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DISCURSO DÍA DEL VETERANO Y DE LOS CAÍDOS EN LA

GUERRA MALVINAS

Hagamos un poco de historia sobre estas dos islas, la Gran Malvina y


Soledad, este archipiélago ubicado, en el océano Atlántico Sur, más
precisamente en el mar Argentino a una distancia mínima de la Patagonia de
480 km.

Inglaterra, en el año 1833, y con el pretexto de haberlas descubierto,


tomó por la fuerza el gobierno de las Islas Malvinas y expulsó a las
autoridades criollas que desde 1820 estaban ocupándolas.

Desde ese momento Argentina inició su reclamo ante todos los foros
internacionales, hasta que en 1982, la junta militar que gobernaba nuestro
país dispuso la recuperación de las islas mediante una guerra inexplicable y
dolorosa, que comenzó el 2 abril y que los magros resultados de esa acción
nos devolvieron una triste realidad. En menos de tres meses, las ilusiones y
esperanzas que teníamos todo el pueblo argentino por recuperar la
soberanía de las Malvinas se desvanecieron y las islas volvieron a manos
inglesas.

Acá, los porteños, vivíamos lejos del teatro de operaciones de la


guerra, por una cuestión de distancia pero además estábamos alejados
porque solamente recibíamos las noticias que querían que nos llegaran;
recuerdo también el operativo oscurecimiento, dejando a Buenos Aires casi a
oscuras, preparándonos para un potencial ataque enemigo.

Las colectas solidarias realizadas en nombre de los soldados y donde la


gente con su mejor buena voluntad y de corazón donaba alimentos,
chocolates, cigarrillos y entregaba pertenencias valiosas que finalmente
nunca llegaron a destino o lucraron con las donaciones; los comunicados
donde se anunciaba que íbamos “ganando la guerra”, el reto que las madres
daban a sus hijos porque habían ido con los compañeros del secundario a la
plaza de Mayo, a vivar por la gesta militar y los supuestos logros en las islas:
“hijos, una guerra, nunca se festeja”.

Y sí, tenía razón.

Todo esto concluyó después del 10 de junio, cuando se quería olvidar y


ocultar lo que había pasado y trajeron prácticamente escondidos de las Islas,
a los que habían ido a combatir.
Nosotros, los argentinos debemos diferenciar las cosas que ocurrieron
y poder separar a quienes gobernaban bajo formas no democráticas, del
hecho en sí que es el ejercicio de la soberanía nacional y el rechazo a toda
forma de colonialismo.

Nuestros jóvenes y niños deben saber que se debe honrar la memoria


de los caídos por la patria, y de toda esa gente que sin estar obligada, sin
estar convocada, fue a dar su vida por la patria, porque estos ejemplos
enseñan más que mil discursos o historias.

Debemos convertirnos en un pueblo con memoria y con honor que


seguirá luchando por esta justa causa de todos: la defensa de nuestra
soberanía nacional sobre las islas, y seguiremos reclamando nuestros
derechos por todas las vías diplomáticas establecidas en el derecho
internacional para solucionar conflictos.

Mucho ha pasado en nuestro país en estos 32 años, y el mejor


homenaje que podemos hacer para recordar a nuestros caídos en Malvinas, y
a los ex combatientes es evocar a la buena memoria, así como también
acompañar, apoyar y no cesar en el reclamo de las islas que por herencia,
proximidad geográfica y por derecho, nos pertenecen y viven en nuestros
corazones.

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