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En el Perú hubo mayor cantidad de santos y siervos de Dios que en todos los virreinatos
españoles. La mayoría apareció entre 1570 y 1660, muchos de ellos coexistiendo en la
sociedad limeña, tal como fue el caso de San Martín de Porres, Santa Rosa de Lima, Santo
Toribio de Mogrovejo, San Francisco Solano y San Juan Masias, precisamente los 5
santos del Perú.
Cuando morían estos hombres de Dios, toda la sociedad limeña acudía a sus exequias,
incluyendo el virrey, el arzobispo y los principales nobles, tanto españoles como
indígenas.
Fue la primera santa americana nació en Lima, Perú, el 30 de abril de 1586. Sus
padres fueron Gaspar de Flores y María de Oliva. Fue bautizada con el nombre de
Isabel, pero comúnmente la llamaban Rosa. En 1597 Santo Toribio de Mogrovejo,
segundo arzobispo de Lima, la confirmó en Quives, Canta. Rosa se caracterizó por
su humildad, sencillez, obediencia, caridad y paciencia. Muy joven descubrió su
vocación a la vida religiosa y tomó como modelo de vida a Santa Catalina de Siena.
Luego de un problema financiero que tuvo su padre, la familia de Rosa atravesó por
una fuerte crisis económica por lo que la santa se dedicó a coser y trabajar en la
huerta.
Poco tiempo después emitió sus votos de virginidad. Al cabo de diez años ingreso a
la Tercera Orden de Santo Domingo y se dedicó a servir a los más necesitados,
sobretodo a los pobres y enfermos. En su casa se dedicaba a rezar y a acoger a los
mendigos. Durante toda su vida se entregó a Dios y al prójimo, mostró un especial
cariño por Cristo Crucificado. Tuvo el don de hacer milagros y se hizo muy conocida
entre los limeños.
Durante su trabajo episcopal en Lima convocó y presidió el III Concilio Limense (1582-
1583), al cual asistieron prelados de toda Hispanoamérica, y en el que se trataron
asuntos relativos a la evangelización de los indios. De esa histórica asamblea se
obtuvieron importantes normas de pastoral, así como textos de catecismo en castellano,
quechua y aymara (los primeros libros impresos en Sudamérica). Santo Toribio visitó
innumerables poblados de su amplio territorio, uno de los más extensos y difíciles del
mundo. A las visitas pastorales dedicó 17 de sus 25 años de obispo.
Santo Toribio no solo confirió la confirmación a Santa Rosa, sino también a San Martin
de Porres y a San Juan Macias. Celebró 13 sínodos y fundó el primer Seminario de
América en Lima (1591). A los sesenta y ocho años Santo Toribio cayó enfermo en
Pacasmayo al norte de Lima, partió rumbo a la ciudad de Santa e hizo su testamento en
el que dejó a sus criados sus efectos personales y a los pobres el resto de sus
propiedades. Murió en Santa el 23 de marzo de 1606. El "protector de los indígenas" fue
un infatigable misionero y gran organizador de la Iglesia sudamericana.
Santo Toribio fue beatificado por el Papa Inocencio XI en 1679 y canonizado por
Benedicto XIII en 1726. En 1983 Juan Pablo II lo proclamó Patrono del Episcopado
latinoamericano.
Fue nombrado "custodio" de los conventos que tenía su orden en Tucumán y Paraguay,
Regresó al Perú en 1601, fue nombrado Guardián de la recién fundada Recolección de
Santa María de los Angeles en Lima, (hoy Convento de los Descalzos, en el Rímac). Se
dedicó por algún tiempo al apostolado en Trujillo. De nuevo en Lima residió en el
convento de San Francisco, y se dedicaba a enseñar la doctrina y predicar en calles y
plazas. San Francisco poseía el don de lenguas y realizó muchos milagros, que lo
hicieron conocido como el "el taumaturgo del nuevo mundo". Fue un hombre de
profunda oración y de grandes sufrimientos, que sobrellevó con fortaleza y alegría.
Nació en Lima, Perú, en 1579. Fue el hijo natural del caballero español Juan de Porres y
de la india panameña libre Ana Velásquez. El santo mulato fue bautizado en la iglesia
de San Sebastián, en la misma pila y por el mismo párroco que había bautizado a Santa
Rosa de Lima. Martín vivió con su madre, aprendió el oficio de barbero y adquirió
conocimientos de medicina, mediante el trato con un cirujano. Desde niño dio muestras
de su profundo amor por Dios. Al mismo tiempo su amor al prójimo lo condujo a
ayudar a todos, aún en las tareas más humildes. A los 15 años ingresó como donado al
convento de Santo Domingo en Lima y en 1603 hizo la profesión como hermano lego.
Los superiores de San Martín, pronto advirtieron sus cualidades y caridad por ello le
confiaron, junto a otros oficios, el de enfermero. Sus habilidades y el ardor con que
cuidaba a los enfermos atrajo incluso a los religiosos de otras comunidades que llegaban
a Lima sólo para atenderse con el santo. San Martín fue muchas veces despreciado y
humillado, por ser mulato, pero nunca se rebeló contra los insultos que le inferían.
Nació en Rivera de Fresno, España, el 2 de marzo de 1585. Cuando era muy niño
murieron sus padres y se dedicó a trabajar como pastor en Extremadura. En Sevilla
conoció a un mercader y comenzó a trabajar para él. En 1619 el comerciante viajó a
América y Juan le acompañó. Al llegar a Cartagena se dirigió al interior de Nueva
Granada. Visitó Pasto y Quito. Llegó a Lima en febrero de 1620, donde continuó su
trabajo de pastor en las afueras de la capital. En estas circunstancias descubrió su
vocación a la vida religiosa e ingresó a la Orden de Predicadores.