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El Protocolo de Kioto es un protocolo celebrado en la Convención Marco de las

Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), es de carácter


internacional y tiene por objetivo reducir las emisiones de gases de efecto
invernadero que causan el calentamiento global. Específicamente está relacionado
con la reducción de seis (6) gases principales como lo son el dióxido de
carbono (CO2), el metano (CH4), el óxido nitroso (N2O), y los otros tres son tipos de
gases industriales fluorados: los hidrofluorocarbonos (HFC),
los perfluorocarbonos (PFC) y el hexafluoruro de azufre (SF6).

Fue inicialmente adoptado el 11 de diciembre de 1997 en Kioto, Japón, pero entró


en vigor hasta 2005. La decimoctava Conferencia de las Partes sobre cambio
climático (COP18) ratificó el segundo periodo de vigencia del Protocolo de Kioto
desde enero de 2013 hasta diciembre de 2020.

Al firmar el Protocolo de Kioto, los países miembros se comprometieron en la


reducción de al menos un 5 %, de las emisiones de estos gases entre el periodo
2008-2012 tomando como referencia las emisiones de 1990, sin embargo, ese 5%
no es por cada país, sino que es de manera global el compromiso, es decir, el
conjunto de los países miembros del Protocolo.

El objetivo principal del acuerdo firmando es disminuir el cambio climático que


afecta nuestro planeta, pero debe hacerse la referencia que en el Convenio
Internacional no fue incluida la energía nuclear no fue incluida entre las formas de
energía que pueden considerarse en los mecanismos financieros de intercambio
de tecnología y emisiones aunque se trata de una energía no generadora de
emisiones de gases de efecto invernadero. Fue establecido que el compromiso
sería de obligatorio cumplimiento cuando lo ratificasen los países industrializados
responsables de, al menos, un 55 % de las emisiones de dióxido de carbono, por
lo que en 2004 cuando Rusia lo ratificó y luego de conseguir que la UE pague la
reconversión industrial, así como la modernización de sus instalaciones, en
especial las petroleras, el protocolo ha entró en vigor.

En ese orden de ideas, además del compromiso que han hecho los Estados en
cuanto a la emisión de gases de efecto invernadero también fue promovida la
generación de un desarrollo sostenible, para lo que se estableció la
implementación de energías no convencionales y así disminuir en un porcentaje el
calentamiento global.

Los países miembros, se reunieron para su seguimiento en 2005 en la ciudad de


Montrel, Canadá, estableciendo en esa reunión el llamado Grupo de Trabajo
Especial sobre los Futuros Compromisos de las Partes en el marco del Protocolo
de Kioto (GTE-PK), principalmente con la misión de establecer los acuerdos y
medidas a tomar después de 2012.

Dos años después, en 2007, se reunieron en la ciudad de Bali, Indonecia, también


con el objetivo de hacer seguimiento a lo acordado en el Protocolo de Kioto y
además para celebrar la decimo tercera cumbre del clima con las miradas puestas
en lo relacionado al 2012, en esa reunión se acordó un proceso de dos años, u
hoja de ruta de Bali, que tenía como objetivo establecer un régimen post 2012 en
la décimo quinta Conferencia sobre el Cambio Climático, celebrada en diciembre
de 2009, en Copenhague, Dinamarca y la décimo sexta en Cancún, México, entre
el 29 de noviembre y el 10 de diciembre de 2010.

Al respecto, cabe señalar que en Cancún los más de 190 países que asistieron a
la Cumbre, con la reserva de Bolivia, firmaron un acuerdo mediante el cual
aplazaron el segundo período de vigencia del Protocolo de Kioto y aumentaron la
estimación de los recortes, en ese sentido, decidieron crear un Fondo Verde
Climático dentro de la Convención Marco que contaría con un consejo de 24
países miembro y sería diseñado por un comité de transición que formarían 40
países. adicionalmente se llegó al compromiso de proporcionar 30.000 millones de
dólares de financiación rápida, aunque se reconoce la necesidad de movilizar
100.000 millones de dólares por año a partir de 2020 para atender a las
necesidades de los países en desarrollo.

Es menester señalar, que Panamá firmó el Protocolo de Kioto en 1998 y lo ratificó


en el 1999. Sin embargo, unas de las principales críticas a este Acuerdo es que no
ha probado ser efectivo dado que sectoriza los compromisos hacia la parte
financiera del problema y solo a un grupo de países.

Por su parte, el Protocolo de Nagoya Sobre Acceso a los Recursos Genéticos y


Participación Justa y Equitativa en los Beneficios Que Se Deriven de Su
Utilización, entró vigor en octubre de 2014, este es un acuerdo que
complementó el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) y que tiene
como objetivo la participación justa y equitativa de los beneficios derivados de
la utilización de los recursos genéticos. Este Acuerdo Internacional tiene bases
sólidas para una mayor certeza y transparencia jurídicas tanto para los
proveedores como para los usuarios de recursos genéticos.

Como ya se señaló, es un Convenio internacional que lleva como objetivo principal


es garantizar la participación justa y equitativa de los beneficios derivados de la
utilización de los recursos genéticos, contribuyendo así a la conservación y al uso
sostenible de la diversidad biológica, se trata pues, de la primera regulación
internacional, integral y legalmente vinculante, para el manejo de recursos
genéticos. Fue aprobado el 29 de octubre de 2010 en Nagoya, Japón, y, entró en
vigor el 12 de octubre de 2014.

El Protocolo de Nagoya es un instrumento legalmente vinculante encargado de


desarrollar los aspectos del Convenio sobre la Diversidad Biológica relacionados
con la temática de acceso a los recursos genéticos y la participación en los
beneficios; principalmente, lo establecido en los artículos 1, 8 inciso J, 15 y 16, lo
que permite señalar los principales roles y responsabilidades de los usuarios y
proveedores de recursos genéticos.

Algo que caracteriza en el Protocolo de Nagoya es que se reitera el


reconocimiento internacional de la soberanía de los Estados sobre sus recursos
naturales, siendo que el acceso a los recursos sólo podrá hacerse con el
consentimiento previo de los estados poseedores de los recursos, a través de un
acuerdo de las condiciones bajo las cuales se haría el acceso, lo que permite y/o
asegura la participación de los proveedores – dueños de los recursos – en los
beneficios derivados de la utilización comercial de nuestros recursos genéticos,
respetando la soberanía nacional.

Adicionalmente, El Protocolo de Nagoya permite establecer un escenario


internacional político y legal adecuado para lograr una participación justa y
equitativa en los beneficios, monetarios y no monetarios, así como, por medio de
la transferencia de tecnologías apropiadas, teniendo en cuenta todos los derechos
sobre dichos recursos y tecnologías y por medio de la financiación oportuna.

Finalmente, otro aspecto importante en el Protocolo de Nagoya es la inclusión de


normas que permitirán asegurar que los Estados usuarios de los recursos cumplan
con la legislación nacional de los países proveedores. Ello se contempló con el
objetivo de mejorar la vigilancia, el uso de un Certificado de Legal Cumplimiento
como un instrumento útil para posibilitar el monitoreo y la verificación del
cumplimiento de las condiciones bajo las cuales se concedió el acceso. Es decir,
bajo la legislación del país proveedor de recursos genéticos, y los términos
mutuamente acordados en el Acuerdo Fundamentado Previo.

En lo que respecta al Acuerdo de París, primeramente debemos señalar que es


un Convenio internacional dentro del marco de la Convención Marco de las
Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que establece medidas para la
reducción de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero, a través de la
mitigación, adaptación y resiliencia de los ecosistemas a efectos del
Calentamiento Global, su aplicabilidad sería para el año 2020, cuando finaliza la
vigencia del Protocolo de Kioto. El acuerdo fue negociado durante la XXI
Conferencia sobre Cambio Climático (COP 21) por los 195 países miembros,
adoptado el 12 de diciembre de 2015 y abierto para firma el 22 de abril de 2016
para celebrar el Día de la Tierra.

Su principal objetivo es "reforzar la respuesta mundial a la amenaza del cambio


climático, en el contexto del desarrollo sostenible y de los esfuerzos por erradicar
la pobreza", tal como se desprende del artículo 2 del referido acuerdo. En ese
sentido, Las contribuciones que cada país individual puede establecer para
conseguir el objetivo global están determinadas por todos los países
individualmente y se denominan contribuciones previstas determinadas a nivel
nacional, por ello el artículo 3 establece que se requiere que sean "ambiciosas",
"que representen un progreso a lo largo del tiempo" y se establezcan "para
conseguir el propósito de este Acuerdo". Es importante señalar que el Acuerdo de
París es universal y equitativo para los países miembros, esto en comparación con
el protocolo de Kioto que es sectorizado a algunos Estados.

Desde una apreciación de lo establecido por el Acuerdo de Paris, y el Código


Ambiental de Panamá podemos ver como la normativa Panameña se adecúa en
buena parte a tales lineamientos, pues, dentro de sus principios se establece la
contribución del Estado para el desarrollo sostenible y erradicación de la pobreza
a través de la seguridad ambiental, lo cual de cierta forma, contribuye a su vez en
la reducción del cambio climático.

Si bien el proyecto de Código Ambiental no está referido específicamente a la


reducción del calentamiento global, mediante la reducción de gases de efecto
invernadero, dentro de sus parámetros se establece una normativa que coadyuva
a la protección del medio ambiente lo que degenera en la prevención del cambio
climático, pues, a través del Principio de Prevención y Precaución Ambiental se
establece que con el fin de proteger y conservar el ambiente y la calidad de vida
de la población, el Estado deberá aplicar ampliamente el criterio de prevención y
precaución ambiental. Cuando haya peligro de daño grave o irreversible, la falta
de certeza científica o técnica absoluta no se utilizará como razón para postergar
la adopción de medidas eficaces en función de los costos para impedir la
degradación del medio ambiente, es decir, que prevalecerá ante cualquier
situación de daño las medidas encargadas de resguardar el cuidado ambiental.

En ese orden de ideas, podemos concluir que tanto el Protocolo de Kioto, el


Protocolo de Nagoya y el Acuerdo de París, son instrumentos de carácter
internacional que tiene un fin último que es la protección del medio ambiente con
el objetivo de reducir el cambio climático, a través de políticas que permitan que
los gobiernos adheridos establezcan leyes y políticas para cumplir sus
compromisos ambientales; que las empresas tengan al medio ambiente en cuenta
al tomar decisiones cuando hagan sus inversiones y además fomentar la creación
del mercado del carbono, cuyo fin es lograr la reducción de emisiones al menor
costo.

Vale acotar, que en Panamá el Código Ambiental, como principal instrumento legal
ambiental, guarda relación con la aplicación de medidas señaladas en los
respectivos convenios con el objeto de resguardar la seguridad ambiental, en las
diferentes áreas, tanto pública como privada haciendo lo necesario para conservar
un ambiente adecuado y sano para la humanidad.

Ello así, cada día observamos que los diferentes países toman medidas y
acciones, a través de políticas públicas, con el objetivo de mitigar y detener el
cambio climático que afecta directamente el medio ambiente y sería perjudicial
para los seres vivos en la Tierra.

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