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Buenas tardes estimada directora, directivos, profesores, alumnos, todos, soy

la alumna de quinto de secundaria Ariana Novoa Suárez y en esta


oportunidad tengo el placer de presentar mi discurso titulado “Valores: Pilares
en nuestra sociedad” Les agradezco de antemano su atención.

Los valores los enseñan en el hogar, en el colegio, en la iglesia, pero,


¿alguien sabe para qué? Y en primer lugar, ¿qué son? ¿cuáles son? No
vengo a darles respuestas ni mucho menos a someterles mi pensar, ya que
conceptos como este son increíblemente subjetivos, solo voy a decirles mi
opinión más sincera.

Los valores son principios morales y éticos que determinan a la persona y la


forma en que esta se comporta en la sociedad. Son los que dan rumbo a
nuestra vida, por ejemplo, dos personas pueden estar interesadas en el
comercio pero una podría convertirse en un contrabandista y el otro en un
honesto negociante, todo depende del esquema de valores que la persona
posea. Su ausencia o presencia en las personas definen nuestra sociedad y e
aquí su gran importancia, ¿queremos una sociedad llena de ladrones? ¿de
mentirosos? ¿de irrespetuosos? Yo estoy segura que no.

Los valores son fundamentales en nuestra vida porque nos permiten


desarrollarnos de una manera asertiva y enriquecer nuestra sociedad como
virtuosos ciudadanos. Es por esto que debemos practicarlos siempre, en todo
contexto. Hoy voy a hablarles de tres que para mí son vitales.

Personalmente el valor que jerarquizo como más importante es la honestidad.


Lamentablemente nuestro país sufre una gran deficiencia de este valor
porque estamos acostumbrados a mentir para quedar bien con los demás,
para cubrir nuestras faltas y debilidades. No asumimos nuestros errores y
fallas. Por esto se nos debe enseñar desde pequeños a ser personas íntegras
y de palabra, a ser coherentes entre lo que decimos y hacemos. Entender que
no hay mentiras blancas o negras, lo que una persona considera una mentira
pequeñita e inocente puede terminar en una enorme red de mentiras sin fin.
Sé honesto no solo para tener paz con tú consciencia sino para ser justo con
los demás. Ellos confían en tus palabras y acciones.

En segundo lugar, coloco el respeto. Este valor posee diversas connotaciones


dependiendo del contexto, pero una ley que se aplica en general es que es
imposible que una persona que no se respeta a sí misma logre respetar a los
demás. En esta oportunidad voy a hablar del respeto como principio de la
tolerancia que es el reconocimiento de que cada uno de nosotros piensa y
siente diferente pero eso no significa que una opinión o decisión es menor
que otra. Obviamente no todos vamos a pensar igual y en ciertos temas
podremos tener puntos de vista completamente diferentes pero yo respeto tus
creencias aunque no las comprenda ya que simplemente por el hecho de ser
una persona mereces ser escuchado y aceptado.

En último lugar pero no por eso menos importante, está la solidaridad, que lo
defino como la ayuda incondicional a otro sin recibir ningún beneficio. Una
mente egoísta diría: ¿pero, cómo, utilizar mi valioso tiempo haciendo algo que
no me ayuda, dónde está la recompensa?” La recompensa es ver la sonrisa
en la cara de una persona, el saber que con tus talentos y habilidades has
ayudado a hacer del mundo un poco mejor. Como la Madre Teresa de Calcuta
decía: “No hace falta que hagas un gran acto para ser solidario, los puedes
ayudar desde tu pequeño lugar en el mundo”

Existen más valores, la lealtad, el agradecimiento, la humildad, la amistad, lo


importante no es en que orden los tienes, eso es relativo, lo importante es
practicarlos día a día para hacer poco a poco un país y un mundo mejor, más
digno, más humano. No olvidarse nunca de compartir lo que aprendemos, con
nuestro ejemplo le podemos enseñar a muchas personas que aún hay
esperanza y que el cambio, empieza con nosotros.

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