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Esta es la historia de un joven que no podía dormir casi nunca puesto que un
fantasma espectral le aparecía en sueños y le angustiaba revelándole todos los
secretos más íntimos que él albergaba, demostrándole así que lo sabía todo acerca
de él.
El chico procedió del modo que le aconsejo el maestro. Poco después de acostarse
el fantasma apareció y le dijo: " Sé que intentas librarte de mí. También sé que te
has ido a ver aquel bobo del monje zen para que te ayude a echarme, pero tus
esfuerzos no te servirán para nada "." Bueno -respondió el joven- ya sabía que me
habrías descubierto, así como supongo que indudablemente sabrás cuantas lentejas
tengo en el puño ". El fantasma desapareció para no volver nunca jamás. Lo que no
sabía el chico no lo podía saber su fantasma.
Esta es la historia de un joven que no podía dormir casi nunca puesto que un
fantasma espectral le aparecía en sueños y le angustiaba revelándole todos los
secretos más íntimos que él albergaba, demostrándole así que lo sabía todo acerca
de él.
El chico procedió del modo que le aconsejo el maestro. Poco después de acostarse
el fantasma apareció y le dijo: " Sé que intentas librarte de mí. También sé que te
has ido a ver aquel bobo del monje zen para que te ayude a echarme, pero tus
esfuerzos no te servirán para nada "." Bueno -respondió el joven- ya sabía que me
habrías descubierto, así como supongo que indudablemente sabrás cuantas lentejas
tengo en el puño ". El fantasma desapareció para no volver nunca jamás. Lo que no
sabía el chico no lo podía saber su fantasma.
Cada vez que el perro se encontraba con otro can, empezaba a tirar de la correa
con todas sus fuerzas. Su amo, sin dejar de sujetarlo con determinación, intentaba
calmarlo hablándole dulcemente: " no hagas así...déjale al pobrecito tranquilo".
También se agachaba y le rodeaba con el brazo como para protegerle mientras que
el bravo animal mostraba todo su repertorio de amenazas. Parecía de verdad un
perro fiero e implacable. Dado su tamaño y su furor, todos le temían.
Un día, el brahmino encargó a un nuevo sirviente que paseara al perro, pero olvidó
advertirle sobre el carácter del animal, quizás dando por hecho que todo el mundo
tenía que saber que el perro del brahmino era algo especial. No obstante, para el
sirviente, éste era únicamente un perro como muchos, por lo cual ignoraba su
excentricidad. Como era previsible, nada más encontrarse en contacto visual con
otro can, el animal del brahmino dio rienda suelta a su violento temperamento y,
de repente tiró enérgicamente de la correa. El siervo, que no estaba preparado
para tal situación, no supo reaccionar adecuadamente y soltó la cinta. El perro
perdió ligeramente el equilibrio hacia delante, dándose así cuenta de que no estaba
siendo sujetado. Ahora estaba libre de sujeción y que la acción dependía
exclusivamente de él, se encontró frente a un dilema: o dar séquito a sus
amenazas iniciales empezando la batalla, o evitar la confrontación. El imperioso
animal titubeó: al fin y al cabo el otro perro, aún más pequeño, no había dado
signos de sumisión y estaba listo para la lucha. "Seguramente -se dijo el noble
perro- podría matarle fácilmente, pero si me mordiera, ¿que sería de mi noble
aspecto?. No, no merece la pena. Por esta vez le dejaré vivir". Emitió unos gruñidos
y volvió donde el servidor.
Esto le hizo muy feliz hasta el día que conoció a un hombre aún más rico y
poderoso que él. Entonces pidió de nuevo ser así y su deseo le fue también
concedido. Al poco tiempo se cercioró de que debido a su condición se había creado
muchos enemigos y sintió miedo.
Cuando vio cómo un feroz samurai resolvía las divergencias con sus enemigos,
pensó que el manejo magistral de un arte de combate le garantizaría la paz y la
indestructibilidad. Así que quiso convertirse en un respetado samurai y así fue.
Sin embargo, aún siendo un temido guerrero, sus enemigos habían aumentado en
número y peligrosidad. Un día se sorprendió mirando al sol desde la seguridad de la
ventana de su casa y pensó: "él si que es superior, ya que nadie puede hacerle
daño y siempre está por encima de todas las cosas. ¡ Quiero ser el sol !".
Cuando logró su propósito, tuvo la mala suerte de que una nube se interpuso en su
camino entorpeciendo su visión y pensó que la nube era realmente poderosa y así
era como realmente le gustaría ser.
Así, se convirtió en nube, pero al ver cómo el viento le arrastraba con su fuerza, la
desilusión fue insoportable. Entonces decidió que quería ser viento. Cuando fue
viento, observó que aunque soplaba con gran fuerza a una roca, ésta no se movía y
pensó: ¡ ella sí que es realmente fuerte: quiero ser una roca ! Al convertirse en
roca se sintió invencible porque creía que no existía nada más fuerte que él en todo
el universo.
Pero cuál fue su sorpresa al ver que apareció un picador de piedra que tallaba la
roca y empezaba a darle la forma que quería pese a su contraria voluntad. Esto le
hizo reflexionar y le llevó a pensar que, en definitiva, su condición inicial no era tan
mala y que deseaba de nuevo volver a ser el picador de piedra que era en un
principio.
Un hombre, morbosamente apasionado por el juego, había pasado una vez más,
toda la noche en un casino. Salió del lugar totalmente rendido... estaba a punto de
amanecer. Cuando el cielo se tiñó de rojo y el sol empezó a salir, sintió un escozor
en sus ojos somnolientos. Vio un gran árbol en el jardín y decidió sentarse a sus
pies para descansar un rato antes de volver a casa. En un abrir y cerrar de ojos, el
jugador cayó en un sueño profundo. Durmió todo el día y toda la noche.
"Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer
nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante
tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?"
El maestro, sin mirarlo, le dijo:
-Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio
problema. Quizás después...- y haciendo una pausa agregó Si quisieras ayudarme
tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda
ayudar.
-E...encantado, maestro -titubeó el joven pero sintió que otra vez era desvalorizado
y sus necesidades postergadas.
-Bien-asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño de la
mano izquierda y dándoselo al muchacho, agregó- toma el caballo que está allí
afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar
una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no
aceptes menos de una moneda de oro. Vete ya y regresa con esa moneda lo más
rápido que puedas.
El joven tomó el anillo y partió.
Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con
algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo.
Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban
vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de
explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un
anillo. En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de
cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de
oro, y rechazó la oferta.
Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado -más de
cien personas- y abatido por su fracaso, monto su caballo y regresó.
Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro. Podría
entonces habérsela entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir
entonces su consejo y ayuda.
Entró en la habitación.
-Maestro -dijo- lo siento, no es posible conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera
conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie
respecto del verdadero valor del anillo.
-Que importante lo que dijiste, joven amigo -contestó sonriente el maestro-.
Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al
joyero. ¿Quién mejor que él, para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y
pregúntale cuanto te da por él. Pero no importa lo que te ofrezca, no se lo vendas.
Vuelve aquí con mi anillo.
El joven volvió a cabalgar.
El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego le
dijo:
-Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58
monedas de oro por su anillo.
-¡¿58 monedas?!-exclamó el joven.
-Sí -replicó el joyero- Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70
monedas, pero no sé... si la venta es urgente...
El Joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.
-Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo-. Tú eres como este anillo: una
joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto.
¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?
Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano
izquierda.
El cuento de la vasija
El Maestro cogió una vasija grande y piedras de diverso tamaño y preguntó
Los alumnos hicieron sus cálculos y el Maestro comenzó a introducir las piedras
hasta que llenó la vasija y preguntó: ¿Está llena? Los alumnos asintieron, pero
ante su sorpresa el Maestro sacó otra vasija con piedrecitas de gravilla,
introdujo esta gravilla en la vasija grande y la agitó penetrando esta en los
espacios sin cubrir.
Ahora, los alumnos dudaron. El Maestro dijo, tal vez no y a continuación cogió
otra vasija con arena y la volcó en la vasija grande, la arena se filtró por los
más pequeños recovecos.
¡Muy bien! Exclamó el Maestro. Entonces sacó una vasija con agua y la comenzó
a verter en la vasija grande llenándola aún más, pero la dejó ligeramente sin
llenar
Erase una vez una pareja de noble cuna, que por el intenso deseo de sus corazones
unieron sus cuerpos en el lazo matrimonial.
La boda se realizó con toda pompa. Entre los regalos que recibieron hubo uno
procedente del padrino de la novia que llenó de júbilo a la pareja, era un Terreno
fértil ubicado al otro lado del Gran Mar.
Al paso del tiempo la prosperidad alborotó el hogar con cuatro sanos retoños, dos
varones y dos niñas. Cada uno de ellos tenía su propia personalidad y por ende
diferentes intereses.
Al mayor le atraía todo lo relacionado con las Matemáticas, el segundo hijo
disfrutaba de las Bellas Artes, a la tercera le encantaba el Deporte y la cuarta hija,
Caperucita Verde, amaba la Naturaleza. Siempre se le encontraba oliendo flores o
contemplando las estrellas, cubierta de su capita verde; según decía, era la naturaleza
quién la cubría, y por dicho motivo la denominaban Caperucita Verde.
La familia era feliz, en sus momentos libres hacían uso de su privado Airbus A380 y
se dirigían a la cabaña que habían construido en el Terreno, al otro lado del Gran
Mar, en la isla que denominaron Oceanía.
Pasó el tiempo y por fin llegó el día tan esperado, el mayor de los hijos, que era de
tez pálida, ojos oblicuos y cabello lacio, cumplía los 21 años y respetando lo
decretado se depositó en manos de él la administración de una amplia superficie,
Asia.
Asia ofrecía grandes contrastes: el Norte era sumamente frío y el Sur era muy
caluroso. El terreno concedido estaba provisto de mares, ríos, lagos, desiertos,
selvas, montañas elevadísimas, pozos petrolíferos y piedras preciosas.
Ahora bien, al paso del tiempo le llegó el turno al segundo hijo de recibir su
herencia. Éste era de tez blanca, cabellos y ojos claros, amante del comercio, la
buena música y la belleza exterior... para su gran desgracia, puesto que se enamoró
perdídamente de una mujer sumamente bella en lo físico, pero que su alma era la
más horrible que pudo recorrer esos entornos. Era ambiciosa, intrigante, mentirosa y
arrogante.
Pero como bien se sabe, el amor es ciego, este noble hijo no creía en la maldad
aterradora que fermentaba en esa mujer. Cuando sus padres, hermanos y amigos lo
orientaban y trataban de abrirle los ojos , él justificaba su unión diciendo: "Yo la
cambiaré con mis caricias".
Los padres temiendo el futuro del Terreno le delegaron el pedazo más pequeño de
campo llamado Europa y le informaron que la Isla Grande que es Oceanía sería de él
después de la muerte de ambos.
De esa manera los padres veían protegido sus intereses de la víbora de la mujer,
además; tenían la esperanza que con el tiempo el hijo despertaría del embrujo.
Europa al igual que el terreno de su hermano era fértil, provisto de mares, lagos, ríos
,islas, montañas y bosques. De minerales como el hierro, azufre y hulla.
Finalmente le tocó el turno a Caperucita Verde, esta princesita era de tez cobriza,
ojos oscuros, cabellos negros y bajita. Era risueña, se regocijaba con las cosas más
simples de la vida; ver caer una hoja, el vuelo de un pájaro.
Y sucedió que al tiempo que Caperucita Verde cumplía sus 21 años falleció su
padre. Ésta, al celebrar su mayoría de edad le solicitó a su madre que se fuera a vivir
con ella al terreno de su herencia: América. La madre aceptó gustosa la propuesta,
así que vendió y regalo parte de sus bienes.
Que felicidad; reunieron tanto dinero que asesoradas por sabios funcionarios en
diferentes áreas de la existencia lograron hacer de América, de Norte a Sur, un Edén.
Se establecieron selvas, desiertos, piedras preciosas como la esmeralda, hicieron
galerías de cobre, oro, plata, plomo, platino, hierro, azufre, carbón. Crearon bóvedas
de petróleo, un collar de volcanes, lagos, ríos, islas, desiertos; llenaron el mar al
extremo de hacerlo tan grande que hasta la luna bajaba a darse placenteros baños.
En los acontecimientos sólo había una sombra que cubría tanta luz, y era el
pensamiento negro de la esposa del segundo hijo, aquel hijo que le correspondió
administrar Europa.
Los dos mayores se llevaban muy bien con su madre, eran ambiciosos como ella.
Los otros cinco habían salido correctos, respetuosos y trabajadores como el padre.
La perversa madre miraba con desprecio a estos cinco hijos, los consideraba
inferiores; y mala por naturaleza, siempre sembraba peleas y tristezas entre los
hermanos.
No obstante, a pesar de todo lo que el padre hizo por la Paz, la desunión continuó
reinando en ese campo. Hasta que por fin el padre triste con los acontecimientos citó
a sus hijos y les propuso la idea de dividir su Europa, y cada cual tomara un pedazo
y administrara su herencia como bien les pareciera. Los hijos recibieron con agrado
el informe.
Al segundo hijo, que también la madre le inyectó la desunión, lo mandó a vivir entre
sus hermanos. Había aún esperanza de un cambio positivo.
Pues bien, el hijo mayor al que le correspondió habitar la isla en forma de dragón,
era inescrupuloso para conseguir sus objetivos: si era necesario robar, mentir,
destruir, matar... él lo hacia; para él todo era válido, al extremo que sus hermanos y
parientes lo denominaban "El Lobo Feroz".
Ahora bien, urdieron un plan para ingresar fácilmente a la Isla Grande. Se vistieron,
hablaron y se comportaron como ovejas, la abuelita de Caperucita Verde cayó en la
trampa y les permitió el ingreso a la Isla. Ya estando dentro se sacaron sus disfraces
y se mostraron tal como eran, FEROCES, e hicieron del terror su aliado.
Caperucita Verde conmovida por su sobrino, que por fin se arrepentía de toda su
maldad, le otorgó una superficie de tierra; por ningún precio, en el norte de América
y sólo con la condición de ser respetuoso con las leyes de hermandad.
_"Querido sobrino podrás habitar con tus seres queridos el territorio que
corresponde al norte de América, la frontera la impondrá el río Mississipi, adquiere
tu independencia, felicidad y sobre todo paz. Del Mississipi hacia el sur
corresponderá mi América, en mis tierras se habla y hablará el idioma castellano y
una determinada superficie se hablará Portugués. Se te prohibe que interrumpas la
paz, felicidad y unidad con tus costumbres extranjeras. El lobo aceptó las
condiciones, e inmediatamente tomó la superficie designada.
La tirana de su madre, ¡con que júbilo tomó la noticia, su territorio cada vez crecía
desmedidamente!
Ahora bien, el trabajo principal del Feroz ya estaba hecho, había penetrado las
fronteras. Ahora podía sacarse sus ropas de oveja.
Y fue así que comenzó a reinar la tristeza y el miedo en el territorio Mexicano. Este
lobo acaparaba y tomaba todo lo que le apetecía a costo de cualquier bajeza...
Un día llegó a los oídos de Caperucita Verde toda la maldad de su sobrino y a la vez,
lo mal que se encontraba nuevamente su abuelita.
La madre de Caperucita Verde le solicitó que fuera prudente, pues conocía muy bien
los frutos de la perversidad de su nuera.
_ ¿Quién es?
_ Oh abuelita, qué viaje tan largo hasta llegar a tu presencia, si te contara todas las
cosas que me tocó por pasar... no me lo creerías… Pero abuelita, ¿cómo te
encuentras?...dime ¿Es cierto que mi sobrino "el extranjero" desea apropiarse de las
riquezas de mi fundo? Sabes abuelita estoy tan preocupada porque me he informado
por Internet de cosas horribles que han cometido él y su madre, la que vive en la isla
en forma de dragón.¡Con decirte que hasta Lucifer está escandalizado...!
_Oh hijita así me han quedado después de hacer el viaje por toda tu América. Al
contemplar la misteriosa Isla de Pascua, la Antártica con las reservas mundiales de
agua, las islas Malvinas, las ruinas del Machu-Pichu, el caudaloso río Amazonas, las
islas Galápagos, el Cañón del Colorado.
_ ¡Verdad que es maravilloso mi terreno!, pero abuelita... ¿por qué tienes esas orejas
tan grandes?
_ Es porque huelo mejor, pues en tus terrenos están los pulmones del Fundo, la selva
virgen amazónica.
_ Abuelita, ¿por qué tienes esa voz tan rara?, te escuchó con acento extranjero.
_ Porque ahora como mejor, tu tierra es tan bondadosa que es un vergel de puros
alimentos.
Sí, abuelita, además en mi tierra tengo la buena planta coca. Sabes la próxima
semana nos reuniremos, yo y los guías sabios que me asesoran, con un grupo de
mujeres indígenas quienes nos transmitirán sus conocimientos milenarios de
medicina basados en la hoja de la coca, para dicho acontecimiento he invitado a los
medios de comunicación. Abuelita deseo darle a la hoja un uso legal e industrial que
beneficie a mi población y la de mis hermanos, pero…
_ Abuelita... ¿por qué tienes esas manos tan grandes, sucias y unas uñas en forma de
garras?... ¡como las bestias!
_ Abuelita, ¿por qué has utilizado ese término tan feo...? Me has hecho recordar a mi
sobrino "el extranjero" el acaparador. Me voy a ir inmediatamente a arreglar los
asuntos con él. En mis terrenos yo y los guías sabios que me asesoran ponemos las
reglas, y la Bondad y Unidad es ley Divina. Y te diré, abuelita, que estoy asesorada
por mi buen amigo Gandhi para no dar ningún paso en falso. Este sobrino mío está
poniendo muy triste a sus vecinos y eso no lo aceptaré. Y por eso y otros motivo le
diré que en un plazo determinado se retire de mi herencia la cual, él está cubriendo
con una vergonzosa alfombra roja.
_Pero CAPERU...
_Abue....
Pasó un breve tiempo, "el extranjero" estaba logrando sus objetivos, primero se
apoderó de gran parte del terreno Mexicano y se denominó Amerika.
Un buen día, Dios fue a su encuentro, desactivó por unos segundos el Sistema de
seguridad terrestre y aéreo de los Lobos y permitió que la Princesa madre lograra
ingresar a Europa y dirigirse a Bélgica y exponer su causa Judicial.
Las Leyes Divinas decían: _El extranjero y su madre: «No aman la Unión» y «No
hacen a los demás lo que a ellos les gusta que les hagan».
La Moral decía: _"El Extranjero" y su madre son de mal actuar: matan, roban,
mienten, levantan falsos testimonios, son egoístas, envidiosos, idólatras, no respetan
el núcleo familiar, no santifican el Presente, ni la libertad de pensamiento.
Y un hombre del pueblo levantó la voz y dijo: _Este Lobo ha sido tan perverso y
cauteloso, que, para no dejar rastros de los millones de seres humanos que ha dado
muerte, se le ocurrió la terrorífica idea de moler los huesos de sus víctimas y
construirse con ellos su guarida, la Casa Blanca.
El sistema les dijo: _"Van a cosechar todo el daño que han sembrado".
Caperucita conmovida solicitó que no le hicieran tanto daño a sus parientes, que
sabiduría es rehabilitarlos.
Los seres que administraban la justicia dijeron que ellos eran sumamente peligrosos
en el planeta, que sólo tal vez la muerte rápida de ambos sería la mejor y la más
rápida solución.
Caperucita fue muy enérgica al decir: -¡Está prohibido matar!, justicia es actuar de la
mano de la Bondad, sabiendo que Dios es Amor, Unión.
Y propuso la siguiente idea: _ Lo que haremos, así nuestro Terreno estará libre de la
ferocidad de ambos, "los enviaremos al exilio, fuera del ambiente terrestre, se irán a
habitar un satélite que esté girando en torno a nuestro planeta. Los proveeremos de
buenos libros que hablen de moral, un computador para que escriban sus
pensamientos, y puedan por Internet tener contacto con sus seres queridos, una
gigantesca cámara de televisión donde recibirán cursos de acuerdo a los interéses
que cada uno demuestre tener, los equiparemos con buena música; eso y más será la
medicina para el Alma; y de medicina para el cuerpo, los abasteceremos de aire puro
y el aprendizaje de una correcta y consciente respiración, además enviaremos
diariamente agua fresca, ricas frutas y verduras de la bella y gigantesca América, la
Verdadera. Pues bien, cada tres años bajará el satélite y veremos los avances que se
han logrado en la conducta de ambos personajes».
y colorín…
Alma Florencia
Heilbronn- Alemania
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EL SAMURAI Y EL PESCADOR
por Richard Kim "The Weaponless Warriors", 1974. Ohara Publications, USA.
"Lo siento", dijo el pescador. " Lo que quería decir era esto: Acabo de comenzar el
aprendizaje del arte de la mano vacía y la primera cosa que he aprendido es el
precepto: “Si alzas tu mano, restringe tu temperamento; si tu temperamento se
alza, restringe tu mano."
Había anochecido cuando el Samurai llegó a su casa y, como era costumbre, estaba
a punto de anunciar su regreso, cuando se vio sorprendido por un haz de luz que
provenía de su habitación, a través de la puerta entreabierta.
Volvió a la entrada y dijo en voz alta. "He vuelto". Su esposa se levantó, abriendo
la puerta salió junto con la madre del Samurai para saludarlo. La madre vestida con
ropas de él. Se había puesto ropas de Samurai para ahuyentar intrusos durante su
ausencia.
El año pasó rápidamente y el día del cobro llegó. El Samurai hizo nuevamente el
largo viaje. El pescador lo estaba esperando. Apenas vio al Samurai, este salió
corriendo y le dijo: "He tenido un buen año. Aquí está lo que le debo y además los
intereses. No sé cómo darle las gracias!"
El Samurai puso su mano sobre el hombro del pescador y dijo: "Quédate con tu
dinero. No me debes nada. Soy yo el endeudado."
En pleno día -por tiempo y por edad- la mujer vestía de noche. La oscuridad de su
pena hacía juego con la suelta cabellera, los ojos insondables y la túnica. Cansada
de llamar a la Muerte, que bajó la caperuza, tapó sus oídos y vagó por el mundo
sólo por no oírla, acudió al Ángel.
- Señor: he perdido a mi hijo. ¡Era tan pequeño que cabía exactamente en la cuna
de mis brazos! En vano llamé a la Muerte para que me lo devolviera...
- ¿No sabes, Mujer, que la muerte no devuelve nada...?
- Le rogué que me llevara junto a él. No fui escuchada. No tengo paz ni consuelo.
Toda yo soy una estéril lluvia de lágrimas.
- Resignación, Mujer.
- Lo soñé con amor. Lo engendré con amor. Lo esperé con amor. Lo di a luz con
amor... Y me fue arrebatado. No tiene sentido.
- Busca las palabras de la resignación y de la fe -dijo el Ángel y desapareció.
La Mujer cerró sus desolados ojos. Cuando los volvió a abrir estaba en una iglesia
que destilaba esplendor. En los murales, pintores de clara estirpe idealizaron
hasta el arrebato místico, los rostros de vírgenes y santos.
Se arrodilló ante el sacerdote.
- Padre: he perdido a mi hijo. No tengo paz ni consuelo. En vano he llamado a la
Muerte. Vivo en martirio.
- Bienaventurados los que sufren porque de ellos será el reino de los cielos... Dios
da y Dios quita. Tu criatura, mujer, es un ángel grato a los ojos del Señor.
Resignación, hija mía, resignación.
Cubierta con su cabellera como un manto, fue a una sinagoga. Refulgían la
estrella de David y los candelabros de siete brazos. Se arrodilló ante el rabino.
- Señor: he perdido a mi hijo. Lo engendré con alegría. No tengo calma, ni
consuelo, ni sentido mi vida. Soy un dolor.
- Un Rabí perdió a su hija recién nacida y, en su acompañamiento, iba alegre...
Cuando le preguntaron el motivo, repuso: Me alegra devolver a Jehová un alma
tan pura como cuando él me la dio... Dios da y Dios quita. Resignación, hija mía,
resignación.
Envuelta en la oscuridad de su cabellera y de su pena, la mujer entró en la
mezquita.
La filigrana de la piedra reproducía, hasta el infinito, el nombre de Alá. Se hizo un
ovillo a los pies del Imán.
- Señor: he perdido a mi hijo. Era tan pequeño que mis brazos le bastaban. Lo
amaba y lo perdí. No tengo consuelo.
- La verdadera tumba de los mortales no está en la tierra sino en el corazón de los
hombres... Tu hijo está vivo en tu corazón. Vida y muerte no nos pertenecen, Dios
da y Dios quita. Resignación, hija mía, resignación.
Arrebujada en el manto vivo de su cabellera, la madre entró en una capilla
evangelista.
Las paredes eran grises y desnudas. Sólo un crucifijo fino, de madera negra. En lo
alto, los fragmentados colores de un vitreaux. Dobló su torturada humanidad ante
el Pastor.
- Señor: he perdido a mi hijo. Era tan pequeño y tan grande mi dolor. Vivo
penando y sin consuelo.
- En el día del juicio final veremos los rostros de él y de los seres que amamos.
Dios da y Dios quita. Resignación, hija mía, resignación.
En lágrimas, ya sin fuerzas, la madre era una figura oscura, espasmódicamente
sacudida por sollozos y el viento.
Ajena a la vida que pasaba a su alrededor, sólo recordaba el hijo que tuvo en sus
brazos y se perdió como en un sueño...
El Portero Celestial, con infinita pena le alzó el rostro.
- Mujer, levántate. Voy a llevarte ante quien comprenderá tu dolor.
Por un instante, la madre abandonó su oscuridad de cuerpo y espíritu.
- ¡Señora...! - suplicó ante la augusta figura.
- Tú que perdiste a tu Hijo, dime, ¿cuál es la fórmula del consuelo...?
Entonces, a dos mil años del hecho, los ojos de la virgen María se llenaron de
lágrimas...
Autora: Evangelina
En el día de mi cumpleaños
Tres personas iban caminando por una vereda de un bosque: un sabio con fama de hacer milagros,
un poderoso terrateniente del lugar y, un poco atrás de ellos y escuchando la conversación, iba un
joven estudiante, alumno del sabio.
Terrateniente: "me han dicho en el pueblo que eres una persona muy poderosa que, inclusive,
puedes hacer milagros".
Sabio: "soy una persona vieja y cansada... ¿cómo crees que yo podría hacer milagros?".
Terrateniente: "pero me han dicho que sanas a los enfermos, haces ver a los ciegos y vuelves
cuerdos a los locos..... esos milagros sólo los puede hacer alguien muy poderoso".
Sabio: "¿te referías a eso?, tú lo has dicho, esos milagros sólo los puede hacer alguien muy
poderoso... no un viejo como yo; esos milagros los hace Dios, yo sólo pido se conceda un favor
para el enfermo, o para el ciego, todo el que tenga la fe suficiente en Dios puede hacer lo mismo".
Terrateniente: "yo quiero tener la misma fe para poder realizar los milagros que tú haces...
muéstrame un milagro para poder creer en tu Dios".
Terrateniente: "No, yo quiero ver un VERDADERO milagro, oculta el sol, saca agua de una
piedra.... mira hay un conejo herido junto a la vereda, tócalo y sana sus heridas".
Sabio: "¿quieres un verdadero milagro?, ¿no es verdad que tu esposa acaba de dar a luz hace
algunos días?".
Sabio: "¿acaso no estamos en época de cosecha?, ¿no hay trigo y sorgo donde hace unos meses sólo
había tierra?".
Sabio: "te has explicado bien, yo ya hice todo lo que podía hacer por ti.... si lo que encontraste no
es lo que buscabas, lamento desilusionarte, yo he hecho todo lo que podía hacer". Dicho esto, el
poderoso terrateniente se retiró muy desilusionado por no haber encontrado lo que buscaba. El
sabio y su alumno se quedaron parados en la vereda; cuando el terrateniente iba muy lejos como
para ver lo que hacían, el sabio se dirigió a la orilla de la vereda, tomó al conejo, sopló sobre él y
sus heridas quedaron curadas. El joven alumno estaba algo desconcertado.
Joven: "maestro: te he visto hacer milagros como éste casi todos los días, ¿porqué te negaste a
mostrarle uno al caballero?, ¿por qué lo haces ahora que él no puede verlo?".
Sabio: "lo que él buscaba no era un milagro, era un espectáculo. Le mostré 3 milagros y no pudo
verlos.... para ser rey primero hay que ser príncipe, para ser maestro primero hay que ser alumno...
no puedes pedir grandes milagros si no has aprendido a valorar los pequeños milagros que se te
muestran día a día. El día que aprendas a reconocer a Dios en todas las pequeñas cosas que ocurren
en tu vida, ese día comprenderás que no necesitas más milagros que los que Dios te da todos los
días sin que tú se los hayas pedido".
Hace alrededor de doce años atrás, yo estaba de pie, en medio del aula,
esperando mientras mis alumnos entraban para la primera clase de Teología de la
Fe.
Aquel fue el primer día que ví a Tommy.
Tanto mis ojos como mi mente pestañearon al verlo. El estaba arreglando sus
muy largos y rubios cabellos, que llegaban unos veinte centímetros por debajo de
sus hombros.
Aquella era la primera vez en que yo veía un joven con cabellos tan largos.
Creo que estaban comenzando a ponerse de moda.
Dentro de mí, yo se que lo que vale no es lo que está sobre la cabeza sino lo
que está dentro de ella, pero aquel día yo no estaba preparado y mis emociones
me confundieron.
Inmediatamente clasifiqué a Tommy con una "E" de extraño... muy extraño.
Tommy terminó mostrándose como el "ateísta de turno" en mi curso de
Teología de la Fe.
Constantemente, él hacia objeciones, bromas o se lamentaba de la posibilidad
de existir un Dios Padre que nos amase incondicionalmente.
Convivimos en relativa paz uno con el otro por un semestre, sin embargo yo
tenia que admitir que a veces él era un estorbo cargado a mis espaldas.
Cuando en el fin de curso Tommy se aproximó para entregar su examen final,
me preguntó en un tono ligeramente cínico: "Usted cree que yo pueda encontrar a
Dios algún día?"
Inmediatamente yo me decidí por una terapia de choque.
"No!", respondí enfáticamente.
"Ah!", respondió él, "yo pensé que ese era el resultado que el señor estaba
intentándonos obligar a aceptar".
Yo dejé que el diese unos cinco pasos fuera del aula y grité para él: "Tommy, yo
no creo que usted consiga encontrar a Dios, pero tengo la absoluta certeza de que
El lo encontrará"
El se dio vuelta, y salió del aula y de mi vida.
Yo permanecí ligeramente decepcionado ante la idea de que él no hubiese
escuchado mi frase tan inteligente: "El lo encontrará".
Por lo menos yo pensé que era inteligente....
Mas tarde me enteré que Tommy se había graduado y quedé especialmente
aliviado; después, una noticia triste: supe que Tommy estaba con un cáncer
terminal.
Antes que yo pudiese ir en su búsqueda, él vino a verme.
Cuando entró en mi oficina, reparé que su físico había sido desvastado por la
enfermedad y que los cabellos largos habían caído por completo como resultado de
la quimioterapia.
Pero sus ojos estaban brillantes y su voz sonaba firme, por primera vez en la
vida, creo yo.
"Tommy, he pensado tanto en usted! Oí decir que estaba enfermo!", disparé.
"Ah, es verdad, estoy muy enfermo. Tengo cáncer en ambos pulmones. Ahora
es una cuestión de semanas".
"Usted puede hablar respecto de eso, Tom?".
"Claro, que es lo que usted quisiera saber?".
"Cómo es tener apenas veinticuatro años y estar muriendo?"
"Creo que podría ser peor".
"De qué manera?".
Bueno, así como tener cincuenta años y no tener noción de valores o ideales,
así como tener cincuenta años y pensar que bebida, mujeres y dinero son las cosas
verdaderamente "importantes" en la vida.
Comencé a buscar en mi archivo mental la letra "E" donde yo había clasificado
a Tommy como "extraño".
(Parece que todas las personas que intento rechazar de mi vida con mis
clasificaciones, Dios me las manda de vuelta como para enseñarme un lección).
"Pero la razón por la cual realmente vine a verlo", dijo Tom, "fue la frase que
usted me dijo en el último día de clases".
(El se acordaba!) Tom continuó.
"Yo le pregunte a usted si creía que yo encontraría a Dios algún día y usted
respondió, NO!', lo que me sorprendió.
En seguida, usted dijo, 'Pero El lo encontrará'.
Yo pensé un poco al respecto de aquella frase, sin embargo, en aquella época
yo no pensaba mucho en buscar a Dios.
(Mi frase "inteligente". El había pensado mucho al respecto).
Pero cuando los médicos quitaron ese nódulo de mi ingle y me dijeron que era
un tumor maligno, entonces comencé con más seriedad la búsqueda de Dios.
Y cuando la enfermedad se esparció por mis órganos vitales, yo comencé,
realmente, a dar golpes desesperados en las puertas de bronce del paraíso.
Pero Dios no apareció.
En realidad, nada sucedió.
Usted ya intentó hacer alguna cosa por un largo período de tiempo, sin éxito?
la persona queda psicológicamente saturada, cansada. Y entonces, desiste.
Un día, desperté y en vez de gritar auxilio por encima de un alto muro de
ladrillo detrás de donde Dios podía o no estar, simplemente desistí.
Yo decidí que de hecho no me importaba... ni Dios, ni una vida eterna o
cualquier cosa parecida.
Y decidí gastar el tiempo que me quedaba haciendo alguna cosa más
provechosa.
Yo pensé en usted y sus clases y recordé otra cosa que el señor decía: "La
tristeza más profunda, esencial, es pasar por la vida y dejar este mundo sin jamás
haber dicho a las personas que usted amó que usted las había amado."
Entonces comencé por la persona más difícil: mi padre.
El estaba leyendo el periódico cuando me acerque. 'Papá'.... 'Si, que pasa?'
Pregunto él sin bajar el periódico.
¡Papá, me gustaría conversar contigo'.
'Entonces, habla'.
'Es un asunto muy importante!'.
El periódico descendió unos centímetros lentamente.
'Que sucede?.
'Papá, yo te amo. Yo solo quería que tu supieras eso'.
Sonriéndome, Tom dijo con una satisfacción evidente, como él sintió una
alegría cálida y secreta fluyendo dentro de sí "el periódico cayó al piso y mi padre
hizo dos cosas que yo no recuerdo haberlo visto hacer jamás. El lloró y me
abrazó".
Y conversamos durante toda la noche, aunque el tuviese que ir a trabajar en la
mañana siguiente.
Fue tan bueno poder sentirme junto a mi padre, ver sus lágrimas, sentir su
abrazo, oírlo decir que me amaba.
Fue más fácil con mi madre y con mi hermano más pequeño. Ellos lloraban
conmigo también y nosotros nos abrazamos y comenzamos a hablar de cosas
realmente buenas unos para los otros. Hablamos sobre las cosas que habíamos
mantenido en secreto por tantos años.
Yo sólo lamenté una cosa: que hubiese esperado tanto tiempo.
En aquel momento yo estaba apenas comenzándome a abrir con todas las
personas con las cuales me sentía ligado.
Entonces, un día, yo me volví y allí estaba Dios.
El no vino a mi encuentro cuando yo le imploré.
Yo creo que el actuó como un domador de animales, que asegurando un aro
dice: 'Vamos, salta! Yo te doy tres días... tres semanas'.
Aparentemente Dios actúa a su modo y a su tiempo.
Pero lo que es importante es que EL estaba ahí. El me encontró. Usted estaba
en lo cierto.
El me encontró, aún después de que yo hubiese dejado de buscarlo, de
procurar por El".
"Tommy," dije yo casi como sentencia, "yo creo que lo que usted está diciendo
es una cosa mucho más importante y mucho más universal de lo que usted se
puede imaginar.
Para mi, por lo menos, usted esta diciendo que la manera más real, más
cierta de encontrarse con Dios, no es hacer de El un bien personal, una solución
para los propios problemas o un consuelo instantáneo en tiempos difíciles, pero sí
El se vuelve disponible para el amor.
El apóstol Juan dijo esto:"Dios es Amor, y aquel que vive en el amor vive con
Dios y Dios vive con él."
Tom, puedo pedirle un favor? Usted sabe que cuando fue mi alumno, usted me
dio mucho trabajo. Pero, (riéndome) ahora usted puede recompensarme por todo
aquello.
Usted vendría a mi clase de Teología de la Fe y le contaría a mis alumnos lo que
me acaba de contar?
Si yo les contase la misma historia, no calaría tan profundo en ellos".
Oooh........ yo estaba preparado para venir a verlo, pero no sé si estoy
preparado para enfrentar a sus alumnos"
Tom, piense en esto. Si usted se siente preparado, me llama".
Algunos días después, Tom me telefoneó y me dijo que hablaría para mis
alumnos, que él quería hacer aquello por Dios y por mí.
Entonces combinamos una fecha.
Pero el no pudo venir.
El tenía otro encuentro mucho más importante que aquel con mis alumnos y
conmigo.
Es claro, que su vida no terminó realmente con su muerte, solamente se
transformo.
El había dado el gran paso de la Fe para la Visión.
El fue al encuentro de una vida mucho más bonita de lo que
los ojos humanos jamás vieron o de lo que los oídos humanos jamás oyeron o
de lo que la mente humana jamás imagino.
Antes de morir, todavía conversamos una vez más.
"No voy a estar en condiciones de hablar con sus alumnos", el me dijo"
"Ya lo se, Tom".
"Usted hablaría con ellos por mí? Usted hablaría.... con todo el mundo por mí?"
"Voy a hablar, Tom. Voy a hablar con todo el mundo. Voy a hacer lo mejor que
pueda".
Entonces, a todos ustedes que fueron tan buenos y pacientes de escuchar esta
declaración de amor tan simple, gracias por hacerlo.
Y a usted, Tommy, donde quiera que esté, en las colinas verdes y soleadas del
paraíso: yo hablé con todo el mundo.... del mejor modo que yo conseguí".
Y si esta historia significa alguna cosa para usted.... "los amigos son el medio
por el cual Dios cuida de nosotros"
Tres son, hermanos, los resortes que hacen que la fe se mantenga firme, la
devoción sea constante, y la virtud permanente. Estos tres resortes son: la
oración, el ayuno y la misericordia. Porque la oración llama, el ayuno intercede, la
misericordia recibe. Oración, misericordia y ayuno constituyen una sola y única
cosa, y se vitalizan recíprocamente.
El ayuno, en efecto, es el alma de la oración, y la misericordia es la vida del
ayuno. Que nadie trate de dividirlos, pues no pueden separarse. Quien posee uno
solo de los tres, si al mismo tiempo no posee los otros, no posee ninguno. Por
tanto, quien ora, que ayune; quien ayuna, que se compadezca; que preste oídos a
quien le suplica aquel que, al suplicar, desea que se le oiga, pues Dios presta oído
a quien no cierra los suyos al que le súplica.
Que el que ayuna entienda bien lo que es el ayuno; que preste atención al
hambriento quien quiere que Dios preste atención a su hambre; que se
compadezca quien espera misericordia; que tenga piedad quien la busca; que
responda quien desea que Dios le responda a é1. Es un indigno suplicante quien
pide para si lo que niega a otro.
Díctate a ti mismo la norma de la misericordia, de acuerdo con la manera, la
cantidad y la rapidez con que quieres que tengan misericordia contigo.
Compadécete tan pronto como quisieras que los otros se compadezcan de ti.
En consecuencia, la oración, la misericordia y el ayuno deben ser como un único
intercesor en favor nuestro ante Dios, una única llamada, una única y triple
petición.
Recobremos con ayunos lo que perdimos por el desprecio; inmolemos nuestras
almas con ayunos, porque no hay nada mejor que podamos ofrecer a Dios, de
acuerdo con lo que el profeta dice: Mi sacrificio es un espíritu quebrantado: un
corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias. Hombre, ofrece a Dios tu
alma, y ofrece la oblación del ayuno, para que sea una hostia pura, un sacrificio
santo, una víctima viviente, provechosa para ti y acepta a Dios. Quien no dé esto a
Dios no tendrá excusa, porque no hay nadie que no se posea a si mismo para
darse.
Mas, para que estas ofrendas sean aceptadas, tiene que venir después la
misericordia; el ayuno no germina si la misericordia no lo riega, el ayuno se torna
infructuoso si la misericordia no lo fecundiza: lo que es la lluvia para la tierra, eso
mismo es la misericordia para el ayuno. Por más que perfeccione su corazón,
purifique su carne, desarraigue los vicios y siembre las virtudes, como no
produzca caudales de misericordia, el que ayuna no cosechará fruto alguno.
Cuántos hemos escuchado la pregunta... "¿En dónde estaba Dios cuando las
torres de New York y el Pentágono fueron atacados?"
Bueno, pues yo sé en dónde estaba Dios esa mañana del 11 de septiembre de
2001. Dios estaba muy, pero muy ocupado!!!
El estaba tratando de desanimar a varias personas para que no tomaran
ninguno de esos vuelos. Entre los cuatro aviones pudo haber más de 1000
pasajeros, pero sólo 266 personas abordaron esos aviones.
Dios estaba ocupado dándole a los pasajeros de los 4 aviones, la habilidad para
mantenerse en calma.
Ninguno de los familiares de los pasajeros que les llamaron ha dicho que hubo
una sola llamada de terror, o que se escucharon gritos en el ambiente.
En uno de los aviones incluso, Dios estaba dándole valor a algunos pasajeros
para que pelearan contra los terroristas.
Dios estaba muy ocupado esa mañana tratando de crear obstáculos para que
muchos de los empleados del World Trade Center no llegaran a su trabajo ese día.
Solamente cerca de 20,000 personas estaban en las torres cuando el primer
avión chocó. En estas torres trabajaban mas de 50,000 empleados, y menos de
15% fueron victimas fatales, esto en sí, es un milagro.
Muchos de los empleados del World Trade Center le dijeron a los reporteros que
se les hizo tarde para ir a trabajar y muchos de ellos tuvieron contratiempos con
"el tráfico".
Dios estaba muy ocupado esa mañana sosteniendo 2 edificios de 110 pisos,
para que la tercera parte de los trabajadores pudieran salir. Fue increíble ver que
las torres no cayeran hacia los lados cuando los aviones impactaron. Y cuando
cayeron las torres, cayeron hacia adentro evitando aplastar millares de personas
más.
Una vez que los edificios cayeron, Dios estaba muy ocupado recogiendo las
almas de sus hijos entre aproximadamente 6000 personas de las que estuvieron
listas para irse con EL.
Asegurándole a sus familiares que lo peor había pasado y que EL cuidaría de sus
hijos en su nuevo hogar.
Dios estaba muy ocupado llorando por los 19 que tenían tanto odio en su
corazón y que utilizaban su nombre para disfrazar ese odio. Dios estaba triste
viendo como esos 19 no conocieron el verdadero Amor que solamente puede
provenir de EL y que al igual que muchos, lo rechazaron creando su propio dios y
perdiéndose en el infierno para siempre.
Dios estaba muy ocupado esa mañana sembrando el deseo de servir a muchos
de sus hijos los cuales están bien entrenados para ayudar en casos de desastres.
A muchos que aunque no tenían el entrenamiento, Dios los estaba capacitando
para ayudar a las víctimas en varias áreas, donando sangre, contribuyendo
monetariamente o quizá consolando a algún sobreviviente en dolor o en tantas
cosas que quizá ni nos enteraremos jamás.
Dios estaba muy ocupado mandando un Espíritu de Hermandad y Unidad a sus
hijos a través de no sólo una nación, sino del mundo entero.
Pero lo más hermoso es saber que El aún no ha terminado. El aún sostiene a los
seres queridos de los familiares
desaparecidos confortándolos diariamente y recordándoles que El aún está con
ellos.
Y continúa con nosotros recordándonos que El aún espera que le hablemos, que
confiemos en EL y que su mayor ocupación somos sus hijos.
Así que cuando alguien te pregunte "¿En dónde estaba Dios el 11 de
Septiembre?" puedes contestarle...
Estaba muy ocupado EN TODAS PARTES.
CARTA DE CRISTO
Tu amigo de siempre:
Jesucristo
(Espero tu respuesta)
¿QUE ES EL EXITO?
El éxito no siempre tiene que ver con lo que mucha gente ordinariamente se
imagina.
No se debe a los títulos que tienes, sean de nobleza o académicos, ni a la sangre
heredada, o a la escuela donde estudiaste.
No se debe a las dimensiones de tu casa, o a cuantos carros caben en tu
cochera, o si son ultimo modelo.
No se trata de si eres jefe o subordinado, o si escalaste la siguiente posición en
tu organización, o estas en la ignorada base de la misma.
No se trata de si eres miembro prominente de clubes sociales o si sales en las
paginas de los periódicos.
No tiene que ver con el poder que ejerces, o si eres un buen administrador, si
hablas bonito, si las luces te siguen cuando lo haces, o si eres religioso o no.
No es la tecnología que empleas, por brillante y avanzada que esta sea.
No se debe a la ropa que usas, o si gozas de un tiempo compartido, o si después
de tu nombre pones las siglas deslumbrantes que definen tu "status" para el espejo
social.
No se trata de si eres emprendedor, hablas varios idiomas, si eres atractivo,
joven o viejo.
EL ÉXITO...
Se debe a cuanta gente te sonríe, y a cuanta gente amas y cuantos admiran tu
sinceridad y la sencillez de tu Espiritu.
Se trata de si te recuerdan cuando te vas.
Se refiere a cuanta gente ayudas, a cuanta gente evitas dañar y si guardas o no
rencor en tu corazón.
Se trata de si en tus triunfos incluiste siempre tus sueños.
De si no fincaste tu éxito en la desdicha ajena y de si tus logros no hieren a tus
semejantes.
Es acerca de tu inclusión con los otros, no de tu control sobre los demás, de tu
apertura hacia todos los demás y no de tu simulación para con ellos.
Es sobre si usaste tu cabeza tanto como tu corazón, si fuiste egoísta o generoso,
si amaste la naturaleza y a los nidos y te preocupaste por los ancianos.
Es acerca de tu bondad, tu deseo de servir, tu escuchar y tu valor sobre la
conducta ajena.
No es acerca de cuantos te siguen, sino de cuantos realmente te aman.
No es acerca de transmitir todo, sino cuantos te creen, de si eres feliz o finges
estarlo.
Se trata del equilibrio, de la justicia, del bien ser que conduce al bien tener y al
bien estar.
Se trata de tu conciencia tranquila, tu dignidad invicta y tu deseo de ser mas, no
de tener mas.
Ahora pregúntate , verdaderamente soy exitoso?, Si lo eres bajo estas
cualidades , Te Felicito!!. Sino, todavía estas a tiempo de alcanzarlo.
SOLO QUIEN PERDONA ES LIBRE
DECALOGO DE LA SERENIDAD
JUAN XXIII
1- SOLO POR HOY: Trataré de vivir exclusivamente el día, sin querer resolver
el problema de mi vida todo de una vez.
2- SOLO POR HOY: Tendré el máximo cuidado de mi aspecto, cortés en mis
maneras, no criticaré a nadie y no pretenderé mejorar o disciplinar a nadie sino a
mí mismo.
3- SOLO POR HOY: Seré feliz en la certeza de que he sido creado para la
felicidad, no sólo en el otro mundo, sino en este también.
4- SOLO POR HOY: Me adaptaré a las circunstancias sin pretender que las
circunstancias se adapten todas a mis deseos.
5- SOLO POR HOY: Dedicaré diez minutos de mi tiempo a una buena lectura,
recordando que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena
lectura es necesaria para la vida del alma.
6- SOLO POR HOY: Haré una buena acción y no lo diré a nadie.
7- SOLO POR HOY: Haré por lo menos una cosa que no deseo hacer, y si me
sintiera ofendido en mis sentimientos, procuraré que nadie se entere.
8- SOLO POR HOY: Me haré un programa detallado. Quizá no lo cumpliré a
cabalidad, pero lo redactaré y me guardaré de dos calamidades: la prisa y la
indecisión.
9- SOLO POR HOY: Creeré aunque las circunstancias demuestren lo contrario,
que la buena providencia de Dios se ocupa de mí como si nadie más existiera en el
mundo.
10- SOLO POR HOY: No tendré temores. De manera particular no tendré miedo
de gozar de lo que es bello y creer en la bondad. Puedo hacer bien durante doce
horas, lo que me descorazonaría si pensase tener que hacerlo durante toda mi vida.
EL TRABAJO Y OTROS COMPROMISOS
En un discurso a los graduados en la Universidad, hace varios años, Brian Dyson, de Coca
Cola, habló sobre la relación entre el trabajo y otros compromisos.
"Imaginen la vida como un juego en el que ustedes hacen malabarismos con cinco
bolas que arrojan al aire. Son el trabajo, la familia, la salud, los amigos y el
espíritu. Pronto se darán cuenta de que el trabajo es una bola de goma. Si se cae,
rebota. Pero las otras cuatro bolas: familia, salud, amigos y espíritu, son de vidrio.
Si dejan caer una de ésas van a quedar irrevocablemente dañadas, rayadas,
rajadas o rotas. Nunca volverán a ser las mismas. Compréndanlo y busquen el
equilibrio en la vida. ¿Cómo?
No disminuyan su propio valor comparándose con otros. Es porque
somos todos diferentes que cada uno de nosotros es especial.
No fijen sus objetivos en razón de lo que otros consideran importante.
Sólo ustedes están en condiciones de elegir lo que es mejor para ustedes.
No den por supuestas las cosas más queridas por su corazón.
Apéguense a ellas como a la vida misma, porque sin ellas la vida carece de
sentido.
No dejen que la vida se les escurra entre los dedos por vivir en el
pasado o para el futuro. Si viven un día a la vez, vivirán TODOS los días de su
vida.
No abandonen cuando todavía son capaces de un esfuerzo más. Nada
termina hasta el momento en que uno deja de intentar.
No teman admitir que no son perfectos. Ese es el frágil hilo que nos
mantiene unidos.
No teman enfrentar riesgos. Es corriendo riesgos que aprendemos a ser
valientes.
No excluyan de sus vidas al amor diciendo que no se lo puede encontrar.
La mejor forma de recibir amor es darlo; la forma más rápida de quedarse sin
amor es aferrarlo demasiado, y la mejor forma de mantener el amor es darle
alas.
No corran tanto por la vida que lleguen a olvidar no sólo dónde han
estado sino también a dónde van. No olviden que la mayor necesidad
emocional de una persona es la de sentirse apreciado.
No teman aprender. El conocimiento es liviano, es un tesoro que se lleva
fácilmente.
No usen imprudentemente el tiempo o las palabras. No se pueden
recuperar. La vida no es una carrera, sino un viaje que debe ser disfrutado a
cada paso.
Ayer es historia. Mañana es misterio y Hoy es un regalo: por eso se lo
llama "el presente".
Una noche yo había trabajado mucho ayudando a una madre en su parto; pero a
pesar de todo lo que hicimos, murió dejándonos un bebé prematuro y una hija de 2
años, nos iba a resultar difícil mantener al bebé con vida porque no teníamos
incubadora (¡no había electricidad para hacerla funcionar!), ni facilidades
especiales para alimentarlo.
Aunque vivíamos en el ecuador africano, las noches frecuentemente eran frías y
con vientos traicioneros. Una estudiante de partera fue a buscar una cuna que
teníamos para tales bebés, y la manta de lana con la que lo arroparíamos. Otra fue
a llenar la bolsa de agua caliente. Volvió enseguida diciéndome irritada que al
llenar la bolsa, había reventado. La goma se deteriora fácilmente en el clima
tropical “¡Y era la última bolsa que nos quedaba!”, exclamó y no hay farmacias en
los senderos del bosque. “Muy bien”, dije, “pongan al bebé lo más cerca posible del
fuego y duerman entre él y el viento para protegerlo de éste. Su trabajo es
mantener al bebé abrigado”.
Al mediodía siguiente, como hago muchas veces, fui a orar con los niños del
orfanato que se querían reunir conmigo. Les hice a los niños varias sugerencias de
motivos para orar y les conté del bebé prematuro. Les dije el problema que
teníamos para mantenerlo abrigado y les mencioné que se había roto la bolsa de
agua caliente y el bebé se podía morir fácilmente si tomaba frío. También les dije
que su hermanita de 2 años estaba llorando porque su mamá había muerto.
Durante el tiempo de oración, Ruth, una niña de 10 años oró con la acostumbrada
seguridad consciente de los niños africanos “por favor Dios”, oró “mándanos una
bolsa de agua caliente. Mañana no servirá porque el bebé ya estará muerto. Por
eso, Dios MANDALA ESTA TARDE”. Mientras yo contenía el aliento por la audacia de
su oración la niña agregó: “y mientras te encargas de ello, ¿podrías mandar una
muñeca para la pequeña y así pueda ver que Tú le amas realmente?”.
Frecuentemente las oraciones de los chicos me ponen en evidencia. ¿Podría
decir honestamente “amén” a esa oración? No creía que Dios pudiese hacerlo. Sí,
claro, sé que El puede hacer cualquier cosa. Pero hay límites ¿no?, y yo tenía
algunos GRANDES “peros...”
La única forma en la que Dios podía contestar esta oración en particular, era
enviándome un paquete de mi tierra natal. Había ya estado en Africa casi 4 años y
nunca jamás recibí un paquete de mi casa. De todas maneras, si alguien llegara a
mandar alguno, ¿quién iba a poner una bolsa de agua caliente?.
A media tarde cuando estaba enseñando en la escuela de enfermeras, me
avisaron que había llegado un auto a la puerta de mi casa. Cuando llegué el auto ya
se había ido, pero en la puerta había un enorme paquete de once kilos. Se me
llenaron los ojos de lágrimas. Por supuesto, no iba a abrir el paquete yo sola, así
que invité a los chicos del orfanato a que juntos lo abriéramos. La emoción iba en
aumento. Treinta o cuarenta pares de ojos estaban enfocados en la gran caja.
Había vendas para los pacientes del leprosario y los chicos parecían estar un poco
aburridos. Luego saqué una caja con pasas de uvas variadas, lo que servía para una
buena tanda de panecillos el fin de semana. Volví a meter la mano y sentí... ¿sería
posible?, la agarré y la saqué...
¡Sí era UNA BOLSA DE AGUA CALIENTE NUEVA!.
Lloré... Yo no le había pedido a Dios que mandase una bolsa de agua caliente, ni
si quiera creía que El podía hacerlo. Ruth estaba sentada en la primera fila, y se
abalanzó gritando: “Si Dios mandó la bolsa, también tuvo que mandar la muñeca!”.
Escarbó el fondo de la caja y sacó una hermosa muñequita. A Ruth le brillaban los
ojos.
Ella nunca había dudado. Me miró y dijo: “¿puedo ir contigo a entregarle la
muñeca a la niñita para que sepa que Dios la ama de verdad?”. Ese paquete había
estado en camino por 5 meses. Lo había preparado mi antigua escuela dominical,
cuya maestra había escuchado y obedecido la voz de Dios que la impulsó a
mandarme la bolsa de agua caliente, a pesar de estar en el ecuador africano. Y una
de las niñas había puesto una muñequita para alguna niñita africana cinco meses
antes en respuesta a la oración de fe de una niña de 10 años que la había pedido
esa misma tarde.
Esto nos habla de la fuerza que tiene la oración que se hace con fe y confianza.
Y tú ¿tienes esa confianza?... ¿tienes esa actitud orante?
Autor desconocido
LA SILLA
LA POBREZA Y LA FE
No habrá tenido mucho. Pero lo que tenía era muy suyo. Sobre todo, porque de
tanto llevarlo encima había terminado por sentir indispensables todas esas
realidades: sus botas, su poncho, sus ropas, su chambergo y su facón.
¡Habían compartido tantas cosas juntos, que había terminado por encariñarse
con todo eso! Más que cosas suyas, las sentía como parte de sí mismo. Como
realidades de su misma historia. Al sentir consigo todas esas realidades, se sentía
viviendo una historia con continuidad: historia con pasado. Y todo hombre que está
en camino siente la tentación del pasado. Tentación que se concretiza en el poseer;
en el no dejar.
Al llegar a la orilla de ese río, la opción le resultó dura. Esa realidad del río que
atravesaba como un tajo su camino, le exigía una decisión dolorosa. No es que no
quisiera atravesarlo; ¡si para eso se había puesto en camino! Lo duro no estaba en
vadearlo; sino en que para vadearlo debía tomar una actitud nueva frente a todas
sus cosas viejas; frente a todo lo que era suyo; frente a todo lo que se le había
adherido.
Todo bicho exigido a dejar el pellejo, busca arrinconarse. Lo busca hasta el
gusano que quiere ser mariposa. Para poder crecer hasta el volido, necesita
aceptar el retiro del capullo. La rosa y el gusano lo hacen por instinto; al cristiano,
por ser hombre, le toca decidirlo.
Al llegar a la orilla del río, nuestro hombre se acurrucó en silencio. Antes de
despojarse por afuera necesitaba unificarse por dentro. Necesitaba mirar la
correntada, dejar que ella le entrara por los ojos y se le fuera corazón adentro.
Necesitaba que el corazón pasase primero, para poder luego seguirlo su cuerpo. En
esa actitud se le fue la tarde, y la noche le cayó encima con todo su misterio. Y en
esa actitud lo pilló el lucero. Fue entonces recién cuando dijo: "sí". Un sí que lo
venía arreando desde lejos. El mismo sí, que lo pusiera en movimiento al comienzo.
Despacio se puso de pie, se quitó el poncho y lo tendió en el suelo. Se sacó las
botas y las colocó en el centro. Luego el facón, el pañuelo, la faja y el chambergo. A
cada pilcha que entregaba, el hombre se iba empobreciendo. Los grandes
momentos de la vida no necesitan dramatismo. El drama es el escenario ficticio que
necesitan ciertos acontecimientos cuando carecen de suficiente espesor para
impactarnos por sí mismos. O cuando no han sido aceptados por la rumia y nos
resultan indigestos.
Por eso el hombre, sin broma ni drama, ató las cuatro puntas del poncho que
contenía todo los suyo. Lo voleó tres veces como un lazo para darle impulso y lo
tiró por encima de la correntada para que fuera a caer a la otra orilla. De este modo
colocaba lo suyo allí donde él mismo debía llegar. Hacía que lo suyo se le
adelantara para esperarlo en la meta.
Y allí quedó él, en la orilla de acá, liberado de todo para poder vadear mejor ese
río y urgido a vadearlo para poder encontrarse con todo lo suyo, que lo había
precedido. Porque era un hombre que amaba profundamente lo suyo.
Nada se ha de perder
de lo que el Padre nos ha dado.
Hace más de veintitrés siglos un joven salmista, al que le pasó algo parecido, le decía al Señor en
un largo poema:
Yo pongo mi esperanza en vos Señor,
que no quede frustrada mi esperanza
(Salmo 118)
LA POBREZA Y LA FE
No habrá tenido mucho. Pero lo que tenía era muy suyo. Sobre todo, porque de
tanto llevarlo encima había terminado por sentir indispensables todas esas
realidades: sus botas, su poncho, sus ropas, su chambergo y su facón.
¡Habían compartido tantas cosas juntos, que había terminado por encariñarse
con todo eso! Más que cosas suyas, las sentía como parte de sí mismo. Como
realidades de su misma historia. Al sentir consigo todas esas realidades, se sentía
viviendo una historia con continuidad: historia con pasado. Y todo hombre que está
en camino siente la tentación del pasado. Tentación que se concretiza en el poseer;
en el no dejar.
Al llegar a la orilla de ese río, la opción le resultó dura. Esa realidad del río que
atravesaba como un tajo su camino, le exigía una decisión dolorosa. No es que no
quisiera atravesarlo; ¡si para eso se había puesto en camino! Lo duro no estaba en
vadearlo; sino en que para vadearlo debía tomar una actitud nueva frente a todas
sus cosas viejas; frente a todo lo que era suyo; frente a todo lo que se le había
adherido.
Todo bicho exigido a dejar el pellejo, busca arrinconarse. Lo busca hasta el
gusano que quiere ser mariposa. Para poder crecer hasta el volido, necesita
aceptar el retiro del capullo. La rosa y el gusano lo hacen por instinto; al cristiano,
por ser hombre, le toca decidirlo.
Al llegar a la orilla del río, nuestro hombre se acurrucó en silencio. Antes de
despojarse por afuera necesitaba unificarse por dentro. Necesitaba mirar la
correntada, dejar que ella le entrara por los ojos y se le fuera corazón adentro.
Necesitaba que el corazón pasase primero, para poder luego seguirlo su cuerpo. En
esa actitud se le fue la tarde, y la noche le cayó encima con todo su misterio. Y en
esa actitud lo pilló el lucero. Fue entonces recién cuando dijo: "sí". Un sí que lo
venía arreando desde lejos. El mismo sí, que lo pusiera en movimiento al comienzo.
Despacio se puso de pie, se quitó el poncho y lo tendió en el suelo. Se sacó las
botas y las colocó en el centro. Luego el facón, el pañuelo, la faja y el chambergo. A
cada pilcha que entregaba, el hombre se iba empobreciendo. Los grandes
momentos de la vida no necesitan dramatismo. El drama es el escenario ficticio que
necesitan ciertos acontecimientos cuando carecen de suficiente espesor para
impactarnos por sí mismos. O cuando no han sido aceptados por la rumia y nos
resultan indigestos.
Por eso el hombre, sin broma ni drama, ató las cuatro puntas del poncho que
contenía todo los suyo. Lo voleó tres veces como un lazo para darle impulso y lo
tiró por encima de la correntada para que fuera a caer a la otra orilla. De este modo
colocaba lo suyo allí donde él mismo debía llegar. Hacía que lo suyo se le
adelantara para esperarlo en la meta.
Y allí quedó él, en la orilla de acá, liberado de todo para poder vadear mejor ese
río y urgido a vadearlo para poder encontrarse con todo lo suyo, que lo había
precedido. Porque era un hombre que amaba profundamente lo suyo.
Nada se ha de perder
de lo que el Padre nos ha dado.
Hace más de veintitrés siglos un joven salmista, al que le pasó algo parecido, le decía al Señor en
un largo poema:
Yo pongo mi esperanza en vos Señor,
que no quede frustrada mi esperanza
(Salmo 118)
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