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LAS 10 REINAS MÁS POPULARES DE LA HISTORIA ANTIGUA

Escrito por María Lorena Peralta

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CLEOPATRA.- La monarca egipcia nació en el año 69 A C. Sus padres fueron Cleopatra V Trifena y Ptolomeo XII Aulestes. Asumió
el trono a los 18 años de edad junto a su hermano Ptolomeo XIII que además se convirtió en su esposo. Cleopatra fue la última reina
del Antiguo Egipto del período Helenístico. La monarca perteneció a la dinastía Ptolemaica que también era conocida como dinastía
Lágida. En el año 30 después de haber perdido su imperio a manos de Octavio, decidió quitarse la vida pidiendo a sus criadas una
canasta con frutas en la cual había una cobra egipcia.

Cleopatra Filopator Nea Thea, Cleopatra VII (en griego: Κλεοπάτρα Φιλοπάτωρ), fue la última reina del Antiguo Egipto de la dinastía
Ptolemaica, también llamada dinastía Lágida. Dicha dinastía fue creada por Ptolomeo I Sóter, general de Alejandro Magno, y fue
también la última del llamado Periodo helenístico de Egipto.

Cleopatra nació hacia el año 69 a. C. y murió en el año 30 a. C. Era hija de Cleopatra V Trifena y de Ptolomeo XII Auletes, de quien
heredó el trono en el año 51 a. C., en torno a la edad de 18 años, junto con su hermano Ptolomeo XIII, que contaba con tan sólo
doce años, y que sería además su esposo (hecho frecuente en los matrimonios regios ptolemaicos).

VICTORIA

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ISABEL I DE INGLATERRA

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Isabel I, en inglés Elizabeth I, a menudo conocida como La Reina Virgen, Gloriana o La Buena Reina Bess, (Greenwich, 7 de
septiembre de 1533 – Richmond, 24 de marzo de 1603) fue reina de Inglaterra e Irlanda desde el 17 de noviembre de 1558 hasta el
día de su muerte. Isabel fue la quinta y última monarca de la Dinastía Tudor.

Hija de Enrique VIII, nació como princesa, pero su madre, Ana Bolena fue ejecutada cuando ella tenía tres años, con lo que Isabel
fue declarada hija ilegítima. Sin embargo, tras la muerte de sus medios hermanos Eduardo VI y María I, Isabel asumió el trono.

Una de las primeras medidas que tomó fue establecer una iglesia protestante independiente de Roma, que luego evolucionaría en la
actual Iglesia de Inglaterra, de la que se convirtió en la máxima autoridad.

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Se esperaba que Isabel contrajera matrimonio, pero pese a varias peticiones del Parlamento, nunca lo hizo. Las razones para esta
elección no se conocen, y han sido ampliamente debatidas. A medida que Isabel fue envejeciendo, su virginidad la volvió famosa, y
un culto creció alrededor de ella, celebrado en retratos, desfiles y literatura de la época.

La reina se hizo cargo de un país dividido por cuestiones religiosas en la segunda mitad del siglo XVI. Durante su reinado, Inglaterra
tuvo un gran esplendor cultural, con figuras como William Shakespeare y Christopher Marlowe; también han sido importantes
personajes Francis Drake y John Hawkins. Mantuvo gélidas relaciones con Felipe II, con quien libró una guerra que arruinó
económicamente a ambos países. Su reinado de 44 años y 127 días ha sido el cuarto más largo de la historia inglesa, por detrás de
los de Victoria I, Jorge III, Isabel II y Eduardo III de Inglaterra

La reina de Inglaterra tuvo un largo período en el trono de casi 64 años. Su período de gobierno se conoció como la época victoriana
y ayudó a crear un estilo particular dentro de la visa de la sociedad inglesa. Se casó con el príncipe Alberto de Sajonia y de esa
unión nacieron 9 hijos. Cada uno de los descendientes de la reina Victoria se casó con un miembro de alta alcurnia de las casa
reales europeas. Entre los parientes más conocidos se puede nombrar a la reina Victoria Eugenia que se casó con Alfonso XIII.

ISABEL II

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CREMA DE ALMENDRA PARA TARTAS Y TARTALETAS

INGREDIENTES:

* 150 gr de almendra molida

* 500 ml de leche

* 150 gr de azúcar

* 3 huevos (2 enteros + 1 yema) Si la quieres más espesa pon una yema más.

* 40 gr de Maizena

* 1 limón rallado

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* 1 cucharadita de canela

Opcional saborizante de Almendras ... Y para obtener ese colorcito amarillo unas dos o tres gotitas de colorante
color amarillo

PREPARACIÓN:

1. Calentar la leche con la canela y la ralladura de limón.

2. Añadir el resto de ingredientes y batir con la batidora.

3. Vuelve a poner la mezcla en el fuego, y remueve constantemente hasta que espese. Si lo haces con unas barillas
mejor, así no salen grumos.

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La monarca de España fue la única soberana no consorte del país. La nota de color dentro del período que duró su reinado es la
cantidad de amoríos que se le conocieron, según las investigaciones de los historiadores especializados. También se ha hecho
mención en más de una oportunidad que el fracaso de su matrimonio con su primo Francisco de Asís se debía a la poca atracción
que sentía el noble por las mujeres. El gobierno de Isabel II fue muy convulsionado desde el punto de vista social y político motivo
por el cual la soberana terminó sus días exiliada.

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CATALINA LA GRANDE
Fue hija de un noble Prusia y nació con el nombre Sofía. Se casó con Pedro III de Rusia y desde ese momento pasó a llamarse
Catalina. La soberana no tuvo una buena relación con su esposo pero supo ganarse la complicidad de su suegra y fue tanta la
afinidad que ambas tramaron un golpe de estado para derrocar y sustituir a su marido en el trono. Catalina la Grande se hizo famosa
por la cantidad de amantes que tuvo y algunas particularidades eran que acomodaba a los hombres en cargos altos y además les
obsequiaba propiedades y títulos.

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MARÍA ANTONIETA

Su nombre completo fue María Antonia Josefa Juana de Habsburgo Lorena. Fue una archiduquesa de Austria y después de casarse
con el rey Luis XVI de Francia, se convirtió en la reina consorte de ese país. María Antonieta no contaba con la simpatía de la corte
ni del pueblo por considerarla promiscua y por influir en su marido en favor de Austria. El 21 de septiembre de 1792 la monarquía fue
abolida y Luis XVI depuesto. El rey fue ejecutado el 21 de enero de 1993 y María Antonieta murió en la guillotina el 16 de octubre del
mismo año.

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María Antonia Josefa Juana de Habsburgo-Lorena (Viena, 2 de noviembre de 1755 – París, 16 de octubre de 1793), más conocida
bajo el nombre de María Antonieta de Austria, princesa real de Hungría y de Bohemia, archiduquesa de Austria, reina consorte de
Francia y Navarra (1774–1791) y más tarde, de los franceses (1791 - 1792) por su matrimonio con Luis XVI.

AGRIPINA

Fue hija de "Agripina, la mayor" y de Germánico. Sus abuelos eran Marco Antonio y Octavia. Se la conoció como Agripina la menor
para distinguirla de su madre. Se casó por primera vez a los 12 años de edad con el cónsul Ahenobarbo y de esa unión nació Nerón.

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A los 25 años enviudó. Fue desterrada de Roma tras intentar asesinar a su hermano, el emperador Calígula. Pudo volver a su
ciudad una vez que Claudio asumió como emperador de Roma después del asesinato de Calígula, se casó con el gobernante e hizo
que nombre a Nerón como su sucesor.

OLIMPIA DE EPIRO

Vivió entre los años 375 y 315 a.C. y es conocida en la historia por ser la esposa del rey Filipo II de Macedonia y la madre de
Alejandro Magno. A pesar de que no existen demasiados escritos que describan cómo fue su vida, los historiadores definen a

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Olimpia como una mujer fría, ambiciosa, neurótica y supersticiosa. Según las investigaciones realizadas, durante la niñez de su hijo
se encargó de hacer desaparecer a quienes representaron un obstáculo para que Alejandro llegue a ser rey, incluso existe la
hipótesis de que Olimpia mandó a asesinar a Filipo II. Olimpia (375 a. C. – 315 a. C.) fue la esposa principal del rey Filipo II de
Macedonia y madre de Alejandro Magno. Era hija de Neoptólemo I de Epiro, rey de Molosia, en la región de Epiro al noroeste de la
actual Grecia.

No se conservan muchos escritos sobre la vida de Olimpia. Los historiadores han tenido que entresacar de los pocos fragmentos
que han llegado a sus manos. Pero sí hay una leyenda difundida por sus enemigos, sobre todo por el mayor de todos, que fue
Casandro. Se dice que era una mujer violenta, neurótica y supersticiosa. Bajo su mandato fueron asesinados varios personajes de
su época. Olimpia hizo lo que otros reyes de su momento, es decir, llevar una política de eliminación de posibles rivales.

Su nombre de soltera era Políxena, en honor de la joven llamada así, hija de Príamo y sacrificada en la tumba de Aquiles. Cambió su
nombre por el de Myrtale cuando se casó con Filipo, y más tarde lo volvió a cambiar por Olimpia, en memoria de la victoria que Filipo
obtuvo en este lugar y que sucedió el mismo día del nacimiento de su hijo Alejandro. Pasados los años volvió a cambiar el nombre
por el de Estratonice, en honor de la victoria obtenida en defensa de su nieto Alejandro IV frente a su rival Eurídice (que era aliada
de los sucesores de Casandro de Macedonia).

Olimpia de Epiro

Para otros usos de este término, véase Olimpia (desambiguación).

Medallón romano con la imagen de Olimpia

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Olimpia (375 a. C. – 315 a. C.) fue la esposa principal del rey Filipo II de Macedonia y madre de Alejandro Magno. Era hija de
Neoptólemo I de Epiro, rey de Molosia, en la región de Epiro al noroeste de la actual Grecia.

No se conservan muchos escritos sobre la vida de Olimpia. Los historiadores han tenido que entresacar de los pocos fragmentos
que han llegado a sus manos. Pero sí hay una leyenda difundida por sus enemigos, sobre todo por el mayor de todos, que fue
Casandro. Olimpia hizo lo que otros reyes de su momento, es decir, llevar una política de eliminación de posibles rivales.

"Promptuarii Iconum Insigniorum "

Su nombre de soltera era Políxena, en honor de la joven llamada así, hija de Príamo y sacrificada en la tumba de Aquiles. Cambió su
nombre por el de Myrtale cuando se casó con Filipo, como parte de la iniciación a un culto mistérico,1 y más tarde lo volvió a
cambiar por Olimpia, en memoria de la victoria que Filipo obtuvo en los Juegos Olímpicos, y que sucedió el mismo día del
nacimiento de su hijo Alejandro.2 Pasados los años volvió a cambiar el nombre por el de Estratonice, en honor de la victoria obtenida
en defensa de su nieto Alejandro IV frente a su rival Eurídice en 317 a. C. (que era aliada de los sucesores de Casandro de
Macedonia).1

Familia[editar]

Olimpia tuvo dos hijos con Filipo: Alejandro, en el 356 a. C. y Cleopatra de Macedonia, en el 353 a. C. Estos niños se educaron junto
con los otros niños de la corte: Karono y Arrideo (hijos de Filipo y otras mujeres), Amintas, sobrino de Filipo, Europe (hija de su
última esposa, la joven macedonia) y Cleopatra, sobrina de Átalo.

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Con toda probabilidad Alejandro todavía era muy pequeño cuando ella le dio a entender que Filipo no era su padre. Acontecimientos
posteriores demuestran que, cualquiera que fuese el misterio que Alejandro creyó que rodeaba su nacimiento, él lo consideraba
sobrenatural.

En aquellos tiempos la vida cotidiana gozaba de poca intimidad, incluso en el caso de los grandes. Por eso resultaba significativo
que, pese a las acusaciones que Olimpia provocó, nunca se mencionara a nadie como su amante.

Fue repudiada por Filipo II en el año 337 a. C. y de esta manera pasó de ser reina a ser sólo madre de Alejandro. Se exilió
voluntariamente en Epiro, su región natal. Sólo volvió a Macedonia cuando murió Filipo, al año siguiente, en el 336 a. C.

Intrigas

Según Plutarco, Olimpia mantuvo a su alrededor las serpientes domesticadas del culto tracio primitivo.3 Es posible que sufriera
alucinaciones autoinducidas. Plutarco describe que, la noche anterior a la consumación de su matrimonio, Olimpia soñó que un rayo
caía sobre su vientre, y encendía un gran fuego. Después del matrimonio, Filipo también soñó que ponía un sello en el vientre de su
esposa, que contenía el dibujo de un león. La interpretación de Aristandro fue que Olimpia estaba embarazada de un hijo, cuya
naturaleza era como la de un león.4

Es una de las principales sospechosas de la muerte de Filipo II, debido al repudio del que fue objeto y debido además a que el
nuevo casamiento de Filipo II, con Cleopatra Eurídice, y por ende, un nuevo hijo de éste podía hacer peligrar el futuro reinado de
Alejandro. A partir de ese momento su vida se ve envuelta en intrigas políticas y asesinatos. En primer lugar mandó asesinar a la
última esposa legítima de Filipo, hecho que fue muy reprochado por Alejandro, su hijo. A pesar de estas turbulencias parece ser que

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fue la época mejor de su vida, pues se sentía importante como regente de Macedonia, sin que nada la estorbase. Pero tenía un
enemigo sempiterno: Casandro, que consiguió destruirla.

Cuando Olimpia mandó asesinar a Eurídice II y a Filipo Arrideo (rey de Macedonia tras la muerte de Alejandro Magno), Casandro, el
eterno rival, sublevó a parte del pueblo contra ella y finalmente la hizo ejecutar.

Casandro no contaba con la oposición de los soldados macedonios. Ordenó a éstos la ejecución de Olimpia, pero se negaron
alegando que ellos no matarían nunca a la madre de su mítico jefe Alejandro. Después de este fracaso pretendió ganar terreno con
la difamación y la calumnia hacia Alejandro. Pero los macedonios no estaban de acuerdo con este comportamiento y comenzaron a
retirarle su apoyo. El recuerdo del gran Alejandro pesaba todavía mucho.

Fue entonces cuando Casandro urdió toda una trama: acudió a los parientes de Eurídice (esposa de Filipo Arrideo, que había sido
asesinada por orden de Olimpia), que estaban todos en contra de ésta. Y así con la ayuda de unos parientes despechados y
enemistados, Casandro consiguió la muerte de Olimpia en el año 315 a. C.5

Olimpia en el cine[editar]

En la película de 2004 Alejandro Magno, de Oliver Stone, Olimpia, la madre de Alejandro Magno, es interpretada por Angelina Jolie.

Véase también[editar]

Filipo II de Macedonia

Alejandro Magno

Epiro

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Hefestión

Bibliografía[editar]

Chirinos, Juan Carlos (2005). La reina de los cuatro nombres: Olimpia, Madre de Alejandro Magno. Madrid: Oberon. ISBN 978-84-
96511-09-5.

Enlaces externos[editar]

Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre Olimpia de Epiro.

Pseudo-Calístenes: Carta de Alejandro Magno a Aristóteles y a Olimpia sobre los prodigios de la India.

Texto francés, con anotaciones en el mismo idioma, en el sitio de Philippe Remacle (1944 - 2011); trad. de Jules Berger de Xivrey
(1801 - 1863). Imprimiere Royale (hoy, Imprimerie Nationale),[1] París, 1836.

Referencias[editar]

↑ Saltar a: a b «Review of Elizabeth Carney's Olympias, Mother of Alexander the Great by Michael D. Dixon». classicaljournal.org.
Consultado el 16 de junio de 2014.

Volver arriba ↑ Heckel, 2006, p. 181

Volver arriba ↑ "The nonsense about the snakes" is from Plutarch's Life of Alexander (2.6), according to Robin Lane Fox, Alexander
the Great 1973:26 and note p. 504; Fox suggests that the snake-handling was the stuprum referred to by Justin9.5.9.

Volver arriba ↑ Plutarco, Alejandro, 2.2–2.3

Volver arriba ↑ http://www.ancientworlds.net/aw/Article/462448

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Olimpia de Épiro: madre de Alejandro Magno

ANTIGUA

Olimpia de Épiro: madre de Alejandro Magno

05/01/2015

Con todo, no podemos dejar de apreciar su importancia en el contexto de la Macedonia antigua, no sólo como madre de Alejandro,
quien a su muerte sería venerado como un dios, sino como una mujer que traspasó los roles de género que tradicionalmente
asignamos a la Grecia antigua.

Olimpia de Épiro: origen y llegada a Macedonia

Nacida hacia el año 375 a.C. y de nombre Polixena, era hija de Neptolemo I de Épiro, rey se los molosos. Su lugar de nacimiento se
situaba al noroeste de Grecia y era una tierra fundamentalmente dedicada a la agricultura.

Huérfana de padre y madre, se crió al cuidado de su tío Arribas, sucesor de Neptolemo. Con 19 años marchó a Macedonia, donde
contrajo matrimonio con el rey Filipo II, cambiando su nombre por el de Myrtale y convirtiéndose en su esposa principal (que no
primera).

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Filipo II

Filipo II

Años después volvió a cambiar de nombre, adoptando el de Olimpia en honor a la victoria obtenida allí por los caballos de su esposo
el mismo día del nacimiento de Alejandro.

Filipo y Olimpia de Épiro tuvieron también una hija, de nombre Cleopatra, nacida en el año 353 a.C. Junto a los dos vástagos reales
se crió Alejandro de Épiro, hermano menor de la reina y que se convertiría en rey de Épiro.

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Olimpia de Épiro: acción política y otras intrigas

La vida de Olimpia de Épiro fue más allá de la reclusión doméstica tradicionalmente asignada a las mujeres griegas. En política, su
objetivo principal fue el de asegurarse de que su hijo Alejandro ocupase el trono de Macedonia una vez muerto Filipo. Se trataba de
un camino lleno de obstáculos.

Alejandro Magno

Alejandro Magno

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Si bien los griegos consideraban a los macedonios, a pesar de ser muy parecidos a ellos, como unos bárbaros -lo que haría que
tanto Filipo como Alejandro tuvieran siempre dificultades en su intento de unificar los pueblos griegos y expandirse hacia otros
territorios-, lo mismo ocurría entre Macedonia y Épiro.

Cierta parte de la corte macedónica siempre vio a Alejandro como a un bastardo real hijo de una extranjera, y por tanto no
merecedor del trono. Por otro lado, Olimpia de Épiro no era la única esposa de Filipo y Alejandro no era su único hijo varón, por lo
que cualquier cambio de opinión o favorito en el monarca podía hacer perder al futuro Magno su posición.

Además de sus juegos políticos, Olimpia de Épiro estuvo toda su vida rodeada de rumores e intrigas. Existía la sospecha de que
tenía amantes, de que participaba en orgías y de que tenía inclinación por las serpientes domesticadas, afición proveniente del culto
tracio primitivo.

En el año 337 a.C. Filipo II decidió repudiar a Olimpia de Épiro que dejó de ser reina para ocupar solamente el papel de madre del
heredero. El monarca macedonio contrajo entonces matrimonio con Cleopatra-Eurídice, sobrina de su amigo Atalo, oficial del
ejército.

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En ese momento Olimpia de Épiro decidió regresar a su lugar natal, Épiro, donde ya gobernaba su hermano. Al mismo tiempo, la
posición preeminente de su hijo se tambaleaba: si Cleopatra y Filipo tenían un hijo, el monarca podía decidir darle a éste el primer
puesto en la sucesión dinástica, con lo que el objetivo por el que Olimpia había luchado no se cumpliría.

Olimpia de Épiro: muerte de Filipo y regreso a Macedonia

A finales del año 336 a.C. Filipo II moría asesinado, hecho que hizo que Olimpia de Épiro regresara a Macedonia, al parecer sin
mostrar tristeza. Empezaron a extenderse los rumores de que la antigua reina había provocado la muerte del rey para favorecer a
Alejandro, más cuando poco después fallecieron Cleopatra y la criatura que ésta había tenido con Filipo.

Si bien no hay nada claro con respecto a la muerte de Filipo, el asesinato de su última esposa y de la descendencia de ambos sí
parece que fue obra de Olimpia de Épiro. Según nos cuenta Justino, Alejandro habría reprochado esta acción a su madre, aunque
más tarde él mismo mandó ejecutar a todas aquellas personas relacionadas con Filipo y Cleopatra que habían sido colocadas en
puestos de importancia en el reino.

Busto de Olimpia de Épiro

Busto de Olimpia de Épiro

En el año 334 a.C. Olimpia de Épiro se despidió de su hijo, que marchaba a la conquista de Asia, quedando como principal
gobernante del reino. En su contra tenía a Casandro, miembro de la corte que había sido favorable a Filipo, que recelaba de
Alejandro y que intentó deshacerse de ella por distintos medios.

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La muerte de Alejandro la dejó sola. Intentó entonces garantizar la subida al trono de su nieto Alejandro, hijo del Magno y de
Roxana. Pero Casandro aprovechó la coyuntura de indefensión de Olimpia de Épiro para cargar contra ella, consiguiendo que fuese
ejecutada en el año 315 a.C.

El legado de Olimpia de Épiro

A pesar de la poca documentación con la que contamos para hablar sobre Olimpia de Épiro y los pocos trabajos historiográficos que
su vida ha generado, lo cierto es que se trata de un personaje que provoca curiosidad y controversia. De ella se nos ha transmitido la
imagen de una mujer vengativa, sibilina y ambiciosa, imagen no sólo presente en las crónicas de sus enemigos sino también en
recreaciones actuales como la película Alexander de Oliver Stone, donde la personifica Angelina Jolie.

Pero, si indagamos un poco más, podemos apreciar que la actitud de Olimpia de Épiro no difiere de la de muchos otros personajes
de la Antigüedad, capaces de todo por satisfacer sus ambiciones. Es más, debemos considerarla como una mujer que trascendió el
papel tradicional asignado a las mujeres de su época al intervenir en los asuntos políticos y no conformarse con el rol de reina
consorte.

Olimpia de Épiro fue reina de Macedonia y madre de Alejandro Magno, pero poco mas sabemos de este importante personaje
histórico. La biografía consagrada a Filipo II y sus siete esposas, escrita por Sátiro de Calaris y que sería una importante fuente para

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conocer más sobre esta mujer, desapareció hace siglos. Además, la mayoría de las noticias que tenemos sobre Olimpia de Épiro
son contrarias a su figura; destaca Casandro, enemigo de la reina y quien la caracteriza como una mujer violenta y neurótica,
aficionada a la brujería y llena de supersticiones. Hija de Neoptolemo, Rey de Epiro, mujer de Filipo, Rey de Macedonia, y madre de
Alejandro Magno. Repudiada hacia el 336 a.C., se cree que no fue extraña al asesinato de Filipo. El encarnizamiento con que
persiguió a Cleopatra, su rival, obligó a ésta a ahorcarse. En la ausencia de Alejandro, su carácter ambicioso y turbulento suscitó
grandes dificultades a Antípatro. Después de la muerte de su hijo, tomó parte en las guerras civiles de los macedonios, y dio el
ejemplo de derramar la sangre de la familia de Alejandro, haciendo dar muerte a Asideo y Eurídice. Sitiada en Pidna y obligada a
rendirse, fue degollada en 317 a.C., por los parientes de los que había hecho matar.

Autor

Enciclonet

LEONOR DE AQUITANIA
(Leonor de Aquitania (1122-1204), reina de Francia e Inglaterra)

Leonor de Aquitania (Aliénor d’Aquitaine o Éléonore de Guyenne en francés o Eleanor of Aquitaine en inglés) (Poitiers, 1122 -
Fontevraud-l'Abbaye, 1 de abril de 1204). Fue duquesa de Aquitania y Guyena y condesa de Gascuña por derecho propio, así como
reina consorte de Francia e Inglaterra.

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Leonor de Aquitania (en francés: Aliénor d’Aquitaine o Éléonore de Guyenne, en inglés: Eleanor of Aquitaine; Poitiers, 11221-
Fontevraud-l'Abbaye,23 1 de abril de 12044) fue una noble medieval francesa miembro de la casa de Poitiers, desde 1137 por
derecho propio duquesa de Aquitania y Guyena y condesa de Gascuña, y que por matrimonio llegaría a ser reina consorte de
Francia (1137-1152) y luego reina consorte de Inglaterra (1154-1189).
Primeros años[editar]
Leonor nació en la ciudad de Poitiers en 1122.5 Fue la mayor de los tres vástagos habidos del matrimonio entre Guillermo X, duque
de Aquitania, y de Leonor de Châtellerault.
En 1130 murió su único hermano, Guillermo, lo que la convirtió en la heredera de su padre.6 El 9 de abril de 1137, Guillermo X
falleció en una peregrinación a Santiago de Compostela y Leonor tomó posesión del inmenso ducado de Aquitania, que se extendía
desde el Loira hasta los Pirineos y era mayor que los dominios directos del rey de Francia.
Reina de Francia[editar]
En Burdeos, el 4 de julio de 1137, contrajo matrimonio a los 16 años de edad con Luis VII de Francia, futuro rey de Francia, un año
mayor que ella. Ese mismo año, ambos ascendieron al trono francés tras la muerte del rey Luis VI. Ocho años más tarde, en 1145,
nació su primera hija, María, futura condesa de Champaña.
Las tensiones entre la pareja empezaron muy pronto, cuando la reina apoyó el matrimonio ilegítimo de su hermana Petronila con el
conde Raúl I de Vermandois, mientras que el rey enviaba a su hermano Roberto a invadir Vermandois en castigo por la bigamia del
conde. Además, su comportamiento emancipado y liberal fue duramente criticado por la curia eclesiástica —especialmente
por Bernardo de Claraval y el abad Suger— y, al parecer, por su propia suegra, Adelaida de Saboya. Sin embargo, nada de esto le
importó al soberano francés, que estaba locamente enamorado de su esposa.
Segunda Cruzada[editar]
En 1147, los jóvenes esposos marcharon a la Segunda Cruzada, movidos por la predicación de Bernardo de Claraval. El rey no
permitió de buen grado que Leonor lo acompañara, pero ella, en su calidad de duquesa de Aquitania —y, por tanto, la mayor
feudataria de Francia—, insistió en partir como los demás señores feudales.

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Durante su estancia en Antioquía, la relación de la reina con su tío Raimundo de Poitiers, príncipe de la ciudad, dio lugar a toda
clase de murmuraciones, que provocaron el distanciamiento en la pareja real. Luis obligó a su mujer a volver con él a la fuerza,
aunque lo hicieron separadamente. En su camino a Francia, se detuvieron en Roma, donde el papa trató de reconciliar al matrimonio
—el resultado de la gestión papal fue su segunda hija, Alix, futura condesa de Blois, nacida en 1151—; sin embargo, la relación
estaba irremediablemente dañada. El 21 de marzo de 1152 los reyes consiguieron la anulación de su boda, basándose en el
parentesco entre ambos. El precio que puso Leonor a esta separación fue la conservación de sus dominios.
Reina de Inglaterra[editar]
El 18 de mayo de 1152 Leonor contrajo matrimonio, en la Catedral de San Andrés de Burdeos, con quien pronto sería Enrique II de
Inglaterra. Unía así sus vastos dominios en Francia a los que ya poseía el heredero al trono inglés (dueño
de Anjou, Maine y Normandía, además del Reino de Inglaterra y Gales). De este modo, se formó el llamado Imperio angevino, en el
cual los reyes de Inglaterra, aun siendo vasallos del rey de Francia, controlaban un territorio ocho veces superior al dominado por
Luis VII. De este matrimonio nacieron ocho hijos, cinco varones y tres mujeres. En su corte, establecida principalmente en Poitiers,
tuvo gran auge la lírica caballeresca y trovadoresca, y Leonor fue mecenas de numerosos trovadores.
La existencia de una amante de Enrique II provocó el enfrentamiento entre Leonor y Enrique, y a partir de 1173 Leonor promovió la
rebelión de tres hijos del rey contra su padre.7 Tras reprimir la rebelión, el rey encarceló a Leonor, primero en Chinon y luego
en Salisbury, donde permaneció bajo arresto hasta la muerte de su esposo, en 1189.
Matrimonios y descendencia[editar]
De su primer matrimonio con Luis VII de Francia, tuvo dos hijas:
 María, princesa de Francia y condesa consorte de Champaña, por su matrimonio con Enrique I "el Liberal", conde de
Champaña.
 Alix, princesa de Francia y condesa consorte de Blois y Chartres, por su matrimonio con Teobaldo V "el Bueno", conde de
Blois y Chartres.
Tras la anulación de su primer matrimonio, por haber sido repudiada, se casó con Enrique II de Inglaterra y tuvieron ocho hijos:
 Guillermo, príncipe de Inglaterra y IX conde de Poitiers.

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 Enrique, príncipe de Gales.
 Matilde, princesa de Inglaterra y duquesa consorte de Sajonia y Baviera, por su matrimonio con Enrique II "el León", duque
de Sajonia y XII duque de Baviera.
 Ricardo I "Corazón de León", rey de Inglaterra, duque de Normandía y Aquitania y conde de Anjou, Maine y Poitiers, casado
con Berenguela, infanta de Navarra.
 Godofredo II, príncipe de Inglaterra y duque iure uxoris de Bretaña por su matrimonio con Constanza, duquesa de Bretaña.
 Leonor, princesa de Inglaterra, condesa de Gascuña y reina consorte de Castilla por su matrimonio con Alfonso VIII de
Castilla.
 Juana, princesa de Inglaterra y reina consorte de Sicilia y Nápoles por su matrimonio con Guillermo II "el Bueno", rey de
Sicilia y Nápoles y después marquesa consorte de Provenza y condesa consorte de Tolosa por su matrimonio con Raimundo,
I marqués de Provenza y VI conde de Tolosa.
 Juan I "Sin Tierra", rey de Inglaterra, duque de Normandía y Aquitania, conde de Anjou, Maine y Poitiers y señor de Irlanda,
casado primeramente con lady Isabel Gloucester, pero tras su anulación se casó de nuevo con Isabel de Angulema.
Viudez[editar]

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Leonor con su hijo Juan.
Recuperada la libertad, Leonor se convirtió en regente de los dominios angevinos durante las ausencias de su hijo Ricardo. Tras la
vuelta de este rey de la Tercera Cruzada, Leonor se retiró a la abadía de Fontevrault. La muerte de Ricardo, el 6 de abril de 1199,
hizo que Leonor abandonara de nuevo su retiro hasta conseguir la coronación de otro hijo, Juan, relegando a su nieto, el
duque Arturo I de Bretaña, al que prácticamente no conocía.
En 1200, contando con casi 80 años, dio muestras de una fortaleza impresionante cuando decidió viajar hasta Castilla, cruzando los
Pirineos, para escoger entre sus nietas, las infantas de Castilla —hijas de su hija Leonor y de Alfonso VIII de Castilla—, a aquella
que se convertiría en esposa del hijo de Felipe II Augusto, el futuro Luis VIII. La elegida fue Blanca, una de las reinas de Francia más
célebres, regente del reino en tres ocasiones y modelo de virtud y habilidad política.
Muerte[editar]
Murió el 1 de abril de 1204 en la abadía de Fontevrault, a los 82 años de edad, y fue sepultada allí mismo, junto a su esposo Enrique
y su hijo Ricardo.
Leonor de Aquitania en la ficción[editar]

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 1968: Personaje principal de la película El león en invierno (The Lion in Winter) del director Anthony Harvey, con guion
de James Goldman, basado en su propia obra de teatro. Katharine Hepburn interpretó el papel de Leonor y Peter O'Toole el
de Enrique II.8
Año 1183. El rey de Inglaterra Enrique II Plantagenet reúne a toda su familia para pasar las Navidades y decidir quién le sucederá en
el trono. Manda llamar a su esposa, la maquiavélica Leonor de Aquitania, a quien mantiene encerrada en una torre después de
haberla repudiado, y también a sus tres hijos: el taimado Geoffrey, el insignificante John (Juan sin Tierra) y el colérico Richard
(Ricardo I Corazón de León). Conviene tener en cuenta que, algunos años antes (1173-1174), los tres, incitados por su ambiciosa
madre, se habían sublevado contra su padre.
Reseña cinematográfica en el sitio web Filmaffinity9

Predecesor: Reina consorte de Francia Sucesor:


Adela de Saboya 1137-1152 Constanza de Castilla

Predecesor: Reina Consorte de Inglaterra Sucesor:


Matilde Boulogne 1154-1189 Berenguela de Navarra

Predecesor: Duquesa de Aquitania Sucesor:


Guillermo X 1137-1189 Ricardo I de Inglaterra
Referencias

1. Volver arriba↑ Jane Martindale, « Eleanor, suo jure duchess of Aquitaine (c.1122–1204) », Oxford Dictionary of
National Biography, Oxford University Press, edición en línea, mayo de 2006.
2. Volver arriba↑ Edmond René Labande, Histoire de l'Europe occidentale XIe-XIVe, Variorum Reprints, 1973,p.233

32
3. Volver arriba↑ Según Jean Flori y Martin Aurell, la localización de su muerte en la abadía de Fontevraud, que se
extrae de la Chronique de Saint-Martial, se debe a un error de lectura de Amy Kelly. Véase la reedición del artículo de
Labande, op. cit.,p.26
4. Volver arriba↑ Marie-Aline de Mascureau, « Chronologie », originalmente publicado en Aliénor d'Aquitaine. Revista
303, número especial 81, pp. 218-223, Nantes 2004, in Edmond-René Labande, Pour une image véridique d’Aliénor
d’Aquitaine, reeditado con prefacio de Martin Aurell por Société des antiquaires de l'Ouest-Geste
éditions en 2005. ISBN 2-84561-224-9
5. Volver arriba↑ La fecha y el lugar exactos de su nacimiento no se conocen; varios cronistas señalan que los señores
de Aquitania juraron fidelidad en su decimocuarto aniversario, en 1136. Algunas crónicas dan 1120 como fecha de
nacimiento, pero es casi seguro que sus padres no se casaron hasta 1121. Por fin, otras crónicas le dan trece años
después de su matrimonio, en 1137
6. Volver arriba↑ Jean Flori. Aliénor d’Aquitaine. La reine insoumise, París, Payot, 2004. ISBN 2-228-89829-5, p. 41
7. Volver arriba↑ Aurell, in Labande, op. cit, p 24; del propio Labande, p 85
8. Volver arriba↑ El león en invierno en Internet Movie Database (en inglés)
9. Volver arriba↑ Filmaffinity: El león en invierno, obra de Anthony Harvey (1968).
Bibliografía[editar]
 Duby, G. (1996[1992]): Leonor de Aquitania, María Magdalena. Alianza Editorial, S.A., Alianza cien, 99. 64 págs.
Madrid ISBN 84-206-4699-7
 Flori, J. (2005[2004]): Leonor de Aquitania. La reina rebelde. Edhasa. Biografía. 576 págs. Barcelona ISBN 978-84-350-2675-
8
 González-Arnao, M. (2004): Leonor de Aquitania. Hierro y seda. La aventura de la historia, abril: 76-79
 Kaufman, P. (2002): Leonor de Aquitania. Ediciones B, S.A. Histórica. 528 págs. Barcelona ISBN 84-666-0671-8
 Minella, A.-G. (2007[2004]): Leonor de Aquitania. Una figura de leyenda en la época de las Cruzadas y los trovadores. La
Esfera de los Libros, S.L. 360 págs. Madrid ISBN 978-84-9734-650-4

33
 Muy Historia Biografías (2007): Leonor de Aquitania. Reina de Francia e Inglaterra y madre de reyes. Muy Historia
Biografías, extra 1: 14-19
 Òssul, M. S. (2002): Leonor de Aquitania. Historia y Vida, 416: 12-13
 Pernoud, R. (1969[1966]): Leonor de Aquitania. Espasa-Calpe, S.A. Austral, 1454. 250 págs. Madrid ISBN 84-239-1454-2
 Piquer Otero, A. (1999): Leonor de Aquitania. Alderabán Ediciones, S.L., Vidas privadas, 14. 188 págs. Madrid ISBN 84-
88676-68-9
 Segura, C. (2004): Una reina independiente, Leonor de Aquitania. Historia National Geographic, mayo: 76-80
 Villar, A. (2006): Leonor de Aquitania, una reina rebelde. Historia y Vida, 463: 68-75
Enlaces externos
 San Guillermo de Aquitania y el convento de Castielfabib (Valencia), I y II
 Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre Leonor de Aquitania.

En la Francia del siglo XII una mujer, Leonor de Aquitania, heredó el mayor feudo del reino. En un mundo gobernado por hombres,
su fuerte personalidad y su educación le permitieron no sólo gobernar el ducado que heredó sino también ser reina de Francia y de
Inglaterra.

Índice del artículo: [ocultar]

Francia en el siglo XII


El ducado de Aquitania
Leonor y la corte de Poitiers
Duquesa de Aquitania y condesa de Poitou
Leonor, reina de Francia

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La Segunda Cruzada
Leonor, reina de Inglaterra
Madre de tres reyes
Rebelión y presidio
Viudez y muerte
Francia en el siglo XII
Tras la muerte de Ludovico Pío, hijo y heredero de Carlomagno, los hijos de éste, Lotario I, Luis el Germánico y Carlos el Calvo, se
repartieron el imperio en el Tratado de Verdún, a mediados del siglo IX. La parte más occidental del territorio franco (Francia
Occidental, regnum Francorum occidentalium) quedó bajo el gobierno de éste último, suponiendo el embrión de la Francia medieval.

El fuerte poder central que había caracterizado el gobierno de Carlomagno se había terminado. Y no me refiero sólo a la división del
imperio: la cosa fue aún más lejos.

Ya vimos, en el artículo sobre la Era Vikinga, cómo los hombres del norte sembraron el terror por toda la Francia Occidental,
remontando incluso los ríos, asediando París, y forzando el pago de un tributo por parte de Carlos el Calvo.

La Era Vikinga La Era Vikinga


Esa manifiesta ineficacia del poder real provocó que la defensa territorial cayese cada vez más en los nobles locales. El asunto ya
sabes cómo terminó: la tendencia fue a más, y los poderes locales terminaron usurpando funciones reales, como la acuñación de
moneda o la administración de justicia. Había nacido la monarquía feudal.

El ducado de Aquitania

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El origen del ducado de Aquitania es bastante confuso, aunque se puede situar en el siglo VII siguiendo el territorio de la provincia
romana de Galia Aquitania, conquistado por Craso cuando aún era lugarteniente de Julio César y le quedaban unos añitos (aunque
no muchos) antes de que le dieran las del pulpo en Carrhae.

El caso es que, tras la centralización de poder por parte de Carlomagno, la corona de Aquitania (que durante los primeros siglos fue
ora ducado, ora reino) recayó en Carlos el Calvo, junto al resto de Francia Occidental.

Pero eso no gustaba demasiado a los nobles aquitanos que, aprovechando la pérdida del poder real que comentaba más arriba,
ofrecieron la corona de Aquitania a Luis el Germánico, rey de Francia Oriental y hermano de el Calvo. Tal era el descontento de los
aquitanos con Carlos II que amenazaron con entregar la corona a los vikingos (asentados en Normandía) o a los sarracenos de al-
Ándalus.

Ducado de Aquitania

Para evitar el mal mayor (que buena parte de su reino acabara en manos de los moros, los vikigos o, peor aún, de su hermano),
Carlos terminó entregando finalmente la corona de Aquitania a Ranulfo I de Poitiers; y su gobierno quedó así bajo los condes de
Poitou durante todo el siglo siguiente.

En fin, ya sabes como eran las cosas en la Europa de la época, así que narrar todas las intrigas, sucesiones y cambios de corona
sería tedioso tanto para mí como para ti. Así que, con tu permiso, despacho el asunto diciendo que el ducado de Aquitania y el
condado de Poitou quedaron unidos entre ellos y al ducado de Vasconia, con lo que la corte de Poitiers fue adquiriendo cada vez
mayor importancia.

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Y así, más o menos, estaba la situación a comienzos del siglo XII, con un Reino de Francia fuertemente feudalizado con la mitad o
más de su territorio fuera del poder efectivo del rey, y la corona de Aquitania siendo la más fuerte de los feudos, con un poder
prácticamente equiparable al real.

Leonor y la corte de Poitiers


En 1122 nació Leonor en la corte de Poitiers, primogénita del futuro duque de Aquitania, Guillermo X. Digo futuro porque, al
momento de nacer Leonor, el duque de Aquitania y conde de Poitiers era su abuelo Guillermo IX, el Trovador.

Que el sobrenombre de el Trovador no te engañe. Guillermo IX era un gobernante fuerte, que sostuvo varias guerras con el vecino
condado de Tolosa, que llegó a conquistar, gobernando unos territorios más extensos que los del propio rey de Francia, Luis VI el
Gordo.

Fue excomulgado dos veces (Guillermo IX, quiero decir), una de ellas por repudiar a su esposa por la de uno de sus vasallos, el
vizconde de Châtellerault. Todo un personaje.

Duquesa de Aquitania y condesa de Poitou


Ésa fue la corte en la que Leonor nació y se crió. Su padre, el futuro Guillermo X, no le dio la educación típica de una dama de la
nobleza. Sí, aprendió costura y bordado, pero también aritmética, historia, latín… Cabalgaba y cazaba, algo reservado a los varones.
Leonor era una muchacha inteligente y despierta, y recibió la educación necesaria para ser una reina capaz.

A pesar de ser primogénita, el hecho de tener un hermano varón hacía que no fuera la heredera de Guillermo X, sino que su destino
era ser consorte. Sin embargo la muerte de su hermano en una peregrinación a Santiago de Compostela la convirtió en la heredera
del ducado de Aquitania.

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1137. En ese año Leonor cumplió quince años. También fue el año de la muerte de su padre, y tomó posesión de la corona del
inmenso ducado de Aquitania. Se convertía en la persona más poderosa de Francia Occidental tras el propio rey Luis VI el Gordo.
No fue el único cambio en la vida de Leonor de Aquitania aquel año.

Leonor, reina de Francia


Puedes hacerte una idea de lo que significaba todo ese poder en manos de una jovencita de quince años, por muy despierta que
fuera y aún habiendo recibido una buena educación. En una época en que la política se hacía a base de intrigas, matrimonios,
traiciones y asesinatos, el poder del ducado de Aquitania en manos de la joven Leonor era una perita en dulce.

Luis VI sería gordo, pero desde luego no era tonto, y nada más morir Guillermo X arregló el matrimonio entre Leonor y su hijo y
heredero, el futuro Luis VII. Luis VI había pasado todo su reinado combatiendo el poder de los nobles feudales, y la unión de las
coronas de Francia Occidental y Aquitania reforzaría el poder de los Capetos. Un negocio redondo.

Y ese mismo año Luis VI murió. De joven heredera a duquesa de Aquitania, esposa del futuro rey y reina consorte de Francia, todo
en un mismo año.

Leonor resultó no ser la consorte sumisa que Luis VI había previsto para su hijo. Al contrario, su fuerte personalidad y su sólida
formación, unidas al carácter piadoso e ingenuo del nuevo rey, hicieron que su papel en la corte fuera muy destacado.

La Segunda Cruzada
El día de Nochebuena de 1144 caía bajo poder musulmán el condado de Edesa, uno de los estados cruzados creados en durante la
Primera Cruzada. Fue uno de los primeros en ser creados en Tierra Santa, como también fue el primero en caer.

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Y su caída provocó una reacción inmediata en Europa: el papa Eugenio III convocó la Segunda Cruzada para reconquistarlo, y
numerosos reyes y nobles europeos respondieron de forma inmediata. Entre ellos Luis VII de Francia. Y no fue el único.

Leonor, acompañada de trescientas de sus damas y al frente de la tropas del ducado de Aquitania, se unió al ejército cruzado.
Imagina lo que eso significaba en la mentalidad de la época. A Luis VII no le gustó la idea, pero ella, como duquesa de Aquitania y
por tanto la mayor feudataria del reino, hizo valer su derecho de ocupar su lugar junto al resto de señores feudales.

La cruzada no sólo no tuvo buen resultado, sino que hizo que las tensiones entre la pareja se agravaran, hasta el punto de que a su
regreso (por separado) solicitaron al papa la anulación de su matrimonio, basándose en el parentesco entre ambos. Y la
consiguieron.

Leonor, reina de Inglaterra


La situación era entonces similar a la de quince años antes: Leonor estaba al frente del mayor y más poderoso territorio feudal de
Francia, lo que la convertía en la heredera más deseada en una Europa gobernada por hombres. Sin embargo ahora ya no era una
niña de quince años, sino una experimentada mujer que sabía muy bien cómo funcionaban la política y el poder feudal de la época.

Madre de tres reyes


Ese mismo año Leonor se casó con el heredero al trono de Inglaterra, quien dos años después se convertiría en Enrique II. Ahora
calcula: Inglaterra, Gales, Normandía, Anjou, Maine y Aquitania. Se creaba así el gran Imperio angevino, vasallos del rey de Francia
pero controlando un territorio ocho veces superior al suyo.

Imperio angevino

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Cinco hijos varones y tres mujeres tuvo el matrimonio, con una corte establecida principalmente (aunque no de forma permanente)
en Poitiers. Tres de sus hijos serían reyes: Ricardo I Corazón de León, Juan I sin Tierra, ambos reyes de Inglaterra, y Leonor
Plantagenet, reina consorte de Castilla por su matrimonio con Alfonso VIII.

Enrique II tenía una personalidad fuerte, como la de la propia Leonor, y ambos estaban acostumbrados a mandar, así que los
choques entre ambos acabaron surgiendo. Leonor no estaba dispuesta a asumir el rol de esposa sumisa que se esperaba de ella.

Rebelión y presidio
El golpe definitivo a la relación vino de las continuas amantes de Enrique II. O, mejor dicho, de una de ellas, Rosamund Clifford, la
bella Rosamunda.

La bella Rosamunda
La bella Rosamunda, de John William Waterhouse

Enrique II y Rosamund Clifford se conocieron durante una campaña del rey en Gales, en 1165 (ella tenía quince años entonces), y
fueron amantes hasta su muerte (la de ella), en 1176. Once años.

Claro que hubo otras, pero la diferencia es que la relación del rey con la bella Rosamunda llegó al conocimiento público, y el orgullo
de Leonor no pudo soportar semejante afrenta.

Así que, despechada, regresó a Aquitania llevándose a varios de sus hijos, entre ellos a Ricardo, futuro rey de Inglaterra. Y él, junto
a sus hermanos Enrique y Godofredo, se rebelaron contra su padre.

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Aunque la razón oficial fue el reparto de títulos que Enrique II estaba realizando entre sus hijos, pero manteniendo el poder asociado
a esos títulos, la realidad es que Leonor instigó la rebelión, por cierto apoyada con regocijo por Luis VII de Francia, deseoso de ver
reducido el poder de su vasallo.

Leonor de Aquitania y Enrique II


Monumento funerario de Leonor de Aquitania y Enrique II

El asunto le costó la libertad a Leonor de Aquitania, apresada por Enrique II tras aplastar la rebelión. Dieciséis años permaneció
presa, primero en el castillo de Chinon y después en el de Salisbury, hasta la muerte del rey.

Viudez y muerte
Tras la muerte de Enrique II, el trono pasó a manos de su hijo Ricardo I, y durante sus ausencias (la ocupación de Sicilia, la Tercera
Cruzada) Leonor fue la regente del Imperio angevino.

Tras el regreso de Ricardo de su cautiverio en el castillo de Dürnstein se retiró a la abadía de Fontevrault, de donde sólo salió dos
veces: la primera para asistir a la coronación de su hijo Juan tras la muerte de Ricardo, y la segunda para viajar a Castilla, cuando ya
era una anciana de setenta y ocho años, para elegir de entre sus nietas a la que habría de ser esposa de Felipe II de Francia.

Y allí, en aquella misma abadía, murió en 1204 a la edad de ochenta y dos años. ¡82 años en los siglos XII-XIII! Todo un logro,
desde luego.

Allí mismo fue enterrada la mujer más poderosa de su época y posiblemente de la Europa medieval, junto a su amado hijo Ricardo y
a su no tan amado esposo Enrique.

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ALEXANDRA ROMANOV

Alejandra Fiódorovna Románova (nacida Victoria Alejandra Helena Luisa Beatriz de Hesse-Darmstadt), (*Darmstadt, 6 de junio de
1872 –† Ekaterimburgo, 17 de julio de 1918). Última emperatriz de Rusia antes de la Revolución de Octubre.

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A raíz del noviazgo de su hermana Isabel Fiódorovna con el gran duque Sergio Aleksándrovich de Rusia, fue como conoció al futuro
Nicolás II, con quien estableció una sólida e intensa relación sentimental que culminó cuando contrajo nupcias el 26 de noviembre de
1894, muy poco después de la muerte del zar Alejandro III. La plebe rusa opinó que la nueva emperatriz había llegado detrás de un
ataúd como un negro presagio.

Nicolás II se refería a Alix como Sunny, y ambos se profesaban un auténtico y abnegado amor. Prueba de esto es la abundante
correspondencia que sobreviviría a la historia de los Romanov.

Su residencia de monarcas se fijó en el palacio construido por Catalina II, la Grande, Tsárskoye Seló, a 20 km de San Petersburgo,
entre otras.

La pareja tuvo cinco hijos: Olga (1895–1918), Tatiana (1897–1918), María (1899–1918) y Anastasia (1901-1918), y el zarévich Alexis
(1904-1918).

Al marchar su esposo al frente durante la Primera Guerra Mundial, asumió sola el gobierno efectivo de Rusia. No pudo hacer frente a
las gestantes crisis sociales y culturales, los nombramientos ministeriales que realizó resultaron infructuosos, y su condición de
alemana la hizo impopular. Se opuso tenazmente a la idea de dotar al país de un régimen constitucional. Su postura frontal iba en
contra de las corrientes bolcheviques.

Al producirse la Revolución rusa en febrero de 1917, la Duma indujó a Nicolás II a su abdicación a despecho de Alix y fue confinada
con su esposo y sus hijos en el palacio Alejandro, en Tsárskoye Seló, de donde salieron todos en agosto de ese año, con destino a
Tobolsk, Siberia.

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En la primavera del año siguiente fueron trasladados a la ciudad de Ekaterinburgo, donde fueron ejecutados en el sótano de la casa
Ipátiev, en la madrugada del 17 de julio de 1918.

Después de la caída del régimen soviético, en la década del 90, sus restos fueron exhumados y sepultados con los de su esposo y
tres de sus hijas en la catedral de San Pedro y San Pablo en San Petersburgo. Fue canonizada como mártir por la Iglesia Ortodoxa.

Alejandra Fiódorovna Románova (en ruso: Императрица Алексáндра Фё́доровна, Imperatritsa Aleksandra Fiódorovna)
(Darmstadt, 6 de junio de 1872-Ekaterimburgo, 17 de julio de 1918) fue la última emperatriz de Rusia como consorte del zar
Nicolás II. Nacida con el nombre de Alix de Hesse y el Rin, era nieta de la reina Victoria del Reino Unido. Al ser recibida en
la Iglesia ortodoxa rusa, se le dio el nombre de Alejandra Fiódorovna y en 2000 fue canonizada como Santa Alejandra
Portadora de la Pasión junto con el resto de su familia tras su ejecución por los bolcheviques el 17 de julio de 1918.
Alejandra era tía abuela materna del príncipe Felipe, duque de Edimbugo y prima hermana por dos veces de la reina Isabel II
del Reino Unido.

Alejandra es recordada por ser la última zarina de Rusia como consecuencia de la Revolución de Octubre, además de ser
una de los portadores reales más famosos de la hemofilia, y por su apoyo al control autocrático sobre el país. Su amistad
con el místico ruso Grigori Rasputin también fue un factor importante en su vida.

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Infancia y juventud[editar]

La princesa Alix de Hesse en 1881.

Alejandra nació el 6 de junio de 1872 en el Neues Palais de Darmstadt como Su Alteza Gran Ducal la princesa Victoria Alicia
Elena Luisa Beatriz de Hesse y del Rin,12 un Gran Ducado que formaba parte del Imperio alemán. El Gran Ducado de Hesse
era un territorio relativamente pequeño, con dificultades económicas permanentes y sin ninguna influencia política en el
escenario europeo. Según un artículo publicado el 3 de julio 1862 en el Evening Star por el enlace de la princesa Alicia del
Reino Unido con el príncipe Luis, el futuro gran duque Luis IV de Hesse-Darmstadt, Hesse-Darmstadt era "un país sencillo
de carácter agrícola y ganadero". Con una corte poco ostentosa, era un lugar hermoso, pero, aparte de algunas bodas
reales importantes (la princesa Guillermina, hija del gran duque Luis IX, fue la primera esposa del futuro zar Pablo I de
Rusia, o la princesa María, esposa del zar Alejandro II de Rusia), no tenía ninguna importancia histórica. Era el sexto hijo y
cuarta hija de los siete hijos de Luis IV de Hesse-Darmstadt y Alicia del Reino Unido, la segunda hija de la reina Victoria.

Alix fue bautizada el 1 de julio 1872, fecha del 10º aniversario de bodas de sus padres, de acuerdo a los ritos de la Iglesia
Luterana y le fueron dados los nombres de su madre y cada una de sus cuatro tías maternas, algunos de los cuales fueron
transliterados al alemán. Sus padrinos fueron el príncipe y la princesa de Gales, el zarévich y la zarevna de Rusia,
la princesa Beatriz del Reino Unido, la duquesa de Cambridge, y la landgravina de Hesse-Kassel. Su madre le dio el apodo
de Sunny, una práctica más tarde recogida por su marido, mientras que sus parientes británicos le dieron el apodo
de Alicky para distinguirla de su tía, la princesa de Gales, que era conocida dentro de la familia como Alix.3 Su hermano
mayor, el príncipe Federico, murió en mayo de 1873 después de una caída cuando Alix no tenía ni un año de edad.

En noviembre de 1878, casi toda la familia enfermó de difteria, primero fue su hermana Victoria y días después todos los
niños, así como el gran duque, se habían contagiado. Su hermana Isabel fue enviada a vivir fuera de palacio con su abuela

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paterna, libándose así del contagio. La princesa Alicia se encargó personalmente del cuidado de su familia. El 15 de
noviembre falleció la menor de las niñas, María; cuando Alicia tuvo que informar a Ernesto Luis de la muerte de su
hermana, en un impulso lo besó y lo abrazó con el deseo de animarlo. Días después, cuando la familia parecía haberse
recuperado, la princesa Alicia enfermó gravemente y finalmente murió el 14 de diciembre, en el aniversario de la muerte de
su padre, cuando Alix tenía sólo seis años de edad.

Para la pequeña Sunny fue un shock terrible, que cambiaría para siempre su relación con los demás. La niña alegre y
equilibrada se transformó en una joven triste, tímida, desconcertada y constantemente a la defensiva.

Alix y sus hermanos crecieron cerca de sus primos británicos e iban a pasar las vacaciones con la reina Victoria. Junto con
su hermana, la princesa Irene, fue en 1885 dama de honor en la boda de su madrina y tía materna, la princesa Beatriz del
Reino Unido.4 También estuvo presente en las celebraciones del Jubileo de Oro de su abuela en 1887.

Romance con el zarévich Nicolás Aleksándrovich[editar]

Alix se casó relativamente tarde según el punto de vista en esa época, principalmente por negarse a casarse con su primo,
el príncipe Alberto Víctor, duque de Clarence y Avondale, hijo mayor del príncipe de Gales, alrededor de 1890, a pesar de la
fuerte presión familiar. Se dice que la reina Victoria habría querido que sus dos nietos se casasen; solo porque era muy
proclive a Alix, permitió a su nieta tomar su propio camino. La reina incluso llegó a decir que estaba orgullosa de Alix por
enfrentarse a ella, algo que muchas personas, incluyendo a su propio hijo, no se atrevían a hacer.5 En ese momento Alix ya
había conocido y se había enamorado del zarévich Nicolás Aleksándrovich de Rusia, cuya madre, la emperatriz María
Fiódorovna, era una hermana de la entonces princesa de Gales, y cuyo tío el gran duque Sergio Aleksándrovich, estaba
casado con su hermana Isabel.

El Zarévich Nicolás y la princesa Alix en 1894

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Alix y Nicolás están emparentados entre sí a través de varias líneas diferentes de la realeza europea y nobleza: el más
notable era su bisabuela compartida la princesa Guillermina de Baden, madre del abuelo paterno de Alix, el príncipe Carlos
de Hesse y el Rin, y la abuela paterna de Nicolás, la emperatriz María Aleksándrovna, por lo que son primos segundos a
través de esta línea; y el rey Federico Guillermo II de Prusia, que era el tatara-tatara-abuelo de Alix y el tatara-tatara-tatara-
abuelo de Nicolás, por lo que en esta línea son primos terceros.

Nicolás y Alix se habían reunido por primera vez en 1884 en la boda del tío Sergio con la hermana de Alix, Isabel, conocida
como "Ella", en San Petersburgo. Cuando Alix regresó a Rusia en 1889, se enamoraron. Nicolás escribió en su diario: "Es
mi sueño algún día casarme con Alix H. Me gustaba desde hace mucho tiempo, pero más profundamente y con fuerza
desde 1889 cuando ella pasó seis semanas en San Petersburgo. Durante mucho tiempo, he resistido. Mi sensación es que
mi sueño más querido se hará realidad." Alix también sentía lo mismo por Nicky, como ella siempre le llamó.6 En un
principio, el padre de Nicolás, el zar Alejandro III, negó la posibilidad de tal matrimonio.6

Alejandro III y su esposa María Fiódorovna, profundamente anti-alemanes, no tenían ninguna intención de permitir que
el zarévich se saliera con la suya. Aunque la princesa Alix era su ahijada, se sabía que Alejandro III quería a alguien más
importante como consorte de su hijo, alguien como la princesa Elena, hija del conde de París, pretendiente al trono de
Francia.6 La posibilidad de casarse con Elena no le gustaba a Nicolás. Él escribió en su diario: "Mamá hizo algunas
alusiones a Hélène, hija del conde de París. Yo quiero ir en una dirección y es evidente que mamá me quiere hacer elegir el
otro camino".7 Afortunadamente para Nicolás, Elena también resistió. Ella era católica y su padre se negó a permitir que ella
se convirtiera en la ortodoxia rusa. Después de apelar al Papa, que se negó a considerar el matrimonio, el compromiso
terminó. El zar, a pesar de sus sentimientos anti-alemanes, apeló entonces a Margarita de Prusia, hija de Federico III de
Alemania, que era, como Alix, una nieta de la reina Victoria. Nicolás se negó rotundamente y dijo que se convertiría en
monje antes que casarse con ella. Margarita afirmó en todo caso que ella tampoco estaba dispuesta a renunciar a
su protestantismo para convertirse en ortodoxa rusa.

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Mientras se encontró bien de salud, Alejandro III ignoró las demandas de su hijo. Sólo cedió cuando su salud comenzó a
fallar en 1894.8 Alix estaba preocupada también por el requisito de que ella renunciara a su fe luterana y tuviera que
convertirse en ortodoxa, pero fue persuadida y, finalmente, se convirtió en una ferviente conversa. Alejandro III y Maria
Fiódorovna no eran los únicos que se oponen al enlace: la reina Victoria también se oponía, escribiendo a la hermana de
Alix, Victoria, sobre sus sospechas, que eran correctas, de que Sergio e Isabel fuesen los principales alentadores del
enlace.9 La oposición de la reina no se derivaba de sentimientos personales sobre el zarévich, quien personalmente le
gusta, sino por sus dudas acerca de Rusia, incluyendo experiencias pasadas políticas, su aversión personal hacia el padre
de Nicolás y los temores sobre la seguridad de su nieta que hacen que no quiera aceptar el enlace.

Compromiso[editar]

Retrato de Laurits Tuxen de la boda del zar Nicolás II y la princesa Alix de Hesse-Darmstadt que tuvo lugar en la capilla del
Palacio de Invierno de San Petersburgo el 26 noviembre de 1894.

En abril de 1894, el hermano de Alix, Ernesto Luis, que había sucedido a su padre como Gran Duque de Hesse y el Rin en
1892, iba a casarse con su prima hermana, la princesa Victoria Melita de Sajonia-Coburgo-Gotha, hija del príncipe Alfredo,
duque de Edimburgo, y su esposa, la gran duquesa María Aleksándrovna de Rusia. La boda atrajo un elevado número de
familiares a Coburgo, Alemania, para las festividades, incluyendo la reina Victoria, que había organizado la boda, el príncipe
de Gales y el káiser Guillermo II. Además de ser una nieta de la reina Victoria, Victoria Melita, como nieta del zar Alejandro II
a través de su madre, era también una prima hermana del zarévich Nicolás, que encabezó la delegación rusa, que incluía a
Sergio e Isabel, y la tía política de Nicolás, la gran duquesa María Pávlovna.10

El día después de su llegada a Coburgo, Nicolás propuso matrimonio a Alix pero ella lo rechazó, dada su negativa a
convertirse a la ortodoxia. Sin embargo, tras la presión del káiser, quien le había dicho que era su deber casarse con

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Nicolás, y de su hermana Ella, que intentó señalarle las similitudes entre el luteranismo y la ortodoxia, aceptó la segunda
propuesta de Nicolás.11

Tras el compromiso, Alix regresó a Inglaterra con su abuela. En junio, Nicolás viajó a Inglaterra a visitarla, trayendo con él
al sacerdote personal de su padre: el padre Yányshev, que le iba a dar su instrucción religiosa. La visita a Alix a la reina
coincidió con el nacimiento y bautizo del hijo mayor de príncipe Jorge, duque de York y su esposa, María de Teck, y los
prometidos fueron nombrados padrinos del muchacho, que reinaría brevemente como Eduardo VIII en 1936.12

Más tarde, ese mismo otoño, como la salud del zar Alejandro comenzó a deteriorarse aún más, Nicolás obtuvo el permiso
de su padre moribundo para convocar a Alix en el Palacio de Livadia. Escoltada por su hermana, la gran duquesa Isabel, de
Varsovia a Crimea se vio obligada a viajar en tren ordinario de pasajeros.13 El zar insistió en recibir a Alix en uniforme de
gala y dio su bendición antes de morir.14

Alejandro III murió en la tarde del 1 de noviembre de 1894, a los 49 años, dejando al zarévich Nicolás como el nuevo zar de
Rusia, que fue confirmado por la noche como el zar Nicolás II. Al día siguiente, Alix fue recibida en la ortodoxia rusa
como "Su Alteza Imperial la gran duquesa Alejandra Fiódorovna de Rusia", sin embargo, ella no fue obligada a repudiar el
luteranismo.15 Alix aparentemente expresó su deseo de tomar el nombre de Catalina, pero como propuesta de Nicolás, tomó
el nombre de Alejandra.16

Alejandra, junto con Nicolás y su tío, el príncipe y la princesa de Gales (hermana favorita de la madre de Nicolás), y algunos
de los parientes de Grecia, acompañaron el ataúd de Alejandro III primero a Moscú, donde estuvo en el Kremlin, y luego
a San Petersburgo. El funeral de Alejandro III se produjo el 19 de noviembre de 1894.

El matrimonio no se hizo esperar. Nicolás y Alejandra se casaron en la Gran Capilla del Palacio de Invierno de San
Petersburgo el 26 de noviembre de 1894, el día del cumpleaños de la madre de Nicolás, la ahora emperatriz viuda cuando,

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según la tradición ortodoxa, el duelo podría ser un poco más relajado.17 El matrimonio que comenzó ese día permaneció
excepcionalmente unido y fiel hasta que la pareja fue asesinada simultáneamente en el año 1918.18

Emperatriz de Todas las Rusias[editar]

Coronación del zar Nicolás II y de la emperatriz Alejandra Fiódorovna en 1896.

Alejandra Fiódorovna se convirtió en emperatriz de Rusia el día de su boda, pero no fue hasta el 14 de mayo de 1896
cuando la coronación de Nicolás y Alejandra se llevó a cabo en el interior del Kremlin de Moscú. Al día siguiente, la tragedia
golpeó durante las celebraciones de la coronación, cuando se produjo la muerte de varios miles de personas. Las víctimas
fueron pisoteadas hasta la muerte en el Campo de Jodynka en Moscú cuando surgieron rumores de que no habría
suficiente cantidad de comida para los miles de ciudadanos que se habían reunido allí. El escaso número de policías no
podían mantener el orden y miles de personas fueron aplastadas en la estampida. A la luz de estos acontecimientos, el Zar
declaró que no podía ir al baile que daba el embajador de Francia, el marqués de Montebello, esa misma noche. Sin
embargo, sus tíos insistieron en asistir para no ofender a los franceses. Nicolás cedió, y junto con Alejandra asistió al
baile. Serguéi Witte, comentó: "Esperábamos que el baile se suspendiera. En su lugar, se llevó a cabo como si nada hubiera
ocurrido y el baile fue inaugurado por Sus Majestades bailando una cuadrilla". Alejandra estaba muy triste por la pérdida de
vidas, "La Emperatriz apareció con una gran angustia, con los ojos enrojecidos por las lágrimas", informó el embajador
británico a la reina Victoria. Muchos rusos tomaron el desastre de Jodynka como un mal presagio de que el reinado sería
infeliz. Otros usaron las circunstancias de la tragedia y su comportamiento para subrayar la crueldad de la autocracia y la
poca delicadeza del joven zar y su "mujer alemana".

Ese otoño, Nicolás, Alix, y la Gran Duquesa Olga, viajaron a Escocia para pasar un tiempo con la reina Victoria en el Castillo
de Balmoral. Mientras que Nicolás estaba un poco de mal humor debido a tener que pasar días encerrado con su "tío

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Bertie" (príncipe de Gales) debido al mal tiempo, así como debido a que sufre de un dolor de muelas, Alejandra disfrutó de
las horas con su abuela. Fue, de hecho, la última vez que se verían abuela y nieta pues cuando la reina Victoria murió en
enero de 1901, el embarazo del que nacería Anastasia impidió a Alejandra asistir al funeral en Londres.

Rechazo por parte del pueblo ruso[editar] La noche del 17 de julio de 1918, el sótano de la Casa Ipatiev, en Ekaterimburgo,
fue el escenario del brutal asesinato de la familia real rusa. El zar Nicolás II, su esposa, sus cinco hijos y algunos miembros
del servicio, incluido el médico imperial, fallecían, poniendo punto final a una historia, la de la Dinastía Romanov, que había
gobernado en Rusia tres siglos. La ejecución era una de las consecuencias de la nefasta gestión de un imperio autocrático
en el que el pueblo se moría de hambre, mientras el zar era incapaz de tomar una decisión acertada. A su lado, su esposa
de origen germano, Alejandra Románova, tampoco se ganó el cariño de un imperio cansado de injusticias sociales. Su
timidez, enmascarada en un carácter frío y distante, la alejaron de la corte. La ansiedad por dar el imperio un heredero
culminó cuando nació Alexei y se descubrió que sufría hemofilia. El consuelo que encontró en el estrambótico Rasputin
terminó por empeorar dramáticamente su situación.

La nieta de la estricta reina Victoria

Victoria Alicia Elena Luisa Beatriz de Hesse-Darmstadt nació el 6 de junio de 1872 en el Palacio de Darmstad. Era la sexta
de los siete hijos que tendrían el Gran Duque Luis IV de Hesse y la Princesa Alicia del Reino Unido, hija de la Reina Victoria.
Alix, como se la conocía cariñosamente, tuvo una infancia tranquila que se vio truncada en 1878 cuando una terrible
epidemia de difteria se llevó por delante a algunos de sus hermanos y a su propia madre. La educación de Alix, que tenía
entonces seis años, y sus hermanos quedó bajo la supervisión de su abuela, la reina Victoria de Inglaterra con la que
pasaban los veranos, rodeados de la amplia familia real inglesa.

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Alix era una de las nietas preferidas de la Reina Victoria. Esta le buscó distintos pretendientes a los que la joven duquesa
rechazó uno detrás de otro. Su corazón hacía poco tiempo que ya tenía propietario.

La novia del zarevich

Con motivo del noviazgo entre Isabel de Hesse, hermana de Alix, y el Gran Duque Sergio Alexandrovich de Rusia, Alix
conoció a Nicolás, el heredero del imperio ruso, de quien se enamoró desde el primer momento. Sus sentimientos fueron
correspondidos por el zarevich. Ambos, emparentados por varias ramas genealógicas, no recibieron el beneplático de sus
respectivas familias. Ni la Reina Victoria ni el Zar Alejandro III y su esposa aprobaron su relación.

A pesar de los obstáculos, Nicolás terminó pidiendo la mano de Alix y consiguió que su padre, en su lecho de muerte,
aceptara a la princesa germana como esposa de su hijo.

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Una boda con malos augurios

El 1 de noviembre de 1894 fallecía el zar Alejandro III y su hijo se convertía en el nuevo zar como Nicolás II. Un día después,
Alix se convertía a la fe ortodoxa, algo que le había costado asumir como parte del compromiso con Nicolás, y se convirtió
en la Gran Duquesa Alejandra Feodorovna. Pocos días después de enterrar al zar Alejandro en Moscú, el 19 de noviembre,
se celebraba la boda real.

Fue el 26 de noviembre de 1894 en la Gran Iglesia del Palacio de Invierno de San Petersburgo. Las malas lenguas
empezaron a hablar de una boda precedida de un negro ataúd. Aquel día, Alejandra se convertía en zarina pero su
coronación oficial tuvo lugar el 14 de mayo de 1896, un día que también tuvo su lado dramático.

La ceremonia de coronación se celebró en el palacio del Kremlin de Moscú. En honor a tal dichoso día para los zares, se
decidió distribuir alimentos entre la población. Una iniciativa que terminó convirtiéndose en una auténtica tragedia. Los
habitantes de Moscú, pobres y hambrientos, se abalanzaron sobre los carros de comida creando una avalancha humana
que los soldados que organizaban el acto no pudieron controlar. Muchas personas morían aplastadas por la multitud
desesperada en busca de un trozo de pan.

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El trágico inicio de reinado de los nuevos zares no mejoró con la presencia de una zarina de origen alemán de la que se
decía que era de carácter reservado y excesivamente fría con sus allegados. Una actitud que escondía una timidez que se
fue acrecentando a lo largo de los años.

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Una trágica descendencia

En 1895 nacía el primer vástago de la pareja imperial. Y fue la primera decepción para el reino. Llegaba al mundo la
duquesa Olga. Dos años después nacía Tatiana a la que siguió María en 1899 y Anastasia en 1901.

Durante todos aquellos años, Alejandra se vio sometida a una angustiante presión de la opinión pública y de los rumores
de palacio por no ser capaz de dar a la ancestral dinastía Romanov un heredero. A pesar de que Nicolás fue cariñoso con
su esposa y aceptó con alegría la llegada de las duquesas, el problema sucesorio continuaba sin resolverse.

Y cuando al fin llegó el ansiado heredero, el zarevich Alexis, en 1904, pronto una terrible noticia oscureció palacio. El
pequeño Alexis había heredado la hemofilia de su madre, transmitida por vía materna. Alejandra se volcó entonces en
sobre proteger a su hijo y a ocultar en la medida que era posible, la situación. Desesperada por no encontrar una respuesta

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satisfactoria en los médicos de palacio, Alejandra pronto cayó bajo el embrujo de un extraño personaje llamado Grigori
Rasputin quien, de manera inexplicable, conseguía frenar las hemorragias del pequeño.

Pronto Rasputin, considerado por Alejandra como un enviado de Dios, se coló en las estancias del palacio de Tsarkoye
Seló donde poco a poco fue ganando influencia y poder llegando a influenciar en las decisiones de gobierno.

El fin de la dinastía

Nicolás II fue incapaz de gobernar el vasto imperio ruso, un territorio en el que la pobreza, el hambre y la desesperación del
pueblo, fueron los detonantes de la Revolución de Octubre. El zar, quien en alguna ocasión había confesado que nunca
quiso serlo, abdicó sus derechos y los del zarevich en marzo de 1917. Terminaba oficialmente el reinado de la dinastía de
los Romanov, que había reinado en Rusia desde el siglo XVII.

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Pero la abdicación no fue suficiente para salvar sus vidas. La familia imperial era el símbolo de un pasado demasiado
reciente que los enemigos de la revolución podían utilizar para volver al régimen anterior. Viendo su vida peligrar, sus fieles
aliados buscaron asilo en distintos países europeos.Todos les cerraron las puertas.

Nicolás, Alejandra y sus cinco hijos, fueron recluidos en un primer momento en el palacio de Tsarcoye Seló pero en agosto
de 1917 fueron trasladados a Tobolsk donde vivieron hasta que fueron trasladados a Ekaterimburgo en abril de 1918. Pocos
meses después, llegaba desde Moscú la orden de ejecución de toda la familia imperial.

Tras su muerte, los cuerpos fueron destruidos y enterrados en una mina lejos de la ciudad. En 1989 los periódicos
anunciaron el descubrimiento de la tumba, diez años antes. Después de exhumar los restos e identificarlos, la familia
imperial fue enterrada en 1997 en la Catedral de San Pedro y San Pablo en San Petersburgo.

La iglesia ortodoxa rusa canonizó a todos los miembros de la última familia Romanov.

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Emperatriz Alejandra Fiódorovna en 1914

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Alejandra Fiódorovna, para el pueblo ruso, era una alemana de corazón frío, sin la capacidad de ver las necesidades de los
que le rodeaban, a menos que fueran su familia. Esto en cierta manera era verdad, porque, al igual que su marido, para ella
era muy importante su familia. La emperatriz, desde la infancia, era muy tímida, un rasgo compartido con su abuela
Victoria. Odiaba las apariciones públicas tratando de evitarlas tanto como fuera posible, aunque de acuerdo con ella y
muchos otros amigos íntimos, se debía a que era terriblemente tímida y se ponía nerviosa delante del pueblo ruso. Ella
también era mal vista por ricos y pobres por igual por su disgusto hacia la cultura rusa (a pesar de su abrazo casi fanático a
la Ortodoxia). Su incapacidad para producir un hijo varón también indignó a la gente. Tras el nacimiento de la gran duquesa
Olga, su primera hija, Nicolás dijo, "Me alegra haber tenido una hija. De haber sido un varón pertenecería al pueblo, al ser
una niña es solo nuestra". Cuando Alexis nació fue un "rayo de sol", que la aisló aún más de la corte rusa al pasar la
totalidad de su tiempo con él; su trastorno hemofílico hizo muy estrecha la dependencia de madre e hijo. A su estrecho
círculo se sumaron más figuras solitarias como Anna Výrubova y la princesa Sonia Orbeliani, en lugar de las "frívolas"
jóvenes damas de la aristocracia rusa. Estas mujeres fueron constantemente ignoradas por la zarina "arrogante". La
timidez y el deseo de soledad tuvieron un profundo impacto en sus cinco hijos y en el imperio: Alejandra Fiódorovna nunca
hizo un esfuerzo para ganarse el afecto del pueblo ruso.

Durante un baile, Alejandra se dio cuenta de una joven que, en su opinión, tenía demasiado escote. Envió una dama de
honor a la mujer para decirle: "Señora, Su Majestad le informa de que en Hesse-Darmstadt, no se utilizan nuestros vestidos
de esa manera.", dijo la mujer:"¿En serio? ", al tiempo que tira del escote un poco más abajo."Por favor, dígale a Su
Majestad que en Rusia nos ponemos nuestra ropa de esta manera".

Alejandra hizo pocos intentos de formar amistades con otros miembros de la familia Románov y generalmente pasaba el
menor tiempo posible en la corte. La emperatriz se comparó negativamente con respecto a la madre del zar, María
Fiódorovna , hija del rey Cristián IX de Dinamarca y hermana menor de la Princesa de Gales. A diferencia de otras cortes
europeas de la época, en la corte rusa, la posición de la emperatriz viuda era superior en rango y precedencia a la de la

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zarina, una regla que María, con el apoyo de Nicolás II, cumplió estrictamente. La actitud obstinada de Alejandra no le
permitió aprender cualquier cosa de su experimentada suegra, que la podría haber ayudado mucho. María Fiódorovna había
vivido en Rusia durante 17 años antes de ascender al trono, mientras que Alejandra había pasado poco más de un mes en
el país antes de casarse. La tía de la zarina, la emperatriz viuda Victoria, dijo en una carta a la reina Victoria que "Alix es
muy autoritaria e insiste en tener todo hecho a su manera. Ella nunca va a ser capaz de manejar incluso un poco de poder
que ella piensa que tiene."

Alejandra era apasionadamente protectora del papel de su marido como zar y apoyó activamente su derecho a gobernar de
manera autocrática. Ella defendió su derecho divino, y cree que no es necesario pensar en la aprobación de los demás.

Alejandra y sus hijos[editar]

Casi un año después de su matrimonio, Alejandra dio a luz a la primera hija, una niña llamada Olga nacida el 15 de
noviembre de 1895. Olga no pudo ascender al trono debido a las leyes Paulistas implementadas por el zar Pablo I de Rusia,
según la cual sólo un hombre podía contribuir a la sucesión al trono de Rusia. Olga fue muy querida por sus jóvenes
padres. Tres hijas más siguieron a Olga: Tatiana, nacida el 10 de junio de 1897, María, nacida el 26 de junio
de 1899 y Anastasia, nacida el 18 de junio de 1901. Después del nacimiento de su última hija pasaron tres años antes de
que la emperatriz diese a luz al heredero tan esperado: Alekséi, nació en el Palacio Peterhof el 12 de agosto 1904. Poco
después de su nacimiento, para gran consternación, los padres descubrieron que Alexis tenía hemofilia, una enfermedad
incurable de la sangre. Además de sus cinco hijos nacidos vivos, Alejandra sufrió un aborto involuntario en el verano de
1896, presumiblemente por el cansancio durante sus fiestas de coronación, y otro aborto en agosto de 1902.

Justo encima del "boudoir malva" de Alejandra en el Palacio de Alejandro, estaban las habitaciones de juego de los niños.
Por la mañana, la emperatriz solía tumbarse en el sofá para escuchar los pasos de sus hijos y el sonido de sus pianos. Un
ascensor y una escalera privada llevaban directamente a las habitaciones de arriba.

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Con la hija mayor Olga, Alejandra a veces tenía problemas. Probablemente esto se debía a que era la mayor. Olga era muy
similar a su padre; tímida y sumisa, destacaba por su amabilidad, su inocencia y la fuerza de sus sentimientos. Cuando
creció, Olga comenzó a leer mucho, tanto en prosa como poesía, a menudo cogía los libros de la mesa de su madre antes
de que la Emperatriz los hubiera leído ella misma; "Mamá, tienes que esperar hasta que yo descubra si este libro es
apropiado para ti", dijo Olga, cuando su madre la descubrió.

Alejandra estaba mucho más cerca de su segunda hija, Tatiana. Tanto en público como en privado, la atención de su madre
se centraba en ella. Si se necesitaba un favor, todos los niños se ponían de acuerdo en que "Tatiana debe pedirlo". Durante
los últimos meses de vida de la familia, Tatiana ayudó a su madre para llevarla de un lugar a otro, empujando por la casa su
silla de ruedas, pues la soberana padecía ataques crónicos de ciática,19 y tratando de animarla.

A la tercera hija, María, le gustaba hablar del matrimonio y los hijos. El zar pensaba que sería una gran esposa. María era
vista como el ángel de la familia.

Anastasia, la hija más joven y más famosa, era conocida como "shvíbzik" (erizo) porque era la más extrovertida y rebelde.
Trepaba a los árboles y se negaba a bajar a menos que fuera en especial su padre a pedírselo. Su tía y madrina, la gran
duquesa Olga Aleksándrovna, más tarde recordó un momento en que Anastasia estaba hablando de manera tan grosera
que incluso hubo que regañarla.

Cuando eran pequeñas, Alejandra vestía a sus hijas por parejas, las dos mayores y las dos menores llevaban los mismos
vestidos. Cuando Olga y Tatiana crecieron, comenzaron a tener más protagonismo en las apariciones públicas. Aunque en
privado trataban a sus padres como "mamá" y "papá", en público les tratan como "Emperador" y "Emperatriz". Nicolás y
Alejandra creían que sus hijas mayores debían ser presentadas en sociedad en 1914, cuando Olga tenía 19 años y Tatiana
17 años, pero el estallido de la Primera Guerra Mundial arruinó los planes.

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Alejandra adoraba a Alekséi. El tutor de los niños Pierre Gilliard escribió: "Alekséi era el centro de una familia unida, el foco
de todas sus esperanzas y afectos. Sus hermanas le adoraban. Él era el orgullo y la alegría de sus padres. Cuando él llegó,
el palacio se transformó. Todo el mundo y todo en él parecía bañado por el sol ".

Cuando la enfermedad de Alekséi fue anunciada públicamente en 1912, Alejandra Fiódorovna se hizo aún más impopular
entre los rusos. Su origen alemán, durante la Gran Guerrasólo podía aumentar este odio.

Hemofilia y Rasputin[editar]

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La emperatriz Alejandra y el zarévich Alekséi en 1913.

Alekséi nació en el período crucial de la Guerra ruso-japonesa el 12 de agosto de 1904. Alekséi era el heredero al trono y
Alejandra Fiódorovna, dando a luz un hijo, había hecho su más importante tarea como zarina. Al principio, el niño parecía
normal y saludable, pero en pocas semanas se observó que, cuando se caía o se golpeaba con algo, no sanaban
sus moretones, o más bien empeoraban y su sangre coagulaba muy lentamente. Pronto se descubrió que Alekséi
tenía hemofilia y que solo podría haber sido transmitida por la familia de Alix.

Generalmente, al comienzo de siglo XX, la hemofilia era fatal; la propagación de la enfermedad en las casas reinantes
de Europa a través de las hijas de la reina Victoria, que eran portadoras de esta enfermedad. Alejandra perdió un
hermano, Federico, a causa de la enfermedad y a su tío, el príncipe Leopoldo, duque de Albany; su hermana, Irene de
Hesse-Darmstadt era portadora del gen y, a través de su matrimonio con su primo el príncipe Enrique de Prusia, trajo la
hemofilia en la rama menor de los Hohenzollern. La princesa Victoria Eugenia de Battenberg, otra nieta de la reina Victoria y
el prima hermana de Alix, fue también portadora del gen de la hemofilia: se casó con el rey Alfonso XIII de España y dos de
sus hijos nacieron hemofílicos.

Dada la enfermedad incurable y potencialmente mortal, sufrida sólo por herederos varones, se decidió mantener en secreto
la condición del Zarévich al pueblo ruso. Como un simple portador del gen, Alejandra no era hemofílica, pero lo más
probable es que tenía una menor producción normal del factor de coagulación de la sangre, es decir, tenía una sola copia
del gen en lugar de dos.

La Zarina inicialmente se dirigió a médicos rusos para tratar a su hijo; sus tratamientos fracasaron en general, porque no
había remedios conocidos. Oprimidos por el conocimiento de que cualquier caída o corte podrían matar a su hijo, la zarina
se implicó en actividades de caridad. Se volvió hacia Dios, familiarizándose con todos los rituales y los santos de la Iglesia

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Ortodoxa, pasando muchas horas rezando en su capilla privada. Desesperada, Alejandra se acercaba cada vez más a los
hombres santos y místicos: uno de ellos, Rasputin, pareció triunfar.

La zarina Alejandra con Rasputin, sus hijos y una institutriz.

Los rumores sobre el estilo de vida de Rasputín llevó repetidamente al Zar a tratar de mantenerlo lejos de su familia.
Incluso cuando Alejandra fue informada por el Director de la Policía Nacional que Rasputin, borracho, había actuado en un
famoso restaurante en Moscú diciendo a la multitud que Nicolás le dejó "ajustar" a su esposa a su antojo, ella culpó a los
chismes maliciosos. "Los santos son siempre excesivos", escribió. "Él es odiado porque nosotros lo queremos". Nicolás
no era ciego, pero se sentía sin fuerzas para hacer nada contra el hombre que aparentemente salvaba la vida de su único
hijo y heredero. Un ministro de Nicolás escribió: "No podía desterrar a Rasputín, porque si Alekséi moría, a los ojos de la
madre, el zar sería el asesino de su propio hijo."

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Desde el principio se podían oír bromas y chismes sobre Rasputin. Aunque algunos representantes de alto rango del clero
de San Petersburgo aceptaban a Rasputin como un profeta viviente, otros con rabia lo clasifican como un hereje y un
mentiroso. Llegaban historias y cuentos de su pueblo natal en Siberia, como la que contó que celebra matrimonios para la
gente común, a cambio de pasar la noche de bodas con la novia. En su apartamento en San Petersburgo, donde vivía con
su hija María, Rasputin era visitado por todos aquellos que buscaban una bendición, una curación o un favor de la zarina. A
Rasputin le gustaba predicar cierta doctrina teológica, según la cual una persona tendría primero que familiarizarse con
el pecado para que se la pueda tratar adecuadamente.

En 1912 Alekséi sufrió un fuerte sangrado al golpearse en el muslo, que lo llevó al borde de la muerte mientras se
encontraba con su familia en Spała, en Polonia. Alejandra y Nicolás se turnaban junto a su cama y trataban de consolarlo
por su intenso dolor. En un raro momento de paz, su madre le oyó susurrar a Alexis: "Cuando me muera, me dejará de
doler, ¿verdad, mamá?". Devastada, parecía que Dios no estaba respondiendo a las oraciones de Alejandra para la
salvación de su hijo. Creyendo que su hijo iba a morir, la emperatriz desesperada envió un telegrama a Rasputin, quien
rápidamente envió una respuesta, "Dios ha visto tus lágrimas y escuchado tus oraciones; El pequeño no morirá. No
permitas que los médicos lo incomoden demasiado." El consejo de Rasputin coincidió precisamente con los signos de
recuperación de Alekséi. A partir de ese momento, Alejandra comenzó a confiar más y más en Rasputin, y creer en sus
capacidades para aliviar el sufrimiento del Zarévich. Esta confianza aumentó el poder político de Rasputín, quien llegó a
socavar seriamente el gobierno del Zar durante la Primera Guerra Mundial.

La supuesta interferencia percibida en los asuntos políticos de Rasputín condujo en última instancia a su asesinato en
diciembre de 1916. Entre los conspiradores se encontraba un noble, el príncipe Félix Yusúpov, esposo de princesa Irina
Aleksándrovna, hija de la gran duquesa Xenia Aleksándrovna y miembro de la familia Románov, el gran duque Dimitri
Pávlovich.

Primera Guerra Mundial[editar]

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Alejandra con el uniforme de enfermera durante la Primera Guerra Mundial

El estallido de la I Guerra Mundial fue un momento crucial para el Imperio ruso y Alejandra. La guerra enfrentó el imperio de
los Románov contra el Imperio Alemán de los Hohenzollern, mucho más fuerte. Cuando Alejandra se enteró de la
movilización rusa, fue rápidamente al despacho de su marido. Anna Výrubova, una amiga de la emperatriz, se sentó afuera,
esperando, escuchando las voces procedentes de la habitación que se hicieron más y más fuerte a cada minuto. En medio
de la conversación, la puerta se abrió y Alejandra fue corriendo a su dormitorio. Anna la siguió y cuando llegó a la
habitación, encontró a Alejandra en la cama, llorando histéricamente, "¡Guerra!" Ella sollozó. "¡Y yo no sabía nada! Este es
el fin de todo."

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El gran ducado de Hesse, que se regía por su hermano Ernesto Luis, formaba parte del Imperio Alemán y era, por supuesto,
el lugar de nacimiento de Alejandra. Esto la hizo aún más impopular entre el pueblo ruso, que la acusaron de colaborar con
los alemanes. Para empeorar las cosas, el káiser Guillermo II era primo hermano de Alejandra. Irónicamente, la única cosa
que la zarina y su suegra, la emperatriz viuda María Fiódorovna tenían en común era el gran odio que profesaban al kaiser.

Cuando el zar se desplazó al frente en 1915 para hacerse cargo personalmente del Ejército Imperial Ruso, dejó a Alejandra
como responsable de la regencia en San Petersburgo. Su cuñado, el gran duque Alejandro Mijáilovich, dijo: "Cuando el
emperador va a la guerra, su esposa rige en lugar de él." Durante la guerra, Alejandra trabajó como enfermera para la Cruz
Roja en un hospital de campaña levantado en Tsárskoye Selo, junto con sus dos hijas mayores.

Durante los dos años y medio de regencia, el gobierno ruso se deterioró con una rapidez asombrosa nunca vista en la
historia. Alejandra no tenía experiencia nombrando y destituyendo ministros incompetentes, lo que significaba que el
gobierno nunca fue estable ni eficiente. La participación de la zarina en los asuntos políticos fue por petición propia. "Deja
que te ayude, mi tesoro. Estoy segura de que debe haber alguna forma de que una mujer puede ser útil. Ojalá te pudiera
facilitar las cosas... Quiero poner mi nariz en todo", escribió al zar. Esto se volvió particularmente peligroso durante la lenta
destrucción provocada por la guerra, ya que ni los soldados ni la población civil tenían sus necesidades básicas
satisfechas.

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Alejandra bordando con sus hijas Olga (vestida con su uniforme de enfermera) y Anastasia en 1916

Ella presta atención al consejo de Rasputin, y se creía (aunque es sólo un falso rumor) que su relación era de naturaleza
sexual. Se dice que cuando la emperatriz se reunió con el embajador británico, dijo: "No tengo paciencia con los ministros
que me impiden cumplir con mi deber. La situación requiere firmeza. El emperador, por desgracia, es débil; pero yo no lo
soy, y tengo la intención de ser firme." A consecuencia del mal gobierno regido por Alejandra, la zarina se convirtió en el
centro de un número cada vez mayor de rumores muy negativos e incluso se creía que era una espía alemana en la corte
rusa.

La Primera Guerra Mundial fue una carga que el Imperio ruso no podía soportar tanto económica como políticamente. La
falta de bienes y las hambrunas se convirtieron en situaciones banales de cada día, sufridas por millones de rusos. 15
millones de hombres fueron desviados de la agricultura para luchar en la guerra, y los ferrocarriles estaban casi todos
reservados para su uso militar, lo que impide el transporte de los pocos recursos del campo a las grandes ciudades. La

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inflación creció a pasos agigantados y, combinado con la falta de alimentos y la ineficacia de los militares rusos en la
guerra, generó un clima de gran tensión entre el pueblo en San Petersburgo y otras ciudades.

La decisión del zar de dirigir personalmente a las tropas, contra el consejo de sus ministros, resultó ser desastrosa, ya que
fue culpado directamente de las derrotas. Su traslado al frente, dejando a la zarina gobernar, ayudó a minar el destino de la
dinastía Románov. El duro invierno de 1916-1917, fue el golpe final al Imperio ruso con grandes vacantes de hambre
causadas por la falta de alimentos en los almacenes. La mala gestión y los fracasos de la guerra pusieron también a los
soldados contra el zar. El estado de ánimo de las tropas de la época está bien representado en una escena de la película
de Jean Renoir, La gran ilusión. Emblemático es también el momento donde Alejandra envió numerosos paquetes a los
prisioneros de guerra rusos: excitados creyendo que había vodka en los paquetes, los abrieron y se encontraron biblias e
iconos, y rápidamente se rebelaron.

Revolución rusa y exilio[editar]

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Caricatura anónima de Rasputin controlando a la pareja imperial.

En marzo de 1917 las condiciones empeoraron aún más: los trabajadores de las fábricas de acero convocaron
una huelga el 7 de marzo y al día siguiente, multitudes hambrientas comenzaron a ocupar las calles de San Petersburgo
para protestar contra la escasez de alimentos y la guerra. Después de dos días de disturbios, Nicolás II ordenó al ejército
restablecer el orden y el 11 de marzo el ejército disparó contra la multitud. Ese mismo día, la Duma Imperial de Rusia, el
cuerpo legislativo elegido, presionó al Zar a adoptar una posición en la mejora de las condiciones de vida de la gente, pero
él respondió disolviendo la propia Duma.

El 12 de marzo, los soldados enviados para sofocar a los rebeldes se amotinaron y se unieron a la revolución,
proporcionando la chispa que inició la Revolución de Febrero (como la consiguiente Revolución de Octubre en noviembre

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de 1917, la Revoluciones rusas de 1917 toman sus nombres del antiguo calendario vigente en el momento en Rusia). Los
soldados y trabajadores formaron el Soviet de Petrogrado, compuesto por 2500 diputados electos, mientras que la Duma
Imperial de Rusia declaró el Gobierno Provisional el 13 de marzo. Aleksandr Kérenski fue una pieza clave en el nuevo
régimen. La Duma informó al zar que ese día tendría que abdicar.

En un intento de poner fin a la insurrección en la capital, Nicolás trató de regresar San Petersburgo en tren desde la sede
del ejército en Mogilev. El camino estaba bloqueado, así que trató de tomar una ruta diferente, pero su tren fue bloqueado
de nuevo en Pskov, donde, después de ser recomendado por sus generales, inmediatamente abdicó el trono para sí mismo
y más tarde, después de una consulta médica, para sí y para su hijo el zarévich Alekséi. Alejandra estaba ahora en una
posición peligrosa, siendo la esposa del zar depuesto y odiada por los rusos. A Nicolás le fue concedido el permiso para
volver al Palacio de Alejandro en Tsárskoye Seló donde fue puesto bajo arresto domiciliario junto a su familia.

A pesar del hecho de que el rey Jorge V del Reino Unido era primo tanto de Alejandra como de Nicolás, se negó a
concederles la oportunidad de emigrar al Reino Unido, ya que se alarmó por su impopularidad en el país y el impacto
potencial sobre su trono que tendría la estancia de la Familia Imperial rusa en suelo británico.

Prisión[editar]

La ejecución[editar]

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Última foto conocida de Alejandra (centro) junto sus hijas Olga (derecha) y Tatiana (izquierda) durante el cautiverio en
Tobolsk, en la primavera de 1918.

Tras la abdicación del zar Nicolás II, el Imperio ruso entró vertiginosamente en una guerra civil. Las negociaciones para la
liberación de la familia imperial entre los bolcheviques (llamados el Ejército Rojo) y el resto de la familia, muchos de ellos
importantes miembros de casas reales europeas, se suspendieron.20 El avance del Movimiento Blanco, cuyo brazo militar
era conocido como Ejército Blanco o Guardia Blanca (compuesto por legalistas fieles seguidores del zar y de los principios
de la autocracia) sobre Ekaterimburgo dejaba al Ejército Rojo en una situación precaria. Los "rojos" sabían que
Ekaterimburgo caería por la mayor superioridad y la mejor preparación del Ejército Blanco. Cuando los "blancos" llegaron a
la ciudad, la familia imperial simplemente había desaparecido. La teoría más aceptada fue que habían sido ejecutados. A

81
esta conclusión llegó el investigador del Movimiento Blanco Nicolái Sokolov, basada en el descubrimiento de efectos
personales de la familia imperial encontrados en un pozo situado en la mina Gánina Yama.21

Yákov Mijáilovich Yurovski en 1918.

El Informe Yurovski, un informe de los hechos remitido por Yurovski a sus superiores bolcheviques tras la ejecución, fue
encontrado en 1989 y reproducido en el libro El último Zarde Edward Radzisnky (1992). Según el informe, la noche de la
masacre la familia fue despertada y se solicitó que se vistieran. Cuando preguntaron la razón, se les informó que iban a ser
trasladados a una nueva ubicación por su seguridad, por la proximidad del Ejército Blanco a Ekaterimburgo y la violencia
que ello podría conllevar. Una vez vestidos, la familia y un reducido círculo de sirvientes y ayudantes (el doctor Yevgueni
Serguéyevich Botkin, la doncella Ana Demídova, el cocinero Iván Jaritónov, el lacayo Alekséi Trupp y un perro) fueron
llevados a uno de los sótanos de la casa, y se les pidió que esperaran con el pretexto de que iban a hacerles una foto antes
de partir. A Alejandra y Alexis se les permitió sentarse en sillas, a petición de la zarina, con la condición de que estuvieran
vigilados por guardias. Pasados los minutos, entraron en la habitación los ejecutores comandados por Yurovski. Sin

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preámbulos levantó el revólver y declaró al zar que el pueblo ruso lo había condenado a muerte. El zar alcanzó a
balbucear: "¿Qué?" y se giró hacia su familia en el momento en que Yurovski le disparó a quemarropa un tiro en la cabeza.
Cuando el zar cae muerto, la zarina y su hija Olga tratan de hacer el signo de la cruz, pero son asesinadas con la primera
ráfaga de los ejecutores, al recibir disparos en la cabeza. El resto de la familia imperial es asesinada con la siguiente ráfaga,
a excepción de Ana Demídova, la criada de Alejandra. Demídova sobrevivió a la ráfaga inicial pero fue rápidamente
rematada a bayonetazos contra una de las paredes del sótano, mientras intentaba protegerse con una almohada, repleta en
su interior de joyas y piedras preciosas.22

El Informe Yurovski añadía que una vez el humo de los disparos permitió ver el resultado de la ejecución con más claridad,
se descubrió que algunas de las balas de los ejecutores se habían quedado incrustadas en los corsés de algunas de las
Grandes Duquesas. Esto se debía a las joyas y piedras preciosas que las muchachas habían cosido dentro de sus ropas,
para evitar que sus captores se las quitaran, involuntariamente les habían servido de armadura contra las balas. Yurovski
escribió que Anastasia y María se acurrucaron contra una pared con las manos en la cabeza, antes de ser alcanzadas por
los disparos. Sin embargo, otro guardia, Piotr Yermakov, le explicó a su mujer que Anastasia había sido rematada a
bayonetazos. Cuando llevaron los cuerpos fuera, una o más de una de las chicas empezaron a llorar, y fueron rematadas
con golpes en la cabeza, según escribió Yurovski.22

Relato de uno de los ejecutores[editar]

Para la ejecución se seleccionaron doce hombres con revólveres. Dos de ellos se negaron a disparar contra las mujeres.
Cuando llegó el vehículo, todos dormían. Al despertarlos se les explicó que debido a la intranquilidad existente en la
ciudad, era necesario trasladarlos del piso superior al sótano. Demoraron media hora en vestirse. Abajo habíamos vaciado
una pieza que tenía un tabique de madera estucado, para evitar el rebote. La guardia se encontraba en disposición
combativa en el cuarto vecino. Los Románov no sospechaban nada. El comandante fue a buscarlos en persona y los
condujo hacia la pieza. Nicolás llevaba en brazos a Alexis, los demás llevaban cojines y otras cosas pequeñas. Al entrar en

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la habitación vacía, Alejandra preguntó: "Cómo, ¿no hay ninguna silla? ¿Ni siquiera podemos sentarnos?" (Según el relato
de Yurovski, se trajeron dos) Nicolás puso en una a Alexis y en la otra se sentó Alejandra Fiódorovna. A los demás se les
ordenó formar una fila. Hecho esto, llamaron al comandante. Cuando este entró, dijo a los Románov que, como sus
parientes en Europa continuaban la ofensiva contra la Rusia soviética, el Comité Ejecutivo de los Urales había
decretado fusilarlos. Nicolás se volvió de espaldas, de cara a su familia, y luego, como recobrándose, se volvió y preguntó:
"¿Qué, qué?". El comandante repitió la explicación y ordenó al comando que se preparara. Cada uno sabía de antemano
contra quién iba a disparar. La orden era apuntar al corazón para evitar el derramamiento de mucha sangre y terminar más
rápido. Nicolás no dijo una sola palabra más, de nuevo se volvió cara a su familia, otros lanzaron exclamaciones
incoherentes. Luego comenzaron los disparos, que duraron dos o tres minutos. Nicolás fue muerto por el mismo
comandante a quemarropa. Luego murieron Alejandra Fiódorovna y su séquito. En total fueron fusiladas doce personas:
Nicolás, Alejandra Fiódorovna, su hijo Alexis, sus cuatro hijas: Olga, Tatiana, María y Anastasia - el doctor Yevgueni Botkin,
el criado Trupp, el cocinero Tijomírov, otro cocinero y una camarera cuyos nombres el comandante no
recuerda.[cita requerida] (En realidad la camarera Anna Demídova).[cita requerida]

Comunicado oficial del Sóviet de los Urales.[editar]

“Decisión del Presídium del Consejo de Diputados, Obreros, Campesinos y Guardias Rojos de los Urales:

En vista del hecho de que bandas checoslovacas amenazan la capital roja de los Urales, Ekaterimburgo, que el verdugo
coronado podía escapar al tribunal del pueblo (un complot de la Guardia Blanca para llevarse a toda la familia imperial
acaba de ser descubierto) el Presídium del Comité Divisional, cumpliendo con la voluntad del pueblo, ha decidido que el ex
zar Nicolás Románov, culpable ante el pueblo de innumerables crímenes sangrientos, sea fusilado.

La decisión del Presídium del Comité Divisional se llevó a cabo en la noche entre el 16 y 17 de julio."

Endoso del Sóviet Central.

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"Decisión del Presídium del Comité Ejecutivo Central Panruso del 18 de julio.

El Comité Central Ejecutivo de los Consejos de Diputados de Obreros, Campesinos, Guardias Rojos y Cosacos, en la
persona de su presidente, aprueba la acción del Presídium del Consejo de los Urales.

El presidente del Comité Ejecutivo Central Panruso,

Sverdlov."[cita requerida]

Canonización[editar]

Santa Alejandra Portadora de la Pasión

85
Mártires reales (I.O.R. fuera de Rusia); Portadores
de pasión reales (I.O.R.)

Nacimiento 6 de junio de 1872


Neues
Palais, Darmstadt, Hesse, Imperio
alemán

86
Padres Luis IV de Hesse-Darmstadt y Alicia
del Reino Unido

Hijos Olga Nikolaevna de Rusia, Tatiana


Nikolaevna de Rusia, María
Nikolaevna de Rusia, Anastasia
Nikolaevna de Rusia y Alejo
Nikoláyevich de Rusia

Fallecimiento 17 de julio de 1918


(46 años)
Casa Ipátiev, Ekaterinburgo,
RSFS de Rusia

Venerada en Iglesia Ortodoxa Rusa fuera de


Rusia, Iglesia Ortodoxa Rusa

Canonización 1981 (Iglesia Ortodoxa Rusa fuera de


Rusia)
14 de agosto de 2000 (Iglesia
Ortodoxa Rusa)

Festividad 17 de julio

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Escudo de Santa Alejandra Portadora de la Pasión

[editar datos en Wikidata]

Iglesia sobre la Sangre, construida sobre el lugar donde Nicolás II de Rusia y su familia fueron asesinados.

88
En 1981, la Iglesia Ortodoxa Rusa en el exilio canonizó a los integrantes de la familia Románov, una decisión refrendada en
agosto de 2000 por el sínodo de la Ortodoxia Rusa. Desde 1998 sus restos reposan en la Catedral de San Pedro y San
Pablo de San Petersburgo.

El entierro de los restos mortales de la familia real dio pie a debates en medios políticos y religiosos. Pese al examen
pericial genético que corroboró la autenticidad de los restos reales descubiertos, tanto la Iglesia Ortodoxa Rusa como los
poco numerosos monárquicos de Rusiase niegan a reconocer que en la Fortaleza de San Pedro y San Pablo fueron
enterrados justamente Nicolás II y sus familiares.23

Lápidas que marcan el entierro del zar Nicolás II y su familia en la Catedral de San Pedro y San Pablo de San Petersburgo.

A la luz de este hecho, la decisión tomada por los Jerarcas de la Iglesia Ortodoxa Rusa de canonizar a Nicolás II (Románov)
parece algo contradictoria. Según las tradiciones de la Iglesia Ortodoxa Rusa, existen determinadas condiciones a las que
deben responder los candidatos a la canonización. Por ejemplo, sus restos deben curar y del icono debe emanar crisma.

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La Iglesia parece haber tenido sus razones para declarar santa a la familia imperial. Algunos piensan, por ejemplo, que la
Iglesia Ortodoxa Rusa hace cierta concesión a la Iglesia Rusa en el extranjero que había canonizado a Nicolás II hace
aproximadamente veinte años. Según afirma el clero, el Zar fue canonizado debido a su "resignación y docilidad frente al
martirio".

Según piensan los prelados, la decisión de canonizarlo debe traer paz a las almas de los habitantes de Rusia y
reconciliarlos con el pasado del país. Pero no fue así: los sondeos de opinión muestran que la población se ha dividido
más o menos en dos partes iguales, una mitad cree que Nicolás II merece ser canonizado, mientras que la otra mitad tiene
una opinión distinta.

Los partidarios de la canonización piensan que Rusia es culpable ante el ungido por haber acogido con indiferencia
su ejecución en 1918 y ahora debe expiar esta culpa. Los adversarios de la canonización dicen que el Emperador no era
un santo. El Zar bebía y fumaba, asistía a funciones espiritistas, le gustaba cazar cornejas, todo lo cual dista de
corresponder a la imagen de un santo.

Títulos, tratamientos y distinciones honoríficas[editar]

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Monograma de la emperatriz Alejandra Fiódorovna

Títulos y tratamientos[editar]

 6 de junio de 1872 - 30 de octubre de 1894: Su Alteza Gran Ducal la princesa Alix de Hesse y el Rin

 30 de octubre de 1894 - 26 de noviembre de 1894: Su Alteza Imperial la gran duquesa Alejandra Fiódorovna de Rusia

 26 de noviembre 1894 - 15 de marzo de 1917: Su Majestad Imperial la emperatiz consorte de Todas las Rusias

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 15 de marzo de 1917 - 17 de julio de 1918: Alejandra Fiódorovna Románova

Distinciones honoríficas[editar]

Distinciones honoríficas rusas

 Gran maestre de la Orden de Santa Catalina.

 Dama de la Orden de San Andrés.24

 Dama de la Orden de San Alejandro Nevski.

 Dama de la Orden del Águila Blanca.

 Dama gran cruz de la Orden de Santa Ana.

 Dama gran cruz de la Orden de San Estanislao.

Distinciones honoríficas extranjeras

 Dama de la Orden de las Damas Nobles de la Reina María Luisa, Reino de España

 Dama de la Real Orden de Victoria y Alberto, Reino Unido

 Dama de la Orden de Nishan-e-Haider, Imperio otomano

 Dama de la Orden de Carol I, Reino de Rumania

Ancestros[editar]

Ancestros de la Emperatriz Alejandra Fiódorovna de Rusia[mostrar]

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Predecesor: Sucesor:
Dagmar de Dinamarca Monarquía abolida

Emperatriz consorte de Todas las Rusias


26 de noviembre de 1894 - 15 de marzo de 1917

Referencias[editar]

1. Volver arriba↑ Gelardi, Julia, Born to Rule, p.5

2. Volver arriba↑ Buxhoeveden, Baroness Sophie, Life and Tragedy of Alexandra Feodorovna, p.1

3. Volver arriba↑ King, Greg Twilight of Splendor: The Court of Queen Victoria in Her Diamond Jubilee
Year (John Wiley & Sons, 2007) pg. 52

4. Volver arriba↑ «National Portrait Gallery - Portrait - NPG x33000; Prince and Princess Henry of Battenberg with
their bridesmaids and others on their wedding day».

5. Volver arriba↑ Pope-Hennesy, James Queen Mary (1960) p.183

6. ↑ Saltar a:a b c Massie, R, Nicholas and Alexandra, p.49

7. Volver arriba↑ Massie, R, Nicholas and Alexandra, p.51.

93
8. Volver arriba↑ Massie, R, Nicholas and Alexandra, p.50

9. Volver arriba↑ King, Empress, pgs. 51 & 52

10. Volver arriba↑ King, Greg The Court of the Last Tsar: Pomp Power and Pageantry in the Reign of Nicholas
II (Wiley & Sons, 2006), pgs. 36 & 37

11. Volver arriba↑ King, Greg The Last Empress (Wiley & Sons, 1994) pgs. 55-56

12. Volver arriba↑ King, Empress, pg. 70

13. Volver arriba↑ King, Empress, pg. 73

14. Volver arriba↑ King, Empress, pg. 73

15. Volver arriba↑ King, Empress pgs. 74 & 75

16. Volver arriba↑ King, Court, pg. 329

17. Volver arriba↑ King, Court, pg. 344

18. Volver arriba↑ Massie, R, Nicholas and Alexandra, p.45

19. Volver arriba↑ Helen Rappaport (2015). Las hermanas Romanov. Taurus. ISBN 9788430617098.

20. Volver arriba↑ King and Wilson (2003), p. 203

21. Volver arriba↑ King and Wilson (2003), pp. 353-367

22. ↑ Saltar a:a b Radzinsky (1992), pp. 380–393

23. Volver arriba↑ Canonizado el Zar Nicolás II Telepolis

94
24. Volver arriba↑ Realeza

 Archivado el 14 de marzo de 2014 en la Wayback Machine.

Bibliografía[editar]

 King, Greg: La última emperatriz de Rusia.

 http://www.nicholasandalexandra.com. web con testimonios de primera mano sobre la vida y personalidades de


Nicolás II y su familia.

 Denton, C.S., Absolute Power, London, Arcturus Publishing Ltd, 2006

 Finestone, Jeffrey, The Last Courts of Europe, London, J M Dent & Sons Ltd, 1981

 Hall, Coryne, Little mother of Russia, Holmes & Meier Publishers, Inc, 2001. ISBN 0-8419-1421-4

 Hall, Coryne & Van Der Kiste, John, Once A Grand Duchess Xenia, Sister of Nicholas II, Phoenix Mill, Sutton
Publishing Ltd, 2002

 King, Greg, The Last Empress, Citadel Press Book, 1994. ISBN 0-8065-1761-1.

 King, Greg The Court of the Last Tsar, John Wiley & Sons, 2006. ISBN 978-0-471-72763-7.

 Kurth, Peter, Tsar: The Lost World of Nicholas and Alexandra, London, Little, Brown and Company (UK) Ltd, 1995

 Lyons, Marvin, Nicholas II The Last Tsar, London, Routledge & Kegan Paul, 1974

 Massie, Robert, Nicholas and Alexandra, London, Pan Books, 1967

 Massie, Robert, The Romanovs The Final Chapter, New York, Ballantine Books, 1995

95
 Tames, Richard, Last of the Tsars, London, Pan Books, 1972

 Vorres, Ian, The Last Grand Duchess, London, Finedawn Publishers, 1985 (3rd edition)

Enlaces externos[editar]

 Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre Alejandra Fiódorovna Románova.

BUÑUELOS CASEROS

Receta... 1 taza de harina, 1taza de leche tibia, 1 huevo, una pizca de sal y vainilla

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ISABEL DE CASTILLA

La Reina de Castilla también es conocida como Isabel la Católica después de que el Papa Alejandro VI les concediera ese título a
ella y a su esposo Fernando el 19 de diciembre del año 1496. Fue reina de Castilla desde el año 1474 hasta su muerte en 1504,
reina consorte de Sicilia a partir de 1469 y de Aragón desde 1474. Isabel la Católica fue la persona que le brindó el apoyo necesario
a Cristóbal Colón hizo su viaje a las Indias Occidentales y la expedición desembocó en el descubrimiento del continente americano

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en el año 1492. sabel I de Castilla, llamada la Católica (Madrigal de las Altas Torres, 22 de abril de 1451 — Medina del Campo, 26
de noviembre de 1504) fue reina de Castilla desde 1474 hasta 1504, también reina consorte de Sicilia desde 1469 y de Aragón
desde 1479.

Ya desde los tres años, Isabel había estado comprometida con Fernando, hijo de Juan II de Aragón.

Sin embargo, Enrique IV rompió este acuerdo, seis años más tarde, para comprometerla con Carlos, príncipe de Viana. El
matrimonio no llegó a consolidarse, por la férrea oposición de Juan II de Aragón. También fueron infructuosos los intentos de
Enrique IV por desposarla con el rey Alfonso V de Portugal, primo en segundo grado de Isabel y 20 años mayor que ella. En 1464,
logró reunirlos en el Monasterio de Guadalupe, pero ella le rechazó, debido a la diferencia de edad entre ambos.

Más tarde, cuando contaba 16 años, Isabel fue comprometida con don Pedro Girón, Maestre de Calatrava y hermano de don Juan
Pacheco. Se dice que Isabel rogó al cielo para que no llegaran a celebrarse los esponsales con este varón de 43 años. Don Pedro
murió de un ataque de apendicitis, mientras realizaba el trayecto para encontrarse con su prometida.

El 18 de septiembre de 1468, Isabel fue proclamada Princesa de Asturias por medio de la Concordia de los Toros de Guisando.
Enrique IV convino de nuevo el enlace entre Isabel y el rey Alfonso V de Portugal, ya que en el Tratado de los Toros de Guisando se
había acordado que el matrimonio de Isabel debía celebrarse con la aprobación del monarca castellano. Ante la negativa de Isabel,
el rey trató de que se desposara con el duque de Guyena, hermano de Luis XI de Francia; Mientras tanto, Juan II de Aragón, trató de
negociar la boda con su hijo Fernando en secreto con Isabel. Isabel y sus consejeros consideraron que era el mejor candidato para
esposo, El matrimonio costó a Isabel el enfrentamiento con su hermanastro, que llegó a paralizar la bula papal de dispensa por
parentesco. Por último, y tras la mediación del arzobispo de Toledo, el 1 de diciembre de 1471 el Papa Sixto IV eliminó las dudas
sobre la legalidad canónica del enlace, por medio de la Bula de Simancas, que dispensaba de consanguinidad a los príncipes Isabel
y Fernando.

98
Llegó al trono tras vencer en la Guerra de Sucesión Castellana (1475-1480), enfrentándose con los partidarios de su sobrina Juana.

Isabel se proclama Reina de Castilla el 13 de diciembre de 1474 en Segovia, tomando como base el Tratado de los Toros de
Guisando

Fue una mujer de mucho carácter y con mucha decisión propia. Con sus hijos fue severa, pero buena madre, haciéndoles entender
que tenían unas obligaciones por su rango de hijos de reyes, y que debían sacrificarse mucho por ese motivo.

Creyó en los proyectos de Cristóbal Colón a pesar de las muchas críticas y reacciones políticas adversas de la Corte y los
científicos; una leyenda dice que financió con sus joyas el viaje que llevaría al descubrimiento de América. Realmente fue un grupo
de mercaderes, los mismos que financiaron la visita de Fernando de Aragón para casarla. Durante el reinado común con Fernando
se produjeron hechos de gran trascendencia para el futuro del reino, como el establecimiento de la Santa Inquisición (1480), la
creación de la Santa Hermandad, la incorporación del Reino nazarí de Granada, así como la unificación religiosa de la Corona
Hispánica, basada en la conversión obligada de los judíos, so pena de expulsión (Edicto de Granada, 1492) y más tarde de los
musulmanes. Por último, la anexión de Navarra (1512), (ya muerta la reina) significó el origen del futuro Reino de las Españas.

Para sus campañas militares contó con el servicio de Gonzalo Fernández de Córdoba (El Gran Capitán), que intervino en la
conquista de Granada (1492), en las dos primeras Guerras de Italia y en la toma de Cefalonia (1500).

CRISTINA

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La soberana de Suecia ocupó el trono entre los años 1638 y 1654. Cristina de Suecia asumió sus obligaciones como reina cuando
cumplió los 18 años de edad y siempre se mostró interesada por difundir la cultura. En el año 1648 durante su reinado, Suecia firmó
la paz de Westfalia después de 30 años de guerra. La coronación de Cristina de Suecia se llevó a cabo en 1650 y desde ese
momento la soberana comenzó a desarrollar la vida cultural de su reino que se había visto interrumpida por las luchas religiosas. La
monarca abdicó en el año 1654.

Cristina de Suecia

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Cristina de Suecia (* Estocolmo, 8 de diciembre de 1626 – † Roma, 19 de abril de 1689) fue una reina de Suecia (1632-1654) y
duquesa de Bremen y princesa de Verden (1648-1654). Hija de Gustavo II Adolfo y de María Leonor de Brandeburgo. Protectora de
las artes y mecenas. Abdicó del trono de Suecia en 1654. Protestante de nacimiento se convirtió al catolicismo el mismo año. Murió
en Roma a los 63 años.

Cumplidos los 16 años, Cristina comenzó a asistir a las reuniones del Consejo del Reino, demostrando su conocimiento de las leyes
y la administración del reino sin inconvenientes.

A los 18 años cumplió su mayoría de edad y asumió el cargo de soberana, reemplazando gradualmente al canciller Oxenstierna en
sus funciones. En 1645 participó activamente en el tratado de paz con Dinamarca (Tratado de Brömsebro), ventajoso para su reino.

En 1648 Suecia firmó la Paz de Westfalia, que daba fin a la Guerra de los Treinta Años, quedando el reino en una posición de
supremacía en la región del Báltico. Cristina y el canciller Oxenstierna tuvieron diferencias en la forma de llevar los acuerdos,
imponiendo finalmente la reina su opinión.

El 17 de octubre de 1650 se realizó la coronación de Cristina en Estocolmo. Los festejos fueron muchos y se alargaron por semanas.
Según la costumbre, nombró a su primo Carlos Gustavo como su sucesor.

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La soberana de Suecia había comenzado hace algunos años a desarrollar la vida cultural de su reino, la cual había quedado dañada
por las luchas religiosas, incluyendo la destrucción de obras consideradas católicas. Adoptó el lema “La sabiduría es el pilar del
reino” (Columna regni sapientia).

La fama de protectora de la cultura comenzó a expandirse y varios conocidos intelectuales europeos se interesaron en sus
proyectos. Cristina vio la posibilidad de atraerlos a su corte mediante el mecenazgo. De esta manera había llegado a Estocolmo en
1649 el intelectual francés René Descartes, con quien Cristina mantenía correspondencia desde hacía años, y que murió por
enfermedad en la misma ciudad cinco meses después. En 1652 llegó el artista Sébastien Bourdon, que trabajó como pintor de la
corte por dos años, hasta la abdicación de la reina y hubo de regresar a su país.

Cristina apreciaba la pintura y no dudó en regalar al rey Felipe IV de España los dos principales tesoros de su pinacoteca, las obras
de Durero, Adán y Eva, hoy en el Museo del Prado.

Durante su estancia en Roma la actividad cultural de tomó nuevos bríos con los proyectos de la reina, que comenzó a reunir a
artistas, científicos e intelectuales en su residencia, dándoles una estructura básica en forma de academias, donde se podía discutir
y crear. A los más destacados, la soberana les asignó un estipendio y en algunos casos una pensión.

La soberana se interesó por la arqueología, y pese a sus limitados ingresos, financió algunas excavaciones. Reunió una excelente
colección de esculturas antiguas, como un grupo de Musas que luego sería adquirido por Felipe V de España. Estas Musas,
actualmente en el Museo del Prado, presiden el nuevo salón oval del museo, remodelado por Rafael Moneo.

También construyó un observatorio en su palacio, contratando a dos astrónomos, y donde pasaba horas mirando el cielo.

102
El sistema de academias atrajo a científicos como el fisiólogo Giovanni Alfonso Borelli, perseguido por sus simpatías por las ideas de
Galileo; a músicos como Bernardo Pasquini, Alessandro Scarlatti, Arcangelo Corelli y Alessandro Stradella entre los más
destacados, y poetas como Carlo Alessandro Guidi y Vincenzo da Filicaja.

Es de destacar su amistad con el escultor Gian Lorenzo Bernini, a quien solía visitar en su taller y a quien había protegido cuando
perdió el favor del papa Inocencio X.

También se preocupó de adornar su palacio con colecciones de pinturas, esculturas, tapices y libros para su riquísima biblioteca.

De carácter librepensador, Cristina tampoco dudó en oponerse a las persecuciones religiosas, y así lo hizo, publicando en 1686 un
manifiesto donde defendía a los judíos de Roma. También criticó duramente a Luis XIV por las persecuciones a los hugonotes en
1685 y entró en conflicto con el papa Inocencio XI por la intención de éste de eliminar la inmunidad diplomática y el derecho a asilo
en Roma, en 1685.

Cristina de Suecia (Estocolmo, 8 de diciembre de 1626-Roma, 19 de abril de 1689) fue reina de Suecia (1632-1654), duquesa de
Bremen y princesa de Verden (1648-1654). Hija de Gustavo II Adolfo y de María Leonor de Brandeburgo. Protectora de las artes y
mecenas, abdicó del trono de Suecia en 1654. Protestante de nacimiento, se convirtió al catolicismo el año de su abdicación. Murió
en Roma a los 62 años.

Origen y niñez[editar]

Cristina pertenecía a la dinastía real de los Vasa, iniciada en 1521. Su madre procedía de la importante dinastía alemana de los
Hohenzollern. El nacimiento de Cristina el 8 de diciembre de 1626 fue bien recibido por su padre, no así por su madre, quien
deseaba darle al rey Gustavo II Adolfo un heredero varón que siguiera sus pasos.

103
En 1604 el Consejo del Reino había acordado aceptar a una mujer como sucesora en el trono, si se daba el caso, por lo que
Gustavo II Adolfo decidió confirmar a Cristina en 1627 como su heredera con todos los derechos a la corona, si no nacían otros hijos
varones.

Suecia se involucró en 1630 en la Guerra de los Treinta Años por el lado protestante, y en junio del mismo año el rey marchó a la
guerra que se desarrollaba en el continente europeo, dejando a su hija bajo la tutela del canciller Oxenstierna, para que se
encargara de la pequeña en caso de morir en la guerra.

El 6 de noviembre de 1632 cayó el rey en la batalla de Lützen, y antes de cumplir los seis años, Cristina se convirtió en reina de
Suecia, bajo la regencia del canciller Oxenstierna.

El canciller cumplió con los deseos del rey, tomó a Cristina bajo su protección y comenzó muy cuidadosamente a preparar su
educación. Por razones de Estado, la pequeña reina fue separada de su madre y puesta al cuidado de su tía Catalina, hermana del
difunto rey. Cristina pasó un par de años junto a su primo Carlos Gustavo, el futuro rey Carlos X Gustavo, pero volvió al cuidado de
su madre por fallecimiento de su tía Catalina.

104
La relación con su madre fue difícil y la niña pasó al cuidado de la hermana del canciller Oxenstierna. Al cumplir los 13 años dejó de
ver a su madre, y no volvería a encontrarla sino para su coronación.

Una muchacha muy inteligente y especial[editar]

Cristina de Suecia, 1645

Junto al canciller Oxenstierna, que se hizo cargo de educar a Cristina en asuntos de Estado y política, estaba el obispo Johannes
Mattiae Gothus, que como jefe de estudios se encargó de instruir a Cristina en idiomas, filosofía, historia, teología y astronomía,
entre otras materias. Mattiae documentó la gran facilidad de aprendizaje y la enorme sed de conocimientos que mostraba la joven
reina. Los idiomas eran la materia preferida de la soberana y a través de su vida continuó con su aprendizaje.

Cristina era de contextura gruesa y baja estatura. Poseía un temperamento fuerte, inquieto y vivaz, así como una gran energía física.
Se destacó entre las mujeres y varones de su época por su gran inteligencia y curiosidad, que la llevó a aprender diversas artes y a
intercambiar correspondencia con el filósofo René Descartes. No le interesaban los lujos, joyas o ropajes. Prefería vestir ropas
simples y cómodas, y especialmente vestir pantalones, siendo una de las primeras en vestir abiertamente indumentaria tradicional
masculina. Tuvo una relación muy cercana con su prima Ebba y algunas fuentes señalan la naturaleza amorosa de ésta. También
era muy diestra en los deportes como la equitación, la caza y la esgrima. Solía dormir poco y dedicaba muchas horas del día a la
lectura.

105
Una reina intelectual[editar]

Cristina de Suecia a caballo (1653) de Sébastien Bourdon. Museo del Prado (Madrid).

Cumplidos los 16 años, Cristina comenzó a asistir a las reuniones del Consejo del Reino, demostrando su conocimiento de las leyes
y la administración del reino sin inconvenientes.

A los 18 años cumplió la mayoría de edad y asumió el cargo de soberana, reemplazando gradualmente al canciller Oxenstierna en
sus funciones. En 1645 participó activamente en el tratado de paz con Dinamarca (Tratado de Brömsebro), ventajoso para su reino.

En 1648 Suecia firmó la Paz de Westfalia, que daba fin a la Guerra de los Treinta Años, quedando el reino en una posición de
supremacía en la región del Báltico. Cristina y el canciller Oxenstierna tuvieron diferencias en la forma de llevar los acuerdos,
imponiendo finalmente la reina su opinión.

El 17 de octubre de 1650 se realizó la coronación de Cristina en Estocolmo. Los festejos fueron muchos y se alargaron durante
semanas. Según la costumbre, nombró a su primo Carlos Gustavo como su sucesor.

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La soberana de Suecia había comenzado poco antes a desarrollar la vida cultural de su reino, la cual había quedado dañada por las
luchas religiosas, incluyendo la destrucción de obras consideradas católicas. Adoptó el lema “La sabiduría es el pilar del reino”
(Columna regni sapientia).

Si bien la situación económica del reino era precaria, debido principalmente a los gastos militares que implicaba ser una potencia, la
reina no dudaba en invertir en la compra de obras de arte a fin de enriquecer los bienes culturales de Suecia.

Descartes en la Corte de la reina Cristina de Suecia (detalle), Pierre Louis Dumesnil. Museo Nacional del Palacio de Versalles.

Cuando su fama de mecenas comenzó a expandirse y varios notables intelectuales europeos mostraron interés en sus proyectos,
Cristina a su vez vio la posibilidad de atraerlos a su corte, ofreciéndoles su patrocinio. De esta manera llegaría a Estocolmo en 1649
el filósofo francés René Descartes, con quien Cristina ya había mantenido correspondencia desde hacía algún tiempo, y quien murió
de bronconeumonía en la misma ciudad cinco meses después. En 1652 vino el artista Sébastien Bourdon, que trabajó como pintor
de la corte por espacio de dos años, hasta que la abdicación de la reina le hizo regresar a su país.

Cristina apreciaba la pintura aunque no dudó en regalar al rey Felipe IV de España el principal tesoro de su pinacoteca; es decir, el
hermoso díptico de Durero, Adán y Eva, hoy en el Museo del Prado.

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Otro importante personaje de la época fue el jurista y teórico político holandés Hugo Grocius, que actuó de embajador de Suecia en
Francia desde 1635, por recomendación del canciller Oxenstierna.

Estocolmo y Upsala fueron recibiendo a filólogos, anticuarios, bibliotecarios, poetas, orientalistas, latinistas, historiadores y otros. En
1652, los eruditos franceses Samuel Bochart y Pierre Daniel Huet se hicieron cargo de su biblioteca. En algún momento Suecia fue
el centro del humanismo en Europa, y Cristina recibió el nombre de Minerva del Norte.

La reina también apoyó el desarrollo del ballet y del teatro. Cristina trajo a Estocolmo compañías francesas, holandesas, alemanas e
italianas, que presentaban sus ballets y pantomimas, además de óperas y piezas en sus propios idiomas. Entre los italianos destacó
el escenógrafo Antonio Brunati, que construyó en el castillo real un escenario con escenografías movibles, llamada la Grande Salle
des Machines, algo muy moderno para la época.

Su entusiasmo por el teatro lo manifestó la reina participando en una obra, en 1651, haciendo el papel de una camarera.

En 1652 la salud de Cristina se resintió y el médico francés Pierre Bourdelot fue llamado a Estocolmo para tratarla. Bourdelot
consiguió la recuperación de la reina y se transformó en uno de sus favoritos, lo que provocó recelos entre otros miembros de la
corte. Finalmente el médico abandonó la corte sueca y algunos favoritos reales dejaron de serlo.

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Embajadores y religiosos[editar]

Contemporáneos de Cristina eran Luis XIV en Francia y Felipe IV en España. El representante diplomático francés en la corte sueca
desde 1645 era Pierre-Hector Chanut, quien logró cultivar una amistad personal con la reina y la apoyó sin reservas en sus planes
de desarrollo cultural del reino.

El embajador español desde 1652 era el general Antonio Pimentel de Prado, que también estableció una relación de amistad con la
reina. Es posible que ambos hayan apoyado a Cristina como confidentes, y católicos, en las inquietudes religiosas de la reina.

Antonio Pimentel de Prado (1604-1671/72)1

También el religioso Antonio Macedo, miembro del cuerpo diplomático de Portugal y una persona muy cultivada, percibió el interés
de la reina por los temas religiosos y se encargó de traer a Estocolmo en 1651 a dos jesuitas italianos, Paolo Casati y Francesco
Malines, para que respondieran a las preguntas de Cristina sobre la fe católica.

El castillo de Upsala.

Abdicación[editar]

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En 1647, la soberana fue inquirida oficialmente por el Consejo del Reino sobre un futuro matrimonio que asegurara la continuación
de la dinastía. Ella respondió que pensaría en ello y que consideraría a su primo Carlos Gustavo al dar su respuesta.

La respuesta oficial la dio en 1649, anunciando que no contraería matrimonio alguno, excusándose de dar motivos.

Comenzó entonces una lucha política entre Cristina y los nobles. La soberana aprovechó hábilmente un conflicto entre la nobleza y
la plebe, esta última exigiendo reducciones en los impuestos, para imponer su voluntad. La soberana insistió en el nombre de Carlos
Gustavo en la sucesión en el trono a cambio de negar las reducciones impositivas, lo que fue finalmente aceptado por los nobles.

En 1653 fundó la Orden del Amaranto, Antonio Pimentel fue nombrado su primer caballero. En febrero de 1654 la reina comunicó al
Consejo del Reino, y a todos los principales, su decisión de abdicar. No dio explicaciones, pero dijo "que con el tiempo se
entenderían sus motivos".

Se hicieron muchos esfuerzos inútiles para hacerla cambiar de decisión. Ella permaneció imperturbable.

El Consejo del Reino exigió entonces de la soberana una explicación, a lo que la reina respondió: “Si el Consejo supiera las razones,
no le parecerían tan extrañas”.

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El 6 de junio de 1654, en el castillo de Upsala, la reina se despojó de sus insignias reales y su primo asumió la corona de Suecia con
el nombre de Carlos X Gustavo. Al día siguiente, en una emotiva ceremonia, Cristina se despidió del rey, de los miembros del
Consejo, de los nobles y por último de las damas de la corte.

Para su manutención se estableció un acuerdo económico, en el cual se le otorgaba la permanente propiedad de varios dominios en
el reino, cuya administración quedaba a cargo de un gobernador general. Los ingresos los percibió Cristina hasta su deceso.

Continuando su camino, Cristina pasó por la ciudad de Nyköping a despedirse de su madre –que moriría al siguiente año-, siguió
hasta el puerto de Halmstad, donde licenció a su comitiva, y se embarcó hacia Hamburgo, para luego continuar hasta Amberes y
Bruselas, en Flandes, entonces dominio del Imperio español, donde Cristina tomaría la segunda decisión más importante de su vida.

Cambio de fe[editar]

Después de algunos meses de estadía, y estando bajo la protección del rey español Felipe IV, Cristina hizo oficial su cambio de fe al
catolicismo en forma privada, en la víspera de Navidad de 1654, a los 28 años de edad. Tomaría, sin embargo, algún tiempo el hacer
pública la noticia (el cuadro que aparece al inicio de este artículo fue un regalo de Cristina a Felipe IV).

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La conversión de la ex reina sueca fue aceptada, antes de morir, por el papa Inocencio X. Su sucesor, Alejandro VII, en abril de 1655
aceptó la intención de Cristina de avecindarse en Roma. Se acordó efectuar su cambio de fe en forma pública antes de su llegada a
los Estados Pontificios.

Así pues, Cristina emprendió el viaje a Roma a fines de octubre de 1655, y el 3 de noviembre fue recibida oficialmente por la Iglesia
Católica en la capilla del castillo de Innsbruck. Desde este lugar también se informó a todas las casas reales europeas del cambio de
fe de la joven.

La noticia fue recibida en Suecia, así como en otros reinos protestantes, con asombro, pues resultaba extraño que la hija del León
del Norte - Gustavo II Adolfo -, el paladín del protestantismo, hubiera abandonado su fe por la del enemigo.

Su profesor Johannes Mattiae Gothus, obispo de Strängnäs, fue duramente criticado por el clero sueco por la responsabilidad que
pudiera haber tenido en esta decisión.

Cristina continuó el viaje hacia Roma, deteniéndose en Bolonia para visitar la antigua universidad, el Santuario de la Santa Casa (en
Ancona), donde donó una corona “de doce diamantes y cuatro rubíes” a la Virgen, y Asís, la cuna de San Francisco.

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Por la importancia que tenía para el mundo católico, Alejandro VII ordenó una recepción espectacular para Cristina en su camino a
Roma. En cada localidad por la que pasaba, se la saludaba con salvas de cañón, las iglesias tañendo sus campanas, misas,
procesiones e incluso representaciones artísticas en honor a ella.

Porta del Popolo

El 19 de diciembre de 1655, Cristina llegaba a la Ciudad Eterna, y el 23 hizo la entrada oficial montando en un caballo blanco y
seguida de un gran cortejo. En la llamada Porta del Popolo se grabó, para la ocasión y en su honor, la leyenda “Por una feliz y
auspiciosa entrada en el año del Señor 1655”.

El papa, los senadores, el colegio cardenalicio, la nobleza romana y una gran cantidad de romanos acudieron a recibirla.

El día de Navidad, Cristina recibió la confirmación y la comunión del papa Alejandro VII en la Basílica de San Pedro.

Eligió el nombre de Alexandra para su confirmación y, a solicitud del Papa, también el de María. María Cristina Alexandra Vasa
comenzó entonces una nueva etapa de su vida en la urbe más importante del catolicismo.

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Vida en Roma[editar]

En su primer tiempo en Roma, Cristina visitó iglesias, colegios, museos, bibliotecas, etc. En general atraía su atención todo lugar
que pudiera tener importancia religiosa y cultural para ella. El papa Alejandro VII la recibió durante algún tiempo en su residencia, en
la llamada Torre de los Vientos.

Para asesorarla en su nuevo ambiente, el Papa designó al cardenal Decio Azzolini, conocido por su amplia cultura y dotes
diplomáticas. El cardenal era tres años menor que Cristina y se convertiría en su más cercano y fiel amigo.

A través de él, Cristina se fue interiorizando de las luchas internas entre los miembros del cardenalato. El cardenal Azzolini lideraba
el partido que deseaba para el papado mayor independencia política de las influencias de Francia y España. Cristina se identificó
con dicha posición y colaboró con los planes del grupo del cardenal Azzolini.

Sus contactos con las familias poderosas de Roma los realizó organizando espectáculos y veladas culturales, las cuales fueron muy
bien recibidas por dichas familias. Cristina comenzó a montar su propia corte bajo la premisa de mantener su derecho al título de
reina –por el hecho de tener sangre real- a pesar de su abdicación.

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En septiembre de 1656, Cristina viajó a Francia, residiendo en el palacio de Fontainebleau por un corto tiempo. Francia estaba
administrada por el cardenal Mazarino, por decisión de la regente Ana de Austria. El rey Luis XIV de Francia asumiría el poder a la
muerte del cardenal en 1661.

En octubre de 1657 retornó a Francia, residiendo en el mismo palacio. Al mes siguiente descubre que uno de sus cortesanos, Juan
Rinaldo, marqués de Monaldeschi, espiaba sus comunicaciones privadas con el cardenal Mazarino. Esta delicada situación política
Cristina la resolvió juzgando y ejecutando a Monaldeschi el 10 de noviembre, en el mismo palacio.

La ejecución fue muy criticada por la nobleza europea en general, argumentando que Cristina, desde su abdicación, ya no tenía
autoridad para ordenar ejecuciones. Cristina contestó reafirmando su condición real para hacerlo, pero esto provocaría una ola de
desprestigio hacia su persona, que trascendería en el tiempo.

Cristina regresó a Roma en febrero de 1658, siendo recibida con frialdad por el papa Alejandro VII y la nobleza. Su amigo, el
cardenal Azzolini, se encargó con el tiempo de ir limando asperezas, y ella entendió que era hora de cambiar de residencia. El
Palacio Farnesio sería su elección y allí se estableció con su corte.

La exreina empezó a buscar obras de arte en la Ciudad Eterna para aumentar la colección traída de Suecia, pero no siempre pudo
adquirir lo que deseaba. Los fondos con que contaba eran insuficientes. Poseyendo gran sagacidad y cultura, carecía de talento

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administrativo, que dejaba en otras manos, no siempre honestas. Sus rentas en el reino sueco tampoco eran suficientes e incluso
comenzaban a retardarse los pagos debido a la situación de guerra con los reinos de Polonia y Dinamarca. La antigua soberana
tenía problemas económicos y se los confió a su amigo el cardenal Azzolini, que tomó cartas en el asunto y reorganizó las finanzas,
asignándole un administrador más competente.

En 1659 decidió mudarse al Palacio Riario (posteriormente Corsini), donde comenzó a desarrollar un estricto protocolo.

El 12 de febrero de 1660 murió súbitamente Carlos X Gustavo en Gotemburgo, dejando a su hijo Carlos XI de Suecia, de 5 años de
edad, como heredero. El Consejo del Reino designó a cinco nobles para que asumieran el poder en el reino de Suecia, hasta la
mayoría de edad del heredero. Cristina decidió ir a su tierra natal para revisar su posición e intereses.

Su visita al reino sueco tuvo altibajos. Logró confirmar las condiciones de su título y las rentas, pero se le retiró el poder para
nombrar autoridades eclesiásticas en las posesiones que generaban dichas rentas. La exsoberana también estaba disconforme con
la gestión de los gobernadores generales que administraban su hacienda, pero sin poder político suficiente, no pudo designar otros.
Además, algunos miembros de la corte no aceptaron su intromisión en el tema de la sucesión, lo que fue rechazado en forma
escrita.

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Después de pasar algún tiempo en el castillo de Johannisborg en Norrköping, una de sus propiedades, se embarcó en la primavera
de 1661 con destino a Hamburgo, donde permaneció cerca de un año. Allí resolvió firmar un contrato con un banquero para que se
hiciera cargo de normalizar sus ingresos. Durante su estancia en Hamburgo se interesó por la alquimia y la Piedra filosofal, lo que
algunos autores han interpretado como una búsqueda de Cristina para resolver sus problemas financieros. En 1662 retornó a su
palacio en Roma.

Toda la década de 1660 fue para ella económicamente difícil, y las relaciones con los regentes de Carlos XI iban de mal en peor. El
principal miembro del gobierno regente era Magnus Gabriel de la Gardie, que había sido uno de sus favoritos en los tiempos de
reinado, y que luego había perdido su favor. Esto sin duda enturbió la situación de la ex reina. De la Gardie era además tío de Carlos
XI.

En 1666 dejó Roma para volver nuevamente a Hamburgo. Luego de vivir un año en esta ciudad, se trasladó a Suecia, esta vez con
la prohibición de acompañarse de sacerdotes católicos y de que se celebrase misa en tierra sueca. Para una persona religiosa y
observante como Cristina, esto fue un insulto, pero ella lo dejó pasar y acudía al embajador francés para poder asistir a misa en el
recinto diplomático galo. En cuanto a sus propiedades, logró arrendar sus posesiones de Ösel y Gotland, lo cual implicó un ingreso
fijo.

Con amargura abandonó Suecia el año 1668, para ya no retornar más, y volvió de nuevo a Hamburgo. Durante su estancia allí
ocurrió la abdicación de Juan II Casimiro de Polonia, un miembro de la rama polaca de la dinastía Vasa, y surgieron voces que la

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propusieron como aspirante al trono de Polonia-Lituania, pero no tuvo apoyo. Cristina regresó a su corte en Roma y ya no volvería a
viajar.

El renacimiento de la Minerva del Norte[editar]

Durante su última estadía en Hamburgo, otro hecho había ocurrido en Roma: el papa Alejandro VII había fallecido en mayo de 1667
y después de 18 días de cónclave, fue elegido por unanimidad el cardenal Julio Rospigliosi, que tomó el nombre de Clemente IX.
También interesado en las artes, al regreso Cristina le otorgó una renta anual para ayudarla en sus proyectos. Tanto ella como el
cardenal Azzolino habían gestionado activamente su elección.

La actividad cultural de Roma tomó nuevos bríos con los proyectos de la ex reina, que comenzó a reunir a artistas, científicos e
intelectuales en su residencia, dándoles una estructura básica en forma de academias, donde se podía discutir y crear. A los más
destacados les asignó un estipendio y en algunos casos una pensión. Una de sus academias, llamada Academia Real, estaba
inspirada en la Academia Francesa, y su meta era preocuparse del idioma itálico, el cual consideraba proclive a la grandilocuencia y
a la hipérbole, y reemplazarlo gradualmente por uno más sencillo. Este proyecto se transformaría, después de su muerte en 1690,
en la llamada Pontificia Accademia degli Arcadi, o Academia de la Arcadia. Entre los miembros de dicha academia se encontraba un
joven literato, Giovanni Francesco Albani, el futuro papa Clemente XI.

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Una de las musas de la Villa Adriana de Tívoli, reunidas por Cristina de Suecia. Presiden actualmente el nuevo recibidor oval del
Museo del Prado.

Cristina se interesó por la arqueología, y pese a sus limitados ingresos, financió algunas excavaciones. Reunió una excelente
colección de esculturas antiguas, como un grupo de Musas que luego sería adquirido por Felipe V de España. Estas Musas,
actualmente en el Museo del Prado, presiden el nuevo salón oval del museo, remodelado por Rafael Moneo.

También construyó un observatorio en su palacio, contratando a dos astrónomos, y donde pasaba horas mirando el cielo.

El sistema de academias atrajo a científicos como el fisiólogo Giovanni Alfonso Borelli, perseguido por sus simpatías por las ideas de
Galileo; a músicos como Bernardo Pasquini, Alessandro Scarlatti, Arcangelo Corelli y Alessandro Stradella entre los más
destacados, y poetas como Carlo Alessandro Guidi y Vincenzo da Filicaja.

Es de destacar su amistad con el escultor Gian Lorenzo Bernini, a quien solía visitar en su taller y a quien había protegido cuando
perdió el favor del papa Inocencio X.

También se preocupó de adornar su palacio con colecciones de pinturas, esculturas, tapices y libros para su riquísima biblioteca.

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De carácter librepensador, Cristina tampoco dudó en oponerse a las persecuciones religiosas, y así lo hizo, publicando en 1686 un
manifiesto donde defendía a los judíos de Roma. También criticó duramente a Luis XIV por las persecuciones a los hugonotes en
1685 y entró en conflicto con el papa Inocencio XI por la intención de éste de eliminar la inmunidad diplomática y el derecho a asilo
en Roma, en 1685.

Inocencio XI y Miguel de Molinos[editar]

El papa Clemente IX murió en 1669 y su sucesor fue Emilio Altieri, con el nombre de Clemente X. Siendo muy anciano, ejerció el
papado hasta su muerte en julio de 1676.

Cristina obtuvo de él el levantamiento de la prohibición a la presencia de mujeres en los espectáculos artísticos, lo que vino a
beneficiar el arte teatral, tan querido a la reina sueca. La soberana adquirió un convento, transformándolo en teatro, al que financió
mediante suscripciones. En este ambiente comenzaría a desarrollarse, por iniciativa de ella, la llamada ópera seria, incluyendo la
participación de castrati.

Durante el mandato de Clemente X se asiló en Roma el jesuita António Vieira, un brillante predicador jesuita que estaba en conflicto
con la corte y la Inquisición de Portugal país del que procedía. Cristina lo llevó a su corte para darle una tribuna a sus ideas. El
religioso regresó a Portugal en 1675 por gestión del papa. En 1679 Cristina le ofreció un puesto en su corte, el cual Vieira declinó.

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La elección en 1676 del nuevo papa, Inocencio XI, un reformador administrativo y opositor a Luis XIV, traería un cambio en la
situación de Cristina. El papa le retiró la renta que le había otorgado Clemente IX y pretendió poner fin a su proyecto teatral. Cristina
respondió con una dura campaña que hizo finalmente que Inocencio XI cejara en el intento.

También el ambiente religioso cambió, como en el caso del teólogo español Miguel de Molinos, muy cercano a Cristina. La teología
siempre fue un tema importante para ella y el quietismo propuesto por Molinos la interesó, llevándola a mantener nutrida
correspondencia con el místico español. A pesar de la popularidad que alcanzaron las obras del sacerdote español, finalmente
fueron condenadas por la Inquisición de Roma, obligando al teólogo a abjurar de sus escritos en 1685. Cristina reaccionó
decepcionada de Miguel de Molinos, pero no con el quietismo.

La religiosidad de la reina siempre fue un tema conflictivo en Roma, dado su natural espíritu inquieto y cuestionador, que, sumado a
su activa actitud por la libertad religiosa, no pocas veces pusieron en duda su conversión al catolicismo, en el conservador ambiente
romano.

Sus obras literarias[editar]

Siendo la Filosofía y la Teología los temas que más le interesaban, mantuvo durante su vida una abundante correspondencia con
destacados personajes en ambos temas, escribiendo siempre en francés, así como lo fueron todos sus escritos. Esta
correspondencia se encuentra hoy mayormente en los Codices Reginenses de la Biblioteca Vaticana y también repartida por
Europa.

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En la última década de su vida comenzó a escribir una Autobiografía, que dejó inconclusa. La obra se compone de nueve capítulos,
relativamente cortos, escritos con una prosa fluida y donde relata en buena síntesis sobre su reino, su persona, sus ancestros, sus
parientes, su ambiente cortesano y anécdotas personales; alcanzando solo a relatar su niñez. El texto tiene la forma de un monólogo
dedicado al Señor. El talento para la síntesis parece haberlo heredado de sus ancestros paternos, hasta Gustavo Vasa, conocidos
por expresarse en forma clara y concisa. Por algunos detalles en el escrito, se puede afirmar que empezó a escribirlo a comienzos
de la década de 1660, durante su estadía en Hamburgo, prosiguiendo en 1681.

En 1665, el duque de La Rochefoucauld publicó Reflexiones o sentencias y máximas morales. La reina inició un intercambio de
correspondencia con el escritor francés, y motivada por el trabajo de este, comenzó a escribir aforismos que fueron reescritos en
1670, en dos volúmenes: Les Sentiments Héroiques y L'Ouvrage de Loisir: Les Sentiments Raisonnables. En total son 1300
aforismos, escritos con las cualidades de una máxima: ser la expresión más breve de un pensamiento.

Tenía también como costumbre escribir comentarios en el margen de los libros que leía, que han contribuido a ampliar su biografía.
Hay que recordar asimismo que contó con el inestimable apoyo de los miembros de la Academia Real que ella misma fundara.

Últimos años[editar]

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Monumento a la reina Cristina de Suecia en la Basílica de San Pedro, Roma.

La última década de su vida estuvo marcada por las dificultades económicas. Sus ingresos se vieron mermados por el estado de
guerra en Suecia. Sin embargo, Carlos XI hizo lo posible por mantener el compromiso económico con ella. La falta de recursos la
obligó a terminar con algunos de sus mecenazgos, siendo el de Arcangelo Corelli, su maestro de capilla, el más notorio. Su salud
comenzó a deteriorarse y pasaba la mayor parte de su tiempo escribiendo. Sus diferencias con el papa Inocencio XI se agudizaron.

Algún tiempo antes de su muerte, un visitante francés escribió una descripción de Cristina:

Tiene más de sesenta años de edad, decididamente pequeña, muy robusta y rechoncha. Su piel, voz y facciones son masculinos:
nariz grande, grandes ojos azules, cejas rubias, una doble barba con vello y un levemente prominente labio inferior. Su cabello es
castaño claro, un palmo de largo, empolvado y sin peinar. Su expresión es amistosa y sus modales muy obsequiosos. Su
indumentaria se compone de una chaqueta masculina ajustada, de satín negro, que le alcanza las rodillas y abotonada en el frente.
Usa una falda negra corta que muestra su calzado masculino. Una gran cinta negra ocupa el lugar del pañuelo al cuello. Un cinturón
sobre su chaqueta le ajusta el vientre, haciendo más notoria su redondez.

En los primeros meses de 1689, la reina comenzó a sentirse muy enferma. El 13 de febrero sufrió un desmayo, que se repitió tres
días más tarde. Sus más cercanos le pidieron que recibiera la extremaunción, cosa que ella tomó con serenidad. El 1 de marzo
escribió su testamento, nombrando al cardenal Azzolino como su heredero universal. También le escribió una carta al papa
Inocencio XI solicitando con humildad su perdón por las diferencias que habían tenido. El papa, que también se encontraba enfermo,

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recibió la misiva con emoción y le respondió por medio de un cardenal, que daba por terminadas sus diferencias y le daba la
absolución. En sus últimos días tuvo la compañía de su amigo Azzolino, que también se hallaba enfermo y moriría el 6 de junio del
mismo año.

En su testamento Cristina escribió que deseaba ser amortajada de blanco y sepultada en el Panteón de Agripa, sin exhibición de sus
restos y rechazando cualquier pompa o vanidad. Su epitafio debería ser tallado en una piedra sencilla y sólo con la inscripción
“D.O.M. Vixit Christina annos LXIII” (Deo Optimo Maximo. Vivió Cristina 63 años).

A las 6 de la mañana del 14 de abril, reposando en su lecho y sólo en compañía del cardenal Azzolino y su confesor, Padre Slavata,
Cristina llevó su mano izquierda al pecho y expiró.

Funerales[editar]

Su última voluntad, de ser sepultada con sencillez, no fue obedecida. El cardenal Azzolino y el papa Inocencio XI decidieron darle un
funeral de Estado. Su cuerpo amortajado se expuso durante tres días en su palacio para recibir los últimos respetos de numerosos
visitantes. Al atardecer del 22 de abril, en un carro abierto, fue trasladada en un cortejo iluminado por antorchas y rodeada de su
guardia palaciega, a una iglesia designada por el cardenal Azzolino. Al siguiente día se celebró una misa de responso en presencia
de todo el colegio cardenalicio. Terminada ésta, se inició una enorme procesión que llevaría los restos de la reina hasta la Basílica
de San Pedro. Allí fue depositado su cuerpo en un ataúd de ciprés junto a su corona y cetro. El ataúd a su vez fue colocado en otro
de plomo y finalmente en otro ataúd de madera. Éste fue depositado en las llamadas Grotte vecchie (Grutas viejas), en la nave

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central de la Basílica. Su sepulcro fue sellado con argamasa y posteriormente se le agregó el epitafio: D.O.M. Corpus Christinae
Alexandrae Gothorum Suecorum Vandalorumque Reginae Obiit die XIX Aprilis MDCLXXXIX.

En 1701, durante el papado de Clemente XI --aquel joven literato Albani de la Academia de la Arcadia-- el arquitecto Carlo Fontana,
discípulo de Bernini, realizó el monumento funerario que se puede observar hoy en la Basílica de San Pedro.

Cristina de Suecia en la literatura y el cine[editar]

Calderón de la Barca escribió su auto sacramental La protestación de la fe basándose en la vida de la reina Cristina.2

El armenio Ruben Mamulian dirigió a Greta Garbo en la película La reina Cristina de Suecia (Queen Christina) estrenada con
enorme éxito en 1933. En 2015 se estrenó la película The Girl King dirigida por Mika Kaurismäki.

Ancestros[editar]

Ancestros de Cristina de Suecia[mostrar]

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Predecesor:

Gustavo II Adolfo Reina de Suecia

1632 - 1654 Sucesor:

Carlos X Gustavo

Véase también[editar]

Alianza anglo-sueca

Referencias[editar]

Volver arriba ↑ http://www.tercios.org/personajes/pimentel_prado.html

Volver arriba ↑ Pedro Calderón de la Barca (2001). Gregory Peter Andrachuk, ed. La protestación de la fe. Edition Reichenberger.
ISBN 9783935004190.

Bibliografía[editar]

Curt Weibull:Drottning Christina. Studier och forskningar (La Reina Cristina: Estudios e Investigaciones). Editorial Natur och Kultur
(1931)

Cristina de Suecia :Självbiografi och aforismer (Autobiografía y aforismos) Editorial Natur och Kultur (1957)

Lars O. Lagerqvist :Sverige och dess regenter under 1 000 år (Suecia y sus soberanos durante 1 000 años) ISBN 91-0-075007-7

126
Sven Stolpe :Kristina Drottning och rebell (Cristina, reina y rebelde) ISBN 91-89684-27-3

Herman Lindqvist : Hermans historia (La Historia de Herman) ISBN 91-7643-428-1

Per Nyström :Tre kvinnor mot tiden (Tres mujeres contra su época) ISBN 91-550-4121-3

Antonio R. Rubio Plo (2004). Vidas romanas: treinta y tres personajes de la Roma eterna. Ediciones Rialp. ISBN 9788432135187.

Úrsula de Allendesalazar: La reina Cristina de Suecia, Editorial Marcial Pons, Madrid, 2009, ISBN 978-84-92820-04-7

Veronica Buckley (2005). Christina; Queen of Sweden. London: Harper Perennial. ISBN 1-84115-736-8.

HATSHEPSUT

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Fue una reina-faraón perteneciente a la dinastía XVIII de Egipto. Gobernó ente los años 1498 y 1468 antes de Cristo. Se casó con
su hermanastro el faraón Tutmosis II que falleció muy joven y se nombró faraón a un hijo extra-matrimonial conocido como Tutmosis
III. Secretamente Hatshepsut fue reuniendo fuerzas, aliados y gestó un plan. Cuando se sintió preparada se autoproclamó faraona
del reino de las "Dos Tierras" y primogénita de Amón con el consentimiento de los sacerdotes. Gobernó con el nombre Maatkara
Hatshepsut y fue la mujer que más tiempo ocupó el trono del reino de las "Dos Tierras".

CATALINA LA GRANDE

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Catalina II de Rusia, llamada la Grande (Ekaterina Alekseyevna, en ruso: Екатерина Великая), nacida en Szczecin (Stettin),
Pomerania, actualmente Polonia, el 2 de mayo de 1729 y fallecida en San Petersburgo el 17 de noviembre de 1796 según el
calendario gregoriano. Reinó como emperatriz de Rusia durante 34 años, desde el 28 de junio de 1762 hasta su muerte.

La historia de Rusia está repleta de grandes e ilustres gobernantes, así como de sanguinarios y asesinos dirigentes, pero sin duda,
existe uno de ellos que determinó la historia del país consiguiendo que éste dejara su persistente atraso como consecuencia de
tener como base social el sistema de servidumbre tan característico de la Europa del Este del pasado y que llevaba a sus

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ciudadanos, especialmente los campesinos, a vivir en condiciones infrahumanas y sin acceso a la alfabetización. En esa historia de
gobernantes, una mujer sobresalió por encima del resto cambiando para siempre el sino de Rusia. Me refiero a Catalina la Grande
de Rusia.

Sin lugar a dudas, se trata de la gobernante más célebre que la Santa Madre Rusia haya conocido. Audaz en la guerra y apasionada
en el amor, Catalina II, nacida en un rincón de provincias gobernó el mayor imperio existente en su tiempo, Rusia.

La futura Catalina la Grande era una joven princesa procedente de Pomerania, Alemania, y se llamaba Sofía. Su madre recibió
entorno al año 1744 una carta enviada desde la corte rusa en la que se le pedía que trajera a su hija para casarla con el futuro
emperador. Según confesó en sus memorias, ella misma leyó que en la carta decía, "con la princesa, vuestra hija mayor". Así que
dio comienzo un largo viaje que llevó a la futura Catalina la Grande desde Zerbst, la ciudad en la que residía, hasta San
Petersburgo, nueva capital del imperio desde que otro grande, Pedro, trasladara allá su corte. El viaje duró tres semanas y la joven
Sofía sabía perfectamente que el destino le brindaba una oportunidad única al poder convertirse en la futura emperatriz de Rusia, un
vasto imperio que se extendía en aquella época desde el mar Báltico hasta el océano Pacífico. El imperio ruso tenía dieciocho
millones de habitantes, la mayoría campesinos que soportaban unas condiciones de vida muy duras. Ya en el mismo viaje por los
campos nevados de Rusia, la joven Sofía pudo apreciar el extraordinario retraso en el que vivía la población. Esta fue una de las
grandes preocupaciones en la época en la que gobernó el imperio y no escatimó esfuerzos para conseguir erradicar la extrema
pobreza de la población rusa. El campesino ruso era el que ocupaba el lugar más bajo en las escala social europea de aquel tiempo,
básicamente, porque estaba sujeto a un estatus de servidumbre, es decir, que no tenía estatus jurídico. Podríamos decir que eran
casi esclavos, un sistema en el que el Señor, al igual que el Amo en el Imperio Romano, tenía poder absoluto sobre el siervo a
excepción de decidir sobre su muerte.

La emperatriz Elibateth I de Rusia, hija de Pedro el grande. Llegó al poder tras un golpe de estado que llevó al destierro al joven Iván
VI. Portrait de Carle Vanloo

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Los Zares rusos gozaban de un poder absoluto ilimitado y una riqueza grandiosa. La capital, San Pertersburgo, estaba repleta de
fabulosos palacios que hoy en día se pueden ver situados a orillas del Neva, el río que atraviesa la ciudad. La zarina era Elisabeth,
hija de Pedro el Grande, quien había conseguido el poder gracias a un golpe de estado en el que su víctima fue Iván VI, a quien
recluyó en una prisión secreta custodiado permanentemente por una guardia imperial que tenía la orden de matarlo si alguien
intentaba rescatarlo. La vida del joven fue terrible, incomunicado y encerrado durante toda su vida hasta la llegada de su trágica
muerte.

Elisabeth era una mujer poderosa, muy bella, una mujer extraordinaria. Una auténtica ninfómana que utilizaba a los hombres como
quería y una maestra del arte político de la conspiración. Tenía la colección de vestidos más grande de Europa, así como una
colección de diamantes excepcional. Jamás se mostraba compasiva y podía ser brutal, por ejemplo, si una mujer la contrariaba
ordenaba que le cortaran la lengua. Esa brutalidad era habitual en la forma de hacer política de la emperatriz, tal vez por ello, decidió
desterrar al joven Iván VI siendo sólo un niño.

Este era el contexto en el que la joven princesa Sofía llegaba a la corte rusa. Sin duda, debió experimentar un miedo aterrador, al
menos, debería imponer esa mujer que la había hecho venir para emparentarse con su familia. Sin embargo, cabe decir que la carta
no ofrecía ninguna garantía y si a la emperatriz no le gustaba volvería a Alemania, cosa que no estaba dispuesta a dejar que
sucediera.

Desde el punto de vista de los zares, Alemania era una especie de agencia matrimonial y, aunque Sofía era una princesa de
segundo rango, sin dinero ni era poderosa, la Emperatriz Elisabeth sabía que necesitaba dejar zanjada la cuestión de la sucesión al
trono y buscaba una mujer para que se casara con su sobrino Pedro, el futuro Pedro III para que le diera hijos. Sofía se mostró
desde el primer momento como una buena candidata, hablaba perfectamente francés como la mayor parte de la aristocracia
europea de su tiempo, además, era la lengua oficial en la corte rusa. A la zarina le gustó. Pronto le presentó a su sobrino y futuro

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marido Pedro, un pobre y enfermizo pusilánime que no gustó físicamente a la joven princesa. La realidad es que eran dos
adolescentes que se divertían juntos jugando a esconderse y a los soldaditos, así que no todo estaba perdido.

El joven sobrino de la emperatriz era el Gran Duque de Holstein, un principado alemán, por lo que era luterano, pero lo que Sofía
descubrió rápidamente es que el duque estaba completamente comprometido con la causa. Pedro mostraba abiertamente a Sofía su
gusto por todo lo que fuera alemán y su poco aprecio por el país en el que residía. Se había quedado huérfano de niño, vivía
enamorado e idolatrando a su gran héroe, Federico el Grande, rey de Prusia, uno de los estados alemanes más grandes. Era muy
infantil y lo cierto es que nunca llegó a madurar. Su actitud propensa hacia lo alemán podía representar una amenaza para ambos y
la joven princesa estaba dispuesta a gestionarlo de la mejor manera posible.

Un buen día, según las memorias de Catalina la Grande, Pedro le confesó que se había enamorado de una dama de compañía que
expulsaron después de la corte. Pedro insistía en que quiso casarse, pero que debía seguir contra su voluntad las órdenes de su tía,
la zarina, y casarse con ella. Esa imprudencia no gustó nada a Sofía y se dio cuenta inmediatamente de la falta de sensatez que
tenía su futuro esposo. Ella se dio cuenta que si quería conseguir casarse con Pedro, no era a él a quien debía gustar, sino a la
emperatriz, su tía, así que se esforzó mucho por agradarla. En aquella época, Sofía veía a la emperatriz Elisabeth como una diosa,
tan perfecta y amable con ella; empezó a estudiar ruso. Pero para convencer a la zarina este gesto no era suficiente y tuvo que
hacer algo más. La religión en Rusia era y sigue siendo el cristianismo ortodoxo y ella tenía que convertirse. Poco antes ya lo había
hecho Pedro quien había sido criado en el luteranismo. Este momento fue fundamental para convencer a la zarina, según le dijeron,
pronunció tan bien la profesión de fe, que en palabras de Catalina en las memorias, "observé como algunos feligreses lloraban, entre
ellos la misma emperatriz. Quería ser rusa y adopté sus costumbres por completo". Entre las cosas que cambió fue la adopción de
su nombre ruso, Catalina. Ya era la prometida oficial del heredero al trono de Rusia.

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El campesino ruso era el que ocupaba el lugar más bajo en las escala social europea de aquel tiempo, básicamente, porque estaba
sujeto a un estatus de servidumbre, es decir, que no tenía estatus jurídico. Podríamos decir que eran casi esclavos, un sistema en el
que el Señor, al igual que el Amo en el Imperio Romano, tenía poder absoluto sobre el siervo a excepción de decidir sobre su
muerte. El padre de Catalina, Cristián Augusto, príncipe de Anhalt-Zerbst, era un general prusiano que ejercía de Gobernador de la
ciudad de Stettin en nombre del rey de Prusia. Aunque nació como Sofía Federica Augusta (Sophie Friederike Auguste von Anhalt-
Zerbst, apodada "Figchen"), una princesa alemana de rango menor, Catalina tenía una remota ascendencia sueca en Carlos IX. De
acuerdo con la costumbre imperante entonces entre la nobleza alemana, su educación fue impartida principalmente por tutores
franceses.

La elección de Sofía como la futura esposa del zar (Pedro de Holstein-Gottorp) se debió a la gestión diplomática entre el conde
Lestocq y Federico II de Prusia. Ambos querían fortalecer la amistad entre Prusia y Rusia para debilitar la influencia de Austria y
arruinar al canciller Alekséi Bestúzhev-Ryumin, consejero de la zarina Isabel, y que era un conocido partidario de la alianza ruso-
austríaca. Además a la emperatriz le gustaba esa familia, ya que ella había estado prometida al tío de Sofía, hermano de su madre,
Carlos Augusto de Holstein-Gottorp, que había muerto de viruela en 1727 antes de que la boda se llevase a cabo.

La intriga diplomática fracasó, en gran medida debido a la intervención de la madre de Sofía, Juana Isabel de Holstein-Gottorp, una
inteligente y ambiciosa mujer. La imagen histórica de la madre de Catalina ha quedado como la de una mujer emocionalmente fría,
así como una trepadora social que amó las intrigas y los chismes de la corte. Juana estaba tan cegada por la ambición de convertir a
su hija en emperatriz de Rusia, que logró enfurecer a la emperatriz Isabel y la obligó a salir del país acusándola de espiar para el rey
de Prusia. No obstante, a Isabel siempre le gustó la hija, y finalmente el matrimonio se celebró en 1745.

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La princesa Sofía no escatimó esfuerzos para congraciarse no sólo con la emperatriz Isabel y con su marido, sino también con el
pueblo ruso. Se dedicaba con tal celo al aprendizaje de la lengua rusa que se levantaba por la noche y caminaba descalza para
repasar las lecciones. Esto dio lugar a un grave ataque de neumonía, en marzo de 1744. Cuando escribió sus memorias reprodujo
cómo había formado su mente al llegar a Rusia para hacer todo lo que fuese necesario a fin de estar calificada para llevar la corona.

Su padre, un devoto luterano, se opuso firmemente a la conversión de su hija a la Iglesia ortodoxa rusa. Pero a pesar de sus
instrucciones, el 28 de junio de 1744 fue bautizada con el nombre de Catalina (Yekaterina o Ekaterina) Alekséyevna. Al día siguiente
tuvieron lugar los esponsales, y Catalina se casó con el gran duque Pedro el 21 de agosto de 1745 en San Petersburgo. Los recién
casados se instalaron en el palacio de Oranienbaum, que sería la residencia de la "joven corte" durante 54 años.

El golpe de Estado de 1762[editar]

El fracaso del matrimonio fue debido a la impotencia y la inmadurez del gran duque Pedro, que contaba con 18 años el día de su
boda y no pudo consumarlo durante ocho años. Para entonces el distanciamiento de la pareja parece definitivo y Pedro toma una
amante (Yelizaveta Vorontsova), mientras que Catalina no duda en replicarle manteniendo relaciones con Serguéi Saltykov, Charles
Hanbury Williams y Estanislao II Poniatowski. Se convirtió en amiga de Catalina Dáshkova, la hermana de la amante de su marido,
quien la presentó a varios grupos de políticos poderosos que se oponían a su marido. Catalina leía mucho y se mantenía informada
sobre los acontecimientos de Rusia y del resto de Europa. Mantuvo correspondencia con muchas de las mentes prominentes de la
época, incluyendo a Voltaire y Diderot.

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Después de la muerte de la emperatriz Isabel el 5 de enero de 1762, Pedro subió al trono como Pedro III de Rusia y la pareja se
trasladó al nuevo Palacio de Invierno en San Petersburgo; Catalina se convirtió así en emperatriz consorte de Rusia. Sin embargo,
las excentricidades del nuevo zar, su política de secularización de bienes y tendencia filoprusiana le granjearon la enemistad de
varios sectores, entre ellos la Iglesia. Para complicar más el asunto, Pedro intervino en una disputa entre Holstein y Dinamarca sobre
la provincia de Schleswig, apoyando al primero, su país natal, y despertando la impopularidad entre la nobleza ante una guerra muy
alejada de los intereses de Rusia.

En julio de 1762, Pedro cometió el error político de retirarse con sus guardias de Holstein y sus amigos a Oranienbaum, dejando a su
esposa en San Petersburgo. El 13 y 14 de julio, la Guardia Imperial Rusa, al mando de Grigori Orlov, amante de Catalina, se rebeló,
deponiendo a Pedro, y proclamando a su esposa como gobernante de Rusia. El golpe triunfó sin derramamiento de sangre; Catalina
Dáshkova, una confidente de la emperatriz, señaló que Pedro parecía no tener problema en abandonar el trono, y solo pedía a
cambio una tranquila finca, su viejo violín y suministros de tabaco y vino de Borgoña.

Seis meses después de su acceso al trono, y tres días después de su deposición, el 17 de julio de 1762, Pedro III falleció en Ropsha
a manos de Alekséi Orlov (hermano menor de Grigori). Los historiadores de la era soviética acusaron a Catalina de haber ordenado
el asesinato, como también dispuso los de otros posibles reclamantes al trono (Iván VI y la princesa Tarakánova), pero muchos
historiadores modernos creen que no formó parte de ello.

Catalina, aunque no descendía de emperadores rusos, sucedió a su marido, tras el precedente establecido cuando Catalina I de
Rusia sucedió a Pedro I en 1725. Su manifiesto de acceso al trono justifica su sucesión citando la "elección unánime" de la nación.
Sin embargo, una gran parte de la nobleza lo consideró como una usurpación, tolerable solo durante la minoría de su hijo, el gran

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duque Pablo. En la década de 1770, un grupo de nobles relacionados con Pablo (Nikita Ivánovich Panin y otros) contemplaron la
posibilidad de un nuevo golpe para deponer a Catalina y transferir la corona a su hijo, cuyo poder quedaría restringido previamente
en una especie de monarquía constitucional. Pero nada de esto se llevó a cabo, y Catalina reinó hasta su muerte.

Por su estrategia de política interior y exterior intentó una europeización del país, y otorgó a la nobleza un puesto relevante que
hasta ese momento no había tenido. Interiormente fracasó en su intento de crear un código con las ideas de Montesquieu y vivió una
contienda en 1773 con los campesinos, por la nefasta situación social en que la población vivía. Esto provocó una nueva
reestructuración del gobierno regente. Exteriormente se centró en la expansión territorial, aunque a costa de Polonia y Turquía. Se la
denominó Semíramis del Norte, y fue considerada como una mujer inteligente, culta, sagaz, muy hábil, apasionada y con una vida
privada un tanto peculiar. Mantuvo una gran amistad y comunicación con los grandes ilustrados franceses, como Diderot,
Montesquieu o Voltaire, o con el escritor belga Charles-Joseph de Ligne.

El gran amor de su vida fue el príncipe Grigori Potiomkin, quien fue su gran apoyo político.

Política interna[editar]

Al mismo tiempo que extendía los límites de su imperio, Catalina introducía novedades en la agricultura y la industria, basándose en
el pensamiento de las Luces. Creó una estructura para reformar las leyes. Se instituyó una Comisión legislativa (Уложенная
комиссия) que representaba a todas las clases salvo a los siervos, pero se disolvió antes de que pudiera ser eficaz, tal vez porque
había pasado a ser demasiado conservadora tras la insurrección del atamán cosaco Yemelián Pugachov entre 1773 y 1774.

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Rebelión de Yemelián Pugachov[editar]

Durante 1768-1774 en la guerra con el Imperio otomano, Rusia experimentó una agitación social importante causada por la
sublevación de Pugachov. En 1773 un cosaco del Don llamado Yemelián Pugachov declaró ser el destronado zar Pedro III,
rechazando la autoridad de la emperatriz Catalina. Otras comunidades y agrupaciones cosacas, además de varias etnias
turcomanas que sentían el choque del Estado centralizado ruso, junto a trabajadores industriales en los Montes Urales, así como los
campesinos que esperaban escapar a la servidumbre, se unieron en una rebelión de alcance masivo. La preocupación principal del
régimen imperial era entonces la guerra contra Turquía y ello permitió a los rebeldes de Pugachov tomar el control de una gran zona
de territorio en la cuenca del río Volga, pero el ejército regular derrotó ferozmente la rebelión en 1774.

Yemelián Pugachov.

La sublevación de Pugachov alentó la determinación de Catalina para reorganizar la administración provincial de Rusia. En 1775
dividió Rusia en provincias y distritos según las estadísticas de la población. Se otorgó a cada provincia una amplia administración,
destacamentos de policía y un aparato judicial. Los nobles tuvieron que servir, no superando el tiempo establecido para el gobierno
central, pues la ley así lo había requerido desde tiempos de Pedro el Grande, y muchos de ellos recibieron papeles significativos en
administrar gobiernos provinciales, con lo cual la autoridad imperial confiaba tales puestos a aristócratas de confianza, obedientes al
zar y que aseguraban que el poder central llegase a cada rincón del Imperio.

Catalina también procuró organizar la sociedad en grupos sociales bien definidos y estratificados. En 1785 publicó las cartas a los
nobles y señores del pueblo. La carta a la nobleza confirmó la liberación de los nobles respecto del servicio obligatorio y les dio

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derechos como clase privilegiada y servidora directa de la autocracia rusa. La carta a las ciudades probó ser más complicada y en
última instancia mucho menos acertada que la publicada para los nobles. No se llegó a publicar una carta similar para los
campesinos, ni para mejorar las condiciones de los siervos.

Los historiadores han discutido la sinceridad de Catalina como monarca representativa de la Ilustración, pero pocos han dudado que
creyó realmente en el activismo del gobierno dirigido, desarrollando al máximo los recursos del Imperio y haciendo su administración
más eficaz. Inicialmente, Catalina procuró racionalizar procedimientos del gobierno mediante modificaciones en las leyes. En 1767
Catalina creó la Comisión Legislativa (Уложенная комиссия), formada por nobles, grandes terratenientes y otros aristócratas, para
codificar las leyes del Imperio ruso. Aunque la comisión no formuló un nuevo código legal, La Instrucción («Наказ» Екатерины II) a
la Comisión de Catalina introdujo a algunos rusos al pensamiento político y legal occidental.

Consecuencias del expansionismo[editar]

Aunque integrar parte del territorio de Polonia a su imperio significó apoderarse de nuevas tierras fértiles, esto también creó nuevas
dificultades para el Imperio ruso. Al perder a Polonia como Estado colchón, Rusia tuvo que compartir frontera —a partir de esos
momentos— con las grandes potencias, Prusia y Austria, que podrían ser eventuales rivales. Además, el Imperio ruso llegó a ser
más étnicamente heterogéneo que antes al absorber a una gran cantidad de etnias, tales como los ucranianos, bielorrusos y judíos.
Los ucranianos y bielorrusos, que en su mayoría trabajaban como siervos bajo el dominio polaco, cambiaron poco su situación al
principio bajo poder ruso. Los polacos, tradicionalmente católicos y herederos de una antigua potencia militar, se resistían a perder
su independencia económica y cultural; siendo un pueblo difícil de controlar, efectuaron a lo largo del siglo XIX varias sublevaciones
fallidas contra los rusos.

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También a fines del siglo XVIII, Catalina suprimió la autonomía de Ucrania al este del río Dniéper, la de los territorios bálticos y la de
varias áreas pobladas por cosacos. Así ordenó la supresión de la Sich de Zaporozhia vulnerando el Tratado de Pereyáslav de 1654.
Con su énfasis en un imperio uniformemente administrado, Catalina (aunque era alemana por su origen) puso las bases de una
política de rusificación que en sus últimos años de reinado ya se había impulsado, y que sería ejecutada más intensamente por sus
sucesores.

Reducción de judíos a una zona de asentamiento obligatoria[editar]

Artículo principal: Historia de los judíos en Polonia

Véase también: Historia de los judíos en Rusia

Desde la fundación del Reino de Polonia (1025) y hasta la unión polaco-lituana (1569), Polonia fue uno de los países más tolerantes
de Europa convirtiéndose en el hogar de una de las comunidades judías más grandes y vibrantes del mundo. Para los historiadores
de la época Polonia se había convertido en algo similar a un «paraíso judío» de judíos asquenazís. El establecimiento de la unión
polaco-lituana debido a una serie de invasiones extranjeras y de cambios culturales, como la reforma protestante y el posterior
Concilio de Trento, provocaron que la tolerancia religiosa, que era tradicional en Polonia, empezara a mermar desde el siglo XVII.
Pero con la expansión occidental de Rusia bajo Catalina anexó diversas porciones del territorio polaco, por el cual Rusia recibió las
zonas que comprenden la actual Bielorrusia y Livonia, y con la desaparición del país como estado soberano, los judíos fueron
víctimas de leyes antisemitas ante todo a causa del creciente antisemitismo del Imperio ruso.

Catalina suprimió los derechos a los judíos del Imperio en 1742, que desde entonces fueron considerados como población
extranjera. Un decreto de 3 de enero de 1792 obligó a los judíos a vivir sólo en el extremo más occidental del Imperio, denominado

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zona de asentamiento, y les prohibió acercarse a los grandes núcleos urbanos rusos. Ello inició una etapa de antisemitismo de
Estado que degeneró en discriminación violenta hacia finales del Imperio traducida en los pogromos.

Fomento de la inmigración de alemanes étnicos[editar]

Artículo principal: Alemanes del Volga

Desde 1763 colonos de alemanes étnicos comenzaron a emigrar principalmente de Hesse, Renania-Palatinado, Baden-Wurtemberg
y Baviera para reunirse en la ciudad de Büdingen, en Oberhessen, y emprender todos juntos el viaje hacia Rusia, aceptando una
invitación de la emperatriz Catalina II de Rusia de afincarse en las tierras del bajo Volga. Allí fundaron en 1764 la primera aldea
(Dobrinka), las que llegaron cinco años más tarde un centenar, totalizando cerca de 30 000 habitantes en esa primera colonización.

Al lado occidental del Volga se lo llamó Bergseite /bérgsaite/ (lado montañoso) y al lado este, Wiesenseite /vísensaite/ (lado de
prados o llano). Así, las colonias fundadas se identifican como las que son de la Bergseite o de la Wiesenseite, y se fijó como capital
de la primera la ciudad de Sarátov, y como capital o centro jurídico de la segunda, a Samara.

La inmigración alemana a esta zona se mantuvo relativamente constante durante casi 100 años, aunque hacia el último período
algunos se asentaron en las tierras de Odesa, a orillas del mar Negro, en respuesta a otro edicto que invitaba a colonizar
especialmente a alemanes, pero esta vez de parte del zar Alejandro I de Rusia, nieto de Catalina. Este grupo es conocido como los
alemanes del Mar Negro.

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La política interna de los últimos años[editar]

La «occidentalización» de Rusia continuó durante el reinado de Catalina. Un aumento en el número de libros y de periódicos también
trajo adelante discusiones intelectuales y la crítica social propia de la Ilustración rusa. En 1790 Aleksandr Radíshchev publicó su libro
El Viaje de San Petersburgo a Moscú, un ataque feroz contra el sistema de servidumbre y contra la autocracia. Catalina, asustada ya
por la Revolución francesa, hizo que Radíschev fuese arrestado y enviado a Siberia. Radíschev ganó más adelante el
reconocimiento de padre del radicalismo ruso.

Catalina terminó de desarrollar muchas de las políticas de Pedro el Grande y fijó las bases para la expansión imperial del siglo XIX.
Hizo construir el Palacio Pávlovsk para su hijo Pablo, que es parte del Patrimonio Cultural de Rusia.

Rusia se convirtió en un país capaz de competir con sus vecinos europeos en las esferas militar, política y diplomática. La élite de
Rusia acabó por convertirse en una de las más cultas, tal y como sucedía en los países de la Europa Central y Occidental de la
época. No obstante, la organización de la sociedad y del sistema de gobierno, las grandes instituciones centrales de la
administración provincial de Catalina, seguía siendo la misma sociedad dividida en estratos sociales cuidadosamente delimitados y
donde la movilidad social era difícil, tal como se había previsto desde tiempos de Pedro I, no produciéndose ningún cambio en tal
sentido hasta la emancipación de los siervos en 1861 y, en algunos aspectos, hasta la caída de la monarquía en 1917. Catalina dio
un empuje para la expansión rusa hacia el sur, incluyendo el establecimiento de Odesa como el principal puerto mercantil ruso en el
Mar Negro, con tal de que sirviese como base para el comercio del grano del siglo XIX.

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Retrato de Aleksandr Radíshchev.

A pesar de tales realizaciones, el imperio que Pedro I y Catalina II habían construido seguía enfrentado a problemas fundamentales.
Una élite pequeña de europeizados, enajenada de la masa de rusos ordinarios, planteó preguntas sobre la misma esencia de la
historia, de la cultura y de la identidad de Rusia. Rusia alcanzó su preeminencia militar por confianza en la coerción y en una
economía dirigida por la corte imperial, bastante primitiva, y principalmente basada en el sistema de servidumbre para actividades
económicas primarias como la agricultura, minería y ganadería. El desarrollo económico de Rusia era insuficiente para las
necesidades del siglo XVIII y estaba muy alejado aún del grado de transformación que la primera Revolución industrial causaba en
países occidentales.

La tentativa de Catalina para organizar la sociedad rusa en rígidos estamentos corporativos hizo frente al temprano desafío de la
Revolución francesa, que propugnaba una ciudadanía individual. La extensión territorial y la incorporación a Rusia de un número en
aumento de no-rusos en el imperio fijaron el principio del problema futuro de las nacionalidades. Finalmente, la primera cuestión de
la servidumbre y la autocracia en los argumentos morales presagiaron el conflicto entre el Estado y la intelectualidad, que llegó a ser
dominante en el siglo XIX.

A principios del siglo XIX, la población de Rusia, los recursos, la diplomacia internacional y las fuerzas militares le hicieron uno de los
Estados de mayor poderío del mundo. Su poder le permitió desempeñar un papel cada vez más activo en los asuntos de Europa.
Este papel llevó al Imperio a participar años después en una serie de guerras contra Napoleón, que tenían consecuencias de gran
envergadura para Rusia y el resto de Europa. Después de aceptar la Ilustración con entusiasmo durante el siglo XVIII, la élite de
Rusia se tornó en opositora activa de las tendencias de liberalización en la Europa central y occidental desde 1789.

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Internamente, la población de Rusia había crecido de forma diversa con cada adquisición territorial. La población incluía luteranos
fineses, bálticos alemanes, estonios y algunos lituanos, había también católicos lituanos, polacos y algunos letones, ortodoxos
bielorrusos y ucranianos, pueblos musulmanes a lo largo de la frontera meridional del Imperio y en el este, griegos ortodoxos y de
S'akartvelos, y miembros de la Iglesia apostólica armenia. Con la influencia occidental, la oposición a la autocracia rusa fue en
aumento; ante ello el régimen reaccionó creando una especie de policía secreta, así como también imponiendo la censura para
cortar las actividades de las personas que abogaban el cambio o movimiento nacionalista alguno en el interior del Imperio. El
régimen seguía confiando en su economía basada en siervos como una herramienta destinada a servir como apoyo a las clases
altas, al gobierno y a las fuerzas militares. En 1862 el biznieto de Catalina, el emperador Alejandro II, aboliría la servidumbre.

Política exterior[editar]

Durante el reinado de Catalina la Grande se ampliaron las fronteras del Imperio ruso hacia el sur y hacia el oeste absorbiendo Nueva
Rusia, Crimea, Ucrania, Bielorrusia, Lituania, y Curlandia a expensas de los dos estados más extensos de la zona, el Imperio
otomano y la Mancomunidad Polaco-Lituana. En total añadió unos 518 000 km² al territorio ruso.

Expansión rusa bajo Catalina II[editar]

Imperio ruso durante el gobierno de Catalina.

Expansión de Rusia entre 1613 y 1914.

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Moneda de 5 kopeks con el anagrama de Catalina II de Rusia.

La extensión imperial obtenida en el reinado de Catalina II, trajo al imperio enormes territorios nuevos en el sur y el oeste así como la
consolidación del gobierno interno. Después de la Guerra ruso-turca contra el Imperio otomano en 1768, por el Tratado de Küçük
Kaynarca en 1774, Rusia adquirió una conexión directa al mar Negro, mientras los Tártaros de Crimea se convirtieron en un estado
independiente de los otomanos. En 1783 Catalina anexionó Crimea. Tras la Guerra ruso-turca (1787-1792) con el Imperio otomano,
por el tratado de Iasi en 1792 se amplió el dominio territorial de Rusia hacia el suroeste, llegando al río Dniéster. Los términos del
tratado redujeron las ambiciosas metas del presunto proyecto magno de Catalina: la expulsión total de los otomanos de Europa y la
renovación del Imperio romano de Oriente bajo control ruso. El Imperio otomano no planteó nuevamente una amenaza seria al
Imperio ruso, al contrario, los gobernantes turcos se vieron forzados a tolerar un aumento de la influencia rusa en los Balcanes.

La expansión occidental de Rusia bajo Catalina resultó en el reparto de la Mancomunidad de Polonia-Lituana. Polonia, que había
sido potencia regional entre los siglos XVI y XVII empezó a debilitarse gravemente a lo largo del siglo XVIII, mostrando continuas
luchas entre su aristocracia y un creciente desorden interno; una señal evidente del debilitamiento de Polonia ocurrió cuando cada
uno de sus poderosos vecinos —Rusia, Prusia y Austria— intentaron colocar a su propio candidato en el trono polaco generando la
Guerra de Sucesión de Polonia, que envolvió a toda Europa. En 1772 Rusia, Austria y Prusia, llegaron a un acuerdo informal para
anexarse diversas porciones del territorio polaco, por el cual Rusia recibió las zonas que comprenden la actual Bielorrusia y Livonia.
Después de la primera partición, Polonia instauró un nuevo régimen que inició un programa extenso de reformas, que incluyó una
Constitución democrática, la Constitución del 3 de mayo de 1791, lo cual alarmó a las facciones más reaccionarias de la aristocracia
polaca, la cual pidió a su vez la ayuda de Rusia. Usando como excusa el peligro del radicalismo liberal tras la Revolución francesa
de 1789, Austria, Prusia y Rusia (que careció de Constitución hasta 1906) reclamaron la abolición de la Constitución polaca de 1791.

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En 1793 Polonia volvió a ver reducido su territorio tras una invasión conjunta de sus vecinos que dio lugar a la segunda partición.
Esta vez el Imperio ruso obtuvo la mayoría de Bielorrusia y el sector de Ucrania que está situado al oeste del río Dniéper. La
partición de 1793 condujo a una sublevación nacionalista en Polonia contra la influencia de rusos y prusianos, la cual terminó siendo
derrotada por los ejércitos de Rusia y Prusia en 1795, dando lugar a la tercera partición en ese mismo año. El territorio polaco que
aún se mantenía independiente fue repartido por ambos invasores. Consecuentemente Polonia desapareció del mapa político
internacional.

Guerras ruso-turcas[editar]

Guerra Ruso-Turca (1768-1774)[editar]

La Guerra Ruso-Turca de 1768-1774 fue un conflicto decisivo que estableció el control ruso de facto sobre el sur de Ucrania, hasta
entonces dominada por el Imperio otomano a través de su Estado títere, el Kanato de Crimea.

La guerra fue una consecuencia inesperada de la tensa relación que se vivía en Polonia, donde varios nobles se rebelaron contra el
gobierno del rey Estanislao II, antiguo amante y títere de la emperatriz Catalina II de Rusia. Estos nobles, reunidos en la llamada
Confederación de Bar, atacaban a las tropas rusas desplegadas en Polonia en apoyo de Estanislao II y luego se retiraban a países
vecinos para protegerse de las represalias rusas.

En 1768 un grupo de cosacos al servicio de Rusia persiguió a una banda de confederados hasta la ciudad de Balta, en la actual
Ucrania, que por entonces formaba parte del Kanato de Crimea. Los crimeanos acusaron a los cosacos de matar a varios de sus
conciudadanos, cosa que Rusia negó, y pidieron ayuda a su señor, el Sultán Mustafá III de Constantinopla. Sobre la base de esto,

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Mustafá III declaró la guerra a Rusia el 25 de septiembre de 1768 y estableció una alianza con los rebeldes polacos. Por su parte,
Rusia se ganó el apoyo de Gran Bretaña, lo que le garantizaba un acceso sin problemas al mar Mediterráneo, así como algunos
consejeros navales.

Alegoría de la victoria de Catalina sobre los turcos (Stefano Torelli, 1772).

A pesar de que el Imperio otomano declaró la guerra primero, los turcos se vieron incapaces de llevar la iniciativa durante toda la
contienda, mostrándose faltos de una estrategia real. Esto permitió al General Aleksandr Suvórov maniobrar sin problemas en
Polonia, donde capturó Cracovia en 1768 a los sublevados y luego aplastó la rebelión en el resto del país. Mientras tanto, la flota
rusa del Báltico penetró en el Mediterráneo y arribó en febrero de 1770 a Morea (sur de Grecia), donde los rusos tenían agentes
secretos desde años antes, y estimuló una rebelión popular contra los turcos que, sin embargo, no se extendió al resto del país. Aun
así, esto forzó a los turcos a enviar refuerzos a Grecia en detrimento de Ucrania, labor que se vio complicada con la posterior derrota
y destrucción de la flota otomana en la batalla de Chesma, que tuvo lugar entre el 5 y el 7 de julio de ese año frente a la isla egea de
Quíos.

El mismo día que el almirante Alekséi Orlov derrotaba a la escuadra turca en la batalla de Chesma, el mariscal de campo Piotr
Rumyántsev penetró en la Ucrania otomana y derrotó a los turcos y sus aliados tártaros en dos batallas sucesivas sobre el río Larga,
tras las cuales los rusos ocuparon la mayoría de las fortalezas existentes en la región. También ofrecieron a los crimeanos cambiar
de bando y aliarse con ellos contra los turcos, cosa a la que el Kan Sahib II Giray se negó. Sin embargo, un ataque sorpresa sobre la
propia Península de Crimea lo obligó a recapacitar por lo que envió a su sobrino y sucesor, el príncipe Şahin Giray, a San
Petersburgo para que negociara una paz con la emperatriz Catalina II en persona. Crimea abandonó entonces la guerra y con ello,

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su largo vasallaje al Imperio otomano. En 1773 Aleksandr Suvórov dio la campaña de Polonia por finalizada y marchó a Ucrania para
combatir a las fuerzas otomanas que aún quedaban allí. Ganó una batalla tras otra, dando pie a su posterior fama de general
invencible. El Imperio otomano solicitó la paz en 1774.

Abd-ul-Hamid I.

El 21 de julio de 1774 Rusia y Turquía firmaron el Tratado de Küçük Kaynarca, que ponía fin a la guerra. De acuerdo con el tratado,
el Imperio otomano reconocía la independencia de un reducido Kanato de Crimea (cosa que lo convertía de facto en un estado
satélite de Rusia) y se comprometía a pagar 4,5 millones de rublos como indemnización de guerra. Rusia ganaba además el derecho
a construir dos puertos en el Mar Negro, cosa que hasta entonces le había estado vedada. Finalizaba así el monopolio otomano
sobre este mar y se abría la posibilidad a un ataque naval ruso sobre la misma Constantinopla en el futuro.

Por su parte, el Kanato de Crimea sobrevivió a la guerra, pero quedó sumido en la ruina y dividido entre facciones fuertemente
enfrentadas que apoyaban a Rusia o a Turquía. Usando como pretexto la guerra civil que por esta causa desangraba el país, los
rusos ocuparon Crimea en 1783 y depusieron al último Kan, Şahin Giray, el mismo que años atrás había sido recibido por la propia
Catalina II. Exiliado al Imperio otomano en 1787, fue finalmente apresado y ejecutado por traición por orden del nuevo sultán, Abdul
Hamid I, que no le perdonó su papel en la negociación de la paz con Rusia y el consiguiente abandono de Turquía en la guerra. De
hecho Turquía no aceptó formalmente la anexión de Crimea a Rusia en 1783, por lo que la visita de Catalina II a la península en
1787 fue utilizada como pretexto para la nueva guerra ruso-turca que estalló ese año.

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Guerra Ruso-Turca (1787-1792)[editar]

Sitio de Ochákiv en 1788, por January Suchodolski.

La Guerra Ruso-Turca de 1787-1792 se debió al intento frustrado del Imperio otomano por reconquistar territorios cedidos a Rusia
en el curso de la anterior Guerra Ruso-Turca (1768-1774). En 1786 Catalina II de Rusia hizo su entrada triunfal en la Crimea
anexionada en compañía de su aliado, el emperador José II de Habsburgo del Sacro Imperio Romano Germánico. Estos
acontecimientos, junto con la fricción causada por mutuas acusaciones de infracción del Tratado de Küçük Kaynarca, que había
terminado la anterior guerra, inflamaron a la opinión pública de Constantinopla; los embajadores británico y francés, por su parte,
también dieron su apoyo incondicional a los partidarios de la guerra.

La guerra se declaró en 1788, pero los preparativos de Turquía fueron inadecuados y el momento mal elegido, con Austria aliada a
Rusia, hecho conocido por los turcos sólo cuando ya era demasiado tarde. Los turcos consiguieron que los austriacos se retiraran de
Mehadia y conquistaron el Banato (1789); pero en Moldavia el mariscal de campo Piotr Rumyántsev-Zadunayski tomó Iaşi y Jotýn.
Tras un largo sitio invernal Ochákiv cayó ante el príncipe Grigori Potiomkin, y todos sus habitantes fueron masacrados. Esta noticia
afectó tanto al sultán Abdul Hamid I que le causó la muerte. Los generales turcos eran incompetentes, y el ejército levantisco; las
expediciones de auxilio a Bender y Akerman fracasaron, Belgrado fue tomada por el General Laudon de Austria, la fortaleza
inexpugnable de Izmail fue conquistada por Aleksandr Suvórov mediante el uso de ataques sorpresa de infantería y artillería
combinadas, Ushakov destruyó la flota otomana en Fidonisi, Tendra, Estrecho de Kerch y Cabo Caliacria, y la caída de Anapa ante
Iván Gudóvich completó la serie de desastres turcos.

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El nuevo y joven sultán Selim III deseaba ardientemente restaurar el prestigio de su país con una victoria antes de hacer la paz, pero
el estado de sus tropas frustró sus esperanzas. Prusia, que había firmado un tratado ofensivo con Turquía el 31 de enero de 1790,
no le prestó ninguna ayuda. Por el Tratado de Jassy, firmado con Rusia el 9 de enero de 1792, el Imperio otomano reconoció la
anexión rusa del Janato de Crimea (efectuada en 1783) y cedió Yedisán (Jadzhibéy y Ochákiv) a Rusia, pasando el Dniéster a ser la
frontera europea entre ambos países. La frontera asiática (el río Kubán) permaneció intacta.

Relaciones con Europa Occidental[editar]

En el escenario político europeo, Catalina permaneció consciente en todo momento de su legado, y anhelaba el reconocimiento
internacional como una soberana ilustrada. Ella sería la pionera para Rusia en el papel que Gran Bretaña jugaría más adelante en la
mayor parte del siglo XIX y principios del siglo XX, la de mediadora en los conflictos internacionales que pudieran, o no, conducir a la
guerra. En consecuencia, actuó como mediadora en la Guerra de Sucesión Bávara (1778-1779) entre Prusia y Austria. En 1780 se
creó la Liga de la Neutralidad Armada, destinada a defender la neutralidad de los mares de la Marina Real Británica durante la
Revolución Americana, y se negó a apoyar a los británicos de cualquiera de las maneras.

Desde 1788 a 1790, tiene lugar la Guerra Ruso-Sueca, instigada por el primo de Catalina, el rey Gustavo III de Suecia, que
pretendía recuperar las provincias bálticas perdidas en Poltava. Sobrevalorando al ejército ruso, Catalina, se mantiene en guerra
contra los turcos, enfrentándose a crecientes pérdidas humanas, financieras e incluso territoriales al ser amenazada San
Petersburgo por las victorias de la flota sueca. Pero la situación cambió cuando Dinamarca declaró la guerra a Suecia en 1789. Tras
la batalla de Svensksund en 1790, las tres partes firmaron el Tratado de Värälä (14 de agosto de 1790), por el que todos los
territorios conquistados durante el conflicto serían devueltos a sus respectivas naciones; también se aseguró la paz por veinte años.

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Relaciones con Japón[editar]

En el Lejano Oriente, los rusos se convirtieron en activos cazadores de pieles en Kamchatka y las islas Kuriles. Sin embargo, los
asentamientos rusos tenían problemas de suministros, demasiado limitados y encarecidos por la necesidad de importar mercancías
a larga distancia a través de Siberia. Esto estimuló el interés en la apertura del comercio con Japón. En 1783, una tormenta condujo
a un marino japonés, Daikokuya Kōdayū, a las islas Aleutianas, en territorio ruso. Las autoridades locales rusas decidieron ayudarle
en su viaje y lo utilizaron como un enviado comercial. El 28 de junio de 1791, Catalina concedió una audiencia a Kōdayū en
Tsárskoye Seló. Posteriormente, en 1792, el gobierno ruso envió una misión oficial dirigida por Adam Laksman a Japón. El
Shogunato Tokugawa recibió la misión, pero las negociaciones fracasaron y las relaciones comerciales entre los dos países no
comenzaron hasta 1858.

Los repartos de Polonia[editar]

En 1764, Catalina colocó a Estanislao Poniatowski en el trono de Polonia (tomando el nombre de "Estanislao II de Polonia"). Aunque
la idea de la partición de Polonia fue del rey prusiano Federico II, Catalina tomó un papel de liderazgo en la ejecución de este pacto.
Lady Jacqueline Gloshinski de Polonia, ayudó a Catalina en muchas de sus decisiones, algo que se mantuvo en secreto para que no
se tomaran represalias en su contra. En 1768, Catalina se convirtió oficialmente en protectora del Estado Polaco-Lituano, algo que
provocó un levantamiento anti-ruso en Polonia, la Confederación de Bar. Después de aplastar el levantamiento se estableció un
sistema de gobierno plenamente controlado por el Imperio ruso a través de un Consejo Permanente, bajo la supervisión de unos
embajadores y enviados. A partir de entonces tuvieron lugar tres repartos consecutivos de territorios polacos entre Rusia, Austria y
Prusia.

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Estanislao Poniatowski, último rey de Polonia.

Primera partición (1772)[editar]

Artículo principal: Primera partición de Polonia

Según el tratado que se firmó en 1772, la República de las Dos Naciones se dividía entre Rusia, Austria y Prusia.

En la época de Pedro I el Grande y Catalina la Grande de Rusia, Polonia conoció momentos de debilidad. En esta etapa fue elegido
rey Estanislao Augusto Poniatowski, quien intentó introducir reformas, como la Constitución del 3 de mayo, pero la presión de Rusia,
Prusia y Austria y la oposición de los nobles impidieron su realización, lo que llevó al Primer reparto de Polonia.

En febrero de 1772, en San Petersburgo, se estipularon las condiciones del desmembramiento de Polonia, el cual contaba con la
oposición de María Teresa de Austria. Sin embargo, Austria se adhirió al tratado en agosto del mismo año. La Dieta polaca
(parlamento) tuvo que dar su conformidad a la desmembración del país, en 1773. Rusia se apoderó de Livonia y Bielorrusia hasta el
Dviná y el Dniéper. Austria se anexionó los siete voivodatos de la Galitzia Oriental y la Pequeña Polonia, excepto Cracovia. Prusia,
gobernada por Federico II el Grande (quien había movido los hilos para la desmembración de Polonia), pudo realizar su sueño de
unir Brandeburgo y Prusia a través de Prusia Central (excepto Danzig y Thorn), que anexionó a su Reino junto a una porción de
Polonia que iba hasta el río Niemen. Debido a la división de Polonia entre las potencias centroeuropeas y Rusia, la resolución del
conflicto ruso-turco se facilitó.

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Polonia-Lituania después de la primera partición como protectorado de la Imperio ruso 1773-1789.

Segunda partición (1793)[editar]

Artículo principal: Segunda partición de Polonia

Transcurridos dos lustros de este reparto, el predominio político de Rusia sobre Polonia se intensificó, al extremo que el rey
Estanislao II Poniatowski y los aristócratas del Sejm preferían preservar la influencia rusa y abstenerse de implantar reformas
políticas y administrativas que fortalecieran a Polonia, por temor a que esto provocase una invasión rusa y la pérdida de los
privilegios de la aristocracia. Los embajadores rusos enviados por Catalina la Grande influyeron decisivamente para asegurar, con
sobornos o promesas, que los aristócratas polacos del Sejm se opusieran a intentos reformadores. No obstante, otros nobles
polacos de ideas liberales comprendieron que el fortalecimiento de las instituciones nacionales era la única vía de mantener la
precaria independencia del país, en lo cual chocaban con la nobleza polaca más conservadora y tradicional. Estos reformistas
consiguieron que en 1791 se redactara una constitución que eliminaba diversos defectos de la vida política en la República de las
Dos Naciones, suprimiendo el libre veto y los privilegios de la aristocracia, fijando el derecho de voto en favor de las clases medias
emergentes, y colocando a los campesinos bajo protección directa del rey (quitando ese poder a los nobles). La Constitución del 3
de mayo de 1791 significó para Polonia una mejora en su administración, pero también el fin de la anarquía legislativa y
gubernamental que permitía la influencia de Rusia. Los aristócratas polacos descontentos con la nueva constitución formaron la
Confederación de Targowica, auspiciada por Rusia, y en abril de 1792 lanzaron una revuelta contra la Constitución recién aprobada.
Asimismo, este fortalecimiento del gobierno central polaco atacaba las aspiraciones de Rusia, que prefería mantener una Polonia
debilitada y sujeta a la influencia rusa.

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Segunda partición de Polonia de 1793.

Los reformistas del Sejm, junto con el rey Estanislao II Poniatowski, debieron afrontar una guerra contra los nobles rebeldes y las
tropas rusas que los apoyaban; así combatieron dirigidos por Tadeusz Kosciuszko, mas fueron vencidos en condiciones de grave
inferioridad numérica. Los reformistas polacos habían pedido el apoyo de Prusia, pero el rey prusiano Federico Guillermo II temía
fundadamente el liberalismo expresado en la nueva Constitución polaca, que copiaba muchas ideas extraídas de la Revolución
Francesa; considerando más ventajoso unirse a una Rusia autocrática que apoyar a una Polonia liberal, las tropas prusianas
negaron apoyo a los polacos.

Tras una rápida campaña militar de 1792, el propio rey Estanislao II Poniatowski se unió a la Confederación de Targowica, al igual
que muchos poderosos aristócratas; los polacos partidarios de la Constitución del 3 de mayo quedaron privados de toda ayuda y
debieron emigrar masivamente. Por su parte, Prusia reclamaba a los rusos territorios en Polonia como recompensa por abandonar a
los polacos reformistas. Así, Rusia y Prusia acordaron una nueva partición en enero de 1793: Rusia se apropió de 250 000 km² de
los territorios polacos al este del río Bug y otros territorios ucranianos y rutenos, mientras que Prusia tomaba posesión de la
Posnania que incluía la desembocadura del Vístula, 58 000 km², llegando a apenas 80 kilómetros de Varsovia. La Constitución del 3
de mayo fue derogada y los aristócratas de la Confederación de Targowica recobraron sus privilegios.

Tercera partición (1795)[editar]

Artículo principal: Tercera partición de Polonia

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Frente a estas circunstancias, los polacos intentaron mantener su independencia en tanto los aristócratas de la Confederación de
Targowica habían abrazado la causa de la autonomía nacional, desilusionados porque Rusia había aprovechado la derogatoria de la
Constitución del 3 de mayo para anexarse nuevos territorios. En abril de 1794 un batallón de soldados polacos se sublevó ante la
orden conjunta de Rusia y Prusia para que el ejército de Polonia se redujera a la mitad. Este evento causó una sublevación
generalizada de los polacos contra las guarniciones rusas y prusianas que habían sido acantonadas en territorio polaco de manera
permanente desde 1793.

Nuevamente Tadeusz Kosciuszko dirigió las tropas polacas, para lo cual concibió la idea de proclamar el fin de la servidumbre
campesina, en un esfuerzo de reclutar más tropas y eliminar diferencias sociales que pudieran ser explotadas por rusos y prusianos.
No obstante, su esfuerzo fracasó en tanto que muchos aristócratas se negaron a esta concesión final en favor de sus campesinos.
Otro factor importante fue que Kosciuszko y sus aliados declararon que su objetivo final era restablecer la independencia de Polonia
pero no los viejos privilegios de la aristocracia, precipitando nuevamente la pérdida de apoyo entre la gran nobleza retrógrada y
reaccionaria. De igual modo, la revuelta esta vez se extendió a Lituania, que manifestó su rechazo a la ocupación militar rusa y
expulsó a sus guarniciones, en tanto que los rebeldes polacos habían ofrecido un vínculo político que otorgase mayores libertades a
los lituanos en el esquema de la República de las Dos Naciones.

Los polacos contuvieron inicialmente a los prusianos en las afueras de Varsovia, pero no estaban en condiciones de vencer un
ataque simultáneo de tropas rusas; pese a expulsar a los prusianos del norte de Polonia y de contar con una revuelta nacional en
Lituania contra los rusos, los polacos se hallaban en gran dificultad para seguir la resistencia y a inicios de septiembre empezaron a
ser vencidos por el general ruso Aleksandr Suvórov, que tomó Varsovia en noviembre de 1794, poniendo fin a la revuelta. Tropas

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prusianas retornaron a suelo polaco, reforzadas de inmediato, para recuperar sus posiciones perdidas. A raíz de esto la República
de las Dos Naciones quedaba definitivamente extinguida, repartida entre sus vecinos.

Tercera partición de Polonia tras la cual esta desaparecería como nación hasta 1918.

En octubre de 1795 se suscribieron los últimos acuerdos entre Rusia, Prusia y Austria, repartiéndose Polonia. De acuerdo a ello,
Rusia ocupaba la llanura central polaca, incluyendo Varsovia, con las regiones de Masovia, Polesia, y Podlaquia y también se
adueñó de Lituania hasta el río Niemen. Prusia se anexó la Polonia Mayor y confirmó su dominio sobre el litoral de Pomerania. En el
mismo tratado se pactó evitar conflictos con Austria reconociendo a ésta la posesión sobre las provincias polacas de Galitzia y la
Polonia Menor. Polonia, con esto, desaparecía como estado independiente en Europa hasta 1807, cuando se constituyó brevemente
el Gran Ducado de Varsovia. Extinto éste en 1815, no existiría un estado polaco independiente hasta 1918.

El último reparto tendría lugar tras la Revolución francesa. A partir de ella, Catalina rechazó muchos de los principios de la Ilustración
que al principio miraba muy favorablemente. Oponiéndose a la adopción de una constitución en Rusia, temía que la Constitución del
3 de mayo de 1791 de Polonia condujera al resurgimiento del poder polaco-lituano, y que el creciente movimiento democrático se
convirtiese en una amenaza a las monarquías europeas. De este modo Catalina decidió intervenir en Polonia. Se prestó apoyo a un
grupo que luchaba contra la reforma, conocido como la Confederación de Targowica. Después de derrotar a las fuerzas leales
polacas en la Guerra en Defensa de la Constitución (1792) y en la Insurrección de Kościuszko (1794), Rusia completó la partición de
Polonia, repartiéndose todo el territorio con Prusia y Austria (1795). (No fue hasta 1906 cuando, por vez primera, en el Imperio ruso
se adoptó una Constitución.)

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Arte y cultura[editar]

Billete de 100 rublos con la efigie de Catalina II (1910).

El mecenazgo fomentado por Catalina produjo la mayor evolución de las artes en Rusia, por encima de la de cualquier soberano
ruso anterior o posterior a ella. Ella se afilió a los ideales de la Ilustración y se consideró a sí misma como "una filósofa en el trono".
Mostró una gran preocupación por su imagen en el extranjero, y persiguió que fuese considerada en Europa como una monarca
ilustrada y civilizada, a pesar de que en Rusia desempeñaba a menudo el papel de tirano. A pesar de que proclamó su amor por los
ideales de la libertad y la igualdad, hizo más por atar al siervo a su tierra y a su señor que cualquier otro soberano desde Borís
Godunov.

Catalina tenía la reputación de ser una mecenas de las artes, la literatura y la educación. Fundó la soberbia colección de arte con la
que cuenta hoy el Museo del Hermitage de San Peterburgo, que ahora ocupa el conjunto del Palacio de Invierno. En su afán por
reunir un acervo artístico equiparable (o superior) a los de otras cortes europeas, gastó cuantiosas cifras en comprar cientos de
pinturas y esculturas, en ocasiones colecciones enteras de nobles y magnates de Francia e Inglaterra como el barón Pierre Crozat y
el político Robert Walpole. A instancias de su factótum, Iván Betskói, escribió un manual para la educación de los niños pequeños,
sobre la base de las ideas de John Locke, y fundó el famoso Instituto Smolny para jóvenes nobles damas. Esta escuela se
convertiría en una de las mejores de su tipo en Europa, y llegó incluso a admitir a niñas nacidas de ricos comerciantes, junto a las
hijas de la nobleza. Escribió comedias, ficción y memorias, mientras que estudiaba a Voltaire, Diderot y D'Alembert. Los principales
economistas de su tiempo, como Arthur Young y Jacques Necker, se convirtieron en extranjeros miembros de la Sociedad de

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Libertad Económica, establecida por su sugerencia en San Petersburgo. Consiguió que los científicos Leonhard Euler y Peter Simon
Pallas dejasen Berlín para trasladarse a la capital rusa.

Catalina consiguió la amistad y el apoyo de Voltaire, y mantuvo con él una correspondencia que se alargaría 15 años, desde su
adhesión a la muerte del filósofo en 1778. La alabó con epítetos, como cuando la llamó su "La Estrella del Norte" y la "Semíramis de
Rusia" (en referencia a la legendaria reina de Babilonia). Aunque nunca consiguió reunirse con él, lloró amargamente cuando murió,
y adquirió su colección de libros, que compró a sus herederos, y los colocó en la Biblioteca Pública Imperial.

A los pocos meses de su ascensión al trono, después de haber escuchado que el gobierno francés amenazaba con detener la
publicación de la Enciclopedia, propuso a Diderot completar su gran trabajo en Rusia bajo su protección. Cuatro años más tarde
intenta encarnar de forma legislativa los principios de la Ilustración francesa. Llamó a Moscú a una Gran Comisión (Уложенная
комиссия) —casi un parlamento consultivo— compuesto por 652 miembros de todos los estamentos (funcionarios, nobles,
burgueses y campesinos) y de diversas nacionalidades. La Comisión tuvo que considerar las necesidades del Imperio ruso y los
medios para su satisfacción. La propia emperatriz preparó "Instrucciones para la orientación de la Asamblea". Pero el temor a los
principios democráticos hizo que se frenara su puesta en marcha. Tras la celebración de más de 200 sesiones, la comisión se
disolvió sin obtener nada más que teoría.

Durante el reinado de Catalina, los rusos importaron y estudiaron las influencias clásicas y europeas que inspiraron la llamada "Edad
de la imitación" rusa. Gavrila Derzhavin, Denís Fonvizin y Ipolit Bogdanóvich sentaron las bases para los grandes escritores del siglo
XIX, especialmente para Aleksandr Pushkin. Catalina se convirtió en una gran mecenas de la ópera rusa. Sin embargo, en su
reinado también aparece la omnipresente censura y el control estatal sobre las publicaciones. Cuando Aleksandr Radíshchev publicó

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su Viaje de San Petersburgo a Moscú en 1790, denunciando las deplorables condiciones de los siervos, Catalina lo desterró a
Siberia.

La zarina Catalina II de Rusia también poseía talento literario y escribió algunas piezas de teatro, por ejemplo ¡O tempora! (O
vremia), El engañador (Obmánschik), Un seducido (Obolschionny), Chamán de Siberia (Shamán sibirski) y algunas piezas más.
Además elaboró con buen estilo unas inteligentes memorias.

Asuntos religiosos[editar]

Las circunstancias de la conversión de Catalina a la fe ortodoxa rusa podrían motivar su indiferencia a la religión. No permitió a los
disidentes construir capillas, y reprimió a estos tras el inicio de la Revolución francesa. Políticamente, explotó el fervor cristiano de su
pueblo en su lucha contra el poder otomano, promocionando y fomentando la protección de los cristianos bajo dominio turco. Se
realizan restricciones a los católicos (ukaz de 23 de febrero de 1769), y trató de afirmar y ampliar el control del Estado sobre ellos a
raíz de la partición de Polonia. No obstante, la Rusia de Catalina proporcionó asilo y una base para la reagrupación a la Compañía
de Jesús después de la expulsión de la orden en la mayor parte de Europa en 1773.

Vida privada[editar]

A lo largo de su extenso reinado, Catalina tuvo numerosos amantes. Después de su romance con Grigori Potiomkin, mantuvo una
relación con un joven que recogía a la vez belleza física y facultades mentales, llamado Aleksandr Dmítriev-Mamónov. Ella siempre
mostró su generosidad hacia sus amantes, quienes eran elevados a altos cargos durante todo el tiempo en que fueron favoritos, e
incluso después del final de un romance les concedía grandes riquezas en tierras y siervos. Su último amante, el príncipe Platón

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Zúbov, 40 años menor que ella, resultó ser el más caprichoso y extravagante de todos ellos. Existen versiones sobre una posible
relación amorosa con Francisco de Miranda, prócer venezolano, durante la estadía de este en Kiev; sin embargo, no se tienen
hechos en concreto más allá de una amistad e interés político y comercial.

Catalina se comportó duramente con su hijo Pablo. En sus memorias, Catalina indicó que su primer amante, Serguéi Saltykov, era el
verdadero padre de Pablo, pero este se parecía físicamente a su esposo, Pedro. Una vez viuda, salió de la corte para dar a luz a un
hijo ilegítimo engendrado con Grigori Orlov, Alekséi Bóbrinski (más tarde fue convertido por Pablo en conde Bóbrinski). Parece muy
probable que tenía la intención de excluir de la sucesión a Pablo, y dejar la corona a su nieto mayor, Alejandro, después emperador
Alejandro I. Ello se debería probablemente a la desconfianza que le producía el carácter de su hijo. De esta manera, lo mantuvo en
un estado de semi-destierro en Gátchina y Pávlovsk, resuelta a no permitir que se debatiera su autoridad.

Para introducir la vacunación, dio ejemplo siendo la primera en hacerlo.

Muerte

El 17 de noviembre de 1796 Catalina la Grande se disponía a tomar un baño cuando sufrió un ataque fulminante de apoplejía que
acabó con su vida. Fue enterrada en San Petersburgo con gran solemnidad entre los nobles a los que tanto favoreció.

Títulos y tratamientos

2 de mayo de 1729-21 de agosto de 1745: Su Alteza Serenísima Princesa Sofía de Anhalt-Zerbst.

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21 de agosto de 1745-25 de diciembre de 1761: Su Alteza Imperial Gran Duquesa Catalina Alekséievna de Rusia.

25 de diciembre de 1761-9 de julio de 1762: Su Majestad Imperial La Emperatriz de Todas las Rusias (como emperatriz consorte).

9 de julio de 1762-17 de noviembre de 1796: Su Majestad Imperial La Emperatriz y Autócrata de Todas las Rusias (como emperatriz
regente).

Ancestros[editar]

Ancestros de Catalina II de Rusia[mostrar]

Predecesor:

Pedro III Coat of Arms of Russian Empire.svg

Emperatriz de Rusia

1762-1796 Sucesor:

Pablo I

Predecesor:

Federico Augusto de Anhalt-Zerbst Blason Principauté d'Anhalt-Zerbst (XVIIIe siècle).svg

Princesa de Anhalt-Zerbst

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1793-1796 Sucesor:

Dividido el principado entre Anhalt-Dessau, Anhalt-Köthen, Anhalt-Bernburg

Predecesor:

Peter von Biron Wapen hertogen van Koerland Kettler groot.svg

Duquesa de Curlandia y Semigalia

1795-1796 Sucesor:

Pablo I de Rusia

Referencias[editar]

Volver arriba ↑ «elmundo.es». Consultado el 26 de mayo de 2010.

Volver arriba ↑ MASSIE, Robert K. (2011). ed-critica.es, ed. Catalina La Grande Retrato de una mujer. CRITICA S.L. ISBN 978 84
9892 414 5.

Volver arriba ↑ Caterine II, Catalina II (1859). Memoirs (en francés e Inglés). Traducida al inglés por Alexander Herzen, Nueva York,
D. Appleton.

Bibliografía[editar]

Madariaga, Isabel de (1981). Russia in the age of Catherine the Great. New Haven ; London: Yale University Press. ISBN 0-300-
02515-7.

Anastasia Espinel Souarez. Catalina II La gran leyenda de Rusia (100 Personajes). Panamericana Editorial, 2005. 136 p. ISBN 958-
30-1648-9, ISBN 978-958-30-1648-6

161
Henri Troyat. Catalina la Grande. Editorial Vergara, 2008. 480 p. ISBN 84-666-2489-9.

Robert Bideleux, Ian Jeffries (2007). A History of Eastern Europe. New York: Routledge. ISBN 978-0-415-36626-7.

The Three Partitions, 1764-95: First Partition, Estudios por países, Biblioteca del Congreso de EEUU

Enlaces externos[editar]

Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre Catalina II de Rusia.

Wikisource contiene obras originales de Catalina II de Rusia.

Ancestros[editar]

Ancestros de Catalina II de Rusia[mostrar]

Predecesor: Sucesor:
Pedro III Pablo I
Emperatriz de Rusia
1762-1796

162
Sucesor:
Predecesor: Dividido el principado
Federico Augusto de Anhalt-Zerbst Princesa de Anhalt-Zerbst entre Anhalt-Dessau, Anhalt-

1793-1796 Köthen, Anhalt-Bernburg

Predecesor: Sucesor:
Peter von Biron Pablo I de Rusia
Duquesa de Curlandia y Semigalia
1795-1796

Referencias

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