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Cortesía de la Universidad Pontificia Universidad Católica Argentina "Santa María de los

Buenos Aires"
Curso: seminario de investigacion
Carrera: TEologia
Año: 2018
La teología en su vertiente académica
1.1 Una lectura de la teología desde la dupla saber/creer
1.1.1 El planteo de la cuestión
La teología cristiana puede analizarse desde muchas ópticas. La que aquí interesa destacar es la que
tiene que ver con el modo en que, a lo largo de sus distintas modalidades, están presentes dos
elementos: el creer y el saber (pensar, decir). La relación entre ambos, sin embargo, no ha resultado
siempre armónica. De uno y otro lado se han levantado objeciones que, en una formulación
extrema, podrían resumirse así: el que sabe no cree y el que cree no sabe. Se trataría, por tanto, de
una convivencia imposible: quienes crean habrán de renunciar a saber; quienes sepan nunca
podrán creer.
La teología cristiana ha buscado, de distintos modos, dar cuenta de la tensión entre ellos, sin
renunciar a ninguno de los dos. En algunos casos, para acentuar la tensión, en otros para intentar
articular la fe en Dios con las instancias del lenguaje y del conocimiento humanos. Simplificando,
podrían detectarse algunas “figuras” de esta articulación:
 Hay un saber en el creer. El saber creyente es un verdadero saber.
 El saber auténtico solo puede estar en el creer; los otros saberes son solo auxiliares.
 La teología es una articulación entre el saber de una época y el creer de una comunidad . Se
trata del intento de mantener en diálogo las lógicas de ambos dinamismos.
 El saber auténtico hay que buscarlo en la filosofía o las ciencias; el creer es un horizonte de
comprensión, una cosmovisión que recibe aquellos saberes y se deja fecundar.
 El saber auténtico se encuentra en la sabiduría de los pueblos (o de los sabios “sapienciales)
y en el conocer “sabroso” que brota de la fe simple o del compromiso creyente. La teología
es un acto segundo que no debe interrumpir estas dinámicas.
 El saber brota de múltiples fuentes: religiones, ciencias, filosofías, sabidurías. La teología
ha de dialogar con todas ellas como un partner más.
 El saber, especialmente el científico, ha de criticar al creer para preservarlo de sus
inclinaciones fanáticas, autoritarias, excluyentes.
 El saber creyente ha de criticar al saber que viene de otras vertientes porque en él se
encuentra la plenitud. De este modo preserva a los otros saberes de inmanentismos,
relativismos, parcialidades y fanatismos.
 Cada época histórica tiene sus articulaciones y tensiones entre saber y creer. No hay que
generalizar.
Las preguntas que se abren son, entre otras: ¿Qué tipo de saber brota de la experiencia del
creer? ¿Qué modo de conocimiento libera la experiencia de Dios, de la comunidad, de la
celebración, de la ética religiosa? ¿Qué relaciones hay entre saberes que surgen de fuentes diversas
y que siguen distintas dinámicas?

1
1.1.2 Figuras de articulación
La teología adquirirá diversas figuras históricas en relación con las acentuaciones puestas
en diferentes dimensiones de ambos dinamismos. No se trata de formas excluyentes. Muchas de
ellas se dan juntas o en diversas combinaciones:
Acentuaciones en el dinamismo del creer Acentuaciones en la teología
Dinamismos del encuentro con Jesús:  La conversión que busca la intelección
 Conversión  La conversión de la inteligencia
 Fe  Teología como inteligencia del
seguimiento
 Seguimiento
a) La fe como acto o actitud habitual del creyen- a) Teologías que acentúan la investigación de la
te respecto de Dios en Jesucristo: entrega, presencia de Cristo en las diversas búsquedas
confianza. Lo que se ha dado en llamar fides qua humanas: experiencia estética, intelectual,
o dimensión subjetiva de la fe. sentido, deseo, etc. (Briancesco)
b) La fe como conjunto de las realidades b) Teología en forma de tratados, disciplinas
objetivas presentadas por la revelación. La así
llamada fides quae (contenidos de la fe).
Dinamismos de la Palabra: (Rm 10,9-17)  Teología kerigmática, misionera
 Anunciar
 Teología contemplativa
 Escuchar
 Creer  Teología doxológica(alabanza a Dios)
 Confesar

Dinamismos de la existencia cristiana  Fides quaerens intellectum: la fe que


busca entender
 Fe
 Spes quaerens intellectum: la esperanza
 Esperanza
que busca entender
 Caridad
 Intellectus amoris – misericordiae: la
inteligencia del amor y la misericordia
Distintas instancias de encuentro con Jesús:  Teologías simbólicas o sacramentales
 Eucaristía  Teología de la Palabra
 Palabra  Teología de sujetos comunitarios
 Comunidad  Teología desde la opción preferencial por
los pobres
 Pobres

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Las diversas expresiones de la fe y de la presencia de Dios:
 Escritura y Tradición
 Vida, culto, celebración
 Testimonio, celebración, servicio, comunión
 Los santos y los carismas
 La religiosidad popular
 Acontecimientos. Signos de los tiempos. Los desafíos y las posibilidades de las culturas
 Arte: símbolos, música, monumentos

Acentuaciones en el dinamismo del saber Acentuaciones en la teología


a) Inteligencia receptiva: a) Primera categorización:
 Escucha  Teología sapiencial o popular: se trata
de un primer nivel de inteligencia de la
 Recepción
fe que brota de la vida de todo creyente y
b) Inteligencia penetrante: Intuición de toda comunidad. Es el dinamismo de
la fe que capta la intimidad del misterio
c) Inteligencia discursiva:
e impulsa a profundizar y comprender:
 Reflexión sentido de la fe del pueblo de Dios
 Discurso  Teología científica o profesional: se trata
de la utilización de los recursos críticos,
 Concepto sistemáticos y especulativos de la
inteligencia que constituyen la ciencia
d) Inteligencia crítica:  Teología mística: se trata de una gracia
especial por la que algunas personas
 Crítica de las fuentes. Crítica de los reciben una participación en el
presupuestos conocimiento de la intimidad de Dios
 Fundamentación. Desideologización por un camino que va más allá de los
conceptos y discursos
 Defensa
b) Segunda categorización:
 Teología del «cerebro»: acento sobre lo
e) Inteligencia ordenadora: racional y académico; insistencia sobre la
 Sistematización verdad. Lugar: Facultad, debates de los
asuntos públicos. Diálogo con las
 Categorización ciencias y la cultura de elite
 Teología de los «brazos»: acento sobre
f) Inteligencia comunicadora: la práctica y la actualidad. Insistencia
sobre el bien, la coherencia, la
 Comunicación conversión. Lugar: la vida, la calle, los
 Diálogo barrios, las comunidades. Diálogo con la
cultura popular
 Teología del «corazón»: acento sobre lo
g) Inteligencia experiencial y sapiencial: contemplativo y la adoración. Insistencia

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 Gusto, contacto sobre la belleza. Lugar: la liturgia, el
silencio, la oración. Diálogo con la
 Trato, connaturalidad espiritualidad, lo simbólico y poético.

Un ejemplo particular de mirada sobre las articulaciones saber-creer es la que ofrece David
Ford1. La cuestión que afronta es la relación que se produjo entre la modernidad como período
innovador-traumático y los/as teólogos/as como miembros de sociedades, iglesias e instituciones
académicas. Éste es el elenco de posturas que propone:
a) Tipo nº 1: Intento de repetición pura y simple de la teología tradicional, o de una versión
tradicional del cristianismo. Se busca ver toda la realidad desde los propios términos, sin acoger
otras perspectivas y acontecimientos de los últimos siglos.
b) Tipo nº 5: En el otro extremo, se busca priorizar radicalmente una visión filosófica o una
cosmovisión secular determinada. El cristianismo visto desde sus propios términos sólo es válido en
tanto y en cuanto se acomode a ésta. Puede que un conjunto de aspectos y prácticas de la fe cristiana
siga siendo válido, pero ha de pasar por el tamiz de los criterios de la cosmovisión o filosofía
elegida como central. Ésta tiene prioridad criteriológica y normativa.
c) Tipo nº 2: Dar prioridad a la autodescripción de la comunidad cristiana y la inteligencia que brota
de la fe. El núcleo básico y fundante desde el que se piensa y actúa es la identidad cristiana. Todo
otro saber, toda otra práctica han de ser cribadas desde aquélla. El cristianismo necesita ser
repensado en la dinámica de la modernidad, pero lo hará desde sus propios criterios, saberes y
categorías y no recurriendo a instancias externas. Karl Barth es un ejemplo claro de este
acercamiento. Se trata de responder a la ilustración y a los pensadores del siglo XX a él
contemporáneos, pero rechazando los términos en los que quieren fijar las bases del debate. El
cristianismo dará cuenta del desafío moderno desarrollando sus propias categorías, sistemas,
caminos a partir de la revelación del Dios Trinidad en Jesucristo. Entre sus cultores están: De
Lubac, Jüngel, Balthasar, MacKinnon, los así llamados teológos post-liberales y los posmodernos
conservadores.
d) Tipo nº 3: La fe cristiana tradicional y su comprensión teológica han de entrar en diálogo con la
modernidad. Para ello hay que ensayar una correlación. No se trata de una integración entre
cristianismo y modernidad. Ni ésta puede ser subsumida dentro de los términos de aquél, ni aquél
presentarse de manera exhaustiva desde ésta. Su representante clave es Paul Tillich. Se busca
descubrir las cuestiones básicas de la vida contemporánea y sus interpretaciones modernas, y de
pensarlas en correlación con las respuestas desarrolladas a través de una interpretación de los
principales símbolos cristianos. E. Schillebeeckx, H. Küng y D. Tracy pueden mencionarse entre los
que buscan desarrollar las prácticas y enseñanzas cristianas en diálogo con las filosofías, culturas y
prácticas sociales modernas.
e) Tipo nº4: Se opta por un tipo particular (a veces más de uno) de filosofía, conceptualidad o
problema moderno como eje de integración entre cristianismo y modernidad. Se elige un
acercamiento (existencialismo, Kant, Heidegger, etc.), un “idioma” (arte, vida cotidiana), o un
problema considerado nuclear (liberación, género, interculturalidad) para ensayar una
retinterpretación, una relectura del cristianismo. W. Pannenberg, los así llamados teólogos liberales,
en algún sentido K. Rahner, teologías de la liberación, teologías feministas, teologías del diálogo
interreligioso estarían entre sus representantes.

1
D. FORD, “Introduction to Modern Christian Theology”, in ID. (ed.), The Modern Theologians. An
Introduction to Christian Theology in the Twentieth Century, Cambridge 19972 , 1-15.

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1.1.3 La teología desde el “lugar” de la universidad
Las articulaciones anteriormente descritas pueden leerse, entre otras posibilidades, como
una muestra de la importancia del locus, del topos, del lugar-ámbito desde el que el creer y el saber
se cultivan. Efectivamente, la acentuación de tal o cual dinamismo de la intelección de uno u otro
aspecto de la vida creyente, el modo más o menos tenso de su convivencia suelen estar
estrechamente vinculados al “espacio” donde tal relación se produzca. Olegario González de
Cardedal lo denominará “lugar social de la teología” 2, proponiendo el siguiente elenco:
“En la historia del cristianismo existieron muchos lugares sociales de la teología
 La «escuela de los apóstoles»: cercana en métodos a las escuelas de los rabinos, centradas
en la interpretación de la Escritura.
 Las «existencias personales» que como tal son una escuela por sí mismos por su peculiar
fuerza carismática o misionera: San Pablo, por ejemplo.
 Las «Escuelas» creadas por filósofos cristianos para publicar la fe a todos: la de Justino en
Roma; la de Clemente en Alejandría; que sólo en un segundo momento fueron escuelas
catequéticas dirigidas por el obispo.
 Las «cátedras episcopales»: en cuanto personas y en cuanto creadoras de grupos o
presbiterio suscitan las grandes personalidades episcopales, que unían en sí ciencia,
santidad, acción apostólica y responsabilidad cívica: Atanasio, Basilio, Gregorio
Nacianceno, Ambrosio, Agustín, Gregorio Magno.
 Los «Monasterios» como escuelas del servicio divino, en las que se lee e interpreta la
Sagrada Escritura en una lectio divina, que es exégesis espiritual, preparación para la
liturgia, ayuda para la ascensión del monje hasta la contemplación de Dios.
 Las «Escuelas de las catedrales, colegiatas y parroquias»: transmiten a los jóvenes la cultura
clásica y preparan a quienes se orientan hacia el ministerio apostólico. En contacto con las
nuevas formas de agrupación social, lejos del feudalismo del señor o del abad, introducen la
ciencia incipiente y dan paso a la dialéctica dentro de la fe.
 Las «Facultades»: en la universidad recién nacida en torno a la cual los frailes mendicantes
se unen o sustituyen a monjes y clérigos, dando cuerpo simultáneamente a tres hechos
históricos nuevos: las clases sociales nacientes, la revolución científica suscitada por el
descubrimiento de Aristóteles que dura todo un siglo y los movimientos evangélicos. En la
Facultad de Teología ésta se construye en ciencia para articular el Evangelio a fin de que
pudiera ser percibido como acceso a la verdad y como posibilidad de salvación.
 La formas mezcladas de todas las anteriores: Una personalidad potente del monasterio o de
la universidad suscita un movimiento espiritual y desde él crea un nuevo acceso a la
Sagrada Escritura, una nueva forma de predicación o una nueva experiencia de Dios. El
siglo XVI nos ofrece una innovación teológica en tres líneas sin que se creen lugares o
emplazamientos nuevos: Lutero, Melchor Cano y San Juan de la Cruz crean tres formas
nuevas de teología desde la Universidad y desde el claustro, orientados uno a la predicación
de la Escritura, otro a la defensa del depósito de la fe y otro a la experiencia de Dios.
 La plaza pública de las ciencias, las ideologías, proyectos utópicos y realizaciones
radicales, tanto de la justicia humana como de la justicia de Dios que se revela en el
2
O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, El lugar de la teología. Discurso leído el día 11 de marzo de 1986 en el acto
de su recepción pública como Académico de Número por el excelentísimo señor don Olegario González de
Cardedal y Discurso de contestación del Académico Excmo. Sr. D. Matiano Yela Granizo, Real Academia de
Ciencias Morales y Políticas, Madrid 1986, 33-35.

5
evangelio. Éste sería el lugar donde, en ruptura con los intereses acumulados por los grupos
dominantes, descubrimos la fuerza original del evangelio no encubierta por el poder ni
desnaturalizada por el pecado del hombre. El reverso del pecado, injusticia y pobreza que
existen en el mundo tendrían que ser la clave hermenéutica para hablar hoy de Dios, de su
justicia, de nuestros pecados y de la justificación y justicia divinas. La teología de la
liberación postula este nuevo lugar para la teología.
Sin embargo éstos no recogen todos los manaderos de teología que de hecho ha habido en la historia
de la Iglesia. En otros lugares, programados o inesperados, ha nacido también teología:
 El pueblo: con su instinto de fe ha mantenido en alto ideas que el poder de la ciencia o de la
política intentaban sucesivamente anular; y ha suscitado esperanzas nuevas que
teóricamente no existían o eran inaceptables.
 Grupos carismáticos, minorías cognitivas o activas, utópicas o prácticas que han provocado
la reacción frente a determinadas costumbres o silencios, que han redescubierto unas veces
el escándalo del cristianismo con un crucificado en su centro y unas exigencias morales
extrañas para el hombre natural; y otras, por el contrario, nos han redescubierto, frente a
reducciones filosóficas o angostamientos jurídicos de la idea de Dios, su amor, paternidad y
querencia para con los hombres.
 Hombres aislados: que desde su celda, puesto en la sociedad o mesa de trabajo teológico,
viviendo en soledad durante decenios, han sido capaces de mover a la Iglesia y de reorientar
el pensamiento cristiano. ¿Dónde situar a Odo Casel, a Von Balthasar, a Angelus Silesius, al
autor de la «Imitación de Cristo», a Pico de la Mirandola, a Savonarola, a Santa Teresa de
Jesús, a Arias Montano, a Newmann, a Guardini?”

La teología cultivada en la universidad, por tanto, es solo una de las múltiples vertientes que los
cristianos y cristianas han seguido en las relaciones creer-saber. Entre sus principales peculiaridades
se cuentan:
a) Hacer del acercamiento científico una modalidad cognoscitiva central. En este primer uso
“científico” no se identifica con tal o cual disciplina, ni con una epistemología particular, sino con
un conjunto de hábitos, estilos y prácticas del conocimiento que se cultivan (con sus
particularidades) en las distintas instancias de las universidades. Se acentúan:
 La conciencia refleja acerca de los preámbulos, posturas, opciones, categorías y caminos
que se siguen en el conocer.
 La rigurosidad, el método (desarrollo de un modo ordenado según las exigencias de su
objeto) y la coherencia.
 Las operaciones de definición, distinción, relación, sistematización (dar una comprensión
orgánica y coherente, sintética y unitaria) y crítica (hacer propias las exigencias intrínsecas
de discernimiento, valoración y penetración especulativa de la razón humana, gozando de
aquella libertad que es investigación y adhesión sincera y apasionada a las exigencias de la
verdad.)
 La explicitación de criteriologías: para el establecimiento de cuerpos textuales, para las
clasificaciones o periodizaciones, etc.
 La acumulación de conocimientos y la inserción en corrientes, instituciones o campos de
estudio (revistas, escuelas, teorías).
 La gestación de conocimientos: escritos, investigaciones.

6
b) Tener una relación privilegiada con los saberes que ejercen una acción particularmente creadora
en cada momento histórico (mitologías, filosofía, ciencias)
 Con las modalidades de abordaje a la realidad más fecundas de una época: sabidurías, artes,
búsquedas
 Con los saberes de “punta” en un lugar y tiempo particulares.
Ejemplos actuales
 Escritura: análisis del discurso, hermenéutica, antropología, letras, arqueología.
 Moral: personalismo, ciencias médicas, filosofías de la alteridad y del don, sicología,
sociología.
 Sistemática: hermenéutica, deconstruccionismo, filosofías críticas de la modernidad (post,
trans, ultra o anti modernas), literatura, teologías de otras tradiciones religiosas.
 Pastoral: filosofías de la praxis, ciencias de la comunicación, sicología, sociología,
pedagogía, ciencias logísticas, ciencias de la programación y del futuro.
 Historia de la Iglesia: arqueología, historia de las mentalidades, historia social, historia de la
vida privada, letras, sociología.
c) Tener en cuenta el patrimonio reflexivo científico y sapiencial de la tradición teológica: las
cristalizaciones de relación saber-creer de las distintas épocas y lugares no se “reemplazan” y
anulan de manera “evolucionista”, sino que pueden releerse, actualizarse, combinarse, etc...
d) Dar cuenta –desde las particularidades de los saberes de la academia– de las diversas relaciones
saber-creer que se den en corrientes, autores y épocas, particularmente en el presente.

La dupla saber-creer ha seguido distintas vicisitudes en la historia de la universidad:


 Momentos de sumisión de la ciencia a la teología.
 Surgimiento de los conflictos. Desplazamiento de la teología respecto de la academia.
 Armonización apologética.
 Ruptura.
 Momento hermenéutico
“Esto muestra, al mismo tiempo, la historicidad de sus relaciones como ciertas estructuras básicas.
La teología y las ciencias son realidades históricas. Su relación depende fundamentalmente del
concepto que se tenga de ciencia y de teología en los diferentes momentos de la historia. Varía, por lo
tanto, según se desenvuelve la conciencia humana y se modifican las condiciones sociales, las
cosmovisiones, las ideologías, los intereses, en los que tal relación se sitúa.”3

En la actualidad, la teología está ante un frente múltiple de racionalidades:


"Se puede decir que el aduo trabajo que la teología sistemática esta viviendo actualmente se
compendia en el paso desde el modelo neoescolástico a nuevas formas de saber teológico inspiradas
en un encuentro más positivo entre verdad revelada, racionalidad metafísica, instancias histórico-
hermeneúticas, formas simbólicas y práxicas del conocimiento. Este proceso de cambio de las formas
del saber teológico, luego de unos primeros brotes inciertos madurados en torno a los años ’50 del
siglo XX...ha sido luego retomado bajo el impulso persistente de una siempre mayor sensibilidad
3
J.B. LIBANIO - A. MURAD, Introduçao à Teologia. Perfil, enfoques, tarefas, Sao Paulo, 1996, 79.

7
respecto de las relaciones entre la fe y el mundo contemporáneo y luego por el renovado impulso de
la misión evangelizadora, guiada por una más profunda atención a las situaciones histórico-culturales
en las que vive el hombre.”4

A esto que hay que agregar las posibilidades que ofrece una sensibilidad actual
 Valoración de la diversidad de saberes.
 Valoración de las dinámicas del creer: en los distintos saberes, en la vida humana, en la
construcción política, etc.
 Interculturalidad.
 Valoración de las espiritualidades y los estilos sapienciales.

1.2 Un concepto analógico de inteligencia/ciencia

La relación saber-creer en el ámbito académico se caracteriza, como vimos, por acentuar los
aspectos de ciencia e inteligencia del primer componente de la dupla.
“La intuición de que la teología es ciencia de la fe ha acompañado siempre, aun si con alternativas
diversas, el itinerario histórico del cristianismo. Esto obedece, en definitiva, a la necesidad de
instituir epistemológicamente y de desarrollar prácticamente dos tareas que competen a la teología
como tal: a) mostrar cómo la fe goza de una inteligibilidad intrínseca en cuanto tiene que ver con la
verdad revelada de Dios y acogida por la razón/libertad del ser humano b) mostrar cómo la fe goza
nativamente del derecho de ser reconocida entre las diversas disciplinas científicas como principio
generador y justificador de ciencia teológica. A lo que se agrega una tercera: establecer las
conexiones que ligan a la teología con las otras ciencias.” 5
La teología es vista como penetración intelectual, como reflexión de tipo científico a partir
de la fe (de su contenido y verdad). La fe es acto primero y la teología es acto segundo de reflexión
y profundización en el que nos introduce el ejercicio reflejo, crítico y metódico de su inteligencia.
Ahora, bien, un punto nodal de este acercamiento consiste en discernir el modo de entender
los términos “ciencia” e “inteligencia”:
“El problema está propiamente en determinar el significado de fides y de intellectus (o scientia) y sus
precisas relaciones en teología. Una cosa es, por ejemplo, el intellectus (noûs, nóesis) de la Biblia y
de la tradición patrística, otra el intellectus de Santo Tomás (y de Aristóteles), otra cosa el denken o el
verstehen de Heidegger y de los teólogos heideggerianos. Una cosa significa la scientia (gnosis,
epígnosis, epistéme) de la Biblia y de los Padres, otra la scientia de Tomás y Aristóteles, otra la
ciencia en las perspectivas modernas (ciencia histórico/crítica, ciencias físico/matemáticas, ciencia
neopositivista). Si se comienza la búsqueda sobre la naturaleza de la teología, considerándola, por
ejemplo, como ciencia (de la fe o de la revelación) en el sentido de Tomás y Aristóteles, o en el
sentido moderno histórico-crítico o neopositivista, se prejuzga acríticamente lo que precisamente es
el punto de discusión. Por otra parte es cierto que, en la búsqueda y profundización de la fe que
constituye la teología, entra un elemento cognoscitivo de tipo conceptual y raciocinante. Pero debe
permanecer abierto el problema de la naturaleza precisa de este elemento y el de sus relaciones con

4
M. BORDONI, “Riflessioni introduttive”, en I. SANNA (dir.), Il sapere teologico e il suo metodo. Teologia,
ermeneutica e verità, Bologna, 1993, 11-40, 11-12.
5
P. CODA, Teo-Logia. La parola di Dio nelle parole dell’uomo. Epistemología e metodologia teologica,
Roma, 1997, 173.

8
otros eventuales componentes tanto cognoscitivos como no cognoscitivos del procedimiento
teológico.” 6

La posición que aquí seguimos consiste en desarrollar un concepto analógico de


ciencia/inteligencia:
“Es claro que la teología cumple determinadas funciones de la ciencia, pero también que no responde
a otras. Se dice ciencia en un sentido original. La ciencia, en cuanto dedicada al mundo del
fenómeno, de lo constatable, de lo verificable, está sujeta a un proceso de verificación y
comprobación de sus verdades por la vía de la experimentación. Este aspecto no se corresponde con
la naturaleza de la teología. Una vez aceptada la pluralidad de los juegos lingüísticos de los diversos
saberes, de las diferentes maneras de conducir el propio método, de pautar su rigor teórico y de
formar parte de una comunidad científica como expresión moderna de la ciencia, la teología lo hace
con pleno derecho.”7
Por tanto:
 Hay elementos y dinámicas que unifican a distintas disciplinas científicas, mientras que hay
otros que son peculiares de alguna de ellas.
 Hay abordajes, teorías epistemológicas y cosmovisiones que generan diversos criterios para
determinar los conocimientos válidos, verdaderos o propios.
 Hay aspectos del método científico que pueden ser compartidos por diversas ramas, al
tiempo que hay otros marcados por el objeto particular de cada una (no es lo mismo estudiar
el clima que hacerlo con la escatología).
 La teología académica recibe todos aquellos aspectos del concepto de ciencia (tanto de la
tradición como de la actualidad) que no disminuyan o mutilen el dinamismo del creer y que
mantengan en integridad su propio objeto y sujeto (Dios, la fe, la comunidad eclesial, la
existencia humana, etc.). Al recibirlos, lo hace con total respeto por sus lógicas y exigencias.

Si entiende ciencia/inteligencia en sentido empirista o racionalista, no es adecuado reducir la


teología a ciencia. Pero, si por tal cosa se entiende un tipo de conocimiento que profundiza crítica y
sistemáticamente la experiencia de la fe, constituyendo su perfeccionamiento intelectual; entonces
ciertamente se podrá decir que la teología es inteligencia/ciencia, sin que esto implique desconocer
o abandonar su relación intrínseca con la existencia y su carácter de sabiduría donada desde lo Alto.
La dialéctica entre ciencia y sabiduría constituye una dimensión vital y esencial de la definición
cristiana de la teología, tanto desde la perspectiva histórica como desde la sistemática.

1.3 Creer y saber: relaciones mutuas


El establecimiento de una relación saber-creer sin mutilación ha sido objeto de muchos
análisis contemporáneos. Aquí se reseñan algunas de las contribuciones al tema hechas por Piero
Coda, Joseph Doré y Henri Bourgeois.

1.3.1 Tipologías8
La pérdida de densidad del saber y del creer puede ser fruto de dos tipos de actitudes:
6
C. VAGGAGGINI, “Teologia”, en G. BARBAGLIO - S. DIANICH (dirs.), Nuovo Dizionario di Teologia,
Cinisello Balsamo, Edizioni Paoline, 19885, 1597-1711, 1598.
7
J.B. LIBANIO – A. MURAD, A., Introduçao à Teologia, Op. cit., 87-88.

9
a) Actitud «dogmatista»: Entiende la teología exclusivamente como una exposición, ilustración y
defensa de una de las manifestaciones de la fe: su expresión dogmática dada por la tradición y el
magisterio de la Iglesia. Toda otra interrogación o perspectiva es vista como sospechosa de “abandono”
de la fe. La dinámica creyente no puede reducirse a un tener por verdaderos un conjunto de enunciados.
La dinámica del saber no puede limitarse a ilustrar y defender. En esta visión, la teología no tiene nada
propio que decir y la relación fe-saber es puramente sucesiva y dicotómica. La teología es acogida y
don, atención positiva y crítica a las cuestiones de los seres humanos, a la confrontación con otras
perspectivas, a las adquisiciones de las culturas.
b) La actitud «cientista»: Aplicar a las cosas de la fe procedimientos técnicos y conceptos tomados
prestados de diversos campos de la racionalidad humana (hasta aquí no hay problemas). Pero lo
hace sin preocuparse por establecer el lugar explícito que ocupan la actitud, el acto y el camino de
la fe. El tema no es que intervengan racionalidades sino cómo lo hacen. Aquí la inteligencia queda
agotada por una forma de ciencia, dejando todo lo demás del lado de lo irracional. La fe en tanto fe
queda desplazada y hasta ignorada.
Ante esto, Dore propone una teología responsable, que sea capaz de tratar a la fe y a la inteligencia
en su especificidad e integridad.

1.3.2 Racionalidad y gratuidad


La introducción de una racionalidad en la dinámica creyente o la aceptación de un
movimiento fiducial en la actividad racional, ¿no terminarán mutilando a alguno de los dos
componentes?
a) La razón que se despliega en el interior de la dinámica de la fe no es un “cuerpo extraño”
actuando en territorio ajeno. La fe misma implica un potencial racional que ha de desplegarse para
que el creer llegue a su plenitud. La inserción en una lógica de gratuidad, don, responsorialidad,
respectividad despliega un potencial que está en el dinamismo mismo de la razón. El creer que
expulsa saberes por decretarlos amenanzantes o extraños está disminuyendo la fe.
b) El uso de la palabra ciencia no tiene porqué oscurecer o eliminar otras dimensiones de la
racionalidad. Hablar de inteligencia o ciencia a propósito de la teología no significa poner entre
paréntesis, ni eliminar vertientes intuitivas, sapienciales y místicas. La teología no puede quedarse
con un solo modo de pensamiento (logos), postulando una suerte de canonización excluyente. Es
fácil constatar que han existido y existen varias y diversas modalidades en las que la teología ha
sido ejercitada en cuanto inteligencia de la fe.
 La teología como theologein (en el sentido originario del término): como anuncio narrativo
de Dios al estilo bíblico. No se trata sólo de una de sus vertientes originarias sino también
de una de sus modalidades normativas.
 La teología como voluntad de comprensión de la fe de tipo sapiencial que brota de la fe
misma, que la tradición cristiana condensó en la fórmula fides quaerens intellectum, esto es
la fe que libera desde sí misma un impulso cognoscitivo.
 La teología como control crítico y penetración especulativa en relación con el discurso de
la fe en Dios; es lo típico de la teología especulativa o crítico/científica.
 La teología mística: como conocimiento que brota de una unión con Dios que anticipa la
forma de conocimiento «en el seno del Padre» (Jn 1,18); y que puede –por gracia especial–
ser dado a alguien in statu viae. Se trata de conocer a Dios transformándose en Él,
8
Cf. J. DORÉ, “La responsabilité et las tâches de la théologie”, en ID. (dir.), Introduction à l'étude de la
théologie. II, Paris 1992, 343-430.

10
insertándose en el dinamismo por el que Dios se conoce a sí mismo en cuanto que circula
por el que recibe la gracia mística.
La inteligencia humana se ejercita y se expresa en el interior de la fe (teología) en una
variedad de modalidades; según el tipo de discurso teológico en la que es empleada: narración,
símbolo, racionalidad crítica, penetración intelectual y especulativa, contemplación.

1.3.3 Desplegar toda la riqueza del “creer”


El término “creer” puede ser entendido de muchos modos, particularmente cuando entra en
relación con el “saber”. Los autores mencionados intentan poner de manifiesto la amplitud y riqueza
con las que la teología ha de abordarlo.
a) El creer es un acto, pero también una decisión y un camino. La fe es una experiencia personal,
pero también una plasmación colectiva. La dinámica creyente es una experiencia viva, pero también
un cuerpo histórico, institucional.
b) La teología no puede optar por una sola de estas dimensiones o privilegiar una al precio de hacer
irrelevantes las demás.
c) La teología ha de prestar atención a las mediaciones y formas históricas en las que la fe se
verifica: no es sólo discurso, sino también instituciones, ritos, comportamientos, grupos, textos,
monumentos, prácticas. Es un conjunto de decisiones, creencias, convicciones que toman cuerpo en
la historia y en la sociedad. La fe de la que la teología debe dar cuenta es inseparablemente fe
histórico-social y experiencia personal (ser alcanzados por el misterio, ser visitados gratuitamente, ser
iluminados, ser despertados a una confianza)

1.3.4 Desplegar toda la riqueza del “saber” 9


La teología como “saber” del “creer” entendido en el sentido amplio antes aludido, es un
ejercicio multifacético de la racionalidad:
a) Es crítica: muestra si y cómo se relacionan los planos individual/personal y el colectivo/
institucional; usando tanto criterios de regulación cristiana/eclesial como instrumentos científicos de
racionalidad.
b) Es cuestionamiento y reflexión: ¿cómo se relacionan la experiencia individual y la vivencia
colectiva actual de la fe con el misterio absoluto de Dios? ¿Cómo hablan de Él y qué pueden
decirnos? ¿La relación con Cristo, es sólo porque las tradiciones culturales han vinculado estas
experiencias e instituciones con Él o porque sus dinámicas convergen en un sentido más hondo?
c) Es un “trabajo” entre dos polos. Por un lado, recibe la teología que ya sido hecha antes. Por el
otro, opera sobre el presente, sobre el hoy de esta tradición. Se inscribe como un arco entre una
cierta práctica de pensamiento ya existente, y una solicitación actual que viene de la fe confrontada
con el contexto del momento. El acto de fe no es separable de los datos éticos, políticos, estéticos o
filosóficos inscritos en la cultura en un momento y lugar dados.
d) Es una actividad de discurso, un trabajo verbal. No puede limitarse a la declaración de lo
indecible de un sentimiento o de lo inefable de una contemplación. No es una repetición algo
mágica de palabras y enunciados. No es la expresión inarticulada del grito. Se atreve a decir de
manera desarrollada y estructurada, construyendo cadenas de significados. La teología «articula» el
conocimiento religioso “verificando” su coherencia:

9
Cf. H. BOURGEOIS, «La Théologie comme discours», en J. DORÉ (dir.), Introduction..., o.c., 431-483.

11
 Establece justificaciones para ciertas afirmaciones de la fe y critica ciertas otras.
 Hace un trabajo estilístico o retórico sobre la textura de los discursos.
 Busca manifestar las estructuras profundas del decir.
 Articula figuras (personas, temas religiosos o culturales) y transformaciones que modifican
las relaciones entre las figuras (liberación, salvación). Tiene un componente figurativo y
otro narrativo. Conjuga una dimensión de acontecimiento o pragmática (aquello que es
producido, aquello a lo que se llega) y una dimensión cognitiva (interpretar los
acontecimientos narrados y lo que determina su significación).

e) Un problema particular es cómo explicar lo que la teología “hace” con la fe; qué es lo que el
discurso teológico provoca de original en relación con la expresión del creyente. Analizamos a
continuación la propuesta de Bourgeois.
El primer paso del autor consiste en rechazar como insuficientes los siguientes planteos:
 La teología es un “más” respecto de la fe: Mientras que la fe no explicita sus contenidos, la
teología lo hace. Mientras que la fe no tiene discursos articulados ni sistema, la teología
organiza, sistematiza y confiere lógica. Si la fe es ciega, la teología es luminosa. La teología
desarrolla, profundiza, prioriza lo cognitivo, verifica coherencias, delimita mejor sus
discursos o los formula con precisión; usa categorías culturales antiguas o nuevas. El
discurso creyente no hace nada de todo esto.
 La teología es “otra cosa” en relación a la fe. Se sitúa en otro plano, en otro nivel; el del
pensamiento o la reflexión.
Para el autor, no es sostenible que el acto de fe se dé sin pensamiento, sin discurso, sin
reflexividad. Creer implica siempre una cierta autointepretación y discursividad. Por tanto, no
puede estar aquí lo propio del teologizar.
El segundo paso es incluir en la lista de insuficientes la concepción que reduce la
originalidad de la teología a su reflexividad. Si bien para Bourgeois la teología es efectivamente un
acto segundo, éste no se reduce a explicitar, justificar o reformular el discurso de la fe . La teología
es también apertura de caminos: puede hacer más imaginativa e innovadora la práctica creyente.
El tercer paso consiste en proponer un camino diverso para captar lo propio del teologizar.
No se trata de buscar un “más” o un “otro modo” del discurso creyente. Más bien habrá que poner
de relieve las operaciones que realiza el discurso teológico sobre el discurso de fe:
 Analiza la síntesis operada por la fe. No para poner en duda el valor de verdad de las
afirmaciones creyentes, sino para identificar las instancias a las cuales se refiere el discurso
de fe: Escritura, interpretación histórica de la confesión de fe, desafíos culturales y
sociopolíticos que solicitan al acto de fe en cada época. La fe integra estos contenidos y sus
respectivos valores en su práctica y en su lenguaje. Pertenece a la teología analizar las
totalidades así constituidas.
 El acto teológico procede en sentido inverso y hace una operación de unificación. Busca
juntar en una forma coherente las diversas atestaciones diseminadas o parciales de la fe.
Antes mismo de completar o comentar el discurso de fe, ella la toma la unidad presente
bajo la diversidad de sus manifestaciones. La teología tiene como objetivo pensar, unificar,
agrupar los diversos elementos del contexto histórico en los que la fe es vivida . Su objetivo
es constituir estos elementos en uno o varios discursos que puedan ser ubicados y puestos
en correlación con el discurso de fe. Se opera un trabajo que no es forzosamente una

12
sistematización, sino una tarea de estructuración y de constitución de un campo de
pensamiento.
Analítico y sintético al mismo tiempo, el acto teológico se distingue a título operatorio del
acto de fe:
 El creer teológico es un creer crítico. No un creer menos, sino un creer modulado por las
operaciones de análisis, de/construcción y organización constructiva a las cuales la teología
se entrega respecto del discurso de fe.
 Estas operaciones conducen al discurso teológico a tomar tres aspectos habituales en los
discursos cognitivos: se manifiesta como un discurso de investigación y elaboración
(operaciones de adquisición del conocimiento, de verificación y de formulación); como un
discurso de exposición: presentación de los resultados obtenidos con una evaluación del
grado de verdad; como un discurso de persuasión: el locutor solicita la adhesión del
destinatario.
El itinerario del acto teológico va desde un creer inicial e instaurador a un hacer-creer final,
a través de las etapas de la investigación y la exposición. Hay teología cuando un creer autoriza un
saber y cuando este saber lleva a una nueva forma de creer; o al menos, a una nueva forma de
presentar la fe y solicitar la adhesión. Este proceso inscribe el saber en el movimiento del creer.
Pero esta integración no tiene sentido más que si el saber es fiel a sus propias exigencias de
inteligibilidad: está atravesado por la fe, orientado por ella, no es modificado en su orden.
 La teología busca hacer del creer un acto donde se manifieste y se mantenga la cuestión del
Otro. El creer crítico que ella promueve busca salvaguardar y defender la pretensión de la
alteridad de la fe. La apelación al saber que ella obra no tiene como objetivo disolver esta
alteridad en la continuidad de lo idéntico, sino marcar las suficientes diferencias para que
los sujetos que creen se mantengan como sujetos reales de palabra, de acción y de
comunicación, y que escapen de las inmediateces o a las confusiones imaginarias.
 La teología se abre a las interpretaciones de la fe provenientes de la filosofía y de las
ciencias de la religión; pero estima que no se requiere traducir la auto-inteligibilidad de la
fe en otro cuadro de comprensión que el que la fe ofrece para pensar. La teología confía en
la axiología de la fe y en su forma propia. Ella deja que esta estructura produzca
conocimiento. Si bien al pasar del discurso de fe al discurso teológico se cambia de nivel,
no se cambia de dominio, mientras que yendo del discurso de fe al discurso científico o
filosófico se entra en territorios diferentes.

1.4 Bibliografía: una propuesta de profundización


a) Planteo histórico de la cuestión
Sobre la teología como ciencia:
PANNENBERG, W., Teoría de la ciencia y teología, Madrid, 1981, 14-27; 235-353.
Sobre las diversas articulaciones entre razón/saber y creer:
CODA, P., Teo-Logia. La parola di Dio nelle parole dell’uomo. Epistemología e metodologia teologica,
Roma, Mursia/Pontificia Università Lateranense, 1997, 89-169.

13
VAGAGGINI, C., “Teologia”, en G. BARBAGLIO / S. DIANICH (dirs.), Nuovo Dizionario di Teologia, Cinisello
Balsamo, Edizioni Paoline, 19885, 1597-1711.
BORDONI, M., “Riflessioni introduttive”, en I. SANNA (a cura di), Il sapere teologico e il suo metodo.
Teologia, ermeneutica e verità, Bologna 1993, 11-40.
b) Aplicabilidad del concepto de ciencia a la teología:
CODA, P., Teo-Logia...o.c, 171-190-
SECKLER, M., “La teologia come scienza della fede”, en KERN, W. / H. POTTMEYER / M. SECKLER (edd.),
Trattato di gnoseologia teologica, Brescia, Queriniana, 1990, 204-280.
ROVIRA BELLOSO, J. Mª, Introducción a la teología, Madrid, BAC, 1996, 79-121.
KERN, W. / F.J. NIEMANN, El conocimiento teológico, Barcelona, Herder, 1986, 27-44.
c) Ensayos de explicitación de la cientificidad concreta de la teología
BOURGEOIS, H, «La Théologie comme discours», en DORÉ, J. (dir.), Introduction à l'étude de la théologie. II,
Paris, Desclée, 1992, 31-483.
Id., «Pratiques et originalité de la foi chrètienne”, en ibid, 17-104.
KASPER, W. “La prassi scienifica della teologia”, en KERN, W. / H. POTTMEYER / M. SECKLER, Trattato di
gnoseologia teologica, Brescia, Queriniana, 1990, 281-324.
WICKS, J., Introducción al método teológico, Navarra, 1998.
DORÉ, J., “La responsabilité et las tâches de la théologie”, en DORÉ, J. (dir.), Introduction...o.c., 343-430.
LADRIÈRE, J., Sens et vérité en théologie. La articulation du sens III, Du Cerf, Paris 2004.
LADRIÈRE, J., La foi chrétienne et le destin de la raison, Du Cerf, Paris 2004.
d) Incursiones en las especialidades
FERRARA, R., “De la hermenéutica filosófica a la teología. Propuesta de un vocabulario y ensayo de transición
dialéctica”, en FERRARA, R. / C. GALLI (eds.), Presente y futuro de la teología en Argentina. Homenaje a
Lucio Gera, Buenos Aires, 1997, 239-253.
SCANNONE, J.C., “Teología y filosofía en la teología fundamental”, Stromata 53 (1997) 309-327.
PUNTEL, L., “La teología cristiana ante la filosofía contemporánea”, Stromata 57 (2001) 119-151.
RIVAS, L., “La Biblia y la literatura: Génesis y desarrollo de un encuentro”, Teología 81 (2003) 7-35.
Seminario Interdisciplinar Permanente de Literatura y Teología, “Elementos para un método”, en Avenatti de
Palumbo, C. / C.H. Safa (eds.), Letra y espíritu. Diálogo entre literatura y teología, Buenos Aires 2003, 23-
40.
ECKHOLT, M., “La «gracia del invitado». Hacia una hermenéutica teológica del camino de Emaús-Hitos de una
dogmática fundamental intercultural”, Teología 84 (2004) 9-25.
FERRARA, R., “La integración de la filosofía en la teología sistemática”, Teología 85 (2004) 9-28.
e) Aspectos de la relación saber/creer
RIVAS, F. ,“La ciencia espiritual en la vida del monje y del laico”, Coloquio 20 (2002) 203-217.
TRIGO, P., “Cuál es el acto primero del que la teología de la liberación es acto segundo”, ITER 25 (2001) 109-
136.
LADRIÈRE, J., “Science et théologie”, Revue Théologique de Louvain 34 (2003) 3-26.
FERRARIO, F., “Teologia come preghiera”, Protestantesimo 58 (2003) 3-18.
BERTULLETTI, A., “Fenomenologia e teologia”, Teologia 26 (2001) 322-340.

14
COLOMBO, G., “Teologia fondamentale, teologia e filosofia, scientificità della teologia”, Teologia 26 (2001)
310-321.
SORRENTINO, D., “Storia della spiritualità e teologia. Necessità e fecondità di un nesso”, Asprenas 46 (1999)
163-194.
Sintesis
Galli, Carlos María. (2015). La Teología como ciencia, sabiduría y profecía. Biblioteca digital de la
Universidad católica de Argentina.
La teología se desarrolló como ciencia de la fe al adquirir status universitario en la alta edad media. El paso de
las escuelas monásticas,catedralicias y conventuales a la comunidad universitaria de profesores y alumnos fue
el contexto institucional para que el intellectus fidei se volviera scientia fidei (FR 65). Al considerarla como
“ciencia”―cuestión debatida desde el siglo XIII― indico sólo dos horizontes:el nivel académico y el diálogo
interdisciplinar.
1) La teología es ciencia de la fe porque, a partir de los datos objetivos de los principios revelados, piensa con
todos los instrumentos de la razón, convertida en “razón teológica”.5 Como ciencia de la revelación de Dios
acogida por la fe de la Iglesia ella ha de formar una docta fides cultivando un saber racional científico
-teórico, riguroso, fundamentado, discursivo, crítico, metódico y sistemático- enseñado y aprendido en una
universidad. Pertenecemos a una Facultad eclesiástica pontificia, que le ha dado carácter “pontificio” a la
UCA. En la Carta que acompaña el Decreto que confirma mi nombramiento la Congregación para la
Educación Católica me augura “un proficuo lavoro accademico-scientifico a favore della Facoltá”. El cultivo
de la teología a nivel universitario, en una Facultad eclesiástica, nos distingue tanto de un centro de estudios
teológicos, diocesano o religioso que no es universitario, como de un instituto terciario o universitario de
teología reconocido sólo a nivel civil.
2) Nuestra plena inserción en la Pontificia Universidad Católica Argentina, vista como universitas studiorum,
que ha sido completada por los dos últimos decanos, nos exige avanzar en el intercambio de saberes que
caracteriza el actual desarrollo científico. En su raíz, este desafío nos incumbe justamente por cultivar la
ciencia teológica, que es una participación en el conocimiento que Dios tiene de sí y de todas las cosas en sí,
quien es la fuente original de la verdad que las ciencias buscan. Con Tomás de Aquino pienso que la teología
participa de la “scientia Dei et beatorum” (ST I, 1, 2) y considera toda la realidad “desde el punto de vista de
Dios” (ST I, 1, 7), según su relación con lo que es digno de ser revelado para la salvación del hombre (ST I, 1,
1). Con Francisco de Vitoria sostengo que “el deber y la función del teólogo es tan vasto que ningún
argumento, ninguna discusión, ninguna materia parecen ajenas a su profesión”.6 Por eso debemos animarnos
a pensar tantas cuestiones a la luz de la revelación cristiana y en un diálogo interdisciplinar con la filosofía, la
historia, las ciencias y las artes.
3.2. La teología como sabiduría: sapientia amoris
En la encíclica Fides et Ratio el Papa Juan Pablo II entiende la sabiduría en varios registros: sabiduría
popular, filosófica, evangélica, teológica, mística, divina (FR 3, 6, 19, 23, 44, 102, 105). Arraigados en la
tradición sapiencial bíblica y eclesial, afirmamos que la teología es sabiduría eminente. “La teología es
sabiduría perfecta, que comienza en la causa suprema en la que termina el conocimiento filosófico... Y en la
teología se halla el sabor perfecto, la vida y la salvación del hombre”.7 Ella es sabiduría que brota de la fe
porque participa de la Sabiduría de Dios encarnada en Cristo y saboreada en el Espíritu.
El clásico círculo hermenéutico de la teología credo ut intellegam – intellego ut credam se reformula a partir
de la figura mediadora de la sabiduría: la teología es una fe que busca y sabe entender (fides sapiens
intelligere) y una inteligencia que busca y sabe creer (intellectus sapiens credere).8
El saber teológico está ligado al saborear místicamente el sentido de Dios y, desde Él, el sentido del hombre y
del mundo. El Espíritu Santo eleva la sabiduría teológica para alcanzar un conocimiento connatural, sabroso
y amoroso de Dios. Cuando las cosas divinas se saben por amor, “no solamente se saben, mas juntamente se
gustan”.9. El don de la sabiduría del Espíritu perfecciona la fe porque corresponde a la caridad, que lleva a
conocer por cierta unión con Dios (ST II-II, 9, 2, ad 1um). Recordando a Dionisio, Santo Tomás dirá que “las
cosas divinas no sólo se dicen sino que también se padecen” (ST II-II, 45, 2). A partir de la comprensión de la
teología como sabiduría señalo sólo tres horizontes: la relación entre teología y espiritualidad, el arraigo en
la sabiduría del Pueblo de Dios, el primado de la caridad.
1) La sabiduría reclama la síntesis vital de espiritualidad y teología que enseña Buenaventura: “... invito al
lector al gemido de la oración por medio de Cristo crucificado, que nos purificó con su sangre, para que nadie
crea que le basta la lectura sin la unción, la especulación sin la devoción, la búsqueda sin la admiración, la

15
observación sin el júbilo, la actividad sin la piedad, la ciencia sin la caridad, la inteligencia sin la humildad, el
estudio sin la gracia divina, la investigación sin la sabiduría inspirada por Dios (sapientia divinitus
inspirata)”.10
2) La sabiduría teológica arraiga en la sabiduría teologal del pueblo cristiano.
El lugar de la teología se debe ampliar desde el templo del corazón hasta el santuario viviente del Pueblo de
Dios en el mundo, con su sabiduría y su religiosidad, culmen de la naturaleza racional del hombre (GS 15, FR
33 n. 28). Desde allí también debe partir y hasta allí también debe llegar nuestro quehacer intelectual. De allí
debe partir, porque la teología busca, según el Concilio y el Papa, “por qué caminos puede llegar la fe a la
inteligencia teniendo en cuenta la filosofía o la sabiduría de los pueblos” (AG 22, FR 69 n. 92). Allí debe
culminar porque, según la Constitución Sapientia Christiana, “el oficio del teólogo debe ser ejercitado para
edificar la comunión eclesial, a fin de que el Pueblo de Dios crezca en la experiencia de la fe” (SCh, Intr IV).
Recorriendo este camino se puede alcanzar una inteligencia inculturada de la fe que respete tanto la
universalidad de la fe y de la razón como la tradición eclesial y el arraigo cultural, que son las matrices en las
que se desarrollan la teología y la filosofía como saberes universales e inculturados. En el documento final de
una reunión convocada por el Consejo Episcopal Latinoamericano y la Congregación para la Doctrina de la
fe, las autoridades de ambas instituciones y un grupo de teólogos afirmamos: “se debe proseguir en el camino
de la inculturación de la reflexión teológica para que sea plenamente católica y latinoamericana”.11
3) La teología debe desarrollarse como sapientia amoris. Si ayuda a cultivar “la fe que actúa por medio de la
caridad” (Ga 5,6), ella se vuelve intellectus amoris et misericordiae, sabiduría contemplativa y práctica (ST II-
II, 45, 3, ad 3um), que manifiesta tanto en el plano del conocimiento como en el de la acción que “Dios es
Amor” (1Jn 4,8), “rico en misericordia” (Ef 2,4). La sabiduría, comprendida como docta caritas, nos enseña
que “lo más grande es el amor” (1 Co 13,13). Así ella trasciende el amor a la sabiduría en la sabiduría del
amor, pues “aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque
tuviera toda la fe... si no tengo amor, no soy nada” (1 Co 13,2). Esto debe ser recordado siempre por el
alumno, el profesor y el decano de una Facultad de Teología.
3.3. La teología como profecía: prophetia spei
El discurso teológico revelado, ya desde la Sagrada Escritura, se ha desarrollado en dos direcciones y en dos
lenguajes en una constante conexión: la sabiduría y la profecía.12.La teología es también profecía, o sea,
comunicación de la Palabra de Dios en la historia y comprensión de la historia a partir de la acción salvífica
de Dios cumplida en Cristo. La profecía interpreta la historia desde la Palabra divina. Un hecho recibe su
sentido desde una secuencia que le precede y una dirección a la que apunta. Interpretar es captar un “sentido”
presente en la realidad histórica ubicando los acontecimientos en una trama que tiene su origen, centro y fin
en Cristo, “el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin” (Ap 1,8). Por eso la teología
profética cristiana intenta discernir el tiempo (Lc 12,54) e interpretar sus signos (Mt 16,3) a la luz del Futuro
absoluto inaugurado en la muerte y la resurrección de Jesucristo. Desde la profecía, entendida como teología
histórica y pastoral en un sentido amplio, señalo otros dos horizontes: interpretar los signos de los tiempos y
dar razón de la esperanza.
1) La profecía presta un servicio pastoral al decir una palabra significativa en la plaza pública de la cultura y
de la sociedad, en las cuales se debaten las grandes cuestiones de nuestra nación, cuando crecen el
empobrecimiento, la exclusión, la desconfianza. Ella debe interpretar y discernir los dramas que afligen la
vida de personas, familias y pueblos, ayudando a leer los nuevos signos del tiempo presente desde una fe
orante y pensante. El teólogo ―decía Lucio Gera en el primer número de nuestra revista― es “un hombre con
funciones públicas, habitante del centro de la ciudad, representando a una Iglesia que milita dentro de una
cultura”.13
2) La teología puede verse como intellectus spei. Dios es la fuente absoluta de la esperanza porque es nuestra
Felicidad total y definitiva.
La teología es docta spes cuando profundiza su fundamento en la sabiduría, la bondad y el poder de Dios.14
La esperanza se expresa en la oración que espera recibir todo de Dios. Para Tomás “petitio est spei
interpretativa” (ST II-II, 17, 2, 2um). La teología, considerada como servicio a la vida de la Iglesia y del
mundo, también debe ser, a su modo, spei interpretativa, o sea, debe desarrollar una hermenéutica de la
esperanza del Pueblo de Dios peregrino. Una teología más profética ilumina el presente al abrirlo al futuro y
así ayuda a los cristianos a estar “siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que les pida razón (logos) de su
esperanza (elpís)” (1 Pe 3,15). Dar razón es justificar racionalmente, expresar dialogalmente y declarar
públicamente el fundamento de nuestra fe esperanzada y amante. La “razón del creyente” (FR 73) es una
razón creyente que testimonia con signos y argumenta con razones lo que cree, espera y ama. Una Facultad

16
abierta a todos, pero preocupada por formar jóvenes pastores, consagrados y consagradas, laicos y laicas, debe
“saber dar a las generaciones venideras razones para vivir y para esperar” (GS 31).
***
La teología es scientia fidei, sapientia amoris, prophetia spei. Ella debe ser cultivada como ciencia de la fe con
rigor académico en la comunidad universitaria de la Facultad, elevarse como sabiduría del amor nu-13 L.
Gera, “Presentación”, Teología 1 (1962) 4.14 Cf. B. Forte, La teología como compañía, memoria y profecía,
Salamanca, Sígueme, 1990, 187 y 199.
triéndose espiritualmente en la intimidad del templo vivo del Pueblo de Dios, y proyectarse como profecía de
la esperanza iluminando pastoralmente el servicio a la plaza pública de la sociedad y de la cultura. Para
recibirla y comunicarla así, me vuelvo hacia la imagen de la Inmaculada Virgen María, que da el nombre al
Seminario, a la Parroquia y a nuestra Facultad. Nos confiamos a la Madre de Dios, Virgen Inmaculada y Sede
de la Sabiduría, porque ella es la sabiduría del corazón y el corazón de la sabiduría.

1.5 Teólogos/as en acción. Un acercamiento a las prácticas científicas a partir de la


producción de textos científicos y elaboración de trabajos de grado.
Las reflexiones en torno a la articulación típicamente académica entre los dinamismos del
creer y los saberes científicos y de punta, así como las consideraciones acerca del uso del concepto
de ciencia en teología, necesitan ahora descubrirse en las prácticas de teólogos/as de cada una de las
especializaciones. Se trata de ir directamente a una serie de textos donde se trabajan estas
articulaciones.
Para ello, leeremos dos tipos de textos.
 Artículos científicos de la producción “normal”. Esto es, aquellos que, tomados de las
revistas especializadas, expresan el trabajo habitual, de base, de los protagonistas. Muchas
veces desde estos materiales saldrán luego comunicaciones, libros, etc.
 Los trabajos de grados producidas en nuestra Facultad u otras. Se tomará así contacto con el
tipo de textualidad que será requisito final de aprobación de la carreara.
En ambos casos el acento estará puesto en un tipo de lectura particular:
 Se suponen las capacidades y competencias típicas de una primera lectura a fondo de un
texto fruto de la formación universitaria. Por lo tanto, se da por sentado que los
participantes harán una primera lectura global en orden a captar el contenido, el
movimiento de ideas y las indicaciones de los títulos, notas y referencias bibliográficas.
 Los participantes leerán en todos los casos textos de la propia especialización, en orden a ir
adentrándose en las peculiariaridades de contenidos, autores, métodos y abordajes de cada
una.
 El acento recaerá en una lectura de segundo nivel. Es decir, en un tipo de acercamiento al
texto que, ya adquirido su sentido general, apuntará a desentrañar su estructura, su
construcción, su andamiaje. No nos vamos a limitar a ver qué y cómo dice, sino que
tendremos que descubrir las operaciones, los pasos, las opciones que sus autores realizaron
para construir el texto. La razón de esta perspectiva es que el segundo ciclo busca
desarrollar las capacidades de “producción” de conocimientos teológicos y no sólo la
habilidad para recibirlos. Atenderemos al cómo lo hacen profesionales expertos y tesistas en
orden a prepararnos para hacerlo nosotros.

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