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Restos de los padres de la patria. Altar de la Patria, donde reposan los restos de Matías
Ramón Mella junto a Duarte y Sánchez. Mella se desempeñaba como vicepresidente de
la República Dominicana cuando, en pleno Grito de Capotillo, enfermó de disentería. En
las cercanías de su muerte pidió que sus restos fueran envueltos en la Bandera Nacional
y pronunció estas palabras: “Aún hay patria, viva la República Dominicana”.
Hijo de Narciso Sánchez y Olaya del Rosario, recibió de su madre la enseñanza elemental
y aprendió el oficio de "peinetero". Luego estudió latín y filosofía con don Nicolás Lugo,
estudios que continuaría con el padre Gaspar Hernández, sacerdote peruano emigrado a
Santo Domingo y reconocido antihaitiano. En este período conoció a Juan Pablo Duarte,
quien, junto a otros jóvenes, asistía a las clases del sacerdote. En 1838 se integró en La
Trinitaria y pronto empezó a distinguirse por su laboriosidad y decisión.
Junto a sus amigas, participó en las obras teatrales que se presentaban en el edificio de la
Cárcel Vieja, situado al lado del Palacio de Borgellá, frente al Parque Colón, desde las
que se creaba conciencia sobre la causa independentista.
Prefirió acompañar a su madre, condenada al destierro, antes que casarse en la Patria con
su prometido, Tomás de la Concha, quien además fue su maestro balero, el que fue
fusilado junto con Antonio Duvergé en 1855.
Muerto su hermano Juan Pablo, quiso regresar al país, pero aunque en 1883 el Estado
dominicano ofreció facilidades para el retorno de la familia Duarte, su hermano Manuel
se negó a regresar a la tierra de la que habían sido expulsados/as sin ningún miramiento.
Que si fuere mil veces esclava ¡Libertad! Que los ecos se agiten