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La Gran Comisión
Ya tenemos en claro el asunto de nuestra misión como iglesia en la tierra a través de la Biblia,
pero ¿qué es la obra misionera? En cinco veces diferentes el Señor nos declara el mandato de
llegar al mundo con el mensaje de amor del Padre al hombre. Mateo 28.18-20 es el primero de
una serie de textos a compartir en esta lección. Aquí leemos la palabra “potestad” y bajo esa
“autoridad” debemos “ir” y “hacer” discípulos a “todas las naciones”. No solos, sino en el poder
y en la guía del Espíritu Santo. Esto humanamente es imposible, pero sabemos que para Dios
todo es posible. El desafío es llegar con el evangelio a toda persona, a todo individuo (Marcos
16.15). Esta acción descripta es la que llamamos “la Gran Comisión”.
Estas declaraciones son bien claras y precisas para la iglesia e imposible de confundirse, sin
embargo muchos creyentes tratan a esta visión misionera de llegar a todo el mundo, no como
la “Gran Comisión”, sino como la “Gran Sugerencia” o peor aún la “Gran Ilusión”. Si Cristo lo
dijo con tanto énfasis (Lucas 24.47-49; Juan 20.21-23) debemos tomarlo muy en serio. El
mensaje del Señor en forma imperativa “id...” es para cada creyente que forma la iglesia, no le
toca a uno más que a otro, todos tenemos la dicha de participar en esta “gran obediencia” de
llegar al mundo entero con las Buenas Nuevas. Muchas iglesias de hoy se han enamorado de
las ofertas del evangelio, pero las retienen para sí. Salud, prosperidad económica, paz familiar,
sentido en la vida, etc. verdaderamente Dios quiere todo esto para su pueblo, pero lo que no
quiere es que lo retengamos para nosotros solitos sino que nos ordena a que lo compartamos
con todo los hombres del planeta, a esto llamamos: “la obra misionera”.
El Plan
Cada persona, empezando con el liderazgo hasta los niños deben estar involucrados en forma
personal y comprometida con este plan divino de redención de los perdidos “hasta lo último de
la tierra”. En hechos 1.8 nos muestra un plan de evangelización no cronológico (por tiempos)
sino de forma simultánea “Me seréis testigos en Jerusalén, y en Judea, y en Samaria, y hasta
lo último de la tierra”. Para ello debemos entender las distintas facetas de trabajo misionero
dentro del Cuerpo de Cristo. Tenemos tres posibilidades de acción en misiones: a) dar; b) orar
(interceder), c) ir.
Si cada persona de la iglesia puede ser enseñada, motivada e involucrada en las misiones se
logrará muchísimo en cuanto alcanzar el mensaje a cada nación.
a) DAR: (Mateo 10.8) Encontramos en la Biblia muchos pasajes que hablan de como
debe ser la generosidad del creyente para alcanzar a los perdidos. Dios mismo nos
mostró ejemplo dando a su propio Hijo para la redención del hombre. Si la iglesia no
invierte sacrificadamente en la obra misionera se verá privada del mover de Dios. Es
como aquella casa de familia que decide no pagar más la boleta de luz, no pasa mucho
tiempo que llega un empleado de la compañía que abastece de luz a la casa, abre la
caja y con una pinza corta la línea que conecta ese hogar con la fuente de poder. Eso
es lo que sucederá con aquella congregación que pretende quedarse con la bendición
de Dios y no invierte en lugares donde se sabe poco o nada de Jesús.
b) ORAR: (Santiago 5.16) La clave fundamental del éxito en al batalla espiritual que
resulta en el rescate de muchas almas perdidas se llama intercesión. Nuestra oración,
en primer lugar, debe ser específica, necesitamos conocer al misionero y el lugar
donde esta trabajando. Las reuniones de misiones de nuestra iglesia, como así
también la publicación del boletín de misiones ayuda en esta tarea. En segundo lugar
debe ser ferviente, cuando nos entregamos en serio a la oración Satanás se da cuenta
que el asunto va en serio. Por último debe ser visionaria (ver lo que no existe como si
existiera) y llena de fe, creyendo en que el Señor nos entregará las naciones. (Salmos
2.8)
c) IR: (Hechos 13.1-3) La obra de Dios no se realiza al azar. No, Dios obra de acuerdo a
planes específicos, propósitos claros y bien delineados. Un llamado a “ir” es un impulso
específico otorgado por Dios con respecto a un pueblo o a la necesidad en general
más allá de la cultura de uno. No es predicar en una plaza al aire libre, no es un
evangelismo en el barrio, se trata de salir del entorno del que uno esta acostumbrado
para llegar a otro diferente y allí hacer la obra de Dios. Esto demanda preparación
específica, participación en la obra local y disposición a ser moldeado por el Señor.
Conclusión:
Dios no nos hizo para que disfrutemos la vida de una forma egoísta, nos hizo para amar y
como creyentes cristianos una buena porción de esa definición tiene que ver con misiones.
Cada hijo de Dios debería tener un vivo interés en los perdidos. Unirse y proclamar el mensaje
de salvación es nuestra “prioridad uno”. Mateo 24.14 dice “Y será predicado este evangelio del
reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”
Romanos 10.13-15 dice: porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.
¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien
no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren
enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los
que anuncian buenas nuevas!
Tarea:
Después de haber estudiado la lección, tomarse un tiempo para orar por un determinado
misionero, seguidamente planificar levantar una ofrenda especial en la próxima clase para la
obra misionera. Venir preparado para tal ocasión la que será coordinada por el maestro del
grupo de discipulado.