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350 Capitulo sexto La época ddfuncionalismo

Le Corbusier ne razón: con ella da la vuelta a ese há­


Villa Savoye, en Pois.�y bito «señorial» en virtud del cual una
villa era un lugar privilegiado, una for­
Capilla de Notre-Dame-du-Hauf, ma que se situaba en el espacio y lo im­
en Ronchamp pregnaba, y que en todo caso era un
acento arquitectónico que se colocaba
pua coronar la. belleza de la naturale­
La Villa Saw;e es una de las obras esen­ za; con sólo mirarla desde foera se des­
cíales del raciontuismo arquitectónico cubria d alto rango social, 12. cultura
europeo, y no es más que un paralele­ clásica, el buen gusto de sus propieta­
pípedo blanco suspendido en el aire rios. Para Le Corbúsier, una villa es un
sobre finos pilares (piiotis) por encima lugar en el que se vive y desde el que
de un cuerpo abierto, oscuro, casi va­ se ve el paísaje: tiene sus espacios sa­
ciado por fas vidrieras. También el blo­ biamente medidos de acuerdo con los
que superior está aligerado por las con­ usos de la existencia civil; tiene inclu­
tinuas ventanas que fo dividen en fran­ so un jardín situado al nivel de las ha­
_jas paralelas, desiguales pero propor­ bitaciones, integrado en fa. construc­
cionales. La villa es un claro en medio ción; afuera, el espacio natural es el ho­
de un bosqut:: LE CORBUSIER colocó rizonte, y, en efecto, como tal se ins­
«la casa en la hierba i:omo si fuera un cribe en el corte horizontal de la vi­
objcto, sin perturbar nada.»; y fa pro­ driera continuada. Toda la dedicación
yectó como una sucesión de niveles pa-­ del arquitecto se centra en establecer
ralelos al suelo de forma que desde el una ecuaci6n entre dos dimensiones
exterior diera la se.'lsación de un volu­ del mísmo espacio: la casa es una me­
men vado y articulado. Dado que el diación fonciona! (o tal vez un trans­
piso habitable es el superior, el jardín formador de intensidades luminosas y
está colocado a su nivel y suspendido de dimensiones espaciales) e.11tre el am­
a tres metros y .meclío con .respecto al biente íntimo, animado, vinculadé a la
suelo. La cubierta es utilizada como so­ vida civil, y el ambiente libre y expan­
lari.um, con paredes protectoras curvas dido de un paÍ$aje que con gran civis­
sobre las qu'e 1a luz produce modula­ mo fa construcción n<) perturba.
ciones en claroscuro. El propio Le Durante esta etapa, Le Corbusier está
Corbusíer señala: «La fachada, en sus aún bajo la influencia del Cubismo:
572-573574. Le Corbusíer: Vi!it:. Savoye cuatro lados, aporta luz y vista del pai­ así lo confirma la compenetración en­
(1928-3.1) en Poi.t¡y; dttalle ik la esr:akra interior; saje: r� una función pum y simple». En tre la casa-objeto y d espacio, la comu•
exterior visto desá� el s'1Íaríum. realidad, las fachadas son como las su­ nicación entre el exterior y el interior,
perficies de un cuadro: un plano más cómo e1 movimiento distributivo y
allá del cual se abre un espacio imagi­ descompositivo de los ambientes se re­
nario. Aunque a prímera vista parece suelve en el plano plástico de las fa­
t-an sencillo, 110 se puede captar el va­ chadas (o, como más correctamente
lor de la pura forma geométrica si no dice d propio artista, de fa fachada: en
se tiene en cuenta su estrnctura inter�·· efecto, se trata de una fachada única
na: el movimiento de las paredes del slr en cuatro lados que se identifica con
larium, el vado del jardín colgante in­ toda la superficie dd bloque), Vilt,i S,i­
t-erior, la oblicuídad de las rampas, la Vq)1e está más cerca de Gris y · de las
cavidad en penumbra de los espacios obras de Braque posteriores a 1920 que
vados a ras del suelo, el contraste plás· de Picasso. cuando de la descomposi­
tico y luminico entre estos volúmenes ciún de sus planos e.spacíales na.ce, o
vados en penumbra y la alta lumin<>· se deduce, un objeto que 110 es un sím­
sidad de los volúmenes sobresalientes bolo, sino una criatura del e�-pacío
del piso superior. Hay que tener en mismo. De igual modo, la Villa es casi
cuenta que los espacios vados coloca­ una nítida cristalización del espacio en
dos detrás dt: los ¡n1otis t'Íen<�n una fi.m• aquellas partes en las que su ritmo lu-·
ción de acceso: cuando se llega en co· minoso cambia de frecuencia (ie.bido a.
che, se entra directament<! en el. intc� la intervención de un factor humano.
úor, en el corazón de la construcción. Veinte años dt.-spués, cuando Le Cor­
Le C',arbusier considera que esta como­ busier proyectó la Capillll de Notre-Da­
. didad práctica tiene una importancia me-tiu-Hai�l; en Ronchamp, su estilo
decisiva para toda la wnstrucción. Tie- sufre una evolución que le acerca mu-
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Las obras Le Corbusier 351

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575. Le Corbusier; &!mor de fa (t.tpil/.a de


Not1'1}-Dame-du-H111,t (1950-53), m R(Jriclnmp.

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.[,a$ obras Le Corbusier 353
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576. k Corbusif.r. !nt.erior Je, !a mpil!a dt
Notn•-Damc-:!R-Haut.
354 Capitulo se-xt.o La época tle.lfimcíon1.1.Hsmo

.577. Le Corbusier: Naturaltm nwr:rt.1 (1922);


tela, 0,65X 0,81111. P,,-rh, Musée Natio11ai J'Art
Modt.me.

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cho a Pic:asso, y, naturalmente. al Pi­ dudablemente, lleno de motívos ani­ Lo cierto es que, con la capilla de Ron­
casso de la época entre 1940 y 1950. mist.as y mágic()S. Y no podemos por champ, Le Corbusier permite que la
La premisa sigue siendo la misma; es menos que preguntarnos por qué d arquítt."Ctura moderna viva una expe­
d(.-cír, la búsqueda de una relación en­ laico e ilumínista Le Corbusier imagi­ riencia similar a la que el arte figura­
tre e] espacio construido y el ambíen­ nó una iglesía-fetiche a la hora de ha­ tivo vivió muchos años antes con la es­
te natural. Pero aquí no se resuelve de­ cer una arquitectura cristiana. Aquí ca­ cultura negra. Es la misma búsqueda
finiendo una <iproporcibn áurea», sino rece de la juscificaci6n, en todo caso de una integradón total del espacio en
co.n un golpe de fuerza; es decir, ha­ frágil, que en Chandigarh, en el Pan­ la plástica de la forma: por ello, al mar­
ciendo un edificio que sea un núcleo jab, le lleva a abandonar su nítido gen de cuestiones ideológicas. la igle- .
plástico duro y compacto, lleno de lenguaje urbanístico y arquitectónico sia de Rond1amp es, sobre todo, uri
fuerza e.xpansiva. que aunque compri­ para aventurarse en un mo.numentalís., objeto plástico y dramáticamente ex­
mida, aparece en la. anomalía geomé­ mo de tipo inequ{vocamente colonial. presivo. Pero quit!n se pregunte qué es
trica de fa plapta, e11 la brusca. apari­ Pero, si se observa atentamente, en lo que verdaderamente expresa no pue­
ción de una especie dé espuelas en los Ronchamp aparece, en sordina, un de ovidar que ia vuelta a lo «bárbaro»
muros, en el volumen que abarca una tema aún iluminista: un pensamiento es siempre un signo indudable del di�­
cubierta exageradamente grande., en la religioso que, aunque no tenga nada gusto J){)t la civilización: esa ciyiliza­
fuerza de sus contrastes de luz. de cristiano (y púr ello es realmenh� cu• ción mediterránea. europea, universal•
Sin motivos litúrgicos o funckmales, .rioso que esta iglesía, tan imítada, haya irreversiblemente clásica de la que Le
Le Ó.)rbusier da la vuelta a la tipolo­ sido aceptada como un nuevo tipo li­ Corbu.síer había sido un apóstol. ¿Es,
gía habitual de la igle.sia: es evidente túrgico: el modelo de w1 edificio no por tanto, una autocritica? Digamos
que, con d dramático movimiento de sólo dedicado al culto, sino intrínseca­ que es más bíen el efec.to del amargo
los volúmenes y de los colores, quiere mcnte sacro), puede denominarse desengaño que después de fa segunda
recoger el sentido turbador de una pre­ como vagamente teísta, como el dd y atroz guerra mundial había destrui­
sencia divina en el centró de la n.atu­ «buen salvaje» que concibe a la divini­ do su iluminista y utópica confian­
raleza. Pero éste es un sentimiento de dad como la temible señora de las fuer­ za en 1a racionalidad nat1n-al de la so­
lo divíno hasta bárbaro, J)tfrnítivo; in- zas de la naturale1.a. ciedad.

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