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ORIGEN DE LA POBLACIÓN MUNDIAL

¿Qué es una población?


El concepto de población proviene del término latino populatĭo. En su uso más
habitual, la palabra hace referencia al grupo formado por las personas que
viven en un determinado lugar o incluso en el planeta en general. También
permite referirse a los espacios y edificaciones de una localidad u otra división
política, y a la acción y las consecuencias de poblar.

Para la ecología, una población está formada por una agrupación de ejemplares
de una cierta especie que comparten un hábitat. La sociología, en cambio,
considera a las poblaciones como conjuntos de personas o de cosas que pueden
analizarse a partir de la estadística gracias a la elaboración de muestreos.
Cabe resaltar que el estudio de las poblaciones, por lo general, se desarrolla
según las leyes probabilísticas, por lo que las conclusiones de dichas
investigaciones pueden no resultar susceptibles de aplicación a ciertos
individuos. La disciplina que estudia a las poblaciones humanas recibe el
nombre de demografía.

¿Cuál es el origen de la población mundial?

Hace 50.000 años, un pequeño grupo de hombres y mujeres abandonó


África en busca de alimento. Eran los supervivientes de una cruda
glaciación. Hoy, 2.000 generaciones después y con una población mundial
de aproximadamente 7.000 millones de habitantes, cuesta pensar que sean
los antepasados comunes de todos nosotros.

Nuestro ADN revela que todos somos una única raza. Los distintos
caracteres sólo son las adaptaciones que nuestros antepasados
desarrollaron al poblar los distintos rincones del planeta. Todos somos
parientes, no tan lejanos.

Nuestra especie, el homo sapiens, nació hace 100.000 años. Si la historia de


la Tierra estuviera contada en un día, el hombre aparecería 1'7 segundos
antes de la medianoche. Somos unos recién llegados. El homo sapiens fue la
especie elegida, la que sobrevivió y evolucionó. Antes, otras especies
parecidas lo intentaron sin éxito y se extinguieron, como el neanderthal.

También el hombre estuvo a punto de desaparecer en varias ocasiones. Su


inteligencia, creatividad y las mutaciones genéticas le salvaron de la
extinción. Los cambios climáticos provocaron el salto evolutivo de la especie
humana.
El estudio de los restos fósiles y los análisis genéticos del ADN nos remontan
al origen del hombre y su evolución. Los restos humanos más antiguos
están en Sudáfrica. Hace 50.000 años, una glaciación estuvo a punto de
acabar con la humanidad. Sólo unos centenares sobrevivieron, cobijados en
cuevas de la costa sudafricana. Se alimentaban de tubérculos y productos
del mar.

Pero llegó un momento en que los alimentos escaseaban. Abandonaron


África y emprendieron viaje hacia el sudeste asiático. Sorprendentemente, la
primera zona que poblaron fue Australia. En aquella época el nivel del mar
estaba muy bajo y sólo 250 kms de agua separaban Asia de Australia.
Continúa siendo un misterio cómo lograron cruzar, pero es un hecho que lo
hicieron. Los restos fósiles de hace 50.000 años lo confirman.

Hace 45.000 años poblaron Asia central, la India y China. El grupo de la


India se adaptó muy bien y creció rápidamente. El grupo de China, en
cambio, quedó aislado durante muchas generaciones. Desarrolló
mutaciones genéticas para adaptarse mejor a su hábitat. Así nacieron los
rasgos asiáticos. Pero el clima volvió a cambiar y fuertes sequías asolaron
Asia. El grupo de Asia central partió hacia tierras más frías en busca de
pastos. Fueron los primeros pobladores de Europa, hace 40.000 años.

El hombre no llegó a América hasta hace 15.000 años. De nuevo, un cambio


climático fue determinante. Durante la última glaciación, un grupo asiático
cruzó el estrecho de Bering congelado. Al volver a subir el nivel del mar,
quedó aislado en el nuevo continente y desarrolló los rasgos indígenas
característicos. Hace tan sólo 500 generaciones que el hombre terminó de
conquistar todas las zonas habitables del planeta.

¿Qué es el modelo de transición demográfica?

El modelo de transición demográfica es una teoría utilizada para explicar


cómo ha evolucionado la población atendiendo a cómo se ha producido el
fenómeno de la explosión demográfica por un lado, y a los cambios de las
tasas demográficas que se han producido al pasar de una sociedad
preindustrial a una posindustrial.

Este modelo, en su concepción inicial, planteaba la existencia de tres


etapas, a las que habría que añadir una cuarta etapa tras la Segunda Guerra
Mundial:
- 1ª etapa: Régimen preindustrial o régimen demográfico primitivo,
anterior a la Revolución industrial, se caracteriza por altas tasas de
natalidad y mortalidad, que arrojaban un crecimiento vegetativo muy débil,
cuyos excedentes acumulados durante años solían perderse en años de
pestes, guerras o epidemias.

- 2ª etapa: Primera Transición, etapa que viene determinada por la


desaparición de la mortalidad catastrófica y una importante reducción de la
mortalidad ordinaria, en un primer momento, mientras que en un segundo
momento, la mortalidad continúa con su descenso a la par que la natalidad
comienza a recortarse, pero con grandes diferencias entre nacimientos y
muertes, lo que da lugar a un crecimiento vegetativo importante en esta
etapa.

- 3ª etapa: Segunda Transición, en la que la caída intensa de la natalidad


es la protagonista, acompañada de un leve descenso de la mortalidad. El
desplome de la tasa de natalidad en esta etapa hay que relacionarlo con los
factores socioeconómicos que provocan que tener hijos ya no suponga una
fuente de ingresos sino de gastos, tales como la prohibición del trabajo
infantil, y en general, una nueva concepción de la infancia.

- 4ª etapa: Régimen demográfico moderno, caracterizado por unas


tasas de mortalidad cercanas a los límites biológicos y una natalidad situada
también en niveles muy bajos. El crecimiento, por lo tanto, es muy débil,
incluso negativo en algunas sociedades posindustriales.

Este modelo sin embargo, no sirve para explicar la evolución de todas las
poblaciones, puesto que ni todos los países han seguido el mismo esquema,
ni en todos ellos esta evolución se ha llevado al mismo tiempo: si bien este
modelo es válido para explicar lo acontecido en la mayoría de las
sociedades occidentales, no lo es para explicar lo acontecido en el Tercer
Mundo. Estos países han recortado la mortalidad en un periodo de tiempo
mucho más reducido que las sociedades occidentales. La etapa de
crecimiento, por su parte, es mucho mayor que en los países desarrollados,
al contar con tasas de natalidad mucho más altas que las de la Europa
Occidental en el siglo XIX. Se trata, como puede atisbarse, de un
crecimiento de población inducido, un incremento poblacional debido sobre
todo a factores externos, sin que lleguen a modificarse otros factores
relacionados con la mentalidad y las costumbres. Sirva de ejemplo al
respecto la mortalidad infantil, que no se ha reducido tanto como la
mortalidad general, síntoma claro de este desfase.

Las consecuencias de este crecimiento inducido de la población sin


modificar el resto de parámetros son graves, ya que a la larga hipotecan el
futuro de estos espacios, al crecer muy por encima de lo que estos países
pueden sostener.

¿Cómo aumenta la población mundial?

La población mundial actual es de aproximadamente 7.000 millones de


personas y las estimaciones más recientes de la Naciones Unidas indican
que para el año 2025 será de 8.500 millones. Si se analiza desde una
perspectiva histórica su ritmo de crecimiento, se observa que después de la
Segunda Guerra Mundial se produce una explosión demográfica sin
precedentes, producto de un aumento de la tasa de crecimiento. Una forma
de percibir este efecto es observar cómo ha ido disminuyendo el tiempo
transcurrido para que la población mundial se duplique.

Tiempo transcurrido para


Población Mundial
Año duplicarse
600 500 millones

1200 años

1800 1000 millones

130 años

1930 2000 millones

46 años

1976 4000 millones

Los motivos de este incremento están vinculados principalmente a un


mejoramiento en las condiciones sanitarias y alimentarias básicas;
progresos en el campo de la medicina tales como el descubrimiento de los
antibióticos y vacunas fueron decisivos para el aumento de la expectativa
de vida, las condiciones de reproducción y sobre todo para la disminución
de la tasa de mortalidad infantil. El índice de natalidad y supervivencia
superó ampliamente al índice de mortalidad, y mejoraron sustancialmente
las perspectivas de vida.

El incremento poblacional aumentó paralelamente el “consumo humano” en


términos energéticos, alimentarios y en general de productos y servicios.

Debido a las características de los sistemas socioeconómicos y políticos


adoptados, histórica y actualmente, las condiciones de vida de la población
mundial son muy desparejas sobre todo en lo que se refiere a necesidades
básicas: acceso a la salud, alimentos, vivienda, educación, trabajo y
servicios. Las últimas estimaciones de las Naciones Unidas indican que
aproximadamente el 20% de la humanidad (~ 1000 millones de personas!)
vive en condiciones de pobreza absoluta, y es este sector de la población el
que crece más rápido. En el año 1950, en los países industrializados
(desarrollados) vivía el 34% dela población mundial; 25 años después, en
1975, esa cifra era de 28%, y en el año 2000 los países “ricos” alojan
aproximadamente el 21% de la población mientras que en los más pobres
reside el 79%.

El incremento demográfico implica también un mayor impacto negativo


sobre el ambiente, producto de las actividades humanas de todos los
sectores: del industrial, del energético, del agropecuario y del de la
producción de residuos.

Otros dos factores críticos están representados por el aumento del consumo
de materias primas, sobre todo aquellas provenientes de recursos naturales
y el consumo energético, que para las últimas cuatro décadas y tomando
valores medios, mientras que el crecimiento demográfico fue de 1,5% por
año, el consumo energético creció el 5% por año!.

Este crecimiento ilimitado de la población mundial conduce


inexorablemente al deterioro del ambiente, que sí es limitado en tiempo y
espacio y produce, como nos muestra la realidad, profundas asimetrías
sociales en cuanto a condiciones y calidad de vida que son cada día más
graves e inaceptables éticamente. Un rasgo significativo de este
crecimiento está dado por el aumento de la población urbana, que crece a
un ritmo sostenido de 4 a 7% anual, conduciendo a una expansión
desordenada de las ciudades que alcanzan densidades críticas y en las que
la presión demográfica potencia graves problemas sociales (marginación,
alienación, incremento del delito, etc.) y ambientales (contaminación en
todos sus aspectos).

Nuestro planeta dispone de una “capacidad de carga” o densidad máxima


de población todavía mal definida, que corresponde al número de
habitantes que pueden vivir en él de manera razonable.

El crecimiento demográfico constituye uno de los grandes problemas que


debe enfrentar la humanidad. Dada su complejidad y a que esencialmente
se origina en un acto privado y natural, la reproducción, que además
constituye uno de los derechos elementales de todo ser humano, resulta de
difícil solución.

Las mayores tasas de crecimiento demográfico se observan, en general, en


los sectores más pobres y marginales, sobre todo del llamado tercer
mundo, sumergidos en una pobreza estructural que agrava su futuro.
Probablemente el acceso de estos sectores a la educación, la salud, el
trabajo y por lo tanto a expectativas de progreso, planificación y bienestar
permitan, no sólo que vivan dignamente sino que también tienda a
disminuir su tasa de crecimiento demográfico.

EL FUTURO DE LA POBLACIÓN MUNDIAL: Las proyecciones de


crecimiento demográfico de las Naciones Unidas (ONU) varían ampliamente
ya que dependen en gran medida de una variable impredecible: el número
de nacimientos. Las Naciones Unidas estiman que para el año 2150 la
población mundial tendrá un tamaño de entre 23.600 y 27.000 millones de
habitantes. A esta última cifra se llegaría con sólo un hijo más por pareja.

Según la proyección a largo plazo en su variante media, o proyección más


probable, con una tasa de fecundidad de alrededor de 2 hijos por mujer, la
población se estabilizará en 10.800 millones de habitantes para mediados
del siglo XXII.

Si se sigue la variante alta o proyección menos optimista, con un promedio


de 2,6 hijos por mujer, la población actual alcanzará los 27.000 millones de
personas. En cambio, con la variante baja o proyección más optimista, con
un promedio de 1,6 hijos por mujer, el total de población mundial
descenderá a 3600 millones de habitantes para el año 2150.
BIBLIOGRAFÍA

- http://definicion.de/poblacion/#ixzz3mN7bYvLI
- http://www.cricyt.edu.ar/enciclopedia/terminos/PoblacMund.htm
- http://www.hiru.com/geografia/la-poblacion-mundial
- http://clio.rediris.es/n36/oposicones/tema05.pdf
- http://www.astromia.com/astronomia/origenhumano.htm
- http://historiaybiografias.com/poblacion01/

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