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Antonio Ismael Lapalma - Psicología Comunitaria en Argentina

I Parte: Introducción

En Argentina, en comparación al desarrollo alcanzado por la psicología clínica y fundamentalmente


por el psicoanálisis, la denominada psicología social-comunitaria, no ha podido exceder los marcos
de las experiencias puntuales y de algunos desarrollos teóricos. Hay principalmente dos procesos
paralelos se anudan para limitar este desarrollo: uno fundante que encuadra la historia político -
institucional de nuestro país, en los últimos 50 años, y el otro convergente que encarna la singular
historia de una práctica profesional que la vincula casi con exclusividad al psicoanálisis.

En relación al primer proceso cabe señalar, como obstáculo central en el mismo, una vida política
institucional signada por dictaduras militares, con escaso interregno democrático, que marcaron
férreamente los límites de cualquier práctica que pretendiera trascender los estrechos marcos
permitidos. Es importante especificar las singularidades que tuvieron en nuestro país,
especialmente por sus alcances para el análisis del tema de este artículo.

En primer lugar la extensión del protagonismo militar en nuestra historia y la imposibilidad hasta
1983-1989, de concretar un ciclo completo democrático durante décadas.

En segundo lugar, la forma en que se fue internalizado a nivel de la sociedad civil, especialmente
en sus capas medias, el terror como bagaje presente en su vida cotidiana y por lo tanto en la
producción de conocimientos, especialmente a partir del golpe militar de 1976.En tercer lugar las
características profundamente reaccionarias de las clases dominantes en nuestro país, vinculadas
al pensamiento militar y a una Iglesia mayoritariamente reconciliar, que fueron construyendo un
Estado que nunca permitió ni siquiera mínimos espacios de debate.

Esto significó un estancamiento de las ciencias sociales, especialmente en aquellos que hubiesen
podido vincularse con una práctica cuestionadora. En este sentido la posibilidad de desarrollar una
psicología comunitaria que pudiera insertarse en aquellos espacios sociales excluidos de la
participación política y expropiada de la riqueza social fue una tarea aislada.

Antecedentes de la psicología social comunitaria en Argentina

Es imposible entender la aparición de la psicología social comunitaria, sino se investiga la definida


influencia del psicoanálisis en la formación de las primeras generaciones de psicólogos.

La psicología surge en la Argentina como carrera en el año 1958. Desde sus inicios estuvo
claramente influenciada por el modelo médico. En una primera etapa la Asociación Psicoanalítica
Argentina, que orientó los primeros años del rol profesional, impuso una decidida impronta clínica
al quehacer psicológico que marcó un sello de identidad para generaciones de psicólogos que
aprendieron a pensar el discurso social en términos de modelos intrapsíquicos.
En una segunda etapa, en la década del 70, se observa la presencia de psicólogos, discípulos de
aquellos que introdujeron el psicoanálisis en la Universidad, fundamentalmente preocupados por
reivindicar la legalidad del rol profesional reclamando la posibilidad del ejercicio clínico.

El psicólogo argentino creció en la creencia de que la psicología es clínica y ésta psicoanálisis, lo


que ha generado el conocido hecho de que en Buenos Aires, sea la capital de dicha práctica, por el
número de analistas y la fecundidad de su producción teórica. (Aproximadamente 25.000
psicólogos, 9.000 en Capital Federal).

Esto coincide con la afirmación de Ardila (1986) de que los departamentos de psicología y las
posiciones de mando en la disciplina han estado desde los inicios, y diríamos hasta bien entrada la
década del 80, en manos de médicos, psiquiatras y psicoanalistas.

Los antecedentes mencionados conformaron un perfil de psicólogo desconectado de otras fuentes


bibliográficas, metodológicas y epistemológicas, que la disciplina desarrolló a nivel mundial.

Es importante señalar dentro de esta perspectiva histórica de la psicología social comunitaria, el


aporte que se deriva de la experiencia de trabajo comunitario de Enrique Pichón Riviere, el cual
introduce el pensamiento de Kurt Lewin y la noción de laboratorio social.

Esta experiencia realizada en 1959 en Rosario, reunió a estudiantes de diversas facultades


dispuestos a trabajar en problemas concretos de la comunidad en el campo de las relaciones
humanas, las relaciones industriales y la educación. Contó con el apoyo del Instituto Argentino de
Estudios Sociales (IADES), la facultad de Ciencias económicas, el Instituto de Estadísticas, la
Facultad de Psicología y el Departamento de psicología de la Facultad de Medicina. Este trabajo
comunitario fue el punto de partida para las investigaciones sobre los grupos operativos.

En la década del 60 y particularmente la primera parte de la del 70 surgen importantes de


iniciativas de carácter comunitario, en salud mental, vivienda y educación. Es Bleger (1966), quien
tempranamente se preocupó por la temática y definió el rol del psicólogo en el campo
institucional y comunitario. Para este autor esta tarea implicaba un doble pasaje en el rol del
psicólogo: por un lado de una actividad centrada en la curación de la enfermedad a un enfoque de
prevención de la salud; por el otro un pasaje de un enfoque individual a uno social. Este último
implica modelos conceptuales propios y campos de aplicación específicos.

Desde la cátedra de Higiene Mental perteneciente al departamento de Psicología de la Facultad de


Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, se llevaron a cabo estudios sobre problemas
de la comunidad sobre las dificultades, prejuicios, resistencia del propio equipo de trabajo,
planificación sobre las diversas técnicas a aplicar y evaluación de estudio y de la tarea.

Otro antecedente, en el cual es posible encontrar abundante documentación escrita inédita, cintas
grabadas y material elaborado, es la Experiencia de Fortín Olmos, que se inscribe dentro de los
modelos de desarrollo de comunidades. Esta experiencia estuvo orientada a facilitar la
transformación de una población de hacheros nómades en agricultores, mediante el desarrollo
activo de una organización cooperativa.
Es importante destacar una experiencia que dentro del campo de la salud, se acerca a un abordaje
comunitario y de algún modo lo induce como modelo. Se trata del Hospital Gregorio Aráoz Alfaro
de Lanús (Provincia de Buenos Aires), el cual incorpora a la oferta gratuita y pública de los
servicios, los principios de psiquiatría dinámica y la psiquiatría comunitaria, transformando el
modelo institucional con una propuesta interdisciplinaria y comunitaria, poniendo el acento en la
prevención primaria, gestando un equipo de promoción y protección de la Salud.

En el interior del país, desde la Universidad Nacional de Córdoba, en la Facultad de Filosofía y


Humanidades - carrera de psicología, entre los años 1969/76 funcionó el Centro de Investigaciones
en Psicología Social, en el cual se trabajó en Psicología social aplicada a los siguientes ámbitos: a)
conducta desviada; b) administración pública y c) salud pública.

La recuperación de la democracia en 1984, al modificar el contexto político institucional posibilitó


que el psicólogo comience a repensar su inclusión en la trama social. Por un lado aumentó la
demanda de intervención en el campo comunitario y por otro la crisis económica limita la práctica
clínica.

A esto se le suma la decisión de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Buenos


Aires, al incluir en la formación materias y actividades centradas en perspectivas sociales y
comunitarias.

En Rosario, en 1984 surge el Proyecto de Asistencia a la comunidad - Centros de Asistencia a la


Comunitaria - CeAC, vinculado al departamento de post-grado de la carrera de psicología. Sus
objetivos están orientados a:

 Desarrollar un programa comunitario, a partir de la problemática de la salud, mediante un


modelo de prevención, con una metodología participativa y de inserción comunitaria.
 Aportar conocimientos y técnicas para la recuperación y creación de los recursos
apropiados para que la comunidad resuelva sus problemas.
 Promover la producción científica e investigación, en la intersección de las planificaciones
de salud, educación y políticas sociales.
 Desarrollar propuestas científicas en áreas que frecuentemente no encuentran una
inserción en los desarrollos curriculares tradicionales.

A partir de 1986 se inicia en el campo de la salud comunitaria los Encuentros de Salud, Atención
Primaria en Salud y Participación Popular. Estos eventos delimitaron el surgimiento de una Red en
salud comunitaria y líneas de capacitación. Esta última, está orientada a la formación de agentes
de salud comunitaria.

Es Cardarelli quién a partir del análisis del marco normativo de los documentos teóricos, técnicos y
operativos de la Dirección Nacional de Promoción Social propone distintas etapas referidas a las
ideas prevalecientes sobre el Desarrollo de Comunidades a lo largo del lapso considerado en el
estudio.
Establece cuatro etapas que transcurren entre los años 1966 a 1983, cada una de ellas
caracterizadas por estar vinculadas a un modelo de desarrollo originado en organismos
internacionales y en las condiciones sociopolíticas del país. Estas etapas son:

Etapa A: La institucionalización del desarrollo de comunidades (1966-72)

Corresponde al período marcado por la influencia de la Alianza para el Progreso y de la Comisión


Económica para América Latina (CEPAL), donde la noción de desarrollo es equivalente a desarrollo
económico a partir de procesos de planificación. La incorporación al aparato estatal de
profesionales, fortaleció este tipo de programas, cuya creación, paradójicamente corresponde a
un gobierno militar.

Etapa B: Revisión crítica institucional (1973-75)

Durante este período se cuestiona el modelo desarrollista, aparecen documentos sobre la


participación popular. La concepción vigente es que la dependencia y la explotación son
consecuencia del desarrollo capitalista. "Comunidad" pasa a ser el motor del cambio social y
comienza a cuestionarse ideológicamente el término. La concientización de la población pasa a ser
la meta de este tipo de programas.

Etapa C: La gestión tecnocrática de la Organización (1976-1980)

Desde los organismos internacionales, se abre paso al tema de las "necesidades básicas" y a un
enfoque de desarrollo que trata de integrar las sociedades rurales y urbanas reduciendo las
disparidades sociales. En los foros internacionales se comienza a hablar de "promoción social o
promoción humana". Para los profesionales del tema, el desarrollo de comunidades pasa a ser una
técnica de trabajo.

Etapa D. La Organización Ilustrada (1981-1983)

En este período en el desarrollo de comunidades no sólo se incorpora la capacitación como forma


de poder dotar de habilidades y destrezas los proyectos, sino para garantizar la transferencia de
habilidades a potenciar las organizaciones, aún en ausencia de equipos externos.

Desde el gobierno se implementan programas de alcance nacional, el programa alimentario


nacional, el programa nacional de alfabetización, el programa social básico y el proyecto de acción
popular. Todos ellos con potencialidades sinérgicas en la solución de las necesidades básicas y
tienen por común denominador la participación y la solidaridad comunitaria.

Un equipo interdisciplinario planificó un modelo de intervención comunitaria. Esta no tuvo


continuidad por no poder coordinar los aspectos vinculados con la racionalidad política, con sus
tiempos, valores y formas propias de la racionalidad técnica.
El programa social básico tenía por objetivos dar asistencia técnica a los municipios para la puesta
en marcha de programas y proyectos. Este tipo de asistencia no sólo facilitaba el apoyo en los
aspectos financieros, sino que garantizaba la capacitación de equipos técnicos y el apoyo al
desarrollo organizacional de instituciones de base. La riqueza de esta experiencia consistió en
reunir a profesionales de las ciencias sociales, distintas disciplinas artísticas, especializadas en
investigación participativa, educación por el arte y animación sociocultural, realizando trabajo en
barrios y zonas rurales.

Otro de los antecedentes de importancia es el Programa de Capacitación para la Gestión de la


Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) iniciado en 1975, como alternativa a los
programas de planificación vigente en esa época. Se propone romper el divorcio entre el
diagnóstico, la gestión y la toma de decisiones. Enfatiza el entrenamiento de todos los actores
sociales, en estilos participativos de gestión.

Debe mencionarse la propuesta de articular: a) las fases del cambio social planificado (Lippitt P;
Watson, y Westley.1970), con procesos participativos, b) las habilidades sociales y c) tecnologías
sociales en procesos de cambio social en el plano del desarrollo local (Lapalma: 1988).

Esta propuesta, con un sinnúmero de intervenciones comunitarias, ha sido también una estrategia
de capacitación de equipos técnicos y de formación de agentes comunitarios en varias provincias
argentinas.

Otro de los antecedentes es la experiencia acumulada por las organizaciones no gubernamentales


(ONG). El espacio que estas instituciones delimitan en el campo social, es significativo dentro del
conjunto de prácticas comunitarias, en la medida que configuran un terreno propicio y en gran
medida potencial para el desarrollo de la psicología social comunitaria.

En los últimos años (especialmente a partir de la apertura democrática) las actividades de estas
organizaciones se han intensificado Dada la juventud de la mayoría de ellas, existe una dispersión
de la información en cuanto a las características de sus estrategias y estilos de intervención las
cuales desarrollan en áreas rurales y urbanas.

Carlos Buthet, (1986) caracteriza los principios metodológicos de estas organizaciones:

 Apoyo a organizaciones autogestionarias de los grupos trabajando sobre necesidades


básicas sentidas como prioritarias por los grupos.
 Conducción de su propio proceso, implicando a los líderes naturales en sus estructuras de
la organización.
 La gradualidad del proceso de solución de las necesidades mediante la adecuación de la
magnitud y complejidad de los proyectos a los que el grupo se aboca.
 El rol de las ONG, es fundamentalmente de asistencia técnica subsidiaria que apoya y
acompaña suministrando el elemento básico: información y apoyo financiero en las
gestiones ante organismos del estado y agencias internacionales.
Desde el punto de la psicología social aplicada, el aporte más utilizado en su práctica son las
técnicas grupales. Aún cuando la participación de psicólogos sea escasa, las denominadas técnicas
participativas, forman partes del arsenal de instrumento metodológicos de gran parte de
organizaciones no gubernamentales (ONG).

II Parte: Intervenciones Comunitarias

Problema abordado

Se presenta una intervención comunitaria en un barrio de un sector popular del Partido de


Quilmes - Provincia de Buenos Aires, llevada adelante por el Grupo de Investigación y Acción
Comunitaria, un equipo interdisciplinario perteneciente al grupo de las organizaciones no
gubernamentales (ONG).

El problema abordado es el de la salud popular. El objetivo general del proyecto es contribuir con
el abordaje comunitario del proceso de salud-enfermedad, a los procesos de organización barrial
que den marco a la construcción de alternativas sanitarias populares que faciliten el papel
protagónico de la comunidad en la definición de sus prioridades y soluciones.

Esta intervención comunitaria duró tres años y se desarrolla en un barrio suburbano de 3000
habitantes de extrema pobreza e intenta apartarse de los tradicionales lineamientos de la
Atención Primaria de salud.

Por su parte el equipo técnico plantea la construcción de alternativas de trabajo en salud, que
redefinan este proceso en el sentido de la superación que sitúan la participación popular en forma
subordinada, a la ejecución de campañas o programas de salud y que en la práctica terminan
funcionando como una "medicina pobre para pobres".

Estrategia de Intervención.

A partir de un diagnóstico participativo con la comunidad que dura aproximadamente seis meses
se relevan los problemas fundamentales de la misma:

 Deficiente atención de los servicios públicos, tanto a nivel de servicios médicos, como de
saneamiento ambiental.
 Problemas sanitarios derivados de las condiciones de vida: parasitosis, diarrea,
desnutrición infantil, enfermedades bronquiales.
 Escasa posibilidades de atención en emergencia: no ingresan ambulancias al barrio
 Graves problemas de violencia, adicciones, patologías mentales.
 Inexistencia de una organización vecinal representativa.
A partir del análisis y discusión con la comunidad se evalúa la situación como sigue:

 Si bien las condiciones económicas y ambientales constituyen el núcleo básico de la


problemática sanitaria, el propósito principal para posibilitar el desencadenamiento de
procesos de cambio, es colaborar en la construcción de organizaciones autónomas de los
habitantes de la comunidad, dado que posibilitará, el inicio de un cambio hacia la
conquista de mejores condiciones de vida.
 Si bien el anterior pasa a ser el objetivo específico principal de la comunidad y del trabajo
del equipo técnico, se delimitan actividades vinculadas al mejoramiento de algunas
condiciones de vida abordable por parte de la comunidad con el apoyo del equipo técnico.

Estos dos ejes se basan en los siguientes presupuestos:

 El impacto fundamental de un proyecto de intervención comunitaria desde una institución


no gubernamental es el de desencadenar procesos de cambio en las representaciones de
los actores sociales tienen de su papel en la sociedad civil y por lo tanto de incidir con su
práctica social en la modificación de los consensos sociales que los marginan de
condiciones de vida digna.
 El proceso de organización vecinal autónomo de puede inscribir en este cambio de las
representaciones de la comunidad, como un fenómeno que expresa el protagonismo y el
pasaje de sujetos a actores sociales que amplían sus espacios políticos-sociales.
 La legitimación de determinadas visiones de la realidad, como por ejemplo la biomédica,
está basada en la manera como impone su hegemonía teniendo consenso social y por lo
tanto, la construcción de una visión no reduccionista del proceso salud enfermedad
implica la construcción junto a la comunidad de modelos alternativos que obtengan su
legitimidad a partir de la validación de los actores.
 El abordaje de la problemática sanitaria por la comunidad objetivo, desde esta perspectiva
implica la elaboración y producción de alternativas para el mejoramiento de sus
condiciones de vida que impliquen superar la pasividad y el fatalismo frente a diversas
patologías, reteniendo en sus manos la dirección y planificación del proceso.

Epistemológicamente el abordaje propuesto se sustenta en una postura constructivista


(Watzlawick, P. 1983) especialmente a partir de situar las diferentes teorías, como puntuaciones
específicas de la realidad que obtienen su validez a partir de la obtención de consenso social.

La posibilidad de generar alternativas a modelos considerados insatisfactorios para enfrentar o


solucionar problemas, pasa por la construcción consensuada con los actores sociales involucrados
de opciones y no por la elaboración de modelos a ser absorbidos por estos en una tarea de
concientización.

Esta postura implica como unidad del proceso de abordaje, sabido que un producto del trabajo va
ser la construcción conjunta de todos los actores de un acuerdo consensuado de la realidad.
Desde el punto de vista del proceso de salud-enfermedad el equipo técnico lo entiende como una
construcción histórico-social y al modelo médico hegemónico según la caracterización de Eduardo
Menéndez como biologista, positivista, que toma la salud como mercancía establece una relación
asimétrica médico-paciente, subordina la participación de los "consumidores" en las acciones de
salud, los excluye del saber médico, deslegitimando otras prácticas curadoras, teniendo el control
social e ideológico. También incluye como fundamento teórico en este tema la visión acerca del
modelo biomédico de Fritjot Capra (1985) quien sitúa al modelo como definiendo la enfermedad
en términos de los desajustes de los mecanismos biológicos escindiendo la integralidad del
proceso.

Desde el punto de vista del aporte de la psicología a la elaboración del marco conceptual
interdisciplinario se toman los aportes de los modelos sistémicos y comunicacional de P.
Watzlawick (1983), así como también los aportes en cuanto a recursos técnicos de R. Bandler y J
Grinder (1983).

Diseño de la intervención

Definición del dominio de intervención:

Dada la cantidad y variedad de las expectativas generadas en el desarrollo del proyecto por parte
de la comunidad, entidades oficiales de la zona, etc. que expresaban objetivos, se especificó el
dominio de intervención del equipó "como el espacio interaccional del equipo técnico con la
comunidad". Esto posibilitó recortar el territorio y operar sobre el proceso de modificación de este
espacio, especialmente a partir del desarrollo organizacional de la comunidad.

Este espacio de intervención siguió el siguiente curso:

 Equipo técnico/núcleo inicial de vecinos y la Sociedad de Fomento (junta vecinal


burocrática y rechazada por el barrio)
 Equipo técnico/comisión de salud (el núcleo inicial excluyó a la sociedad de fomento y se
organizó una comisión de salud.
 Equipo técnico/centro comunitario (la comisión se desarrolló e integró a diversos sectores
del barrio).

En estos aspectos se sitúa la definición consensual de los contratos del equipo con la comunidad.
La definición contractual posibilitaba la clarificación por parte de los participantes del rol y las
expectativas, así como también, es lo que permitía validar la legitimidad y además, iba
modificando con el desarrollo del proceso el tipo de relación contractual que podría señalarse
como de una mayor actividad y presencia de la comunidad al final del proyecto.

Definición consensual de metas:

En el dominio de realidad del proyecto (equipo técnico/comunidad) se planificó el desarrollo de las


actividades y de las metas. Esto implicó ir modificando objetivos iníciales del equipo técnico e ir
construyendo objetivos con el equipo técnico/comunidad. Implicaba resolver la tensión entre
objetivos ideales y objetivos posibles, incluyendo a todos los actores en el diseño y puesta en
práctica de las propuestas.

En este marco se elaboraron las distintas actividades:

 Participación colectiva de la comunidad en modificaciones concretas de algunos


problemas básicos: construcción de todas las veredas del barrio, campaña de
desparasitación, instalación de contenedores de basuras, obtención de una recolección
periódica, etc.
 Aprendizaje organizacional de la comisión de salud y luego del centro comunitario:
capacitación institucional, discusión y tratamiento de conflictos intergrupales, intercambio
de experiencias interbarriales, incremento de la capacidad de gestión frente al Estado.
 Desarrollo de alternativas autogestionarias de salud:
o Capacitación acerca del proceso de salud-enfermedad desde una mirada no
reduccionista y que posibilitara la recuperación del conocimiento popular y
prácticas alternativas.
o Desarrollo de un sistema comunitario de atención de emergencia
autoadministrados.
o Desarrollo de un sistema de turnos anticipados con el hospital zonal,
consolidación de la organización vecinal, construcción de local del centro
comunitario, capacitación acerca del dominio de interacción centro
comunitario/comunidad

Procedimientos de Abordaje

Se puede definir operativamente tres formas básicas en que el equipo técnico realizó su
intervención, aún cuando en la práctica del trabajo estuvieran interrelacionados:

 Capacitación y metacapacitación: el espacio para construir conjuntamente los saberes


necesarios para el desarrollo de las metas. Incluyó la confección de diagnósticos, trabajo
sobre temas de salud, formas para solucionar problemas, planificación, aprendizaje
organizacional, comunicación social, etc. Como parte de este proceso se trabajó el
aprendizaje de la capacitación como forma que permita generar conjuntamente los
conocimientos necesarios.
 Asesoramiento: estuvo vinculado especialmente a la información sobre determinados
aspectos técnicos, como por ejemplo, los relacionados a la ingeniería sanitaria,
conocimientos biomédicos, conocimientos de herborística medicinal, técnicas de
construcción, técnicas de dinámica grupal.
 Apoyo a la consolidación grupal: específicamente se trabajaron los vínculos intragrupales
en los dominios de intervención antes señalados para facilitar el desarrollo de las tareas y
la consolidación grupal. Se utilizaron técnicas que produjeron cambios en las reglas
explícitas e implícitas que el grupo manejaba y entorpecía su avance.
Puesta en Práctica de las intervenciones

El equipo técnico estaba integrado por un antropólogo sanitarista, un sociólogo, un comunicador


social y un psicólogo social. Se sumaban puntualmente en las tareas de asesoramiento un
ingeniero sanitario y un médico.

Este equipo fue elaborando previa y durante la intervención su esquema conceptual referencial y
operativo (ECRO), que para Pichón Riviere es un instrumento de "carácter dialéctico donde las
contradicciones referidas al campo de trabajo deben ser resueltas en la misma tarea" (Pichón
Riviere E.1986, 150)

El abordaje supuso dos momentos permanentes en la tarea: 1) el trabajo de campo y 2) el trabajo


de reflexión acerca de la tarea. Esto permitía enfrentar la tensión entre empirismo y tecnicismo,
en función del desarrollo de una práctica fundamentalmente operativa donde se planificara cada
intervención.

Además servía también para enfrentar la tensión entre la rigidez de los roles profesionales y la
licuación de los mismos, en función de construir un trabajo donde la interdisciplina no fuera un
empobrecimiento de los distintos modos sino por el contrario un aumento en la riqueza de las
distintas perspectivas.

El diagnóstico participativo realizado a principio del trabajo cumplió un papel fundamental en la


comunicación del equipo con la comunidad permitiendo generar espacio interaccional núcleo
inicial del trabajo. Permitió sortear también a partir de esta delimitación del territorio de
operación, la primera dificultad del trabajo: el carácter burocrático y sin consenso de la sociedad
de fomento, con la cual se había realizado el contrato inicial del trabajo. Supuso revertir este
escollo a partir de redefinir rápidamente un nuevo espacio.

El caso del proceso de intervención también pone a prueba en el espacio del trabajo, la
confiabilidad de los actores, (incluye el equipo técnico) que posibilitara legitimar el trabajo
conjunto. En función de ello en el curso de la intervención fue desde el inicio el mayor peso del
equipo, hasta lograr una mayor autonomía por parte del grupo de base. Así mismo, las actividades
del proyecto fueron aquellas en las que se fortaleció la participación colectiva de la comunidad
(construcción de pasillos) como aquellos que consolidaban al grupo líder (encuentros
interbarriales).

Por otra parte ha desechado un esquema rígido en la formulación de las metas y la planificación
de actividades en tanto la riqueza de un proceso de intervención requiere la posibilidad de ir
dando cuenta de los distintos momentos consensuales vinculados a los distintos momentos de las
circunstancias económicas-sociales y políticos de contexto.

Evaluación

En términos de los logros obtenidos el más importante fue la consolidación de una organización
vecinal, con características participativa y democrática.
Por otra parte esta organización fue creciendo en el desarrollo de actividades que le posibilitaron
generar consenso.

Desde el punto de vista sanitario se gestaron instrumentos que permitieron la autoadministración


de determinados recursos, como por ejemplos, sistemas comunitarios de atención de emergencia
que posibilitó el aporte de la asistencia a la red, ampliar en campo de acción a la gestión
institucional ante la comisión pública, para el mejoramiento de las condiciones ambientales y de la
atención de la salud.

Prácticamente todas las metas que se definieron consensuadamente se cumplieron siendo quizás
el aprendizaje más importante la posibilidad de superar el fatalismo y encarar la solución. Aún
cuando esto signifique en gran medida tener que organizarse para obtener por parte del Estado el
cumplimiento de sus obligaciones.

Las limitaciones de este proceso de intervención se manifiestan en la tensión entre autonomía


versus clientelismo. Si bien el trabajo estuvo dirigido a aumentar la autonomía del grupo de base,
a partir de una mejor distribución del capital simbólico, de un cambio en las representaciones de
los actores acerca de su papel en la sociedad civil, las características que esto tiene desde el punto
de vista político social e institucional refuerza el clientelismo y tiende a subordinar a los grupos de
base.
Desde el punto de vista de la construcción de conocimientos para el abordaje efectivo de la
problemática social, se plantea un límite a generalizar por las características micro de este tipo de
experiencia.

Rol de Psicólogo social

Debemos situar el papel del psicólogo en esta intervención en distintas fases del proceso.

En primer lugar el aporte de su perspectiva a la construcción del ECRO lo que supone su inserción
en el plano de la elaboración interdisciplinaria.

En segundo lugar el aporte profesional en el análisis del pro-ceso interaccional.

En tercer lugar la utilización de instrumentos de la psicología social y/o de la clínica para trabajar
en el cambio de estos procesos en un sentido de mayor libertad en la interacción.

Y en cuarto lugar su papel en la coordinación y utilización de técnicas grupales para favorecer los
procesos participativos.

III Parte: Conclusiones Generales

Las condiciones de estudio y ejercicio expuestas, en la que se incluyen aspectos académicos,


políticos institucionales y socioculturales, generaron una situación general que puede
caracterizarse como de gran desorden y desprolijidad en lo que hace a la sistematización de las
experiencias acumuladas.
Por otra parte no existen espacios institucionales creados en los cuales puedan confrontarse
experiencias y desarrollar proyectos.

Es de señalar que en esta etapa de incipiente desarrollo para la psicología social comunitaria se
hace sentir el peso de la tradición clínica que desde su creación orientó la formación de los
profesionales de psicología. Es por ello que un porcentaje mayoritario de los proyectos
encausados desde una perspectiva comunitaria se orienta al campo de la salud mental.

Es alentador el observar la participación en proyectos y programas del psicólogo en equipos


multidisciplinarios. Si bien tomará tiempo el que profesionales del campo de las ciencias sociales
puedan visualizar al profesional de la psicología como un colaborador muñido de los recursos
metodológicos necesarios para dicha integración.

Hay una creciente afirmación del rol del psicólogo en la evaluación de necesidades, el diseño de
modelos y planificación de la intervención.

Una de las dificultades ha sido la de delimitar el campo de la psicología comunitaria como campo
de la psicología social aplicada en la cual se confunden aspectos teóricos y metodológicos de las
ciencias sociales

Desde el punto de vista de la generación de conocimientos en este caso se hace indispensable


ubicar nuestra práctica en un contexto de países capitalistas dependientes en crisis estructurales y
que las comunidades se expresan con formas de conciencias desiguales que se reflejan en modos
de relaciones asimétricas y clientelar. Nuestra práctica debe evitar replicar modelos
descontextualizados, evitando apropiaciones acríticas.

Para concluir observamos como un objetivo de mediano plazo contar para el fortalecimiento de la
disciplina en nuestro país con un marco político que sostenga la formación de psicólogos
comunitarios, la realización de proyectos con la integración de estos profesionales y crear espacios
para la difusión de las experiencias.

Mario J. Molina - Entrevista con el Dr. Saúl Ignacio Fuks


¿Cómo visualiza UD. desde su experiencia a la psicología comunitaria en Argentina y en
Latinoamérica?..., ¿Hay desarrollos teóricos, experiencias de trabajo, una real participación en el
marco de la psicología académica y profesional?

La psicología comunitaria en Argentina y en menor medida en América del Sur ha surgido


asociada a tres campos de prácticas que impulsaron a las reflexiones teóricas: lo “social”, la
“salud” y la “ciudadanía” y dependiendo de la época histórica y de la región de la que hablemos,
las inequidades, las temáticas de género o étnicas, o las cuestiones de los derechos humanos se
han ido turnando como focos de interés.
En algunos países, la producción epistemológica, teórica, y/o metodológica adquirieron tal
densidad y complejidad que se ha podido llegar a hablar de una Psicología Comunitaria
Latinoamericana. En mi visión este desarrollo fue posible en aquellos países en los que la
interconexión entre las “practicas” y los centros académicos era fluida y equilibrada, como en
Venezuela, Puerto Rico, Brasil, Chile para nombrar algunos donde ha sido más evidente lo que
planteo.

En Argentina las “experiencias” en terreno han exhibido más originalidad y profundidad que los
desarrollos teórico-epistemológicos académicos, lo cual, probablemente, haya sido potenciado
por la carencia de tradición de investigaciones en la psicología académica.

¿Cree Ud. que hay problemas propios del hombre latinoamericano que la psicología tiende a
darles respuestas? ¿Cuáles son esos problemas y cuál la tendencia en las respuestas?

Creo que, en ciertos momentos históricos de Latinoamérica, la psicología comunitaria contribuyó


con aportes sustanciales; lo hizo –en los orígenes- a partir de un esfuerzo de integración de las
dimensiones subjetivas con las sociales que trascendían lo producido por la psicología social
académica o por la clínica; también fueron notables los aportes generados en su asociación con los
movimientos sociales de los 60’ y 70’ y, más recientemente los aportes a la cultura del dialogo y la
convivencia como temáticas de finales del milenio. Hablar del “hombre latinoamericano” es un
tema que parece trascender la ilusión de apropiación de cualquier disciplina científica y, si esta
pareciera una afirmación transdisciplinaria y postmoderna, deberíamos volver a leer a Rodolfo
Kusch.

No creo que la psicología comunitaria –como subdisciplina psicológica- pueda dar respuesta a una
temática tan compleja, aunque creo que en una mesa donde estén sentados los antropólogos,
filósofos de tradición latinoamericanista, sociólogos y algunos “transdisciplinarios”…. en ese
contexto, los psicólogos comunitarios tendríamos algunas preguntas para compartir.

En Argentina, ¿La psicología comunitaria está asociada a algún desarrollo o movimiento social o
académico? Es decir, ¿La psicología comunitaria tiene una presencia coyuntural o no?

Considero que en nuestro país la psicología comunitaria estuvo y está más asociada a las
inquietudes de las prácticas que al saber compartimentado del mundo académico.

Estuvo asociado, en los 60’ a las perturbaciones que planteaban las nociones de “desarrollo
social”, en los 70’ a la “liberación nacional” y lo “popular”; en los 80’ al final de un mundo dividido
entre dos imperios, y con el comienzo del “fin de las ideologías”; en los 90’ al triunfo de la
“sociedad de consumo” y a fines del milenio al “mundo líquido”…. es decir que en mi visión, la
psicología comunitaria intentó dar soporte a las preguntas que las prácticas (educativas, de salud,
sociales, de derechos ciudadanos, minorías, etc.) proponían en un mundo cada vez más
globalizado.
Estoy tratando de decir que es coyuntural, en tanto que su conexión con las “practicas” le dio una
gimnasia reflexiva notable; pero que no es coyuntural en tanto se ha vuelto una referencia para
aquellos que han encontrado en ella un intersticio entre lo “político” y lo “profesional”.

Por lo general, los planes de estudio de las carreras de psicología no tienen su fuerte en la
mirada comunitaria. ¿Ud. coincide con esto?, desde su experiencia ¿Esto tiene causas visibles?, y
si es así ¿Pueden revertirse? ¿Es necesario?

En la Universidad Estatal Argentina, la casi inexistencia de programas académicos de psicología


comunitaria es más un producto que una causa; una situación generada por un conjunto de
circunstancias entrelazadas con la historia de la Psicología Argentina.

La enseñanza de la Psicología en la Argentina ha sido sustancialmente diferente del resto de


Latinoamérica, debido a la presencia hegemónica de la psicología clínica en desmedro del resto de
las subdisciplinas: en Argentina ser psicólogo, es sinónimo de ser psicoanalista. Que la corriente
clínica hegemónica haya sido el Psicoanálisis, significo la impronta que esa corriente del
pensamiento clínico impuso al tratamiento de los temas. En ese sentido -en la Argentina- el
estudio de lo “social” estuvo filtrado por una visión psicopatológica (como sostuviera Eduardo
Menéndez y por el desconocimiento de la existencia de otras concepciones acerca de lo colectivo.
Cuando digo desconocimiento no me refiero –solamente- a desconocer en el sentido de la
ignorancia, (que también la hubo) sino a negarle la condición de conocimiento científico que
podría ser estudiado.

La carencia de estudios universitarios de psicología comunitaria es –entonces- un producto del


doble desconocimiento, de la ignorancia y de la descalificación de todo conocimiento que no sea
el propio.

Como sosteníamos en un reciente trabajo acerca de las paradojas del empowerment, un


basamento imprescindible para construir y potenciar alternativas en aquellos con quienes
trabajamos (tal como sostuviera Paolo Freire) es el de presuponer que los “otros” (personas,
grupos, comunidades) tienen recursos, posibilidades, capacidades y herramientas que provienen
de su propia historia.

El pensamiento clínico dominante en la Argentina ha venido sosteniendo una concepción


psicopatológica enfocada en la detección de incapacidades, imposibilidades, inhibiciones e
impotencias; perspectiva que ha conducido a los profesionales al desconocimiento (también en el
doble sentido) de los recursos y a posicionarse con escepticismo frente a las posibilidades,
condiciones saludables y competencias positivas de aquellos con quienes trabajan.

La pregunta acerca de si se puede revertir esa situación, es una pregunta difícil ya que me obliga a
separar lo que sería mi deseo de que eso suceda, de mi mirada escéptica acerca de las
posibilidades de que ese cambio pueda ocurrir.
Mi deseo se fundamenta en la convicción de que la psicología comunitaria tiene mucho para
aportar a las otras subdisciplinas, y que sería de gran utilidad para aquellos psicólogos que,
trabajando en salud pública, en educación, en ciudadanía, se ven obligados–por desconocimiento-
a tener que “descubrir” herramientas y métodos que ya hemos inventado hace mas de 30 años.

Mi escepticismo de que el cambio pueda suceder, (a pesar del riesgo de generalizar hablando de
“la Argentina”), se basa en mi –penosa- sospecha de que los cambios en nuestro medio académico
se producen a consecuencia de profundas crisis desatadas por cambios en los contextos externos,
y que eso frecuentemente tiene efectos destructivos sobre las estructuras institucionales
rigidizadas. Dudo que las rígidas estructuras cambien de motus propio una forma de ver la
enseñanza de la Psicología que –por tan naturalizada- pareciera la única posible.

El programa CeAC que se desarrolla en una universidad ¿Tiende a modificar la estructura


académica rígida o naturalizada que describió?, ¿Ha generado impacto entre los alumnos en
cuanto a mostrarles un campo de trabajo?

El programa CeAC surge en los primeros años de retorno a la democracia cuando en el país se
diseñaba un Plan Nacional de Salud Mental basado en la Estrategia de Atención Primaria de la
Salud, surgida en Alma Ata en los 70’ donde se priorizaba la atención rápida en lugares próximos al
hábitat de los consultantes y con participación comunitaria.

El obstáculo que se planteaba era que después de casi 10 años de dictadura no existían
profesionales preparados para esa estrategia, y tampoco recursos en condiciones de desarrollar
rápidamente las formaciones necesarias para ese objetivo.

Esa coyuntura hizo factible montar un programa (desde la concepción de extensión universitaria)
inserto en la comunidad, orientado a la atención en crisis, con enfoque familiar y de redes y con
equipos entrenados en metodologías participativas.

La originalidad que proponía el “modelo”, respecto a los enfoque individualistas y de larga


duración y a-históricos, generó el interés de los estudiantes deseosos de conocer otras
modalidades de trabajo. El mismo interés trajo aparejada una reacción defensiva de los sectores
que tenían montadas “escuelas” y “grupos” privados que movían importantes sumas de dinero, y
que comenzaban a descubrir en la Universidad un mercado cautivo potencial.

La experiencia del CeAC desde el inicio, se definió como interdisciplinaria y orientada al


fortalecimiento de la comunidad; en un enfoque donde se conjugaban la Salud Comunitaria, el
Desarrollo Organizacional, el trabajo en redes, y un enfoque clínico de terapia familiar breve. Al no
tener el soporte de una formación universitaria coherente, necesitó “inventar” su propio sistema
de capacitación de equipos, donde se respetaran las especificidades disciplinarias y se promoviera
la complementariedad y la transdisciplina.
La experiencia de 15 años de docencia interdisciplinaria (psicología, trabajo social, abogacía,
medicina, comunicación social, enfermería, antropología, arquitectura y artes) permitió crecer en
los intersticios de las limitaciones con las que el dogmatismo dominante en la Facultad de
Psicología intentaba cercar y controlar el mercado interno.

A medida que los estudiantes mostraban la necesidad de ese tipo de formación, los defensores de
la fe mostraban su alarma. Sin embargo quienes defendieron al CeAC como programa de los
intentos de control y/o de destrucción, no fueron los “padrinos” políticos sino la propia comunidad
que una y otra vez salió a proteger lo que era suyo.

A 24 años, podemos decir que hemos impactado en la formación de los psicólogos, mostrando que
es posible “otra” formación centrada en los desafíos de las prácticas, pero –desafortunadamente-
eso ha tenido poco impacto en el diseño curricular de la formación de los psicólogos, como lo ha
hecho en otras disciplinas (medicina, trabajo social, abogacía, antropología).

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