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352 Capítulo sexto La época delfuncionalismo
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.[,a$ obras Le Corbusier 353
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576. k Corbusif.r. !nt.erior Je, !a mpil!a dt
Notn•-Damc-:!R-Haut.
354 Capitulo se-xt.o La época tle.lfimcíon1.1.Hsmo
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cho a Pic:asso, y, naturalmente. al Pi dudablemente, lleno de motívos ani Lo cierto es que, con la capilla de Ron
casso de la época entre 1940 y 1950. mist.as y mágic()S. Y no podemos por champ, Le Corbusier permite que la
La premisa sigue siendo la misma; es menos que preguntarnos por qué d arquítt."Ctura moderna viva una expe
d(.-cír, la búsqueda de una relación en laico e ilumínista Le Corbusier imagi riencia similar a la que el arte figura
tre e] espacio construido y el ambíen nó una iglesía-fetiche a la hora de ha tivo vivió muchos años antes con la es
te natural. Pero aquí no se resuelve de cer una arquitectura cristiana. Aquí ca cultura negra. Es la misma búsqueda
finiendo una <iproporcibn áurea», sino rece de la juscificaci6n, en todo caso de una integradón total del espacio en
co.n un golpe de fuerza; es decir, ha frágil, que en Chandigarh, en el Pan la plástica de la forma: por ello, al mar
ciendo un edificio que sea un núcleo jab, le lleva a abandonar su nítido gen de cuestiones ideológicas. la igle- .
plástico duro y compacto, lleno de lenguaje urbanístico y arquitectónico sia de Rond1amp es, sobre todo, uri
fuerza e.xpansiva. que aunque compri para aventurarse en un mo.numentalís., objeto plástico y dramáticamente ex
mida, aparece en la. anomalía geomé mo de tipo inequ{vocamente colonial. presivo. Pero quit!n se pregunte qué es
trica de fa plapta, e11 la brusca. apari Pero, si se observa atentamente, en lo que verdaderamente expresa no pue
ción de una especie dé espuelas en los Ronchamp aparece, en sordina, un de ovidar que ia vuelta a lo «bárbaro»
muros, en el volumen que abarca una tema aún iluminista: un pensamiento es siempre un signo indudable del di�
cubierta exageradamente grande., en la religioso que, aunque no tenga nada gusto J){)t la civilización: esa ciyiliza
fuerza de sus contrastes de luz. de cristiano (y púr ello es realmenh� cu• ción mediterránea. europea, universal•
Sin motivos litúrgicos o funckmales, .rioso que esta iglesía, tan imítada, haya irreversiblemente clásica de la que Le
Le Ó.)rbusier da la vuelta a la tipolo sido aceptada como un nuevo tipo li Corbu.síer había sido un apóstol. ¿Es,
gía habitual de la igle.sia: es evidente túrgico: el modelo de w1 edificio no por tanto, una autocritica? Digamos
que, con d dramático movimiento de sólo dedicado al culto, sino intrínseca que es más bíen el efec.to del amargo
los volúmenes y de los colores, quiere mcnte sacro), puede denominarse desengaño que después de fa segunda
recoger el sentido turbador de una pre como vagamente teísta, como el dd y atroz guerra mundial había destrui
sencia divina en el centró de la n.atu «buen salvaje» que concibe a la divini do su iluminista y utópica confian
raleza. Pero éste es un sentimiento de dad como la temible señora de las fuer za en 1a racionalidad nat1n-al de la so
lo divíno hasta bárbaro, J)tfrnítivo; in- zas de la naturale1.a. ciedad.