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Duelo
Duelo
PSICOLOGÍA CLÍNICA
PROCESOS
DE DUELO
NOMBRES: FRANCIS ALMEIDA
KERLY CUENCA
JEAN PIERRE MONTALVO
KAREN REAL
DANIEL VÁSQUEZ
SEXTO SEMESTRE
PARALELO “A”
2019 – 2020
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ÍNDICE
I. Introducción…...…………………………………………………………. 3
VIII. Anexos………………………………………………………………… 17
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I. Introducción
Bonanno y sus colaboradores (2002) mencionan dos tipos de duelo: duelo normal,
caracterizado por tener reacciones emocionales comunes que tienden a disminuir en un
tiempo corto y duelo crónico, tienen reacciones emocionales intensas principalmente de
tristeza y ansiedad que perduran durante un periodo largo de tiempo.
Se dice que el duelo es una crisis situacional debido a que son accidentales, desgracias
inesperadas, apoyadas en un factor ambiental. Presentan un estrés manifiesto, imprevisible y
surge de fuerzas externas, ajenas al individuo y a la familia. La naturaleza inherente de la
muerte en el proceso de desarrollo del ser humano, hace que Slaikeu (1990) considere que el
duelo se presente principalmente por enfermedades físicas y lesiones, y por muertes
inesperadas causadas por accidentes y crímenes. El dolor ocasionado por la pérdida también
puede dar lugar a problemas de memoria, pérdida del apetito, dificultad para concentrarse y a
un riesgo mayor de sufrir ansiedad, depresión, insomnio y disfunción social. Esas reacciones
pueden oscilar de ser muy breves y ligeras a ser extremas y muy duraderas, algunas veces
incluso por años. Se dice “que la mayor parte de las personas (del 50% al 85%) son capaces
de superar adecuadamente esta situación, siempre que se tenga en cuenta que el duelo es un
proceso de transición y no un mero estado” (Echeburúa & de Corral, 2012)
II. Reacciones psicológicas comunes
1. Desorganización cognitiva
La pérdida ha denotado un impacto desorganizante en la vida de las personas en duelo,
estas dificultades parecen ser más severas cuando el evento cambia el sentido de identidad
personal y cuando a la persona le es difícil entender la muerte de su ser amado. Estas
alteraciones cognitivas se presentaron en la mayoría de las personas en duelo durante los
meses iniciales posteriores a la pérdida y fueron declinando a lo largo del primer año.
1.1.Confusión y preocupación
Numerosos estudios han demostrado que las personas que atraviesan un duelo, con
frecuencia experimentan dificultad para creer que su ser amado a muerto, acompañado de
sentidos de desrealización, desorganización y preocupación. Shutcher y Zizook (1993),
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citados por Bonanno y Kaltman (2001), observaron que dos meses después de la pérdida el
70% de los individuos de la muestra encontraban “difícil de creer” la muerte del esposo y el
49% de los sujetos mantenía esta sensación dos años después del evento.
1.2.Disturbios de identidad
Una característica dentro de la desorganización cognitiva era el sentido de pérdida de su
identidad junto con la del ser amado. Shutcher y Zizook (1993), citados por Bonanno y
Kaltman (2001), reportaron que el 87% de sujetos de la muestra señalaron el ítem “una parte
de mi falta”, el 55% de participantes se encontraron a sí mismos haciendo cosas como su ser
querido lo hubiese hecho, o se sentían más como su esposo o esposa. Por otro lado, los
investigadores encontraron que solo el 10% de la muestra empezaron a sentir síntomas
similares a los que sentían sus seres queridos antes de la muerte.
2. Disforia
Otra dimensión del duelo, cercanamente relacionada a los desórdenes cognitivos, es el
malestar prolongado e intensificado o disforia. La mayoría de las personas suele experimentar
estados disfóricos en los primeros meses después del deceso del ser querido, que van
disminuyendo en el primer año posterior al evento. Las formas más extremas y duraderas de
disforia tienden a caracterizar solo a una pequeña parte de individuos que atraviesan un duelo
crónico.
2.2. Anhelo
Desde una perspectiva emocional Parkes (1970), citado por Bonanno y Kaltman (2001),
concluyó que un rasgo patognómico del duelo era un intenso anhelo por el fallecido, más
tarde Parkes and Weiss (1983) hicieron un estudio en el que los sujetos anhelaban al esposo
fallecido frecuentemente o cuando estaban inactivos. Los investigadores encontraron que el
67% de la muestra sintió un “anhelo intenso” en los primeros meses después del deceso de su
ser querido. Holowitz y sus colaboradores (1997), citados por Bonanno y Kaltman (2001),
utilizaron una entrevista clínica estructurada que dio como resultado que el 58% de la
muestra expresó un fuerte anhelo por el fallecido todos los días durante los primeros seis
meses, y el 35% se mantenía en su emoción 14 meses después de la pérdida.
2.3.Soledad
Shutcher y Zizook (1993), citados por Bonanno y Kaltman (2001), reportaron que el 59%
de los viudos y viudas que participaron en el estudio experimentaron soledad durante los dos
primeros meses posteriores al evento, mientras el 37% se sentían solos incluso estando
rodeados de gente; para el segundo año de duelo, estos porcentajes disminuyeron a 39% y
23% respectivamente. Stroebe, Stroebe, Abakoumin y Schut (1996), citados por Bonanno y
Kaltman (2001), distinguieron dos tipos de soledad; la social se refería por la ausencia de
personas a su alrededor, con sentimientos de aburrimiento y marginación social; por otro
lado, la emocional caracterizada por la sensación de absoluta soledad sin importar si la
presencia de otros es accesible o no.
3. Déficits de salud
Hay evidencia considerable de que el estrés causado por una pérdida interpersonal incurre
en costos médicos significantes. Como en los otros aspectos del duelo, los déficits de salud se
presentan con mayor intensidad durante los primeros meses posteriores a la pérdida, pero se
presentan particularmente duraderos en un pequeño subconjunto de pacientes con duelo
crónico.
3.2. Mortalidad
Stroebe y Stroebe (1993), citados por Bonanno y Kaltman (2001), concluyeron que, sin
importar las inconsistencias entre los estudios, había abundante evidencia de que las personas
que atraviesan un proceso de duelo tienen un riesgo mayor de morir que aquellas que no, y
este riesgo se extiende al duelo por variadas situaciones, particularmente en los primeros
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meses después del evento y aún más prevalente en las personas jóvenes que atraviesan
pérdidas interpersonales.
Con este concepto en mente, queda claro por qué, en la presentación de los siguientes
trastornos asociados, hace clara mención al alto porcentaje de individuos que no tienen
sintomatología ni psicopatología, sino un manejo correcto de la situación.
1. Llanto
2. Suspiros, sollozos
3. Búsqueda y anhelo de ver al fallecido
4. Preocupación hacia el fallecido
5. Pensamientos intrusivos sobre la ruptura de la relación
El análisis de Kim y Jacobs, obtuvo un alto porcentaje de sujetos con duelo patológico,
llegando al 64% de la muestra en un seguimiento entre 6 y 13 meses luego de la pérdida.
Sin embargo, Bonanno critica que el resultado tan abrumador y alto responde a que
utilizaron como criterios patológicos aquellos que son normales en un proceso de duelo.
Para mejorar el diagnóstico, por tanto, Bonanno y sus colaboradores dan una
recomendación al DSM-IV (por la época) para diagnosticar Trastorno de Duelo Patológico
(véase Figura 1)
Figura 1: Criterios diagnósticos propuestos para el Trastorno por Duelo Patológico. Traducido de:(Horowitz,
Siegel, Holen, Bonanno, Milbrath & Stinson, 2003)
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El estudio llevado a cabo por Zisook (1997) tomó como base para el diagnóstico de
depresión mayor, los criterios contemplados en el DSM-IV, siendo estos:
1. Inquietud o impaciencia
2. Fatigabilidad fácil
3. Dificultad para concentrarse o tener la mente en blanco
4. Irritabilidad
5. Tensión muscular
6. Alteraciones del sueño
- Trastorno de Estrés Postraumático
También llevado a cabo por Zisook (1998), intentó analizar cuál es el porcentaje de
individuos que tienen sintomatología de EPT luego de atravesar un proceso de duelo, sin
embargo, no logró una muestra significativa cuando tamizó muertes naturales, llevándolo
al estudio con sujetos que afrontaron un duelo donde la causa de muerte fue: homicidio,
suicidio o accidentes, encasillando todos los aspectos en pérdida traumática demostrando
que a los 2 meses de evaluación obtuvo un 10% con esta sintomatología, sin embargo, a
los 13 meses este porcentaje se elevó a 54%. A pesar de esto, Bonanno, realiza un
seguimiento de los mismos pacientes en 1999, obteniendo que a 25 meses del evento el
número de sujetos con sintomatología decayó a un 30%.
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Los estudios recientes de Bonanno (2004), demuestran claramente que las experiencias
positivas tanto emocionales como cognitivas asociadas a un proceso de duelo son más que
comunes, y estas experiencias tienden a asociarse a un curso relativamente medio o
normal del duelo.
1. El contexto de la pérdida
Una comprensión completa del proceso de duelo debe comenzar con el contexto en el que
ocurre la pérdida y para un claro entendimiento de este hay que tomar en cuenta diversas
variables.
depresivos). Por lo tanto, puede ser que la disociación emocional sea una respuesta de
afrontamiento menos adaptativa en la vida adulta.
La influencia del género en el curso del duelo es otra variable que merece una
investigación empírica continua. Existe cierto consenso en que los hombres tienden a
deprimirse más después de la pérdida de un cónyuge que las mujeres. Sin embargo, la
razón de esta diferencia aún no está clara. Una posibilidad, consistente con la
perspectiva del estrés cognitivo, puede ser que la pérdida de un cónyuge resulte en
diferentes déficits percibidos para las viudas y viudos. Por ejemplo, en una encuesta
nacional de 3.614 adultos, las viudas tenían más probabilidades que los viudos de
experimentar una mayor tensión financiera, mientras que los viudos tenían más
probabilidades que las viudas de experimentar la tensión de las tareas domésticas. De
particular importancia para nuestras preocupaciones aquí es que se encontraron
diferentes tipos de cepas para mediar la depresión en hombres y mujeres viudos.
La influencia cultural: es una variable significativa en el duelo. Numerosos relatos
teóricos y antropológicos han identificado variaciones culturales, así como similitudes
en la experiencia y la respuesta a la pérdida interpersonal. Sin embargo,
sorprendentemente, la cuestión de las variaciones interculturales en el duelo aún no se
ha abordado utilizando un diseño empírico sistemático y comparativo. Es
imprescindible remediar este déficit para identificar las formas en que las diferencias
culturales pueden interactuar o moderar otras facetas de la experiencia de duelo.
Según Bonanno, Boerner y Wortman (2008) los factores que hacen que el individuo pueda
generar un duelo complicado o desencadenar un trastorno son:
La muerte de un ser querido.
Presencia de depresión o de otra psicopatología.
Falta de red de apoyo social de la persona.
Antecedentes de vivencias de eventos potencialmente traumáticos,
Expresión intensa de emociones negativas al hablar de la pérdida.
Problemas económicos.
Apego inseguro ansioso ambivalente, se caracteriza por presentar reacciones afectivas
intensas ante la ausencia de un ser querido, haciendo que la intervención o
tranquilización de la misma sea complicada, debido a que no es flexible al cambio.
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Por otro lado, Bonanno (2008) manifiesta que los factores que pueden prevenir el
desarrollo de alguna psicopatología tras atravesar una pérdida son:
Buena red de apoyo social de la persona.
Expresión de emociones positivas al hablar de la pérdida.
Flexibilidad de adaptación del individuo.
Apego seguro, se observó en un estudio realizado por Bonanno y Fraley en el 2004,
que las personas que tenían un estilo de apego seguro mostraban una trayectoria
flexible durante el duelo, además de una manera de afrontamiento pragmático los que
tenían apego inseguro evitativo, también manifestaban una forma efectiva de superar
el duelo, pues estos se mostraban de manera segura junto a su pareja.
Características de una personalidad saludable, dentro de este contexto entra la
personalidad narcisista, pues al tender a la sobreestimación de cualidades positivas de
sí mismo, representa un aspecto natural y beneficioso de la cognición humana para la
resolución efectiva del duelo.
VI. Tipo de intervención
tratamiento para aquellas personas que presenten un duelo muy complicado o patológico.
Una de las características básicas para poder hacer de acompañante, asesor o clínico es poder
tolerar los afectos como la tristeza o la nostalgia. Como principios generales para realizar un
buen acompañamiento Tizón propone entre otros:
1. Ser prudentes y evitar el sentimiento de que sus soluciones, normas o perspectivas son las
que mejor le van a la persona en duelo.
2. Recomendar que no se tomen decisiones irreversibles o que impliquen grandes cambios en
el estilo de vida o el lugar de residencia ya que hay que tener en cuenta que la distancia casi
nunca resuelve los duelos sino más bien al contrario puede empeorarlos.
3. Disponibilidad del acompañante. Es importante poder proporcionar un apoyo lo más
continuado posible, prestando especial atención en las fechas señaladas, "crisis de
aniversario" u otras crisis
Asesoramiento
Existen algunos principios generales que pueden ayudar a la resolución del duelo evitando
que éste se convierta en un duelo complicado o patológico. Siguiendo a Worden (1997), estos
pueden resumirse en:
1. Ayudar al usuario a hacer real la pérdida: para ello es importante poder hablar de la
pérdida, explicando cómo sucedió, cómo fue el funeral ... de forma que a través del relato la
persona va adquiriendo mayor conciencia de lo sucedido.
2. Ayudar al usuario a identificar y expresar sentimientos: algunos de los sentimientos que
mayor dificultad presentan a la hora de reconocerlos e incluso poder sentirlos son:
El enfado: probablemente el enfado proviene de la frustración y de la impotencia. Si este
enfado que normalmente va dirigido al fallecido no se expresa ni se desplaza hacia otra
persona se puede volver hacia uno mismo convirtiéndose en los casos más extremos en
ideación suicida.
La culpa: es frecuente experimentar culpa tras un fallecimiento, por no haber cuidado
suficiente al fallecido, por no haberse dado cuenta antes de la enfermedad... e incluso por no
sentir la pena suficiente tras la pérdida; esto último, junto con cierto sentimiento de alivio o
liberación puede ocurrir tras el fallecimiento por una enfermedad especialmente si ésta ha
sido larga y penosa obligando a la persona en duelo a dispensar cuidados continuos. Si la
culpa es desadaptativa es relativamente sencillo confrontarla con la realidad, pero puede
complicarse si existe una culpa real la cual es más difícil de trabajar.
La ansiedad y la impotencia: la ansiedad puede derivar de la sensación de impotencia ante la
expectativa de vivir si el fallecido. También es una fuente de ansiedad importante la derivada
de la toma de conciencia de la propia muerte que suele producirse tras la pérdida de alguien
allegado o muy querido.
La tristeza: hay ocasiones en que es necesario estimular la tristeza y el llanto, pues la persona
en duelo no se atreve a hacerlo, considera que ya lo ha hecho lo suficiente o bien cree que
puede incomodar a los demás si lo hace frecuentemente. Es importante poder llorar por la
pérdida y fundamentalmente hacerlo en compañía, sintiéndose comprendido y apoyado. Hay
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que tener en cuenta que la simple expresión de los sentimientos no es suficiente, sino que hay
que ayudar a la persona a identificar el significado de las lágrimas.
3. Ayudar a vivir sin el fallecido: Implica poderse adaptar a una nueva vida sin la persona
fallecida. En función del rol que desempeñase tanto el fallecido como la persona en duelo las
tareas a desempeñar serán diferentes, aunque suele resultar útil ayudar en la resolución de
problemas para los que anteriormente se contaba con la ayuda del fallecido. Por otra parte,
también es importante ayudar a que no se tomen decisiones importantes en la fase aguda del
duelo ya que las posibilidades de hacerlo de forma desadaptada son mayores.
4. Facilitar la recolocación emocional del fallecido: Se trata de colaborar en la búsqueda de
un nuevo lugar en la vida del superviviente de su ser querido fallecido. Ayudar a que la
persona entienda que el fallecido será importante para él probablemente toda la vida, pero
ahora como recuerdo y no como realidad. Pueden darse los dos extremos y encontrar
personas incapaces de seguir con su vida por la creencia de que rehacer su vida implica de
algún modo deslealtad hacia el fallecido o bien personas que rápidamente sustituyen al
fallecido en sus vidas en un intento desesperado de llenar el vacío que les ha dejado. Ambas
formas han de ser reconducidas de manera que el duelo pueda ser vivido por completo y de
algún modo terminado.
5. Dar tiempo para elaborar el duelo: Como indicábamos anteriormente el duelo es un
proceso largo, gradual y con momentos en los que parece que no hemos avanzado nada, pues
se vuelve una y otra vez a experimentar el dolor y la pena de forma más o menos intensa.
Estos momentos suelen coincidir con los aniversarios, vacaciones, fechas señaladas... en las
que el dolor por la ausencia se hace más evidente. Con el tiempo, si la evolución es normal,
también en estos momentos la intensidad de los sentimientos va disminuyendo y pueden
vivirse con normalidad.
6. Interpretar la conducta “normal”: En muchas ocasiones las personas tras una pérdida
importante refieren tener la sensación de estar volviéndose locas ya que sienten y
experimentas cosas que normalmente no sentían, como puede ser alucinaciones visuales o
auditivas en relación con la persona fallecida, intensa rabia u hostilidad entre otros. Resulta
muy tranquilizador que alguien pueda transmitirle la normalidad de todo lo que le está
pasando.
7. Permitir las diferencias individuales: Cada persona elabora el duelo de forma diferente en
función múltiples factores (relación con el fallecido, edad, pérdidas anteriores...) siendo muy
importante aclarar que, mientras el proceso siga su curso, hemos de respetar las diferencias
individuales en cuanto a las formas de actuar o de sentir.
8. Dar apoyo continuado: A diferencia de la terapia, durante el asesoramiento se ha procurar
estar disponible durante un tiempo más largo y fundamentalmente en los momentos más
críticos. Sin embargo, si no puede mantenerse la frecuencia durante un largo periodo de
tiempo, es mejor comenzar también con menor frecuencia en lugar de realizar inicialmente un
acompañamiento intensivo y al poco tiempo no poder responder a las demandas de la persona
en duelo.
9. Examinar defensas y estilos de afrontamiento: Generalmente las defensas o estilos de
afrontamiento se intensifican tras la pérdida de un ser querido, de forma que si éstas no son
adaptativas puede suponer complicaciones a la hora de elaborar la pérdida. Es importante
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tener en cuenta que algunos estilos de afronta miento como pueden ser la negación bien de la
realidad o bien de los sentimientos que esa realidad despierta pueden resultar útiles al inicio
pero convertirse en desadaptativos si se mantienen de forma inflexible durante un tiempo,
sería aconsejable explorar formas alternativas de afrontamiento que ayuden a la resolución
del duelo de forma satisfactoria. Otras formas de afrontamiento como puede ser el consumo
abusivo de alcohol o drogas suelen resultar desadaptativo ya desde el inicio teniendo que
iniciar un tratamiento activo del problema desde el primer momento.
10. Identificar patologías y derivar: Hay que tener en cuenta que no todas las personas van a
poder realizar el trabajo del duelo de forma satisfactoria, aunque dispongan de un buen
asesoramiento tras la pérdida. En estos casos es importante reconocer los límites y derivar
para un tratamiento específico o terapia.
Psicoterapia
Para Horowitz (2003), existen criterios que definen el duelo complicado o patológico
diferenciándolo de otros síndromes. Sin mayor detalle, podemos decir que las características
más importantes del duelo complicado incluyen:
1. Sensación de incredulidad respecto a la realidad de la muerte.
2. Enfado y amargura
3. Emociones dolorosas recurrentes con un intenso deseo y anhelo en relación con el
fallecido.
4. Preocupación por pensamientos acerca del fallecido incluyendo a menudo pensamientos
intrusivos estresantes relacionados con la muerte.
Tests Psicológicos
Echeburúa & de Corral, (2012). Duelo normal y duelo patológico. Obtenido de:
http://guixa.es/pdf/El-duelo-normal-y-duelo-patologico.pdf
Horowitz, M; Siegel, B; Holen, A; Bonanno, G; Milbrath, C & Stinson, C. (2003).
Diagnostic Criteria for Complicated Grief Disorder. FOCUS, 290-298.
Bonanno, G. (2004). Loss, Trauma, and Human Resilience. American Psychologist, 20-
28.
Bonanno, G., & Kaltman, S. (2001). The varieties of grief experience. Clinical
Psychology Review, 701-734.
Bonanno, G., & Kaltman, S. (1999). Toward an Integrative Perspective on Bereavement.
Psychological Bulletin,
Slaikeu, K. (1990). Crisis Intervention A Handbook for Practice and Research. 2nd
edition, Neham Heights, MA, Allyn and Bacon. pp.66-73
Tizón, J.L. Pérdida, pena y duelo. Vivencias, investigación y asistencia. Ediciones
Paidós, 2004. 3- Maddocks, I. Grief and Bereavement. M.J.A. 2003; 179: S6-S7.
Worden, J.W. El tratamiento del duelo: asesoramiento psicológico y terapia. Barcelona:
Paidós, 1997.
VIII. Anexos
2. PG-13
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