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Apunte Medioevo y Reforma

La Reforma Protestante en las Islas Británicas


La Reforma Radical y el auge de las heterodoxias
La Reforma Católica: el Concilio de Trento
22 de noviembre de 2019

1. La Reforma Protestante en las Islas Británicas

Las Islas Británicas, forman una región marítima europea compuesta por las islas mayores
de Gran Bretaña e Irlanda, más otras menores. En la época que estudiamos, Gran Bretaña se hallaba
dividido en dos reinos: la norteña Escocia, e Inglaterra en el centro y sur. Irlanda era otro reino que,
sin embargo, estaba sujeto al rey inglés.

Desde 1485, Inglaterra fue gobernada por Enrique VII (1457-1509), vencedor de la Guerra
de las Dos Rosas (1455-1485), larga y destructiva lucha por el trono entre dos ramas de la familia
real. Como fundador de la dinastía Tudor, asentó un gobierno fuertemente autoritario que será
característico en sus descendientes, que afrontarían el desafío de la Reforma.

En 1509 le sucede su hijo, Enrique VIII (1491-1547), quien aquel mismo año se casa con
Catalina de Aragón (1485-1536), hija de los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón.
Siendo un católico interesado en cuestiones teológicas, en respuesta a Lutero publicó el libro
“Defensa de los Siete Sacramentos” (1521), lo que le valió del papa León X el título de Defensor Fidei
(Defensor de la Fe, que paradojalmente los reyes británicos siguen usando).

Sin embargo, avanzando en la década, Enrique comenzará a buscar medios legales para la
anulación de su matrimonio. No poseía heredero varón, sino mujer, y comenzó a encapricharse con
una dama de compañía de la reina, Ana Bolena (c. 1501-1536), de familia simpatizante de los
protestantes. Al no conseguir que Roma anulara su matrimonio (además de razones doctrinales, las
hubo políticas: Catalina era tía del emperador Carlos V), el rey Enrique comienza en 1531 a hostigar
al clero de su reino para que consienta.

En 1533 se casa secretamente con Bolena, con la bendición del arzobispo de Canterbury,
Thomas Cranmer (1489-1556), quien anula el matrimonio anterior del rey. De hecho, este
eclesiástico ocultaba sus simpatías por el protestantismo y tanto más, cuando el rey lo envió a tierras
alemanas en 1532, siendo aún sacerdote católico se casó en secreto con Margaret Osiander, hija de
uno de los principales ayudantes de Lutero.

En 1534, el rey consigue que el Parlamento dicte el “Acta de Supremacía”, por la cual él se
convertía en jefe de la iglesia inglesa, separándola de la tutela de Roma. Esta decisión provocará la
polémica oposición de su exministro, Tomás Moro (1478-1535), quien será juzgado y ejecutado,
constituyéndose en mártir católico. No obstante, no mejoró la situación para los protestantes, como
lo demuestra la quema en la hoguera de William Tyndale (c. 1494-1536), traductor de la Biblia al
inglés popular desde el hebreo y griego.

Con la Iglesia de Inglaterra bajo su obediencia, el rey confisca propiedades monacales y


realiza reformas tales como la emisión y uso de la “Gran Biblia” (1539), traducción autorizada al
inglés. Sin embargo, es en materia doctrinal donde se muestra que la ruptura con Roma ha sido sólo
administrativa: por medio de los “6 Artículos” (1539), mantiene aspectos fundamentales de la
doctrina católica, tales como la consubstanciación del pan y vino en la misa, la comunión sólo de la
hostia, la validez de los votos de celibato, así como la confesión auricular.

En 1536, Ana Bolena fue ejecutada por infidelidad al rey y aquel mismo año, Enrique tuvo
terceras nupcias con Jane Seymour, quien le dará el anhelado varón en 1537, aunque ella moriría
en el parto. En 1540 se casa con Ana de Cleves, princesa protestante en el Sacro Imperio. Sin
embargo, al disgustarle de presencia, terminó repudiándola y, anulándose su unión, aquel mismo
año se unió a Catherine Howard, la cual será ejecutada por infidelidad en 1542. Así, en 1543 se casa
por sexta vez como Catherine Parr, simpatizante del protestantismo y quien sobrevivirá al rey,
siendo además pieza clave en la reunión de sus hijos: María (hija de Catalina de Aragón), Isabel (hija
de Ana Bolena) y Eduardo (hijo de Jane Seymour).

En 1547 es coronado Eduardo VI, con 9 años. Los nobles que ejercen la regencia, tanto su
tío, Thomas Seymour, duque de Somerset, como John Dudley, conde de Northumberland, tienen
las mismas simpatías protestantes que el pequeño pero prematuro monarca, que a esa edad ya
tenía sólidos conocimientos humanistas e inquietudes teológicas. Durante su reinado, fue cuando
el arzobispo Cranmer realiza una verdadera reforma, introduciendo una liturgia de estilo luterano
descrita en el “Libro de Oración Común” (1549, 1552), y los “42 Artículos” (1553), compendio
doctrinal de líneas luteranas y calvinistas.

No obstante, Eduardo muerte a los 15 años en 1553, posiblemente de tuberculosis, dejando


a su prima Jane Grey como heredera. Sin embargo, se levanta una oposición armada a favor de
María, quien destrona a Grey a 9 días de su reinado y luego es ejecutada. Así, María I rápidamente
restablece el ritual anglicano a las formas que su padre impuso, y en 1554, año de su casamiento
con el príncipe Felipe de España (hijo de su primo Carlos V), logra que el Parlamento apruebe el
retorno de la Iglesia Anglicana a Roma. Esto se traducirá en la persecución y martirio de cientos de
protestantes, entre ellos, el obispo Hugh Latimer (1555) y el propio Cranmer (1556) en la hoguera.
Los exiliados buscarán refugio en las ciudades protestantes de Europa continental y no pocos serán
recibidos en la Ginebra pastoreada por Juan Calvino.

El reinado de “María la Sanguinaria” terminaría en 1558, aquejada de salud y abandono de


su esposo, ahora rey de España. Entonces, su hermanastra Isabel asumirá la corona. Bajo Isabel I se
aprobó una nueva Acta de Supremacía, que volvía a hacer del rey la cabeza de la iglesia, y el Acta de
Uniformidad (1559) que convierte al anglicanismo en la religión oficial del reino. Así, se produjo el
restablecimiento del Libro de Oración Común, y una revisión doctrinaria en los “39 Artículos” (1563),
que termina por asentar la Reforma en Inglaterra.

Sin embargo, en sus formas litúrgicas, la iglesia mantenía mucho de la herencia católica
romana, sobre todo para los retornados del exilio que habían recibido la formación calvinista. En la
década de 1560 comenzó la “Controversia de las Vestimentas” (acerca del uso de atuendo especial
en los ministros), por el gobierno eclesiástico (si debía ser episcopal) e incluso por la versión de Biblia
usada (la “de Ginebra” o la “de los Obispos”); lo que muestra los orígenes del ala de los puritanos,
que permanecerían dentro de la iglesia a pesar de todo, y la posterior aparición de los
independientes, que comenzarán a realizar reuniones propias y serán perseguidos por la ley.
Dentro de la literatura puritana, después de la Biblia, el llamado “Libro de los Mártires”
(1563), editado por John Foxe, será un texto devocional clave, con el que ellos meditaban en las
vidas y muertes de estos héroes cristianos desde el siglo I hasta la Reforma. Uno de sus lectores,
sería Francis Drake, quien lo hacía leer a los tripulantes de sus naves corsarias, con las cuales asaltó
Valparaíso en 1578, considerando que era parte del castigo de Dios contra los “papistas” españoles.

En el caso de Escocia, sólo diremos que en 1560 se funda la iglesia oficial del reino gracias al
impulso de John Knox (c. 1513-1572) y bajo líneas calvinistas, recibiendo posteriormente el nombre
de Iglesia Presbiteriana.

2. La Reforma Radical y el auge de las heterodoxias

Durante mucho tiempo a la corriente que hoy los historiadores denominan “Reforma
Radical”, se le denominó como “anabaptismo”, un nombre genérico que alude a una diversidad de
grupos cristianos sin plena conexión entre sí, salvo en esto: su creencia en la práctica del bautismo
exclusivo para creyentes. La verdad es que hay otro elemento que parece ser mucho más relevante
a la hora de comprenderles: su actitud violenta o pacífica hacia el resto de la sociedad.

Los primeros antecedentes de esta tendencia los tenemos en 1521, con la visita a
Wittenberg de los “profetas de Zwickau”, tres hombres que señalan tener mensajes del Espíritu
Santo y predican el bautismo de adultos. Consiguen la simpatía de Andreas Carlstadt y Philipp
Melanchton, colaboradores de Lutero, quien se hallaba bajo protección en el castillo de Wartburg.
Entre 1521 y 1522, Carlstadt convenció al consejo de la ciudad de reformar la misa y quitar las
imágenes. También se casa, pero al volver Lutero, critica estas innovaciones y a sus “fanáticos”,
rompiendo los lazos con Carlstadt, el que desde 1523 es pastor en Orlamünde, donde predica una
comprensión simbólica de la eucaristía. Aunque después se retractó y vivió bajo la protección del
propio Lutero, volvió a sus convicciones distintas cuando migró a Basilea.

En 1521, Thomas Müntzer publica sus doctrinas en Praga. En 1520 había sido párroco de
Zwickau y visitó a Lutero. No obstante, Müntzer tenía énfasis propios: la inminencia del juicio de
Dios y la importancia del Espíritu Santo y, sobre todo, la predilección de los pobres para la
comprensión del Evangelio y efectuar así la reforma que implantase el Reino de Dios en la tierra,
incluso si había que recurrir a la violencia; por lo que terminó apartándose de la forma de Lutero.
Entre 1523 y 1524 dirigió una serie de reformas en Allstedt, y en 1525 adhirió a las Guerras
Campesinas haciéndose uno de sus líderes. Con la derrota de los campesinos, Müntzer fue
capturado y ejecutado en 1525.

Otro caso de violencia será el de la “rebelión de Münster”, ciudad que entre febrero de 1534
a junio de 1535 se convirtió en la “Nueva Jerusalén” dirigida por un gobierno comunitarista bajo el
profeta Jan de Leiden, ahora convertido en rey, el que terminó avalando la poligamia. Serán
combatidos por católicos y luteranos, y al atrapar a su líder, éste y sus principales colaboradores
fueron brutalmente ajusticiados en 1536.

Sin embargo, otros grupos contemporáneos mostraron una actitud distinta desde el
comienzo. En 1525, apareció la “Hermandad Suiza”, un grupo de reformados que se separan de su
apoyo inicial a Zwinglio, como Conrad Grebel y Balthasar Hubmaier. Rápidamente sometidos a
persecución, en 1527 redactan la Confesión de Schleitheim, donde destacan su llamado a estar
apartados de la sociedad corrupta, así como su rechazo de la violencia, a no ser parte de los
gobiernos de este mundo y a prestar juramentos; lo que los había parecer rebeldes. Otros grupos
de líneas semejantes serán los hutteritas en Tirol, llamados así por su iniciador Jakob Hutter (c.1500-
1536), que vivían una vida comunitaria rural y no violenta, los menonitas de los Países Bajos,
iniciados por Menno Simons (1496-1561) y los bautistas, cuyos orígenes están en John Smyth (c.
1570- c. 1612), exministro anglicano influido por puntos de vista anabaptistas.

Además, el debate religioso desatado por la Reforma dio apertura a que otra serie de
opiniones religiosas comenzaran a tener tribuna, siendo consideradas heréticas por la gran mayoría
de los europeos, tanto católicos como protestantes de la Reforma Magisterial o de la Radical; por lo
que les catalogamos como “heterodoxias”, aunque este término es relativo. Algunos de ellos
pueden ser catalogados como “espiritualistas”, la tendencia a rechazar la importancia de la
membresía a una iglesia pues la comunión con Dios era personal e íntima. Autores como David Joris
(1501-1556) y Caspar Schwenkfeld (1489-1561) defendieron posiciones de este tipo, y sufrieron una
fuerte condena, siendo acusados de “nicodemismo” por Juan Calvino, al negarse a pagar el precio
de seguir a Cristo.

Otra doctrina que tendría creciente desarrollo sería el antitrinitarismo. Una de sus primeras
manifestaciones modernas será dada por Miguel de Servet (c. 1509-1553), autor de “De los errores
acerca de la Trinidad” (1531), por el que será denunciado por Juan Calvino y conducido a la hoguera.
Otro caso será el de Ferenc David (c. 1520-1579), en Transilvania. Aquel principado, hoy en Rumania,
estaba bajo el vasallaje turco, pero tenía un príncipe protestante. Habiendo sido católico, luterano
y luego calvinista, David llegó por sus lecturas bíblicas a la concusión de la inexistencia de la Trinidad,
fundando la Iglesia Unitaria en 1568, y convirtiendo al propio príncipe Juan Segismundo de Zapolya,
él concederá aquel año el “Edicto de Torda”, la primera acta de tolerancia religiosa en toda Europa.
Finalmente, están los casos de Lelio (1525-1562) y Fausto Sozzini (1539-1604), tío y sobrino,
iniciadores del socinianismo, constituido como la Iglesia Reformada Menor en 1605, separados del
calvinismo polaco.

En este sentido, incluso antes que Transilvania, el caso de Polonia nos presenta una realidad
única en Europa. A fines del siglo XVI en este reino habitaban simultáneamente católicos, ortodoxos,
judíos, armenios, husitas, luteranos, calvinistas, socinianos y uniatas (cristianos de rito ortodoxo que
reconocieron la autoridad papal). ¿Cómo pudo ocurrir algo tan distinto al resto de Europa? Hay
diversos factores. En primer lugar, Polonia había sido históricamente una tierra de frontera, sitio de
contacto con no-cristianos donde acababa Europa Occidental. En segundo lugar, sobre todo el este
del reino tenía menos de 200 años de cristianización. En tercer lugar, porque desde antes de la
cristianización, hubo una larga tradición de tolerancia producto de la necesidad de tener colonos
con los que ocupar el inmenso territorio. Finalmente, mantener la tolerancia se volvió un requisito
para conservar la unidad del reino, lo que se concretó legalmente en 1573, en la “Confederación de
Varsovia”, que será el segundo edicto de tolerancia en Europa.
3. La Reforma Católica: el Concilio de Trento
Aunque se demoró, la respuesta católica emergió poderosamente del extenso Concilio de
Trento (1545-1563), en donde se subrayó los aspectos diferenciadores con el protestantismo tales
como la justificación por la fe y las obras, la defensa de los 7 sacramentos, el canon de los libros
bíblicos incluyendo a los deuterocanónicos, etc.

En esta lucha contra el desafío protestante se levantará España como el principal aliado del
Papado. Esto fue facilitado porque, incluso antes de Lutero, los Reyes Católicos y su ministro, el
cardenal Francisco Jiménez de Cisneros (1436-1517) habían realizado una reforma local de la iglesia.
Cuando ocurrió la Reforma, se encontraron adelantados a su tiempo y tuvieron a su haber una serie
de útiles herramientas para defender el catolicismo.

Así, España entregó bajo los reinados de Carlos I ó Carlos V (1516-1556), Felipe II (1556-
1598) y sus sucesores, una provisión constante de tropas militares con las que la causa católica se
enfrentó en diversos sitios de Europa al protestantismo (Sacro Imperio, Países Bajos, Inglaterra,
Francia). A su vez, proveyó a la Iglesia de teólogos destacados, muchos de ellos ligados a la
Universidad de Salamanca. Podemos destacar entre ellos a Francisco de Vitoria (c. 1483-1546) y a
Melchor Cano (1509-1560). Por otro lado, junto con la evangelización que realizaba en América, hizo
provisión para las misiones a través de la fundación de la Compañía de Jesús, iniciada en 1534 por
Ignacio de Loyola (c. 1491-1556) y aprobada en 1540. Rápidamente alcanzará un protagonismo
único dentro del catolicismo a través de su obediencia de carácter militar disponible para la
evangelización de los infieles, llegando incluso a China y Japón a través de Francisco Javier (1506-
1552), la educación de las elites católicas a través de la fundación de colegios y la infiltración en
territorio protestante en apoyo de los católicos ocultos. Finalmente, España hará al catolicismo un
inmenso aporte en la mística, que en esta oportunidad se caracterizará por producir todo un género
literario en sí mismo. Importantes ejemplos de estas narraciones y pensamientos en torno a las
experiencias milagrosas e intimas con Dios serán transmitidos por San Juan de la Cruz (1542-1591)
y Santa Teresa de Jesús (1515-1582), entre otros.

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