Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
INTRODUCCIÓN
SEPSIS URINARIA
Las infecciones del tracto urinario (ITU) son una de las complicaciones más habituales en los
pacientes con lesiones medulares1. En la mayoría de los casos se trata de infecciones menores,
que no revisten complicaciones, y que se tratan con antibioticoterapia por vía oral. La incidencia
de infecciones graves en pacientes hospitalizados ha aumentado en las últimas décadas, en par-
ticular las causadas por gérmenes gramnegativos, y en especial las de origen urinario. A pesar de
los avances terapéuticos en los últimos años, la repercusión que alcanzan estas infecciones
puede ser muy importante, hasta el punto de provocar una tasa de mortalidad del 10 al 30 %2.
Existen diversos factores que favorecen el desarrollo de una ITU en pacientes con lesión
medular: vaciamiento vesical anormal, estasis urinaria, presiones intravesicales elevadas, sobre-
distensión vesical, reflujo vesicoureteral (RVU), y el empleo frecuente de instrumentación para
el vaciamiento vesical. Aunque generalmente el empleo de catéteres en el tracto urinario con-
duce a bacteriurias asintomáticas, que no precisan tratamiento en la mayoría de los casos3, en
algunas ocasiones se asocian con cuadros febriles, pielonefritis aguda, bacteriemia y, final-
mente, fallo multiorgánico que provoca la muerte.
En el manejo de la vejiga neurógena de los lesionados medulares se utilizan diferentes téc-
© Grupo Ars XXI de Comunicación, S.L.
nicas para facilitar el vaciamiento vesical: colector urinario, cateterización intermitente, sonda
vesical permanente (uretral o suprapúbica) y derivaciones urinarias. Aunque con la mayoría
de ellas existe un riesgo aumentado de desarrollar ITU por la manipulación urológica que con-
llevan, la sonda vesical permanente es la que provoca un mayor número de infecciones, que
se pueden complicar produciendo sepsis4,5.
197
MONTOTO* 17/12/04 13:13 Página 198
PAS, presión arterial sistólica; PCO2, presión parcial de dióxido de carbono; SRIS, síndrome de respuesta inflamatoria sistémica.
En aquellos episodios en los que el origen de la sepsis está en el tracto urinario, la mayor
parte de los gérmenes causales son los que habitualmente provocan las ITU (Escherichia coli,
Pseudomonas aeruginosa, Enterococcus faecalis). Si bien el empleo de tratamiento antibiótico
de manera indiscriminada, en muchas ocasiones para tratar bacteriurias asintomáticas, hace
que algunos de estos microorganismos se hagan resistentes a estas terapias6.
Las infecciones mayores del tracto urinario, que potencialmente pueden desembocar
en una infección sistémica, requieren una evaluación detallada del paciente. La presenta-
ción séptica incluye: fiebre, taquicardia, y menos habitualmente, taquipnea, alteraciones del
estado mental, hipotermia, oliguria e hipotensión, y otros datos que ponen de manifiesto un
fallo multiorgánico (insuficiencia renal aguda, dificultad respiratoria, insuficiencia cardíaca,
insuficiencia hepática con alteraciones de la coagulación, etc.). Toda esta sintomatología
deriva de una hipoperfusión de los órganos vitales, generada por una disminución de las
resistencias periféricas y acompañada por una reducción del gasto cardíaco. La nomenclatura
más ampliamente aceptada para definir un cuadro séptico es la propuesta por consenso por
la Conferencia del American College of Pneumologists y la Critical Care Society (tabla 10-1),
que requiere la presencia de signos clínicos de infección y al menos dos signos de inflama-
ción sistémica7.
Los pacientes que presentan una vejiga neurógena, como los lesionados medulares, a
menudo no presentan los síntomas y signos clásicos de una ITU por la falta de sensibilidad.
Esto origina un problema añadido para establecer un diagnóstico precoz, y más aún en el
caso de los pacientes con bacteriemia, en los que la premura de la actuación a veces es deter-
minante. El protocolo para evaluar a un paciente que presenta sintomatología neurológica,
con sospecha de sepsis, además de incluir una correcta anamnesis y exploración por siste-
mas, debe indagar la existencia de signos vitales que determinen si el paciente está clínica-
© Grupo Ars XXI de Comunicación, S.L.
sangre para procesar los cultivos correspondientes, con el fin de identificar los posibles gér-
menes causales, y realizar el antibiograma para conocer el espectro antibiótico más efectivo
para tratar la infección.
Aunque en el momento inicial las pruebas de imagen no son imprescindibles, se deben
realizar para descartar la presencia de obstrucción o litiasis en el tracto urinario, o en caso de
respuesta desfavorable a pesar de haberse instaurado el tratamiento antibiótico adecuado.
Deben incluir la realización de un estudio ecográfico completo del aparato urinario o una tomo-
grafía computarizada (TC) abdominal, para descartar la presencia de un absceso o colección de
material infeccioso a nivel renal, perirrenal o incluso prostático, que requiera drenaje quirúrgico.
El tratamiento de un cuadro séptico tiene una doble vertiente: por un lado se debe iniciar
una terapia antimicrobiana que cubra el mayor espectro posible de gérmenes y, por otro, un
tratamiento de soporte hemodinámico, y en algunos casos, si la situación lo requiere, respira-
torio. Además, si existe obstrucción del tracto urinario, es necesario solucionarla mediante téc-
nicas endoscópicas o percutáneas.
Como se ha comentado anteriormente, el tratamiento antibiótico inicialmente debe ser
de amplio espectro y centrarse especialmente en los microorganismos gramnegativos, cau-
santes de la mayor parte de las ITU. Si es posible se debe incluir un antibiótico específico para
el tratamiento de las infecciones graves por P. aeruginosa, que presenta una mayor incidencia
de mortalidad. Una vez identificado el patógeno causal en los cultivos, se deberá modificar el
tratamiento en función del resultado del antibiograma.
Cuando el cuadro séptico tiene repercusión hemodinámica (shock séptico), resulta de
mayor importancia el soporte cardiorrespiratorio y fluidoterápico que el tratamiento antibiótico
en sí. Se ha comprobado en estos casos que los antibióticos son necesarios, pero no son sufi-
cientes. Aproximadamente el 10 % de los pacientes no reciben el antibiótico adecuado para
el patógeno causal en un primer momento, y la tasa de mortalidad es únicamente entre un
10 y un 15 % más elevada que aquellos pacientes que reciben el antibiótico adecuado en el
momento inicial8,9. El porcentaje de riesgo de muerte aumenta del 15 al 20 % con el fallo adi-
cional de cada órgano10. Por todo ello es de vital importancia mantener la correcta perfusión de
los órganos vitales, inicialmente con sueroterapia y expansores de volumen plasmático, y pos-
teriormente, si fuese necesario, con aminas simpaticomiméticas.
PRIAPISMO
dina E1 incorporada más recientemente. En lo referente a los nuevos tratamientos con inhibi-
dores de la fosfodiesterasa 5, los estudios controlados con sildenafilo no han encontrado casos
de priapismo, aunque se han descrito algunos cuando el fármaco se asocia a otros factores
favorecedores14-16. Otras causas de priapismo pueden ser las sustancias psicoactivas, antihiper-
tensivos, drogas de abuso, anemia falciforme y otras enfermedades hematológicas.
MONTOTO* 17/12/04 13:13 Página 200
HEMATURIA
Los pacientes que padecen una enfermedad neurológica y como consecuencia una vejiga
neurógena, desarrollan con frecuencia problemas en relación con el método de vaciamiento
vesical. Una de las complicaciones más habituales es la hematuria. En la mayoría de las oca-
siones se halla directamente relacionada con el sondaje, o más propiamente con el material
empleado y la persona que lo realiza. Pero en otros casos puede existir alguna patología local o
sistémica que esté provocando un sangrado a ese nivel.
La hematuria macroscópica puede ser una urgencia urológica y se deben emplear los
medios necesarios para tratarla. Es más habitual encontrar microhematuria relacionada con el
empleo de sondas para el vaciamiento de la vejiga.
Son diversas las causas de la aparición de sangre en la orina: infecciones, cálculos, trau-
matismos, hipertrofia prostática, cáncer, enfermedades sistémicas, etc., pero en los pacientes
con una vejiga neurógena debe sospecharse inicialmente que nos encontramos ante una infec-
ción urinaria (sobre todo en hematurias microscópicas) o ante un proceso traumático local.
Los traumatismos en la uretra están en franca relación con el empleo de catéteres o son-
das para el vaciamiento vesical. Hace unos años era mucho más habitual encontrarnos con
este tipo de cuadros, al emplearse sondas de características rígidas. Sin embargo, hoy en día
parece que son menos frecuentes debido fundamentalmente al empleo de dispositivos semi-
rrígidos y bien lubricados17-19.
La manera de actuar varía dependiendo de si nos encontramos ante una microhematuria,
o bien de que se trate de una hematuria macroscópica, en la cual es prioritario actuar para evi-
tar complicaciones mayores.
En la microhematuria, la cantidad de hematíes en la orina es tan pequeño que se necesita
© Grupo Ars XXI de Comunicación, S.L.
un estudio a través del microscopio para diagnosticarla. En este tipo de pacientes inicialmente
se debe descartar la presencia de una infección del tracto urinario como causa de ésta, para lo
cual se ha de recoger una muestra de orina para cultivar. Otra posibilidad es que se trate de
un tumor que exigirá su estudio o de un problema de la técnica o dispositivo de vaciamiento
vesical, en cuyo caso no tiene demasiada trascendencia.
MONTOTO* 17/12/04 13:13 Página 201
DISREFLEXIA AUTONÓMICA
Fisiopatología
© Grupo Ars XXI de Comunicación, S.L.
Los estímulos nociceptivos20,21 por debajo del nivel de la lesión neurológica son conducidos
por los nervios periféricos hasta la médula espinal, donde estimulan las neuronas simpáticas
presentes en la sustancia gris intermedia lateral. Como consecuencia se liberan masivamente
dopamina y noradrenalina, provocando piloerección y vasoconstricción grave. Esto ocurre
debido a que los impulsos inhibitorios descendentes procedentes del tronco cerebral, que
MONTOTO* 17/12/04 13:13 Página 202
actuarían en una persona sana para equili- TABLA 10-2 Causas de la disreflexia
brar la situación, están bloqueados por la autonómica
lesión medular. Cuando la lesión neurológica Sistema urinario
está situada por encima de T6, la vasocons- • Distensión vesical
tricción afecta al lecho vascular esplácnico, el • Infección del tracto urinario
cual posee una importante cantidad de san- • Litiasis
• Litotricia extracorpórea
gre capaz de provocar un aumento brusco • Instrumentación urológica
de la presión arterial. La hipertensión arterial • Disinergia vesicoesfinteriana
es detectada por los barorreceptores presen- Piel y tejidos blandos
tes en el seno carotídeo y el cayado aórtico, • Úlceras por presión
lo que desencadenará dos respuestas para • Uñas encarnadas
intentar normalizar la presión sanguínea. El • Quemaduras
• Picaduras insectos
primer mecanismo compensatorio es la esti- • Contacto con objetos punzantes
mulación parasimpática, que mediante el • Constricción por ropa o dispositivos
nervio vago provoca bradicardia, incapaz por Sistema gastrointestinal
sí misma de compensar una vasoconstric- • Impactación fecal
ción grave. El segundo mecanismo es un • Distensión intestinal
aumento de los impulsos descendentes • Infección o inflamación
• Úlcera gastroduodenal
inhibitorios del simpático que, procedentes • Litiasis biliar
del tronco cerebral, tratarán de revertir la • Instrumentación gastrointestinal (colonoscopia,
vasoconstricción esplácnica, pero son blo- evacuación manual de heces, etc.)
queados por la lesión neurológica. Así, nos • Hemorroides
• Fisura anal
encontramos con una hiperestimulación
simpática por debajo de la lesión, y una Sistema reproductivo
hiperestimulación parasimpática por encima • Embarazo y parto
• Menstruación
de la lesión, que serán las responsables de • Epididimitis
los signos y síntomas. Esta cascada de reac- • Torsión testicular
ciones precisan la eliminación del estímulo • Eyaculación
aferente nociceptivo para poder detenerse • Electroeyaculación y vibroestimulación
• Enfermedades de transmisión sexual
y que el organismo vuelva a una situación • Relaciones sexuales
de equilibrio.
Otras causas
• Fractura huesos largos
• Osificación heterotópica
Etiología • Trombosis venosa profunda
• Embolismo pulmonar
• Electroestimulación funcional
Aunque cualquier estímulo nociceptivo • Fármacos
por debajo del nivel lesional puede actuar
como precipitante de una disreflexia autonó-
mica, el más frecuente es la distensión de la vejiga urinaria, que es la causante en el 75-85 %
de los episodios23. La distensión suele deberse a una obstrucción en la sonda vesical o una
© Grupo Ars XXI de Comunicación, S.L.
Sintomatología
El síntoma más común de la disreflexia autonómica20,21,24 es la cefalea, tan frecuente que este
síntoma, en un lesionado medular, siempre obliga a una determinación de la presión arterial. Otros
síntomas y signos que pueden estar presentes son la sudoración profusa y rubicundez por encima
del nivel lesional (especialmente en cara, cuello y hombros), visión borrosa, congestión nasal y
náuseas. Por debajo del nivel de la lesión se observa palidez, frialdad cutánea y piloerección. El
principal signo de la disreflexia autonómica es la elevación de la presión sanguínea arterial. Es im-
portante recordar que los pacientes con lesión medular, sobre todo los tetrapléjicos, tienen una
presión sanguínea basal baja en torno a 90/60 mmHg. Por ello, una presión arterial que en
una persona sin lesión medular sería normal como 120/80 mmHg, en un lesionado medular pue-
de considerarse elevada. Un aumento de 20-40 mmHg sobre la presión sanguínea basal en un
adulto, o de 15-20 mmHg en un niño o adolescente, puede ser un signo de disreflexia autonómi-
ca21. Generalmente la hipertensión irá acompañada de bradicardia debido a la estimulación vagal.
Debe realizarse el diagnóstico diferencial con la migraña, la cefalea en racimos, la hiper-
tensión esencial, el feocromocitoma y la preeclampsia en las embarazadas.
En ocasiones la sintomatología es mínima o ausente, siendo el único hallazgo un aumento
en la presión sanguínea25.
Tratamiento
El tratamiento20,21 debe iniciarse lo más precozmente posible (fig. 10-1), evitando así que
el proceso evolucione a una hipertensión grave, que pueda desencadenar una hemorragia
cerebral o subaracnoidea, fibrilación auricular, edema pulmonar neurogénico, hemorragia reti-
niana, convulsiones, estado de coma o incluso la muerte.
Una vez diagnosticada la disreflexia autonómica, el primer paso es incorporar al paciente,
de forma que provoquemos un descenso en la presión sanguínea por ortostatismo. El segundo
paso es retirar cualquier prenda de ropa o dispositivo constrictivo. Durante todo el proceso se
debe mantener monitorizada la presión arterial y la frecuencia cardíaca del paciente, con
mediciones cada 2-5 min. La siguiente actuación será la búsqueda y eliminación del estímulo
desencadenante del proceso. Dado que la causa más frecuente es la distensión de la vejiga uri-
naria, será lo primero que se deba investigar, salvo que otra causa sea obvia. Si el paciente no
tiene sonda vesical permanente, se le debe colocar una, habiendo aplicado previamente un gel
de lidocaína al 2 % dentro de la uretra y tras esperar 2 min si la situación lo permite. Si ya
tiene sonda vesical permanente, se debe buscar acodamientos, dobleces u obstrucciones del
catéter. Si el catéter parece estar obstruido, se irrigará la vejiga con una pequeña cantidad de
suero (10-15 ml), preferiblemente a temperatura corporal, para intentar la desobstrucción.
Cuando se trate de niños menores de 2 años la cantidad no debe ser superior a los 5-10 ml. Si
a pesar de estas maniobras, el catéter no drena orina, se debe retirar la sonda y colocar una
© Grupo Ars XXI de Comunicación, S.L.
No PAS alta,
No no > 150 mmHg
HTA
Sí Sí
No Sí Instilar lidocaína en
SVP recto para explorar
Sí
Irrigar suavemente
Fluye la orina
y/o reemplazar
No Intentar
SVP
desimpactación
No
HTA
Desimpactación No
Sí eficaz
Sí
No PAS
> 150 mmHg Sí
HTA
No
Iniciar antihipertensivos
de acción corta Monitorizar la
presión arterial 2 h
No Hipotensión Sí
sintomática
D C B A
BIBLIOGRAFÍA
1. Rubenstein JN, Schaffer AJ. Managing complicated urinary tract infections. The urologic view. Infect Dis
Clin North Am 2003;17:333-51.
2. Bone R. Gram-negative sepsis: A dilemma of modern medicine. Clin Microbiol Rev 1993;6:57-68.
3. NIDRR-National Institute on Disability and Rehabilitation Research Consensos Statement: The pre-
vention and management of urinary tract infections among people with spinal cord injuries. J Am Pa-
raplegia Soc 1992;15:194-204.
4. Roseman JM, Devivo MJ, Huang CT, Esclarin De Ruz A. Epidemiology and risk factors for urinary tract
infection in patients with spinal cord injury. J Urol 2000;164:21-6.
5. Sedor J, Mulholland SG. Hospital-acquired urinary tract infections associated with the indwelling ca-
theter. Urol Clin North Am 1999;26:821-8.
6. Montgomerie JZ. Infections in patients with spinal cord injuries. Clin Infect Dis 1997;25:1285-92.
7. Bone R, Balk RA, Cerra FB, Dellinger RP, Fein AM; Knauss WA, y cols. Definitions for sepsis and organ
failure and guidelines for the use of innovative therapies in sepsis. Chest 1992;101:1644-55.
8. Pittet D, Thievent B, Wenzel RP, Li N, Auckenthaler R, Suter PM. Bedside prediction of mortlity from
bacteremic sepsis: a dynamic analysis of ICU patients. Am J Respir Crit Care Med 1996;153:684-93.
9. Opal SM, Fisher CJ Jr, Dhainaut JFA, Vincent JL, Brase R, Lowry SF, y cols. Confirmatory interleukin-1 re-
ceptor antagonist trial in severe sepsis: a phase III, randomized, double-blind, placebo-controlled, mul-
ticenter trial. Crit Care Med 1997;25:1115-24.
10. Hebert PC, Drummond AJ, Singer J, Bernard GR, Russell JA. A simple multiple system organ failure
scoring system predicts mortality of patients who have sepsis syndrome. Chest 1993;104:230-5.
11. Montague DK, Jarow J, Broderick GA, Dmochowski RR, Heaton JP, Lue TF, y cols. Members of the
Erectile Dysfunction Guideline Update Panel; American Urological Association. American Urological
Association guideline on the management of priapism. J Urol 2003;170:1318-24.
12. Sáenz de Tejada y Gorman I. Priapismo: fisiopatología y tratamiento médico. En: Sáenz de Tejada y
© Grupo Ars XXI de Comunicación, S.L.
Gorman I, Allona Almagro A, editores. Erección, eyaculación y sus trastornos. Madrid: Fomento Sa-
lud, 1997; p. 257-74.
13. Hovey RM. Urologic emergencies in patients with SCI. En: Eltorai IM, Schmitt JK, editors. Emergen-
cies in chronic spinal cord injury patients. 3rd ed. New York: Eastern Paralyzed Veterans Association,
2001; p. 81-7.
14. Goldmeier D, Lamba H. Prolonged erections produced by dihydrocodeine and sildenafil. BMJ
2002;324:1555.
MONTOTO* 17/12/04 13:13 Página 206
15. Sur RL, Kane CJ. Sildenafil citrate-associated priapism. Urology 2000;55:950.
16. Kassim AA, Fabry ME, Nagel RL. Acute priapism associated with the use of sildenafil in a patient with
sickle cell trait. Blood 2000;95:1878-9.
17. Pachler J, Frimodt-Moller C. A comparison of prelubricated hydrophilic and non-hydrophilic polyvinyl
chloride catheters for urethral catheterization. BJU International 1999;83:767-9.
18. Vapnek J, Maynard FM, Kim J. A prospective randomized trial of the lofric hydrophilic coated catheter
versus conventional plastic catheter for clean intermittent catheterization. J Urol 2003;169:994-8.
19. Campbell J, Moore KN, Voaklander DC, Mix LW. Complications associated with clean intermittent ca-
theterization in children with spina bifida. J Urol 2004;171:2420-2.
20. Jeff Blackmer. Rehabilitación medicine: 1. Autonomic dysreflexia. CMAJ 2003;169:931-5.
21. Consortium for Spinal Cord Medicine. Acute management of autonomic dysreflexia: individuals with
spinal cord injury presenting to health care facilities [clinical practice guideline]. 2nd ed. Washington:
Eastern Paralyzed Veterans Association, 2001.
22. Yarkony GM, Chen D. Rehabilitation of patients with spinal cord injuries. En: Braddom RL. Physical
medicine and Rehabilitation. Philadelphia: Saunders, 1996; p. 1149-79.
23. Lindan R, Joiner E, Freehafer A, Hazle C. Incidence and clinical features of autonomic dysreflexia in pa-
tients with spinal cord injury. Paraplegia 1980;18:285-92.
24. Schmitt JK, Midha M, McKenzie ND, Narla S. Autonomic Disreflexia. En: Eltorai IM, Schmitt JK, edi-
tors. Emergencies in chronic spinal cord injury patients. 3rd ed. New York: Eastern Paralyzed Veterans
Association, 2001; p. 1-9.
25. Kirshblum SC, House JG, O’Connor KC. Silent autonomic dysreflexia during a routine bowel program
in persons with traumatic spinal cord injury: a preliminary study. Arch Phys Med Rehabil 2002;
83:1774-6.
26. Esmail Z, Shalansky KF, Sunderji R, Anton H, Chambers K, Fish W. Evaluation of captopril for the ma-
nagement of hypertension in autonomic dysreflexia: a pilot study. Arch Phys Med Rehabil
2002;83:604-8.