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El Milagro Del Magnesio
El Milagro Del Magnesio
Las almendras
¿Sabías que el magnesio?
• Es inquieto, o hiperactivo 2
• Presenta convulsiones. 3
• Tiene temblor o inestabilidad en sus manos. 3
• Espasmos musculares alrededor de sus ojos, cara, u otras zonas
del cuerpo.3
• Calambres musculares. 3
• Espasmos musculares en manos o pies. 3
• Espasmos del esófago. 4
• Asma o dificultad para respirar. 3
• Enfisema, bronquitis crónica, o respiración difícil. 2
• Osteoporosis. 5
• Ha tenido cálculos renales. 3
• Sufre de una enfermedad renal crónica. 2
• Padece de diabetes. 4
• Tiene aumento de la actividad de la tiroides o de la paratiroides.
3
• Padece de hipertensión.3
• Presenta prolapso de la válvula mitral.4
• Presenta latidos del corazón muy rápidos, irregulares o
arritmias.3
• Toma Digital (Lanitop). 3
• Toma algún diurético.5
• Ha tenido terapia con radiación o exposición a ella. 5
• Bebe más de 7 copas semanalmente.4
• Ha tenido problemas por el alcohol en su vida? 3
• Toma diariamente más de 3 tazas de café.2
• Toma alimentos con azúcar diariamente.2
• Desea comer carbohidratos (harinas) o chocolates.2
• Tiene deseo anormal por la sal.2
• Su comida es altamente procesada / (comidas rápidas).2
• Su dieta es pobre en verduras, semillas y / o frutas. 2
• Su dieta es pobre en proteínas.2
• Presenta comida no digerida o grasa en las deposiciones.2
• Ansiedad.3
• Alucinaciones.2
• Prologo
• Epilogo
3. Desórdenes digestivos:
Un médico envió al doctor Delbet su propia observación. Tenía
perturbaciones intestinales penosas y persistentes. A pesar de un
severo régimen y un tratamiento de agentes físicos (diatermia,
rayos infrarrojos), su estado no había cambiado apenas.
Se somete, por fin, a la acción del cloruro de magnesio con una
dosis de 2 gramos por día, suprimiendo todo medicamento. Los
resultados fueron excelentes: desaparecen los dolores de la región
epigástrica y las perturbaciones intestinales. Aumenta 10 kilos de
peso, su aspecto exterior se transforma y puede llevar las
ocupaciones ordinarias sin fatiga.
El cloruro de magnesio, tomado de una manera continua, reduce
las evacuaciones en los diarreicos. En otros, aunque al principio
traiga algunas perturbaciones, el resultado de su acción habitual es
una regulación. Hace también que las materias fecales pierdan su
olor desagradable.
El doctor Rodríguez Méndez, en su obra titulada «Apuntes sobre
Medicamentos», dice ponderando las ventajas de los bizcochos de
peróxido de magnesio (págs. 133 y 479), conocidos con los
nombres de «hopogán» y «perhidrol magnésico», que están
destinados a combatir muchos padecimientos gastrointestinales, y,
al mismo tiempo, hace constar expresamente que el peróxido «no
irrita ni causa accidente alguno».
En una obra de los doctores S. Milne Edwards y P. Vacasseuh,
publicada nada menos que en 1835, con el título de «Manual de
Materia médica», al referirse al carbonato de magnesio calcinado,
se dice textualmente (pág. 289):
«Es muy ventajoso su uso, en casos de acidez de las primeras
vías, que se observa mayormente de esta manera como antiácido
y absorbente para neutralizar los ácidos que se desenvuelven con
demasiada frecuencia en el estómago en ciertas circunstancias.
Ofrece igualmente grandes recursos, en casos de envenenamiento
por los ácidos, en razón de la facilidad con que se combina con
estos cuerpos y de no ser nocivas las sales que resultan de esta
combinación». Un poco más adelante (pág. 299), tratando del
subcarbonato de magnesio, asegura que «sus usos son los mismos
que los de la magnesia calcinada y se emplea mucho en los mismos
casos».
Y termina diciendo:
«En fin, se emplea con mucha ventaja en casos de mal de piedra,
que dependen de la superabundancia de ácido úrico».
4. Acción sobre la piel:
Es interesante la acción del cloruro de magnesio sobre picores
que quizá se deban a alteraciones de la piel o a lesiones nerviosas.
Una criada no podía lavar sin sentir después picazones en las
manos, que no la dejaban dormir, acompañados a menudo de
eczema. Había sufrido muchos tratamientos sin resultado
satisfactorio. Tomando 2 gramos de cloruro de magnesio diarios, le
desapareció la molestia. Puede lavar sin inconveniente ni molestia.
La señora de un médico sufría mucho de sabañones. Después de
la ineficacia de los tratamientos preventivos y curativos, renuncia a
ellos, comenzando a tomar un poco de cloruro de magnesio en el
mes de septiembre. Con este tratamiento se pasó el invierno sin
sabañones. Otras personas han constatado la eficacia del cloruro
de magnesio como preventivo de los sabañones.
Hablando concretamente de una enfermedad de la piel curada
por las sales de magnesio, el doctor Delbet expone a qué se deben
estos efectos curativos, dentro de su teoría general de la citofilaxia.
Se expresa en estos términos:
«Una dosis de 2 gramos de cloruro de magnesio, tomada por vía
digestiva, no puede tener ninguna acción antiséptica sobre los
microbios de las glándulas sebáceas. A causa, pues, de una
modificación de las células, las glándulas triunfan de los agentes
patógenos. Puede considerarse esto como acrecentamiento de la
actividad celular. Yo repito que el magnesio debe considerarse
como alimento, no como medicina».
EL MAGNESIO EN ZOOTECNIA
La salud del hombre depende, en gran parte, del equilibrio mineral
de su alimentación.
Ahora bien, como este equilibrio mineral falta con frecuencia por
deficiencia del magnesio en el organismo humano, de aquí que este
elemento, desde el punto de vista de la química biológica, sea
considerado como un elemento fundamental y del que no se puede
prescindir en la alimentación.
Esto que hasta ahora suele referirse al hombre tiene también su
aplicación a los animales, y por consiguiente, no puede menos que
afectar al ganado y, en general, a todos los animales domésticos
según se podrá apreciar en la exposición que sigue.
EL MAGNESIO EN LA AGRICULTURA
El magnesio, en la vida de las plantas, desempeña un papel
importantísimo, que no siempre ha sido debidamente valorado.
Por de pronto, en las cenizas de todos los vegetales, y
especialmente en las de sus semillas, el análisis encuentra
magnesio. Este hecho dio una pista a los agrónomos sobre el papel
que en la vegetación debe desempeñar dicho metal. Fue en los
comienzos del siglo cuando se observó su presencia y de ella se
dedujo que debía ser indispensable en la vida vegetal, si bien
entonces no se llegó a aclarar su función específica.
Se le solía confundir con el calcio y se creía que su acción
ignorada podría realizarse en presencia de otras sales metálicas.
Experimentos realizados en estos últimos años en diferentes
ensayos, han comprobado de una manera evidente la gran eficacia
del magnesio, así como también el calcio, como fertilizantes de
extraordinaria importancia.
Esta confirmación experimental de sus valiosas propiedades
alimenticias para las plantas ha contribuido bastante a su empleo,
que se ha ido generalizando a medida que se han divulgado los
ensayos e investigaciones de destacados agrónomos. De sus
trabajos se deduce que el magnesio y el calcio no sólo deben
considerarse como los elementos que facilitan la asimilación del
amoníaco y del ácido fosfórico a las plantas, sino que, además,
representan valiosos elementos para la vegetación.
E. Canals, en su tesis para el doctorado en ciencias físicas,
presentado en la Facultad de Ciencias de París, resume sus
investigaciones acerca del papel fisiológico del magnesio en los
vegetales diciendo que este metal, generalmente extendido en
todas las plantas, les es tan indispensable como los elementos
fundamentales carbono, hidrógeno, oxígeno, etc.
Más aún, según este autor, el magnesio está dotado, además, de
aptitudes especiales comparables a las de los infinitamente
pequeños elementos químicos, conocidos con el nombre de
«oligoelementos», gracias a su acción catalítica establecida antes
que nadie por G. Bertrand.
En nuestra exposición daremos cuenta, algún tanto detallada, de
cuanto se acaba de apuntar acerca de la importancia del magnesio
en la agricultura.
E) EL MAGNESIO EN LA PRODUCCIÓN DE
CARBOHIDRATOS Y VITAMINAS
Una vez demostrado que toda deficiencia de magnesio se traduce
por inmediata disminución del proceso fotosintético determinado
por la clorofila, se comprende que la falta de magnesio asimilable
ha de producir menores rendimientos.
Raume fue el primero que relacionó el transporte del almidón de
las hojas al tallo y, como para este proceso se necesita el fósforo
como coenzima, de aquí que el magnesio transportador del fósforo,
según antes se ha explicado largamente, sea teóricamente un
elemento indispensable para este fenómeno.
Esto se ha comprobado prácticamente en cultivos de patata, por
ejemplo, ya que en esta planta la acumulación del almidón en los
tubérculos se realiza de una forma bien ostensible. Para esta
comprobación Chuck realizó múltiples cultivos en diversas
condiciones de abonado y observó que, en las plantas deficientes
en magnesio, con hojas ya cloróticas, una adición de sales solubles
de magnesio, y hasta de dolomita, provocaba a los pocos días
(cinco o seis), una respuesta favorable.
Las hojas cloróticas no recuperaban ciertamente su color verde,
pero el proceso de amarilleamiento cesaba de producirse y todos
los nuevos brotes presentaban un aspecto normal. Además, en las
plantaciones testigo no tratadas, la muerte de la planta ocurría
siempre. El mismo investigador llegó a la conclusión de que el
abono magnesiano producía, en todas las experiencias, un notable
incremento en los rendimientos de las cosechas de patatas.
No menos importante, sobre todo para la agricultura española, es
la intervención del magnesio en la producción de lípidos o aceites:
mejorar y aumentar la producción y rendimiento del aceite de oliva,
por ejemplo, supondría una adquisición de extraordinario interés
para la economía nacional.
Se da como comprobado que el magnesio estimula algunos
procesos reductores. De aquí que se hayan realizado múltiples
experiencias para averiguar si las respuestas del cultivo de plantas
oleaginosas a adiciones de magnesio se traducían o no en
aumentos de lípidos en las semillas. Poca es la información
experimental obtenida hasta ahora al respecto, y ésta referida
únicamente a un reducido número de plantas oleaginosas.
Con todo, en el caso particular del girasol, por ejemplo, se ha
demostrado experimentalmente y de un modo indudable que la
cantidad de aceite en los cultivos abonados con sales de magnesio
era superior a la cosecha testigo.
En estos últimos tiempos se han comenzado a realizar ensayos
en olivares españoles acerca de la influencia del abonado
magnesiano en la calidad y cantidad del aceite obtenido. Pero aún
es pronto para decir nada concreto, ya que las citadas experiencias
precisan varios años para su comprobación.
Con respecto a la influencia del magnesio en la producción de
vitaminas, debemos manifestar que los resultados experimentales
hasta ahora obtenidos son incompletos, a pesar de hacer bastante
tiempo que han sido iniciados. Es que los trabajos de este género -
como no puede ser menos - se realizan en series y son largos y
laboriosos; además, se trata, no de una o pocas vitaminas, sino de
múltiples de ellas.
Por de pronto, está ya comprobado que, por ejemplo, la adición
de magnesio al suelo aumenta la riqueza en ácido ascórbico en las
naranjas, cereales, espinacas, repollos, etc., en cambio, apenas
tiene influencia su riqueza en la patata, tomate y remolacha.
Sobre otras vitaminas, los resultados no son aún definitivos; pero,
desde el punto de vista bromatológico e industrial, estos ensayos
revisten la mayor importancia en ganadería, y su mejora o
corrección significaría un gran progreso en la economía ganadera.
EPÍLOGO
Vamos a terminar esta compilación de trabajos acerca de las
virtudes curativas del magnesio, reproduciendo - pues nos las
hacemos nuestras - las palabras con que el P. Manzanal dio término
a la serie de sus artículos.
En el transcurso de este estudio hemos relatado numerosos
hechos que muestran que la salud de las plantas, de los animales
y del hombre depende, en gran parte del equilibrio mineral de su
alimentación.
Hemos visto asimismo cómo H. Vilian y Mr. Kuck obtuvieron
buenas cosechas y curaron a sus animales enfermos por medio de
un mejor equilibrio mineral, aportando particularmente magnesio.
Este elemento, pues, desde el punto de vista de la química biológica
es un elemento fundamental. En la producción vegetal no se puede
prescindir de la alimentación magnesiana de la planta. Lo mismo
hay que decir respecto de los animales y del hombre.
No vayamos a creer, que cualquier tenor de magnesio en el
organismo es bueno. También la proporción de magnesio tiene sus
límites. Este elemento parece estar en excelente proporción en la
alimentación de los campesinos egipcios, por los efectos de buena
salud que en ellos produce.
El campesino egipcio, insuficientemente vestido tirita cuando
hace frío; pero no se constipa, ni enferma de gripe, neumonía ni
pleuresía. Sus dientes no se carían. Se sabe que las caries eran
antes desconocidas en los esquimales. Ha aparecido en ellos
solamente cuando ha penetrado en sus tierras el pan blanco y los
alimentos refinados de nuestra alimentación, que, por otra parte,
están más o menos desequilibrados.
El campesino egipcio resiste muy bien a las enfermedades
europeas. Sus mujeres dan a luz con mucha facilidad, sin la fiebre
subsiguiente, y alimentan a sus hijos durante dos años o más. Los
que escapan a las enfermedades parasitarias, viven hasta una edad
muy avanzada, conservando una salud perfecta, física y psíquica.
Estos mismos efectos podemos nosotros conseguir mediante el
buen equilibrio mineral, que hemos propugnado en todas las
páginas de este estudio. Y, bajo este punto de vista, se han de
considerar todas las curaciones que hemos relatado. Este equilibrio
estará en el terreno de nuestro organismo.
No olvidemos que la enfermedad es un verdadero drama en el
cual intervienen dos actores: el agresor (microbio o agente
patógeno) y el organismo del viviente (terreno), que el agresor
intenta invadir; pero que se apresta, con todas sus reservas, a la
defensa. Si su defensa es débil, el agresor la vencerá, que, en
circunstancias normales, el agresor no puede penetrar en él.
Siendo esto así, tenemos dos modos de intervenir en este drama,
para prevenir la enfermedad o para curarla; o bien atacar al
asaltante, sea fuera o dentro del terreno, para debilitarlo o destruirlo,
si es posible, o bien reforzar la defensa del organismo, mejorar el
terreno, para que él, por sí mismo, supere fácilmente al asaltante.
Fuera del terreno la lucha contra el agresor presenta notables
ventajas; pero dentro del terreno esta misma táctica, si el terreno es
deficiente, por ejemplo, en su equilibrio mineral, no puede dar más
que resultados fragmentarios y rara vez definitivos, después de un
período más o menos largo.
Pero el agresor no puede dejar de perder mucha de su
importancia, si nos acordamos menos de él, para dar una mayor
importancia al perfeccionamiento del terreno. Y este es el segundo
modo de combatir al agresor.
¿No es, en efecto, la débil resistencia del terreno, de la cual el
desequilibrio mineral es actualmente, una de las principales causas,
que, no activando su defensa, transforma enemigos ocasionales e
inofensivos en parásitos peligrosos o en microbios virulentos?
Y, por el contrario, en un terreno resistente los microbios pierden
poco a poco su virulencia agresiva.
Recientemente, la importancia del terreno ha sido puesta a plena
luz por los trabajos de médicos que estudian enfermedades
misteriosas hasta entonces incurables, y por los trabajos de sabios
biológicos que han estudiado el problema de la alimentación.
Éstos trabajos han revelado que muchas enfermedades - y de las
más graves - tienen por causa,
«no la presencia de un elemento nocivo que el organismo ha
dejado penetrar en su seno, sino la ausencia en la alimentación de
una o varias substancias indispensables a la vida o a una de las
manifestaciones de la vida».
(Randoin)
La trascendencia de mirar la defensa del organismo desde el
punto de vista de su perfecto estado de resistencia y de explotar las
energías latentes que puede desarrollar, más que perseguir o
destruir el microbio con medios venidos de fuera, una vez
introducido en el organismo, es de unos límites insospechados. Un
organismo en tal disposición triunfa solo y fácilmente de sus
enemigos.
Un cultivador francés, un ganadero norteamericano, un eminente
cirujano y biólogo, un médico de mucha práctica hacen pasar a
segundo plano la lucha directa contra el agresor, para tener delante
y en primer término el perfecto estado del terreno y explotar sus
energías.
Y precisamente el equilibrio mineral es uno de los factores de ese
perfecto estado.
A esto se han dirigido nuestras líneas, a presentar este punto de
vista menos atendido, no precisamente a despreciar y rebajar en su
importancia otros medios que, estudiados por los sabios, dan lugar
a muy apreciables éxitos, pero sí a decir que éstos no son
exclusivos de ellos, porque hay otros medios que proceden de otra
dirección y que también dan excelentes resultados.
Creemos haber puesto en claro la importancia de que los
organismos tengan en sí la excelente defensa de un equilibrio
mineral perfecto, que los defienda de muchos ataques por sí
mismos, sin requerir ninguna defensa extraña, que a veces,
entrando en conflicto con el organismo, le puede perjudicar.
APÉNDICE PRIMERO
¿COMO DEBE TOMARSE EL MAGNESIO?
En los varios trabajos extractados para componer este libro,
hemos podido advertir tres cosas:
1. que se preconiza casi exclusivamente la ingestión de cloruro
de magnesio;
2. que las más de las veces no se indican las dosis
3. que, cuando la señalan, no coinciden los diversos autores en
la cantidad.
Para orientar en este punto a nuestros lectores, vamos a
presentar unas normas de orientación.
Efectivamente, la sal magnesiana más comúnmente aconsejada
es el cloruro de magnesio; y ésta es, por consiguiente, la que
deberían tomar las personas que tratan de practicar la cura del
magnesio y que la pueden tolerar, ya que para algunos les resulta
muy laxante. Otras sales magnesianas, que en ciertos casos se
aconsejan en la cura del magnesio, son: el sulfato y el carbonato de
magnesio.
Vamos, pues, a explicar en qué consisten estas tres sales, cómo
se deben tomar y dónde se pueden adquirir.
En el comercio se presenta el cloruro de magnesio bajo tres
formas:
1. cristalizado
2. desecado
3. anhidro
• el cloruro de magnesio cristalizado contiene seis moléculas
de agua llamada de cristalización y tiene por fórmula Cl2Mg6H20
• el cloruro de magnesio desecado tiene sólo dos moléculas
de agua, por haber perdido gran parte de ella al ser sometido a la
temperatura comprendida entre 200° y 300°, y su fórmula es
Cl2MgH20
• el cloruro de magnesio anhidro carece de agua, por haberla
perdido totalmente al ser calcinado a una temperatura superior a
700°, y su fórmula química es simplemente Cl2Mg
De estas tres formas de cloruro la más corriente es la cristalizada
y ésta es la que ordinariamente deberá usarse.
Puede adquirirse en farmacias o en droguerías algo bien surtidas,
como suelen serlo las de poblaciones importantes. Se expende en
frascos de 100 ó 250 gramos muy bien tapados, y en la misma
forma se han de conservar, por tratarse de un producto
delicuescente (higroscópico), es decir, que toma la humedad del
aire y se licua. Es inodoro y de sabor amargo.
La otra sal magnésica es el sulfato de magnesio, que cristaliza
con siete moléculas de agua y tiene por fórmula S04Mg7H20.
Expuesta al aire enflorece, perdiendo agua. Es inodora y de sabor
muy amargo. Puede adquirirse también en farmacias o en
droguerías.
La tercera sal magnésica es el carbonato de magnesio, C03Mg.
Se presenta bajo la forma de un polvo blanco, insípido, inodoro,
inalterable al aire y sumamente ligero. Al igual que las otras sales
de magnesio, puede adquirirse en farmacias o en droguerías.
Todavía debemos mencionar los comprimidos DELBIASE, que
contienen las cuatro sales halogenadas del magnesio (cuales son
el fluoruro, el cloruro, el bromuro y el yoduro de Mg), y la crema
DELBIASE, de composición parecida a la de los comprimidos del
cloruro, para ser aplicada a la piel, como regeneradora de los tejidos
y frenadora del desarrollo anárquico de las células. Estos
preparados se venden exclusivamente en las farmacias.
Lo mismo puede decirse del MAGNOGENE, del HAL-MAGNOL y
de los HALÓGENOS JULIA-4H.
En el empleo de sales de magnesio, débese distinguir, según se
trate de curar alguna enfermedad o achaque ya contraído, y
entonces reviste carácter medicinal, o sólo como preventivo, y en
este caso debe considerarse, no como medicamento, sino
simplemente como alimento poco menos que necesario. Por regla
general, cuando se trata de curar alguna enfermedad, se
recomienda tomar doble dosis al día.
Una de las maneras prácticas de tomar el cloruro magnésico es
sirviéndose de una solución dispuesta previamente al efecto, que
puede prepararse disolviendo 33 gramos de cloruro magnésico
cristalizado en un litro de agua. Si se tratase de sulfato magnésico,
la solución se habría de preparar con 50 gramos de esta sal en un
litro de agua.
Si no se desea preparar previamente la solución de sales,
entonces se toma una cucharita de café, no muy colmada, de
cloruro sódico o una cucharita de café, esta vez bien colmada, de
sulfato magnésico.
En ambos casos se disuelve cualquiera de estas sales en un poco
de agua, lo que se obtiene muy rápidamente, por tratarse de
sustancias muy solubles.
Si la sal que se toma es carbonato, se ha de desleír una
cucharada sopera, colmada, en un poco de agua en un vaso (como
dos dedos) o bien en la leche del desayuno, pues no le comunica
ningún sabor. Cada toma de comprimidos DELBIASE consiste en
dos comprimidos en medio vaso de agua. La aplicación de la crema
DELBIASE a la piel comporta un masaje, a fin de hacerla penetrar
bien en la epidermis.
Téngase presente que las cantidades indicadas se refieren a una
dosis; por tanto, en los casos de utilizar las sales de magnesio como
medicinas, se habrían de tomar dos dosis al día: una por la mañana
y otra por la tarde. Con todo, por razón de la edad, las dosis para
obtener los efectos curativos deberán atenerse a otras cantidades,
según lo ha expuesto el doctor Neveu y nosotros reproducimos a
continuación.
Las cantidades que a continuación se expresan se refieren a la
solución de 33 gramos de cloruro de magnesio cristalizado en un
litro de agua.
1. Adultos y niños hasta 5 años: 125 centímetros cúbicos de la
solución de cloruro antes indicada para seis horas. En casos muy
graves: dos dosis iniciales, con dos horas de intervalo; las
siguientes dosis, con seis horas de intervalo.
2. Inferiores a 5 años: 100 centímetros cúbicos para los de 4
años, 80 para los de 3,60 para los de 2, y 40 para los de 1 año. El
horario es el mismo que para los anteriores.
3. Inferiores a un año: Dos cucharadas (30 centímetros
cúbicos) a los de más de seis meses, una cucharada muy llena (20
cm cúbicos) a los seis meses, una cucharada (16 cm. cúbicos) a los
de menos de seis meses. La separación de estas dosis es de tres
horas.
Las dosis que acabamos de mencionar se refieren a las fases
agudas de la enfermedad.
Se les irá desplazando progresivamente, cada 8 horas, más tarde
cada doce, a medida que el enfermo mejore. Después de la
curación aparente, es necesario continuar el tratamiento algunos
días, para que el enfermo no se exponga a recaídas.
Tratándose de los HALÓGENOS JULIÁ-4H, se señala como
dosis preventiva o de conservación una cu-charadita de las de café
(5 c.c.) cada día, mezclada con dos dedos de agua natural, mineral,
sifón o gaseosa, que se tomará antes o después de una comida,
sea la que sea.
Pero, cuando se trata de atacar en su fase aguda, los adultos y
niños de más de 5 años deberán tomar dos cucharaditas cada 6
horas; en casos muy graves, 2 cucharaditas iniciales, y a las dos
horas otras 2; las siguientes dosis, con seis horas de intervalo.
Repetimos que la sal magnésica más recomendada de los
médicos es el cloruro. Sin embargo, a algunos les resultará molesta
de tomar. En primer lugar por ser amarga; con todo, a la larga uno
se acostumbra y ya nota menos el amargor. Otra propiedad del
cloruro magnésico es la de ser bastante laxante y, para algunos,
poco menos que purgante.
Con todo, este efecto suele ser más pronunciado en los primeros
días; después, el cuerpo ya se habitúa y se regularizan las
evacuaciones. A los tales, les convendrá ingerir el cloruro
magnésico, no en ayunas, sino poco después de la comida, pues
entonces el efecto laxante es menos pronunciado. En cambio, en
las personas que padecen de estreñimiento, el cloruro de magnesio
resulta un excelente regularizador de las evacuaciones.
A las personas que no pueden tomar cloruro magnésico por
resultarles demasiado laxante, les convendrá ingerir el magnesio en
forma de carbonato, de la manera que luego se explica.
El carbonato de magnesio, por ser insoluble en el agua, no es
directamente asimilable por el organismo; pero sí lo es
indirectamente, por convertirse en cloruro dentro del estómago,
gracias al ácido clorhídrico que de ordinario contiene el jugo
gástrico.
Para las personas, pues, que por padecer de hiperclorhidria
(exceso de ácido) suelen tomar bicarbonato de sodio, el carbonato
de magnesio resulta ser un excelente neutralizador de la acidez
para calmar el dolor de estómago, sin los inconvenientes del
bicarbonato, que suele ser desaconsejado por los médicos; porque,
si bien de momento quita el dolor, fomenta la causa de la acidez y,
por consiguiente, el que se vaya reproduciendo con más intensidad
en adelante.
En cambio, a las personas que padecen de hipoclorhidria (falta
de acidez) no es aconsejable que diariamente ingieran este
neutralizador, que es el carbonato de magnesio.
El sulfato de magnesio conviene más a las personas que padecen
del hígado, dado que precisamente los sulfates suelen recetarse
para este género de dolencia.
Se dirá, ¿no ha salido últimamente otro producto que hace en el
organismo humano lo mismo y tal vez más que las sales de
magnesio, la jalea real?
Así, por lo menos, se anuncia, si bien no parece que tenga
carácter de tanta universalidad como las sales de magnesio. Una
diferencia grande hay entre ambos productos y es lo referente al
precio: Cada cajita de jalea real viene a costar unas 500 pesetas, y
cada toma, de 30 a 35 pesetas; en cambio, el precio del cloruro de
magnesio, cuando menos en Barcelona, es de 10 pesetas el frasco
de 100 gramos, comprado en droguería; el precio del sulfato es por
el estilo, y un kilo de carbonato de magnesio a granel cuesta sólo
25 pesetas comprado en droguerías.
Todavía debemos hacer resaltar entre los preparados
magnesianos, citados en el decurso de esta obra (DELBIASE, HAL-
MAGNOL, MAGNOGENE, LIDATINE), los llamados HALÓGENOS
JULIA-4H, de Villanueva y Geltrú (Barcelona), definidos como
«estimulante biológico general, a la vez que sustancia plástica, base
de toda célula».
En el prospecto de este preparado farmacéutico se señalan unas
orientaciones, con respecto a su uso, que conviene tengan
presentes cuantos toman sales de magnesio, sea en forma de
cloruro, de carbonato o de sulfato, sea en cualquiera de los
preparados farmacéuticos que se acaban de citar.
1. Después de los 40 años, este alimento o medicina es
conveniente tomarlo todos los días sin interrupción, a pesar de que
parezca hallarse el individuo orgánicamente perfecto. De esta
necesidad se habrá dado cuenta el lector por lo que
precedentemente se ha expuesto.
2. Naturalmente que su uso no crea hábito; puede dejarse en
cualquier momento, sin perjuicio orgánico; pero, al abandonarla,
queda el sujeto sin la protección hasta entonces conseguida.
3. Esta medicación es compatible con cualquier otra que se
pueda hacer, y no hay que suspenderla, aunque se vayan a tomar
otros medicamentos.
4. No crea el que tome sales magnésicas que quedará exento
de dolencias y contratiempos; habrá enfermedades y trastornos
entre los consumidores; pero buena parte de ellas, y no
despreciable, serán atenuadas y muchas eliminadas.
APÉNDICE II
CONTENIDO DE MAGNESIO Y DE CALCIO EN LOS
PRINCIPALES ALIMENTOS
A continuación, presentamos una lista, bastante completa, del
contenido de magnesio de un gran número de alimentos, de origen
animal y, sobre todo, de origen vegetal, y para que esta información
sea más completa, hemos añadido el contenido de calcio de los
mismos alimentos, ya que este elemento es necesario también para
el organismo humano, tanto o más que el magnesio.
La diferencia que hay entre el uno y el otro estriba en que,
modernamente, los vegetales suelen contener el calcio requerido
para su buen desarrollo, porque si las tierras no lo tienen se les
añade en forma de abonos o de enmiendas, al paso que los
vegetales y también los animales que se alimentan de aquéllos,
suelen ser deficitarios de magnesio, puesto que las tierras lo tienen
en gran parte agotado por los cultivos sucesivos, y entre los
agricultores no ha entrado hasta ahora, si no es con raras
excepciones, el abonado con compuestos magnesianos, como se
hace con los de fósforo, nitrógeno y potasio.
El contenido de magnesio que se señala en la lista que a
continuación presentamos se refiere al que suelen tener los
vegetales que se han desarrollado en tierras dotadas de suficiente
magnesio.
Pero debemos advertir que, de hecho, muchas veces no se
aprovecha este magnesio de los alimentos, por cuanto, al
prepararlos, se deja perder miserablemente.
En efecto: la mayor parte de las materias minerales y también de
las vitaminas de los vegetales se hallan en las frutas y, muy
particularmente, en las verduras; por lo cual es una mala costumbre,
reprobada con razón por los higienistas y dietéticos, desechar el
agua de cocción de las mismas, porque en ellas están disueltas las
materias minerales y las vitaminas, y así se desperdicia lo que más
conviene para evitar la desmineralización del organismo.
Por lo tanto - y así lo recomienda el doctor V. L. Ferrándiz - se ha
de aprovechar, para confeccionar sopas, el caldo resultante de la
cocción de las verduras, y no tirarlo al fregadero, como
frecuentemente se hace.
Esta inveterada y mala costumbre tiene en algunos casos su
justificación, y es cuando el caldo resultante ofrece gusto
desagradable, como sucede al cocer garbanzos secos y judías
tiernas; pero, en otros casos, no hay nada que lo justifique, si no es
la rutina, como, por ejemplo, tratándose del caldo resultante de
hervir las patatas y las judías secas, pues ambos caldos, además
de ser muy sustanciosos, porque contienen la mayor parte de las
materias minerales y las vitaminas de los respectivos vegetales, dan
lugar a sopas de gusto delicioso para la mayoría de paladares.
Los valores de magnesio y calcio se dan en miligramos de óxido,
es decir, de magnesia (MgO) y de cal (CaO) por 100 gramos de
sustancia.
El orden escogido es el de porcentaje de magnesia.
APÉNDICE III