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Para aterrizar aún más la idea, veamos un ejemplo. En una ocasión, Valentina
Cárdenas Cadena, integrante del grupo Opinión Pública y Ciudadanía, trajo a
colación un escenario bastante cercano a la realidad colombiana. Se trata de
aquellas niñas que, siendo “menores de edad”, ya se encuentran en estado de
embarazo.
¿Y eso qué? Pues bien, desde dicho planteamiento podemos empezar a observar
cómo es eso de la opinión pública, qué acarrea y demás. En primer lugar, el término
menores de edad se encuentra bajo comillas ya que debe hacerse un
cuestionamiento: ¿qué es ser menor de edad?
Para analizar si las niñas son libres, necesitamos de casos específicos, mientras
que, si pasamos a reflexionar en cuanto a su decisión, es válido citar lo siguiente:
“Esas decisiones no muchas veces pasan solo por la razón. En la gran mayoría de
las ocasiones, los sentimientos son los que deciden”, afirma Jorge Montaño.
Hacer uso de la razón es permitido tanto de manera pública como privada. Es decir,
ejercer la razón ante una sociedad. Claro está, que, si la persona hace parte de
alguna institución, su uso de razón viene siendo privado, equipado con limitantes
frente a su libertad.
Con respecto al caso, se trata de uso público. Ahora, preguntémonos: ¿quiénes son
los tutores de estas niñas? Acaso mantienen relaciones que generan y contribuyen
a la dependencia, advirtiendo sobre obstáculos, peligros y creando un imaginario de
miedo. Acaso son tutores preparados (aunque Kant considera que grandes
cantidades no han superado ni la minoría de edad), acaso son niñas que
extrañamente no son aficionadas a la minoría de edad. Acaso odian la costumbre
de estar bajo la guía de un tercero.
Podríamos hablar sobre distintas posibilidades y a partir de asuntos públicos,
comprender con base a qué, comentamos y debatimos.