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Rómulo Aguillaume
Centro Psicoanalítico de Madrid
Generalidades
“En todas las ramas de la creación artística, la genialidad es una anomalía inexplicable
para las solas armas de la inteligencia y la razón, pero en la poesía lo es todavía mucho
más, un don extraño, casi inhumano…” (1) Esta reflexión de M. Vargas Llosa acerca de
otro poeta, Pablo Neruda, encuentra su correlato 100 años antes, cuando Freud se
empieza a interrogar, precisamente, sobre la creatividad:
Los profanos sentimos desde siempre vivísima curiosidad por saber de dónde el poeta,
personalidad singularísima, extrae sus temas en el sentido de la pregunta que aquel
cardenal dirigió a Ariosto y cómo logra conmovernos con ellos tan intensamente y
despertar en nosotros emociones de las que ni siquiera nos juzgábamos acaso
capaces. (...) los mismos poetas gustan de aminorar la distancia entre su singularidad y
la esencia generalmente humana y nos aseguran de continuo que en cada hombre hay
un poeta y que sólo con el último hombre morirá el último poeta. (2)
Con estas palabras de Freud comienzan casi todas las reflexiones psicoanalíticas sobre
la creatividad. Son dos preguntas y un equivoco lo que plantea Freud:
¿De dónde el poeta extrae sus temas?, y ¿cómo logra conmovernos con ellos tan
intensamente?
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El equivoco: que en cada hombre hay un poeta y que sólo con el último hombre morirá
el último poeta.
De dónde nos remite a las fuentes de la creación artística y, el cómo al mecanismo que
lo hace posible. El equivoco, en mi opinión, está en considerar que una actividad, la
creatividad, puede ser universal, presente en todos los hombres.
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En la renegación la valoración social no produce placer sino displacer por lo cual se
reniega de lo percibido. S. Freud vio en este mecanismo la explicación del fetichismo,
Lacan lo elevó a condición estructural de las perversiones. En Freud la renegación es la
percepción de una falta en Lacan es la compresión de esa ausencia que no se admite y
se sustituye por una presencia como causa del deseo, por ejemplo el fetiche, y en
ocasiones el objeto creado.
En cualquier caso la creatividad empieza desde una cierta ambigüedad: “Al principio
creó Dios los cielos y la tierra. La tierra estaba confusa y vacía y las tinieblas cubrían la
haz del abismo…” (8)
Para decirlo en otras palabras, el acto creativo seria el eslabón final de una serie de
etapas (proceso) caracterizadas por fluctuaciones, generalmente inconscientes y
transitorias, entre realidad y fantasía, estados de “desorganización” y reorganización,
fantasías de tipo alucinatorio y percepciones objetivas, abstracciones y
concretizaciones, etc. En el acto creativo se logra una síntesis dialéctica de las fases
previamente descriptas, que dará lugar al producto creado”.(4)
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Así pues este autor nos presenta un proceso complejo donde quedan bien
diferenciadas dos actividades cualitativamente distintas y que podríamos denominar
como acto creativo y producción creativa: el momento creativo en que los mecanismos
regresivos y progresivos del psiquismo se ponen en marcha y otro, el producto creativo
donde la capacidad sana del psiquismo plasma en el lenguaje del logro lo que el
psiquismo realiza en el momento anterior.
Otro autor de cultura psicoanalítica muy distinta, Pierre Kaufmann enfatiza igualmente
esos dos momentos de la creatividad: Si bien el secreto de la creación permanece no
dilucidable, se puede no obstante afirmar que reside en una cierta relación de la
fantasía con su técnica de presentación… (5)
J. McDougall (6) estudia aspectos de la creatividad que muestran una complejidad que
sintetiza en cuatro factores determinantes:
Para Joyce McDougall está claro la salud del creador: “… algunos genios creadores han
dado muestra de un comportamiento perverso o manifiestamente psicótico, pero se
puede proponer que la parte de sí mismos que les permitió crear (y continuar
haciéndolo) era en realidad la parte exenta de síntomas. ( Pág., 88).
Igualmente señala esta autora otra característica del genio creador, su productividad:
“Resulta también significativo que la mayoría de los creadores, en cualquier dominio,
sean sorprendentemente productivos”.
Ni que decir tiene que podríamos poner ejemplos donde ambas afirmaciones no se
cumplen, pero consideramos que dichas afirmaciones se sustentan al no discriminar
precisamente entre actividad y producción creativa.
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Algo más concreta se manifiesta Ch. Smirgel (7) quien apuesta por un psiquismo
“complejo” donde coexisten “diferentes vicisitudes instintuales” y “diferentes áreas de
carácter” : “Podríamos tener un área “perversa” – escribe la autora- donde los instintos
pregenitales podrían ser liberados dentro de la actividad sexual, un área “neurótica” que
podría estar bajo la represión, y una tercera área bajo la sublimación”. ( Creativity and
Perversión. Pág. 90). Naturalmente la autora encuentra apoyo en Freud ( Tres ensayos
para una teoría sexual) para la concepción de este psiquismo complejo.
Así pues la creatividad en sus múltiples acepciones se encuentra con una que
consideramos esencial: “nada puede ser creado sin que sea investida la suma de
trabajo que esto exige, mientras que es preciso reconocer que lo propio de toda
creación es encontrar un “destino” que el autor nunca podrá decidir a priori (10).
Esta cita de P. Aulagnier nos sirve quizás para entender algo más la necesidad de tener
en cuenta la totalidad del psiquismo, (la parte sana de la personalidad) como vehículo
de una actividad que va a tener su legitimidad de la sanción de un destino casi siempre
caprichoso. Creatividad pues, prisionera de una salud y de un destino que la
condicionan pero no la definen.
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Aunque la renegación es un concepto que parece surgir muy tarde, con la obra sobre el
fetichismo, creemos encontrar en Freud precedentes que la hicieron posible.
En época tan temprana como 1910, en Los dos principios del suceder psíquico, Freud
describe la actividad del artista como un mecanismo de apartamiento de la realidad sin
caer en la psicosis:
Antes de terminar esta conferencia, quisiera llamaros todavía la atención sobre una de
las facetas más interesantes de la vida de la fantasía. Se trata de la existencia de un
camino de retorno desde la fantasía a la realidad.
Este camino no es otro que el del arte. El artista es, al mismo tiempo, un introvertido
próximo a la neurosis. Animado de impulsos y tendencias extraordinariamente
enérgicos, quisiera conquistar honores, poder, riqueza, gloria y amor. Pero le faltan los
medios para procurarse esta satisfacción y, por tanto, vuelve la espalda a la realidad,
como todo hombre insatisfecho, y concentra todo su interés, y también su libido, en los
deseos creados por su vida imaginativa, actitud que fácilmente puede conducirle a la
neurosis. Son, en efecto, necesarias muchas circunstancias favorables para que su
desarrollo no alcance ese resultado, y ya sabemos cuán numerosos son los artistas que
sufren inhibiciones parciales de su actividad creadora a consecuencia de afecciones
neuróticas. Su constitución individual entraña seguramente una gran actitud de
sublimación y una cierta debilidad para efectuar las represiones susceptibles de decidir
el conflicto.
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manifestarse, se encuentra con un medio social que impide progresivamente cualquier
manifestación de autoafirmación. Si el sepultamiento del complejo de Edipo, el
aniquilamiento del complejo de Edipo como ideal cultural fue el corolario inquietante que
nos legó Freud, hoy nos encontramos más cerca que nunca de lograrlo y precisamente
por ello la solución perversa, el fetichismo, reclama un lugar fundamental frente a la
sofocación social de las pulsiones.
“Entonces el fetiche protege la vida pulsional frente a las exigencias de una cultura que
con su ideal de aniquilar al Edipo puede provocar no solo la muerte de la pulsión sino,
afectarla tanto en la elección del objeto sexual como, quizás mas gravemente, en las
condiciones mismas del amor”(17)
Desde el último Freud sabemos que la consecuencia del fetiche es la escisión del Yo.
“Si esta grieta de la escisión del yo “se corriera” hacia la aceptación de la castración
(desalojando el área de la desmentida), conduciría a una progresiva desaparición de la
pulsión sexual generando la idealización del objeto. (Nota a pie de página: Esto
significaría una reinstalación del objeto del apego preedípico, que, si bien fue necesario
para el desarrollo estructural del sujeto, podría resultar iatrogénico en la cura y
“paralizante” en la vida cuando implica la reafirmación del poderío de ese objeto. )
Así pues y ya desde Freud cuanto más se anula la pulsión sexual más se idealiza el
objeto y más “se inundan de las llamadas “pulsiones de apego”. (Id.)… “la potencialidad
creativa de la pulsión sexual dejaría de estar determinada por su propia fuerza
generadora para quedar a merced de la orden del objeto idealizado. O sea, seudo
creación en lugar de creación”. (17).
A modo de conclusión.
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1. La creatividad es un fenómeno complejo en el que es operativo pensar en dos
procesos, uno que denominamos acto creativo y otro que denominamos producción
creativa.
2. En la creatividad se ponen en marcha mecanismos psíquicos, patológicos o no,
pero que no excluyen las posibilidades del acto creativo.
3. En el acto creativo encontramos los rastros de las tres grandes estructuras:
neuróticas, psicóticas y perversas.
4. Un psiquismo estabilizado desde la sublimación es necesario en el proceso de la
producción creativa.
5. La perdida de la realidad, tanto en la modalidad neurótica como psicótica o
perversa, es necesaria en todo acto creativo, en un momento del mismo.
6. La creatividad, artística en cualquier caso, pretende una creación ex nihilo, que el
mecanismo de la denegación otorga aunque sea de una forma engañosa.
Terminaría con una reflexión de Lacan que nos permite una apertura al tema inagotable
de este trabajo: la creación ex nihilo es imposible en la tradición aristotélica como nos
recuerda Lacan: “Nada se hace a partir de nada” (Pág., 150, S. 7) (11). Pero poco
después nos vuelve a recordar que “La idea de creación es consubstancial a vuestro
pensamiento. Ni ustedes ni nadie pueden pensar salvo en términos creacionistas. El
evolucionismo, que creen es el modelo más familiar de vuestro pensamiento, es un
modo de defensa, una forma de aferrarse a los ideales religiosos…) (Pág. 156, S7) (11).
(2) Freud, S. (1908), El poeta y los sueños diurnos. Obras Completas , Biblioteca
Nueva. Madrid, 1972
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(5) Pierre Kaufmann, P(1996): Elementos para una Enciclopedia del Psicoanálisis.
Buenos Aires: Paidós.
(6) McDougall, J. (1998), Las mil y una cara de Eros. Buenos Aires: Paidós.
(7) Chasseguet- Smirgel, J. (1984), Creativity and Perversión. London: Free Association
Books
(12) Kernberg, O. F. (1989), A theoretical frame for the study of sexual perversions. In :
The Psychoanalytic Core. Madison: International Universities Press, Inc.
(13) Julien, Ph. (2002), Psicosis, perversión, neurosis. Buenos Aires: Amorrortu
editores.
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(14) Assoun, P-L. (1995), El fetichismo. Buenos Aires: Nueva Visión.
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