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3 IIIZSalmoZ130 PDF
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SALMO 130
La confianza filial en Dios
1
Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
2
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.
3
Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.
NOTA INTRODUCTORIA
Nada de abstracto ni retórico en este breve salmo, del que se ha dicho que es el
más hermoso de la Biblia. Su contenido es límpido y llano, como el agua que mana de
una fuente. Su lenguaje, evocador y entrañable.
En el Oficio divino, un par de subsidios preceden al texto del salmo 130: el título,
escrito en caracteres rojos y la sentencia del nuevo Testamento, escrita en cursiva. El
primero señala la disposición interior idónea -el ethos- con la que acceder al poema: “po-
ner la confianza en Dios como los niños”. La segunda funda la posibilidad de cristificar
el salmo: “aprended de mí que soy manso y humilde de corazón”.1 En esta línea, el texto
tiene el encanto de presentarnos con suma sencillez la confianza en Dios, el abandono en
sus manos, la paz que experimenta aquel para quien Jesucristo lo es todo, lo dirige y
recapitula todo en la propia vida.
1
Cf. Mt 11, 29.
2
Cf. CCE 2599: “el Hijo de Dios hecho Hijo de la Virgen aprendió a orar conforme a su corazón de hom-
bre. Y lo hizo de su Madre que conservaba todas las “maravillas” del Todopoderoso y las meditaba en su
corazón”.
2
acalla y modera sus deseos.3 Este contraste apunta al misterio insondable de la humildad
de Cristo. Y, contemplando esta realidad, Agustín confesaba: “pero yo no era humilde,
no tenía a Jesús humilde por mi Dios, ni sabía de qué cosa pudiera ser maestra su fla-
queza”.4
Se diría que esta theologia sanctorum, estas vivencias espirituales de los santos
y santas de Dios no son sino glosas particulares a este salmo, uno de los más cortos y
sencillos del Salterio. Hacerse niño, en el sentido de Cristo, es sinónimo de madurez en
la vocación cristiana.
3
Cf. Mt 14, 33: “los que estaban en la barca le adoraron diciendo: -«verdaderamente eres Hijo de Dios»”.
4
AGUSTÍN DE HIPONA, Confessiones 7, 18.
5
P. SALMON, Les 'Tituli psalmorum' des manuscrits latins, Paris, 1959, Serie II (Agustín de Cantorbery),
109, p. 91: “Vox Sanctæ Mariæ Vírginis et Matris Dómini nostri Iesu Christi”.
6
El salmo 130 no consta -ni como antífona de entrada ni como antífona de comunión- en ningún momento
del Misal Romano.
7
El Leccionario de la Misa presenta el salmo 130 en nueve ocasiones, y en todas ellas el estribillo es el que
acabamos de indicar, tomado del Ps 24, 20 iuxta Vulgatam.
8
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino 859.
3
Bibliografía
FACULTAD DE TEOLOGÍA - UNIVERSIDAD DE NAVARRA, Libros proféticos y sapienciales,
vol. 3, Eunsa, Pamplona 20052, 558-559.
J. C. NESMY, I Padri commentano il Salterio de la Tradizione, Gribaudi, Torino 1983,
719-723.
SAN JUAN PABLO II - BENEDICTO XVI, Vísperas con el Papa: la catequesis de Juan Pablo
II y Benedicto XVI sobre los salmos y canticos de vísperas, BAC, Madrid 2006,
ad loc.
F. M. AROCENA, Psalterium liturgicum, vols. I y II, Libreria Editrice Vaticana, Città del
Vaticano 2005, 466-467 y 110-111.
S. RINAUDO, I Salmi, preghiera di Cristo e della Chiesa, Elle Di Ci, Torino-Leuman 1987,
714-716.
9
F. M. AROCENA, Psalterium liturgicum, vol. I, Libreria Editrice Vaticana, Città del Vaticano 2005, n.
3237: Ne permittas nos exaltari in superbiis sæculi, omnipotens Pater, sed, qui mitis es et humilis corde,
doce nos humilibus tibi placidisque moribus consentire.