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LA JUSTIFICACIÓN

Las Bendiciones y
El Don de la Justicia
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IV. La Justicia Adjudicada. Justificación.
C. Las Bendiciones de la Justicia (5.1-11).
Pablo define acá las bendiciones que recibe todo hijo
de Dios por medio de la Justificación que el Señor
Jesús le da y son:
a. Tenemos paz para con Dios por Jesucristo.
b. Tenemos entrada por la fe a esta gracia.
c. Nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
Pero el verdadero cristiano no solo se goza en las
bendiciones, se goza también en las tribulaciones
porque sabe que:
a. La tribulación produce paciencia.
b. La paciencia produce prueba.
c. La prueba produce esperanza, y
d. La esperanza no avergüenza.
¿Por qué no avergüenza la esperanza?
Porque Dios demostró su amor por nosotros al
bautizarnos con su Santo Espíritu.
Todo hijo de Dios que soporta las tribulaciones y
las vive con fe y esperanza en su Señor, se convierte
en un cristiano de carácter, un cristiano maduro.
Una persona que por medio del poder de Dios pasa
de ser un hombre pecador a ser un hombre santo.
La condición del hombre
¿Cuáles eran las condiciones del hombre antes de la
muerte de Cristo? Romanos 5.6-8 nos dice que:
a. Éramos débiles.
b. Éramos impíos.
c. Éramos pecadores.
“Más Dios muestra su amor para con nosotros, en
que siendo aún pecadores Cristo murió por nosotros”
Salvos de la Ira de Dios
Pero no solo éramos débiles, impíos y pecadores,
sino también éramos enemigos de Dios (5.10)…
Pero aún así, fuimos reconciliados con Dios por la
muerte de su Hijo Jesucristo, y ya estando
reconciliados con él, seremos salvos por su vida
(Romanos 5.9-11).
¿Por qué seremos salvos de la Ira?
Porque fuimos:
a. Justificados por el Señor (Romanos 5.9), y
b. Reconciliados con Dios (Romanos 5.10).
En Ro 5.12-14 se halla la revelación de dos cosas:
a. Del pecado, y
b. De la muerte.
Desde Adán hasta Moisés.
Fue solo un solo hombre el que pecó: Adán, y
como consecuencia de que el pecado entró en el
mundo, vino la muerte, y la muerte afectó a todos
los hombres, porque federalmente todos pecaron.
La línea del Pecado
Esta es la línea de acción del pecado:
Adán Pecado Muerte Humanidad.
Si preguntamos:
a. ¿Cuántos hombres pecaron?... Uno.
b. ¿Cuántos hombres mueren?... Todos.
Romanos 5.13-14 revelan tres cosas:
a. Que antes de la ley, ya existía el pecado.
b. Que como no había ley, no había culpa por
cometer pecados.
c. Pero a pesar de ello: Reinó la muerte.
IV. La Justicia Adjudicada. Justificación.
D. El don de la Justicia
Pablo aclara que el don de la Justicia no fue como la
transgresión; ya que:
a. Si por la transgresión de Adán murieron todos
los hombres,
b. Pues abundó mucho más para todos la gracia y
el don de Dios por la gracia de Jesucristo (5.15).
El apóstol Pablo dice también que con la justicia no
sucede como en el caso de Adán, porque:
a. Así como el juicio vino a causa de un solo
pecado para condenar…
b. Así también la justicia vino a causa de todas las
transgresiones para justificar.
Pablo vuelve a decir que con la justicia no sucede
como en el caso de Adán, ya que:
a. Si por la transgresión de Adán reinó la muerte…
b. Pues por la gracia y el don de la justicia reinarán
en vida los que reciban a Jesucristo (5.16-17).
Comparación de Adán y Cristo
Pablo ve en Adán una figura antitética de Jesucristo
y por eso dice que:
a. Así como por la transgresión de Adán vino la
condenación a todos los hombres.
b. Así también por la justicia de Cristo, vino la
justificación a todos los hombres (5.18).
Comparación de Adán y Cristo
Ahora el apóstol Pablo habla del antagonismo de
Adán y Cristo enfocado en la obediencia y dice:
a. Así como por la desobediencia de Adán todos
los hombres fueron constituidos pecadores,
b. Así también por la obediencia de Cristo, todos
los hombres serán constituidos justos (5.19).
Antagonismo entre Pecado y Gracia
Pablo hace también un antagonismo entre el
pecado de Adán y la Gracia de Cristo y dice que la
ley se introdujo para que el pecado abundara:
a. Pero cuando el pecado abundó,
b. La gracia sobreabundó (5.20).
Antagonismo entre las Consecuencias
Y por último, Pablo hace también un antagonismo
entre las consecuencias del pecado de Adán y la
Gracia de Jesucristo y dice:
a. Así como el pecado reinó para muerte…
b. Así también, la gracia reinará para vida eterna
mediante Jesucristo, Señor nuestro (5.21).--
LA SANTIFICACIÓN
Libertad ante el Pecado
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V. La Justicia Impartida. Santificación.
A. Libres del Pecado (6.1-14).
En Romanos 6, Pablo inicia la exposición de su
tercer gran tema en la carta a los Romanos que es
la Santificación del cristiano, la cual se da en el
momento en que un pecador cree y recibe a
Jesucristo como su Señor.
El tema de la Santificación lo inicia preguntando:
¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia
abunde? “De ninguna manera.”
¿Por qué? Porque los que hemos muerto al pecado,
cómo viviremos aún en él?
¿Y cuándo morimos al pecado? Pues morimos en el
momento en que hacemos nuestra la muerte de
Cristo en la cruz.
Cuando el apóstol Pablo dice:
¿O no saben que todos los que hemos sido
bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados
en su muerte?
Acá en forma metafórica está explicando que en el
momento en que recibimos a Cristo, en ese mismo
momento fuimos bautizados en su muerte, es
decir, fuimos cubiertos con su sangre.
Cuando dice que:
Fuimos sepultados juntamente con él para muerte
por el bautismo… significa que:
Fuimos sepultados con él a nuestra vida de pecado.
¿Para qué? Para que:
Así como Cristo resucitó de los muertos…
Así también nosotros resucitemos de entre los
muertos de espíritu y vivamos una vida nueva.
“Porque si fuimos plantados juntamente con él en
la semejanza de su muerte, así también lo seremos
en la semejanza de su resurrección” (6.5).
Pablo aclara que el viejo hombre fue crucificado y
muerto juntamente con Cristo con dos objetivos:
a. Para que el cuerpo del pecado sea destruido, y
b. Para que ya no sirvamos más al pecado (6.6).
En Ro 6.8-10 se presenta nuestra unidad con Cristo
y dice que así como morimos en Cristo, así también
vivimos en él, por lo que del mismo modo que
Cristo al resucitar de los muertos, ya no muere
porque la muerte ya no se enseñorea de él, así
también nosotros. Porque en cuanto murió:
Al pecado murió de una vez por todas, pero…
En cuanto vive, para Dios vive.
Por lo anterior: El cristiano debe considerarse
muerto al pecado, pero vivo para Dios en Cristo.
En su vida ya no debe reinar el pecado y no debe
prestar su cuerpo al mismo…
El cristiano debe presentarse a Dios como vivo de
entre los muertos, y su cuerpo debe ser usado
como instrumento de justicia.
El apóstol Pablo enfatiza que el cristiano ya no debe
pecar, ya que el pecado no puede enseñorearse de
él porque:
a. Ya no está bajo la ley…
b. Sino está bajo la gracia.
Siervos de Dios (6.15-23).
Este segundo párrafo de la Santificación inicia con
la misma pregunta que el anterior:
¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino
bajo la gracia? “De ninguna manera.”
El apóstol Pablo enseña que quien se somete a
alguien, se convierte en su siervo y le obedece, por
tanto, al aceptar a Cristo nos convertimos en
siervos de Dios por medio de su Hijo.
El apóstol Pablo explica también que:
a. Así como en nuestra vieja humanidad servimos
a la inmundicia y a la iniquidad…,
b. Así también ahora en nuestra nueva humanidad
le servimos a la justicia.
¿Por qué? Porque cuando éramos esclavos del
pecado, estábamos libres de la justicia y por eso
todos nuestros frutos eran de muerte.
Pero ahora que hemos sido liberados del pecado y
hechos siervos de Dios, tenemos:
a. Como fruto… la santificación, y
b. Como fin… la vida eterna.
Porque sabemos que la paga del pecado es muerte,
pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo
Jesús, Señor nuestro.
Casados con Cristo (7.1-6).
Con la analogía del matrimonio, Pablo ahora quiere
que el cristiano entienda que:
a. Del mismo modo que la muerte anula el
matrimonio y sus obligaciones,
b. Así también nosotros, al morir al pecado,
anulamos nuestras obligaciones con satanás.
Por lo tanto:
Del mismo modo que la mujer al morir su marido
es libre para casarse con otro…
Así también el pecado murió para nosotros y por
tanto somos libres para casarnos con Cristo.
Mientras estábamos en el cuerpo de pecado las
pasiones pecaminosas hacían que nuestros frutos
fueran frutos para muerte.
Pero ahora como cristianos hemos muerto a la ley
mediante el cuerpo de Cristo con el objetivo de que
produzcamos frutos para Dios.
Pablo termina explicando que ahora en Cristo Jesús
estamos libres de la ley, porque ya morimos a la ley,
y eso fue para que:
a. Ya no sirvamos al régimen viejo de la letra,
b. Sino sirvamos al régimen nuevo del Espíritu.--
LA SANTIFICACIÓN
Ley vs. Espíritu
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V. La Justicia Impartida. Santificación.
B. La Ley y el Pecado (7.1-25).
Pablo inicia esta sección preguntando: ¿La ley es
pecado? “En ninguna manera.”
Sin embargo afirma que él conoció el pecado por la
ley, y que tampoco conocería la codicia, si la ley no
dijera: No codiciarás, y asegura que sin la ley, el
pecado estaría muerto (7.7-8).
Hay algunas cosas que normalmente se hacen y
que para algunos pueden ser malas, pero mientras
la ley no las defina como faltas y establezca cuál es
su castigo, no se convierten en delitos.
Aunque por la ley, el pecado se convierte en falta,
el apóstol Pablo afirma que tanto la ley como los
mandamientos, son santos (7.12).
¿Por qué la ley y el mandamiento son santos?
Pablo afirma que la ley no es mala, la ley es buena
y es santa, el problema es el pecado que vive en él,
ese pecado fue el que produjo en él la muerte por
medio de la ley.
El problema es que la ley es espiritual; pero el ser
humano es carnal y por eso aunque en su corazón
tiene el deseo de hacer lo bueno, termina haciendo
siempre lo malo.
Pablo habla de dos tipos de leyes:
a. La ley de Dios… que opera en el hombre
interior…
b. La ley del Pecado… que opera en nuestros
miembros (7.22-23).
Pero también hay dos clamores:
a. ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?
b. Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro.
Pablo termina diciendo: Así que yo mismo:
a. Con la mente sirvo a la ley de Dios…
b. Pero con la carne a la ley del pecado.--
V. La Justicia Impartida. Santificación.
C. Vida en el Espíritu (8.1-39).
Tal como se vio, Ro 7 presenta la esclavitud a la que
conduce la Ley, mientras que Ro 8 nos presentará
la libertad de la vida en el Espíritu, por eso el
apóstol Pablo inicia asegurando que…
“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los
que están en Cristo Jesús, los que no andan
conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.”
Pablo dice que ya no hay condenación porque la ley
del Espíritu nos ha librado de la ley del pecado y de
la muerte.
La libertad que era imposible que nos diera la ley
porque la carne es débil, Dios la proveyó con la
encarnación de su Hijo quien condenó al pecado en
la carne, para que la justicia de la ley se cumpliera
en nosotros, que no andamos conforme a la carne,
sino conforme al Espíritu.
Pablo dice que los seres humanos pueden ser:
a. Carnales… piensan en la carne; lo cual es
muerte. Son enemigos de Dios y no pueden
agradar a Dios.
b. Espirituales… piensan y viven en las cosas del
Espíritu, lo cual les produce vida y paz.
“Más vosotros no vivís según la carne, sino según el
Espíritu… si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.”
Pablo dice que:
Si Cristo está en nosotros, el cuerpo en verdad está
muerto a causa del pecado…
Pero el espíritu vive a causa de la justicia y si el
Espíritu de Dios vive en nosotros, Dios vivificará
también nuestro cuerpo mortal por su Espíritu.
Así que, hermanos, deudores somos… Porque
todos los que son guiados por el Espíritu de Dios,
éstos son hijos de Dios. Pues no hemos recibido
espíritu de esclavitud… sino que hemos recibido el
espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba,
Padre!
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu,
de que somos hijos de Dios.
Y si somos hijos, también somos herederos de Dios
y coherederos con Cristo, si es que padecemos con
él, para que junto con él seamos glorificados.
Pablo dice que las aflicciones del tiempo presente
no son comparables con la gloria venidera que en
nosotros un día se manifestará.
Pablo enseña que la gloria venidera, no solo la
esperamos los cristianos, sino que dice:
a. La creación misma será libertada de la esclavitud
de corrupción a la libertad gloriosa…
b. Y no sólo ella, sino también nosotros que
tenemos las primicias del Espíritu, nosotros
también gemimos dentro de nosotros mismos,
esperando… la redención de nuestro cuerpo.
Por último en éste párrafo, Pablo revela que es el
Espíritu Santo quien nos ayuda en nuestra debilidad
porque no sabemos qué pedir como conviene, pero
el Espíritu intercede por nosotros con gemidos
indecibles y Dios sabe cuál es la intención del
Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios
intercede por nosotros.
Más que vencedores
“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las
cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme
a su propósito son llamados.
Porque a los que antes conoció, también los
predestinó para que fuesen hechos conformes a
la imagen de su Hijo para que él sea el primogénito
entre muchos hermanos” (8.28-29).
“Porque a los que antes (1)conoció, también los
(2)predestinó para que fuesen hechos conformes a
la imagen de su Hijo… Y a los que predestinó, a
éstos también (3)llamó; y a los que llamó, a éstos
también (4)justificó; y a los que justificó, a éstos
también (5)glorificó” (8.29-30).
¿Y la Santificación? Proceso Imagen de Cristo.
La Seguridad del Cristiano (8.31.39).
Pablo inicia la celebración de la seguridad de los
cristianos con cinco interrogantes y pregunta:
a. ¿Quién contra nosotros?
b. ¿Como no nos dará también con él todas las
cosas?
Claro… “El Señor es mi Pastor, nada me faltará.
c. ¿Quién acusará a los escogidos de Dios?
d. ¿Quién es el que condenará? El cristiano sabe
que Jesucristo es quien llevará a cabo el juicio,
pero Cristo murió por nosotros, resucitó y
ascendió para sentarse a la diestra de Dios y en
lugar de condenarnos, él intercede por
nosotros ante el Padre.
c. Y por último Pablo pregunta: ¿Quién nos
separará del amor de Cristo?
¿Tribulación o angustia?
¿Persecución o hambre?
¿Desnudez o peligro?
¿Espada o muerte?
Antes, en todas estas cosas somos más que
vencedores por medio de aquel que nos amó.
Pablo termina diciendo: estoy seguro que...
Ni la muerte, ni la vida,
Ni principados, ni potestades,
Ni lo presente, ni lo por venir,
Ni lo alto, ni lo profundo,
Ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del
amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.--

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