Está en la página 1de 5

“Un civil del Proceso, el Gobierno de Rodolfo Rhiner 1981-1983” de Mariela Leguizamón

Por Lic. Gabriela Alucin

“Un civil del Proceso, el Gobierno de Rodolfo Rhiner 1981-1983” abre un espacio para la reflexión
sobre la historia reciente de Formosa al ser una obra novedosa, comprometida, sistemática que aborda
acontecimientos “desagradables” e “incomodos” para la memoria y la conciencia local, respetuosa en
sus expresiones, con una exposición prolija de lo acontecido en gobierno dictatorial invitando a
conocerlos, a entenderlos, relacionarlos, comprenderlos y evaluarlos con los propios sentidos para
saber que a contrapelo de lo que comúnmente se cree en los años 70 y después “en Formosa nunca
pasaba nada”, sino que por el contrario “en Formosa pasaba y mucho”.
Desde el inicio es una obra original en su estructura, base documental y argumentativa ocupándose
de un tema poco visitado en Formosa y en la región, el Nordeste Argentino, según las palabras del
prólogo de la Prof. María del Mar Solís Carnicer, necesaria en el espacio local, no solo por su
contribución historiográfica sino por la posibilidad reflexiva y toma de conciencia de sucesos ocurridos
en Formosa, no conocidos en toda su magnitud, parcialmente tratados e ignorados a los largo de 40
años, abordados aquí de manera exhaustiva y sujeta a evidencias. con una introducción original donde
explica cómo se ocupa del tema a partir del hallazgo de un objeto perteneciente a un familiar que debió
dejar los estudios y regresar a la ciudad natal ante las requisas de la dictadura.
Este libro es una reconstrucción hecha a través de la prensa local, documentación oficial y los
testimonios de referentes políticos, ciudadanos comunes, presos políticos y algunas víctimas del
terrorismo de Estado, testigos de los años en estudio, que se divide en tres capítulos: el Capítulo 1
titulado “El tiempo de las botas 1975-1981”, de carácter introductorio que se remonta a los sucesos
de octubre de 1975, la instalación del gobierno de facto del General Juan Carlos Colombo de 1976 a
1981, la cruzada normalizadora tras la Operación Primicia con fines depurativos y la convocatoria de
civiles para integrar el gobierno como Rhiner que fue Secretario de Acción Social, el Capítulo 2
titulado “El tiempo de apertura 1981-1983” analiza la trayectoria de Rhiner y su elección como
Gobernador de facto, la conformación de su Gabinete y de los ejecutivos municipales y de las
comisiones de fomento donde se destacaron civiles que colaboraron con el Proceso, los efectos en
Formosa de la Guerra de Malvinas de 1982 y la renuncia del Gobernador para ser candidato en las
elecciones de octubre de 1983 y el Capitulo 3 titulado “El tiempo de los votos, entre la contienda
electoral y la memoria” que describe el derrotero de Rhiner para ser elegido como Gobernador dentro
de los marcos democráticos, tiempo en que se dedicó a reorganizar el MID (Movimiento de Integración
y Desarrollo), el elenco que lo acompañaría en los ministerios y a promocionar su gestión de gobierno
de dos años en la dictadura, y principalmente la propuesta trascendente de la autora sobre ¿Qué
recordar? Héroes, víctimas y victimarios.
Leguizamón oriunda del Colorado localidad del interior provincial, conocedora de la trayectoria de
Rhiner quien residió allí por unos años, pudo tener la distancia suficiente en clave espacial, el ánimo
y el valor como para ocuparse de los años del Proceso en la provincia, rescatando y poniendo en escena
un protagonismo ligado a la dictadura que no solo involucra a este civil retratado puntillosamente, sino
a varios civiles que han participado del Proceso, sacando a la luz acontecimientos de profundos efectos
no visibilizados en Formosa, que no fue ajena a los operativos de ordenamiento y “limpieza”
establecidos por la Junta Militar para todo el país.
La autora ofrece una detallada lista de personas que ocuparon cargos en el gobierno militar instalado
en 1976, conocidos algunos de ellos por ser de familias tradicionales de la ciudad capital e identificados
con los principales partidos políticos argentinos (MID Movimiento de Integración y Desarrollo y UCR
Unión Cívica Radical), quienes actuaron en las esferas ejecutivas, legislativas, judiciales y del área de
educación, que no son actores de su entorno cotidiano, vecinos o conocidos directos por lo cual se
estima que pudo retratarlos mejor y avocarse a investigar sobre esta temática, dado que al día de hoy
estos individuos transitan sin condena social o legal en el ámbito local, sin mayores cuestionamientos
sino más bien con cierta ascendencia sobre la población y como ocupantes de lugares de relevancia en
el espacio público, característica que se supone tendrá su correlato en el interior.
De lo leído en el texto, sobre todo en los dos primeros capítulos, se entiende que, aun con la
existencia de evidencias probatorias hay dificultades en la conciencia histórica formoseña sobre los
acontecimientos de los años 70, con memorias laxas y poco rigurosas sobre determinadas
responsabilidades, por lo que se observa la continuidad de individuos en el juego político y en distintas
administraciones sin importar el signo partidario o el régimen para el cual hayan trabajado o
participado, esgrimiéndose como normal la intervención en cargos o puestos de decisión, dado que
fueron nombrados algunos sin consulta o por obligación como lo refirieron en sus testimonios,
deslindándose de compromisos y otras respuestas porque el signo de los tiempos así lo exigía.
La ignorancia de la sociedad civil sobre lo escrito en este libro, puede suponerse que se debe a la
época de estudio sin mayores medios de difusión, a las estrategias de obediencia y silencio instaladas
por la dictadura, a la omisión de determinados acontecimientos en la historia local y a la no
discriminación de la mayoría de la población entre un régimen de gobierno y otro, dado el escaso
ejercicio electivo y las varias intervenciones federales que tuvo la provincia.
Por otra parte este desconocimiento se entiende como inducido dada la insistencia y refuerzo en el
recuerdo local, sobre el 5 de octubre de 1975 como el día del ataque de los Montoneros al RIM 29
(Regimiento de Infantería de Monte N° 29) donde murieron soldados conscriptos, que sin
desconocerse su truculencia, soslaya el carácter trágico de este lugar como Centro Clandestino de
Detención, dando paso a una mirada histórica en un solo sentido la heroica militar y a una actitud más
indulgente con el sector castrense que con los afectados por la dictadura, considerando que el Proceso
capturo no solo a “subersivos” sino también a ciudadanos comunes, militantes, obreros, trabajadores,
estudiantes, sacerdotes sin más delitos que la simple sospecha sobre su actividad o persona.
El “Día del héroe formoseño” como se estableció en referencia al 5 de octubre, alienta la memoria
sobre esta fecha por encima de otros acontecimientos, omitiendo hechos y decisiones políticas como
los cuatro “decretos de aniquilamiento a la subversión” establecidos por el gobierno constitucional en
1975 primero por María Estela Martínez de Perón, y luego por Ítalo Luder a cargo de la presidencia,
ejecutados ampliamente en Formosa y aprovechado en el momento para desterrar todo tipo de reclamo
popular como los propuestos por la ULICAF (Unión de ligas campesinas de Formosa), habilitando a
los militares para progresivamente hacerse con el poder, y atenuando después las consecuencias de las
acciones represivas.
El golpe del 24 de marzo de 1976, por la cercanía temporal con el 5 de octubre de 1975 se confunde
en la memoria local y le quita responsabilidad al gobierno que ordeno el repliegue de la guerrilla, sin
aclararse que lo actuado primero se hizo en el marco constitucional, extremado después por el gobierno
militar, que coloca al peronismo como el sector “agredido” como lo dice la autora, víctima de la
dictadura por la persecución a sus militantes, que sin negar su veracidad no invalida el hecho de que
los principales referentes políticos tanto de este partido como de los otros, y la población en general
apoyaron y recibieron con satisfacción esta asonada, sustentada en el hartazgo de las agitaciones
políticas y sociales de la que eran testigos, sentimiento que fue manipulado entonces y después en
favor de los custodios de la seguridad nacional.
Las disposiciones anteriores al golpe de 1976 sirvieron para justificar la dura represión y censura
aplicada por el Gobierno Militar en Formosa como en todo el país, que sin dudas fue el brazo ejecutor
de un nuevo tipo de capitalismo neoliberal basado en las finanzas y no en la producción, promotor de
trabajadores pacíficos y enderezados, con voluntades colaboradoras sin “ideas raras” como bien se
ejemplifica en el texto a través de los testimonios tomados, que dan cuenta de las regulaciones hechas
en el ámbito local donde normalmente se creía que nunca pasó nada.
Leguizamón relata en el Capítulo 1, la convincente instalación del terror de Estado en la provincia a
través de “la cruzada normalizadora” destinada a cumplir los objetivos del Proceso de Reorganización
Nacional, llevada a cabo principalmente por el Gobernador General Juan Carlos Colombo artífice
destacado del operativo depurador y desalentador de cualquier insurgencia, que no solo logro el
acatamiento social en sentido simbólico, sino que contó además con el visto bueno de muchos como
custodio de la seguridad nacional, frente a la cual no quedaban opciones de rebeldía dado el
permanente control público y las rigurosas inspecciones hechas en el interior, que según la autora
definen a esta gestión como “la etapa más autoritaria de la dictadura en Formosa” ejemplificada en la
página 38 cuando dice…“Colombo estuvo en el ejecutivo provincial hasta 1981. Al despedirse
agradeció la colaboración prestada a su gobierno, convencido de que dejaba una provincia en
paz…sugirió que no dejaran entrar la politiquería a la comunidad decía… “que por desgracia
estábamos acostumbrados a vivirla y en los últimos años desapareció con los resultados excelentes
que ello trajo aparejado”.
Los registros mencionados en este libro, así como la cita anterior permiten evidenciar los intereses e
inauditas conductas de los protagonistas reportados, que en este caso es esperable de un militar
formado y preparado para actuar en los términos referidos, pero que asombra y hasta conmueve
viniendo de los civiles, lo que reivindica el valor del texto no solo por dar a conocer la intervención de
colaboradores como resistentes al régimen, sino por la forma en que están expuestos, que de por si
ilustran y dan cuenta de determinadas acciones, sin observarse opiniones personales o juicios de valor
que podrían direccionar las propias conclusiones sobre los que de alguna manera estuvieron con el
Proceso, que, sin ser ejecutores directos de la desaparición de algún imputado, tampoco hicieron nada
por impedir, denunciar o evitar hechos de lesa humanidad, lo que demuestra algún punto de
coincidencia con los criterios del gobierno militar o “el respetuoso silencio” logrado y dicho por
Colombo sin imaginar los alcances imponderables de estas palabras.
Rhiner como se viene diciendo es caracterizado meticulosamente a través de los extractos de la
prensa y los testimonios tomados a él mismo, que trasuntan acciones y dichos de este funcionario,
aparentemente sin dimensión de lo que formaba parte y concentrado en hacer carrera política, sin
considerar el trágico contexto en el que lo hacía como para describir los acontecimientos sin
remordimientos y con llaneza, como episodios aceptados por la mayoría de la población aparentemente
sin signos de culpabilidad o responsabilidad alguna, solo viendo la oportunidad política que tenía para
él y su partido político el MID.
En el Capítulo 2 página 53 la autora citando a Daniel Lvovich explica la participación de los civiles
en el Proceso diciendo que: “para analizar la cuestión del consenso no solo se debe tener en cuenta
la voluntad estatal, sino también la recepción de esa voluntad o las formas en que es procesada por
la población y las instituciones a las que se dirigen. En ese sentido observa que muchos funcionarios
encontraron en el llamado Proceso de Reorganización Nacional la posibilidad de obtener ascensos y
mejoras en sus posiciones” lo que se cree define e interpreta en gran parte la participación y postura
de este ex funcionario, que primero ocupo la Secretaria de Acción Social generando contactos y
relaciones políticas que le servirían después para ser designado como gobernador y luego para
justificar su desempeño en la postdictadura.
Continuando con el ex gobernador en el Capítulo 3 pagina 100 Leguizamón (2019) dice: “Para
Rhiner aun hoy el golpe de Estado se explica por la existencia de la subversión, de la que había que
impedir que avance, y si bien reconoce que a los milicos se le fue la mano, parece aceptar con
naturalidad los métodos violentos implementados” si bien pueden escandalizar estas declaraciones no
es solamente este ex funcionario, quien lo dice, sino que hay testigos de los años 70 que comparten
estos conceptos y que tienen una mirada más benévola sobre el régimen militar y específicamente
sobre el gobierno de Rhiner, que aunque no gano para las elecciones de gobernador de 1983, no fue
por una censura publica de su colaboración con el Proceso, sino por la mayor afinidad de los electores
con el peronismo para el gobierno provincial, sin que haya impedimentos posteriormente para ocupar
cargos legislativos.
En Formosa por otra parte, siempre hubo una mayor simpatía hacia el sector militar que hacia otros
actores sociales, dada su participación en la fundación, en los procesos de colonización, mientras fue
Territorio Nacional, cuando se hizo Provincia y en las largas intervenciones federales principalmente
de los años 60 en que destacó por su gestión el Coronel Augusto Sosa Laprida, y específicamente en
esta gesta patriótica como fue recordada, rememorada y lo continua siendo el intento de copamiento
al RIM 29 identificando la guerrilla y a los subversivos con el peronismo, “los zurdos” cuya violencia
era necesaria interrumpir y que una vez superada dio pie a conservadores, radicales, sectores de la
Iglesia, ciudadanos en general como para actuar con “seguridad” mientras duraba el Proceso y estaban
a raya los revoltosos.
Al recuperarse la democracia en 1983 no se examinaron mayormente las trayectorias de los distintos
referentes políticos, sino que los que estuvieron ocupando cargos en la administración anterior lo
siguieron haciendo en el gobierno electo, y aunque en parte se trató el tema de los desaparecidos y los
tristes saldos de la dictadura, no fue una preocupación central para la sociedad formoseña en general
que si acompaño las campañas políticas de los distintos partidos, y en la que Rhiner por el MID tuvo
amplia participación con fines de instalarse nuevamente en el poder basado en la promoción de su obra
de gobierno.
En definitiva los candidatos en carrera electoral más allá de algunas referencias a la dictadura,
retomaron lo acontecido el 5 de octubre en acuerdo con el sentimiento común de patriada ante el ataque
subversivo, pero no desde una mirada de revisión y estudio de las consecuencias represivas, o acorde
con el nunca más, sino preocupados por el éxito comicial, que impidieron una reconstrucción más
completa y eficiente en cuanto al sopeso de responsabilidades como lo dice Leguizamón en la página
101 …“todas estas acciones muestran de manera contundente la fuerza del discurso monotemático
que no pudo romperse, ni aun en el contexto electoral, y que condiciono, limito e influyo en las
posibilidades de búsqueda de verdad y justicia de los familiares y las victimas que sufrieron el
terrorismo de Estado”. Pero la sociedad de entonces todavía no estaba preparada para hablar de estos
temas y se sumó al entusiasmo que provocaba volver a la democracia y luchar por los cargos electivos
en disputa, amén de los sucesos de los cuales muchos preferían no acordarse porque los involucraba o
salpicaba de alguna manera y no eran convenientes para el momento.
Leguizamón citando a Traverso en la página 103 habla de “las memorias fuertes y memorias
débiles”, principalmente en referencia al 5 de octubre y al RIM 29 donde se discute el relato oficial
que nada dice de este lugar como Centro Clandestino de Detención, reforzando otras percepciones “es
decir las memorias oficiales mantenidas por instituciones, incluso por los estados, y memorias
subterráneas, ocultas o prohibidas” que afortunadamente no son para siempre como lo dice la autora
citando nuevamente a Traverso: “la fuerza del reconocimiento no son fijos e inmutables, evolucionan,
se consolidan o se debilitan, contribuyen a redefinir permanentemente el status de la memoria” con
la colaboración de los historiadores que sin pretensiones de hacer justicia estimulan la revisión
constante del pasado, no solo para vislumbrar determinadas agencias sino para desalentar creencias y
mitos sobre los acontecimientos locales en aras de investigaciones más rigurosas.
Lo escrito en el Capítulo 3 especialmente en alusión a la memoria resulta ser la propuesta más fuerte
de este libro situado en los términos de la historia reciente, que no deja de ser historia política e historia
social en el sentido de evidenciar a través de la caracterización de un civil en el Proceso, la eficaz
ingeniería de exterminio de ideas y prácticas impuesto por el régimen militar, como a la vez dar voces
a todos los que de alguna manera fueron tocados e impelidos por la Dictadura en Formosa para los
cuales no hubo oportunidad de tener palabra y poco se sabe, lo que reafirma la virtud de este texto en
cuanto a la sensibilidad de la autora para tratar esta etapa aciaga de la historia argentina y formoseña
que incita a volver la mirada sobre el pasado local como lo dice en la página 103 para “desmitificar la
idea instalada en el sentido común, que la violencia, el terror, la represión o la amenaza de ella se
desplego en otros escenarios, principalmente en las grandes ciudades”… y “que para las víctimas del
terrorismo de Estado, el RIM 29 es un lugar de horror, tortura y violación de sus derechos
fundamentales” y no solo el “símbolo de la victoria” en la lucha contra los guerrilleros que es
mayormente lo que se recuerda.
Por otra parte, se coincide con Leguizamón en su percepción histórica de “que en Formosa no hubo
al menos hasta hace muy poco tiempo un esfuerzo oficial para abrir la discusión sobre el pasado que
permita a los formoseños relatarse a sí mismos” y que se traslada no solo a esta temática sino a otras,
lo que indica la ardua tarea de los historiadores formoseños para aportar a la historiografía del lugar
con muchas áreas de exploración todavía no abordadas y que esta autora hizo punta, poniendo en juego
no solo su trabajo como investigadora sino como ciudadana y persona, que, como se dijo antes a través
del hallazgo de un objeto circunstancial en el ámbito familiar pudo activar su inquietud histórica que
la animo a encarar esta empresa intelectual de alto compromiso ético, seguramente contrariando todo
tipo de interrogantes, vivencias y experiencias para ofrecer un producto como el expuesto, de gran
valor testimonial y arrojo particular, considerando que muchos de los aquí citados aún están con vida
y generan opiniones encontradas.

También podría gustarte