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Retórica y discurso jurídico

Actividad 1. Discurso de tema libre.

“Guerra sucia: memorias olvidadas”


Actividad 1. Guerra sucia en México: memorias olvidadas.

Coloquialmente, se conoce como guerra sucia a cierto período temporal ubicado en


el México del siglo XX, lapso caracterizado por el uso de medidas de represión militar y una
política que buscaba la disolución de los movimientos y líderes de la oposición. Existe
bastante controversia alrededor de la duración y espacio temporal en el que se desarrolló
dicho régimen, pues los autores rebaten en cuanto a la fecha de inicio; no obstante, para el
presente trabajo se tomará en cuenta lo señalado por la CNDH, que considera el inicio de la
guerra sucia a partir de la masacre en la Alameda, efectuada el 7 de julio de 1952 en contra
de una manifestación pacífica en oposición al ascenso de la presidencia de Adolfo Ruiz
Cortines, masacre en la que se vieron involucrados elementos del Servicio Secreto, la Policía
Secreta de la Jefatura de Policía y la Policía Montada, dando como resultado un estimado de
200 personas fallecidas, siendo los demás cuerpos incinerados en el Campo Militar Número
1 y manteniendo las medidas de represión en los siguientes días, llevando a cabo
desapariciones forzadas y detenciones arbitrarias a familiares y simpatizantes del
movimiento.

Es a partir del suceso antes mencionado que los gobiernos subsecuentes empezarían
a utilizar de manera mucha más activa a las fuerzas de seguridad pública y otros grupos
paramilitares para mantener a raya a la oposición política, dando pie de esta forma al uso de
diversas prácticas —conocidas como crímenes de lesa humanidad— que iban desde el
encarcelamiento ilegal y la persecución política, hasta los secuestros, la tortura,
desapariciones forzadas e inclusive la detención de familiares de los involucrados. Y es que,
toda esta serie de operaciones militares, nunca pretendieron someter a disposición de las
autoridades competentes a aquellos que se consideraban instigadores de la insurrección
popular, sino que estaban directamente diseñados para capturar, torturar y desaparecer
temporal o definitivamente a los detenidos, ejecutándolos extrajudicialmente.

Por otra parte, es importante señalar, que la violencia física no fue la única arma que
se utilizó en contra de los individuos pertenecientes a la oposición, pues parte de su campaña
de persecución involucró la criminalización pública, que señaló a los participantes de la
insurrección como delincuentes, acusándolos incluso de terrorismo y cuestionando la
legitimidad de su movimiento, censurando y manipulando a los medios de comunicación
disponibles para no dejar mal al gobierno en turno.
Curiosamente, pese a que estos sucesos comprenden un período bastante amplio —y
reciente— en la historia de México no suele ser común escuchar hablar acerca del tema, pues
usualmente los únicos acontecimientos que siguen vigentes en la memoria de la sociedad
mexicana son los relacionados con los movimientos estudiantiles, como la masacre de
Tlatelolco, que, pese a ser recordada, tampoco resuena con la importancia que merece en
gran parte de la población, población que en su mayoría únicamente recuerda lo sucedido
cada 2 de octubre, en la celebración del aniversario, sin prestarle mayor atención al tema,
obviando que en realidad nunca existió solución ni justicia por lo sucedido. Y es que, la
masacre de Tlatelolco y la masacre en la Alameda son solo dos acontecimientos en una larga
lista de eventos trágicos y desafortunados que la mayoría de los mexicanos ignora,
permitiendo de esta forma la prolongación de la injusticia al no exigir en conjunto de las
víctimas y sus descendientes la reparación adecuada de los daños.

Lo anterior, en parte podría deberse a las medidas de censura, manipulación y


criminalización que el gobierno tomó en contra de los movimientos de insurrección, medidas
que desafortunadamente dieron frutos y permearon la ideología de la sociedad, que incluso
en la actualidad suele replicar aquella actitud hostil en contra de los movimientos sociales,
los cuales suelen ser muy juzgados, ridiculizados y desprestigiados. Y es que, en México
todavía es muy común ver a civiles justificando las medidas violentas ejercidas por parte del
Estado, considerándolas un método de legítima defensa pública e incluso mofándose de los
acontecimientos, lo que resulta en la perpetuación de este tipo de persecución y la falta de
justicia para los miles de mexicanos que sufrieron algún tipo de daño por parte de las fuerzas
armadas mexicanas.

Es en razón de lo antes mencionado, que se considera relevante mantener en la


memoria colectiva las implicaciones de la guerra sucia en México, pues mientras esto se siga
desconociendo la mentalidad de los ciudadanos permanecerá estancada, ignorando que al día
de hoy todavía existen familias exigiendo saber el paradero de sus hijos, hermanos y seres
queridos, familias que todavía no reciben respuestas por parte de las autoridades y que cada
día sufren por no conocer que fue de sus parientes, perdiendo incluso la oportunidad de tener
una tumba a la cual llorar.

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