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AL ORIGEN DE LA ADORACIÓN

A todos nos ha pasado.

Esa repentina y no muy agradable sensación de saber que estás perdido.

Algo similar nos puede suceder a los que servimos en ministerios de alabanza. Semana a semana,
nuestro enfoque es guiar a nuestra iglesia en himnos de alabanza y en cánticos de gratitud y
adoración.

Pero si nuestro enfoque es solo un servicio musical en la iglesia, corremos el riesgo de perder la
perspectiva eterna de nuestro llamado y propósito como adoradores de Dios.

Puntos de enfoque sobre la perspectiva eterna de la adoración:

Revelación

“En el principio Dios…” (Gen. 1:1). Así como la historia de la creación narrada en las Escrituras
comienza con Dios, de la misma manera adorar a Dios siempre comienza con Dios mismo.

Como se puede cantar a Dios, sí Dios no es el centro de nuestra adoración. (no tiene sentido)

Dios se ha revelado a los hombres en la persona de Cristo Jesús. “El Verbo se hizo carne, y
habitó entre nosotros, y vimos Su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de
verdad” (Juan 1:14). 

Conocer a Jesús es conocer el carácter de Dios y sus propósitos de redención. Ese siempre debe
ser nuestro primer punto de referencia al venir a adorarle.

Cuando planeamos los elementos de un servicio de adoración antes de preguntarnos, “¿Qué


canción es la favorita de la congregación y hace tiempo no la cantamos?”, o “Esta me gusta y esta
no”, nuestra primera pregunta debe ser, “¿cómo va a ser honrado, proclamado y exaltado Dios, su
gloria y sus propósitos de redención, para nosotros, en este servicio?”.

Relación

Nuestro Dios no nos creó para gobernar sobre nosotros solamente por la fuerza, o demandar
arbitrariamente que le rindamos adoración. La Palabra es clara cuando nos muestra que Dios nos
creó para vivir en comunión con Él. Su voluntad siempre ha sido estar en relación con Su creación.

“El pueblo que Yo he formado para Mí Proclamará Mi alabanza”, Isaías 43:21.

“Ahora pues, si en verdad escuchan Mi voz y guardan Mi pacto, serán Mi especial tesoro entre todos
los pueblos, porque Mía es toda la tierra. Ustedes serán para Mí un reino de sacerdotes y una
nación santa”, Éxodo 19:5-6.

“La adoración del Único Dios viviente es esencialmente entrar en relación con Él, bajo los términos
que Él mismo ha propuesto, y solo de la manera que Él mismo lo hace posible”.

Jesús mismo, cuando llamó a sus discípulos, antes que darles un ministerio a desempeñar en el
reino, les llamó para que estuvieran con Él (Mr. 3:14-15).
Cuando nos reunimos como pueblo de Dios para exaltar Su gloria y proclamar su evangelio, no lo
hacemos como quienes se presentan para cumplir con una serie de ritos y costumbres religiosas
frías, indiferentes a nuestros afectos y desconectadas de una realidad eterna.

Nos reunimos para reconocer y recordar que si el Ser más valioso del universo nos ha creado para
vivir en comunión con Él, eso toma prioridad por sobre todas las cosas.
Redención

“Y todo esto procede de Dios, quien nos reconcilió con El mismo por medio de Cristo”, 2 Corintios
5:18

Dios nos ha creado para adorarle y estar en relación con Él, pero no podemos adorarle si no
tenemos una relación con él. La Biblia enseña que el pecado daña nuestra relación con Dios,
Solamente una reconciliación nos puede traer de vuelta a una relación con él.

“Entonces, hermanos, puesto que tenemos confianza para entrar al Lugar Santísimo por la sangre
de Jesús”, Hebreos 10:19

“Por tanto, ofrezcamos continuamente mediante él, sacrificio de alabanza a Dios, es decir, el fruto de
labios que confiesan Su nombre”, Hebreos 13:9

Es inconcebible un servicio de adoración donde inconversos salgan de allí pensando sinceramente


que adoraron a Dios en verdad. La invitación a venir a adorar siempre está allí para todos, pero
debemos de ser claros y, con sabiduría, tacto, y gracia, ser enfáticos en que no podemos adorar a
Dios a menos que confesemos primeramente arrepentimiento y fe en Cristo. No hay manera de
presentarnos delante de Dios para adorarle si no lo hacemos a través de nuestro Redentor y
Mediador, Cristo Jesús.

Respuesta

La mayoría de las veces, cuando hablamos de adoración nos enfocamos más en este punto de
referencia que en cualquier otro, al concentrarnos solamente en nuestra respuesta, o en la de los
demás corremos el riesgo de que sean estilos, gustos, preferencias, costumbres o tradiciones en
donde basamos nuestras convicciones, y no en la Escritura.

La respuesta apropiada de todos los seres humanos ante Dios, es dando todo el honor y la gloria a
nuestro Dios-Creador precisamente porque Él es deleitosamente digno.

Si nos enfocamos en adorar la respuesta de la congregación y la nuestra se reflejará en adoración


pura y no en emociones.

“Por tanto, hermanos, les ruego por las misericordias de Dios que presenten sus cuerpos como
sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es el culto racional de ustedes”, Romanos 12:1.

A la luz de este versículo entendemos que toda nuestra vida es ahora una ofrenda viva de alabanza
y gratitud a Dios por medio de Cristo. Adoramos a Dios cuando buscamos su rostro a solas en
nuestro tiempo devocional, y también adoramos cuando nos reunimos como pueblo de Dios para
exaltarle. Adoramos a Dios cuando salimos a pasear con nuestra familia al parque, y también
adoramos cuando trabajamos con responsabilidad y excelencia en nuestros respectivos empleos.
No solamente cuando estamos entre cuatro paredes frente a la congregación, en medio de un
servicio de alabanza.

Reino

Así como nuestra adoración a Dios no comienza en nosotros mismos, tampoco termina en nosotros
mismos. Aunque somos inmensamente bendecidos cuando adoramos a Dios, su bendición hacia
nosotros no es para que se quede en nosotros: es para que seamos de bendición a otros.

Es importante que todos los que dirigimos tiempos de alabanza tengamos en mente que adorar a
Dios no termina cuando dejamos de cantar o cuando nos bajamos de la tarima. El propósito de Dios
es que su evangelio sea predicado en todo lugar y que hagamos discípulos en todas las naciones.

Debemos anhelar que nuestra iglesia tenga la profunda convicción de que extender el reino de Dios
al proclamar su evangelio de salvación es también parte importante de nuestra adoración a Dios.
1cronicas 25: 7 - 8
El Ministerio de Alabanza es para exaltar el poder de Dios. Nunca jamás es para exaltar al músico o
al cantante… es para magnificar el poder de Dios. No hay lugar en un ministerio de alabanza para
estrellas… si alguien sólo quiere lucirse (por mucho que tenga para lucir) no tiene nada que hacer en
un ministerio de alabanza.

6. v. 7: El Ministerio de Alabanza es para los instruidos (los que siguen instrucciones). No sólo para
los talentosos… sino para quienes han sido instruidos para perfeccionar ese talento. Un músico
haragán o un cantante que se niega a crecer en su área de ministerio… no tiene nada que hacer en
un ministerio de alabanza.

7. v. 7: El Ministerio de Alabanza es para los aptos. El Rey se merece lo mejor: si no quieres pagar el
costo de aprender no tienes nada que hacer en un ministerio de alabanza.

8. v.8 El Ministerio de Alabanza es para los pacientes. Hasta los mejores esperaban sus turnos!
Tocar/cantar no lo es todo… a veces debes participar como uno más de la congregación mientras
otros tocan y cantan “allá adelante”. ¿Conoces músicos que sólo llega a la Iglesia cuando tocan… o
que al terminar de tocar no quieren estar dentro del culto de adoración?… bueno, no tienen nada que
hacer en un ministerio de alabanza.
.
9. v.8 El Ministerio de Alabanza es discipulado. Es la formación de la siguiente generación de
músicos… es siempre parte de la responsabilidad del músico o cantante más formado.

La pregunta es

¿Somos verdaderos adoradores o solo miembros de un grupo de música


cristiana?

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