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EL PSICÓPATA.

El psicópata es un ser, es alguien vivo que está entre nosotros, pero no podemos calificar de
humano. ¿Por qué? Porque las características humanas son los sentimientos, las emociones, el valor
del otro o de la otra, el instinto gregario (preocuparse por la tribu).

Todas esas cosas que culturalmente fue adquiriendo el ser vivo que se convirtió en humano. Bueno,
esas características no las tiene un psicópata.

Así comienza su explicación sobre padres psicópatas maltratadores. Durante décadas, el psicólogo
argentino Hugo Marietan, ha estudiado la violencia en el núcleo familiar y las relaciones y vínculos
que se establecen entre hombres y mujeres que violentan a sus parejas e hij@s. Marietan ha
denominado sol negro al psicópata que carece de habilidades para vincularse emocionalmente. Esta
casi vacío. Solo tiene tres sentimientos: el entusiasmo, la ira y la euforia. Roba luz, la energía positiva
de las personas a su alrededor; cuando se trata de sus propios hij@s es devastador.

La psicopatía es una forma de ser, no uno enfermedad. Durante décadas se ha intentado curarla sin
un solo resultado científicamente probado.

Según Marietan, los psicópatas son personas que viven en constante ir y venir entre los tres
sentimientos mencionados. La característica del psicópata es que crea tensión en los lugares y
grupos en los que se encuentra, ya sea en la mesa de la casa, mientras los hijos temen sus
reacciones, o en el ámbito político y laboral. Generan temor y sentimiento de incertidumbre a su
alrededor.

En la psicopatía ha y un elemento fundamental denominado empatía, que consiste en la capacidad


de resonar armónicamente y colocarse en el lugar de otra persona para compartir sus sentimientos
y vivencias; es darse cuenta de que el niño sufre, tiene necesidad de cuidado y afecto. Un hombre
que elige ser violento con sus hijos puede sentir empatía y por ello pedir perdón, arrepentirse y
cambiar. Los psicópatas no cambian; utilizan a sus hijos para que reproduzcan un modelo de
masculinidad que cosifica a las personas, esto es, las convierte en cosas. Para ellos los niños son
objetos desechables, maltratables, cuya voluntad debe y puede ser moldeada mediante la
domesticación de la violencia y la humillación.

La empatía ayuda a diferenciar a un psicópata de un padre que ejerce violencia machista. Hay
machistas que reproducen los valores y principios de la virilidad violenta, guerrera, abusiva, como
el único modelo de masculinidad que conocen para acceder al poder y para que, según ellos, sus
hijos tengan posibilidades de gozar de los privilegios de ese poder en la vida adulta, es decir, que no
sean sumisos ni mandilones, sino conquistadores y colonizadores.

Tanto el psicópata como el padre machista reproducen el modelo de masculinidad violenta, pero lo
hacen de formas muy distintas y causan traumas y daños de diferentes profundidades.

El psicópata cotidiano, además de cosificar, siempre está invirtiendo, da regalos y cobra lo que da;
todo el tiempo piensa de qué manera le puede ser útil la otra persona o su relación con ella. No se
vincula emocionalmente con nadie; crea mapas mentales para saber cómo puede controlar o
perjudicar a las y los demás.
Ellos hablan: Testimonios de hombres, la relación con sus padres, el machismo y la violencia. -LYDIA
CACHO.

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