Ser católico es más que pertenecer a una religión, consiste en ser
discípulo de Cristo en constante formación; es así cómo vamos construyendo nuestra propia espiritualidad, es en el andar donde se descubre ése llamado del Señor y en ese "llamamiento" identificamos aquellos pilares que sostienen nuestra fe.
Hablar de espiritualidad es referirnos a la acción del Espíritu Santo, el
que normalmente actúa sobre nosotros los cristianos; es ése Espíritu el que proporciona, a todos, una espiritualidad, ya sea común o diferente. En este sentido, cabe reconocer que para nosotros los cristianos católicos existe una sola espiritualidad y en esa unidad espiritual se desprenden los diferentes ejes o pilares que la sostienen o sustentan.
De este modo, puedo resaltar que los ejes espirituales de mi persona,
nacen de mi encuentro personal con el Señor Jesucristo por medio del movimiento de la Renovación Católica Carismática, quien me ayudó a adoptar como parte de mi vida y de mis necesidades el profundo amor hacia la Eucaristía y, desde esa realidad, a conocer y profundizar a menudo sobre la Liturgia; desde estos dos ejes principales brotan el resto: la oración del santo rosario, la alabanza en la oración personal, la lectura orante La Palabra, la oración comunitaria desde los grupos de oración y el servicio desde las pequeñas cosas. Todo esto funciona como alimento para los ”dones y carismas” que el mismo Señor Jesús me ha otorgado -y lo hace a diario- desde la vivencia de un Pentecostés permanente en mi vida, aún con las luces y las sombras que pueda tener.