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CAPÍTULO 9 Complicaciones
de la vejiga neurógena
INTRODUCCIÓN
Las infecciones urinarias son la complicación más habitual de la lesión medular10, así como
la causa más frecuente de fiebre en el lesionado medular. Su importancia se debe a que repre-
sentan la principal causa de morbilidad en estos pacientes4,11.
Factores de riesgo
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Los factores de riesgo que predisponen a las ITU en los pacientes con lesiones medulares
incluyen sobredistensión vesical, vaciamiento vesical incompleto, presiones vesicales eleva-
das, RVU, litiasis, obstrucción del tracto de salida e instrumentación vesical12,13.
La instrumentación como método de drenaje urinario se considera un factor de riesgo muy
importante para las ITU en esta población. Existe acuerdo en la literatura especializada de que
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tamiento antibiótico empírico de amplio espectro (en espera del resultado del antibiograma),
por vía oral si no se sospecha clínicamente afectación del tracto urinario superior, en cuyo
caso se someterán a tratamiento parenteral (previa muestra de hemocultivos y urocultivo).
En el caso de que el paciente se encuentre realizando cateterismo intermitente, se procede
a la colocación de una sonda vesical permanente para aumentar la ingesta hídrica y se
actúa de la misma forma.
Generalmente es suficiente con 7-10 días de tratamiento y en los casos de infecciones gra-
ves debe investigarse la presencia de factores de riesgo mediante la realización de pruebas
complementarias.
Especies bacterianas
La colonización bacteriana del tracto urinario en personas con lesiones medulares ocurre
generalmente cuando bacterias gramnegativas del intestino, del perineo o de la uretra acceden
a la vejiga a través de instrumentos, por contaminación desde el ambiente o por transmisión
desde otros pacientes por medio de cuidadores15,31,32.
Las especies bacterianas aisladas en pacientes con lesiones medulares varían entre las
diferentes series. Algunos estudios antiguos establecían diferencias con respecto al paciente
sin lesión medular y encontraban que la incidencia relativa de Escherichia coli y Klebsiella sp.
es más baja en los lesionados medulares y la de Pseudomonas, Proteus y Serratia, más
alta 33 . Taylor y Waites 34 demostraron que los pacientes ambulatorios asintomáticos con
lesiones medulares estaban colonizados por un tipo diferente de flora perineal-uretral que las
personas neurológicamente intactas. Esta flora estaba todavía dominada por uropatógenos
gramnegativos representativos del ambiente hospitalario, incluyendo especies que a menudo
presentan resistencias antibióticas35. En un estudio más reciente se publicó que tomando los
cultivos positivos, en el 45 % se aislaban E. coli; en el 36 %, enterobacterias; en el 15 %,
Pseudomonas aeruginosa; en el 15 %, Acinetobacter sp.; en el 12 %, enterococos, y en el
6 %, otros. En el 26 % se encontraron numerosos microorganismos30; este crecimiento poli-
microbiano en la orina puede ser clínicamente significativo34 y llega a constar en alguna publi-
cación hasta en el 44 % de los urocultivos positivos de pacientes ambulatorios32. Los méto-
dos de drenaje vesical pueden influir en los tipos de bacterias presentes en la orina, y en la
posibilidad de una ITU polimicrobiana18,35,36. Por ejemplo, se ha encontrado un aumento de
bacteriuria polimicrobiana y de aislamiento más frecuente de P. aeruginosa en personas
con dispositivos externos o sonda vesical permanente. Este hallazgo de múltiples microor-
ganismos también era más común en hombres, probablemente por el extenso uso de los
colectores en la población masculina32.
La amenaza de infecciones por bacterias multirresistentes (hasta el 33 % de las bacterias
aisladas en algún estudio32) es un problema serio para los lesionados medulares29,35. En el cui-
dado de la fase aguda, algunas personas con lesión medular reciben antibióticos sistémicos de
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amplio espectro para tratar las complicaciones infecciosas relacionadas con el traumatismo, no
limitadas a ITU. Esto facilita la colonización e incrementa el riesgo de infección por organismos
resistentes, lo que posteriormente complica el tratamiento de las ITU en esta población.
Existe un riesgo significativamente mayor de ITU multirresistente en hombres, en el grupo
de edad por debajo de los 45 años, y en personas con sonda vesical permanente o colector;
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Profilaxis antibiótica
En cuanto al uso profiláctico de antibióticos, se sabe que los intentos para eliminar o pre-
venir la bacteriuria asociada a instrumentación vesical han sido generalmente infructuosos y
que el tratamiento de la bacteriuria asintomática en pacientes con lesión medular continúa
siendo un tema controvertido. Existe acuerdo en que los lesionados medulares con infecciones
urinarias sintomáticas deben tratarse con antibióticos de espectro específico y durante el menor
tiempo posible. Las guías clínicas para la selección del agente antimicrobiano son similares a las
del tratamiento de infecciones urinarias complicadas en la población general10.
Debido a la alta frecuencia de las ITU o bacteriuria en personas con vejiga neurógena, la
profilaxis antibiótica es un tema de interés, tratado ampliamente en la literatura médica. Morton
y cols.38 realizaron un metaanálisis (en el que revisaron 15 estudios clínicos controlados) y con-
cluyen no haber encontrado una asociación entre la profilaxis antimicrobiana y una disminución
en el número de ITU sintomáticas. Sin embargo, sí se asociaba con una reducción significativa
de la bacteriuria en pacientes con vejiga neurógena tratados en la fase aguda tras la lesión
medular (los primeros 90 días). Para pacientes no agudos, la reducción se aproximaba a la
significación estadística. Existen otros estudios con resultados similares. El uso de antibióticos
profilácticos por vía oral resulta en una duplicación de la proporción de resistencias antimicro-
bianas, lo que hace que deba medirse cualquier posible beneficio. Así, el uso regular de profi-
laxis antimicrobiana para la mayoría de los pacientes con vejiga neurógena debida a lesión
medular, no está justificado, basándose en esta evidencia. Sin embargo, no se ha podido excluir
un efecto clínicamente importante.
Algunos artículos sobre profilaxis sugieren situaciones en las que podría obtenerse un posi-
ble beneficio, como en pacientes con ITU repetidas y otros factores de riesgo asociados (tracto
superior dilatado, litiasis, obstrucción del tracto de salida, etc.)39. Investigaciones futuras debe-
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rían enfocarse a la realización de estudios aleatorizados en pacientes que padecen ITU de repe-
tición que limitan su calidad de vida, ya que la profilaxis podría reducir las infecciones en este
grupo de pacientes18,40.
En general, puede decirse que la profilaxis antimicrobiana encaminada a evitar las ITU en
este grupo de pacientes no está indicada. La excepción a esta afirmación, se encuentra
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en aquellos pacientes con ITU recurrentes que se asocian a complicaciones del tracto supe-
rior, en cuyo caso nosotros realizamos profilaxis antimicrobiana a largo plazo. Asimismo, en
aquellos pacientes portadores de sonda vesical permanente a largo plazo en los que se susti-
tuye el manejo vesical por cateterismo intermitente, se realiza tratamiento antibiótico durante
10 días y profilaxis antimicrobiana durante 2 meses.
Complicaciones
La sepsis tiene una mortalidad elevada en el grupo de mediana edad (40-59 años) que
podía verse en lesiones de más de 20 años de evolución y las complicaciones de una vejiga
neurógena. Los pacientes con lesiones motoras completas tienen más probabilidad de sufrir
una muerte precoz por sepsis o enfermedades del aparato urinario. El principal predictor de
mortalidad es la hipoalbuminemia56.
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LITIASIS URINARIA
La litiasis urinaria es una complicación frecuente del tracto urinario en pacientes con lesio-
nes medulares. Su incidencia es más elevada que en la población general, donde se estima
una incidencia del 0,4-2 por mil habitantes57. Las cifras de litiasis vesical publicadas oscilan
entre el 5 y el 36 %, en función del tiempo de evolución considerado y del método de manejo
vesical58-61. En cuanto a la litiasis renal varían entre el 4 y el 15 %58,62,63. En un estudio en
120 pacientes realizado en nuestra unidad en el año 2004, se encontró una incidencia de
litiasis urinaria global del 22,5 %, con el 11,7 % de litiasis vesical; el 6,7 % renal, y el 4,1 %, a
varios niveles.
Es difícil establecer con precisión cuáles son los principales factores favorecedores para el
desarrollo de litiasis en estos pacientes. Entre los señalados en las publicaciones actuales cabe
destacar: sexo masculino, lesión medular cervical, lesión completa, RVU, hipercalcemia, ITU,
presencia de sonda vesical permanente e inmovilización9. En cuanto a la litiasis vesical los fac-
tores de riesgo más constantes son la lesión neurológica completa, sobre todo si es cervical, las
ITU y el uso de sonda vesical permanente59,60,64. Asimismo, la nefrolitiasis es más frecuente en
lesiones completas altas, en presencia de litiasis vesical y reflujo vesicoureteral61,62,65.
Fisiopatología
Los cálculos urinarios se forman bajo condiciones que favorecen la nucleación, agregación
y crecimiento de los cristales. Este proceso es el mismo para los pacientes con lesiones medu-
lares que para la población general. El paso inicial en la formación del cristal es la nucleación o
precipitación, la cual ocurre cuando la concentración de una sal determinada alcanza un nivel
crítico. Además, material orgánico, compuesto de proteínas séricas y urinarias, puede actuar
como estructura para la formación de cálculos66. Una vez adherido al urotelio, el cálculo forma
un nido para su posterior crecimiento. Los factores implicados en la adherencia del cristal al
urotelio pueden incluir alteraciones anatómicas o cicatrices del urotelio que se pueden desarro-
llar asociadas a otros procesos inflamatorios. Asimismo, factores como la hipercalciuria pue-
den favorecer el desarrollo de urolitiasis.
En la población general el 75 % de los cálculos están compuestos principalmente por sales
cálcicas (oxalato cálcico); el 10 % son secundarios a infección por bacterias productoras de
ureasa; el 10 % son de ácido úrico; alrededor del 2 % de cistina y el resto de otras sustancias
más raras, como la xantina67.
La alteración funcional del tracto urinario que se produce en la lesión medular, así como el
uso de sondas y dispositivos de recogida de orina, originan condiciones que predisponen a la
infección68. Por ello, a pesar de la movilización precoz de calcio por la inmovilidad y la hipercal-
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ciuria, el análisis de los cálculos en estos pacientes muestra que hasta en el 98 % el núcleo del
cálculo está generalmente formado por estruvita (compuestos de fosfato amónico magnésico y
cantidades variables de carbonato). Típicamente, se asocian a infecciones urinarias producidas por
microorganismos urealíticos (Proteus, Klebsiella, Pseudomonas)69-72. Las bacterias producen una
matriz biológica, formada por material de organismos que secretan una matriz extracelular de pro-
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Sintomatología y diagnóstico
Tratamiento
Una vez diagnosticada la litiasis, se debe plantear su eliminación lo antes posible, espe-
cialmente si es en el tracto urinario superior. Los cálculos de origen infeccioso están asociados
con morbilidad significativa, ya que tienden a crecer rápidamente y si no son tratados precoz-
mente se asocian con pérdida renal y mortalidad significativas74. Así, Kuhlemeier y cols.75 encon-
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traron que los cálculos renales eran la causa más importante de deterioro renal.
La elección de la modalidad de tratamiento más adecuada depende de la localización del
cálculo, la composición química y de la condición médica global del paciente. Casi todos los
cálculos en la lesión medular están compuestos de fosfato cálcico y fosfato amónico magné-
sico. Son cálculos blandos, visualizables en radiología y que se disuelven fácilmente con litotri-
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Vejigas con baja acomodación y presión elevada predisponen a los pacientes a dilatación
del tracto superior, reflujo o ambos79. Estos cambios en el tracto urinario superior pueden lle-
var al deterioro de la función renal, insuficiencia renal y muerte.
La alteración de la acomodación vesical es un hallazgo común en este tipo de pacientes.
Una baja distensibilidad (compliance) se asocia de forma significativa a RVU, anomalías del
tracto urinario superior, pielonefritis y litiasis renal. Está comprobado que la incidencia de com-
plicaciones desciende significativamente con el aumento de la distensibilidad. El umbral defi-
nido como normal para la acomodación vesical varía ampliamente en la literatura médica80,81.
En un reciente estudio82 se estableció un valor mayor o igual de 12,5 ml/cm H2O como nor-
mal, ya que apreciaron un descenso significativo en la frecuencia de RVU y alteraciones del
tracto urinario superior a partir de este valor.
El mecanismo exacto de la alteración de la distensibilidad vesical se desconoce, pero pare-
cen estar implicados numerosos factores83. Larsen y cols.84 publicaron que la exposición vesical
constante a la sonda vesical permanente promueve una respuesta inflamatoria y predispone a
procesos infecciosos84 que pueden llevar a la fibrosis de la pared vesical. Así lo demuestran los
estudios histoquímicos de Landau y cols85. que prueban que el tejido conjuntivo se altera en
las vejigas con baja distensibilidad. Probablemente intervengan también mecanismos neuroló-
gicos, como reflejos locales anómalos o una incoordinación entre vejiga y tracto de salida. La dis-
tensibilidad vesical desciende en los pacientes sin tener en cuenta el nivel, el carácter completo
o incompleto de la lesión medular, o el tipo de manejo vesical, posiblemente debido a la croni-
cidad y a los efectos del cambio neurológico con el tiempo. Sin embargo, la sonda vesical per-
manente aparece como un posible desencadenante de la alteración de la acomodación con el
tiempo. Obviamente esto no explica todas las distensibilidades alteradas, ya que también se
desarrolla en pacientes con cateterismo intermitente o micción espontánea, pero es más pro-
bable en los pacientes en los que se utiliza este método. Aquellos tratados con cateterismo inter-
mitente tienen más probabilidad de tener una distensibilidad normal y de preservar esta situa-
ción; por eso son el método de elección para mantener la acomodación vesical y en
consecuencia prevenir las complicaciones del tracto superior que puedan desarrollarse.
La dilatación del tracto superior después de la lesión medular provoca una disfunción en el
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tracto urinario inferior que puede ser secundaria al desarrollo de RVU o a una obstrucción fun-
cional o anatómica en la unión ureterovesical. Los cambios fisiopatológicos exactos que afectan
a la función de esta unión son poco claros y probablemente sean multifactoriales; una combi-
nación de la disposición anatómica previa (conformación del túnel ureterovesical), infección o
inflamación, hipertrofia, fibrosis y denervación del uréter intramural y la musculatura trigonal86.
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I II III IV V
Reflujo vesicoureteral
El RVU consiste en el flujo retrógrado de orina desde la vejiga hacia el tracto urinario superior.
Se puede clasificar en cinco grados, definidos en la Clasificación Internacional de Reflujo Vesicoure-
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teral (tabla 9-1; fig. 9-2), que evalúa el grado de reflujo basándose en la aparición de material de
contraste en el uréter y en el tracto urinario superior durante una cistografía (fig. 9-3)88.
Esta complicación es uno de los factores asociados con frecuencia con deterioro renal
tras la lesión medular. La baja presión, característica de la fase de llenado vesical, conduce a
un vaciamiento del tracto superior a baja presión. El incremento en la presión intravesical
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A B
FIGURA 9-3 Reflujo vesicoureteral en cistografía retrógrada convencional (A). Imagen del mismo reflujo
en cistografía isotópica directa (B).
sólo tienen reflujo a presión intravesical alta pueden recibir un tratamiento dirigido a reducir la
presión, evitando la reimplantación de los uréteres. Los pacientes que tienen reflujos con pre-
sión intravesical baja y, en particular, aquellos que tienen aumento de la actividad vesical, se
consideran como de mayor riesgo para complicaciones del tracto superior, con una terapia
agresiva encaminada a descender la presión intravesical.
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Ureterohidronefrosis
Es la complicación más grave por el deterioro de la función renal que conlleva. Esta pobla-
ción de pacientes tiene la peculiaridad de que pueden alcanzar grandes dilataciones sin una
repercusión importante de la función renal, debido a que existe también afectación neuró-
gena del uréter, pelvis y cálices renales, que pueden responder a las altas presiones a que están
sometidos con mayor acomodación que aquellos sin lesión medular que tienen normal la con-
tractilidad de la vía excretora.
Las principales causas de esta complicación son, en orden de frecuencia, la baja acomo-
dación vesical, la disinergia vesicoesfinteriana, el RVU y la litiasis.
La dilatación del tracto superior en ausencia de reflujo depende de la cantidad de flujo uri-
nario, peristalsis, tono ureteral, además del grado de obstrucción funcional de la unión urete-
rovesical. Existen pequeños incrementos en la resistencia de esta zona durante el llenado
vesical, secundarios al estiramiento y compresión del túnel ureteral. Durante esta fase, aun en
ausencia de una presión intravesical significativamente elevada, la tensión de la pared vesical
aumenta y comprime el uréter intramural. También puede estar comprimido debido al incre-
mento de la presión intravesical durante las contracciones del detrusor o al aumento del volu-
men urinario en una vejiga con baja acomodación.
La obstrucción del tracto urinario superior se origina durante períodos de elevación de la
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presión intravesical por encima de la presión crítica, lo que dificulta el drenaje superior. El meca-
nismo más común se produce por la elevación crónica de los residuos, que genera una presión
de llenado alta por una baja distensibilidad, aumentando la resistencia del tracto de salida. La
combinación de mayor riesgo está constituida por baja acomodación, resistencia alta del
tracto de salida (disinergia vesicoesfinteriana) y residuos de orina elevados.
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INSUFICIENCIA RENAL
Históricamente la insuficiencia renal ha sido la causa más común de muerte entre las per-
sonas con lesiones medulares. Su frecuencia ha disminuido de forma constante desde el 70 %
antes de 1960, hasta los niveles actuales por debajo del 20 %. Así, en la actualidad, ha dejado
de ser la principal causa de mortalidad tras la lesión medular5. Este descenso de la morbimor-
talidad se ha atribuido en gran parte al uso de los cateterismos intermitentes, que a mediados
de 1970 reemplazaron al cateterismo permanente como el método principal de manejo tras
dar de alta hospitalaria. La mejora de los cuidados médicos, los antibióticos de amplio espec-
tro y la evolución de los materiales de los catéteres, probablemente han contribuido al des-
censo de la mortalidad por insuficiencia renal.
Aun así, los pacientes con lesiones medulares tienen un grado significativo de morbimor-
talidad secundaria a enfermedad renal. En esta población de pacientes predominan las for-
mas tubulointersticiales con proteinuria mínima. La pielonefritis crónica y la amiloidosis secun-
daria son hallazgos casi constantes (100 y 80 %, respectivamente) en exámenes post mórtem
de los pacientes con enfermedad renal en estadio terminal97. La amiloidosis está causada gene-
ralmente por ITU crónicas y por úlceras crónicas por presión98.
Existe algún estudio que establece unos factores predictivos independientes para el
desarrollo de proteinuria como uso de sonda vesical permanente, número de úlceras por pre-
sión, edad elevada e hipertensión arterial (no está claro si esta última precede al desarrollo de
la enfermedad renal o si por el contrario es secundaria a ésta)99. En ausencia de estas compli-
caciones, la posibilidad de proteinuria e insuficiencia renal progresiva es mucho menor.
Aunque algunos autores han encontrado que el empleo de sonda vesical permanente está
asociado a deterioro del tracto urinario superior y otros factores predisponentes de deterioro
renal69, la literatura médica más reciente sugiere que la función renal a largo plazo puede
mantenerse con todos los métodos de manejo vesical100. Esta diferencia puede deberse a
que los estudios previos utilizaban como medida de función renal los niveles de creatinina
sérica, aclaramiento de creatinina o presencia de ectasia pielocalicial en la urografía intravenosa.
Sin embargo, en los más recientes se utiliza el flujo plasmático renal efectivo, que es una
medida más sensible de la función renal. En un estudio reciente utilizando este parámetro se
encontró que sus valores eran significativamente menores en lesiones medulares cervicales,
litiasis renal previa, personas mayores y mujeres. Sin embargo, no se produjeron cambios rela-
cionados con el tiempo de evolución de la lesión y la presencia de litiasis vesical, úlceras por
presión, bacteriuria sin RVU, lesión medular completa o incompleta; ni con los diferentes méto-
dos de manejo vesical101. Por lo tanto, puede considerarse que con un cuidado y seguimiento
urológico apropiado, la función renal a largo plazo en personas con lesiones medulares se
podría preservar teóricamente, con cualquier método de manejo urinario.
nos autores incluyen a la cistitis crónica como factor de riesgo cuando se asocia a sonda vesical
permanente o litiasis103,104. El tipo histológico más común es el carcinoma de células transicio-
nales que representa el 90 %, mientras el carcinoma de células escamosas, adenocarcinoma
y otras variedades mixtas comprenden el 10 % restante105.
En los pacientes con lesiones medulares existen algunas diferencias respecto al resto de
la población. La incidencia de cáncer vesical y la mortalidad son significativamente mayores, y
su elevado riesgo se debe principalmente al uso de sonda vesical permanente. Con una edad
más joven de inicio, el tipo de cáncer vesical y el curso de la enfermedad son diferentes de
los apreciados en la población general. Esto puede justificar un cribado más agresivo en grupos
de alto riesgo y es importante tenerlo en cuenta cuando se aconseja a estos pacientes sobre
las posibilidades de manejo vesical a largo plazo, ya que la mayoría estarán expuestos durante
décadas al método elegido.
Hay algunos estudios que estiman la incidencia y prevalencia del cáncer vesical en los
pacientes con lesiones medulares, pero no con una cohorte grande seguida de un modo
prospectivo. En los estudios más antiguos, la incidencia oscilaba entre el 2,5 y el 10 %, pero
en los más recientes estos valores han descendido hasta valores entre el 0,11 y el 0,39 %106,107.
Esta disminución podría estar asociada al reconocimiento unánime del cateterismo intermitente
como método de elección para el manejo vesical y al diagnóstico y tratamiento precoces de las
infecciones urinarias, cálculos vesicales, etc.
Las personas con lesiones medulares tienen entre 15 y 28 veces más probabilidades de
desarrollar cáncer vesical que la población general. La mortalidad también es elevada, presen-
tando un riesgo 70 veces mayor, probablemente debido a que el 60 % presentan infiltración
muscular en el momento del diagnóstico. La media de edad al detectar la enfermedad varía
entre 48 y 53 años, lo que contrasta con la población general, en la que el cáncer vesical se
produce característicamente en mayores de 60 años102,108.
La frecuencia del tipo histológico varía según los estudios, pero el de células transicionales
continúa siendo el más frecuente (entre el 55 y el 81 %), seguido del escamoso (entre el
19 y el 33 %). Este último es más común entre los usuarios de catéteres permanentes (ure-
trales o suprapúbicos)106,107.
Buscando posibles factores de riesgo, se encontró que sólo el método de manejo vesical
y la edad a la que ocurría la lesión predicen de manera significativa la aparición del cáncer
vesical. La clasificación de la American Spinal Injury Association (ASIA) y el nivel lesional pare-
cen no contribuir significativamente. Mientras, las litiasis renales y vesicales continúan siendo un
factor de riesgo controvertido pues varían según los diferentes estudios.
No existen dudas respecto a que los catéteres permanentes representan un factor de riesgo
significativo e independiente109. El riesgo de cáncer vesical es casi cinco veces mayor en quienes
los utilizan comparado con el de los usuarios de catéteres no permanentes, y 25 veces mayor
que la población general. El riesgo se incrementa de forma significativa al superar los 20 años de
manejo y afecta sobre todo a pacientes jóvenes (menores de 29 años). El porcentaje de mortali-
dad secundaria a esta neoplasia es mayor en los usuarios de catéter uretral permanente.
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La relación entre sonda vesical permanente y cáncer vesical se explicaría por los cambios
histológicos observados en vejigas con catéteres uretrales permanentes a largo plazo, tanto pro-
liferativos como inflamatorios (cistitis glandular, cistitis folicular, metaplasia escamosa, etc.)110.
En cuanto al diagnóstico, existen problemas en la detección precoz en la lesión medular
debido a las dificultades en la interpretación de la UIV, la ecografía vesical, así como la dificultad
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COMPLICACIONES URETRALES
DISREFLEXIA AUTONÓMICA
observa en las lesiones medulares localizadas en o por encima de T6. El reconocimiento de los
síntomas es muy importante porque sus consecuencias de no llevar a cabo un tratamiento
adecuado con rapidez pueden ser muy graves. Se presenta con una frecuencia del 19 al
70 %120. Se menciona en este capítulo esta complicación porque su origen más frecuente es el
tracto urinario. Se desarrollará más ampliamente en el capítulo correspondiente.
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