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Desde una perspectiva temporal, ocurre que todo está relatado desde
el pasado, pero no todo está relatado en pretérito. La problemática de los
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«Queda esa manija con fauces de león ... queda la cruz de piedra en el
jardín... y quedan los caballos negros de algún carrusel hace tiempo des-
montado ... n (pp. 44-45).
que nos llega en presente. Sólo cabe explicarlo como un pretérito -es-
tructuralmente- que aparece en el presente como resultado del cambio
de tiempo operado en el párrafo anterior. Así, su finalidad radica en la
introducción no forzada (puesto que la voz del narrador está ausente y
todo el cuento podría interpretarse como un monólogo de Victor) del pa-
saje de la cena en casa de los padres de Elena.
5. Un nuevo pasaje abarca desde el tema de los negros (p. 45) hasta
la sarta de actividades de doña Elena (p. 4 7) . V a en presente y, aparte
de la gradación anterior que permite que este tiempo aparezca sin estri-
dencias en el relato, conlleva un elemento externo de contigüidad con el
párrafo anterior : el jazzman negro y la discusión de Elena sobre los negros
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«-.. .les dije que nunca más vinieran a pedirme dinero a mí, porque yo
no manejo nada. Que yo los enviaría con gusto a la oficina de tu padre y
que allí la secretaria los atendería ...
. . .la muñeca delgadísima, de movimientos lánguidos, y la pulsera con
medallones del Cristo del Cubilete, el Año Santo en Roma y la visita del
Presidente Kennedy, realzados en cobre y en oro, que chocan entre sí mien-
tras doña Elena juega con el migajón ... >> (pp. 16-47).
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Víctor observa a doña Elena que le está refiriendo una serie de me-
nudencias de la semana anterior (en contraste y «complementariedad» con
los proyectos de la semana siguiente que le referirá Elena, todo futuro).
Se trata de unas menudencias importantes desde el punto de vista estruc-
tural. Recordemos la afición «complementaria» de Víctor y Elena a g,uar-
dar cosas viejas y curiosas. Desde esta perspectiva, doña Elena significará
una cosa vieja más para Víctor, una de las bases de su troilism interno.
hasta el momento en que parece acabar la velada (p. 50), con la inclu-
sión problemática del programa semanal de Elena. Este segmento apare-
ce en pretérito narativo. Para ello se apoya en el pretérito indirecto del
parlamento de doña Elena. El pasaje termina con la palabra clave «com-
plementar» :
«Paso al lado de una fundidora de vidrio, de una iglesia barroca, de una
montaña rusa, de un bosque de ahuehuetes. ¿,Dónde he escuchado esa pala-
brita? Complementarn (p. 51).
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« ... nunca alcanzan a decir todo lo que quieren porque sólo son, de prin-
cipio a fin, una búsqueda y una aproximación llenas de un extraño pudor ... >>
(p. 45 ).
ce ... entré en el anillo. y aceleré. Sí, a veces lo hago. Quiero estar solo y
correr y reírme cuando alguien me la refresca. Y, quizás guardar durante
media hora la imagen de Elena al despedirme, su naturalidad, su_ piel dorada,
sus ojos verdes, sus infinitos proyectos, y pensar que soy muy feliz a su lado,
que nadie puede ser más feliz al lado de un mujer tan vivaz, tan modern::~,
que ... que me ... que me complementa tanto)) (p. 51).
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Elena:
« ... su naturalidad, m piel dorada, sus ojos verdes, sus infinitos pro-
yectos ... >>.
Doña Elena:
<< ••. ojos negros y ojerosos muy azorados y la carne blanca y honda y per-
fumada como la ropa en los bargueños tropicales ... >>.
Pero en estos datos que se traen «por necesidad de contraste» (p. 50)
cabe encontrar la raíz de la auténtica complementariedad: doña Elena es la
objetualización (cfr. objetos antiguos conservados por Víctor y Elena y de-
coración de la casa de los padres de ésta; cfr. el monólogo de Víctor como
objetualización de su complemento en doña Elena-objeto antiguo) de lo
pasado, del recuerdo, frente al presente, vivo, natural, y al futuro de los
proyectos de Elena, Es decir, que la complementariedad de Víctor se tra-
duce en el nivel del discurso mediante la imbricación de tiempos: el de
la naración y el narrativo y mediante el contraste y complemento de es-
pacios: objetuales y ambientales.
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Podemos suponer, pues, que todo arranca de ese tiempo en que Víctor
se halla circunvalando la ciudad, cuando al final de la circunvalación se
va a encontrar camino de las Lomas de Chapultepec en vez de camino de
su trabajo; pero también podemos suponer, considerando la totalidad del
cuento, que todo él se encierra en unos puntos suspensivos, con lo que la
imbricación de niveles abarcaría incluso el de los signos de puntuación :
«Pero que a la hora de la cena le diga a su padre que una mujer puede
vivir con dos hombre para complementarse ... Víctor, por su propio bien,
usted debe sacarle esas ideas de la cabeza a su mujer» (p. 41 ).
« ... y pensar que soy muy feliz a su lado, que nadie puede ser más feliz
al lado de una mujer tan vivaz, tan moderna, que ... que me ... que me com-
plementa tantol> (p. 51).
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Ocurre que una lectura más completa del cuento nos presenta, no a
Elena en busca teórica de su Jules y su Jim, como última aventura pro-
gresista, sino a Víctor que encuentra progresivamente, en los dedos, la
mano, el brazo « y el escote negro abierto sobre los senos altos y apretados
como un nuevo animal capturado en un nuevo continente ... » de la tro-
pical doña Elena, su otra Elena, complemento de su mujer, una Elena
que va a pintar, a ver High Noon, a hablar con los Black Muslims, a leer
a Nerval, a disfrazarse de mural mejicano y que tiene su pose decadente-
mente intelectual:
«Ah, y el miércoles toca Miles Davies en Bellas Artes. Es un poco passé
pero de todos modos me alborota el hormonamem> (p. 50).
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