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A 320 años de la destrucción de Esteco

13 DE SETIEMBRE DE 1692
El terremoto que destruyó la ciudad de Talavera de Madrid, más conocida por Esteco, fue,
como lo afirma el geólogo Ricardo Alonso, “uno de los fenómenos naturales de origen
geológico interno más impresionantes de los registrados en la región en tiempos históricos, con
una intensidad de unos 8 grados en la escala de Richter”. Veamos entonces uno de los
testimonios recogidos por Filiberto de Mena, cronista del Rey, hacia 1760, y que transcribe lo
informado por el teniente de gobernador de aquella época, don Juan de Solórzano, que dice:
“Que por justos y secretos juicios de Dios Nuestro Señor, sobrevino a dicha ciudad un terremoto
tan estupendo que en poco más tiempo de una hora se arruinaron por los suelos templos, casas
y presidios sin que quedase en toda ella, piedra sobre piedra, y después se continuaron
consecutivos los temblores de día, y de noche con tanto ímpetu que se abrían brechas en las
tierras, y en la misma plaza, por una parte que se abrió salieron borbollones de agua, con que
se inundó casi todo el territorio…” El terremoto había comenzado a las once de la mañana.
Al respecto, agrega Alonso que en esta intensidad catastrófica, se pueden producir esos
fenómenos hidrológicos con nacimiento de géiseres y manantiales, o también tapando los
existentes. Y esta serie de movimientos sísmicos se sintieron con fuerza en la ciudad de Salta,
suscitando como lo dice una crónica, el culto “de la Limpia y pura Concepción del Milagro, cuya
imagen de la Iglesia matriz se halló caída de su nicho, al pie del altar mayor, sin ninguna
rotura, mirando al sagrario como impetrando piedad. El suceso su tuvo por milagro, y como los
temblores continuaron, se intensificaron las prácticas de penitencia y demostraciones de
devoción al Santo Cristo que estaba en el altar de las Animas del mismo Templo. Entretanto
había comenzado el solemne novenario, que terminó con la procesión realizada por los vecinos
con las imágenes. Poco después, el Cabildo resolvió jurar por abogada a la Inmaculada del
Milagro y recordar su día.
El historiador Roberto Levillier, en el tomo IV de su “Historia Argentina”, nos cuenta que
los sobrevivientes del terremoto que destruyó Esteco, se refugiaron en “el paraje llamado
Metán”, según lo informa el gobernador Juan de Zamudio en una carta dirigida al Rey. Y agrega
Levilllier que “Pocos años después, el mismo gobernador Zamudio sacó algunos vecinos de
Metán porque se enfermaban de ‘coto’ (por la falta de yodo en las aguas), y los llevó siete
leguas más al sur a formar el fuerte de Nuestra Señora del Rosario, que es el origen del actual
Rosario de la Frontera. Este fuerte comenzó a llamarse aun en los documentos oficiales,
Rosario de Esteco, y el primitivo pueblecito de Metán de los exiliados de la ciudad desaparecida
también se llamó muchas veces Esteco, prevaleciendo al fin el de Metán. Durante el gobierno
de Urízar y Arespacochaga ambos fuertes fueron reforzados, porque los indios arremetían a
Metán y Rosario”.
Como vemos, nuestra ciudad estuvo a punto de heredar el fatídico nombre de Esteco,
población maldita según la leyenda, como sí lo hizo la pequeña estación ferroviaria situada
entre Metán y El Galpón, y que fue arrasada, en 1975, por un espantoso incendio provocado
por el choque de dos trenes cargados con petróleo de Caimancito.
Como dato curioso, damos un extraño caso de paralelismo histórico. También la ciudad de
Port Royal en Jamaica fue totalmente destruida y sumergida por un terremoto, en setiembre
de 1692 y a las once de la mañana, como en Esteco. Y tenía también la fama de ciudad maldita,
ya que era un paraíso de bucaneros, criminales y ladrones, y en la que el pirata Morgan había
establecido su base de operaciones para saquear los galeones y ciudades hispánicas que
florecían en la época. Los españoles vieron en ello un justo castigo de la Justicia Divina.

Junta de Estudios Históricos

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