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EGIPTO PREDINÁSTICO Y ARCAICO

Rafael Agustí Torres

Egiptólogo

Ex Presidente de la Asociación Española de Egiptología

Miembro de la American Association of Ancient Historians


INTRODUCCIÓN

El presente estudio tiene como finalidad exponer, en su primera parte, las


diferentes culturas que se dieron en el Antiguo Egipto durante el
denominado periodo Predinástico para continuar, en su segunda parte,
con la descripción del periodo denominado Arcaico que abarca las dos
primeras dinastías. Estos periodos históricos son de una enorme
importancia para poder comprender muchos de los aspectos más
fundamentales que distinguirán al Antiguo Egipto durante el periodo
faraónico. Es en estos periodos iniciales de la antigua historia egipcia
cuando se sentarán las bases de una civilización asombrosa, bases que
tienen que ver con la figura del soberano, con las creencias religiosas, el
arte, la escritura, la cosmovisión egipcia de la vida, la iconografía, los
medios fundamentales de producción, entre otros muchos aspectos.

Un periodo pues, de suma importancia, pero que ha sido poco tratado en


comparación con otros momentos más conocidos de la historia de la
antigua civilización egipcia. Un periodo que, dada su enorme antigüedad,
ha permanecido un poco situado en las brumas del tiempo, es la historia
de los orígenes de Egipto, de los orígenes de una de las primeras
civilizaciones humanas. Sería imposible comprender muchos de los
aspectos más característicos de la antigua civilización egipcia sin conocer
previamente como se desarrollaron sus propios orígenes. El tiempo
transcurrido y las evidencias materiales disponibles hacen que aún existan
importantes lagunas en cuanto a nuestro conocimiento de estos periodos
fundamentales. Este trabajo está dividido en dos grandes grupos, el
primero dedicado al periodo Predinástico propiamente dicho y que abarca
las culturas predinásticas del Alto y del Bajo Egipto además del periodo
histórico conocido como Dinastía 0 y la unificación del país en torno al
3100 a.C.
Seguidamente se expondrá una descripción de una de las necrópolis más
importantes relativas a este periodo como es la necrópolis de Umm el-
Qaab en Abidos. Ya en la segunda parte de este estudio, se tratará el
periodo denominado Arcaico y que cubre las dinastías I y II. Periodo
fundamental donde se sentarán las bases de la administración, la religión,
el arte y la arquitectura y donde se dotará al país unificado de los
elementos necesarios para asegurar su cohesión y funcionamiento. Egipto
durante este periodo tuvo que enfrentar importantes retos internos que
amenazaron su propia existencia como un estado unido. Si estos retos
hubieran triunfado, el panorama que hoy tendríamos acerca de la historia
del Antiguo Egipto sería, sin duda, muy diferente. Son por tanto
momentos decisivos para la historia futura del país.

Durante estos periodos formativos y estabilizadores, surgen personajes de


una gran relevancia histórica, verdaderos líderes que fueron tan
importantes para el país como lo fueron posteriormente los grandes
soberanos del periodo faraónico. Ellos sentaron las bases de la civilización
egipcia, ellos crearon a Egipto, sin su labor fundamental nada podría haber
sido como fue. Reyes como Nar Mer, Den, Khasekhemwy y otros, tuvieron
una importancia comparable, e incluso superior, a la de otros reyes más
conocidos de periodos posteriores.

Los periodos Predinástico y Arcaico de la historia del Antiguo Egipto son


pues fundamentales para poder comprender la misma existencia y
particularidades de esta civilización durante los siguientes milenios.
Aunque se ha avanzado sustancialmente en la comprensión de nuestro
conocimiento de estas épocas, muchas son, aún, las lagunas y las dudas
existentes. Esperemos que la investigación y el trabajo de campo
continuos nos sigan aportando datos para poder conocer y comprender
mucho mejor este periodo fundamental en la historia del Antiguo Egipto.
EGIPTO PREDINÁSTICO

Culturas predinásticas de Egipto

Antecedentes y Arqueología

Con el nombre de Periodo Predinástico de Egipto se conoce la época


anterior a la unificación del Antiguo Egipto. Se corresponde con el
Calcolítico o Edad del cobre y en él se establecieron las convenciones
artísticas y se pusieron los fundamentos políticos que estructuraron
posteriormente el Egipto faraónico.

La ocupación de homínidos en Egipto es muy antigua, se han encontrado


útiles de piedra del tipo Achelense en Nag Ahmed el Khalifa datados en
400.000 – 300.000 años BP pudiendo situar la presencia propiamente
humana en torno a unos 100.000 años.

Al terminar la última glaciación entre los años 13.000 y 10.000 a.C., la


temperatura empezó a subir gradualmente. El norte de África comenzó a
recibir abundantes lluvias, que formaron pastizales, especialmente junto a
los lagos que existían en las regiones que actualmente ocupan los
desiertos del Sahara (desierto Líbico u occidental) y Arábigo (u oriental). El
propio valle del Nilo era pantanoso y la humedad muy alta. La presencia
de pastizales formados por una gran cantidad de gramíneas (cereales
silvestres como el mijo, sorgo y arroz africano) permitió la existencia de
una amplia variedad de animales (como los asnos salvajes) y éstos
atrajeron a los grupos de cazadores recolectores.

A causa de las lluvias producidas en el área del lago Victoria (fuente del
Nilo Blanco), a finales de junio, el nivel del río crece, tomando un color
verdoso debido al arrastre de restos vegetales de los pantanos y lagos allí
situados. Posteriormente se le suman las aguas producidas por el deshielo
de las montañas que rodean el lago Tana (en Etiopía) y que es la fuente
del Nilo Azul. Estas aguas traen consigo arcilla roja. El río se desborda
(actualmente esto es impedido por la presencia de la gran presa de Asuán
que hace que las aguas queden contenidas en el Lago Nasser). Terminadas
las inundaciones el nivel del río descendía y dejaba amplias áreas
cubiertas de limo, compuesto por los sedimentos transportados. Este limo
es muy fértil, por lo que los lugares abonados anualmente por él
resultaban muy productivos. Tenemos por tanto un marco geográfico y
medio ambiental muy positivo para el desarrollo de poblaciones de
recolectores- cazadores durante un prolongado periodo de tiempo tanto
en el desierto del Sahara (ecosistema muy parecido al de sabana), como
en el valle del Nilo. El arte rupestre del desierto Líbico sugiere un
temprano uso de plantas y animales domésticos. En este sentido una de
las obras más completas y extensas sobre el arte rupestre del desierto
egipcio fue compilada por Hans Winkler a finales de la década de 1930.
Winkler recogió y clasificó dibujos rupestres de 400 yacimientos diferentes
en los desiertos Líbico y Arábigo y dividió el arte rupestre del desierto
egipcio en tres categorías: inscripciones, signos y pinturas. Publicó sus
descubrimientos en su obra de dos volúmenes Drawings of Southern
Upper Egypt (1938-1939).

Entre el 7500 a 5000 a.C. (Neolítico egipcio Temprano y Medio) se pasa de


la caza-recolección al cultivo y la producción de alimentos comenzando el
desarrollo de las comunidades agrícolas primitivas atestiguadas para el
Bajo Egipto en los yacimientos de El Fayum A y Merimde, y para el Alto
Egipto en el yacimiento de Badari, entre el 5.500 y el 4.000 a.C.

Durante la segunda mitad del VI milenio a.C. comenzaron a desarrollarse


culturas de carácter neolítico, tanto en el Nilo sudanés (Khartum) como en
el delta egipcio (El Fayum y Merimde) con pequeñas aldeas dedicadas a
actividades sedentarias de agricultura y ganadería, situadas en zonas
elevadas para evitar las inundaciones del Nilo. La presencia de aldeas
agrarias es relativamente tardía en Egipto, ya que desde el IX milenio a.C.
habían comenzado a aparecer en algunas regiones del Próximo Oriente,
tales como Palestina (Jericó), Anatolia oriental (actual Kurdistán turco) y
los Montes Zagros (actuales Irán e Irak).
Como consecuencia se pueden almacenar excedentes de alimentos,
aumentar la población y la especialización artesanal y empiezan las
construcciones de tipo monumental en obras públicas. La agricultura crea
la base económica que facilitó el surgimiento de las interacciones sociales
cada vez más cooperativas y centralizadas, características de toda cultura
primitiva. Las excavaciones arqueológicas en Merimde (entre ellas las de
Herman Junker entre 1928-1939 y las posteriores de Josef Eiwarger) en el
delta del Nilo y en los yacimientos de El Fayum (Gertrude Cathon-
Thompson y Elinor Gardner en la década de los años veinte del siglo
pasado) han proporcionado pruebas irrefutables de plantas y animales
domesticados que se remontan aproximadamente al 5.000 a.C. En
Merinde concretamente ovejas domésticas, huesos de ganado, cerdos y
cabras, y en Fayum aparte de restos de animales domésticos, una serie de
168 silos de grano conteniendo trigo y dos clases de cebada.

El periodo Predinástico comienza en torno al 5.000 a.C. y abarca el


periodo comprendido desde la introducción de la agricultura hasta la
unificación del país en torno al año 3100 a.C. aproximadamente.

El nombre de los diferentes periodos culturales que aquí nos ocupan se


relaciona con los enclaves geográficos (yacimientos, poblaciones, wadis,
etc.) en los cuales se han hallado los objetos más numerosos y / o
representativos de cada cultura. Naqada, Fayum, Merimde, El Badari,
Omari (por su descubridor Amín el Omari), Maadi, El Gerzeh, El Amra,
Tasa, Wadi Digla, Tell el Farkha, Tell Ibrahim Awad, etc., son algunos de
estos nombres.

Fue presentado por primera vez a la comunidad arqueológica en 1896


cuando Jacques de Morgan excavando los cementerios de Abidos
encontró joyas y figurillas de hueso y marfil, paletas de pizarra,
herramientas laminadas de sílex y cerámica de un estilo distinto al del
posterior periodo Dinástico. De Morgan no prosiguió sus investigaciones
con posteriores trabajos pero ha dejado constancia de ellos en su más
célebre obra La Prehistoire Orientale en 3 vols.

Fue necesaria la capacidad organizativa del arqueólogo británico Sir W. M.


Flinders Petrie y años de estudio para corroborar que Morgan tenía razón.
El mayor reto al que se enfrentó Petrie fue el ingente tamaño de los
cementerios predinásticos de Naqada y Ballas (excavados en 1895)
Abadiya, Hu (Dióspolis) excavados entre 1898-99, Abidos (1899-1903),
Buto (1904). En Naqada, por ejemplo, había un total de 2149 tumbas
concentradas en un solo cementerio. Aprovechando el blando subsuelo en
los espolones del desierto que daban al valle del Nilo, los naqadienses
prehistóricos colocaban a sus muertos uno al lado del otro y con tan poco
espacio entre sí que la zona estaba saturada de cuerpos. El cementerio de
Naqada, situado en el margen occidental del Nilo, anunciaba el concepto
de los egipcios del periodo faraónico de que la tierra de los muertos
estaba ubicada hacia el sol poniente (en el cementerio de Gebel Sahaba –
12000 a.C.- se encontraron 59 cuerpos colocados sobre su costado
izquierdo con la cabeza hacia el oeste y orientados al sur; también en
enterramientos qarunienses del periodo Fayum B).

Tras seis años de duro trabajo estudiando los numerosos artefactos


encontrados en Naqada y otros yacimientos cercanos, Petrie marcó un
hito en la historia de la Arqueología en 1901 al asignar fechas relativas a
las miles de tumbas que él y sus ayudantes (J. E. Quibell, p. ej.) habían
desenterrado. Sin documentos escritos y sin contar con la ayuda de las
técnicas modernas de datación como p. ej. el carbono 14 (C14) o la
luminiscencia, construyó una compleja secuencia de objetos hallados en
tumbas predinásticas que reflejaban el paso del tiempo.

Su ingeniosa técnica de datación de sucesión (Sequence Dates) se basaba


en dos fases: en primer lugar dividió amplias categorías de artefactos,
como la cerámica, en varios tipos. A continuación observó que clase de
artefactos aparecían siempre juntos. Asignando un número secuencial del
30 al 80 para cada objeto, de acuerdo con su complejidad estilística, los
ordenó en una secuencia que iba del más reciente al más antiguo (al
distribuir sus hallazgos en una escala del 30 al 80 dejó espacios para
futuros descubrimientos).

Las correspondencias entre las fechas de sucesión (SD) y los periodos


culturales según Petrie podemos definirlas así:
SD Periodo

0(1) – 29

(30 – 39) Naqada I (Amratiense)

(40 – 52) Naqada II (Gerzeense)

(54 – 79) Naqada III (llamado por Petrie Semaniense)

(77 – 84) Incluirían las dinastías I y II

Ocurriendo la unificación de Egipto entre los SD 77-80.

Por otro lado Werner Kaiser, estudiando la cerámica procedente de las


excavaciones de Myers en Armant, ha propuesto la siguiente
correspondencia:

SD Periodo

(30 – 38) Naqada I

(38 – 40/45) Naqada II a, b

(40/45 – 63) Naqada II c, d

(63 – 80) Naqada III

El estudio de las “clases” cerámicas llevó a Petrie a establecer la siguiente


clasificación: B, P, F, C, R, L, N, D, W, S. Por ejemplo, los motivos de
decoración en C de Naqada I son principalmente, montañas, plantas,
animales domésticos y del desierto, hipopótamos y cocodrilos y más
raramente humanos y barcos.

También Petrie clasificó por materiales empleados en la fabricación de los


utensilios:

I (R), II (B, P), III – IV (R), V (L, W, D)

Este Sistema tipológico, secuencial y cronológico fue, como comentamos


más arriba, publicado por Petrie en 1901 en su obra Diospolis Parva. The
Cemeteries of Abadiya and Hu. Por tanto, el éxito del sistema de Petrie se
debió a lo bien que podía determinar la correcta dirección hacia la que
una determinada característica tecnológica o artística evolucionaba.

Dos años después, De Morgan, excavando en Naqada, desenterró la


tumba de la reina Neithhotep y encontró vasijas cerámicas con asas
decorativas no funcionales (nº 80 de la secuencia de Petrie), el final de la
secuencia predinástica, asociadas a etiquetas de marfil que llevaban el
nombre de Aha, rey de la I dinastía; prueba de que Petrie estaba en lo
cierto y que su sistema de datación de sucesión funcionaba.

A medida que se fueron descubriendo nuevos yacimientos en el Alto y


Bajo Egipto, empezó a desarrollarse una detallada secuencia predinástica,
poniendo de manifiesto que el Alto y Bajo Egipto experimentaron
diferentes desarrollos culturales. Se ha dividido la secuencia cultural del
Alto y del Bajo Egipto en cuatro periodos. La secuencia del Alto Egipto
empieza con el Badariense y continúa con la cultura de Naqada divida en
las fases I, II y III. Por su parte, la cultura del Bajo Egipto empieza con el
Neolítico de El Fayum/Merimde, sigue con Omari y Maadi y termina, como
el Alto Egipto, con la fase III de la cultura de Naqada.

MARCO CRONOLÓGICO

Primeros periodos, épocas y culturas del Egipto Predinástico y Arcaico

Periodo Época (+/- 100 años) Fase Cultura

Paleolítico egipcio Antes de 8000 a.C. ------- -----------

Epipaleolítico egipcio c. 8000-5200 a.C. -------- -----------

c. 6000-5000 a.C. Fayum B, Nabta -----------

Neolítico egipcio c. 5200-4000 a.C. Fayum A -----------

c. 4800-4200 a.C. Merimde

c. 4600-4000 a.C Omari


c. 4400-4000 a.C. Badari ----------

c. 4000-3300 a.C. Maadi ----------

Predinástico Alto c. 5500-3800 a.C. Fayum, Merimde ----------

y Badari

c. 3800-3500 a.C. Amratiense Naqada Ia-Ib

Predinástico Medio c. 3500-3400 a.C. Gerzeense Naqada Ic-IIb

Predinástico Bajo c. 3400-3300 a.C. Gerzeense Naqada IIc

c. 3300-3200 a.C. Gerzeense Naqada IId1-IId2

Protodinástico c. 3200-3050 a.C. Semaniense Naqada IIIa1-c1

Periodo Arcaico c. 3050-2600 a.C. Naqada IIId

En el siguiente cuadro se muestran las cronologías aproximadas, tanto


absoluta como relativa según Kaiser y Hendrickx. Las cronologías absolutas
se obtienen por los registros de calendarios y datos astronómicos
obtenidos de los textos antiguos además de los métodos radiocarbónicos
(C14), luminiscencia y descomposición/acumulación radioactiva. Las
cronologías relativas se obtienen por la estratigrafía de las excavaciones,
las SD (Sequence Dates) y la tipología (materiales y diseños de los
artefactos). La cronología relativa nos muestra los diferentes periodos
culturales y sus divisiones y subdivisiones (fases) en los que estos se
dividen. Se han realizado propuestas cronológicas para el Predinástico
entre las que destacamos Petrie (1901), Kaiser (1957-1990), Hendrickx
(1996) y Wilkinson (1996). No hay unanimidad en cuanto a la sucesión de
las fases culturales, p.ej. Kaiser no acepta una fase en Naqada IIIa1. La
cronología absoluta nos muestra las fechas más probables en una
secuencia de más reciente a más antiguo en el caso de F. Hassan pues
tanto la dendrocronología como el C14 trabajan en esta dirección. Nuevos
métodos de datación se han ido desarrollando con el paso del tiempo,
estas nuevas herramientas podrán dar mayor precisión a las fechas.
Cultura de Naqada (Alto Egipto):

Cronología relativa Cronología absoluta

Kaiser Hendrickx

Naqada Ia-IIa Naqada I a-c ----------------

Naqada Ia-Ic Naqada Ia-Ib 3900-3600 a.C.

Naqada IIa Naqada Ic ----------------

Naqada IIb-IIIa1 Naqada IIa-IId2 3600-3300 a.C.

Naqada IIb Naqada IIa-IIb 3600-3500 a.C.

Naqada IIc Naqada IIc 3500-3400 a.C.

Naqada IId1 Naqada IId1 3400-3300 a.C.

Naqada IId2-III1 Naqada IId2 3400-3300 a.C.

Naqada IIIa2-IIIc3 Naqada IIIa1-IIId 3300-2686 a.C.

Naqada IIIa2 Naqada IIIa1-IIIa2 3300-3200 a.C.

Naqada IIIb/IIIc1 Naqada IIIb-IIIc1 Dinastía 0

Naqada IIIc2 Naqada IIIc1-IIIc2 Dinastía I

Naqada IIIc3 Naqada IIId Dinastía II

Para la dinastía 0 (3150-3100 a.C.), para la dinastía I (3100-2890 a.C.) y


para la dinastía II (2890-2686 a.C.).

Cronología relativa de las culturas del Bajo Egipto:

Cultura del Bajo Egipto Bajo Egipto Alto Egipto

Maadi, Wadi Digla I Naqada Ib-IIa

Fase Antigua Buto Ia Naqada Ic-IIa


Maadi, Wadi Digla II Naqada IIb-c

Heliópolis

Fase Media Buto Ib, Naqada IIb

Buto II, Tell el-Farkha I NaqadaIIc-IId1

Tell Ibrahim Awad I Naqada IId1

Fase Reciente Buto IIIa, Tell el-Farkha II Naqada IId2

Dendrocronología + C14 (Fekri Hassan):

2800 a 3100 a.C (I dinastía), 3200-3400 a.C. (Naqada II, Naqada I/II
(Hieracómpolis), 3500-3800 a. C. (Maadi), 3900 a.C. (Badari, Naqada I),
4000-4100 a.C (El Omari, Badari (Hemamiya), 4200-4300 a.C. (Badari
(Hemamiya), 4400-5000 a.C. (Merimde, Fayum neolítico), 5100-5300 a.C.
(Fayum neolítico).

Hay que señalar que toda la serie de fechas, tanto en la cronología


absoluta como en la relativa son aproximadas. Los nuevos hallazgos y las
nuevas técnicas de datación pueden alterar el marco cronológico
tradicional, quizá no sustancialmente, pero si variando el mismo. Nos
movemos en un periodo donde existen ámplia lagunas y los testimonios
materiales no son lo suficientemente representativos o abundantes como
para hacer una reconstrucción cien por cien segura. Por lo cual, tanto para
el periodo Predinástico como para el periodo Arcaico, debemos siempre
mostrar las necesarias cautelas.
Culturas predinásticas de Egipto

II

Bajo Egipto

Principales culturas y fases

Cultura de Merimde
El gran yacimiento de Merimde Beni Salama se encuentra situado en una
terraza baja en el límite del delta occidental del Nilo. Los escombros del
yacimiento poseen una potencia de 2.5 mts. y consisten en cinco niveles,
tres de los cuales corresponden a tres fases culturales principales. Ocupan
un largo periodo entre los años 5000 y 4100 a.C.

Nivel 1 (Urschicht) 4800 a.C.

Características: cerámica sin desgrasar, pulida y no pulida con decoración


en espiguilla. Tecnología de lascas y presencia de numerosos raspadores y
herramientas retocadas bifaciales. Hogares y vestigios de refugios poco
sólidos. Agricultura, caza, pesca y cría de ovejas, reses y cerdos.

Nivel 2 (Mittleren Merimdekultur) 4500 a.C.

Características: culturas saharo-sudanesas, ocupación más densa del


yacimiento, sencillas viviendas ovaladas de madera y cestería, jarras de
almacenamiento enterradas en suelos de arcilla y grandes cestas forradas
de arcilla en pozos auxiliares que hacían de granero. Entre las viviendas
enterramientos en posición fetal. Cerámica desgrasada, pulida sin
decoración, herramientas líticas bifaciales. Objetos de hueso, marfil y
concha: arpones de 3 dientes. Agricultura, caza y pesca.

Niveles III al V (Jüngeren Merimdekultur) 4500- 4100 a.C.

Características: Yacimiento con un gran poblado de chozas de barro y


áreas de trabajo. Calles estrechas con casas ovaladas bien construidas. Los
edificios tienen entre 1,5 y 3 mts. de anchura, suelos excavados a una
profundidad de 40 cms., muros de barro, cubiertas de ramas y cañas. En el
interior, hogares, piedras de moler, jarras de agua enterradas y agujeros
que en tiempos con tuvieron recipientes de cerámica. Es una organización
formal. Enterramientos (agujeros ovalados prácticamente sin ajuar
funerario) en posición fetal (entre las casas) de niños y adolescentes, los
cementerios de adultos están por descubrir. Cerámicas de formas
cerradas, grandes recipientes de factura burda, la cerámica pulida es
roja/negra. Bifaces. Herramientas de marfil, hueso y concha. Figurillas.

Culturas de El Fayum

Qaruniense (Fayum B) c. 7000 a.C.

Yacimientos en terrenos elevados. Pesca, caza y recolección. Microlitos, 1


enterramiento (mujer de 40 años).

Fayumiense (Fayum A) 5500-4000 a.C.

Sus pobladores vivían a lo largo de la antigua playa del lago, y los restos
más importantes son grupos de pozos para almacenamiento de grano,
agricultura introducida desde el Levante. Trigo, cebada, lino. Cría de
ganado y pesca. Cerámica tosca y formas sencillas, sin decoración.
Conchas del Mar Rojo y del Mediterráneo. Paletas nubias para cosméticos,
cuentas de feldespato verde. Ausencia de objetos de cobre. Relaciones
comerciales de larga distancia.
Cultura de Omari

Posteriores al yacimiento neolítico de Merimde donde se han encontrado


algunas de las primeras evidencias de domesticación en Egipto, los
yacimientos de Omari, Maadi y Buto proporcionan una interesante visión
de la evolución de una tradición del delta. Omari (técnicamente
compuesto por dos emplazamientos O.A y O.B) estuvo habitado alrededor
de 200 años (4600-4400 a.C.) coincidiendo parcialmente con las
posteriores ocupaciones de Merimde y con los primeros niveles de Maadi.
Sin embargo, Omari no estaba situado precisamente donde debían de
producirse regularmente los contactos y el comercio con los grupos
extranjeros. Al contrario, parece representar un pueblo típico con una
subsistencia mixta de caza, pesca y agricultura. Es interesante señalar que
la cerámica de Omari, aunque fabricada localmente, poseía más rasgos
levantinos que la cerámica de la cercana Merimde. La influencia del Alto
Egipto puede verse también en los enterramientos donde, aún con
escasos ajuares, los cadáveres estaban orientados de acuerdo con la
tradición del sur (la cabeza al sur y el cuerpo de cara al oeste).

Los habitantes de Omari explotaban la tierra mucho más a fondo que el


río: los restos de ganado doméstico, ovejas, cabras, reses y cerdos y de
cereales dominan los registros arqueológicos, y los peces y otros animales
del Nilo, como el cocodrilo y el hipopótamo, son una fuente importante de
alimentación. Se cree que algunos pobladores de Omari se aventuraron
más allá de su entorno inmediato, puesto que se han encontrado conchas
marinas y galena del Sinaí en dicho yacimiento. Aunque por si solo esto no
prueba que los omarienses se lanzaran a viajes y transportes de larga
distancia, el descubrimiento de restos de asnos, los primeros conocidos en
Egipto de este antiguo animal de carga, implica de forma casi rotunda que
alguien (sino eran los propios omarienses) transportaban mercancías a
larga distancia en aquellos tiempos.
Cultura de Maadi-Buto

Hace relativamente poco que la cultura de Maadi-Buto se ha convertido


en parte de la secuencia arqueológica de Egipto. El inmenso complejo
constituido por un asentamiento y un cementerio en Maadi-Buto (c. 3400
a.C.) son los yacimientos que definen esta cultura, pues de ellos toma su
nombre. Aparte de Maadi-Buto, hay aproximadamente otros diez
yacimientos definidos como pertenecientes a esta cultura, aunque la
mayoría son mucho más pequeños. Las excavaciones realizadas en Maadi
pusieron de manifiesto tres tipos de estructuras de asentamiento. La
primera es única en Egipto: una casa subterránea que mide 3x5 mts. de
superficie y 3 mts. de profundidad. La sucesión de agujeros para postes a
lo largo de los muros de la casa indica que había una estructura de madera
por encima del suelo que había conferido a la construcción un aspecto
sorprendente. La planta de esta casa y la presencia de hogares, jarras
medio enterradas y escombros domésticos hacen pensar que este tipo de
vivienda era similar a las de Beersheba en el sur de Israel (Négev). Los
otros dos tipos de estructuras encontradas en Maadi están bien
atestiguadas en la historia egipcia. El primero es una cabaña oval
acompañada de hogares con revestimiento externo de piedra y jarras
parcialmente enterradas. El segundo es una construcción rectangular con
estrechas zanjas que contenían tronchos de plantas: probablemente se
trataba de una especie de recinto vallado, quizá utilizado para albergar
animales.

La clase de artefactos que predominan en Maadi son de cerámica y


material lítico. Las vasijas de cerámica típicas maadienses eran globulares
con base plana, cuello estrecho y borde ensanchado; también se
encontraron jarras en forma de botella. Las vasijas maadienses raramente
estaban decoradas, pero a veces tenían marcas incisas después de la
cocción. También se encontraron ejemplos de recipientes rojos con el
borde ennegrecido, algunos de ellos evidentemente importados del Alto
Egipto, mientras que otros son ejemplos del intento de los maadienses por
copiar el estilo del sur utilizando arcilla local. La presencia de vasijas
cerámicas levantinas y sobre todo de jarras de asas onduladas copiadas
también por los egipcios, sugiere vínculos comerciales con esa zona.

El trabajo con el sílex era también local pero influido tanto por el Alto
Egipto como por el Levante. Los recipientes de piedra tallada localmente
eran de piedras blandas como la caliza y el alabastro, mientras que los de
piedra dura como el basalto parecen importaciones. Los artefactos de
hueso y marfil consistían principalmente en agujas y punzones, aunque
también se han hallado algunos peines importados del Alto Egipto.

Los maadienses se enterraban en fosas ovaladas, en posición fetal y


envueltos en una estera o en una tela. Al principio los cuerpos no parecían
orientados hacia ninguna dirección particular, pero más tarde se
colocaron con la cabeza hacia el sur pero de cara al este. No obstante, lo
más distintivo acerca de las tumbas es la casi total ausencia de ajuar
funerario, como mucho una o dos vasijas de cerámica. No se ha
encontrado cobre en los enterramientos, pero sí con cierta frecuencia una
concha de almeja del Nilo. En otros yacimientos, como Buto y Heliópolis,
predominaban costumbres funerarias similares: las fosas eran de forma
ovalada, y los cuerpos estaban colocados en posición fetal, con la cabeza
hacia el sur y la cara al este. También en estos yacimientos se pone de
manifiesto una tendencia a copiar la cultura material del Alto Egipto,
especialmente la cerámica y los motivos gerzeenses (Naqada II del Alto
Egipto) asociados a ella, así como las jarras de asas onduladas. Sin
embargo, Maadi es especialmente importante debido a las evidencias de
trabajos de metalistería, aunque no es del todo seguro, es posible que
Maadi tuviera instalaciones para fundir y que comerciase con objetos
realizados en cobre.

De acuerdo con todas las evidencias, Maadi parece haber sido algo así
como un centro comercial. Su ubicación en el vértice del delta la convierte
en un punto estratégico perfecto para el transporte de mercancías entre
el Levante, el Bajo y el Alto Egipto. Es interesante subrayar que Maadi
parece haber tenido lazos más fuertes con el Levante y Asia suroccidental
que con el Alto Egipto. Algunos han hecho notar que quizá la franja de 250
km. conocida como Egipto Medio donde se han encontrado pocos rastros
de la cultura Predinástica (si exceptuamos p.ej. las excavaciones de G. C.
Thompson en Hemamiya en los años veinte del siglo pasado con
artefactos de Naqada I y II), servía de amortiguador entre culturas.

A pesar de que Maadi era un puerto fluvial y el punto final de una ruta
terrestre hacia el Levante, Buto, situada en el norte del delta, debió de ser
un puerto marítimo a través del cual tenían lugar los contactos con Sumer,
Levante y otras culturas. La ubicación de Buto cerca de la desembocadura
de la rama Rosseta del Nilo y su proximidad con el mar Mediterráneo
(entonces mucho más cerca del emplazamiento que en la actualidad) la
situaron en una ruta marítima a través de la que se importaban y
exportaban ingentes cantidades de madera, aceite, vino, minerales,
cerámica y otros productos. En las recientes excavaciones realizadas en
Buto se han encontrado conos de arcilla similares a los utilizados para
decorar los templos de Uruk (c. de 3200 a.C.) en Mesopotamia,
proporcionando una sólida base a las tesis que proclaman contactos de
larga distancia a través del mar.

Basándose en la presencia de objetos del Alto Egipto, se han identificado


tres fases en la cronología maadiense. La más antigua coincide con la
segunda mitad de Naqada I y su mejor representación es el propio
yacimiento de Maadi. La segunda fase se identifica con Heliópolis y los
primeros niveles de Buto, que se remontan a mediados de Naqada II (es
decir, entre Naqada IIab y Naqada IIcd). La gran fase final, llamada dinastía
0, está representada solamente en Buto.
Culturas predinásticas de Egipto

III

Alto Egipto

Principales culturas y fases

Cultura de Badari

Comenzamos nuestra exposición de las culturas predinásticas del Alto


Egipto con la cultura badariense. La aldea de El Badari (Alto Egipto) se
convirtió en el núcleo de los grupos conocidos como badarienses (4400-
3800 a.C.), a los que sucedieron los amratienses o de Naqada I, los
gerzeenses o Naqada II (3500-3200 a.C.) y los gerzeenses tardíos, llamados
semanienses o Naqada III (3200-3000 a.C.). De todos ellos han quedado
testimonios: cerámica y objetos ornamentales, así como herramientas
para la caza, pesca y agricultura, aunque ésta estaba menos avanzada que
en el Delta.

El Badariense es el elemento más antiguo de la secuencia cultural


predinástica del Alto Egipto, marca un estilo radicalmente diferente del
que la precedió. De repente nos encontramos en un mundo simbólico de
una riqueza increíble que refleja una sociedad cada vez más estructurada
y compleja, un proceso que se acelerará a lo largo de los mil años
siguientes para culminar finalmente en la I dinastía de un Egipto unificado.

A pesar de que la cultura Badariense estaba limitada a una franja de 35


km. del Nilo, ubicada cerca del asentamiento de El Badari, se han hallado
artefactos badarienses en lugares tan al sur como Hieracómpolis y tan al
norte como Armant. Incluso se encontró un cementerio badariense en el
Wadi Hammamat, indicando contactos regulares con el desierto Arábigo y
el Mar Rojo.

La cerámica badariense está bien elaborada, con superficies onduladas y


con frecuencia decorada. Las paletas de este periodo son rectangulares y
ovaladas, de pizarra, a menudo presentan restos de ocre rojo o de
malaquita verde, revelando su uso como superficies para moler, mientras
que los botes se han hallado llenos de pigmento preparado, en este
periodo todavía no se da a las paletas forma de animal.

Los cementerios badarienses se situaban, por lo general, en el desierto


oriental detrás de las poblaciones. Sus tumbas contenían infinidad de
collares de conchas y cuentas de piedra, así como finas cucharas de marfil,
amuletos de animales, y palos de lanzamiento tallados utilizados para
impulsar dardos de caza (propulsores). Algunas tumbas contenían
pequeñas herramientas de cobre y alfileres ornamentales. Los badarienses
fueron el primer pueblo de Egipto que utilizó el cobre, había tres fuentes
potenciales de cobre: el Sinaí, el desierto Arábigo y Sudán (Nubia), aunque
la fuente más probable sea el Sinaí. Estos objetos estaban martilleados o
templados más que fundidos, al contrario de otras zonas del Próximo
Oriente, donde la metalurgia del cobre tenía ya mil años de antigüedad,
como por ejemplo la cultura de Teleilat Gassul.

La mayoría de las tumbas badarienses adoptaban formas de simples fosas


ovaladas, cada una con un solo individuo. Salvo escasas excepciones, los
cuerpos estaban en posición contraída o fetal, sobre el lado izquierdo, con
la cabeza orientada al sur y la cara al oeste. En ocasiones, las tumbas
albergaban más de un cuerpo, y a menudo, había un adulto y un niño
recién nacido. Cada enterramiento estaba cuidadosamente preparado. Se
colocaba una estera en el fondo de la fosa para evitar que el cuerpo
estuviese en contacto con la tierra desnuda, y a veces la cabeza
descansaba sobre un cojín de paja o una piel de animal enrollada. A
continuación se cubría o envolvía el cuerpo con una estera o piel de
animal. En algunos casos se colocaba una tela entre la piel del animal y el
cuerpo. La mayoría de las veces esta misma piel cubría también una o más
vasijas colocadas como ofrenda funeraria. Los restos de ropas sugieren
que los difuntos eran enterrados portando un taparrabos hecho de lino o
de piel de animal forrado de lino.

Las paletas de esquisto para moler se depositaban a menudo en


asociación directa con el cuerpo, a veces con restos de ocre o manchas de
malaquita, y muchas de ellas iban acompañadas de piedras de moler de
diversos tipos. Aunque no se han hallado ataúdes de madera, en el suelo
que rodea a los enterramientos se han excavado juncos, hecho que indica
que algunos cuerpos fueron envueltos en una especie de armazón que
debía de servir de techumbre para las tumbas. Es interesante resaltar el
hecho de que han aparecido restos enterrados de animales (bueyes,
ovejas y cabras) en esteras, como si de enterramientos humanos se
tratara, lo que indica un culto o práctica religiosa de naturaleza compleja.

En algunos cementerios observamos enterramientos en lugares


reservados específicos, con un ajuar funerario diferenciado y más rico, lo
que pudiera hacer pensar en un sistema social no igualitario, un reflejo de
diferencias sociales de grupo.

Comparados con la riqueza de sus tumbas, los restos de los asentamientos


badarienses parecen en cierto modo empobrecidos. Los emplazamientos
carecen de vestigios arquitectónicos, hecho que confirma la idea de que
se trataba de una sociedad semi sedentaria, probablemente pastoral, que
vivía en la tierra aluvial del Nilo, pero lo bastante alejada del río como para
que sus poblados no quedaran inundados con la crecida anual. Es
probable que los badarienses vivieran en tiendas de pieles o en cabañas
formadas por esteras colgadas de postes, elementos estos, que veremos
reflejados en posteriores elementos arquitectónicos. Una característica
estructural importante que se ha conservado en los yacimientos
badarienses son los silos, a menudo grandes jarras enterradas en el suelo.
Remitimos aquí a las excavaciones de Guy Brunton quien junto a G. C.
Thompson excavó en Badari y Tasa y también en el yacimiento de
Mostagedda.

Cultura de Naqada

Naqada o Nagada es una ciudad situada en la orilla occidental del Nilo, en


la gobernación de Qena a 25 km. al norte de Luxor. En egipcio antiguo se
llamaba Nubt “ciudad de oro” nombre dado por la proximidad de las
minas de oro del desierto Oriental, era una ciudad del V nomo del Alto
Egipto, los griegos la llamaron Ombos y más tarde, en árabe, se denominó
Tuj. La ciudad actual se llama Naqada (también existió otra ciudad con el
mismo nombre griego, Ombos, la actual Kom Ombo, situada a 40 km. al
norte de Asuán).

Llamada a veces confederación de Nubt se estima que durante el periodo


Naqada I ya era una ciudad estructurada como entidad política que, por
razones probablemente económicas, se convirtió en una importante
ciudad-estado; sus gobernantes sometieron por la fuerza o mediante
persuasión, a varias ciudades vecinas menos importantes que a su vez
formaban entidades políticas menores.

Naqada fue la primera ciudad-estado o confederación regional que ejerció


la hegemonía desde ca. 3500 a 3300 a.C., al inicio del periodo Naqada II
(fases Naqada IIa y IIb) hegemonía que después paso a Nekhen
(Hieracómpolis) durante las fases Naqada IIc y IId.

La población de Naqada da el nombre a la cultura de la época predinástica


que se data ca. del 4000 al 3000 a.C. Este nombre fue dado por Werner
Kaiser. Las primeras excavaciones fueron realizadas por Flinders Petrie,
James Quibell del University College de Londres y John Garstang de la
Universidad de Liverpool. Durante estas excavaciones encontraron
evidencias de una cultura que eclosionó hacia el 3800 a.C., y que tuvo una
continuidad cultural durante prácticamente un milenio, llegando hasta
Nubia (Hemamein).

Se divide en tres fases:

Naqada I (Amratiense) 4000-3500 a.C.

Naqada II (Gerzeense) 3500-3200 a.C.

Naqada III (Semaniense) 3200-3000 a.C.

Inicialmente la cultura Naqada I fue denominada Amratiense por F. Petrie


pero Werner Kaiser, en 1957, le dio el nombre de Naqada mientras
Amratiense se aplicaba al periodo, para hacer más hincapié en el hecho de
la continuidad cultural en las tres fases de Naqada.

Los datos del Carbono 14 (C14) de los yacimientos naqadienses permiten


precisar la cronología absoluta. La mayor parte de las fechas
concernientes a los periodos Naqada I y II han sido aportadas por los
centros predinásticos principales (Naqada, Abidos y Hieracómpolis), estos
lugares testimonian una ocupación continua en los periodos que nos
interesan y nos ayudan a fechar sus fases principales. Los cambios y
evolución, en sus distintos aspectos, de los periodos culturales, nos
ayudan a establecer sus respectivas subfases y también la cronología
relativa. Vemos por ejemplo que hay un cambio importante entre los
periodos de Naqada IId2 y IIIa2, estos cambios estilísticos durante Naqada
II se han interpretado como influencias e incluso invasión procedente de
Asia Occidental, la representante más notoria de las influencias estilísticas
extranjeras es Helene Kantor, también estas innovaciones en Naqada II
cuyas causas son influencias extranjeras por la ruta del desierto Oriental
son supuestas por Anthony Arkell y Peter Ucko. Vemos también, por otro
lado, que el periodo de Naqada III representa un estado homogéneo para
todo Egipto y que comprende el declive de la prehistoria y las dos
primeras dinastías, de tal manera que sus últimas fases (III c,d) es
equivalente a la civilización de la época de la dinastía 0 hasta las
mencionadas dos primeras dinastías.

Sólo un pequeño número de objetos de finales del periodo Predinástico se


pueden utilizar como fuentes históricas que documentan la transición
hacia un Estado plenamente unificado: estelas funerarias, paletas votivas,
cabezas de maza ceremoniales y pequeñas etiquetas (madera, marfil,
hueso) que en origen se ataron a objetos del ajuar funerario de la élite.

Cronología (según Werner Kaiser)

Periodo: Amratiense.

Años: 3900 a.C.

Fase: Naqada Ia, Ib, Ic, IIa

Tumbas: Abidos U- 239.

Objetos hallados: Cerámicas clases B, P, C.

Paletas: Las primeras paletas sin decorar o con dibujos incisos.

Gobernantes: ----------
Dinastías: ---------------

Periodo: Gerzeense.

Años: 3600 a.C.

Fase: Naqada IIb

Tumbas: Naqada 1411, T4

Objetos hallados: Cerámica decorada clase D, Gebelein (textiles pintados)


IIc.

Paletas: Paletas romboidales o fusiformes, con cabezas de animales y


apéndices en los bordes.

Gobernantes: -------------

Dinastías: ------------------

Periodo: Gerzeense

Años: 3600 a.C.

Fase: Naqada IIc, IId1, IId2

Tumbas: Hieracómpolis 100, Abidos U-q, U-547, U-503, U-127

Objetos Hallados: Cerámica con asas onduladas (clase W) Brooklyn,


mangos de cuchillo Carnarvon (Naqada IIc-IIIa)

Paletas: Paletas zoomorfas (peces, tortugas, mamíferos). Paletas Ostrich,


Gerzeh y Min.

Gobernantes: ----------

Dinastías: 0

Periodo: Semaniense (Predinástico Tardío)

Años: 3300 a.C.

Fase: Naqada IIIa1, Naqada IIIa2

Tumbas: Hieracómpolis 6, 11; Abidos U, U-j


Objetos hallados: ----------

Paletas: Paletas Louvre, Oxford, de los Cazadores.

Gobernantes: Escorpión I

Dinastías: 0

Periodo: Semaniense (Predinástico Tardío)

Años: 3300 a.C.

Fase: Naqada IIIb1

Tumbas: Seyala 137.1, Qustul L 24, Hieracómpolis 6, 10

Objetos hallados: Horizonte A: Grafito Gebel Sheikh Suleiman

Paletas: Paletas Metropolitan, del Campo de Batalla, Bull, Tehenu, Plover,


Nar Mer

Gobernantes: Serekhs anónimos, Doble Halcón, Horus Ny, Horus Pe, Horus
Hat, Horus Hedy, Horus Iry.

Dinastías: 0

Periodo: Semaniense (Protodinástico)

Años: 3150-3000 a.C.

Fase: Naqada IIIb2, IIIc1

Tumbas: Hieracómpolis 6, 1

Objetos hallados: Horizonte B

Paletas: Las mismas del apartado anterior

Gobernantes: (Tarkhan) Horus Cocodrilo (¿), HK (¿), Escorpión II, (Abidos)


Horus Iry, Horus Ka, Horus Nar Mer

Dinastías: 0
A continuación expondremos las características más resaltantes de la
cultura de Naqada conforme a su división en fases, Naqada I, Naqada II y
Naqada III.

Naqada I

La fase I de la cultura Naqada fue llamada en un principio Amratiense. Se


extendió de Matmar, en el norte, hasta el Wadi Kubbaniyah y Khor Bahan
al sur, teniendo su núcleo en el meandro del río Nilo a la altura de Qena.
Basándonos en la densidad de materiales, el corazón de la cultura Naqada
I estaba cerca del yacimiento de El Amra en la región de Naqada Mahasna.
Desde este núcleo la cultura Naqada I se expandió hacia el norte
penetrando en un territorio tradicionalmente asociado al Badariense y
hacia el sur 20 km. más allá de la 1ª catarata del Nilo. Esta fase cultural
está datada entre el 4000 y el 3500 a.C., aprox.

Hacia el 4000 a.C. la cultura Badariense se desarrolló por un tiempo en


paralelo y luego dándole paso a la cultura Amratiense. Analizando los
orígenes de Naqada I, vemos que no hay una ruptura cultural aguda o
visible entre los badarienses y los naqadienses. En esencia, muchos
aspectos de la cultura Naqada I eran similares a los de Badari. El cambio se
caracteriza por la estratificación social, artesanía mejorada y nuevas
formas artísticas, y a su expansión más al sur. Las tumbas se hicieron más
grandes junto con otras más pequeñas y sencillas; los asentamientos se
hicieron permanentes.

Por sus características se divide en las subfases de Naqada Ia, Naqada Ib,
Naqada Ic y hasta una Naqada Id (más discutible), que algunos sitúan en
realidad dentro del periodo Naqada IIa. Durante los periodos Ia, Ib, y Ic se
incrementa progresivamente la estratificación social, pero desde Ic se
detiene.

La formación de entidades políticas empezó en Naqada I. Naqada y otras


ciudades evolucionaron hacia poderes locales que fueron los primeros
organizados en Egipto. Quizá la necesidad de colaboración en la
explotación agrícola y la importación de materiales, hizo necesaria la
aparición de líderes. Se estima que acaeció una evolución similar, por la
misma época, en la cultura Maadi-Buto, en la zona del delta del Nilo.

La alimentación era fundamentalmente a base de pescado y otros


animales como gacelas, también se consumían cereales, cebada, guisantes
y otras variedades. Se han detectado importaciones de Siria, Canaán,
Nubia y Mesopotamia, aparece incluso lapislázuli procedente de
Afganistán.

La piedra era mejor trabajada y eran frecuentes las bifaciales. Aparecieron


también elementos decorativos; se han encontrado figurillas de cerámica,
hueso y marfil (el 80% de las figurillas humanas predinásticas pertenecen
a este periodo). Destaca la utilización de utensilios de cerámica roja con
decoraciones blancas. Los recipientes de cerámica roja con el borde negro,
una marca distintiva del Predinástico, hacen su aparición en esta época. El
tratamiento de la cerámica badariense peinada u ondulada todavía existía,
pero este estilo no tardó en desaparecer, mientras que la cerámica roja
pulida se fue haciendo cada vez más habitual.

La diversidad de formas de vasijas también aumenta en esta misma época,


probablemente reflejando un uso más extendido de ellas para diferentes
propósitos. Un nuevo rasgo de la cerámica que se remonta a este periodo
es que muchas vasijas presentan incisiones con signos conocidos como
marcas de recipientes, normalmente practicadas después de la cocción. El
hecho de que los mismos signos se repitieran en distintas jarras en el
interior de determinadas tumbas sugiere que podían ser marcas de
fabricante o símbolos de propiedad del recipiente. En ocasiones las vasijas
rojas pulidas estaban decoradas con diseños pintados en blanco,
incluyendo motivos geométricos, animales y vegetales. La fauna
representada en los vasos estaba constituida por cocodrilos, hipopótamos
y animales del desierto como escorpiones, gacelas, jirafas y bóvidos.
También aparece la forma humana, aunque con menos frecuencia que los
animales.

A la cerámica le siguió la pintura en rojo pero con dibujos lineales o


geométricos, en esta época aparecen cucharas, peines y agujas, pero casi
no hay indicios de metales. A este respecto, de este periodo se han
encontrado objetos de metal en El Hammamiya y Khattara.

Nuestra primera visión de una vivienda y poblado egipcio proviene del


periodo Naqada I, en El Hammamiya, donde encontramos chozas
circulares de barro y juncos que varían aproximadamente de 1 a 1,25 mts.
de diámetro. Aunque las estructuras más pequeñas eran probablemente
instalaciones para el almacenamiento, las más grandes tenían restos de
fuego hecho que indica que se trataba de dependencias habitadas. Sin
embargo por los descubrimientos realizados en Hieracómpolis (HK 29)
está claro que en la época de Naqada I se utilizaban viviendas
rectangulares, algunas quizá hechas de ladrillos de adobe. Esta variedad
en estilos de viviendas refleja probablemente la creciente diversidad
económica y social de la época.

Los últimos trabajos en los yacimientos de Naqada I en la zona de Khattara


indican que los pueblos del entorno oscilaban en tamaño desde varios
centenares de metros cuadrados hasta varias hectáreas. En ningún
momento de su ocupación a lo largo de 200 años superó la población las
50- 200 personas.

También se han encontrado paletas romboidales de pizarra y cabezas de


maza de piedra.

Las cabezas de maza son de forma discoidal (durante Naqada II y III se


sustituirán por las cabezas de maza piriformes), solían estar esculpidas en
piedra dura, pero también han sobrevivido ejemplares en caliza blanda,
cerámica e incluso arcilla sin cocer. El trabajo con la piedra se extendió a
los vasos, que en esta época eran básicamente de piedra blanda, de forma
más o menos cilíndrica con una base cónica y dos asas agujereadas
verticalmente para facilitar su transporte. Las paletas de piedra para moler
empezaron a aparecer en una gran variedad de formas. Los artistas
incorporaron también rasgos animales en la forma de la paleta, utilizando
incisiones para resaltar ciertos detalles. Este bestiario incluía peces,
tortugas, y cocodrilos, así como pájaros, hipopótamos y elefantes. El
hecho de que las paletas a veces estuvieran perforadas sugiere que el
propietario las llevaba encima en vida o que las habían atado al cadáver
durante la preparación para el enterramiento.

Las herramientas de piedra son raras en las tumbas de Naqada I, pero las
que se han encontrado suelen ser de exquisita factura. En este periodo,
los egipcios intentaron por primera vez crear la fayenza, una matriz a base
de cuarzo azul o azul verdoso utilizado a menudo para elaborar pequeñas
estatuillas y amuletos. El proceso técnico consistía en modelar un núcleo
de cuarzo machacado en la forma deseada y a continuación aplicar una
capa de vidriado a base de natrón, coloreado con óxido metálico azul
verdoso.

Las tumbas se conformaron como agujeros ovalados, con el difunto


enterrado en posición contraída, la cabeza orientada al oeste (tal vez se
creyese que por donde el sol se ponía, se encontraba el reino de los
muertos), y el cuerpo apoyado sobre su costado izquierdo. Bajo el cuerpo,
a menudo, se extendía una estera, y bajo la cabeza un fragmento de tela o
piel.

Personas y animales aparecen enterrados juntos, en Mahasna, Abadiya, El


Amra, Gebelein e Hieracómpolis, algunas tumbas están acompañadas de
cornamentas. En las necrópolis se aprecia una diferenciación social en los
enterramientos. Se han encontrado muchos tipos de cementerios: en el N
y el B hay más de 112 tumbas. Al final del periodo, la estratificación social
se aprecia en el cementerio T, con pocas pero ricas tumbas que debieron
corresponder a la élite. En Abadiya se encontró una tumba (B 101) con
mucha cerámica, la pintura de un antílope, seis esferas de arcilla
blanqueada, una estatuilla de hipopótamo, pulseras y tres dientes de
hipopótamo.

Al contrario que en el Badariense no es raro encontrar enterramientos


múltiples, y si la tumba no es individual suele estar ocupada por 2 o 3
cuerpos. También se observa el desmembramiento ritual de los cuerpos,
más como hábito que como regla y cráneos con tratamiento especial,
enterramientos con más cabezas que cuerpos. En Adaima aparecen
cráneos separados después de la descomposición total del cuerpo.
Los yacimientos de Naqada I son más ricos y extensos que los del
Badariense, con una concentración mayor en la región de Abidos-
Hieracómpolis. Entre los yacimientos excavados está el de Hammamiya,
que es típico, con nueve estructuras circulares hundidas parcialmente bajo
tierra, con restos de haber sido un hogar y otras zonas de almacén.
Hieracómpolis (Nekhen) aparece también en el periodo de Naqada I, pero
fue más importante en los periodos siguientes y se estima que estaba bien
situada para el comercio con Nubia y próxima al desierto Oriental. Abidos,
que será importante en el periodo Naqada III, conserva un cementerio del
periodo Naqada I con signos de estratificación social. La tumba U-502, del
final del periodo, es de un niño prematuro, con mucha cerámica, ocho
figuras femeninas y tres masculinas, que se atribuyen al establecimiento
del sistema hereditario.

Naqada II

Naqada II es también conocida como Gerzeense o Gerzense (nombre


procedente de la localidad de Gerza o Al Gerzeh, en la región de El Fayum)
que se desarrolla de 3500 a 3200 a.C., aprox. Se divide, siguiendo a
Werner Kaiser, en las fases Naqada IIa, Naqada IIb, Naqada IIc y Naqada
IId. Deriva del periodo anterior o Naqada I (Amratiense) y se encuentra en
la misma área, principalmente en el Alto Egipto.

En las fases IIa y IIb se incrementa la población, aparecen nuevas técnicas,


surge la especialización y se mejora la estructura social y la calidad de los
elementos, sean de piedra, marfil o cerámica. Los enterramientos son
todavía similares a los de Naqada I.

En las fases IIc y IId la cultura se expande, sobre todo hacia el Bajo Egipto,
donde provoca la desaparición de la cultura de Maadi. Los asentamientos
de Buto, Sedment, Harageh, Abusir el Malek y Minshat Abu Omar dejan de
tener elementos de esta cultura y, o bien, desaparecen o son sustituidos
por elementos de Naqada II. Las hipótesis modernas sugieren que la
cultura Maadi, dentro de su propia evolución, podrían haber llegado a un
grado similar a la de Naqada, sin precisar una influencia directa aunque los
contactos están acreditados.

En este periodo se establecieron verdaderas ciudades-estado, si bien


algunos lugares conservan su independencia como entidades políticas
menores. De las excavaciones, los estudiosos deducen que Nubt (Naqada)
fue sobrepasada en poder por Hieracómpolis. El mito dinástico de la lucha
entre los dioses Seth (dios de Naqada) y Horus (dios de Hieracómpolis)
podría indicar este hecho. El proceso parece que fue general y las
comunidades más ricas y poderosas se impusieron, por voluntad o por
conquista, a las más pequeñas. Las causas más probables, a veces una
mezcla de éstas, podrían ser la actividad militar, las migraciones de
población desde el desierto Oriental, las nuevas rutas de intercambio
comercial con Asia, el compartir recursos, los matrimonios entre familias
dirigentes y otros factores. No se descarta que algunos estados menores
de hecho continuaran existiendo pero dependientes de un Estado más
grande, y que fuesen el origen de los futuros nomos.

Durante Naqada I y al comienzo de Naqada II, el Alto Egipto albergó


numerosos poblados pequeños y dispersos, pero cuando las lluvias
estacionales disminuyeron, secando las tierras limítrofes con el desierto,
los habitantes empezaron a emigrar hacia el valle. Finalmente se
desarrollaron tres grandes focos de población, ubicados en puntos
importantes para el comercio: Naqada, en la desembocadura del Wadi
Hammamat con su acceso al Mar Rojo; Abidos, con su rico potencial
agrícola y proximidad a los oasis occidentales; y Hieracómpolis,
perfectamente situada para dominar el comercio con Nubia. Además de
estas poblaciones hubo migración hacia El Kab y Adaima donde parece
que la región fue abandonada a finales de la época de Naqada. Es posible
que la población se trasladase o reinstalase en los alrededores de los
pueblos predinásticos ya ocupados o bien en las tierras disponibles cerca
de ellos. Este reasentamiento no se produjo de la noche a la mañana sino
que fue un proceso lento que se prolongó durante más de 100 años.

La sociedad se desarrolló con expresiones artísticas e ideas más


complejas. Aparecen los signos precursores de los jeroglíficos. La tumba
100 de Hieracómpolis (HK 100) de un jefe, muy rica en comparación con
las anteriores, muestra la estratificación social. Descubierta y excavada
por F. W. Green entre 1898-1899 (SD 63), la tumba HK 100 tenía una
estructura rectangular de ladrillo que medía 5.85x2.85 mts. con el suelo a
una profundidad de 1,5 mts. Las paredes eran de adobe cubierto por una
capa de yeso elaboradamente decorada con representaciones de estilo
Gerzeense, el ejemplo más antiguo conocido de pintura mural en una
tumba en Egipto (es también llamada “tumba pintada”). Al igual que las
realizaciones artísticas de las jarras cerámicas, las decoraciones de la
tumba platean un reto a la interpretación exacta. El diseño se organiza en
torno a un pequeño grupo de seis grandes barcos que dominan el espacio.
Alrededor de los barcos hay pequeñas escenas de caza y guerra (otros
objetos contemporáneos, como el tejido pintado de Gebelein (al norte de
Hieracómpolis), recogen el ciclo iconográfico de las barcas. El aspecto más
interesante de la pintura es que no sólo muestra motivos típicos de la
cerámica de Naqada II, sino que también hay motivos que aparecerán más
tarde en las paletas ceremoniales de la dinastía 0. Esta tumba y las que la
rodean, según Kaiser, formaría parte de un cementerio real tomando
como referente la distribución del cementerio T de Naqada.

Respecto al cementerio T la posición de Kaiser (1958) es la de un


cementerio para la élite debido al escaso número de ocupantes, Davis
(1983) no lo considera así, por su parte Petrie (1896) lo identificó como
real ante la posibilidad de que aquí se celebrasen rituales funerarios que
podían haber llegado hasta el canibalismo y la desmembración de
cuerpos, Hoffman (1980) se pronunció también en esta dirección. En la
tumba 5 del cementerio T (T5), una serie de huesos largos y cinco cráneos
se dispusieron siguiendo los muros y en Adaima hay ejemplos de cráneos
separados de sus torsos, también en Adaima se han encontrado dos casos
de gargantas cortadas seguidas de decapitación. Si bien escasas y
dispersas, estas posibles pruebas de sacrificios pueden haber sido un
preludio temprano a los sacrificios humanos en masa enterrados en torno
a las tumbas reales del Dinástico Temprano (esta práctica desaparecerá a
finales de la II dinastía) en Abidos ( B. Mydant-Reynes).

La economía continúa siendo agrícola y ganadera, con incremento del


comercio. Algunos animales fueron domesticados como las ovejas, las
cabras, los cerdos y los perros. Ya se irrigaba mediante medios naturales
en este periodo, con las crecidas del Nilo en agosto y septiembre.

La expansión de Naqada II llegó también al Sinaí y al sur de Palestina (Ain


Besor, Tell Erani, Azor). Las influencias externas vienen de Uruk, Jamdat
Nasr, Tell Judeydayh, Biblos y Megiddo. El lapislázuli, procedente de
Mesopotamia, aparece muy a menudo en Naqada II. Es en este periodo
cuando se establecen las primeras relaciones comerciales con los pueblos
de Nubia.

La cerámica cambia de estilo con nuevas decoraciones figurativas y


esquemáticas, definitorias de esta época, ornamento que no volverá a
practicarse a lo largo de toda la historia del Antiguo Egipto. En el periodo
Naqada II aparecen dos nuevos tipos de vasijas cerámicas: un tosco
recipiente utilitario a veces decorado con motivos incisos, y otro más
vistoso con decoraciones pintadas o asas moldeadas. El recipiente más
tosco estaba fabricado con sedimentos del Nilo y paja, y tras su cocción
adquiría un color rojo pardusco. Las vasijas más llamativas estaban hechas
de arcilla procedente de las desembocaduras de ciertos wadis y se
templaban con arena en vez de paja. Cuando se cocían a baja
temperatura, las vasijas se volvían de color rosa y a altas temperaturas
adoptaban un tono verde grisáceo. Los motivos pintados que decoraban
los recipientes rosas cocidos a baja temperatura eran o bien geométricos
o bien escénicos.

Los recipientes con diseños geométricos como espirales y líneas dentadas


y onduladas aparecieron a principios del periodo Naqada II (IIb), mientras
que los dibujos escénicos surgieron más tarde (Naqada IIc) y continuaron a
lo largo de todo el periodo. Los motivos de decoración en Naqada II y
hasta III son fundamentalmente barcos con cabinas, plantas, árboles de
sicomoro, gacelas, líneas de agua, signos SSS, espirales y montañas.
Algunos autores prefieren identificar los barcos como representaciones de
tierras rodeadas de agua, residencias de jefes o plataformas de templos.
Los signos SSS, pudieran representar números, aguas de libación o
anotaciones de pesos. También se representaban figuras humanas, pero
solamente como elementos menores en una escena mucho más amplia,
ocasionalmente figuras itifálicas masculinas están tocadas con una doble
pluma (representación posterior de la fertilidad del dios Min de Coptos).
Muchos de estos motivos de decoración en la cerámica se repiten en los
wadis adyacentes al valle del Nilo hasta Nubia, las mujeres dominaban
algunas de las escenas, hecho que podría indicar que ocupaban una
posición privilegiada, también son habituales de este periodo las figurillas
femeninas de arcilla cocida.

Las vasijas cocidas a altas temperaturas solían adoptar la forma de las


jarras de asas onduladas que el sistema de clasificación de Petrie hizo
famosas. Las vasijas de asas onduladas se introdujeron por primera vez en
Egipto desde Levante (resaltamos aquí los estudios del arqueólogo israelí
Eliezer Oren sobre las rutas de comercio entre el Egipto Predinástico y la
costa mediterránea hasta Canaán), a partir de entonces se adoptó esta
forma y se fabricó localmente. En un principio, las jarras de asas
onduladas eran de forma globular con pronunciadas asas funcionales,
pero finalmente evolucionaron hasta adquirir una forma cilíndrica con
asas decorativas no funcionales. La jarra cilíndrica con una línea ondulada
pintada en vez de moldeada rodeando el centro se convirtió en el tipo de
cerámica más característico del posterior periodo de Naqada III.

El trabajo en piedra se mejora, la caliza, calcita y mármol así como las


piedras más duras como el basalto, el gneis y la diorita, se utilizaban para
confeccionar una gran variedad de objetos, entre ellos hermosas jarras
parecidas a las que se fabricaban en arcilla. Las paletas cosméticas
zoomorfas, un rasgo característico de Naqada I, eran ahora menos
corriente y el estilo tendía más hacia formas romboidales a menudo
coronadas por dos cabezas de animales opuestas. Las cabezas de maza
discoidales del periodo Naqada I fueron sustituidas por cabezas de maza
piriformes. Todavía perdura el misterio en torno a la adopción de la maza
piriforme y de cómo se convirtió en un símbolo de poder que subsistió
durante toda la historia egipcia.

También durante el periodo Naqada II la industria del cobre empezó a


florecer. Los artefactos de cobre como las hojas, las hachas, los brazaletes
y los anillos eran más comunes, lo mismo que los objetos de oro y plata. El
pueblo se fue aficionando cada vez más a la joyería y otros adornos
produciéndose collares y brazaletes con cuentas de piedra, marfil, concha,
fayenza y lapislázuli. También en este periodo eran corrientes las estatuas
femeninas y es interesante destacar que se trata de versiones en tres
dimensiones de los mismos motivos que aparecen en algunas vasijas de
cerámica pintadas.

Este periodo se caracteriza por una evolución de las prácticas funerarias,


con menos enterramientos, poca variación en sus tipos y formas de
sepulturas, incremento de los ricos enterramientos en tamaño y diseño,
prácticamente exclusivos para una sola persona, pero hay entierros
múltiples más numerosos que en Naqada I. La amplia variedad de
prácticas funerarias en los cementerios de Naqada II, pequeñas fosas
redondas, ovaladas o rectangulares con mayor o menor cantidad de ajuar
(se encuentran algunos cuchillos junto a los difuntos), enterramientos en
el interior de jarras de cerámica y diferentes tipos de envolturas de
cadáveres, aparece el ataúd ajustado al cuerpo y a los elementos que lo
acompañan, refleja la creciente complejidad de la sociedad egipcia cada
vez más diversificada y jerárquica. Si nos basamos fundamentalmente en
los hallazgos de los cementerios, la cultura de Naqada II parece mostrar
una creciente diversidad social emparejada a una consolidación de la
riqueza y el poder en manos de unos pocos. Los cementerios continúan
siendo excavados en el suelo, y los de los ricos separados de los otros.

Los enterramientos medios gerzeenses consistían en una simple tumba-


fosa que albergaba un único cuerpo. A veces se inhumaban dos cuerpos
juntos, pero raramente más. El cadáver se encontraba normalmente en
posición fetal, pero la posición exacta del cuerpo variaba de un
cementerio a otro. No era habitual envolver los cuerpos con pieles de
animales, en su lugar se utilizaban esteras o telas de lino. Los niños
empezaron a ser enterrados en grandes vasijas de cerámica (a veces con la
abertura hacia arriba) y los adultos más ricos en ataúdes, que al principio
eran de cestería, después de arcilla y finalmente de madera. El paso a las
tumbas rectangulares para las clases más pudientes puede en parte
atribuirse al incremento del uso de ataúdes. Otros cambios en las
prácticas de enterramiento incluían la colocación de las ofrendas
funerarias más lejos del cuerpo, costumbre que condujo a las tumbas de
múltiples cámaras, uno de los hitos fundamentales de la posterior cultura
egipcia.

En el Bajo Egipto la principal excavación es Algara, en la región al este de


El Fayum, que corresponde al Naqada IIc y IId y que dio el nombre inicial a
Naqada II en las excavaciones de Flinders Petrie. Contiene 288 tumbas de
las cuales 249 están íntegras. También es importante Tell el Farain (Buto),
que conserva rasgos de su identidad anterior a Naqada II que persistirán
hasta el Naqada III.

El lugar de Harageh al sudeste de El Lahun, fue excavado antes de la


Primera Guerra Mundial y se encontraron numerosas tumbas del IIc y IId.
En Tura, que fue un pequeño asentamiento en la orilla este del río, a
nueve km. al sur de El Cairo y a dos km. de Maadi, también se encontró un
cementerio, con indicios de la cultura Naqada II pero la cerámica todavía
es del tipo de Maadi. En el delta, en el lugar de Kafr Hassan Dawood,
recientemente excavado, se han encontrado tumbas del IIc y IId, cuarenta
de ellas posiblemente importantes.

En todo el Bajo Egipto se percibe, más o menos claramente, la


transformación de la cultura de Maadi por la cultura de Naqada.

Principales yacimientos de la cultura Naqada II en el Alto Egipto:

Mahansa, Nubt (Naqada), Nekhen (Hieracómpolis), Abedyu (Abidos), Abu


(Elefantina).

Principales yacimientos de la cultura Naqada II en el Bajo Egipto:

Merimde, El Omari, Maadi, Tell el Farain (Per Wadyet-Buto), Sau (Sais),


Minshat Abu Omar, Kafr Hassan Dawood, Tell el Farkha, Gerzeh, Abusir el-
Malek, Harageh y Tura.
Naqada III

Naqada III, anteriormente también conocida como Semaniense, es la fase


siguiente de la cultura Naqada y se extiende entre el 3200 a 3000 a.C.
aprox. Con esta fase termina la cultura naqadiense. Es un periodo de gran
significación para la historia del Antiguo Egipto, ya que durante la fase
final de la cultura Naqada se sucederán importantísimos eventos tales
como la aparición de la dinastía 0 (Protodinástico) y la unificación de
Egipto. Aunque la cultura Naqada III termina, en términos políticos, en un
Egipto recién unificado, es importante recordar que sus rasgos culturales
continúan presentes al menos hasta el final del periodo Arcaico (dinastías I
y II).

Se subdivide en cuatro fases o estadios: Naqada IIIa (3200-3150 a.C.),


Naqada IIIb (3150-3100 a.C.), Naqada IIIc (3100-3050 a.C.) y Naqada IIId
(3050-3000 a.C.) estos últimos estadios son coetáneos con el periodo
Protodinástico de Egipto. En este último periodo comenzó el proceso de
formación del Estado unificado, puede que ya iniciado durante el periodo
de Naqada II. Los reyes de este periodo se han agrupado a efectos
cronológicos en la denominada dinastía 0. De Nekhen la hegemonía pasó a
Tinis (Abidos) pero se mantuvieron los Estados locales o regionales,
posible origen de los 42 nomos (16 nomos del Alto Egipto y 10 del Bajo
Egipto son anteriores a la III dinastía).

Las características de este periodo fueron: los primeros jeroglíficos (a este


respecto hay discusión abierta ya que algunos autores sitúan la aparición
de la escritura jeroglífica, rudimentaria, en el periodo anterior es decir,
Naqada IIc-d, tumba U-j de Umm el-Qaab), la invención de la navegación a
vela (independiente de la que tuvo lugar en el Golfo Pérsico, 2000 años
antes), las primeras narraciones gráficas en paletas, el uso continuado de
serekhs a modo de sellos distintivos de cada soberano, los primeros
auténticos cementerios reales y seguramente las primeras obras de
irrigación. Los primeros soberanos poderosos son de esta época. Usan los
serekhs que identifican al rey y a su territorio. La cultura egipcia se
extiende hacia Nubia.
La hegemonía regional del Alto Egipto se desplaza de Nekhen hacia Tinis
(Abidos), con algún otro enclave importante como El Kab (Nekheb). En
cambio Nubt (Naqada) casi no tiene presencia y las tumbas encontradas
en la ciudad son pobres, sea por falta de poder político o económico
(algunas opiniones señalan que es probable que hubiera sido absorbida
por Nekhen o Abidos). Otros posibles enclaves importantes de la época
podrían situarse en Tinis y Abadiya (Alto Egipto), Maadi, Buto y Sais (Bajo
Egipto) y Qustul en Nubia.

La influencia del Alto Egipto se extiende hacia Maadi (que desaparecerá


avanzado el Naqada III) y hacia Buto, en el delta. Es durante este periodo
que se fundó, o se amplió, Menfis, que posteriormente se convertiría en
capital. Hacia el 3050 a.C., en que podría situarse el reinado de Nar Mer, el
primer soberano que reinó sobre el Alto y el Bajo Egipto, hasta el final del
periodo (3000 a.C., o un poco más tarde) se consolidó la unión de los Dos
Tierras y se inició el llamado Periodo Tinita y la I dinastía, en la fase de
Naqada III.

Un hecho destacado es la desaparición de Maadi, que fue despoblada, se


piensa que pudo tener causas más económicas que políticas: después de
la unificación el centro administrativo se desplazó hacia Menfis y el centro
de comercio, con Canaán, se desplazó a otro lugar (el motivo podría ser la
unificación y la nueva administración que se debía establecer más cercana
a Canaán y allí donde los intereses de los nuevos soberanos eran mejor
satisfechos, además de por intereses estratégicos y simbólicos, Menfis
está situada en la frontera tradicional entre el Alto y el Bajo Egipto). En
todo el periodo Naqada III se aprecia un importante incremento del
comercio y la presencia egipcia en Canaán, con una posible sede
administrativa en Tell es-Sakan o en Besor. El comercio se expande hacia
el sur, a Nubia, y hacia el nordeste, a Canaán y Mesopotamia, con
productos como cobre, madera, obsidiana, plata, lapislázuli y otros.

En los aspectos culturales, la cerámica decorada disminuye pero aparecen


manifestaciones artísticas. Los jeroglíficos que ya habían aparecido en
Naqada II en forma de signos, evolucionan durante el periodo. La
influencia mesopotámica no está establecida.
Los dioses más importantes del periodo fueron, Horus (dios celeste y
sanador, considerado iniciador de la civilización egipcia), Seth (deidad
brutal, señor del mal y las tinieblas), Nekhbet (diosa protectora en los
nacimientos y en las guerras), Min (dios lunar, de la fertilidad y de la
vegetación), Hathor (divinidad cósmica, diosa del amor y de la alegría) y
Bat (diosa celeste asociada a la fertilidad).

A la fase Naqada IIIb pertenece uno de los ejemplos de templo más


antiguos de Egipto. Es el templo de Hieracómpolis, denominado de estilo
“arcaico formal” por algunos autores su forma no se ha conservado pero
se han hecho intentos de reconstrucción, podemos suponer que el recinto
del templo fue en su origen un recinto rectangular muy similar en forma a
los recintos de culto funerario (Talbezirke) del periodo Dinástico
Temprano (Arcaico) de Abidos (82x142 mts.) el templo estaría hecho a
base de vigas de cedro del Líbano y esteras de colores, los agujeros de los
postes que sustentaban el templo tienen una profundidad de 1,80 mts. y
fueron descubiertos en 1985. Sin duda estaba consagrado al dios Horus, el
dios de Hieracómpolis.

El cementerio real siguió en Abidos y el de los altos funcionarios pasaría a


Saqqara (la necrópolis de Menfis). El cementerio secundario debió situarse
en Helwan. Tarkhan debió de constituir un cementerio de dignatarios de
segundo nivel. Dentro de los cementerios se incrementa el número de
tumbas de personajes importantes y se establecen algunas sólo para la
clase dirigente, entre ellos el cementerio real de Abidos (Umm el-Qaab)
con tumbas mucho más ricas y arquitectónicamente más complejas, esto
pone en evidencia una diferenciación social muy notable.

La concentración del poder y la riqueza en manos de cada vez menos


individuos, que se intensificó en los 200 años anteriores a la dinastía I,
tipifica la cultura del Predinástico Tardío. Las diferentes identidades
culturales del Predinástico (delta, desierto y valle), que en épocas
anteriores eran absolutamente distintivas, se fusionaron para formar una
nación. No se sabe a ciencia cierta cómo se produjo esta transición, pero
lo que sí parece claro es que la palabra operativa para este periodo final
de la prehistoria egipcia, llamado Naqada III, es consolidación. La última
fase de la cultura Naqada III es, a veces, denominada Protodinástico o
dinastía 0. El segundo periodo representa unos 100 años y marca la
transición entre el viejo orden predinástico y la nueva civilización dinástica
como un rey como gobernante. Durante este tiempo vemos el paso final
de la consolidación: la población, su religión y su riqueza quedó todo bajo
el control de un único gobernante. Incluso la expresión artística perdió su
sabor provincial y avanzó hacia una tradición nacional.

Dada la complejidad de la cultura Naqada III, queda claro que la


unificación de Egipto no fue el resultado de un único suceso ni se produjo
bajo los auspicios de un único gobernante. Fue un largo proceso en el que
el cambio climático, el conflicto armado, la creciente eficiencia agrícola y
el desarrollo de nuevas instituciones socio-políticas influyeron a la vez
dando paso al reino unificado que vemos en la dinastía I. Por consiguiente,
cualquier debate acerca de la unificación de Egipto debe hacer referencia
a estos elementos fundamentales de cambio: medioambiental,
tecnológico y social.

Ya hemos visto que en tiempos de Naqada II, Hieracómpolis y Naqada se


habían convertido en grandes centros de población que dependían en
gran manera de la agricultura. En esta época, dichos centros eran las más
extensas comunidades del Alto Egipto, con pequeños pueblos dispersos a
su alrededor, así como a lo largo del Nilo en ambas direcciones. También
el delta tenía importantes comunidades relativamente ricas, como Maadi,
donde se intercambiaban productos con el Alto Egipto y con las culturas
del Levante en desarrollo. De hecho, otros yacimientos del delta como
Minshat Abu Omar y Buto indican que a finales de Naqada II el delta era
parte de una gran red de comercio que se extendía al este hacia
Mesopotamia y al oeste hasta los grandes oasis del desierto.

En estos yacimientos del delta se han encontrado paletas de pizarra,


cerámicas y vasijas de piedra que recuerdan los estilos del Alto Egipto, y
también con motivos artísticos de origen oriental. Las excavaciones en
Buto sugieren que este lugar debió ser un importante puerto situado en la
antigua ruta comercial marítima por la que se transportaban ingentes
cantidades de madera, aceites, vino y preciadas materias primas. Por lo
visto, en el periodo Naqada III, Egipto fue parte integrante de la red de
comercio internacional de la región.
Durante este periodo importantes cambios medioambientales afectaron a
la vida de los egipcios. El primero fue la falta o discontinuidad de las lluvias
estacionales en torno a 3200 a.C., que había sido fundamentales en el
desarrollo de la vida pastoral en las regiones al oeste del Nilo. A lo largo
del tiempo, y de forma progresiva, las lluvias se fueron haciendo
imprevisibles hasta conducir finalmente a las condiciones de gran aridez
que conocemos hoy. Como consecuencia, los pobladores del desierto
tuvieron que elegir entre morir de hambre y sed o abandonar su estilo de
vida por otro más íntimamente asociado al Nilo. Es evidente que se
produjo algún tipo de migración en Hieracómpolis, Naqada, El Kab y
Adaima, donde parece que la región justo detrás de la tierra aluvial de
Nilo, que había estado ocupada por pueblos dedicados al pastoreo y
ganadería en el Neolítico y los primeros periodos de Naqada, fue
totalmente abandonada a finales de la época Naqada. Al parecer la
población se trasladó o reinstaló en los alrededores de los pueblos
predinásticos ya ocupados o bien en las tierras disponibles cerca de las
ciudades.

El aumento de la población o más exactamente de la densidad de


población, aunque inspirada por un cambio medioambiental hacia la
aridez, fue sin duda una cuestión muy complicada. Por ejemplo, junto con
la desaparición de las lluvias estacionales, se produjo un segundo cambio
medioambiental: una disminución de la altura media de las crecidas del
Nilo. Los estudios realizados sobre la Piedra de Palermo (V dinastía),
sugieren que la altura de las crecidas del Nilo disminuyó unos 0,7 mts.
desde la dinastía I a la dinastía II. Aunque es difícil saber si este fenómeno
estaba en pleno apogeo a finales del Predinástico, la simple disminución
de la altura de la inundación probablemente hizo que aumentara la
necesidad de mejorar la eficacia de las obras de irrigación y de ampliar el
almacenamiento y las redes de distribución.

La regulación y expansión de las redes de irrigación ha sido considerada


por muchos arqueólogos como un hito en la génesis de las civilizaciones.
Muchos estudiosos creen que a través de la irrigación y la inherente
necesidad de organizar el trabajo y distribuir el agua en beneficio de la
sociedad, se establecieron las primeras raíces de la civilización. El
problema de esta idea es que al principio se aplicó indiscriminadamente a
muchas culturas en desarrollo, y las posteriores investigaciones llevadas a
cabo por los arqueólogos en estas zonas proporcionaron suficientes
evidencias como para cuestionar su veracidad. En Mesopotamia, por
ejemplo, la irrigación se originó mucho antes que el estado-nación. Al
aplicar a Egipto estas ideas surge un segundo problema. Los sistemas
egipcios de irrigación nunca fueron tan extensivos ni tan complicados
como los de Mesopotamia, y por consiguiente, la necesidad de una
organización administrativa no fue tanto un imperativo. Un conocido
estudio de Karl Butzer (Early Hidraulic Civilization in Egypt) puso de
manifiesto que las redes de irrigación egipcias se extendían
principalmente en torno a las cuencas naturales creadas por la topografía
convexa del Nilo, e incluso entonces el agua de los embalses se utilizaba
simplemente para compensar los efectos de la inundación anual. Las redes
hidráulicas eran asuntos localizados, no canales lineales extensivos como
sus equivalentes mesopotámicos, por lo tanto cualquier ramificación
política de irrigación debió estar restringida a una pequeña área
geográfica. Posteriores textos egipcios lo confirman: el establecimiento y
mantenimiento de redes de irrigación local parece haber sido
competencia de los líderes locales o de aquellos que aspiraban a serlo. Sin
embargo, la tecnología de la irrigación era sensible a la manipulación
política y a la vez un elemento fundamental del sentimiento y
organización de la comunidad.

En mayor medida que cualquier otra cultura arcaica compleja, Egipto era
un país de agricultores, y su poder e influencia procedían de su
productividad agrícola. A pesar de que la irrigación y la agricultura se
controlaban a nivel local, los resultados finales eran legendarios. Sin duda
alguna, incluso en épocas predinásticas, Egipto era capaz de producir
abundantes excedentes. Un argumento favorito de los historiadores y
evolucionistas sociales es que semejantes excedentes fueron los estímulos
primitivos del crecimiento de estados y civilizaciones, el excedente de
alimentos tenía que ser recogido, almacenado y redistribuido y liberaba a
parte de la población para dedicarse a la producción de artesanía, a la
religión y a la política. Estos especialistas a su vez intercambiaban sus
servicios por comida y poco a poco fueron dominando la sociedad.
Para que la recolección y almacenamiento de excedentes de comida fuese
una empresa próspera para la comunidad hacía falta una toma de
decisiones en cierto modo centralizada y una inversión en la tecnología de
almacenamiento y redistribución de alimentos. Ya en época Badariense
encontramos jarras de almacenamiento comunal para grano, y durante el
periodo Predinástico estos receptáculos se agrandaron y mejoraron: las
enormes vasijas de cerámica enterradas repletas de trigo, cebada y otros
productos agrícolas evolucionaron hasta convertirse en graneros del
tamaño de habitaciones e instalaciones destinadas al almacenamiento.

A pesar de que ya en tiempos de Naqada III existían centros con una gran
población tanto en el Alto como en el Bajo Egipto, el valle del Nilo
conservó su carácter rural, con los pueblos agrícolas como tipo de
asentamiento predominante. ¿Cómo eran las ciudades o los pueblos
antiguos?, por desgracia es muy difícil estudiar estos tipos de yacimientos
tan comunes porque, construidos con materiales perecederos como las
esteras de junco y el ladrillo de adobe, dejaron poca huella arqueológica.
Los primeros poblados se originaron con toda probabilidad en zonas en las
que las condiciones medioambientales permitían a los agricultores cultivar
sus cosechas y sustentar el ganado dentro de un margen razonable de
riesgo. En el Alto Egipto las mejores zonas para mantener estos poblados
estaban situados a lo largo de los antiguos diques del río, que se alzaban
varios metros por encima de la llanura que las rodeaba y ofrecían al
pueblo seguridad excepto en las crecidas más altas. El antiguo jeroglífico
egipcio para designar “comunidad” proporciona un indicio adicional para
la reconstrucción de un antiguo poblado egipcio.

El signo utilizado para referirse a un lugar habitado es un círculo


seccionado por líneas cruzadas, indicando quizá que el pueblo arquetípico
tenía por lo general un trazado circular. Excavaciones realizadas en un
asentamiento Naqada I en Abidos descubrieron la planta circular de un
pueblo de unos 30 mts. de diámetro. Trabajos llevados a cabo en
Hememieh revelaron también la configuración circular u ovalada de un
pueblo. Todavía en los niveles inferiores del delta predinástico, como
Merimde, Omari y Maadi, se encontró la planta circular u oval de un
asentamiento, con viviendas independientes y dependencias separadas.
En Naqada II cambió el aspecto de la vivienda tipo y de la comunidad. El
ladrillo de adobe se convirtió en el material favorito de construcción para
las casas, muros y demás estructuras. Las calles y avenidas aparecieron
también en esta época, probablemente como resultado del cambio
arquitectónico a estructuras rectangulares o de ángulos pronunciados.
Además existían asentamientos con muros de recinto de ladrillo. Sin
embargo, la propia zona de la comunidad parece haber conservado su
forma circular: en las paletas de pizarra del Predinástico Tardío y del
periodo Arcaico se muestran asentamientos circulares u ovales rodeados
de robustos muros de ladrillo, a menudo apuntalados.

Las ciudades probablemente evolucionaron a partir de pueblos ubicados


en zonas donde la redistribución de mercancías se llevaba a cabo con
mayor efectividad, es decir, siguiendo los puntos terminales de las rutas
comerciales del desierto o junto a puertos naturales a lo largo del río. En
general, las ciudades tenían una población mayor que los pueblos y
estaban internamente más diferenciadas. Esto es, atendían a funciones
privadas y públicas y ofrecían una mayor variedad de productos y servicios
que los pueblos. Muchas de las primeras ciudades eran también centros
del culto religioso dedicados a una determinada deidad, desempeñando
así un papel religioso y a la vez laico.

También Naqada evolucionó hasta convertirse en una ciudad,


probablemente porque estaba ubicada en un cruce estratégico para el
comercio con el este a través del Wadi Hammamat. Se ha especulado con
la posibilidad de que se produjeran contactos con culturas procedentes
del suroeste de Asia o con sus intermediarios tanto en Naqada como en el
Hammanat. Esta suposición se basa en una serie de objetos encontrados
con motivos característicos asiáticos, en dibujos de unos tipos de barcos
que se suponen representativos de la artesanía asiática y en la presencia
de materias primas originarias de Asia, pero no se observa huella alguna
de su paso a través del delta o del valle del Bajo Nilo. El delta tenía
también una población claramente rural a lo largo de los principales
brazos del río y en las elevadas geziras. También allí varios centros de
abundante población como Buto y Maadi fueron adquiriendo
gradualmente control económico y quizá político sobre una tierra del
interior hasta ahora mal definida.

La vida en estos grandes centros de población, como Hieracómpolis y


Naqada en el Alto Egipto y Maadi y Buto en el Bajo, mostraba un ambiente
mucho más cosmopolita que en las ciudades provinciales en desarrollo.
Las excavaciones todavía no han proporcionado un cuadro fiable del
aspecto que debían presentar estas ciudades, pero se cree que eran un
conglomerado de zonas residenciales ubicadas en torno a los distintos
complejos administrativos y al templo. Aunque hubo grandes
asentamientos que existieron durante largos periodos de tiempo y
crecieron de forma aleatoria de acuerdo con las necesidades de sus
habitantes, a menudo se expandieron en el curso de una sola generación.
Las plantas arqueológicas de estas ciudades revelan un confuso laberinto
de estrechas y tortuosas calles, pasajes, plazas y patios, con poco espacio
abierto. En zonas de gran densidad de población, como en el interior de
las murallas de la ciudad, el espacio estaba muy solicitado y las casa
crecían hacia arriba en dos o incluso tres pisos.

Los planos de excavaciones y las modernas reconstrucciones que


presentan una imagen de los asentamientos egipcios mostrando un jardín
limpio y organizado o un ambiente parecido a un parque, están lejos de
ser precisos. Las calles del Antiguo Egipto no estaban pavimentadas, y
había poca higiene, sin sistema alguno de drenaje: las aguas residuales
simplemente se drenaban en el subsuelo. La basura doméstica se apilaba
sobre los tejados, en las calles y en cualquier lugar disponible. Los
montones de desperdicios eran especialmente abundantes junto a los
pozos públicos y a lo largo de las pequeñas y tortuosas callejuelas,
reduciendo con ello el acceso a muchas viviendas. A medida que las zonas
urbanas iban creciendo, los montones de basura se nivelaban y se
“desinfectaban” quemándolos, para construir encima nuevas casa y
barrios.

Algunos aspectos resaltantes de estas poblaciones para este periodo de la


historia egipcia serían:

1º. Un laberinto de largas y tortuosas calles.


2º Poco espacio abierto.

3º Casa de 2 o 3 pisos.

4º Calles no pavimentadas.

5º Poca higiene, sin drenaje (se drenaba en el subsuelo).

6º Basura apilada sobre tejados y calles, pozos públicos y a lo largo de las


callejas.

La imagen pues de espacios libres y espacios tipo jardín no son correctos.

Es casi seguro, según muestran las evidencias arqueológicas, que los


egipcios de Naqada III de algunos de los centros más poblados estaban en
contacto con culturas del este, sur y oeste. También queda claro que esta
interacción resultó en préstamos de algunos conceptos fundamentales
que a su vez contribuyeron decisivamente a la evolución de la civilización
faraónica de Egipto. El papel de los contactos extranjeros y su potencial
contribución ha sido considerada por algunos estudiosos como el factor
primordial que condujo hacia la complejidad social y la construcción de
una nación.

Los primeros arqueólogos llegaron incluso a postular que una “raza


dinástica” de origen extranjero había penetrado en Egipto enseñando a los
habitantes indígenas del Nilo los fundamentos para la construcción de una
civilización, no obstante a lo largo de los años este planteamiento se ha
revelado falso. Es evidente que los egipcios estaban impresionados con los
emergentes estados de Mesopotamia como muestran los préstamos de
los motivos orientales que se observan en el primitivo arte egipcio. El
ejemplo más clásico de los mismos puede verse en algunas paletas de
pizarra probablemente hechas para conmemorar ciertos acontecimientos.
Sin embargo, estos maravillosos ejemplos representan el punto final de
una secuencia evolutiva que se remonta a los primeros periodos
predinásticos. Ejemplos de adornos en cerámica, así como el famoso
cuchillo de Djebel el-Arak, muestran motivos extranjeros similares,
aunque con formas menos elaboradas.
Un elemento fundamental que se supone adoptado de Mesopotamia es la
escritura. Aunque todos los símbolos jeroglíficos parecen ser de origen
egipcio, hasta no hace mucho tiempo algunos estudiosos creían que le
concepto de que un dibujo puede transmitir una palabra y que las
palabras que no se entienden fácilmente mediante un dibujo pueden ser
transmitidas fonéticamente con una serie de dibujos se había originado
en Mesopotamia. Este concepto es denominado “principio rebus”, según
el cual símbolos que representan los sonidos de objetos reales se
combinan para formar la pronunciación de palabras abstractas que no
podían transmitirse a través de un dibujo. Así pues, los antiguos signos
jeroglíficos egipcios podían representar una palabra (ideograma) o
simplemente un sonido dentro de una palabra (fonograma), este último
combinado con otros símbolos para formar palabras más abstractas y
oraciones.

Sin embargo, excavaciones relativamente recientes en Abidos (Umm el-


Qaab) y a lo largo del desierto Líbico parecen indicar que la escritura
egipcia y mesopotámica surgieron prácticamente al mismo tiempo. El
origen de la escritura en Egipto, al igual que en Mesopotamia, está ligado
a una creciente administración nacional. La supervisión y el control de una
burocracia en expansión, la puesta en práctica de un sistema de impuestos
y el seguimiento de la importación y exportación de productos
comerciales requerían de una forma de contabilidad.

Dejando aparte la escritura, parece innegable que Egipto tenía


interacciones con el extranjero y comerciaba con otras culturas. Entonces
¿cómo debió contribuir este estímulo a que Egipto se fusionase
convirtiéndose en la primera y más dinámica de las civilizaciones
primitivas?. Aunque encontramos deficiencias en cada una de las
explicaciones unilineales (como la irrigación, los excedentes agrícolas y el
comercio) para justificar o explicar el surgimiento de la civilización egipcia,
si las tomamos en conjunto con sus complejas interacciones, es difícil
negar que estos factores tuviesen una tremenda influencia en la cultura
egipcia predinástica. El cambio medioambiental, los movimientos de la
población y los avances de la tecnología de la irrigación, el
almacenamiento y la redistribución del grano, así como el flujo de ideas
procedentes de tierras extranjeras (y otros estímulos que posiblemente
nunca llegaremos a conocer) crearon la necesidad de organizar la
comunidad a través de un gobierno centralizado. Este grupo o individuo, a
las buenas o por medio de la fuerza, organizó la creciente población para
que pudiera ser dirigida eficazmente con el fin de sustentar las obras
públicas y los cargos administrativos necesarios para llevarlas a cabo. Así
pues, en tiempos de Naqada III una serie de poderosos dirigentes
controlaba amplias zonas a lo largo del valle del Nilo.

A mediados del periodo Naqada III, muchos de los cargos administrativos


que se necesitaban para controlar los aspectos económicos y agrícolas del
campo estaban en vigor. En esencia, se habían alcanzado todos los
elementos de la civilización dinástica excepto la unificación de Egipto bajo
un único gobernante. Los testimonios iconográficos, como el ya
mencionado cuchillo de Djebel el-Arak y la Paleta de Nar Mer, sugieren de
forma harto evidente que este último paso fue una fase violenta, con un
gobernante del Alto Egipto anexionando a la fuerza el territorio
circundante a su dominio hasta que todo el valle del Nilo quedó bajo su
control. Mientras que en algunos casos sin duda se producían estos
conflictos, la preponderancia de las evidencias arqueológicas indica una
anexión más pacífica. La investigación científica sugiere que la unificación
de Egipto llevada a cabo a finales de Naqada III, se consiguió
predominantemente a través de medios económicos más que a través del
combate físico. Es decir, a lo largo del tiempo encontramos al Bajo Egipto
imitando ciertos tipos de cerámica y tradiciones culturales que
históricamente pertenecían al Alto Egipto, y más tarde adoptando por
completo la cultura del valle.

En resumen, a finales de Naqada II (c. 3350 a.C.) los centros egipcios de


poder político como Hieracómpolis, Naqada, Maadi y Buto se habían
desarrollado tanto en el Alto como en el Bajo Egipto, y las tradiciones
locales empezaron a fusionarse, a veces rápidamente, en lo que podría
definirse como carácter egipcio nacional. Los recientes trabajos llevados a
cabo en Abidos en el Alto Egipto y en Minshat Abu Omar en el delta han
revelado que, a pesar de que el Alto y el Bajo Egipto experimentaban
diferentes estados de evolución, a finales de Naqada II las características
de la cultura del Alto Egipto estaban presentes en el delta oriental. Las
excavaciones de Abidos indican que al final del periodo Naqada la
unificación del Alto y del Bajo Egipto ya había dado comienzo y debió de
culminar en la legendaria unificación de Egipto durante la dinastía 0 (c.
3100 a.C.). En esta época, tanto la zona sur como la zona norte exhibían lo
que antes había sido una cultura material típicamente del Alto Egipto,
confirmando con ello el gradual dominio del norte por parte del sur.

EGIPTO PROTODINÁSTICO

LA DINASTÍA 0

El periodo protodinástico del Antiguo Egipto (situado generalmente entre


los años 3300 a 3100 a.C.) es considerado la fase final del periodo
predinástico. Es también conocido como dinastía 0 o periodo predinástico
tardío, y culturalmente se corresponde con el periodo de Naqada III. La
dinastía 0 de gobernantes egipcios fue durante muchos años desestimada
por los egiptólogos, siendo sólo reconocida a partir de las excavaciones de
Emile Amalineau y Flinders Petrie en el cementerio de Umm el-Qaab
(Abidos), entre finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, y también por las
excavaciones de James Edward Quibell en Nekhen (Hieracómpolis).

Está asociada al final de la época predinástica y en ella se incluyen varios


gobernantes que reinaron en el Alto Egipto entre el 3300 y el 3200 a.C. :
Horus Ro o Iry Hor (3300-3275 a.C.), Horus Ka o Ka Sehen (3275-3250 a.C.)
y Horus Escorpión II o Serket (3250-3200 a.C.).

Estos gobernantes oriundos del Alto Egipto son blanco continuo de


debate, relativo a la extensión de sus reinos en época tan antigua de la
historia de las civilizaciones humanas, aún después de las excavaciones
realizadas por el Instituto Arqueológico Alemán (Deutsches
Archaologisches Institut) en Abidos y de los dirigidos hasta hace
relativamente poco tiempo por Michael Hoffman y Barbara Adams en
Hieracómpolis, yacimiento donde continúa trabajando actualmente Renée
Friedman.
La existencia de algunos de estos primeros reyes figura en la Piedra de
Palermo, casi 700 años posterior, y otras listas de reyes que se hicieron
unos 2000 años después, como las de Abidos, Saqqara o el Canon Real de
Turín. La más antigua representación de un posible gobernante se ha
encontrado en una vasija en Abidos, y data de la época en que esta ciudad
era un enclave funerario de la capital, Tinis. Se representa, junto a una
mujer embarazada, a un hombre ataviado con el shenti (faldilla), y una
pluma en la cabeza, sosteniendo una maza, en una postura que se repitió
después en las representaciones reales.

Como hemos visto anteriormente, en este periodo surgen las primeras


auténticas ciudades, tales como Tinis en Abidos, Nubet en Ombos,
Nekheb, Nekhen (Hieracómpolis), Per Montu en Hermontis, Uetyeset-
Heru en Edfu y Ab en Elefantina. Son típicos de esta época los magníficos
vasos tallados en piedra, los cuchillos ceremoniales, como el de Djebel el-
Arak, las paletas para cosméticos, o las cabezas de maza votivas y de
guerra.

El soberano Iry Hor de la dinastía 0 está reconocido como gobernante de


Abidos, pudiendo haber sido durante su reinado cuando la poderosa
ciudad de Naqada fue conquistada. Ka- Sehen prosiguió las conquistas de
su antecesor, en dirección al sur, posiblemente hasta la frontera con el
reino de Nekhen (Hieracómpolis). En relación a Serket (Horus Escorpión II),
parece probable la unificación del Alto Egipto en un proto-reino durante
su reinado, debido a su representación en la maza hallada en el Depósito
Principal de Hieracómpolis que lo representa tocado con la Corona Blanca
del Alto Egipto (hedyet). Queda, sin embargo, la duda sobre si conquistó
también el Bajo Egipto, o si esta tarea habría sido desempeñada por su
sucesor Nar Mer (3200-3140 a.C.), que pudo ser el último gobernante de
esta dinastía, o el primero de la dinastía I.

Gobernantes del Alto Egipto (3350-3200 a.C.):

No hay seguridad en cuanto al orden de sucesión en algunos de los


siguientes reyes (lista reconstruida por Günter Dreyer en Umm el-Qaab I,
p. 178, 1998):
Escorpión I (gobernante local)

Doble Halcón (Dinastía 0)

Horus Ny

Horus Hat

Horus ……..

Horus Hedyu

Horus Iry (Iry Hor)

Horus Hut

Horus Ka

Horus Nineyt

Horus Cocodrilo (?)

Horus Escorpión II

Horus Nar Mer (3150 a.C.)

Gobernantes en el Bajo Egipto inscritos en la Piedra de Palermo (3200 a.C


¿):

…….Pu

Seka

Khaau (Iucha, Khaau, Khaiou, Khayu, Kaa)

Tiu (Tau, Teyew, Tiou)

Tyesh (Itjiesch, Tesh, Thesh, Tjesh)

Neheb

Uadynar

Mekhet
……..A (3100 a.C. ¿)

Gobernantes de Tinis/Abidos desde Naqada IIIa1 a Naqada IIIc1

Oryx estandarte gobernantes locales

Concha

Pez Elefante

Toro

Bucráneo estandarte

Cigüeña

Cánido

Bucráneo estandarte

Escorpión I

Halcón I

Min estandarte

(¿)

Halcón II

León

Doble Halcón

………… (dinastía 0)

Horus Iry

Horus Ka

Horus Escorpión II

Otros gobernantes locales fueron (la mayoría de la dinastía 0): Nb (o R ¿),


Hedyu (Hor), Pe + elefante, Ny Hor, Hat Hor, Cocodrilo, Halcón + Mer (o
Mer Dyehuty) y Pe Hor. Desde Doble Halcón en adelante son considerados
gobernantes de la dinastía 0.

Escorpión I ( Srk):

Serk gobernó en torno al 3300 a.C., en 1988, los arqueólogos W. Kaiser y


G. Dreyer (del Instituto Arqueológico Alemán de El Cairo) descubrieron el
nombre del rey en las excavaciones de la tumba U-j (Umm el-Qaab), esta
tumba está datada en la fase de Naqada IIIa2, por tanto se trataría de un
gobernante distinto al de la misma denominación de la dinastía 0, el rey
Horus Escorpión II.

Esta tumba posee doce cámaras, de 9,10 x 7,3 mts. y contenía recipientes
de donaciones, varillas de marfil y el ejemplo más antiguo de un cetro
real, además de cientos de vasijas de vino que, en parte, fueron
importadas de la zona de Canaán. Las etiquetas de las jarras representan
la evidencia más antigua que se conoce de posibles signos escritos legibles
fonéticamente en Egipto (aparecen representados aves, elefantes,
montañas, rayos y otros motivos). La estructura original fue una cámara
en la esquina superior derecha y nueve habitaciones que se conectan
entre sí (y con la cámara de la tumba) mediante estrechas rendijas, que
probablemente simbolizaban puertas. La tumba fue ampliada más tarde
con dos habitaciones construidas en dos etapas, en el lado largo sur. Los
objetos encontrados dentro de la tumba fueron notables y causaron
grandes sorpresas a los excavadores: imágenes de escorpiones con forma
real y el gran número de vasijas importadas desde mil kilómetros al
noreste.

Doble Halcón (posiblemente Diw y Nebuy):

En 1910 el egiptólogo M. J. Clédat descubrió la primera evidencia del rey


Doble Halcón. Clédat estaba excavando el sitio de el-Mehemdiah en el
noreste del delta cuando un campesino le trajo una tinaja y algunos
fragmentos grabados que había descubierto durante la plantación de un
palmeral en las cercanías de el-Beda. Investigando el sitio, Clédat pronto
descubrió cuatro serekhs del rey Doble Halcón (se denomina serekh a la
estructura decorada con la llamada “fachada de palacio” que incluía el
jeroglífico con el nombre de Horus del rey, en la parte superior aparecía,
usualmente, representado el dios Horus, “Horus encima del serekh es una
representación simbólica del palacio del rey protegido por el dios supremo
del cielo” (Francesco Raffaele), el serekh ya aparece grabado en algunas
vasijas del periodo Naqada II, su significado probable es “dar a conocer”,
por tanto su uso era para señalar quien era el propietario del contenido de
los recipientes, posteriormente designaría a un rey concreto en su nombre
de Horus).

Otro testimonio de su existencia fue descubierto en 1912 durante las


excavaciones de Hermann Junker en el sitio de Tura, donde encontró en
una tumba una tinaja entera con un serekh coronado por dos halcones.
Más recientemente, se han encontrado serekhs del rey Doble Halcón en el
Sinaí, en Tell Ibrahim Awad en el delta oriental, en Adaima y Abidos en el
Alto Egipto y en la cantera Palmahim en el sur de Israel.

La concentración de serekhs de Doble Halcón en el Bajo Egipto y el Sinaí


noroccidental indica que su gobierno estaba limitado a estas regiones. Sin
embargo, la presencia geográfica más amplia de sus serekhs, sobre todo
en el Alto Egipto y en el sur del Levante, sugiere que la autoridad de los
soberanos de la dinastía 0 sobre esa zona ya había comenzado a finales
del periodo de Naqada III, ya sea a través del comercio o de la guerra. El
serekh de Doble Halcón es único en su diseño y composición. En primer
lugar, es el único coronado por dos halcones de Horus, uno frente al otro.
En segundo lugar, no tiene un compartimiento para el nombre, está
ocupado por las líneas verticales que por lo general representan nichos de
la fachada de palacio. El serekh también carece de la línea horizontal que
delimita la fachada de palacio del nombre del rey. Por último cada halcón
se sostiene por sí sobre su propio pico.

Los egiptólogos M. J. Clédat, Günter Dreyer y E. van den Brink, sospechan


que un simbolismo más profundo explica estas peculiaridades. Los dos
halcones podrían representar el Bajo Egipto y el Sinaí, ya que parece que
Doble Halcón reinaba en ambas regiones. Dreyer cree que los halcones se
colocan en una representación de la “señal de tierras extranjeras” símbolo
jeroglífico nº 26 de la lista de Gardiner. Y lee el nombre como Dju “dw”,
por lo que el nombre del rey estaría representado por un par de halcones
en las montañas por encima de un serekh llano. Por el contrario, van den
Brink lee el nombre como Nebwy (nb.wy) “los dos señores”, y ve una
similitud con una paleta muy anterior exhibida en el Museo Barbier-
Mueller de Ginebra.

Horus Ny:

(Ny Hor) 3200-3175 a.C. aprox.

Reinaría en Nekhen (Hieracómpolis), era de una dinastía rival a la de los


gobernantes de Tinis (Abidos). Aunque su interpretación es controvertida,
se cree que su nombre de Horus significa “el cazador”. Varios serekhs se
han encontrado en Tura y Tarkhan. El serekh no tiene halcón
(contrariamente a la norma). Algunos egiptólogos creen que esta es una
forma de denominar a Nar Mer (T. A. H. Wilkinson) y Helck (1987) puso en
duda el desciframiento de las tumbas 16g9 y 19g1 de Tura como
referentes a Ny Hor.

Horus Hat:

(Hat Hor) reinó alrededor del 3100 a.C., no hay información sobre su
posición cronológica o la duración de su reinado. Utilizaba la Corona
Blanca del Alto Egipto y dirigía desde Neny-neswt (Nn-NSW), más tarde
Heracleópolis Magna. De nuevo Helck (1987) puso en duda las lecturas de
las inscripciones encontradas en la tumba 1702 de Tarkhan como
referentes a Horus Hat.

Horus Toro:

(Pe Hor) reinó alrededor del 3200 a.C. aprox. La existencia del rey Toro
(Horus Toro) es objeto de controversia porque se conocen muy pocas
referencias; fue propuesta por G. Dreyer, que describió una inscripción
con el nombre del gobernante en algunas piezas de cerámica y en la base
de una estatua colosal del dios Min cuyos fragmentos se encuentran en
los museos de Oxford y El Cairo. Otro indicio de la existencia de este
soberano fue el descubrimiento en 2003 de una roca en Djebel Djauty en
el desierto occidental, con inscripciones referentes a este monarca, su
interpretación es la narración de una exitosa campaña de Horus Escorpión
II donde Horus Toro era vencido en la batalla que fue, posiblemente, el
origen de la concentración del poder en Egipto (J. Darnell). Si esto fuera
así, Horus Toro sería el gobernante de Naqada vencido por el rey de
Abidos o por una coalición de fuerzas de Abidos y Hieracómpolis, lo que
daría como resultado, una vez dominada la ciudad de Naqada, en la
creación de un proto-reino en el Alto Egipto y que englobaría las ciudades
de Hieracómpolis, Naqada y Abidos y todos sus territorios.

Horus Iry (Iry Hor):

Este soberano gobernaría en torno al 3200 a.C., aunque algunos


egiptólogos dudan de su existencia. Otras grafías de su nombre son: Horus
Ro (según Petrie y von Beckerath), Iry (nombre de Horus), Iry-Hor, Iry-Ro,
Hor Ra y Ra Hor. Helck (1987) encuentra que no es posible descifrarlo a
causa de la manera arcaica en cómo está escrito y propone la lectura “el
halcón y la boca”, por su parte Wilkinson (1993) niega la existencia de este
soberano, sus argumentos principales derivan del hecho de que este
nombre no aparece nunca en un serekh, pero este argumento no es
definitivo pues el nombre del rey Escorpión no está inscrito en un serekh y
como en ciertos casos posteriores, tanto el nombre del rey Den y de la
reina Merytneith, ambos de la I dinastía, habían sido inscritos sin serekh.

Probablemente fue el inmediato predecesor del soberano Horus Ka y por


lo tanto reinaría durante los primeros años del siglo XXXII a.C. Gobernó
desde Hieracómpolis sobre Abidos y la región tinita, y quizá controló
Egipto hasta Zawyet el-Aryan.

Fue enterrado en el cementerio local de Umm el-Qaab, cerca de las


tumbas de los reyes Horus Ka (B7, B8 y B9), Horus Nar Mer (B17 y B18) y
otros soberanos. La tumba de Iry Hor posee dos cámaras separadas B1 y
B2 y es la más antigua de la necrópolis de Abidos B (la necrópolis de Umm
el-Qaab se divide en tres grandes zonas, cementerio U, cementerio B y
cementerio Principal). Las cámaras miden 6 x 3,5 mts. (B1) y 4,3 x 2,45
mts. (B2) excavadas por Petrie y Werner Kaiser. Estas cámaras tienen un
tamaño similar a las de Ka y Nar Mer. No hay ninguna superestructura, si
alguna vez la hubo, no ha llegado hasta nuestros días. En la cámara B1 se
encontraron fragmentos de jarras con su nombre. En la B2, otro
fragmento de jarra, una impresión de sello, varias inscripciones de tinta y,
curiosamente, fragmentos de vasijas que llevan los nombres de Ka y Nar
Mer. También se encontraron en el lugar trozos de un lecho. Un sello de
arcilla con los jeroglíficos de r-Hr se encontró en la tumba de Nar Mer, y
puede referirse a Iry Hor. Un sello similar se encontró muy al norte, en
Zawyet el-Aryan en el Bajo Egipto. Finalmente una incisión en un huso que
se encontró en Hieracómpolis puede referirse a él.

Algunos arqueólogos dudan de su existencia, su nombre no aparece en un


serekh, el halcón Horus se coloca directamente encima del signo de una
boca. Toby Wilkinson rechaza la tumba atribuida a Iry Hor, pues lo
considera como un pozo de almacenamiento y el nombre como una marca
de tesorería, por tanto la evidencia de la epigrafía y de la cerámica de la
denominada tumba B1 (Umm el-Qaab) refutaría la existencia del rey
Ro/Iry Hor. En efecto, r-Hr, puede significar simplemente “propiedad del
rey”, y la evidencia cerámica tipos 76b y 75 determina que se trata de la
tumba de un alto personaje del tiempo del rey Nar Mer, que tuvo el alto
honor de contar con artefactos reales en su entierro. El argumento en
contra de su existencia se basa también en la ausencia de un serekh con
su nombre y la escasa cantidad de restos. La única inscripción de Iry Hor
(fuera de Abidos) se encuentra en el Bajo Egipto (Zawyet el- Aryan pero la
lectura del nombre Iry Hor es cuestionada por Kaploni quien lo traduce
como Wer Ra, el nombre de un oficial), en cambio Horus Ka y Nar Mer
tienen muchas inscripciones en muchos lugares (hasta en Canaán).

Los arqueólogos que apoyan la existencia de Horus Iry, señalan la


importancia de la ubicación y el tamaño de la tumba, y el hecho de que
está ubicada dentro de un orden secuencial tal que vincularía el antiguo
cementerio U con las tumbas de la I dinastía (Umm el-Qaab). Su nombre
está inscrito en una gran jarra que tiene inscrito el halcón real, símbolo de
Horus. La representación del serekh podría ser una tradición que pudo
comenzar con el Horus Ka, aunque esto es sólo una suposición.

Horus Ka (Ka-Sehen):

Este soberano reinaría en torno al año 3100 a.C. y proseguiría las


conquistas de su antecesor en dirección al sur, posiblemente hasta la
frontera con el reino de Nekhen (Hieracómpolis). En la historia del Antiguo
Egipto, el rey Ka fue uno de los gobernantes que pudo obtener una unión
temporal, aunque se desconocen que zonas estaban coaligadas, ya que
hubo variaciones en el tiempo. Podría haber sido el padre de Nar Mer,
cuya tumba fue construida en un estilo y tamaño similar, y que está
situada a sólo treinta metros de distancia (Umm el-Qaab).

Horus Ka fue enterrado en una tumba doble B7-B9, sus características son
muy similares a la de su supuesto predecesor, el rey Horus Iry, en posición
y forma, con dos cámaras una al lado de la otra, alineadas por el lado
estrecho y con una abertura entre ellas de un par de metros. Por desgracia
ambas cámaras están muy dañadas en su parte superior. Las dimensiones
de B7 son 6,05 x 3,25 mts. y de B9 de 6,00 x 3,10 mts., además de un muro
de adobe de 1,8 mts. de altura. Cuando fue excavada en 1902 muchos de
los restos con el nombre del rey salieron a la luz y la identificación fue
evidente. De las dos cámaras es posible que haya sido enterrado en la sur
(B7) y la otra (B9) fuera destinada a ofrendas y suministros. Una pequeña
estatuilla de marfil de un antiguo rey sin inscripciones, podría ser su
imagen. Los objetos y registros escritos que le han sobrevivido pueden
facilitar una valiosa información sobre los cambios culturales, económicos
y políticos de su tiempo.

Ka fue el primer rey que puso su nombre en un serekh como signo de


realeza (o el segundo, si se considera que gobernó después de Iry Hor), sin
embargo el nombre Ka suena como un título genérico de rey. Un cuchillo
de pedernal y varias piezas de cerámica fueron encontradas en la tumba
que mostraba el nombre de los reyes, aunque el serekh no estaba
presidido por un halcón. Teniendo en cuenta que el nombre del rey Ka
tiene el mismo jeroglífico que “espíritu”, pudiera tratarse sólo de un signo
ritual o simbólico y no de un nombre real. Ka no es sólo conocido por
numerosas inscripciones, sino también por grabados rupestres. Además
de los reyes Nar Mer y Escorpión II, él es el soberano mejor testimoniado
del periodo predinástico, cuyas inscripciones se han encontrado tanto al
norte como al noreste del delta del Nilo, El Bajo Egipto, además de en
Helwan, frente a Menfis, y en Tarkhan en la región de El Fayum. Aunque
todavía no se han encontrado inscripciones al sur de Abidos, pudiendo
indicar que no tenía relación con los anteriores gobernantes de
Hieracómpolis. Su nombre se ha encontrado grabado en objetos fuera de
Egipto, en las excavaciones de Tell Erani y Nahal Tillah, en el suroeste de
Israel.

La lectura del nombre de este gobernante es problemática. Hay


inscripciones en vasijas que muestran un serekh con el símbolo Ka
correctamente en posición vertical, pero también las hay con el símbolo al
revés, lo que significaría “Sekhem” –abrazar- en lugar de “Ka” –espíritu o
fuerza vital-. También existe la teoría de que podría tratarse del nombre
de Sa Ra de Nar Mer (Elise J. Baumgartel “Some remarks on the origins of
the titles of the Archaic Egyptians Kings.” JEA nº 61, (EES), 1975, p. 31).
Precisamente porque la lectura de los jeroglíficos es tan incierta, el
egiptólogo Ludwig D. Morenz sugiere una lectura neutral como “el Rey de
Armas” (Ludwig David Morenz “Bild-Buchstaben und simbolische
Zeichen”. pp. 106-108).

Escorpión II ( Serket):

Este soberano reinó en torno a los años 3250-3200 a.C., el nombre de su


cónyuge era Shesh I madre de Nar Mer y bisabuela de otra reina, Shesh II
(Cotrell, Leonard “Digs and Diggers: A Book of World Archaeology”. Univ.
of California, pp. 76-77, 1964). Aunque los datos sobre Escorpión II son
imprecisos, incluso se ha dudado de su existencia (Malek 1986), varios
egiptólogos sostienen que habría vivido hacia el año 3200 a.C. y que
conquistó Nekhen (Hieracómpolis), la ciudad más importante del Alto
Egipto, transformándose en el gobernante dominador del país.

La existencia de Escorpión II parece confirmada por una cabeza de maza


ceremonial de piedra caliza, descubierta en un templo de Hieracómpolis
durante el periodo de excavaciones de 1897-1898 por los arqueólogos J. E.
Quibell y F.W. Green, en la que figura un soberano, de gran tamaño, con la
corona Blanca del Alto Egipto y la imagen de un escorpión grabado junto a
su cabeza. Esta maza conservada en el Ashmolean Museum de Oxford, es
una de las representaciones más antiguas de un rey egipcio. Pertenece a la
época en que la escritura era incipiente, grabándose junto al rey un
escorpión, a modo de jeroglífico, que representaría su nombre.
También se encontró un fragmento de una segunda maza más pequeña,
conocida como la pequeña maza ceremonial de Escorpión. Aunque el
fragmento no es muy grande, en él se ve claramente al soberano portando
la corona Roja del Bajo Egipto. En uno de los vasos dedicados por él en
Hieracómpolis, está acompañado del halcón Horus, símbolo de la realeza
egipcia. Se ha querido interpretar esto como evidencia de la existencia de
un gobernante llamado Horus Escorpión, que habría realizado o iniciado la
unificación del Antiguo Egipto, pues según la tradición fue llevada a cabo
con posterioridad, hacia los años 3150-3100 a.C. No es seguro si la
inscripción de la jarra de Minshat Abu Omar designa a Escorpión, pudiera
ser Aha (Kroeper, Wildung). Dos otras inscripciones procedentes de las
tumbas 315 y 1549 de Tarkhan han sido descifradas como pertenecientes
a Escorpión por Kaplony en 1963.

En la maza de Oxford, Escorpión lleva una azada en la mano, que se


relaciona con los ritos religiosos sobre la apertura de los diques tras la
inundación del Nilo, o el trazado del primer surco en el campo. Los
estandartes con aves –concretamente avefrías o el ave rekhyt-
simbolizarían los nomos o poblaciones implicadas de Egipto; varias plantas
de papiro indican que el acontecimiento transcurría en el Bajo Egipto. Los
nueve arcos (que representan a los tradicionales enemigos de Egipto) se
interpretan como prueba de que los ataques que culminaron con la
unificación de Nar Mer comenzaron en el Bajo Egipto.

Su tumba podría ser localizada en Umm el-Qaab (Abidos), la denominada


B 50, aunque se ha propuesto otro emplazamiento en Hieracómpolis. Para
W. Kaiser y G. Dreyer, este rey es el sucesor de Horus Ka y el predecesor
de Nar Mer, Cialowicz (1993) apoya la teoría de que Escorpión II fue uno
de los soberanos de la dinastía 0, pero las opiniones concernientes a este
punto son variadas ya que otros investigadores apuntan a colocar a
Escorpión en el comienzo de la lista de los soberanos conocidos (von
Beckerath, 1984).

Horus Cocodrilo (Hor Sehendet, hr Shn.dt):

Aunque hay pocos objetos y registros escritos de este gobernante


relativamente preservados, se han conseguido nuevos y valiosos
conocimientos sobre los cambios culturales, económicos y políticos de su
tiempo. Su posición cronológica exacta, sin embargo, aún no está clara. Se
han encontrado sellos de arcilla de Horus Cocodrilo, aunque también se ha
interpretado cono el sello del dios Sobek (W. Kaiser y G. Dreyer MDAIK nº
38, p. 232).

En la llamada “cámara del tesoro” de Nekhen se encontró un cetro roto


con el rostro de un soberano tocado con la corona Roja en un contexto de
la ceremonia de Heb Sed, justo junto al rostro hay un signo jeroglífico muy
dañado que es interpretado por algunos egiptólogos como un cocodrilo en
un estandarte (B. Adams “Ancient Hierakompolis”, 1974, pp. 15-19, vol.2).

Ni el predecesor ni el sucesor del rey Cocodrilo son conocidos (G. Dreyer


“Horus Krokodil, ein Gegenkönig der Dynastie 0” en The Followers of
Horus (1992), pp. 259-263. Donde apunta que el nombre del Horus
Cocodrilo pertenecería a un soberano local del delta, usurpador o bien
contemporáneo de Iry Hor o de Horus Ka). La lectura del nombre del rey
en algunos objetos y la interpretación de este cocodrilo como Horus se
remontan a G. Dreyer. En unos sellos de arcilla encontrados en la tumba
414 de Tarkhan se observa un edificio y se ven cocodrilos. Esto sugiere a
Dreyer que es un sello de un gobernante Cocodrilo e interpreta la lectura
del nombre real como Rey Cocodrilo. Este nombre había sido previa y
generalmente interpretado como Escorpión, pero Dreyer señala que esta
lectura es imposible, porque figura el carácter del cocodrilo (él no ve en el
registro el jeroglífico del escorpión, sino un cocodrilo y una cuerda, y lee
“Snj.w” (Rey Cocodrilo), G. Dreyer “Umm el-Qaab”, vol.II, p. 34.

Edwin van den Brink lo compara con las inscripciones de tinta de Shedet
con el nombre del personaje en una cuerda y lo lee como “Sn.dt” (el
opresor) como nombre de la variante de cocodrilo. También lo asocia con
un rey cuyo nombre es difícil de leer que se encontró ya mencionado en
Minshat Abu Omar. Dreyer, como he mencionado más arriba, ve a este
gobernante Cocodrilo como un rey local, que gobernó en el área de
Tarkhan.

Tarkhan es un lugar cercano a Kafr Ammar y Kafr Turki y es el nombre


moderno de una antigua necrópolis de Egipto, situada a unos 50 km. al sur
de El Cairo y 35 km. al sur de Menfis en la orilla oeste del Nilo, y posee uno
de los yacimientos arqueológicos más importantes de la época del periodo
formativo del Antiguo Egipto (3000 a.C. aprox.), la necrópolis contiene
más de 2000 tumbas del periodo predinástico y del Reino Antiguo
principalmente, aunque se han encontrado tumbas de todas las épocas de
la historia antigua de Egipto. La necrópolis fue excavada entre 1911 y 1912
por Flinders Petrie, la mayoría de las tumbas eran simples pozos cavados
en el suelo pertenecientes a la gente común, pero también hay varias
mastabas de la I dinastía, decoradas en fachada de palacio. Entre el ajuar
hay algunos barcos, joyas para las mujeres, armas y herramientas para los
hombres. Los materiales orgánicos se han conservado bien,
encontrándose muchos ataúdes de madera (la mayoría muy sencillos) así
como muebles y barcos de madera. Entre los hallazgos más importantes
se encuentra una tumba con impresiones del sello del rey Nar Mer, y los
ropajes más antiguos encontrados en Egipto. Flinders Petrie explicó en
1913, en su primera publicación sobre las excavaciones del yacimiento,
que se requería un nombre distinto para este antiguo periodo, que es el
más importante, por lo que fue denominado igual que la aldea más
cercana: Tarkhan. Petrie utilizó el nombre Kafr Ammar para los
enterramientos de fecha posterior, situados en la misma necrópolis.

La interpretación de Dreyer sobre la identidad del rey Cocodrilo es muy


problemática y fue rechazada desde el principio. La impresión del sello
también puede ser la representación más antigua del dios Sobek conocida
hasta ahora, en la forma de un cocodrilo descansando sobre un
estandarte y con dos capullos de loto o plumas de avestruz que brotan de
su espalda. Las estructuras serekhs similares con una cabeza de toro y el
signo del cocodrilo en el interior, muy probablemente representen la
ciudad Shedet (“fundada por Sobek”) en la que había un templo de Sobek.
Esta interpretación es adoptada por la mayoría de los egiptólogos (L. D.
Morenz “Bild-Buchstaben und symbolische Zeichen”, pp. 158-159. Marco
Zecchi “Sobek of Shedet, The Crocodile God in the Fayyum in the Dynastic
Period, pp.5-6, 2010. Toby A. H. Wilkinson “Early Dynastic Egypt”, pp. 56-
57).
Nar Mer (“el magnífico siluro”):

Fue el primer soberano del Antiguo Egipto unificado (en torno al 3100
a.C.) y fundador de la I dinastía (aunque existe también la posibilidad de
que fuera el último rey de la dinastía 0, siendo por tanto Horus Aha el
primer soberano de la dinastía I).

Aunque su identidad es debatida, los egiptólogos coinciden en


identificarlo también con el rey Menes. Su nombre, bajo la forma de Meni
no aparece sino hasta la dinastía XVIII (Vercouter 1992). Menes era el rey
del Alto Egipto, posible sucesor de Hr Srkt (Horus Escorpión II). Conquistó
el Bajo Egipto e instauró su capital en Ineb Hedy “Muralla Blanca”, la
futura Menfis. Avanzó con el ejército más allá de las fronteras de su reino.
Menes sería originario de Tinis (Abidos) se ha apuntado la posibilidad de
que estuviera casado con Neithhotep, originaria de Naqada, lo que
indicaría que este matrimonio selló la alianza entre estas dos ciudades (lo
cual es discutible si como se cree Abidos se anexionó a Naqada por la
fuerza). El nombre de Nar Mer aparece en fragmentos de cerámica en la
región del delta, e incluso en Canaán, siendo prueba evidente del
comercio entre estas dos zonas. La riqueza agrícola del delta, en minerales
del Alto Egipto y la confluencia de diversas rutas comerciales ayudaron a
extender la influencia egipcia en la región.

Se ha encontrado el nombre de Nar Mer inscrito en jeroglíficos en:

La maza ceremonial de Nar Mer, en Nekhen (Hieracómpolis).

La Paleta de Nar Mer, hallada en el templo de Horus en Nekhen.

La estatua de un babuino, conservada en el Altes Museum de Berlín.

Serekh de Nar Mer en un fragmento de cerámica de una vasija de vino, en


Tell Ibrahim Awad.

Sellos cilíndricos, en Naqada, delta oriental del Nilo y el sur de Canaán.

También se ha encontrado su nombre en muchos lugares del Alto y Bajo


Egipto como en el valle del Nilo, en el delta, en los desiertos Occidental y
Oriental, y en el sur de Canaán (Rafiah, En Besor, Arad, Tell Erani).
Varios estudiosos han considerado que Nar Mer fue el último rey del
periodo Protodinástico de Egipto, diferente del rey Menes y otros lo han
asociado con Aha, pero después del descubrimiento de Dreyer (1985-
1995) de varias marcas de sellos encontradas en las tumbas de Den y Qaa
(I dinastía) en Umm el-Qaab, se puede determinar con seguridad que es
exacta la sucesión dinástico en la siguiente secuencia: (I dinastía) Nar Mer,
Aha, Dyer, Dyet, Merytneith, Den, Anedyib, Semerkhet y Qaa.

Se atribuye a Nar Mer la tumba B17-18 en la necrópolis de Umm el-Qaab,


situada al lado de la tumba de Aha. Pero se ha especulado también en que
fuera enterrado en Saqqara, o en la necrópolis de Tarkhan, aunque
pudiera tratarse de cenotafios (tumbas simbólicas).

De los testimonios materiales recuperados pertenecientes a Nar Mer


debemos destacar dos de ellos:

La cabeza de maza de Nar Mer y su paleta votiva, seguidamente haremos


una descripción de ambas piezas.

Cabeza de maza de Nar Mer: Es una cabeza de maza del tipo piriforme, de
uso ceremonial, datada en torno al 3100-3000 a.C. (Naqada III), tallada en
piedra caliza y de 19,8 cm. de altura. Fue encontrada en Hieracómpolis
durante las excavaciones de 1897-98 por Quibell y Green. Lleva el nombre
de Nar Mer inscrito en un serekh, y aunque su interpretación es compleja,
posiblemente representaba: un desfile, la presentación de una princesa o
la fiesta de Heb Sed, con la presencia del rey que porta la corona Roja del
Bajo Egipto y que se encuentra sentado en el interior de una capilla o
kiosco. Encima de esta estructura aparece representada la diosa Nekhbet
(diosa tutelar del Alto Egipto) en forma de buitre, con las alas desplegadas
en señal de protección divina. Debajo del rey están presentes dos
portadores de sombrillas reales. El presunto botín de guerra representado
en la maza, en alusión a su victoria en el delta, se estimaba en 120000
enemigos cautivos, 400000 bueyes y 1422000 cabras, lo cual no deja de
parecer exagerado. Esta cabeza de maza se conserva actualmente en el
Ashmolean Museum de Oxford.

La paleta votiva de Nar Mer: Se trata de una placa de esquisto verde


tallada con figuras en bajorrelieves, descubierta en 1898 por Quibell y
Green en el templo de Horus de Nekhen (Hieracómpolis) y actualmente
conservada en el Museo Egipcio de Antigüedades de El Cairo. Existen
varias interpretaciones sobre su posible significado, tanto políticas
(posible unificación de las Dos Tierras), como religiosas. Para un mayor
detalle acerca de esta paleta puede consultarse mi trabajo “La Paleta de
Narmer” publicado también en academia.edu.

Como se ha mencionado más arriba, se trata de una paleta de esquisto


verde, de 64 cm. de altura y 45 cm. de ancho, la primitiva función de las
paletas era de servir de soporte para pigmentos, cremas, aceites, etc., que
se aplicaban en el cuerpo, aunque es muy común encontrarlas en los
ajuares funerarios (como bienes de prestigio) o como ofrendas en los
templos, la paleta de Nar Mer es una paleta votiva, es decir, ceremonial.

Ambas caras tienen grabadas en la parte superior dos cabezas de vaca,


símbolo de la diosa Bat, y entre ellas se encuentra el serekh con el nombre
de Nar Mer.

Reverso:

Aparece el rey Nar Mer con la corona Blanca del Alto Egipto.

Golpea a uno de los enemigos, representados por una figura de cabello


rizado y barba. Esta figura se utilizaba para identificar a los libios y a los
asiáticos, pero es posible que Nar Mer considerase extranjeros a los
habitantes del delta (esta zona estaba en contacto estrecho tanto con la
tierra libia como con el territorio asiático). También pudiera incluir la
representación simbólica de los beduinos del Sinaí.

El dios Horus, símbolo de la divinidad del rey, está sobre unas plantas de
papiro, símbolo del Bajo Egipto, lo que incide sobre el hecho de la
conquista del delta.

El registro inferior aparecen más enemigos de pelo rizado abatidos y


junto a ellos la representación simbólica de dos ciudades amuralladas
conquistadas.
Anverso:

En la franja superior, está el rey tocado con la corona Roja, símbolo del
dominio sobre el Bajo Egipto, esta corona también fue usada en la ciudad
sureña de Naqada. El rey se encuentra acompañado de su séquito ante
dos filas de enemigos decapitados.

En la parte media aparecen representados dos serpopardos, animales


fabulosos de cuellos entrelazados, Alan Gardiner opinaba que es una
representación de la unión de las Dos Tierras bajo un solo rey.

En el registro inferior aparece un toro (que simboliza al propio rey) que


derriba las murallas de las ciudades rivales y aplasta a un enemigo caído.

Interpretación:

Alan Gardiner opinaba que la paleta representa una batalla por el control
del delta, probablemente en manos de los libios, que posiblemente fue el
final de una guerra de varias generaciones. John Baines, por su parte,
propone que representan símbolos de logro regios, cuyo propósito no es
dar cuenta de un evento histórico, sino exponer el dominio del rey sobre
el mundo en nombre de los dioses, para lo cual ha derrotado a las fuerzas
del caos internas y externas. Esta simbología contenida en la paleta de Nar
Mer se convertirá en una iconografía clásica durante todo el resto de
tiempo de la civilización egipcia antigua, es decir durante los 3000 años
siguientes.

La Unificación:

La manera en que se llegó a la unificación de Egipto no está claramente


documentada, pero se estima que fueron los reyes de Abidos, los que se
impusieron sobre Buto y las poblaciones del delta. La tradición egipcia,
recogida por Manetón (siglo III a.C.), sostenía que un rey llamado Menes
fue el que unificó el país y las Listas Reales de Egipto comienzan por Meni,
por lo que se estima que Menis-Meni fue quien unificó el país.

Se han hallado diversas paletas, mazas y elementos conmemorativos que


aportan algunos datos, ya hemos mencionado algunas de ellas más arriba,
como la paleta de Narmer o la cabeza de maza de Escorpión II. La opinión
mayoritaria es que el primer rey y unificador del país fue el Horus Nar Mer
(al que se identifica con el Meni de la Lista Real de Abidos y el Papiro de
Turín, Menes por Manetón y Men o Min por Heródoto). Esta identificación
la defienden especialistas como H. Frankfort, W. B. Emery y Gredseloff.

Otra hipótesis sería que el primero sería Menes, después llamado Horus
Aha, esta hipótesis la apoya H. Müller, interpretando las tablillas de
Abidos. Otra hipótesis defendida por J. Vandier y E. Drioton es que se
sucedieron Nar Mer, Menes, Aha y Dyer. Y otra hipótesis más defiende
que el primer rey fue Aha, esta opinión es defendida por von Beckerath y
Schneider, considerándolo el unificador del país. De igual manera, la
formación del Estado egipcio es objeto de debate, hay varias teorías que
tratan de explicar los diferentes factores, causas y procesos que dieron
lugar a la unificación del Estado egipcio. Entre estas se encuentran los
partidarios de un origen pacífico, fundado en relaciones comerciales
(Trigger, Wildung y Köhler), los que defienden la unificación mediante la
guerra, invasión y otros conflictos (Kaiser, Helck y von der Way) y los
defensores de una combinación de varios factores que interactúan entre sí
(Hoffman, Kemp y Bard).

K. Sethe (1922) era de la convicción que el delta había conquistado el Alto


Egipto en una época indeterminada de la Prehistoria. J.H. Breasted (1931)
era de la opinión de que este evento había tenido lugar durante el periodo
de la transformación de la cultura de Naqada I a Naqada II y que en
consecuencia los autores de esta habrían venido del Bajo Egipto. No sería
hasta el final del periodo Predinástico (durante los reinados de Escorpión
II y Nar Mer que el sur se liberaría del delta. Needler (1984) piensa
también que la creación del estado ocurre con la conquista del delta por el
valle. El acrecentamiento de la pujanza de los soberanos locales, los
conflictos ligados al comercio y probablemente la presión demográfica
serían la causa de esta conquista.

Wittfogel (1957) señala la importancia capital de la irrigación para la


formación del Estado. La irrigación fue practicada solamente a escala local,
pero más tarde diferentes sistemas se unirían creando la base de grandes
uniones territoriales. La creación del Estado fue el punto culminante de
ese proceso. Butzer (1976) señala, en contra, que en Egipto la irrigación
fue organizada y administrada por autoridades locales. Carneiro (1970;
1981) defiende que los conflictos armados entre los centros gobernados
por los jefes a consecuencia de las conquistas sucesivas dieron lugar a la
creación del Estado, la cantidad limitada de las tierras cultivables fue la
razón de los conflictos. Trigger (1983) admite que dos elementos eran
muy importantes: el valle fértil del Nilo permitía obtener superávit
agrícolas y un acrecentamiento considerable de la población, de igual
modo la explotación de las materias primas procedentes del desierto que
favorecieron la formación de las élites. Estos dos motivos llevaron a la
creación de pujantes centros en el Alto y en el Bajo Egipto. Hoffman
(1991) distingue ocho factores principales que habrían jugado un papel
fundamental en los más importantes procesos en la creación del Estado:
población, el medio, la tecnología, los medios de existencia, la
estratificación social, los funerales y la religión, los aspectos comerciales y
los conflictos armados.

La unificación se hizo, según algunas evidencias (Paleta de Nar Mer, Paleta


de Tehenu) mediante actividad militar, aunque debió de ser ínfima pues
no hay evidencias arqueológicas; parecería entonces que los reyes de
Abidos sólo recogieron una fruta madura, preparada ya para la unificación
que se dio mediante un proceso económico, cultural y social prolongado
en el tiempo (seguramente iniciado antes del 3300 a.C.), al que podrían no
ser ajenas las alianzas (familiares o no) y la falta de poder y liderazgo de
muchos pequeños estados frente a la fuerza política, económica y militar
de un poder territorialmente extenso, numéricamente fuerte, socialmente
cohesionado, culturalmente dominante y económicamente rico. Las
resistencias podrían haber surgido en lugares puntuales o de pueblos
culturalmente diferentes como el libio y este evento definitivo tuvo lugar
en torno al 3100 a.C. aproximadamente.

El nacimiento de cualquier nación es un asunto complejo, pero para Egipto


lo fue todavía más porque no existía un precedente para la formación de
un Estado unificado. Nunca antes había estado sometida bajo el control de
un único cuerpo o persona gobernante una zona de territorio tan extensa.
Puesto que la escritura todavía no había alcanzado todo su potencial, fue
la historia oral la que transmitió el episodio de la unificación; como todas
las narraciones, esta historia se amenizó con los logros de héroes,
especialmente del rey, haciendo hincapié en sus hazañas y valor en
combate. Estos relatos acabaron siendo documentados por escrito, y
algunos fragmentos han llegado hasta nosotros. También hay que
recordar que estas historias, en esencia, servían como propaganda
destinada a unificar un pueblo más que a presentar una información
exacta. Más allá del territorio sometido a control político se extendía una
vasta y compleja sociedad que también había de ajustarse a este nuevo
orden de gobierno y aceptar al rey como gobernante. Como
enaltecimiento, el rey adoptó la apariencia de un dios en la tierra
haciéndose depositario del respeto y la confianza del pueblo.

EGIPTO ARCAICO

El periodo arcaico de Egipto, o Época Tinita o Periodo Dinástico Temprano


(3100-2686 a.C.) es el comienzo de la historia dinástica del Antiguo Egipto.
Según Manetón (sacerdote egipcio que vivió en el siglo III a.C.) la capital
del país durante este tiempo fue Tinis o Tis (cerca de Abidos) aunque no
hay vestigios arqueológicos que lo corroboren se ha señalado como
posible emplazamiento la localidad de Al Birba, al noreste de Girga( cf.
Daressy, Rec.Trav. XVI, pp. 124-125, 1894), más recientemente Gardiner
propuso con mucho fundamento, situar a Tis en la región actual de Nag el-
Mashayik (JEA, XXVII, p. 48, nº4, 1941), pero esta ciudad puede localizarse
con certeza en las cercanías de Abidos, allí se encontró la necrópolis real, y
se sabe que la residencia de los reyes no estuvo, por lo general, lejos de su
necrópolis. En esta época gobernaron sólo dos linajes de reyes, que
conforman las dinastías I y II, los primeros reyes se consideran los
unificadores de Egipto.

En los inicios de este periodo se empieza a vislumbrar el sistema de


organización estatal que sería casi constante durante toda la historia del
Antiguo Egipto. En esta época parece ser que la capital se trasladó de
Nekhen (Hieracómpolis), capital antigua del Alto Egipto, a Menfis, situada
cerca de donde el Nilo se abre en varios brazos formando el delta del río.
La monarquía poseía un destacado carácter militar, el rey en persona o sus
delegados mantenían a raya a los nómadas (en general libios de la
frontera occidental), a su vez aseguraban, en el sur y el este, el control de
las minas (oro y piedras preciosas). Justamente, Egipto avanzó hacia la
primera catarata, absorbiendo las ciudades de Elefantina y Siene (actual
Asuán), de poco desarrollo agrario pero centros mineros y comerciales,
además de puntos estratégicos para la expansión hacia Nubia. Ya durante
el reinado de Aha (I dinastía) se tiene constancia de expediciones a Nubia.
En cuanto a los nómadas, se sabe que Aha recibió tributos de los libios, y
que su sucesor Dyer realizó expediciones hasta el Mar Rojo (estas estaban
generalmente vinculadas con la explotación de las minas de la región).
También constan campañas en época del rey Den al Sinaí (para el control
de las minas) y contra los libios.

El Estado dirigía una política cultural hacia la asimilación mutua entre el


Alto Egipto (de donde provenía la monarquía) y el Bajo Egipto. Esto se
realizaba mediante:

La adopción por parte del rey de simbolismos del Norte y del Sur, como las
coronas Roja y Blanca.

Celebraciones simbólicas de la unificación, atestiguadas en el reinado de


Aha.

Alianzas matrimoniales: dos reinas Neithhotep (de Aha) y Merytneit (de


Dyer y regente de su hijo Dyet), poseen en su nombre el de la diosa
guerrera Neit, oriunda de la ciudad de Sais, en el Bajo Egipto; tal vez se
trataba de matrimonios mixtos entre el rey y miembros de la nobleza de
Sais. Esto también prueba el peso político y religioso de la ciudad de Sais.
Los matrimonios mixtos también se realizaron entre la nobleza.

Construcción de templos en el Bajo Egipto.

Asimilación de estilos arquitectónicos del Norte y del Sur, especialmente


en las tumbas reales. Estas se situaban tanto en Abidos (Alto Egipto) como
en Saqqara (Bajo Egipto).
La economía egipcia está íntimamente vinculada con el aspecto político.
Los reyes promovían obras de canalización para riego, aumentando el
rendimiento agrícola, posibilitado por un Estado fuerte y unificado
(aunque pronto se vería envuelto en guerras civiles, que serán detalladas
más adelante). Según algunos autores, en un primer momento los
nomarcas eran funcionarios que organizaban construcción de canales,
aunque tienen apariencia de ser jefes locales más que funcionarios, en
cualquier caso pronto se transformarían en gobernadores de las
provincias o nomos. Las fuentes griegas posteriores recogen tradiciones
que afirman la construcción de Menfis, la capital, por el primer rey
(llamado por ellos Menes), aunque el dato sea poco fiable, la arqueología
atestigua la construcción de Menfis por esta época (c. 2900 a.C.), y por lo
tanto el desarrollo urbano, lo que concuerda con el desarrollo agrario, que
provoca un mayor acceso a productos alimenticios y crecimiento de la
población. Además, Saqqara, cerca de Menfis, era uno de los principales
centros de enterramiento. El comercio era cada vez más amplio, teniendo
dos principales corrientes: Nilo arriba (Nubia) y hacia el llamado Levante
(franja costera más oriental del Mediterráneo, que incluye los actuales
Israel, Jordania, Líbano, Siria y los Territorios Palestinos, es decir Siro-
Palestina).

El comercio con Nubia era predominantemente terrestre, ya que las


sucesivas cataratas impiden la navegación mucho más allá de Elefantina,
en la frontera con Nubia. El Levante era su principal fuente de madera. Del
final del periodo arcaico se hallaron restos de cerámica que muestran
barcos con remos. De esto se podría deducir que en esta época se produjo
una revolución tecnológica, y también el aumento del comercio, tanto
porque los barcos servían para el transporte de mercancías, como porque
la madera provenía del Levante (especialmente del actual Líbano). En
cuanto a Nubia y el frente sur y este, la expansión militar aseguraba la
explotación minera (piedra y oro).

El comercio internacional servía para satisfacer demandas de bienes de


primera necesidad (madera, metales) así como artículos de lujo (incluidos
metales y piedras preciosas). Además, por motivos sociales (culto
funerario, ostentación) y políticos (demostración de poder), había gran
demanda local para la construcción de objetos funerarios, estatuas reales
y todo tipo de monumentos, que era satisfecha mediante la presencia
militar en áreas productivas.

En cuanto a la satisfacción de las necesidades básicas de la población, la


producción alimenticia ascendía en forma de impuestos al aparato
político, almacenándose en los silos reales, y era redistribuido entre la
población rural. Empezaban a destacar los artesanos, dedicados en modo
particular al trabajo de madera, piedra y metal. El resto de la población,
además del enorme volumen de personas dedicadas a la agricultura y a la
ganadería, lo constituía el sector dedicado al comercio (fluvial e
internacional) y la que formaba parte del aparato político (ejército,
burocracia y familia real).

En el Antiguo Egipto la tierra es propiedad del rey-dios encarnado,


considerada en conjunto como unidad de producción, junto con el
personal que la cultiva, los edificios, las herramientas y el ganado. Estas
unidades de producción se administran en el marco de ámbitos
centralizados (los “hut” o fortalezas) o ciudades (“niwt”), que pueden
depender directamente de la administración real o asignarse a
instituciones (templos, instituciones funerarias reales, etc.) o también a
funcionarios como remuneración de los cargos ocupados al servicio del
Estado.

La propiedad privada no existe en principio, pero por medio de la herencia


de los cargos y sobre todo de las dotaciones funerarias, no cabe duda de
que las grandes familias hayan podido monopolizar ámbitos importantes.
Estos permanecen bajo la mirada de la administración, en caso de
transmisión y siguen siendo personales, lo que no es el caso de los bienes
puramente inmobiliarios (contratos de venta de residencia).

La economía agrícola aparece a partir del III milenio a.C. Funciona sobre
un sistema de cuotas concertadas por la institución de la que depende,
pudiendo adquirirse el excedente y entonces servir para el consumo y el
intercambio. Este sistema funciona también para la ganadería, la pesca y
la artesanía. En este último caso, como para los funcionarios y entre las
distintas instituciones, el Estado aplica salarios de redistribución. Si el
Egipto faraónico nunca conoció la moneda, muy pronto los precios
pudieron valorarse con relación a un patrón monetario (cobre, plata, oro).

La fertilidad del valle, la riqueza y la diversidad de las producciones


desarrolladas a comienzos del III milenio a.C., permitieron con este
sistema generar una economía de subsistencia y una determinada
redistribución, donde la escasez y el hambre siguen siendo poco
frecuentes. Todos los intercambios exteriores son un monopolio del
Estado. El suministro de materias primas (piedras preciosas, cobre, oro,
madera) se realiza mediante expediciones de explotación temporales en
los lugares de los yacimientos (Sinaí, desierto Arábigo, Nubia) o por
expediciones comerciales a zonas más alejadas (Levante). La abundancia
de las tumbas del principio del III milenio a.C., en particular por parte de la
I dinastía, de cerámica siro-palestina (Bronce Antiguo II) dan prueba de la
intensidad de los contactos. Para estos intercambios comerciales, el oro
egipcio quizá desempeñó un papel fundamental.

En esta época los dioses locales de las ciudades y los centros religiosos
comenzaron a tener importancia nacional, muchas veces mediante el
llamado sincretismo o asimilación de dioses y cultos de distinto origen.
Uno de los casos más relevantes es el de Osiris, un dios benefactor
relacionado con la fertilidad, el comercio y sobre todo, la vida después de
la muerte, originario de la ciudad de Busiris, en el Bajo Egipto, que fue
asimilado con un dios de características similares de la ciudad de Abidos,
ciudad que consolidó su autoridad como centro religioso y funerario, más
aún al adoptarse a Osiris y a su hijo Horus dentro del simbolismo de la
realeza. Desde los primeros tiempos Abidos fue un importante centro de
culto, primero del dios local Khentyamentiu y más tarde, como acabamos
de señalar, de Osiris, a partir del final del Reino Antiguo. El cementerio
protodinástico de Abidos (Umm el-Qaab) fue identificado como el lugar de
enterramiento de Osiris, y la tumba del rey Dyer (I dinastía) fue
considerada la mitológica tumba de Osiris. El culto a este dios, en el que se
representaba ritualmente su muerte y resurrección, atraía a peregrinos de
todas partes del país. Mucha gente deseaba participar en estas
ceremonias en las cuales se realizaban ritos con procesos de dolor y
muerte para luego poder resurgir o revivir en un mundo futuro y con una
conciencia completamente nueva. Posiblemente, en esta época se
empezó a gestar el mito de las guerras entre Osiris y Horus contra Set,
aunque su redacción definitiva es posterior.

Al ser el rey de carácter divino, las fiestas en honor de los dioses adquirían
extrema importancia. A menudo servían para designar el año durante el
cual se celebraban, como puede verse en la Piedra de Palermo. La más
importante de estas fiestas, en un Estado donde el rey pretendía ser la
encarnación de Horus, era la que cada dos años se celebraba en honor de
ese dios. Del mismo modo se festejaban, a intervalos más o menos
regulares, los “nacimientos de Sokar”, dios menfita; de Min, dios de
Coptos; de Iamet; de Anubis; de Sed (posiblemente un sobrenombre del
dios chacal Upuawt); de Seshat, diosa de la escritura; por último, la Piedra
de Palermo menciona frecuentemente una fiesta Dyet, que despareció en
época tinita. En honor a estas divinidades se levantaron templos; la
fundación del santuario dio motivo a una ceremonia, de la cual nos ha
conservado una imagen el montante de una puerta encontrado en
Hieracómpolis, lamentablemente esta imagen es incompleta y está muy
deteriorada; la escena se divide en dos partes: a la izquierda, el rey que
sostiene un cetro y un báculo, está parado ante un grupo de personajes
mucho más pequeños que él, estos representan bien al pueblo o bien a la
corte o incluso, a dioses; a la derecha están enfrentados la diosa Seshat y
el rey y con la ayuda de un martillo hunden una estaca en el suelo; esta es
una escena clásica que se sigue encontrando hasta la época ptolemaica.

El soberano habitaba en el palacio acompañado de su familia y de la corte;


la fachada de este palacio está tan cuidadosamente reproducida sobre la
estela del rey Dyet que es posible, a pesar de la estilización, hacerse una
idea aproximada de él. Se componía esencialmente de dos grandes
puertas, encuadradas por dos vigas altas de madera. Cada rey se hacía
construir una nueva residencia y al parecer los trabajos de construcción se
iniciaban en el cuarto año de reinado. En el cuarto año, luego de la fiesta
Sed, el rey se hacía edificar una nueva residencia, consecuencia lógica de
concebir la fiesta Sed como punto de partida de un nuevo reinado.

El soberano gobernaba por medio de funcionarios jerarquizados, esto es


casi todo lo que puede afirmarse de la administración tinita. Los únicos
datos utilizables provienen de sellos sobre los cuales los funcionarios
grababan sus títulos y el nombre del rey bajo el cual vivían. Ahora bien, la
mayor parte de estos títulos se vuelven a encontrar, más tarde, precisados
y comentados. Fundándose sobre estos datos posteriores, es posible
establecer una primera distinción entre la administración central y la
administración provincial. No se sabe que funcionario estaba al frente de
la administración central. Meyer, y después otros historiadores, han
pretendido que la función de visir ya existía en época tinita, lo cual es
bastante probable, aunque el primer visir cuyo título está perfectamente
atestiguado sobre los monumentos es Nefermaat, quien vivió a principios
de la IV dinastía durante el reinado de Seneferu; sin embargo sí está
atestiguada la función de canciller del rey del Bajo Egipto desde mediados
de la I dinastía.

Es probable que fuera el mismo rey quien estaba a la cabeza de la


administración central. Sin duda, la interposición de un funcionario entre
los diferentes servicios administrativos y el rey sólo pudo ser creación de
un Estado ya evolucionado, cuyo mecanismo se hubiera complicado en
tales proporciones que hiciera necesarias nuevas funciones. Podríamos
pues decir, que era el rey quien presidía las diferentes “casas”, es decir,
los ministerios de la administración central y estaba asistido por cierto
número de funcionarios cuya jerarquía no conocemos muy bien.

Como se ha mencionado anteriormente en esta época aparecen indicios


de conflictos internos que parecen relacionarse, en un modo simplificado,
con una oposición del Bajo Egipto al centralismo de la monarquía del Alto
Egipto. Ya se comienzan a evidenciar en el reinado de Adyib, quien al
parecer tuvo que enfrentar rebeliones en el Bajo Egipto, a pesar de
algunas señales de acercamiento, como su matrimonio con una menfita.
Su sucesor Semerkhet, parece ser un usurpador. Ambos reyes, así como
un tercero, Qaa, fueron enterrados, como sus antecesores, en Abidos
(Umm el-Qaab); además de Qaa se conoce una estela en la que utiliza
símbolos como el dios Horus y la corona Blanca del Alto Egipto, en lugar
de la corona doble. Todo ello evidencia una inclinación de la monarquía
hacia el Alto Egipto y un proceso de sedición por parte del Bajo Egipto. Si
bien estos indicios se diluyen durante el reinado de sus sucesores
Hetepsekhemwy (quien incluso fue enterrado en Saqqara, en el Bajo
Egipto) y Nebra (Raneb), serían antecedentes de disturbios más graves
ocurridos algo más tarde. Peribsen eliminó al dios Horus de la simbología
real y lo reemplazó por el dios Set, lo recuerda el mito de la guerra entre
Horus y Set. Así, da la impresión que la guerra civil desencadenada bajo su
sucesor Khasekhem poseía un marcado carácter religioso, siendo también
una guerra entre seguidores de uno y otro dios.

La rebelión llegó a atacar la ciudad de Nekhen, antiguo centro religioso de


la monarquía del Alto Egipto, lo que da una idea de su magnitud.
Finalmente Khasekhem se impuso, como lo demuestran los relieves de las
bases de dos estatuas, en la que se muestran los enemigos muertos y en
las que el rey es representado significativamente con la corona Blanca del
Alto Egipto. Tanto el cambio de nombre de Khasekhem (que significa “un
poderoso”) a Khasekhemwy (“dos poderosos” también se ha traducido
como “los poderosos se manifiestan”), como el regreso a la simbología de
Horus tras las modificaciones de Peribsen, nos inducen a pensar que los
rebeldes del norte tomaban como emblema al dios Set, en contraposición
al Horus de la monarquía. Khasekhemwy cierra este periodo turbulento de
la historia antigua de Egipto y con él termina la II dinastía y el periodo
arcaico.

El conocimiento actual de los reyes del periodo arcaico de Egipto y su


posible orden de sucesión nos viene dado a través de los descubrimientos
arqueológicos y por una serie de Listas Reales. Listas Reales del Antiguo
Egipto es la denominación habitual de las inscripciones o documentos que
contienen una relación, generalmente fragmentaria, de los soberanos de
Egipto. Las más importantes son:

Piedra de Palermo: un fragmento de una losa o estela de basalto grabada,


datada en la V dinastía. En ella se recoge el nombre de varios soberanos
del periodo protodinástico y de otros más numerosos del periodo
dinástico (Arcaico y Reino Antiguo) así como otros datos de gran interés
de estos últimos soberanos, como el nivel de las crecidas del Nilo, fiestas y
ceremonias, construcción de monumentos, etc., el fragmento principal se
encuentra en Palermo y otros menores en El Cairo.
Lista Real de Karnak: hallada en el gran templo de Amón en Karnak,
contiene 61 cartuchos, pero sólo se pueden leer 50, desde Menes hasta
Tumés III.

Lista Real de Abidos: es un bajorrelieve con 76 cartuchos de soberanos


grabados en un muro del templo de Seti I (dinastía XIX), la llamada “galería
de los antepasados”, en Abidos.

Lista Real de Saqqara: un bajorrelieve que contenía 58 cartuchos de reyes


(quedan 47) en un muro de la tumba de Tenry, sacerdote y escriba de
Ramsés II (XIX dinastía), en Saqqara.

Canon Real de Turín: son fragmentos de un papiro con texto redactado en


escritura hierática que data posiblemente de la época de Ramsés II (XIX
dinastía).

Lista de Manetón: Manetón (siglo III a.C.), fue un sacerdote egipcio del
periodo Ptolemaico que redactó una historia de Egipto, la Aegyptiaka,
perdiéndose el original, aunque parcialmente copiado por Flavio Josefo
(siglo I d.C.), Sexto Julio Africano (siglos II-III d.C.) con 561 reyes, el obispo
Eusebio de Cesarea (siglos III-IV d.C.) con 361 reyes, y el monje Jorge
Sincelo (siglos VIII-IX d.C.).

Como es muy habitual, no sólo en Egipto sino en muchas otras


civilizaciones del mundo antiguo, mucha de la información disponible
procede de los cementerios o necrópolis, esto es especialmente evidente
para los periodos predinástico y arcaico, seguidamente vamos a referirnos
a algunas de las necrópolis principales que son fundamentales para el
estudio de estos periodos:

Necrópolis de Umm el-Qaab: Umm el-Qaab (en árabe “la madre de las
vasijas”) nombre dado por la enorme cantidad de fragmentos de cerámica
descubiertos en la zona, fragmentos dejados por los innumerables
peregrinos que acudían durante siglos a las ceremonias debidas al culto de
Osiris. Está situada cerca de Abidos, descubierta por Emile Amalineau en
1895, con tumbas pertenecientes a gobernantes predinásticos y reyes de
la I y II dinastías. El lugar fue objeto de gran interés y numerosas
expediciones arqueológicas, dirigidas por célebres egiptólogos, tales como
Amelineau (que hizo un trabajo de excavación bastante decepcionante en
muchos casos), Flinders Petrie, Werner Kaiser y Günter Dreyer.

Todas las tumbas fueron excavadas en el suelo pero no se conoce como


era la forma exacta de la construcción que las cubría. En este punto hay
mucha controversia entre los estudiosos y han sido propuestas varias
hipótesis por F. Petrie, H. Ricke y G. Reisner, entre otros. La idea más
factible parece ser la hipótesis de Jean-Philippe Lauer: una estructura con
muros de adobe, levemente inclinados, de unos 2,5 mts. de altura,
rellenos de arena y grava. Es muy posible, aunque no en todos los casos,
que esta subestructura estuviera rematada por un montículo de arena a
modo de túmulo y frente a él se hallaban colocadas estelas funerarias con
el serekh del rey o el nombre del difunto grabados.

La necrópolis de Umm el-Qaab se divide en tres grandes zonas, el


cementerio U, más antiguo, y los cementerios B y Principal.

Tumbas de la necrópolis de Umm el-Qaab:

Rey Dinastía Tumba

Escorpión I 0 Uj

Horus Iry 0 B1-B2

Horus Ka 0 B7-B8-B9

Escorpión II (?) 0 B-50

Horus Nar Mer I B16-B17

Horus Aha I B10-B15-B19

Horus Dyer I O

Horus Dyet I Z

Merytneit I Y

Horus Den I T

Adyib I X
Semerkhet I U

Qaa I Q

Peribsen II P

Khasekhemwy II V

Dreyer encontró en el cementerio de Umm el-Qaab (1895-1995) marcas


de sellos con los nombres de Nar Mer, Aha, Dyer, Den, Adyib, Semerkhet,
Qaa y Merytneit. Los nombres, inscritos en este orden, confirmarán la
existencia de estos reyes y el orden sucesorio de los soberanos de la I
dinastía. Los más antiguos documentos de escritura conocidos los
descubrió (1997) el equipo dirigido por Günter Dreyer (Instituto
Arqueológico Alemán de El Cairo, DAIK). Son un conjunto de 300 vasijas y
placas o etiquetas de marfil encontradas en la tumba U-j perteneciente a
Escorpión I y datadas mediante el C14 entre 3400-3200 a.C., están
inscritas con caracteres jeroglíficos, incisos o dibujados con tinta,
desvelando una verdadera escritura. Las etiquetas hacen referencia a la
procedencia de las mercancías que eran recibidas por el soberano en
calidad de impuestos.

El moblaje funerario, descubierto en el curso de las excavaciones de


Abidos, se componía esencialmente de vajilla de alabastro o de piedra
dura y de tablillas de marfil y madera, cuya importancia histórica es
considerable. Posiblemente estas tablillas, en su mayor parte, no fueran
otra cosa que simples rótulos que se aplicaban al cuello de las jarras para
datarlas y dar información acerca del lugar de origen y el tipo de
contenido, pero a pesar de lo modesto de su función constituyen nada
menos, que los anales, lamentablemente fragmentarios, de los reyes
tinitas (además, evidentemente, de las Listas Reales y las inscripciones e
impresiones de sellos). En esta época se indicaban los años de reinado
según los principales acontecimientos que los habían distinguido, y estos
acontecimientos, guerras o ceremonias, son muchas veces, lo que las
tablillas nos transmiten, con lo cual nos proporcionan la posibilidad de
hacernos una idea de la rápida evolución que caracteriza a este periodo de
formación.

Necrópolis de Kom el-Ahmar: esta necrópolis se halla situada a más de


600 kilómetros al sur de El Cairo, y a unos 16 al sur de Luxor, a medio
camino entre Edfu y Esna. Se denomina necrópolis 6 o HK6 (de
Hieracómpolis), y contiene varias áreas de enterramiento distintas épocas,
todas de finales de la prehistoria egipcia y el comienzo de la civilización del
Antiguo Egipto.

La necrópolis predinástica, denominada “cementerio de la élite” por los


arqueólogos, se extiende a lo largo de varios kilómetros y fue descubierta
en el año 2005 al lado del desierto. Se trata de uno de los complejos
funerarios más antiguos que se han encontrado en Egipto, con una
antigüedad estimada en más de 5000 años. En el yacimiento se han
encontrado los restos de siete personas, cuatro de las cuales podrían
haber sido sacrificadas. Se cree que el complejo pertenecía a uno o más
gobernantes de la ciudad de Nekhen que vivió/vivieron en torno al 3700
a.C., cuando Nekhen era la ciudad más grande a orillas del Nilo. El
yacimiento contiene una de las muestras de momificación más antiguas
conocidas, también se encontraron unas máscaras funerarias hechas de
arcilla y animales enterrados como si se tratara de humanos. Además se
han encontrado restos de estatuas y otros objetos que podrían formar
parte de los ajuares funerarios de esta élite predinástica.

La zona donde se descubrió la necrópolis se empezó a excavar


sistemáticamente en el año 2000 bajo la dirección de Barbara Adams,
quien murió prematuramente en 2002. A pesar de que Michael Allen
Hoffman ya la había explorado durante los años 80 del pasado siglo, no
descubrió la zona donde se encuentran las tumbas más antiguas sino unas
algo más modernas (del 3200-3000 a.C.).

La necrópolis arcaica de Saqqara: el cementerio arcaico (I y II dinastías) se


encuentra en el sector norte de la necrópolis de Saqqara, ya era conocido
en 1912 pero no se empezó a excavar más intensamente hasta 1922.
Podríamos diferenciar tres tipos de enterramientos, los pertenecientes a
la realeza (II dinastía) y a la nobleza (I y II dinastías); los pertenecientes a
los servidores cercanos al entorno cortesano y a los artesanos; y un tercer
grupo perteneciente a la clase más humilde. En el primer caso nos
encontramos con tumbas de galería (para los reyes) y grandes y profundos
pozos cortados en la roca viva con cámaras, una central que contenía el
sarcófago y cámaras complementarias para contener el ajuar funerario,
esta subestructura estaba rematada por una superestructura (que
sobresalía del suelo y por tanto era visible) decorada con estilo de palacio
y que contenía varias cámaras para contener el ajuar funerario de menor
valor, es lo que conocemos como mastaba. Entre estas construcciones
destacan las tumbas S 3357, S 3471, S 2185, S 2171 H, S 3503, S 3504, S
3035 (Hemaka), S 3507 (reina Herneit), S 3038 (Nebitka), S 3111 (Sabu), S
3505 (Merkai) y S 3500, todas de la I dinastía.

En el segundo caso encontramos tumbas de fosa o cámaras techadas con


madera y rematadas con un túmulo. Para el tercer tipo de tumbas, las
pertenecientes a la gente más humilde, se trata de simples fosas
excavadas en la arena, de forma ovalada u oblonga conteniendo un ajuar
muy pobre y en bastantes casos ninguno.

Los primeros enterramientos de nobles se remontan a la I dinastía,


durante este tiempo el papel de Menfis iba tomando un lugar cada vez
más importante para la administración, es por esto que muchos
funcionarios y miembros de la élite administrativa eligieron Saqqara (muy
próxima a Menfis) como lugar de enterramiento, además por el hecho de
que esta zona estaba consagrada al dios funerario Sokar. Durante mucho
tiempo se mantuvo una controversia acerca de la naturaleza de los
enterramientos reales en la necrópolis de Saqqara, si se trataba de
verdaderas tumbas o de cenotafios (tumbas conmemorativas), aunque en
este periodo el cementerio real estaba en Abidos (Umm el-Qaab) todos los
soberanos de la II dinastía, a excepción de Peribsen y Khasekhemwy,
fueron sepultados en Saqqara. Sus tumbas de galerías subterráneas se
hallan localizadas cerca de los complejos piramidales de Netcherkhet
(Dyeser) y Sekhemkhet (ambos de la III dinastía). En esta zona el rey
Khasekhemwy hizo construir el primer gran complejo hecho de piedra que
se conoce en Egipto (Khasekhemwy fue el primer soberano en construir
enteramente en piedra su cámara funeraria, anteriormente a él el rey
Horus Den construyó el primer suelo enteramente en piedra, en baldosas
de granito rojo y negro, para una cámara funeraria real, ambas tumbas se
hallan en Umm el-Qaab como ya hemos mencionado anteriormente).

Este enorme recinto construido en Saqqara por Khasekhemwy se conoce


como Gisr el-Mudir “árab. recinto del soberano o del líder”. Se trata, como
hemos apuntado, de la estructura más antigua hecha de piedra conocida
en Egipto, está situada a unos centenares de metros al oeste de la
pirámide escalonada de Netcherkhet y de la pirámide inconclusa de
Sekhemkhet. La función de esta estructura no está del todo clara, pero la
hipótesis más aceptada es que se trata de un recinto funerario donde se
realizaban ceremonias cultuales y religiosas en memoria del rey fallecido.
El mismo uso que tendrían los recintos funerarios hechos en ladrillos de
adobe que se construyeron en Abidos. La estructura consiste en una pared
rectangular orientada de norte a sur y que mide alrededor de 650 x 50
mts. Los muros se componen de dos paredes exteriores hechas de piedra
caliza tosca con una separación entre ellas de 15 mts., el espacio entre
ambos muros está rellenado con piedra triturada, grava y arena. En la
esquina noroeste la altura de las paredes tiene entre 4,5 y 5 mts. y
sobreviven 15 hileras de piedras.

La hipotética reconstrucción sugiere una altura original de alrededor de 10


mts., en el lado sur el estado de conservación es peor que en el lado
norte. Puesto que la pared oeste de la estructura es 30 mts. más corta
que la pared este, la pared sur probablemente consistía en dos muros
paralelos que formaban una puerta de entrada. Este patrón se repite en el
complejo funerario más grande de la pirámide escalonada de Dyeser
(véase mi trabajo sobre el complejo funerario de Netcherkhet también
publicado en academia.edu). Las paredes probablemente se completaron
y en la zona interior no se han encontrado restos de construcciones de
envergadura, por lo que no puede tratarse de un complejo piramidal o de
una gran mastaba en el centro, ya que estas construcciones deberían
haber sido erigidas antes de construir el muro del recinto. Un pequeño
edificio pudo haber existido en la esquina noroeste del espacio, ya que se
encontraron numerosos fragmentos de piedra caliza, granito rosa y
basalto. Esta construcción reviste una fundamental importancia en el
desarrollo de la arquitectura funeraria egipcia ya que ella sirvió, con toda
probabilidad, como fuente de inspiración para la construcción del muro
perimetral del complejo funerario del rey Netcherkhet (Dyeser), además
de ser, como hemos mencionado anteriormente, la primera gran
estructura en piedra del Antiguo Egipto.

La necrópolis de Helwan: las excavaciones dirigidas por Zaki Yussef Saad


descubrieron una vasta necrópolis del periodo Tinita que comprende
varios miles de tumbas, más pobres que las de Saqqara, pero, en su mayor
parte, intactas. Podría admitirse que las tumbas de Helwan pertenecían a
las clases medias de Heliópolis (Iunu), mientras que las mastabas de
Saqqara estaban destinadas para altos funcionarios de la administración.
Las excavaciones de Helwan han proporcionado una importante
confirmación en el campo religioso: efectivamente, en una de las tumbas,
datada en la I dinastía se encontró un pilar asociado con Osiris (pilar Dyed)
y un nudo de Isis. La yuxtaposición de estos dos símbolos constituye el
primer testimonio material de la influencia de Osiris en la religión
funeraria de esta época. Es lógico que estos objetos hayan sido
encontrados en la región menfita, es decir, en el punto geográfico en
donde comienza el delta, tierra originaria de Osiris, otros testimonios nos
hablan de la ceremonia del “levantamiento del pilar Dyed”, ceremonia que
terminaría por desaparecer. Sin embargo el culto a Osiris no tendrá una
importancia capital sino a partir del final del Reino Antiguo (VI dinastía),
pero su culto ya está presente en el periodo Arcaico.

DINASTIA I

La dinastía I junto con la II constituyen el periodo arcaico del Antiguo


Egipto y corresponde a la fase final de la cultura de Naqada III
(Semaniense). Esta dinastía transcurre entre el 3100 hasta el 2900 a.C.,
aproximadamente, variando esta cronología en las fuentes bibliográficas
en función de los métodos de datación adoptados. Los primeros reyes
consolidan la unificación del Alto y Bajo Egipto bajo su poder, comenzando
con ello la historia del Antiguo Egipto faraónico y dando comienzo a la
primera de sus dinastías.

Seguidamente me referiré a los reyes que componen la I dinastía, pero no


describiré la figura de Nar Mer ya que esta está descrita en el apartado
anterior dedicado a los reyes del Protodinástico (dinastía 0) al cual me
remito para describir a este fundamental rey de la historia del Antiguo
Egipto, aunque sí se le mencionará en su posición como primer soberano
de la I dinastía y en cuanto a su referencia en las Listas Reales.

Reyes de la I dinastía y su mención en las Listas Reales y testimonios


posteriores:

Nombre de Horus: Nar Mer. Lista Real de Abidos: Meni. Canon Real de
Turín: Meni. Julio Africano/Eusebio: Menes de Tis. Umm el-Qaab: Nar Mer.
Años de reinado (+/- 100 años): 3050-3007 a.C.

Nombre de Horus: Aha. Lista Real de Abidos: Teti. Piedra de Palermo: Aha.
Julio Africano/Eusebio: Atotis. Umm el-Qaab: Aha. Años de reinado (+/-
100 años): 3007-2975 a.C.

Nombre de Horus: Dyer. Lista Real de Abidos: Iti. Piedra de Palermo: Itit.
Canon Real de Turín: It(i). Julio Africano/Eusebio: Kenkenes. Umm el-
Qaab: Dyer. Años de reinado (+/- 100 años): 2974-2927 a.C.

Nombre de Horus: Dyet. Lista real de Abidos: Ita. Canon Real de Turín: Ita.
Julio Africano/Eusebio: Uenefes. Umm el-Qaab: Dyet. Años de reinado (+/-
100 años): 2927-2914 a.C.

Nombre de Horus: Den. Lista Real de Abidos: Semti. Canon Real de Turín:
Semti. Julio Africano/Eusebio: Usafaidos. Umm el-Qaab: Den. Años de
reinado (+/- 100 años): 2914-2867 a.C.

Nombre de Horus: Adyib. Lista Real de Abidos: Merbiape. Lista Real de


Saqqara: Merbiape. Julio Africano/Eusebio: Miebidos/Niebais. Umm el-
Qaab: Adyib. Años de reinado (+/- 100 años): 2867-2861 a.C.

Nombre de Horus: Semerkhet. Lista Real de Abidos: Semsem. Canon Real


de Turín: Semsem. Julio Africano/Eusebio: Semempses. Umm el-Qaab:
Semerkhet. Años de reinado (+/- 100 años): 2861-2857 a.C.
Nombre de Horus: Qaa. Lista Real de Abidos: Kebeh. Lista Real de Saqqara:
Kebeh. Canon Real de Turín: Kebeh. Julio Africano/Eusebio:
Bienekes/Ubientes. Umm el-Qaab: Qaa. Años de reinado (+/- 100 años):
2853-2828 a.C.

Es importante destacar el papel ejercido durante esta dinastía de dos


importantes reinas, Neithotep y Merytneit, a las cuales nos referiremos
más adelante.

Seguidamente describiremos con más detalle los perfiles de cada uno de


estos reyes, comenzando con el Horus Aha.

Horus Aha (Horus el luchador):

Para el periodo dinástico temprano, el registro arqueológico se refiere a


los reyes por su nombres de Horus, mientras que el registro histórico,
como se evidencia en las Listas de Turín y Abidos, utiliza una alternativa al
título real, el nombre de Nebty (Las Dos Señoras, en alusión a las diosas
Wadyet del Bajo Egipto y Nekhbet del Alto Egipto, diosas tutelares,
representada la primera en forma de cobra y la segunda en forma de
buitre). Los diferentes elementos del título de un rey se utilizan a menudo
de forma aislada, para ser breves, aunque la elección varía de acuerdo a
las circunstancias y el periodo. Actualmente hay un consenso entre los
egiptólogos para seguir las conclusiones de Petrie, conciliando los dos
registros y conectando Hor Aha (arqueológico) con el nombre de Nebty,
Teti (histórico). El mismo proceso ha llevado a la identificación del
histórico Menes (un nombre Nebty) con el Nar Mer (un nombre Horus)
que se evidencia en el registro arqueológico.

Ha habido cierta controversia sobre Hor Aha. Algunos creen que es la


misma persona que el legendario Menes, unificador de Egipto. Otros
afirman que era hijo de Nar Mer y su heredero. Procedente del Alto
Egipto, se casó con la princesa Benerib del Bajo Egipto, su esposa
principal, aunque su hijo y sucesor Dyer, nacería de una concubina. Según
Manetón – en su obra Aegyptiaka - (recogida parcialmente por Julio
Africano/Eusebio), Atotis (Aha), mandó edificar un palacio en Menfis y
practicó el arte de la medicina, escribiendo tratados sobre la técnica de
abrir los cuerpos. En la Piedra de Palermo se indica que en su reinado se
mantuvieron relaciones comerciales con Canaán y que guerreó en Nubia y
Libia.

Impresiones de sellos descubiertos por G. Dreyer en Umm el-Qaab en las


tumbas de Merytneit y Qaa, identifican a Aha como el segundo rey de la I
dinastía. Aha probablemente ascendió al trono a finales del siglo XXXII a.C.
o a principios del XXXI. Según Manetón se convirtió en rey a los 30 años y
gobernó hasta los 60 años de edad. Parece haber llevado a cabo muchas
actividades religiosas. Una visita o fundación de un santuario de la diosa
Neit, que se encontraba en el noreste del delta del Nilo, en Sais, es
mencionada en varias tablillas de su reinado. Es acertado suponer que
esta visita o fundación del templo de Sais debe ser considerada como la
consecuencia lógica de una sabia política de conciliación, practicada en
atención a los habitantes del delta, cuya lealtad según parecen probarlo
algunos fragmentos de tablillas, estaba aún lejos de haberse conseguido.
Por otra parte, la primera representación conocida de la sagrada Henu,
barca del dios Sokar, se encuentra grabada en una tablilla datada en su
reinado. Inscripciones en vasijas, rótulos y sellos de las tumbas de Aha y
de la reina Neithotep sugiere que esta última murió durante su reinado. Él
arregló para su entierro una magnífica mastaba, excavada por Jacques de
Morgan. La selección del cementerio de Naqada como el lugar de
descanso de Neithotep es un fuerte indicio de que ella era originaria de
este territorio. Esto, a su vez, apoya la opinión de que Nar Mer se casó con
un miembro de la antigua línea de gobernantes de Naqada para reforzar el
dominio de los reyes tinitas sobre la región.

Algo a destacar es que la mastaba más antigua en la necrópolis de Saqqara


norte (S 3357 de 41,6 x 15, 5 x 5 mts. de altura) se remonta a su reinado.
La mastaba pertenece a un miembro de la élite de la administración que
pudo haber sido un pariente del rey, como era costumbre en la época.
Esto es un fuerte indicio de la creciente importancia de Menfis durante el
reinado de Aha. El nombre de Aha se encuentra en numerosos objetos
descubiertos en Abidos y Saqqara. En las tablillas de marfil se ve al rey
celebrando posibles fiestas conmemorativas de la unificación del país.
Según W. Helck una de las placas le muestra matando a un hombre en
sacrificio ritual, es la llamada “tablilla del sacrificio”. Otra de las tablillas,
esta de madera, conservada en el Museo Egipcio de Antigüedades de El
Cairo, y procedente de la necrópolis real de Abidos, se ha traducido como:
“Golpear a los nubios por Horus Aha. Nacimiento de Khentiimentyu.
Fundación de la fortaleza de Her-Peher-Ihu” (Vandier).

Otros testimonios sobre Aha lo constituyen una inscripción en un


recipiente de la tumba Z2 en Zawiyet el- Aryan (Dunham), impresiones de
sello de la tumba 3357 en Saqqara (Emery), un recipiente de piedra con su
nombre procedente de la tumba 3036 en Saqqara (Emery), un recipiente
de calcita con su nombre procedente de Helwan (Saad), impresiones de
sello en la primera tumba preservada con fachada de palacio en Naqada
(de Morgan) y un fragmento de vasija de cristal de roca (Museo Petrie de
Arqueología Egipcia en Londres, UC 11751ª).

Horus Dyer:

Dyer fue hijo de Aha tal vez de una de sus esposas llamada Khenetap. La
esposa de Dyer fue posiblemente Merytneit. Este soberano puso gran
esfuerzo en consolidar la unificación de Egipto bajo su mando. Se estima
que conquistó la tierra de Sekhat, la mayor parte del Sinaí, el sur de
Canaán y se adentró en Nubia hasta la 2ª catarata tal y como muestra un
grabado encontrado cerca de lo que luego sería la fortaleza de Buhen.

El análisis de dieciocho inscripciones anuales en la Piedra de Palermo


indicaría que Dyer gobernó de 30 a 54 años (W. Helck). Los registros
anuales mencionan algunos de los acontecimientos de Dyer: interviniendo
en Buto y Dep, importando madera del Líbano, reunificando la Tierra
(Egipto), construyendo un palacio, y citando la muerte de dos reinas. El
nombre de Horus de Dyer significa “Horus que socorre”. En Umm el-Qaab
su tumba es la O, el rey fue enterrado junto a más de trescientos
sirvientes, presuntamente sacrificados para que le sirviesen en la otra
vida. Esta tumba fue considerada en épocas posteriores como la tumba de
Osiris, llegó a ser centro de culto y destino de peregrinaciones,
especialmente en tiempos del Reino Nuevo. Se atribuyen también a su
reinado:

Dos sepulturas con formas de grandes mastabas, la S 3471 y Q 52185 en


Saqqara. Se han hallado las siguientes inscripciones realizadas durante su
reinado: inscripción en la tumba 3035 en Saqqara (Emery). La tumba
pertenece al alto oficial Hemaka, que sirvió bajo Den. Inscripción de la
tumba 3503 en Saqqara (Emery). Inscripción de la tumba 3506 en Saqqara
(Emery). Impresiones de sello de la tumba 2185 en Saqqara (Quibell).
Impresiones de sello de la tumba 3471 en Saqqara (Emery). Impresiones
de sello e inscripciones en Helwan (Saad). Una vasija procedente de Turah
con el nombre del rey (Kaiser). Una tablilla de marfil (UC 16182) de Abidos
y procedente de la tumba subsidiaria 612 del recinto de Dyer (Petrie).
Placa de cobre con el nombre de Dyer, tumba 461 en Abidos, UC 16172
(Museo Petrie de Arqueología Egipcia, Londres). Además, su nombre se
encontró impreso en la tumba T de Umm el-Qaab.

Horus Dyet (Rey Serpiente):

La tumba de Dyet es la Z en la necrópolis de Umm el-Qaab. Tiene


pequeñas habitaciones que rodean la cámara funeraria dentro del propio
edificio, una característica de las mastabas. Fuera de ella se encontró una
estela de dos metros que marcaba el lugar donde los visitantes debían
rendir homenaje (Museo del Louvre, París). Entre las referencias al Horus
Dyet podemos destacar además de su tumba y el recinto para el culto
real: impresiones de sello de la mastaba V en Giza (Petrie). Inscripciones
de la tumba 3504 en Saqqara, esta tumba mide 50 x 20 mts. y fue
excavada por el egiptólogo inglés W. B. Emery entre 1953-56, que opinaba
que perteneció al alto oficial Sekhemka, que sirvió bajo el rey Dyet. Tiene
más de 400 cabezas de toro esculpidas en sus paredes. Herramientas de
cobre de la tumba subsidiaria 387 del recinto de Dyet en Umm el-Qaab.
Además su nombre se encontró impreso en la tumba T de Umm el-Qaab.
La tumba descubierta en Nezlet Batran, cerca de Giza, que se ha querido
atribuir al rey Dyet, muy posiblemente no le pertenezca, pero es, con
seguridad, contemporánea de este rey: su estilo lo prueba bastante, así
como los objetos encontrados en ella, marcados con el nombre del rey.
Tiempo atrás fue hecho un importante descubrimiento para la historia
económica de la I dinastía: el nombre del rey Dyet apareció sobre una roca
del desierto oriental aproximadamente a la altura de la moderna ciudad
de Edfu. El jefe de una expedición grabó las líneas del nombre de su
soberano en este paraje situado exactamente sobre las rutas que más
tarde seguirían las caravanas que se dirigían al Mar Rojo (hacia un lugar en
la costa que no debió de estar muy alejado del paraje donde más tarde
Ptolomeo II fundó el puerto de Berenike). Con seguridad la ruta desde el
valle del Nilo hasta el Mar Rojo fue frecuentada por los nómadas, desde
los más antiguos tiempos. El grafito del rey Dyet prueba que ya en época
tinita los egipcios enviaban expediciones al desierto arábigo con la
intención de explotar las canteras y las minas, únicas riquezas del desierto
oriental. Si comparamos esta expedición con la que el rey Dyer había
enviado, algunos años antes a Nubia, al Gebel Sheikh Suleiman (Arkell,
JEA, XXXVI, pp. 27-29, fig. I, lam. X) y con la que Semerkhet envió, un poco
más tarde al Sinaí, comprobamos que los reyes tinitas se consideraban
bastante poderosos como para señorear en regiones situadas fuera de las
fronteras naturales de Egipto.

Merytneit:

Merytneit fue madre del rey Den, tiene su propia tumba en el cementerio
de los reyes en Abidos y se la menciona en la lista de sellos de las
necrópolis, entre los reyes Nar Mer y Den. Esta evidencia indica que ella
pudo haber gobernado durante algunos años como reina regente.
Probablemente era la esposa del rey y la madre de Dyet y Den, siendo la
primera reina gobernante del Antiguo Egipto, durante la minoría de edad
de su hijo Dyet, su nombre Merytneit significa “amada de Neit”. Fue
enterrada en una gran mastaba, situada en la necrópolis de Saqqara, en la
época del reinado de su hijo Den.

Los principales testimonios de su época son: la tumba Y en Umm el-Qaab


(Petrie). La tumba S 3504 en Saqqara norte con vasos de piedra y sellos
cilíndricos con su nombre, tiene entierros subsidiarios compartimentados,
una fosa de barca y un recinto funerario (Emery). Una estela con su
nombre procedente de la tumba Y de Umm el-Qaab (Petrie). Marcas de
sello en la tumba T de Umm el-Qaab con los nombres de los monarcas de
la I dinastía (Dreyer y Kaiser). Vasijas de piedra y cerámica y elementos de
tocador. Una estatua de un babuino en granito de Asuán con el nombre de
Merytneit (colección Michailides). En la Piedra de Palermo, Merytneit es
mencionada como la madre de Hor-Udimu (Kaplony, 1963, I, 495).
Inscripciones procedentes de la tumba 3471 en Saqqara.

Flinders Petrie la denominó Mery-Neit (forma masculina) cuando


descubrió su tumba o cenotafio, en Umm el-Qaab, pensando que se
trataba de un gobernante masculino, por la importancia de su entierro;
pero cincuenta años después, Emery encontró otra sepultura de Merytneit
en Saqqara norte (3471), confirmando que se trataba de una mujer.

Horus Den:

Su nombre significa “Horus el que ataca”, fue el quinto rey de la I dinastía


y el primer soberano que ostentó el título de rey del Alto y Bajo Egipto
(Neswt Byty), literalmente “el que pertenece a la caña (símbolo del sur) y
a la abeja (símbolo del delta). Así se conmemora, una vez más, la unión de
los Dos Países y la victoria del Alto Egipto sobre el delta (el emblema del
sur precede al del norte) Al igual que sus predecesores realizó numerosas
expediciones bélicas, específicamente contra las tribus nómadas del Sinaí
para proteger las minas de malaquita que ya explotaban los beduinos
nómadas (una tableta de marfil, que perteneció a la colección MacGregor,
representa la escena clásica del rey exterminando a un prisionero, con el
texto “ Primera vez que se golpea al Este”, se trata probablemente de una
expedición al Wadi Maghara en la península del Sinaí). La Piedra de
Palermo menciona que bajo su reinado hubo un censo general del país y
numerosas fiestas religiosas. Se encontraron numerosos objetos en su
tumba, incluyendo una tablilla donde aparece cumpliendo ritos religiosos
destinados a repetir la coronación, Heb Sed, y por tanto renovar el poder
real. Esta ceremonia constaba de dos partes esenciales: la unión del Doble
País y la carrera alrededor del muro. Estos dos actos simbólicos
encuentran su confirmación en esta tablilla, el rey cubierto con la corona
Blanca del Alto Egipto y con la corona Roja del Bajo Egipto, está
representado, una primera vez, sentado sobre un trono cubierto con un
dosel y, una segunda vez, corriendo entre seis piedras o seis signos
“peher” (correr), dispuestos de a tres sobre dos hileras verticales, que
hacen sin duda alusión a la carrera alrededor del muro simbólico.

Dreyer encontró en la tumba T de Umm el-Qaab una inscripción con los


nombres de Nar Mer, Aha, Dyer, Dyet, Den y Merytneit, y en ese orden,
confirmando la nomenclatura y sucesión de estos soberanos. Por otra
parte, el fragmento de papiro más antiguo conocido se descubrió en la
tumba de Hemaka, visir del rey Den, en la necrópolis de Saqqara, aunque
no han perdurado los posibles jeroglíficos escritos en él. Esta tumba, muy
grande y en parte intacta, fue descubierta en 1936, además en ella se
encontró un ostracón sobre el cual está pintado un toro y un sello
decorado con la impresión de una corrida de Apis, el toro aparece
nombrado sobre este último documento, esta es posiblemente la más
antigua mención al toro sagrado Apis (W.B. Emery, The Tomb of Hemaka,
p. 64, fig. 26) que haya sido atestiguada. El mobiliario funerario de esta
tumba era particularmente rico. Deben citarse, además de innumerables
vasos, unos curiosos discos de piedra que probablemente formaban parte
de un juego y que estaban a veces decorados, ya sea con escenas de caza,
con motivos geométricos o con pájaros; hermosos mangos de utensilios y,
por último, una enigmática tablilla, marcada con el nombre del rey Dyer y
que parece mostrar una ceremonia funeraria. Entre los principales
testimonios de su época encontramos:

Construcciones: son asignadas al rey Den tres edificaciones en Saqqara


(tumba 3035, la mayor tumba real fechada en el periodo arcaico y que no
ha sido totalmente investigada en profundidad; la tumba 3036,
posiblemente la de una reina y la tumba 3506) y una en Abidos (la tumba
T, donde fue enterrado, en la necrópolis de Umm el-Qaab), una tumba
relativamente pequeña que tiene 130 tumbas adyacentes de servidores.

Inscripciones: Tumba T de Umm el-Qaab (la tumba del rey Den).


Inscripciones e impresiones de sello de la tumba 3035 en Saqqara
(Emery). Inscripciones de sello de la tumba 3036 (quizá de un funcionario
llamado Ankh-Ka) en Saqqara (Emery). Impresiones de sello de la tumba
3038 en Saqqara (Emery). Impresiones de sellos de la tumba 3504 en
Saqqara (Emery). Impresiones de sello de la tumba 3506 en Saqqara
(Emery). Inscripciones e impresiones de sello de la tumba 3507 en Saqqara
(Emery). Inscripciones de sello de la tumba X en Saqqara (Emery).
Inscripción en tinta en un tarro y de sello en un cementerio en Saqqara
(Macramallah). Inscripciones de sello de tumbas en Abu Roash (Montet).
Inscripciones de sello en Helwan (Saad). Un fragmento de tablilla de
madera, con el nombre de Semty, Abidos (UC 36720, Museo Petrie de
Londres). Una azuela de cobre con el nombre de Dyer, tumba 461, Abidos
(UC 16172, Museo Petrie de Londres).

Horus Adyib:

Su nombre significa “Horus de corazón audaz”, la mayoría de los


egiptólogos se inclinan por una duración corta del reinado de este
soberano. Toby Wilkinson, en su reconstrucción de la Piedra de Palermo,
le da una duración de 10 años, el año penúltimo y final de Adyib es
registrado en el registro III del fragmento de El Cairo. Se sabe que Adyib
realizó un festival Sed, algo que normalmente no ocurría hasta que el
soberano había reinado durante un tiempo considerable, pero lo justifica
por el hecho de que “Adyib era anciano cuando sucedió a Den, y la
celebración de un festival Sed fue considerado algo propicio para renovar
el poder de un rey cuyo tiempo había pasado” (Wilkinson, Toby A.H.
“Royal Annals of Ancient Egypt: The Palermo Stone ant its Associated
Fragments, Iª ed., Kegan Paul International, 2000).

Den, su predecesor, disfruto de un largo reinado de más de 30 años, lo


que implica que Adyib era de avanzada edad cuando asumió el poder.
Documentos contemporáneos sugieren que gobernó Egipto durante una
época de inestabilidad política y conflictos dinásticos entre el Bajo y el Alto
Egipto. Se presume que Adyib procedía del Alto Egipto, concretamente de
la ciudad de Abidos donde se le recuerda como Merbiap, soberano tinita,
en la lista de Saqqara encontrada en la tumba de Tenry. Adyib se vio
obligado a controlar varios levantamientos en el Bajo Egipto. La Piedra de
Palermo menciona que realizó una expedición militar contra los nómadas
y le cita como fundador de varias ciudades. Frecuentemente, su serekh se
encuentra borrado en las inscripciones de la época, hecho atribuido a su
sucesor Semerkhet, lo que indicaría un periodo de inestabilidad política.
Entre los testimonios procedentes de su época podemos destacar:
Dos edificaciones, una en Saqqara (tumba S 3038 localizada al norte de las
tumbas reales, con forma de pirámide escalonada) y la tumba X en Umm
el-Qaab (tumba del rey), tumba relativamente pequeña y sencilla, con la
cámara funeraria construida totalmente de madera, esta sencillez
reafirma la opinión de su breve reinado. Estaba rodeada por 64
sepulturas, también muy sencillas.

Inscripciones: Impresiones de sello en la tumba 3038 (tumba de Nebetka)


en Saqqara (Emery). Impresiones de sello en una tumba de Helwan (Saad).
Impresión de sello de una tumba de Abu Roash (Montet). Impresión de
sello de Abidos con el nombre del rey (Petrie). Impresión en la necrópolis
de Umm el-Qaab (Dreyer).

Horus Semerkhet:

Su nombre significa “el amigo atento”, se le considera un usurpador


porque al parecer borró deliberadamente el nombre de Adyib de
numerosos objetos. Toby Wilkinson, en su análisis de la Piedra de Palermo
encontró en el fragmento I de El Cairo, registro III: “Semerkhet 8 ½ años
(esta cifra es cierta, ya que todo el reino se registra (aquí)”. Dado de esto
coincide con una inscripción con su serekh escrito en su año 9º, Wilkinson
concluye que reinó algo menos de nueve años. Los únicos eventos que
aparecen en la Piedra de Palermo, por su corto reinado, parecen ser
religiosos. Existe una tablilla de marfil que cita su nombre, así como el de
Henuka, un dignatario que parece haber servido a Semerkhet y a su
sucesor Qaa. En el mencionado fragmento de El Cairo también se habla de
Batirites, madre del rey.

Entre los testimonios de su época citamos:

Su tumba en Umm el-Qaab (tumba U), a pesar de su corto reinado, esta


tumba es mayor y más lujosa que la de su predecesor. Inscripción de sellos
reales en Umm el-Qaab (Dreyer 1985-95). Inscripción incisa en la tumba U
de Umm el-Qaab (UC 36756, Museo Petrie de Londres). Inscripciones
incisas en tarros y en un tazón procedentes de Helwan (Saad). Las
referencias al rey en la Piedra de Palermo.
Horus Qaa:

Su nombre significa “Su brazo está alzado”, en la Lista Real de Abidos


figura como Qebeh, y en la Lista Real de Saqqara como Qebehu. Un
fragmento del Canon Real de Turín indica que el reinado de “…..beh fue de
63 años”. La Piedra de Palermo está partida en este periodo y solo
muestra el primer año de reinado. Celebró dos fiestas Heb Sed, en las que
se renovaba el poder real por periodos de treinta años. Suprimió el
nombre de su predecesor Semerkhet de los monumentos, al que
consideró usurpador del trono, de igual forma que este lo había hecho con
su antecesor Adyib.

Entre los testimonios de su época podemos citar:

Su complejo funerario en Saqqara (considerado por algunos


investigadores como un cenotafio) es el primero en la historia antigua de
Egipto que incluye el templo funerario, llegando a ser parte imprescindible
del conjunto sacro de los reyes posteriores. Su tumba (tumba Q) en Umm
el-Qaab, bastante amplia para su época, mide 30 x 23 mts. y está
acompañada de 26 tumbas subsidiarias. Las tumbas 3120, 3121, 3500,
3504 y 3505 en Saqqara (Emery).Un fragmento de piedra procedente de
Helwan (Saad). Necrópolis de Umm el-Qaab (Dreyer).

DINASTÍA II

La II dinastía de reyes egipcios transcurre de 2850 a 2700 a.C.,


aproximadamente. No se aprecia una clara ruptura entre la I y la II
dinastías. Algunos indicios hacen suponer la pacificación lograda entre las
Dos Tierras como refleja el nombre del primero de sus reyes,
Hetepsekhemwy, “Los Dos Poderes están en paz”. Esta dinastía marca un
reforzamiento del poder absoluto basado en una organización
centralizada y la utilización más intensiva de la escritura (aumento de la
burocracia). Menfis se convierte en la capital del reino del norte con los
reyes Uneg y Sened. Hay indicios de una crisis de rivalidad entre Tinis y
Menfis, reflejada en una estela del rey Peribsen, donde el “nombre de
Seth” sustituye al “nombre de Horus”. Los reyes de la II dinastía deben
luchar contra los nubios y lograr la pacificación del norte del país, que sólo
lo conseguiría Khasekhemwy, al final de la dinastía. La II dinastía cierra el
periodo Arcaico o Tinita.

Reyes de la II dinastía:

Nombre Años de reinado

Hetepsekhemwy 23

Raneb (Neb Ra) 39

Nynecher 23

Uneg 8

Sened 20

Neferkara --------

Neferkaseker --------

Udyefa --------

Sekhemib (asociado con Peribsen) 17

Khasekhem (asociado con Khasekhemwy) 27

Reyes de la II dinastía y su mención en las Listas Reales y testimonios


posteriores:

Nombre de Horus: Hetepsekhemwy. Lista Real de Abidos: Bedyau. Lista


Real de Saqqara: Baunecher. Canon Real de Turín: Bau (necher).
Manetón/Africano: Boetos. Año de reinado (+/- 100 años): 2900 a.C.

Nombre de Horus: Raneb (Nebra). Lista Real de Abidos: Kakau. Lista Real
de Saqqara: Kakau. Anon Real de Turín: (Ka) kau. Manetón/Africano:
Kaiecos. Año de reinado (+/- 100 años): 2880 a.C.
Nombre de Horus: Ninecher. Lista Real de Abidos: Baninecher. Lista Real
de Saqqara: Banecheru. Canon Real de Turín: (Bau) ninecher.
Manetón/Africano: Binotris. Año de reinado (+/- 100 años): 2850 a.C.

Nombre de Horus: Uneg. Lista Real de Abidos: Uadynes. Lista real de


Saqqara: Uadynes. Canon Real de Turín: (ilegible). Manetón/Africano: Tlas.
Año de reinado (+/- 100 años): 2830 a.C.

Nombre de horus (-----). Lista Real de Abidos: Senedi. Lista Real de


Saqqara: Senedy. Canon Real de Turín: Senedy. Manetón/Africano:
Setenes. Año de reinado (+/- 100 años): 2800 a.C.

Nombre de Horus: Seneferka (¿). Lista Real de Saqqara: Neferkara. Canon


Real de Turín: Neferka (Aaka). Manetón/Africano: Kaires (¿). Año de
reinado (+/- 100 años): 2750 a.C.

Nombre de Horus (-----). Lista Real de Saqqara: Neferkaseker. Canon Real


de Turín: Neferkaseker. Manetón/Africano: Neferkheres. Año de reinado
(+/- 100 años): 2750 a.C.

Nombre de Horus (-----). Lista Real de Saqqara: Udyefa. Canon Real de


Turín: H(u) dyefa. Año de reinado (+/- 100 años): 2750 a.C.

Nombre de Horus: Sekhemib. Nombre de Seth: Peribsen.


Manetón/Africano: Sesocris. Año de reinado (+/- 100 años): 2750 a.C.

Nombre de Horus (1º): Khasekhem. Año de reinado (+/- 100 años): 2700
a.C.

Nombre de Horus (2º): Khasekhemwy. Lista Real de Abidos: Dyadyay. Lista


Real de Saqqara: Beby. Canon Real de Turín: Bebti. Manetón/Africano:
Kheneres. Año de reinado (+/- 100 años): 2700 a.C.

Otros gobernantes de ubicación incierta son: Nubnefer (c.2880 a.C.), Ba (c.


2750 a.C.) y Sa (c. 2750 a.C.)

Descripción y datos del reinado de los soberanos de la II dinastía:


Hetepsekhemwy:

Su nombre significa “Los Dos Poderes están en paz”. Fue el primer


soberano de la II dinastía, el significado del nombre de este soberano
parece aludir a la terminación de las luchas entre el Alto y el Bajo Egipto.
Se le considera el iniciador de la II dinastía, pero no se sabe con certeza
qué relación existió entre él y la dinastía anterior, pues se cree que no fue
hijo de Qaa. Es posible que Hetepsekhemwy llegara al trono casándose
con una princesa. A partir de su reinado dejan de usarse las tablillas
epónimas de la I dinastía y se reemplazan por impresiones de sellos
cilíndricos. Esto nos proporcionará los nombres de los funcionarios, pero
no información sobre sucesos políticos o religiosos. Se cree que
Hetepsekhemwy fue apartado del trono mediante un complot organizado
por su propio hermano.

Entre los testimonios de su época podemos destacar:

Su tumba que se ha identificado en Saqqara; la subestructura se ha


conservado pero no quedan restos de la superestructura.

Impresiones de sello en una galería bajo la pirámide del rey Unis en


Saqqara, quizá la tumba de Hetepsekhemwy según G. Maspero.

Fragmento del recipiente de Qau (Brunton).

Neb Ra (Ra Neb):

Segundo soberano de la II dinastía, según Manetón, durante su reinado se


consideró que los bueyes Apis en Menfis, Mnevis en Heliópolis y el
carnero de Mendes, eran dioses. Actualmente se sabe que el culto a los
bueyes Apis procede, al menos, de inicios de la I dinastía.

Como testimonios de su época se han encontrado numerosas impresiones


de sello del rey bajo la pirámide del rey Unis en Saqqara (Maspero), en su
posible tumba; también una estela, con su nombre, procedente de Menfis
(actualmente en el Museo Metropolitano de Nueva York) donde aparece
por primera vez representado el disco solar. Sin embargo, P. Munro,
sugiere que la galería-tumba B en Saqqara sur perteneció a Neb Ra y no a
Hetepsekhemwy.
Ninetjer (Ninecher):

Su nombre significa “Divino”, fue el tercer soberano de la II dinastía, la


Piedra de Palermo menciona la celebración de numerosas fiestas
religiosas, particularmente la de Horus y la de Sokar por razones fáciles de
entender, Horus era el protector de la realeza en Egipto y Sokar era un
dios menfita; además de festivales en los años 6 y 26 de reinado, “corrida
del toro Apis” en el año 9 de reinado, una campaña militar en el año 13y la
realización del empadronamiento y de un censo de ganado (cada dos
años). Continúa la política de desplazamientos hacia el norte del país,
iniciada por sus antecesores, como forma de consolidar la unificación
emprendida por los soberanos de la dinastía 0. Manetón comenta que
durante este reinado se legisló que las mujeres podían ejercer el poder
real. Como testimonios de su época destacamos:

Impresiones de sello en una galería cerca de la pirámide del rey Unis en


Saqqara, quizá el lugar de enterramiento de Ninetjer (Hassan),
(Wilkinson).

Impresiones de sello en una gran tumba de Giza (Petrie).

Impresiones de sello, tumbas 2171 y 2302 en Saqqara (Quibell).

Inscripciones de Helwan (Saad).

Uneg (Weneg):

Cuarto rey de la II dinastía, el Canon de Turín le asigna 70 años (2.23),


aunque está parcialmente destruido el registro. Encontramos su nombre,
Uadynas, en la Lista Real de Abidos y la Lista Real de Saqqara. También
aparece su título en algunas vasijas halladas en los almacenes
subterráneos de la pirámide escalonada de Saqqara.

Senedi:

Senedi, Senedy o Sened, fue el quinto rey de la II dinastía. El Canon Real


de Turín asigna a Senedy 54 años de reinado. El Papiro Médico de Berlín
cita a Sened como sucesor de Den. Ha sido identificado con Uneg,
Peribsen o Sekhemib (suponiendo que Peribsen o Sekhemib fueran dos
personajes diferentes). Según W. Helck, Sened gobernó inmediatamente
después de Peribsen. Según N. Grimal, Sened y Peribsen eran
contemporáneos. Su nombre, Senedi y el de Peribsen se encuentran en
una “falsa puerta” conservada en el Museo Egipcio de Antigüedades de El
Cairo, también se ha encontrado un cartucho con el nombre “Nefer Senedi
Re” que es el ejemplo de cartucho conocido. Tras la muerte de Senedi,
Egipto dejó de estar gobernado por un solo rey

Neferkara o Seneferka (¿):

Su nombre de Horus pudiera ser Seneferka (“Hermoso es su espíritu”).


Sólo se conoce por las referencias en las Listas Reales de Egipto y las
inscripciones, con el nombre de Seneferka, encontradas en recipientes de
la tumba 3505, en Saqqara, perteneciente al alto oficial Merka, fechada en
el reinado del rey Qaa (Emery). En la Lista Real de Saqqara, Neferkara es el
octavo nombre y está situado entre Sened y Neferkaseker, en la II dinastía.
En el Canon Real de Turín, Neferkara o Aaka está en el registro 2.25, entre
Sened y Neferkasokar. Algunos egiptólogos opinan que el registro 2.25 del
Canon Real de Turín podría verse como Aaka, resultando difícil su lectura.
Los egiptólogos han situado normalmente a Sekhemib (Sesojris), como
sucesor de Sened (Sethenes), pero en la lista de Sincelo, tomada de
Manetón, hay dos reyes entre ellos, Kaires y Neferjeres, y en la Lista Real
de Saqqara hay tres reyes entre ellos, Neferkara, Neferkasokar y Hudyefa.

Neferkasokar:

Su nombre figura entre Neferkara y Hudyefa en la Lista Real de Saqqara y


el Canon Real de Turín donde le asignan un mandato de 8 años. Aunque
no figura en la Lista Real de Abidos. Posiblemente se tratase sólo de un
mandatario que sólo gobernaba en la región del delta del Nilo. Como
testimonios referentes a su época podemos citar:

Un fragmento de papiro (siglo II a.C.) que parece mostrar su nombre, y


describe el edificio de un templo en la zona de El Fayum.
Una inscripción con el nombre de Neferkasokar en la pirámide inacabada
de Zawyet el-Aryan.

Un sello cilíndrico con el nombre del monarca, que podría no ser


contemporáneo.

Hudyefa:

Su nombre figura entre Neferkasokar y Khasekhemwy (Beby) en la Lista


Real de Saqqara y en el Canon Real de Turín, en donde se consigna un
mandato de un año, ocho meses y cuatro días. Posiblemente se tratase de
un jerarca que sólo gobernaba en la región del delta del Nilo.

Nombre de Horus: Sekhemib (“de corazón poderoso”):

Sekhemib Perenmaat fue el penúltimo soberano de la II dinastía. Es


posible que Sekhemib sea el mismo rey conocido como Peribsen. Fue un
mandatario que por razones desconocidas, quizá religiosas, cambió su
nombre de Horus al gobernar según la opinión de E. Drioton, J. Vandier y
W. Kaiser. Tomó el trono bajo el nombre de Horus Sekhemib, pero lo
cambió posteriormente por el de Seth Peribsen (“Seth esperanza de todos
los corazones”), tal vez por una revuelta del norte contra el sur de Egipto y
el deseo del rey de aparecer como legitimado por el dios Seth. A este
respecto resulta significativa la inscripción encontrada en el sello de uno
de sus funcionarios: “el dios de Ombos transmitió el Doble País a su hijo
Peribsen”. Es decir queél debe su reino a Seth y no a Horus, como
afirmaba la tradición monárquica de Egipto. Una ruptura muy
seguramente obligada por los acontecimientos políticos y que al parecer el
rey no pudo controlar. Se piensa que abandonó Menfis y ubicó su tumba
en Abidos (Umm el-Qaab) regresando así a una tradición que rompieron
sus predecesores. Posiblemente en esta época el poder estaba dividido y
gobernaron reyes coetáneos, separándose el Alto y el Bajo Egipto.

Entre los testimonios de su época podemos citar:

Su tumba en la necrópolis de Umm el-Qaab (tumba P), no se ha


encontrado ninguna tumba o cenotafio, de este gobernante en la
necrópolis de Saqqara. Su nombre, Sekhemib, se ha encontrado en:
Una impresión de sello en Elefantina (Pätznick).

Varias impresiones de sello en la y tumba real de Umm el-Qaab (Petrie,


Naville).

Ocho fragmentos de recipientes de piedra del complejo de la pirámide


escalonada en Saqqara (Lacau-Lauer, Quibell).

Dreyer encontró una impresión de sello, fragmentaria, con el nombre de


Horus Sekhem(ib)-Peryen(-Maat) en la tumba de Khasekhemwy, en Umm
el-Qaab. Esto refuerza la hipótesis de que Khasekhemwy sucedió a
Sekhemib al final de la II dinastía (Dreyer: MDAIK, 2003).

Nombre de Horus: Khasekhem (“El poderoso aparece” o “se manifiesta”).

Su nombre de Horus se encontró grabado en un fragmento de estela, que


se conserva en el Museo Egipcio de Antigüedades de El Cairo. Muchos
estudiosos creen que Khasekhem, al reunificarse el país, cambió su
nombre por el de Khasekhemwy. Por la semejanza del nombre ven en
Khasekhemwy una titulatura diferente, adoptada después de la
reconciliación nacional, que estuvo en precario por la rebelión ocurrida.

Nombre de Horus: Khasekhemuy (“Los Dos Poderosos aparecen” o “se


manifiestan”).

Fue el último rey de la II dinastía y del Periodo Arcaico de Egipto, o


Periodo Tinita. Figura como Dyadyay en la Lista Real de Abidos; se le cita
como Beby en la Lista Real de Saqqara. El Canon de Turín asigna a …..bty
un reinado de 27 años, dos meses y un día. Casado con Nemaathapy, fue
padre de Initkaes y Hetephernebty, y posiblemente suegro de Sanakht y
Netcherkhet (Dyeser) ambos de la III dinastía. Es considerado el
reunificador de las Dos Tierras divididas después del reinado de Peribsen.
Acabó con las rebeliones de los nomos septentrionales y mediante su
enlace con la princesa Nemaathapy, procedente del Bajo Egipto, consolidó
su poder sobre todo el territorio. Se cree que al reunificar el país cambió
su nombre de Khasekhem por el de Khasekhemwy.

A este respecto indicaremos aquí los diferentes nombres tomados por


este soberano:
Nombre de Horus: Khasekhem “El Poderoso aparece”, 1ª época.

Nombre de Horus: Khasekhemwy “Los dos Poderosos aparecen”, 2ª


época.

Nombre de Nebty: Khasekhemwy Nubjetsen “Los dos Poderosos


resplandecen sus cuerpos son de oro”.

Nombre de Neswt Byty: Dyadyay (Lista Real de Abidos nº 14).

Nombre de Horus y Seth: Hor Seth Khasekhemwy Nebuyhotepimef (“Las


dos Poderosas aparecen y las Dos Señoras están satisfechas con él”).

Nombre de Neswt Byty: Beby (Lista Real de Saqqara nº 11).

Nombre de Neswt Byty: bty (…..bty) Canon de Turín 3.3

Khasekhemwy trasladó la capital a Hieracómpolis y fue la primera y última


vez que Egipto fue gobernado desde esa ciudad. Reafirmó el sentimiento
nacionalista y restableció el culto a Horus, junto con el de Seth que fue
propagado por Sekhemib durante la época de crisis. Fue sepultado en la
necrópolis de Umm el-Qaab; en la tumba de Khasekhemwy se
encontraron muchos sellos con el nombre de Netcherkhet, que fue
responsable de los ritos funerarios (pudiendo haber sido su yerno o
incluso su hijo).

Testimonios de su época.

Construcciones: En tiempos de Khasekhemwy se construyó, en Abidos, un


gran recinto rectangular. El complejo de Khasekhemwy es una descomunal
estructura conocida como Shunet el-Zebib “el almacén de las flechas”,
situada en el desierto a dos kilómetros de la tumba del rey. Es una enorme
estructura hecha de ladrillos de barro cocido y que consta de dos muros
rectangulares, el exterior mide 133 x 77 mts., con 5 mts. de espesor y 12
de altura; el interior por su parte mide 123 x 56 mts., con 3 mts. de
espesor y 8 de altura. Está decorado en el estilo de “fachada de palacio” y
posee dos entradas, una al este y otra al norte. Esta estructura se
denominaba “casa del ka” y en ella se realizaba el culto funerario del rey,
se desconoce con exactitud si pudo haber estructuras internas
construidas, aunque es probable que si (O´Connor, 1988). Se considera
esta inmensa construcción como una precursora de los recintos
piramidales inmediatamente posteriores (Netcherkhet III dinastía).
Durante los años 2002-2007 el Instituto de Bellas Artes de Nueva York
llevó a cabo trabajos de conservación bajo la dirección de Mattew D.
Adams y D. O´Connor. Muy cerca de este complejo se descubrieron en
1991 más de una quincena de barcas funerarias de entre 18 a 24 mts. de
longitud, los ejemplos más antiguos encontrados en Egipto de este tipo de
estructuras.

La otra gran estructura construida durante el reinado de Khasekhemwy es


el gran recinto rectangular denominado Gisr el- Mudir que ya hemos
descrito más arriba al tratar la necrópolis de Saqqara en el periodo
Arcaico.

Estatuas: Entre los restos de los edificios de Hieracómpolis fueron


encontradas por J. E. Quibell, en 1898, dos estatuas sedentes del rey, con
inscripciones que registran su éxito sobre el Bajo Egipto, las inscripciones
mencionan a 47.209 enemigos muertos. Son las primeras estatuas
esculpidas en piedra que representan la figura de un rey, ambas muestran
a Khasekhemuy sentado, vestido con una túnica ajustada al cuerpo y
tocado con la corona Blanca del Alto Egipto. Una de ellas tallada en
esquisto y de 56 cm. de altura se encuentra en el Museo Egipcio de
Antigüedades de El Cairo (JE 32161) y la otra en el Ashmolean Museum de
Oxford (AM 620.11).

Inscripciones: La evidencia más antigua de inscripciones de un rey egipcio


en la ciudad de Biblos pertenece a la época de Khasekhemwy.

Resumiendo, a finales de la II dinastía se produjeron problemas internos


resueltos por Khasekhemwy quien sentó las bases de un nuevo modelo de
Estado más centralizado. Posiblemente a partir de aquí desaparecieron las
élites locales de origen predinástico y se establecieron funcionarios
elegidos en palacio. Periodo de ensayos, en el que se intenta construir un
Estado sin referencias, a partir de cero. Tradiciones predinásticas de
diverso origen regional con innovaciones que tratan de solucionar
problemas concretos, no son raras, pues, las tensiones.

Solucionadas en gran parte estas tensiones, Egipto estaba preparado para


inaugurar un nuevo periodo de su historia, el Reino Antiguo y con él, la
edad de la pirámides.
CONCLUSIÓN

A veces es frecuente escuchar ciertas afirmaciones o creencias defendidas


por algunos en donde se defiende la posibilidad e incluso certeza, de que
la civilización del Antiguo Egipto tal y como la conocemos nació de la nada,
súbitamente, algo que, evidentemente, no puede ser posible. Por tanto se
recurre a fantásticas y absurdas hipótesis de todo tipo, entre ellas, que la
civilización egipcia es heredera de una desarrollada cultura desconocida
cuyos restos yacen enterrados bajo las arenas esperando a algún
afortunado excavador que los descubra. A algunos les asombra que Egipto
pasara de una cultura básica, elemental, de recolectores y cazadores, de
pastores y agricultores a levantar “de la noche a la mañana” colosales
pirámides. Después de leer las páginas anteriores, sabemos que esto no
fue así, que la civilización del Egipto faraónico fue el resultado de un
larguísimo proceso de evolución cultural, social, política y religiosa, que
duró no menos de 2000 años hasta el comienzo de su periodo dinástico y
que necesitó de, al menos, otros 300 años más para ver la aparición de la
primera pirámide.

Desde los jefes y líderes de las primeras comunidades a los grandes


faraones del Reino Nuevo, desde las humildes fosas excavadas en el
desierto hasta los suntuosos sepulcros del Valle de los Reyes, desde la
humilde tumba de un gobernante en la necrópolis de Umm el-Qaab hasta
las grandes pirámides de la IV dinastía, desde los primeros intentos de
escritura hasta los textos clásicos de la literatura egipcia o desde las
primeras y elementales formas de culto hasta las complicadas fórmulas de
los grandes textos religiosos egipcios, este largo proceso de evolución,
está atestiguado por los descubrimientos arqueológicos y reconstruido, en
gran parte, por los historiadores.
Egipto no nació de la nada, Egipto fue creándose poco a poco, lentamente,
en un proceso continuo de evolución cultural que necesitó ingentes
cantidades de tiempo. El Egipto faraónico obtuvo su carta de nacimiento
tras un prolongado proceso de gestación, los periodos Predinástico y
Arcaico fueron esos periodos gestativos de la civilización egipcia, fue un
lento alumbramiento, a veces doloroso y difícil, pero continuo. Durante
estos periodos de formación, el genio humano y su necesidad de
adaptarse al medio en el que vivía creando las condiciones mejores de
vida, sociedad, organización y desarrollo, se combinaron. No hay milagros,
ni intervención divina, ni necesidad de recurrir a argumentos
extravagantes, sólo se necesitó poner en funcionamiento la grandeza del
pensamiento y las capacidades creativas y adaptativas del ser humano.

Si los comparamos con otros periodos de la historia antigua egipcia, el


Predinástico y el Arcaico, para muchos, no tiene el mismo glamour que,
digamos, el Reino Nuevo, ni personajes tan famosos y conocidos como
esos reyes y reinas del periodo de mayor esplendor del Antiguo Egipto, sin
embargo existieron reyes y reinas que se pueden catalogar, sin duda,
entre los más grandes monarcas no sólo de la historia de Egipto sino,
incluso, de la historia de la humanidad. Sin soberanos como Nar Mer, Den
o Khasekhemwy y sin reinas como Merytneit o Neithotep por citar sólo
algunos nombres, Egipto no hubiese existido tal y como lo conocemos;
estos soberanos son los verdaderos “padres y madres” de la patria egipcia.
Gracias a ellos fue posible Egipto, los grandes faraones y reinas del
periodo dinástico posterior fueron sus herederos y deudores, nosotros
también.

A estos semiolvidados, en las brumas del comienzo de la historia, reyes y


reinas va dedicado este trabajo, en justo reconocimiento al fundamental
papel jugado por ellos en la creación de esa maravillosa civilización que
nació y se desarrolló hace miles de años a orillas del río Nilo.
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