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Cuadernos Inter.c.a.

mbio sobre Centroamérica y el Caribe


Vol. 13, No. 2 julio-diciembre, 2016, ISSN: 1659-0139

Desigualdades de género en
ciencia, el caso de las científicas de la
UAEMéx
Ana Karen Sánchez Jasso1
Elva Rivera Gómez2
Juan Jesús Velasco Orozco33
Recepción: 28 de junio de 2016 / Aprobación: 7 de agosto de 2016

Resumen
Históricamente en el ámbito científico, las mujeres han pasado de la exclusión a la
segregación. Diversos han sido los mecanismos implementados a fin de conseguir la
igual distribución de género en ciencia y tecnología, si bien hay avances en cuanto al
acceso a la educación, sigue siendo poca su presencia en puestos de reconocimiento
y toma de decisiones. El objetivo de esta investigación es conocer las condiciones en
las que se desarrollan y consolidan en el ámbito científico las y los académicos de
la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx) pertenecientes al Sistema
Nacional de Investigadores (SNI) en México, mediante el análisis estadístico institucio-
nal y el enfoque de la antropología de la experiencia basada en vivencias personales
y laborales. Con los resultados obtenidos se puede concluir que la persistencia de
inequidades en ciencia se relaciona directamente con la transmisión y reproducción
de los estereotipos de género.

Palabras clave
Desigualdades; ciencia; estereotipos de género; UAEMéx; México

Abstract
Historically, in the scientific field, women have gone from exclusion to segrega-
tion. Various mechanisms have been implemented in order to achieve equal gender
distribution in science and technology, even though there is progress in access to
education, its presence still remains low in recognition and decision-making roles. The
goal of this research is to present through institutional documentary analysis, and the

1 Mexicana. Pasante en Antropología Social, por la Universidad Autónoma del Estado de México. Be-
caria en el Centro de Investigación, Capacitación, Estudios y Proyectos Especializados en Género
(CICEPEG), México. Correo electrónico: karens.jasso@gmail.com

2 Mexicana. Doctora en Historia y Estudios Regionales por la Universidad Veracruzana, México. Profeso-
ra-Investigadora de tiempo completo. Coordinadora del Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía
y Letras de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Correo electrónico: elva.rivera@gmail.com
3 Mexicano. Doctor en Antropología Social por la Universidad Iberoamericana, México. Profesor-Investiga-
dor de tiempo completo de la Facultad de Antropología, Universidad Autónoma del Estado de México.
Correo electrónico: jujevo@gmail.com 85

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focus of anthropology of experience, based on personal and working experiences the


conditions under which they develop and position themselves in the scientific field of
high profile researchers at the Autonomous University of the State of Mexico. Based
on the results, it can be concluded that the persistence of inequity in science is directly
related to the transmission and reproduction of gender stereotypes.

Key words
Inequalities; science; gender stereotypes; UAEMex; Mexico

Resumo
Historicamente, no campo científico, as mulheres passaram de exclusão à segre-
gação. Vários mecanismos têm sido implementados, a fim de obter uma distribuição
igual de gênero em ciência e tecnologia, embora haja progressos no acesso à edu-
cação, permanece baixa a sua presença em posições de reconhecimento e toma-
da de decisão. O objetivo desta pesquisa é compreender as condições em que se
desenvolvem e consolidam as acadêmicas e os acadêmicos no campo científico da
Universidade Autônoma do Estado do México, pertencentes ao Sistema Nacional de
Investigadores (SNI, acrônimo em espanhol) no México, através de análise estatística
institucional e abordagem da antropologia da experiência com base em experiências
pessoais e profissionais. Com os resultados obtidos pode-se concluir que a persis-
tência de desigualdades na ciência está diretamente relacionada com a transmissão
e reprodução de estereótipos de género.

Palavras chave
Desigualdade; ciência; estereótipos de género; UAEMex, México

Introducción
La ciencia es una de las estructuras sociales más importantes a partir de
la cual se fundamenta y construye una realidad de nuestra existencia en el
mundo, ya que influye de manera determinante, en el desarrollo y bienestar
social, definiendo y redefiniendo procesos históricos, sistemas económicos y
estructuras sociales desde hace más de 500 años (Pérez en Blázquez, 2014,
p.13).Sin embargo, la ciencia no siempre ha estado al alcance de la sociedad,
posee, en sus inicios, rasgos de cierta autonomía política consistente en dejar
en manos de los “especialistas” su desarrollo y gestión. Empero la importan-
cia de la generación y aplicación del conocimiento científico y tecnológico
para la mejora de la calidad de vida de la sociedad y para el desarrollo eco-
nómico de los países llevó a los estados occidentales industrializados a plan-
tearse la necesidad de implementar una política científica (Pérez en Blázquez,
2014), que abonará en la construcción de una ciencia moderna inclusiva de
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la sociedad, lo que supuso entre otras cosas, volver la mirada a un problema

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social histórico pero aún presente: la discriminación contra las mujeres en los
sistemas de ciencia y tecnología.
Históricamente en el ámbito científico, las mujeres han pasado de la exclu-
sión a la segregación. Diversos han sido los mecanismos y acciones llevadas
a cabo a fin de conseguir la estructuración de un sistema de ciencia basado
en la igual distribución de género. Sin embargo, datos estadísticos recientes
establecen que si bien se presentan algunos avances en cuanto al acceso de
las mujeres a la educación, especialmente al nivel superior4, sigue siendo poca
su presencia en puestos de toma de decisiones, asociaciones científicas y
academias así como en los sistemas de estímulo y reconocimiento (UNESCO
2007; INMUJERES, 2014; SNI, 2011; Blázquez, 2014 & Mendieta, 2015).
El Instituto de Estadísticas de la UNESCO (UIS por sus siglas en inglés)
estima que del total de personas dedicadas a la ciencia en el mundo, solo el
27% son mujeres, sin embargo, algunas cifras revelan un panorama alenta-
dor, por ejemplo, en América Latina y el Caribe las científicas constituyen casi
la mitad -45% -, muy por encima del 33.9% del promedio europeo, incluso el
UIS calcula que en países latinoamericanos como Venezuela y Uruguay, en
América Latina, así como en Filipinas y Tailandia, en el sudeste de Asia, tienen
más científicas que científicos; sin embargo, en otros países la cantidad de
científicas es menor, tal es el caso el caso de México y Chile, donde hay más
de dos científicos varones por cada científica (Dickson & Therese, 2011).
El reciente Informe Internacional sobre Ciencia, Tecnología y Género de la
Unesco (2007) establece que la dimensión de género en Ciencia y Tecnología
ha ido adquiriendo una importancia creciente, tornándose en un tema de ac-
tualidad en todo el mundo. .En América Latina existen iniciativas importantes
que buscan conocer y reconocer la situación de las mujeres en esta parte del
mundo, tal es el caso de la creación de la Red Iberoamericana de Ciencia, Tec-
nología y Género (RICTYG), conformada por redes de nueve países Argentina,
Brasil, Colombia, Uruguay, Venezuela, Cuba, Guatemala, España y México.
La Red Mexicana como parte de la Red Iberoamericana establece entre
sus objetivos básicos, el desarrollo de estudios e investigaciones tanto cuan-
titativas como cualitativas que lleven a una mejor comprensión de la dinámica
entre ciencia y género (Red Mexicana de Ciencia, Tecnología y Género, 2015),
así como establecer relaciones y comparación de lo que ocurre en los espa-
cios formadores de personal de investigación, tales como institutos, centros
de investigación, academias y por supuesto las universidades (Blázquez, 2014)
con el fin de generar datos que conduzcan a contextualizar las condiciones

4 Según datos del Sistema de Indicadores de Género del Instituto Nacional de las Mujeres México,
(INMUJERES) en 2010 se observó una disminución de la brecha por sexo de la matricula total a nivel
licenciatura, con 50.5% de matrícula masculina y 49.5% matrícula femenina y las cifras para 2014 han
variado poco, 50.4% matrícula masculina frente a un 49.6% matrícula femenina. 87

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en las que mujeres y hombres se desarrollan y posicionan en los sistemas de


ciencia y tecnología.
El objetivo de esta investigación es conocer las condiciones en las que se
desarrollan y consolidan en el ámbito científico una muestra de las y los aca-
démicos de la UAEMéx pertenecientes al SNI en México, mediante el análisis
estadístico institucional y el enfoque de la antropología de la experiencia basa-
da en vivencias personales y laborales.
Cuando se relaciona el género con la ciencia, desde el punto de vista de la
epistemología feminista (Maffía, 2006) interesa sí, conocer el papel que juegan
las mujeres como productoras de conocimiento, pero principalmente discutir
los elementos, las prácticas culturales, sociales, institucionales e incluso me-
todológicas que el género imprime a los procesos de producción científica.
Por tal razón, la relevancia de la presente investigación se fundamenta en la
necesidad de recopilar y generar información sobre la dinámica entre la ciencia
y el género en México; así como continuar con los esfuerzos y el camino ya
comenzado por investigadoras e investigadores de la UAEMéx5 y de otras Uni-
versidades del país que promueven una política educativa basada en justas y
equitativas condiciones de ingreso, desarrollo, consolidación y reconocimiento
en el ámbito científico.
El método empleado en esta investigación social se basó en el análisis de
los indicadores institucionales, referentes al número total de miembros pertene-
cientes al SNI y al número total por sexo, presentados en la Agenda Estadística
2014 (ciclo agosto 2014- julio 2015) de la Universidad Autónoma del Estado de
México, así como en el estudio de las experiencias laborales y personales de
una muestra conformada por 14 investigadoras e investigadores con reconoci-
miento vigente del SNI, a través de la realización de entrevistas a profundidad.
El artículo está estructurado de la siguiente manera; en la primera parte se
presenta una revisión general sobre la literatura internacional de los estudios
relacionados con la ciencia, la tecnología y el género, con la finalidad de contar
con un precedente sobre los avances y postulados que han girado en torno
a esta temática de investigación. Posteriormente, se exponen los principales
resultados obtenidos del análisis estadístico, así como de las narrativas de
las y los investigadores. Por último, se presentan las reflexiones finales y una
recomendación a la Universidad Autónoma del Estado de México, la cual bus-
ca contribuir con el empuje de una dinámica de ciencia-género universitaria
caracterizada por la igualdad.

5 Para mayores referencias sobre estas investigaciones puede consultarse Hernández(2003); Vizcarra
y Vélez (2007); Vélez Graciela; Vizcarra Ivonne; Vaca Norma, & Díaz Guillermina (2011); López y Gál-
vez(2010) & González (2013). Cabe señalar que las conclusiones de estos trabajos evidencian que la
diferencia numérica entre la matrícula del alumnado y profesorado no es significativa. En el ámbito del
88 reconocimiento científico, las investigadoras universitarias aún ocupan lugares de menor jerarquía.

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Ciencia, tecnología y género


Históricamente el acceso a la vida académica-científica para las mujeres
ha estado restringido como resultado de una cultura patriarcal que, basada
en estereotipos de género, ha centralizado el conocimiento en la experiencia
masculina. La limitación en el acceso al saber y al consiguiente poder que
ello supone ha sido una de las prohibiciones más fuertes que la historia y la
cultura patriarcal ha impuesto a las mujeres (Fernández, 2008). El patriarca-
do, como uno de los principales y más longevos sistemas de dominación, ha
generado un modelo de construcción sociocultural basado en el principio de
desigualdad “natural” entre los sexos. Esta visión, además sexista considera a
las mujeres como seres irracionales, emocionales y pasivos en consecuencia,
no dignas de confianza y aceptación para el desempeño de actividades consi-
deradas racionales (masculinas), como es el caso del trabajo científico (Rivera,
2010). En este sentido, podemos apuntar que desde el origen de la ciencia,
esta ha hecho de la experiencia masculina, la experiencia universal.
Los estudios feministas han puesto en discusión el poder patriarcal, así
como los estudios de género han develado, en primer lugar, que la construcción
social de la diferencia sexual excluyó a hombres y mujeres de los espacios priva-
dos y públicos respectivamente, de forma distinta, privilegiando el poder masculi-
no (Rivera, 2012)y, en segundo lugar, que las mujeres han pasado de la exclusión
a la segregación en el ámbito científico, estableciendo con esto la necesidad de
encontrar y explicar por medio de qué mecanismos ocultos se perpetua aún su
ausencia en la actividad científico-tecnológica. Diana Maffía argumenta que los
hallazgos epistemológicos más fuertes del feminismo se encuentran en la cone-
xión que se ha hecho entre conocimiento y poder, en el sentido de que el recono-
cimiento de la legitimación de las pretensiones de conocimiento están íntimamen-
te ligadas con redes de dominación y de exclusión (2006, p. 50)

Es decir, en la producción del conocimiento no hay una posición neutra


del individuo, las y los científicos son sujetos atravesados por determinaciones
sociales, históricas, temporales y espaciales, por un contexto social, que va-
lora y legitima determinadas prácticas y saberes. María Ángeles Durán (citada
por González, 2002), ha referido que el trabajo científico al estar inmerso en un
contexto social, presenta al sexismo –manifestado hasta hoy día en la práctica
científica- de maneras muy específicas, entre ellas, la selección de los temas
de investigación, la selección de perspectivas teóricas, la elección de crite-
rios de evaluación, el reconocimiento profesional y académico, y las normas
y prácticas sociales de los colectivos creadores de ciencia o conocimiento
especializados, concluyendo así que el sexismo está inmerso en todas y cada
una de las etapas de la producción científica. 89

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Aproximaciones teóricas al estudio de las mujeres


en la ciencia
Para fines de este trabajo de investigación, los elementos teóricos y concep-
tuales que se emplearán como marco de referencia para explicar las brechas
de género, los mecanismos de exclusión, de segregación y la reproducción
de prácticas culturales de los creadores de ciencia, que están imposibilitando
una plena y justa consolidación científica de las investigadoras universitarias,
provienen del enfoque sociocultural.
La escasa presencia de las mujeres en los sistemas de ciencia y tecno-
logía es un fenómeno que ha sido calificado como persistente, progresivo y
arraigado a nivel mundial. En la literatura internacional han sido tres los gran-
des marcos teóricos explicativos en los que se han clasificado las investiga-
ciones y estudios que desde mediados del siglo pasado han emergido para
ofrecer una respuesta a la poca y a veces nula participación de las mujeres en
el ámbito científico: en primer lugar, se encuentra el enfoque biologicista, guia-
do en características individuales; en segundo lugar el enfoque psicosocial y
sociocultural centrado en aspectos del tipo colectivo; y, por último, aquel que
cuestiona la epistemología de la ciencia yque ha puesto énfasis en sus aspec-
tos estructurales y organizativos (Vázquez, 2015, p. 180).
El enfoque biologicista surgió a principios de la década de 1970 l, pro-
poniendo que la elección de estudios y ocupaciones profesionales tenían un
origen de carácter biológico. Este enfoque fue ampliamente cuestionado por
los estudios feministas, principalmente por las limitaciones metodológicas y
explicativas demostradas, ya que los resultados arrojados en torno a la brecha
por género en la ejecución de habilidades y destrezas si se presentaba nunca
resultaba significativa, además que restaban importancia tanto a las similitudes
encontradas entre mujeres y hombres, así como a los casos en donde el rendi-
miento femenino era superior (Sagebiel & Vázquez, 2010). Alternativas teóricas
como las biologicistas proveyeron a la sociedad de una base científica sólida
que permitió seguir considerando que los hombres tienen inherentemente ma-
yor capacidad intelectual que las mujeres (González, 2002).
En la década de 1980, la evidencia empírica logró desacreditar el enfoque
biologicista evidenciándolo como tradicionalista y esencialista, por lo que a
partir de entonces la atención ya no se centró en características y diferencias
individuales, sino del tipo colectivo, surgiendo el enfoque psicosocial y socio-
cultural. Este enfoque propone que la reproducción de los estereotipos de
género aprendidos y trasmitidos por generaciones a través de procesos de
convivencia social, no solo adscriben características y roles diferenciados a
hombres y mujeres, sino que definen sus esquemas de referencia, influyendo
así en sus expectativas y comportamientos, y, en última, instancia reforzando
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la continuidad de la segregación formativa y ocupacional, por tanto, esta rama

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de la literatura ha explorado el papel de los estereotipos de género, la presión


y la influencia de los procesos de aprendizaje inicial y la socialización en el pro-
ceso de la construcción de la identidad de género (Suter, 2006, p. 97; Sagebiel
& Vázquez, 2010, p. 23).
El enfoque que cuestiona la epistemología de la ciencia, se basa en el
postulado que considera que si la respuesta anhelada de la segregación de
las mujeres en el ámbito científico no refirió a un déficit biológico-individual,
entonces el problema posiblemente radicaba en un déficit de la propia ciencia,
con lo que los estudios desde este enfoque cuestionaron la organización, es-
tructura, contenidos y prácticas de la investigación científica (Vázquez, 2015).
Con lo señalado anteriormente se apunta que lejos de encontrar limitada
esta perspectiva de cuestionamiento a la propia epistemología científica, en
este proyecto de investigación se considera relacionada directamente con la
perspectiva psicosocial y sociocultural, científica, ya que son los individuos en
tanto seres sociales los que crean los principios y contenidos de la ciencia.
Uno de los conceptos propios del enfoque teórico psicosocial y socio-
cultural sobre el cual habrá que poner especial atención es el de género, que
puede definirse como una construcción cultural que “denota toda la creación
social de las ideas acerca de los roles apropiados para las mujeres y para los
hombre” (Scott, 2008, p. 53).
Tomando como referencia que el género es una categoría de connota-
ción cultural, habría que entender las cualidades que confieren especificidad al
concepto de cultura, lo que ayudará en última instancia a reforzar la idea pro-
puesta por los autores de este trabajo, sobre la pertinencia del enfoque teórico
sociocultural para explicar las desigualdades de género en los sistemas de
ciencia y tecnología.
El estudio y la investigación de la cultura humana argumenta la antropóloga
feminista Marta Lamas “ha sido la línea rectora de la ciencia antropológica,
motivo por el cual uno de los intereses ha sido, esclarecer hasta donde ciertas
características y conductas humanas son aprendidas o si ya están en la natu-
raleza humana” (1986, p. 173). Los aportes principales de esta disciplina desde
el feminismo, se han concentrado en concluir que la diferencia sexual, se ha
convertido en desigualdad social y que son los hechos socioculturales los que
han determinado la subordinación de las mujeres.
La cultura funciona para los individuos, en tanto miembros de una socie-
dad, como un esquema de percepción a través del cual observan, compren-
den y explican su realidad. De la misma manera que constituye una guía de
comportamientos y prácticas de cada individuo, fungiendo de cierta manera
como un justificante, en cuanto que permite explicar, legitimar o deslegitimar
sus acciones (Giménez, 2005). 91

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El proceso de transmisión cultural que se da a través de dos procesos


sociales relevantes: la endoculturación y la socialización6, generan que niñas
y niños aprendan no solo a comportarse de manera diferente, sino a ser tra-
tados de formas distintas, ocasionando en última instancia la consolidación,
reproducción, transmisión y por tanto la perpetuación de estereotipos de gé-
nero (Vázquez, 2015). La cultura, como se revela hasta ahora, resulta una clave
indispensable para descifrar la dinámica social, en este caso, la dinámica entre
el género en tanto construcción cultural y la ciencia en tanto estructura social.

El método para estudiar las desigualdades en la


ciencia y tecnología desde la categoría género
El método empleado en esta investigación social parte tanto del análisis
textual como de las vivencias laborales y personales de las y los investigadores
participes de la investigación. En particular, se basa en la propuesta de la an-
tropología de la experiencia que propone que al poner en circulación la viven-
cia, las experiencias y las subjetividades ayudarán a comprender más y mejor
las formas culturales de la vida (Díaz, 1997). Por ello, contar con las voces de
quienes viven reconocen, o no, y reproducen, o no, estos esquemas culturales
resulta de vital importancia para este trabajo.
De igual manera, este estudio puede ubicarse dentro de las investiga-
ciones con inspiración feminista, ya que se fundamenta en el empleo de las
experiencias femeninas como un indicador de la realidad (Harding, 1998) y
en el análisis de la relación entre los géneros (Bartra, 1998) con la finalidad de
que los resultados puedan ser útiles para las mujeres y como efecto colateral,
útiles para la reconstrucción de estas relaciones, volcándolas o haciéndolas
más democráticas y equitativas.
Como antecedente es importante señalar que, en 2014, se revisaron los
indicadores institucionales referentes al número total de miembros pertene-
cientes al SNI y al número total por sexo, presentados en la Agenda Estadística
2013 (ciclo agosto 2013- julio 2014) de la Universidad Autónoma del Estado de
México, mismos que demostraron que el acceso para las mujeres a la educa-
ción superior ha ido en incremento (55.28% del total para ese ciclo); sin em-
bargo, prevalece la brecha de género en la medida en que la carrera científica
exige más cualificación. En este caso, los niveles del SNI (35% del total en el
ciclo 2013-2014) y para el ciclo 2014-2015, las cosas no cambiaron mucho, de
un total de 418 miembros del SNI, ellas representan el 36% del total. A partir
de la obtención y análisis de estos resultados, se realizó durante los meses de

6 La endoculturación entendida como el aprendizaje en el seno familiar -aprendizaje inicial- de los pa-
trones culturales y la socialización como el consecuente reforzamiento a través de otras instituciones
92 del medio social (Harris, 1995).

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julio a septiembre de 2015 la segunda parte del estudio sobre las trayectorias y
experiencias de una muestra del personal científico de esta institución.
Así pues, se eligió la entrevista a profundidad como técnica, ya que esta
desde el punto de vista antropológico , es clave para profundizar en la sub-
jetividad social (Robles, 2011), además permite construir paso a paso la ex-
periencia del Otro. El objetivo de la entrevista fue conocer de manera general
la vida de las y los investigadores, es decir, tener un acercamiento a sus
procesos de endoculturación y socialización y, de manera particular, centrar
la atención en su desarrollo y consolidación como científicas y científicos. Se
seleccionaron a 14 investigadoras e investigadores de la UAEMéx con reco-
nocimiento vigente del SNI (Cuadro 1). La selección se fundamentó en la idea
de poder abarcar, en lo posible, las percepciones de las y los universitarios
por cada área del conocimiento, así como las apreciaciones y condiciones
por cada nivel de reconocimiento.

Cuadro 1. Perfil sociodemográfico de las y los investigadores participantes

Fuente: Elaboración propia basada en el trabajo de campo julio-setiembre 2015

Las entrevistas, en tanto se tuviera la autorización de las y los participan-


tes, fueron grabadas. En seguida se transcribieron y analizaron para conocer
la situación en la que están consolidando su trayectoria científicas y científi-
cos dentro del claustro universitario. Los fragmentos seleccionados reservan
la identidad de las personas entrevistadas y sus nombres son sustituidos por
seudónimos. 93

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Los sesgos y brechas de género en el Sistema


Nacional de Investigadores de la Universidad
Autónoma del Estado de México
En este apartado presentamos los resultados de la investigación, que in-
cluyen tanto los indicadores estadísticos tales como el número total de miem-
bros pertenecientes al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y número total
por sexo, presentados en la Agenda Estadística 2014 (ciclo agosto 2014- julio
2015) de la Universidad Autónoma del Estado de México, así como las expe-
riencias laborales y personales de las y los investigadores participantes en las
entrevistas a profundidad.
Hace más de 30 años, el NI se ha enfocado en reconocer la labor de
investigación de los científicos en México. Para las y los investigadores, la im-
portancia de pertenecer al SNI radica sí en el incentivo económico, pero más
aún en el reconocimiento y prestigio que este otorga a su trabajo, ya que en
la actualidad formar parte del SNI es sinónimo de ser científico. Es por ello,
que cada día más científicas y científicos buscan ser parte del sistema. Sin
embargo, lograr consolidar una carrera científica productiva, no resulta una
actividad sencilla, para ser miembro del SNI es necesario realizar actividades
de investigación de manera habitual (García, 2015, p. 30). Es decir, demanda
tareas que requieren cierta disponibilidad de tiempo, más que como estudian-
te o académico.
Indicadores recientes del SNI7 revelan que si bien se ha presentado un
relevante crecimiento por parte de las mujeres investigadoras, este no ha sido
suficiente. De 1991 al 2000 las investigadoras pasaron de representar el 21%
al 28% del total nacional (SNI-CONACYT, 2011, p. 6), a partir del año 2011 el
porcentaje de mujeres en el SNI ha permanecido estable con un 34%, y para
principios del año 2015, con un total de 8,244 investigadoras, constituye ape-
nas el 36% del total (Foro Consultivo Científico y Tecnológico AC, 2014, p. 6).
Para el caso de la Universidad Autónoma del Estado de México8, los re-
sultados arrojaron que esta institución comparte rasgos en común a los pre-
sentados a nivel nacional. Podemos observar (Figura 1) que el porcentaje de
investigadoras pertenecientes al SNI ha variado entre el 33% y 35%. En el año
2014, de un total de 418 miembros, 152 son mujeres lo que representa el 36%
del total, coincidente con la media nacional. Con estos datos podemos cons-
tatar que la brecha por género en cuanto a investigación reconocida dentro de
la universidad sigue siendo considerablemente significativa.

7 Cabe señalar que en la base de datos del SNI, los indicadores aparecen desagregados por sexo a
partir de 1991.

8 En importante señalar que los datos estadísticos de la institución no están desagregados por sexo,
94 sino hasta el año 2010, por lo que se hará referencia a las cifras a partir de ese año.

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Gráfico 1. Configuración histórica de las y los integrantes del


SNI UAEMéx, por sexo, 2010-2014

Fuente: Elaboración propia basada en las agendas estadísticas de la UAEMéx, 2010, p. 142; 2011, p.
136; 2012, p. 136; 2013, p. 136 y 2014, p. 130.

En el ciclo 2014-2015 la UAEMéx (corte hasta julio 2015) registró en el SNI


96 candidatas y candidatos a investigador nacional, de los cuales 35 son mu-
jeres y 61 son hombres. En el nivel I hay 280, de los cuales 107 son investiga-
doras y 173 son investigadores; en el nivel II exiten 38, de ellos 30 son hom-
bres y solo 8 son mujeres, y únicamente hay 4 en el nivel III: 2 investigadoras
y 2 investigadores.
Del total de hombres y mujeres, el porcentaje más alto de las mujeres en el
SNI se ubica en el nivel I con el 71%, mientras que el 23% de ellas son candi-
datas, el 5% están en el nivel II y, por último, el 1% se sitúa en el nivel III. Estas
cifras revelan que las investigadoras representan porcentajes más bajos en los
niveles más altos de este sistema haciéndose visible la existencia de “techos
de cristal”9 que impiden que ellas asciendan y logren la igualdad en los porcen-
tajes ocupados por los varones.
A continuación se presentan las experiencias de las y los integrantes del
SNI, participantes en este proyecto. La presentación de los fragmentos se cla-
sificó en tres categorías que dan estructura a los datos obtenidos: educación y

9 Mabel Burin (2008) propone que el concepto de “techo de cristal” hace referencia a las barreras
invisibles con las que en determinados momentos de sus carreras, topan las mujeres, confiriéndoles
una detención en su desarrollo profesional. 95

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familia; persistencia de los estereotipos en la carrera científica; y ,mecanismos


institucionales, de segregación y prácticas sexistas en la ciencia universitaria.

Educación y Familia
Como se mencionó con anterioridad, el proceso endocultural tiene espe-
cial importancia en la reproducción de los estereotipos de género, es en casa
generalmente donde se configuran los valores y comportamientos que se es-
tablecen socialmente. Niños y niñas, desde entonces, comienzan a generar
representaciones de posibles realidades futuras- D e esta manera, los proge-
nitores o tutores transmiten, como agentes primarios de enseñanza, mensa-
jes y etiquetas de género que dictan lo que una mujer femenina y un hombre
masculino deben ser y por tanto hacer.
Por tal razón, es importante señalar que algunas investigaciones (Guiso,
Monte, Sapienza & Zingales, 2008) han demostrado que las niñas que viven en
hogares marcados por igual trato de génerotienden a hacer clasificaciones me-
nos estereotipadas de las ocupaciones y se inclinan a seleccionar carreras no
comunes con la representación social de su género. Para el caso un ejemplo:
Te hablo desde casa, somos tres mujeres y un hombre y todos recibíamos el
mismo trato, mi papá me inculcó el gusto por los libros y a todos igual, nada más
que nos gustaron más a dos de nosotros, entonces siempre eran los libros para
mí, no me regalaban barbies, supongo que tiene que ver con todo esto. Entonces
bueno la institución familiar a mí nunca me maltrató ni me dijo que tenía que com-
portarme de otra manera por ser mujer (Ana, Área de Educación y Humanidades,
SNI I, 47 años, casada).
Las mujeres como lo propone Marcela Lagarde (1990) comparten una
condición de género, pero por razones políticas, históricas, culturales tienen
diversas situaciones de género, lo que de maneras muy específicas puede
influir en la selección de una ocupación profesional.

Persistencia de los estereotipos de género en la


carrera científica
La manera en que se decidió ahondar sobre los estereotipos en la ciencia
durante las charlas con las y los investigadores, comenzó con un cuestiona-
miento crucial: ¿considera que las mujeres y los hombres tienen las mismas
oportunidades para desempeñarse en el ámbito de la ciencia? De los cator-
ce entrevistados, cinco de seis investigadores dijeron que sí; y siete de las
ocho investigadoras consideraron que las oportunidades son desiguales. Es
verdad que cada vez encontramos a más mujeres presentes en actividades
académico-científicas; sin embargo, en qué circunstancias las mujeres están
ingresando a estas labores. Algunas reflexiones sobre el tema se presentan
96
en el Cuadro 2. A partir de estas reflexiones, podemos argumentar que uno

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de los elementos fundamentales que influye de manera importante en que las


investigadoras consideren que tienen menos oportunidades para su desarrollo
y consolidación está directamente vinculado con la reproducción de estereo-
tipos sociales.

Cuadro 2. ¿Considera que las mujeres y los hombres tienen las mismas
oportunidades para desempeñarse en el ámbito de la ciencia?

Fuente: Elaboración propia basada en el trabajo de campo julio-setiembre 2015

Dentro de los estereotipos más comunes ligados a las mujeres se encuen-


tra el de la maternidad, la mujer-madre como la denomina Marcela Lagarde
en su famoso escrito sobre los cautiverios de las mujeres. La madre “es una 97

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institución histórica, fundamental en la reproducción de la cultura, es a través


de la maternidad que la mujer es transmisora, defensora y custodia del orden
imperante en la sociedad” (Lagarde, 1990, pp. 376-377). Ser madre en conse-
cuencia es, según lo que marca el estereotipo, la realización del ser social de
las mujeres.
Para muchas personas esta sigue siendo la imagen de la realidad, como
para el caso de un investigador universitario, que considera que la función pri-
mordial de las mujeres está en la estructura de la base familiar:
Ya sé por dónde va esto, yo no sé por qué las mujeres quieren ser igual que
los hombres. Como género, los hombres estamos mal. Para mí y siempre lo he
dicho la mujer es más importante en el seno familiar. Antes estaban bien, con las
mamás con las abuelitas, pues cada quien tiene sus roles porque siempre hemos
sido iguales cada quien en su rol. Pero yo no sé por qué esa necedad de las mu-
jeres por querer equipararse con el hombre. Desde hace 20 años que empezó
todo esto, las mujeres ya no quieren estar en casa, ya no quieren tener hijos, la
sociedad por eso está así, se está perdiendo la base familiar (Gilberto, área de
Arquitectura y Diseño, SNI I, 42 años, casado, 1 hijo/a).
Las mujeres han sido y son educadas aún en muchas ocasiones para el
desempeño de su rol dentro de una familia, al parecer este debería consi-
derarse como su única ocupación, a este respecto el investigador comentó
que para que las mujeres tengan éxito dentro de la investigación deben de
asumir otro rol, dejar de ser mujeres y entrar al mundo de los hombres, esto
es abstenerse de ser madresy, por lo tanto, reproduce la misoginia al negarle
las capacidades racionales de las madres por el solo hecho de compartir la
maternidad con la vida científica:
Si quiere ser una buena científica una propuesta sería que no tengan hijos o que
tenga si quiere ser una científica mediocre. Las mujeres tienen otro rol muy diferen-
te. La mujer debe asumir otro rol y dejar de ser mujeres si quieren ingresar a la ca-
rrera científica (Gilberto, área Arquitectura y Diseño, SNI I, 42 años, casado, 1 hijo/a).
Relacionado con la cualidad femenina de la maternidad está el postulado
que vincula directamente el éxito profesional de las mujeres con la posterga-
ción o la anulación de esta, posponer la maternidad puede ser una estrategia
para mantenerse competitivas en el ámbito laboral (Soto & Flores, 2014). En
esta muestra de población en específico cinco de las siete investigadoras tie-
nen hijos, las dos restantes por decisión no ejercieron la maternidad. De las
cinco madres de familia, cuatro de ellas postergaron su maternidad, dedicaron
el tiempo biológico reproductivo a la investigación lo que les permitió poder
desempeñarse y lograr cierto grado de consolidación en su carrera científica.
La maternidad conlleva en situaciones “ideales” la estructuración de una
familia “nuclear”, lo que da como resultado otro de los estereotipos comunes
ligados a las mujeres, el cautiverio de la madre-esposa, el cual refiere que ellas
98
además de ser madres y, por tanto, la base de la familia, en su papel va implí-

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cito el desempeño y cumplimiento de determinadas labores, entre las que se


incluyen las del tipo domésticas (Lagarde, 1990).
Soledad Soto y Aurelia Flores al respecto señalan que “la maternidad y el
funcionamiento del hogar se convierten en ataduras socioculturales que las
mujeres llevan a cuestas a lo largo de su vida” (2014, p. 276) esto las orilla a
cumplir con la consigna de ser todo al mismo tiempo, es decir, el tan sonado
paradigma de la doble jornada laboral femenina. Ser madre y ser científica a
la vez tiene un alto costo pues se les duplica el trabajo y se les responsabiliza
mucho más que a los hombres sobre el cuidado de la estructura familiar, en
tanto que los hombres tienen la posibilidad de disponer de mayor tiempo para
la realización de actividades científicas del tiempo que no dedican a las activi-
dades domésticas (Zapata & Pérez citado por Soto & Flores, 2014).
En el Cuadro 3 se exponen algunas reflexiones de las y los investigado-
res sobre la conciliación de la vida personal con la vida científica-laboral, con
estas se da cuenta que sigue sin existir una verdadera corresponsabilidad en
el ámbito privado, los hombres como puede leerse toman una parte de las
responsabilidades del hogar, es decir, apoyan circunstancialmente pero no se
corresponsabilizan por completo, incluso los hombres como recurso para la
sustitución de su responsabilidad en el hogar, buscan ayuda externa y es así
como el papel de las mujeres en el ámbito privado se perpetúa.
Sin embargo, resulta necesario acotar en este momento que la cultura
patriarcal y los estereotipos de género, no solo representan una limitante para
las mujeres, sino también para los hombres. Culturalmente ellos aprendieron a
ser los únicos proveedores de un hogar, así que la mayor parte de su tiempo
está distribuida en el ámbito público, lo que de alguna manera los aleja de una
convivencia familiar, en contraste con las mujeres no está tan marcado su gra-
do de “culpabilidad” ya que estar en casa no es su responsabilidad primaria;
sin embargo, como lo comenta este investigador, también resulta difícil para
ellos la lejanía familiar:
Tengo paternidad irresponsable, digo, con mi primer hijo estaba estudiando
entonces lo llevaba al futbol, lo llevaba a todo, pero ya cuando llegue a trabajar
se volvió complicado … Pero bueno he atendido mi paternidad, ya haciendo in-
vestigación no he sido tan responsable, soy responsable digo cumplo con todas
mis obligaciones, pero no he estado tanto como a lo mejor me hubiera gustado
(Guillermo, área de Ciencias Agropecuarias, SNI II, 59 años, casado, 2 hijos/as).
La cultura patriarcal confronta a las mujeres a sentir culpa por no cum-
plir con los papeles asignados históricamente, es decir, con el cuidado de los
“otros” como parte del “deber ser” de lo femenino. De tal forma que, en algunos
casos la díada trabajo-maternidad implica sentir “culpa” por no cumplir con
los mandatos de género en la familia o también privilegiar el cuidado de esta y
renunciar al ascenso laboral. Al respecto Soledad Soto y Aurelia Flores señalan
“que las mujeres al intentar conciliar la maternidad y la ciencia, viven conse-
cuencias en el ámbito emocional y profesional” (2015, p. 277). La primera se 99

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refiere a la posibilidad de experimentar algún sentimiento de “culpa” por parte


de ellas por quitar tiempo a su familia; la segunda implica los casos de renun-
cia a ascensos o la ocupación de cargos de mayor jerarquía y responsabilidad
porque absorbe gran parte de su tiempo como responsables del hogar. En la
UAEMéx, dos investigadoras, una de ellas jefa de familia y la otra madre de fa-
milia reflexionaron respecto a la relación trabajo-maternidad lo siguiente:

Cuadro 3. ¿Cómo combina la vida científica con su vida familiar y personal?

100 Fuente: Elaboración propia basada en el trabajo de campo julio-setiembre 2015

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En la administración anterior era la mano derecha del director, o sea, se apo-


yaba mucho en mí, y ahí es cuando ya se complica el asunto de la familia. En
alguna ocasión alguien me invitó a irme a rectoría a formar parte del equipo de la
Secretaría de Investigación, y nada más de pensarlo … dices ¡chin mano! si me
voy a rectoría, los de rectoría terminan a las ocho o nueve de la noche ¿qué hago
con mis hijos? Entonces de alguna manera pues si te impide, pero te impide por-
que decides que te impida a final de cuentas, porque los hijos igual crecen, igual
encuentras a alguien que te ayude y lo haga, pero a mí me gusta estar con mis
hijos (Beatriz, área de Ciencias de la Salud, SNI I, 51 años, divorciada, 3 hijos/as).
en el caso de cuando a mí me invitan a la Dirección de Estudios Avanzados,
haciendo remembranza estaba casada pero no tenía hijos, entonces las reunio-
nes con el coordinador de investigación tenían que ser a las ocho y media de la
noche y pues ese es un esfuerzo extra, y aprendí mucho, me sirvió mucho, pero
pensándolo ahora yo ya no podría hacerlo por mil razones y la más importante
mi hijo (Margarita, área de Ciencias Naturales y Exactas, SNI II, 46 años, casada,
1 hijo/a).
También se identificaron algunas transformaciones en la dinámica familiar,
en donde la pareja comparte las responsabilidades en el espacio doméstico.
Esta forma de trabajo colaborativo ha beneficiado del desarrollo de algunas
mujeres científicas. El caso específico de una de ellas, que hoy día es una de
las investigadoras más reconocidas en la Universidad, y que el prestigio de sus
contribuciones científicas la han hecho acreedora a uno de los reconocimien-
tos más altos en el SNI:
En casa todo es, ambos “mita y mita”, michas todo. A mí me gusta mucho
cocinar, entonces prefiero la comida y a mi esposo le gusta lavar los trastes, algo
raro. Él siempre lava la ropa, le fascina todo lo que es agua, y a mí me gusta más
lo otro, sacudir, organizar cajones, todo eso … [Mi esposo] la otra parte participa
de la misma manera, y si su trabajo se lo permite puede hacer un poquito más
de lo que yo puedo hacer en el hogar, perfecto sin revanchas. No se mide el
poder a partir de quien gana más, distribuimos los poderes democráticamente,
una distribución democrática igualitaria, equitativa dentro del hogar donde nadie
se sienta injusto ni dependiente, ni los padres ni los hijos (Sara, área de Ciencias
Agropecuarias, SNI III, 55 años, casada, 3 hijos/as).
La corresponsabilidad en los asuntos domésticos juega un papel impor-
tante para la construcción de relaciones más democráticas en la pareja y fa-
miliares al interior del hogar y promover mejores condiciones en el desempeño
de las mujeres en el mundo laboral. Hasta ahora las políticas públicas se han
diseñado pensando en la incorporación de las mujeres al mundo laboral sin
transformar la cultura masculina desde un enfoque de género. Por esta razón,
las resistencias patriarcales se manifiestan tanto en el ámbito de lo doméstico
como en el laboral.
Por otra parte, es importante señalar que en ciertas áreas del conocimien-
to prevalecen estereotipos, principalmente en las ingenierías o las ciencias
exactas. Aún se piensa que las niñas (según dicta el estereotipo) no son tan 101

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buenas como los niños en matemáticas (Hill, Corbett & Rose, 2010). Los apor-
tes científicos de las mujeres en estas áreas han demostrado su capacidad
intelectual, sin embargo, para ser reconocidas y escuchadas se han tenido
que enfrentar a un persistente sistema patriarcal. A pesar de demostrar sus
capacidades como líderes de investigación, o elaborado propuestas en reu-
niones académicas, la cultura patriarcal mexicana en algunas ocasiones las
ignora, las invisibiliza. A este respecto una investigadora comentó:
los estereotipos son muy marcados aquí en México y más en carreras de
Tecnología. Porque yo a veces he ido con compañeros a alguna oficina de go-
bierno o alguna institución, y al momento de hablar del tema y aunque yo fuera
la responsable del proyecto, al final el ingeniero hablaba con el ingeniero, no ha-
blaba conmigo, debía suponer que yo era la secretaria o la ayudante o yo que
sé. Entonces aquí los estereotipos son muy marcados y aparte si te pones en un
plan de luchadora y eso, entonces eres peor mirada. Y aquí en la universidad se
sigue viendo de esa misma manera de que “ah ponen a mujeres porque hay que
cubrir la cuota”. Muchas veces uno se ve en unas circunstancias que no puedes
creer. Por ejemplo, en reuniones me ha pasado que yo opino algo y ni caso, con
diferentes palabras un hombre lo dice y a él le hacen caso, entonces te preguntas
¿habré explicado mal, no se enteraron de lo que dije, no me escucharon? Pero
si dijo lo mismo que yo ¿Por qué a él le hicieron caso y a mí no? (Luisa, área de
Ingeniería y Tecnología, SNI I, 52 años, casada, 2 hijos/as).

Susana Vázquez Cupeiro (2015) argumentó que los estereotipos de género


no sólo adscriben características sino que también tiene cierto carácter pres-
criptivo, es decir, partiendo de este supuesto, se puede proponer que mujeres
y hombres tenderán a seleccionar estudios y ocupaciones profesionales que
se adecuen de la mejor manera a la representación social de su rol. En este
sentido encontramos la percepción de la investigadora del área de ciencias
agropecuarias:
cuando yo decidí estudiar [una carrera universitaria], me enfrenté al asunto de
que no querían que estudiara ya que la disciplina que elegí se visualizaba como
una carrera eminentemente masculina. [Después] Comencé a trabajar […] y la
discriminación más fuerte la sentí por colegas, por compañeros. Cuando empecé
yo a trabajar aquí en la universidad me sentí discriminada y que no se creía en mí...
(Josefina, área ciencias agropecuarias, SNI I, 48, casada).

Las desigualdades de género se presentan como un fenómeno persistente


y arraigado, estas reflexiones en torno a las diferentes maneras en las que aún
se expresan, revelan la importancia de los cánones socioculturales que siguen
funcionando como un agente disparador de la discriminación y segregación
no sólo en el ámbito científico, sino en todos los aspectos de vida de las mu-
102
jeres e incluso de los propios hombres.

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Mecanismos institucionales, mecanismos de


segregación y prácticas sexistas en la ciencia
universitaria
La historia ha revelado cómo las oportunidades de las mujeres han varia-
do con el tiempo y con las barreras estructurales e institucionales existentes
desde el nacimiento de la ciencia moderna (González & Sedeño, 2002, párr.
23), hoy día la discriminación por razones de sexo ya no se presenta de un
modo explícito, sin embargo, en la estructura organizacional-institucional de
los sistemas de ciencia y tecnología, se exhiben mecanismos implícitos de
segregación y prácticas sexistas, en este entendido, se afirma que la ciencia
androcéntrica y sexista ha promovido mecanismos más sutiles que contribu-
yen a legitimar la segregación de la mujer.
Los estereotipos de género creados en cada cultura a lo largo de la historia
han permitido que en la ciencia se legitimen prácticas sexistas. A pesar de los
avances, aún prevalecen ciertas prácticas que imposibilitan el desarrollo pleno
de las mujeres en la vida profesional, y en especial en la investigación. Por ejem-
plo, están presentes estrategias y barreras sexistas y misóginas de quienes diri-
gen las instituciones. Sus prácticas impiden que las mujeres –que no se subor-
dinan a los mandatos de género– demuestren sus capacidades intelectuales.
Por ello es de suma importancia visibilizar y analizar estas experiencias en
las académicas de alto perfil en la universidad, pues coadyuva a valorar que las
políticas de transversalización de la perspectiva de género en la universidad no
han incidido del todo a transformar la cultura patriarcal en prácticas laborales
incluyentes que reconozcan el trabajo individual y colectivo de las mujeres en
los grupos de investigación. Por ejemplo en la transformación de categorías la-
borales, a pesar de obtener el grado correspondiente y contribuir al desarrollo
científico de la comunidad y de la universidad. Citamos un ejemplo:
Oiga Doctor, usted me dijo que cuando me titulara íbamos a ver lo de mi
re-categorización. ¡Ah sí, sí! Siempre me daba largas y empezó él a … Yo sentía
que como para darme el avión, como para que yo viera que si estaba interesado.
Me decía: “Háganos una carta, diríjala al rector y póngale todo esto”. Entonces la
hice una vez. Y después de que la hice, me puse a leer el reglamento y me puse
a ver, a averiguar y, pues ahí dice: que te tiene que proponer el coordinador. Y
entonces, yo empecé a decirle: oiga doctor, ahí dice que usted es el que tienen
que proponerme, hacer la solicitud de la promoción, o del examen de promoción
o lo que usted quiera pero usted tiene que hacerlo. Y me dijo –vamos a hacerlo
así ahorita a ver qué pasa–. Siempre me decía así, como una o dos veces al año,
“haga usted la carta, así vamos a hacerlo, hágala, hágala”. Y yo la hacía porque
decía pues va a ser peor que diga que ni siquiera ha hecho nada, entonces la ha-
cía (Amelia, área de Ciencias Sociales y Administrativas, SNI candidata, 39 años,
103
unión libre, 1 hijo/a).

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Después de aproximadamente dos años, la investigadora obtuvo la re-


categorización, pero por todas las cartas que ella envió al rector y por méritos
personales.
La investigación que se desarrolla actualmente en las universidades obliga
a trabajar en dos trayectorias académicas: individual (Programa de Mejora-
miento del Profesorado –perfil PROMEP– y SNI) y colectiva, a través de los
llamados Cuerpos Académicos o proyectos colectivos de grupos y redes de
investigación. Estas nuevas prácticas de investigación científica han conducido
a una competencia individual entre el profesorado adscrito a las universidades
y ha impedido en algunos casos la colaboración colectiva y el reconocimiento
de sus propios integrantes, en especial de las mujeres en los liderazgos de
investigación, tanto individual como colectiva. Como ejemplo tenemos la si-
guiente narrativa de la investigadora:
Él era siempre el líder de los proyectos y nosotros pues sus achichincles.
Siempre me hizo esa parte, lea la convocatoria. “Vamos a meter proyectos. Yo creo
que ahora usted ya puede tener proyecto”. Me emocionaba hacía mi proyecto, y
le decía –Doctor ya está mi proyecto, y me decía– “Ya la mandamos” eso me lo
hizo como dos o tres veces. Lo otro que me hacía era, me decía vamos a meter
dos, uno usted y otro yo, algo se enojaba se empleitaba y nada. Yo no creo que
sea en toda la universidad, pero a mí me tocó (Amelia, área de Ciencias Sociales
y Administrativas, SNI candidata, 39 años, unión libre, 1 hijo/a).
Ciertos mecanismos institucionales influyen para que la presencia de las
mujeres científicas sea poco visible. Por ejemplo, en las políticas del Sistema
Nacional de Investigadores, la obtención del reconocimiento y los estímulos
están relacionados directamente con la productividad científica, de esta ma-
nera la permanencia en el sistema y el ascenso de un nivel a otro implica
una constante evaluación, misma que se realiza por comités integrados por la
comunidad científica. En estos comités, según los estudios de Soto y Flores,
se registra apenas un veinte por ciento de participación de mujeres (2015, p.
279), lo que por razones claras ocasiona la reproducción de un modelo tra-
dicionalista masculino. Uno de los investigadores reconoció que las mujeres
evaluadoras son menos en los comités del SNI:
Hombres y mujeres no tenemos las mismas oportunidades. Por ejemplo, fui
miembro de la comisión dictaminadora del Sistema Nacional de Investigadores,
éramos 14 y mujeres eran apenas 4, o sea que ahí se ve el peso de que hay más
investigadores que investigadoras. … ¿Cómo explicamos eso? (Antonio, área de
Ciencias Administrativas y Sociales, SNI III, 74 años, soltero).
Las jerarquías de poder patriarcal en la división sexual del trabajo científico
se manifiesta en la distribución de responsabilidades, los relacionados a la
toma de decisiones (hombres) y los de orden administrativo (mujeres). Aspecto
que amerita una investigación más profunda para conocer los alcances de las
políticas de empoderamiento femenino en el área científica no sólo a nivel na-
104
cional, sino en cada una de las universidades y centros científicos. En el caso

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Desigualdades de género en ciencia, el caso de las científicas de la UAEMéx

de la UAEMéx identificamos que esta división sexual del trabajo científico está
presente y se “visibiliza” en la medida en que se comparte y reflexiona entre las
mujeres participantes de las comisiones académicas de posgrado:
Estamos en el área de posgrado. Vamos a una reunión de coordinadores
de posgrado y mira por dónde el 90% somos mujeres. Dices ¿por qué en estas
reuniones si somos el 90% de mujeres y en las reuniones de secretarios por lo
mucho hay una? Entonces platicamos entre nosotras, y resulta que sencillamente
“ellos piensan que como mujeres somos ordenadas, metódicas, que nos gusta
poner las cosas en su sitio y esas cosas, entonces como todo eso de los pape-
leos, estadísticas, tablitas, rellenar documentos a ellas se les da, entonces están
pensando en nosotras como las secretarías de toda la vida”. Y si no fíjate (busca
la relación de coordinadores de posgrados) y verás que más de la mitad somos
mujeres, porque nos asignaron el papel de secretarias, no porque seas una coor-
dinadora de posgrado que tomes decisiones, sino que organiza papeles (Luisa,
área Ingeniería y Tecnología, SIN I, 52 años, casada, 2 hijos/as).
El sistema de evaluación que prevalece en las universidades ha clasificado
al profesorado a partir de los reconocimientos: grado máximo de estudios,
perfil PROMEP, nivel de Cuerpo Académico, nivel del SNI, con lo cual se han
reafirmado no sólo nuevos estándares, sino lo que denominamos “clases o
segmentos académicos universitarios” que han conducido a la estratificación
de niveles, entre el de licenciatura y el de posgrado; entre quienes cuentan con
todos los indicadores “las estrellas” de la evaluación académica; quiénes aspi-
ran a llegar a la cúspide de la carrera científica; y quienes se resisten a ingresar
a los parámetros de la evaluación académica. A esta competencia hay que su-
marle las jerarquías y prácticas sexistas patriarcales, por lo tanto, esto condu-
ce a la discriminación de las élites académicas, donde las mujeres en algunas
áreas son mayoría. Pero en los puestos de toma decisiones no logran alcanzar
las direcciones; o bien en áreas de conocimiento altamente masculinizadas
ellas encuentran más barreras para demostrar sus capacidades intelectuales.
Lo expuesto con anterioridad pone de manifiesto que los estereotipos so-
ciales imponen a las mujeres que decidieron optar por una carrera científica,
luchar día a día para lograr ser reconocidas en el sistema de ciencia interno
universitario y externo ante el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, don-
de aún prevalece una estructura androcéntrica que no pondera las relaciones
de género en la evaluación científica de sus integrantes, e impide que más
mujeres ingresen al sistema científico y que sus aportes contribuyan a la trans-
formación de todas las áreas de conocimiento.

Una recomendación para y desde la Universidad


Parte esencial de los estudios con perspectiva de género, es no sólo con-
tribuir con análisis críticos, sino que a partir de estos, se puedan generar pro-
puestas y alternativas que contribuyan con la mejora de las condiciones de las
mujeres (y de los hombres) en los ámbitos tanto públicos como privados, en 105

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ese sentido y a partir de la interpretación de la información obtenida, queremos


presentar una recomendación a la Universidad, para promover una sistema
científico incluyente y democrático que favorezca a transformar la percepción
sobre las mujeres como sujetas de conocimiento en las diferentes áreas cientí-
ficas con que cuenta la institución, contribuyendo de esta manera con la pau-
latina eliminación de las desigualdades presentadas en la práctica científica.
La recomendación se centra en el rescate y difusión de la historia de las
mujeres científicas destacadas de la UAEMéx, a través de la compilación de
sus esfuerzos, sus logros, sus aportaciones, pero también sus subjetividades,
con el objetivo de generar nuevas imágenes de las mujeres como productoras
de conocimiento (sin que esto entre en la etiqueta conservadora y sexista de
“historia de grandes hombres” cambiado por “historia de grandes mujeres”
-género biográfico conservador como lo clasifica Diana Maffía), sin pretender
con ello promover estás historias como una evidencia de que no hay barreras
y que si las mujeres se esfuerzan lo suficiente pueden lograr el reconocimiento,
sino como oportunidad de examinar el papel y el destino de las y los sujetos
creadores/as de conocimiento científico en el marco de una ciencia moderna
estructurada bajo principios propiamente masculinos.
La Universidad como un espacio de formación tiene como compromiso
social y político sumarse a los esfuerzos por la lucha en la eliminación de las
desiguales por razón de sexo, por ello, la propuesta tiene como punto de par-
tida una recomendación para la universidad (ámbito institucional), pero tiene la
intención de poder generar desde la Universidad una influencia en el ámbito
privado, ya que como advertimos, las inequidades en género tienen una base
cultural, por lo que es necesario buscar que las alternativas incidan en los
medios de aprendizaje, reproducción y reforzamiento de estereotipos de gé-
nero, en este caso las instituciones educativas en todos sus niveles (educación
básica, media superior, superior).
En ese sentido, la intención de esta propuesta es abarcar en lo posible
tanto a universitarias/os, jóvenes, niños y niñas, a través de la difusión gene-
ralizada, con la intención de contribuir a través de la concientización y sen-
sibilización, la generación de una nueva memoria colectiva que creé en este
grupo social nuevas imágenes de las mujeres en la ciencia (ámbito público)
que produzcan como efecto colateral nuevas representaciones sobre su papel
en el ámbito privado. Por qué no basta como dice Diana Maffía con gene-
rar acciones que incentiven la incorporación de más mujeres en las carreras
científicas “agregue mujeres y revuelva”, sino de contribuir con acciones que
coadyuven a desdibujar los estereotipos de género que aún dan estructura a
la ciencia moderna.
Al respecto de la importancia de la generación de nuevas representaciones
simbólicas de las relaciones entre mujeres y hombres, Nattie Golubov (2012)
106
propone que las imágenes estereotipadas de las mujeres que se producen y

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Desigualdades de género en ciencia, el caso de las científicas de la UAEMéx

circulan en el medio social contribuyen a naturalizar la diferencia de los sexos,


al tiempo que fomentan la discriminación, el sexismo y la opresión.
Es así como las imágenes se convierten en puntos de referencia comunes
para los individuos, por esa razón inciden directamente en la conformación de
las identidades, de la autopercepción y de la dignidad de las mujeres y de los
hombres, la deconstrucción de estas imágenes hegemónicas puede incidir de
manera directa en la disminución de las desigualdades por razón de sexo, las
prácticas sexistas, los mecanismos de segregación y los sesgos epistemoló-
gicos presentados hasta hoy día en la actividad científica.
Cabe señalar que esta recomendación se suma a los esfuerzos precur-
sores de investigadoras universitarias, que hasta ahora han contribuido con
investigaciones de análisis tanto cualitativos como cuantitativos, que han reve-
lado en primer lugar que hasta hoy siguen presentándose brechas de género
significativas en el ámbito del reconocimiento científico, concluyendo que es
importante establecer como política institucional el desarrollo de indicadores
de género que permitan un diagnóstico más asertivo en relación a la partici-
pación de hombres y mujeres en las actividades sustantivas de la Universidad
a fin de contribuir con la eliminación de las desigualdades por género, para
ejemplo tenemos el caso del libro Personal académico en la UAEM. Mujeres
y hombres en cifras 2004-2006, (Vélez, Vizcarra, Vaca & Díaz, 2011); Género y
éxito científico en la Universidad Autónoma del Estado de México (Vizcarra &
Vélez, 2007), por mencionar algunas.
Para el caso de las investigaciones de corte cualitativo están Autobiogra-
fía de Mujeres Universitarias, coordinado por Graciela Vélez Bautista e Ivon-
ne Vizcarra Bordi (2005) y Mujeres universitarias profesionales de la Química
mexicana del siglo XX de Elena González (2013) que han centrado su atención
en presentar testimonios y experiencias de mujeres universitarias activas, con
la intención de sensibilizar a las/los universitarios en torno de las desigualda-
des por sexo, así como de revalorizar y fortalecer la construcción de la identi-
dad femenina universitaria.
Sin embargo y a pesar de su variedad, los esfuerzos para promover la
igualdad entre los sexos en la Universidad señala la Dra. Guillermina Díaz10
(2011) han sido valiosos pero aún incipientes y se han centrado en la educa-
ción superior, por ello, la necesidad de continuar con acciones que promuevan
cambios significativos no sólo en el actuar de las y los científicos, sino cambios
sustanciales en la estructura androcéntrica de la ciencia.

10 Para mayor información sobre los programas, proyectos y acciones desarrollados en la UAEMex, se
puede consultar el texto de la Dra. Guillermina Díaz Pérez (2011) Avances para sensibilizar sobre la
violencia de género en la Universidad Autónoma del Estado de México. 107

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Consideraciones finales
La ciencia ha estado marcada por un rostro masculino que apoyada en
enfoques biologicistas, ha privilegiado y legitimado dentro de sus principios
estructurales la objetividad, la neutralidad y la universalidad, cualidades que se
relacionan directamente con la representación social de la masculinidad, razón
por la cual las mujeres “irracionales”, “pasivas”, “emocionales” no han tenido
la oportunidad de desempeñarse en el ámbito de la producción científica en
igualdad de condiciones que los hombres.
Las Universidades como espacios formadores de personal de investiga-
ción, siguen reproduciendo y legitimando de cierta manera el discurso patriar-
cal, ya que mujeres y hombres siguen ubicados y distribuidos en sitios con
diferente valor y en el acceso y consolidación de su quehacer científico siguen
estando presentes mecanismos implícitos de segregación, discriminación así
como prácticas sexistas.
Una de las causas fundamentales que incide directamente en la persis-
tencia de las inequidades en ciencia, es la transmisión y reproducción de los
estereotipos de género, que han funcionado como marco de referencia con-
ductual para los individuos en tanto miembros de una sociedad, desde esta
lógica podemos apuntar que los cánones socioculturales funcionan como un
agente disparador de las desigualdades de género tanto en el ámbito cien-
tífico, como en todos y cada uno de los aspectos de vida de las mujeres e
incluso de los hombres.
El estereotipo de mujer-madre y mujer-esposa llevan a que las investiga-
doras universitarias realicen una doble tarea, en tanto que el estereotipo de
“únicos proveedores” conlleva que gozan de mayor grado de permisividad so-
cial que les otorga mayor disponibilidad de tiempo para la realización exclusiva
de actividades científicas, por ello buscar alternativas que generen cambios
en cuanto a la corresponsabilidad en los asuntos domésticos juega un papel
importante para la construcción de relaciones más democráticas en la pareja
y familiares al interior del hogar y promover mejores condiciones en el desem-
peño de las mujeres en el mundo laboral.
Por todo lo anterior, concluimos que es de vital importancia, comenzar
a generar alternativas que busquen tener incidencia verdadera en el centro
del problema, es decir, en la base cultural, generando una nueva memoria
colectiva a través de la creación y reproducción de nuevas relaciones de gé-
nero que se presenten como más incluyentes, democráticas y equitativas.
La Universidad, en este sentido, como espacio de formación debe asumir un
compromiso social y político en la lucha por la eliminación de las desigualda-
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des por motivos de género.

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