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Universidad del Salvador

Facultad de Filosofía, Letras y Estudios Orientales

Letras

Teoría literaria I

Profesores:

Lic. María Elena Cincunegui

Lic. María Belén Macchi

Mgtr. Santiago Tomás Espora

Todorov y El eclipse

Alumna: Natalia Pagani

2018
En La conquista de América. El problema del otro, Tzvetan Todorov hace un
interesante y detallado análisis de lo que fue la etapa de la conquista por parte de
Cristobal Colón y de Hernán Cortés, sin dejar de lado las miradas de Las Casas, Díaz
del Castillo, entre otros. Lo novedoso de su propuesta es que plantea esta situación, ya
conocida por todos, desde el punto de vista del problema del otro.

El autor divide su obra en cuatro grandes apartados, de los cuales se hará un breve
resumen. Luego, se llevará a cabo el objetivo de este trabajo, que es vincular lo más
destacable de los capítulos con el relato El eclipse del guatemalteco Augusto
Monterroso.

El primero se titula «Descubrir». En él, Todorov comenta sobre el descubrimiento


que un «yo» hace de un «otro». Afirma que, a veces, se puede reconocer a los otros en
uno mismo, como espejo: el «otro» es «yo» y viceversa. Argumenta que lo único que
distingue al otro de mí es la posición espacial; es decir, que «yo» soy quien está «aquí»
y el «otro» es quien se encuentra «allá». Agrega que el «otro» puede ser una
abstracción, «… una instancia de la configuración psíquica de todo individuo…»
(Todorov, 2016, p. 13); o un grupo social al que no se pertenece, que es ajeno. Este
último está dentro de una sociedad: mujeres para varones, ricos para pobres; o bien, está
por fuera: uno cercano con el que se tiene algún contacto cultural, moral o histórico o
uno lejano que sea completamente diferente, tanto que no se reconoce a sus integrantes
como seres de la misma especie.

El segundo tiene por nombre «Conquistar». En este, el autor explica que se basa
en documentos que sirven como información «… sobre una realidad de la que no
forman parte». (Todorov, 2016, p. 66). En otras palabras, la realidad del otro. También,
hace hincapié en que hay una influencia de un «yo» en «otro», y viceversa, a través de
la conquista.

El tercero se llama «Amar». Aquí, Todorov explica que la destrucción del «otro»
se hace posible mediante el conocimiento que se tiene de él. Argumenta que sólo
comprendiendo algo o al «otro» es posible destruirlo. Afirma que «… comprender lleva
a tomar y tomar a destruir…» (Todorov, 2016, p. 155). Según el autor, la comprensión
debería ir de la mano de la simpatía, es decir, el comprender al «otro» debería llevar al
desarrollo de una empatía. Sin embargo, esto no siempre sucede por el prejuicio que se
tiene del «otro», por no intentar relacionarse con él. Para el que comprende, el «otro»
tiene un carácter negativo en vez de positivo como debería ser. Señala Todorov: «…
sólo cuando hablo con el otro (…) le reconozco una calidad de sujeto comparable con el
sujeto que yo soy» (Todorov, 2016, p. 161). Otro problema que lleva a la destrucción es
la superioridad que una sociedad cree que tiene sobre otra por ser más civilizada o
desarrollada.

El cuarto y último capítulo se denomina «Conocer». El autor propone tres ejes que
se dan en la relación con un «otro». El primero tiene que ver con el juicio de valor que
se hace del otro. Para un «yo», el otro puede ser bueno o malo, igual o diferente, gustar
o no, querer o no. El segundo refiere al acercamiento. Este es a través de la
identificación, en la que se asimilan rasgos; de la sumisión, en el cual hay un
rebajamiento por parte del «yo»; de la imposición, en la que el «yo» se proclama
superior; de neutralidad, en la que prima la indiferencia hacia el «otro». Un tercer eje
versa sobre el ignorar o reconocer la identidad del otro. En este, entra en juego la
gradación de los niveles de conocimiento del otro.

Luego de este breve resumen, se analizará el relato El eclipse. En él, un fray


español deambula en la selva de Guatemala y, al no poder encontrar la forma de salir de
ella, se sienta a esperar la muerte. Cuando despierta, un grupo de nativos lo rodeaba.
Estos querían utilizarlo como sacrificio para un ritual. El fray, valiéndose de sus
conocimientos generales y aristotélicos, sabía que habría un eclipse esa noche.
Entonces, les afirma a los indígenas (en la lengua que había aprendido luego de tres
años en el país) que, si lo matan, iba a hacer que el cielo se oscureciera. Éstos se reúnen
en un pequeño consejo y acto siguiente lo matan. Mientras la cabeza del fray chorrea
sangre, un indígena lee las fechas de los eclipses que los astrónomos mayas habían
previsto.

Se puede afirmar que el fray ve a los indígenas como inferiores y, al mismo


tiempo, asimiló algo de ellos. La primera observación se justifica porque los rebaja a
una suerte de ignorantes que nada conocían de astronomía. Cosa que, como muestra el
desenlace del relato, no es así. La segunda se funda en que el español hace uso de la
lengua de ellos para comunicar su especie de presagio.

Por otro lado, es preciso remarcar que el fray es un «yo» que no se identifica con
el «otro», que corresponde a los indígenas. Esto se ve en la primera parte, donde el
español añora su tierra, se siente lejos de ella. Es decir, no se identifica con Guatemala.
Es un «yo» en un «aquí» que no es su hogar.

Por su parte, los indígenas hacen uso de sus conocimientos astronómicos para
quitarle la vida al español. A pesar de poder llegar a un acuerdo con él, ya que pueden
hablar la misma lengua, deciden sacrificarlo de todas maneras. En otras palabras, no lo
reconocieron como sujeto parecido a ellos aunque él les haya hablado.

Referencias bibliográficas:

Todorov, T, (2016), La conquista de América: El problema del otro, Buenos Aires,


Argentina, Siglo Veintiuno Editores.

Monterroso, A, (1996), “El eclipse” en Cuentos, fábulas y lo demás es silencio,


México, Alfaguara.

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