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SECCIÓN IV:
OSTEOPOROSIS. PREVENCIÓN Y TRATAMIENTO CAPÍTULO 31
Vertebroplastia y cifoplastia
Fernando Quintana, Andrés González Mandly

Las fracturas vertebrales osteoporóticas se tratan generalmente de forma con-


servadora. A veces la fractura constituye un hallazgo radiológico casual; otras
se manifiesta con dolor e impotencia funcional. En el primer caso, una vez esta-
blecido el diagnóstico etiológico, se plantean medidas generales y tratamiento
médico. En las fracturas que se presentan como un episodio clínico agudo, se
puede tomar una actitud conservadora mediante reposo, analgesia, y a veces
medidas ortopédicas externas. Con ello, se controlan los síntomas al menos en
dos tercios de los pacientes, si bien no se corrige la deformidad vertebral cau-
sada por la fractura. Cuando el tratamiento médico se muestra insuficiente tras
un plazo de cuatro o seis semanas, se plantea el tratamiento directo mediante
la punción del cuerpo vertebral fracturado y la inyección de cemento acrílico
(polimetil-metacrilato) con control radiológico. El procedimiento se ha mostra-
do eficaz en el control del dolor, tanto en las fracturas osteoporóticas como en
las tumorales, y permite además la movilización precoz de los pacientes. Ambos
objetivos son altamente deseables en un grupo de pacientes en que, por edad
y por la propia osteoporosis, se hace necesario evitar la inmovilidad.

INDICACIONES
En principio, todo hueso fracturado con una función biomecánica significativa
debe ser recuperado. Sin embargo, las fracturas vertebrales tienen un compor-
tamiento evolutivo “benigno” y el tratamiento directo de las mismas sólo se jus-
tifica si el índice de complicaciones es claramente inferior a las derivadas de la
propia fractura. Por ello, en la actualidad se acepta la indicación de las técni-
cas percutáneas, como la vertebroplastia (VP) y la cifoplastia (CP), cuando exis-
te un fracaso del tratamiento conservador. El dolor constituye el motivo más
relevante para indicar el procedimiento.
En general, se debe considerar el empleo de estas técnicas en el manejo de los pacien-
tes con una fractura vertebral sintomática en las siguientes situaciones: a) deficien-
te control del dolor con tratamiento médico; b) contraindicación para el tratamiento
antiálgico, por intolerancia o por complicaciones secundarias, o c) cuando sea espe-
cialmente desaconsejable mantener la inmovilización. La localización de la fractura
en zonas biomecánicas de mayor significación (charnela dorso-lumbar, fundamental-
mente) puede ser un motivo adicional para indicar la cementación percutánea.
Al existir con relativa frecuencia fracturas múltiples, se hace necesario identifi-
car cuál es la responsable del cuadro doloroso. La anamnesis y la exploración
clínica deben ser congruentes con la o las vértebras fracturadas identificadas
por las técnicas de imagen. Entre las exploraciones complementarias, es desta-

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cable el papel de la resonancia magnética (RM). Los estudios RM identifican


morfológicamente las vértebras fracturadas. Por otro lado, la señal RM permite
identificar las fracturas recientes, distinguiéndolas de las ya estabilizadas (figu-
ra 1). Incluso, a veces pueden detectarse alteraciones de señal por microfractu-
ras, antes de que aparezcan aplastamientos manifiestos.
La decisión terapéutica requiere aunar aspectos médicos, ortopédicos y técnicos
que sólo se resuelven adecuadamente en un medio multidisciplinario de ámbito
hospitalario.
No existe contraindicación absoluta para la técnica. Sin embargo, la presencia
de factores tales como alteraciones de la coagulación sanguínea, osteomielitis
vertebral, aplastamientos de más del 75% de la altura del cuerpo vertebral o
esperanza de vida muy corta, limitan su aplicación y obligan a un análisis indi-
vidualizado de cada caso.

TÉCNICA Y RESULTADOS
La VP requiere de una punción del cuerpo vertebral unilateral o bilateral. El con-
trol de la punción se realiza con radioscopia, bien mediante un intensificador
de imágenes (figura 2) o bien mediante tomografía computarizada (TC). Es nece-
sario disponer de un control ortogonal de la vértebra a tratar y, por tanto, el
empleo de un arco radiológico es el sistema más adecuado por su polivalencia.

Figura 1. RM dorso-lumbar, plano sagital medio. 1a) Secuencia potenciada en T1: lesio-
nes vertebrales múltiples con acuñamientos moderados en los cuerpos de las dos últi-
mas vértebras dorsales y de la primera lumbar; la señal RM está disminuida en L1 y el
muro posterior se ve deformado. 1b) Secuencia potenciada en T2: discreto incremento
de la señal RM en el cuerpo de L1. 1c) Secuencia STIR: incremento neto de la señal RM
en L1 por el edema intraesponjoso que diferencia la fractura aguda y las deformidades
crónicas de las vértebras dorsales.
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La TC permite en un mayor número de casos el empleo de la punción única, la


radioscopia mediante un arco permite un control más completo de la vértebra y
su entorno. La TC induce menor radiación al paciente y al operador. Tras com-
probar la localización correcta de la aguja, se realiza vertebrografía, que permi-
te conocer la dinámica del retorno venoso de cada vértebra y facilita el control
de la inyección del cemento acrílico. Es conveniente utilizar jeringas de presión
progresiva, en vez de jeringas convencionales.
La CP requiere punción bilateral con dirección muy precisa. Se practica un túnel en
el interior del cuerpo vertebral, por el que se introducen sendos balones conectados
a una jeringa de presión con control manométrico. Al ser inflados, se recupera la
altura del cuerpo vertebral y se crea una cavidad en cada hemicuerpo vertebral. Des-
pués se extraen los balones y se rellenan las cavidades con cemento acrílico.
Con ambas técnicas se consigue, al menos, la estabilización de la fractura y ello
parece ser el mecanismo principal de su efecto analgésico. La recuperación mor-
fológica de la vértebra es, de momento, un objetivo secundario en la mayor parte
de los pacientes con osteoporosis. Recientemente se ha comprobado que la inyec-
ción de cemento acrílico durante la VP, incluso sin efectuar CP, induce un peque-
ño grado de recuperación de la altura del cuerpo vertebral. En todo caso, la CP se
ha desarrollado precisamente con el objetivo de corregir la cifosis secundaria a las
fracturas vertebrales y las complicaciones cardiorrespiratorias consiguientes.
Los resultados clínicos avalan un efecto antiálgico de VP y CP altamente satis-
factorio, con control del dolor en más del 90% de los casos. Sólo un 5% de los
pacientes no experimentan mejoría y es excepcional el empeoramiento (menos
del 1%). La desaparición o mejoría del dolor representa una mejora significati-
va en la calidad de vida de los pacientes, que recuperan funciones y actividades
que habían abandonado. Está por demostrar la mejora de las funciones respira-
toria y digestiva, pero la impresión es que también se alcanzan tras VP y CP.
El control del dolor se ha demostrado permanente en estudios diferidos a largo
plazo y la analgesia inmediata alcanzada es el mejor predictor del efecto diferido.
La CP es una técnica más compleja que la VP, requiere un aprendizaje más ela-
borado y su realización es técnicamente más exigente. Por otro lado, permite
una mayor recuperación de la altura del cuerpo vertebral fracturado y tiene un
índice de fugas de cemento muy inferior a la VP.

Figura 2.
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Las complicaciones descritas se relacionan exclusivamente con la migración extra-


vertebral del cemento. Ésta se produce en más del 50% de los casos de VP y sólo
en menos del 20% de las CP. Se han descrito migraciones locales (para-vertebrales,
intra-discales, intra-raquídeas) y migraciones del cemento a distancia (embolismos
venosos que alcanzan el filtro pulmonar). La mayoría de las fugas de cemento no
se acompañan de síntomas clínicos y carecen de importancia práctica, pero se han
descrito algunos casos de compresión radicular en la región del agujero de con-
junción, causada por las venas emisarias ingurgitadas por el cemento. Se ha llega-
do a detectar un caso de paraplejía aguda tras vertebroplastia. El tratamiento
anti-inflamatorio suele ser suficiente y sólo excepcionalmente ha sido necesaria la
descompresión quirúrgica. En los pacientes con reducción importante de la función
pulmonar se ha de tener especial cuidado en evitar la migración de cemento por
vía venosa. En conjunto, las complicaciones con repercusión clínica no exceden del
2% de los pacientes tratados o del 1% de las vértebras tratadas.
La difusión de las técnicas percutáneas para el tratamiento de las fracturas ver-
tebrales es un hecho que viene avalado por la eficacia de sus resultados en el
control del dolor y en la movilización precoz de los pacientes. Ambos aspectos
son de gran relevancia en el manejo de los pacientes con fracturas osteoporó-
ticas, cuya inmovilización prolongada puede atraparles en un contexto clínico
de mayor grado de osteoporosis, descompensación de las funciones respiratoria
y digestiva y aparición de síntomas depresivos reactivos. La mejora progresiva
de las técnicas percutáneas permitirá, a medio plazo, una indicación más pre-
coz que la actualmente recomendada. No obstante, las posibilidades abiertas
con estas técnicas no deben hacer olvidar la importancia de las medidas enca-
minadas a prevenir las fracturas vertebrales en los pacientes de riesgo.

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