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EN BOLIVIA
El 30/01/2015
Como todos saben, en Bolivia el MAS, liderado por Evo Morales, asumió un nuevo
gobierno. Y como es usual en esos casos, es una buena oportunidad para repasar
algunos de los desafíos y oportunidades para renovar la agenda ambiental en ese país y
promover un mejor debate. Con esa finalidad se preparó una breve reflexión, junto a los
colegas (y amigos) del CEDIB de Cochabamba, quienes tienen una vasta experiencia
con la problemática boliviana. Les comparto nuestro aporte, publicado en el suplemento
Ideas del periódico paceño Página Siete.
El nuevo Gobierno, sin dudas, debería tener entre sus prioridades la problemática
ambiental. Y si está comprometido con la Madre Tierra, y con los principios
constitucionales del Vivir Bien, sólo es posible avanzar por medio de una política
ambiental. No es una cuestión menor calificar esa tarea como una “política”, ya que ello
impone unos cuantos desafíos tanto en sus contenidos como en sus dinámicas.
Uno de los primeros pasos para recuperar ese ámbito político es romper con la tradición
de un ministerio ambiental que tiene papeles secundarios frente a las decisiones que se
toman en las secretarías productivas (hidrocarburos, minería, agricultura), o a las metas
económicas. Para remontar esto es necesario construir una política, con sus principios y
estrategias, metas y planes, que comprometan tanto al Ministerio de Medio Ambiente y
Agua como a los demás ministerios y agencias estatales.
Una nueva política ambiental no puede ignorar que existen explotaciones mineras, de
hidrocarburos, monocultivos o infraestructuras que tienen un carácter depredador sobre
los ambientes. La postura que esquiva esos reconocimientos, insistiendo en que sin
extractivismos la economía nacional se derrumba y los programas sociales se caen,
carece de total fundamento. Repetir esas justificaciones es evadir los problemas de
fondo, e ignorar que esos efectos tienen también costos económicos muy altos, y
mientras tanto los impactos del extractivismo van trepando hacia niveles irreversibles.
La nueva política ambiental no tendría temor en admitir que la idea de grandes reactores
industriales, especialmente aquellos para generar electricidad, es incompatible con la
defensa de los derechos de la Madre Tierra. La información disponible muestra
claramente que es una tecnología contaminante, muy riesgosa, cara de mantener y
vigilar, y que cuando hay un accidente sus consecuencias son terribles.
La temática del cambio climático no puede estar ausente. Bolivia se ha destacado por
una fuerte prédica internacional en ese asunto, aunque desconectada de sus principales
causas locales: la deforestación, las prácticas agrícolas y los cambios en los usos del
suelo. Ante eso, una nueva política ambiental debe asegurar la reducción de las
emisiones de gases invernadero coordinándose con las políticas forestales y
agropecuarias. Entonces, la primera tarea es detener la deforestación y el avance
descontrolado de la frontera agropecuaria.
Como puede verse por estos casos y los otros anteriores, en Bolivia una política
ambiental tiene íntimas relaciones con las políticas agropecuarias, mineras y
energéticas. Deben ser pensadas y discutidas en su conjunto, cuidando la armonía entre
ellas.
Después de este esquemático repaso de los contenidos se puede volver al inicio. Una
política ambiental es “política” en tanto se construye con la gente, es plural, y acepta las
diversidades con todas las atenciones que ello acarrea. Sin la participación ciudadana no
hay políticas, sino meras estrategias administrativas.
Para lograr una política ambiental hay que evitar vicios repetidos, como el secretismo en
los proyectos estatales, o las declaraciones que condenan a los ambientalistas como
agentes del retroceso político. Hostigando al ambientalismo se vuelve imposible un
diálogo democrático y se pierde el aporte de la sociedad civil, que mucho podría
contribuir al futuro Gobierno.
Esa politización de las políticas ambientales pasa por usar mecanismos como las
consultas previas, libres e informadas, respetar la gestión participativa, instalar
monitoreos ambientales ciudadanos, etc. En el caso de Bolivia, además, se deben
asegurar mecanismos y salvaguardas específicos para la participación de campesinos e
indígenas.
Como puede verse las tareas son múltiples, no siempre sencillas, y en varios casos
impone abandonar viejos vicios. Habrá que saber aprovechar la oportunidad.
http://accionyreaccion.com/las-opciones-de-politicas-ambiental-para-el-nuevo-
gobierno-de-bolivia/