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Carlos IV y Godoy Los Primeros Protector PDF
Carlos IV y Godoy Los Primeros Protector PDF
AL NUEVO MUNDO
LA CORONA ESPAÑOLA Y LA ARQUEOLOGÍA EN EL SIGLO XVIII
ÍNDICE
Páginas
PRESENTACIÓN
GONZALO ANES Y ÁLVAREZ DE CASTRILLÓN, Director de la Real Academia de la Historia .................. 9
PRESENTACIÓN
JOSÉ RODRÍGUEZ-SPITERI, Presidente de Patrimonio Nacional .............................................................. 11
INTRODUCCIÓN
MARTÍN ALMAGRO-GORBEA y JORGE MAIER ALLENDE ................................................................................ 13
7
ÍNDICE
Páginas
Geografía y cartografía histórica de Hispania
CARMEN MANSO ......................................................................................................................................... 173
ÍNDICES
8
Fig. 1.—Carlos IV de Borbón y Sajonia. Óleo por Goya, 1789.
CARLOS IV Y GODOY: LOS PRIMEROS PROTECTORES ILUSTRADOS DE LA ARQUEOLOGÍA ESPAÑOLA
CARLOS IV Y GODOY:
LOS PRIMEROS PROTECTORES ILUSTRADOS
DE LA ARQUEOLOGÍA ESPAÑOLA
Resumen: En esta última década hemos asistido a una cada vez mejor valoración del reinado de Carlos IV, y en par-
ticular de sus actividades culturales. Partiendo ahora del favorable balance global de un enemigo —el francés general Foy—
hacia la gran obra desplegada por su secretario de Estado y amigo Godoy, a favor de las Ciencias y las Artes, la autora
hace un breve repaso de los reinados anteriores, y de las distintos campos en los que, entre 1788 y 1808, se desplegó un
patrocinio regio verdaderamente ilustrado y moderno. Por primera vez en el siglo XVIII la Arqueología fue protegida legal-
mente (incluyendo la judía o la árabe, cuyos monumentos eran tradicionalmente destruidos en España), y fomentada, no
para el deleite particular del monarca, sino para «la instruccion pública, y aun el honor de la Nación».
Abstract: In the last decade the reign of Charles IV, and, in particular, its cultural activities, has been better
valued by scholars. Using now as starting point a very positive review of the support Godoy, his Secretary of State
and friend, has provided to the Arts and Sciences by a key figure and Godoy’s enemy, French General Foy, the
author offers a brief overview of previous reigns, and the various disciplines in which between 1788 and 1808
the King provided a truly enlightened royal patronage. For the first time in the eighteenth century Archaeology was
encouraged and legally protected (including Jewish and Arab monuments, in Spain traditionally destroyed rather
than respected and studied), and not just for the personal delight of the monarch, but for »public instruction and
the honor of the Nation».
Godoy continuó y aceleró el impulso que los reinados de Felipe V, Fernando VI y Carlos III
Borbones habían dado a la Industria y a las Ar- (sumando en total ochenta y ocho años): en 1745,
tes. En sólo quince años hizo más por las Artes y un «gasto secreto» autorizado para excavar un
las Ciencias que todo lo que se había hecho en mosaico en Murviedro (Sagunto, V.), en 1756 el
los tres reinados anteriores 1. Quizá valga la pena hallazgo de un tesorillo monetal en Mallorca, y
adelantar ya aquí, en lo que afecta a la Arqueo- en 1781-1788 los dos informes de F. de Bruna
logía, que en los archivos estatales de Simancas sobre las excavaciones en Itálica (cf. infra las no-
F. Arribas (1949-1950) sólo encontró constancia tas 53 y 56). Naturalmente no fue lo único, pero
oficial de tres datos arqueológicos durante los el dato en sí mismo es muy sugestivo de una
muy escasa actividad oficial arqueológica duran-
1
te casi todo el siglo XVIII y sus tres primeros
Foy, 1827, t. II, cf. 250 ss., capítulo «Portrait d’Emmanuel Godoy»,
y espec. su p. 259. reinados.
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CARLOS IV Y GODOY: LOS PRIMEROS PROTECTORES ILUSTRADOS DE LA ARQUEOLOGÍA ESPAÑOLA
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y nobles. Sus notas principales fueron el interés elegí precisamente porque fueron escritas por un
por la educación popular, la fe en la ciencia, la enemigo, y por tanto por alguien claramente hos-
disconformidad con las viejas tradiciones, la defen- til al rey Carlos IV y a su valido Manuel Godoy12.
sa de una cultura secularizada (aunque nunca Una circunstancia que a mi juicio les confiere un
atea), y un espíritu liberal y tolerante, que traía mayor valor, ya que, si un enemigo reconoce a
consigo cierta mayor libertad moral y de costum- otro de una forma tan nítida tales progresos, debe
bres. Jugaron en esta Ilustración española un pa- ser para nosotros muy revelador, incluso a la dis-
pel importante la potenciación de los viajes y las tancia de más de dos siglos, y obligarnos (como
relaciones comerciales con otros países, así como de hecho ya hace 16 años obligó a quien esto
los periódicos, que nacen en esta época y fueron suscribe13) a procurar cambiar el por entonces
buenos vehículos difusores de las nuevas ideas. cerradamente tradicional punto de vista negativo
Los ilustrados pensaban, en fin, que los hombres sobre el reinado de Carlos IV, al menos a la hora
mejoran a través de la educación, lo que es total- de abrir una nueva línea de estudio, que permi-
mente cierto y una de las tareas más nobles a las tiera explorar sus realizaciones en el ámbito de
que un gobierno puede dedicar sus esfuerzos. la Arqueología española y la protección de sus
Si durante los reinados de Fernando VI y Car- antigüedades14. Éste es un campo que, hace ape-
los III pudieron observarse determinados avances nas diez años, estaba aún virgen para este rei-
en el campo cultural (no tanto en el educativo), nado.
lo cierto es que la mayor suma de esfuerzos se
dio cuando aflojó el absolutismo, durante la épo-
del Tajo y del Duero, en las batallas de Arapiles (1812) y Vitoria
ca del denostado Carlos IV, y que los distintos (1813) y, en general, en todos los movimientos militares fran-
progresos e impulsos fueron cortados de forma ceses por la Península y los Pirineos durante esos seis años.
12
abrupta, en medio de guerras, invasiones, sangre, En la obra y páginas ya citadas (supra n. 1) Foy desgrana toda
las críticas y tópicos habituales contra Godoy, aunque no olvi-
abdicaciones y propagandas contrarias, por lo que da puntualizar (p. 258) que una buena parte de las creencias
la historiografía de la época analizó aquellos de comunes entre los españoles contra el Príncipe de la Paz eran
falsas. Para evaluar estas críticas hay que tener en cuenta no
forma parcial, poco objetiva, y políticamente obstante las palabras de J.-B. d’Esménard, quien, en el prólogo
mediatizada, y la posterior ha sido casi siempre de las Memorias francesas de Godoy (cf. infra), p. 14, afirma
remisa a aceptarlo. De modo que su verdadera que él vio los borradores dejados por Foy a su prematura muerte,
y que hacía más justicia a la figura del Príncipe de la Paz y a
evaluación, con algunas notables excepciones su administración de la que luego, al cuidado de otros, salió
anteriores, se está produciendo y ampliando sólo publicada. A pesar de ello, se salvaron valoraciones muy posi-
tivas, como ésta.
en esta última década. 13
Canto 1994-1995, trabajo en el que avancé buena parte de las
ideas mejor desarrolladas en los trabajos de 2001, cf. la nota
que sigue. Mis descubrimientos de entonces al respecto de las
primeras excavaciones de M. de Villena Moziño en Mérida, su
LA NEGATIVA VALORACIÓN HISTÓRICA DEL REINADO DE auténtico origen y personalidad, la misión que le encomenda-
CARLOS IV ron Carlos IV y Godoy, etc., venían en realidad del hilo de
Valdeflores, por quien comencé cuando empecé a frecuentar
(gracias a la presentación de mi antiguo maestro J. M. Blázquez
El elocuente párrafo con el que encabecé es- en 1987, recién electo académico de número), la maravillosa
biblioteca y archivo de la Real Academia de la Historia, por en-
tas reflexiones10 se debe a la pluma y recuerdos tonces bastante hermética y aún con problemas de organización
del famoso general francés del Primer Imperio y consulta, y que a pesar de todo me pareció un eldorado, muy
Maximilien-Sébastien Foy, conde de Foy (1775- inexplorado por entonces para los temas de Antigüedad, y más
para la Historiografía, que por aquellos años suscitaba muy escaso
1825), que con 20 años ya era ayudante de cam- interés entre arqueólogos e historiadores de la Antigüedad, a
po de Napoléon. Lo que escribió en su lengua diferencia de la verdadera explosión a la que asistimos (encan-
tados) en esta última década.
original este republicano convencido me parece 14
Canto 2001 a-b. A riesgo de que se tome por inmodestia, la
un balance bastante objetivo de los avances cien- monografía extensa de 2001, que se complementa bien con la
tíficos, artísticos y culturales de la corona en la menor del mismo año, continúa y amplía el trabajo empezado
ya en 1989 y publicado en 1994 (v. nota anterior). Ambas con-
etapa borbónica inicial, esto es, durante todo el densan la primera investigación desarrollada hasta entonces sobre
siglo XVIII. En su extrema brevedad, estas dos una amplia y sorprendente labor en favor de la Arqueología
española llevada adelante por Carlos IV y su Secretario de Es-
frases son una valoración global de la política tado y amigo, Manuel Godoy entre 1788 y 1807, de la que no
cultural y civil de los reinados borbónicos del existía la menor noticia. Remito especialmente a la primera de
siglo XVIII en España, y un testimonio de la estas obras para un tratamiento en extensión de todo lo aquí
resumido, con el estudio de los principales personajes, y de las
época en la que su autor mejor conoció el país, realizaciones más notables del reinado en el campo de la Ar-
la de los conflictos junto y contra Francia11. Las queología y en otros afines, y muy particularmente para la Real
Cédula de 6-7-1803, a la que más adelante aludiré. Ésta, aun-
que algo antes ya había sido puesta de relieve (Mora, 1998, 39
y Maier Allende, 1998, 13-15, transcripción en pp. 51-60), la
10
(Godoy) continuó y aceleró el impulso dado por los Borbones a comenté en detalle desde el nuevo y no abordado punto de
la Industria y a las Artes. En sólo quince años, él hizo más por vista de ser ejemplo de una verdadera ilustración, en Canto, 2001a
las Artes y las Ciencias de todo lo que se había hecho en los tres (41-43, 58, 176-177, notas 72, 127-132 y 345, lám. VIII), y Can-
reinados anteriores..., y cf. supra la nota 1. to, 2001b (18-19 y fig. 10). Para la recensión de la obra por C.
11
Nombrado por el mariscal Masséna, Foy tuvo un papel relevante Rojas, Candler Professor of Spanish Literature de la Emory
durante la campaña de Portugal (1808), así como en los pasos University y reputado experto en Carlos IV, v. Rojas, 2001.
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CARLOS IV Y GODOY: LOS PRIMEROS PROTECTORES ILUSTRADOS DE LA ARQUEOLOGÍA ESPAÑOLA
Valga como introducción al alcance del prejui- perspectivas; más modernamente, en consonancia
cio negativo generalizado hacia el reinado de con todo ello, se habla del abandono del interés
Carlos IV de Borbón 15, y con más motivo en por las antigüedades hispanas (¡!)21 que —sólo li-
nuestro campo de la Arqueología, la constatación geramente, como veremos— habría tenido su pa-
de que, en los fines del siglo XX, ni en el pri- dre, Carlos III, el en cambio corrientemente lla-
mer congreso nacional de historiadores sobre el mado «rey arqueólogo», con un epíteto más
reinado de Carlos IV —que, significativamente, no apropiado si se aplica a su reinado italiano, pero
tuvo lugar hasta 198916—, ni en ninguno de los a mi juicio exagerado y sin base real cuando se
cuatro grandes congresos de Historiografía arqueo- quiere extender a España 22. Porque se puede
lógica que se celebraron en España entre 1988 y demostrar que los hechos eran exactamente al
200017, incluso en aquéllos que trataron específica- revés: Carlos IV y Godoy23 hicieron mucho más
mente sobre el siglo XVIII, ningún autor trató por las antigüedades españolas que el tradicional-
sobre las empresas anticuarias e ilustradas de mente alabado Carlos III, pero, sobre todo (y ello
Carlos IV; como mucho se le citaba como un es para mí lo más distintivo) en un sentido ilus-
voraz comprador o receptor de estatuas, mone- trado, más social y más patriótico24.
das o gemas18. Hasta en una obra de 1998 (y de La categórica sentencia del general Foy, pu-
mucho mérito, por otra parte) dedicada específica- blicada ya en 1827, junto a las obras de los
mente a la Arqueología Clásica española del si- pocos historiadores que antes del año 2000 se
glo XVIII, no se menciona una sola empresa podían consultar para un enfoque más favorable
anticuaria que sea imputable a la iniciativa, el del reinado25, ya bastaban para adelantar a un
patrocinio o la financiación específicos de primer plano cultural a los dos personajes, Car-
Carlos IV19. los IV y Godoy, y para mover al espíritu curio-
Y ello porque, en efecto, lo más frecuente so a una necesaria investigación sobre el tema.
entre los historiadores españoles durante dos si-
glos fue pensar y escribir que, una vez muerto 21
Quedan aún muchos ecos de tales históricos prejuicios, a pesar
en 1788 Carlos III, lo que sobrevino fue un rei- de las múltiples pruebas en contra reunidas y aportadas en 2001,
nado nacido y vivido entre pasiones y lujurias20, hace ya diez años. Vid. recientemente, por ejemplo, en la muy
la época del ocaso ilustrado y de las siniestras meritoria obra de J. Salas sobre la arqueología en Andalucía
durante estos periodos, una frase como: «El reinado de Carlos
IV supuso el fin de la etapa reformista ilustrada...» (Salas Álvarez,
2010a, 21), y ello aunque el autor me dispensa amablemente
15
Mala fama general en la que las monografías y escritos de An- el honor de citarme en su libro una quincena de veces, con lo
drés Muriel (1893-1894), cf. infra n. 20, y del marqués de Villaurru- que me cabe la duda de no haberme expresado al respecto con
tia (1927) tuvieron un papel decisivo. Véanse las fundadas críti- la necesaria claridad.
22
cas de C. Pereyra (1935, 22-27 y passim, con las citas de rigor), Como un ejemplo muy reciente se puede citar la crónica de
ésta a la vista de la verdadera documentación archivística, sobre M. de Orbe de la exposición habida en el Palacio Real (abril-
todo a Villaurrutia, quien da la calumnia como prueba de la ca- julio de 2010), «Corona y Arqueología en el Siglo de las Luces»,
lumnia, y hace historia llevado de su obsesión por el apetito sexual. en la Revista de Arte (14-4-2010), donde se afirma: «Pero si hay
Con respecto a la también torcida óptica de Muriel, cf. ibid., 15- algún monarca clave en la historia de la arqueología y de las
17, 88-91 y passim. En el mismo sentido es iluminador el estudio antigüedades ese fue sin duda «el rey arqueólogo» Carlos III,
de 1962 de Seco Serrano, incidiendo en el efecto que todavía en quien se centra el resto de la exposición...», alabando el «pen-
habían causado en H. R. Madol (1966) los libelos de Villaurrutia, samiento ultramoderno del monarca» en relación con la Arqueo-
aquel «erotomaníaco» y «diplomático metido a historiador». logía. Afirmaciones que, conocidos los documentos de época,
16
VV. AA., 1991 (vid. Molas-Guimerá coords.). incluso los de la mano del propio rey (cf. infra), no pueden
17
VV. AA., 1991, 1993, 1995 y 1997. sostenerse.
18 23
Elvira, 1993, 145-146. Me parece otro síntoma curioso que, por ejemplo, las iniciati-
19
G. Mora, 1998. Según esta autora el papel de Carlos IV en relación vas reformistas o ilustradas adoptadas por Carlos III siendo el
con la Arqueología se reduce (p. 39) a haber aprobado, junto conde de Floridablanca su Secretario de Estado, se atribuyan más
con su Consejo, la Real Cédula de 1803 a partir del texto remi- a éste que al rey. Así lo hemos visto hace muy poco y ya desde
tido por la Real Academia de la Historia (pero véase infra). Por el título mismo, en la reciente exposición «Floridablanca, la utopía
su parte, Godoy es citado apenas en dos notas a pie de pági- reformadora (1728-1808)» (Murcia, 2009), mientras que muchos
na, como responsable de la condena de Alejandro Malaspina son renuentes a aplicar el mismo estándar de análisis cuando
(p. 69), y como protector del viaje a Italia del literato Fernández las iniciativas son de Carlos IV siendo su Secretario de Estado
de Moratín (p. 107). Manuel Godoy.
20 24
Valga como ejemplo el influyente y pésimo retrato de Manuel Esto fue lo que intenté en 2001 (a-b). Y creo que con algún
Godoy y la reina María Luisa que traza, por ejemplo, Andrés éxito, a juzgar por las innumerables menciones de Carlos IV
Muriel (1893-1894), t. XXX (1894), 43 ss. Cuando se leen en él en relación con la Arqueología, e incluso con la Cultura misma
frases como (p. 56) el engrandecimiento de Manuel Godoy fue más en general, que fueron llegando en los años siguientes,
debido tan solamente a su gallardía, y se compara con los cientos aunque muchas veces no se citara la espoleta (y no siempre
de iniciativas culturales, con nombres y fechas, reales y verificables, por ignorancia, pero se trata de una «servidumbre de paso» muy
que Godoy promovió o amparó durante su larga etapa de go- común en España).
25
bierno, se comprende que el juicio de Muriel era por comple- Son ellos: Pérez de Guzmán, 1905, 1908, 1920; Seco Serrano,
to sesgado. Pero la nómina de quienes han secundado estas en Godoy, 1965 y Seco, 1963, 1978, 1987 y passim; R. Herr,
críticas, trayendo en su favor hasta sátiras anónimas y hojas 1965, 1989; Bullón de Mendoza, 1968; Hilt, 1987; Rojas, 1997;
volanderas de la época, es hasta hoy mismo inabarcable (entre y, para el campo de las Artes, pintura y pintores, Rose Wagner,
los más ilustres e influyentes en la crítica más descarnada 1983. Cabe decir que en general los autores más favorables al
Domínguez Ortiz (1976) y Gil Novales (1980, 249 ss.). Además enjuiciar el periodo (que, como se puede ver, hasta 2000 eran
de la communis opinio, porque, como bien decía el propio Godoy muy pocos), ante la magnitud de una reivindicación histórica
Memorias, para mover los pueblos, es un medio probado en to- contra corriente como la de todo el reinado, han solido en general
dos tiempos esforzar las mentiras más allá de lo atroz y lo creí- ocuparse poco del mundo de la cultura, y nada del de las
ble, porque entonces se cree todo (2008, 980). antigüedades y la arqueología.
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ALICIA M. A CANTO
Pero fue desde 1994, dentro de las largas y francés28. Pero apenas se pueden apuntar en su
detalladísimas Memorias del propio Godoy26 (que haber iniciativas en favor de la Antigüedad, como
en 2001 tuve la satisfacción de incorporar a la no fueran las de los simples particulares que,
bibliografía arqueológica al uso27), donde encon- según era costumbre en un régimen absolutista,
tré casi todas las pistas necesarias para poder dedicaban al monarca en curso cualquier cosa
comprobar, cotejándolas con los datos actuales, que, con su previo permiso, publicaran. Como su
cómo se cumplía realmente el balance global que sucesor, la relación de los hechos culturales de
efectuó Foy sobre los reyes españoles del siglo Felipe V apunta más a un interés por favorecer
XVIII. Que, en cuanto a la cultura en general, el progreso propiamente científico, junto a
era cierto que Godoy continuó el impulso de los elogiables reformas en algunos aspectos del sis-
anteriores reinados, pero que además, y por tema educativo, en especial de las universidades,
encima incluso del rey al que servía, en sólo creación de colegios mayores, becas, etc.
quince años hizo más por las Artes y por las Cien- De modo que los precedentes de los afanes
cias que todo lo que se había hecho en los tres anticuarios de Carlos IV y Godoy han de buscar-
reinados precedentes, pudiéndose añadir además se sobre todo en el reinado de Fernando VI de
que con un espíritu realmente ilustrado. Un bre- Borbón y Saboya (1746-1759), el reorganizador de
ve balance de los resultados obtenidos, que fi- las tres academias humanistas. Entonces sí son
nalmente confirmaron aquel aserto de 1827, es destacables algunas tímidas medidas legales29, pro-
lo que más adelante, y brevemente, se tratará de bablemente debidas a su culto Secretario de Es-
exponer aquí. tado, Ensenada, y los esfuerzos del máximo ex-
ponente en nuestros campos en cuanto a sabiduría
y trabajo, el malagueño Luis José de Velázquez y
ALGUNOS PRECEDENTES DEL XVIII EN RELACIÓN CON Velasco, marqués de Valdeflores (1722-1772), pro-
LA ARQUEOLOGÍA: FERNANDO VI Y EL MARQUÉS tegido del anterior. De él me ocupé en un ya
DE VALDEFLORES lejano trabajo30, en el que procuré completar de-
talles de su biografía y de su contexto político-
En distintas secciones del presente volumen se cultural, y traerle —por primera vez en nuestros
han recordado ya los avatares de la Arqueología
española en los tiempos que preceden o anun-
28
cian la Ilustración. En cuanto al longevo reinado Sobre ello véase Mora, 1998, 36-37. Fueron ellas las de la Len-
gua (1714), Medicina (1734), Farmacia (1737), Historia (1738) y
de Felipe V de Borbón y Baviera (1700-1746, Jurisprudencia (1742), en una línea fija que prosiguieron sus
excepto un intervalo de meses en 1724), bastan- sucesores.
29
te hizo el primer borbón con sacar y liberar el Véase en primer lugar Alegre Ávila, 1994, para la evolución de
la protección legal del patrimonio en España. Recientemente,
saber de las anquilosadas universidades españo- Papí Rodes (2008, 27-28) considera como precedentes de la R.
las, fundando Reales Academias según el modelo C. de 1803 (v. infra) ya en este reinado las Instrucciones de
Fernando VI, a través de Ensenada, de 1752 y 1753, relativas a
las antigüedades halladas en Cartagena y los puertos en gene-
26
En sus Memorias me basé especialmente para la recogida de ral, y a la protección del patrimonio. Quirosa García, por su
los datos principales sobre las distintas actividades de Godoy y parte (2008, sección 4), sobre las mismas, dice que la primera
del rey en los campos de la cultura, que luego reflejé y am- es muy localizada, y da más valor general a la segunda, como
plié en mis libros de 2001: creación de institutos, encargo de en efecto lo tiene, aunque como modelo de una «protección
informes, financiación de excavaciones y viajes, patrocinio de selectiva».
30
publicaciones... y el famoso viaje anticuario de A. de Laborde Canto, 1994. Lo analicé en particular en cuanto a su planifica-
(cf. infra), todo lo cual fui verificando luego por distintos me- ción y métodos, explicando su carácter pionero en relación con
dios. Véanse: Godoy, Memorias, 1836-1839 (ediciones en fran- la Arqueología, la Historia Antigua, las fuentes literarias (pace
cés original, y traducción al español), y la ed. de la Biblioteca J. Maier, 2003a, nota 10) y, cómo no, la Epigrafía. Los muy con-
de Autores Españoles de 1965, con un muy ecuánime estudio tados estudios anteriores, y no de nuesto ámbito, sobre la sin
introductorio de C. Seco. Recientemente, E. La Parra y E. Larriba embargo extraordinaria figura de Valdeflores eran sobre todo
(cf. sub GODOY, 2008) han reunido la larga obra (en 2, 4 o 6 literarios (Valdeflores era famoso especialmente por su activi-
tomos, habitualmente pesada de manejar por este motivo) por dad en este campo) o generalistas, como los de Sempere Guarinos
primera vez en uno solo; muy extenso, lógicamente, pero de (1789, reed. 1969, 139-153), o el librito del periodista y ensa-
consulta mucho más cómoda. En el mismo año el descendien- yista J. Mathías Lacarra (1959) (autor, por cierto, últimamente
te de Godoy E. Rúspoli (2008) publicó una edición abreviada mal citado como «J. M. Escribano»: vid. en J. M. Abascal y/o R.
de las mismas. Procede señalar que en ninguna de ellas se citan Cebrián, passim). Aprovecho ahora para subsanar mi descono-
nuestros trabajos de 2001 (aunque me consta que al menos dos cimiento en 1994 de trabajos anteriores, en medios locales, como
de estos autores los conocieron a tiempo y de primera mano), los de Bejarano (1972), Rodríguez Oliva (1980, sobre las excavacio-
ni absolutamente nada relacionado con la Arqueología. nes de Valdeflores en Cártama, aunque al marqués le dedica
27
De hecho sólo en los últimos años han comenzado a ser utili- apenas unas líneas), o Zamora Bermúdez (1989), y el coetáneo
zadas y citadas como una fuente importante en los estudios del de Morales Folguera (1994). Véanse después de 1994 inconta-
periodo en relación con la Arqueología y la Historia Antigua bles referencias al marqués en distintos estudios arqueológicos,
españolas. Un buen ejemplo en Abascal-Cebrián, 2010, 22-23, más los más específicos de Aguilar Piñal, desde el plano litera-
que citan ya (págs. 22-23) cuatro de los seis tomos que com- rio (1995b, 361-366), y desde el arqueológico e histórico los de
ponen las Memorias de Godoy. En su libro se contabilizan más M. Álvarez (1996), G. Mora (2004b, 39-41), R. Cebrián et al. (2005),
de cuarenta referencias a Godoy, un personaje clave que, a pesar Abascal-Cebrián (2005, 465-490), Abascal (2009, espec. 103-104
de su importancia política, venía siendo sistemáticamente des- y 107) y, especialmente, el bellísimo y muy cuidado de C. Manso
conocido, como ya comenté, en toda la literatura historiográfica Porto (2010a). Cuidado también en el detalle de citar a los pre-
arqueológica anterior (véanse más atrás el texto y las notas 17 cedentes, lo que es tan de agradecer a la vista de casos tan
a 19). chocantes como el de R. Cebrián et al., 2005.
304
CARLOS IV Y GODOY: LOS PRIMEROS PROTECTORES ILUSTRADOS DE LA ARQUEOLOGÍA ESPAÑOLA
tiempos— a un primer plano como excelente y mio dirigido a Carlos III al comienzo de su Noti-
pionero anticuario, leyendo sobre sus manuscri- cia del Viage de España (1765, s.p.), dice que esta
tos mismos (que a comienzos de los 90 estaban expedición literaria / fue parte de una gran revo-
en la RAH, aún inéditos y sin estudio ninguno) lución del Espíritu humano acaecida en España
su obra en general, sus métodos, y su famoso en el Reynado del Augusto Hermano de V. M. en
Viage, del que sólo llegó a publicarse, y tarde, que el genio Español parecía volver á recobrar su
la Noticia (cf. Velázquez de Velasco, 1765). Aun- antiguo acendiente (sic) en las Artes, y en las
que sólo fuera por su ingente labor, como en otra Ciencias, y cuyos rápidos progresos, que tubieron
ocasión escribí, merecería adelantarse a Fernan- en espectación (sic) á lo restante de la Europa,
do VI el inicio de la moderna Arqueología31. serán para siempre memorables en los Fastos de
Valdeflores, mucho más famoso hasta hace nuestra Literatura, lo que indica bien a las cla-
poco por su obra como escritor, y como historia- ras (pues no se trataría ya de lisonjear al nuevo
dor de la poesía española32 (es quien acuña, por rey) la impresión que un temprano ilustrado te-
ejemplo, la definición Siglo de Oro, de tanta for- nía de lo experimentado en el reinado anterior;
tuna posterior33) que por la histórica (justamente más adelante dedica su cap. I (pp. 1-38), a alu-
por el general desconocimiento que de ésta ha- dir elogiosamente a las muchas empresas litera-
bía), fue un novador, un ensenadista educado en rias de Fernando VI, cuando se hizo de moda el
los jesuitas (que eran más o menos la «izquierda» saber 36. Sin embargo cabe puntualizar que en
de la época, hasta su expulsión en 1767), y un aquella ocasión, al aprobar y financiar el rey
valioso pre-ilustrado, un ilustre erudito, y un Fernando VI sus estudios de las antigüedades
francisé avant la lettre (como diría J. Laborde) hispanas, lo que el rey esperaba era conseguir
que no sólo fue el precursor, por desgracia falli- pruebas que apoyaran las pretensiones de la co-
do34, de varias obras que hubieran sido enorme- rona española ante la firma de un nuevo concor-
mente útiles para un estudio moderno de las dato con la Santa Sede. No había aún, pues, por
antigüedades hispanas (obras que, por la inquina parte de la corona —esto es, del Estado— un ge-
política, y acaso también por una envidia acadé- nuino interés por la arqueología o por su utili-
mica más o menos encubierta, quedaron inacaba- dad para la Historia de nuestra patria.
das e inéditas), sino que llegó a practicar sus Fernando VI, en efecto, protegió a intelectua-
propias y modestas excavaciones, en sitios como les «modernizadores», como Feijoo, Flórez, Pérez
la malagueña Cártama, la Cartima romana (1751- Bayer y Burriel, y trajo a España a orientalistas
1752)35, o más tarde en Mérida, siendo también, como M. Casiri, geógrafos como Godin e ingenie-
sobre todo entre 1752 y 1756, un pionero del viaje ros como Bowles, al tiempo que patrocinaba los
ilustrado en busca de fuentes originales. viajes científicos de Jorge Juan, del economista
Fue Fernando VI quien aprobó en 1747 el irlandés B. Ward por Europa o el mismo de
«plan» diseñado por el marqués de Valdeflores para Valdeflores por España37. La primera expedición
hacer lo que entonces se llamaba un viaje litera- de Valdeflores en busca de antigüedades fue a
rio por España. El propio Valdeflores, en el proe- Extremadura (del 1 de diciembre de 1752 al 9 de
julio de 1753), y es él el autor de las primeras
excavaciones oficiales en el teatro romano de
31
Seguramente bajo su influjo se expresa la Junta Ordinaria de la Mérida, así como la ocasión para una veintena de
RAH el 27 de febrero de 1761, al hacer referencia al renaci-
miento español de la Arqueología, aunque lo que se solicitaba pequeños dibujos a tinta sobre las ruinas de la
del rey (ya Carlos III) era que se prohibiera la exportación de ciudad, obra del dibujante que le fue designado,
pinturas y esculturas.
32
En Málaga, en 1754, publicó sus Orígenes de la poesía castella-
Esteban Rodríguez, y que acaban por fin de ser
na (Velázquez de Velasco, 1754), considerada ya en su tiempo publicados como convenía38.
una obra pionera. Tal es el juicio, por ejemplo, de Agustín de
Montiano, Director de la RAH, en el prólogo a la reedición de
36
1797, refiriéndose a (pp. 5-6): «el seguro mérito que logra en haber Mora, 1998, 41-42; Canto, 2001a, 32 y nota 79.
37
abierto la senda á los que quisieren ilustrar esta parte de la historia Sobre ello con más detalles, p. ej. Canto, 1994, 2001a, 32 y passim.
literaria poco conocida, ó enteramente abandonada hasta aquí.» El viaje en total, tal como lo dice el propio Valdeflores en su
33
Aunque la aplicaba exclusivamente al siglo XVI. Orígenes, 66- citada dedicatoria al rey (aunque sin mencionar que la mayor
67: Esta tercera edad fué el siglo de oro de la Poesía Castellana; parte fue a su costa personal), duró 18 años, lo que nos lleva
siglo, en que no podia dexar de florecer la buena Poesía, al passo para su inicio a 1747.
38
que havian llegado à su aumento las demás buenas Letras... Manso Porto, 2010a. El catálogo de los emeritenses, que com-
(respeto su texto). Más adelante, en la pág. 131, llama también prende 25 dibujos, entre las págs. 60 y 69. Siguen algunos del
al decimosexto el buen siglo. viaje de Andalucía (del 10 de septiembre de 1753 al 31 de
34
Fallido porque no se le permitió ni terminar ni publicar, inclu- diciembre de 1754). Tuve la satisfacción, hacia 2000, después
so a su costa (como había hecho con otras obras suyas ante- de muchas búsquedas, de poder identificar en la RAH, junto
riores), los impresionantes resultados manuscritos de su famoso con Dª Carmen Manso, estos dibujos de Valdeflores (Canto, 2001a,
Viaje arquitectónico-anticuario, siendo en lugar de ello juzga- notas 250, 340 y 366-367, y Manso, 2010a, nota 5) que, sin fir-
do, encarcelado y desterrado, y falleciendo con sólo 49 años ma alguna, estaban confundidos y mezclados con los del pos-
de edad, quedando sus cajones de papeles cerrados durante los terior viaje de Cornide (seguramente para su cotejo o utiliza-
siguientes más de dos siglos. Bien conservados, menos mal, pero ción). Pedí y recibí por entonces el preceptivo permiso de
aún pendientes de la gran publicación que se merecen. la Junta Académica para publicarlos, pero otras urgencias me
35
Rodríguez Oliva, 1980. retrasaron, así que es un placer, y un alivio, que finalmente
305
ALICIA M. A CANTO
Sin embargo, Valdeflores fue también otro gran ces un mito, si se empieza a construir con el tiem-
represaliado de nuestro agitado siglo XVIII pues, po suficiente, puede perdurar siglos, y por ello
a pesar de sus muchos valores, estudios y publi- la historiografía arroja estos curiosos balances.
caciones a su costa, bajo el alabado Carlos III fue La bibliografía sobre Carlos III y su reinado se
enjuiciado, encarcelado, desterrado, y finalmente ol- acrecentó todavía notablemente en España con
vidado. Y en general puede decirse que la mayo- motivo de la celebración, en 1988, del segundo
ría de los verdaderos precursores de una actitud centenario de su muerte43. Como introducción a la
modernamente científica, como el marqués de actividad arqueológica de su hijo Carlos IV parece
Valdeflores, formados entre franceses y jesuitas y procedente referirse brevemente a la de su padre,
muchas veces portadores de las primeras brisas ya que la muy poco conocida y menos destacada
liberales y europeas, pasaron, durante los reinados afición del cuarto de los Carlos españoles por las
de Felipe V, Fernando VI y Carlos III, por proce- antigüedades clásicas debió de tener su modelo en
sos, destierros y cárceles. Y que tampoco había ca- la mantenida por su progenitor.
lado realmente el interés y la necesidad de prote- La relación de Carlos III con el mundo italiano
ger y estudiar los restos del pasado más remoto, y a su vez con las antigüedades romanas puede
ni en la sociedad española ni en quienes la re- juzgarse predestinada en cierto modo desde su
gían. No hay más que recordar, por ejemplo, en nacimiento, pero ante todo por su herencia mater-
1774 (sólo 2 años después de morir Valdeflores), na. Su madre, Isabel de Farnesio (1692-1766), se-
la concesión del permiso oficial para excavar en gunda esposa de Felipe V, descendía de una
la muralla romana de la burgalesa Clunia. Pero no nobilísima familia de Orvieto asentada en Roma. El
por razones científicas, sino para poder extraer de apellido Farnesio estaba vinculado desde el Rena-
ella los materiales necesarios para reparar la capi- cimiento a algunos de nuestros más familiares edi-
lla mayor de la iglesia de Peñalba39. ficios y piezas clásicas: el «Palazzo Farnese», la «Vi-
lla de la Farnesina», el «Toro Farnesio» y tantos otros.
Pero el amor de la familia real española por el
CARLOS III, UN «REY ARQUEÓLOGO»... PARA NÁPOLES coleccionismo no se reducía a cuidar de los mag-
níficos fondos ya reunidos en Italia; en 1724, sien-
Carlos III de Borbón y Farnesio (r. 1759-1788) do el futuro Carlos III sólo un niño, ve desemba-
es sin duda el más celebrado y el más estudiado lar en Madrid, compradas por sus padres, las bellas
de los Borbones españoles del siglo XVIII40. A los esculturas antiguas que había reunido en Roma la
efectos que aquí analizo, como ya escribí en otro reina Cristina de Suecia44.
lugar hace años, es tan sorprendente la fama de En 1731 el madrileño infante don Carlos here-
«rey arqueólogo» de la que disfruta Carlos III, da —por extinción de la línea masculina de los
como la de ser «el mejor alcalde de Madrid», o Farnesio— el ducado de Parma, y comienza así
de «el rey más progresista». El monarca del que su larga estancia en la patria de su madre. Por
se ha dicho con razón que es «el mejor ‘protegi- la misma herencia llegan a su poder los archivos,
do’ por la legión militante de sus partidarios, en las bibliotecas y la rica colección de obras de arte
vida y después», y que «el almacenamiento de de los Farnesio. En mayo de 1734 reconquista
incienso en el altar de Carlos III, que empezó ya Nápoles y es coronado rey, con gran júbilo de
en vida del rey, continúa todavía»41, en realidad la población, como Carlos VII. Rescata el añejo
no soportaba Madrid, y pasaba en ella el menor título de rey de Nápoles y las Dos Sicilias, por el
tiempo posible42, lo mismo que fue un perfecto que se le conocerá en el veintenio siguiente, y
modelo de absolutismo. De la misma manera, su traslada su residencia a aquella capital meridio-
preocupación por la arqueología española no fue nal. Entonces hace traer de Parma y de Roma la
tan ilustrada, ni al servicio de la cultura nacio- mayor parte de las bellezas de su familia mater-
nal, como la fama que de ello goza. Pero a ve- na, iniciando para albergarlas, junto con las pin-
turas, el palacio napolitano de Capodimonte. Su
quedaran en tan competentes manos. Noticia de los dibujos, ya matrimonio en 1738 con la jovencísima princesa
identificados y localizados, se dan en Maier Allende, 2002, 134- polaca Mª Amalia de Sajonia, educada asimismo
136 (aún bajo la signatura de Cornide, pero anotando «del via- entre los bellos mármoles de la colección pater-
je del Marqués de Valdeflores»), y Abascal-Cebrián, 2005, 406-
407, sub «Esteban Rodríguez» (diciendo sólo que «Forma(n) parte na en Dresde, le trae, además de trece hijos y
de los documentos originales del viaje del Marqués de Valdeflores
por Extremadura»).
39 43
Mora, 1998, 103, con la referencia. Según Gómez Urdáñez, 2002, nota 1, «todavia en 1989 los so-
40
Este capítulo puede seguirse con más detalle, aparato bibliográfi- cialistas españoles celebraron el centenario de Carlos III, en cuyos
co y/o ilustraciones en Canto, 2001a, 17-31, y Canto, 2001b, 9-12. gobiernos pretendian reconocerse, continuando el «mito progre-
41
Gómez Urdáñez, 2010. sista», con otras referencias en la misma línea». Que, como puede
42
Así lo cuenta su buen amigo el conde de Fernán Núñez: en imaginarse, es la minoritaria, al igual que en el campo de los
total, entre las distintas estaciones, no pasaba más de sesenta estudios anticuarios.
44
día al año en la capital, el resto en el campo y en los reales Véase por último su espléndido estudio por M. Á. Elvira Barba
sitios. (2011).
306
CARLOS IV Y GODOY: LOS PRIMEROS PROTECTORES ILUSTRADOS DE LA ARQUEOLOGÍA ESPAÑOLA
una gran estabilidad personal, una inesperada remos es hablar de «Luces» y de «Ilustración». En
coincidencia, que es también uno de los más tal sentido, otro testimonio del propio soberano,
felices hitos de la Arqueología Clásica: El descu- y muy posterior, confirma a mi juicio paladina-
brimiento y excavación de las ciudades sepulta- mente el principio de la rentabilidad económica,
das de Herculano, Pompeya y Estabia, a cuyos cuando felicita ya desde Madrid por carta, en
nombres e historia nuestro Carlos III permanece- 1760, a su mano derecha en Nápoles, Bernardo
rá vinculado para siempre. Tanucci: [...] me alegro... del cómputo que hiciste,
Este periodo arqueológico napolitano del rey, paseándote por el Museo, de lo gastado hasta aho-
de 1738 hasta 1759, es uno de los más conoci- ra, y del valor de lo hallado.... (Barrio, 1988, 155).
dos y analizados de este monarca. Las excava- No se precisan mayores comentarios.
ciones regulares en Herculano (la moderna Resi- Las excavaciones, en palabras del propio rey,
na) comenzaron a mediados de octubre de 1738, eran una de sus mayores diversiones. Dirigidas
con sólo dos o tres obreros45. Pero, dando un hasta su muerte por el citado ingeniero militar
paso más para conocer su verdadero propósito aragonés Roque Joaquín de Alcubierre, se amplia-
inicial (que es lo que puede diferenciar a un rey ron y enriquecieron con el descubrimiento de
ilustrado de otro que no lo sea tanto como se Pompeya en 1748, y el de Stabia en 1750. Im-
cree o se dice), me parece de interés reproducir presionantes hallazgos, como las estatuas ecues-
estas frases de la Real Instrucción que las autori- tres de los Nonios Balbos, llevaron a extender en
zó, el día 13 del mes citado: ...Prevengo a V. S. los años siguientes las exploraciones, tentativas y
de Orden del Rey... a continuar la excavación de sin continuidad, por todo el golfo de Nápoles, a
las grutas o ruinas del antiguo consabido templo Sorrento, Pozzuoli, Cumas, Fusaro, Boscotrecase,
que V.S. mismo 46 entró a reconocer, para ver si Baia o Capri, hasta descubrir otra famosísima ciu-
se encuentran algunos mármoles, estatuas o pie- dad, griega esta vez, la célebre Paestum, al S. de
dras de algún provecho, disponiendo se saquen Nápoles. Los trabajos de estudio y publicación se
todas las piedras de alguna utilidad o grandeza... hacen bajo la inspiración del famoso fundador
que no se pierda tiempo en excavaciones inúti- de la Arqueología Clásica, Johann Joachim
les, y previniéndole vaya dando cuenta de lo que Winckelmann, a través de su amigo el pintor
se fuere descubriendo y encontrando, para que Anton Raphael Mengs, a quien el rey mantenía
cuando no resulte provecho alguno se abandone junto a sí en la capital del Vesubio.
esta obra si se reconociere inútil...47 Así se reunió en Nápoles, en efecto, la que
Como puede verse, el «provecho» y «lo gran- Guerra de la Vega (1988) considera, exceptuadas
de» eran lo que importaba. Y por ello ya en su las pontificias, como «la más fabulosa colección de
planteamiento se aprecia que lo que interesaba a esculturas, vasos, pinturas y mosaicos del arte grie-
Carlos III de las excavaciones no era su valor pro- go y romano de la península itálica». La cada vez
piamente científico, histórico o ilustrado —como más enorme colección de antigüedades llevó a la
tantas veces nuestros historiadores y arqueólogos creación en el vecino Portici de un «Museo
insisten en creer y afirmar—, sino el mero hallaz- Herculanense» o «Borbonico», pavimentado con los
go de piezas notables que enriquecieran sus co- propios mosaicos romanos. El célebre Abate de
lecciones privadas. Sus fines los presidía el Saint-Non, en sus volúmenes del Viaje pintoresco
pragmatismo, y por tanto a mi juicio se movían de Nápoles, nos dejó una excelente recreación grá-
aún bastante lejos de lo que podríamos entender fica del ambiente arqueológico que allí se respira-
como ilustración. Eran una inversión más en ba (Fig. 4)48. Como detalle favorable, y a diferen-
obras de arte para la corona, se trataba de en- cia de la mayoría de las colecciones reales
contrar alhajas. Y, aunque no más ni menos en europeas, buena parte de él era visitable, si bien,
la misma línea que movía a casi todas las colec- como ha destacado Represa (1988, 17-18), sólo se
ciones pontificias, reales y aristocráticas que se autorizaba a ello a la nobleza de sangre y a la
habían ido formando por toda Europa desde el aristocracia cultural y, aún así, hasta 1775 estuvo
siglo XVI, no es un dato a olvidar si lo que que- prohibido por completo, incluso para tales visitan-
tes ilustres, el realizar dibujos o croquis y el to-
45
Se hallará un buen relato de las distintas excavaciones en G.
mar notas, lo que motivaba el disgusto de muchos,
Mora, 1998, 109 ss. por ejemplo el del propio Winckelmann. No se
46
Se trata del Ingeniero jefe de la construcción del palacio de recreo puede decir tampoco, pues, que la divulgación su-
de Portici, Juan A. Medrano, a cuya solicitud contesta en nom-
bre del rey el marqués de Salas, su Secretario de Despacho. pusiera para Carlos III alguna preocupación.
47
F. Fernández Murga, 1962, 26, quien la toma de la excelente
obra de M. Ruggiero, 1885, 2 (he actualizado alguna grafía).
48
También la Noticia de las alajas antiguas que se han descubier- Se trata de la escena llamada «Transporte de antigüedades de
to en las escavaciones de Resina y otras, que el propio Alcubierre Herculano desde el Museo de Portici al Palacio de los Estudios
escribió en 1756, contiene datos importantes. Naturalmente, a de Nápoles», hecha para la propuesta de su traslado al rey Car-
22 de octubre ya se aumenta a diez el número de obreros los. De la obra de Saint-Non Voyage pittoresque ou description
destinados a los trabajos. du royaume de Naples et de Sicilie (París, 1781-1786).
307
ALICIA M. A CANTO
Fig. 4.—El palacio napolitano de Capodimonte. Lámina imaginaria del Abbé de Saint-Non, 1781-1786.
El tamaño y lujo de los muchos volúmenes que De todos modos, el conjunto de la acción di-
se publicaron hacían su difusión limitadísima. recta en Nápoles del futuro Carlos III durante más
Concretamente, los tomos de Le Antichità di de veinte años, en los que consiguió, según afir-
Ercolano, según R. Guerra de la Vega, «fueron ma el filólogo italiano M. Gigante en 1985, cum-
concebidos como de uso particular del monarca... plir a la vez los roles de «mecenas, proyectista,
sin embargo, la propia dinámica de la ejecución excavador, custodio y publicador», le valió cumpli-
de los grabados, con la multiplicidad de perso- damente el apelativo que R. Herbig le dedicó en
nas que intervenían en el proceso, hizo imposi- 1960 de rey arqueólogo. Gigante reasume así el
ble el mantenimiento del secreto...». En efecto, en juicio de C. Justi, el biógrafo de Winckelmann,
varias de las cartas que en su día consulté el rey expresado en 1872, de que sin el Borbón no ha-
acusa recibo de las láminas según se van acaban- brían tenido lugar las excavaciones... Le debemos
do y enviándosele a Madrid para su conocimien- el descubrimiento, la excavación, la conservación
to previo, y alguna vez confirma tanto la reserva y la publicación de las ciudades enterradas, y el
sobre las mismas (algunas de un subido tono para gran museo que de todo ello se derivó. Sin embar-
la época) como el placer que le producen, y la go, como hemos comprobado, Carlos III conside-
causa de éste: [...] y así éstos como todos los otros raba aquellas excavaciones napolitanas como una
(dibujos) que me envía (Paderni) no salen de mi diversión, y las fuertes sumas en ellas gastadas
poder, y puedes creer el gusto que me causan, ya sobre todo como una inversión pecuniaria, de cuyo
que Dios no quiere que yo pueda ver esas cosas balance encargaba a su fiel ministro italiano Ber-
de otro modo...49. Así pues, en sólo unos pocos nardo Tanucci. En cuanto a los cientos de bellísi-
testimonios de época podemos ver reunidas algu- mas láminas ejecutadas sobre aquellas antigüeda-
nas características de las famosas excavaciones des, eran en principio, como hemos visto, una
napolitanas de Carlos III: rentabilidad económica, forma de que el rey pudiera estar al corriente de
diversión, privacidad, reserva, secreto y uso par- los hallazgos desde Madrid, donde vivía desde que
ticular. en 1759 tuvo que venir a asumir la corona, pre-
maturamente dejada por su hermano, Fernando VI.
49
Quizá esta heterodoxa manera de analizar al
Guerra de la Vega, 1988, 24-25. Canto, 2001a, 21 y nota 44. La
carta se fecha en Aranjuez, el 14 de abril de 1761. «rey arqueólogo» (que, si es contra-corriente, al
308
CARLOS IV Y GODOY: LOS PRIMEROS PROTECTORES ILUSTRADOS DE LA ARQUEOLOGÍA ESPAÑOLA
309
ALICIA M. A CANTO
de Nápoles de 175558. Es más curioso aún com- los III, en cuanto a sus aficiones al margen de los
probar, como vimos, que las órdenes de Carlos deberes de Estado, en España y para España no
III en cuanto a los trabajos de excavación, al igual fue ningún «rey arqueólogo»60, y también que en
que hacía en Nápoles, eran que debían de ser este campo él mismo se hallaba lejos del senti-
abandonados en cuanto se viera que no aporta- miento ilustrado que, sin embargo, sí se comprue-
ban nada «útil», así como que no buscaba en las ba, aunque sobre todo para el gobierno ordina-
antigüedades su valor histórico para la nación o rio y la actividad económica e industrial, en
para la instrucción pública. Por lo tanto, en lo que algunos de sus más significativos ministros y co-
afecta al famoso «rey arqueólogo», padre de Car- laboradores, sobre todo mi impopular antepasa-
los IV (que es quien, como hemos visto, siempre do el marqués de Esquilache (que por sus «exce-
«se lleva la fama»), ya desde 1994 fui constatando sos» modernizadores tuvo que salir a escape de
lo contrario de lo que se solía (y aún muchos España, tras el motín de su nombre), o los con-
suelen) creer: Si bien invirtió cuantiosas sumas en des de Floridablanca y Campomanes61. Así que
excavaciones arqueológicas, éstas siempre lo fue- estas breves notas sobre la actividad arqueológi-
ron en Italia, en los fabulosos hallazgos de su ca de Carlos III parecen dar de nuevo la razón
reinado napolitano: Pompeya, Herculano y Estabia al general Foy cuando se refiere al sensible avance
sobre todo, a cuyos nombres estará vinculado para en las Artes que, por el contrario, sí se dio du-
siempre (aunque a su vez, al hacer los colegas rante el reinado de su hijo Carlos IV.
italianos la historia de la investigación de estas
ciudades, suelen regatear al rey español su deci-
sivo patrocinio), pero aun esto por un interés y CARLOS IV: EL PRIMER PROTECTOR ILUSTRADO de la
gusto personal, y hasta crematístico. ARQUEOLOGÍA ESPAÑOLA
En el detalle de sus móviles, Carlos III no te-
nía una conciencia «ilustrada» de la cultura, ni en Carlos IV de Borbón y Sajonia (r. 1788-1808)
comparación con otros muchos aspectos de su (Fig. 1) es un monarca, como ya dijimos, no muy
buen gobierno, ni tan clara como la veremos en bien considerado en la memoria histórica de los
el reinado de su hijo, al menos en los planos le- españoles, y por varios convincentes motivos. Sin
gislativos y prácticos. El «rey arqueólogo» concebía embargo, en su mucho menos estudiada faceta de
aún la actividad arqueológica como una labor cuyo protector de la Arqueología, las Artes y las Letras
desarrollo y resultados eran privativos de la Coro- antiguas no creo, como ya planteé hace quince,
na o, como mucho, de las clases más selectas y, que nos hallemos ante ningún indigno epígono
como hemos visto, esto es algo que se puede de sus tres cultos antecesores, Felipe V, Fernan-
confirmar de su propia mano. Leamos por último do VI y Carlos III, a los que incluso adelantó no-
una más que expresiva muestra, escribiendo de tablemente en el aspecto legislativo, así como en
nuevo a Tanucci al recibir la noticia de que éste el número y entidad de sus patrocinios. Y ello
había llevado a Fernando IV, su hijo y sucesor en más aún teniendo en cuenta que, en líneas ge-
la corona de Nápoles, a visitar las colecciones de nerales, el reinado de su padre fue largo y bas-
Portici: Veo también con mucho gusto que le tante tranquilo, mientras que el suyo fue más
huvieses llevado al Museo de Portici... pues me ale- breve y lleno de conflictos. Algunos autores han
gro mucho de que vaya tomando gusto a cosas tan
dignas de él, y que ningún otro las tiene ni pue-
de tener...59. Sería difícil encontrar una más clara 60
Canto, 2001a, 23 y 2001b, 12. Me parece un respaldo implícito
a esta propuesta el que el larguísimo capítulo dedicado global-
declaración de principios de que ni la ilustración mente a Carlos III en el ya citado catálogo Corona y Arqueolo-
(o al menos el «buen gusto» clásico), ni las her- gía en el Siglo de las Luces, de la exposición habida en el Pa-
mosas piezas arqueológicas y debían salir del es- lacio Real (VV. AA., 2010, 202-311), llevara por título Carlos III.
El rey arqueólogo: Pompeya y Herculano, como reservando tal
trecho y exclusivo marco de la Corona. definición sólo a su periodo italiano. Por su parte, el más bre-
Por todos estos motivos creo en resumen, ve artículo dedicado a la actividad arqueológica de Carlos III
en España, debido a J. Alvar (VV.AA, 2010, 313-323) converge
desde el respeto por otras opiniones, que Car- de lleno con las valoraciones que hice sobre ella años atrás, y
las que acabo de hacer, ad ex.: «Por lo que respecta a la acti-
vidad arqueológica de campo, la situación no es demasiado
58
[...] tale reliquie offrono grandissimi proffiti... e per intelligenza animada... durante el reinado de Carlos III el mecenazgo ar-
dell’Antichità e per rischiriamento dell’istoria, e della Cronologia, queológico en España no estuvo a la altura de las realizacio-
e per perfezione di molte arti... (Guerra de la Vega, 1988, 26 y nes napolitanas... en la mayor parte de las ocasiones serán ini-
Canto, 2001a, nota 129). ciativas particulares las que promuevan indagaciones arqueológicas
59
Esta frase de la correspondencia con Tanucci es recordada hace y sólo después obtendrán sanción oficial...» y, en definitiva, «la
poco, y muy oportunamente para mí en diferente sentido, por mayor parte de la actividad arqueológica realizada durante el
M. C. Alonso en su capítulo del catálogo Corona y Arqueología reinado de Carlos III es ajena al mecenazgo real o a su pro-
(2010, 237-238). Para el fundamental personaje de B. Tanucci moción».
61
en relación con Carlos III ya en España cf. Calle Marín, 1997, Traté de ambos condes en 2001, por creerlos directamente re-
63-69 o Canto, 2001a, 19-20 y nn. 30-31, entre otras, recordan- lacionados con la misión arqueológica emeritense bajo Carlos
do a mi vez, además de a S. Calle, las obras sobre Tanucci de IV, y en 2003 de Campomanes en su vertiente de anticuario y
M. Barrio y M. d’Addio. epigrafista.
310
CARLOS IV Y GODOY: LOS PRIMEROS PROTECTORES ILUSTRADOS DE LA ARQUEOLOGÍA ESPAÑOLA
311
ALICIA M. A CANTO
Fig. 6.—Misión arqueológica de Mérida (1790-1794), encargo de Carlos IV. El llamado «Arco de Trajano»,
excavado por Villena Moziño en 1791.
312
CARLOS IV Y GODOY: LOS PRIMEROS PROTECTORES ILUSTRADOS DE LA ARQUEOLOGÍA ESPAÑOLA
incluso la dirigida a las enseñanzas elemental su Director de Pintura71, jamás fue premiado por
y media. Son su mérito también el patrocinio ésta, es de imaginar que porque Goya atacaba
de la célebre expedición científica de Alejan- los cimientos de la educación neoclásica basa-
dro Malaspina y José F. Bustamante (1789-1794), da en el estudio de las estatuas y de las obras
o la singularísima protección sin la cual el ya de la antigüedad y en el desdén hacia el aspec-
citado Humboldt (Fig. 5) jamás hubiera podido to sensible en aras del substrato intelectual 72.
realizar su famoso viaje privado (1799-1804) por Nada de lo cual habría apoyado, ni apoyó, Car-
la América hispana (como así lo reconoció el los III73.
propio autor68), de tanta repercusión posterior Pero son bastante menos conocidos y comen-
en la ciencia europea. Por el testimonio del pro- tados el interés y el mecenazgo de Carlos IV
pio naturalista sabemos que esa protección en nuestro campo de la Historia Antigua y las
había comenzado ya en 179169. Antigüedades. Conviene relacionar aquí algunos
Pero quizá su más notable descubrimiento ejemplos, pues, como muestra de lo que antes
cultural (sin duda de consuno con Godoy) fue- decía, ni las síntesis generales de este reinado,
ra el de las brillantes habilidades de Francisco ni los estudios de Historiografía de la Arqueo-
de Goya, al que nombró su pintor de cámara logía sobre estos dos siglos de España, el XVIII
tan pronto como en 1789, y por el que, como y el XIX, iniciados por fin en 1988 (posible-
el valido, fue retratado numerosas veces. mente a raíz de una amarga queja al respecto
Ambos nombramientos de Carlos IV en fa- del gran experto sevillano F. Aguilar Piñal), se
vor de Goya, pintor de cámara en abril de 1789, habían detenido nunca en el reinado, y menos
y (fallecido su cuñado, F. Bayeu) Primer Pintor aún en la persona, en tanto aficionado o como
de Cámara, con pleno apoyo de Godoy, en oc- promotor, de Carlos IV de Borbón. Más bien
tubre de 1799, los considero especialmente sig- la opinión hasta entonces reinante, en sintonía
nificativos del profundo cambio del «buen gus- con la visión crítica habitual, la expresa este
to», «talante» y «genio» que existe entre Carlos comentario de un colega andaluz, al referirse a
III y su hijo, y ya desde el comienzo del rei- la labor de Carlos III: «...y con ello vamos lle-
nado de éste. No olvidemos que estamos ha- gando al ocaso de la historiografía ilustrada....
blando de un pintor profundamente anticla- en 1788 Carlos IV sucede a Carlos III, un cam-
sicista, que tras su célebre Dictamen sobre las bio nada favorable para las perspectivas opti-
Bellas Artes de 1792, dirigido a la Real Acade- mistas». Se trata, como vemos, de una asevera-
mia de San Fernando70, y aunque llegó a ser ción «clásica», pero con la que no es posible
estar de acuerdo.
Muchos de los datos y documentos que, pre-
68
Anota en sus Cartas americanas: Y, cosa que los españoles con- parando los trabajos de 1994 y 2001, pude loca-
sideran imposible, no sólo he recibido el permiso real de pene- lizar, basándome en informaciones archivísticas y
trar en todas partes en las colonias españolas con mis instrumentos,
sino que he conseguido, además, las recomendaciones del rey bibliográficas de época, habían permanecido iné-
[Carlos IV] para todos los virreyes y todos los gobernadores ditos hasta este momento, mientras otros no ha-
(Humboldt, 1989, 8). En algunas cartas se refiere también al apoyo
personal del rey, la reina y el Secretario Urquijo, que protege
bían sido entendidos o clasificados nunca dentro
las artes (ibid., 36). Es muy interesante la lectura del «pasapor-
te» que el Rey extendió el 7-5-1799, a través de M. L. de Urquijo, lo Divino que ningún otro... ¡qué escandalo no causará, el oir
a favor de Humboldt y su ayudante Bonpland (ibid., apéndi- despreciar la naturaleza en comparación de las Estatuas Grie-
ces, 248-249). gas, por quien no conoce ni lo uno, ni lo otro, sin atender que
69
En la «dedicatoria» de otra famosa obra, el Ensayo político so- la más pequeña parte de la naturaleza confunde, y admira a
bre el reino de la Nueva España (Humboldt, 1811-1822), dice, los que más han sabido! ¿Qué Estatua ni forma de ella habrá,
a 8 de marzo de 1808: [...] no hago más que cumplir un deber que no sea copiada de la Divina naturaleza?... Por último, Se-
sagrado al depositar al pie de su trono el homenaje de mi reco- ñor, yo no encuentro otro medio más eficaz de adelantar las Artes,
nocimiento profundo y respetuoso. El año de 1791, en Aranjuez, ni creo que le haya, sino el de premiar y proteger al que des-
tuve la dicha de ser recibido personalmente por Vuestra Majes- punte en ellas; el de dar mucha estimación al Profesor que lo
tad, la que se dignó aplaudir el celo de un particular al que el sea; y el de dejar en su plena libertad correr el genio de los
amor a las ciencias llevaba hacia las márgenes del Orinoco y Discipulos que quieren aprenderlas, sin oprimirlo, ni poner me-
hacia las cimas de los Andes... Curiosamente, en todas las edi- dios para torcer la inclinación que manifiestan, à este, ó aquel
ciones españolas que se hicieron de este ensayo se suprimió estilo, en la Pintura...
71
esta larga y elocuente dedicatoria, en la que Humboldt decía Entre 1795 y 1797, nada casualmente durante la etapa de Godoy
también a Carlos IV que Ninguno de los monarcas que han como Protector de la RABASF (1792- 1798).
72
ocupado el trono castellano ha difundido más liberalmente que Lúcido análisis de López Vázquez, 1994, 68-71, entroncando estas
Vuestra Majestad los conocimientos precisos sobre el estado de esta ideas de Goya con el Elogio de las Bellas Artes de Jovellanos
bella porción del globo, que, en ambos hemisferios, obedece a las (1781) y con las ideas pedagógicas de moda en Europa de
leyes españolas..., pasando luego a su detalle. Pestalozzi y Gaya (sobre ello cf. más abajo).
70 73
Goya, 1981, 210-212, doc. nº 184: Que las Academias, no de- De hecho consta que Goya (que, recomendado por Bayeu y
ben ser privativas, ni servir más que de auxilio á los que libre- Maella, había hecho algunos encargos para la fábrica de tapi-
mente quieran estudiar en ellas, desterrando toda sugeción ser- ces y S. Francisco el Grande) había solicitado a Carlos III, el
vil de Escuela de Niños, preceptos mecánicos, premios mensuales, 24 de julio de 1779, para cubrir la vacante de Mengs, una de
ayudas de costa, y otras pequeñeces que envilecen, y afeminan las plazas como Pintor de Cámara de Vuestra Magestad con el
un Arte tan liberal y noble como es la Pintura... hacer estudiar sueldo que fuese de su Real Agrado... (Goya, 1981, 219-220, doc.
ó seguir á todos por un mismo camino es un grande impedimento nº 27), solicitud que obviamente no fue atendida.
à los Jóvenes que profesan este arte tan difícil, que toca más en
313
ALICIA M. A CANTO
del programa de la obra anticuaria de todo un Real Academia de la Historia, y con ellos la con-
reinado, pues de la existencia de tal programa y solidación de la «Sala de Antigüedades», creada
de su alcance no parecía existir por entonces (ni poco antes y de tan importante devenir y respon-
creo que todavía hoy, aunque sin duda ya falte sabilidad en el inmediato futuro77.
menos para ello) una verdadera consciencia. Pero, Otro buen ejemplo de ello, conocido en deta-
incluso más importante que los hechos me pare- lle hace pocos años, es una iniciativa cultural, no
ce el que su seña esencial sea el criterio moder- universitaria y no académica, auspiciada desde la
no que los guiaba. Corona, con objeto de enseñar y difundir la His-
Esta nueva perspectiva me servía además para toria Antigua, Universal y de España: el certamen
enmarcar y hacer más comprensible la misión que, con ilustres participantes, tuvo lugar en los
arqueológica oficial de Mérida entre 1791 y 1794. cursos de 1790 y 1791, organizado por la Biblio-
Podía así demostrar que las 19 espléndidas lámi- teca de los Reales Estudios de San Isidro y espe-
nas y excavaciones arqueológicas de don Manuel cialmente desde su cátedra de Historia Literaria78.
de Villena Moziño74 (Fig. 6)75, a quien se puede Una definición que venía a coincidir con el estu-
definir con justeza como el primer «arqueólogo dio de las fuentes escritas de la Antigüedad,
real», no respondían a un encargo esporádico, ca- materia que tardaría siglo y medio más en ser in-
prichoso o excepcional76 de Carlos IV, sino a una corporada como tal a los estudios universitarios.
acción más dentro de una política consciente de En cuanto a acciones concretas en los campos
estudio y protección de las antigüedades españo- materiales79, en 1790 Carlos IV, ordenó, por vía
las. Una verdadera «política cultural» que no res- reservada de Marina, la reparación y restauración
pondía ya a una búsqueda de piezas más o me- de la «Torre de Hércules» en La Coruña por sus
nos hermosas para la colección real, ni a una valores históricos. También en 1790, el monarca
simple admiración de lo clásico, ni a rendir culto encargó a Fr. José Ortiz y Sanz la continuación
al mero buen gusto —como hemos visto era lo del Viage anticuario que había comenzado e in-
normal durante el reinado de Carlos III—, sino terrumpido en 1788 (Canto, 2001c). Entre 1792 y
que servía —o al menos lo pretendía— a los in- 1798 se adoptó la decisión de multiplicar los ejem-
tereses históricos de la nación española, en un plares de los autores clásicos, griegos, latinos y
empeño de ponerla en pie de igualdad, en cuanto españoles, además de las reimpresiones «de todas
al conocimiento y valoración de su pasado, con
otras naciones europeas que sí se ocupaban ha- 77
El texto de los nuevos estatutos fue publicado en las Memorias
cía tiempo de tal tipo de estudios. Creo que no de la Academia I, 1796, CXV-CXXXI. Aunque en otra parte de
es nada casual, y que debe de haber una co- la misma Memoria (XXIX) se dice que la Sala se creó según los
nexión con las importantes excavaciones y lámi- nuevos Estatutos, realmente ya se había aprobado como medi-
da interna en abril anterior, pues en aquellos no se habla de
nas emeritenses (que desde 1791 iban llegando a las distintas Salas, ni por tanto de la de Antigüedades. El minu-
la corte, y más en concreto al despacho de cioso trabajo archivístico de Abascal y Cebrián (2010, 72 y ss.)
ha venido a aclarar todos los detalles y subsanar errores co-
Godoy), la aprobación por Carlos IV, el 15 de rrientes sobre cómo y por quiénes se redactaron los nuevos
noviembre de 1792 (administrativamente en los Estatutos. Sobre la Sala véase específicamente J. Maier, 2003b,
27-51. Aprovecho para aclarar, respecto de su nota 10, que yo
últimos días del conde de Aranda, pero segura- nunca sostuve (Canto, 1994) que «el viaje del Marqués de Valdeflo-
mente no ajenos ya a la opinión de Godoy y res fue sólo un proyecto epigráfico», como afirma el autor (y
otros ilustrados), de los nuevos Estatutos de la cf. supra nota 29). Más allá del título del artículo, precisamente
me extendí sobre su «mucha más envergadura científica», deta-
llando todas las obras posteriores, de los siglos XIX y XX, y de
distintos campos, a las que Valdeflores se hubiera adelantado
74
Que eran por 2001 el objeto central de la exposición en el MNAR de dejarle concluír y publicar sus trabajos (además de su pre-
de Mérida, de su catálogo y de la monografía que les servía matura muerte, con sólo 49 años, quizá acelerada por los sin-
de base (cf. Canto 2001 a-b). sabores, persecuciones y encarcelamientos).
75 78
Ejecutada por Manuel de Villena Moziño tras excavar su base, Romero Recio, 2004, resaltando muy bien la singularidad de esta
firmada y fechada en Mérida a 8 de septiembre de 1791. Villena iniciativa. Los bibliotecarios eran a la sazón Miguel de Manuel
se dio cuenta de que una porción del arco estaba enterrada y y Cándido María Trigueros. El primero, al presentar el evento
no dejaba ver su zócalo ni su perfil real. Al fondo halló, y refleja, (introducción a estos Exercicios públicos de Historia Literaria)
un enlosado típico de vía urbana (lo que obligó a modificar la dice: tal vez podrá ser algún dia el medio mas seguro para res-
opinión general en la arqueología emeritense de que bajo el taurar la antigua ilustración Española, que tanto promueve en
arco no había ninguna calzada). Él mismo había excavado tam- toda la nación, á exemplo de su Augusto Padre, nuestro amado
bién parte de lo que llama «convento jurídico», o sea, el foro Monarca el Señor Carlos IV, con las luces y auxilios de su sabio
provincial al que el arco daba acceso por el correspondiente Ministerio ... Y será a una parte de ese pasado, la Historia An-
cardo. Sobre todo ello vid. Canto, 2001a, 129-130 y passim. tigua, a la que estarán dedicados todos los ejercicios de la cáte-
76
Me satisface comunicar ahora que, no habiendo olvidado nun- dra de Historia Literaria de los Reales Estudios en 1790, puesto
ca al hispano-portugués Manuel de Villena, de cuyas (ya desde que durante el primer curso se habían explicado «en quarenta y
1994) recuperadas vida y circunstancias me faltaba bastante por dos discursos la cultura de las Naciones bárbaras con la de los
completar, hace sólo unos meses he podido encontrar otra se- Egipcios, Griegos y Romanos hasta la decadencia del Imperio [...]
rie de documentos desconocidos que demuestran que él se hallaba en una instrucción del todo nueva en España, y quizás única
ya en Mérida, encargado por el rey, al menos desde 1790. Antes en Europa por su método, concurrencia y efectos (ibid., 239-240).
79
ya, pues, de la orden regia para la ya conocida misión arqueo- Por no recargar más las referencias, para todas las actuaciones
lógica emeritense, sus excavaciones y sus espectaculares lámi- citadas en este sector se pueden consultar con más detalle A.
nas. Confío en poder darlos a conocer en poco tiempo (Canto, M. Canto, 2001a, 32-44, y 2001b, 13-19, incluyendo las ilustra-
e.p.). ciones pertinentes en cada caso.
314
CARLOS IV Y GODOY: LOS PRIMEROS PROTECTORES ILUSTRADOS DE LA ARQUEOLOGÍA ESPAÑOLA
315
ALICIA M. A CANTO
las que no abundaban» (la cita procede de las ña Antigua. En diciembre de 1795 se dirige al
Memorias de Godoy, escritas en su exilio de Pa- Príncipe de la Paz y, durante el intervalo en que
rís). Así se publicaron las Obras completas de está ocupado en formar las listas de mapas que
Cicerón, en 14 volúmenes (1797), o las ediciones se han de pedir para el ministerio de V.E.... y en
especiales del mismo Cicerón (los Diálogos), de arreglar un archivo geográfico para uso de su
Jenofonte, Tácito, Veleyo Patérculo, César y Secretaría... encuentra tiempo para acompañarle
Quintiliano, un curso de humanidades clásicas y una disertación ó memoria geográfico-histórica
una nueva gramática greco-latina. De cada una de sobre la Bastitania y Contestania.... Me parece
ellas cita Godoy el autor, la circunstancia o la posible que fueran temas de interés personal para
fecha. Godoy o el rey, o para ambos.
De igual forma se procuró beneficiar los teso- A veces los propios viajes geográfico-científi-
ros empolvados de la literatura arábiga, apoyando cos auspiciados por la corona daban lugar a
el trabajo de orientalistas como José Banqueri o hallazgos y a excavaciones arqueológicas autori-
José Antonio Conde. En lo material, se ordenó a zadas, como ocurrió durante el del eminente bo-
la Real Academia de San Fernando que se conti- tánico Antonio José Cavanilles, quien, en la pri-
nuara la monumental obra de las Antigüedades mavera de 1791, recibió el encargo del rey de
Árabes de España (Fig. 7) proseguida en 1804 por recorrer la España para examinar los vegetales que
el canónigo Lozano. en ella crecen; en el t. II de su obra, pp. 226-
Trabajos de mucho mérito que habían queda- 232, inserta la memoria de su excavación de una
do inéditos fueron rescatados y dados ahora a la villa romana entre Calpe e Ifach (Alicante), he-
luz, como es el caso del académico Ignacio de cha en mayo de 179282. La propia Academia de
Hermosilla y Sandoval —caído en desgracia 30 la Historia constituyó, en 1792, una «Sala de Geo-
años atrás, junto al marqués de Valdeflores— y grafía», y en 1796 Carlos IV encargó a M. Abella
su importante estudio de 1762 sobre las ruinas de el reconocimiento exhaustivo de los archivos es-
Augustobriga (Talavera la Vieja, Cáceres), que sólo pañoles, especialmente de los municipales. Godoy
se publicará ahora80. El 9 de julio de 1792, el con- afirma que con este encargo se quería juntar
de de Aranda transmite a Francisco Pérez Bayer datos para la formación de una nueva geografía
la orden del rey para que inicie en Madrid un más exacta de la España, para recoger noticias de
trabajo sobre la disputada cuestión histórica de la sus antigüedades y reunir nuevas luces.... Este
batalla de Munda, y en 1794 recolectar y publi- nuevo viaje era, en cierto modo, una continua-
car todas las obras de Alfonso X el Sabio. Con ción parcial del de Valdeflores, y en la imprenta
oficio de 17 de septiembre de 1793, por vía re- real se editó como anuncio el opúsculo Noticia y
servada de Estado, envía el monarca a la Acade- plan de un viaje para reconocer archivos y formar
mia, para su examen y juicio, un tomo en folio, la colección diplomática de España, encargada por
manuscrito, sobre epigrafía romana y goda de la el rey a don Manuel Abella (Madrid, 1796). Tras
provincia de Extremadura, a fin de conocer su declararse protector de este empeño ante el rey,
valor científico. En 1792, el Gobierno envía al Godoy concluye: [...] fue desgracia que mis suce-
académico y anticuario aragonés Joaquín Traggia sores en el mando, un Jovellanos y un Saavedra,
a recorrer varios archivos de España, y en 1794 descuidaran esta obra....
al escritor y marino J. Sans Barutell a investigar Son también de este reinado (1793) los traba-
en los de Barcelona y Simancas. jos en el circo y en el teatro romanos de Sagun-
Las grandes obras geográficas modernas de tum (Sagunto, V.) de Enrique Palos y Navarro,
Tomás López y de su hijo Juan, Geógrafos de los abogado de los Reales Consejos y estudioso de
Dominios del Rey (el primero desde Carlos III) las ruinas de la que por entonces era llamada
no olvidaron la creación y grabado de mapas de «Murviedro» (de ad Murum Veterum), nombrado
la Geografía antigua de Hispania según distintos por Carlos IV —con muy notable avance sobre
autores, por petición o para satisfacción del rey la generalización de esta costumbre en España—
y de Godoy81. Juan López, por ejemplo, tradujo juez conservador de las antigüedades saguntinas.
en 1787 el libro III de Estrabón, con objeto de Hace años se publicó una monografía, de S. Lara
«indagar la correspondencia de los nombres anti- Ortega (1991), que documenta muy bien la his-
guos con los actuales» para un mapa de la Espa- toria de las investigaciones en éste que era uno
80 82
Hermosilla y Sandoval, 1762-1796. Noticias sobre las láminas que Cavanilles, 1797, 226-232. Se trata de «una obra que «carece de
se hicieron y quedaron sin publicar, y otros datos relativos al precedentes y no tiene paralelos en su ambición en la Penín-
posterior viaje allí de J. de Cornide, en Maier 2003c, 17-18. El sula Ibérica». La excavación citada se publicó separadamente en
nuevo estudio de Cornide fue publicado como «Continuación de...» los Studia Archaeologica nº 5, Santiago de Compostela, 1970.
en el mismo volumen I de las Memorias de la RAH, 363-408. Algunas de sus muchas láminas ilustrativas son interesantes también
81
No hace mucho los mapas de López de la Real Academia de para la arqueología, como las vistas de Murviedro (Sagunto) y
la Historia han sido espléndidamente publicados y estudiados, otras ciudades levantinas. Sobre todos estas actividades geográ-
cf. López Gómez-Manso Porto, 2006. ficas y botánicas más extenso en Canto, 2001a, 36-37.
316
CARLOS IV Y GODOY: LOS PRIMEROS PROTECTORES ILUSTRADOS DE LA ARQUEOLOGÍA ESPAÑOLA
de los más emblemáticos monumentos de la ar- dad populosa. Los más de nuestros sabios anticua-
quitectura hispanorromana (Fig. 16), antes de su rios la han reconocido por la antigua Segóbriga,
lamentable reconstrucción actual. una de las más célebres de nuestra España roma-
No es tampoco muy conocido que se deben na y goda, destruída y arrasada por los sarrace-
a Carlos IV las primeras excavaciones oficiales en nos. Las inscripciones y medallas que se hallaron
la muy disputada, desde el siglo XVI, ciudad han ofrecido a la ciencia de los tiempos muchas
celtibérica de Segobriga (Saelices, Cuenca), des- fechas importantes, que ilustró después nuestra
pués de haber seguido el rey atentamente las Academia de la Historia... (Fig. 8) Me parece tam-
particulares que se habían desarrollado allí en bién muy notable que Godoy caracterice estas
1789. En efecto, los trabajos de 1789 y 1790, de excavaciones como ejemplo de obras emprendi-
los que poco se sabía y no se asociaban con el das para sustento de los pobres, ya que los traba-
rey, pudimos comprobar en 2001 que los había jos ocuparon a muchos brazos... Bien entendida
dirigido Francisco Javier de Santiago Palomares, en el contexto de su época, y hasta admitiendo
célebre paleógrafo y a la sazón Archivero real, un cierto margen para la autodefensa desde el
quien también dibujó lo que iba apareciendo. En destierro, me chocaría que pudiera encontrarse
este punto hay que recordar que para Godoy estas una referencia como esta última, ni una alusión
exploraciones fueron importantes, pues rememora de interés social parecida, en toda la bibliografía
que llevadas adelante las excavaciones, se halla- arqueológica (tampoco muy abundante) de su
ron con efecto nuevos monumentos, medallas, ins- siglo. Como resultado de estos trabajos, el rey
cripciones y vestigios magníficos de una gran ciu- informa a la Academia y le pide su opinión, re-
317
ALICIA M. A CANTO
sultas de lo cual será el viaje posterior del aca- promulgación de la Real Cédula de 6 de julio de
démico José Cornide, y su obra Noticia de las 1803, por la cual se ordenaba vigencia nacional
antigüedades de Cabeza del Griego de 1793, aun- y obligado cumplimiento a la Instrucción forma-
que vieron la luz en 179983. da por la Real Academia de la Historia sobre el
Hay otros muchos datos sueltos que apuntan modo de recoger y conservar los monumentos
al interés del rey en seguir hasta los hallazgos antiguos descubiertos ó que se descubran en el
fortuitos y las actividades arqueológicas de índo- Reyno. Ésta fue, en efecto, la primera vez que se
le privada, en los que ya no me detengo. Por tomó en España una medida legislativa amplia y
ejemplo cómo, fallecido en 1804 el famoso em- de alcance nacional con objeto de proteger y
bajador José Nicolás de Azara en Roma, Carlos IV conservar el patrimonio arqueológico, pero, sobre
consiguió que se materializara el deseo del falle- todo, hecha además con un concepto y propósi-
cido de regalar a España sus colecciones, embar- tos astronómicamente alejados de los que hemos
cando los bustos y las estatuas que habían sido visto habían movido a su padre Carlos III.
propiedad; el rey adquiere además de su here- Algunos de sus párrafos son de gran moder-
dero la colección de entalles y camafeos roma- nidad en sus planteamientos. Por ejemplo, en
nos que la reina María Luisa por su parte admi- cuanto a la motivación, que se debe al deseo de
raba desde hacía años. El propio Azara dejó hallar algun medio que pusiese á cubierto las
escrito que siempre había sido su voluntad traer- antigüedades que se descubren en la Península de
la [su colección de esculturas] algún día a Espa- la ignorancia que suele destruirlas, con daño de
ña para que sirviesen en ella a la instrucción y los conocimientos históricos y de las artes...
gusto público, y este último deseo, por fortuna (preámbulo). Por lo que toca a la naturaleza de
para todos, entre Aranjuez y Madrid se sigue cum- los monumentos antiguos a proteger, la relación,
pliendo hasta el día de hoy. muy prolija, abarca toda clase de edificios y pie-
Deben mencionarse, siquiera brevemente ya, zas, y qualesquiera cosas, aun desconocidas, re-
las dos iniciativas de Carlos IV que a mi juicio putadas por antiguas, ya sean Púnicas, Romanas,
tuvieron una repercusión activa, general y dura- Cristianas, ya Godas, Árabes y de la baxa edad....
dera, en beneficio de la protección de las anti- Tras detalladas normas para los casos de hallaz-
güedades de toda la nación, y que es hora ya de go, compra por el Estado, obligación de notificar,
reconocer cumplidamente al monarca que estudia- de conservar, etc., se destaca en general, como
mos. La primera de ellas es el beneplácito y apo- fin último del estudio arqueológico, sacar venta-
yo (de momento no he podido probar que tam- ja para nuestra Historia secular o eclesiástica,
bién el impulso, como sospecho) para la nueva mientras se consigue coadyuvar a la ilustracion
Sala de Antigüedades, ya en marzo-abril de 1792, de la Patria... al honor, antigüedad y nombre de
y los Nuevos Estatutos de la Real Academia de los Pueblos mismos... y a... que no se pierdan unos
la Historia, en noviembre del mismo año (Fig. 9)84, monumentos en cuya conservación interesa la
a los que me acabo de referir algo más atrás. Este instruccion pública, y aun el honor de la Na-
organismo y su labor fueron completados, unos ción....
años después, con una segunda medida de Car- Creo que esta disposición legislativa por sí sola,
los IV, ésta de carácter más puramente legal y que y por si no fuera suficiente todo lo antes comen-
debe ser destacada a favor del rey, como tam- tado y lo que de aquí en adelante se refleje,
bién hace mucho tiempo que se merece85: La bastaría para reivindicar el reconocimiento de
Carlos IV de Borbón como el más claro y eficaz
protector de la Arqueología española hasta ese
83
En efecto, en las Memorias de la RAH, t. I , 1796, pp. XCII- momento86. No sólo la motivación y las medidas
XCV, se dan cuenta de reales órdenes, entre 1791 y 1794, in-
formando a la academia, o pidiendo su concurso u opinión,
85
entre otros asuntos, sobre las previas misiones arqueológicas Sobre ella y su presentación y comentarios por otros autores
de Segóbriga, La Coruña (Torre de Hércules) y Mérida (Villena ya he hecho referencias y dado bibliografía más atrás, a donde
Moziño), ésta mencionando expresamente a Godoy como re- remito al lector. Según el criterio de J. Maier (2003b y d), la
mitente. totalidad del mérito de esta innovadora ley debe atribuírse al
84
Sancionados por R. O. de Carlos IV de 15-11-1792. Junto con Secretario de Estado interino Mariano Luis de Urquijo, con Godoy
la creación de la Sala de Antigüedades (unos meses antes, en en ese momento (junio de 1800) formalmente apartado del poder,
abril) veo estos nuevos Estatutos, muy a comienzos del reina- al que volvería de forma más activa en el siguiente diciembre.
do, como los precursores de la innovadora y posterior Real Cédula Pero véase sobre ello la nota que sigue.
86
de 1803 (cf. infra). La lámina muestra la primera y última pá- Acerca de la iniciativa de esta importantísima medida legislati-
ginas de la edición impresa, visada por el Secretario Diego va mantengo con el colega J. Maier una amistosa discrepancia
Clemencín el 14 de abril de 1816; la de 1792 lo fue por Capmany, hace años (bien recogida por Papí Rodes, 2008, 29). Él (espe-
pero he encontrado varias ediciones más, de 1797, 1805, 1820, cialmente 2003b, 30 ss. e, in extenso, 2003d, en especial 447
1827... No me parece casual que fueran promovidos por el re- ss.) insiste en atribuírla por entero al Secretario de Estado de
conocido liberal Duque de Almodóvar del Río nada más entrar Carlos IV, Mariano Luis de Urquijo, como así formalmente apa-
a la dirección de la Academia (enero de 1792), y nada arries- rece en el oficio de 22 de junio de 1800 que éste dirigió des-
gado pensar que llevaba ya tal encomienda del rey, presidente de Aranjuez a la Real Academia, pidiendo que le propusieran
y protector de la Academia y, como puede imaginarse, nada un medio a propósito para conservar los descubrimientos hechos
ajeno al nombramiento de sus directores. o que se hiciesen de antigüedades y demas restos dignos del aprecio
318
CARLOS IV Y GODOY: LOS PRIMEROS PROTECTORES ILUSTRADOS DE LA ARQUEOLOGÍA ESPAÑOLA
de esta Real Cédula hacen honor a un espíritu su desarrollo efectivo) se alineaba tanto —diría
ilustrado, que en su planteamiento (otra cosa fue que incluso mejor— con la tradición familiar como
con los criterios europeos más modernos87, sino
de las gentes cultas. Pero dudo mucho de que Urquijo (a quien,
por ejemplo, José Nicolás de Azara consideraba un funcionario
gris, salido de la nada), un simple oficial de la Secretaría de
Estado, que por breve tiempo se vio titular interino de ella, y años que Cevallos fue Secretario de Estado (1800-1808), en los
cuyos errores, como los de Saavedra, le llevaron a un rápido cuales se aprobó la Real Cédula, ya sabemos quién aconsejaba,
cese en diciembre de 1800, pudiera discurrir por sí solo tal medida mandaba o decidía realmente. Por todo lo cual prefiero seguir
a partir de la simple anécdota de los jornaleros de Baza que pensando que la iniciativa de la Real Cédula de 1803 no pudo
relata en su oficio (ibid., 463) y, sobre todo, dirigirse de motu provenir más que del rey, o de Godoy, o de ambos, como otras
proprio a la Real Academia encargándoles nada menos que una tantas actividades anticuarias que he ido exponiendo hasta aquí,
norma de ámbito nacional para proteger y conservar antigüeda- o expondré acto seguido. Cabe que, al no conocer aún el es-
des sin, como mínimo, el conocimiento y la conformidad del rey. timado colega mis publicaciones de 2001 (al menos no las cita),
Dado además que la dimisión de Godoy en 1798 fue más for- que tanto relieve daban a esta norma, no pudiera en 2003 te-
mal que verdadera, y su vuelta al poder real, más fuerte que ner en cuenta mis argumentos en favor de que en realidad las
antes (con más poderes, y al poco como «Generalísimo»), en aquel ideas anticuarias procedieran siempre de Carlos IV y de Godoy.
propio mes de diciembre. Pues de hecho la orden de nombra- Queda añadir a estas pinceladas que tanto Urquijo (que llegó a
miento real pasa directamente del enfermo Saavedra a Cevallos. hacerse francés) como Cevallos no tuvieron problemas en ser-
Ya que Godoy retomó las riendas colocando como Secretario de vir más tarde a Fernando VII y a José Bonaparte (Godoy les
Estado de Estado y de Despacho, y «su hombre de paja» a Pe- llama directamente traidores e ingratos), lo que no deja mucho
dro Cevallos Guerra, el desconocido marido de su prima, otro margen para el cierto grado de idealismo y sensibilidad que
algo inútil, según Lady Holland, y que nada casualmente había requiere el preocuparse de la cultura y de la protección de las
empezado su carrera política y diplomática en 1791. Cevallos antigüedades.
87
mismo, bajo cuyo mandato se desarrolló todo el resto de la tra- No es lugar aquí para detenerse en otra larga serie de iniciati-
mitación y aprobación, como bien concluyó C. Pereyra de la vas sociales o políticas en el mismo espíritu, tales como orde-
correspondencia y documentos confidenciales de distintos archi- nar el entierro fuera de las iglesias por razones de salubridad
vos (1935, 181 y passim) «fue en más de una ocasión simple ama- e higiene, las medidas desamortizadoras, legislar en contra de
nuense del que por modo tan raro le había llevado al primer las tan tradicionales corridas de toros o contra la Inquisición, o
puesto de la monarquía» (o sea, Godoy). Sobre la curiosa forma las subidas de tributos a las clases sociales más pudientes, por
en la que le «eligió» el rey, a condición de que todo pasara por citar sólo algunos ejemplos. Ni la creación de instituciones de
Godoy, cf. Memorias (2008, 743-744). Por tanto, en los ocho utilidad pública, como la Escuela de Medicina y tantas otras.
319
ALICIA M. A CANTO
88 90
Como antes hice, remito para todo lo relativo a este capítulo Badajoz, oct. 2011, véanse sus actas en VV. AA., 2003. Aparte
final sobre Godoy, más extensamente tratado, referenciado e de las ya legendarias defensas de J. Pérez de Guzmán Gallo
ilustrado, a mi trabajo de 1994-1995 y a los dos, más comple- (cf. C. Seco Serrano, en Godoy, 1965, t. II, p. CXXXVI, para el
tos, de 2001 así como Canto, ep.b. detalle), pero especialmente su estudio de 1905, se puede ci-
89
Hace sólo unos meses fue hallado en el Archivo Histórico Pro- tar, como ejemplo de defensa del rey y de su valido, y junto a
vincial de Badajoz un legajo inédito, en el que se documenta la de C. Seco, el estudio de A. Bullón de Mendoza, 1968. Del
el patronazgo y protectorado perpetuo de Godoy, desde 1796, propio Seco además 1978 y 1987. La posición de C. Rojas (1997,
sobre la iglesia de San Gabriel-La Concepción de su ciudad natal, 141-146) coincide también en una mejor estimación de Carlos
lo que explica por fin el escudo de Godoy que se conserva en IV y Godoy en el ámbito de la educación y la cultura, que en
su portada. En el documento principal se dice que, en tal con- nuestros días sigue siendo minoritaria, a pesar de que en su
dición, si su Excelencia falleciese en esta ciudad, o cualquier otro propia época este aspecto, al menos en el campo de la pintu-
patrono, los han de llevar a hombros los religiosos desde la casa ra y el mecenazgo, no se le regateó tanto (otros ejemplos en
mortuoria hasta la iglesia del convento sin túmulo (...) hacien- I.-J. Rose Wagner, 1983, t. I, 220 ss.).
91
do lo propio con los hijos primogénitos (...) y lo mismo con las Óleo ejecutado en su destierro de Roma. Madrazo lo tituló así,
señoras patronas...; además, en el suelo de su capilla se colo- «Manuel Godoy, Gentleman archaeologist» (Belmonte-Leseduarte,
caría una lápida con sus armas, cf. Castellanos Bote, 2011, 92, 2004, 233). A raíz de su exposición en 1998 (Madrazo, 1998,
aunque el autor parece ignorar que, si no con certeza, una relación 238-240, nº 8) fue adquirido en 2004, desde la colección parti-
de tal tipo entre Godoy y esta iglesia ya había sido sugerida cular de Perugia donde estaba, por la Academia de San Fer-
por Mª Cruz Villalón y G. Kurtz, quien además hizo un exce- nando, y muy oportunamente, ya que Godoy fue Protector de
lente estudio del escudo (1994). Apoyamos por completo lo que ella. Tras él se observa la herma de Sócrates y Séneca (cf. fig.
dice Castellanos de que, en caso de que se concediera el re- 11), afortunado hallazgo de las excavaciones en su Villa Mattei,
greso de los restos de Godoy a España (lo que está en trámi- hoy Celimontana. Godoy sostiene en su mano el estudio cien-
tes desde 2001), sin duda es allí, en Badajoz y en esa iglesia o tífico encargado sobre la pieza a Lorenzo Re (Re Romano, 1816).
en la Catedral, donde deberían reposar. Deseemos que no se Sobre estas excavaciones vid. García Sánchez, 2006, sobre la herma
retrasen tanto como los casi 20 años que tardaron en llegar de 162 ss., con dibujo de época de ella y otros curiosos detalles.
Burdeos a Madrid los restos de Goya. Cf. después Espadas, 2006, 219-230, y Fontán, 2007, 354-357.
320
CARLOS IV Y GODOY: LOS PRIMEROS PROTECTORES ILUSTRADOS DE LA ARQUEOLOGÍA ESPAÑOLA
do. En 1861, diez años después de su muerte, un forma que el «dossier Godoy» parecía en 1987 tan
castizo escritor y ecuánime cronista como Ramón inamovible como hacía siglo y medio. Los histo-
de Mesonero Romanos92, que había conocido y riadores actuales —afirmaba— no parecían deci-
entrevistado a Godoy en París, resumía así aque- dirse a la tarea de volver sobre los documentos,
lla época: La corte de Carlos IV y Mª Luisa, con y de rectificar análisis y conclusiones anteriores,
su arrogante favorito, su ligereza, su voluptuosi- a veces axiomáticas.
dad, sus errores y hasta su inmoralidad, si se Sin embargo puede comprobarse que, como
quiere, tenía también su lado brillante para la dijo Hilt, «Godoy himself was an enlightened
capital; y era la ostentación y magnificencia, la product of the Siglo de las Luces, a liberal anxious
tolerancia y libertad práctica de las opiniones, la to free Spain of obscurantism...». Entre las muchas
ausencia de toda persecución política o religiosa, biografías, pasadas y presentes, sobre este políti-
la protección y el impulso dispensado á las Le- co y ser humano de destino tan fulgurante como
tras y las Artes por ese mismo Godoy á quien desgraciado, destacaría la del alemán H.R. Madol
políticamente pudieran hacerse severos cargos, á (1966-19872). Me parece genial su visión de la vida
quien la mayoría de la opinión aborrecía de de Godoy como un «Jano bifronte», con los 84
muerte, á quien la revolución y la venganza lle- años de su periplo vital estrictamente divididos en
varon á expiar sus faltas con una muerte oscura dos ciclos brutalmente contrapuestos. Supongo
en país extranjero al cabo de un destierro de cua- que Madol partía del dato real de que fue preci-
renta años, y á quien la historia contemporánea samente un Jano bifronte, que simbolizaba la
ha estado escarneciendo durante medio siglo. suma de Prudencia y Sabiduría, el icono del
Es sintomático que Mesonero destaque, como guión heráldico que en 1795 Carlos IV autorizó
Foy, junto al ambiente de libertad y tolerancia, la que le precediera, al tiempo de elevarle, por
protección y el impulso dispensado á las Letras y encima de toda la nobleza española, hasta Prín-
las Artes por ese mismo Godoy. A pesar de ello, cipe de la Paz (Fig. 11a-b)94.
otro siglo y medio después de estas palabras del Su nombramiento como «príncipe» —inaudito
cronista, el juicio común de la Historia, ha segui- en la tradición monárquica española— le situaba
do sin poder desprenderse aún del duradero efec- prácticamente a la misma altura que el heredero
to de dos propagandas negativas combinadas, la de la corona, el príncipe de Asturias. Así que no
del poderoso Napoleón y la del rencoroso Fer- es de extrañar el rencor personal, la envidia y el
nando VII, siendo extremadamente desfavorable recelo que el oscuro y torvo príncipe de Asturias,
tanto a este monarca como a su valido y (aun- futuro Fernando VII, siempre guardó hacia el
que cada vez con más excepciones93), y aún lo es. brillante y agraciado Godoy. A la larga Fernando
Douglas Hilt, en el prefacio de su obra de VII demostró ser un hombre carente de calida-
1987 The troubled trinity. Godoy and the Spanish des humanas y políticas, y de toda lealtad, pues
Monarchs, destacaba, a mi juicio muy lúcidamente, le faltaron las esenciales, las que debía a su pro-
cómo Godoy, dentro de la voluminosa bibliogra- pio padre y a su patria. En cuanto le fue posible
fía del periodo napoleónico, «permanecía incom- volvió a sumir a España en un negro periodo de
prensiblemente como una figura desatendida, a absolutismo, lo que significó otro lamentable paso
pesar de ser el gobernante de facto de España atrás en el progreso de la nación, que había es-
desde 1792 hasta 1808, y el más importante ad- tado tan cerca de aproximarse a una verdadera
versario del emperador francés al Sur de los Piri- modernización de corte europeo.
neos». Agrega que en muchas síntesis históricas Extremeño, nacido en Badajoz, pero con la
escritas fuera de España se le suele despachar casa paterna en Castuera, de madre también
como el paramour de una reina de moral ligera, badajocense pero de origen portugués, Godoy
y con algunos párrafos muy tópicos sobre los escribió durante su largo y doloroso destierro en
daños que causó a su país. Entre los historiado- París las dolidas y detalladísimas Memorias críti-
res españoles el asunto se había tratado con más
amplitud, pero la tónica general no había sido 94
El guión le fue concedido por Carlos IV junto con el principa-
muy diferente: Según S. Serrano Poncela (1963, do, en 1795. Tenía forma de herma clásica, significando su Jano
124-163, deudor de C. Seco hasta en el subtítu- bifronte la Prudencia y la Sabiduría, en clara alusión a las ges-
tiones que habían evitado una nueva guerra (dibujo de la Co-
lo), de catorce monografías sobre su vida hasta lección Cloquer, RAH). La herma fue un notable premio del azar,
los años 60 sólo dos le fueron favorables, y en ya en el exilio: hallada en las excavaciones de su Villa Mattei
de Roma, aparece en su retrato por Madrazo de 1816 (cf. lám.
trabajos menores otros tres o cuatro tratadistas: De X). El cotejo de una vida en dos mitades tan contrapuestas fue
advertido ya por Mariano José de Larra. En lo que, cabe aquí
recordarlo, pareció anticiparse al hallazgo en 1813, ya en su
92
Mesonero Romanos, 1861, t. I, 104-105 (y LXV-LXVI). exilio de Roma y durante las reformas de la Villa Mattei o
93
Por suerte, parece que toda la producción científica que varios Celimontana que había adquirido, de la célebre herma romana
autores, desde distintos campos, generamos desde aquel año 2001 de Sócrates y Séneca, hoy en el Pergamonmuseum de Berlín,
hasta hoy, sumado a lo poco que había anterior, está contribu- que aparece tras él en el lienzo de Madrazo de 1816 (cf. la
yendo por fin a ir equilibrando algo el balance. nota 91 y la fig. 10 precedente).
321
ALICIA M. A CANTO
Fig. 11a-b.—Hermas de Godoy en las dos mitades de su vida. Izq.: Jano bifronte sobre su corona ducal, 1795
(de Canto, 2001b, 48); dcha.: Herma de Séneca y Sócrates hallada en su villa de Roma, 1813.
cas y apologéticas para la historia del reinado del sobre Carlos IV, quien, como hemos visto, tam-
Señor D. Carlos IV de Borbón, tantas veces cita- bién (aunque fuera por herencia) ya era desde el
das, de las que C. Seco Serrano publicó en 1965 principio del reinado amante de ellas (cf. supra
una edición con un muy ecuánime estudio preli- el parágrafo dedicado al rey). Esta conocida afi-
minar (Godoy, 1765). Aunque su interés funda- ción de Godoy, a veces llamada «furor» explica-
mental es contar su versión —por cierto que muy ría que muchos estudiosos, de forma privada o
documentada— de los hechos políticos y milita- al solicitar el real patrocinio, le dedicaran sus
res, también reserva muchas páginas a recordar obras históricas, literarias, artísticas y científicas.
las actividades culturales del reinado en aquellas Pero recordaré aquí un dato muy indicativo de
etapas bajo su gestión. Éllas son, sólo entre 1792 una propia y personal inclinación95: La Biblioteca
y 1798, nada menos que cuarenta y tres. Después del Palacio Real de Madrid conserva el Diario del
de leerlas, y de verificar la exactitud de muchas viage egecutado en virtud de las órdenes recebidas
ediciones y autores, las dedicatorias tan fervien- del Sr. Duque de la Alcudia por D. Francisco
tes, y los agradecimientos que Godoy recuerda, Zamora en 1793-1794 96. Se trata de un viaje de
además de varias de las significativas frases que espionaje para vigilar las actividades de franceses
nos dan a conocer sus móviles e ideario, com- residentes en Levante, y el «ambiente político» en
parto la opinión de C. Seco cuando escribe que general. Pues bien: el espía no olvida intercalar
«es un hecho indudable que amó la cultura en —en un estilo muy ad hoc— notas sobre algu-
todas sus manifestaciones, y que procuró hacerse nas antigüedades que visita en los ratos libres de
perdonar su omnipotencia empleándola en favor su misión, y hasta sobre inscripciones, cuyos
de las Luces...». latines copia como puede. Esto sólo puede de-
A juzgar por las palabras del valido, y por berse a que tal encargo suplementario se conta-
varias de las obras que cita, parece claro que ba entre los que le había dado Godoy. Este tes-
algunas de las empresas culturales patrocinadas
desde 1789 procedían de proyectos concebidos ya
95
por Carlos III, pero muchas otras debieron de res- Sobre esto Canto, 2001a, 47.
96
Zamora, 1793-1794, Sign. II/3166. El mismo autor lo es de otros
ponder a su gran ascendiente personal y político diarios de viaje, como el de Cataluña y el llamado africano.
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CARLOS IV Y GODOY: LOS PRIMEROS PROTECTORES ILUSTRADOS DE LA ARQUEOLOGÍA ESPAÑOLA
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CARLOS IV Y GODOY: LOS PRIMEROS PROTECTORES ILUSTRADOS DE LA ARQUEOLOGÍA ESPAÑOLA
No es ocioso comentar, porque ayuda muy bien constituyó la base de la moderna pedagogía euro-
a ambientarse en la lucha interna ideológica que pea, y buena parte de sus fundamentos (incluída la
transcurría durante el reinado, que estas teorías educación física) siguen hoy vigentes. Y, aunque en
pedagógicas suizas, que triunfaron por Europa pero España se tardó en ello algún siglo y medio más,
en España suponían una amenaza muy real para hasta se acabó concediendo al sexo femenino...
el casi total control de la educación por la Iglesia, motivos de filosofar o bachillerear.... Queda claro,
fueron juzgadas duramente por los eclesiásticos y pues, que Godoy, lejos de ser mucho botarate, era
por ciertos sectores cultos. Como un reflejo de ello un pionero bien encaminado, y el más «ilustrado»
en el propio seno de la Real Academia de la His- que Capmany. Pero, puestos en aquel momento, no
toria, me parece de interés recoger entre otras la es extraño que, triunfantes en 1808 los elementos
muy elocuente crítica (como siempre, posterior) del más conservadores e inmovilistas, el propio Carlos
Secretario Perpetuo desde 1790 de la Academia, D. IV, tratando de contener un poco un tsunami que
Antonio Capmany y de Montpalau: ya era imparable, decidiera, el 13 de enero, el cie-
rre de esta innovadora y efímera institución, casi un
Con esta guerra nos libraremos de la molestia preaviso de la forzada destitución y retiro del pro-
y asco de dar oídos a la fastidiosa turba de sabi- pio Godoy, que, con el detalle de no sustituirle más
hondos, ideólogos-filósofos-humanistas y politécni- que por sí mismo, firmó a la carrera en Aranjuez
cos todo en una pieza, que, sin perjuicio de las apenas dos meses después, el día antes de destituirse
que viniesen después, nos iban introduciendo es- el rey a sí mismo106.
cuelas centrales, normales, elementales, institutos El aspecto del Príncipe de la Paz en cuanto
y establecimientos de beneficencia, por no nom- mecenas de las Artes, y más concretamente de la
brar, a estilo español y cristiano, fundaciones o pintura y los pintores (entre los cuales fue el
casas de caridad, o de piedad, o de misericordia, principal el gran Goya, que tan ruinmente pagó
y todo para formar el espíritu y el corazón a la a Godoy y al rey los muchos beneficios que le
francesa moderna. Ya nos habían introducido, hicieron), sí ha sido modernamente mejor trata-
como misterio de una segunda redención del li- do, sobre todo a raíz de la tesis doctoral de
naje humano, cierta generación mecánica de la Isadora Rose Wagner (1983). Pero nunca se ha-
niñez a lo esguizaro-pestalozziano, bajo la inme- bía pensado que dentro de estos intereses artísti-
diata protección del pueril, frívolo, vano y botarate cos pudieran contarse también la Arqueología y
Generalísimo de mar y tierra [scil., Godoy], quien, la Historia Antigua107. Sin embargo, entre todas las
no satisfecho de haber desmoralizado a cuantos Artes, quizá sea la Arqueología la que mejor per-
machos y hembras tenían que esperar su favor, mite observar el avance del pensamiento ilustra-
quería últimamente humillarnos hasta exigir que do, según los intereses que se persigan con su
los padres y las madres se volviesen bestias y sus estudio: simplemente estéticos o un bien general
hijos máquinas, pues necesitaban de palotes y ba- y de mayor calado.
rajas para pensar, y de reglas y maestros para sal- Cuando nosotros queremos saber si el reina-
tar como cabras monteses y trepar como monas. do de Carlos IV, que se desarrolló bajo la égida
¡Qué bien dijo una pobre mujer al oír contar ta- de Godoy casi ininterrumpidamente desde 1792
les ejercicios y habilidades: ¡Esto me parece escuela (cuando éste accede a la Secretaría de Estado, con
para ladrones! Los padres, por adulación al altí- sólo 25 años de edad) hasta marzo de 1808 (cuan-
simo protector, se tenían por dichosos si lograban do los dos, siempre unidos y fieles entre sí, aban-
entregar sus tiernos hijos a esta barahúnda de lo- donan España para siempre), respondió a estos
cos, de donde habían de salir fatuos o perni- principios de la Ilustración en el campo de la
quebrados. ...Sólo nos ha faltado que otra casta de Cultura, hemos de contestar, no sólo que sí, sino
filantrópicos hubiesen establecido un anfiteatro de
craneología para dar al sexo femenino de la Cor-
106
te motivos de filosofar o bachillerear... (Capmany, Los días 17-18 de marzo de 1808, con un R. D. en estos térmi-
nos: Queriendo mandar por mi persona al ejército y la marina,
1808, 22-23). he venido en exonerar a don Manuel Godoy, príncipe de la Paz,
de sus empleos de Generalísimo y Almirante, concediéndole su
Como es bien sabido, todo lo tan acremente cri- retiro donde más le acomode (Godoy, 2008, 1614 y n. 9). El
consabido asalto destructor de turbas amotinadas —y secreta-
ticado por Capmany, a quien daba molestia y asco, mente azuzadas— debió de recordar mucho lo mismo que ha-
bía ocurrido en 1766 con Carlos III y su progresista marqués
de Esquilache: el sacrificio de los colaboradores más
trono en cuanto al impulso de ideas novedosas y reformistas se modernizadores en el altar de la propia conservación del trono
refiere. Tampoco cabe duda de que Godoy, como buen hombre y el contento de los sectores más reaccionarios. A su padre le
de Estado y como persona culta y sensible a las novedades de su dio mejor resultado porque no influían entonces factores exter-
tiempo, fue uno de los principales impulsores —que no el ideó- nos como la presencia francesa.
107
logo, como puede desprenderse de una lectura literal de sus Me- Las obras y hechos que siguen, y algunas más, pueden verse
morias— del Instituto Pestalozziano de Madrid, al que dispensó su en Canto, 1994, y en el capítulo «El Príncipe de la Paz: para la
protección en 1805, después de ser persuadido por Francisco Arqueología española mucho más que un “favorito”», en Canto,
Amorós de las excelencias del sistema educativo pestalozziano». 2001a, 44-58; más resumido en 2001b, 19-22.
325
ALICIA M. A CANTO
que muchas de las notas antedichas, como bien sito: La primera vez que logré la dicha de oir á
resumía S. Foy en 1827, sólo se dieron de forma Vuestra Excelencia fue celebrando el teatro de
plena precisamente en este reinado. Sagunto; y la memoria del justo aprecio que V.E.
Se ordenan estudios históricos de cuestiones hizo de tan insigne fábrica... Esta confianza tan
complejas de la España Antigua, como la batalla honrosa [sicl., la de su nombramiento como con-
de Munda, e iniciar, en 1794, la recolección de servador] ha dado siempre impulso á mi correspon-
todas las obras de Alfonso X el Sabio (a ello dencia, y el conocimiento que tengo de la incom-
respondió más tarde el ya citado viaje de Corni- parable afición de V.E. á estas antigüedades que
de). Continuamente las dos Reales Academias, la hacen tan gloriosa á nuestra España... [le llevan a
de Bellas Artes y la de San Fernando, reciben de dedicarle la obra]108. Aparte del porcentaje de adu-
Palacio manuscritos, estudios, cuadros y pinturas lación habitual en la época, nada llevaría a Palos
de los que se les ordena efectuar informes o va- a inventarse la ocasión en que conoció a Godoy,
loraciones artísticas. Otros académicos son envia- o la afición cierta de éste por las antigüedades.
dos a investigar en archivos como los de Simancas Recordemos que ese mismo años estaba haciendo
y Barcelona, o a Manuel Abella los municipales. los encargos de copiar murallas e inscripciones a
Como ya apunté, los geógrafos reales, sobre todo su espía F. Zamora (cf. supra); ambos datos son
Juan y Tomás López, efectúan diversos mapas de independientes, pero se apoyan mutuamente para
la España Antigua, y son muy apreciados por el probar que, a los 24-25 años, Godoy tenía un
rey y por Godoy trabajos más detallados de re- verdadero interés en las antigüedades. Unido al
giones antiguas como la antigua Bastetania. Fue propio del rey, debido a su infancia y educación
entonces también, en 1796, cuando se llegó a un clasicista, y también joven, casi me atrevería a
acuerdo con la familia de Valdeflores para recu- sugerir ahora que el arqueológico sería uno de los
perar los valiosos cajones de documentos inédi- más fuertes intereses que unieran a ambos desde
tos que a su muerte, casi 25 años atrás, habían el principio, y a lo largo de una amistad tan pro-
quedado olvidados en su Málaga natal. longada. No es entonces tan difícil imaginar a
En el libro de 2001, como en la paralela ex- ambos discurriendo planes y patrocinios.
posición, procedimos a analizar la figura de Car- El gusto de Godoy por los temas anticuarios
los IV de Borbón en su faceta concreta, tan poco debía de ser muy patente para otros autores, que
conocida, como protector de la Arqueología, las los eligen para él incluso en obras aparentemen-
Artes y las Letras Antiguas, con un programa que te no relacionadas, como la preciosa ilustración
tiene como seña esencial el criterio «moderno». interior de las Tablas para el pilotage astronómi-
Porque es curioso que todos los estudios y libros co de José de Luyando (1803) (Fig. 14)109.
que se patrocinan tienen como objetivo, no el Por otro lado, hay otra consecuencia a sacar:
documentar un concordato, divertir al rey o en- la novedosa creación de un conservador de anti-
grosar sus colecciones privadas. Lejos de eso, el güedades en España es muy temprana dentro del
rey y Godoy tienen la idea de servir a los intere- reinado, de 1793, y por tanto diez años anterior a
ses históricos de la nación española, en un em- la famosa Real Cédula de 1803. La tomo por una
peño de ponerla en pie de igualdad, en cuanto nueva prueba de que las ideas proteccionistas del
al conocimiento y valoración de su pasado, con rey y su valido eran muy anteriores incluso a las
otras naciones europeas que sí se ocupaban ha- medidas legislativas diez años posteriores y, como
cía tiempo de tal tipo de estudios. antes sugerí, más próximas a la creación de la Sala
Para varias de las medidas que en el campo de Antigüedades de la Real Academia de la Histo-
de la Arqueología se pueden atribuir directamente
al interés del rey o al de Godoy, me remito a las
108
ya citadas bajo el epígrafe de Carlos IV, por ejem- Palos, 1793, dedicatoria, s. p. Es menos conocido que Palos
encargó una reimpresión (Valencia, 1807), con motivo de refle-
plo Segóbriga en 1790, Sagunto en 1793, que por jar algunas novedades, y la explicación del teatro que hizo ante
entonces eran dos de las cuatro más famosas ciu- los reyes y sus hijos en una visita de la familia real el 25 de
noviembre de 1802, a la que, según afirma, asistieron además
dades romanas de España. A Duratón en Segovia unas 4000 personas. Le hizo al rey un recitado... desde la Esce-
se manda en 1795 al arquitecto real, Juan de na, puesto nuestro Soberano en el centro del Teatro sobre la basa
Villanueva. Sin salir de Sagunto, el nombramiento demonstrada en el Plan numero 39... (Palos, 1807, 31-32). No
me resisto a recordar la medalla conmemorativa, muy clásica,
como «conservador» para sus antigüedades del abo- encargada por el Ayuntamiento de Valencia a Vicente López, que
gado de los Reales Consejos Enrique Palos y Na- fue acuñada en oro y plata, con este texto en el reverso: Regum.
Principum. Prolis. q. Regiae. Adventui. VII. kal. Decemb. an.
varro supone otro extraordinario antecedente. Pa- MDCCCII. Sobre esta visita y otros fastos valentinos v. Alba Pagán,
los refleja en la portada de su memoria, dedicada 2004, 294-298, con la imagen (que no se reproduce aquí por
su poca calidad).
a Godoy, su cargo, por supuesto, pero me intere- 109
En 1803, Josef Luyando, Teniente de Fragata e investigador, encargó
sa casi más la dedicatoria interior, pues en ella, para su protector esta singular y poco conocida ilustración. El
Palos, tras la consabida retahíla de títulos de «Generalísimo» Godoy aparece, sobre un pedestal a la romana,
entre los dioses Neptuno y Marte, como alegoría de su domi-
Godoy, le dice algo muy significativo a mi propó- nio sobre los ejércitos de mar y tierra.
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CARLOS IV Y GODOY: LOS PRIMEROS PROTECTORES ILUSTRADOS DE LA ARQUEOLOGÍA ESPAÑOLA
327
ALICIA M. A CANTO
Fig. 15.—Viage Pintoresco e Histórico de España por D. Alexandro de La Borde (sic). Frontispicio y títulos de la rarísima
edición en español del tomo I, hecha en la Imprenta Real entre 1806 y 1807.
primerísima edición de la primera parte del pri- ejemplo, que en España, todavía en los años se-
mer tomo (Madrid, 1806-1807), hecha en la Im- tenta, el papel del monarca español se redujera
prenta Real y dedicada por Laborde al Príncipe a que «Carlos IV había prometido a Laborde la
de la Paz (Fig. 15)113, incluyendo un espléndido adquisición de 150 ejemplares a 3000 francos cada
retrato de éste a toda página. Por razones obvias, uno»114.
caído Godoy en desgracia y empezados a poco La portada que sustituyó a la primera lleva
los conflictos bélicos, la dedicatoria y el retrato desde el principio lo que a primera vista parece
fueron eliminados de inmediato en las tiradas pos- un simple paisaje de género de tema anticuario.
teriores, sustituídos por unas frases de agradeci- Pero cuando se observa éste detenidamente se
miento de Laborde, intencionadamente difusas admira cómo, sobre un fondo donde se mezclan
pero en las que se percibe todavía el rastro de en la lontananza la coruñesa Torre de Hércules,
su gran reconocimiento al valido caído en des- el acueducto tarraconés de Las Ferreras y la
gracia. La extraordinaria rareza de esa primera Alhambra granadina —representando quizá las tres
tirada, que era el mejor testimonio de los hechos principales épocas culturales de España— se le-
verdaderos, no facilitó, lógicamente, el que todo vanta en el primer plano una a modo de estela
ello pudiera saberse antes, y ello explica, por conmemorativa romana que es una verdadera oda
a la monarquía española. Si apasionadamente his-
113
pana y laudatoria es esta portada, no lo es me-
En la zona izquierda de observa un verdadero panegírico de la
monarquía española a través de sus tres dinastías. A la derecha nos la página con la dedicatoria original de A. de
aparece la dedicación original de toda la obra al Príncipe de la Laborde. En ella puede leerse: Voyage/ Pittoresque
Paz, que se complementaba con un gran grabado de él. Todo
ello fue eliminado a partir de 1808. Las monedas difieren de la
et Historique/ de l’Espagne, / par Alexandre de
portada de la edición francesa. Aquí la de Galba, izqda., refleja
la amistad entre Hispania y Gallia y la derecha, de Adriano,
114
es una imagen de Hispania. Véase sobre todo ello con más detalle Así lo dice O. Valls en su introducción a la edición catalana
Canto, 1994-1995, 39-43; 2001a, 49-53 y 2001b, 19-22. parcial de 1974 (El Principat), p. 10.
328
CARLOS IV Y GODOY: LOS PRIMEROS PROTECTORES ILUSTRADOS DE LA ARQUEOLOGÍA ESPAÑOLA
Laborde, / et une société de gens de lettres et Tocantes a bellas artes, no me privaré de re-
d’artistes de Madrid. / Dédié à son Altesse Séré- ferir que en 1806 llegó a cabo la magnífica em-
nissime/ le Prince de la Paix, / Généralissime des presa, que yo ansiaba y protegía, del Viaje pin-
Armées de S.M.C., / Grand-Amiral d’Espagne et des toresco de España. Tenían el suyo otras
Indes, etc. naciones; la nuestra no debía ser menos. Inte-
El reconocimiento por parte del propio Laborde resaba mucho a nuestra historia, e interesaba
de que en la obra le había acompañado una nada menos a nuestra arqueología y a nuestra
sociedad de literatos y artistas de Madrid (lo que arquitectura y escultura: se necesitaba eternizar
se mantuvo así, sin cita de los numerosos artistas por el dibujo y el grabado lo que la voracidad
galos, tanto en la edición francesa (une société de del tiempo podría llevarse en adelante, tantos
gens de lettres et d’artistes de Madrid) como en la monumentos fenicios, griegos, romanos, godos y
alemana, así como la totalidad de la dedicatoria, árabes e hispanos que conocían tan sólo los via-
más la moneda del emperador Galba que conme- jeros, cuyas noticias y detalles escaseaban en los
moraba la concordia entre Hispania y Gallia (re- libros, de los que nada entraba por los ojos del
presentada bajo el título), me parecen, junto con que no viajara. Siendo tan conocida esta obra,
la ya descrita alabanza a la monarquía hispana de no necesito detenerme en su alabanza.
la portada, bastante más que indicios, y harto
elocuentes, para probar las hipótesis que sugerí He de confesar que, después de la lectura de
acerca de la españolidad inicial de este proyecto sus Memorias, y en especial de las varias pági-
y el apoyo expreso hacia él y hacia Laborde, nas y párrafos que Godoy dedica al Voyage que
tanto de Carlos IV como, muy especialmente, de tanta ilusión le motivó, ya desde lo que él llama
Godoy115. A las distintas alusiones de éste en sus su «primera época» (1792-1798)117, y a pesar de la
memorias a este Viaje Pintoresco puede añadirse mucha bibliografía adversa y crítica que también
la opinión del propio Alexandre de Laborde, cuan- había consultado atentamente, mi opinión perso-
do, en el Prólogo de la primera edición france- nal sobre Godoy mejoró sustancialmente, y ello
sa116 elogia a Carlos IV y a su protector, Godoy: incluso amortizando el efecto que él, en medio
[...] pour d’entreprendre cet ouvrage. Ce monarque, de su larguísimo y muy pobre exilio, contaba con
qui protège tous les travaux utiles dans ses États causar en sus futuros lectores.
[...]. Une égale faveur nous a été accordée par
S(on) A(ltesse) S(érénissime) le Prince de la Paix,
aussi instruit dans les arts qu’habile dans l’admi- BREVE EPÍLOGO PARA UNA REIVINDICACIÓN
nistration, et qui ne néglige aucun des moyens
propres à avancer le progrès des sciences et des No cabe duda de que la propaganda en con-
lettres. En el recuerdo del propio Godoy, muchos tra de Carlos IV y de Godoy por un maestro
años después, vemos la modernidad de sus mó- consumado en servirse de ella como lo era
viles, y ello es ya una suerte de primera conclu- Napoléon, combinada con la que impunemente,
sión de mi presente contribución a este volumen, durante muchos años, y sin ninguna ocasión de
y de mano del propio protagonista (he puesto en defensa, desarrollaron Fernando VII y su «partido
cursiva lo que me parece más relevante): fernandino» (encabezado por el triunvirato de
Escóiquiz y los duques del Infantado y de San
115
Esto se reconoce, por ejemplo recientemente por Salas Álvarez, Carlos), surtió efectos muy duraderos.
2010a, 233-237, quien se ha hecho amplio eco de mi hipótesis, Sin embargo, ni las «dos generaciones de es-
añadiendo algunos detalles que irían en la misma dirección.
También lo hace Caballero Rodríguez (2004) al tratar de las lá-
pañoles» que Godoy esperaba que bastaran para
minas de Mérida, terminando de demostrar que Laborde no fue analizarle con justicia (en el párrafo con el que
ningún «espía de Napoléon». En cambio, ni en la exposición que concluyen sus referidas Memorias), ni todas las
en 2006 organizó el Museo Nacional de Arte de Cataluña, al cum-
plirse los dos siglos de la primera edición del Viaje: El viatge a que después las reemplazaron, han sido suficien-
Espanya d’Alexandre de Laborde 1798-1806 (exposición organi- tes aún para que reciba de la Historia esa impar-
zada por el Museu Nacional d’Art de Catalunya, comisarios F.
Quílez y J. Casanovas), ni en su catálogo (VV.AA., 2006, pág. 4) cialidad en la que confiaba, ni él ni su constante
se dice una palabra de los estudios de 2001 que justificaron dichas y fiel amigo Carlos IV.
novedades: Con la intención de elaborar un inventario de luga- En el descrito marco general de impulso y
res de España, Alexandre de Laborde, con la ayuda del rey de
España y del Gobierno francés, pone en marcha el Voyage pittores- apoyo a las Letras, la Historia y las Artes, todos
que et historique de l’Espagne. Con un equipo formado por unos los ejemplos citados, a mi juicio en respetable
veinte artistas, Laborde recorrió España entre 1798 y 1806...),
aunque se menciona ya (pág. 2) la primera edición española, se
117
da como fecha de comienzo 1798 (y no el tan repetido 1800), y Tal fue el proyecto de un Viaje histórico y pintoresco de la España,
se menciona la ayuda del rey de España en primer lugar. que mi amor de sus glorias y mi tesón constante en promoverlas
116
Prólogo que, curiosamente, no figura en la edición digital es- consiguió más tarde ver cumplidos. Yo hablaré de él más larga-
pañola que he manejado para esta ocasión, de la Biblioteca mente en la segunda época (Godoy, 1965, I, 217). Véanse des-
Nacional, por ello lo cito de la primera francesa. Tampoco está pués los párrafos que le dedica a la empresa en el t. I, 373
en la del primer volumen alemán (1809), ni el soberbio graba- (periodo 1801-1803) y, el que he reflejado, en el t. II, 156 (periodo
do de Godoy. 1804-1807).
329
ALICIA M. A CANTO
Fig. 16.—Plano general de la Montaña y antiguo Castillo de Murviedro alias Sagunto. Levantado por el subteniente
de Infantería y ayudante de Ingeniero don Juan de Bouligny118.
número, incluso teniendo en cuenta que, estan- de Itálica, ciudad que en esta época era fácilmente
do casi al comienzo de la reivindicación del excavable y en gran extensión, y hubiera dado
mérito cultural que les corresponde a Carlos IV notables resultados. Pero es el caso que aquel
y Godoy (pues diez años, como se sabe, es poco noble deseo regio, que podemos deducir de los
para este tipo de estudios contra la corriente tanteos que aquí quedan reunidos, y que quizá
general, y debe de ser mucho lo que nos quede
por conocer), junto a la misión de Mérida en la 118
Este poco conocido plano refleja, bajo el levantamiento del cerro,
que esta vez no me puedo detener (pero está las primeras excavaciones en el templo del foro, que fueron
muy concreta y extensamente tratada en los dos practicadas en 1784 por el irlandés William Conyngham, teso-
estudios tantas veces citados de 2001), todo ello, rero de la Royal Irish Academy, y publicadas, con una memo-
ria sobre el teatro, en Dublín (Transactions RIA 3, 1789 [1790],
repito, sugiere que, contrariamente a lo que se secc. «Antiquities», 21-49, Ortiz se lamentaba de no haber con-
viene creyendo, nuestro infamado rey y su criti- seguido ver esta obra). La preciosa lámina de Bouligny, que ofrece
también los hallazgos epigráficos latinos e ibéricos, se ejecuta
cado valido sí se ocuparon de estos aspectos, y por encargo expreso del Conde de Floridablanca al Capitán
quizá Carlos IV hasta acarició al menos la idea General de Valencia, marqués de Croix, posiblemente hacia 1785-
1786, aunque el plano está catalogado de 1798, en época de
de emular a su padre, buscando excavar alguna Godoy, por razones aún no aclaradas. Hasta donde sé, sólo ha
«Pompeya española». Al menos lo intentó, en sido reproducido una vez (Martín-Rodríguez, 1994, 112-113; no
Segóbriga, Sagunto y Mérida. Y es lástima que les he podido consultar León Gómez, 2009). Agradezco a la Cartoteca
del CGE, y a su secretaría, Sra. Blanco Santos, las facilidades
pasara inadvertida la extraordinaria potencialidad dadas para poder reproducir aquí esta espléndida fotografía.
330
CARLOS IV Y GODOY: LOS PRIMEROS PROTECTORES ILUSTRADOS DE LA ARQUEOLOGÍA ESPAÑOLA
pensaba materializar y ampliar más adelante en do eliminar todo lo que aún, como acabamos de
forma de una gran excavación, es verosímil que ver, es posible reconstruir.
fuera arrastrado, junto con el propio monarca, por Así pues, la nítida sentencia del general fran-
el atropellado curso posterior de los acontecimien- cés Sébastien Foy con la que comencé estas pá-
tos bélicos y políticos. ginas resulta ser del todo cierta, y su personal
Es evidente por otro lado que no buscaba egoís- balance cultural del siglo XVIII español, tan ex-
tamente enriquecer sus propias colecciones sino, por tremadamente favorable a Godoy (y por ende,
primera vez y oficialmente —como bien evidencia añado, al rey que en todo le apoyó y fue apoya-
la Real Cédula de 1803, que no es sustituída por do), verdadero. Y esto es un hecho con el que,
una ley más ambiciosa o completa hasta la de pese a la inercia de la masiva influencia de la
Excavaciones de 1911— hacer progresar la pública tradición escrita, la nueva historiografía tendrá que
instrucción, poner al alcance de la sociedad el co- lidiar en el futuro. Toda obra del hombre es na-
nocimiento del pasado histórico de la nación y turalmente acumulativa, y se puede considerar que
preservar para las generaciones futuras, física y lo hecho por Carlos IV y Godoy partía, o se ci-
gráficamente, su riquísimo patrimonio arqueológico. mentaba, en algunos principios ilustrados de los
Mis trabajos de 1994-1995 y 2001 representaron reinados anteriores y, sobre todo, en lo que es-
la primera vez que las figuras de Carlos IV y de tudiosos particulares habían ido haciendo y asen-
su leal favorito y amigo Manuel Godoy fueron rei- tando. Pero lo que debe pesar realmente en la
vindicadas con fuerza desde campos como la Ar- balanza que nos ocupa no es lo que se fue ha-
queología, las excavaciones, los viajes anticuarios y ciendo en materia de Arqueología durante este o
los estudios y la protección de las antigüedades aquel reinado, sino qué se hizo y qué se prote-
hispanas119. Pero debe quedar claro algo más: Cuan- gió en España, muy concreta y directamente, des-
to más se tienda a pensar en Carlos IV como un de la Corona, y qué móviles, menos o más ilus-
rey débil y sin iniciativas (punto de vista muy ge- trados y modernos, les animaban. Pues, como bien
neralizado que obviamente no comparto), más for- dijo una estudiosa española que dedicó varias
zoso será aceptar el peso efectivo de Godoy en las obras a la cuestión desde 1987, antes incluso del
medidas que sobre tales aspectos se tomaron du- primero de los congresos de Historiografía de la
rante su reinado. Porque lo que es evidente es que Arqueología y de la Historia Antigua en España:
tales medidas se tomaron: Las excavaciones arqueo- siglos XVIII-XX 120, «uno de los elementos defini-
lógicas y los viajes anticuarios se hicieron, las le- dores del movimiento ilustrado es, precisamente,
yes se promulgaron, las instituciones culturales se el despertar de una nueva conciencia histórica,
crearon y funcionaron, y todavía se hallan realmente que se viene a sumar a la consideración de esta
en los archivos y en las bibliotecas españolas los disciplina como instrumento práctico y crítico
estudios protegidos y los libros publicados, la ma- indispensable para la transformación social y el
yoría de ellos citados por Godoy en sus Memorias, beneficio de la Nación 121.
muchas veces exhaustivamente detallados en sus cir- En estos campos de la Historia Antigua y la
cunstancias, y una buena parte dedicados a Arqueología, y con esos móviles, creo, sincera-
él mismo. La perversa (y tan hispana) labor de bo- mente, que ni Carlos IV ni Godoy tuvieron quie-
rrado de rastros, personas, obras, memoria y pres- nes les superaran, y ello aunque protagonizaron
tigio, ejecutada minuciosamente durante casi dos uno de los reinados más convulsos y difíciles de
siglos contra este rey y su valido, no ha consegui- toda la historia española.
120
Coordinado por R. Olmos y J. Arce, se celebró en 1988 pero
se publicó en 1991. Es muy llamativo en este primer congreso
que, excepto dos extremadamente breves (G. Mora, «Arqueolo-
gía y poder en la España del siglo XVIII», 31-32, y X. Dupré
«Política arqueológica de la Generalitat de Catalunya durante la
República», 173-176), ninguna de las ponencias estudió la acti-
vidad oficial o institucional de ninguno de los reinados o go-
biernos de los tres siglos que abarcaba su ambicioso título. Esto
suele ocurrir cuando no hay suficientes análisis como para efectuar
una síntesis.
121
Nava Rodríguez, 1989b, 199. Véanse también de ella sus inte-
resantes estudios de 1987, 1988, 1989a y 1990, tratando los cinco
(de forma temprana respecto de la actual agitación bibliográfi-
119
En este sentido, por ejemplo, son muy de agradecer las ama- ca) sobre la Real Academia de la Historia, y a los que siento
bles palabras que dedicó a estos esfuerzos L. Guerrero Misa (2006, no haber llegado antes, habiendo conocido y citado en 2001
34 y nota 1). sólo el último de ellos.
331
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REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA
ANTIQUARIA HISPANICA 23
ISBN 978-84-15069-38-6