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Johannes Brahms: Canción de cuna

Durante milenios, las madres del mundo entero han cantado canciones de cuna a sus bebés para
provocar en ellos el sueño o la quietud. Pero no siempre ha sido la ternura o el amor lo que las
impulsa. Las hay que contienen un regaño al niño por su llanto, o una seria amenaza si continúa
haciendo ruido. Descubierta hace poco en lo que fue Babilonia, la canción más antigua
documentada, con data de cuatro mil años, previene al bebé –en escritura cuneiforme– de que con
su llanto despertará al demonio, y que si no se calla de inmediato, éste no tendrá más remedio que
comérselo.

Por fortuna, las lullabies inglesas, berceuses francesas o Wiegenlied alemanas del muy posterior y
romántico siglo XIX presentan otros aires, donde la ternura y el afecto se prodigan –la construcción
del apego, se diría hoy, modernamente. Generalmente en ritmo de 6/8 y con escasamente otro
acorde más allá de tónica y dominante, buena parte de los compositores románticos trabajaron la
"forma", porque tenía demanda de una naciente clase media. Pero hubo una que se distanció
enormemente de sus pares, hasta el día de hoy. Es obra de Johannes Brahms.

Wiegenlied, opus 49 N° 4
Quizá la canción de cuna más popular y reconocida en el mundo entero, fue publicada en 1868, y
está dedicada a una amiga de Brahms con ocasión del nacimiento de su segundo hijo, amiga de la
cual se dice estuvo enamorado en su juventud. Con versos del folklore alemán, fue presentada en
público por primera vez el 22 de diciembre de 1869, en Viena. La cantó la soprano alemana Louise
Dustmann acompañada al piano por Clara Schumann.
En versión para cello y piano, se presenta aquí a cargo del cellista húngaro Lászlo Fenyó y el
pianista ruso Kirill Krotov. Como resulta obvio, dura menos de dos minutos.

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