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TALLER VII

PRESENTADO POR: MAURICIO NARANJO


PRESENTADO A: OSCAR SALDARRIAGA

Sin tener previsto tema alguno para la realización de mi trabajo de grado, ni tan siquiera
periodización o una localización en particular, lo que presento aquí será un primer bosquejo de
lo que durante los últimos meses me ha instado a preguntarme de manera constante. Cabe
resaltar que una de mis intenciones es que este futuro producto investigativo pueda ser
presentado tanto para la carrera de Historia, como para la Licenciatura en filosofía.
Dicho lo dicho, el umbral reflexivo del que parten mis cuestionamientos se cierne sobre una
pregunta a mi parecer central: ¿cómo enseñar?, más concretamente, ¿cómo enseñar filosofía?
Reconozco que a primera vista dicha pregunta revela un interés volcado a mi formación como
docente en filosofía y no muestra señal alguna de estar vinculada al quehacer del historiador, sin
mencionar que tal cuestión ha sido el caldo de cultivo de múltiples investigaciones e incluso
propuestas teóricas pretendidamente sistemáticas. Sin embargo, el modo en que la susodicha
pregunta puede ser vehiculizada y articulada al campo de la historia reside en la propuesta
epistemológica-histórica y metodológica de Olga Lucía Zuluaga en relación al saber y a la práctica
pedagógica. Recordemos que uno de los pináculos de toda su propuesta -sedimentada en una
arqueología del saber y la práctica pedagógica- es la intención de darle a la pedagogía nuevos
presupuestos que la ubiquen en un ámbito de saber alternativo al de la tradición epistemológica,
todo ello a través de la reconstrucción de su identidad histórica en la que su propia historicidad
la invita a reconocerse a ella misma. Según lo anterior, lo que efectivamente buscó la autora fue
propiciar la producción de una historia de la pedagogía como saber hacer, trascendiendo no sólo
los linderos impuestos por los marcos científicos e institucionales, sino también yendo más allá
de la historia de los saberes específicos a través de una historia de la enseñanza del saber específico.
No pretendo explayarme en cada uno de los elementos propuestos por Zuluaga y en cómo han
enriquecido la discusión acerca de la importancia de la pedagogía, empero sí quiero hacer énfasis
en una de las categorías y objeto de análisis más importante de su obra: la práctica pedagógica.
Difícilmente podría definir la práctica pedagógica dada su amplitud conceptual, no obstante,
para efectos del presente escrito sólo huelga decir que, más que un laboratorio experimental, se
trata de un conjunto de reglas anónimas situadas históricamente y vinculadas al cómo se enseña.
Aquí, la práctica pedagógica no tiene que ver tanto con alguna disciplina o saber específico, sino
con la producción de un discurso sobre objetos de conocimiento, es decir,

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