el Espíritu Santo nos enseña a orar con los salmos, pone en
boca hombre lo que quiere que le digamos y así nos enseña a
orar, Jesucristo aprendió a orar con los salmos también María y San Pablo, los salmos han sido escuela de oración por siglos para multitud de creyentes, con frecuencia no sabemos cómo reaccionar en determinadas situaciones y como decírselo a Dios, los salmos nos enseñan a hacerlo son oraciones de hombres que vivieron experiencias como las que nosotros vivimos Dios mismo inspiro a los salmista las palabras y los sentimientos con que deberías dirigirse a él para que sus oraciones quedaran como andadera del orantes. Salmo 16 “Al despertar me saciaré de tu semblante” Es un anuncio de resurrección, un anuncio de vida. Este salmo, compuesto por David en un momento de aprieto y soledad. Muchas veces en la vida tenemos situaciones así. Nuestro corazón está lleno de buena intención, aunque a veces nos equivocamos. Sabemos, como dice el salmo, que no hay malicia en nosotros. ¿Qué hacer? El salmo nos muestra el camino: rezar. Desprenderse de todo amor propio. Poner ese dolor en manos de Dios: Es ahora cuando más cerca nos encontramos de Jesús clavado en cruz. Si él, que fue santo y justo, recibió tal muerte, ¿cómo nosotros, que no somos tan buenos y fallamos continuamente, no vamos a recibir golpes e incomprensiones? Jesús se abandonó en brazos del Padre. Así, el salmista busca el refugio de Dios, protégeme a la sombra de tus alas. Y Dios nos ayudará y nos dará fuerzas. Oración al Espíritu Santo Ven, Espíritu Santo, amigo entrañable, persona viva y siempre disponible. Sin tu dulce ayuda no podemos decir ni ¡Jesús es el Señor! Ven, protector en todo momento, salvación que se hace patente. Sana nuestros corazones destrozados por el desamor y el pecado. Sana las heridas que nos deja la vida. Enséñanos a vivir desde la entrega generosa de la propia vida. Aconséjanos en todo momento, pues no queremos hacer nada sin contar contigo. Compañero del alma, fortalece nuestros pasos vacilantes, ilumina nuestra oscuridad, consuela nuestras tristezas, ya que Tú eres el Señor y dador de vida. Ven a nuestra casa y comparte con nosotros el deseo de tener los mismos sentimientos del corazón del Redentor. Ven ahora y por siempre para, como llama mansa y humilde, caldear nuestras frialdades. Amén. ALEGRE LA MAÑANA QUE NOS HABLA DE TI. ALEGRE LA MAÑANA En nombre de Dios Padre, del Hijo y del Espíritu salimos de la noche y estrenamos la aurora; saludamos el gozo de la luz que nos llega, resucitada y resucitadora. Coro