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Xi resucita la reeducación
maoísta
El presidente chino permite el regreso de la 'nueva izquierda', que aboga por
rectificar el desarrollo capitalista y promueve escuelas que inculcan el
espíritu revolucionario
Niños con uniforme realizan ejercicios en el patio de la escuela del Ejército Rojo, en Beichuan. FRED
DUFOUR AFP
Alineados frente a los pupitres y ataviados con el uniforme azul y pañuelo rojo al
cuello, los chiquillos repetían a coro la cantinela. "¡Somos la nueva generación del
Ejército Rojo! ¡Tenemos que mantener el espíritu de la Larga Marcha! ¡La
escuela Roja, la esperanza Roja!".
Después tocaba recitar uno de los poemas de Mao Zedong. La pizarra daba paso
a una pantalla que mostraba imágenes en blanco y negro de aquella era.
En realidad nada inusual para un recinto donde se multiplica las estatuas y carteles
que aluden a los iconos e ideario instituidos por el llamado Timonel de la
Revolución como el soldado "modélico" Lei Feng.
"Nuestros alumnos tienen que aprenderse el Libro Rojo de Mao, la historia Roja,
canciones Rojas... Deben impregnarse del espíritu del Ejército Rojo. Mi opinión
personal es que hay que volver a Mao. El camino de Deng Xiaoping nos hará
acabar como la Unión Soviética, con una dictadura fascista como la de
Franco", aclara Peng Faren, uno de los responsables de la Escuela del Ejército
Rojo de Tangshang.
Al paso de los visitantes, Peng señala hacia los chiquillos de 6 años que se
esmeran en limpiar los baños con cepillos mayores que su estatura. "Aquí se
aprende disciplina", dice.
"El camino de Deng Xiaping nos hará acabar como la Unión
Soviética"
Desde que el centro sito en la provincia de Hebei -a dos horas de Pekín- se unió al
programa educativo apoyado por ex generales del Ejército chino y sus
familiares, sus 2.500 alumnos se instruyen bajo un sistema que pretende
emular el espíritu marcial de las academias militares comunistas y la
ortodoxia maoísta.
La página web del proyecto deja clara su intención. "Hoy en día, cuando la
codicia lo ha invadido todo, inculcar un espíritu revolucionario es más
importante que nunca", aseguran sus promotores, entre los que se cuentan la
viuda del mariscal He Long -un antiguo compañero de Mao Zedong- o la propia
madre del presidente Xi Jiping.
"Sí, realmente nos sentimos soldados. Nos educamos en la cultura Roja", apunta
Lin Yingjie, una estudiante de 14 años. "Eso nos refuerza nuestra conciencia
social", le secunda, Wang Jiaqi, de la misma edad.
Las cerca de 150 escuelas del Ejército Rojo que han proliferado por el país en los
últimos años se inscriben en la recuperación de la dialéctica maoísta y el modelo
de "educación patriótica" que ha resucitado en China bajo los auspicios del
citado Xi Jinping.
Una política apadrinada, según muchos expertos, por la influencia que
la Revolución Cultural (1966-76) tuvo sobre el actual liderazgo de la nación asiática
donde tanto Xi Jinping como el influyente responsable de la comisión anti-
corrupción, Wang Qishan, tuvieron que someterse a la "reeducación" preconizada
por Mao.
"En 1980 el Partido dictaminó que la Revolución Cultural fue un fracaso. No
lo creo. Xi Jinping o Wang Qishan son el fruto de la reeducación", asegura
Hang Deqiang, un profesor de la Universidad de Pekín y uno de los ideólogos más
conocidos de la corriente maoísta más rígida que persiste en China.
Cineastas y artistas tendrán que ir al campo a convivir con
campesinos
El regreso de los principios de Mao constituye uno de los giros más imprevistos del
escenario político chino. Meses antes del acceso al poder de Xi Jinping, Bo Xilai,
una "estrella" ascendente del Partido Comunista que intentó promover una
campaña para recuperar el espíritu de la Revolución Cultural cayó en desgracia y
terminó condenado a prisión perpetua.
AsiaNews.it
Chuxin, uno de los términos más utilizados por Xi, es una alusión a las metas
originales del PCC. Estas incluyen servir al pueblo, el redescubrimiento de las
orientaciones políticas correctas y originales del partido, la consecución del
“socialismo con características chinas” y el fortalecimiento de la “construcción
del partido”. Tal como Xi afirmó en su viaje por el Interior de Mongolia,
“Debemos tener firmemente en mente nuestro chuxin y nuestra misión e
implementar una plataforma de desarrollo que coloque al pueblo como el
núcleo [del trabajo del partido].” Si bien el líder supremo fue elocuente al
explayarse sobre los "nuevos conceptos de desarrollo", se centró
principalmente en "la tarea de estabilizar el crecimiento, impulsar la
reestructuración [de la economía], apuntalar el nivel de vida, previniendo
riesgos", y señaló que los 70 años de logros del país habían "demostrado
plenamente que estamos en lo cierto al avanzar por el camino del socialismo
con características chinas".
Afirmó además que "el PCC se ha ganado el abrazo y el apoyo del pueblo
porque nuestro partido, desde el principio hasta el final, ha velado firmemente
por el chuxin y la misión de buscar la felicidad para el pueblo chino y aspirar al
gran renacimiento de la nación china". Se jactó de que si los 90 millones de
miembros del partido salvaguardan su chuxin, y prometen una lealtad
incuestionable a su plana de líderes, el PCC "permanecerá inexpugnable e
invencible" (Xinhua, 16 de julio).
¿Qué hay detrás del clamor por el revival del Chuxin comunista?
A nivel global, China está atrapada en lo que muchos comentaristas llaman una
nueva "Guerra Fría" con los Estados Unidos, en la que las disputas
comerciales, que han provocado que algunas multinacionales se trasladen
fuera de China, no son más que una faceta de la colosal confrontación. Las
recientes protestas contra Beijing en Hong Kong, han aumentado la
preocupación de la plana de líderes respecto a que lo que Xi llama
"acontecimientos del cisne negro" -incidentes sociales que se transforman en
revoluciones de color a gran escala- puedan aparecer en el continente (China
Brief, 20 de febrero; Apple Daily [Hong Kong], 13 junio). La respuesta de Xi a
la crisis actual de China es volver al chuxin maoísta.
Sin embargo, los llamados a profesar lealtad al Partido y a reinstalar
su chuxin bien pueden ser una forma cínica de Xi para exigir una mayor lealtad
hacia sí mismo. Tal como afirmara Xi en una sesión de estudio del Politburó a
mediados el 2018, “para defender la dirección del partido, lo más importante es
salvaguardar la autoridad de las autoridades centrales del partido (中央
, zhongyang) y concentrar y unificar las directivas [en la cúspide]” (People’s
Daily, 1o de julio, 2018). De hecho, el “núcleo del partido”, putativamente
vitalicio, ha redoblado la apuesta sobre el imperativo de que
los zhongyang gocen del derecho a marcar la pauta [en las decisiones más
importantes]” (一锤定音, yizhuidingyin) y garantizar que las [controversias] sean
resueltas por la autoridad suprema” (定于一尊, dingyuyizun) (Xinhua, 15 de
julio; CCTV, 5 de julio). En otras palabras, Xi se arroga una posición de
custodio de “la asamblea maoísta, donde suena una sola voz”.
Sin embargo, Xi está lejos de tener un control de la autoridad como el que supo
tener Mao, como lo evidencian las críticas indirectas al "Mao Zedong del siglo
XXI" por parte de miembros de alto rango del PCC que no pertenecen al ala de
Xi. El movimiento ideológico de las "aspiraciones originales" podría ser un
medio eficaz de Xi para silenciar a sus críticos en el frente interno. De cara a
las demandas cada vez más duras de Trump, quien exige concesiones
vinculadas con el comercio chino, Xi ha asumido una postura moralista,
amenazando con volver al camino de la "autosuficiencia" (自力更生
, ziligengsheng)- e incluso ha formulado llamamientos a embarcarse en una
"nueva Larga Marcha" de autarquía al estilo maoísta (CNR.cn, 21 de
mayo; Guangming Daily, 20 de abril).
Cuando el presidente del Congreso Nacional del Pueblo y miembro del PBSC
Li Zhanshu (栗战书) acuñó por primera vez los
eslóganes yichuidingyin y dingyuyizun en julio del año pasado, las ansiadas
protestas públicas de lealtad a Xi -un ritual conocido como biaotai (表态), o
"mostrar lealtad"- fracasaron y nada de ello ocurrió. (China Brief, 1o de agosto,
2018). Excepto durante las sesiones anuales del PNP y la Conferencia
Consultiva Política del Pueblo Chino el pasado mes de marzo, fueron pocos los
miembros del PBSC o del Politburó ordinario que elogiaron la capacidad de Xi
para tomar decisiones y otras cualidades de liderazgo. En relación con la
campaña chuxin, después de que el propio Xi pidiera a otros cuadros que
apoyaran sus prerrogativas yichuidingyin y dingyuyizun, pocos de los
protegidos de Xi se unieron al juego biaotai. Esto, a pesar del número
relativamente grande de camaradas cercanos a Xi en el Politburó, incluyendo a
Li Qiang (李强), Chen Min'er (陈敏尔), Li Hongzhong (李鸿忠), Li Xi (李希), y
Chen Quanguo (陈全国) (los jefes de partido de Shanghai, Chongqing, Tianjin,
Guangdong y Xinjiang, respectivamente). La excepción fue el secretario del
partido de Beijing, Cai Qi (蔡奇): al discutir cómo implementar el
credo chuxin en la capital, Cai dijo que los miembros del partido deben
"permanecer absolutamente leales y valerse de acciones prácticas para
salvaguardar la autoridad del zhongyang en yichuidingyin y dingyuyizun"
(Beijing Daily, 22 de junio; People’s Daily, 22 de junio). Sin embargo, cabe
señalar que Cai parecía estar prestando pleno apoyo al zhongyang en general,
más que a Xi en particular.
Conclusión