Un hombre, un albañil, es muy bueno en su trabajo, un maestro de su profesión por ser preciso. Cada ladrillo tiene su lugar, en cualquier caso, ese tío tiene una hija, y va a enseñarle a ser albañil, porque, después de todo, un hombre es el legado que deja. Así que papá decide construir una barbacoa en el patio, echa cuentas y calcula exactamente lo que necesita, y le enseña a la hija cómo hacerlo todo,paso a paso. Y, cuando acaba, es una belleza, una barbacoa perfecta, tal y como sale en el plano. Solo hay un problema... Ha sobrado un ladrillo, un único ladrillo. El hombre se pone nervioso. Debe haber hecho algo mal. Va a tener que volver a empezar, Así que coge el martillo para hacer pedazos la barbacoa. Y, de repente, la hija dice: "Papá, espera. Tengo una idea". Coge el ladrillo suelto y lo lanza al aire... tan alto como puede. Y... Y... entonces... ¡Joder! La he cagado... Vale... Olvídate de ese chiste. ¿Puedo contarte otro? Vale. Olvídate del ladrillo. Otro chiste. Tres héroes mueren y todos aparecen en las puertas celestiales. Dios está ahí para decidir cuál será su destino eterno. El Cielo... o el Infierno. Nuestro primer héroe va vestido como un gran búho. Y Dios le dice: "Te concedí la capacidad de realizar grandes invenciones. ¿Qué hiciste con semejante talento?". El hombre búho dice: "Creé una maravillosa nave voladora y unos trajes y unas armas geniales para poder traer la paz a la ciudad". Dios le pregunta: "¿Y a cuánta gente mataste?". El hombre búho parece ofendido. "A nadie", dice, "no arrebaté ni una sola vida". Dios frunce el ceño: "Lo siento, hombre búho, tienes buen corazón, pero eres un blandengue". Y Dios chasquea los dedos y el héroe va al Infierno. Las puertas celestiales esperan al siguiente héroe que espera el juicio. Nuestro héroe número dos está seguro de poder superar esto, porque ese es el talento que le concedió Dios... la inteligencia. Algunos dirían que era el hombre más inteligente del mundo. "¿Y qué has hecho con ese gran cerebro que te he dado?", pregunta Dios. "Pues, de hecho, he salvado la humanidad", dice el listillo. "¿Y cómo lo has hecho?", pregunta Dios. "Pues solté un calamar gigante en Nueva York y todos le tenían tanto miedo que dejaron de tenerse miedo entre ellos". "Vale", dice Dios... "¿A cuánta gente has matado?". El listillo sonríe. "A unos tres millones, Pero no puedes hacer una tortilla sin cascar unos huevos". "Cielo santo", dice Dios, "eres un puto monstruo". "¡No es verdad!", dice el listillo. Dios chasquea los dedos. El héroe va al infierno. Queda un héroe. Dios hace crujir los nudillos, dispuesto a administrar el último ajuste de cuentas. Pero el héroe número tres es también un dios. Así que, para distinguirlos, diremos que es azul y que le gusta ir por ahí con la polla colgando,puede teletransportarse, puede ver el futuro, puede hacer estallar lo que quiera, tiene auténticos superpoderes. Así que el dios normal le pregunta al dios azul: "¿Qué has hecho con tus dones?". Y el dios azul dice: "Me he enamorado de una mujer, he caminado por el sol y después me he enamorado de otra mujer. He ganado la Guerra del Vietnam. Pero, sobre todo, ha dejado de importarme una mierda la humanidad". Dios suspira. "¿Necesito saber a cuánta gente has matado?". El dios azul se encoge de hombros. "Un cuerpo vivo y un cuerpo muerto tienen el mismo número de partículas, así que no importa. Y no importa qué conteste a tu pregunta, porque sé que vas a enviarme al infierno". "¿Cómo sabes eso?", pregunta Dios. Y el dios azul parece muy muy triste cuando dice en voz baja: "Porque ya estoy allí". Y así, un simple pistón en la inevitable maquinaria del tiempo y el espacio, Dios hace lo que ha hecho siempre y siempre hará: chasquea los dedos. Y el héroe va al infierno. Así, ha sido un día muy largo en las puertas celestiales. Todos los héroes han ido al Infierno. Habiendo terminado su trabajo, Dios recoge para irse a casa. Entonces, ve que hay alguien esperando. Pero no es un héroe, solo es una mujer. "¿De dónde has salido tú?", pregunta Dios. "He permanecido detrás de esos tíos todo este tiempo, pero no me viste". "¿Te concedí un talento?", pregunta Dios. "No. Ninguno digno de mención", responde la mujer. Dios le echa un largo vistazo. "Lo siento mucho. Me siento avergonzado. En serio, esto no me pasa casi nunca, pero... no sé quién eres". Y la mujer mira a Dios y dice tranquilamente: "Soy la niña que lanzó el ladrillo al aire". Y, entonces, se oye un ruido desde arriba, algo que cae,el ladrillo. Dios mira hacia arriba, pero es demasiado tarde. No lo vio venir. Le da con demasiada fuerza y los sesos se le salen por la nariz. Se acabó el juego. Ha muerto. ¿Y dónde va Dios cuando muere? Al Infierno. Redoble de tambor. Telón. Un buen chiste.