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Apunte Medioevo y Reforma

La Reforma Protestante en Suiza: Zwinglio y Calvino


12 de noviembre de 2019

El territorio de Suiza a inicios del siglo XVI era parte del Sacro Imperio Romano Germánico,
como la mayoría de las tierras alemanas. Sin embargo, esto era sólo nominal en la práctica. Por
entonces, se organizaban en una confederación de 13 cantones, municipios urbanos o rurales, que
en 1499 firmaron la Paz de Basilea con el Emperador, poniendo fin a la Guerra Suabia. El Emperador
les concedió exención de jurisdicción e impuestos imperiales, convirtiéndose en una independencia
de facto.

Este será el contexto previo a la Reforma, época en que vive Ulrich Zwinglio (1484-1531).
Nacido en Wildhaus, Sankt Galen, hijo de campesinos acomodados, estudió en las universidades de
Viena y Basilea, donde absorbió e hizo partícipe de una fuerte influencia humanista, admirando a su
máximo exponente contemporáneo, Erasmo de Rotterdam (1466-1536).

Zwinglio obtuvo la Maestría en Artes en 1506 y fue ordenado sacerdote aquel mismo año.
Desde 1518 ejercía su sacerdocio en una de las parroquias de la ciudad de Zurich y en 1519, a
semejanza de Lutero, se opondrá a la venta de una indulgencia aprobada por el obispo de
Constanza. Entonces, los sermones de Zwinglio se remiten continuamente al Nuevo Testamento.

No obstante, será recién en 1522 cuando el proceso de Reforma tome fuerza en Zurich y
Zwinglio lo encabece. Se dará ocasión con el caso polémico de unos zuriqueses sorprendidos al
comer salchichas en tiempo de cuaresma. En lugar de reprochárselos, Zwinglio les defenderá y
expondrá en 1523 sus “67 Tesis”, criticando la riqueza sacerdotal y los ritos que eran meros
preceptos humanos que no salvan; pero irá más lejos que Lutero al declarar que la Eucaristía es sólo
conmemoración y no hay presencia efectiva de Cristo en sus elementos, que la obediencia a la
autoridad civil está condicionada a que dicha autoridad se sujete a la fe verdadera, y además, a favor
del matrimonio sacerdotal, cuando él mismo ya vivía en cohabitación secreta y esperaba su primer
hijo.

Las tesis servirán para convencer al Consejo Municipal de Zurich en 1523 de asumirr la
Reforma de la iglesia local bajo la guía de Zwinglio. Se aplica la iconoclasia sobre pinturas y esculturas
en los edificios religiosos, por tenerlas como contrarias a la Biblia. También reformarán el Prophecy,
escuela de latinidad de la ciudad, o sea, preparatoria humanística previa a la Universidad,
convirtiéndola en una escuela de teología. En 1525 se aprueba un nuevo modelo litúrgico e incluso
un tribunal matrimonial, que atendía los casos de separación y disciplina eclesiástica. Por lo demás,
comenzará también un movimiento de crítica entre exadherentes de Zwinglio que considerarán que
todavía no se sujetaban muchas cosas al designio bíblico. Ante esto, en 1527 serán condenados a
muerte de 6 “anabaptistas” por no prestar juramento de fidelidad a la autoridad, no tenerse como
sujetos a la recluta y por predicar que sólo deben bautizarse adultos.

En 1529, esperando la Segunda Dieta de Spira en el Sacro Imperio, el príncipe alemán Felipe
de Hesse (el mismo que involucró a Lutero en su escandaloso concubinato años más tarde), quiso
buscar la unidad entre Lutero y Zwinglio y, con ello, poder levantar una oposición militar ante el
Emperador. La reunión entre ambos reformadores será conocida como el Coloquio de Marburgo,
donde el primero fue acompañado, entre otros, por Andreas Osiander (1498-1552), quien después
sería el editor de la célebre obra de Copérnico, mientras el segundo se hizo acompañar de Wolfgang
Capito (1478-1541), reformador en Estrasburgo, y Johannes Oecolampadio (1482-1531), su símil en
Basilea desde 1522.

Aunque la reunión comenzó en buenos términos, base de un documento consensuado, a la


verdad, todo terminó mal respecto a la diferencia de comprensión de la Cena del Señor, en donde
Lutero defendía celosamente una presencia real de Cristo, aunque sin transformación del elemento.
“No somos del mismo espíritu” será la lapidaria sentencia de Lutero, ante un Zwinglio lloroso.

En 1531, Zurich y otros cantones se enfrentaron en las Guerras de Kappel, primera guerra
en donde católicos y protestantes se enfrentan. Zwinglio muere en combate como capellán de las
tropas zuriquesas, y según se cuenta, el propio Lutero consideró que se lo merecía. No obstante, él
mismo se vio forzado a aceptar una solución similar con la constitución, en 1532, de la Liga de
Smalkalda, alianza militar de los príncipes luteranos.

El sucesor de Zwinglio en Zurich sería Heinrich Bullinger (1504-1575). Sin embargo, el foco
histórico de la Reforma se trasladará a la ciudad de Ginebra, que entonces no era parte de la
Confederación, pero anhelaba con ellos su independencia de sus señores, tanto seculares como
religiosos. Desde 1532, el líder del movimiento reformado en la ciudad fue el francés Guillaume
Farel (1489-1565), quien venía de orígenes aristócratas y tenía estudios en la Universidad de Paris,
ocupándose como profesor de gramática y filosofía, hasta que su adhesión a las ideas reformadas
lo envió al exilio.

En 1536, otro francés arriba temporalmente en Ginebra, huyendo de la persecución, pero con
rumbo a Estrasburgo. Su nombre, Juan Calvino (1509-1564). Nacido en una familia burguesa de
Noyon, gracias a su padre, abogado eclesiástico, consiguió un beneficio tomando votos como clérigo
a los 12 años. Estudió el Bachillerato en Artes en el Colegio Montagu (1527), la Universidad de
Orleans, Bourges y finalmente, en el Colegio Real de Paris.

En 1533, el rector del Colegio Real, Nicolás Cop, dará un discurso inaugural del año académico
donde se difundió una visión favorable a la Reforma, lo cual llevó a una pesquisa contra los posibles
responsables. El joven Calvino, de reciente conversión, salió involucrado y debió huir. La persecución
se agravaría tanto más en 1534, cuando osadamente alguien colocó unos pasquines favorables a la
Reforma en la mismísima cámara del rey. Calvino no volvería en persona a Francia nunca más.

En 1536, en Basilea, publicó la primera edición de “Institución de la Religión Cristiana”, un


compendio teológico con las principales doctrinas protestantes, siendo su obra más renombrada y
que asentó su posición como figura principal dentro de la misma, haciéndose en vida de éste otras
cuatro ediciones aumentadas en 1539, 1543, 1550 y 1559.

Considerando esta capacidad de escribir, a su paso por Ginebra, Farel instó a Calvino a quedarse
para cooperar en la adhesión final de la ciudad a la Reforma. Calvino se excusó con sus planes
personales y, entonces, Farel recurrió al recurso extraordinario de conminarlo, profiriendo la
siguiente frase: “Dios maldiga tu descanso, y la tranquilidad que buscas para estudiar, si ante una
necesidad tan grande te retiras, y te niegas a prestar socorro y ayuda”. A decir del propio Calvino,
percibió con esto un fuerte temor de Dios que lo hizo quedarse.
Casi de inmediato Calvino destacará aquel mismo año en la disputa realizada en la ciudad vecina
de Lausana, logrando convencer a la mayoría de la ciudadanía de adherir a la Reforma. E
inmediatamente tendrá el destacado rol de componer la confesión de fe para Ginebra, que también
dará definitivamente este paso.

No obstante, a poco andar, las relaciones entre los pastores y el Consejo de la ciudad se agriarán
cuando discutan cuál es la institución competente para decidir las disciplinas eclesiásticas, sobre
todo la excomunión y negar la participación en la Cena del Señor a los pecadores flagrantes, puesto
que Calvino y sus asociados buscaban evitar que alguien la comiese indignamente, considerando
además que Cristo se hallaba en ella, aunque de un modo espiritual. Ante esta lucha, Farel y Calvino
son expulsados de Ginebra en 1538, viviendo este último en Estrasburgo, ciudad libre del Sacro
Imperio, donde Martin Bucer (1491-1551), el reformador de la ciudad, le prestaría apoyo.

Calvino, convertido en pastor de los refugiados franceses en la ciudad, dirá que serán los
mejores años de su vida, al punto de contraer matrimonio con Idelette de Bure, viuda de un
anabaptista. Sin embargo, desde Ginebra recibe muchísimas cartas que lo instan a volver, a lo que
finalmente accederá en 1541, para ya nunca más abandonar Ginebra. A su retorno, una de las
primeras medidas que se consagran, será el triunfo de la autonomía de la iglesia respecto del poder
civil, constituyendo el Consistorio, que reunía a la Compañía de Pastores más 12 laicos aprobados
por el Consejo Municipal.

A pesar de las dificultades, la obra de Calvino no sólo como pastor sino como la mayor influencia
política y moral de la ciudad se extiende, pero a su vez, le vuelve a generar enemigos. El año 1553
será clave, pues nuevamente pugna con el poder civil al excomulgar a un joven burgués de una
influyente familia local y, sobre todo, al arribar a la ciudad Miguel Servet, español que había
expresado ideas antitrinitarias. Será denunciado por él ante los tribunales, quienes lo condenan a la
hoguera por blasfemia, cuestión que se convertirá en el mayor reproche hecho al reformador.

En 1559, logró constituir la Academia de Ginebra, dirigida por el que había de ser su sucesor,
Teodoro de Beza (1519-1605). Esta institución que había de convertirse en fuente de formación para
calvinistas de toda Europa. Por lo demás, unificarán principios con los zwinglianos a través del
Consensus Tigurinus (1549) y la Confessio Helvética posterior (1566).

El calvinismo será más que la segunda rama de la Reforma, tras la luterana. Será un sistema
teológico influirá hasta hoy en múltiples denominaciones protestantes, y a fines del siglo XVI, estas
iglesias reformadas se hallarán en el sureste alemán, Francia, Países Bajos, Polonia, Hungría,
Transilvania, Escocia e Inglaterra.

Destacarán en Calvino su idea de que las doctrinas reformadas no son una novedad, sino ligadas
a la tradición apostólica y patrística, la preocupación por la organización y autonomía de la iglesia
respecto de la autoridad estatal, cuestión importante para el desarrollo de la Modernidad.
Ciertamente la idea distintiva de la “predestinación” de los santos tiene cabida en lo central del
calvinismo, aunque serán sus sucesores quienes maximizarán este punto doctrinal.

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