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Las obras Cb..

an11t 103

Paul Cézanne con los amigos que más estimaba, Mo­ grandeza de su pintura. Se forn1ó sin
El asno y los ladrones net, Pissarro y Renoir. Y ni siquiera a maestros, tratando de averiguar, dibu­
ellos les pern1itía interferir en su t r a ­ jando y pintando el núcleo expresivo,
La casa del ahoraulo en Auvers bajo; trabajaba infatigablemente, con la estructura profunda de los pintores
Jugadores de cartas método, consciente de la enorn1e i m ­ del pasado, sobre todo italianos (Tin­
La montaña Sainte-Victoire portancia de lo que hacia y sintiéndo­ roretto, Carav�io) y españoles («el
se siempre insatisfecho. Si en ocasio­ Greco», Rivera, Zurbarán}, así como de
nes deseaba el éxito que le era negado, los modernos (Delacroix, Cou rbet,
no ponía el menor C01peño en obte­ Daumier). Y tal vez de este últin10 más
La biografia de CÉZANNE, carente de nerlo. No aspiraba a crear obras n,o­ que de los demás: y no por sus cont�
grandes acontecimientos, ayuda a com­ numentales, obras maestras, y s u e s ­ nidos politicos y sociaJes, sino por su
prender su pintura, que concluye la pa• fuerzo cotidiano estaba compensado forma de construir la imagen mode­
rábola del ln1presionismo y será el ele­ por el descubrimiento de pequeñas lándola duramente en la materia p i c ­
mento del que nace:ran las grandes verdades que demostraban lo acertado tórica. En las distintas ten1poradas que
corrientes de la primera mitad del s i ­ de su búsqueda. Concibió la pintura pasó en París a partir de 1861, frecuen­
glo XX. Cézannc renuncia a tener una con10 una investigación pura y desin­ tó a los pintores que luego se llama­
vida propia para poder hacer su obra teresada, similar a la del cientifico o a rían impresionistas; expuso con e Uos
o, aún más, convierte su obra en su la del filósofo, aunque distinta en el en la primera exposición, la de 1874,
propia vida. Siendo lo suíicientemen­ método: como la búsqueda de una ver­ y en la tercera, la de 1877, pero sus
te rico con10 para poder vivir de sus dad que no puede ser alcanuda sj no obras de aquel periodo no 1nucstran
rentas, se aisló en su casa de Provenza: es con esa meditación factual en pos excesivo interés por el programa reno­
muy pronto renunció también a sus de lo cierto que, para él, era pintar. Es­ vador de los impresionistas. Probable­
esporádicos viajes a Paris, y no n1antu­ taba ya cerca de la muerte cuando el n1en1e también debido a la influencia
vo más que contactos excepcionales mundo se dio cuenta de la inigualable de Zola, de quien era amigo desde la

14/
104 Capítulo segundo La reahdad y la concie11cia

infancia y la escuela, sigue obstina d a ­ cia si ésta no está llena de realidades.


mente ligado a un romanticismo ya Tampoco puede concebirse una estruc­
anacrónico pero exasperado: toma sus tura, un orden constitutivo de la rea­
temas de la literatura y de la pintur3 lidad y del devenir, que no sea la e s ­
romántica (especialmente de D e l a ­ tructura o el orden de la conciencia en
croix) y los trata con un ímpetu casi su constitución y formación. Por ello
furioso, acu1nulando con la espátula Cézanne nunca podrá prescindir del
pesados estratos de colores oscuros y modelo o del motivo; es decir, de la
fuertemente contrastantes. Evidente­ sensación visuaJ (que él llamaba la •pc­
mente, no acepta la pintura puramen­ tite sensation»). Nunca dará el míni•
te visual de sus amigos impresionistas; n10 toque a una tela que no tenga algo
quiere ser un poeta, un literato, pero que ver con la \'erdad; y nunca se pro­
quiere hacer esa literatura como pin­ pondrá abstraer, sino única,nente «rea­
tor y no traduciendo el tema en figu­ lizar». Su esfuerzo está integramcntc
ras, sino construyendo la imagen con dedicado a conservar \"iva la sensación
los pesados materiales de la pin cura. en el curso de un proceso analítico de
Nada en su pintura es invención, todo búsqueda estructural que, indudable­
es fruto de una búsqueda. mente, es un proceso del pensamien­
Por ello reto1ua y exagera el e,npaste to; y en el curso de ese proceso no sólo
corpóreo de Courbet, la composición se conserva la sensación, sino que se
agitada del úlrin10 DelacroLx, los grue­ precisa, se organLZJ, revela toda la co­
sos contornos negros y las luces ama­ herencia y la complejidad de su estruc­
rillentas de Daumier: Manet, venerado tura. La operación pictórica no repro­
maestro de los impresionistas, tuerce el duce, sino que produce la sensación: y
gesto, no le gusta �la pintura sucia,,. Y, no como un dato para una posterior
sin en1bargo, esta fase de generosa i m­ reflexión, sino como un pensamiento,
pureza en la que descarga todo su ba­ una conciencia en acto, La idea de que
gaje romántico, así como la propia re­ e.l conocimiento de la realidad no es
sistencia inicial al programa ,de los im­ contemplativo, sino que nace de una
presionistas, son importantes: eviden­ voluntad de apropiación, eran típicos
temente, el joven y polén1ico proven­ de la estéúca y del arte románticos; de
zal sentía que la deseada re.novación ahi habían llegado a Courbet, cuyo
debería ser algo distinto de w n;1 rr.-vucl­ r<.'alismo t'S cxpr<.'sión de la posc.�i6n, y
ta contra el gusto académjco y la c o n ­ a los impresionistas, cada uno de los
quista de l a libertad de mira,r al mun­ cuales c:rc.-a un modo propio para reci­
do sin prejuicios. En los dos años que bir, captar, incluso atrapar la realidad.
pasó en Auvers-sur-Oise tal -vez se be­ Sólo Cézanne supera lo que de arbitra­
nefició de la proximidad de ese pintor rio y étican1ente injustificable había en
valiente y rcílcxivo, abierto a la bús­ esa voluntad de tomar y apropiarse,
queda avanzada, pero enemigo de los restableciendo un equilibrio absoluto,
cambios bruscos, que era Pissarro: en incluso una identidad, entre la reali­
efecto, Céz:anne comprendió casi de dad interior y la exterior, entre el yo y
golpe que del Impresionismo podía y el mundo, entre la realización de la con­
debía nacer un nuevo clasicismo, ya ciencia y la rr11/izadó" de la realidad.
no fundado en la imitación escolásti­ Si esto es Cilosofia, no es, sin embar­
ca de los antiguos, sino tendente a for­ go, una filosofía que procede n1edia11-
n1ar una nueva y concreta imagen del te silogisn10s, sino que se hace con b
mundo, y que, sin embargo, ésta ya no experiencia viva y actual de la concien­
debia buscarse en la re.ilidad exterior, cia sobre la realidad. El modo de fun­
sino en la conciencia. dir e identificar la experiencia Oa sen­
La pintura no era literatura figurada, sación) y el pensamiento es la pintura:
ni una tét:nica capaz de mostrar la sen­ lo único que no sólo permite seguir la
sación visual: era una forn1a insustitui­ rransformación. sino que transforma
ble de investigar en las estructuras pro­ concretamente esa fugaz, casi inapren­
fundas del ser, u11a búsqueda ontoló­ sible, impresión de los sentidos, es un
gica, una especie de filosofia. pensamiento concreto, vivido, que per­
142. PJul Gzanne La cara dtl abortado tn No se puede pensar en la realidad si nlite con}pletar la conciencia en su to­
Amm (1873); 1da, 0,55X0,66m. París, 1W11Stt �sta no es rc;-cogida por una concien­ talidad. El era consciente de que con
d'Onay. cia y no se puede pensar en la concien- su pintura hacia una filosofia que no
Las obras Cézannt /05

podía llevarse a cabo de otro modo; dásico-, de ciertas cualidades de inme­ meras obras impresionistas de Cézan•
así justifica su aislamiento en una c a r ­ diatez y soltura colorísúcas propias de ne, después de sus inicios barroco­
ta d e 1889: «Decidí trabajar en silen­ la pintura francesa del siglo XVIli, y románticos , y basta compararla con las
cio hasta d día en que fuera capaz de cómo creó la base de una cultura Ggu­ Regatas de Monct de ese misn10 año
sostener tdnit:ammtt mis intentos ,. . Por .raóva europea, casi tendiendo un para constatar cómo, después de sus
tanto, la teoría había de venir después, puente entre el psicologismo francés y primeras resistencias, Cézanne había
se debía deducir de la obra: y si se pien­ e.l idealismo alemán. Naruralmente, ya pasado decididamente a la vanguar­
sa que la filosofia moderna no es y no ello no significa que se deba ver a Cé­ dia. En el cuadro de Monet, todo es
quiere ser más que una meditación so­ zanne como el artista que superó y ex­ distendido, ligero, brillante, transpa­
bre la experiencia en su n1anera de pr� con1ulgó la supuesta superficialidad de rente. En el cuadro de Cézanne, la
<lucirse o incluso su manera de produ­ un arte completamente basado en la composición es apretada; las n1a.sas, pe­
cirse a la luz de la conciencia, es difi­ habilidad y la inconsistc_ncia de la sen· sadas; el color, opaco. No lo hace para
cil no ver que la pintura de Cézanne sación visual. Tocio lo contrario: lle­ l ograr un mayor detalle descriptivo: la
(y así lo ha reconocido un filósofo, vando la sensación visual hasta el n i ­ sensación no deja de ser sensación, no
Merleau-Ponty) contribuyó a definir la vel de l a conciencia, Cézanne ampiió se concreta en forma de noción. Pero
dimensión ontológica dd pensamien• extraordinari.unente el horizonte de la lo que all\ se daba como superficie,
to moderno. Así se explica cómo su­ primera búsqueda de los in11presionis­ aquí se da como masa: la lejana llanu­
peró el carácter típicamente.fra,,ás del tas y llevó a cabo lo que podriamos Ua­ ra entra a presión entre la casa y la c�
Impresionismo, en cuanto recupera­ ma.r un impresionismo integral. lina, ni siquiera el cielo va hacia el fon­
ción -más allá del racionalismo nec:r la CIWl del ahorcado es una de las pri- do, sino que se une con las cumbres

•.
-(

I.Jl

106 Capitulo seguado La realidad.Y la ro11cic11cia

143. Paul Cá..innc Mat1MJ1lll y gnllmu


(18J9.82t 11'4, 0,46 X Q.55 m. París. A-fllSá
d'Orsay.
/-1)

de esas colinas. Hay una evidente pro­ te, pintará con veladuras transparentes, naturales hayan de ser reducidas a for­
fundidad en el serpentear de los cami­ y en su última época llegará a utilizar mas geométricas, no habla de un resul­
nos, en los oscuros profundos que fun• frecuentemente el medio más diáfano; tado, sino de un proceso («tratar•).
den las masas; pero la profundidad no es decir, la acuarela. Descomponiendo las

formas geométricas, •
que • desde
crea distancia, y nada se esfun1a o se la forma en muchos cuadradiitos de co­ siempre expresan espacio, son 1nstru·
disipa, todo se acerca y se hace más lor, estudjando la amplitud y la fre­ mentos mentales con los que se expe­
denso. Sorprenden el espesor de la cos­ cuencia de las pinceladas de forma que rimtnta lo real: si la naranja de un cua­
tra de color, árido y brumoso como a cada nota de color corresponda una dro se aprox:in1a a la esfera o la pera
una capa de yeso; empastada con co­ definición formal concreta, precisa al cono, ello no significa que la naran­
lor, la luz se hace materia, no tiene con extrema claridad la razón estruc­ ja sea esferica y la pera cónica, sino que
transparencia ni esplendor, sino sólo tural de cada petite se11sation, su función el artista ha llegado a estiblecer la re­
una pesada vibración, como u n zum• específica en un contexto de relaciones lación que existe entre esos dos obje­
bido en el oído. Absorbida por las ma­ en d espacio. Pero el espacio ya no es tOs individuales y el conjunto de la rea­
una concepc1on . . a pnon,
. , perspecttca . . es
sas, deja n1uy pocas huellas superficia­
les de si misma: un imprevisto aclara­ una resultante del mismo: y no es un
.
lidad; es decir, a conseguir que- esa na-
rao¡a y esa pera sean una naran1a y una
miento del tejido coloristico, algunas esqueleto constante bajo apariencias pera y, al mismo tiempo, una esfera y
veladuras uansparentes sobre la costra cambiantes, sino que es el ritrno pro­ un cono: formas expresivas de la tota­
endurecida, unos copos como de esto­ fundo y cada vez distinto de ese cam­ lidad del espacio. Dado que las formas
pa en las secas ramas. Por tanto, la pro­ bio de apariencias o, ntás concretamen­ geométricas no son el espacio, sino
fundidad no está en el vacío que hay te, de su continua y diversa combina­ modos con los que el hombre ha pen­
alrededor de las cosas, sino dtnlro de ción y accrca1niento, como sistema de sado cl espacio, no son ideas innatas,
la materia del color; y no es sólo den­ relaciones en acto, a la conciencia. sino formas históricas; sobre la base de
sidad, sino 1an1bién estructura casi En una carta de 1904, escribe que es su experiencia histórica, la conciencia
cristalina de las masas de color. Por preciso «tratar a la naturaleza desde el se ciñe a la experiencia del presente
ejemplo, de la casa no vemos más que punto de vista dd cilindro, ,de la esfe­ real. Por ello Cézanne dice que su as­
una pared sobre la que se recoge y hace ra, del cono, todo ello pu esto en pers­ piración es rehacer a Poussin desde lo
costra la luz; pero sólo con la cuña de pectiva», y esa frase ha sido considera• real; es decir, reencontrar la historia de
sombra que la separa de la vecina cons- da como una anticipación teórica del la naturaleza, la experiencia meditada
1rucción se siente su volumen, como Cubisrno: un movimiento que induda­ del pasado en la flagrancia de la sen•
ocurre con un cubo del que sólo se ve blernente desciende de su pi11tura, pero sación. En eso consiste el clasicismo
una cara. la interpreta en sentido racionalista. (aunque sería más adecuado hablar de
Más tarde, Cézanne aligerará el empas- Cézanne no dice que las semblanzas clasicidad) de Cézanne.
Las obras Céza1111e 107

Después de haber hablado de cono y profundidad. I.a profundidad es una y


de esfera, añade: «Para nosotros los continua, y no una pers¡x-ctiva delan­
hon1bres, la naturaleza se da más en la te de la cuaJ el artista se coloca para
profundidad que en la superficie, y de contemplarla quedando tuera de ella.
ahí la necesidad de introducir en nues­ como hace un espectador en el teatro.
tras vibraciones luminosas, representa• No puede haber distanciamiento entre
das por los r-ojos y los amarülos, una el espacio de la vida, o del artista que
cantidad suficiente de tonos azulados pinta, y el espacio del cuadro. Es una
para hacer sentir la atn16sfera». Vibra­ exigencia que todos los artistas, desde
ciones luminosas son aquellas que pro­ Delacroix en adelante, descubren y tra­
pagan los objetos envueltos por la at­ tan de resolver de modos distintos: a
mósfera, por lo que todavía estan10s en veces, dejándose involucrar por la es­
la relación objeto-espacio: en su proce­ pacialidad atmosferico-colorista del
so formativo, la conciencia lleva a cuadro (Monct, Renoir y, más carde,
cabo esta distinción en la sensación Bonnard); otras, llevando a la tela y
que recoge, n1czclados, los tonos cáli­ más allá de la tela el espacio de la vida
dos de los objetos iluminados y los to­ (Degas, Toulouse-Lautrec). Los prime­
nos fríos de la atmósfera. Pero tras la ros se interesaban, sobre todo, por la
distinción se produce la síntesis, por­ realidad hun1ana o social, y como tal
que eJ espacio es la representación glo­ presentan la naturaleza-ambiente.
bal del conjunto de los objetos: y así, Estamos otra vez ante el problema de
en la pintura de Cézannc, la estructu­ lo subjetivo y ele lo objetivo, de la pri­
ra es el tejido colorístico que resulta de n,acía alternativa del impulso román­
la división del color local en sus com­ tico sobre el equilibrio clásico, o vice­
ponentes cálidos y fríos (rojos, amari­ versa. En Cézannc no hay ruptura en­
llos y azulados) y de su combinación tre la realidad interna y la externa: la
en el ritmo constructivo de las pince­ conciencia está en el mundo, y el mun­
ladas. Finalmente, la pintura de Üzan­ do, en la conciencia; el }'O no conqu is­
ne no parte de ninguna concepción es­ ta el mundo y no es conquistado por
. .
pacial n priori:
tracc1on, s1110 que es una construcc1on
..
. eJ espacio no es una abs- él. No se trata sólo de equilibrio para­
lelo, es identidad. Por eso el suyo no
de la conciencia o, má.� precisamente, es un clasicisrno histórico, sino clasici­
la construcción de la conciencia a tra­ dad pura, como la de Fidiais o la de
vés de la experiencia viva de la reali• Giotto, los únicos grandes •<clásicos•.
dad (la sensación). Por tanto, el pintor Pero esta clasicidad absoluta no es al­
no represen ta la realidad ron10 ts, ni canzada n1ediante la abstracción res­
como la vemos bajo el variado estímu­ pecto de la experiencia vivida, del pre­
lo de los sentimientos, sino la realidad sente, y, por tanto, no da lugar a nin­
en ltt (()nciencia o el equilibrio absoluto guna nostalgia por las formas del pa­
que finalmente se alcanza entre la to­ sado; y nunca podría haber sido alcan­
talidad del n1undo y la totalidad del zada sino tras haber superado y agota­
yo, entre la infinita variedad de las do la experiencia del Romanticismo,
semblanzas y la unidad formal del es­ como Cézannc, más a fondo que n i n ­
pacio-conciencia. Y, por tanto, el hn­ gún otro, hizo en el primer periodo de
presionismo integral no es más que el su carrera.
clasicismo .integra l. Pero ¿cómo co nciliar la actualidad de
Diciendo que para el hombre la natu­ Cézaonc con su aparente indiferencia
raleza está en la profundidad, Ch.an­ hacia los problemas sociales, ·típicos de
ne en absoluto vuelve a la tradicional su tiempo? Encerrado en su estudio,
concepción pcrspéctica, aunque indu­ alejado del n,undo, no piensa n1ás que
dablemente se opone a la reducción en la pintura, y ni siquiera le roza la
inicial de la profundidad a la superfi­ sospecha de que en el problema gene­
cie de los impresionistas. Dado que tr a ­ ral de la realidad pueda aislarse un pro­
taba de conseguir la unidad del espa­ blema social. Un solo cuadro (que tie­
cio (en tanto que unidad de la con­ ne más de una versión) parece rozar
ciencia), evidentemente, no podía con­ este iema: J11gt1dores de mrlili (1890-92).
cebir la profundidad con10 algo fuera Es un 1notivo que habrían podido t r a ­
de una superficie, ni la superficie car Daumier, Courber, Millet y hasta
como un plano que intcrs<.-ccionara la el Van Gogh de su primer periodo, el
108 Capitulo segundo la realidady la conciencia

holandés: con distintos acentos, realis­ esta situación, aunque la posición y los en que las ma..� de color se desarro­
tas o mornljstas, subrayando lo que ni gestos de las figuras sean perrfectamen­ llan en el espacio y reaccionan a la luz.
siquiera a él se le escapa; es decir, la te simétricos y en los rostros no apa­ Él las conecta entre sí y las reduce a la
compostura y la seriedad de los dos rezca la mínima búsqueda de expre­ unidad, envolviendo, como la atmós­
campesinos que apljcan al juego el sión psicológica. La fijeza del jugador fera en un paisaje envudve por igu al
mismo empeño o la misma moralidad que espera está definida por la forma a los árboles próx:imos y a los montes
que aplican a su trabajo. Afrontando cillndrica de su sombrero, que tam­ lejanos, esa int�_nsa progresión de to­
un tema en él inhabitual, ciertamente bién se repite en su manga; por la rec­ nos oscuros, rOJIZOS y negro-turquesas,
quiso hacer un homenaje a Courbet, titud del respaldo de la silla, por las en el fondo y en la mesa. El eje dd cua­
al que siempre consideró un maestro: notas blancas de su pipa y de su cue­ dro es el reflejo blanco sobre la bote­
su impresionismo integral, en cuanto llo: hasta el tapete rojizo de la mesa lla, y no cae en el centro exacto, por
a su asunción total de la realidad en cae a plomo por una parte y se levan­ lo que la composición es ligeramente
la conciencia, era también realisn10 i n ­ ta en angulo -por la otra. La atención, asimétrica: la gran masa cilíndrica dd
tegral. la movilidad psicológica del otro, vie­ jugador con la pipa aparece entera, y
No seria justo prescindir de la situa­ ne expresada por los colores más cla­ detrás tiene un vacío, mientras que la
ción que el pintor expresa en la rela­ ros y sensibles a la luz de la chaqueta, masa más suelta y luminosa del otro
ción psicológica entre los dos jugado­ del sombrero, del rostro y del ritmo jugador queda cortada por el borde del
res: uno de ellos se preocupa de esco­ menos rígido, más ondulado, de sus cuadro. El color ya no es tinta local re­
ger la carta a jugar; el otro, espera. Pero rasgos. La caracterización psicológica lacionada con las cosas, sino la sustan­
hay que obsctvar cémo está definida no es distinta, pero sí lo es, la forma cia dd espacio pictórico: el cuadro es
las obras Cáa1111e 109

todo un tejido de notas de color al que ternlÍna en forma de ojiva y en el que


el toque da una densidad y una direc­ se encaja como un tubo cd ciJjodro
ción autónomas respecto de la forma oblicuo del brazo. Nadie puede decir
de los objetos. qué color tiene exactamente esa cha­
Pero es el• mismo
• •
tipo de relación que, queta: no es un único color que se ex ­
en un pa1sa1e, ex1ste entre una monta· tiende en la superficie o que se aclara
ña y el cielo, entre una casa y una masa en los puntos de resalte y se oscurece
de arbolado, entre una orilla rocosa y en las sombras. Hay verdes, rojos, ama­
un espejo de agua: las variaciones de rillos, violetas, azules, dados con pin­
densidad y de vibración no rompen la celadas oblicuas que parecen empujar­
unidad del espacio, ni alteran su es­ se unas a otras: esta misma diversidad
tructura La sustancia. la calidad fun­ tonaJ determina el crecimiento y la rus ­
damental del color, siempre es la mis­ minuci6n, la expansión y la conttac•
ma; y Cézanne no llena ni recubre de ción del color hasta el límite en que
color n1asas plásticas ordenadas con otra forma de color lo bloquea. l44. PauJ Cáanne: 111!:adorrs dt cartas
(1890-92); rda, a4S X aS7 m. París. 1,1/IJÚ
anl'elación, sino que construye masas y En una de sus obras más tardias y más d'Onay ,
volúmenes mediante el color. Con10 sublimes, la última de sus tantas irná•
único ejemplo, veamos cómo está genes de la montaña Sttintc-Vict1Jirr, se 145. PauJ Cáanne: Úl montaña SainJt-Vutoirr
construido d volumen geométrico del ve qué punto de lucidez estructural aJ­ (1904.1906); lfÍA, 0,60X a13 m. urirh,
jugador de la pipa: es un cilindro que canzó el maestro. Es imposible imagi- K1111stba,a.
110 Capítulo segundo la realidady la conciencia

nar una sensación más fresca, inmedia­ en el trabajo o señores paseando por
ta, y, al mismo tiempo, definitiva: has­ el Bois de Boulog11t.
ta el punto de que los azules. y los gri­ Y ni siquiera añorando los buenos
ses del cielo invaden el monte y la lla­ tiempos pasados, con vagas evasiones
nura, así como el verde de los árboles sin1bolistas o fugas al trópico. A fines
colorea las nubes. Y, sin embargo, o� de siglo, cuando se instaura el mito del
sérvese cómo el ritmo y la frecuencia Progreso, el problema se convierte en
de las pinceladas anchas y transparen­ dilema: o la existencia del artista tiene
tes hace un mosaico de todo el cuadro un sentido o no lo tiene. No es posi­
y descompone la imagen en un conti­ ble c.l compromiso. Está la solución
nuo sucederse de prismas refringentes; negativa de Van Gogh: el artista es re­
y cómo la luz, que, aun no alcanzan­ chazado por la sociedad y él la recha­
do tonos altos, adquiere una increíble za; se encuentra sólo frente a la real i­
intensidad de movimiento, hace sensi­ dad, cuyo choque no resiste. Después
ble el dinamismo universal del espacio de un vuelo , fulminante y vertical,
o, niás concretamente, el dinamismo con10 el de !caro, se precipita, desapa­
de la conciencia que en el acto mismo rece, ,nuere. Van Gogh es la última ex­
de recibir la realidad y de identificarse presión de lo •sublime,. romántico:
con ella hace espacio. Ésta c:s, induda­ desde un inicio significativamente si­
blemente, una de las obras más "espe­ milar al inicio romántico de Cézanne,
culativas• u «ontológicas ,. de Cézanne, llega a la conclusión absolutamente
el punto de llegada de su búsqueda en contraria. la solución positiva es la de
pos de una comprensión global del ser Cézannc, y Jo es porque en la apertu­
y de su estructura vital: pero ¿se puede ra impre.�ionista, en la que Van Gogh
negar que esta pura «filosofia• es tam­ ve el punto extremo del Romanticis­
bién pura pintura?: y ¿qui�n puede re­ mo, Cé:zanne ve la perspectiva de un
prochar a este artista implicado en este nuevo Clasicisn10, la premisa de una
problema total, dedicado a demostrar nueva dimensión de la conciencia y de
que si el contacto directo con el mun­ la existencia, de una nueva relación del
do es pensamiento, tarnbié!li el pensa­ hombre con el mundo, no contradic­
miento es contacto directo con el toria, no angustiada. Preguntarse cuál
mundo, no haber ton1ado e11 conside­ es el alcance social de la nueva estruc•
ración este o aquel problema particu­ tura del espacio que Cézanne definió
lar de su tiempo, ya sea guerra franco­ es lo mismo que preguntarse la dimen­
prusiana o la Comuna? sión social del nuevo estructura.Lismo
De todos modos, Cézanne abordó i m ­ arquitectónico con el que los técnicos
plícitamente el problema social, como del hierro y del cemento definen el
problema central de su tiempo, cuan­ proceso mediante el cual la sociedad
do definió no sólo la función, sino el moderna construye su propio espac:io,
deber dd artista en el mw1do y en ese la dimensión de su propia existencia;
tipo de mundo. El •problema del cua­ y, una vez más, hemos de insistir e.n
dro», de su representación de la natu­ el paralelismo, si no es analogía, entre
raleza, o de la sociedad, o de la vida in­ los dos fenómenos.
terior y secreta del artista, es el proble­ Después de Cézanne y después de Van
ma central de la pintura del siglo XIX; Gogh, las soluciones indecisas, oscilan­
y no es otro que el problema -que el ces, de compromiso, pasarán a ser aca­
triunfo del pragmatismo industrial y dén1icas e inútiles. En la cultura arós­
capitalista hacen más urgente--, de la tica europea de la primera mitad del si­
razón de ser y de la posibilidad de ac­ glo todo gravitará sobre los dos térmi­
ción del artista en ese tipo de sociedad. nos opuestos del dilema y sobre su
Ese problema no se resolvía con reac­ cada vez más tensa relación dialéctica:
ciones psicológicas, sentimentales, Cézanne o Van Gogh, clásico o ro­
prácticas, ni tomando partido por éste mántico,
. Impresionismo o Expresio-
o por el otro, nj pintando campesinos n1smo.

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