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Actualmente, una de las alternativas que contribuye a disminuir el impacto que

generan es la tecnología que consiste en realizar un manejo al final del proceso


productivo. Una forma es la incineración, metodología costosa, que requiere
instalaciones específicas para mantener los residuos secos; además genera
polución y cenizas que necesitan control de partículas a la salida (Tello et al.,
2011).

El sector de la incineración ha experimentado un rápido desarrollo tecnológico


durante los últimos 10-15 años. Gran parte de este cambio ha sido impulsado
por legislaciones específicas para el sector y esto ha reducido en particular las
emisiones a la atmósfera de las instalaciones individuales. El desarrollo de
procesos es constante, y actualmente el sector desarrolla técnicas que limitan
los costes al tiempo que mantienen o mejoran el rendimiento medioambiental
(MARM, 2011).

La incineración se utiliza como tratamiento para una muy amplia gama de


residuos. La incineración en sí es normalmente sólo una parte de un sistema
de tratamiento de residuos complejo que, en su conjunto, permite la gestión de
la amplia gama de residuos que genera la sociedad (MARM, 2011).

El objetivo de la incineración de residuos, común a la mayoría de tratamientos


de residuos, es tratar los residuos con el fin de reducir su volumen y
peligrosidad, capturando (y por lo tanto concentrando) o destruyendo las
sustancias potencialmente nocivas. Los procesos de incineración también
pueden ofrecer un medio que permita la recuperación del contenido energético,
mineral o químico de los residuos. La incineración busca la reducción del
volumen de los residuos y la recuperación de energía a partir de los gases,
líquidos y solidos generados (Yepes et al., 2008).

Básicamente, la incineración de residuos es la oxidación de las materias


combustibles contenidas en el residuo. Los residuos son por lo general
materiales altamente heterogéneos, consistentes esencialmente en sustancias
orgánicas, minerales, metales y agua. Durante la incineración, se crean gases
de combustión que contienen la mayoría de la energía de combustión
disponible en forma de calor. Las sustancias orgánicas de los residuos se
queman al alcanzar la temperatura de ignición necesaria y entrar en contacto
con oxígeno. El proceso de combustión en sí se produce en la fase gaseosa en
fracciones de segundo y libera energía de forma simultánea. Cuando el poder
calorífico del residuo y el suministro de oxígeno es suficiente, esto puede
producir una reacción térmica en cadena y combustión autoalimentada, es
decir, que no requiere la adición de otros combustibles (MARM, 2011).

Los residuos y su gestión son un aspecto medioambiental significativo. El


tratamiento térmico de residuos puede, por tanto, verse como una respuesta a
las amenazas medioambientales planteadas por corrientes de residuos mal
gestionadas o sin gestionar. El objetivo del tratamiento térmico es proporcionar
una reducción global de impacto ambiental que, de otro modo, podría derivarse
de los residuos. No obstante, en el curso del funcionamiento de instalaciones
de incineración se generan emisiones y consumos cuya existencia y magnitud
se ve influenciada por el diseño y el funcionamiento de la instalación (MARM,
2011).

Los posibles impactos de las instalaciones de incineración de residuos en sí se


engloban en las siguientes categorías (MARM, 2011):

 Emisiones globales del proceso a la atmósfera y al agua (incluido olor);


 Producción global de residuos del proceso;
 Ruido y vibración del proceso;
 Consumo y producción de energía;
 Consumo de materias primas (reactivos);
 Emisiones fugitivas –principalmente del almacenamiento de residuos;
 Reducción de los riesgos de almacenamiento/manejo/proceso de
residuos peligrosos.

La aplicación y entrada en vigor de modernas normativas sobre emisiones, así


como el uso de modernas tecnologías de control de la contaminación, han
reducido las emisiones a la atmósfera a niveles en los cuales los riesgos
contaminantes de las incineradoras de residuos se consideran por lo general
muy bajos. El uso continuado y eficaz de dichas técnicas para controlar las
emisiones a la atmósfera representa un aspecto medioambiental clave (MARM,
2011).
La incineración de residuos sin clasificar donde se encuentran plásticos, pilas,
baterías, entre otros, produce sustancias cono dioxinas y furanos, elementos
tóxicos y cancerígenos. Los principales efectos de la disposición inadecuada
incluyen la degradación de materia orgánica en gases como metano y dióxido
de carbono (gases de efecto invernadero), presencia de contaminantes en el
suelo, que afectan sus propiedades, contaminación de fuentes de agua
superficial y subterránea, finalmente efectos sobre la flora y fauna circundante
a los sitios de disposición (Tello et al., 2011).

Estas razones han hecho que se valoren grandes impactos ambientales, tanto
a la atmósfera, como a los suelos y hasta los mantos acuíferos. La
insostenibilidad de este sistema a nivel social, ambiental y económico ha
volcado la mirada hacia otras alternativas como basura cero, donde se intenta
atacar el problema desde su raíz, apelando a repensar los hábitos de consumo
y producción y apostando hacia una rentabilidad donde se recicle y se reutilice
y no se sobreexploten los recursos naturales (ENRES, 2017).

Referencias

Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural Marino. (2011). Serie de


Prevención y Control Integrados de la Contaminación (IPPC). Mejores Técnicas
Disponibles de referencia europea para Incineración de Residuos. Recuperado
de: http://www.prtr-es.es/Data/images/MTD_Incineracion_residuos_ES.pdf

ENRES Programa Aprovechamiento Energético de Residuos Urbanos en


México. (2017). Plantas de incineración de residuos sólidos urbanos. Revisión
de costos y emisiones a la atmosfera, con una aproximación a los rellenos
sanitarios. Recuperado de:
https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/279569/Costos_y_emisiones_
Plantas_de_incineracion.pdf

Tello, P. et al. (2011). “Informe de la Evaluación Regional del Manejo de


Residuos Sólidos Urbanos en ALC 2010”. Organización Panamericana de la
Salud (OPS), Banco Interamericano de Ingeniería Sanitaria y Ambiental
(AIDIS). Banco Interamericano de Desarrollo (BID), pp. 164.
Yepes S., Montoya O. (2008). Valorización de residuos agroindustriales en
Medellín y el sur del valle del Aburrá, Colombia. Revista Facultad Nacional de
Agronomía Medellín. 61 (1): 4422-4431.

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