores de cervezaen el Bar El
Pino,de Melitón, lugarque era la meca de los borrachones de la parte alta. Lo
quepasaba eraqueChapeo tenía temor de expresarse libremente dentro de aquella
habitación. Alguien, desde algún lugar, miraba, veía, seguía segundo por
segundo los atropellos y la tortura, porque no fueron pocas las veces que el cabo
llamó "a capítulo" a Chapeo para reprimirle por haber sido débil con los
enemigos de la situación.
DonaIso le preguntó al coronel Salado que cuálseríael oficiode Manolo. El
coronel se habíaquitado los zapatos y las medias, colocando sus pies llenos de
talcoy perfume sobrelosalmohadones del sillónreclinatorio en el cual dona Iso
bordaba encajes en panderetay ensetiaba a Emilialas técnicas del tru-tru,
-El muchacho comenzará como traductor, pero ya le hemos dado
argumentación suñcíente romo para que entre a estudiaren la Universidad, en
donde los hombres quenos informan han sidocasidetectados por los opositores.
Se suponía que dona Iso era del todo adictaal régimen. Su carácterduro, sin
embargo, no era lo suficientemente inflexible comoparaabandonarse a la ideade
que ser un calié era lo mismoque ser un traductor. Salado le explicó a dona Iso
que a este muchacho lo que le convenía era ponerse duro, que eso de hablar
pendejadas contra el régimen era algo común, pero que una vez estos jóvenes
pasaban a servir a las filas del generalísmo, se convertían en sus mejores
MATERIAPRIMA 37
defensores, porque al fin y al cabo esa oposiciónera una pose, y muchos de los
que antes fueron enemigos, como fulano y zutano,eran ahora ministros, y gente
importante del Partido, y seguidores de la inequívoca política del benefactorde la
patria, y padrede la patrianueva.
El coronel Salado no le narró a doña Iso que Manolo había sido tuzado a
coco, y que aquello le había producidoenorme vergüenza. Tampocoque había
sido atado y sodomizado por Chapeo, quien le hizo sangrar profusamente. De
ninguna manera Salado informó a doña Iso que a Manolo se le mostraron los
genitales de Manuel Salcedo, quien había desparecido de Villa Francisca por
"robo", y de quien se dijo que fue tasajeado vivo porque gritó abajoel gobierno
en la calle Caracas, sin darse cuenta de que dos policías de civil jugaban en el
billar de Tulio, en donde se iniciaraManoloen eso de saber cosas secretassobre
el régimen.
El coronel Salado, alto y fino, empolvado,era en el fondo un marica. Doña
Iso, que conocía bien los gestos de amistades de este tipo, lo había comentado
con el archipámpano, pero el rey del disparate se negaba a creer que un hombre
del que se decíaque tenía"los cojones blindados" fuera tan marica como él.
Abanicándose, con posturade fémina dieciochesca, Saladose llevó las manos
a la solapadel traje amarilloy sacó un fajo de fotos. La más impresionante era la
que mostraba a Manolo atado, desnudo, y a Chapeo en el momento en que
iniciaba el acto de penetración.
-Pudieras enseñarle una de estas fotos a Emilia,espetó.
-Eres un magnífico fotégraío, dijo dona Iso, puesto que en su mente no
cabía aún la posibilidad de que Saladollegasea tales muestras de sadismo.
-Aunque esté atado,queridaIso, a nadie se lo meten si no quiere,por lo que
lo de la soga podría ser un argumento baladíde tu futuroyernopara darse gusto.
DoñaIso escupió. Cuando Salado descendió de la aceraalta,pudodarsecuenta
de queEmiliale miraba desde la ventana de persianas de madera blanca.
VI

MEMORIAS DE UNTALMANOLO

Desde lo alto del barrio de Villa Francisca, ver los barcos sobre el horizonte
era una especie de delirio. La línea distante se llenaba de balandros- velas
blancas, en su mayoría de goletas que llevaban frutos a Curazao, Aruba,Bonaire,
PuertoRico y SaintThomas-; barcazas que con una vela gorda movíansacos de
azúcardesdeMacorís hastael puertode Haina.
El barrio era un conglomerado humano bien disímil. Aparte de palomas
multicolores -grises persistentes- vivían moradores nuevos para esa parte
nuevade la ciudad. Barriosin iglesias,sin estadios deportivos, sus miles de casas
eran la portada de patios interioresen donde casetas de todo tipo se acurrucaban
debajo de planchas de zinc plomizo, cubriendo sueños y modelos de vida
diferentes y sombríos.
En la calle José Reyes, a unas veinte cuadras del puerto de Santo Domingo,
los camiones cargados de ácidas naranjas amarillas o cuasi-maduras se
aposentaban frente a la puerta de Tatá Martínez,dueña de numerosos veleros y
poseedora de una fortuna importante para su época. Era una mujer gruesa, de
aspecto vivo y de palabra ejecutiva. Los obreros la respetaban porque tenía un
sentidoadustoy amplio del poder y a veces un claro sentido de la justicia. Se oía
el ruido de los martillos que remataban los clavos de las tablillasque servían de
reja a la mercancía. Milesde cajas partían hacia Curazao y Aruba cada semana.
Sabíamos que Curazao y Arubaeran un desierto con bellas casas holandesas, pero
sin frutos, sin agua, y hasta sin mujeres, porque ya para esa época de los años
cuarenta eran famosos los viajes de las putas a Oranjestad y Willemstad,
arremolinadas, según se decía, en las bodegas del fruto, y contratadas por las
compañías petroleras para compadecerse de las abstinencias sexuales de los
obreros del puerto.
Curazao y Aruba,así como las pequeñas islas, proveían de dólares al fisco.
Las putas venían con lindaspulserasde oro cochano, compradas y conseguidas en
el acto primitivo de las islas. Venezuela, suplidora por su cercanía de oro y
petróleo,también suministraba su pago en oro y vagabunderías.
40 MARCIO VELOZ MAGG/OLO

Las naranjas máspequeñas erandesechadas. Lasconseguíamos al través deese


hilode amistad establecido con los obreros cargadores, de los cualesaprendimos
historias de ultramar salpicadas de tiburones asesinos, porque muchos de ellos,
además de ser carpinteros y fabricantes de cajas,habían navegado al ritmo de los
velámenes de lona amarilla, en aquellos balandros que recordaban a la
imaginación casi infantil y calenturienta, los navíosde Sandokan y el Corsario
Negro, con los que un Salgari convertido en tiras cómicas dominicales inundaba
el cerebro de los habitantes imberbes de VillaFrancisca.
El movimiento de las navajas hechas con hojas de sierra fina atadas a un
mango de madera y afiladas con limasde zapatero, dejabaen su entresijoblanco
la naranja desechada. DoñaTatá nuncaprotestaba, más bien era una de nuestras
mejores amigas. La admirábamos muchísimo, porque tenía esa paciencia
indisoluble de las viejas matronas capitaleñas que pertenecían a una nuevaclase
social en crecimiento. Jamás nos llamóla atención, y su mayor preocupación era
el que recogiésemos los desperdicios y los colocásemos en un rincón del
establecimiento. Muchas veces, impulsados por su magnífico trato y su
solidaridad con sabor a naranja, éramos los muchachos los que llenábamos las
cajas,sabiendo queexistíaun formidable premio repartible en zumos amarillos y
néctar privilegiado. Entonces nos organizábamos; era posible escuchar el
refuníuño de Popó, nuevo en el barrioy empleado de doña Tatádiciendo:
-Eto maldito muchacho no van a quitáel empleo.
Peroen todomomento nuestro interés habíasidoel de todogranuja: buscarse
unaentretención en un barriodonde cada quien tenía problemas casi insolubles.
Cuando llegamos a Villa Francisca las casas eran de madera, y había pocas
construcciones de concreto o de material fuerte. Lascalles habían sidoapisonadas
con caliche, tierraamarilla compacta que al mínimo aguacero se desleíacon la
lluvia, y quedaba convertida en un cinturón lechoso y resbaladizo; en un lodazal
amarillo que se incrustaba en los zapatos creando una especiede suela nueva y
gorda sobrela que podíamos patinarlos que usábamos calzado. Porqueel zapato,
recuerdo, era entonces una prendade lujo. Teníamos los más agraciados y mejor
situados económicamente, derechoa un par al afio. Parte de la vida transcurría
sobre el descalzo pie, cuya planta generaba una callosidad típica, repelente de
arenillas, y hasta de clavos. El barrio, inventado a principios de siglo por el
señorIbarraparaparcelar sus grandes terrenos, creciórápidamente a partir de los
años 30, luegoque el huracán de San Zenón destruyera íntegramente la ciudad
capital; después que muchas de sus gentes tuvieran que guarecerse en otros sitios
de la zona. Pocoa poco la Villacrecióen una especiede tráfago de calles máso
menos anchas, se acercó al viejo barrio de San Carlos, fundado por habitantes
procedentes de las IslasCanarias siglosantes. Cerca del puerto,al este de Villa
Francisca, emergió también el sitio llamado Barahona, en donde putas de todas
lasraleas se daban citacon estudiantes y puerteros en los cafetines y "cafeses" de
la zona. Bailes, tragos, puñaladas, insultos, borrachos y patadas propinadas por
las patrullas del Generalísimo cuando pedían la identificación, se mezclaban en
un gordo amasijo de muerte y sones, de guarachas y política, de filosofía beoda y
contribuciones forzadas paralos integrantes de "lapatrulla".
MATERIA PRIMA 41
Por el sur Villa-nombre usado para eliminar el segundo por comodidad-
tenía como frontera la avenida Mella, antes Capotillo, y más allá, como si
fuesen islasdistantes peroalcanzables en cualquier momento, los barriosde San
Miguel, San Antón y San Lázaro casi nunca tan enemigos como el posterior
barrio de Villa Consuelo, al norte, con el que nos iniciamos en la indudable
milicia de la pandilla, en un importante desarrollo defensivo que nos llevó a
notables y estratégicas alianzas con los habitantes de San Carlos a veces, y de
San Miguel y San Antón. Más al sur todavía, y un poco hacia el suroeste de la
pequeña capital estaba Ciudad Nueva. Pequeña burguesía venida a menos en
muchos casos; capítaleños que se consideraban "de pura cepa" y socialmente
superiores a los de las zonasnorte. Señoritos algunos de camisade "sharkin" y
telas finas,
Durante la dictadura, sin embargo, había cierto comunismo, cierto proceso
integrativo desde el punto de vista social. Las mejores escuelas no eran
precisamente los colegios privados de la época. Los centros más importantes eran
ciertas escuelas públicas cuyo profesorado era tan funcional y positivo como
sabio. Así, las clasessociales decadentes y las surgentes, los gruposmarginados
y los que luchaban contra la marginación, coincidían en que sus hijosestudiaban
bajo el mismo techo, recibían los mismos conocimientos, y si ascendían al
bachillerato asistirían a la misma Universidad, la estatal, única vía del saber
superior en aquellos días.
Hijosde altos funcionarios y de zapateros integraban las aulas;descendientes
de altosmilitares y de "padres de la patria" compartían el mismo techo educativo.
No es que no hubiese preferencias; desdeluego, las había. Yo,por ejemplo,sabía
que mi profesorade inglés tenía preferencia por los hijos de una hermana del
Generalísimo. Sin embargo, con el paso de los anos, con el arribo interminable
de lasexperiencias, mehe preguntado muchas vecessinoera el terrory el miedo
a perderlos cargos lo queimpulsaba a aquellos profesores a propiciary promover
un trato especial a los detentadores del prestigio que sobre sus protegidos
derramaba, taumaturgamente, Ja dictadura.
Cuando llegamos al barrio,en los comienzos de la Segunda GuerraMundial,
todavía las viviendas traseras del mismo no habían surgido. Las calles tenían
grandes huecos amarillos; en vez de aceras se levantaban a amboslados,yerbas,
depósitos de basura, y algunas que otras macetas colocadas por los vecinos para
convertir un poco en jardín la pantanosa vía. No todos eran propietarios. Las
casasde alquilerhabían proliferado. Cuando el Generalísimo declaró la guerra al
Eje ---con la risa del Hitleren la distancia-, de inmediato fueron torpedeados
losdos únicos barcos de carga,bastante recientes, comprados por el Generalísimo
para iniciarel normal comercio de una isla con tierrafume. El SanRafael se fue
a pique con un torpedo en pleno centro cuando salía desde un puerto de La
Florida. Cientos de barcos se hundieron al impacto de los torpedos alemanes en
el área del Caribe. Varias goletas cargadas de frutos también. Mi padre, que
escuchaba las noticias, seguíael ritmode la guerracomo se sigue un partidode
fútbol. Avances, retrocesos, goleadas. El escuchó cuandoen un mensaje racista
lasemisoras alemanas que transmitían en castellano señalaron con soma que una
42 MARCIO VELOZ MAGGIOLO

pequei'ia república del Caribe,"poblada con negros y con monos, nos ha declarado
la guerra". Se dice, que el Generalísimo, quien era característícamente antínegro,
consideró que los alemanes nos habían confundido con los haitianos que
comparten con nosotros la isla, y que eso le produjo gran desequilibrio, ya que
precisamente era él quien había ordenado una horrible matanza de haitianos en
1937, cuando aduciendo violación de fronteras hizo pasar por las armas, a fuegoy
cuchillo, a millares de habitantes de la vecinanación.
Mi padre decía que el Generalísimo nuncaperdonaría una afrenta de ese tipo.
Por nuestra ascendencia italiana, y porque la última intervención armada
norteamericana en la República Dominicana había dejado gran dolor y recelo,
nunca apoyamos totalmente la causa de los aliados. No podíamos ser fascistas,
decía papá, porque ya ves, creen que los negros y los mulatos no son gentes,
pero tampoco gringos. Y ese sentimiento era común, y por eso mucha gente
ligadaal dolor producidopor la intervención norteamericana en Santo Domingo,
se declaróadmiradora de Hitler,y de Mussolini, y seguíael ritmo de la guerra en
una búsqueda insólita de la derrotaamericana sin importarel resultadofinal, que
pudohabersidopírricoparala humanidad antinorteamericana.
Era yo muyjoven entonces. Con los años mi padre (a quien conocícuando ya
era un hombre maduro, porque nací cumpliendo él casi los cincuenta), me
explicó claramente las situaciones políticas que narro, y que esclarecícon el paso
de grandes experiencias.
El barriose llenó de viviendas de patio cuandollegó la crisis de 1942.
Los pequeños exportadores de frutos detuvieron sus embarques. Los
campesinos produjeron más de la cuenta y los frutos se perdieron. Las
importaciones sufrieron ese afio duraspruebas, y el aislamiento generóa partir de
entonces muchos problemas en el barrio. Cuandose avisó que el Japón se rendía
porqueTruman habíaordenado quemara parte de su territorio, la sirenadel diario
La Naciónsonó más de lo acostumbrado. Sus dos pitazospara noticia nacionaly
sus tres para avisos internacionales, se convirtieron en un concierto que
anunciaba algo excepcional. El Generalísimo había dado la orden.de que La
Naciónpitara más de lo preciso. En un discursono acostumbrado el Benefactor
de la Patria avisó,como si fuese un aliado más o un integrantede los ejércitos de
Normandía, que "habíamos" ganado la guerra. Ya para esa época nos habíamos
acostumbrado al aceitede coco sin refinar, y a las arepasde harinade maíz como
punto básico del desayuno, y al distanciamiento de la carne y la leche, que se
redujeron notablemente, lo que dio pie para que el Generalísimo proclamase
como un acto de salvación el hecho de que habría de tomar las riendas de la
ganadería en el país. Ya se sabe que la HaciendaFundación, la más grande del
Caribe,se incrementó con la crisis y llegó a ser, como más tarde los ingeniosde
azúcar, el conjunto productivo más importante y capaz de la República
Las cuarterías fueron, por tanto, una zona de escape. En los llamados"patios"
se "cocinó" con salsa de chismes, locuras, amores, fiestas y libre albedrío, la
personalidad de Villa
Las cuarterías no eran, como podría pensarse sitio aburdelado, eran lugar de
MATERIA PRIMA 43
estrechez con todassus consecuencias. Habíapoetas, cantantes, músicos, mucha
gentede oficios cotidianos que pasaron de la zona rural buscando qué hacer. Mi
tío Julio,por ejemplo, fue uno de los que instalópartede las líneaseléctricasde
la calle Ravelo. Era impresor, poeta, electricista, mecánico dental de los
primeros, y cazador. Le gustaba la pesca y tenía una yola sin motor que le
permitía recoger camiguamas a orillas de la desembocadum del Ozama.
Cuando tío llegó con su cargamento de alambres forrados de tela verde,con
sus zócalos y bombillas, recibió un estruendoso aplauso de los moradores del
sectorcomprendido entre las calles José TrujilloValdez (nombre del padre del
Generalísimo), y Jacinto de la Concha (nombre de uno de los fundadores de
nuestra nacionalidad). Tío Julio, como le decíamos, era alto, tenía ese rasgo
europeo, italiano, que he visto en tantas fotos de mis familiares genoveses: era
enjuto hasta cierto punto pese a su tamaño, flaco, vestía siempre de saco y
corbata, y se rascaba la laringe con un sonidoque luego le obligaba a escupir
llenando de sellosredondos su área de trabajo.
Tío Julio había sido contratado por la comunidad de la casa número62 de la
calleRavelo. Nosotros vivíamos en la 47, que luegofue 57 y después 107. Ante
el aplauso, Tío Julio -que me regalaba hicoteas cuando yo tenía sólo tres
años- se descubrió y yo sentíunaespecie de descarga eléctricaque era producto
de un orgullocontenido. Mi tío era toda una personalidad vestida con traje de
hilo,corbata ancha,sombrero de pajitas con forma de tortade casabe y pailuelito
azul en el bolsillo superior del saco. Se fue desnudando como una vedette.
Primero el saco,luegola corbata. Debajo del pantalón de primeracategoríavenía
el pantalón de trabajo: uno de caqui duro y manchado de pinturas (Tío Julio,
ahora lo recuerdo, también pintabacuandose lo solicitaban). Quedó sólo con su
camiseta interior y su pantalón de trabajo. Con un lento manos a la obra
-porque era parsimonioso y de un cuidado singular- examinó las maderas de
los techos. Fue clavandoprimerolos soportes o aisladores por donde habría de
pasarel alambre en paralela carrerahacia todas las cuarterfas. Nosotros -Eddy y
yo- estábamos narrando historias verdes en el parqueJulia Molina(nombrede
la madre del Generalísimo), cuando Romeo se acercó para decirnos que el Tío
Julio estaba haciendo las instalaciones. Corrimos calle al medio para llegar en
dos o tres minutos al sitio del espectáculo. La gloria orlaba la frente de mi tío.
Encasa habíaya electricidad desde hacía unos tres aftoso
El propioTío Julio hizoel montaje, con lo cual mi padre pudo teneraccesoa
un prestigio barrial que se completaba aún más cuando podía convertirnuestra
casaen un centro de información debidoa aquelradiode la marcaPilot,con dial
redondo y aguja en formade flechade reloj, capaz de completarun giro de 360
grados de frecuencias y sonidos.
Eddyhabíallegado a la calleRavelo después que nosotros. Cuandosu familia
alquilóla piezacentralde la casa de madera número48. Su padre era cabo de la
bandade músicadel Ejército Nacional. Pepito,su padre,habíavenido desde San
Pedro de Macorís en la crisis del '42, de inmediato consiguió trabajo como
"guardia" músico en la banda,gracias a una recomendación que su amigo Paco
Matos le hiciera al Generalísimo en unafiestaen la ciudaddel Seibo.Don Pepito
44 MARCIO VELOZ MAGGIOLO

era para nosotros una Biblia; sabía mucho de música y de clásicos y con él nos
iniciamos en la música operática, cuyas arias interpretaba con un clarinete de
"palo de rosa", mientras nos instruía sobre la importancia del estudio y acentuaba
sus consejos con un trago de ron Cidra, una marca de la época.
Cuando Eddy y yo cruzamos frente a la casa se oía el trozo del Lago de los
Cisnes, preferido por el cabo Pepito Nolasco.
Tío Julio había instalado parte de los alambres, tenía colocado ya el "suiche
machete" para incorporar la línea hacia el exterior de las viviendas. Las
instalaciones se movían como una serpiente verde de dos hilos que iniciaba su
recorrido desde el poste de la luz eléctrica, donde se hizo la toma "provisional"
hasta tanto se solicitara el contador de electricidad. La serpiente entraba y salía,
penetraba y emergía desde las cuarterías a partir del frente de la pieza en donde
vivían los padres de Romeo (Joaquín y Consuelo), quienes tenían la
responsabilidad de cobrar la electricidad porque para esa época los contadores eran
escasos y se usaba un solo marcador para todos los patios.
Era evidente que aquella primera instalación resultaría un éxito. Pero, es
importante recordar que la misma resultó para mí una experiencia política
importante.
En el momento en que Tío Julio recibía nuevos aplausos, apareció el señor
Landís, Secretario de la Junta del Partido Dominicano de Villa (partido único del
Generalísimo) para interrogar sobre la autorización de aquella instalación tan
particular. Mi Tío Julio tartamudeó un poco, pero explicó claramente que él
también pertenecía al Partido Dominicano, y que había instalado muchas bocinas
y altoparlantes en los "mítines" que para el Jefe se hacían, y que por lo tanto era
-quería enfatizarlo- amigo del Generalísimo, aunque personalmente no lo
conocía.
Los vecinos se aremolinaron y expresaron su acuerdo con Tío Julio, y fue así
como en algún momento, mientras comenzaba a caer una lluvia pequeña y luego
intensa, hubo alguna protesta porque en otras casas del barrio se habían hecho
instalaciones similares sin que mediara un permiso especial.
El señor Landís, que vestía traje blanco siempre, había vivido mucho tiempo
en el barrio de Villa Duarte, predio en donde tenía su casa de madera ya con
electricidad mi Tío Julio. Después supe que la persecución se había convertido de
personal en política, porque Landís le había pedido muchas veces a mi tío la
instalación de luz eléctrica en Villa Duarte, pero que mi tío, se había negado con
mucha cautela- creo que porque le disgustaba el régimen- a instalarla.
Ante el murmullo de los reunidos y los gritos de "abusador", mi Tío Julio
fue llevado como prisionero a la estación de Policía del barrio, en donde fue
interrogado durante largo tiempo sobre sus preferencias. Se le acusaba de no tener
"la palmita", -inscripción del Partido Dominicano-, se le señalaba que no
había sido visto nunca en un mitin; se le enrostraba que en sus trabajos de
impresión se había negado a confeccionar unos volantes que serían repartidos por
el Comité del Partido en Villa Duarte.
MATERIA PRIMA 45
Fue puesto en libertad. Empleados de la planta eléctrica visitaron el barrio,
revisaron las instalaciones de Tío Julio y las encontraron correctas. El jefe de la
brigada, que se movíaen un camión Opel con puertas de madera, dijo:
-Está prohibido hacer instalaciones sin permiso de la superioridad. Pero el
Generalísimo quieremuchoeste barrio. Mañana se traerá el contador.
Hubo un aplauso general. Eddy, que estuvo presente me narró cómo la gente
envió gracias y saludos, y de cómo "La Cacata" habló muy mal de mi Tío
materno y hastade mi padre.
Visité a Tío Julio en Villa Duarte el sábado siguiente. Me miró desde su
pequeñaprensaChandler, y me dijo:
-Sobrino, con esta vainahabráque acabarun día.
Ni él ni yo imaginaríamos nunca a Manolo convertido en calié, escribiendo
memorias en un apartamiento de Park Avenue, al lado de un fisgón llamado
DiegoFarándula, ya veces entre las piernasde "La Condesa", la que, sin dudas,
pasó silenciosamente a formar partedel grupo de antañonas que muchas veces me
ayudóa vivir, y a las que muchas vecespuse en condiciones de disfrutar la vida.
Vil

Querido amigo Persio: La primera relación entreel Viejo y el llamado Nuevo


Mundo pareció a los conquistadores posible, pero inútil. Cuando Colón -que
concebía el universo en función mercantil- se dio cuentade que no había ni
habría especias, comenzó a pensar en la esclavitud. Habían transcurrido milenios
desde que las primeras tribus neolíticas pasaran a ser servidoras de otras más
avanzadas tecnológicamente. Villa Francisca no aparecía en el mapa, porque
sabes bien que fue fundada por Ibarra en los comienzos del siglo XX, y que
mucho antes, cuando aúnen Roma y Galia se debatían losdestinos del mundo.Ia
isla de Santo Domingo estabahabitada por recolectores, que como Végere, mi
hombre primitivo, iban de playaen playacapturando langostas, destetando los
guayabos y arrancando al manglar su enervante ecología de ostras, cangrejos y
peces juveniles.
Sinembargo el hombre ha tenido siempre los mismos problemas, porque su
psicología lo lleva a gobernar para subsistir. Los antropólogos ~ntre los que
tengo amigos- señalan que en un principio no hubo clases sociales, ni hubo
unaproducción quegenerara tanta riqueza como paraquealguien se levantase y la
tomara en nombre de un grupo social; de cualquier modo, una cosa es cierta:
siempre hubo uno que sobresalió, uno con mayor sentido de la observación, un
ser conmejor sentido de la visión, un hombre con mejores músculos para remar,
en fin, un alguien que lidereaba, porque ser líder y quedarreconocido era una
manera de proteger el exiguo interés de losdemás. El liderazgo no eracuestión de
clases. En VillaFrancisca, cuando escuchábamos la pelotacubana en la voz de
Manolo de la Reguera y.de Rafael Rubí, nuestro líder era Moisés Lembert;
recuerdas bien que Moisés -quien era un beisbolista excelente- se destacaba,
como los hombres de la selvay el pasado, por su sabiavisión de lo que deberían
ser losjóvenes.
Moisés era como el jefe de una tribu, y se le apreciaba en ciertos aspectos
porque tenía carisma, y poder. Perocomo en las sociedades tribales- digoen las
menos desarrolladas- el poderno reside soloen unapersona, todoaquelque se
distinguió en un campo de acción, pasó a ser líder. En una tribu preclasista los
48 MARCIO VELOZ MAGGIOLO

lideratos son pues muchos; en un barrio de gente arrancada, donde la palabra


capitalismo no tenía sentido, un jefe único era imposible. En la pulpería de
Manuel Pimentel- siempre en franca competenciacon el colmado de Pagán y
Franjul- se reunían los líderes; el líder en el juego de trompo, el líder en la
tenencia de novias, el líder en hacer chistes. Todo liderazgo era una forma de
ganar amigos, porque, sin dudas, toda amistad es un liderazgo. ¿Acaso nuestra
amistad de tantos años y tantas latitudes no se puede considerar como parte de
nuestro liderazgo para apreciar a los otros? Cierto. En la tenebrosa isla de Elba
Napoleón concebía sus amigos como formas del pasado, como fantasmas sin
verdadera confrontación real. Había sido tal su propio liderazgo que retorció y
desmembró el de los demás. Por eso la soledad del líder absoluto es también
absoluta.
Nuestro barrio era, realmente, un laboratorio. Al analizar aquellos anos de
nacencia y de infancia, puedoreconstruir la historiade la humanidad con sólo ver
los ejemplos de mi ámbito. Ya te hablé de "La China", en cuyas manos de
prostituta estuvieron girando las cabezas de Ministros y cadetes; pero hay más:
recordarás que una vez fuimos invadidos. Gentedel barriode VillaConsuelo vino
al nuestrocon piedras en las manos y deseos de molestar. Todo comenzócon las
apuestas debajodel altoparlante del colmado en dondeescuchábamos plácidamente
el beisbol cubano. Era la época madura de Fermín Guerra, gran beisbolista
cubano; Cuco y Martín Valoy cantabanen los patios de Villa y Alberto Beltrán
hacía poco tiempo que había dejado su batea de "macitas" para cantar como
aficionado en La Voz Dominicana. Los de VillaConsuelo, que conocían más que
nosotros la dureza de la vida, eran apostadores; la riña comenzó cuando no
quisieron pagar en buena lid. Sam Jethroe había conectado de hit hacia el
left-field y la bola se había escapado hacia la pared,recorriendo las bases paraun
jonrén de piernas ya en el novenoy con dos strikes. Viéndoseperdido, José, que
tenía fama de "tigre de Villa Consuelo", echó a correr para no pagar. Supongo
que estaba tan seguro de su triunfo que el resultado imprevisto le conmovió.
Había hecho, quizás, planes con esos cinco pesos que durante todo el juego
esperó ganar y que tenía ganados. Corrimosdetrás de él, le obligamos a pagar y
lo echamos del barrio delante de tres de las muchachas más admiradas. José
regresó tres noches despuéscon quincecompañeros armadosde piedras y trozos
de madera, y se inició la ocupación de nuestra calle de acción, así como la de
otras calles. José golpeó a César, un pequeño de 11 años y dijo que lo haría con
todos los que cruzaran"su frontera". Se declaró dueño de cuatro cuadras, y
nosotros, que no sabíamos que en la época de los hititas los pueblos eran
acorralados y explotados por los dueños del hierro, iniciamos una especie de
pacto de rebeldía para echar fuera a los intrusos y vencer nuestra pena, ahora
honda, porquelas muchachas del barriose habíanenterado deque habíamos sido
rodeados. No sabíamos nada de caballeros andantes, ni de desfacedores de
entuertos; si hubiésemos sido literatos o personajes con alta cultura, habríamos
creadoun Quijote,o un OrlandoFuriosopara enfrentarloa nuestroenemigo. Sin
embargo, de entre los más pequeños emergióuna figurade líder.Simplemente se
llamaba Juan el inglesito, te acordarás, le decíamos "La Sombra", porque iba y
veníacuandomenosse le esperaba. Esa tardeJuan nos llamópara infonnarnos de
MATERIA PRIMA 49
su plan. Ahora. con los años. y con la culturaque la historiarefiere.este Juan el
inglesito, este "fantasma". se me pareceal Napoleón que asistióal asalto de Las
Tullerías, y que imprevistamente se eleva con el asalto a Tolón. a los
veinticuatro años,ganando la famadentro de unaFrancia revolucionaria en la que
los líderes militares parecían estar en decadencia Juan el inglesito y Napoleón
tuvieron finales tristes.
Escuchamos el plan -hubiera sido el mismo para Végere, mi hombre
primitivo si le hubiesen tomado su familia y su territorio de caza-. y el plan era
simple: en la noche raptar a José y llevarlo a la estación de Policía. en donde
estaba"de puesto" el TenienteBrito,muy amigode algunos de nuestros vecinos
y padres.
Recordarás. cómo tras una lluviade golpes. José cayó al suelo. Le ataste las
manos a la espalday nosotros lo arrastramos por los pies hasta la propiaestación
de Policía. en donde llególacerado y hablótorpemente. mientras explicábamos el
escondite y los lugaresen donde estaban los demás compinches de este "tigre".
No tengoque recordarte la imagen de Juan el inglesito mostrando a los policías.
callejón por callejón.el escondite de los intrusos. Comoen épocas de las guerras
médicas. en vez de las armas del enemigo. recogíamos las piedras -grandes
sacos-. que como proyectiles serían utilizadas ante cualquierrebelión. Escribí
un poema casi de infancia que recitábamos por las noches. cuando ya fuimos
libres. y que todos aprendimos de memoria. Juramos llevarlo escrito dentro de
nuestros bultos escolares. en nuestra mente. Cuando los de Villa Consuelo
hicieron un segundo intento de invasión, habíamos ya "armado" nuestro barrio
con tira-piedras de goma de automóvil. y delante del batallón íbamos. tú y yo.
diciendo aquelpoema,comosi Tírteo, el gran vatede los espartanos nos alentase
con su cojeray con su grandeza de voz.Por eso digo que la historiade un barrio
es la historiade la humanidad. Y creo que en las pequeñas actitudes se resumen
las grandes. Toda acción mínima es el núcleo de lo que podría ser una gran
acción. Todo liderazgo en ciernes es un liderazgo universal. Toda poesía por
pequeña que sea. por simpleque fuere. empalmacon la gran poesía de todos los
tiempos. Toda juventud sigue viviendo en los pretiles del alma. en los
acantilados del espíritu. Cambiael medio. cambiala cultura.cambianlos dioses.
las hojas vienen, van. Roma se decolora y aún en la voz de Suetoniodiciendo la
grandeza de los Doce Césares. me parece escuchar la vozparalela- comosombra
sobre un espejo- de Moisés Lembert, mi amigo. nuestro amigo. narrando la
vida de unacomunidad pequeña y naciente. que comola de VillaFrancisca es tan
grande quepuedecompararse a la mejor de las ciudades de Medioevo.
¡Querido amigo,cuánto goza el espíritu,cuánto gana el alma cuando ve que
los pequeños recuerdos no pueden perderse en la tabla rasa de una historia
superior. Cuántose acrecientael sentidode lo grandioso cuando comprobamos
que Mesalina fue parte de la historia escritaporque quienla escribióno conocióa
"LaChina", a Laura. casada luegocon señorde alta sociedad.
Nuestrahistoria, la historiade nuestro barrio, tiene aspectosmedievales que
no se olvidan fácilmente. La EdadMediapudo habernacidoen Villa,sin tiempo
y sin espacio. Aquel monjesin cabezaque aún camina por los patios de la calle
50 MARCIO VELOZ MAGGIOLO

Tomás de la Concha, no es menos importante- aunque Huizinga no lo crea-


que el debateanónimoque marcólos bordesdel documento emilianensecon los
primeros trazosescritosde una lenguaque luegosería la castellana. Sobre lengua
y cultura, sobreternura y soledad, hay mucho que decir.
Dilectoamigo, pensarásque estoy loco.Paso de un tema a otro. Hago lo que
Mártir de Anglería cuando narraba a condes, papas, cardenales y obispos los
descubrimientos de las nuevastierras. La locura es relativa.Simplementees una
manerade estar en desacuerdo con los demás. El límite del desacuerdoes el que
revelahasta dónde es real la enajenación. Te habléde Giordano Bruno- te podría
hablar de Miguel de Servet-; te hablé de la hoguera purificadora; comparé a
Machana con los quemadores del final del siglo XVI. Pero es que en todo acto
humano hay una raíz común. En cada palabradicha por el hombre hay miles de
partículas de saliva que generaron esa palabra y la hicieron, por el momento,
definitiva. La real enajenación es relativa porque si los que quemaron a Bruno
pensaron que estabaloco,los que se dejaron quemarpor una idea siguenpensando
que la corduraresistetodoel fuegode la incomprensión.
Querido amigo, hoy la mañana ha estado fría, más que fría húmeda. Apenas
dos grados en la madrugada, pero al mediodía catorce. La gente ha sacado
nuevamente los paraguas. La huelga--el sciopero- ha detenido los autobuses,
y los muchachos han tenido que ir a la escuela empujados por el automóvil
familiar. Sabesque la huelgaes comúndesde los tiempos en que Roma comenzó
a ser invadida por los bárbaros, que.a final de cuentas,resultaron los maravillosos
creadores del arte gótico y de las grandes vitrinas y maderas bizantinas. "Los
Bárbaros, cara Lutecia", decía el poeta. Bien, Roma aún está llena de bárbaros-
primitivos y desarrollados-. Los ves en el autobús, los sientes en la rebeldía y
en la discusión. La huelga-sufrida por Vespasiano, Galba, Othón, Agrícola-
viene siempre desde adentro.Es un poco la quinta columnade todo sistema. El
caballo de Troya, lleno de soldados, es la representación pura de que en todo
interiorpacífico, la introducción de la inconformidad puede llevar al cambio o a
la destrucción. Siemprepiensoen las huelgascomo un instrumento, no como un
fin. Así la usaronlos romanos iniciales,pero pronto, cuando el asilo hizo de los
ejércitos imperiales verdaderas legionesen las que predominaba el extranjero,la
huelga tuvo caracteres de rebelión; Roma no pudo mantener sus fronteras
inmensas - desde Espafta y Africa hasta el actual Mganistán-, sin dar a los
extranjeros el poderde sentirse parte de un imperiotambaleante. Un refráncastizo
dice "deJuera vendrán quede casa te echarán". En silencio, y mirando esa manera
de no hacer con la que el hombre logra hacer, no olvido aquella reunión de los
trabajadores en el cine Julia, en la que Mauricio Báez, curtido y duro, explicó a
todoel mundoque solo reuniéndose para conseguirlos beneficios se podríahacer
fuerte el "sindicalismo". Palabras que en mi oído de niño flotan aún con un
hálitode grandeza, porqueahora,con los años, y mirandola historia, veo que los
ejércitos romanos y los romanos de hoy se comparan a una actitud que en
Mauricio era tan grandecomo lo fuera la rebeliónde los esclavos con Espartaeo
al frente. Si exagero me perdonas, pero ya sabes que cuando hablo de Villa
Francisca me convenzo de que todoaconteció allí; creo que cualquierhechode la
MATERIA PRIMA 51
historia del hombre está escritoen los muros cotidianos de la escuelaHaití, y que
todo cuantose puedepensary filosofar -desde Delfoshasta Carlos Marx y aún
después- permanece de manera rutilante en la trayectoria de un barrio que
resumió en suexperiencia la experiencia de todala humanidad.
Querido amigo, la suerte te sea propicia. Tulio aprende latín, y me ]0 han
obligado a estudiar las declinaciones. Ahora lee algunos poemas de Ovidio,
trozos de Terencio, y páginas de César. Végere, mi hombre primitivo, un
habitante de la isla de Santo Domingo que vivióen el afio 600 antes de Cristo,
no sabía que en el momento en que vivía, aquí en el Lacio, y en las regiones de
Umbría, Jos etruscos y Jos latinos se mezclaban para iniciar Jos países de un
imperio cuajado de foros, coliseos, domus, basílicas, y víaspalatinas cubiertas de
pinares como grandes sombrillas. Mientras Végere recogía jaibas en la
desembocadura de] Ozama; mientras él y su pequeño grupo -su pequeña banda-
subsistían armncando raíces de guáyiga y protegiéndose en Jos farallones del Sur,
TuJio Hostilio y AncoMarzioya gobernaban con escudos y leyes,con ciudades
cargadas de creencias; con necrópolis en donde la presencia de losdioses marcaba
el paso de la explotación de] hombre por e] hombre. Sin embargo Jos problemas
de supervivencia-resueltos por Végere de una manera simple y por Tulio
Hostilio y Rómulo de una manera menos simple- han seguido, han continuado
comola línea fundamental de la especiehumana, aquellaque abandonó e] ciclo
biológico natural parainventarsu propiociclo,ahoraflotanre en satélites y lunas
de metal, ahoraviviente en cerebros electrónicos, ahoranaciente en la cibernética
y en la bioffsica interestelar, ahora crujiente en el corazón de plástico que
sustituye al viejo y gastado corazón de carne, o en el corazón de simio que
sustituye el pequeño corazón de unaniñaque nunca podráamar del todo.
Mi querido amigo, seguiremos hablando. Escampa y las golondrinas son cada
vez más un recuerdo. Los árboles secosdel parque Julia Molinase parecían a los
de Roma. Trinos y luces relampagueantes los coronaban. El viento se peina, se
rasca en ellos,como un animal mugriento colmado de pulgas universales.

Morituri te salutanL

Papiro.

PS.- El tranvía de Roma- uso el número 30-, me recuerda aquella guagua


verde con e] motordetrásde la cual PacoEscribano decíaque "tenía calentura en
la cola".
vrn
¿QUENOMBRE LE PONDREMOS?

Son viejos papeles, memorias desperdigadas. Organizarlas es una manera de


organizar mi vida. Aquel recuerdo de infancia, este modo de mirar la T. Y., son
parte de mí. Nadie podría recuperarse cuando le dijeran que quien escribe estas
líneas es el verdadero Manolo, el hombre de la pistola 38 y el idioma inglés.
Aquel que caminó hacia el Servicio de Inteligencia Militar y se perdió para
siempre.
Aquí está Gertrudis, en la barra. Me mira con esos ojos de perra en celo, con
el deseo siempre encendido. Quince años junto a ella, quince engorrosos años
desde que salí en aquel avión con los lentes oscuros que aún llevo y que ocultan
mi cambiado,enrojecido rostro. (Yen colócate a mi lado. Lindo pelo. Sofocante
boca abierta, quieres que te lleve al retrete. Eso son las calles del Bronx, retretes
en donde nuestrosperros defecangentilmente. Botellasrotas, reservorios de agua
rodandopor las aceras, mujeresgritándose en varios idiomas increíbles frases. La
lucha barrial.)...Llegandoa New Yorkte detienesdebajode los cristales. Piensas
en que pudo haber sido peor. Manolo, buen plante, ojos galanos, el verdadero
rival del barrio: enamorado de todaslas muchachas. Dime una cosa Manolo: ¿por
qué terminarcomo agente del SIM? Y entonceses cuando tomo la botella y grito
Y viene la gente y no puedo soportar el recuerdo. Ahí está Emilia, la gorda,
anduvodetrás de mí en New York largo tiempo.
Y Papiro:
-Manolo se ha convertido en un ser solitario. Es un gram amador. Aún
ama. Se le ve por las calles de New York con su perro, sus ojos enrojecidos y su
botella. Su rostro completamente nuevo. No es un beodo total. Se sienta y bebe
desde temprano pero sabe detenerse. Nunca habla de su pasado. Nunca. Es un
simplepedazode historiaperseguida. Ahoraviaja con frecuencia a Martinica; allí
tiene una negra gorda, vieja y prostituidaque le envía dólaresa New York. Tres,
cuatro y hastacinco veces al año está en Martinica. Una cosa que se dice de él es
que explota a las ancianas. Aparte de Gertrudis, que es madura y carnosa, vive
con una anciana en la calle 146. Allí se le puede ver. El dice que es un viejo
54 MARCIO VELOZ MAGGIOLO

familiar, pero los dominicanos y puertorriqueños del apartamento de enfrentehan


visto a la ancianita desnuda revolcándose con Manolo sobre el parquet de la
habitación. Subenjuntos el ascensory él la lleva tomada del brazo,como cuando
un policía te ayuda a cruzar la calle. No se imagina uno que Manolo haya caído
en la procacidad. Pero si uno piensa que no supo salirse del SIM, no hay otra
alternativa que no sea la de relacionarlo con esas mujeres de edad que él frecuenta:
Visitación, Elpidia, Norín, Aspasia. Todas dominicanas; todas vividoras del
Bronx en dondela famade Manolo es grande.
La noticia me ha llegado en estos días. Emilia está loca. ¿Lo ves? ¡Emilia
loca!- En aquellosmomentos doña Isolinahabía considerado que Emilia era el
producto de los amores con Manolo. La locura. Pero según Manolo Emilia
siguió su vida amorosa con los viejos judíos de Queens, en los alrededores de
New York, donde sus grandes senos colmaban las ansias de los jugadores. Esto
lo sabe Manolo, quien la acusa de haberle llevado cada vez más hacia el trago,
haciael licor.
-Pero estará loco, ese hijo de puta, dice doña Isolina,y mira a su hija tirada
en el sofá, como un gargajo, y recuerdalos años del archipámpano, y la época en
que los visitantes gracejaban a Emilia y la consideraban chica buenadel barriode
Villa,en donde tantas vainas se juntaroncomo para pudrir la vida. Porque como
bien se sabe el viejo barrio tenía sus bondades. Esa caída y muerte del
Generalísimo fue fatal, se dice doña Isolina. Y razón tenía esta señorade pensar
como pensaba -<:omenta Papiro- porque todas sus relaciones estaban en
conexión directa con gente de la dictadura, aunque el archipámpano no lo era, y
más bien que nadaera un críticode la situación.
Bajando por la calle 135, hacia el East, Manolose encontróesa mañana con
DiegoFarándula.
-¿Dónde vas?, le dijo Diego,envuelto en un sobretodo azulbrillante un poco
desvaído.
-Donde la Gertrudis,
-¿No sabeslo que andandiciendo por ahí?
-Me cago, no.
-Pues anda diciendo Isolina en Santo Domingo que la Emilia está loca y
vuelta una mierda gracias a ti, y que pagará para que te maten, y que por eso
hastate has cambiado el rostro.
-Deben estar locas las dos. Te brindo un trago.
Y fueentonces cuando bajaron haciala barraTameríán, dondepidieron cerveza
Presidente y luego se dieron unostragosde whiski.
- y dimeunacosa,¿quién anda diciendo eso?
-Juan Vicente dice que sabe bien que viajarás a Santo Domingo, y que
Isolina tiene la pista.
-Mira DiegoFarándula, tú sabesque jamás volveré.
MATERIA PRIMA 55
En abril el frío de New York amaina y fluctúa. Un día 55 grados, otro 73.
Llueve, los rascacielos de la Primera Avenida se inclinan ante una brisa ansiosa
cargada de nubes y vapores que se meten a Nueva York desde Nueva Jersey
columpiándose sobre Manhattan primero, y luego llegando hasta las dársenas
artificiales de Brooklin, El metro apesta; mujeres con garrapatas azules entre los
cabellos trenzados imitan los peinados africanos. Un New York que quiere ser
africano, y un Manhattan que quiere ser latino. Mezcla incólume de maricones en
los trenes de Bowery; muchachas con blue jeans pensando en novios de lengua
larga y azarosos sexosuntadosde grasa de automóvil.
Diego Farándula se mir6 los seis anillos de la mano derecha, y Manolo se
lanzó el sexto trago. Habían pasado buen tiempo juntos; Diego fue un poco el
maestro de Manolo. Cuando se encontraron por vez primera en un zaguán de la
calle 14, estaban borrachos. Se abrazaron bajo el frío de la nevada y Manolo
durmió esa noche en casa de Diego,en un apartamientode lujo en Park Avenue,
donde estatuasde Giacometti acompañaban bellos rostrosde Modigliani. Cuando
Diego sacó la llave para entrar Manolo abrió los ojos sorprendido: un mozo de
uniforme le dijo a su compañero,"adelanteseñor, la madamaespera hace más de
media hora". y entonces apareció la "condesa", una cubana de unos 60 años, con
los brazoscargados de pulserascaras y el rostrobien maquillado.
-¿Dónde hasestado?,le dijo.
DiegoFarándula,casi sin aliento, le espetó:
-No me vengas con vainas, Ursula, este es mi amigo Ma-no-lo, de la
República Dominicana, y punto.
Ursula tenía un corset azul marino que aletargaba sus grandes senos de
papaya. Se torné silenciosa cuando Manolo se dej6 caer pesadamente sobre el
sofá estilo Luis XV compradopor su maridoen París antes de la SegundaGuerra
Mundial. Manolo abrió los ojos enrojecidos y pudo ver la imagen de un ser de
amplio bigote mirándolepor encima del hombro.
-Era mi marido, dijo Ursula-. Muri6 hace apenas unos años y aún no
puedoborrarlo de mi mente.
Diego Farándula era flaco, tenía lentes azules, usaba un traje de cuadros
amarillosy verdes y en sus patillasse retorcía el cabello como el de una bailarina
andaluza. Gagueabacon frecuencia, y tenía una sonrisa Colgate perfecta; usaba
leontinade oro, y sombrerode ala muy corta como era común en el Nueva York
de 1969. No habíapodido superar la moda. Asombrabasu figura flaca. alta. pero
atlética, parecida a la de Darío de la Altagracia, Manolo le vio entre las luces y
oy6 el silabeo de Ursula llamándole la atención, El olor a café emergió de la
borrachera, y Manolo abri6 los ojos. El recinto no era ni siquiera parecido a los
que había conocidoen los meses anteriores. Tenía balcón hacia Park Avenue. Al
fondo se veía el edificio de la Pan American, atravesado como para asfixiar la
calle. El apartamento estaba decorado con lámparas de lágrimas cristalinas.
Mientras Ursula se movía de la cocina hacia la sala pudo descubrir sus grandes
nalgas. Cerr6 los ojos y vio los muslos redondos y macizos de Emilia allá por
los años jóvenes. Recordó aquellas manos recorriendo sus manos, y aquella
56 MARCIO VELOZ MAGGIOLO

lengua gruesa y espumante enjabonándose en la suya. Se levantó con lentitud y


caminó casi rectamente hacia Ursula, diciéndole: "Me gustas. Deja a este
borracho de mierda". Diego Farándula soltó una carcajada. Manolo volvió sobre
sus pasos y nuevamente se dejó caer sobre el sofá color caramelo desde cuyo
ángulo derecho una pequeña estatua huesuda le miraba con color de bronce aún no
cuajado.
-Dice este amigo que quiere "hacer" contigo, dijo Farándula.
Ursula se sintió contrariada. Aunque no le molestaba la frase, tampoco
imaginaba que Manolo fuese una clase de hombre similar a Diego Farándula.
Este Diego en tantos años se había dado gozos y alegrías, pero se estaba
poniendo insoportable. De todos modos pensó bien la respuesta:
-Soy la mujer de su amigo.
Manolo volvió a la realidad. Mientras las carcajadas de Diego se hacían
insoportables.
-¿Dormirás aquí? .. Preguntó Ursula a Manolo.
El sueño había vencido al sexual galán del ditirambo. Roncaba mientras
Diego reía.
El sol asomó en la ventana de la derecha y Manolo despertó violentamente.
Apenas sostenía en su cabeza el recuerdo de la noche anterior. Tomó sus gafas
negras y se las colocó. Vio un jugo de naranja en la mesa contigua a su
dormitorio, y no pudo evitar el recuerdo de sus años mozos cuando su madrastra
le despertaba en la mañana con un jarro de café dominicano oliendo a gloria. No
sabía por qué encontraba similitudes tiernas entre Ursula y Emilia: aquellas
manos gruesas, aquellas nalgas regordetas, aquel movimiento lento parecido al
que todas las mañanas inauguraba Aurora, la mujer de Felipe el carnicero, en
Villa Francisca, en donde, por principio, era necesario enamorar a todas las
mujeres, porque como decía Cuacuá: "si no te lo dan, te lo agradecen".
Ursula se acercó a la ducha en donde Diego derretía el cansancio con un tibio
baño, Abrió la puerta y lo vio desnudo; le gustaba probarlo después de una de
esas juergas; pero Diego Farándula sentía que había perdido parte de su
virginidad. No conocía a fondo a Manolo, lo había llevado a compartir aspectos
de su vida íntima: no era posible que se retirara sin antes conocerle más
profundamente. Esa mañana Diego Farándula invitó a Ursula y a Manolo al
Tarnerlán, Allí bebieron. "La Condesa", como le decían los del Bronx a Ursula,
lucía un atuendo exquisito. Se había colocado su pedrería de fantasía a sabiendas
de que aquellos lugares eran peligrosos; pero aún así lucía regia: las cejas
arqueadas a lo Gloria Marín, los senos aprisionados con un corset que los
reventaba hacia el norte del pecho, dando la impresión de tersas toronjas de La
Florida.
La condesa pidió cerveza Heineken, y enseguida le sirvieron una jarra
semihelada. Era su costumbre. AH, el persa, se presentó a la mesa y explicó el
nuevo plato: conejo persa a la Bronx. Era una receta especial del bar, un plato
sólo para invitados muy especiales. AH, con gestos femeninos que revelaban su
MATERIA PRIMA 57
envidia por los grandes senos de Ursula, explicó que este plato no era para
estúpidos y gañanes. En Irán se hervían los riñones y luego se preparaba una
salsa riñonada que se cubría de trigo y cebada molidos. Luego, con algo de
picante, se dejaba fermentar esteaderezo al cual se agregaba jugo de manzanas. El
conejo se asaba con una punta de bambú de boca a culo, y una vez asado era
cubierto con esta rica salsa que conservaba, eso sí, cierto sabor a orín, lo que es
muy apreciado por quienes sonadictos a la ingestión de riñones y riñonadas.
-Quería que conocieras mejora Ursula. ¿Sabesuna cosa?, su marido murió
hace muchos años. Nos enamoramos y ella ha sido conmigo idealmente buena.
Ahívivo,en Park Avenue. Sin ella hubiese sido un desastre la vida.
y mientras decíafrases amorosas para su protectora, DiegoFarándula llevaba
el ritmode una música salsainterpretada por RichieRay y Baby Cruz.
-Coño, oye ese piano, oye ese piano. Así lo tocaba yo en mis años de
pachanga. Comencé en PuertoRico, hermano, y después salí hacia acá. Primero
el saxo, luego el piano, más tarde me metí en pleno ritmo: tumbadoras, bajo, y
terminé cantando. Conozcoa Laserie,y conocíaa Cascaritaallá en Cuba; fíjate
que Barbarito y papá eran bien amigos, eran tipos chéveres pala eso de andar
juntos por aquí y por allá. Pues bien, como te digo, he ido perdiendo hasta el
"chico", qué piensas chico,qué pasa chico. Aquíllegasy te creen un delincuente.
Mira,para que sepas,no ya hablando de vainasde mujeres -que mujeres ahí al
doblarlas encuentras--- esta hembraque ves aquí, a mi lado, es lo que yo llamo
"mujerde la cama". "Lo hace todo chico, todo". No te sonrojes Ursula, que es
así. Y mira Manolo...
Manolo habíacerradolos ojos y vuelto a pensaren Emilia. Solo después que
Emilia vino a Nueva York y volvieron a estar juntos y se deshizo todo, dejó de
obsesionarse. Sin embargo, siempre volvíaal pasado. Tenía que volver.
IX

Miles de veces se lo dije a Manolo. Ser, llegar a ser eran mis objetivos.
Silencioso, envuelto en sus malditos complejos siempre intentó detenerme.
Quizás estas líneas no vean la luz. Son un desahogo. Iso ha querido venir a
NuevaYork. Debosoportar para siempre su maldita manera de ver la vida.En
este momento en el que miles de estúpidos recorren las calles de Manhattan
camino a TimeSquare para darse el beso y el abrazo de año nuevodebería estar
con "mis judíos de Queen", como dice Manolo. Sin embargo no es así. Me he
ido perdiendo un poco en la broma de los deseos de Manolo, en su afán de
ocultación y de miedo.
Miles de estúpidos recorren las calles, las oficinas, los comercios buscando la
oportunidad que los hagasalirdel anonimato. Sin embargo NuevaYorkasfixia.
Nadie te va a dar un empleo que no seael de pegar botones, o plisarfaldas en una
fábrica en donde paraascender el dueño te hace proposiciones de vidafácil. Lo que
conozco de acá son seresdesechados, excrementos, desperdicios venidos desde
campos y aldeas de muchos de nuestros países; afanes tristes los consumen: hacer
dinero y retomar. Pero nunca retoman. Ahí está el modelo: Iso produce cien
dl'Iares y lDá& al día, los coloca en un banco y dice que su vejez tiene que
asegurarse A los setenta años desea más vida, yo sin embargo, a los no sé
cuantos- me siento aúnjoven- no la deseo mucho.
Desde esta ventana del Bronx el mundo gira a 14pisosde distancia vertical.
Un señor de cincuenta años, adiposo, encorvado por el peso del abrigo camina
lentamente por la acera. Lo veo como una manga negra. Imagino las arrugas
rojizas de su rostro. Podría ser un campesino puertorriqueño jubiladopor haber
preferido las fábricas al cultivo de la caña de azúcar. Atraída por Manolo vine
aquí. Nuestros días iniciales fueron justos, amigables, ansiosos por su eterno
huirde las carasqueantes fueron sus amigos. Perome acostumbré pensando que
podríaregenerar su mirada y reconstruir su fe en los otros. Al año me di cuenta
de que no podría. Entonces me cansé. Retomarcon el fracaso a cuestas no era lo
aconsejable. Qué iba a hacer en un país en donde acababa de ocurrir lo peor,en
60 MARCIO VELOZ MAGGIOLO

donde la guerra había dejado trunca la verdad de una revolución que intentaría
cambiarlo todo. Miles de soldados americanos habían llenado las calles de
alambradas. Villa Francisca había perdido su fisonomía. Ya no nos acordábamos
de Trujillo, cuyo recuerdo era para mí sufrimiento por las tantas desavenencias
entre mi madre y yo. Ahora vivíamos aquí, dentro del país que nos invadía, y
políticamente era importante para Manolo irse, luchar allí, demostrar que su
pasado no era cierto porque había sido atrapadopor una realidad que él no pudo
jamás evitar. Un cobarde, sí, un cobarde. No hay otra palabra que lo defina
mejor.
-Coño, ¿y acaso te crees que me vaya morir ahora, demostrando mis
grandes dotes de ciudadano ejemplar? Yo estoy fuera hace años. Yo ya no soy
Manolo y me cago en ese país. Yo ya no siento ni padezco.
-Pero es el momento, Manolo. Muchos viejos policías y gentes de la vieja
guardiatrujillista están borrandosu pasadoen la lucha Tienesque comprenderlo.
Me gustaría un día volver a Santo Domingode tu brazo, sin fantasmas, sin esos
fantasmas que mencionas en tus borracheras, en tus delirios.
Qué estupidez.Que aburrimiento. Sin embargono me he cansado de vivir. El
golpe debió ser muy duro porque intenté buscar el camino hacia otros mundos.
Bien: la moda, el maniquí, pero también el aturdimiento. Ciertamente Manolo
tienerazóncuandohablade mí comoquienhablade una puta.En la vida pasaque a
veces uno ve el destino resuelto con sólo sacrificardurante un tiempo la maldita
moral. De ahí que Emilia, o Laura, o como él me quiera llamar en su delirio haya
caídoen las reuniones de jugadores de cartas, en las actividades de los viejosjudíos
del Queens. Ciertamentetodo ha sido y fue inútil. La vida tiene tanta basura que
una se entretiene escarbando en las suciedades del mundo y encuentra en esas
porquerías ciertosentidode universo. Quizás Ariel podría comprenderlo mejor, él,
que fue mi amigode los años másjóvenes y que siempreme aconsejó: Manolono
tiene carácter. Te arrepentirás. Luego Ariel se perdió de mis ojos. En 1961 ya en
los fmales dejó las ideas libertarias, desconectándose de la vida para convertirse en
un viajante inveterado, en unode esos diplomáticos a la carrera que se enganchan en
todos los gobiernos. Ariel; me hubiera gustado tenerte cerca de mí, Ariel, pero
siempreestuvo Zoila de por medio... La vida es sucia y basta ¡Cuántosejemplos
podría dar! Entra una por sus caminos y cuandoaciertaa dar los primerospasosya
estáconvencida de que todoestá mal hecho, de que nadasirve,de que el mundoestá
maleado desde sus orígenes.
Vivo prácticamente sola. Temo el regreso. Me he quedadoacurrucadaen este
Nueva York de viento y nieve, de calor infecto y de grandes agujas punzantes
sólo porque pienso en que un día...Recibo a mis amigos, tengo sexo y deseos. A
muchos los he visto una vez, pero me acontecealgo terrible: quien tiene la suerte
de compartir mi lecho se convierte indefectiblemente en alguien a quien odio, a
quien ya no resisto. Ello ha acentuado profundamente mi soledad. Sin embargo
no pasa con mis amigas. Soy si se quiere como las reinas de leyenda que
cercenaban el cuello de sus amantes. Muerte, desprecio y olvido tienen casi el
mismo rostro: una faz oscura, desdibujada por la agonía, por el peso de un
tiempoque aún pasadono muerey que aún muertocontinúapasando.
MATERIA PRIMA 61
Emilia. El ha inventado un nombre para mí. Laura me dice a veces mientras
me narra hechos de una puta que según él casó con un español y que él llevaría
hasta el mismo cielo si ella se lo pidiera. Nunca supe de puta igual tan
merecedora.
Lo peor de mi vida es el aburrimiento. Ahorami mejoramiga es Cristina. La
considero suave, amantísima, bella en su desnudez alumbradora. Pero no puedo
dejarde ver en su rostroel arco de cejas de Manolo, y un poco su sonrisade los
años cincuenta, cuandoleconocíy comencéa quererle.
Frente a mi pequeño escritorio de madera rústica una mosca hace cabriolas
odiosas, ensaya una libertad que nosotros desconocemos. En estos momentos
Isolina lee la mano de una de sus clientes en un cuarto contiguo. "Tendrás dos
amantes, uno de ellos con muchodinero, dominicano él, pero ese no te conviene,
losdominicanos son engañadores. Te recomiendo el rubio, ese que tiene las gafas
montadas al aire. Veo, veo, veo que recibirásuna carta para que retornesa Santo
Domingo. Te la envía alguien que te quiere y que vela por ti. Veo a tu izquierda
un ser que te protege. Es una metresa con pañolete rojo en la cabeza; si, hum,
tiene relación clara con las siete potencias...Hum, si quieres mejorar tienes que
hacerle servicio...Shhh, cállate, no se habla cuando los seres se presentan...
Tienes que hacerleservicio. Colocadiez dólares en la alcancía y ven mañana. Tus
baños de árnica y rompesaragüey te los preparo yo, porque aquí en los
nuevayores no es fácil encontrar cosas originales... Vas por ahí a cualquier
botánica y te dan gato por liebre, muchacha, ah, la consultaes aparte".
Tal vez la mosca encuentre placer en volar. Su vida está hecha de vuelos e
instintos. Está movida por los hilos de un destino sin consecuencias,
impredecible, no como el de la clienta de Iso, que ahora "sabe hacia dónde va"
debido al pronóstico. La moscano tiene por qué preocuparse, por qué explicarse,
está ahí, y es todo. En el fondo el no pensar es una forma increíble y
fundamental de libertad.A veces me digo que en la búsquedadel sentidode las
cosas estriba la más cabal de las estupideces. Ahora Manolo ha entrado en otro
mundo de amores, La Condesa. No la conozco, pero ya me han contadode que le
ganó la lucha a un tal Diego, su dilecto amigo. Manolo es la estupidez pura. la
estupidez total. O no. Es más bien la inmoralidad total. Cuando Ariel y los
muchachos del barriohablaban de literatura -siempre fui deseosade saber más Y
más- aprendía pensarsobrefrases hechas, una de ellas me llenabade júbilo:"el
sentido de la vida". Recuerdo que en una reunión del Instituto Dominicano de
Cultura Hispánica-entonces yo amaba la poesía, y creía profundamente que
sería poetisa- discutíamos sobre la conmiseración del hombre, y de esa
búsqueda del mismo para tratar de explicar el más pequeño de los
acontecimientos. Ariel señalabaentonces que se iría del país, que el nivel de su
cultura había alcanzado los límites. Ahora con los años pienso en la
conmiseración y la considero un hecho indigno y aplastante. Forma benévolade
la estupidez.
¡Pero es posible que ahora. en los comienzos de mi madurez intelectual no
sea capaz de borrar a Manolo y darle un final de basurero!... Risitas. No puedo.
Deboconfesarque en todo acto de amor cometo un crimen. Que en todo carifto
62 MARCIO VELOZ MAGGIOLO

expresadoa mujer o a hombre,produzco una especiede aborto. Todo en mí se ha


hecho fetal. Nada crece defmitivamente para mi liberación. He ido hacia las ideas
feministas, he leído desde los años sesenta a Beauvoir, a Sartre; he seguido
algunasde las ideas de la Davis, he admirado las canciones de Joan Báez, y hasta
he elogiado su vida liberada, pero en el fondo todo es engaño. El cinismo
impregnatodas las cosas de mi naturaleza. La hoja de otoño que cae en Riverside
y se desplaza montada sobre el viento es cínica cuando en vez de caer en el
momento más alto de su amarillez, debe esperar el viento para justificar su
malditodescenso. Le explicaba a Manolo que el mundo está lleno de poesía, que
en todo hay un universo chico, moviéndose; le explicaba casi con ruego que
haber nacido en un barrio pobre no implicabarenunciar a la propia biografía. Me
decía simplementeque quien se había criado entre las faldas de los torturadoresy
de los admiradores del régimen no podía ser nada. Me asimilaba a su problema.
Vengabaen mi y contra mí su impotencia y su falta de personalidad. Empujarlo
hacia la guerra de 1965, hubiera salvado esa situación. Me argumentó que no
podría entrar al país. En su delirio de borracho hablaba de haber viajado, si sí
viajé, y hablé y no me conocieron. Yo decía que estaba llegando a la locura.Juan
Vicente-al que él apodaba Juan Caliente- me visitó varias veces para decirme
que Manolo había sido recogido ebrio en una de las esquinas de la 72 y que le
habían tenido que dar tratamiento. Tenía delirio de persecución. Hablaba de una
pistola Browning calibre 9 milímetros vendida a Juan Vicente en los días finales
de la dictadura, cuando en verdad éste lo que portaba siempre era una simple
Beretta 22 comprada no sé si a un compañero del barrio, también soplón, al que
llamaban Daríode la Altagracia,
Empujarlo hacia la guerra le hubiera salvado. Juan Vicente o Juan Caliente,
como él le llama, está convencido de que luchando allí por su patria, como
hicieron muchos de los dominicanos de Nueva York, le hubiera "rehabilitado".
Sin embargo tenía temor de irse a Villa Francisca. Me decía que se imaginaba el
barrio destruido; le habían dicho que parte del norte del barrio había sido
bombardeado y que la antigua escuela Haití estaba convertida en comando de la
guerra por los constitucionalistas. Quería mantener vigente la imagen del barrio
tal y como cuando había salido. Una manía, algo insólito. Algo de locura. Juan
Vicente le vio varias vecesen las calles de Broadway despuésde la guerra.
-Tú eres un maldito combatiente, le dijo. Cómo has podido regresar. Cómo
es posibleque estos gringos te dieran visas luego de haberloscombatido.
Iba borracho,con lentes oscuros.
-Andas diciendo que me cambié la cara, coño, Andas diciendo eso. Le
acompañabaDiego Farándula. Con sus dedos llenos de anillos, con sus chalinas
y chaleco de colorines, con ese paso medio cojo que implicaba el dominio de lo
que en Villa Francisca llamábamos "cuadre", y que no era otra cosa que una
manerade contornearel cuerpo denotando dominiodel medio, manejo del mismo
reflejadoen las formas de moverse,actuar, etc. Yo le llamaba esnobismo, y Juan
Vicente se moría de la risa juguetonamente,porque su carácter es hasta infantil,
limpio,claro, transparente.
MATERIA PRIMA 63
-¿Esnobismo? .. Coño Emilia, si Diego Farándula oye esa palabra se cae de
culo, sería la primera vez que la oye, sería como un elogio.
Juan Vicente, que viaja mucho a Santo Domingo, ha visto la casa. Dice que
los inquilinos se mudarán pronto. Mamá quiere retomar. Lo haremos quizás
movidos por sus ganancias en dólares, sus ahorros y mi fracaso. Aún así sé que
iremos, volveremos, iremos, volveremos. No hay sosiego para quienes no tienen
un destino fijo, para quienes no pudieron compaginar el futuro.
Ahí, sobre la mesa de noche está mi sombrero de primavera. No podré usarlo
en Villa Francisca en donde sólo las cocolas, las inglesas negras de las islas de
Saint Kitts y Nevis, los usan. Dos flores de asbesto y plástico colgadas del
sombrero tratan de darle un aspecto fino y elaborado. Sin embargo son de una
belleza artificial y brusca. Acerco las flores a mi olfato y el engaño se hace
patente: puedo imaginar el perfume del coronel Salado, maricón empedernido y
sus chistes sobre Manolo, y su promesa de unas fotos que nunca llegaron y su
afán de descrédito para con los enemigos del régimen. Todo recuerdo es de
plastico y tiene perfumes agradables y desagradables. El pasado es a veces una
arquitectura descorazonada. Chorros enormes de música plástica recorren la
Séptima avenida, el centro de Nueva York, la gran manzana, una de las ciudades
más falsas y originales de la tierra. Ciudad del presente en donde todo pasado es
vaina, prejuicio, forma desechable para seguir viviendo. Chorros de asbesto
derretido hacen olas enormes en las plazas llenas de estatuas, palomas congeladas
y perritos cagadores.
Oigo el sonido de la bocina. Distingo el coche de Hans. Ha venido sin la
previa llamada telefónica. Esta noche hay juego de naipes en Queens. ¿Podré
casarme habiendo perdido el deseo de amar? Hans, que tiene sesenta y dos años
dice que sí, pero yo sé que no. Jamás podría visitar una sinagoga.
"Te digo que este ser te quiere bien. Es un joven alto, buenmozo él. Los ojos
verdes. ¿Conociste alguna vez un enamorado de ojos verdes?"... "Claro, claro, es
Jacinto. Ese que dices. Te protege".
-Emilia, ¿vas a salir?
-Sí mamá, reunión en Queen.
-No vengas tarde.
Año nuevo, año viejo. El tiempo se detiene en las esquinas de Manhattan
aterido, cansado de olores. Subo al automóvil. Hans me da un beso que me
resulta asqueante. Vuelvo a pensar en Manolo. Mañana será otro día.
x
MEMORIAS DE UNTAL MANOLO

La casa de la calle Ravelo no era nuestra; nunca lo fue. La alquilamos luego


de haber vivido en dos o tres lugares del barrio de los que apenas me quedan,
como retazos de un sueño, sombras y luces, contornos, siluetas, voces y
silencios. Primero vivimos en la calle Erciná Chevalier- nombre dado en honor
a la abuela del Generalísim<r-, luego en la Félix María Ruiz (nombre acordado
en honor a uno de los tantos padres de nuestra nacionalidad). De aquellas épocas
son los recuerdos de grandes aguaceros y niños desnudos bañándose debajo de los
grandes caños de agua que generaban los techos de zinc, inclinados como
sombrillas cuadradas.
También son de esa época las palomas de Tío Julio, y de Tío Marino, quienes
me llevaban tórtolas y peces de colores. Los recuerdo a ambos enfundados en
trajes blancos. Para esos años las pocas aceras de Villa eran altas; escalonadas
muchas veces cuando la calle era profunda y había que subir tres, cuatro y hasta
cinco peldaños para alcanzar el brocal de la puerta.
También para esa época de difuminos y sombras tengo otros recuerdos: como
el del traje de bomberos que me confeccionó mi abuela Martiria. El pantalón azul
con lateral raya roja, la camisa roja con hombreras azules, y aún lo más
emocionante: el casco hecho de cartones muy bien acomodados y forrado con
papel metálico dorado. Hasta mis doce o trece años, y quizás debido al influjo de
aquel primer disfraz, la carrera de bombero me pareció una de las más apasionadas
y honestas. Cuando mi madrastra hablaba de mi futuro, cuando inquiría en su
propio silencio si yo sería dentista, o comerciante, u oculista, yo en el fondo de
mi alma desenrollaba mangueras, apagaba enormes incendios, recorría la ciudad
en un carro rojo encendido de campanas que sonaban para avisar a los burros,
caballos y carretas, así como a los pocos automóviles de la época, que el
ejercicio del bien tenía forma de hombre con pantalón azul, camisa roja, y casco
dorado.
Son, igualmente, de esa época mis primeras angustias. La mudanza, el
cambio de hogar fueron una némesis, y un terror. Recuerdo aquella carreta
66 MARCIO VELOZ MAGGIOLO

cargando cachivaches. El mulo movía la cola, espantaba cientos de moscas


girantes en tomo al rabo paciente y pegajoso, mientrasJuan el carretero, a quien
mi padre conocía desde su último trabajo en la aduana de Santo Domingo, iba
colocando una montañade objetos, tales como poncheras descascaradas, mesas
ahuecadas en las que se colocaban las tinajas, platos galvanizados, higüeras y
recipientes de madera, calderos ennegrecidos, mecedoras serranas cuyo tejido
comenzaba a deshacerse, camas pequeñas con espaldares de hierro y bronce
herencia de mis abuelos, sillas con forro de guano, las clásicas bacinillas y
escupideras de incierto destinoy uso nocturnal.
En Villa Francisca las gentes se mudaban de noche, en la madrugada; la
pobreza no quiere exhibiciones. Juan era experto en mudanzas y ensalmos y de
eso vivía. Mi abuela Martiriale tenía enormeconfianza.
De aquella época son mis primeros recuerdos afectivos extrafamiliares.
Cuando llegamos a la calle Félix María Ruiz me simpatizaron los gritos de
Isabel, quien reía como si llorara. Recuerdo aún su rostro redondo, sus manos
gordas y bonitas, su cuerpo de barrilito cervecero y su ritmo de merengue. No
puedo decir si ahora me enamoraría,pero un niño se hace la primera imagen del
amor sin saberlo; sólo los años, el análisis de la realidad vivida, permiten que
uno llegue a la conclusión de si lo que siente un niño en calidad de afecto era
realmente el amor larvado. El parecidofísico entre Isabel y Laura son parte de mi
historia vital.
Nunca más he visto a Isabel, pero digo que aquello pudo ser un germen de
amor, porque aún desde la distancia de esos cinco años de edad, el cuerpo de
Isabel,semidesnuda, revoloteaen mi cabeza con la misma sensaciónamable que
sentí cuandoen mi inociencia presenciésus senos grandesy la curva de su pierna
resbalando haciael vellodel pubis. En sus trece o catorce-<¡uizás quince años-
Isabel no podía suponerque un cuerpo de mujer era o podía ser la imagen inicial
del amor y el sexo para un niño de cinco años. No era ni tan madura, ni tan
inteligente, ni tan mujerpara creerlo.Los senosde Isabelse hicieronnuevamente
realidadcuandosurgióEmilia, la de Iso, años y años después.
La casa de la calle Félix María Ruiz tenía portada de bloques con aristas.
Había sido construida a principios de siglo, y su techo no era precisamente de
concreto, sino de planchas de zinc amalgamadas. Es común la imagen de las
lámparas de gas kerosene encendidas en las salas del barrio; no en todas, desde
luego. Lo más común en esos años eran las velas de cera de abeja, y las de
parafina, máscaras.
Martiria fabricaba sus velas derritiendo cera comprada en panales de los
mercados. El sistema era' el de verter la cera derretida sobre una cortinilla de
pabilos separados una pulgada,hasta que el pabilo o mecha engordabacon capas
sucesivas, generando un candil fino arriba y grueso en su base. Aun ese olor de
cerumen, ese resplandor de abeja volando, esa perfumada sinfonía de pólenes
derretidos se aposenta en mi espíritucuandoveo una llama arder o descubrosobre
una paredel perfil de alguien arrojando sobreel muro por cuentade la luz. Quizás
por eso aquellos versos de Bécquer en los que se habla de la luz que arroja en el
MATERIA PRIMA 67
muro "la sombra" del féretro son para mí como un sello inolvidable. Los aprendí
de memoria años más tarde. Los vi por la vez primera en un suplemento de la
revista mexicana Sensación que cortaba y colocaba en un álbum de poemas y
literatura. Eso fue tiempo posterior, sin embargo no deseo apresurarme. Luego
entré en los límitesdel desastre.
Me importa muchohacer una historia. Más que la mía la del barrio. Más que
la del barrio la de mucha gente sin historia. Por ejemplo, los Giamelli tenían
historia, venían de Génova, y eran conocidos en la región de La Spezia.
Navegantes, cartógrafos, reproductores de rutas marinas desde la época de los
Medici. Ligadossiempreal mar.
En casa había un gran retrato de Gianbatista, como le decía mi abuela.
Gianbatista había venido a Santo Domingoantes de 1844, y luchó en la guerra
contra Haití, y fundó con otro Gianbatista y con goletas de su propiedad, una
pequeñaflota para combatiren favor de los dominicanos. Un día de 1852decidió
partir hacia su tierra, y jamás regresó. Uno de sus hijos, Bartolo, ya con familia
en Génova, vino años más tarde a conocer la tierra por la que su padre había
luchado, y en la que le quedaban algunos intereses comerciales. Preso por un
lujurioso trópico y una vida simple, hizo nuevas familias. Mi madrastracallaba
estos ancestros,pero Martiria,mi abuela,los recordaba.
Bartolo, hijo del recordado AlmiranteGianbatista,casó con descendientede
italianos, y tuvo también descendencia con una de sus concubinas... Según
narraba mi abuela, Bartolo,padre de Alberigo, su marido, tenía el pelo claro, los
ojos azules y un labio fino, ligur. De él sólo conocemos una foto azulina,
daguerrotipo en el que con miradaintensaparecepreguntarse por la lejanarada de
Génova. Cuando sus hijos naturales y supuestamente legales estuvieron casados
y con descendencia, como un dios pagano,Bartolomontóen un balandro llamado
La Capitana y retomó parasiemprea Rapallo. Allí murió entre los brazos de sus
iniciales hijos italianos, bajo la mirada pródiga de primos que no conocieron a
sus primos dominicanos, y de hermanos que no conocieron a sus sobrinos de
aquesteladodel océano.
Las fotos de Alberigo, nieto de Gianbatista e hijo de Bartolo, padre de mi
madre verdadera,revelan una frente ancha; el pelo negro y levantisco, la mirada
preocupada, el bigote en forma de quilla al revés, oscuro. Siempre que lo miro
sientoque detrásde esa frentevivenaún amarguras, desastres, incomprensiones y
silenciosque lo llevarona la locura.
Los ojos de Alberigo Giamelli debieron ser los mismos ojos marineros de
Gianbatista. Miraban un mar infinito. Así lo he sentido. Siempre. Por eso las
goletas de Tatá Martínez, y las historias de mar me conmovían: por eso Salgari
era una especie de dios, de figura cimera de mis sueños: italiano y conocedor de
los mares y de los piratas; levantiscoal narrar la historia de Sandokan, caribeño
cuando hablaba de la reina de los Caribes. Me imaginaba a Salgari recogiendo
historias y novedades sobre la quilla de algún buque negrero, y fue duro para mí
saber que nunca había salidode su tierra natal,y que su imaginaciónera la madre
de todos los océanos.
68 MARC/O VELOZ MAGG/OLO

Aquí, varado en Park Avenue, Diego Farándula insiste en que el pasado se


convierte en mierdacuando uno deshace el presente. "La condesase ha ido para
unas vacaciones en Los Angeles y Diego hace "pindilús", movimientos
graciosos al ritmode una salsa de Andy Montañez. Le digo que estoy escribiendo
unas memorias, y me dice que me vayaal pleno carajo. Le explico que quise ser
escritor, poeta, y que incluso llegué a escribir algunos artículos en la prensa
cuandoGarcía,un poeta calié al servicio del SIM me 10sugirió.Había yo escrito
una pequeña biografía de Bécquerpara un pequeñoperiódico escolar del Liceo
Secundario Presidente Trujillo. Había yo aprendido con mis amigos
proto-literatos la lectura de grandes novelistas. Me encantaban los capítulos de
Han de Islandia, y leía con fruición las novelas de Dumas. ¡Oh!, cómo me
deleitaba a los 14 ó 15 años con La Montaña Mágica, mientras mi amiguito
Germán leía con fruición poemas que imitábamos: "Eras la boina gris y el
corazón en calma".
Diego Farándulasigue bailando. Las estatuas de Giacometti me miran como
interrogándome: ¿Se puede haber cruzado la vida de lo mejor a lo peor?.•. Es
posible. Muchos se recuperan a tiempo, mantienen su mismo rostro, lo
reconstruyen desde adentro; otros, como yo, somos incapaces de hacerlo y
cambiamos la faz. Manolo se llamaría ahora Fulano Jiménez. Iso le espera en
SantoDomingo, en dondeJuan Vicente 10acechapara darle muerte. Las historias
de Emilia en Nueva York son parte de la vida. Pero otras historias, como la de
Laura, para mí tan importante como Emilia, no están en la cabeza del hombre
que narra estas líneas, de Persio, cuya ocularidad es relativa, porque son las
palabras de un resentido que nuncase introdujo en los problemas profundos, en la
lucha. Siempre le vi como un testigo silencioso. Por eso, cuando he recibido
cartas de Papiro, preguntando por mi vida, prefiero contestar algunas de las
situaciones narradas por Persio, las cualesPapiro me envía en sobre lacrado, sin
que Persio sepa que esos capítulos escritospor él sobre mí, no me afectan, pero
retuercen el pasado.
DiegoFarándula ha comenzado a fumar su dosisde marihuana verde.
Despuésde darle el "golpe" sus ojos crecen y su voz de tanguista comienza
por rememorar Madreselvas, tal y comolo hicieraGardel. Dice cosas coherentes
como:
Mira Manolo, la vida no puede ser concebidalinealmente. Nadie te hará una
biografía como si fuera una novela. La vida es un maldito son montuno, salsa
men, salsa... e inicia esos movimientos de nuevo, mientras limpia una pistola
calibre 22 que sólo soba cuandoestá borracho, y que tiene unas iniciales para mí
desconocidas: GS.
Me levantodel pequeñoescritorio en donde "La condesa" escribesus cartas y
tarjetas. Estamos en agosto, y el maldito calor newyorkino se barre
sudorosamente sobre trenes y aceras, sobre palomas de hule y golondrinas
construidas con trocillos de asfalto, derritiéndolos.
-Si te callaspuedo escribiralgunas líneas.
-Coño, Manolo. No me digas que ahora vas a cambiar la profesión.
MATERIA PRIMA 69
-Desearía dejar un poco en claro algunos aspectosde la vida. buenpendejo.
¿Noves que los grandes escriben autobiografías?
Muerto de risa. tras una bocanada. Diego se llevó la pistolita a la sien
diciendo: -lo mejor es moriren la cumbrede la vida. Si uno supiera cuando lo
puedenconsiderarel mejory en el mejormomento. paf, se mataría para dejar un
buen recuerdo. El objetivo deberíaser ése.
Aquí. miro con frialdad la pistola en la sien de Diego. La mano desciende
lentamente y sé que no se suicidará. Su teatralidad llega a la tragedia. "La
condesa" lo observa desdeun cuadrode óleohecho por un pintor barato.
-Es bella mi vieja. ¿no? ..• me pregunta.
Por razones de educación le contesto:
-Maravillosamente bella.
En la casael recuerdo de Alberigo era permanente. Se sabía,porquemi madre
y mi abuela lo pregonaban. que el abuelo era un hombre de temperamento casi
violento. Encerrado en sus propiasideas.muy moderno para su época.
Sobre su temperamento romántico había interesantes noticias. Por lo menos
el hecho de que fuese de los primeros en importar un equipo de música de
aquellosque usaban rolos, y el hecho de teneruncajónde ariasoperáticas debajo
de la cama que escuchabaa solas en contra de su entorno. le signaban como un
ser fuera de serie. como se dice ahora. El abuelo Alberigo era hombre de
comercio. sin embargo nunca montó una tienda. y entre sus grandes dominios
-según me cuentan- estabael de la artesanía: confeccionaba trajes de carnaval.
fue un gran creador de caretas. laboren la que mi abuela le ayudaba,según supe
por ella misma.ya que el abuelo Alberigo muriómuchoantes de que yo naciera.
Sin embargo la influencia de Alberigo se cernía sobre mí. porque sabía que
las "curiosidades" que mi abuela realizaba eran parte de su aprendizaje con el
abuelo Alberigo. Así. los pafios de retazos. los tiestos decorados con flores
coloreadas. las vasijasde hojalataconvertidas en floreros. los discosde celuloide
que mi abuela ablandabacon agua calientepara crear bandejaspara frutos. "Las
curiosidades" eran una especiede herenciaque venía en el recuerdo.porque mi
abuela Martiria no se cansaba de decir: "Alberigo lo hacía de esta manera". Mi
madrastraodiaba esos recuerdos. yo me aferraba a ellos desde la muertede mi
madre.
No dudo que aquel trajede bomberos fuera.en el fondo.- su cascode papel
forrado- una derivación delas curiosidades del abuelo. Se decíaque cuando llegó
la primera Victrola, Alberigola compróa un precioalto. y comprócajas y cajas
de discos en italiano y francés. que guardabacelosamente para sus amigos más
íntimos y sus numerosos hijos.
Con todo y que en la casa el recuerdo de Alberigo era molesto, existía una
especie de silencio culpable alrededor de su muerte. su abandono final y su
biograña de los últimos años.Mi abuelaMartiria había quedado viudaen el lapso
de los diez anos anteriores al comienzode la dictadura. Supe que el abuelo había
70 MARCia VELOZ MAGGIOLO

muerto en una silenciosa celda del manicomio Padre Billini, situado entonces en
el derruido y colonial Convento de San Francisco. Una vez, revisando las
pertenencias de mi madre me encontré con la esquela mortuoria. El silencio sobre
esos días me parecía más una vergüenza que un secreto de familia.
Mi abuela Martiria vivió en varios hogares antes de ir a casa definitivamente.
Siempre alIado de sus hijas. La recuerdo bien, porque murió en los cincuenta, a
los noventa y dos aftoso Parte de mis años infantiles y de mi adolescencia se
refugian en el recuerdo de sus manos casi paralíticas, pero suaves, con las que
alisaba mi cabello y me indicaba las páginas de su colección de revistas
religiosas llamadas Manzanas de Oro.
Había sido católica, pero un día y en su tierra natal, San Cristóbal, abandonó
el catolicismo impulsada por las ideas luteranas. Fue de las fundadoras de la
Iglesia Evangélica Nacional, y su Biblia era algo así como un arma de guerra que
blandía - en lectura de salmos y proverbios- sobre aquellos que de una u otra
manera atentaban contra la estabilidad de nuestro hogar. Cuando en 1946 alguien
quiso obligarnos a colocar un letrero en la puerta que rezaba "Dios y Trujillo",
mi abuela se salió casi de su silla con ruedas, e imprecó contra el delegado del
Partido Dominicano que vendía los letreros, señalándole que días vendrían de
desastre y muerte, porque Sodoma y Gomorra estaban cerca, y todo dominio del
hombre contra el hombre sería destruido. Blandiendo su Biblia negra y brillante
la lanzó contra el advenedizo, quien huyó como un condenado, no sin proferir la
debida acusación de "enemiga del gobierno", que tanto terror causaba entre los
dominicanos.
Mi padre recibió al día siguiente una nota de la estación de Policía en la que
se le invitaba a pasar por la misma. El Teniente Estrella le haría saber que los
rumores generales eran continuos en el sentido de que papá era un "desafecto". Mi
madre, muy enferma ya, lloró mucho.
No se olvidó el Teniente de citar a mi Tío Julio, "el de Villa Duarte", ni se
quedó sin hacer mención de cierta parte de la biografía de mi padre, quien hasta
1937 fue empleado de la Dirección de Aduanas.
Esa noche, de regreso a casa, mi padre, como única salida al problema
político, compró un retrato de la madre del Generalísimo, colocándolo en medio
de la sala. Pensaba que tener a la madre y no al Jefe, era una salida inteligente.
Sin embargo todo el mundo sabía en Villa que aquel "paño tibio" era una excusa
para justificar y salvar su responsabilidad.
Mamá Martiria -como he dicho- cubre parte de mi infancia y de mi
adolescencia. Recuerdo su rostro anguloso, el arco grueso de sus pestañas, su
mirada densa, y su chal tejido -mantón a la española, de flecos negros y
blancos, peineta alta sobre el moño alto-. Admiraba y admiro esa fotografía
color sepia que me daba, me proporcionaba, la distancia entre la juventud y su
vejez. Pasaba horas enteras imaginando cómo la foto de la juventud había
degenerado en aquellas manos tristes y fuertes; como ese rostro duro se había ido
tomando dulce con los años; cómo aquel pelo recio y tenso, se tomaba en
blanquecina oleada de cascadas a veces amarillas. La foto de la juventud me
MATERIA PRIMA 71
permitía adivinarese temperamento huracanado que mis tías recordaban porque
habían vivido muchos momentos amargos de tormenta. Para mí la idea de una
MamáMartiriarecia y dura era todo un invento, todo un parto de la imaginación
de mis tías y de mi propia madre.Nunca la creí recia y dura, huracanada; para mí
sus caricias y sus miradas de anciana, su afán de verme día a día, su cuido
elemental, su mundo de consejos y su protección contra el profesor de
matemáticas, eran muestra inequívoca de una alma pura, fina, cariñosa,
inigualable. Así vive en mí todavía, y nadie cambiarásu perfil en mi corazón. A
la muerte de mi madre, Martiria se llenó de silencio, mi madrastra la acogió en
casa sin odio y sin afectos.
Si hubo diferenciasentre Alberigoy ella; si hubo separaciones y locuras, las
creo resultado de la vida, de la diferencia de temperamentos, pero jamás de la
maldad. Defiendo la imagende mi abuelacomo defiende el caballeroarmado sus
blasones, su tradición más honda, su pozo de cariño.
La casa de la calle Ravelo tenía un patio grande. Comoesos patiosde estancia,
en los que abundan los árboles frutales y son comunes los insectos,sabandijas y
aves. Una enorme pared de planchasde zinc-servía de seto a la parte traserade la
casa, en la que se levantaban árbolesde limoncillo, jobo, manzana de oro, anona y
guayaba. El patio era mi bosque predilecto. Como las planchas de zinc apenas
superaban la altura de un hombre, era fácil treparse en los palos que las unían y
otear el horizonte vecino constituido por otros patios ya con algunas viviendas
pequeñas, en donde mujeres-la mayoríaconcubinas de obreros-- llevaban una
vidadura y sazonada por el trabajo doméstico más exigente. Recuerdo con afectola
voz de Fidelia, Tenía dos hijos: Chichí y Morena. Su temperamento era como el
oleaje -duro cuandose sentíaincómoda con Tadeo, el marido-, suavecuandoal
sonde una melodíade la épocaablandaba las habichuelas, tirabasobre la sarténde
manteca hirviente los bollos de yuca, o pelaba con agua caliente el pollo que
indefectiblemente era sacrificado los domingos.
Nuestros vecinos eran viejos residentes del sector. Algunos recordaban la
parcelación de 1907,cuando Ibarra, acompañado del entoncesPresidenteRamón
Cáceres, cortó la cinta dejandoen manosdel Ayuntamiento un nuevo barrio de la
ciudad capital.
Mi padre recordabaclaramentealgunosacontecimientos, como la tragediade
un avión que cayó sobre la multitud en el antiguo lugar que luego sirvió para
ubicar el parque Julia (en honor a la madre del Generalísimo). Me narraba con
bastante displicencia algunos aspectos del barrio en sus inicios. Don Alejandro,
queasí se llamabasu fundador, enriqueció grandemente con esta parcelación, pero
unade sus hijas nuncaquiso vender una de las casas solariegas que él le dejara en
herencia. Era precisamente la que habitábamos a partir de los años cuarenta.
La casa tenía gran interés porque en ella se escuchaban ruidos, y voces; era
común ver un perro grandeque se desvanecía en cuanto lo miraban fijamente. En
mi pequeño cuarto, y en los días en que murió mi tío Marino, se inició el
movimiento del caballito con balances que noche a noche repetía un gran
recorrido sin jinete bajo mi indiferente observación.
72 MARCIO VEWZ MAGGIOLO

Papá había sido director "espírita" en los años iniciales del siglo, y sabía
cómo manejarlos seres. Todosaprendimos en la casa, inclusoMartiria que decía
no creer en esas cosas, las oracionesa los "seres luminosos del Señor", con las
que podíamos enviar a su sitio a esas almasque se posan a nuestrolado izquierdo
y que nos encienden las orejas. Con papá aprendimos que existen los súcubos y
los íncubos; comprendimos que los malos pensamientos y las palabras obscenas
generan formas negativas que adquieren vida propia y te persiguen y te
obnubilan, burlándose de la verdadera razón.
En el patio grande de la casa, cuando algún súcubo se interponía entre mi
padrey la salida, le veíamos decirle:
-Di, qué quieres.
Se le rezabael debidopadrenuestro que lo hacíatrizas.
Cuando era un espíritu se le trataba con respeto. Una oración pidiendo su
adelanto, y luego una invocación para llevarloal sitio eterno.
Los seres que habían muerto a manos de esbirros del Generalísimo en 1940
en la calle Caracas,cuando protestaban contra el régimen, vagan por el barrio de
Villa Francisca. El cabo Nolasco los veía en las noches, y Eddy aprendió
igualmente las oraciones para llevarlos a su sitio, Venían en una procesión que
sólo mi padre podía ver y describir. Unos sin cabeza, otros con un brazo menos,
los más podridos con los ojos fuera y los labios como leporinos.
No nos pudimosdeshacerdel perro, de la mujer del paño blanco que siempre
nos ofreció un tesoro enterrado en la habitación de mi padre, ni de Pipí, un
amigo de infancia de mi padre que murió de "la influenza",cuando quedó bizco
uno de mis tíos por una enorme fiebre puerperal.
Con el paso de los años se supieroncosas importantes. En el edificio que fue
la residencia del Padre Andrickson -sacerdote liberalque tuvo varios hijos- se
le vio muchas veces rezar en los balconesy mirar haciael barrio de Villa Duarte,
no se sabe porqué. La casa del Padre Andrickson fue escuelaluego, muchos años
más allá de su muerte, pero los alumnos nos acostumbramos a su sombra, y los
habitantes infantilesdel barrio,cuandojugábamosa las escondidas, sentíamossu
mano amigable sobre el hombro cada vez que usábamos como escondite las
caballerizas.
La casa del Padre Andrickson, luego Escuela Haití, era una original
construcción de cuatro plantas con techos a cuatro aguas, bellos balcones que
miraban hacia los cuatro puntos cardinales, magníficas habitaciones espaciosas
cubiertas de coloridos y finos mosaicos de estilo italianode la más bella factura y
diseño.
Desdesu minarete-porque estaba construidaen la más alta de las colinas de
Villa- se apreciaba el derredor del barrio: Los Isleños, las orillas distantes del
río Ozama, el norte de Galindito, en donde ya para esa época el Generalísimo
construía el Barrio de Mejoramiento Social,con su principalcalle, llamada María
Martínez, en honor de su esposa, y su otra calle menos principal, denominada
HéctorB. Trujillo, en honor de su hermano.
MATERIA PRIMA 73
Las distancias parecían recogerse cuando los muchachos trepábamos los
pisos, y en los días sábados y domingos, disfrutábamos de una brisa casta y
pulida, que viniendo del marperdíasu virginidad soloal contactode aquelenorme
órgano genital que fue símbolo de la masculinidad discutible del barrio. El
monumento a TrujilloValdez.
La muerte de Tío Marino nos llenó de gran pena. Tío Julio nos llevó una
muestra de las esquelasmortuorias preparadas en su pequeñaprensaChandler, en
donde había impreso, por cierto, un libro de poemas de mi padre que yo aprendí
casi de memoria, y mas tarde un volante contra la dictaduraque le costó la salud
de manera definitiva.
MamáMartiria estaba en plenoéxtasisreligioso, rezaba uno de los salmos de
David- el 124-, cuandovio la imagennebulosade su hijo sonreír frente a ella.
Dejó caer el libro de las manos ya anguladaspor la artritis Y gritó el nombre del
tío. Pocos minutos después vino la noticia. Un vómitode sangre había acabado
para siempre con él. Su hígado, resentido por la insistencia de esos alcoholes
repetidos a los que era adicto, se detuvo comouna máquina oxidadaen mediodel
camino.
Papá recogió del suelo la Biblia y sintió el escalofrío común al paso del
espíritupor su cuerpo. "Es Marino" dijo, y en ese momento mi tío Julio cruzaba
el umbraly nos daba la mala noticia
-Nos moriremos todosde alguna manera. Marino, que aguantaba esto se dio
por la bebida.Nos lo mató el gobierno.
Sus palabrasson todavíaun torrente en el distanteoído del hombre que ahora
soy.
XI

LAURA

Realmente no nos casamos. Llevándome del consejo de Manolo le dije a


Sebastián todo cuanto había sido mi vida. Sorpresivamente supe que ya él había
recogido informaciones. No fue difícil entonces resolver. Aquella mañana la
pasaríamos en el Hotel Montaña, en las sierras de Jarabacoa, donde Sebastián
había vivido por vez primera cuando vino como refugiado de la guerra española.
Aunque nunca borré a Manolo de mi vida, me sentía segura con Sebastián.
Había abierto comercio en la calle de El Conde; tenía gran prestigio entre sus
compueblanos de Galicia, y Manolo comprendió que su presencia cerca de mí
significaba un poco la muerte de mis relaciones.
-Te felicito, me dijo.
-Sabes bien que luego de la muerte de La Mosquita en la cárcel ya Doralba
busca otro destino.
La Mosquita había vuelto a sus andanzas de rifero. Había colocado un garito
cerca del Mercado Modelo; se acostumbró al negocio de los bazares en donde se
jugaban no sólo números, sino prendas y otros productos prohibidos por el
Generalísimo. Sabiendo lo de "La Inodora" se había dedicado a la bebida. Una de
sus hijas mayores- eran tres mujercitas- se había envenenado con tinte de pelo
salvándose milagrosamente. Doralba había corrido una suerte inversa a la mía:
desde su posición de señora cayó, por cuenta propia, en muchos vicios. No me
toca a mi decirlo. Manolo sabe cómo ocurrió todo.
De mi "matrimonio" con Sebastián hay tristezas y alegrías, pero lo mejor
son mis hijos. Ahora, en la viudez, no puedo negar que la imagen de Manolo me
persigue, y que hasta he pensado inventar un viaje para verlo, tocarlo, escuchar
sus penas, porque me dicen que se ha dado a la.bebida, y se mueve casi en un
círculo de ancianas.
Sobre sus días finales en Santo Domingo no tengo muchas informaciones. El
mismo me narró que buscando trabajo para ayudarme había caído en una especie
de oficina de traductores perteneciente al Servicio de Inteligencia Militar, y que ya
76 MARC/O VELOZ MAGGIOLO

temió salir de allí. Hablo de los años '59 y '60. cuando se inscribió en la
Facultad de Derecho, y le veía de vez en cuando escudriñando, y cuando me
rehuía. La tal Emilia le recogía en una motocicleta. Ella estudiaba creo que
pinturaen la Facultad de Bellas Artes. Se habla de unos amores turbios. Ya en
los días finales de la dictadura corrióel rumorde que Manolopudo salir del país
con una sotana y pasandopor sacerdote; otros dicen que vestía como un pastor
protestante.
Dos cartas recibí de él en los años '60. A partir de 1965 supe que había
viajado a Puerto Rico para estar más cerca de su país. En abril de ese año los
norteamericanos invadieron la República Dominicana La guerra dejó miles de
muertos. Se decía que movido por la conciencia había retornado y que había
muerto luchando contra los norteamericanos en el sector de Santa Bárbara.
Sebastián habíaviajado a Españaen esosdías y la guerrale atrapóen La Coruna,
Me llamabapor teléfono con frecuencia. Preguntaba por los niños, En esos días
recibíla última carta de Manolo.
"Querida Laura: Has sido en mi vida algo increíblemente extraño. Tan cerca
de ti Yjamás puedecomprender tu bondady tu martirio. Sabesbien que siempre
he pensado en ti, y que son muchas las caras, los rostros que comparo con el
tuyo. Es como si jamás hubiera podido acomodar la mirada de los otros sin
compararla con la tuya. Sin embargo no fui contigo ni un verdadero amante, ni
un verdadero don Juan. Quizás llegué muy temprano a tu vida, en aquellos
momentos en que el niño no sabe distinguir el cariño filial del cariño sexual. Así
quedaste selladaen mí interior para siempre; un día te amo y te recuerdohastala
eyaculación, y otro te admiro y veocomouna hermana distante a la que salvé del
desastre.
Aquella pistola de Toñito, ¿la recuerdas?, fue lo último que vendí para
11

inscribirte en la Universidad. Por suerteaparecióSebastián. Ahml tienesdinero,


posesión y un bello automóvil. Yo mantuve unas tristes relaciones con Emilia.
Su afán de grandeza -herencia de las ideas de doña Iso-Ia llevan por mal
camino. Me ha echado en cara mi "caliesismo", me ha dicho que soy el vulgar
delincuente; dice que ya tiene "relaciones" suficientes para lograr un puesto
social. Sé que ha entrado en un exclusivo club judío en donde ancianos
presurosos le han prometido matrimonio. (Ancianos otra vez. Laura). Sus
grandes senos son la sensación. Pinta en el Central Park esperando que sus
cuadros de malgusto lleguen a ser famosos en Greenwich Village; otro día dibuja
modas, y dice que podríaalcanzar el estrellato como Osear RentasFiallo. La veo
cada vez másperdida. Doña Iso,que ha venido aquí a vivirde leercartas Y de decir
el futuro, no se siente bierr. Dice que soy un chulo. Ya ves, Laura, ¿no es cierto
quepudeserlocuando conocía una bellacampesina en el Habana·Madrid, y no lo
fui? .. Ahorachulo".
"No sé si conoces a Juan Caliente. Claro que sí. Lo conoces. Sigue
enamorado de Emilia. El mismo al que le vendí la Browning. El mismo que se
escondiera en casa en los años duros. El mismo que quisiera matarmefrente a
Madrastra y a mi padre cuando le dije que no podía permanecer en casa porqueyo
era un miembro del SIM.El mismoal que traté de explicarle que había quedado
MATERIA PRIMA 77
"atrapado" en las redes de una situacióninsostenible. Ese Juan Caliente me ha
perseguido a través de Emilia. Primero Salado, el maldito jefe de calieses
apedreadoen la avenida Mella y lapidadopor la multituden 1961, y ahora Juan
Caliente, enamoradoaún de Emilia y metiéndole en los sesos a Iso que yo soy Y
seréel culpablede la tragedia de Emilia".
"Sabes, Emilia bebe más que yo. Para cumplir sus compromisos sociales
debe ir con un buen sorbo de whiskidentro.Cadadía se agrava más la situación.
Pienso muchoen ti porquea decir verdad, pudistehabersido más mía si el miedo
no hubiese interpuesto su barrera entre mi familia y yo. Tuve temor de que
Madrastra dijera:
-¿Con una puta?, pero imposible, imposible...
Temorde que mi padre, tandadoa la vidaespírita dijeraqueestabasrodeada de
seres negativos,de elementales de esos que según él giraban sobre el alcohol y
sobre la cabeza de los borrachos. En el fondo debo agradecera Emilia su viaje a
Nueva York. Abandonando a Iso abandonaba unas atadurascotidianasterribles.
Iso la hubiese querido casada con alguien del poderoso Partido Dominicano,o
con algún General. No se daba cuenta de que la dictadura se derrumbaba. Villa
Francisca latía bajo el peso de la dictadura, y mi casi suegra Iso ni se enteraba.
Pensó en que viviría siempre aliado de los maricones del período, hablando de
chistesradiales, flores a la madredel Jefe Ilustre y cartas de recomendación. Oh.
realmente un ser así merecíala muertedesde ya.
Te diré que sigues siendo en mi vida la total equivocación. Aquel muerto del
callejón. aquel beisbolista no era desconocido para mi. Le había vistojugar en
los terrenos de la Escuela Normal Presidente Trujillo. Me resultaba simpático.
Sufrí muchocon el accidente.
Supongo que tus hijos están bellos. Uno por lo menos debería ser mío. El
mayor. Ese serágrande.¿Noestabasya embarazada cuando aceptaste mudarte con
Sebas?... Obsérvalobien. porque pudo habersido el productode la última noche
de nuestro extraño amor... Con Emilia nada. No quiso hijos. Engorda. ríe
grasienta, muestra su bella dentadura y lo que admiro de ella en este afio es la
caricatura del pasado. Vino a mí en 1961. Si la vieras. Bueno. no la conocías
tanto. Sabías un poco de nuestrosmanejos, pero nada más. Si la vieras. En estos
días sé que dejará de pensar. Su cabeza empiezaa loquear. Hace sólo dos o tres
días hablabade posibles contratos en Hollywood. La semanapasada me llegó una
cuenta de quinientos dólares producto de sus necesarios zapatos festivos
estrenablesen no sé qué reunión de judíos en la Quinta Avenida.Su locum me
afecta.
¡Cuántomundo,Laural Ahora la guerra tiene atrapada la capital. Muchosde
los combatientes han venido a recalar a los EstadosUnidos.Como verás. no tlldo
el mundo resiste un golpe de visa. Atrapados, muchas veces la salida es aliarse
con el enemigo.
Ganas he tenido de irme a luchar en las calles. Juan Caliente fue y regresó.
Siemprela Browningen el bolsillo.Habla pestes de los constitueionalistas. Dice
que se joderán. Ha cambiado mucho.porque de antillUjillista se convierteahora
78 MARCIO VELOZ MAGGIOLO

en anticonstitucionalista. Todoporque la casade doña Iso -él es muyfiel a ella


pese a todos los rechazos sufridos- ha sido convertida o lo fue, en comando
constitucionallsta.
Siempre receloso, me lo encontré en la 79 street.
-Han llenado de mierda la casa.
-Bueno, peroluchan por la soberanía
-Qué cofto de soberanía, la soberanía está aquí en Nueva York donde uno
trabaja y donde consigue el dólar todos los días.
En el corto diálogo vi el cambio, el total cambio de Juan. Caliente. Su odio
contra mí ya no se basaba en mi condición de callé, delator o como quisiera
Uamársele. Eso había pasado. Sus raíces estaban en Emilia, en la casa, en el
futuro de esa familia que él queríaentrañablemente y que, segúnsu apreciación,
yo había ayudado a destruir.
-Un día te harécomer tu propiapistola, me dijo de sopetón, sin que mediase
alguna discusión desagradable entrelosdos.
-Posiblemente, le contesté.
La cartade Manolo estaballenade diálogos. Siempre quisoserescritor. Hasta
dónde aquella historia es verdadera no lo sé. Perola vidava caminando. Algún día
le veré nuevamente. Está solo, estoysola.
xn

Retomar de las reuniones en casa de Hans me resultaba ya una forma


aletargante de permanecer en el mundo. Una de las últimas veces que me reuní
con los "socios" fue aquella nocheen que me repugnó tanto el amor que preferí
dejarle definitivamente.
Esa nochedormípoco. Habíallegado hacialas dos de la madrugada y el día se
me fue en pensar, en revisar mis peores momentos. Me reconstruía en una
pantallablancacon mi uniforme de colegialaprimeroy de normalistaluego. Era
la época en que rechazaba la violencia de las palabras duras y de los piropos
indecentes del barrio. "No muevas tanto la cuna, que me despiertas el niño",
"Dimesi eres huérfana, para darte esa mamá".
Los años semi-infantiles emergíanlentamente. ¿Había yo degenerado o bien
la vida me habíagolpeado de tal modo que me hacíaincapazpara el amor,para el
viejo amor de los años cincuenta? Cuando me levanté eran las dos de la tarde.
Debajode la ventanadel edificioel vientosoplabacon ansias,queriendo hablary
haciendo remolinos, mientras el otoi'io hacíacrujir los troncossemovientes. Una
lluviadoradacubría las aceras,deslizándose furiosamente al soplo del ventarrón.
Las hojas parecían pequeños animales heridos arrastrándose desordenadamente. El
viento parecía tener preferencias sutiles, sólo las hojas gruesas y límptdas se
quedaban paralizadas en grupos mínimos, mientras que las ya secas y livianas
eran expelidas con desprecio por el vendaval. Oh, el barrio. Recuerdo vientos
similaresen octubre,cuando íbamosal colegioQuisqueya. Las faldas anchasde
las escolares se desplegaban haciaarribadescubriendo nuestras piernas y nuesttas
ropas interiores. Viento ninfómano, vientolibidinoso.
De Hans y de sus amigos me había cansado. Ciertamente con él nunca
lograríasalir del fangal. Me ofreció colocaralgunosde mis dibujosen la galería
de la señora Toffi, cerca de la Quinta Avenida. La señora Toffi resultó una
lesbianacon la cual llegué a algunos acuerdos para que un día colocaraapenas
cinco dibujos. Me elogiaba, me sei'ialaba que triunfaóa. Reconocíaen ella los
sibilinos espasmos de la víbora. Siempreelegantemente vestida, era comúnverla
80 MARCIO VELOZ MAGG10LO

en los tes y reuniones de la high newyorkina. Varias veces visité sus salones,
sus amigas,sus mariconesdivinizados por el arte y espectáculo.
Es increíblecomo cuandoquieresllegara ser alguien todosintentanencontrar
la parte aprovechable de ti. "Podrías dedicarte al teatro, tienes un bello rostro",
me había dicho la Toffi. En otra ocasiónquiso desanimarme:
-Veo tu pasión por el dibujo, querida, por qué no te dedicas a diseñar, Te
puedo conectar. Conozco a muchos en ese arte. Ya sabes que la pintura, las
exposiciones son para unos cuantos privilegiados. Mira bien, de tus cuadritos
sólo uno ha generadocierta curiosidad; lo demás pasa desaparcibido, querida.Es
así. Estamos en New York -y acentuaba este nombre con orgullo, como si al
pronunciarloestuviera conjurandolos demonios invisibles de la gran metrópoli,
de la "Big Apple",
Mi paso por el mundo de la moda fue singular. Aprendí a cortar y a diseftar
formas. Establecí patrones propios, pero cuando quise sobresalir el principal
diseftador me dijo:
-Amiga Emily, todos trabajamos en equipo.Aquí cualquiernovedadlleva la
firma del jefe. Esta es una marca querida. Ya sabes, a Pierre le ha costado
veinticinco años salir a la luz con renombre. De París a New York, y de New
York a la fama....Podrásen los próximosdiez o quince años, con suerte, hacer lo
tuyo.
Quise conseguir algunos créditos para montar mi propio negocio. No tuve
éxito. Mis calidades y mis conocimientos se acrecentaron; me hicieronbien mis
viejos afanes de costurera en Santo Domingo,en donde papá me había costeado
varios cursos de diseño. Mi información, mi experiencia, mis deseos, mis
anhelos, sin embargo, no eran lo suficientemente sólidos y respaldables como
para quedarmea vivir de algo propio. Isolina, mi madre, era en eso más exitosa.
Nadie podría decirle nunca que el ser no había llegado y ningunode sus clientes
podríarebatirlenuncaque el pañuelosolicitado por el espíritupresentedebería ser
rojo, o morado, o lo que fuera. Había encontrado una profesión próspera y
tranquila.
"Tienesque cuidarte mucho,porque una mujer que había sido de tu maridote
cela y puede hacerte dafto. Mira, compra un cuadro de San Expedito, col6calo
durante una semana boca abajo con el nombre de ella en un papel de bJ pullo y
letra. Luego le colocas un vaso de agua encima e invocas al ánima sola. La
oraciónla tengo y te la puedo facilitar. La limosna son diez pesos, hermana".
Puñetera vida. Maldita vida. Siempre consideré que la entrega debía ser un
momento sublime,formal. La santidaddel lecho era para mí algo establecido por
mis propiascreencias. Huía de Iso, de su pasado, de sus amigos refugiándome en
el mundo religioso de las monjas, a las que recuerdo con gran cariño. Hoy creo
que existe una santidad impúdica Como en esas películas sobre aztecas y mayas
creo que la mujer es un objeto de sacrificio y que todo acto sexual basado en la
entregasin amor,es una especiede ritual al que debemos acosmmbrsmos.
La humanidad produce un rumor insoportable. Salida de la casa de Hans el
MATFRIA PRIMA 81
ruido de la noche con sus sirenas,sus automóviles de último modelo, los trenes
del Bronx y los gritos de los borrachos, me producían náuseas. Entonces no sé
por qué venía la imagende Manolo. El, en sus años de adolescente,cuando aún
no había llegado a la trampa. Pienso en él y mis formas mentales constituyen
como una espiral que regresa a mí repelida por el techo del apartamiento. He
deseado expulsar de mí el deseo insólito de no desear nada. New Yorkes de hieno
y aburrimiento.
Los anos en Nueva York: al lado de Manolo fueron, realmente, insólitos.
¿N°s adaptábamos o no? .. Luegode misafanesporque borrara esas imágenes del
pasado incorporándose a la guerra, vino la contraportada. Durante los años
posteriores a la muerte del Generalísimo los amigos que nos visitaban eran ex
militares,viejos contertulios de su antiguooficio, personasmuy comprometidas
con el viejo régimen a las que Manolo recibía con cierta desidia, pero con
inteIés.
-No te metas en nada. Volveremos a tomar el poder. No tendrásque andar
huyendo.
-Prefiero quedarme aquí,para siempre
-Déjate de vainas, amigo, aquí no hay fortuna. La fortuna está allá, en el
picoteo,en las mil formas de uno hacerserico. A buen guardiabuen puesto...¿Y
tú que opinas bellaEmily?
Opinabaque la oportunidad se presentaría un día, pero a la inversa. Presentía
que eso que muchos políticos llaman "la coyuntura" se presentaría. El
levantamiento militar del 24 de abril de 1965 me dio la razón. Esa era la
coyuntura. Cuando se produjo el fenómeno, el Coronel Salzuela le dijo a
Manolo:
-Pero cofto, ¿estás loco? ¿Cómo te vas a ir? ¿No ves que son los mismos
que mataron a los caliés y despedazaron a cadenazosa las gentes del SIM en las
calles?
Luego del proceso, cuando las tropas norteamericanas abandonaron la
República Dominicana, volví a insistirle:
-Ahora podemos retornar. El actual gobierno no te golpeará. Han entrado
algunosde sus amigos. Están tranquilos. Algunos, incluso, han vuelto a cargos
en el Servicio Secreto... Regresemos. No es para tanto.
-Nunca más regresare.
VillaFranciscaera un barrioalegre. Bullicioso. Recuerdo a Manolodebajode
las bocinas y altoparlantes del colmado: la pelota cubana,y luego la dominicana.
Las guarachas de DanielSantos y Celia Cruz con la orquestaSonora Matancera.
Las reuniones en la pequeña plaza de la calle José Reyes, en donde se
improvisaban los conjuntos para tocar sonesy merengues.
También, claro está, las reuniones del Partido Dominicano en el Centro
Social Obrero.Los comités de barrios que controlaban políticamente a los más
jóvenes, los que deberían siempre asistir a los actos y reuniones con carácter
82 MARCIO VELOZ MAGGIOLO

obligatorio. Y en aquellas reuniones del único partido del país, los coros, las
danzas, los himnos, las loas a Trujillo, los letreros diciendo "Salve Padre de la
Patria, Viva el Benefactor y Primer Maestro", las fotografías del Jefe, de sus
familiares: su hijo Ramfiscon quepisde aviadoroteandolos horizontescomo un
galán de cine; su hermano Héctor Bienvenido, militarmente ataviado con
charreteras floridas y un silencio que jamás le abandonó.
Villa Francisca nacía todas las mañanas al conjuro de la música de Romance
Campesino, un programa de la emisora oficial en el cual Felipa y Macario
reconstruían la vidadel campoen comedias sabrosas y refrescantes.
Yo bajabaen las tardescon Manoloa BeUas Artes. El me dejaba en la puerta
de la antiguacasa de los Capitanes Generales. A vecesme encontraba con Persio,
con Ariel, con Zoila. Hablábamos de proyectos. Yo leía para esos días a Albert
Carnus, lo discutíade vez en cuandoen los cafés de la calle El Conde, en donde
los intelectuales consagrados lanzaban sobre el hombro su mirada para destacarsu
desprecio por unajovenzuela que hablaba de literatura tal vez ignorantemente. Era
común ver allí a otros escritores: Teté Robiou, que escribía una novela
existencialista; periodistas como Carlos Deive, Marcio Veloz, Ramón Reyes;
maestros consagrados como Antonio Fernández, premioAdonáis de Poesía 1952.
Valores nuevosmuchos, otros viejoscomponentes de la llamada Generación del
'48, como Villegas, Avilés Blonda, Rafael Valera,Cifré Navarro,y Luis Alfredo
Torres, quien acababa de regresar de Los Angeles tocadopor la diosade la poesía.
Siemprequise entrar en ese mundo. Iba y venía.Persio, silencioso, jamás me
dio una mano. Tenía ese don malignode negar todo cuanto pudiera opacarlo o
ponerlo en entredicho.
Manolo entonces era un ser humano amable. Siempre taciturno, pero pleno
de risotadas estridentes. Una vez atrapado, ya fue otro. No era lo mismo llegar a
New York y en 1961, ya en sus finales, bailar el twist y escuchar a Raúl Shaw
Morenocon sus boleros sibilantes, que sentarseen casa de Persio a escuchar un
poco de música,a degustar las viejas grabaciones de Enrico Caruso, a escuchar
los poemas de Antonio Machado y las sombras largas de José Asunción Silva,
finamente leídas por Ramón Francisco. No era lo mismo estar en Nueva York
viendoa Jimmy fumarmarihuana por la vez primeraen un "party" que nada tenía
que ver con mis aspiraciones de procedencia Navegábamos en otro mundo. Sólo
el amor me hacía seguira Manolo.
Jimmy fue mi primer contacto con un drogadicto. La destrucción de mis
inhibiciones se explicaporquecompleté mi vidaqueriendo alcanzar un futuroque
estabaen contradicción fundamental con mi presente.
Ahorael Manolo de los anos cincuenta, de esos anos inicialesy medios de la
década del cincuenta era un "escapísta". "Manolo el ex-calié", "Manolo el
obligado", Manolo.
El mismo se decía frases hirientes. Se torturaba desde su mismo interior
tratándose comoa un extraño, hastael puntode que en esos anos jamás supe cuál de
losdos Manolos se expresaba, cuálde losdosera realmente el que me pertenecía.
MATERIA PRIMA 83
-Después de la guerra,después que pase la revueltalos yanquisnos pondrán.
Seremoslos militareslos que gobernaremos, Manolo. No seas pendejo. Espera y
verás,
No volvió. No quiso volver.
Isolina decía que sólo le faltaban meses para decidirse a retomar. A mi me
resultaba del todo indiferente. Sin embargo, en el fondo más simple de mi
corazón, el regreso me alimentaba.
Cómo estaría el barrio. Qué sería de la casa de madera y techo de zinc, ahora
alquilada a unos adventistas. Mis recuerdos se confundían. Sólo sé que el barrio
lloraría grandes ausencias, ausencias duras: Nelson, muerto en el manicomio
cuando fue ingresado allí luego del asesinato de su padre; Elpidio y Manuel,
desaparecidos por órdenes de El Oriental; José, destrozado por una granada de
mano en la guerra contra los interventores norteamericanos en 1965, Juan el
inglesito, muerto en los días finales de la dictadura a manos de esbirros que
juraron haberlo tenido en un saco cuando Manolo fue obligado a meter su
cuchillo varias veces.
Ahora la calle está sucia. Sabemosque la vieja escuela Haití, antes residencia
del Padre Andrickson ha sido ocupada por decenas de familias que luego de la
guermse refugiaron donde pudieron.
Otro edíñcio, el Habana-Madrid, en donde hubo una vez un café de putas, se
está desmoronando. La basura acosa a los moradores del barrio. Sin embargo,
siemprees posibleregresar.
XIn

Mi querido Persio: Después de haberte hablado de Végere, ya será para ti


familiar. Cuando viví en Villa Francisca -hasta mi época de graduación
universitaria- Végere era totalmente desconocido. Fueron mis propios esfuerzos
por buscarlos orígenesiniciales de aquel territorio los que me dieron la pista. Te
diré que entre mis estudios, la arqueología ha sido una pasión. Comencé
conociendo a muchos interesados en estos temas y terminé por
profesionalizarme.
La arqueología no es una ciencia muerta. Si puedesdescubrir de cadaobjeto el
pensamiento que lo soporta,la ideología que lo sustenta, la manera de encararel
ambiente que tuvoquienlo ha producido, tendrás un poco la vida de cada persona.
He aquíque los útiles, los artefactos, son parte de una conducta, de una tradición,
de una manera de vivir. Cuando en los basureros de Villa Francisca
encontrábamos restos de madera podrida y bacinillasdescascaradas, estábamos
seguros de que por fin habían podidocumplirla ordende echar por tierra la casa
de Juan el Carretero; aquel que tenía características de pitonisagriega, y que era
capazde curarcon sus ensalmos. Te acordarás que reconocimos en los cartones de
Lucky Strike que sirvieron de pared posterior a la vivienda, los nombres de
Manuel y Sorita, los hijos de Juan, unos negros con el pelo rojizo que llamaban·
mucho la atención de todos. Con esto quiero decirte que todo objeto guarda un
mensaje y que Végere no es sólo un personaje real, sino que es una suma de
personajes viviendo en el pasadosobreun territorio que Ibarra fundara allá por los
comienzos del siglo XX y que nosotros frecuentáramos y sintiéramos como parte
de nuestra propia carne.
Végere vivía desnudo, o cuasi desnudo. El conchal encontrado cerca del
Timbeque era interesante. La fecha era 600 antes de Cristo, segúnlas pruebasde
radiocarbono facilitadas por el Museo del Hombre Dominicano en 1978. Yo
mismoparticipé en las excavaciones, y podía y puedo compararel actual lugar
con el que había hace más de 2000 años. La excavación demostrabaque en los
edificios que construyera allí el gobierno de tumo y debajodel edificionúmero 8,
en el que es hoy "puente de las bicicletas", están las partes más importantes de la
86 MARCIO VELOZ MAGG10LO

ocupación. Asimismo. debajo de las arenas del Tíber,en el Lungotevere, estuvo


el Ara Pacis de Augusto bajo la huella de los transeúntes que no sabían nada de
aquel mundo enterrado en el lodo. Los arqueólogos de la época de Mussolini
congelaron el pantano y sacaron en un bloque de hielo de varios miles de
toneladas el monumento que a su propia paz levantara el príncipe y emperador
romano. Mientras los romanos desenterraban la memoria de su historia. la de
Villa Francisca quedaba sepultada por un edificio de apartamientos de 4 pisos.
cuyas tuberías. cloacas y desagües cruzan por encima de los huesos y restos de
aquel grupo humano que encabezado por Végere vivió en los alrededores de
"Villa" mucho antes de que ésta fuera fundada. De igual modo se pueden
encontrar en las llanuras de Umbría, y en sus zonas de montaña, muros
enterrados que recuerdan la época pelásgica; porque se dice que etruscos y
pelasgos eran de una misma procedencia. de una mismareligión binaria. de un
mismosentidocomercial.
Végere, mi hombre primitivo. no conocía la agricultura. Venía en canoa
desde algún punto de Sudamérica cuando aún los primeros agricultores no
llegaban a las Antillas. Santo Domingo. con sus manglares ricos en peces. aves.
crustáceos y mariscos; con sus tierras ricas en frutos y raíces comestibles
silvestres. con su paisaje calmo y su viento cálido. con su rumor marino y sus
aguas balbucientes sobre un cúmulo de playas azules. era el paraíso. Vinieron
por la costa sur. de lugar en lugar. hacia una tierradondeabundaba el manatí. Se
asentaron lentamente. y durante largo tiempo. Desnudos. o semidesnudos,
constituían un grupo humano de unas veintepersonas -más que el grupo que a
principios del siglo XX fundó a Villa-; tenían sus líderes. y su vida cotidianase
basaba en conocimientos que los actuales habitantes del mar han olvidado y que
yo te recordaré. querido amigo.
Te preguntarás qué de importante tieneel conocerel pasadode un barrio; qué
de importante tiene el saber quién pisó por vez primeraun territorio; te digo. sin
embargo.que toda huella humanaes permanente; que todo grito lanzado al aire
quedasellando para siempreel espacio. que todofuego encendido paradefendery
prolongar la vida es una parte grandiosade la historia de todoslos pueblos.Cada
acción. por insignificante que fuera. dejó huellasen la historiade la humanidad.
Cada viento que sopló sobre la cresta del barrio ha seguido girando de polo a
polo. hasta encontrarse periódicamente con el puntode partidade dondea la vez
partenotros aires.
La similitudentre Végere y los habitantes del barriohay que encontrarla en la
lucha por la supervivencia. y en el dominiode la realidad. En tiempos tan duros
como eran los de Trujillo, los vecinosdel barrio vivíandentrode una desilusión
plena: obligaciones políticas incompatibles con la propia biografía. Como
cuandoel mar. violentado por el viento.azotabael litoral y Végere, sin saber de
dónde venía la furia. entendía que algún poder distante la desataba para exigir
obediencia. En Villa esa furia se llamaba "el Gobierno". y el gobierno era una
dictadura que colgaba de las paredes convertidas en cuadros con la figura del
Generalísimo. y la de sus hijos. y la de su madre. Villa Francisca. como bien lo
sabes. florecíaen nombres familiares que la dictadura. para honrarse a sí misma.
MATERIA PRIMA 87
había colocado en plazas, parques, calles y edificios. Todo se llamaba Trujillo.
Debajo del edificio en donde están los restos de la tribu de Végere, había una
placa en honor a un general de la dictadura; sobre el techo de los edificios hoy
existe un letrero que anuncia a los candidatosde seis partidos políticos. Végere
respira en estas páginas y me lo imagino caminando semidesnudo por las calles
de Villa Francisca; semidesnudo "como los hijos de la mar", porque mientras
más cerca estamos del agua, más vecinosentimosel silencioque nos acerca a la
biologíaprístinade todo.
Mi querido Persio, ¡cuánto me hubiera gustado ser un novelista! La historia
se repite;como te he dicho en otras ocasiones, cambian los marcos,el tiempoes
diferente, pero el hombre atraviesa el espacio,cruza el tiempoy repite hechosdel
pasado para confirmarlo. La futurología es la ciencia -arte- de confirmar el
presente quevendrá.
Para mí Végere no pasó nunca. Si en plena infancia hubiese conocido sobre
la existencia de hombres que vivieron cerca del Timbeque desnudos,recolectando
y cazando, habríaseñalado a Bufáncomo formando parte de una tribu. Bufán iba
desnudo; en vez de recolectar ostras sacaba de los basureros trozos de plátano
salcochado; visitaba la fonda de Chichito, frente al Trocadero, y allí recogía
sobrantesde la comida parroquiana. Bufán tenía familia; sus hijos iban también
desnudos, y lo que es más increíble aún, residía a solo unos metros del viejo
puenteUlisesHeureaux, mirando hacia VillaDuarte,en los linderosde lo que era
nuestroterritorio.
La vida es historia. Creo que el Conde Keyserling escribió un libro con ese
título: Vida e Historia; tal vez Gregario Marañón. No retorno casi a mis lecturas
de los aftas mozos; me quedan en el pensamiento las ideas fijas, los títulos, las
imágenes y olvido los autores; un amasijo de mundos rodea mis sienes y sin
embargo cuando el momento es propicio, la mente se impregna del recuerdo
esencial y lo transforma en metáfora, en vientode la tarde, en otoño romano o en
inviernonewyorkino.
Vuelvoa Végere. Aunquelo sientasdistantede Villa,porque no lo conociste,
tengoel deber de presentártelo. Es un personajeque conocesen la vida de Bufán.
Cuando caminabas por la calle BenitoGonzález,casi llegando al río, viste en la
altura de la terraza caliza la cueva, la caverna excavada por Bufán y sus cuatro
hijos. La mujer había muerto hacía aftoso Los niños, tambiéndesnudos,llevaban
sacosde henequén en los que iban recogiendo los desperdicios de VillaFrancisca.
Un pobre barrio que era capaz de sostener otro tipo de miseria, de mantenerla
estable, como era la miseria de Bufán. Con esto no quiero decir que Végere
viviera en la miseria. No. La encuerez de Végereera realmente parte de un mundo
que tenía como meta normal la subsistencia dentro de patronesmuy específicos.
CuandoapareceBufán la encuerez no está dada por el clima o las costumbres, es
un producto de la miseria, de la imposibilidad de alcanzar esa felicidad que
alcanzara Végere, y que se manifiestaen ese piso de conchas y restos marinos,
revelador de que tanto él como los suyos vivieron con abundante comida
alrededor; disfrutaron de un mundofeliz, un mundoen el cual VillaFranciscaera
un gran territorio poblado de lagartos y jutías, aves multicolores y árboles
88 MARCIO VELOZ MAGGIOLO

frutales; raíces y nueces, pequeñas lagunas y arroyuelos con peces de diversas


especies. Allí estaban, en las aguas tranquilas, los camarones blancos, las
gambusias doradas, las lagartijas gruesas y apetecibles. Junto al mar yen la
desembocadura del río Ozama, los manatíes; los careyes o tortugas marinas; las
hicoteas de los charcos, las palomasfugaces.
El corazón me dice que miles de años antes de que Ibarra fundarael barrio e
patio de ChenchaCordero se llenabade yaguazas y garzas de laguna; me dice e
ánima que las palomas que todavía van desde un continente al otro haciend
escala en los parajes de Yuma y del Higüey, se detenía en los árboles altos de
anacahuita que habitaban los patios de las casas que fueron de la calle Ravelo, en
donde había un limoncillo -un jobo igualmente- con ciento veinticinco años
de edad. Végere debió conocer el sabor de la guayaba en el solar del Loro, sitio
donde luego se construyera el novedoso Centro de Detallistas; los patios de las
casas de la calle Castelar debieron ser parte de su trayecto en la búsqueda de
huevos de aves diversas. En donde estuvo y está la glorieta comba del que fuera
parque Julia Molina -parque Enriquillo-, la huella de Végere deberá estar
grabadaen un silenciocubierto por pilastrasde concreto.
Al fin y al cabo, te digo Persio, que la historia de Villa Francisca empalma
con la historia universal. En la Roma de hoy, debajo del panteón de Agripa están
las huellasde los cazadoresdel paleolítico mediterráneo. Junto a los monumentos
del Tíber -allí donde emerge la tumba de Adriano-, se escucha aún el golpeo
de la piedra contra la piedra, cuando en el 1600 antes de Cristo, cromañones
azules, ya sustituyendo a los hombres de Grimaldi y Chancelade, astillaban
hueso y generaban con la influencia del magdaleniense casi en boga, puntas
arponadas para la pesca y la cacería del momento final del paleolítico. Poco
tiempo después, hacia el 9000 antes de Cristo, en estas mismas tierras romanas,
y al sur, frente a las costas mediterráneas, lagos y hondonadas fueron ocupados
por recolectores que como Végere se distribuyeron en bandas y conformaron
grandes sitios de explotación, haciendo crecer grandemente la demografía del
mundomás que antiguo.
Bufán hubiese sido un líder en época de Végere. Tenía esa fuerza
inconmensurable del vencidoque es capazde levantartoneladas en su hombro. Su
sacollenode residuos revelaba la grandeza de una raza perdidapara siempre. Nadie
lo notó en Villa Francisca; se le considera un pordiosero más, pero estarás ahora
de acuerdo conmigo,querido Persio: Bufán y Végere se unen en la historia. No
son sólo dos mundos nacidos en un mismo territorio, son la respuesta humana
que ata la historiade Villa Franciscaa la historia universal.

Vini, Vidi, Vinci,


PS.- Cuando Bufán recogía en su saco las naranjas semipodridas en el
embarcadero de Tatá Martínez, muchos ignorábamos que con su cuchillo
deshechaba la parte dañada, y que sus hijos desayunaban con una vitamina e
insólitapara los habitantesdel barrio.
XN

Te escribo estas líneas simples porque loscapítulos iniciales que meenvías y


que Persio te ha enviado a su vez me presentan como casi un delincuente. Te
diríaque la vidano es tanfácil comoPersio la pinta. Y en realidad hablarte de mi
vidacuando la misma me ha cambiado el nombre y cuando ya mi rostro no es el
mismo, no tiene mucho sentido. Es como defender un otro al que conocí y del
cual me voyolvidando, si así lo quieres. No me llamo Manolo. Soy líderobrero,
asesor de los latinos aquíen Nueva York, líderde muchos indocumentados que al
través de mis diligencias consiguen residencia y se apañan. Soy musulmán
negro, me llaman Alí, por lo tanto todocuanto sea mi biografía anterior puede
ser revelado sin que afecte mis sentimientos. Alí no es Manolo, y el propio Alí
podría muybien hablar y escribir mal de Manolo.
De mi vida alterada por los hechos de la dictadura no recuerdo sino algunas
situaciones quePersio no apunta en su "materia prima". Nunca podrá escribir con
eso unaobra, lo sé; le conozco desdeesa infancia llena de viajes y bañosen los
puentes de SantoDomingo, y en las playas distantes cuandoabandonábamos el
aula para reírnos de haberle visto las entrepiernas a la profesora. Un carajo,
siempre fue un carajo.
De mi vida alrededor deLaura dependieron tantas cosasque no meextraña que
Persio no se refiera a ello. Sabesbien que él amó a Laura en silencio. Durante
los días finales de la dictadura nos encontramos en la Universidad de Santo
Domingo en aquella visita que el Generalísimo hiciera al plantel. Sabíaque ya
yo habíasido "atrapado" por los Servicios de Inteligencia Militar; sabíaque ya
estaba yoal servicio dela delación. Meacorraló con sus preguntas groseras.
-¿Y ahoraeres un vulgar calié?... ¡Peroquiénlo hubiera dicho Manolo! Te
veo y no te conozco. (En aquellos momentos recordaba yo los consejos de mi
madrastra: "Ten mucho cuidado con decir no, al Jefe no se le puedecontrariar.
Todos perderíamos lo poco quetenemos")
En efecto, ya habíamos sufrido en carne propia cuando varios familiares
cayeron "endesgracia" y se inició esapersecución duraquesólose detuvo cuando
90 MARClO VELOZ MAGG/OLO

fui aceptado en el SIM y cuando el Generalísimo ordenó personalmente que se


dejara tranquilos a mis familiares.
Pues bien, Laura es un aspecto especial de mi vida que ni tú ni los demás
comprenden. Como dice Persio-y era un axiomaen el barrio---Villa Francisca
es el universo. Un barrio llenode todaslas expectativas; un territorio que durante
los años '40 y 'SO parecíamás que un trozode la ciudad,una escuelacon extrañas
asignaturas como las "retretas", pero en dondeno faltaban las putas honradas que
lloraban su destino mientras hacían el amor, y que se suicidaban cuando creían
haberse enamorado seriamente.
Laura era de ésas. Pero ya cuandola dictadura se desmoronó y tuve que huir
haciaNueva Yorkdisfrazado de pastor evangélico, mis relaciones con ella habían
terminado. Nunca me enamoré de su mirada, ni de su cuerpo blanco como un
copo de algodón; me pareciósiempre -a pesar de su rosadacolecciónde lunares
sobre el seno izquierdo--- un muñeco fino, una babieca de elegantes formas
dentrode la cual la sangre no tenía caminos; un frasco de porcelanavacío, como
aquellos que adornaban la farmacia de don Humberto Gómez en la calleEl Conde.
Cuando lleguéa Nueva York había yo entrado en el mundode la Emilia. Un
caso diferente. Sólo aquí en esta ciudad llena de ruidos y sonrisas incompletas
volvíal amorde la adolescencia, amorque en principio parecióbueno, y capazde
hacerme olvidarel pasado. Vivimos juntos, nuestrasrelaciones fueron cada vez
más profundas; el cariño de los finales de los '50 se tomó aquí en sexo y noches
de bebida continuada. "Manolo" era así, un bebedor, un bohemio, un gozador. Yo
sabía de los afanes de Emilia por ser poetisa, luego modista, más tarde pintora,
además de políglota. Ninguno de esos vacíos se vio completado. Pobre Emilia.
Ciertamente Isolina, su madre, aflora mi muerte; desea mi desaparición. Hace
años que no me ve, y si lo hiciera, podría reírme de ella en su propia cara. Me
verásen cualquiercalle y no me reconocerás. Alguien te dirá "ese es Manolo" y
detrásde mi barba y de mi calvicieartificial aparecerá otra imagen: la creadapor
mi cirujano plástico, un dominicano que también trabajó para el SIM en
menesteres similares y que ni siquiera aparece en la historia negra de nuestro
país.
Ahora bien, queridoamigo, sabes que no fui un canalla. Te podría decir que
no soy capazde ayudar, pero que tampoco soy un militante del odio, del terroro
del miedo. De ahí que un poco de mi historiay un poco de los comentarios sobre
los capítulos que escribePersioy que me envíaspuedanservirtepara recordar las
vidas y miserias de Villa, mapamundi colmado de seres que aún a mí me
avergüenzan, como el Mosquita y su mujer, como el viejo Remando, del café
Habana-Madrid Pero hubovidas serias, tranquilas, altasy sosegadas.
Puedo por tanto comentarte mi tragedia, pero también puedo conversar con
profundo sentido de humanidad. Persio aprendió letras, fue a la universidad,
obtuvo premios y merecimientos, pero yo dediqué los años que van del 1961
hasta hoya completarmi cultura y aprenderpor mi cuenta. También conozcoa
Tucídides, y sé de la literatura del Siglo de Oro, y conozco los filósofos que
dieron origen a la ideología marxista o bien al liberalismo francés. Calié fui
MATERIA PRIMA 91
cuando mis años eran mozos, pero han transcurrido las horas y los vientos,
amigo, y esta cabeza no es la misma de aquella época; ni mis deseos son
similares, ese que era yo ya no soy yo "ni mi casa es ya mi casa".
¿Podríadesignar como"tragedia" cuantome aconteciera en los ai'ios de la que
pudo haber sido -según la tradición- "la mejorjuventud"?Puedo hablar de mi
profundo sentidode humanidad y sé que nadielo creería. Generalmente se tienela
imageninicial como la definitiva. Los fariseos piensanque quien nació malvado
deberáserlosiempre, o que quiense presentó en primertérmino como bienhechor
lo será siempre a pesar de sus fallas humanas. Nadiees capaz de suponer que la
transformación del interior humano transformaa su vez la identidad. Querido
Papiro, yo me veo desde mí mismocomo a otro. Miroa Manoloen la distancia,
y te aseguroque lo quiero,conozco profundamente sus fallas,sus pozos de'Carit\o
y sus acantilados de violencia. Ese Manolo que era yo. Desdelo más profundo de
mi Alí le miro, y a veces lo traigo a mi lado para sentir sus viejos perfumes de
conquistador fracasado y de servidor de la guardiacancerbera sin vocación para la
denuncia y el crimen.
El primerrecuerdo que tengode Lauraes difuso.La alcancé a ver una mañana
entrandoen el callejón que accedíaa las escalinatas altasdel Habana-Madrid Era
un "cuerito" más. Una puta de las tantasque don Hernando manejaba. Bonita.De
ojos claros, su dentadura perfectarecordaba el anunciode Kolynos de las revistas
cubanas. (No puedo apartar de mi vieja biografía manoliniana aquella sonrisa
perfectacon la que una de las hermanas Choreos anunciaba la pasta dental)... Con
su sabor a pasta Kolynos, Laura se convertía de improviso, a mis ojos
adolescentes, en una vedette amasada cuya foto pudo haber hecho época en la
Revista Carteles, o cuya voz pudo haber renacido en las novelas de la Cadena
Orientalde Radio, porque para esos años, por la cercaníade las islas y las pocas
emisoras, la radio cubana y sus publicaciones ejercían una mágica influencia
sobreel corazóndel barrio.
Varias veces encontré a Laura en el colmado Isaac. Allí nos reuníamos los
intelectualoides del barrio. Allí declamábamos los poemasde Héctor J. Díaz, del
que nos aprendíamos además las canciones. Siempre habíamos sonado con ver
poetas de carne y hueso. Yo particularmente odiaba las cuartetas de Quevedo, al
quejamás veríaen vida y del que corríancrudoscuentosverdesentre los jóvenes.
Sin embargoHéetor J. Díaz vivía, era parte del barrio; podíamos tocarlo 00n las
manos y hasta verlo con la botella en la mano y su gran sombrero de "pajita"
declamando su propia obra. Podíamos escucharlo cantado por Teté Marcial al
través de las ondas de radio de la antigua HIZ, desde donde, además, Juan
Lockward entonabacon músicapropiaalgunas de las letrasdel bardo.
Laurase dio por enteradacuandorepetíalgunosversosdel poeta: hablabande
un amorincomprendido, y de un anhelodesbocado. Me mirócon esos ojos claros
sincomprender que desdeel grupo intentaba ser el más destacado, a sabiendasde
que,comodecíaalguno de mis amigos,"la buenaliteraturaes una mierda".
Pocosdías después volvía encontrara Laura.Esa tarde hablábamos del nuevo
hipódromo, de la nueva escuela normal, mientras que por cinco céntimos
92 MARCIO VELOZ MAGG/OLO

mirábamos cortos de películas del oeste en el Colmado de Isaac. Ella fijó sus
ojos en mí con decisión. Debí sonrojarme porque sentí un calor intenso recorrer
mi cara. Ella pidió una caja pequeña de talcos Halka, unos ganchillos para el
pelo, vaselina sin olor y dos refrescos caseros de mabí y de limón. La turba de
adolescentes se arremolinó en tomo a Laura llenándole los oídos de palabras
soeces,de piropossucios y de requiebros aprendidos en los cuentos de esquinas.
Me mantuve en silencio, torvo, desaliñado, cargado de prejuicios. Nunca me
gustaron, amigoPapiro, ni las obscenidades ni el irrespeto, Tal vez por esa razón
comencérespetando a Laura; era totalmente lo contrariode cuanto se proponían
mis amigos. Mi madrastra siempre me señaló que había muchas formas de vivir
sin acceder a la ignominia. Hasta ese momento le creí. Ahoraque me llamo AH
y que jamás pensé vivir fuera de Santo Domingopienso en aquel Manolo y en
aquellaLaura que un día fue la señora Tal. Puedes creerlo porque me conoces y
porque tal vez piensas que la injusticia de Persio pudiera alcanzarme y hasta
dolerme. Esta es una historia que parece de nuestraprofundaamistad. Te estoy
dando materias que son parte de mi vida hecha para silenciar otra. Si Juan
Caliente o Vicente -<:omo quieras llamarlo--- me busca y dice saber de mí,
resulta motivo de risa. Juan Caliente, aún habiendo sido un héroe de la "Era",
miente, porquepodría ir y retornar mil veces sin que nadie me identificara... Te
confieso, amigo Papiro, que ya lo he hecho. Te confieso que me he encontrado
con Persioen la calle Duartecon esquina Conde,le he pedidola hora y me la ha
brindado, con su gentileza proverbial, sin siquiera notarme. Ya ves. Como
personaje de su narrativapuedo tomar mis represalias, ¿perocuándo se ha visto
que un personaje ha terminado agradeciendo a su autor? Ni siquieraPirandello,a
quien conocígracias a Persio en 1958,en las edicionesde Ateneo, fue capaz de
pensarloasí.
Las identidades, amigoPapiro, se construyen con los años. Todo está repleto
de identidades. Viejas amistades se difuminan y nuevos amigos aparecen
reforzándote un yo que ellos creen conocer a fondo y que no saben cómo se
estructuró.
Mudarse de barrio, hablar definitivamente otra lengua, recordar tu pasado
como si fuese el de otro, son fórmulas para generar identidades nuevas,
engañosas, pero funcionales.
Te escribo estas líneas simples porque los capítulos que me envías y que
Persio a su vez te ha enviado, me presentancomo casi un delincuente. Te diría
que la vida no es tan fácil. Sé que todocuanto te envíaPersio es "materiaprima".
Sé que recoge informaciones, graba cintas a los amigos, se nutre del recuerdo
ajeno, e intentauna novela que presenterasgos verdaderos dentro del sistemade
mentiras que es todo proceso de imaginación. Me permitirás comentar esa
"materiaprima". No estaría mal que un día texto y crítica se unieran para que
alguien, tal vez Laura, o Manolo,o tú mismorepartidoen variaspersonalidades,
pudiera comprender que ninguna historia es lógica y que toda lógica es una red
que intenta, sin lograrlo,atrapar perfumeso retener alientos.
xv
UN CAPITULO DE PRUEBA B.

La insoportable risa de Emilia recorría los callejones del barrio, y los


vendedores de periódico se detenían frente a la casa de dona Iso.
Risa que parecía llanto, llanto que en verdad era risa. Feroz grito que hacía
muecas dolorosas sobre los techos de zinc como una lluvia gruesa, de álgidos
goterones convertidos en turbia transparencia.
No pocas veces dona Iso pensó en que la policía podría venir y allanar el
hogar desvencijado. Aunque la dictadura había desaparecido los modales de los
gobiernos sucesivos la recordaban. En un país comido por las bombas
lacrimógenas, los movimientos huelguísticos, la oligarquía creciente y los
nuevosricos, se podía esperar que el chisme continuara el mismo sendero de los
años '50, cuando la vida se desarrollaba en la trama infame de la delación, el
escupitajoy el murmurio.
No eran los mismos vecinos. Villa Francisca era un barrio nuevo. Daba pena
ser ahora la desconocida, cuando fue, realmente, el talento máximo de las
relaciones humanas. La ganadora de los concursos de amistad. Porque si bien la
gente -antes de su partidainicial hacia New York-le reconocíasu boca dura y
desagradable, eran muchos los que aftrmaban que lsolina Tavárez tenía ~u lado
bueno. Para Juan Caliente, que según se decía regresaría también a tomarle
cuentas a Manolo en los próximos días, doña Iso fue algo así como un ser
angelical.
Juan Caliente se habíaganado ese nombrepor su tendencia al celestinaje, y més
que nada, por su gran órgano viril que exhibía de noche, a la salida de los cines
asustando a las niñas, Nunca pudo tener novia; huyó de su casa cuando sus
hermanas, de pelo lacioy ojosengafiadores, dieronamoresal negroConrado Pérez,
que aunqueestudiantede medicina, no era ficha para una familiacomo la de Juan
Caliente que aspiraba a "mejorar la raza", segúndecía éste. Lo que más molestaba a
Juan JXY aquellaépoca eraque ambas hermanas se enamoraron del mismohombrey
que ambas llegaran a quedar encintas de .Conrado, que al fin y al cabo tuvo que
casarse con Jirnena, porque nohabíamodode quese pudiera casarcon lasdos.
94 MARCJO VELOZ MAGGIOLO
Cuando Juan Caliente decidió irse de la casa fue a la oficina de la Cédula
Personal de Identidad con la intención de cambiarse el apellido. Allíle explicaron
que había enormes dificultades para lograrlo, y que siendo sólo un joven de 17
afiassus padres tenían que hacer una declaración jurada de que era hijo de otro
hombre, 10que nenó de rubor al muchacho, porque precisamente era lo que se
decía no sólo de Juan Caliente,sino de Jimenay Sancha, cuyos nombreshabían
sidoescogidos por don Vicente de libros de caballería que habíaleídoen sus años
de aficionado a la literatura, cuando todavía no había sido jubiladocon 30 pesos
mensuales antesde cumplirlos 30 años de serviciocomo carterode bicicleta.
Juan fue acogido benévolamente por doña lso. Desde entonces su vida se
desarrolló como la del perfectomandadero, profesión que lo acercócada vez más
al celestinaje,porque habiendo perdido todos los dientes desde los 14 años por
descuido y faltade higiene, quedó inactivo en eso delamor y del requiebro.
Se conoce que tuvo novia una vez, y que fue por poco tiempo. Su beso
desdentado no era el que aspiraban las muchachas del barrio. El rechazo
condicionó su vida, y entre su afición a la masturbación y su dedicación al
celestinaje surgióun maridaje de sentimientos que le llevaba a sentirse casi pleno
sexualrnente cuando conseguía que uno de sus amigoslograraa la mujer de sus
sueños,
y es que Emiliaahora reía con violencia. Sus grandes senos-antes bellosy
plenosde una exuberante redondez- saltaban no ya como palomas que desean
remontar el vuelo, sino comopobresgallinas gordasque cacarean conscientes de
que han puesto su último huevo. Doña Iso puso sus manos febriles y gruesas
sobre la frente de Emiliatratando de calmarla.
-Lo encontraremos y será su final, se dijo para sí mismay recordó los días
en quellegadaa New Yorkpor primera vez se entero de que Manolo volvía a sus
andadas con Emilia. De que la llevó primero al hotel Nevada instalándola y
quitándola de su lado casi para siempre. La historiade Emiliaen Manhattan está
escrita en todos los trenes subterráneos. Para los años sesenta ella, tan esbelta,
inteligente, frondosa de carnes-como decían por ahí- se sintió sola, El mundo
de los amigos de su madre estalló como una bolsa llena de aire. Paco muerto
antes de la caída del régimen, y luego los demás esparcidos por los cielos como
partículas de una granada de manolanzada contra la pared de adoquines que había
levantado en tornoa supropiapersonalidad.
Juan Calientele había informado que Manoloestaríade regreso. Que tenía en
las manos al hombre. Que según se le había informado traíaahora el nombre de
Antonio Jímenes, y quesería fácil detectar su llegada.
De vez en cuando Bmilia tenÚl sus días claros.Entonces cantaba,y recordaba
su primerarelaciónamorosa con el judío de la calle 146que luegola instalaraen
Queens. Pero aquellono fue'elcomienzo del descalabro, sino más bien una de las
fases del mismo, porquede ser querida a habersidoémulode la moda, intelectual,
modelo profesional, artista de New York, había todo un abismo. Antonio
limenes ---el Manolode los años más turbios- se había maleado. Según dona
Iso había sido él quien habíapropinado los golpes al archipámpano; quien había
MATERIA PRIMA 95
convertido a Emilia en puta, quien había inventado historias chismosas sobre
doñaIso en todo Manhattan, llegándose a rumorear que la Emiliano era otra cosa
que una carnada de la cual vivíala madre, cuando en verdadcomo vidente, santera
y sibila, tenía suficientepara comer y subsistir sin problemas.
Juan Caliente se negó siempre a servir de enlace entre Emilia y Manolo.
Siempre rechazado, siemprea la caza de la vigilancia de una mujerdesnuda, tenía
sueños de fiebre cuando podía ver, tan de cerca y al travésde la reja del cuarto de
baño de madera, los glúteos ingentes de Emilia, ese pelo color de caoba que
rodaba hasta la parte en donde la espalda se curva realizándose en fragoroso y
risueñooleaje de carnes odorantes. Juan no sirvió nunca para celestino de Emilia.
Por eso cuando supo que Manolo se había instalado como calié, hizo lo posible
por difundirlopor todos los rinconesde Villa Francisca,en donde hacia 1959las
ventanas se cerraban a las 9 de la noche, y los jóvenes hablaban muyen vozbaja
suspendiendo la conversación cuando Manolo se acercaba con su cara
afeitadísima, sus ojos grises llenos de malicia,y su andar macabro,inspirador de
una desconfianza que en un principio parecíatímida,pero que se hizo más latente
y bruta cuando se supo que esa mañana de septiembre Juan Robinson apareció
muerto en los altos del antiguo solar del Loro, con una daga en la espalda y un
letreroescritocon bolígrafoque decía "éste no confiabaen el generalísimo".
El hechode que Robinson fuera de los aspirantes a traductores que se negaron
a engancharse en la nueva empresa, y la presencia de Manolo en el servicio
hicieron que la duda comenzara a rondar como un buitre sobre la cabeza del
vecindario.
Se dijo además, que una de las condiciones que había puesto el gobierno a
Manolo era la de que debería ejercer sus funciones en el recinto de Villa
Francisca. El mismo había expresado,borracho, en la barra Anita, que se sentía
muy afectado porque se le confinabaa unas cuantas cuadras de la ciudad ya que
los jefes que le escogieron como traductor le tenían suma desconfianza 10 que
traducido a buen idioma de la dictadura quería decir que mientras Manolo no
demostrara con hechos palpables su fidelidad al régimen no podría salir del
barrio.
Juan Caliente fue sometidoa un duro interrogatorioen la estación de policía
de Villa Francisca. Una mañana del mismo septiembre, a raiz de la muerte de
Robinson, lo llevaron esposado. La policía, esta vez uniformada con su
indumentaria tradicional, le recogió en casa de doña Iso a las 6 de la mañana.
Primero llegaron dos carros de patrulla y tres soldados de caballería que se
colocaronen las bocacuadras. Un teniente delgado y de tez amulatada pero con
ojos muy verdes,dio los buenos días. Doña Iso estaba en ropas menores, pues se
levantaba siempredespués de las diez de la mañana.
-Tenemos órdenesde arrestocontrauna persona.
Juan Calienteno se hizo esperar. Sospechabaque había toda una coartada.El
primer golpe se lo asestaron en plena boca y no dudó jamás de que si hubiese
tenido dientes los habría perdido todos en ese momento, pensamiento que lo
consolóy le hizo pensar en su destino. Deseaba ver a Emilia asomarse al portón
96 MARCIO VELOZ MAGGIOLO

de madera resinosa; deseabaque ellapresenciase lo que realmente era un hombre.


Pero Emiliaprefirióquedarsedetrás,en el patio cargadode árbolesde limoncillo
y guayaba y mirar luego, cuando la comitiva doblaba la esquina y pasaba
precisamente frente a la casa de Mister Robinson, quien de seguro estaría
observando tras los visillos con enorme tristeza de pastor protestante, con esa
tristeza que había caracterizado sus últimos sermones en la pequeña iglesia
evangélicade la calle Ravelo, a donde acudió más gente de la prevista desde el
mismo día en que el cuerpode su hijo apareció apuñalado con letreroy todo.
En la medidaen que los policías y el preso, desnudo, avanzaban por el pleno
centro de la calle, Juan Caliente pensó en las cosas del destino. La sangre que
manaba del centro de su cabeza resbalabacon tibieza de manosenamoradas por
sus mejillas amarillentas. Se imaginabaque esa tibieza no podía ser más viva y
dolorosa que cualquier cariciade Emilia,a quien habíarenunciado en la vidapero
no en la muerte.
Recordando ahora, Emilia dejó de reír y le empezaron las lágrimas. Cuando
lloraba lo hacía en silencio, como si hubiese estado cuerda. Doña Iso le enjugó
con un toalla el llanto cuajado de luces, repleto de lentejuelas, adornado de
luceros que resplandecían en el corazón inocuo de una mañana repleta de
pajarillos, claxones, bocinas antiguas, música de salsa, y sonido de vendedores
ambulantes con vanas bocinas de batería que anunciaban sus plátanos, mangos,
naranjas, y frutos a un precio superioral de los mercados porque se le cargabael
transporte.
Ciertamente las cosas habían cambiado. Antes los buhoneros llevaban sus
carretillas a mano. En vez de altavoces transistorizados utilizaban como fotutoso
bocinas las palmas ahuecadas de las manos. La música había ido tomando otro
cariz.Los anuncios de Tricófero de Barry,Glostoray Sal de Uvas Picot se habían
marchado en retirada, y los programas cómicos, de los cuales los del
archipámpano eran los más escuchados, se habían convertido en potreros en
donde la mala yerba emergía en la voz de comediantes sin inteligencia, de
simples vendedores de melodías, de locutores que en vez de admirar al mejor
cantante del momento creíanen lo que pagabala casa de discospara hacer popular
la peorde las melodías.
Ayer,cuandoJuan Calientepasaba frente a la fuente del parque Julia Molina
Viuda Trujillo, en donde florecían los robles y los árboles de palma real se
regocijaban con los nidales de las ciguas mamoneras, el gentío se había
convertido en una procesión. Juan Caliente, el rostro sanguinolento, vio detrás,
allá en la cola de la caravana, la imagen entristecida de Isolina Tavárez que,
compungida le hacía un gesto de paciencia. Vio como si fuese un santo llevado
en andas al carreteroJuan, que se había trepadoen su vehículoy hacía esfuerzos
porque el muloavanzase más rápidamente por dentrode la multitud. Miró delante
de sí mismo y en vez de ver los glúteos prominentes que en las procesionesde
verdad perseguía para dar rienda suelta a su instinto sexual rozando con su
miembro a las beatas, vio al teniente con el broche de la canana suelto y el
revólver a mediosalir,profiriendo esa amenaza de muerteque tieneel gesto de un
armalistapara ser usada.
MATERIA PRIMA 97
Emiliase enteró de los problemas de Manoloporque él mismo se sentó en el
borde de la aceraaquella tarde de 1959 y le dijo:
-Me han confinado al barrio. Soy un preso. Cualquier muestra de
antigobierno y soy un hombre perdido. Anoche me sacaron del salón de
traductores y me llevaron a dar una vuelta por la ciudad. Entonces me han
informado que Robinson tenía las horas contadas.
Ella había intentado decirle que cuál era la razón de que no avisara a
Robinson. Prefiriócallarse,pero tuvo la respuesta poco después.
-Desde que Robinson se nególo encarcelaron. Ya nadielo vio más.
De maneraque cuando doña Iso le recriminó a Emilia la continuación de las
relaciones con Manolo después de lo sucedido a Robinson, ella señaló;
-Cada vez creo más que Juan Caliente es un hablador. No ha sido cosa de
Manolo. El lucha duramente por salir de eso. Tú sabes que él nunca fue un
amigo del régimen.
Entonces las salidascon Manolo disminuyeron. No había suficienteespacio
en Villa Franciscapara hacer el amor.No era posiblehacerloen la casa de doña
Iso, en donde noche por nocheSalado intentaba demostrar que todos los hombres
son iguales. Juan Caliente, ubicado en el último cuarto, acechaba como un
sabueso los movimientos de Emilia, y la seguía como un loco con la mirada,
mientras doña Iso encariñada con la fidelidad del nuevo huésped le hacía
confidencias y le expresaba penasporquela situación políticase resquebrajaba, y
porque los mismos visitantes traían ya noticias de que había todo un plan para
destripar a la dictadura y a los que, obligadamente o no, participaban en ella. Fue
entonces cuando se desatóel más gravede sus dolores: le avisaron que Paco había
sido golpeadoinmisericordemente y que quien le dio la golpiza conocía bien a
fondo sus movimientos, porque lo atraparon cuandoentraba a su casa de la calle
Castelar, reventándole los riñones,
Juan Caliente nunca dudó que Manolo estuviera envuelto en aquello. Y su
persecución de los datospara demostrarlo se inicióen el mismo momento en que
Emilia anunció queestabaembarazada
XVI

JUAN EL INGLESITO

El pequeño vehículo marcaVolkswagen dio varias vueltas por la ciudad. Era


el segundo servicio de "Manolo". Le entregaron su metralleta Thompson y le
hicieron disparar cuatro ráfagas al aire.
-Ya estásentrenado, le dijo el cabo.
La frase teníasus bemoles. Significaba simplemente que esa horrenda noche
tendría que matar.
El vehículo giró sobrela avenida George Washington y entonces se desplazó
lentamente. Manolo pensó en Emilia, en los días que llevaba sin verla, en la
insistente situación que le hacía cada vez más ingerir bebidas. Nunca le
prohibieron detenerse a beberun tragoaún dentrode la oficina. Era común veral
propio Salado con su botella de whiski y sus botas sobre el escritorio
entalcándose y peñumándose los pies, lo que parecía constituir en él unaespecie
de manía.
La noche de septiembre se habíahecho calurosa y másque nada lluviosa. Más
allá de la avenida Máximo Gómez se levantaban cientos de cocoteros y una
brumamarina se hacía cortinaje plasmado de salitres oscuros,interruptores de la
transparencia yodada que siemprereflejaba el mar en esos lugares casi en las
afueras de la ciudad.
-Sabes que esta nochedebutas, le dijo el otro agente gordo, del que nunca
supoel nombre, y del que se decíaqueera íntimoamigodel Generalísimo porque
antes fue mozo de servicio en el palacio que éste tenía en el poblado de San
Cristóbal.
Manolo tom6la botella de ron de la que todos bebíangrandessorbos y lanzó
un trago dentro del gaznate.
-No te lo vayasa bebertodo,buenpendejo.
-Aclárame esodeldebut
-Todos hemos debutado, jovenintelectual.
100 MARCIO VELOZ MAGGlOLO

El sargento no era un cualquiera. Había hecho el bachillerato en ciencias


físicas y naturales en Santiago. Practicóperiodismo en la capitaldurantealgunos
meses. Luego pasó a las oficinas del SIM y de ahí lo llevaron como ayudantede
Salado, con rango de asimilado, y especialismo, lo que le redondeaba un buen
sueldo. Era de apellido Saldívar, y tenía la mirada cansada. Nunca se hubiese
podido pensar de él que fuese un asesino. Por el contrario, era complaciente,
dicharachero, y cantaba guarachas de Daniel Santos, las que, según él,
inmortalizarían a Pedro Flores y al "inquieto anacobero", mote con el que los
radi6manos de la capital Yde todoel país conocían al cantante puertorriquetlo.
La orquesta Sonora Matancera se derretía hechamúsicaal travésde la pequeña
bocina del Volkswagen. La canción era precisamente una guaracha que decía:
"Así suena la trompeta de mi tierra tropical, óyela, óyela sonar, mi trompeta
tropical". La cantabaDaniel,el inquieto anacobero.
"Manolo" no pudo evitar un rápido retomo al pasado. Daniel Santos había
venidoal país por los años cuarenta. En el barrio de Villa Francisca fue todo un
acontecimiento el que Daniel declarara que su mejoramiga era Flor, duetla de uno
de los mayores centros de vidaalegre de la ciudad.
Por la calle de la Concha los muchachos que casi llegaban a la adolescencia,
se arremolinaban en la puerta de la casa de Flor, en donde Daniel,con su bigote
de terciopelo negro y sus cejas llenas de expresión, señalaba que Puerto Rico
debería ser libre.
Se acordaba "Manolo" de la primera andanada de golpes que repartió la
patrulla de a caballo -grandes mulos, fusil en mano, casco militar, polainasde
cuero, sable al cinto, pistolas 45, voces aguardentosas, presión en las frases
vulgares- en todos los rincones del barrio. Mil novecientos cuarenta y nueve
fue un afiodifícil. Por las costas de Luperón desembarcó un grupo de exiliados
que intentaron iniciar la lucha contra el Generalísimo desde dentro. Fueron en
parte acribillados, en parte traicionados, en parte presentados los sobrevivientes
como rémoras, cucarachas. El fiscal pidió treinta años para ellos y el olvido
eterno para los muertos. Aparecieron los rostros heroicosen los periódicos de la
maIIana (El Caribe,La Nación); la propaganda generabaodio contra ellos. En las
casas el silencio fue la respuesta al hecho. Nadie se atrevió a comentar la
invasión. La prensa hizo gala de la valentíade los soldadosdominicanos, de la
valentía del soldadoPuente, como otros tantos obnubilados por la rémora de la
prq>aganda y de la inmensaadulación quese dispensaba al "hacedor de la patria".
-¿Sabes que tenemos visita?,preguntóel sargentoMayéSaldívara Manolo.
-¿Visita?
-Sí, visita.
-¿Pero cómo visita?
-Sí, dentro del baúl del automóvil viene un tipito prieto al que hay que
liquidar.
Entonces tragué en seco, te lo digo Papiro, tragué en seco. Me di cuenta de
MATERIA PRIMA 101
que caeríade bruces definitivamente. Me quedaba un solo camino, el suicidio o
seguir viviendo a costadel crimen. Te aseguro Papiroque no sabíaque se tratara
de Juan el inglesito. Nunca le vi el rostro; jamás escuché sus palabras. Iba
envuelto en un saco de henequén y me dieron la daga para hundirla en aquella
basura. El propio Mayé me dijoaquí, húndela aquí, y apuntó con el dedosobrelo
que debería ser la espaldadel sujeto. Coloqué la punta del arma y la hundícon
fuerza. Te juro Papiroque no salió una gota de sangre, no hubo un quejido, no
sentípataleo, ni movimiento; tengo para mí que me hicieron clavarla dagaen un
objeto inerte, tal vezen un maniquí, en algúncadáver, no sé.
Papiro, aquí en New York he repensado mucho aquella vida.Bien sabesque
Emiliafue víctima de su madre. Ella le inculcóaquella leyenda de que podría
igualar a Osear de la Renta, de quepodía además ser pianista, de que tenía grandes
dotes la hijita. Biensabesque la dejéporhijade puta,por bandida, por tramposa,
por su afánde lujo,porque la sorprendí viviendo conjudíosy gentede mafia.
Creíquecuando se me había dicho quedebutaría me harían usarla metralleta,
perono fueasí.Mayé habíaapuntado consu pistola sobremi cabeza cuando hice
los tiros de práctica. Fueentonces cuando dije:
-Deben tener confianza en mí,porque sinoquécoñohago aquí.
-Eso me gusta...
y entonces Mayé le narró a Salado que el muchacho iba avanzando, y que
todocaminaba sobreruedas y queya estaban listoslos asuntos parainscribirlo en
la Universidad de Santo Domingo, en donde entraría a funcionar como alumno de
la Facultad de Derecho, porque algunos bedeles no eranrealmente miembros del
servicio, sinoasimilados a sueldo que daban informaciones vagas, muchas veces
más por terror quepor vocación al Generalísimo.
Papiro, yo sé perfectamente que JuanCaliente se volvió loco en esta ciudad.
Andaba por los trenes y los apartamentos de los dominicanos diciendo queme he
hecho unacirugía plástica, que me ha visto variasveces con otra cara. Ahoraha
embarcado a doñaIsoen un viaje a Santo Domingo paraperseguirme y hacerme
imposible la vida, cuando se sabe que jamás regresaré a Santo Domingo, que
llevoquince añosaquí y que ganobuenatajada, que me he autocriticado mucha
veces porque no fui capaz de quitarme del medio. (¿Quieres un trago, Papiro?,
toma, es gin, buen gin holandésj.si, como te voy diciendo. Se ha puesto Juan
Caliente comotodoun estúpido a levantar los ánimos de doñaIso.Recuerda que
Juan Caliente quiso tirarse a Emiliasiempre, recuerda que por las noches miraba
desdela azotea del negocio de Sijitoel maricón a las mujeres y a los maridos. Es
más, recuerda que se dice que Sijitole obsequió aquellos binoculares con tal de
que como se dice por Villa, le oprimieran la próstata. PobreJuan Caliente. (Es
bueno estegin, Papiro, pruébalo. Es holandés. )
Salado llamó a la estación de policíade Villa Francisca y ordenó que Juan
Caliente fuese puestoen libertad. Los muchachos del barrio lanzaban vítores y
los vecinos sonreían: un tipo tan servicial comoJuan tenía profundas simpatías
entrela gentede Villa.
102 MARCIO VELOZ MAGGIOLO

El reverendo Robinson llevó a la iglesiael cadáverde su hijo mayor. El más


pequeño le puso en el mentón un pafio de seda atado para cerrarlela boca en la
cualse le veíanlos torcidos dientes, florecidos de andanas, porque el pobreJuan
nunca quiso visitar al sacamuelas llamadoPatín, que aunque no tenía título de
dentista, había practicado durante largos años en la clínica del doctorGrillo, en
donde surgieron los mejores dentistas prácticos de la capital.
Dona Stephanía, la esposa del Reverendo le había dicho mil veces que
volvieran a Saint Kitts, o a Saint Vincent a la pequeña isla de donde habían
venido haciael año veinticinco cuando la caña de azúcarfloreció en la parte este
de la isla,y la ciudad de SanPedrode Macorís se llenóde obreros de las pequeñas
islas de Sotavento y Barlovento, cuyos quehaceres eran oficios de ingenio,
oficios de central azucarero.
Stephanía nunca pudo hablar correctamente el castellano, mientras que el
reverendo sí. Tampoco la tía Esther, ni el tío Joseph,que fumaba pipa y vestía
aún al estilo inglés con su chalecode bolsillo en boga, su leontina y su reloj de
oro chapado con piedraspreciosas. Vinieron todos a la capitalen 1930(en mayo
de 1930) y el reverendo se instaló en esa casade madera azul,con galeríaamplia,
pisode cemento, techode zinc a dos aguas, y escaso vecindario. Desdesu galería
de maderade pino podía ver el mar Caribe allá en la distancia; y se embebía
mirando las velasblancas de las goletas recortadas en un azul claroy transparente
que brillaba por encimade los edificios de la capital.
Cuando llegó a Villa Francisca no conocíaa nadie. Su hermano Joseph,que
aprendió el oficio de cochero en SanPedrode Macorís compródos caballos, uno
de los cuales ató a una carreta para transporte de frutos y otro a una calesa de
medio uso que pudo adquirircon los pocos ahorrosobtenidos en el trabajo que
como contable del ingenio desarrolló entre 1925 y 1930. Stephanía puso una
venta de carbón vegetal, luego un puesto para repartir leche, y más tarde una
pequeña tienda de vender hilos, cintas, redecillas y botones de todotipo.
Los muchachos nacieron en 1937 y 1938. Entonces decidieron no tener más
hijos, y criar a ambos dentro de las normas de la Iglesia Metodista, de la cual
eranfervorosos creyentes.
Delante del púlpito, hechode pino blanco rematado en una cruz en su parte
frontal, el reverendo dijo que había llegado a este país con la idea de ser un
hombre útil a la sociedad. Pero que la situación en la que se debatíala juventud
era cada vez más difícil. Stephanía, de pie con su cofia blanca, seguía con los
ojos llenos de lágrimas las palabras de su esposo en un castellano repleto de
acentos isleños, Los feligreses orabanjunto a él; repetían sus frases, y de vez en
cuando miraban hacia los rincones de la pequeñaiglesia en dondehombres con
sombreros panza-de-burro y bultos en las costillas miraban la triste escena del
padre quepredicaba conel cadáver de su hijodelante.
Emilia se adelantó lentamente y pudo ver de cerca el cadáverempolvado y
hastaoloroso. Iba vestido con el mismo traje de casimiringlés negrocon el que
se presentaba a las tandasde matinée en el teatroMicine. Recordó la épocatriste
en que Juan Robinson se le declaró enamorado, la época triste en la que todos
MATERIA PRIMA 103
echaban en cara al muchacho su condición de "cocolo", hijo de inglesesisleños,
negros de Barlovento, gente sin genealogía. Era increíbleque en un sector como
aquelalgunas personas exigiesen la "pureza" de los grupos familiares. Según se
decía Villa Francisca había sido fundada casi en los principios de siglo con
capitalefios pobres que se hicieron de su solarcuandoel señor Ibarra parcelósus
terrenos y los vendió a crédito. Para plaza dejó un gran territorio que luego
resultó ser el parqueEnriquillo, también llamado Julia Molina Viuda Trujillo.
Las casas de madera se levantaron hasta 1930, momento en que el huracán de San
Zenónhizo trizas la ciudad de Santo Domingo, bautizada posteriormente como
CiudadTrujillo.
El reverendo dijo que la vida de un hombre valemás que cualquierrespuesta.
Seftaló que el Señor Jesucristotambién murió asesinado, y que nadie nunca SI
hizo responsable de su muerteaunque todos sabían que detrás de ella estaba el
Estado Romano. La gente volvió a mirar hacia los hombres de sombrero y
pistolas en el cinto. Estos ni se movieron, ni siquiera parecieron darse por
ente.l'a(b.
Stephaníase acercó al cadáver y encendió una de las grandes velas que la
vecinaLupe había hecho con cera de abejas comprada en el Mercado Modelo.
Pese a que los evangélicos no creían en luces ni velas era tan delicada que
agradeciendo el gesto de Lupe, no quiso contrariarla. Ya frente a Emilia,
Stephanía le dijo, sollozante:
-Se dice que ha sido el tal Manolo. Juan fue el único que se negóa...
-Manolo dice que no ha sido él..., respondió Emilia tambiéncon lágrimas
en los ojos. En verdad no podía acusarlo. Enterada de cómo le habían hecho
apuftalar a un "objetohumano" inserto en un saco de henequén, Emilia no podía
asegurar que el cuerpo apuñalado fuese el de Juan y aún más, que el cuerpo
apuñalado estuviese vivo. Tal y como lo suponía Manolo, pudieron haber
generado el espectáculo con la finalidad de convencerlo o hacerle creer que él
habíasidoel matador.
Turbada, Emiliase retiró. Peroquedóflotando en su miradael brillo de la luz
mocosa y mortecina de las velasde cera,cuyasgotasamarillas chorreaban desde
el pabilohasta engrosar el cuerpodel propio candil.
El hombre de sombrero de ala ancha situado en la derecha de la puerta de
entrada tosióantes de estornudar estrepitosamente. Todos volvieron el rostrocon
el terror marcado en las frentes brillosas.
El reverendo continuósu discurso diciendo que la vida es pasajera y que el
mal es sólo una expresiónde la vida. Hay un más allá en donde todos debemos
rendir cuentas. Era cristiano pensar en ese más allá. Al fin y al cabo lo decía
claramente Jesús,"voypuesa preparar lugarpara vosotros, en la casa de mi padre
muchas moradas hay"... Para vosotros, aún para quienes tienen hoy el revólver
en el cinto, para los que acosan al hermano, y asesinan con sus vicios la buena
fe. Para quienes no tienen perdón en la tierra habrá perdón en el más allá. Está
escritoque el arrepentimiento, la fe, el reconocimiento del pecado hará posiblela
104 MARCIO VELOZ MAGGIOW

salvación. Pero el arrepentimiento no es una farsa. Sólo Jehová sabe quién se


arrepiente de veras, y quiénno. Si puedo ver el asesinode mi hijo a la diestra de
Jehová no protestaré, porque habré comprobado que la muerte de Juan sirvió para
queésteganase la gloria.
Stephanía estaba sorprendida. Cuando el reverendo tuvonoticias de la muerte
de su hijomontó en ira, escupió imprecaciones y habló de abandonar el hábito de
pastorque con tantadonosura y grandeza había llevado. Ahora, recogido en la
meditación, era de nuevo un cristiano, un misionero, una voz clamando en el
desierto de una isla que no era su pequeña isla de cocoteros azules, calles
estrechas, y carnavales en los que se imitaba la lucha de Davidcon Goliath al
ritmo del redoblante inglés, y la flautade madera. Lejos estaban los hijosde una
.Jierra queahorase veíacomotierra prometida, comola tierradel regreso, porque
el reverendo estabapensando en volver; pero no era fácil, no era fácil, ya que sus
relaciones, sus amigos, sus creyentes y sus afectos se habían sembrado en esta
tierra de antilla grande, en la que habíaconseguido al través de unanuevalengua
unanueva especie de alma.
Terminado el servicio religioso el féretro fue introducido en un catafalco
tirado por dos caballos con penachos, y mantilla negra. Los cascos habían sido
brillados, y la carreta del tío Joseph había quedado convertida en vehículo
funerario sobre el que se colocaron doscoronas de flores de hojalata moradas, un
crucifijo de plomo, y un manojo de azucenas que servían de asiento a moscas
azules y negras.
"Seguídesdedistancia prudente el cortejo. Tenía que infonnara Manolo de
todocuántoocurrió allí. Tenía que completar el dato, ordenarel rompecabezas.
Casi me desmayé cuando el mismo hombre que había puesto un papel
garabateado enel bolso de Stephanfa se me acercó como pernura, diciéndome:
-El coronel Salado sabe hacer las cosas. Dice que te comportes como
debes...
Recibí también un papelito escrito de puno y letra de un casi analfabeto, y
pude leer apenas esta frase: ¿todavía no has visto las fotos de tu hombre?...
Como maricón no está mal".
Volví a la casa, me desnudé y me lancé sobre la cama en dondecomencé a
inventar imágenes y a generardeseos. Cerrélos ojos y vi a Manolo desnudarse
lentamente, comoen esas películas de sexo en las que todo se hace a oscuras
menos el amor; sentí sus manos sobre mis senos, podía colegir que su dedo
índice caminaba sobremi vientre con lentitud, comouna arana. comoun animal
de paso lento (era mi maño realmente, eran mis dedos), entonces, súbitamente
abrí los ojos y vi su cuerpo caer pesadamente sobre el mío, mientras sudores
tibios y resplandecientes me invadían el vientre, me recorrían los vellos del
pubis, me cruzaban por las entrepiernas cayendo en la sábana tibia que iba
mojándose al ritmo del movimiento de mis manos. Oí su voz, su "yo no fui", su
negativa, sus excusas. Oí su necesidad de contarme comolo violaron por detrás y
lo obligaron a quedarse en el precinto del barrio, sin trasponer las cuatrocuadras
quele pusieron comofrontera. Entrequejidos y sentimientos de placerpude ver
MATERIA PRIMA 105
su mano empuñando el arma y disparando no sé contra quien. En las reuniones
ya se decía que Manolo no recitaba, ni cantaba, ni reía debajo de las bocinas del
colmado, porque se le había puesto negra el alma, y porque su único objetivo era
demostrar hasta dónde podía ser fiel al Generalísimo, única manera de lograr que
se levantara la frontera de una prisión que tenía todos los síntomas de la cámara
ciegas.
Lentamente fui sintiendo el orgasmo. Me abandoné a la idea de que su cuerpo
estaba junto al mío; de que eran sus labios esas aristas de la almohada que
tibiamente rozaban mi mejilla. Me arropé lentamente, sudorosa, cansada,
convertida en un magro espectáculo de naturaleza. Tomé la novela de Malraux y
leí unos párrafos tristes, aquellos que hablan de la vida como compromiso, y de
los hombres como sombras de un futuro que todavía desconocen. Mi madre me
había visto pasar silenciosa. Aquella noche suspendió, creo, la reunión habitual y
se quedó sola tirando sus barajas. Desnuda como estaba, me levanté y fui al
espejo grande.
En el fondo de mi corazón presentía que Manolo y doña Iso, como le
llamaban, serían parte importante de mi vida en ese proyecto. Quizás las
catapultas. Me quedé pasmada cuando escuché ruidos en el techo. Corrí
rápidamente a ponerme un chal, algo que me cubriera, pero ya los ojos que
miraban el movimiento de mis sentidos, la violencia de mi orgasmo, se habían
separado del hueco de la hoja de zinc por donde espiaron mi desesperación y mi
tristeza. Nunca dudé de Juan Caliente, pero jamás pude confirmar que fuese un
enemigo.
XVil

Querido Persio: La vida es como la novela de Jacques S. Alexis, todo "un


abrir y cerrar de ojos". De Villa Franciscaes aquel cuento callejero que habla de
un pícaro vendedorde mangos que sabiendo en la tierra -y de paseo-s-a Jehová,
se acercóa él y le dijo que le habíareconocido. Jehová no negó su identidad, pero
reconoció que el frutero traía ciertas intenciones malsanascuando le preguntó:
-Oh, Dios querido, ¿es cierto que para ti un millón de pesos es como un
centavo?
Jehová, ni tonto ni perezoso, contestóque sí, y cuando el frutero esperaba que
la mano de la divinidad entrase en el bolsillo del pantalón de militar con el que
escondíasu identidad, Jehová le espetó:
-Espérame solo un minuto.
- y para ti, ¿qué es un minuto?
-Solo un millón de años, amigo.
Un millón de años son, en los designios de la divinidad, apenas un minuto.
Un millón de años ha pasado en este momento, se cumple día a día, porque hace
un millón de años que la tierra camina y hace más de un millón que las calizas
sobre las que se asienta Villa Francisca estuvieron vigentes. Si piensas que por
debajo del fondo de los océanos tiene que haber una capa geológica que sea
continuaen todoel universo, comprenderías por qué para mí todo tiene sentido de
unidad. La imagen de Bruto descargandosobre el pecho de César la daga en las
escalinatas de la curia romana, es la misma de Antonio el calié clavándole el
puñal en la garganta a don Raymundo, cuando éste fue descubierto como
enemigo de la dictadura. Son dos historias y dos imágenes. Villa Francisca es
Roma, y Roma se muere de pena en su gran historia si no conoce a fondo la
historia nuestra; la de tantos amores perdidos, la de tantas iglesias rogando para
que la dictadura y el dictadorse mantuvieran vivos y en vigencia Las basílicas y
los templos a Venus, y las vestales, y los sacerdotes del imperio hicieron lo
mismoque el padre Rigobertoallá en la iglesiade la calle Castelar,en donde para
oír la misa había que presentar la inscripcióndel Partido Dominicano.Abres los
108 MARCIO VELOZ MAGGIOW

ojos y los cierras, y te trasladas en solo un millón de años al hombre de Kenya,


al Australopiteeus robustus que clavaba un hueso de hipopótamo en la garganta
de su víctima para robarle un trozo de carne putrefacta. Escalinatas, Brutos,
Raymundos, Rigobertos, se enlazan desde Villa Francisca hasta el infinito. La
luz de la historia los llevade manos, porque pertenecen al pasado y al presente,
porque unos tuvieron la tribuna de los que dominaron, y se hicieron famosos, y
los otros quedaron -malos y buenos- en el anonimato de una mudez
interplanetaria. aquella generada por la ausencia de protagonismo en unalucha de
clases que aspira a llevar a sus héroes a la máxima presencia y al máximo
pedestal.
Mi querido Persio, ahorasí que handesaparecido las golondrinas. Una niebla
gris cubre la ciudad. Los viñedos de las colinas albanas están pelados y sólo
esperan una primavera suave para retomar al zumo y al verdor. El vino de las
montañas americanas está más suavey másblanco este afio; ha perdido su sabor
grueso, no así el de los campos de los Vicini, allá en Umbria igualmente, en
donde el Chianti rojo regusta y pela el paladar con la suavidad de su propio
perfume.
Pero, ¿y el mabí? Allá en Villa el mabí era algo así como una champaña
silvestre. Le preguntarás a un europeo sobre el mabí, y se reirá en tu cara.
Nosotros no conquistamos el mundo, fuimos conquistados y porendeel mabíno
llegó a las mesas reales. Me dirás que el tabaco llegó, y que llegó la patata o
papa-primero alimento de cerdos y luego de reyes-; me dirás queJean Nícot,
el traficante, dejó en la parte mala del tabaco su apellido de ahora cubierto de
alquitranes; me dirás que el tomate -oh pomodoro- que cubre las pizzas
napolitanas y las lasagnas, llegó y venció. Me dirás de igual manera que las
pastas chinas, traídas por Marco Polo a la Venecia secular se convirtieron luego
en tradición "ascciutta" italiana. Razón tienes, Persio, razóntienes. Pero resulta
quebebidas y estimulantes son formas de la divinidad. La pastaYla patataYaún
el tomate, sirven para subsistir, para mantener alentadas las proteínas, los
minerales y los glúcidos; te quiero decir con esto, amableamigo, que no son
sino nuevas muestras para el sustento; pero los licores son parte del Olimpo,
porque ellos representan a los dioses. Mira bien que existía ya un dios de las
borracheras, aquel Bacoo Dionisos; de modo que el mabídifícilmente entraba en
un panteón en el que reinaba ya la figura helénica de Dionisos. Sin embargo el
mabí es bebida fermentosa y suave, cuya fuerza alcohólica es posiblemente
similar a la del vino si se hacecon intenciones de que afecte los sentidos. Y en
tiempos de Végere, el bejuco que los científicos llamaron luego --asi con sabor
romano- Colubrina reclinata, era un magnífico consejero. Lo vimos y lo
bebimos luego en Villa Francisca, y en toda la tierra de la isla; admirado,
querido, hastaelogiado, fue vencido por la leyenda de la cerveza, por el fennento
delron de cañadeazúcar-producto de unaesclavitud que genera en las Antillas
la acumulación originaria de capitales-. El mabí tiene y tenía, sin embargo
dioses propicios. Entrelos aborígenes de las Antillas existíaun dios sin nombre,
un innominado, que representaba los efectos de todos los alucinógenos. Mabí,
tabaco, cohoba, y toda la botánica de la borrachera, seacumulaban en la frente de
MATERIA PRIMA 109
un ser con testículos que rozaban el sueloy frentesudorosay siempresoñolienta.
Como no tiene nombre llamémosle Acabó. Diferente de Dionisos, Acabó no
tenía la fuerza de una tradición conquistadora. Dormía en las noches en los
bohíos indígenas; sin dudas transitó en el pasado por los campos en donde
estarían las calles en las cuales un día se parcelarían los solares dentro de los
cuales se construirían las pulperías y colmados donde, un día, y en Villa
Francisca, se vendería el mabí.
No sé por qué el mabíme llevaa Nietszche; cuandopiensoen Dionisosy en
Apelo, usadoscomo los parámetros de la confusión y la claridadpor el filósofo
alemán, pretendo que se esté hablando de Fellitoel zapatero, cuya barrigaancha,
rellenade ron y cerveza, de mabí y pastelitos, se movíacon el mismoritmo que
la de Nerón,o Cayo Claudio en las fiestas romanas, aunque sin la presencia del
vomitorio ni de las damasdesnudables y bifrontes. Lo mismo piensoque Fellito
y Dionisos, nombre griego de Baco, eran primos hermanos. Gordos ambos,
rozagantes, gozosos, bebían y vivían al ritmo del instinto, sin pensar, sin hacer
otra cosa que emitir eructos, y oliendo con tacto y sentidosel rumor del barrio,
ese rumor psicológicoque tanta falta me hace y al que he de volver, como te
decía hace ya tiempo. Para hablar de Apolo habría que pensar en el pastor
Robinson, metodista, oriundo de las Antillas inglesas cuya cultura clara y fina
nos arrobaba. El pastorRobinson, padre de Juan el inglesito.
Nietszche decía que lo apolíneo representaba la claridad y la belleza, la
precisión, la lógica, mientras que lo dionisíaco iba hacia los sentidos,
embriagaba, estaba en los límites de la intuición y el gozo. Hasta dónde Villa
Franciscafue algo así como un centro helenístico en donde Dionisosy Apolose
conjugaban para hacer de la inteligencia y la intuición un solo campo, lo saben
los jóvenes salidos de su ámbito. Entre la escuela secundaria y el cabaret se
establecieron relaciones fundamentales: por la mañanael álgebra,en la tarde y a
la salida, las visitas al kilómetro 2, o bien al restaurante El Taíno, en donde
bellas vestalesrenovadas en cada violación, recordaban las reuniones de Lucio
Enobardo en la domosáurea, con un Neróndisfrazado de actor,cantando cítaraen
mano sus propias canciones y aborreciendo a la vez el c1acisismo griego que él
consideraba decadente frente a sugrandeza creadora. La imagen de LucioEnobardo
-cuya estatua de cientos de metros de altura se erigía entre el Coliseo y la
domus áurea- sigue viva por los siglos de los siglos. Es la imagen viva de
Baco,pero un bacocon cabezadoradaen la quelo apolíneo resurgía. El gozo y la
violencia estaban por encima del poder, o bien por debajo; Nerón daba a lo
dionisíaco la oportunidad de que surgierala apolíneo. Mal criticado, mal tratado,
fue menoscruel que muchos de los más famosos emperadores, sin embargo su
locura artística y su atentado contra el cristianismo inicial borró el atentado
lacerante de Roma contra los no cristianos, que en otros tiempos cayeron en
miríadas bajo los ojos de la plebe hambrienta.
Si te dijera que Fellito y Nerón son figuras parecidas, no lo creerías.Fellito
cantababoleros; se acompaftaba con la guitarra, declamabapoemas de HéctorJ.
Díaz Yde FreddyMiller; improvisaba novedosas guarachas en las que se elogiaba
a las flores, al amor, a la justicia,Yal deseo. Nuncamancillóa una dama -yen
110 MARCIO VELOZ MAGGIOLO

eso era superior a los emperadores-e, jamás dijo una palabra obscena que pasara
de "coño", y entre sus virtudes más silenciosas estaba la de acompañar con la
guitarraa todoel que le brindara un trago despuésde habergastado el semanalque
compartía con "los suyos".
Fellito usaba, ¿te acuerdas?, un pantalón kaki cortado a ras de rodilla. Sobre
el muslo tenía un remiendo especial de almohadilla para clavar la aguja con la
que cosía la suela de las remontas. Nunca me lo imaginé con una corona de
laurel, pero sí lo vi muchas veces con su sombrero de pajita, su saco y su
leontina; su pantalón de tipo tubito, dentro del estilo Kiko Mendive pero cercano
también a Cascarita. Era, sin dudas, un dios pagano; un emperador venido a
menos. Cantando "Oui madam" nadie le ganaba; recitando el poema Oh París,
alcanzaba el éxtasis. Enseñando el tipo de piropo de los anos treinta no tenía
competencia, y bebiendo mabí mezcladocon ron era inigualable.
Decía que haber descubierto tardíamente la mezcla de ron y mabí era uno de
sus desaciertos. Propuso un día que Tatá Martínez,la dueña de la flota de goletas,
embarcara mabí hacia Curazao, Aruba, Sotavento y Barlovento. Sentado en su
silla de guano Fellito y Baco se daban la mano, pero también Fellito y Lucio
Enobardose igualaban. Apolíneo dentro de su vida dionisiaca, Fellito el zapatero
murió un día de un paro cardíaco cuando conoció la noticia de la muerte de su
poeta favorito, Héctor J. Díaz. Amaba tanto la literatura vernácula, y los versos
de amor, que no pudo resistir la muerte del vate de los barrios altos. Así, lo
enterramos, y alguien desconocidopreparó un epitafio que se escribió en madera
de pino,seguramente ya podrida:

Fello, para poseer


el cielo y el camposanto,
tienes que inventar un canto
donde haya mabí y mujer,
y si en el amanecer
oyes la guitarra mía,
naceráen la geograña
de Villa tu voz de nuevo
Fellito, eres el renuevo
de la pena y la alegría.

Querido Persio, he intentado decirte con esto que los dioses tienen relación
con la historia de los pueblos que escriben la historia. Existe una historia de
pueblos sin historia. El título de algún libro sobre chinos y yucatecos traídos
como esclavos a Cuba, es certero. En Roma las hojas del otoño se pudren, y los
turistas se solazan pensando en Lucio Enobardo, cítara en mano cantando. Sin
embargoninguna imagen de Baco (Dionisos)es tan perfecta como la de Fellito el
MATERIA PRIMA 111
zapatero, y esa imagen no existe ni bajo los cielos románicos, ni bajo los
cerezos del lejano oriente; no existe esa imagen ni en la tierra que inventó al
dios, es decir, ni en la Hélade arcádica,en donde aún los oráculos murmuran en
silencio su permanencia histórica La verdadera imagen de Baco está en Villa
Francisca; la tenemos nosotros, los que conocimos a Fellito y los que
escuchamos su vozaguardentosa de ron y mabícantando y recitandolas desdichas
amorosas del bardobailado de trópico.
Mi queridoPersio,en mi afán de mostrarteque VillaFrancisca es el universo,
he quizás sobrepasadolos límites de ciertas realidades. Pero te digo que ninguna
humanidad es mejor que otras; ninguna clase social es, biológicamente, más
avanzada que su antecesora; ningún hombre, por grande o emperador que sea,
puede sobreponerse a su inferioridad intentandocantarla en el arte y en el vino.
Lo bueno del hombre está en que la espontaneidad de sus gestos y su capacidad
intrínseca superan muchas veces las del mandamás o la del que se cree que el
poder le imprimesuperioridad en lo que es natural.
Te doy las graciaspor permitirmepensar desde este asiento de mis cuarenta y
ocho años, Si son necedades las mías, también son necesidades. Cuandocada quien
justifiquesu mundo, habrájusticia.Cuandosepamosque nuestro mundopuedeser
igualo mejorque el de losdemás,y podamos demostrarlo dentro de los límites de la
verdadhumana, estaremos más cercade los dioses.Homerono inventólos dioses,
fueron ellos quienes inventaron a Homero. Pero por ahí se dice que si Dios no
existieseel solo hechode suponerlo significaría ya su creación.
Te saludo con la mano en alto. El aguila imperial cubra con su vuelo tu
pensamiento. La noche se lanza sobre mí y el sueño me dicta la necesidad de un
descanso que permita al espíritu reponer fuerzas. Los espíritus del barrio rondan
en mi cabeza. La imagende Cuacuá,la de Elpidio-pobre robadorde chucherías
muerto por la dictadura-, la de los amigos vivos y la de los enemigos vivos,
giran en torno a mi mesa de trabajo como esas luciérnagas de los campos de
Haina, que asisten de luces al cañaveral en las noches tétricas de la explotacióny
el agrioazúcaramargante.
En Cerveteri, necrópolis etrusca situada a varios kilómetros de Roma, los
arqueólogos han encontrado varias jarras de vino intacto. Baco sigue junto a
nosotros, la libación sea en memoria de su espíritu, aunque la tabla con el
epitafiohayadesaparecido.

Los dioses te sean propicios.

Papiro.

PS.- Recuerdoque el Reverendo Robinsonluego de la muertede su hijo Juan,


apui'ialado por la dictadura,dijo un discurso que le costó la deportación. Me con-
movía muchoverlo mirar haciael mar, y saber que pensabaen un retomo sinfín a
las islas inglesas, partículas de un mar cargado de leyendas como el mar de Tirrenia.
xvm

Me detuvepara ver a Toñíto subir las escalinatas por última vez. Aunque no
lo sabía, en mi interior se movía una especie de presentimiento. La voz del
platanero se hacía densa, y en la distancia se apreciaba el mar azul, con su
horizonte lleno de reflejos, el mismohorizonte que en las nochesde calorLaura
y yo observábamos sin comprender que el destino nos había unido sin otro
caminoqueel fracaso.
Dejé de ver a Toñitodesdeaquellamismatarde. Entonces llevabalos botines
del EjércitoNacional lustrados, su Browning 9 milímetros bien brillosa, y en las
manos un clavelparaLaura. Me saludócon su voz de guardia, de oficial ya harto
derecibir órdenes:
-Qué hay,coronelito.
A veces me decía también "vejestorito", por mi físico adulto aun a los 15
años de edad. Nunca sentí celos. Por mi mentejamás pas6la idea de que Laura
fuese mi mujero algo parecido. Nuestra amistad era de un colorazul, como el de
esos huecos que dejan las nubes blancascuando el viento abre trechos de cielo
sobreel nortede los barrioscapitolinos.
El barriode VillaFrancisca se desvivía en silencios dictatoriales. La voz del
jefe único,la voz del dictador, colgabaen las paredesde las casas familiares en
fotograñas del Generalísimo portando medallas y gorras al estilo Charles De
Gaulle; colgaba convertida en letreros que rezaban: ''En esta casael Generalísimo
es el Jefe";colgaba entrecuadros de la Virgen de la Altagracia y fotos familiares
de abuelos manchados por el tiempo, apoyados en el sepia de antiguas fotos de
daguerrotipo, tomadas algunavezpor un fotógrafo parisinoque de vezen cuando
-y entreanos- recalabaen tiempos de los abuelos en la ría de SantoDomingo,
disparando su cámaraduranteun messobre todoslos habitantes, los que uno por
uno-y de acuerdo con sus recursos- desfilaban ante el hacedorde imágenes,
para recibir luego, desde París y por barco, las fotos ansiadas que ahora
guardábamos en algunas casas de barrio.
114 MARCIO VELOZ MAGGIOLO

En el cuarto de Laura había un daguerrotipo de señor con levita. Se ubicaba


entre una imagen del Generalísimo y la Virgen de las Mercedes. Cuando los
clientes subían al cuarto de Laura ésta volteaba contra la pared hasta al
Generalísimo. ¿Teníatemorde hacer "elamor"frenteal poder?
Toñito usaba esta vez un perfume de Colibrí. Era, precisamente, el que
muchosoficiales usaban,porque a pesar de lo barato, el Jefe lo prefería. Cuando
sacóel pañuelopara secarse el sudor, aquel alientode flores simples impregnó la
habitación.
Toñito colocó su pistola en la cama de Laura, y ésta leyó en sus ojos algo
graciosamente trágico.
-Tienes como una malicia, tienes algo entre manos. Y Toñito se mostró
tembloroso y frágil esta vez. No supo qué responder. A veces las personas
jóvenes como Laura y como yo, teníamos presentimientos y sueños. Yo, por
ejemplo, había vistoel cuerpo ensangrentado de Toñito colocado en la plazoleta,
cercade la calle Ravelo.Laura, a su vez, había soñadocon un niño ensangrentado
saliéndole de la panza.
-Si no regreso de esto, no pregunten por mí. Te entrego esta pistola, me
dijo. Llévaselaa don Marino, sé que él no está de acuerdo con "esta situación".
Dile que la guarde. Somos viejos amigos.
Cuando en el barrio se hablaba de "la situación" nos referíamosa la política,
a la dictadura. En casa ello era común, como también en otras viviendas de
interior. En el patio de Quica había seis cuartos o piezas, en dos de los cuales
vivían vecinos contrarios a "la situación". Aunque mi edad debía ser un acicate
para alejarme de la política, ya a los 15 años y en 1949, había conocido los
primeros asomos de represión. Mi padre no fue torpe en eso de silenciarme la
realidad. Teníamos aquel radio marca Pilot, y es suficiente oír una radio en un
régimen dictatorial para que te vigilen y te hagan preguntas. Aprender a
defenderme fue mi primer oficio. Más tarde, el mundo se me transformó en
tragedia. Laura jamás supondrá cuánto cambió su vida con mi vida, ni cuánto la
mía con la suya. Digo que nunca la quise con pasión, ni con fuego y sin
embargo gran parte de lo que soy se debe a Laura y gran parte de lo que Laura fue
me lo ha debido a mí. Emilia fue otro cuento. Emilia fue la parte final de una
bíograña desordenada.
La desaparición de Toñito fue casi inmediata. Su mujer, llamada Amancía,
supo muy pronto que había desertado para unirse a los invasores que en 1949
penetraron por Luperón. Por mi propiopadre me enteréde que había sido fusilado
cerca de la ciudad de Puerto Plata. Laura apenas lloró. Como si hubiese estado
enterada del destinode este asiduo amigode farras,me narr6algunas intimidades;
me dijo que había llegadoa tomarleciertocariño,pero que lo que más le afectaba
era el no tener su ayuda económica con la que había ahorrado casi quinientos
pesosde la época,porqueen la mente de Laura siempre anduvovagando la idea de
liberarse, de abandonar para siemprelos prediosde don Hemando,dueño del gran
edificioen donde se elevaba el famosoburdel Habana-Madrid, en cuya terrazael
viento hacía remolinos y en donde por las noches, el sonido de la vellonera se
MATERIAPRIMA 115
engalanaba con la voz melodiosa de Bobby Capó y Bienvenido Granda, el uno
quemando el silencio con el pretendido y reciente "bolero moruno" y el otro
animandoel corazón con el saborantillanode la Sonora Matanceraentre el goce
del crespitode María y el guaracheo de Bigote e'Gato,
Toñito era de Las Matas de Farfán;había visto cuandoera niño la matanza de
haitianos ordenada por el Generalísimo en 1937. Guardó siempre ese recuerdo
trágico. Le gustaba narrarmeepisodios, momentos. Me brindabasiempre un vaso
de Cerveza Presidente -única marca existente entonces- con el que mis
sentidos se aligeraban y mi lengua se hacía más parlanchina. En principio ella
-Laura, siemprebella- se quedabametidaen ese silenciocarismático de la puta
que no vence la timidez; las reuniones posteriores fueron más vivas, más
estables, más peligrosas. El terror me persiguió durante muchos días cuando
comprendí que había hablado más de la cuenta, cuando me percaté de que mis
largasconversaciones con Toñitose habían convertido en una especie de atentado
contra el Generalísimo. Estaba realmente en sus manos, porque había hecho
revelaciones hasta de cuanto se conversabaen mi hogar,a puertacerrada,y entre
familiares muy de nuestraconfianza.
Sin embargo nada sucedió. Mi amistad con Laura y mis relaciones con
Toñito no cambiaron. Solo que aquel día, cuando me dejó la pistola entre los
dedospara que la entregara a mi padre, comprendíque habíaaceptadouna especie
de reto, una especie de compromiso de enfrentar aquello por lo que Toñito
moriría.
Más de treinta años después guardoesa pistola.Su historiapodría ser parte de
este relato.La voz de Kiko Mendive guarachando repetidas veces en la vellonera,
me turbaba. Aunque no vivía en un cuarto del Habana-Madrid, como Laura, el
patio de mi casa familiar colindaba con el del burdel, y la música tropical y
sinuosade la vellonera- repitiendo discosde amargue-me arrullabay colmaba
de nimiedades mi corazón. Aquella noche soñé con Laura. La vi desnuda
persiguiendo mariposas en mediode un Día de San Juan. Nunca la había soñado
así, ni imaginadoasí. Como digo, creo que nunca la quise, ni la pretendí, hasta
que en aquel sueño comencéa tener la necesidad de ver qué tal era desnuda, qué
bellezas escondía para mí una mujerque podíadesnudarse siemprecon el pudor de
colocar de espaldaslos cuadros del Generalísimo, la Virgen y su abuelo español
llegado a la región de Sabana Iglesia en el siglo diecinueve. Ella era la
continuación de la Isabel de mi infancia, como Emilia lo fuera también cuando
Laura salió defmitivamente de mis sentidos.
XIX

Mi queridoPersio:

Aquella edad con que soñé no asoma,


con mi país de promisión no acierto,
mis tiempos son los de la antigua Roma
y mis hermanos con la Grecia han muerto.

¿Recuerdas estos versos?,de seguro que los recordarás. Tienen el sabor de la


adolescencia. Son de un poeta postromántico cubano cuya vida lánguida lo llevó
a la desolación. En las Antillas, y en el siglo XIX un poeta quería retomar a los
tiempos clásicos. Dentro de ese romanticismo se esconde la influencia que los
escritores y artistas de ese pasado tuvieron sobre nuestros abuelos. La gente se
pregunta por qué en las Antillas hay tantos Marios, Elpidios, Sócrates, y
Horacios; por qué son comunes tantos apellidos romanos inventados por gracia
de la lengua latina, como Claudio,Julia, Gerón.
Villa Francisca no escapaba a esta influencia. Allá, en la calle Ravelo, mi
padre nos leía La Adrianade Terencio, y de PíndaroLas Olímpicas. Nos ensenaba
el valor de la Vidas Paralelas y aprendíamos la importancia de Telémaco.
Lecturas que a su vez había aprendido siendo empleado de la tabaquería de
Peguero; en donde el lector que llenaba de historias y escritos los oídos de los
despalotadores continuabala tradiciónoral que inauguraron los hijos del Agora y
de las Academias. Así pasaban los clásicos griegos y romanos a la calle Ravelo,
a la Félix María Ruiz. Mi padre decía que en las fábricas de puros y habanos de
Santo Domingo, como en las de Cuba, la cultura se aprendía al través del oído.
Yeso me hace volvera Végere,porque siemprefue el oído el principal captador
de recuerdos, tradiciones y voces.
Fue siempre el oído -mientras no aparecieron los signos escritos-, el que
preservó para el futuro la historiade los pueblos. La cultura auditiva es cultura de
analfabetas; pero sin analfabetas que repitiesen lo aprendido de oídas hubierasido
imposible conocer las grandes gestas de la humanidad. La I1íada se hubiese
perdido desde el primer verso; el mester de juglería no tendría la importancia
recogida por Menéndezy Pidal en la Flor de Romances; nada hubiéramos sabido
de las famosas tribusde Israel con las que se quiso explicar la existenciade todos
los mundos y de todas las razas; sin el oído -que es anterior a toda escritura-,
el hombre jamás habríaabierto las puertasde su memoria, porque necesitórepetir
lo aprendido y grabarloen la mente paradepositarlo de familiaen familia, de hijo
a hijo, ya como conjunto de saber que salvaguardaba la organización social, ya
118 MARClO VELOZ MAGGIOLO

como experiencia que se trastocaba en aprendizaje de oficios, formas de


pensamiento y maneras de vivificar y mantener vigente la heroicidad de su
pasado.
Villa era un barrio de escuchadores,de oidores, de repetidores.Por sus calles
era posible encontrar a Chichí el limpiabotas,que sabía de memoria los primeros
quince capítulos del Quijote. Aprendió a leer después de haber aprendido a
escuchar. En las tardes, mientras lustrabazapatos,hacía que le leyeranpáginas de
Víctor Hugo y de Demóstenes. Recuerdo que era capaz de recitar de memoria
aquella parte de Las Filípicas que decía: "Aun cuando son muchos los discursos
que se pronuncian casi en cada asamblea acerca de los atropellos que, desde la
conclusión de la paz ha cometido Filipo no sólo contra vosotros, sino también
contra las otras ciudades,sé que todos declararían, aunque nada se cumpla en este
sentido, que es preciso hablar y actuar de manera que aquel ponga fin a sus
ultrajes y reciba su castigo; con todo veo la situación general tan difícil y
abandonadaque temo que aquello que resulte malsonantede decir sea verdad..."
Terminabadiciendo..."No creo que hubiesenpodidodisponerse las cosas peor que
ahora".
En plena dictadura -lo asimilé con los años-s-, aquellas frases repetidas
memoriosamente por Chichí resultaban formidable golpe a los estribillos de la
tiranía. Mientras en los mítines del Partido Dominicano se lanzaba el "slogan"
que decía "Gracias a Dios y a Trujillo, la ciudad tiene su brillo", Chichí repetía
su Filípica, como un zombie que sabe hasta dónde cala la imposibilidad de ir a la
escuela y de aprovechar los bienes de la cultura. "Los hombres de esta nación,
proclaman la reelección".
Atenas entraba a Villa Francisca por las fábricas de cigarro y las cajas de los
limpiabotas. Pero existieron en Villa grandes oradores, grandes tribunos, como
don Manuel Marmolejos, que arengaba a los habitantes del barrio en cada
borrachera, y señalaba los errores de la dictadura, sin que nadie jamás le pusiese
"un dedo" sobre la piel. "Todos ustedes saben que estoy condenado a muerte; he
perdido dos hijos, y todos mis bienes. Si no nos rebelamos contra esto,
habremos de quedar aplastados para siempre. Villa Francisca debe ser la
pionera..." ¿RecuerdasPersio? Le vimos subir varias veces al carro de la policía,
-una especiede catafalco de 8 cilindrosque tenía motor Diamondy encendíacon
manigueta-, en el que era conducido "en calidad de muerto", porque todos
pensábamos que jamás regresaría.
Chichí no sabía, tal vez, que Demóstenes hablabaen contra de un hombre que
como Filipo había puesto en aprietos el poder de Atenas. Sin embargo sí
barruntaba que la palabrademocracia era invención de esos griegos a los que Filipo
odiaba. Desde el sitio de Hera en el 352 antes de Cristo, hasta el saqueo de los
navíosgriegos del Egeo (Imbros y Lemos), Filipo se presenta como la imagendel
nuevodictador que en 1930ocupara el poderen SantoDomingo y que amordazara a
loshabitantes de la ciudada partir del huracán quedestruyó la misma.
Si Filipo hubiese ganado a los atenienses, Trujillo hubiera gobernado La
Hélade.
MATERIA PRIMA 119
Mi querido Persio, como ves la historia del mundo es la de Villa Francisca.
Todo el pasado de la humanidad se entremezcla con el pasado de nuestro barrio.
Insisto en este punto porque para los tradicionalistas sólo los hechos que pasaron
al libro valen, pero no así los hechos que se alojaron en el oído -y desde el
oído, en el corazón de los pueblos.
Heme aquí en la Roma imperial, que es la misma de Vittorio Emmanuele, la
misma de Garibaldi, la misma de Pasquale Paoli, el gran corso, la misma de
Benito Mussolini. La Roma de Michelangelo y Rafael; la de Bernini y
Borromini; aquella Roma que Suetonio describe en su libro sobre los Césares; la
que produjo a Mucio Scévola y a Mario; la Roma de la loba capitolina y del
Gianícolo. Heme aquí mirando un mundo que para muchos sería bien distinto del
de Villa Francisca, y que para mí es una continuación del barrio.
Hoy he visto golondrinas, pero a una altura inconmensurable. Parecían más
bien lunares de un cielo enfermo de rubeola. Las vi desplazarse como lejanos
puntos, y pensé en la posibilidad de que desde aquella distancia casi interestelar
pudieran estar viendo los almendros y las palmeras de Santo Domingo, y dentro
de ese Santo Domingo, los patios de nuestro barrio, ahora Henos de casuchas y
de cuarterías en donde se arremolina una miseria que, viniendo de los campos,
busca en la venta de billetes, en el intercambio de suertes, en la prostitución
-muchas veces- el camino hacia la subsistencia. En vez de un Bufán -émulo
de Végere-, hay cientos de bufancitos recorriendo esas calles.
xx
TESTIMONIO DESCONOCIDO SOBRE
JUAN CALIENTE

Querido Persio, no soy yo quien debería recordarte que Juan Caliente no es


tan infausto ni tan estúpido como lo pintas. Te diría que en el fondo fue un duro
opositor; si señalas sus fallas humanas y las exageras deberías leer estas líneas.
Son un testimonio escrito por alguien que sabiendo de tus intereses por
inventarle una vida de muchacho, ha intentado imitarte. No me digas que te
revele el nombre: es imposible. Podrías tú mismo pensar que quien esto escribe
vive, como yo, en Europa, y conoció a fondo el barrio. No sé de qué modo se ha
enterado de que escribes sobre Iso, Emilia, y todos. Deberías incluirte como
personaje, porque en este testimonioJuan Caliente se esconde en tu casa, no en
la de Manolo, te transcribo parte del mismo porque es interesante, y está hecho
en tu estilo, lo que sugiere que el "escritor" improvisado es un buen lector de tu
literatura.
Veamos:
"Desde lo alto de la cuesta Juan Vicente vio el mar. Pero allá, en la esquina
formada por las calles José Reyes y Félix María Ruiz vio también los policías.
Miró hacia el norte y en la cuadra siguiente dos agentes vestidos con ropas
civiles caminaron sigilosamente hacia su puesto de observación. De pronto
comprendió que estaba dentro del cerco; intentó sacar la pistola, pero luego,
arrepentido, reculó lentamente y se perdió por un callejón estrecho cercado con
planchasde zinc oxidadasy a través del cual corría un agua verde, llena de lamas
y desperdicios, producto de las viviendas hacinadas en los patios interiores del
barrio. Se deslizó lentamente por debajo de una alambrada fina y de repente
estuvo en el patio de la casa del vecino Alejo. La vieja Emelinda cocinaba un
morode guandulesen un gran calderonegro por el rechín y la resina de la leña,
-Eta é una cuaba dela mala,decía confrecuencia refiriéndose a ks trozos de mate-
ra de pinoconlosquese encendían los fogones o anafes repletos de carbón vegetal.
Juan Calientele sonrió con desdentada esperanzay tomópresurosamente otro
callejónque lo llevaríaa los patios del este hasta el llamadoSolardel Loro, desde
donde podría mirar sin ser visto.
122 MARCIO VELOZ MAGGIOLO

El Solar del Loro era realmente un farallón por debajo del cual serpenteaba,
entre charcos y lodo calizo, la calle Jacinto de la Concha, que allí era más o
menos lisa. Desde allí Juan Caliente podría observar con precisión la casa de
doña Iso, ubicada en la acera contraria al farallón. Desde allí se percibía con
claridad el colmado de Franjul y Pagán con sus altoparlantes cuajados de
guarachas y merengues.
Los agentes se habían arremolinado en la esquina del colmado y recibían
órdenes de un hombrecillo casi morado al que apodaban "ElOriental".
Hasta hacía sólo unas semanas El Oriental pasaba por amigo, por jocoso
miembro del barrio, por fanático del beisbol y las carreras de caballo, pero en
cuanto sonaron las primeras bombas contra la dictaduraen salas de cine, se echó
fuera la careta y pasó a dirigir las operaciones de violencia con todo y gorra,
comoun "manager" deportivo que dirigiera con ferocidad unjuegode pelota.
Juan Caliente le conocía bien. Le había visto llevarse a la cárcel a La
Mosquita, un habitantede Villa Franciscacundido de infidelidades y de penas,
puesto que su mujer, denominada "La Inodora", le "cambiaba la base" con
cualquier vecino.
Pensó que la muerte lo encontraría con su pistola Browning, comprada a
Manolo en los días en que éste buscaba empleo. El arma le daba seguridad, le
proporcionaba un respiro firme. La tarde caía con lentitud,con más parsimonia
que en otros meses, porque en agosto los días eran largos y hasta untuosos,
resbaladizos y grasientos, con noches cortasy tardesestiradas.
El Oriental señaló hacia la casa de doña Iso, en donde Juan Caliente hacía
visitas periódicas y hasta pernoctaba en ocasiones. Seis hombres corrieron
desbocadamente hacia allí. Tiradosobrelos yerbajos del solar,Juan Caliente vio
cómo con la culata de una carabina marca San Cristóbal los calieses casi
derribaron media hoja de puerta. La vieja Iso salió casi desnuda, y gritó con voz
estentórea su fidelidad al Generalísmo, sus relaciones con el coronelSalado.Dijo
que hablaría con don Pipí, sobre el abuso. (Pipí era uno de los hermanos más
simpáticos del Generalísimo. Entre sus gestos de simpatía se contaba el matar
gatos a balazos, chocar automóviles de parroquianos ricos y exigirles luego un
vehículonuevo culpandoal otro de la colisión, pagar con papeletasde mil pesos
a cobradores que no tenían menudo y cosassimilares).
Le teníamos cariño, porque Pipí, don Pipí, cuando enviaba a alguno de los
muchachos a comprarunacaja de cigarros al colmado, nos tratabacon el motede
"Carajito".
-Mira Carajito,tráemeuna cajetillade La Fama, y quédate con el vuelto.
-Mira Carajito, tráeme un refresco Trópico, que tengo acciones en esa
fábrica, y quédate con el vuelto.
-Mira, Mierdita, dile al del colmado que le baje el volumen a las bocinas.
Don Pipí vestía con traje amarillo militar, botas altas y ancho sombrero de
fieltro.
MATERIA PRIMA 123
Las protestas de doña Iso llenaron de temor al Oriental, quien dio la orden
para que se detuvierala acciónviolenta que amenazaba con echar abajo parte de la
casa. Uno de los civiles levantó del suelo la hoja de puerta y sacando un martillo
del jeep procedió a colocarla como pudo sobre el magullado marco de pino
criollo. Dona Iso realizó variosintentospor cerrar la maltrechapuerta, pero ahora
no ajustaba. Volvió a escupir culebras y sapos, dio varias volteretas que
culminaronen un insulto pleno de procacidad para El Oriental,quien acobardado
veía casi con terror los labios y los ojos encendidosde dofta Iso.
-Ya verás, ya verás, malditoenano. Hablarécon Salado.
-Tenemos órdenes superiores, espetó El Oriental ajustándose la gorra verde
y blanca.
-No me dirás que Salado te envió.
-Ordenes, órdenes. Se sabe que Juan visita aquí, y que tú le tienes
escondido.
Desde el fondo de su cuarto de madera de pino Emilia escuchaba y veía. Sin
dudas la acción venía desdeel despachodel mismo Salado.Cada vez era mayor la
comprobación de que Salado ni aceptaba a Manolo y mucho menos a Juan,
quien,a veces,había manifestado su deseo de "hacerse" de Emilia.
Algunos de los muchachos que miraban atónitos la escena ayudaron en la
reposición de la puerta. El jeep se retiró y El Oriental dijo que retornaría.
Nosotros pensábamosque Juan Caliente era también un delincuente. Alguien
había dispersado la noticia de que se le buscaba por robo. Hacía sólo unas
semanas que dos amigos habían desaparecido bajo tal acusación comentándose
que sus cuerpos podridos fueron recogidos por la oficina sanitaria en el norte de
La Surza. La policía habíadicho que eran ladrones,y que el Generalísimodebería
escarmentar. "Ni ladrones ni maricones", había sido uno de los lemas del
momento.
Algunos no teníamos plena conciencia del momento político. No fue sino
hasta mucho tiempo después cuando hicimos conciencia de que Juan Vicente
estaba en una célula del Movimiento Popular Dominicano.No sabíamos que era
político y que había organizadoreuniones secretas. Le veíamospor las calles con
su paso largo, sus zapatos sucionesy sus pantalonesremendados sin comprender
que Juan Calienteera realmenteun héroe, una especie de héroe.
Una mañana, luego de esa búsqueda,desapareciódurante más de un mes. Los
muchachos tuvimos la noticia de que Juan había sido apresado en San Juan de la
Maguana. Nos enteramos por Nino, que era amigo de Juan, de que lo habían
metido dos días en una zanja llena de sanguijuelas azules y que éstas le habían
comido parte de los granos y chupado la sangre de hasta los entresijos. Nos
pusimos muy tristes.
Quisimos hablar con doña Iso por si tenía alguna información.Juan vivió un
tiempoen su casa, y se decía que estaba enamoradode Emilia. Dona Iso nos dijo
que esos eran cuentos de caminos, que "en este régimen no se tortura a nadie.
124 MARCIO VELOZ MAGGIOLO

Que lo de la tumbada de puerta fue sólo un acto estúpido del Oriental, y que
había sido sancionado. Que Juan Caliente, ese hijo de puta mal agradecido,
estaría en otro lugar, escondido, porque lo habíanencontrado armando tumultos
por los campos del sur". No dijimos a doña Iso que Nino tenía buena
información, pues su padre, don Nino, trabajaba para los Servicios de
Inteligencia Militar (SIM) como periodista y encargado interino de relaciones
públicas,y conocía diariamente de los apresamientos y de los problemas que el
SIM veníacreando,y de las torturas y de todas esas cosas.
"Una tarde, entrando casi la noche, Juan Caliente llegó a mi casa Apareció
con la cabeza rapada, los ojos amoratados y el cuerpo hinchado. Madrastraquiso
protegerlo a como diera lugar. Se le preparó una cama improvisada con una
colchoneta que perteneciera a mi abuela Martiria. Juan lucía flaco, los pies
comidos como por las jaibas y cangrejos de río. Mi padre sabía que la situación
era difícil. Como aún no se enteraba de cuál era mi trabajo, ya que no se había
hechopúblicami relación con el SIM,quiso señalarme que deberíacuidar de Juan
Calientea como diera lugar. Entonces tuve que sincerarme: hacía solo unos días
que habiendovisitadoaquella oficiname ofrecieron empleocomo traductor.Me
sentía vigilado. No me atrevía a negarme, a decir "no", y ello quería decir que
corría hacia una zona difícil de mi propia vida. Emilia lo sabía, pues Salado
había llevado historias y se decía que hasta había fotos mías en posiciones
indecorosas, rumores que eran del todo falsos... Deberíamos guardar el más
absoluto silencio, por memoria a mi tío Julio, por memoria a la tradición de
nuestra lucha familiar. Cuando mi padre se enteró cuál era la situación, me
señaló:
-Bien, Manolo, no sabía nada de esto. Ya veo que estamos atrapados.
Veremos cómo serán las cosas,pero Juan se quedacon nosotros unosdías.
Echar fuera a Juan Caliente hubiese sido una canallada. Pero yo tenía que
advertirlede cuál era la situaciónen este momento. Mi padre insistió en lo duro
de la dictadura, en que deberíaevadirme de la trampa Me dijo que "estegobierno
no era bueno,ni eficaz,ni cristiano, ni decente, que desde bacíamuchosaños una
sola familia usufructuaba hasta a las niñas del país, se repartía las vacas, las
industrias, las tierras.".
Mi padre estaba al borde del paroxismo. El conocimiento de mi situación, la
presencia de Juan Caliente, y la contradicción que ahorase presentaba con un hijo
atrapado, le llenaban de ira
En principio, Juan Caliente no tuvo por qué enterarse de mi situación. Se
habíametidoen una batea de agua calientepreparadapor Madrastra. Luego vino
desde su rincón para decir que los días de la dictaduraestaban contados. Me di
cuentade que tenía la Browning de Toñito,la que le habíavendido a escondidas a
mi padre, meses antes. Pensé en Laura, la que en estos momentos era ya señora
importante y en el dinero de la Browning resolviéndole algunos problemas. No
sé por qué vino a mi mente aquel cuerpo desnudoal que no amaba. pero que me
atraía, me llenaba de tranquilidad.
El diálogocon Juan fue siempreasí. Directo.
MATERIA PRIMA 125
-A Elpidio y Manuel lo mataron no por robar, sino porque estaban en una
célula. El barrio está "cundido" de calieses, de soplones, de hijos de puta que
merecen la muerte.
Tragué en seco. Supuse que algo sabía ya sobre mí, pero era absurdo que
escogiera la casa de un soplónpara protegerse.
Juan Caliente hablaba así, como un campesino. Conocíaque en el fondo de
sus palabras estaba latente su amor por Emilia, la que sabía mía, o casi mía.
Rechazándolo permanentemente, ella había creado la imagen de que nuestros
amoreseran algo irrompible, algo inacabable.
Como buen analfabeto, Juan Caliente no había ni siquierapodido leer las dos
o tres cartas de amor que envió a Emilia, y de las que todo el barrio se enteró
porquese las copióel propiodueñodel colmado. Habiendo dejadolos estudios en
el segundocurso de primaria, prontoolvidó las letras.En los mediados de los 40,
siendo aún muy niño, quiso ser jockey cuando se inauguró el Hipódromo Perla
Antillana, propiedad del Generalísimo; se inscribió para aprender el oficio: lo
echaron porquese desaparecieron dos fustas y unosfrenos propiedad de uno de los
generales dueños de cuadra; aunque luego se supo quiénes fueron los verdaderos
ladrones, Juan no pudo volver a su puesto porque los sustractores fueron dos
jovencitos, sobrinosdel dueñoy habíaque justificarla medida con una especiede
"chivoexpiatorio".
Con muy pocos años de edad a cuestas Juan Calientesupo de la muertede su
padre a manosde un militaren el MercadoModelo,y supo ademásque el militar
había salido de la cárcel en sólo días cuandose dijo que el muertono era sino un
enemigo del régimen. Muchos años después este hombre apareció muerto a
machetazos en la frontera de Villa Francisca con la avenida Mella. Siempre se
dijo que los hermanos de Juan Caliente le dieron muerte. La mayoría de ellos
estaba,sin embargo,en Nueva York,

Esa historiacorría.
XXI

LA CONDESA

Diego Farándula había partido para Miami hacía sólo horas. Manolo subió el
ascensor llegando al apartamiento. La condesa estaba desnuda. Se había dejado
sólo aquellos brassiers que servían de soporte a dos melones maquillados con
toques rojizos. Los vasos de whiski estaban servidos. Ella se metió primero bajo
la colcha. Ella ayudó a solazarse besándola placenteramente.
-Oh mi amor, no haberte encontrado antes. ¿Has hecho felices a muchas en
la vida?
Desde que llegó a New York, oculto tras sus gafas negras, Manolo se dedicó a
la vida muelle de las señoronas. Su percha era mucho más exquisita que la de
Diego: abrigos de altos precios, zapatos de piel de cobra, bellas corbatas que
nunca usaba, camisas finas y bufandasde lana pura.
-Más bien he entristecidoa unas cuantas, mi querida.
La condesa llevaba en su muñeca derecha un brazalete de oro venezolano de
enorme grosor. Al ritmo del amor los animalitos y dijes que colgaban del
brazalete emitían sonidos metálicos, dorados, sensuales, como repitiendo el son
del movimiento de arriba abajo y de abajo arriba que La condesa ensayaba en
unos ejercicios que no eran del todo de su agrado.
-¿No te da vergüenza engañara tu amigo Diego?
-No hay tal infidelidad. Diego me ha dicho que te use cuando lo desee.
-Oh, mi Diego, tan liberal. Sólo una cosa ama más que a mí: mi cuenta en
dólares.
-¿Hablas siempreasí haciendoel amor?
-El amor en silencio no sirve, querido. El amor es como un negocio, un
business, una oficina, algo en movimiento pero con sonido.
-¿Sabes que tu modo de hacer el amor me recuerda el de una amiga llamada
Laura?
-¿Sí?
128 MARCIO VELOZ MAGGIOLO

-Era fría y bella, como lo has debido ser tú.


-Oh, querido, te estás poniendo pesado.
Manolo detuvo el movimiento, alcanzó un poco su whiski hasta derramarlo
en los ojos abiertos de La Condesa. El espantosogrito de ésta se escucharíacalle
abajo. Manolo creyó sentir que los automóvilesfrenaban y que los helicópteros
que aterrizan sobre el edificio de Panam se quedaban paralizados en el aire.
Mientras La Condesadeshacíasu nudo de amor y corría a lavarse el rostro en la
vecina tina de dibujos rosados, Manolo se colocaba los pantalones todavía en
estadode erección, maldiciendo a La Condesa.
-Condesa, Condesa. Una de las tantas putas del Habana-Madrid es lo que
eres. Vieja bandida Le diré a Diego de cuántas maneras te colocas, de cuántos
modos le engañas haciendo el amor.
La Condesa no había perdido los estribos. No había sucedido lo mismo en
otras ocasiones; esta vez Manolono habíabebido sino un trago de whiski y daba
muestras de obscenidad y de rencores insospechados.
-Me hubiera gustado verte como puta en los predios de don Hemando, tú
que naciste noble, tú que aparentas ser verdaderamente fina no eres más que una
puta; no superasa Laura, no la superas.
Entoncescayó en un estadode agitación. Lloraba.Gemía. Gritaba.
-¿Laura, dónde estás.Dónde estás?
La Condesa en vez de ofendida se sentíacompadecida de aquel hombreque en
mitad del camino de la vida no podía sacar de su cabeza un pasado turbio y
cansino.
-Ven, siéntate a mi lado. Ven, le dijo tiernamente. Debes comprender que
esta es tu vida; esta de ahora, no la pasada. Laura, Emilia, Gertrudis la vieja de
Manhattan, todas han muerto. Yo también habré de morir, Manolo. Con sólo
haberpasadola vida ya no existeayer...Mira, ven, déjame darte un beso..
Se acercó lentamente a la frente de Manolo; se acercó calmadamente a su
semicalva y le besó lentamente, mientras él, silencioso, se dejaba vencer por la
mano suave de La Condesa.La veía ahora no como la loca del cafetín, descubría
en ella a otro ser bien diferente de aquel que parecía gozar únicamente con la
opulenciay las joyas. Sentía la respiración de aquella mujer sobre su corazón, y
de repente se daba cuenta de que si bien Diego Farándula la usaba, él no podía
usarla: teníademasiado de Isabel, demasiado de Laura,demasiado de Emilia.
La Condesa era frívola como Emilia, inteligente como Laura -fría también
cuando lo deseaba- y distante como Isabel, cuyos pies y los de La Condesa
parecían habersidoconfeccionados por un artesano capaz de copiarambos moldes
sin una sola diferencia.
-¡Me estoy volviendoloco. Me estoy volviendoloco, Condesa!
-No te volverás loco, Manolo. LlámameUrsula, por favor.
-¡Si, sí, Ursula!
MATERIA PRIMA Il9
-Te estás enamorando de mí, Manolo,no lo niegues.
"En abril el frío de New York amaina y fluctúa... Los rascacielos de la
Primera Avenida (Oh Manolo, ven, volvamos. Te haré feliz. Ven, quita de tu
cuerpo esa frisa infeliz. Desnúdate),los rascacielos de la Prime, Prime, Primera
Avenida... Ay mi amor, se inclinan ante una brisa ansiosa... Eso es, no seas
tonto mi amor, eso eso, una brisa cargada de nubes y vapores que se meten...
ahhh, pero más lentamente Condesa, más lentamente... desde New Jersey
columpiándose..•tu encima, ahora tu encima... sobre Manhattanprimero y luego
llegando hasta las dársenas... artificiales... ohh, ahora te pareces muchoa Emilia,
ahora, sin embargo tus manos, Ursula, son las de Isabel... sobre Brooklyn, El
metro apesta... Cuéntame un poco de tu vida, sí un poco, te estoy queriendo
mucho Manolo... Desde el primer día... mujeres con garrapatas azules. Soy
amigo de Diego, Ursula. Bésarne, por el cuello, pásame tus manos por los
muslos Ursula.. mujerescon garrapatas azules en los cabellos trenzadosimitando
peinados africanos. Aquella estatua de Modigliani mirando a dos cincuentones
haciendomalsanamente el amor, el amor traidor...
Sofocados miraronhacíael ventanal cubiertode una tela gris con decoraciones
picassianas.
LentamenteManolo se fue dejando vencerpor el vaivén de los besos y de los
muslos de Ursula. Ella, veterana en las lides, lo recorría con labios y manos,
como un ciego que leyera capítulosde amor en el infinito mundo de la piel.
-¿Sabes una cosa, Manolo?... Sé que te recuerdoa Isabel, sé que lo hago tan
bien como Emitía, sé que a veces soy fría como tu puta Laura. Pero sólo a uno
me recuerdas. Lo quise tanto y lo amé profundamente. Eres igual. Contigo iría a
la gloria.
-¿Le habrás dicho lo mismoa Diego?
-No, no, Diego es un juguete. Diego me satisface. No tiene como tú el
bagaje, el esplín, el cachet. Eres inteligente y diáfano. Podríamos vivir unidos
para siempre.
-¿Me proponesmatarlo?
-No, te propongo que lo sustituyas.
-¡Oh, Condesa.Te entusiasmaste con Manoloel del doble rostrol
-Tienes un solo rostro Manolo,el del amor.
-No lo creas, siendo muy joven destruí una vida por salvar otra. Luego me
colocaron entre hundir el puñal o morir. Lo hice. Aquellos que se fueron a las
mazmorras de la dictadura porque debía rendir el informe de la Universidad, se
perdieron a veces. Se tiene el valor de morir o el valor de vivir atado al pasado.
En el fondo soy un cobarde, Condesa. La moral se me agotó.
La Condesa, luego de un orgasmo místico y prolongado, se levantó de su
lecho. Cubrió sus exquisitecescon la negligé azul, y puso una cinta grabada con
músicade Teleman.
130 MARCIO VELOZ MAGGIOLO

-Aprenderás conmigo a diferenciar a Teleman de Rolando Laserie.


-No hay gran diferencia entre un grito de dolor y una canción de amor,
Condesa,
-¿Te comprendo?
-Me comprendes. Jamás habríareaccionado así si no sintieraque eres parte
de mí.
-Lo has dichootras veces.
-Me preocupa Diego.
-Diego es como un empleado. Se ha dedicado a la buena vida. Le va a ser
dificil separarse de tu cuentade banco.
-Veremos.
-Ustedes llevan años de amistad y jamás se han conocido a fondo. Yo, sin
embargo, Manolo, te digo que serás mío para siempre.
El ventarrón de abril cubría de hojas amarillas el Parque Central. Nidos con
patines y ardillas doradas cubrían de ingenuidad las aceras. Manolo asomó su
cabezapor el balcón y vio a lo lejos nubesgrandes derritiéndose en una llovizna
simple.
Desnudo, volvió a la cama. La Condesa comprendió que la segunda parte de la
función comenzaba. Se cubrióde un perfume suave, y levemente, cálidamente, se
introdujo en los plieguesde aquellasábanaalmidonada, debajode la cual había
comprendido quepor segunda vezllegaba a los linderos del amor.
XXII
LAURA

-Desde hacía tiempo la buscaba.


-Luego de su llamadatelefónica pensé que no sería honesto hablar de ese
pasado. Más tarde me dije que hoy no era la misma de ayer y que mi vidano era
tan pesarosa como parecía.
-¿Le agradece algoa Manolo?
-Mire. (tragóen secocon esa pregunta).
-Bueno le he explicado que recojo algunos datos sobre la dictadura. Usted
sabeque Manolo viveen NuevaYork. Dicen Que se ha cambiado el rostro.
-No lo creo. Manolo es cabal.
-Bien. Ustedle conoci6 a fondo,
-Si le hablarade mi historia. Me pag6los estudios. De 1950a 1957058
se desvivió por mí. Alguna que otra vez hicimos el amor. Alguna que otra vez
me besó. Me teníaunaadmiraci6n casi vergonzosa.
-Cómo era eso.
-Decía que yo era una diosa, que en algún momento de alguna otra vida
habíamos estadomuyjuntos,y que ahorael destino nos separaría. Decíaque me
amaba en silencio, y que odiaba a los parroquianos, a los que iban a visitarme
porencargo de donHernando, el dueño, el administrador del burdel.
-Le prometo no escribirsobre estas cosas. Usaré sus relatos como materia
prima, como documento paradesdeallíescoger escenas.
-No importa, puede publicar lo que crea. Me sigo llamando Laura. Mis
hijos tienen hoy conocimiento de cuanto fui. Uno es médico. El otro estudia
sacerdocio, se graduará en Roma. Allí ha hechomuy buenaamistadcon Papiro,
un viejo habitante del barrioque me conociera bien.
-Oh, Papiro... Si, claro, somos amigos. Hasta nos carteamos. El me ha
sugerido entrevistarla. Recuperarun poco el pasadodel barrio. Dice que Villa
Francisca erael Universo. ¿Diceustedque estudi6?...
132 MARero VELOZ MAGGrOLO

-Claro. Manolo me inscribió en la nonnal nocturna Eugenio María de


Hostos. La historia sería largade contar. peropuedoresumirla.
-Usted, usted...
-Yo habíavenido de Sabana Iglesiacon el tercerano de bachiUerato. Traída
para trabajar en unabarra,don Hemando me cedióa un coronel de la dictadura al
que nadie podía decirle "no". La lista de mis familiares m. queridos estaba en
manos de don Heroando; era un sistema. "Si te niegas. podrían sufrir". porque
don Heroando tenía relaciones profundas con los altos magnates. y manejaba el
sucionegocio a base de política. Entonces me protegí con Toftito. capitán. muy
sincero. Como usted sabe quiso apoyar en el afto 49 a los invasores y fue
acribillado.
-Desde cuándo conoció a Manolo.
-El decía haberme visto varias veces en el colmado de Isaac. Un día me
quedé fijamente mirándole. me defendía de los abusos de los muchachos que
consideraban toda puta como algo inservible. Le sonreí y creo que le invité. El
patiode su casa y el del Habana-Madrid coincidían en pene. Hablábamos mucho.
Leía.me narraba historias.
-¿Histori1ti de qué?
-Historias de italianos. De sus bisabuelos y abuelos. De cómo en el norte
de Italiacomían el spaguetti cocinado en leche. Tonterías en principio. Hablodel
principio de los cincuenta.
-Tengo entendido que ha enviudado.
-Bueno. algo así. Sebastián no era mi esposo. Nunca pasé de querida. Pero
ya ve mi casa. Esa foto es la de mi hijo mayor.
-¿El médico?
-Sí, el médico.
-¿Alguna especialidad7
-Su padre lo envió a Michigan en donde se hizo un excelente cirujano
plástico.
-Oh.
-Dípne de don Hernando.
-Ah. más bien la escapada... Cuando Manolo planeó mi huida. Esa maftana
del año 53 amaneció oscura para mí; don Heroando deseaba hacer el amor
conmigo nuevamente. Veníasuciode sexo;era un viejomaricón que prestaba su
mujer; tenía hijos con varias putas. fuera y dentro del recinto. Siempre me le
resistí. Aquel día dije no. Entonces sacó una fustadel botín y me cortó la cara.
Cuando Manolo llegó le narré lo sucedido. "No puedes seguir aquí". me dijo.
"Envuelve tus cosas. saldrás esta noche". En la nochepasó por la empalizada de
zinc. Le vi la pistola de Toftito y pensé que podría sucederuna ttagedia. Había
tocado mi puerta dos o tres veces. Algunas de las muchachas se asomaron; una de
MATERIA PRIMA 133
ellas, "laChina", siempre enredada con cadetes y con secretarios de estado,se dio
cuenta.Entonces me voceó,"Laura,Laura"... Temí que el guardiándel burdel se
despertara, comoen otras ocasiones. Manolose escondió tras de unos tanques de
basura y esperó largo tiempo allí. La China volvió a cerrar su puerta. Entonces
oí el disparo. Uno solo. Manolo me arrastró casi con maleta y todo sobre la
empalizada mientras las luces del Habana-Madrid se encendían. Corrimos por el
patio de su casa hasta llegar al callejón que dividía la casa en dos. Allí, en su
pequeña habitación, me introduje temblorosa. No sabía bien lo que había
ocurrido.
-Le disparéa Peralta,veníasobremí con un machete.
No pudeaguantarme y lloré mucho.
Por la mañana escuché la vozde la madrastra de Manolo hablarde tiros.
-Sentí unos tiros, dijo.
-No, serían cohetes, fuegos artificiales. ¿Quién se atreve a tirar durante la
noche?
-Manolo, Manolo.
Manolohabía dormido muy junto a mí. Tambiénalgo tembloroso. Sentí sus
muslos junto a los míos, y casi intempestivamente habíamos hecho el amor.
Recuerdo el cuartucho,el último de la casa. Me trajo café. Me pasó lasmanos
sobre la cara, aliviándome, dándome esperanzas. En aquel momento le quise
mucho.
-Espero no haberlo matado, me dijo refiriéndose a Peralta.
-Habría sido lo mejor, le contesté. Si lo heriste, tendl'ú la policía detrú
para siempre, porquete conoce.
Al día siguiente el propio Manolo vino a decirme que el muerto no era
Peralta. La bala habíaalcanzado a un señor, ex-beisbolista. Le habíaperforado la
frente. Manolo cayó en un estado de desánimo. Lloraba, y se golpeabala cabeza
contra la pared. La pistola de Toftito había cumplido un cometido diferente. Le
dije que no teníaque hablarde estocon sus padres. Un errorlo cometecualquiera.
Salimos en la noche, al segundo día. La policía visitó a Manolo y a su.farnilia
preguntando por su paradero. Le explicaron que Laura, la del Habana-Madrid
había desaparecido algunos días, ya se sabía la noticia del asesinato de un
ex-beisbolista. El padrede Manolo le dijo a los investigadores que él habíasalido
haciaLa Vega,y que retomaría. Manolo me habíallevadoa casa de DoraIba, "La
Inodora"'; era amigode La Mosquita, quien ya paraesos anos vendíanúmeros de
loteríaclandestina en VillaFrancisca.
-¿Le hicieron preso?
-Sí, pero sólo para interrogarle porque sabían que él era uno de mis tantos
visitantes. Alguien había corrido la voz de que uno de los coroneles se habla
vengado del ex-beisbolista. Se sabíaque un coronelde apellidoRodríguez Yeste
hombrehabían tenido una agria discusióndetragos. El coronel negó el aimen.
134 MARC/O VELOZ MAGG/OLO

Cuando la policía dio con mi paradero, casi un mes después, había cubierto mi
coartada Dije que creía para mis adentros que el coronel Rodríguez, cercano al
Generalísimo, pudo haber matado a ese hombre. Asustada huí cuando sentí el
disparo. Don Hernandohabía sido apresado y conducidoa la penitenciaría para
interrogatorio. Se decía que uno de los más importantes amigosdel Generalísimo
deseabadesde hacía tiempocomprarel burdel, modernizarlo, hacer un escenario
amplio para orquestas y tríos. De modo que cuando don Hernando salió del
interrogatttio había firmado ya el contratode venta.
-Cuéntame lo de la Universidad.
-Ah, los padres de Manolo por fin se dieron cuenta de cuanto pasaba. El
venía a casa de Doralbapor las tardes; la amistad con Doralba no me placía del
todo. La Mosquita tenía que salir a vender números en su bicicleta mientras
Doralbale engañabacon variosa la vez. Le comentéel caso a Manolo.
-Tienes que quedarteahí por unos días. Veremoscómo sigues los estudios.
Tienes que estudiar. Entonces viajó a Sabana Iglesia y se puso en contacto con
mis primos y les explicó todo. Ellos vinieron y Manolo me visitó allí cuando
viajé para terminar el bachillerato. Volví a la capital al año siguiente. Manolo
me escribía todas las semanas cartas de amorque conservo. Cuandoregreséa casa
de Doralbame encontrécon una tragedia: La Mosquitahabía sido descubierto; su
negociode vendernúmeros, llamadoen los barrios "rifa de aguante" era. como se
sabe,contrario a las leyesde la dictadura que consideraba enemigos del gobiernoa
los que competían con él. Mientras La Mosquita pasaba años en la cárcel,
Doralbasiguiórecibiendo amantes.
Yo iniciémis estudiosen la Universidad. Quería ser maestra. Entonces pasé a
las aulas. Manolo me acompañaba, De algún modo consiguió dinero durante
todosesos años para pagarmelas inscripciones. Siemprecreí que nos casaríamos.
En pocas oportunidades se mostrócariñosohastael amor; siempreme decía:
-Te quiero casi como a una hermana, pero por suerte no lo eres. Me
recuerdasa Isabel. Cuandoyo era pequeño,un niñito, Isabel me permitía ver sus
muslosy el fondooscuro de su sexo.
La imagen de Isabel fue cambiando. No llegué a graduarme. Encontré a
Sebastián. EstudiabaFilosofía, había nacido en España, tenía allí mujer y unos
hijos grandes que mostraba orgulloso en fotos amarillas. No podía divorciarse.
No se lo permitían.
Manolo, con la presencia de Sebastián en mis horas de estudio, se fue
alejando.
Un día Sebastián me propuso vivir juntos.
-¿Te casarías con un españolque no puedecasarse?
Mi pasado surgió de nuevo. Reconstruí los años de mi vida más dura. Don
Hemandohabíamuerto y mi rostro había cambiadomucho con los aftoso Tal vez
no me reconocerían, me dije.
-Debes decirlela verdad,no puedesengallarlo. Yo me resigno,te he querido
MA1ERIA PRIMA 135
como un amigo. Si creyera en cosas como la reencarnación te hablaría de que
fuimos familia en otro tiempo. Los amigos de mi padre que creen estas cosas
corroboran mi creencia No eras para mí, pero debía protegerte.
-Palabras de un tutor, más bien.
-Si usted lo considera, así es.
-Pero usted es mucho más entrada en años que él.
-Pero él era un tipo maduro. No era un vulgar calié, como se ha querido
propalar por ahí. No era un malazo. Si bien se comentó años después que quizás
él mató al ex-beisbolista con el fin de hacer daño a su biografía, yo puedo decir
que hubo un error que él pagó con un enorme silencio de meses. Sufría
profundamente. Yo digo que Manolo fue atrapado por la vida Quizás aún la vida
lo tiene preso. Sé que vive en Nueva York, de vez en cuando busca datos de mí.
Dice que me escondo, pero no es cierto, Manolo ha estado en el país y se ha
olvidado de tocar a mi puerta imaginándose que no deseo verle y que sus años
finales han sido vergonzosos. Es increíble que me ayudara a vivir, a rehacerme y
que sin embargo, él mismo fuese incapaz de reconstruir su vida
-¿Es cierto que se ha cambiado el rostro?
-Bah, pamplinas. De haberlo hecho hubiese recurrido a mí. Quedé viuda y
con dinero. Tengo un hijo especialista. Por qué habría de cambiar su rostro. Lo
conozco, no, creo que jamás lo haría.
-Es lo que dice Juan Caliente. ¿Lo conoce?
-Ah, su enemigo. Ya sabe que Manolo terminó enamorándose de Emilia y
que Juan Caliente nunca recibió de ella ni una mueca. Cuando Manolo quedó
atrapado en el SIM, me narró sobre los celos.
-¿Cómo atrapado?
-Volveríamos a conversar. Si le parece puede llamarme. Ahora espero una
llamada importante desde Roma
-¿Su hijo?
-No, Papiro. Tiene algunos recados para mí.
-¿Papiro?
-Claro, ¿cree que sólo mantiene relaciones con usted? .. No, no. Insiste en
que todos debemos contribuir con informaciones precisas. Usted lo conoce; es
obsesivo. Lo conocí a través de Manolo.
xxm

Mi queridoPersio. Han ttanscunido varias semanas desde mi última carta.


Los días en Roma se alargan y la primavera tiembla antes de líegar. Un viento
alígero surca las avenidas, revientan algunos capullos y el verde oscuro de los
álamos y las computadoras se confunden en un movimiento que mezcla la
naturaleza con la informática.
He viajado; he visto parte de un mundo novedoso con sólo ponerla menteen
acción. Las canciones del viejo barrio allá en el trópico han surgido de nuevo,
pero también las ideas infantiles y los recuerdos de adolescencia tan llenos de
dudas y ahora rejuveneciendo en un eterno fluir sin paralelos.
Me duelela voz,y piensoque alguien estádetrás de ella.Se dice que la vozes
una parte del pensamiento y que la palabraes una experiencia que brota de la
genéticamás profunda del alma. Don Pedro Landestoy, el padre de Bullumba,
-médico de la casa- era teósofo, y me gustaba oirle narrar los mundos
esotéricos y ver las sílñdes ligeras que ampulosas salían de sus labios. Podría
dedicar esta carta a recordar aquellos momentos, porque ahora que Roma no
piensa en los herméticos ni en Giordano Bruno, las ideas de los mismos
comienzan a renacer, y numerosos autores buscan en esas fuentes ttansparentes
caminos haciauna interpretación del mundo que no sea la típicamente clasista, o
la que recorre los periódicos en duros intervalos de bombas y "septiembres
negros", de fórmulas de paz sazonadas por armisticios fantasmas, de momentos
de sosiego arrinconados contrala pared de un universo que intentay lograarmar
el espacio sideral.
Don Pedro Landestoy "era médico de almas y médico de la materia". El
mismo entornaba los ojos cuandoconversaba sobre el alma con mi padre; había
sido miembro del movimiento postumista desde una posición distante; conocíaa
Domingo Moreno Jimenes, a ZorriIIa, y a los demás integrantes del movimiento
poético delcual fuera ideólogo Andrés Avelino.
Comosabrásen VillaFrancisca, nuestro barrio, y en casa del poeta Zorrilla,
se erigió la parte "sacra" del movimiento. "La Colina Sacra" fue algo así como
138 MARCIO VELOZ MAGGIOLO

una zona de predicción y desafío.Si bien es cierto que el poeta Moreno,su líder,
era materialistaen muchos aspectos, y que lloraba en su poesía la muerte de su
hija de manera galopante, por otra parte su manera de ver el futuro entroncaba
con los finales de una teosofíao de una actitud teosóficade la que don Pedro era
un representante genial y viviente. Aún recuerdolas páginasde su libro Valdesia,
años ha escrito. Recuerdo su voz, doctoral, firme, decidora de verdades celestiales.
Recuerdosus tragosde Colargolmezclados con la idea de Dios... En la mecedora
que era como el trono de mi padre, el doctor se sentaba y luego de recetar,
hablaba de los seres astrales; de la luz eterna del espíritu, de la forma intangible
del pensamiento y del color del aura de los poetas.
En la voz del doctor escuché por vez primera la explicación de lo que eran
íncubos y súcubos; supe del sonido que emiten los "elementales" cuando
caminancon los pies descalzossobre la grama; aprendíel olor de los momentos
crepusculares, cuando aún los elementalessuperioresmueven toda la naturaleza
colmándola de vida y transformando -porque es su deber- el sonido de las
aguas, el olor de las cabelleras, el color de los ojos de los vivos que duermen y
buscan fronda en el más allá de la naturaleza material (momento en que el
espíritu se desprende del cuerpo y caminapor las ondasde un aire inexplicable).
Villa Francisca, nuestro barrio, era rico en penumbras. Giraban en sus calles
olores de frambuesa importaday de gofio canario, hechode maíz en vez de trigo.
La voz de don Pedro Landestoy me deja ensimismado cuando pienso en las
evidenciasgriegas y romanassobre náyades, sílfides y espíritus de la naturaleza;
son los mismos que llenaban las calles del barrio convertidos en luases, en
formas del vudú haitianoy dominicano cuando nuestroamigo,Juan el Carretero,
servía a las siete potencias africanas. En Roma ellos pasaron a ser parte de una
literatura novedosa que generaba esencias y sorpresas; en Santo Domingo,
pequeña isla caribeña rica en sonidos nocturnos y en brujas de salón, se
convirtieron en seres cadavéricos, tristes, ausentes de una voz que los remozase,
que dijese que los seres astralesestán en todas partes, en todas las culturas, y que
pertenecen a ese viejo mundo de los encantamientos esotéricos en los cuales la
encamación y la reencarnación son ciertos, y en donde vivir es una parte de la
eternidad...
Me pregunto por qué no podemos aceptar ese mundo fluídico y helénico
convertido por la voz de nuestra herenciaamericanaen mundo subordinado. Los
aztecas, los taínos, los numerosos grupos africanos venidos como esclavos, los
incas, los guaraníes, los descendientes y ascendientes de Végere, mi hombre
primitivo, vivían y sentían esos pequeños dioses, esos elementarios y
elementales de los cuales hablaba don Pedro Landestoy con voz segura y paso
firme. Son ellos los que según ha dicho Tomás Hernández Franco ponen en
movimiento el fiel de las veletas en los países nórdicos; son ellos, repito, los
que hacen sonar "el viento ululante"; ellos, sin dudas, son los que bordan las
flores del hielo, como ha dicho el poeta citado; Hernández Franco -que no era
teósofo, sino grande poeta como Ovidio-, lo ha dicho: son los habitantes "del
trineo y del reno". Y son también los dioses de "algodóny de manzana",porque
si viven de norte a sur sus gentes los creen blancos y barbados; si viven de sur a
MATERIAPRIMA 139
norte, sus gentes los creen aindiados y finos; y si viven de este a oeste sus gentes
los ven negros, y urgidos de tambores, de tam tam, y de afiladas y bellas risas
rellenas de marfil.
La última vez que he visitado el barrio he vuelto a recorrer sus calles. (Creo
habértelo dicho antes. ) He reconstruido lentamente el viejo jardín de la casa, con
su buganvillia (trinitaria) enredada en el pedazo de galería sobre el cual se sentaba
don Pedro; he visto casi a mi padre, con su cabeza cana y la voz silenciosa,
volver a narrarme las historias de su época espírita. He oído la voz de AlIan
Kardec instruyendo a los vivos sobre el decurso de la vida de los muertos.
(Recuerdo haber visitado su tumba en Perelachaise, en compañía de mi amigo
Víctor Avila, años después. Me fue grato ver la inmensa montai'la de flores
permanentes que los que creen en los mundos astrales mantienen como homenaje
a su ejercicio. Le veo con su bigote y su cabeza creo que pequeña; imagino aún
sus ojos profundos, y su labio fino, y además, su cabellera más que negra en la
que el reflejo de la naturaleza tiene un tinte de noches y sonidos armoniosos).
Me he detenido en la casa de Pepito Nolasco; he vuelto a rehacer la figura de
don Mongo, y la de Eddy, y la de Nelson. He pensado que vale más la memoria
que la invención, y he comenzado a sustituir la imaginación con el recuerdo.
He escrito en los últimos años hojas sueltas y obras inconformes. He ido
creando imaginarios mundos sobre una realidad que me atormenta y que vive en
los patios de Villa Francisca, tan parecida a Roma como se parece la isla perdida
de Robinson a la Arcadia silenciosa que soñaron los silbos y sátiros... Nuestro
mundo se mezcla con otros mundos; nada tiene fronteras; el tiempo de la Arcadia,
en el que la lucha por la palabra divina era una lucha a muerte, se repite en el
tiempo de los Césares, durante el cual no obedecer la religión de los patricios era
ir de seguro a la muerte. Si visitas las catacumbas y ves la verdad como debe ser
te das cuenta de que todo es arcádico; en cada religión existe un mundo de fuerzas
naturales que son amigas o enemigas del hombre; los sumerios tenían los dioses
buenos y los dioses malos; los taínos de las islas antillanas daban a los
elementos formas humanas; el huracán, la lluvia, el relámpago, el amor, el odio.
El mundo en su dimensión material es binario; los hombres también. El agua
mansa ayuda, el torrente azota; el calor destruye, el frío conserva.
Por los barrios de Santo Domingo aún transitan elementales puros. Hasta
hace veinte o quizás menos años era posible ver "el puerco de San Antón",
afilándose los colmillos y asustando a los vecinos que cruzaban el recinto
después de las 12 de la noche; en el sitio de La Noria escúchanse aún, en plena
Santo Domingo, las cadenas del viejo pozo artesiano del siglo XVII que dio agua
a los habitantes de la ciudad colonial.
No sé si recordarás que en Haití, el vecino estado que comparte con nosotros
el siamés territorio de la isla, existe un lugar llamado "La Archaie". Es como una
Arcadia también; el nombre aborigen taíno, no francés, fue modificado por los
franceses que desde el Renacimiento vieron íncubos y súcubos sobre los barcos
de esclavos que hicieron la delicia del capitalismo galo.
En "La Archaie" haitiana se iniciaron los mejores brujos; allí, de noche, las
140 MARCIO VELOZ MAGGIOLO

aladasánimasde espíritusno encamados aprovechan los cuerposde los muertosy


de los vivos, convirtiéndolos en zombis. Todo el mundo conoce la teoría, pero
pocos saben -y esto lo dicen los bocó- que un alma escapada del cuerpo por
fines químicos, puede ser sustituida con un elemental nunca encamado. Es la
explicación de que en algunos lugares seres sin memoria, y sin descanso, trabajen
en un estado de esclavitud más triste que el implantado por el propio explotador
capitalista y francés.
En La Archaie viven los "lugarús" más poderosos de la tierra. Se han ido
recogiendo allí con forma humana y se distinguen por sus grandes viajes al
mundo astral inferior de donde rescatan -como hacían los negreros con los
africanos de las costas- sombras, seres inmateriales, fluídicas formas de
supervivencia, que bajan a la tierra y perentoriamente buscan el sabor de lo
humano. La Arcadia no ha muerto; si visitas Bomarzo, ese fastuoso parque
construido en 1552 cerca de Viterbo por el príncipe Pier Francesco Orsini,
comprenderás porquéquisoreproducir, complementar, los delirios de una creencia
que se trastocó en piedra tallada por la experta mano de artistas que tuvieron la
indudable influenciade Michelangelo. Si fue o no Piero Ligorioel terminadorde
la obra - nada menos que quien sustituyóa Miguel Angel en la basílica de San
Pedro- no importa; lo que vale son aquellas formas inmensas que representan la
fauna del mundo elemental de la que siempre nos habló don Pedro Landestoy.
Villa Francisca vive aún ese mundo; no es raro encontraren la'calle Ravelo,la
figura larga y cuasi transparente de Julio Ramírez, quien a partir de su muerteen
la cuarteríade la número 134, inició un recorridopor los suburbios, saludandoa
su paso a todos los transeúntes y espantando -sólo Dios sabe por qué- a los
perros,que todavíaaúllan con grito lastimero cuandola luna nuevadestaca sobre
el borde de las empalizadas, la cabeza con sombrero de fieltro de aquel
inmejorable bailarínde merengues.

Papiro.

Te incluyo un dibujo de cómo mi hija de apenas 17 años, ha visto la imagen


de uno de los elementales de Bomarzo. Se dice que Darío Suro, en su casa de
Washington, ha tenido que acostumbrarse al ruido nocturno de alguien que, en
ciertasnoches,teclea sobre su pianosonatasy ecos del barrocoflorido.
XXIV

A mi llegada a Villa Francisca el primer objetivo fue localizar los sitios


claves del pasado. Sin embargo recibí un duro impacto.El gobierno dominicano
había iniciado la demolición de numerosas calles y casas. Una avenida de
circunvalación y otra de penetración habíandado cuenta de todas las viviendasde
la calle Félix María Ruiz. Ampliadas para ser convertidasen avenidas se habían
destruidograndeszonas de rememoración. Por ejemplo la casa en donde conocí a
la Isabel que Persio presenta como parte del pasado de Manolo se había
derrumbado. Tractores. palas mecánicas. obreros, listeros, hormigueaban sobre
los escombros. Las entrañasdel barrio emergíanconvertidas en tierraamarilla.en
caliche. Los patios de las viviendas de los años 40 y 50 habían desaparecido
totalmente, puesto que las viejas empalizadas, ya modificadas en ocasiones
varias,volaronuniéndoselas áreas y haciéndose difícil,por tanto, la delimitación
del patio de la casa de Manolocon la de otros sitios de habitación.
Manolo vivió en la calle Félix María Ruiz y no en la Ravelo, como apunta
Persio. Podía, basado en mi gran poder de concentraciónaprendido en mi época
yoga. retrotraer las imágenes, diafanizarlas con sólo desplazar de mi mente los
pensamientosque no eran de mi interés, reconstruí pedazo por pedazo el barrio.
las calles. Allí estuvo el patio alto en donde Isabel durmió dejando ver sus
piernas desnudas al niño que luego le narrara a Persio estos hechos. Al frente el
patio de Manolo.cubierto de tierra negra apisonadaen donde jugábamos trompo.
taquitos, bolos. y dinero lanzadoal aire en un ejercicio de azar que no sé por qué
se llamaba "la cubanita", Vi lo que pudo haber sido la acera derecha de la calle.
Trozos de cemento y concreto volteados patas arriba como tortugas amazónicas
señalaban una ruta indiscutible en donde había huellas infantiles remotas.
impresiones de nalguitas infantiles apoyadas sobre la acera y el alto de las
cunetas mientras luego de las horas de lluvia jugábamos a la carrera de palitos
colocandopajillas sobre el agua que se desplazaballevando en su lomo la suerte
de los jugadores.
Allá. casi en la esquina. estaba la tienda La Higüeyana,en donde era posible
encontrarencajes, cintas. botones. tapicerías mínimas, pañuelos, telas de calidad
142 MARCIO VELOZ MAGGIOLO

y alguno que otro aditamento corporal, como camisetas y calcetines. Dos


ancianosatendíanel negocio: don Ramón y su esposa. Pregunté por ellos. Aún
vivían, perohabían tenido que trasladarse de barrio y nadie sabíade su paradero.
Mis primeras aproximaciones a Villa Francisca fueron, esta vez, tristes,
amargas. Las viejascasasde "clavó" y "pichipén" construidas luegodel ciclónde
San Zenón allá por los años 30, se habían derrumbado. De lo que fundara
Alejandro Ibarra cuandoparcelóen 1907 sólo restaban algunas edificaciones de
concreto.
El proyectogubernamental alcanzaba y cortabano sólo Villa Francisca, sino
el ancestralbarrio de San Carlos, cuya frontera con el de Villa lo era la calle de
Los Isleños, nombre que hacía honora sus fundadores canariosdel siglo XVIII.
La granavenidacentralrompíaen dos el barrio. Viejas familias de origencanario
como Morales, Concha, Veloz, se mudaban. Cargaban sus enseres. De pronto
me olvidé un poco de mi objetivo, de Persio, de sus originales, y seguí con
fruición los periodistasque entrevistaban a los transeúntes sobre el proceso de
"desalojo" y de "reubicación". Para muchos el gobierno de Balaguer era
progresista, había que eliminar esos patios llenos de gentuza y de miseria,
educando la población y dándole nuevas casas. Paraotros el gobierno haríalo que
otros,simplemente entregaría a familias políticamente orientadas haciael partido
del poder edificios, "multifamiliares", llamados por los opositores del régimen
"multimilitares", porqueen otras ocasiones, y desde la Era de Trujillo, muchos
de estos barrios fueron a parar a manosde miembros de las fuerzas armadas del
país.
Camarógrafos de la televisión ligados al canal 13 me pidieron opinión para
un programa denominado Soluciones, dirigido por mi viejo amigo Ramón
Alburquerque, un destacado periodista y experto. Mis opiniones rondaban el
desaliento. Creíaqueel progreso era indetenible, pero me parecíaque hubierasido
menos traumático haber hecho un estudio previo de pobladores y de sitios
preservables, dejando "mechones" de barrio, zonas intocables capaces de-conservar
un poco la historiaarquitectónica del mismo.
Alguien, días más tarde, me dijo que mi posición era romántica. Entendíaque
era cierto, pero para mí era imposible asimilarla catástrofe; entrabacomo quien
llega a un campode batalla. Los crátereseran realmente el producto de grandes
bombardeos, imaginaba aviones ametrallando los recuerdos, veía desde lo alto de
la calle Ravelo y desde la galería de Juan el ínglesito, barcos gigantescos
disparando sus cañonescontra Villa Franciscacomo cuando fue invadida en su
parte norte por las tropas de los Estados Unidos de América; como cuando la
sembraron de alambradas en 1965 para dividirel frenteconstitucionalista y hacer
morir de hambre a los habitantes de la zona o casco colonial, bombardeado
insistentemente, mientras tropas de intervención acompañaban a militares
golpistas cercenando vidasy matando opositores y combatientes en la zona norte
de la ciudad capital.
Ahora ya no era Persio; ahora añorabala fonda de doña Tatá, el comerciode
ventade comidas llamado La Pata,en donde se apagaban mediante la ingestión de
MATERIA PRIMA 143
un caldo suculento de gelatinas de pata de vaca, la resaca, la cruda, el sediento
volcán producto de los tragos de la medianoche. Allí no había más la fonda La
casa de madera estaba convertida en un montón de escombros en el cual
sobresalíantrozos de paredescon letreros manchados ya por el óxido del zinc de
hojalataen el cual estabanmediopintados:
-Cocido, 2.25
-Albóndigas, 1.00
-Moro de habichuelas, 1.25
-Cerveza Presidente, 1.50
Más adelante, se podía leer: "DoñaTatá ruega a los parroquianos no escupir
en el suelo. Los inodoros y baños están al fondo".
Si aprieto la memoriapuedo recordarque allí cantábamos sones y guarachas
con la guitarra de Carlitos Taylor. El poeta HéctorJ. Díaz, uno de los vates más
admirados de la bohemia era frecuente visitador del sitio. Su voz gruesa,
aguardentosa, perdida luego de su muerteen Nueva York en 1950,era delicia de
los muchachos, y de los que le consideramos la más importante voz poética de la
bohemiaen el Caribe.
"Que nadieme conozca y que nadieme quiera,
que nadie se preocupede mi tristedestino,
quiero ser en la nocheeternoperegrino,
que camina sin rumbo,porque nadiele espera".
Un clásico, un maestrode la voz, era también parte de una vida de melancolía
y de tragos en la que el gran trovador y poeta Juan Lockward figuraba como un
dios pagano, una especie de divinidad que oscilaba entre Baco y Jesucristo.
Cuántas veces, en La Pata, se nos engrifaron los pelos oyendo a Lockward
cantar,casi declamar,su canciónguitarrabohemia.
"Esta guitarra bohemia, que tan fiel me ha sido,
ha comprendidoque sólo la pulso por ti".
Ahora, en mis adentros el tiroteo se agigantaba. Aviones militares del más
moderno talante dejaban caer nafta, huevos podridos, mierda sobre Villa
Francisca. Las lucesde neón enterrarían partede las lucesde gas kerosene o de las
posteriores bombillas. La época del Tío Julio, tejedor de alambres imantados y
componedor de zócaloseléctricos en los patioshabíadesaparecido para dar paso a
la moderna estación manejadapor botones electrónicos.Los actuales habitantes
de Villa -que nada tenían en común con los iniciales hombres del sitio- se
encaramaríanen altos edificios,en inmensas torres desde donde verían mejor el
mar sin comprenderal Végere del que habla Papiro en las cartas que Persio dice
haberrecibido desde Roma
La casa de doña Iso ha quedado en pie. Lo mismo la de los padresde Zoila, en
donde se detiene, precisamente, la línea de futura construcción. El
Habana-Madrid, o mejor dicho, el viejc'edificio ubicadoen la misma acera de la
144 MARCIO VELOZ MAGGIOLO

calle Jacinto de la Concha en donde permanece la casa de Juan el inglesito, se


mantiene. Destartalados, los patiosde habitaciones para putasestán hoy llenosde
familias hacinadas; lasempalizadas desaparecidas me llenan de horror.
Penetro el callejón lleno de ropas colgadas en alambres eléctricos que son
cordeles improvisados, salto sobre anafes con calderos en donde se cuece la
comidadel día: un moro de guandules con sardinasque huele a gloria. Subo las
escalinatas para tratarde verdesdela que fuerala posible habitación de la Laurade
Persioel patiode mi casa, colindante con el Habana-Madrid.
Ya no hay tal patio. La casa fue destruida mucho antes de que viniera la
presente modernización del barrio. En donde se leventaba la empalizada que
separaba el Habana-Madrid del patio están los muros altos de un almacén de
concreto perteneciente a una tienda de tejidos que ha ido comprando la cuadra
completa. Debajo de ese edificio enorme, lleno de telas, viven mis huellas.
Viven esos recuerdos de barrio. Vive la mano triste y cuajada de artritis de mi
abuelaFela, a la que Persioconvirtióen Martiria. Recuerdo las enramadasen las
que mi padre fabricaba vinagre y velones en los tiempos en que ya no podía
trabajaren las oficinasdel Estado.Recuerdo a Otelo, el pequeñoperro de cuello
grueso y ladrido duro, cuidador imperturbable del callejón que iba desdeel costado
lateral y alto de la casa amurada,hasta un fondo de patio donde los frutales eran
abundantes. Recuerdo mis fiebres intestinales luego de atragantarme de jobos
grandes, llamados en el barrio "manzanas de oro"; el alto limoncillo, los tres
cocales siempre paridos, las matas enanas de cerezos y las enredaderas de
cundeamor, cuyo fruto amarillo de semillas rojas era picado por las ciguas que
habitaban la matade anones, en donde el cundearnor hizosu enredadera de años.
No pude retener las lágrimas. No era muy diferente el mundo de Manolo al
mío en aquellos momentos. Quizás los datos avivadospor la prosa de Persio me
colocaban en un punto de entendimiento que otros no hubieran podido
comprender.
-¿Ustedes saben que antes, hace años, hubo aquí un cabaret llamado
Habana-Madrid?, pregunté a una señora gruesa que me observaba con
desconfianza justa, ya que había caminadopor aquel callejón como el dueño de
unapropiedad que sólolatíaen forma de recuerdo.
-¿Uté vienea reclamar?
-¿Reclamar?
-Si, dende que pasó la guerra, eto etá en reclamo. El dueño murió ante, y
nojotro vivimoaquí dende ante. El abogadodice que ya eto no é de naiden,que é
de quienlo tiene,que somo nojotro. Etá en reclamo.
-No, no. Busco a quien pueda contarme, narrarme algo sobre el sitio.
Alguien de la época.
-¿De cuando lo Trujillo?,ja. Eso tá difíci. El último que conocía bien eto
era Juan, que se etaba muriendo de viejo. Era el carreterocuando la epoca de lo
Trujillo. Pero se mudó, se lo lleván unos hijos que tiene en Villa Duarte...
Dígame una cosa, ¿ulé como que é abogado?...
MATERIA PRIMA 145
-No, no, no soy abogado.
Di marcha atrás. Bajé nuevamente la cuesta siempre observando el alto
edificio del Padre Andrickson, la escuela Haití, hoy Villa Cucaracha.
"Si lo convirtieran en museo de los barrios desaparecidos, en museo, en
historia de barrio, salvarían por lo menos la pequeña historia de los más
humildes". Una historia tan dura y tan importante, según Papiro, como la más
destacable.

Retomaría mañana

Cuando intentaba cruzar un alto lote de tierra y basura vi la casa de doña Iso
abima. No sabía que estuviera habitada. Entonces subí la alta acera y golpeé con
los nudillos en la puerta resinosa que una vez El Oriental echó abajo.
xxv

¿Homenaje o recordatorio? La imagen de unamujer llamada Lauraemergía del


pensamiento de Persio con silueta trastornadora. Laura era el nombre de la
primera esposade Persio. Sobresu muerte siempre fue mejor no ahondar. Había
demasiado tristeza en la circunstancia. Fue encontrada desnuda en el Motel Flores
con dos disparos sobre el pecho. El amante logró escapar. Se decía que era un
ingeniero con el que tuvo grandes romances en los años infantiles. Se insinuaba
que Persio había sido demasiado indiferente con ella: la acusaba de frívola,
conocía en parte sus andanzas, sufrió en carne viva grandes preocupaciones
mientras sus dos varones natagueaban en unaatmósfera densay pesada.
Al ver un personaje con el nombre de su mujer, Laura,pensé en la misión del
escritor, del novelista: es incapaz de deshacerse de los recuerdos sin convertirlos
en arte,en nueva vida.
Patty me habíahablado brevemente de estas circunstancíás. Tratósiempre de
que Persio se alejara de tal recuerdo, pero por lo visto en su más profundo
interior, en un juego de luces y sombras, emergían figuras generadas por el
recuerdo mismo de su primera esposa.
Durante los días del suceso, año sesenta y siete, Persio había perdidocasi la
razón. Lo vi muy deprimido en uno de mis tantos regresos. Recorrimos juntos
algunos cafésde la calleArzobispo Meriño, tomamos unacopa de vinoen el bar
que mirahacia el reloj público de la plazaColón,en donde estuvieron las viejas
oficinas del Cabildo. Traté de indagar un poco el proceso deteriorante de su
magullada personalidad, pero prefirió consolidarse en un silencio estatuario,
siempre con el cigarrillo negroen las manos, las uñas amarillentas y la mirada a
veces inteligente y a veces perdida en un horizonte que sólo él podía descifrar
dentro de sí mismo.
Su psiquiatra, Antonio Zaglul, lo había tratado con éxito relativo. "Será
difícil que se recupere del todo", me dijo una vez en la barra del Supermercado
Dominicano. Salió a flote debidoa los cuidados de Patty, a ese cariño viejoque
terminó en matrimonio.
148 MARCIa VELOZ MAGGIOLO

Los originales escritos por Persio resultaron una agradable y a veces


desagradable sorpresa. Entré en un mundo ilusorio en el cual nombres y hechos
reales se manipulaban de manera maliciosa. Habíaen estas páginas el intento de
crear nuevostabúessobre Villa Francisca. Un barrio sin historia, sin crónica, sin
memoristas capaces de contribuir con un artículo de periódico a salvar su
identidad tendríacomo únicafuentelas páginas de Persio.El intentaba, como los
viejos conquistadores escribir la historia del vencedor, no la de los vencidos.
Recordé entonces aquelestupendo librode WillCupy: "Decadencia y caídade casi
todoel mundo". De eso se trataba.
Había elementos narrativos inquietantes, uno de ellos era que Persio tomaba
parte de mi vida infantil y mezclabahechosde la supuesta vida de Manolo con
mi propia biografía. Había sido yo quien en algunos de mis viajes más recientes
le proporcionara rasgos de mi biografía en el barrio. Memorias del tío Julio,
datos sobre los años cuarenta en el barrio. Martiria no era otra que mi propia
abuela, y sobre todo era el patio de mi casa de infancia y adolescencia el que
colindaba conel del Habana-Madrid, desde donde yo escuchaba la música nocturna
de una vellonera que vomitababoleros en la voz de Fernando Fernández y viejas
canciones envueltas en la rítmicaentonación del famoso Trío Matamoros.
Yo conocía bastante el barrio. Tenía buenas relaciones con sus gentes.
Visitaba a los viejos de época que allí permanecían esperando un futuro sin
compromisos. Eran pocos, pero el sólo verlos me llenaba de recuerdos y cariño.
Había sido testigo de muchos de los acontecimientos que Persio distorsionaba
adrede. Al entregarme el fajo Patricia me comprometía con mis propios hechos,
con mis recuerdos propios. No era novela, nada parecido. Simplemente Persio
recogía susrecuerdos y los fundíainventando personajes con visosde unarealidad
que a veces era lógica y que en ocasiones revelaba su profundo interés por la
confusión.
Al mostrarlea Zoila este amasijo de datos reales y fantasiosos a la vez, me
dijocon mentalidad clara:
-Yo los comentaría y nadamás.No agregaría nada.
-Pero un comentario no es novela, es más bien una forma de crítica. Me
aturde un poco que hayaobviadola luchade los añoscincuenta. Que no se refiera
a las invasiones del 14 de junio de 1959 que iniciaron el procesode caída de la
dictadura. Omitela lucha clandestina de la cual salieron tantosmártires hacia las
cárceles entre 1959y comienzos de 1961. Omite,incluso, la parte revolucionaria
de mi vida en esos años, cuando estuve escondido. Me hubiera gustado que
entrevistase a ValeraBenítez,a Luis GómezPérez,a tantos.
-En eso es novelista, señaló mi mujer.
Ese día ZOila llevaba un bello traje sari. Deberíamos visitar a nuestro viejo
amigo el embajadorpanameño en la RepúblicaDominicana, persona de gratos
recuerdos para quienes, como nosotros, habíamos recibido su trato amable
durante los días que pasamos en Limaasistiendo a unaconferencia de Cepal.
-Cierto. También ha omitido el levantamiento de Tavárez Justo contra el
MA'fERIA PRIMA 149
Triunvirato, luegodel derrocamiento de Bosch.Se olvidaadredede las muertesen
Manadas, en donde Pipe Faxas,nuestro viejo amigo, fuera fusiladojunto a Gary
Barreiros. Se olvida de tus momentos de lucha. Porque si ha incluidocomo parte
de la biografíade Manolorecuerdos de tu propia infancia, ¿por qué no aborda la
lucha de esos años, de la que tiene tanta información como nosotros?
Zoila tenía razón; tal vez como novelista Persio no había concluido su
trabajode redaccióncuandodecidióel suicidio. Lo cierto es que sus datos, así en
presente, son selectivos y hasta interesados.
Mientras nos vestíamos para la visita al embajador Carlos Souza, pensé en
retomar la vida del barrio. Me acercaría a doña Lilia, allá en la calle Ravelo y
trataría de obtener recuerdos, algunas impresiones. El maltrato por un lado y
luego el buen trato por otro de figuras como la de Manolo eran evidentes. Juan
Caliente,por otro lado, era el personaje más despreciado por Persio.
Desde que leí sus ensayos de capítulos, esos esbozos que no se sabe hasta
dónde pueden ser definitivos, comprendí que Persio perseguía con su prosa al
perseguidor de Manoloque era Juan Caliente. Inmediatamente identifiqué a Juan
Vicente. Habíamos sido y creo que aún somos amigos. Le he perdido de vista,
pero sería interesante saber sus opiniones si es que puedo llegar hasta él algún
día.
La imagen de Emilia me produjo también pena y hasta rabia. No está demás
decir que desde muy joven fue la sirena del barrio. Villa Francisca le rendía
pleitesía. Estaba entre el grupo de jovencitas que nos vio perseguir a los "tigres
de Villa Consuelo". Inteligente, sutil, amorosa, era realmente un dechado de
inteligencia. La traté mucho durante esas reuniones en los cafés de la calle El
Conde. Sobresalíapor su amor a la lectura; era brillante en sus disquisiciones, le
gustabaaprendertrozosde novelade memoriay recitarlos poniendoen jaque a los
jóvenes poetas. Seguí de lejos y de cerca los intereses de Manolo para con ella.
Ciertamentecuando Manolo qued6 atrapado por el SIM ella sigui6 queriéndolo
entrañablemente. Lo que más admiraba en Emilia era su recato, su pundonor.
Ahora bien, no es tan real que el tal Salado -un coronel cuyo nombre no
recuerdo pero que podría ser otro- visitarala casa y fuera un miembrodestacado
del SIM. Tengo noci6nde que en casa de doña Iso no sólo era común la reuni6n
de farándula (artistas, locutores,c6micos), sino que algunas veces se realizaron
otras reuniones de tipo político más comprometedoras. Por lo tanto veo en el
afán de destrucción y sustitución de la imagen real unaespecie de guerrade Persio
contrarecuerdos y formas del pasado que odiay que desearía desecredítar,
Mientras tomaba mis copas en la reuni6n diplomática, mientras compartía
con el Embajador Kilday, con el Canciller Reid Cabral, con los integrantes del
nuevo y flamante gobierno. la imagen de Iso no me abandonaba. Pero el
personaje más intrigante de todos, el más volátil y ácido a la vez era Laura.
Manolo mataba a un ex-beisbolistapara "raptar" a Laura. Ella caía en casa de
Manolo, quien no vivía en la calle Ravelo sino en la Félix María Ruiz. Manolo
aparece junto a mis seres queridos y en la narraci6n me sustituye, porque el
cuartucho dondeesconde a Laurano es otro que la habitaci6n en donde yo dormía,
150 MARCIO VELOZ MAGGlOLO

y en donde según Finetta, mi hermana fallecida, un caballo de madera se


balanceaba movido por los espíritus.
En ese lugar de la narración Manolo está convertido en Ariel, Luego de
algunas páginas sueltas. Laura es la viuda. Los dos hijos de Laura coinciden
precisamente con los dos de la otra Laura con Persio en la vida real. Tengo que
decir aquí que el hijo mayor de Persio no es cirujano, pero sí médico anestesista;
y que el segundo no es estudiante de sacerdocio sino becario del gobierno
dominicano en la Universitá Degli Studi de Roma.
¿Por qué Persio genera con sus propios seres un mundo ácido en el que tanto
él como Manolo quedan envueltos y estrechamente ligados?
-Deberías devolver a Patty esos papeles, me dijo Zoila en un rincón del gran
salón azul. [Las recepciones son algo así como un vaivén de miradas e intereses
en el que emergen siempre los busca-relaciones, los seres sociales que aman el
amiguismo y consideran que la escalada sólo puede hacerse a través del trago y el
elogio inconmensurable.)
Antes de que pudiera contestar era abordado por dos damas de rostro conocido
que me hablaban de mis viajes, me referían aspectos de mi vida "tan especial",
me recordaban que habíamos sido presentados en Nueva York, O en alguna
reunión de la Unesco en Centroamérica, o no sé dónde. Afirmaba mecánicamente
sus gestos y fórmulas con un movimiento de cabeza, asintiendo, mientras la
imagen de Persio con la pistola en la mano se elevaba por encima de mí como
una humareda.
-Quiero ver hasta dónde llego, le contesté a Zoila ignorando un poco a mis
interlocutoras. "Si hubiese sido yo el novelista, agregué, habría colocado a Laura
la puta en un lugar cimero de la narración. Es al fin y al cabo el personaje más
lúcido del escritor. Tiene fuerzas, condiciones como personaje, pero da la
impresión de que Persio sólo desea apuntarlo, presentar rasgos complementarios
o bien suplementarios del mismo".
La imagen de La Mosquita me parecía también explotable. Llegué a
conocerle. Transitaba los barrios en bicicleta vendiendo números de lotería
clandestina. Usaba gafas oscuras, era flaco, encorvado, feo, y había tenido la
suerte o mala suerte de encontrar una mujer de bellas formas, rostro y ojos
encantadores. Una "hembra", como decían los del barrio, una especie de estatua
griega esculpida por Fidias, como bien apunta Papiro, repitiendo frases
aprendidas de Moisés Lembert, quien de vez en cuando brillaba con sus aciertos
de libro de texto.
La imagen de La Mosquita era explotable. Su tragedia se podría llamar
"griega", para seguir dentro del marco "clásico". Mientras era apresado por la
polícía y puesto en arresto, "La Inodora" se entretenía dándoselas de amante del
cine mejicano. Había vivido en la calle Castelar, pero luego, cuando las rifas
progresaron, pasó a mejor barrio, al sur de la avenida Mella, en San Antón.
Mosquita, de complexión asmática y enfermiza, comenzó por aceptar la
situación; sus hijos e hijas (cuatro en total), también. Sin embargo una de ellas
MATERIA PRIMA 151
llamada Carmelina terminó suicidándose un 25 de diciembre en la mañana. Había
encontrado en la puerta de la casa una careta de carnaval que imitaba un diablo
cornudo, con un letrero mínimo del cual nadie supo el contenido. La Mosquita
había muerto en una de las cárceles trujillistas. Se sabía que un ataque de asma le
había fulminado generándole un paro cardíaco. Para esa época tenía ya un garito
con ruleta, "bazar", y pagaba su cuota a uno de los Trujillo para poder operar, sin
embargo no fue posible hacerlo de manera normal, porque la zona donde operaba
el garito de La Mosquita había sido cedida política y "económicamente" a uno de
los más fieles representantes del barrio de Villa Francisca en el Partido
Dominicano. Don Eusebio Santana, que así se llamaba, se quejó ante el
Generalísimo de que Pipí su hermano estaba concediendo plazas y puestos sin
conocimiento de las más altas autoridades, lo que desembocó en el cierre del
garito, la prisión de Mosquita y el "boche" o regaño del Generalísimo contra su
propio hermano a través de una sección diaria publicada en el periódico El
Caribe, propiedad del gobierno, en cuyo "Foro Público" se dijo que "integrantes
de altas familias de la más distinguida sociedad, se han dado a la tarea de apoyar
los juegos de azar, con la consabida pérdida en desmedro de los afanes de la
Lotería Nacional Dominicana, única institución calificada para poder ejercer estos
quehaceres en el territorio". La sugerencia no se hacía esperar: "Sería muy
saludable que los encargados de la Secretaría de Estado de Interior estudiaran la
denuncia de ciertos moradores de Villa Francisca, de que un tal La Mosquita, en
contubernios con gentes del gobierno, encabezaba un garito en medio del propio
barrio, atentando contra la sana moral de la Era de Trujillo, y contra los
principios claros de Dios, Patria y Libertad, que se contienen en las iniciales
letras del nombre del Jefe, Rafael Leonidas Trujillo Molina, o lo que es lo
mismo: Rectitud, Libertad, Trabajo y Moralidad (RLTM). El "foro", como
entonces le llamaban a esta sección destructiva de la vida dominicana, sugería
cárcel para los violadores. El hermano del Generalísimo no sufrió sino el
consabido regaño al que estaba acostumbrado. La Mosquita murió.
Interesante es ver cómo Laura pasa a ser mujer honesta desde puta y como La
Inodora realiza el trayecto contrario.
XXVI

HABLANDO CON DON TETELO SOBRE


BOLEROS Y CANCIONES EN EL
HABANA-MADRID

Te di una cita / no me quisite besar,qué tardeaquella! nuncala podréolvidar.


Tu pensamiento, nuncafue para mí/ te odio maldita, te debíasde morir/Que dios
permitaque tus ojos brujos! se llenende arena y de agua del mar/ que encuentres
al hombreque te vuelvaloca!y que nunca, nunca, te quiera besar/ Que lo que tú
toquesse convierta en piedra!que no crezca nada dondepises tú! Que te vuelvas
fea y requete fea, y se cumpla entera esta maldición. (Consúltense los
Cancioneros Picot, y los archivos de La Voz Dominicana. Bolero Moruno de
Avelino Muñoz, con arreglos de Julio Gutiérrez. ) Sin que nadie se entere/ te
estoy adorando/ nadie en el mundo sabe/ lo mucho que te amo... Y aquella:
Alumbrami camino,con tu mirar divino, morena/arranca mi negrura, pon fin a
mi tortura, y mi penal restáñame la herida con que la vida me ha castigado/ y
ayúdame a olvidar, que tanto he sollozado que quiero descansar...Ayúdame a
olvidar/ mis tantasdesventuras, y pon en mi negrura/ la luz de tu mirar/o No me
dejes tornar, a mi eterno quebranto/y con todo tu encanto, ayúdame a olvidar.
(Consúltese al propioJuan Lockward. Tómense en vivo los recuerdos de la vieja
HIZ. Recuérdese el programa del Archipámpano en la misma radioemisora.
Hágaseentrevistaa Teté Marcial, intérprete de las canciones de Lockward para
los años 40 y 50. Lo mismo a Flor de Lis (ella ha muerto)... Aunque me cueste
la vida, sigo buscando tu amor/ te sigo amandoj voy preguntandoj dónde
poderte encontrar/ Aunque vayas donde vayas! al fin del mundo yo iré, para
entregarte mi cariñito, porque nací para ti! Es mi amor tan sincero vidita/ ya tú
ves las promesas que te lIago/ no me importa sufrir, no me importa morir/ si
algún día me dices que sí....( Consúltese a Tiburón-alias Alberto Beltrán-);
preguntas vivas sobre su debut con la Sonora Matancera en La Habana Joseíto
Mateo dice y decía que él era el cantantecontratado y que luego cedió el paso a
Beltrán, y que éste alcanzó el éxito con El Negritodel Batey que había sido un
éxito aquí, en Santo Domingo, en la voz de Joseíto... Pero bah. A mí me llaman
el negritodel batey/porqueel trabajo para mi es un enemigo/el trabajaryo se lo
dejo sólo al buey/ porqueel trabajolo hizo Dios como castigo/ a mi me gusta el
merengue apambichao/ con una negra retrechera y buena moza!a mí me gusta
154 MARCIO VELOZ MAGGIOLO

bailaracompasao, y bailarde mediolao porquees la cosa más sabrosa.... Y digan


si no es verdad, merengue es mucho mejor, porqueeso de trabajar, a mí me causa
dolor (Mira a "La China", mírala,que ritmo tiene, si Medardo Guzmán la viera
se caería de espaldas....Perodicen queMedardo, después que escribió el merengue
La Miseria ha caído preso como cinco veces. El no es muy buen amigo del
gobierno), mucho trabajael buey manso, porque nunca le da el dengue, pero yo
nunca me canso, de bailarun buen merengue.
"¿y quién es ese jovencitoque baila con la Lorena?... Dicenque es el hijo de
don Santana, el dueñode la rifa de aguante. Tiene unosamores pasionales con La
China... Ella lo quiere y él le ha dicho que la sacará de las garras de don
Hernando...Viejo maricón y explotador.... No me parece que ese muchachito se
vayaa metercon un cuero,con una de la vida...."
En la mesa del fondo está Toñito, Mira la escena. Eso es lo que narraron
algunos de los contertulios. Yo visitaba el Habana-Madrid con frecuencia, no por
los cueros, sino porque allí se podía entre música, bulla y borrachos, hablar del
proceso; nadie sospechaba que en un cafetín de cueros se podría criticar por lo
bajo.
-Pero ustedqué edad tenía...
-Bueno yo pasabade los cuarenta, entonces. Me habían enviadodesde Cuba
para captar la situación. Yo era muy amigo de MauricioBáez; despuésde lo del
cine Julia tuvoque irse a Cuba, como sabes allí lo asesinaron luego por órdenes
de Trujillo. Como en los casos del coronel Arana en Guatemala y de Castillo
Armas, a quien odiaba y de Rómulo Betancourt después, años más tarde. El
Habana-Madrid hacia 1952 era un nido de opositores. Mientras los guardias de
Trujillo bailaban el son, nosotros haciéndonos por borrachos, discutíamos
estrategias.
Me lo dijeron mil veces! pero nunca quise poner atención!cuando llegaron
los llantosya estabas muy dentro!de mi corazón/o Te esperabahasta muy tarde,
ningún reproche te hacía/ lo más que te preguntaba era que si me querías! pero
por las noches y en las madrugás! sin que tu notaras, la cruz de mi angustia solía
cantar: "Te quiero más que a mi vida, te quiero más que a mis ojos, más que al
aire que respiro y más que a la madre mía. Que se me paren los pulsos si te dejo
de queré!que las campanas no doblen, si te engaño alguna vez/o Eres mi vida y
mi muerte, te lo juro compañero, no debíade quererte, ay, no debía de quererte...
y sin embargo te quiero...
Entonces "La China" se abrazó de su hombre y le dio un beso, un gran beso
de amor. El oficial de nombre Toñito se fue encima del muchacho y lo empujó.
Nosotros salirnos en su defensa. No queríamos líos con la guardia, con la famosa
"patrulla" armada hasta los dientes. Se apagaron las luces,costumbre del jefe de
bar cuando sabíaque se armarían trifulcas.
-Coí'lo, si sigues con el carajito este te voy a degollar, le dijo Toñito a La
China.
"Esafrasela recuerdo siempre, porque fuecomo el final de la vida para ella".
MATERIA PRIMA 155
Pobrecita golondrina que aventuras por los mares del champagne y del dolor!
pobre piedra peregrina. vas sin rumbo por la vida. vas detrás de nuevo sol.. (La
canción venía en la voz de Fernando Fernández, y como éramos amigos de
Bienvenido Brens, su autor. le felicitábamos. Había entrado en el cine mejicano
con pie de plomo... Los Panchos también la grabaron. Bienvenido era y es
grande ...) Lleva el rostro avejentado por el peso de las noches tenebrosas del
alcohol. quién pudiera a ti salvarte. avecilla trashumante. peregrina sin amor...
Pocos días despues la recogieron muerta. La China había tomado veneno para
ratas. Dejó un papelito que conservaba Isaac. el del colmado, lo guardó para
Persio, pero que éste nunca lo recogió. Me acordaba del contenido. Precisamente.
cuando regresé de Cuba, en los momentos en que Juan Bosch también regresaba.
visité a Isaac. Tiene una ferretería cerca del Mercado de Villa Consuelo.
---Qué decía.
-Más o menos que tomaba la decisión por que Toñito la había amenazado de
muerte. y que amaba profundamente a Persio, pero que también sabía que don
Santana y la madre de Persio jamás la aceptarían Hablaba de matrimonio.
Tenía buena letra. parecía caligrafía de gente instruida .
Como espuma! que inerte lleva el caudaloso río! flor de azalea, la vida en su
avalancha te arrastró.. Y al despertarte. también quisiste protección y abrigo.
para curar tu corazón herido, por el dolor ....Tu sonrisa. refleja el paso de las
horas bellas! tu mirada, la más amarga desesperación...• recuerdas. y aquel final
que decía. románticamente: quisiera ser la golondrina que al amanecer! a tu
ventana llega para ver. al través del cristal. y despertarte muy dulcemente si aún
estás dormida. a la alborada de una nueva vida. llena de amor...".
Yo recordaba que Persio, quien era buen guitarrista. cantaba con frecuencia esa
canción...
Isaac. cuando le visité. me ayudó a recomponer recuerdos. Había envejecido
poco. Sabía muchas historias. entre ellas la de la muerte de Toñito en Santiago.
a 150 kilómetros de Santo Domingo. el día 30 de junio de 1961. un mes después
de la muerte del Generalísimo Trujillo.
La fecha de 1949. la posible incorporación de Toñito a la lucha contra
Trujillo cuando los invasores que entraron por Luperón fueron diezmados. era
parte de la trama novelesca. Pero el personaje había existido. sólo que su destino
había sido otro.
En cuanto a La China. su nombre verdadero era Gertrudis L. Guzmán. Supuse
que la L. podría ser. coincidencialmente, la mayúscula de Laura. pero no lo
averiguaría nunca. Hubiese tenido que ir a los archivos de la sección Sabana
Iglesia o quien sabe dónde para encontrar la respuesta.
Me volvía a la mente la tortura, la violencia, la presión de los años
cincuenta. Lo más sorprendente de todo esto es que Persio abría caminos nuevos
a la imaginación y que su vida se enredaba cada vez más en su propia literatura.
Te fuiste sin dejarme un beso. ni un adios siquiera! pensando que alguien más
156 MARClO VELOZ MAGG/OLO

quererte comoyo pudiera! nadaganécon sufriry llorar, y beberme aquel llanto/


como pudiste partirdespués quete amaba yo tanto/ ante tu infamia lloré!cuando
tu amorme dejó/ hoy sufres lo que yo sufrícuando de mí te fuiste...
La voz de MaríaLuisa Landín mellenaba la cabeza Había escogido ese canto
de penaal llegara casa Zoilatrazaba algunos planos y usaba su computadora de
pantalla azul con los últimos programas de mM parajustificación de planos.
-¿Oyes esebolero?
-Sí.
-Es casi tan viejocomola humanidad.
Ella no pareció entender. Se acercó cariñosamente a mí y dándome un beso en
la frente mepreguntó.
-¿Era de los del Habana-Madrid?
-Creo que sí, creoquesí, le contesté.

Esanoche no pude dormir.


xxvn

Como vi la puerta abierta entré sin preguntar. En el rincón de la derecha


estaba aún el viejo sofá de caoba con forro de terciopelo vino en el que el
Archipámpano se sentaba a comercon un gran cucharón dentrode la misma olla
en la que Iso le preparaba su plato favorito: maíz pelado. La sala con piso de
mosaicos amarillos continuaba lo mismo. A sólo unos metros de distancia los
tractores habían borrado delmapavarias viviendas.
Miré hacia el fondo del pasillo y vi el árbol de quenepas o limoncillos;
pelado, sucio,roto, lleno de polvo; estaba ahí, como un centinelaque otease no
sólo haciael horizonte sino hacialos patiosdel vecindario.
-Ea, ¿no hay gente?
-Un momento, respondió una voz femenina.
-¿Puedo sentarme?
-Oh, cómo no, cómo no, siéntese.
Me acomodé en una de las mecedoras de guano que parecían milenarias. Tal
vez en la que se acomodaba el famoso Coronel Saladoque inventara Pendo en
sus escritos. La casa lucía bien arreglada. Habíacuadros de jóvenes dibujantes
dominicanos y telas de los pintores más conocidos, como Oviedo, BidÓ', Lepe,
Ada, Yotros. Me llamó mucho la atención una fotografía grande de Isolina en
traje de novia. Meacerqué:
-Es mamácuando se casópor vez primera.
Volví el rostro y me encontré de frente con un personaje intrigante de la
literatura de Persio: "Emilia".
Ella me estudiólentamente. Yo a ella por igual. Habíaenvejecido poco. Su
rostro sereno y firme no presentaba rasgos de locura ni de mujer babeante. Se
diría que todavía conservaba mucha de la graciade los añosjuveniles. Sus gustos
continuaban vigentes a juzgar porel orden de las obras de arte Y por la selección.
La sala presentaba esascaracterísticas "nbuveau" concebidas en material plútico
158 MARClO VELOZ MAGGlOLO

por algunos imitadores del pasado: figuras de la estatuaria griega reducidas,


fetiches de madera imitando caoba, el consabido aparato para música de la marca
Kenwood, el gran televisor de pantalla gigante y toda esa decoración de
cortinajes, cristales y lámparas ampulosas que constituyen parte del gusto del
dominicano que emigra a los nuevayores.
-Qué tal, Emilia
Le costó trabajo reconocerme, pero pronto vi lágrimas en sus ojos y nos
confundimos en un gran abrazo. "Es increíble, Ariel, cuánto has envejecido". La
sentí sollozar. Era la misma sentimental de años pasados.
-Cómo pasa la vida, Arie\. Cómo han pasado todos estos años. A Dios le
agradezco estar viva, haber subsistido.
Llevado por los escritos de Persio me hubiera gustado preguntarle por su
locura. Por la idiotez del capítulo de prueba, pero no, se veía claramente que
siempre había estado bien. Que jamás había sido una idiota. Antes de que hiciera
la pregunta de rigor, me dijo:
-Supe que estuviste presente en el suicidio de Persio. Debió ser algo
terrible. ¿Sabes que mamá murió un mes antes?...
"No, no lo sabía". "Pues sí; había rebajado mucho. Le detectaron cáncer en el
páncreas. Desde que se enteró quiso morir. Dejó de comer. Dejó de trabajar -ya
sabes su trabajo, era espírita-; dejó de hacerlo todo. Se esfumó. Juan Vicente y
yo colocamos una esquela avisando a los amigos. Fue la última vez que escuché
la voz de Persio. Llamó por teléfono, sabía que Juan Vicente y yo habíamos
retomado. "Lamento lo ocurrido, me dijo"; aún me dijo más, algo así como, "yo
también me iré pronto". Me habló de su enfermedad. Quiso saber cómo iba mi
matrimonio con Juan Vicente. Me preguntó insistentemente por Manolo, pero
imagínate, no sé de Manolo más que se casó con una Condesa a la que conoció
en Nueva York; nada más".
El cúmulo de sugerencias que me lanzaban las afirmaciones de Emilia me
permitía considerar en bloque todo cuanto escribiera Persio. Llegaba casi a la
conclusiónde que aquellaspáginas desordenadas no eran sino esbozos de alguna ohm
que todavía estaba muy "verde". Suponía y aún lo creo, que esos personajes serían
cribados, reformulados y variados hasta conseguir el autor personajes nuevos. Los
diseccionaría y de ellos tomaría rostros, nervios, uñas, saliva, pedazos de instinto,
para ir conformando pequeñosy grandesfrankenstenes de todos los colores.
-¿Deseas un cafecito? ... Cuéntame de tu vida... "En efecto. Luego de la
muerte del dictador pude entrar en la actividad diplomática. En efecto conozco
muchos países. En El Cairo he comido felefas, y trigo sancochado, en los
Cárpatos he subido en las carretas de los gitanos que recorren las zonas agrias de
Rumanía; en Katmandú he visitado los templos budistas y presenciado el
contrabando de oro a través de las embajadas. En fin, viví en Roma, en España,
en Nueva York..."
-Ya 10 sé. Nunca me llamaste, nunca supe de ti. Supongo que ahora tienes
intereses especiales.
MATERIA PRIMA 159
-Tengo, realmente, algunas preguntas. La vida de Persio me intriga. Sabes
que con los años tuvimos contactos esporádicos. Existen puntos que me gustaría
clarificar. Su primer matrimonio, por ejemplo. Su amistad contigo. Su
concepto de otros amigos.
Emilia colocó la greca con el café en una estufa Caloric último modelo.
Vestía una bata amarilla, de cuello chino, y pantuflas tejidas.
-Me gustaría mucho, me atreví a decirle, que me permitiera darte un beso
largo en la mejilla..
-¿Un deseo insatisfecho?, me dijo.
-No, más bien, una felicitación.
Rió de buena gana. Al besar su mejilla derecha sentí el calor de su piel
todavía rozagante. Respiré hondamente sobre su piel, entre mejilla y beso, como
para aspirar un perfume distante.
-Cuidado, puede entrar Juan Vicente-, me dijo apartándose con suavidad.
-¿Qué de tu vida por los Nuevayores?
-Ya 10 sabrás. Una vida dura. Me casé con Hans Fritzel, no tuvimos
hijos...
-¿El judío de Queen?
-¿Judío, Queen? ¿Dónde carajo has oído eso? ¿También te has metido a
novelista?
Casi me doy cuenta de que "meto la pata".
-Oh, informaciones erradas, supongo.
-Las que Persio diseminó en el barrio, en un libro en donde aparezco
caricaturizada. ¿Conoces Esta Tierra Caliente? .. Debes conocerlo. Soy allí un
personaje sucio; me identifiqué en cuanto leí las primeras páginas. Si 10 hubiera
publicado Seix-Barral, como él pretendía, hoy sería famosa como puta.
Me paralicé con aquellas palabras. Emilia protestaba por una literatura, que en
verdad, parecía inocua. ¿Sería posible que Persio no hubiese utilizado sus
personajes al extremo de hacerlos inidentificables? Moralmente es 10que vale, es
lo que se intenta.
La conversación se profundizó entonces. Hablamos de causas, de motivos.
"El escritor y sus fantasmas", "el escritor y sus ideas", "el sentido de la vida"...
¿Te acuerdas de nuestros encuentros con Teté?... "Sí, sí, la nostalgia de la
nada" ...
-Pero Persio tenía grandes problemas. Déjame explicarte. Desde que íbamos
al Colegio Quisqueya su timidez era profunda y agobiante. Te diré algún secreto:
acompañaba a Manolo, le inventaba las cartas que Manolo me enviaba. Un
permanente enamorado. Nunca se atrevió a hablarme de amores; debo decirte que
Persio no me desagradaba; siendo uno de los más destacados en el grupo quise
vencer su timidez al salir una noche del Instituto de Cultura Hispánica; rehuyó la
160 MARCIO VELOZ MAGG10W

mano y me dijo que no podía traicionar a un amigo. En verdad Manolo y yo


éramosamigosenttaftables, mamá le quería y yo le veía como a un hermano.
Mi matrimonio con él en Nueva York culminó una vieja amistad, como
sabes. Pero sus grandescomplejosde culpa; su incapacidad de vencer la historia
personal, le dejaron para siempreen manosde su propiabiografía beoda.
-l.Hab\aste de esto con Persio a tu regreso,duranteaquellaconversación'?
-Claro, se interesaba profundamente en mi vida. Le hablé de mi segundo
matrimonio con Hans, puertorriqueño hijo de alemanes, dueño de una bodegaen
el Bajo Manhattan. Le narré un poco mis experiencias como modista, como
diseñadora, como pintora, como todo. Le narré un poco mi fracaso. Y entonces
me habló de su vida, me dijo que ahora, enfermo, podía hablarme de amor.
Imagínate, Ariel, hablardeamor...
Emiliarió con ciertodejo de amargura.
-Cuando le expresé que habíadecidido casarme conJuan Vicente y que había
regresado con él a arreglar la casa, le sentí ronco. Siempre odi6 a Juan, siempre
despotricó contraél. Nunca le perdonóque fuese algo así como nuestroángel de
la guarda, nuestro más fiel amigo, nuestro más profundo defensor, y por qué no
decirlo... mi más fiel seguidor y enamorado. La vida cambia, querido Ariel. Ni
intelectual ni puta. Una mujer con experiencias de todo, pero al fin libre para
movilizar mi propia biografía. Eso se lo dije, como otras tantas cosas.
-Estoy escribiendo, me dijo. AlIado tuyo hubiera hecho una buena obra...
Me parecieron palabras de borracho, pero veo que no, eran en verdad palabrasde
suicida.
-y sobreManolo, ¿qué pensabaPersio?
-Nunca lo supe.Era su mejor amigo. A veces lo visitabaen New York.
-¿Consideras que pudo odiarlopor haberte amadoy tenido?
-No lo sé.
Ni lo sabríaspor el momento.
-Me intriga Laura.¿Qué sabesde Laura?
El café humeaba como pararecordar aquella frasedel publicista y gran eseritor
dominicano René del Risco: "saborque empiezaen el aroma". Tabaco,ron, café,
azúcar y prostitución, son ingredientes turísticos crecientes. Un país para la
frivolidad: un país para el postre había dicho alguna vez el obispode Santiago,
Roque Adames, hombre de profundo saber. El calor del primer sorbo definía
mejor mis ideas.
Se veía ya claramente todo cuanto era cierto, y todo cuanto nacía de un
profundoorigenpersonal. Toda esta documentación que Patriciame entregarase
dirigía a golpearla vidamisma,a desmembrar y despedazar todoaquelloque en la
biografía de Persio se opuso entre él y el amor. ¿Estaríaen lo cierto? ¿Acaso
los mismosobjetos de su cariflono culminaron en fracaso y tragedia? Emilia,
silenciosamente deseada; Laura, amada hasta el momento en el que se derrumbó
MATERIA PRIMA 161
la fidelidad... "La Inodora", la Gertrudis sólo esbozadas a medias en la vida de
Manolo, ¿serían símbolos?, ¿formas?, ¿blancos escogidos por Persio para
descargarsu arco de cazador primitivo? Posiblemente. Aquel mundo confuso no
lo era tanto. Sin embargo los personajes reales eran, hasta el momento, más
lógicos que el fabulador.
-De Laura sé lo mismo que tú. La conoció en las aulas universitarias. Era
su profesor. Las pocas veces que la vi....
-Si, sí, ya sé. También la conocí superficíalmente, Estos años de viaje, ya sabes.
-Según me dijeron en New York, Laura tendría unos años menos que él.
HabíaestudiadoCienciasBiológicasy luego pasó a estudiar literatura.
-Sí, sabía de esto, sabía de esto.
-Debió enamorarla con sonetos y rimas, como aquellos que Manolo me
enviabaa sabiendas de que los escribíaPersio.
-¿Una especie de Cyrano?
- y tú, qué de los tuyos. Qué haces. Cómo desarrollas la vida ahora.
¿Piensas volverfuera? ¿Dóndetrabajas?
-Consultorías, guiones para televisión, proyectos culturales. Siempre lo
mismo.
-Oh, veo que estás cerca de la literatura, como yo en aquellos años de la
calle El Conde. ¿Recuerdas el poema de Pedro Mir?; aquél de "la calle del Conde
asomada a las vidrieras".
-Aquí las camisas blancas, allá las camisas negras... Más o menos, ¿no?
-Dicen que don Pedroodia los poemas de antes de su exilio.
-Sin embargo para mí su "Pláticadel Pozo" sigue siendo una obra maestra,
mejor que "Hay un País en el Mundo".
Los minutos pasaron con premura. Retomar aquellos temas, ahora maduros;
reconstruir la realidad pasada y verlaahora tan en su punto; vivir modalidades del
recuerdo roba muchotiempo.
- y ¿cómo van tus asuntos con Juan Vicente?
-Ariel, sabes que siempre me quiso. Si te dijera que él es mi fracaso final
-tu lo entiendes y lo callarás- no te miento. Imagínate, de mis intenciones de
intelectual a esto, es un descenso.Pero he aprendidoque la vida no es como uno
desea que sea, sino como es. En Nueva York, entre nieve, mentiras, fracasos y
soledadeslargas, entendí que lo peor es intentar comparar la realidad con lo que
uno desea: es entonces cuando se sufre.
Yo miraba aquellos labios carnosos moverse con inteligencia; traducir las
ideas en una mente diáfana, muy diferentea la que pintaba Persio en sus apuntes
para capítulos.En vez de avejentarsey sufrir,Emilia había madurado.Tenía ese
porte de matronasegurade sí mismaque caracterizaba a las mujeresdescritas por
Tito Livio o Plutarco.
162 MARCIO VELOZ MAGGIOLO

-¿Sabes de quien he tenido noticias recientemente?... De Juan el Carretero.


¿Lo recuerdas? .. Actualmente su hijo mayores coronel de la Policía Nacional.
-Claro, claro, el padre de los cabeza-colorada... Buenas secuencias debe
tener.
-No, dice su hijo Alberto, el mayor, que está arterio-esclerótico y que
apenas recuerda cosas. Para mí es una figura un poco mítica ¿Recuerdas que
decía oraciones contra las enfermedades y conocíalos ensalmosy protecciones? ..
Mamá copió muchosde sus famososensalmos.
Emilia rió estridentemente, como en sus años mozos. No había perdido la
cristalina cascada de su alegría.
-¿Dónde vive?
-En uno de los edificios cercano al puente de Las Bicicletas, creo que en el
BloqueH-2.
Cuando visité a Juan el Carretero había memoria en su arterioesclerosis. Me
sorprendió profundamente que el edificio H-2 estuviera, al parecer, sobre el
territorio en el que Papiro decía había habitadoVégere, su hombre primitivo. Sí,
debajo de esos cimientos deberían vivir aún los restos de conchas y almejas que
él describía en una de sus cartas.
Hablé largamente con Juan. Sus hijos eran todos profesionales. ¿Cómo me
iba a morir sin dejarles una profesión?... Quien le dijo que yo había muerto
mintió,míreme aquí, todavíasoy capaz de rezar los ensalmos.
El apartamiento estaba ubicado en la cuartaplanta. Coincidencialmente, desde
el balcón, podía ver el río Ozama de occidente a Oriente. Divisaba entonces la
pequeí'la cúpuladel campanario de NuestraSeñoradel Rosariocomo adosada a las
torres y los silos de la empresa Molinos Dominicanos, monopolioestatal para la
confección de harinascon trigo importado.
Abajo estaba mi paisaje. Con unos prismáticos hubiera podido descubrir las
lilas, los camarones flotando, los barcos hundidos y volteados como "ballenas
muertas", las numerosas camiguamas de la desembocadura y los manatíes del
pasado, convenidos en botones y piezas arqueológicas falsificadas por hábiles
artesanos que hoy engañabanal turista.

-¿Tú sabes quién conoce mucho del Habana-Madrid?, pues don Tetelo, él
vive aquí cerca. Si quieres te lo llamo.
En efecto, mi cita con Tetelo comenzó recordando boleros y canciones y
terminó con información suficiente como para redondear parte de mis
conocimientos sobre el mundo de Persio.
Me despedí de Juan, su hijo, el coronel, que llegaba, me dio una tarjeta:
CoronelAlberto Guzmán,Sección de Balística,Policía Nacional.
Soy un pobre vagabundo/ sin hogar y sin fortuna/ y no conozco ninguna, de
las dichas de este mundo/ voy sin rumbo por la vida, el dolor es mi condena, y el
MATERlAPRlMA 163
licor calma mi pena, porque el amor es mentira... Mientras caminaba hacia el
centro de la destruida calle Félix María Ruiz tarareaba el último bolero del que
hablara don Tetelo... "No me importa lo que digan de mi corazón bohemio, me
emborracho porque llevo en el alma una tragedia! y así voy por el camino que el
destino me condena! porque al fin seré en la vida vagabundo hasta que muera....
Sí, eran los años de 1950, y aquella voz dentro de mí no era otra que la de
Rugo Romani, ¿o tal vez era la de Leo Marini?, o quizás la de Gregorio
Barrios... Un ruido brusco de bocina de automóvil me hizo saltar una lometa,
"un turrumote" de tierra producto de las palas mecánicas, mientras el camión de
la Secretaría de Obras Públicas se estacionaba para ser recargado con restos de
viviendas destruidas durante el día anterior.
Sobre una de las paredes de madera de pino aún en pie, se leía en la distancia
un letrero grabado en zinc galvanizado: "Use Sudorina, Que El Mal Olor
Elimina".
Me hubiera gustado orinar junto al poste de luz como lo hiciéramos en las
noches de infancia cuando considerábamos demasiado distante el hogar o casi
insultante pedirpara estos menesteres la letrina o cuarto de aguas del vecino.
xxvm

Luego de las eatrevístas con Emília,Juan y Tetelo mi panorama "literario"


alcanzaba algunas zonasde importancia Persiocombatíael pasado a través de
aquellos que él suponía partícipes de su frustración. Eso se agravó grandemente
con la muerte de Laura. En vez de describir, por ejemplo, los amaneceres
trujillistas, cargados de trompetas y vivas, silenciógrandes culpas personales,
comoporejemplo su incapacidad dedar amor.
En vez de hablar de la doctrina del Partido Dominicano, la cual se nos
ensenaba en la escuela primariacomo parte del plan de estudios con fotos de
Trujillo y sus obras, se metió de lleno en un remolino de lucha personal que el
cáncerpareció agravar. Hasta dónde las "obligaciones" establecidas por el régimen
nos deformaron el alma es algo que ha sido estudiado con poca profundidad.
Ciertamente, como señala Persio en sus páginas sobre Manolo, muchos de los
que torturaron, mataron y delataron, pudieron regresar; están entre nosotros en
este 1987 que termina Otros, los que juraron muerte contra los invasores
debieron huir, paradójicamente, e insertarse comoniguasen el territorio que les
hizo la guerra, En este momento el 20 por ciento de los inmigrantes latinos y
angloamericanos en los Estados Unidos procededel Caribe. Si bien durante la
dictadura el modelo para la juventuderanlos hijos del dictador, ensalzados JXX' su
"grandeza como estudiantes, su pundonor y su caballm>sidad" ,hoy el término
"pundolKX'OSO militar", aplicado mecánicamente al mayorde los hijos vardnes del
dictador, se consideracomo un viejo sello medieval, como una pieza de museo
sobre la que nadie pone su atención. ¿Pero hasta dónde tales modelos nos
deformaron, nos hicieron ver la vida tal Ycomo la dictadura lo programó?
Rebelarse era un camino sano, ¿pero cuántos teníamos suficiente formación
políticacomo para damos cuenta de que aquello que se decía en el corral de la
dictadura era mentira? Habíamos bebidolechede la Hacienda Fundación servida
gratuitamente en el famoso "Desayuno Escolar", un programa de "ayuda al
pobre" en el cual cada vaso de lechellevabael recuerdo de quienlo prohijaba. El
Desayuno Escolar,sin embargo, fue uno de los negocios más productivos de la
Era. por cuanto la venta de leche para Fundación estaba asegurada por el tiempo
eterno quedurara el programa "deasistencia".
166 MARCIO VELOZ MAGGIOLO

Nacimos bajo el signo de las calles con nombres de familiares del Jefe.
Vivíamos en una constelación nuevapara la cienciaen dondecada punto de Villa
Francisca llevabaen parte el apellidode los dioses: avenidaJosé Trujillo Valdez,
avenida Héctor B. Trujillo, parque Julia Molina Vda. Trujillo, ensanche
Benefactor, calle MaríaMartínez de Tmjillo.
Pergaminos, actos públicos, reconocimientos mensuales, reuniones,
competencias para ver quién inventabael mejor y más importante homenaje a
cualquiera de los dioses "cundían" las páginas de los periódicos también
gubernamentales. En ese m.undo haber conocido al Jefe personalmente tenía
mucho de egipcio o de hitita.Tocarel Faraónera llevar para siemprela impronta
de la divinidad.
Aplastado por este mundo manejado en parte por su padre, Persio vivió
siempredentrode una sombrade realidad. Seríade los últimos en convencerse de
que esto era trágico. En principio, cuando hablábamos de la realidad, no
comprendía nada.Estabalelo, preguntaba. Sólo la llegadade los invasores del 14
de junio le abrió los ojos. Más tarde el movimiento interno se organizó, pero él
quedó fuera, observando, sin comprometerse. El miedo a que su padre fuera
aplastado gracias a él le hizo recular, mientras muchos de nosotroscaíamos en
las mazmorras de la dictadura.
Ya no leíamos las revistas importadas que el régimen consideraba inocuas.
No estábamosen la época de la inicial Librería Amengual, con sus formidables
literaturas infantiles: Leoplán, Billiken, Sensación. Habíamos superado al
Almanaque Bristol, las predicciones del tiempocon las que muchos campesinos
iniciaban las cosechas; habíamos renunciado a los cuentos de AH Babá
publicados por la Editorial Tor, y nos olvidábamos del Cancionero de la Sal de
Uvas Picot. Entrábamos en guerra. Nos torturaban. Habríamos de tomar las
armas.Unos organizados y otros no.
-Algo hice contra los esbirros, me dijo una vez Persio.
-Ya no me interesanesos tiempos, le contesté.He cambiadomucho. No te
niegoque a vecesme muevoentre Marx y Jesucristo, pero también entre Trujillo
y el Movimiento 14 de Junio.
El caliesaje era entonces la primera forma de pluri-empleo conocida por la
sociedad dominicana. Se podría ser calié y barman, calié y bedel, calié y
prostituta....Había caliés "buenos". No olvido al poeta García, un hombre de
pistola y guayaberaque escribía bellosversos,leía concienzudamente a Neruda,
publicabaen las páginas de los suplementos literarios de El Caribe, en los años
50, y tomabatragosen tertuliasde amigos y enemigos del gobierno.
-No hablen maldelgobierno, porfavor. Nomezclemos la política conla poesía.
En esa documentación que Persio ha dejado como una masa informe de
instintos y sensaciones, la imagen del poeta García es correcta. Como en el
poemade Darío: Si hablanmal del jefe y no los denuncio, mejodo.
Si hablanmal y los denuncio, sufriríamucho.
Era como aquelpoemadel garrido y nobleGarzón con el venablo clavado:
MATERIA PRIMA 167
Si me lo quitas me muero.
Si me lo dejas, me mata.

Me hubiera gustado quePersiotratara el temade los homosexuales de abajo y


los de arriba. Los que ibana ser enviados a la Isla Saona por su sodomía -pues
el Jefe era muy macho-s- y los que seguían siendo Ministros y Embajadores bajo
la mirada chismosa del Jefe.
La Era fue rica en personalidades. Vivíamos entonces en una sociedaden la
que ser declamador, por ejemplo, alcanzó brillantes distinciones. El Partido
Dominicano prohijaba que entre la Sonatina de Darío y Los Caballos de los
Conquistadores, de Santos Chocano, rodaran los melífluos versos de muchos de
nuestros poetassagrados y cotidianos, cuyas obligadas frases de elogioal tirano
hacían posible quese pudiera vivirde la metáfora y la oratoria recargadas.
Se me iba el pensamiento hacia este tipo de recuerdo. Durante los días
siguientes a las entrevistas revisé cuidadosamente los papeles de Persio. Sí, sin
dudas se vengaba de la vida y de sí mismo; y la vida contenía muchas
personalidades dentro. Si en principio creíque me salvaba de aquellavenganza, al
revisar la huida de Juan Caliente, de pronto me encontré a mí mismo.
Ciertamente Juan Caliente se dividía en dos partes: la del cobarde y la del
guerrillero opositor que busca resguardo en casade Manolo.
¿También me odiaba? ¿Porqué me convertía en Juan Caliente? Ahora, frente
a los hechos cumplidos puedo pensar que Persio odiara también mis viejas
relaciones amistosas con Emilia.
En vez de una casucha del poblado de Los Minas, es posible que Persio
hubiera preferido mi propiacasa. Ya he dicho que son mis familiares los que se
describen como los de Manolo. Ciertamente me habíaescondido en un bohíode
la margen oriental del río, y cuando vinieron los agentes del Servicio Secreto
tuveque irmea la ciénaga, en donde entrepapiros y lodazales las sanguijuelas me
cubrieron buenapartedel cuerpo. El retomaba aquelrecuerdo, repetido por mí en
ocasiones, y continuaba la historia a su modofundiéndome con Juan,dándome el
matiz de héroe, peroa la vez manteniendo su odio. ¿Sería posible? ..
Recuerdo que después de la despedida, los del SIM montaron en un vehículo
militar. La familia que me protegía meacostósobreuna estera,me espolvorearon
azúcar sobreel cuerpomientras que huyendo del dulce, las sanguijuelas, también
atacadas confuego de cigarro, sedesprendían rápidamente. Así completo el recuerdo.
La noche del día 29 de noviembre del año 1987,le dije a Zoila:
-Voy a entregarle a Patricia sus papeles.
-Te notocansado; veoque no has podido hacermucho.
-Es que voy descubriendo una personalidad nueva para Persio.Es que me
gustaría mantenerlo en mi recuerdo tal y como suponía que era. Es que se me
denumban muchos esquemas, Zoila.
168 MARCIO VELOZ MAGGIOLO

Me acercó una taza de té, y me recordóque el sábadosiguiente tendríamos que


asistir a un homenaje a uno de nuestros másgrandes poetas: Máximo Avilés Blonda.
-Sí, deberé dejar un poco en orden los papeles. Le diré a Patty que los
personajes y relatosestán verdes y que Persionunca hubiera entregado a su editor
una novelaen esas condiciones.
Fui a la mesa de trabajo con la finalidad de ver las notas, las llamadas
telefónicas, los recados del día, en fin, las rutinas con las que debería cumplir.
Me llamó mucho la atención una llamada en particular. Se trataba del coronel
Alberto Guzmán, hijo de Juan el Carretero.
Eran las cuatro de la tarde. Llamé a la oficina de la Policía, y me contestó
alguien de voz entre aguardentosa y ronca:
-Departamento de Balísticade la PolicíaNacional, Señor.
-Gracias. Preciso hablar con el Coronel Alberto Guzmán, quien me ha
llamado a casa.
-Puede dejar su nombreSeñor. El Coronelvendráen la mañana.
-Podría verlo mañanaen la mañana.
-No sabríadecirle,Señor,pero déme su número.
-532-4078
-Bien, Señor, disculpe. Le informaré al Coronel.
El Coronel Guzmán me llamó en unos minutos. Me recibiría. Le pregunté
por la salud de Juan y me dijo que había estado muy mal ayer y antier. El médico
le había pasado unos reconstituyentes. Cosas de viejo. Me expresó que tenía
algunosdatos interesantes para mí.
-¿Sobre qué? habríapreguntado.
-Sobre el arma con que se suicidósu amigoPersio Santana.
Tragué en seco. Apenas había saludadoal Coronel Guzmán el día en que me
entrevisté con Tetelo y Juan. De seguro ellos le habían narrado en parte lo
acontecido con el escritor y amigo. Como no creo en el destino me pareció
sorpresivo que fuese precisamenteel hijo de Juan quien estuviera a cargo en la
Policíade pesquisasbalísticas.
-¿Algo sorpresivo?
-Algo "increíble", dijo acentuando la palabra.
Allí estaré. Allí estaré.Gracias.
No quise conversar con Zoila sobre el tema. Me quedé leyendo hasta más o
menos las 12 de la noche capítulos interesantísimos de El Hablador, la última
novelade Mario VargasLlosa.Era el tipo de lecturanecesaria para romper con la
realidad dura que surgía-según mis presentimientos- en estaparte de la vidade
Persio y sus personajes. El propietario del libro, Bernardo Vega, me había
sugerido que debería leerlo con rapidez, puesto que había otros "aspirantes en
fila", según sus palabras. Le entregaría la obra mañana.
XXIX

Antesde irnos a pasaruna semanaen el Hotel Los Almendros había recibido


noticias de la Cancillería sobre un posible viajea París. Esto significaba un poco
de reincorporación a la vida diplomática. Debería visitar en la UNESCO a un
nuevo Directorpara tratar asuntosconcernientes a viejos proyectosdetenidos, y
para felicitarlo en nombre de las autoridades nacionales.
El Hotel Los Almendros es un bonito lugar de recogimiento en la zona
turística de la provincia de Puerto Plata. Un mar azul y verde baña las playas de
Sosüa, cercanas unosmetros. Barandillas de maderas finas entrecruzadas dana los
balcones del nuevo establecimiento una vistosa sensación de construcciones del
siglo pasado en los campos de la región. Mientras bajábamos del pequeño
autobús familiar luchaba duramente con la idea de completar los "momentos"
narrativos de Persío, Porque aquel fajo de papeles no eran sino "momentos",
algunos reales, otros irreales, los más una mescolanza de experiencias en las
cualeslas figuras erandibujadas y desdibujadas de manera intencional para en un
afán de reconstrucción re-inventar biografías difuminadas por el odioa veces,por
al amoren ocasiones.
Habíallegado casi a la decisión de devolvera Patty sus papeles, pero preferí
rumiar un poco todoaquello.
Desde mi reciente entrevista policial había llegado a la conclusión de que
Persio, al suicidarse con espectacular actitud escenográfica, había puesto el
colofón a su última obra narrativa no con la máquina de escribir, sino con la
acción misma. Quien completara su última novela tendría que considerar su
muerte como el resumen y final de cuanto había borroneado en numerosas
cuartillas.
El paisaje de Sosúa, en la costa norte de la República Dominicana, se abre
hacia un Océano Atlántico claro y matizado de luces. Las playas son de arena
dorada, y el viento teje una despeinada canción en la que se pueden adivinar
rumores de todo tipo.
Si uno cierra los ojos y sólo escucha, tendrá la sensación de que el mar
170 MARCIO VELOZ MAGGIOLO

inventa silbidos, crea unaespeciede sombrade los sonidos que uno adivinacomo
cualquier vieja música; a veces Zoila y yo, silenciosos, decíamos al unísono:
"ahora se puede escuchar el solo de trompeta del Lago de los Cisnes", "ahora
esto,ahora lo otro".La mentecansadase saledel rumoroso chapoteo de la ciudad
para encaramarse en frescas monotonías de ruidos espumosos, chirridos de
gaviotas parecidos al de esas puertascon cerradurasoxidadas; ronquido de hojas
secasrozándoseen una fragua de vibraciones resquebrajadas que se asemejanal
golpede la güira en el merengue fiestero y dominicano.
En la piscina del hotel jovencitas de tangas atrevidas voltean aguas desde el
fondo rompiendo toda posibilidad de concentración. Detrás de nuestra mesa,
blanca y decorada con flores de buganvillas, el buffet medio turístico medio
criollosalpicado de mariscos, trozos de melón, humeante café y sopa de pescado.
Digo que Persio habríade escribir el final de su relato con el suicidio porque
sólo a partir de este acto alguien pudo o podría haber dicho lo que él no hubiera
escrito para concluir su novela. Temiendo concluir la misma con uno de los
secretos más profundos de su vida, tomó la Browning calibre 9 milímetros, y se
retiróde todo. Era la mismapistolade la que en un momento dijo que tendríauna
especie de historia para el futuro mismo de Manolo, o algo así. Era la pistola
que, según Persio, Toñito había dejado a Manolo para que éste, a su vez, se la
pasara a ¿don Marino?... ¿don Pancho? .. (No tengo ahora los originales a
mano). Los he dejado en mi escritoriode la capital para releerlos. Era la pistola
que Manolo había "vendido" a Juan Caliente; la misma. El arma que bullía en la
cabeza del escritor cambiando de manos, de dueño, de calibre, llevando su
culpabilidad a veces y su heroísmo otras,a quienesPersioconsideraba agredibles
o defendibles.
Reescribiría la historia del escritor que se atreve a escribir su historia, pero
¿estaría la dulce Patty de acuerdo?; ¿resistiría la verdad de un marido con las
manossuciasde pólvora,y no sólo de pólvora,sino suciasde muerte?
Sin embargo la novela de Persio, "MateriaPrima", debería terminar así. Un
capítulo final en el cual el enredode su gran complejode inferioridad se desatara
como un ovillo.
-¿Iremos a la playa o nos quedaremos aquí? El agua de la piscina está
buena.
-Bajaremos a la playa.
Allí nuevamente el oleaje. Sosúa tiene un fondo imprevisto, es una playa
baja que a pocos metros se declara mar abierto. Sus aguas interiores son de un
movimiento denso, como de aceite suave. Metiendo la cabeza durante varios
segundos aguas abajo le parece a uno oír el sonido de los barcos que zarpan de
otrospuertos del Atlántico, allá en la Europa consular.¿Será esa la voz de algún
marinero en Génova,o tal vez el ruidode una turbinaque comienza a moverse en
Le Havre? El Atlántico es unitario, y esas aguas que lleganhasta Sosúa y hasta
todas las playas del norte son las mismas que cambiando de color y de
temperatura lamen las playas de Normandía y los bajíos de Holanda; son las
MATERlA PRIMA 171
aguas frías de los fiords, las mismas. ¿Acaso los huracanes de los trópicos,
cuando recurvan en el Golfo de México no mueren en las costas de Noruega y
Suecia? .. Recorren el camino atlántico movidos por el caluroso impulso de un
trópico que muere lentamente en su interior a medida que penetran en las altas
presiones de las zonas heladas. "Mira Zoila, (le digo a mi mujer, claro, sin que
ella me escuche) si abrieras los ojos bien podrías ver los reflejos distantes del sol
de medianoche, y escucharías el sonido de las focas polares copiado en la suave
palabra de los delfines que pasan ahora mar afuera, como las sirenas vistas hace
siglos por Cristóbal Colón".
Pero lo cierto es que el país me aturde. Santo Domingo, la capital, me golpea
con violencia. A veces uso la imaginación para salirme de este fuego, el enorme
fuego que va generándose dentro de mí y que me tuesta el alma con cada retomo,
con cada regreso. ¿Oyes las campanas de Tenerife? ¿Escuchas los fuegos
artificiales de Valencia?... ¿Sientes como un disparo, como un bang distante
salpicado de sangre?... Son los barcos piratas llegando a la bahía. Son las tropas
napoleónicas ocupando la costa norte de la isla de Santo Domingo por órdenes
del emperador. ¿Cuántas veces navegó Josefina Bonaparte, esposa del General
Leclerc, por estas aguas antes de culminar en estatua desnuda en los jardines de
Villa Borghese?
Los europeos ignoran bastante de la historia de Europa que se forjó en
América.
-¿Estás como ensoñado?
-No, no; pienso en el mar.
-¿No estarás pensando en Persio?
Claro, no le había manifestado a Zoila mis conclusiones, ni se las
manifestaría. Por lo menos hasta este momento el secreto ha quedado entre el
Coronel Guzmán y yo. En estos momentos ya se han hecho gestiones para que
una calle lleve el nombre de Persio. Se le aprecia tanto. Se le quiere. Su obra
literariaes de grandes ribetes.
-Usted comprenderá que sacar a relucir esto no tiene mayores beneficios.
Sería como lanzar lodo sobre su imagen. Además en el fondo había cierta
justificación, le dije.
-Tendríamos que hablar con el propio Jefe del Estado.
-Yo diría que habría que convencer a sus superiores policiales. El caso no
tiene ya culpable. Nadie podría llevarlo a la justicia. Ni siquiera estando vivo
habría cumplido condena, puesto que la ley....
Las ganas siempre me han estimulado. Me recuerdan aquellos versos de
Ricardo Miró que el declamador y actor Perita decía maravillosamente en el
parque San Miguel en nuestros años de adolescencia:

En el patio andaluz, a donde apenas


penetra el sol en ondas fugitivas,
172 MARCIO VELOZ MAGGIOLO

inmóviles, calladas, pensativas,


hay, como un par de enormes azucenas,
dos garzas melancólicas, cautivas ...

El poeta señalaba que las garzas "son lo que huye", son algo así como viejos
recuerdos ... "El vuelo de las garzas, me enamora" ...
Dos garzas, tres, cuatro, una bandada, surcaba ahora el cielo azul límpido.
Pañuelos distantes, sombras al revés, notas de alguna canción sólidamente
andando por los cielos... ¿O eran gaviotas?... Sí gaviotas. Las mismas que
vuelan a los basureros de tierra en los alrededores de los mercados de Lima;
exactamente, son gaviotas. También las he visto por millares y millares en las
dársenas de New England, cerca de New Haven... Valdría entonces decir: "el vuelo
de las gaviotas me enamora".
Esa mañana el Coronel me esperaba en las puertas del despacho. Dos oficiales
de menor rango me acompañaron al laboratorio. El informe ya mecanografiado,
era conciso, como un diagnóstico de enfermedad grave.
"Señor, por medio de la presente le informo que la pistola Browning, calibre
9 milímetros, Numeración S-777-993-m-H2-6, fue comprada en el año 1947 por
el Gobierno Dominicano habiendo sido asignada tres veces a oficiales de la
Policía y pasada luego, con descargo, a los Servicios de Inteligencia Militar, en
fecha 13 de agosto de 1955. Según consta en nuestros archivos, los oficiales que
la usaron, fueron:

1947 Teniente Dionisio Alcántara, P.N.


1947-49 Capitán Alberto Suárez, P.N.
1949-55 Capitán Epifanio López, P.N.
1955-61 Mayor del SIM, Antonio Rodríguez (Toñito).

"Para conocimiento, se informa que este oficial fue muerto el 30 de junio de


1961, en la ciudad de Santiago, por desconocidos que le dispararon y robaron
el arma, en el Café "La Mulata".
"Para conocimiento del señor, la revisión de huellas en los casquillos revela
que es el arma con la que se disparó contra la señora Laura de...., muerta en
un motel de esta capital..."
El documento hacía referencia a cómo se habían hecho los análisis y... en fin,
aportaba datos técnicos que no eran de mi interés.
El sol ascendía lentamente. La marea había subido bastante. El bullicio de
gentes consumiendo ron, oyendo música en radio-cassettes, cantando canciones de
hoy, golpeaba mi pensamiento, que tremaba ante la posibilidad de considerar a
Persio un...
MATERIA PRIMA 173
-¿Releíste los documentos?
-Vinimos a la playa para olvidarnos un poco de todo aquello, ¿no?, dije
hipócritamente. Las gaviotas seguían. El ruido seguía. En la distancia más
distante oí la voz de Leo Marini, silabeando una canción de los años 40: Vi
entonces a Persio junto a Gertrudis L. Habría sido Toño, no el héroe, sino el
calié, el Subjefe del SIM en Santiago el que la llevara al suicidio. ¿Entonces qué?
¿Venganza o lucha política?
Mejor no continuar. Ahora me llegaba a la mente Gertrudis. L. transformada
en una Laura amorosa, prístina, distante de las manos de un amante tímido que
con su literatura inconclusa la transformaba en mujer de "sociedad", salvándola.
¿Enterraba con ella a la otra Laura? ¿La muerta del motel? ¿La madre de sus dos
primeros hijos?
Volvimos a la habitación ya con las estrellas en el cielo. Había música
rumbosa. Recién casados y novios gozaban del esplendor de una luna tan mística
como la de los cuentos de hadas. Tomé la mano de Zoila y sentí la circulación
pausada y rítmica de su sangre. Se había colocado una pañoleta dorada sobre la
cabeza. El nudo detrás de la nuca le daba un aire de "amante a lo pirata". Se rió a
carcajadas de mi ocurrencia, como siempre lo hacía, generando en mi interior una
feliz sensación de amoroso reconocimiento.
-¿Sabes que me gustas mucho?
-Deberíamos divorciarnos y casarnos nuevamente. Probaríamos así nuevas
lunas de miel ya casi en los cincuenta.
Siempre los enamorados se dicen frases cursis. Como en las canciones y
poemas de amor que emocionan; no importa tanto la construcción de las letras
como el contenido de amor que en ese momento le done el que recibe el
requiebro. Es la vieja teoría del significante y del significado. esbozada por
Saussure, y transformada por el lingüista Carlos Bausoño: la expresión dicha
tiene un sentido para quien la crea y puede ser enriquecida por el sentimiento y la
interpretación de quien la recibe. Flor, para un botánico es una criatura con
pétalos, estambres y pistilos, para mí es la expresión de esa mano que la trae,
para mi es el color de unos labios, y es también el perfume de todo lo juvenil...
-Te has puesto super-romántico, me dijo Zoila cuando traté de explicarle al
través del método más cursi las mejores teorías de la lengua.
-No, es que la vida ha sido grata con nosotros; conmigo en particular. Bien
que soy un burgués, bien que mis amigos de viejas épocas me combatieron, y
bien que ahora me admiran, porque a los 50 años pasé por muchos caminos
creyendo siempre en mis propias ideas..,.
Durante una semana Zoila y yo disfrutamos de una vida diferente. Cuando
salimos de Sosúa y del Hotel Los Almendros, ya había yo generado ideas sobre
la significación de los papeles de Persio y su futuro.
Escribiría una novela, y este sería más o menos el argumento:
Un diplomático que regresa de uno de sus tantos viajes. Una mujer llamada X
174 MARClO VELOZ MAGGIOLO

que sabiendo que su esposo, el escritor X está a punto de morir pide al viejo
amigo que termine, "por favor", los capítulos faltantes para poder así cumplir
con un encargo de editor. Un diplomático que apenas ha escrito unos cuantos
relatos y que se lanza a estudiar toda una confusa documentación en la que el
escritor mezcla la realidad con la fantasía. Un asombrado diplomático que
comienza a notar que él mismo es un personaje y que el escritor ha mezclado
nombres y fechas, hechos y pensamientos, ilusión y crimen.
"De alguna manera el diplomático se convence de que el escritor deformado
por la vida de los años duros de una dictadura, sufre entre los vaivenes de la
política golpes rudos en su propia existencia cotidiana. Odia la dictadura al través
del amor y no de la política misma. El diplomático comprende que todo
personaje que rechazara o que lograra aquello que el escritor deseaba, sería blanco
de su ira... Pero lo principal: de alguna manera vengaría la muerte de alguien
llamado Gertrudis L., convirtiendo el personaje que causa la muerte de ésta en un
héroe literario, habiendo sido un canalla en la vida real... ¿Mata a su esposa y
luego la glorifica en la imagen de otra Laura? .."
-Bah, revolver ese mundo no es tan importante como olvidarlo. ¿Qué
importan Manolo, las Lauras, la propia Patty, Emilia y los tantos personajes
vivos y muertos de esa literatura? Con simple fuego, con echar a la candela estos
originales se cumple el ritual del silencio. Sería lo mejor para todos. Aún la
propia biografía de Persio quedaría archivada con la nota del Coronel. Son
sentimientos.
xxx

Mientras el jet despega vuelvo a leer los escritos de mi amigo. He hecho


copia de ellos entregando a Patty los originales todavía manifestándole mi
indecisión.
A mi regreso de Sosúa, sin embargo, Patty me facilitó una carta de Papiro
llegada desde Roma pocos días después de que ella me entregara los originales. La
carta la había conmovido profundamente. Había llamado telefónicamente a Roma
con la idea de consultar con Papiro acerca del envío, pero los teléfonos que
aparecían en la libreta de Persio no eran precisamente los que correspondían a
Roma, sino a Estocolmo.
Ciertamente la carta coincide con el colofón real de la novela que Persio
hubiera escrito y sellado con el disparo.
Alguien despachó la carta desde Roma, pero estoy plenamente convencido de
que fue escrita, como las demás, por el propio artista. Una parte intrigante de su
biografía sería saber quién recibía en Roma las cartas que Persio se escribía
haciéndolas retornar hacia Santo Domingo en un acto más ligado con la
imaginariedad de su mundo que con la realidad presente... ¿Tal vez Papiro
sabiendo antes que nadie de la enfermedad de Persio cumplía con el simple
cometido de redespachar la falsa correspondencia? ¿Habría puesto Papiro ideas
propias en las cartas o sólo sirvió como pared de rebote para las alucinantes ideas
dePersio?...
Insisto, tal vez me atrevería a escribir una novela, no a completarla Tendría
que ir transformándome en Persio. Necesitaría entonces amar lo que el amó;
recomponer mi infancia y rehacer mi biografía anterior para con ello "entrar" en
el mundo de quien veía mi mundo de otro modo. ¿No sería mucho pedirme?
Comenzaría con un capítulo de retorno. Un capítulo en el que se me vería
sentado cerca de la iglesia del Rosario, mirando el grandioso Ozama. Sería el
capítulo justificativo de mi pasado revolucionario, reducido tal vez a varios
meses de lucha clandestina, y a la búsqueda de un escondite en el cual no fuera
176 MARCIO VELOZ MAGGIOLO

posible identificar al desertor, al que huyera de la lucha cuando ésta era más fuerte
y dramática.
Oh, entonces podría escribir unas cartas. Sí, unas cartas desde algún lugar de
la tierra. En ellas desarrollaría mi vieja teoría de que la vida cotidiana es la que
determina, realmente, los grandes hechos de la historia ¿Qué tal Romai.; ¿Qué
tal las comparaciones entre Roma y Villa Francisca? .. Creo aún en la
inautenticidad de lo heroico. Pretendo que los héroes están conformados por dos
elementos claves: valor personal y coyuntura histórica. El valor personal lo
poseen millones de seres, mientras que la coyuntura histórica es uno de los
espacios del azar.
En las cartas irían nombres y momentos. Estamentos de una situación social
en la que el hombre y el barrio se confunden; en la que la sombra de la dictadura
arropa toda infonnación, y en la que toda información vive como una imagen de
la dictadura. Nadie puede superar a su propio yo creyendo que lo ha modificado.
La idea de confundir será permanente. No importa tanto el personaje como la
confusión mental. Entonces los capítulos de prueba son a la vez que venganza,
historia y justificación, denuncia y corroboración de cuanto se ha vivido. Isolina,
Emilia, nombres encontrados en el camino que habrán de servir para una historia
que nunca será coherente.
La idea del barrio. El barrio alto, mirando el mar. Los caliés y
vendeconciencias girando. Las pequeí'lasgoletas que se alejan. La violencia de la
infancia cercenada, y el mundo febril de gentes silenciosas y humildes que usaban
hasta saco y corbata para trabajos de obrero, como el tío Julio, aplastado por la
dictadura.
Escribiría sobre un tal Manolo, de nombre desconocido. En él tendrían que
recaer mis odios más dolientes. Un rival terrible; un duro rival. Reconstruir su
vida a la manera del novelista destrozando su biografía sería el límite y objetivo.
Con ciertos papeles y grabaciones de cierto amigo escritor fallecido, reordenar la
vida como un creador de universos, escondiéndome detrás del documento ajeno.
Así podría hablar del Bronx, de Diego Farándula. a quien conocí en los sesenta
Insertar mis experiencias en ParleAvenue mezclándolas con las de Diego... Pero
me harían falta las memorias del tal Manolo, y habría que tomar parte de mi
propia vida para reconstruir la suya. Y así reconstruiría a Laura, la puta. Y
destruiría a la otra Laura, a aquella que precedió a Zoila y que alguien "suicidó"
en un motel culminando el curso de su infiel carrera.
y así... Sin dudas me hubiera gustado conocer a Hans, el de Emilia. Y
hubiera sido para mí agradable desmentir que los hijos de Juan el Carretero se
llamasen Manuel y Sorita. Lo mismo: ¿desde cuándo Manolo fue Musulmán
Negro? ... Materia prima, todo materia prima. ¿Tendría suficiente aliento para
organizarla cuando un editor esperaba a tiempo justo el final de la obra? .. Sí,
creo que sí.
De todos modos ya en el jet, releo la carta, la última carta de Papiro. Pienso
en Juan el inglesito, también en Végere; se me va nublando la mente porque
MATERlA PRIMA 177
Toñito, que pudo haber sido un héroe, se transforma lentamente en lo que fue:
Subjefedel SIM en Santiago. Le tuve afecto,le creí cuando hablabade lo terrible
de la dictadurasiendo yo un niño; por lo tanto su muerte en Santiago me alegró;
sería diferente de la que Persio le asignara como parte de un complot contra la
dictadura.
Juan Vicente y la Condesa siguen siendo amigos. Emilia y Juan Vicente
habrán de divorciarse un día. Lo sé. ¿Podría llamarlapor teléfono y preguntarle,
lo mismoque Persio, qué piensadel amor?
Te diré que con la muerte de estos personajes mediante un disparoen el cráneo
también muere un poco el barrio. Ahí están los tractores abriendo la nueva
avenidaque cruzarála ciudad. Cada símbolocontenido en casas de madera y zinc
y en viejas formas arquitectónicas, dejará de evocar pasados y situaciones en
cuantoquedeconvertido en un montón de escombros.
¿Es por eso que acepto el reto? .. Sí, me diré. Pero eres injusto sólo
presentando el marco negativode una historia que fue también gloriosa. Papiro
tiene razón, él es la otra parte, la parte positiva y optimista de Villa Francisca.
Si retomarassu voz tendrías que comparar el conjunto de cuadras con la Grecia
magnánima que lanzó a los cuatro vientos su cultura aún siendo esclava de los
romanos.
¿Acaso no salió de Villa Francisca una pléyade conquistadora de poetas,
artistas, científicos y maestros para transformar partes mínimas del mundo?...
Arístides Incháustegui cantó con voz brillante y suave en las mejores salas de
Nueva York; conquistócon sus arias la Gran Manzana. Le escuchábamos en el
coro del Convento, luego en la televisión, más tarde en el Metropolitan; ¿y qué
decir de Frank Lendor, barítono, genial histrión de la música verdiana?Hacia los
mundos del Caribe, como un pirata romántico en cuya voz se derretían las
melazas del trópico, emigró Alberto Beltrán, conquistando Santa Mana,
Maracaibo, La Habana, Santo Domingo. Inglaterra no hubiese dado a Francis
Dralce título de Sir ni de conquistador si hubiera conocido un negro que con la
voz conquistó y rindió las poblaciones que el imperio inglés habría de redimir
con sangrey fuego.
De Villa Franciscaemigró hacia los EstadosUnidos el eficaz galeno Marcos
Antonio Charles y Santana, conquistando los predios del Medical Center, en
donde ganó fama de amigo y de excelente protector de sus conciudadanos; y
también de allí surgió un conquistador egregio como lo fuera Héctor Pereyra
Ariza, vecino de Flor Cabrera, y conocedor a fondo de los boleros de Daniel
Santos,los que sin dudas ayudaron en muchosu temperamento festivo, suave y
amistoso. Psiquiatra convertidoen mano pródiga, conquistó Ministerios, abrió
puertas al carifto, ingresó en la diplomacia y con su palabra de origen humilde
cautivólos rincones del Darién, Y las nochesde Centroamérica.
Esa Villa Francisca que ahora pierde el rostro, fue, por tanto, paridora de
historias positivas. Como la historia de aquel muchacho flaco llamado Juan de
Dios,que hacíadiligencias y recadosen casa de Gerénimo el fotógrafo mientras
portaba una güira de calabaza con la que se acompañaba a ritmo de merengue
178 MARCIO VELOZ MAGGlOW

cuando ingresó en la Orquesta San José, para luego, haciendo su propia orquesta,
recorrer el mundo y la gloria con el nombre de Johnny Ventura. Esa Villa
Francisca vio reunirse muchas veces, en casa de Pepito Nolasco, muerto por la
dictadura, a José Dolores Cerón, a Bienvenido Bustamante, a Mongo Matos, en
cuya conversación bullía la sordera de Beethoven y la impaciencia de Mozart
Villa Francisca dispersó sus ejércitos del bien y del "sabor" por todos los
horizontes de la tierra.
En una de las lejanas islas griegas, sentado en un café de mala vida y
recordando los tiempos del Habana-Madrid, vi una vez una mujer de rostro
antillano en una mesa solitaria. Se llamaba Gertrudis, y había nacido en Villa
Francisca. Lesbos y Villa Francisca se durmieron en una noche de amor
increíble, fatigosa. La diplomacia y el recuerdo se fundían.
Puedo continuar. Es por esa razón que puedo continuar. La vida debe ser
reconstruida a manera de viento, de sombra que pasa, de sonido dulce emitido por
los tubos de la zampoña peruana que es, increíblemente, la misma que la flauta
de Pan. En el año 500 antes de Cristo la Grecia de Pericles y el Perú Pre-incaico
emitían músicas de similar tristeza.
Entonces, escribiría en un plan continuado, sobre la muerte de Persio, sobre
mi búsqueda de "datos" para terminar una novela que Patricia (Patty) me encarga
terminar. ¿Homenaje o recordatorio?, diré. Confusión, dirás. Y hablaremos con
Tetelo, y veremos a Emilia que ha retornado. Y nos iremos al hotel Los
Almendros en donde habremos de decidir retomar el principio de todo y
organizarlo.
Mientras el jet volaba a una altura inconmensurable, releía la última carta de
Papiro a Persio.
XXXI

Mi querido Persio:
La Europa de hoy no es la misma que la de hace minuto y medio. ¿Nunca has
pensado en el suicidio? Yo sí. Sueño con la muerte heroica. Sueño con el
martirio. El cuerpo tendido sobre la pira arde durante horascomo si no quisiera
desaparecer. Me he enterado de la muerte de Iso. La veo envuelta en su blanco
sudario. Es unamatrona romana, una vestal anciana que adivinó, como Casandra,
el futuro de los pueblos, el destino del barrio. Orlada, nimbada por la luz que
cubría el universo de Villa Francisca dijo un día, bajo la influencia de Belié
Belcán: "estoserá destruido, y nuevas vidasy nuevas casas se levantarán sobre
nosotros". Paradigmático. Su predicción se cumple. El decreto ha salido en los
periódicos, tal y comoen las escaleras de la curiase leíanlos dictados del senado
en la Romapagana. ¡Oh! VillaFrancisca ha comenzado a desaparecer. Sus viejas
calles mueren, las huellas de Végere, mi hombre primitivo, ya están debajo de
grandes bloques de cemento quesellan para siempre toda arqueología. ¿Nunca has
pensado en el suicidio? Hoy ha vuelto el otoño, las hojas amarillas vuelven a
caer como un cortinaje; los amantes se besan junto al Tíber, ahora lleno de
restaurantes flotantes bajo puentes milenarios repletos de silencios y secretos.
¡Vale amigo! Somos Mucio Scévola dejándose quemar el brazo para demostrar su
capacidad de dolor, salvando su vida y la de sus amigos; somos Hatuey, el
cacique que huyó en canoa a Cuba cuando llegaron los espai'ioles a Santo
Domingo y allí prefirió quemarse en la pira antesque renunciar a sus dioses. Fue
tan etnocéntrico que al saber que en el cielo había españoles dijo preferir el
inñerno, Somos Horacio Quiroga, perdido en la noche de la selvay pensando en
morir antes que seguir con los fantasmas dentro; somos Alfonsina, la gran
Alfonsina Stomi, caminando hacia el fondo del mar como una autómata
encantada y cubierta porremojados velos transparentes.
VillaFrancisca es el universo. Un universo en transformación. Medicen que
desde el Habana-Madrid podría ver ya los grandes tractores derrumbando muros.
¿Acaso cuando Tiberio constituyó su villa en Capri no hizo lo mismo? Había
allí un milenario poblado neolítico que él trasladó hacia tierras viníferas en el
norte, porque el recuerdo de los vividores, sus tradiciones, sus fantasmas podían
180 MARCIO VELOZ MAGGIOLO

entorpecer sus pensamientos suaves de emperador enfermizo. Roma es Roma.


Villa es Villa.
Por aquí los aires se enrarecen. La lluvia fina del otoño es del color de la
melaza; se tifle de árbol cansado y polvoriento como los árboles del parque Julia
Melina, sin cuyas casas de cigua-palmera y ruiseñor son inconcebibles
Me han dicho que el entierro de Persio ha sido regio (perdona si escribo sobre
ti mismo. ) Estuvieron en el "solemne acontecimiento" muchas personalidades de
la prensa, la radio y la televisión. El propio Presidente, y Ariel, el amigo Ariel
que ha presenciado tu muerte. Cosas increíbles Persio. Pero el suicidio es
liviandad de los dioses, decisión de los seres superiores. La Bhagavad Gita de los
hindúes es clara: "Así como un hombre, después de haber tirado las vestimentas
usadas, toma otras nuevas, así El (Atman), después de haber tirado los cuerpos
usados, busca otros nuevos. Las armas no pueden matarle, ni el fuego quemarle,
ni las aguas mojarle, ni el viento secarle. No puede ser muerto, ni quemado, ni
mojado, ni secado. Es invariable, omnipresente, estable, incambiable, eterno".
Bellas frases para quien ha pensado en la muerte, Persio. Sin embargo aún
aquello que muere se mantiene activo y palpitante. Nada permanece inactivo un
solo instante. Bien que el pensamiento va hacia más. ¿Sabes que toda la
imaginación es vida y que en todo cuanto piensas y creas estás viviendo?
Según se me informa la calle Félix María Ruiz • parecida en mis recuerdos a
la vía Salaria, ha sido ampliada como en épocas de Galba. Los barrios aledaños
quedarán aletargados con tanta grandeza. Los ejércitos de la paz entrarán entre
pífanos y cornetines brillantes sobre el territorio conquistado, y las viejas hadas y
brujas de tiempos remotos mirarán desde la inconmensurable lejanía que "todo
tiempo pasado fue mejor". ¡Oh Manrique, reaccionario y poetal. Claro, incapaz
del suicidio, porque el presente para él era inabarcable. Vivía dentro del sueño:
"Avive el seso y despierte", como para Calderón todo era onirismo, todo era
posibilidad platónica, fuego de inteligencia divina presocrática: eterna,
inamovible, permanente.
Pero no, Villa Francisca es un simple modelo de que no, de que todo cambia
y de que el presente de hoy podría ser el mejor pasado. ¿No somos egoístas
pensando que sólo nuestros recuerdos valen? ¿Acaso los que ahora viven en ese
mundo, en ese universo sobre las huellas de Végere no tienen también sus
ideales, sus preguntas y respuestas, sus modelos de transformar el mundo? No
amigo Persio, la muerte de Iso, el retorno de Emilia, el cambio de la faz del
barrio necesitará no de un cronista. sino de muchos. Sé que estas líneas te serán
duras, pero es así. También el tiempo presente es "mejor", todo depende. Sin
embargo para los que comparamos el universo mínimo con el gran universo.
toda transformación de nuestra red de conocimientos trastrueca también el sentido
mínimo de las realidades. Es como si le arrancases una patita a la hormiga boba
Nadie -sólo ella- sufrirá el catastrófico y diminuto hecho, pero algo del
mundo cambiará en torno a la minimez trágica de la hormiga y seguirá rodando
en el macro-tiempo de la maldita historia de tantos pueblos que no se conocen.
(Me dicen y no acaban de la muchedumbre siguiendo tu cadáver).
MATERIA PRIMA 181
Por eso te digo que si piensasen el suicidiodebes avisarme, Sería interesante
que ambos, el mismo día, a la misma hora, hiciéramos "ejercicio tan digno".
Tendríamos un motivo justo: la ruptura del mundo conocido. La destrucción de
nuestras ideas fijas. Filosóficamente es aceptable. También una enfermedad dura
lo justifica. Un cáncer en ti por ejemplo, la melancolíaen mí.
Es o sería lástima que no consultáramos antes a Mishima. El nos hubiera
dichoque el hara-kiri es más ritual y conmovedor que la pólvora. Sin embargo su
ejemplo es claro. El Atman, después de haber tirado los cuerpos usados, busca
Ob'OS nuevos. No nos embalsamarán. Estoy seguro de ver la transformación de
nuestras carnes y jugos gástricos en proteínas y óxidos capaces de alimentar no
sólo la tierra. SiDO los módulos de otras vidas. Moscas azules podrían usarnos
para desovar,puesto que existe un mundo vigoroso en todo acto de putrefacción.
¿Qué son los gusanos sino seres nuevos venidos a la vida desde un horizonte
desconocido para ellos? Seremos y somos su "materia prima", sin nosotros no
volverían ni filosofarían sobre el origendel universo, tan cerradoque sólo cuando
llegaran a las fronteras de nuestras anatomías comprenderían que hay miles de
anatomías en las cuales el gusano puede florecer endógenamente, pero no
subsistir. Si un gusano de tu cuerpo -supongamos que nos pudramos juntos-
pasara al mío, moriría. Su universo creador es una anatomía distinta. ¿Acaso
puedes respirar en la luna? Estamos llegando, ya lo ves, a la Metatá-phisiká de
Aristóteles. Pensar sobre lo pensado.
Lamento que estas líneas llegarán cuando la muerte te encuentre, nos
encuentre, en otra dimensión del tiempo. No es fácil escribir antes de la decisión
ni leerseluegode haberlatomado.
Sin embargoamigo. te aseguro que debajo de todas estas visiones, por detrás
de personajes como tu vieja mujer Laura -puta o ser divino, no sé- vive la
agonía, vive la imposición de unos valores que nunca conjugaste, está
permanente la inconfonnidad del presente que nunca se resolvió en futuro
predilecto.
Todo juez tiene que imaginar las debilidades del reo y las cualidades del
verdugo.
Viendo los pinos de Roma, oyendo la música de Respighi, levantaré la
pistola, lo sé. y sentiré tu mano apretando el gatillo. Nos fundiremos
lentamente. y cuando esta carta llegue a tus manos, estaremos muertos. ¡Los
recuerdos!. Villa Francisca será Ob'O momentodel mundo. Con los anos alguien
pensaráen sus seres y vidas. Nosotros,sin embargo,podremos decir que fuimos
consecuentes conel recuerdo.

Roma. 1984. Santo Domingo. 1987.


PUBLICACIONES DE LA FUNDACION
CULTURALDO~CANA

HISTORIA DOMINICANA
Obras delLic.BerM1'6tJ Vega
"Imágenes del Ayer"
"LosEstadosUnidos y Trujillo 1930" (Dos volúmenes)
"Los EstadosUnidos y Trujillo 1945"
"Los EstadosUnidos y Trujillo 1946" (Dos volúmenes)
"LoS Estados Unidos y Trujillo 1947" (Dos volúmenes)
"La Migración Española de 1939 y los Inicios del Marxismo-
Leninismo en la República Dominicana"
"Nazismo, Fascismo y Falangismo en la República Dominicana"
"La Vida CotidianaDominicana a Través del Archivo Particulardel
Generalísimo"
"Unos Desafectos y Otros en Desgracia. Sufrimientos Bajo la Dicta-
dura Trujillista",
"Control y Represión en la Dictadura Trujillista"
"LosTrujillose Escriben"
"UnInterludio de Tolerancia. (El Acuerdo deTrujillo con los Comu-
nistasen 1946)"
"MásImágenes del Ayer"
"Trujillo y Haití'" Tomo I (1930-1937)
183
BernardDiedericñ
"Trujillo, La Muertedel Dictador".
G. Pope Atkins
"LosMilitares y la Políticaen la República Dominicana"
Carlos Esteban Deive
"La Mala Vida"

HISTORIA EN GENERAL
Bernard Diedericn
"PapaDoc y los Tontons Macoutes. La Verdad sobreHaití"

ANTROPOLOGIA
Lic. Bernardo Vega
ArteNeotaíno"
"Santos, Shamanesy Zemíes"
"Los Cacicazgos de la Hispaniola"
Lic. Bernardo Vega, Carlos Dobal, Carlos Esteban Deive, Marcio
Veloz Maggiolo, Rubén Silié, José del Castillo y Frank Moya Pons
"Ensayos SobreCulturaDominicana"
Carlos Esteban Deive
"Vodú y Magia"

liTERATURA
Evgueni Evtushenko
"Fukú"

184
COLOFON

Esta primera edición de 1,000 (un mil) ejemplares de


MATERIA PRIMA (Proto Novela), de Marcio Veloz
Maggiolo, se terminó de imprimir, con los auspicios de
la Fundación Cultural Dominicana, en EDITORA
TALLER, C. por A., Isabel la Cat6lica 309, Santo
Domingo, República Dominicana, en el mes de
diciembrede 1988.
Marcia v eloz M ace/% ( 193 6 ). - A r aíz de
su novela De Abril en Adelan t«, M arc ia Velo z.
1 Maggio lo expresó que toda literat ura es co mo
su d o r. co mo materia q ue s e despren de del
org an ismo uc la c rea, elevándose o h und iénd ose
por sí misma . ya cuajada de vida o co ntam inada
por la muerte. En aquella oc asión el auto r inició
con su prora -nov ela un proceso narr ativo en el q ue
la dcs -narraci én y la dcscstructuraci én de lo rea l
tenfan como bas e IIL~ histo rias cotidianas de la
sociedad dominicana atra pad a entre la dictadura y la
int erv ención norteam ericana de 1965 . Mater ia
Prima continú a la saga, la histori a destructi va de
un barrio dom inicano. Villa Fr ancisca. demolido
mor alm ente por la d ictadura. y materi alm ente por las n uevas o bras q ue lo co nvirtiero n en
una nue va fachada del progre so popu lista. Esta obra , que sigue tam bién los d ictados de la
Irac turacié n de una histo ria q ue se cu enta desd e adentro. desde el mo mento más triste de la
dic tadura, >' q ue s e co mpara des de afue ra, en donde un pe rsonaj e trata de hacer Un
parale lism o de la histor ia del barrio co n la his toria un ivers al. Con esta obra, prod ucto de
una im aginac ión q ue raya muc has veces en la poesía y e n el sarcas mo, la producció n
novelística de M arcia Velo z Magg iolo alcanz a una madurez que le co loca co mo un maestro
de la narra tiva nacio nal.
Veloz Maggiolo ha obtenido el Prem io acional de Literatura 1962 , el Premio Naci onal
de Poesía 1962, e l Premio Nacio nal de No vel a 193 1, el Prem io Nacional de Cuen tos 19f':1.
De Abril en Adelani e, La Bi ografía Difusa de Sombra Castañeda, La Vida No T iene
Nomb re , Los Angeles de Hueso, so n ent re o tras de sus ob ras narrativas. co mo los re atos
de La Fértil Agonia del Arr.or "j Cuentos, Recuentos y Casicueruas, obli gada itcratura de
consulta para quienes desean entender el cam ino trans formad or con q ue el autor ha pautado
gran parte de la Iiter at ura c!ominicarla de nuestros días.
Materia Prima podría cons iderarse como una e..~tetizac j ó n de caos .
Com o esos fueg os art iflc iales q ue a reventar se transfo rm an en cie ntos de luceros
cayendo. los perso najes de este libro angusr ianre, se fr agmen tan , generando, al fin >' al
cabo, la his tori a ele muchas vidas. en manos de un esc ritor que habrá de vengarse co ntando,
narrando la parte men tirosa y más amar ga del pasado de los o tros, como v ía de oc ultar el
s uyo.

LOS EDITORES

Fundación Cultural Dominicana


Santo Domingo
República Dominicana
19&8

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