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EUCARISTÍA Y BANQUETE SACRIFICIAL

La Eucaristía es un banquete sacrificial (Mc 14,22-25; 1 Co 11,23-27; 10,14-22). Es sacrificio


porque representa (= hace presente) el sacrificio de la cruz. Ella es su memorial (Lc 22,19; 1 Co
11,24-25) y aplica su fruto. El sacrificio de Cristo y el sacrificio de la Eucaristía son, pues, un
único sacrificio, pues es una y la misma víctima, la que se ofrece ahora por el ministerio de los
sacerdotes y la que se ofreció entonces sobre la cruz. Sólo difiere la manera de ofrecer. La
Eucaristía es igualmente el sacrificio de la Iglesia (TRENTO, D(H) 1739-1743; CCE 1356-1372)
[Cristo 11, Orden Sagrado, Iglesia.]

Esquema de Exposición:

198. La Eucaristía es un banquete sacrificial


199. Concepción patrística de la Eucaristía como sacrificio memorial
200. Concepción medieval de la Eucaristía como sacrificio representativo
201. Postura de los reformadores acerca del valor sacrificial de la Misa
202. Concilio de Trento
203. Intentos de la teología postridentina para explicar la esencia del sacrificio de
la Misa
204. Teoría sacramental
205. Teoría de la perduración eterna en la gloria del sacrificio de la cruz
206. ¿Es la Eucaristía sacrificio de la Iglesia?
207. Catecismo de la Iglesia Católica
208. Diferencia específica de la Misa en cuanto sacrificio de participación, en
comparación con los sacrificios del AT y con el sacrificio de la cruz.
209. Fines del sacrificio eucarístico
210. Aspecto de “propiciación” del sacrificio eucarístico
211. Valor infinito del sacrificio eucarístico
212. Eficacia del sacrificio eucarístico
213. Frutos del sacrificio eucarístico
214. Papel que asume el celebrante al pronunciar las palabras de la consagración
215. Sentido de la concelebración eucarística
216. Doctrina del Magisterio acerca de las Misas celebradas sin asistencia de fieles
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La Eucaristía es un banquete sacrificial

Marcos 14,22-25
Y mientras estaban comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio y dijo: «Tomad, este es
mi cuerpo». Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio, y bebieron todos de ella. Y les
dijo: «Esta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos. Yo os aseguro que ya no
beberé del producto de la vid hasta el día en que lo beba nuevo en el Reino de Dios».

I Corintios 11,23-27
Porque yo recibí del Señor lo que os he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que fue
entregado, tomó pan, y después de dar gracias, lo partió y dijo: «Este es mi cuerpo que se da
por vosotros; haced esto en recuerdo mío». Asimismo también la copa después de cenar
diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre. Cuantas veces la bebiereis, hacedlo en
recuerdo mío». Pues cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa, anunciáis la muerte del
Señor, hasta que venga. Por tanto, quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente,
será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor.

I Corintios 10,14-22
Por eso, queridos, huid de la idolatría. Os hablo como a prudentes. Juzgad vosotros lo que digo.
La copa de bendición que bendecimos ¿no es acaso comunión con la sangre de Cristo? Y el pan
que partimos ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo? Porque aun siendo muchos, un solo pan
y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un solo pan. Fijaos en el Israel según la
carne. Los que comen de las víctimas ¿no están acaso en comunión con el altar? ¿Qué digo,
pues? ¿Que lo inmolado a los ídolos es algo? O ¿que los ídolos son algo? Pero si lo que inmolan
los gentiles, ¡lo inmolan a los demonios y no a Dios! Y yo no quiero que entréis en comunión con
los demonios. No podéis beber de la copa del Señor y de la copa de los demonios. No podéis
participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios ¿O es que queremos provocar los
celos del Señor? ¿Somos acaso más fuertes que él?

 Marcos y Mateo: liturgia de Jerusalén


 Pablo y Lucas: liturgia de Antioquena.

Ambas liturgias convergen en un punto fundamental: En los cuatro relatos hay sangre y alianza.
 En Mc y Mt –el don es la sangre de la Alianza– está la Teología de la Alianza: Evoca el
éxodo, la alianza del Sinaí; culto y sacrificio.
 En Pablo y Lc –el don es la copa de la Nueva Alianza en la sangre de Cristo– está la
Teología de la Nueva Alianza, teología profética: crítica al culto por la desvirtuación del
mismo, proponiendo una “oblación espiritual”.

Ambas liturgias también centran la mirada en la idea de “sustitución”:


 Mc y Mt: “…sangre derramada por muchos”;
 Pablo y Lc: “…sangre derramada por vosotros” (A modo de actualización litúrgica
para la asamblea ritual que está presente).
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Por lo tanto, se habla de una vinculación con la teología del siervo de Yahveh, la cual está en
relación con la noción de Alianza nueva: Is 42,6 “Yo, Yahveh, te he llamado en Justicia, te así de
la mano, te formé, y te he destinado a ser alianza del pueblo y luz de las gentes.” ; 49,8 “Yo te
formé y te he destinado a ser alianza del pueblo…”.

 La teología del servidor unifica los cuatro relatos: centro unificador que hace coincidir
la Ley y los Profetas.
 Es el único culto que no consiste en ritos, sino en la total oblación de aquel que se
entregó por todos.

La muerte de Cristo es el sacrificio de la nueva alianza y la Iglesia celebra la Eucaristía como


memorial.

217. Concepción patrística de la Eucaristía como sacrificio memorial


Los Padres, al hablar de la eucaristía, usan verbos y sustantivos que están emparentados con la
teología sacrificial. Ven en la eucaristía el cumplimiento del sacrificio del Antiguo Testamento:
Mal 1,11 “…y en todo lugar se ofrece a mi Nombre un sacrificio de incienso y una oblación
pura…” (y Melquisedec con su sacrificio). Malaquías será entendido para la Eucaristía.

San Juan Crisóstomo (Doctor de la Eucaristía; oriente) Homilía 17, comentando la Carta a los
Hebreos:

 "Hay oblación permanente pero es en memoria, es anamnesis de su muerte; y esta


oblación es una, no muchas".

 La muerte de Cristo es interpretada como sacrificio, la muerte histórica de Cristo fue la


única oblación y no hay más que ese sacrificio. "La Iglesia ofrece todos los días
oblaciones" pero en conmemoración, es memorial de la única oblación: "porque fue
ofrecida una sola vez como aquella que se ofrecía en el Sancta Sanctorum", siempre
ofrecemos el mismo Cordero, no hoy uno y mañana otro. Es sacrificio en cuanto
Sacramento del Sacrificio, pero es verdaderamente sacrificio.

San Agustín (occidente)


 Civ. Dei, libro 10, cap. 20: Él mismo Cristo es quien ofrece y es la oblación: en cuanto
Dios e igual al Padre él recibe el sacrificio de la Iglesia; en cuanto que es hombre, el
ofrece a Dios el sacrificio y se ofrece como hostia –pero lo que ofrece no es algo distinto
de sí mismo–. Él es la víctima y el sacerdote que lo presenta ante el Padre. por eso, la
eucaristía es el sacrificio de Cristo al cual la Iglesia se une ofreciéndolo.
 Otro texto dice que: la concordia es el sacrificio que agrada a Dios, pero este se
manifiesta por excelencia en la eucaristía.
 Habla también de un sacrificio cotidiano que es sacramento: el sacrificio de la cruz es el
que hoy ofrecemos, es sacramento eficaz de aquel sacrificio.
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Constante patrística:
 Desde el principio y de manera constante la Iglesia entendió la eucaristía como su
propio sacrificio, en el que se ofrece ella mismo y todos los bienes de la tierra. Presenta
a Dios el único e irrepetible sacrificio de Cristo, al cual la Iglesia se asocia en el
sacrificio del altar. Todos los padres hablan así y lo explicitan cada vez más.
 Es un sacrificio memorial (No es igual a un “recuerdo”): sacramento del sacrificio; hace
lo que significa sin multiplicar la realidad actuada: este es el sentido del sacrificio
memorial del NT. La Iglesia toma conciencia de estar ofreciendo en sacrificio de la
cruz, sin repetirlo. Pero ahora, en ese sacrificio, entra la Iglesia.
 Dice Crisóstomo: es sacrificio pero no es un sacrificio distinto. En el AT hay sacrificios
memoriales que se multiplican año tras año. En el NT hay un solo sacrificio: el
sacrificio de la cruz; y no inmolamos en forma cruenta, sino incruentamente. Por eso, no
es recuerdo, sino ofrecer el sacrificio de la cruz, cumpliendo lo que Jesús mandó que
hiciéramos.

III. CONCEPCIÓN MEDIEVAL DE LA EUCARISTÍA COMO SACRIFICIO REPRESENTATIVO: ALGERIO,


PEDRO LOMBARDO, SANTO TOMÁS .
En el medioevo perdura esta concepción de sacrificio pero habrá un desplazamiento de
acentuación. Progresivamente la atención va a estar atraída por el tema de la presencia real
eucarística; sin embargo, se mantiene la idea de lo sacrificial. Que la eucaristía es sacrificio no se
lo pone en duda, y lo es porque es memorial.

Algerio de Lieja (Bélgica, 1120): Del sacramento del cuerpo y de la sangre del Señor.

 Afirma que el sacrificio que hoy celebramos es el mismo sacrificio de Cristo. Y nuestra
oblación tampoco es otra sino la misma que la de la cruz: estamos unidos a Cristo en su
sacrificio, en su oblación.

 Nuestra oblación no podría ofrecer la Vida si fuera distinta de la de Cristo. La eucaristía


es sacrificio porque es sacramento del sacrificio de Cristo (Perdura la idea de
Crisóstomo).

 La eucaristía es de celebración cotidiana y confiere la misma salvación que la de Cristo,


por tanto no es superflua sino siempre suficiente y siempre necesaria.

Pedro Lombardo: Sent, IV, 12.

 Lo que es ofrecido por el sacerdote se llama sacrificio e inmolación porque es memoria


y representación del sacrificio realizado en la cruz.

 Es un único sacrificio: el de la cruz; pero ese sacrificio es re-presentado, es imitado.


Pero no es mera imitación evocativa porque se tiene conciencia en la Iglesia de que se
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ofrece la misma víctima: ofrecemos cada día en memoria de la única hostia (Se
reproduce el texto de Crisóstomo con algunas variantes).
 No renovamos el sacrificio porque fuera deficiente o porque algo le faltara sino que lo
renovamos por nuestra deficiencia.

Santo Tomás de Aquino:

 Se sospechó de haber perdido la teología del memorial de la patrística. En la Suma


Teológica, en el Tratado sobre la Eucaristía, Santo Tomás desarrolla más ampliamente el
tema de la presencia real de Jesús en la Eucaristía. Tal sospecha viene de algunos textos
como este:.

III, q.83, a.1, se pregunta si se inmola Cristo en la celebración de este misterio, de este
sacramento.
Por doble motivo se llama "inmolación".

 Las imágenes se nombran con los nombres de aquellos representan. La eucaristía “…es
una imagen representativa de la pasión de Cristo, que es verdadera inmolación”
(Ambrosio: “conmemoración de su muerte”).

Esta interpretación es sumamente débil, es una evocación, como la pintura representa a una
persona, pero no es la persona, sólo la evoca.

 La Eucaristía es considerada “…como inmolación por el vínculo que tiene con los
frutos de la pasión, ya que por este sacramento nos hacemos partícipes de los frutos de
la pasión del Señor.”

Hay Otros textos en la Suma, en los cuales, según la opinión de algunos, no se encuentra
elementos suficientes como para afirmar o negar la sospecha, ya que no ahonda en el tema
de cómo la eucaristía es sacrificio. Los textos son:

 III, q.73, a.4 c: “Este sacramento tiene un triple significado. Uno, con respecto al
pasado, en cuanto que es conmemoración del Señor, que fue un verdadero sacrificio…
En este sentido se llama sacrificio.” y ad 3m: “A este sacramento se le denomina
sacrificio por representar la pasión de Cristo, y se llama hostia porque contiene al
mismo Cristo, que es hostia de suavidad…”.

 III, q.79, a.5 c: “La eucaristía es a la vez sacrificio y sacramento. Tiene razón de
sacrificio en cuanto se ofrece, y tiene razón de sacramento en cuanto se recibe. Y por
eso, tiene efecto de sacramento en quien la recibe, y efecto de sacrificio en quien la
ofrece o por quienes se ofrece.” y a.7 c: “…la eucaristía no sólo es sacramento, sino
también sacrificio. Este sacramento, en efecto, en cuanto representa la pasión de
Cristo… tiene razón de sacrificio… la eucaristía aprovecha como sacramento y
sacrificio a quienes la reciben… pero a quienes no la reciben les aprovecha como
sacrificio, ya que se ofrece también por su salvación.”
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Sin embargo está la III, q.73, a.5 sobre si fue oportuna la institución de este sacramento.
Fue oportuna la institución en la última cena por:
 Por el contenido de este sacramento: está contenido sacramentalmente el mismo
Cristo; al ausentarse en su presencia natural, se quedó en su presencia sacramental
“…de la misma manera que, en ausencia del emperador, se da a venerar la imagen”.

 “…porque sin fe en la pasión de Cristo no pudo haber nunca salvación… De ahí que en
todo tiempo haya habido entre los hombres alguna cosa que representase esta pasión
del Señor”: eucaristía como conmemorativo de la pasión pasada.

 “…porque las últimas palabras, al despedirse los amigos, se graban más en la


memoria, ya que entonces se inflama más el afecto hacia el amigo…”

No es que esté presente espiritualmente porque me hace recordar, sino que está presente
realmente; y porque es presencia real de Cristo es que análogamente se puede decir que es
sacrificio, es decir, es sacrificio en cuanto sacramento del Sacrificio, haciendo presente la entrega
de Cristo sin repetirla.

Se plantea fuertemente la presencia real, pero porque era el problema de la época y no porque no
sostuviera la dimensión sacrificial de la eucaristía.

IV. POSTURA DE LOS REFORMADORES ACERCA DEL VALOR SACRIFICIAL DE LA MISA

El nominalismo. (s. XIV-XV)

Gabriel Viel (profesor de Lutero)

 La fe de la Iglesia según la cual la misa es el sacrificio del NT está equivocada. La misa


es solo signo del sacrificio de Cristo en cuanto se da la representación rememorativa de
la muerte acontecida solo una vez; y el valor de signo que tiene la misa en su eficacia no
es equiparable con el sacrificio de la cruz, sacrificio histórico. El ofrecimiento de la
muerte con la efusión de la sangre no es igual al ofrecimiento de la memoria de una
muerte acontecida: no tiene la misma eficacia.

 Otros dirán, también, que la eucaristía es sacrificio que se recibe, pero de ningún modo
sacrificio que se ofrece. Entre sacrificio y eucaristía hay una gran diferencia, como la
que hay entre ofrecer y recibir.

Son explicaciones de una época decadente en la teología que precede y prepara el rechazo
protestante del s. XVI.

POSTURA DE LOS REFORMADORES.


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Harán del rechazo del sacrificio de la misa como sacrificio la aplicación concreta de su principio
fundamental: justificación por la fe y no por las obras.

El afirmar el sacrificio de la misa sería aceptar que la Iglesia tiene el poder de ofrecer un
sacrificio expiatorio. Es idolátrico caer en la estructura sacrificial pagana, es la destrucción de la
fe cristiana. Dios ha puesto fin a todos esto inventos, ya que nunca podríamos obtener la
salvación por nuestras obras y sacrificios.

Lutero

 Entiende que el cristianismo es respuesta de fe, y el que cree se salva no por las obras sino
por la fe. Aplicará este esquema también a la eucaristía. Dirá que la Iglesia Romana entiende
la eucaristía como una obra, como un sacrificio que se ofrece al Padre; mientras que las
Sagradas Escrituras dicen con claridad que no hay más que un sólo sacrificio, el de Cristo en
la cruz, y no puede haber otro.

 En la fe recibimos agradecidos la benevolencia divina, el don de Dios. El culto cristiano es un


puro recibir, es la aceptación agradecida de la salvación que Dios nos ofrece en Jesucristo; si
ofrecemos un sacrificio a Dios estamos pretendiendo alcanzar por nuestras obras lo que es
dado gratuitamente por Dios.

 El único sacrificio es el de Cristo; es lo único con valor eterno. La eucaristía es sólo un


sacramento que se recibe nunca un sacrificio que se ofrece.

Melanchton

 Dirá que la eucaristía no es sólo un sacrificio; pero admite la terminología de sacrificio en las
siguientes formas: sacrificio de alabanza, agradecimiento a Dios que nos salva.

Calvino

 Va a reconocer el carácter tradicional de esta doctrina. Pero eso mismo es para él una prueba
palpable de que hay que apartarse de toda tradición porque es una obra de demoníaca. Y la
misa -dirá- no puede pretender ser merecedora de la gracia.

 Cristo no dejó sucesores, pues su sacrificio es único y Él es el único mediador y sacerdote.

 Atribuir a la misa los mismos frutos que se atribuyen al sacrificio de la cruz sería desvalorizar
la cruz. Esto es también desnaturalizar la cena del Señor que fue instituida para dar el don de
Dios a los hombres, mientras que la misa católica se convirtió en un sacrificio que el hombre
ofrece a Dios: como se diferencia entre ofrecer y recibir así se diferencia la cena del Señor de
la misa católica.

 Admitirá el lenguaje de Melancthon.


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Los reformadores se ponen todos de acuerdo en que la justificación es puro regalo de Dios y el
hombre no hace nada más que beneficiarse de Él. Por eso, hablar de misa como sacrifico es
recaer en la estructura pagana.

V. CONCILIO DE TRENTO

La sesión XXII nombra la eucaristía como sacrificio: el sacrificio de la cruz ha realizado la


salvación y la santa misa no es independiente de la cruz sino su sacramento; siendo el mismo
Cristo el que la mandó a ofrecer.

Se establece un vínculo de unidad entre el sacrificio de la cruz y el de la eucaristía; el sacrificio


fue dado como memorial. La misa es verdadero sacrificio de propiciación y todos los fieles
pueden participar de sus frutos.

Capítulo 1: De la institución del santo sacrificio de la misa.

 Por la impotencia del sacerdocio levítico fue necesario, por disponerlo así Dios, otro
sacerdote según el orden de Melquisedec nuestro Señor Jesucristo que consumara y llevara a
la perfección a todos los que habían de ser santificados. Cristo se ofreció una sola vez en el
altar de la cruz para realizar la eterna redención;

 Pero como no había de extinguirse su sacerdocio por la muerte, en la última cena, dejó a su
amada esposa, la Iglesia, un sacrificio visible –que represente el único sacrificio, haga
permanente su memoria y se aplicará su eficacia saludablemente para el perdón de los
pecados–, ofreciendo su cuerpo y su sangre bajo las especies de pan y vino;

 E instituyendo a los Apóstoles como sacerdotes del NT –también a sus sucesores– con estas
palabras “haced esto en memoria mía”, para que ofrecieran dicho sacrificio.

“…instituyó una nueva Pascua, que era Él mismo, que había de ser inmolado por la
Iglesia por ministerio de los sacerdotes bajo signos visibles, en memoria de su
tránsito de este mundo al Padre, cuando nos redimió por el derramamiento de su
sangre…”

Institución de la Eucaristía: la misa es memorial de aquel sacrificio dejado por Cristo. Hay
unicidad entre el sacrificio eucarístico y el sacrificio redentor.

Capítulo 2: El sacrificio visible es propiciatorio por los vivos y los difuntos.

 Porque en este sacrificio se inmola aquel mismo Cristo que una vez se ofreció cruentamente
en el altar de la cruz, es verdaderamente propiciatorio.

“Pues aplacado el Señor por la oblación de este sacrificio, concediendo la gracia y


el don de la penitencia, perdona los crímenes y pecados, por grandes que sean.”
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“Una sola y la misma es, en efecto, la víctima que ahora se ofrece por el ministerio
de los sacerdotes, es el mismo que entonces se ofreció en la cruz, siendo solo
distinta la manera de ofrecerse.”

“Los frutos de esta oblación suya (de la cuenta, decimos), ubérrimamente se


perciben por medio de esta incruenta…”

La Eucaristía es verdadero sacrificio propiciatorio; está presente la víctima y se inmola: el


sacerdote que ofrece y lo que se ofrece es Cristo. Varía el modo, pero hay identidad numérica. No
hay menoscabo ni repetición.

Canon 1: en el sacrificio de la misa se ofrece un verdadero y propio sacrificio.

Canon 2: con las palabras “haced esto...” se instituyen sacerdotes para ofrecer su cuerpo. (Para
los reformadores la anulación de la eucaristía lleva a la anulación del sacerdocio ministerial para
convertirse en un sacerdocio popular, como en el AT.)

Canon 3: la eucaristía, no solo es acto de alabanza y conmemoración, sino también es sacrificio


propiciatorio.

Canon 4: el sacrificio de la misa no menoscaba la importancia al sacrificio de la cruz, ni es una


blasfemia contra este.

Canon 5: pueden celebrarse la misa en honor de los santos para obtener su intercesión.

VI. INTENTOS DE LA TEOLOGÍA POSTRIDENTINA PARA EXPLICAR LA ESENCIA DEL SACRIFICIO DE


LA MISA

En la teología postridentina muchos aspectos importantes quedan en las penumbras porque se


quiere destacar el aspecto sacrificial.

Esquema general: parten de la noción general de sacrificio, para después comprobar que la misa
presenta el mismo significado. Pero este no es el método propuesto por el Concilio de Trento.
Las distintas explicaciones erróneas se pueden agrupar de la siguiente manera:

La teoría inmolacionista:

 Significa la inmolación de la ofrenda: acción sacrificial en sí misma.

1) Cristo eucaristía sufre un cambio, pero es puesto bajo la condición de ser alimento.

2) Una inmolación virtual: este es mi cuerpo y esta es mi sangre. Producen una virtual
separación del cuerpo y la sangre. Esta inmolación no llega a ser real en virtud de la
doble consagración: del pan en el cuerpo y del vino en la sangre de Cristo.
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3) Una inmolación mística: no hay destrucción, sino un signo exterior no real de tal
mutación.

4) Una inmolación físico-mística: físico: el pan y el vino se transforman por la


transustanciación; místico: produce el signo del cambio en Cristo.

La explicación oblacionista:
 Distingue entre "inmolación" y "oblación". La inmolación es el hecho físico, cruento, la
destrucción de la víctima u ofrenda. La oblación es la actitud espiritual, interior.

 Entonces dirán: el sacrificio de la cruz fue la inmolación redentora. Y el sacrificio no vale


simplemente por ser la muerte de Cristo sino por la actitud interior por la cual se entrega, por
la oblación. La oblación de Cristo abarca la vida entera y se perpetúa en la gloria.

 La inmolación es puntual en el tiempo. Y entonces dirán: la Eucaristía es sacrificio en cuanto


que en ella se renueva la oblación de Cristo. Cristo se hace presente y renueva la sumisión al
Padre.

Otras explicaciones:

 Es sacrificio en cuanto que en la eucaristía se aplican los frutos del sacrificio redentor: todos
los sacramentos son una manera específica de percibir la gracia de la redención, y sin
embargo no llamamos sacrificio al resto de los sacramentos, sí a la eucaristía.

 Es sacrificio en cuanto que es comida, y la comida era un acto sacrificial, sobretodo la comida
pascual. Pero tampoco esta explicación da cuenta del misterio, porque en la eucaristía hay
comida, pero no es la comida la que constituye el sacrificio. La comida es participación en el
sacrificio.

Todas estas explicaciones a la hora del análisis no son sólidas en cuanto al entender y explicar la
unicidad del sacrificio de la cruz y cómo es que la eucaristía no hace número como el sacrificio
de la cruz. Hay un único sacrificio redentor. La eucaristía es el mismo sacrificio redentor de la
cruz sin multiplicarlo, se multiplican las celebraciones eucarísticas pero ellas no multiplican el
sacrificio redentor.

Los teólogos postridentinos no se mantuvieron en el nivel del Concilio de Trento, sino por
debajo. Se le oscurece el significado de sacrificio sacramental, la cual será recuperada por el siglo
XX

VII. TEORÍA SACRAMENTAL

Noción de sacrificio natural:


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En el sacrificio natural encontramos un elemento perceptible: la muerte. Practicado por las


distintas religiones y también en Israel: víctimas cruentas e incruentas (las ofrendas, primicias,
libaciones)

Noción de sacrificio sacramental o representativo:

En la eucaristía estamos ante un sacrificio incruento –no tiene un significado natural, no es un


suplemento o complemento del sacrificio natural– celebrado en forma sacramental.
En la cruz Cristo se ofreció in propia specie. En la eucaristía se ofrece in specie sacramenti:
imitación dramática o en misterio del sacrificio de la cruz, es un sacrificio simbolizado.

“La Misa en cuanto representación sacramental de la pasión es igualmente el sacrificio de


Cristo, pues el misterio contiene en si la realidad de la cosa significada”.

El sacramento de la eucaristía implica la unidad con la realidad representada; en el sacramento


representamos ni más ni menos que lo significado: si hubiera más, dejaría de ser sacramento; si
hubiera menos no sería más que un simbolismo.

La eucaristía es sacramento del Sacrificio, y por ende, es un sacrificio verdadero: por eso, en la
misa ofrecemos como sacrificio un sacramento del Sacrificio.

VIII. TEORÍA DE LA PERDURACIÓN ETERNA EN LA GLORIA DEL SACRIFICIO DE LA CRUZ.

 El sacramento del sacrificio histórico de la cruz hace presente la realidad que significa. Pero
la muerte de Cristo está indisolublemente unida al triunfo Pascual. Por eso, la misa es
representación del misterio Pascual en sus dos fases: muerte y resurrección. En forma directa
es representación de la muerte y por concomitancia es de la resurrección.

 El sacrificio redentor, el acto sacerdotal de Cristo, no es solo su muerte física, sino que su
ingreso en la gloria es parte integral y definitoria de este sacrificio.

 Cristo entró en el santuario con su propia sangre y vive para siempre intercediendo por
nosotros. Con la resurrección se eterniza esta ofrenda sacrificial de Cristo.

 En cada celebración eucarística se hace presente Cristo glorioso. La celebración eucarística


representa el sacrificio celeste, el sacrificio eterno de Cristo, que es el de la cruz en cuanto
eternizado en la gloria. La misa es actualización sacramental del sacrificio redentor de Cristo
eternizado en la gloria: “Anunciamos tu muerte y proclamamos tu resurrección”.

IX. ¿ES LA EUCARISTÍA SACRIFICIO DE LA IGLESIA?


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Es no sólo el sacrificio de la cruz sino también el sacrificio de la Iglesia: sacrificio de Cristo y de


la Iglesia. Ante todo afirmamos que es el sacrificio de Cristo y secundariamente el sacrificio de la
Iglesia.

El sacrificio de la cruz es de alguna manera también el sacrifico de la Iglesia, porque la Iglesia


estaba presente en la cruz, en la encarnación de Cristo, en la asunción hipostática de la
humanidad en la persona del Verbo. Cristo se ofrece por todos, todos estamos en Él, en su
ofrecimiento. Además es la cabeza de la Iglesia.

Allí está también María, al pie de la cruz que simboliza a la Iglesia entera en comunión con la
voluntad del Padre y del Hijo. CEC, 1370:

“A la ofrenda de Cristo se unen no sólo los miembros que están todavía aquí abajo,
sino también los que están ya en la gloria del cielo: La Iglesia ofrece el sacrificio
eucarístico en comunión con la santísima Virgen María y haciendo memoria de ella,
así como de todos los santos y santas. En la Eucaristía, la Iglesia, con María, está
como al pie de la cruz, unida a la ofrenda y a la intercesión de Cristo.”

La Iglesia, esposa y cuerpo, se asocia a su esposo y cabeza en la ofrenda del sacrificio redentor,
siendo símbolo de esto María al pie de la cruz. A lo largo de los siglos, la Iglesia, como María,
está al pie de la cruz uniéndose sin dejar de ser el sacrificio de Cristo y de la Iglesia.

X. CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA

1356 Si los cristianos celebran la Eucaristía desde los orígenes, y de forma que, en su
substancia, no ha cambiado sucede porque nos sabemos sujetos al mandato del Señor: "haced
esto...”

1357 Cumplimos este mandato del Señor celebrando el memorial de su sacrificio. Al hacerlo,
ofrecemos al Padre lo que El mismo nos ha dado: los dones de su Creación, el pan y el vino,
convertidos por el poder del Espíritu Santo y las palabras de Cristo, en el Cuerpo y la Sangre
del mismo Cristo: así Cristo se hace real y misteriosamente presente. Por tanto, debemos
considerar la Eucaristía:

- como acción de gracias y alabanza al Padre,


- como memorial del sacrificio de Cristo y de su Cuerpo,
- como presencia de Cristo por el poder de su Palabra y de su Espíritu.

1359 La Eucaristía, sacramento de nuestra salvación realizada por Cristo en la cruz, es también
un sacrificio de alabanza en acción de gracias por la obra de la creación. Por todo lo que Dios
ha hecho de bueno, de bello y de justo en la creación y en la humanidad.

1360 La Eucaristía es un sacrificio de acción de gracias al Padre, una bendición por la cual la
Iglesia expresa su reconocimiento a Dios por todos sus beneficios mediante la creación, la
redención y la santificación. "Eucaristía" significa, ante todo, acción de gracias.
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1361 La Eucaristía es también el sacrificio de alabanza por medio del cual la Iglesia canta la
gloria de Dios en nombre de toda la creación. Este sacrificio de alabanza sólo es posible a
través de Cristo: El une los fieles a su persona, a su alabanza y a su intercesión, de manera que
el sacrificio de alabanza al Padre es ofrecido por Cristo y con Cristo para ser aceptado en él.

1362. La Eucaristía es el memorial de la Pascua de Cristo, la actualización y la ofrenda


sacramental de su único sacrificio, en la liturgia de la Iglesia que es su Cuerpo. En todas las
plegarias eucarísticas encontramos, tras las palabras de la institución, una oración llamada
anámnesis o memorial.

1363 En el sentido empleado por la Sagrada Escritura, el memorial no es solamente el recuerdo


de los acontecimientos del pasado, sino la proclamación de las maravillas que Dios ha realizado
en favor de los hombres. En la celebración litúrgica, estos acontecimientos se hacen, en cierta
forma, presentes y actuales. De esta manera Israel entiende su liberación de Egipto: cada vez
que es celebrada la Pascua, los acontecimientos del Éxodo se hacen presentes a la memoria de
los creyentes a fin de que conformen su vida a estos acontecimientos.

1364 El memorial recibe un sentido nuevo en el Nuevo Testamento. Cuando la Iglesia celebra la
Eucaristía, hace memoria de la Pascua de Cristo y ésta se hace presente: el sacrificio que Cristo
ofreció de una vez para siempre en la cruz, permanece siempre actual: "Cuantas veces se
renueva en el altar el sacrificio de la cruz, en el que Cristo, nuestra Pascua, fue inmolado, se
realiza la obra de nuestra redención".

1365 Por ser memorial de la Pascua de Cristo, la Eucaristía es también un sacrificio. El


carácter sacrificial de la Eucaristía se manifiesta en las palabras mismas de la institución: "Esto
es mi Cuerpo que será entregado por vosotros" y "Esta copa es la nueva Alianza en mi sangre,
que será derramada por vosotros" (Lc 22,19-20). En la Eucaristía, Cristo da el mismo cuerpo
que por nosotros entregó en la cruz, y la sangre misma que "derramó por muchos para remisión
de los pecados" (Mt 26,28).

1366 La Eucaristía es, pues, un sacrificio porque representa ( = hace presente) el sacrificio de la
cruz, porque es su memorial y aplica su fruto:
(Cristo), nuestro Dios y Señor, se ofreció a Dios Padre una vez por todas, muriendo como
intercesor sobre el altar de la cruz, a fin de realizar para ellos (los hombres) una redención eterna.
Sin embargo, como su muerte no debía poner fin a su sacerdocio (Hb 7,24.27), en la última Cena,
"la noche en que fue entregado" (1 Co 1 1,23), quiso dejar a la Iglesia, su esposa amada, un
sacrificio visible (como lo reclama la naturaleza humana), donde sería representado el sacrificio
sangriento que iba a realizarse una única vez en la cruz, cuya memoria se perpetuaría hasta el fin
de los siglos (1 Co 11,23) y cuya virtud saludable se aplicaría a la redención de los pecados que
cometemos cada día. [Concilio de Trento: Ds 1740]

1367 El sacrificio de Cristo y el sacrificio de la Eucaristía son, pues, un único sacrificio: "Es
una e idéntica la víctima que se ofrece ahora por el ministerio de los sacerdotes, la que se
ofreció a sí misma entonces sobre la cruz. Sólo difiere la manera de ofrecer": "En este divino
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sacrificio que se realiza en la misa, este mismo Cristo, que se ofreció a sí mismo una vez de
manera cruenta sobre el altar de la cruz, es contenido e inmolado de manera no cruenta".

1368 La Eucaristía es igualmente el sacrificio de la Iglesia. La Iglesia, que es el Cuerpo de


Cristo, participa en la ofrenda de su Cabeza. Con Él, ella se ofrece totalmente. Se une a su
intercesión ante el Padre por todos los hombres. En la Eucaristía, el sacrificio de Cristo es
también el sacrificio de los miembros de su Cuerpo. La vida de los fieles, su alabanza, su
sufrimiento, su oración y su trabajo se unen a los de Cristo y a su total ofrenda, y adquieren así
un valor nuevo. El sacrificio de Cristo presente sobre el altar da a todas las generaciones de
cristianos la posibilidad de unirse a su ofrenda.

En las catacumbas, la Iglesia es con frecuencia representada como una mujer en oración, los
brazos extendidos en actitud de orante. Como Cristo que extendió los brazos sobre la cruz, por
él, con él y en él, la Iglesia se ofrece e intercede por todos los hombres.
1369 Toda la Iglesia se une a la ofrenda y a la intercesión de Cristo. Encargado del ministerio de
Pedro en la Iglesia, el Papa es asociado a toda celebración de la Eucaristía en la que es
nombrado como signo y servidor de la unidad de la Iglesia universal. El obispo del lugar es
siempre responsable de la Eucaristía, incluso cuando es presidida por un presbítero; el nombre
del obispo se pronuncia en ella para significar su presidencia de la Iglesia particular en medio
del presbiterio y con la asistencia de los diáconos. La comunidad intercede también por todos los
ministros que, por ella y con ella, ofrecen el sacrificio eucarístico:

Que sólo sea considerada como legítima la Eucaristía que se hace bajo la presidencia del obispo o
de quien él ha señalado para ello. [San Ignacio de Antioquia, Epistula ad Smyrnaeos, 8,1]
Por medio del ministerio de los presbíteros, se realiza a la perfección el sacrificio espiritual de los
fieles en unión con el sacrificio de Cristo, único Mediador. Este, en nombre de toda la Iglesia, por
manos de los presbíteros, se ofrece incruenta y sacramentalmente en la Eucaristía, hasta que el
Señor venga. [PO 2]

1370 A la ofrenda de Cristo se unen no sólo los miembros que están todavía aquí abajo, sino
también los que están ya en la gloria del cielo: La Iglesia ofrece el sacrificio eucarístico en
comunión con la santísima Virgen María y haciendo memoria de ella, así como de todos los
santos y santas. En la Eucaristía, la Iglesia, con María, está como al pie de la cruz, unida a la
ofrenda y a la intercesión de Cristo.

1371 El sacrificio eucarístico es también ofrecido por los fieles difuntos "que han muerto en
Cristo y todavía no están plenamente purificados", para que puedan entrar en la luz y la paz de
Cristo:

Enterrad este cuerpo en cualquier parte; no os preocupe más su cuidado; solamente os ruego que,
dondequiera que os hallareis, os acordéis de mí ante el altar del Señor. [Santa Mónica, antes de
su muerte, a san Agustín y su hermano; San Agustín, Confesiones, 9,9,27]
A continuación oramos (en la anáfora) por los santos padres y obispos difuntos, y en general por
todos los que han muerto antes que nosotros, creyendo que será de gran provecho para las almas,
a favor de las cuales es ofrecida la súplica, mientras se halla presente la santa y adorable
víctima... Presentando a Dios nuestras súplicas por los que han muerto, aunque fuesen
pecadores..., presentamos a Cristo inmolado por nuestros pecados, haciendo propicio para ellos y
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para nosotros al Dios amigo de los hombres. [San Cirilo de Jerusalén, Catechesis mistagogicae,
5,9.10]

1372 San Agustín ha resumido admirablemente esta doctrina que nos impulsa a una
participación cada vez más completa en el sacrificio de nuestro Redentor que celebramos en la
Eucaristía:

Esta ciudad plenamente rescatada, es decir, la asamblea y la sociedad de los santos, es ofrecida a
Dios como un sacrificio universal por el Sumo Sacerdote que, bajo la forma de esclavo, llegó a
ofrecerse por nosotros en su pasión, para hacer de nosotros el cuerpo de una tan gran Cabeza...
Tal es el sacrificio de los cristianos: "siendo muchos, no formamos más que un solo cuerpo en
Cristo" (Rm 12,5). Y este sacrificio, la Iglesia no cesa de reproducirlo en el Sacramento del altar
bien conocido de los fieles, donde se muestra que en lo que ella ofrece se ofrece a sí misma. [San
Agustín, De Civitate Dei, 10,6]

XI. DIFERENCIA MISA EN CUANTO SACRIFICIO DE PARTICIPACIÓN,


ESPECÍFICA DE LA EN
COMPARACIÓN CON LOS SACRIFICIOS DEL AT Y CON EL SACRIFICIO DE LA CRUZ.

La fórmula de la Misa en cuanto al sacrificio y la participación de la Iglesia son significativas. El


sujeto que presenta el sacrificio a Dios es la Iglesia, todos los bautizados están presentes, todos
ofrecen. Las fórmulas están en plural: "Te ofrecemos..." Pero hay una diferencia. No todos los
bautizados "lo hacen". Esto está claro en el lenguaje litúrgico y luego la teología lo aclara. El
hacerlo se reserva al sacerdote que actúa in persona Christi, pero todos ofrecemos este sacrificio
y nos ofrecemos a Cristo, nuestra víctima pascual. Junto con Él también nosotros nos
convertimos en ofrenda, víctima.

Lo que ofrecemos es el sacrificio de Cristo en el cual entramos. También nos ofrecemos nosotros
formando con Cristo una sola cosa. Es sacrificio de Cristo y de la Iglesia.

A la misa la hemos llamado sacrificio en cuanto sacramento del sacrificio, pero tiene algo de
propio que lo distingue de los demás.

 Los sacrificios cruentos o pacíficos del AT se fundaban casi todos en el principio de


sustitución, vale decir el hombre se hacía representar a través de una ofrenda, de una víctima.

 En el NT este régimen acaba, se instaura el culto en espíritu y en verdad. A su vez el sacrificio


de Cristo en la cruz tiene esta característica: Él es el sacerdote de su propio sacrificio, en Él
coinciden el sacrifico y la ofrenda. Lo ofrece en nombre de toda la humanidad, pero es un
sacrificio cruento: Cristo muere; por en esto no podían tomar parte concretamente todos. En el
sacrificio sacramental de la misa, que es actualización del sacrificio de la cruz del que es
memorial, nosotros nos encontramos con un sacrificio de participación: toman parte aquellos
que celebran; y el hecho de que la Iglesia puede tomar parte del sacrificio de Cristo es lo que
le confiere especificidad.
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Entonces, además de hablar de sacrificio sacramental, tenemos que hablar de sacrificio de


participación –lo específico cristiano–, que es más fuerte todavía que hablar de sacrificio de
comunión –lo específico de la ley mosaica–.

Participamos de la víctima y de la acción sacrificial. El sacrificio de participación añade al


sacrificio sacramental el modo de participación de la asamblea: en la eucaristía no sólo se aplican
las gracias del sacrificio de Cristo, sino que también los bautizados pueden tomar parte
activamente de dicho sacrificio.

 Participación descendente: recibir.

 Participación ascendente: ofrecer.

XII. FINES DEL SACRIFICIO EUCARÍSTICO

 latréutico: es el pleno acatamiento del señorío divino, de la voluntad de Dios, es adoración,


sumisión plena de la creatura al Creador.

 eucarístico: la acción de gracias.

 impetratorio: la súplica eficaz del hijo que no puede no ser escuchada; obtención de la gracia.

 propiciatorio: satisfacción por los pecados.


XIII. ASPECTO DE “PROPICIACIÓN” DEL SACRIFICIO EUCARÍSTICO.

Hay en la oblación dos aspectos complementarios:

 Alabanza: ofrecimiento de nosotros mismos; confesamos el don y damos gracias por él.

 Propiciación: es el pan propuesto por nosotros. Valor propiciatorio se ofrece Por los presentes
y ausentes. La pasión de Cristo hace que ese acto humano se revista de un valor infinito. Trae
remisión de los pecados a modo de causa universal, a modo de remisión personal.

XIV. VALOR INFINITO DEL SACRIFICIO EUCARÍSTICO

A la misa le atribuimos un valor infinito. El valor infinito de la eucaristía no es otro que el valor
infinito de la cruz; aunque cada misa reparte, de hecho, una riqueza limitada: La percepción de
los frutos en nosotros es finita.
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XV. EFICACIA DEL SACRIFICIO EUCARÍSTICO

La eucaristía tiene una eficacia “ex opere operato”: independiente del que ofrece y por quien se
ofrece. La eficacia es la misma de la Cruz. La pasión de Cristo de modo efectivo.

El Card. Belarmino decía que el sacrificio de la misa en cuanto ofrecido por Cristo es eficaz “ex
opere operandi”, siendo aceptado por el agrado de la persona que la ofrece. En cuanto ofrecido
por el hombre es eficaz “ex opere operato” ya que es recibido por Dios aún cuando le desagrade
la persona que ofrece.

Pero para que produzca su eficacia en los hombres, ¿es lícito decir que los hombres deben estar
primero en estado de gracia?

 El valor infinito de la eucaristía tiene una recepción finita en nosotros: valor infinito pero de
eficacia finita. Es Cristo el que ofrece y hay una participación finita de la eficacia de ese
sacramento.

 Ante todo por la receptividad de cada uno; y también por la libertad divina que otorga a cada
uno según su beneplácito.

 La eficacia no es automática; implica siempre un compromiso.

III, q.79, a.5 c: sobre si remite este sacramento toda la pena debida al pecado. “La
eucaristía es a la vez sacrificio y sacramento. Tiene razón de sacrificio en cuanto se
ofrece, y tiene razón de sacramento en cuanto se recibe. Y por eso, tiene efecto de
sacramento en quien la recibe, y efecto de sacrificio en quien la ofrece o por quienes se
ofrece.”

Si se la considera como sacramento la eucaristía produce su efecto de dos maneras:

 una, directamente por la propia virtud del sacramento: produce el efecto para el que ha
sido instituida, es decir, alimentar espiritualmente por la unión con Cristo y con sus
miembros;

 otra, por una cierta concomitancia: como esta unión se alcanza por la caridad, cuyo
fervor obtiene la remisión no sólo de la culpa, sino también de la pena, de ahí que, como
consecuencia, por una cierta concomitancia con el efecto principal, el hombre consiga la
remisión de la pena, no de toda, sino de la que alcance su devoción y fervor.

Considerada como sacrificio la eucaristía tiene efecto satisfactorio. “Pero en la satisfacción pesa
más la disposición del oferente que la grandeza de las cosas ofrecidas...”

Se debe decir que esa eficacia se distribuye a vivos –presentes o no; estén en gracia o no– y
difuntos –que han muerto en gracia y que aún no están en la gloria–. CEC, 1371; Mysterium
Fidei, 13.
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XVI. FRUTOS DEL SACRIFICIO EUCARÍSTICO

En cada celebración eucarística percibimos los frutos de la cruz. Pueden ser:

 General: Cristo se entregó por la redención del mundo entero; la intención de la celebración
tiene esta finalidad. La Iglesia entera se beneficia. Todos los hombres, tanto los presentes
como los ausentes; también los vivos y los difuntos.

 Especial: los que están celebrando la eucaristía y más si participan de la comunión.

 Ministerial: el que preside la eucaristía puede aplicar los frutos de la celebración eucarística a
intenciones determinadas o encomendadas.

XVII. PAPEL QUE ASUME EL CELEBRANTE AL PRONUNCIAR LAS PALABRAS DE LA CONSAGRACIÓN

Las palabras de consagración que dice el celebrante son palabras sacerdotales pronunciadas in
persona Christi, son el acto por el cual Jesús nos regala su sacrificio, pero también son dichas in
persona Ecclesiae. El celebrante, por un lado, representa a Cristo y así hace el sacrificio; y por
otro, representa a la Iglesia, recibiendo en nombre de todos este sacrificio de Cristo.

XVIII. SENTIDO DE LA CONCELEBRACIÓN EUCARÍSTICA

Como la eucaristía no es otro sacrificio distinto que el único sacrificio de Cristo, da lo mismo que
cien sacerdotes celebren juntos o que celebren por separados; en ambos casos sólo tenemos cien
participaciones del único Sacrificio.

A veces se plantea el problema de si se da mayor o menor gloria a Dios celebrando


separadamente varios sacerdotes o, conjuntamente, por medio de la concelebración. Pensamos
sinceramente que se trata de un falso problema o de un problema mal planteado.

Si tenemos en cuenta que la Eucaristía no es otro sacrificio diferente del de la cruz, sino una
participación en el mismo, en el sentido de que se hace sacramentalmente presente para que
participemos de él, lo mismo da que cien sacerdotes, como mediadores de Cristo sacerdote que
ofrecen su cuerpo y su sangre, participen juntos en una misma concelebración o, por separado, en
cien celebraciones. En cualquier caso, tenemos cien participaciones en el mismo y único
sacrificio de Cristo. No hay, por tanto, problema desde este punto de vista.

El sentido de la celebración concelebrada es: expresión sacramental de la unidad:

 Manifestar la unidad del único sacrificio de Cristo: sacrificio de la misa y el de Cristo son
uno y el mismo.
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 Manifestar la unidad del sacerdocio: el oferente es siempre Cristo, aunque se multiplican


las representaciones sacramentales de ese sacerdocio.

 Manifestar la unidad de la Iglesia: cuando preside el obispo hay como un ícono de la


Iglesia; la Iglesia toma conciencia de sí misma.

La institución general del misal Romano, 153 dice: unidad del sacerdocio, del sacrificio y del
Pueblo de Dios.

El CIC, 902 dice: “A no ser que la utilidad de los fieles requiera o aconseje otra cosa, los
sacerdotes ppueden concelebrar la Eucaristía, quedando, sin embargo, íntegra la libertad de
cada uno de celebrar la Eucaristía de modo individual, aunque no al mismo tiempo que haya
concelebración en la misma Iglesia u oratorio.”

XIX. DOCTRINA DEL MAGISTERIO ACERCA DE LAS MISAS CELEBRADAS SIN ASISTENCIA DE
FIELES

Toda misa no es privada sino acción de Cristo y de la Iglesia, ya sea que celebre el sacerdote solo
o con gente:

“Porque toda misa, aun la celebrada privadamente por un sacerdote, no es privada,


sino acción de Cristo y de la Iglesia, la cual en el sacrificio que ofrece sabe que se
ofrece como sacrificio universal, y aplica a la salvación del mundo entero la única e
infinita virtud redentora del sacrificio de la cruz.” (Mysterium Fidei, 15).

CIC, 904:
“Los sacerdotes, teniendo siempre presente que en el misterio del Sacrificio eucarístico
se realiza continuamente la obra de la redención, celebrarán frecuentemente; es más,
se recomienda encarecidamente la celebración cotidiana, la cual, aunque no pueda
haber presencia de fieles, es ciertamente un acto de Cristo y de la Iglesia, en cuya
realización los sacerdotes cumplen su principal ministerio.”

Pero se recomienda hacerlo con participación del pueblo. CIC, 906: “Sin causa justa y
razonable, el sacerdote no celebrará el Sacrificio eucarístico sin la participación de por lo
menos algún fiel.”

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