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RAE Discapacidad y Estigma
RAE Discapacidad y Estigma
1. Libro
2. Publicación
Circulación general
Título:
1. Estigma, la Identidad Deteriorada
2. La condición de ciudadanía de las personas con discapacidad intelectual
Autor
1. GOFFMAN, Erving.
2. EXTEBERRIA, Xavier.
Pie de imprenta
1. Primera edición, 10ª reimpresión. Buenos Aires, Amorrortu. 2006.
2. Publicaciones de la Universidad de Deusto. Apartado 1. Bilbao. 2008.
Unidad patrocinante
1. Amorrortu editores
2. Universidad de Deusto
Descripción
1. Capítulo que intenta explicar el origen del estigma y su relación con la identidad
social, a partir de la interpretación de las sociedades y su necesidad de
categorizar aquello que lo rodea, incluyendo las personas, de esta forma, los
atributos de una persona definirán no solo su categoría, sino también su
identidad social y su rol en la sociedad a partir del mismo. Es importante
reconocer el origen del estigma, con el fin de entender la dinámica “aceptación”
y “discriminación” entre los diferentes individuos y su comportamiento ante la
diferencia.
2.
La publicación indaga sobre el reconocimiento de la persona con discapacidad
intelectual como ciudadano, sujeto de derechos humanos, tanto en su vida
privada, como en su vida pública y su deber con la sociedad. El estudio está
enmarcado en lineamientos y convenciones legales, sobre los derechos de las
personas con discapacidad. Lo anterior, con el objetivo principal de reivindicar
la condición ciudadana de las personas con discapacidad intelectual, a partir de
la autonomía, la igualdad social y por supuesto, la diversidad, además de su
adecuada articulación.
Fuentes
Contenido
El ser humano bajo su necesidad de supervivencia, categoriza todo aquello que lo rodea,
de forma que le permita identificar su utilidad o peligro, esto si bien es importante,
trascendió de manera que permitió la construcción social de clasificar a las personas
según sus atributos, y de esta forma, quien aparentemente no tenga los atributos
previamente determinados (de manera inconsciente en muchas ocasiones) será
desacreditado y menospreciado, a esta eferencia despectiva se le conoce como estigma.
Goffman describe los estigmas como una triada conformada por el rechazo corporal, los
defectos en el carácter propio del individuo y por los estigmas tribales como raza,
nación o religión.
Por otro lado, aquellas personas que se encuentran sobre el estándar requerido y
congruente en determinada comunidad, son llamados “normales”. Son este grupo
autoacreditado de personas, quienes generan una problemática a la diferencia, pues no
solo apartan a los demás, sino que generan un rechazo hasta el punto de considerarlos
inferiores e incluso no humanos; Esto da pie a comportamientos tan agresivos, que
aquellos “no normales” crean su identidad individual y social a partir de la misma idea
de vergüenza y culpa, apartándose de la sociedad, autoflagelandose o moldeándose a
partir de conductas autodestructivas que le permitan conseguir los estándares
requeridos.
Si bien Goffman mencionaba que los “normales” reducían a los demás a “un ser
inficionado y menospreciado” en realidad no solo se deshumaniza a aquellos
“anormales”, sino que se objetiva por completo al ser humano al tener que categorizarlo
según sus características, y que además a partir de estas, los demás puedan definirte, ya
que esta misma establece tu “identidad social”.
Teniendo en cuenta lo anterior, entre los individuos estigmatizados y por ende
reconocidos desde una visión despectiva, se encuentran las personas con discapacidad;
En el caso específico de la discapacidad intelectual, se condiciona a la persona a una
funcionalidad, según los requerimientos de aquellos “normales”, esta idea errónea de
considerar a unos seres superiores o inferiores según características físicas o mentales,
consiguió que se considerará a la persona con discapacidad cognitiva, como un ser sin
autonomía moral (decisión racional) y sin autonomía fáctica (de ejecución).
El pensamiento ególatra de designar la discapacidad únicamente a la “deficiencia” de la
persona, va en contra de cualquier lógica, de modo que nadie es independiente en el
sentido estricto de la palabra, pues como menciona Etxeberría, “No somos «autosufi
cientes» como proclamara Kant, sino «autoinsuficientes», incluso cuando estamos «en la
plenitud de la edad y de las facultades”. Es decir, la discapacidad en su mayoría de
sentires, se origina entre la interacción de la barrera impuesta por ambiente y la
deficiencia funcional de la persona, que no permiten una interacción plena con el
ambiente, y así limitando su participación activa en diferentes ambientes de la vida.
Es inconcebible que una persona no forme parte de la toma de decisiones que suceden
alrededor de ella misma y de la sociedad en general, es por esto que es necesario
fortalecer la participación plena del sujeto con discapacidad intelectual, a partir de
procesos de socialización y educación que permitan desarrollar de la mejor manera su
desarrollo máximo de autonomía moral. Al mismo tiempo, y de forma cícliquica , el no
ejercicio de esta restringe la socialización y participación de la autonomía fáctica y por
ende, cierta privación de la libertad como ser humano.
Principalmente, cualquier acción que se hace, es en pro de los principios constitucionales
de dignidad, libertad e igualdad para TODAS las personas. En conjunto con esto, es
necesario revisar y cambiar las políticas públicas, que la sociedad ineludiblemente
impone directa o indirectamente a las personas con discapacidad intelectual, resaltando
el soporte de la convención sobre los derechos de las personas con discapacidad para
evitar que se vean violados o limitados los derechos de las personas con discapacidad a
ejercer una vida jurídica plena (rescatando un apoyo o guía durante sus acciones), y una
vida social sana y placentera.