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es
El concepto de equilibrio
y verdad a través de Maat
El reino de Yam
y su relación con el Egipto antiguo
Una momia
en Montevideo
Alejandría
y la Gran Biblioteca
El extraodinario
descubrimiento del faraón Amenofis II
EL TEMPLO DE HORUS
EN EDFU
Egiptología 2.0 | 1
Editorial
Os presentamos la novena entrega de la Revista Egiptolo-
gía 2.0, correspondiente al mes de octubre de 2017.
2 | Egiptología 2.0 Imagen de portada: Detalle de una columna de la primera sala hipóstila del templo de Horus en
Edfu. | Haw Yu.
Sumario
6. Entrevistas - Miquel Carceller y José Lull.
11. Testimonios del pasado - La Estela de Taeshert. Entrevistas - Miquel Carceller y José Lull.
Egiptología 2.0 | 5
Egiptología
Gerardo P. Taber
con la forma de un wḏ3t (udjat) “ojo de Horus” desde la perspectiva de la llamada “arqueología experi-
mental”.
Nomenclatura y significa-
dos simbólicos
72 | Egiptología 2.0
como frecuentemente ocurre, el uso y la costumbre terminó por imponerse y la designación “fayenza egipcia”
puebla la literatura especializada, de divulgación y los museos que tratan temas del Egipto faraónico. Empero,
para tratar de comprender la naturaleza de este material resulta útil conocer la denominación original que le
dieron sus creadores.
Los habitantes del antiguo país del Nilo nombraron a este material: ṯḥnt (chehenet) vocablo que
denominaba a la “fayenza” y al “vidrio”; ya que ambos cuentan con cualidades iridiscentes similares, las cuales
fueron sumamente apreciadas por los antiguos egipcios. En este sentido, también podía inscribirse como:
signo S15 de la lista de Gardiner: ṯḥn (chehen) que representa a un pectoral con tres pendientes de mate-
rial vítreo; cuyo significado, como logograma, es: “dar destellos” (cfr.: Sánchez, 2000: 472). Esta grafía es más
común a partir de la dinastía XVIII (c. 1539-1292 a.C.) pero desde el Reino Antiguo (c. 2543-2120+25 a.C.) tenía
el mismo valor fonético el signo S16 de la lista de Gardiner: ṯḥn (chehen) que también representa a un pec-
toral con tres pendientes compuestos de cuentas de material vítreo unidas; del mismo modo, como logograma,
su significado es: “destellar, brillar” (cfr.: Gardiner, 1957: 505) y también se utilizó como determinativo en la
palabra: ṯḥnt (chehenet) que es la variante del Reino Antiguo del vocablo “fayenza”.
En ocasiones, los antiguos egipcios también designaron a la fayenza y al vidrio como: inr wdḥ
(iner udeh) término que significa: “piedra que fluye o piedra vertida”; vocablo que revela parte de su proceso de
manufactura y, sobre todo, la concepción que se tenía de este material; que al parecer originalmente se creó
para sustituir al preciado lapislázuli, que se importaba desde las minas situadas en las montañas occidentales
de la cordillera del Hindukush en Afganistán -aunque es probable que también existiesen yacimientos nativos- y
también a la turquesa y malaquita, minerales que se extraían de la península del Sinaí (cfr.: Friedman, 1998:
15). Pero la “fayenza egipcia” no se limitó a ser tan sólo un sustituto de piedras semipreciosas; el significado
literal del vocablo ṯḥnt (chehenet) es: “material brilloso y destellante” y éste se asoció a la luz emiti-
da por los cuerpos celestes como el Sol, la Luna y las estrellas; astros que en la cosmovisión egipcia se relacio-
naron con las creencias de la vida en el Más Allá. En este sentido, el brillo de la fayenza se consideró como un
elemento mágico, que aunado a su característico color verde-azul, se relacionó inherentemente a conceptos de
fertilidad y renacimiento (cfr.: Friedman, 1998: 16). Por tales motivos, se encuentran gran cantidad de objetos
de fayenza en los ajuares funerarios, ya que éstos tienen relación con la topografía mitológica del reino del dios
Osiris y del inframundo en general (cfr.: Bianchi, 1998: 24). Un ilustrativo ejemplo de esta concepción son los
ushabtis e implementos ceremoniales -algunos en forma de ´nḫ (ankh) “vida”- que formaron parte del ajuar
funerario del faraón Thutmose IV (c. 1400-1390 a.C.) y que fueron descubiertos, el 18 de Enero de 1903 en su
tumba (KV 43) del Valle de los Reyes, por el arqueólogo británico Howard Carter (1874-1939) bajo el patrocinio
del abogado estadunidense Theodore Montgomery Davis (1838-1915) y que actualmente se resguardan en el
Metropolitan Museum of Art en New York, EE. UU.
Por otra parte, se tiene evidencia de múltiples objetos de fayenza que se utilizaron en vida -y que después po-
dían formar parte del ajuar funerario- sobre todo a partir de la dinastía XVIII (c. 1539-1292 a.C.) como esculturas
antropomorfas y zoomorfas, sobre todo efigies de los dioses, que se portaban alrededor del cuello. Un ejemplo
de este tipo de amuletos es una figura del dios Bes, que fue descubierta en la pirámide 54 de la necrópolis de
El-Kurru en Nubia, Sudán y que se resguarda en el Museo Nacional de las Culturas del Mundo en la Ciudad de
México. La fayenza también se utilizó para elaborar muchos utensilios de la vida secular y religiosa como: table-
ros y piezas de juegos como el senet, posa-nucas, modelos e incrustaciones para muebles, sistra, recipientes
para kohl, cuentas para joyería y un gran repertorio de vasijas (cfr.: Patch, 1998: 32). No obstante, es importante
señalar que esta eclosión de formas y usos tiene su antecesor miles de años antes del Reino Nuevo (c. 1539-
1077 a.C.) ya que la invención y uso de este material se encuentra atestiguado desde el Período Predinástico
(c. 5300-3000 a.C.) y para el Dinástico Temprano (c. 2900-2545+25 a.C.) ya se utilizaba extensivamente en
el ámbito religioso y funerario, en forma de pequeños objetos votivos en los templos y tumbas, así como en
mosaicos para los mismos. Por su abundancia, pareciese que la fayenza se utilizó en todos los estratos de la
sociedad faraónica. Sin embargo, ésta realmente fue un artículo de lujo; pero a diferencia del oro, las piedras
Egiptología 2.0 | 73
preciosas y algunas semipreciosas, que por su
escasez o dificultad de extracción restringían su
consumo a la mayor parte de la sociedad, los ma-
teriales que constituyen a la fayenza son de fácil
acceso en la tierra del Nilo, pero no así los medios
y modos para su producción.
74 | Egiptología 2.0
prometer su integridad. De tal manera, se utilizaron
principalmente las técnicas del modelado y esgrafia-
do para crear formas y, cuando se requerían piezas
idénticas, se recurrió a los moldes.
Egiptología 2.0 | 75
que produjeron (cfr.: Coles, 1979: 28-35). Al respecto, se clasifican tres tipos de experimentación: 1) la simu-
lación: en este caso, los materiales pueden ser diferentes a los originales ya que lo que se busca es sólo un
parecido formal con el objeto que se desea recrear; razón por la que no es necesario que la tecnología para
manufactúralo sea similar a la utilizada en el artefacto original. 2) la reproducción: se utilizan las mismas mate-
rias primas y el tipo de herramientas con el fin de reproducir la tecnología original con la que se manufacturó el
artefacto que se desea emular; en este caso, es común que muchos problemas técnicos se resuelvan de mane-
ra empírica. 3) la recreación: este caso se considera como la experimentación ideal, ya que todas las variantes
de la manufactura han sido resueltas; desde la materia prima, las herramientas y su correcto manejo, hasta el
adecuado entorno ecológico. Sólo se puede llegar a este nivel de experimentación tras un arduo trabajo em-
pírico de “prueba y error” aunado a la investigación académica. En este caso, es necesario obtener resultados
similares, sino es que idénticos, a los que se encuentran en el tipo de artefactos estudiados (cfr.: Coles, 1979:
40-48). Sin embargo, estos resultados deben ser considerados tan sólo como “posibles explicaciones” ya que
no demuestran de forma cabal que los antiguos procesos de manufactura se desarrollasen exactamente igual
que en los experimentos, ni mucho menos que éstos sean la única forma valida de explicarlos. De tal manera,
la “arqueología experimental” puede ser de gran ayuda para comprender los procesos tecnológicos de una
sociedad; aunque siempre hay que tener en cuenta que la experimentación sólo puede aspirar hasta un cierto
nivel explicativo; pero eso no desmerita su validez teórica y metodológica (cfr.: Tringham, 1978: 171-180).
Tomando en cuenta los anteriores argumentos, el experimento de recreación de un relieve escultórico con la
forma de un wḏ3t (udjat) en “fayenza” es una especie de reproducción-simulación, ya que sólo se buscó
un parecido formal a ciertos artefactos del Egipto faraónico; pero se utilizaron materias primas y herramientas
similares a las empleadas por los antiguos artífices egipcios. El primer paso consistió en preparar la pasta de
fayenza; este proceso consta de varias etapas, siendo una de las más importantes mezclar, con agua, todos
los elementos pulverizados como el sílice, feldespato, cal y mica; los cuales permiten que la pasta tenga las
características necesarias para elaborar la pieza deseada. No hay una receta exacta, ya que depende de las
condiciones climáticas el tiempo en que la pasta pierde humedad, lo que afecta su maleabilidad. Entre las téc-
nicas de manufactura se encuentran: el modelado a mano, auxiliado de estiques, y el vaciado en moldes.
Cuando la pieza se secó y endureció, se procedió a agregarle color. Para este fin se utilizaron pigmentos fa-
bricados a base de minerales de óxidos de cobre y manganeso, los cuales se muelen y tamizan para obtener
un polvo muy fino que se diluye en agua, con el fin de que éste quede en suspensión y se pueda aplicar con
brochas y pinceles. Después que el agua se evaporó de la capa de pigmentos, la pieza policromada se cubrió
con una capa de barniz, cuyo principal componente es cuarzo pulverizado (óxido de silicio, SiO2).
Cuando el barniz está seco al tacto, se puede proceder al horneado de la pieza. Ésta se coloca en soportes
cerámicos para evitar que se pegue a las paredes del horno. Con el fin de evaporar el agua que aún pueda en-
contrarse en el interior de las piezas, se mantiene una temperatura de 100º C durante la primera hora; después
se va incrementando la temperatura gradualmente, ya que la estructura cristalina del sílice debe modificarse
sin cambios bruscos. Los momentos más críticos se producen, primero, a los 573º C cuando el cuarzo y los
pigmentos comienzan a fundirse y después, entre los 800º-900º C, al reducirse el material carbónico y sódico de
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Experimento de recreación de un udjat de fayenza. c. 2007-2009. Fayenza modelada, moldeada y policromada.
Ciudad de México. | Gerardo P. Taber.
la pasta, se corre el riesgo de que la pieza se fisure o deforme. Después de que transcurren de 10 a 12 horas,
se incrementa la temperatura hasta los 960º-1000º C, los cuales son necesarios para que el barniz y la pieza se
vitrifiquen. Por último, después de 1 a 3 horas, se apaga la fuente de calor del horno y éste se deja enfriar, con
sus tapas y conductos cerrados, entre 8 y 10 horas. Transcurrido casi un día, se puede abrir el horno y
descubrir que una ṯḥnt (chehenet) “material brilloso y destellante” se ha creado y espera a iniciar
su camino hacía la eternidad.
Ankh, djed y neb. c. 664-30 a.C. Período tardío. Fayenza egipcia | Metropolitan Museum of Art, New York.
Egiptología 2.0 | 77
Comentarios finales
En las páginas precedentes mencioné algunos de los rasgos más significativos de la “fayenza egipcia” y pre-
senté algunas imágenes de una serie de experimentos que he realizado -de manera casera y esporádica- los
cuales me han ayudado a apreciar, aún más, a este bello y noble material. En este sentido, comparto la opinión
de la egiptóloga Florence Dunn Friedman:
“La pasta de fayenza debió haber parecida mágica: entra al horno seca, polvosa y casi carente de algún color pero emerge
después de la cocción brillantemente transformada.” (Friedman, 1998: 15).
Evidentemente, en este espacio es imposible discutir sobre todos los materiales y procesos de manufactura de
la “fayenza egipcia”; la cual se produjo por más de 5000 años en el país del Nilo y que, tal vez por negligencia
o desconocimiento, no fue justamente valorada por los primero egiptólogos. Baste señalar la escueta mención
que Gaston Camille Charles Maspero (1846-1916) hizo sobre este material en su obra clásica Égypte (1912):
...son cacharros de color, barnizados o mate, desnudos o cargados de ornamentos incisos o pintados… pastas vidriosas,
figuras de hombres o de animales apropiadas unas a usos domésticos y reservadas otras para los cultos fúnebres, en fin,
pretexto para panegíricos de los faraones.” (Maspero, 1912: 292).
BIANCHI, R. S. (1998). “Symbols and Meanings” en: Gerardo P. Taber realizó sus estudios de arqueolo-
Gifts of the Nile. Ancient Egyptian faience. Florence gía en la Escuela Nacional de Antropología e Histo-
Dunn Friedman, Georgina Borromeo & Mimi Leveque. ria (ENAH) y se ha especializado en el estudio de las
Thames & Hudson en asociación con Museum of Art, culturas del antiguo medio oriente y el Mediterráneo,
Rhode Island School of Design. Providence. pp. 22- con especial énfasis en el Egipto faraónico. Ha impar-
31. tido numerosos cursos y conferencias sobre el arte, la
religión y el sistema de escritura del Egipto faraónico,
COLES, J. M. (1979) Experimental Archaeology. Aca- así como de historia general e historia de los museos
demic Press. Cambridge, Massachusetts. en México, en diversas instituciones como: la ENAH,
ENCRyM, UNAM, UAM, UASLP, Universidad Pontifi-
FRIEDMAN, F. D. (1998). “Faience: The Brilliance of cia de México, Universidad Anáhuac México Norte y la
Eternity” en: Gifts of the Nile. Ancient Egyptian faien- Fundación José Ortega y Gasset México, entre otros.
ce. Florence Dunn Friedman, Georgina Borromeo &
Mimi Leveque. Thames & Hudson en asociación con También se ha desempeñado como investigador de
Museum of Art, Rhode Island School of Design. Provi- las exposiciones internacionales: Persia fragmentos
dence. pp. 15-21. del paraíso, tesoros del Museo Nacional de Irán en los
años 2005-2006; Isis y la Serpiente Emplumada, Egip-
GARDINER, A. (1957). Egyptian Grammar. Being an to faraónico/México prehispánico en los años 2007-
Introduction to the Study of Hieroglyphs. Griffith Insti- 2008; Pompeya y una villa romana, arte y cultura alre-
tute. Oxford. dedor de la bahía de Nápoles en los años 2009-2010;
muestras que se presentaron en el Museo Nacional
MASPERO, G. (1912). Égypte. Col. Ars Una. Species de Antropología.
Mille. Histoire Générale de l’Art. Hachette et Cie. Pa-
rís. Actualmente se desempeña como investigador del
Museo Nacional de las Culturas, en el área de investi-
PATCH, D. C. (1998). “By Necessity or Design: Faien- gación y curaduría del Egipto faraónico y el Mediterrá-
ce use in Ancient Egypt” en: Gifts of the Nile. Ancient neo antiguo y se encuentra trabajando en el proyecto
Egyptian faience. Florence Dunn Friedman, Georgina Kemet en Anáhuac, que busca analizar y contextuali-
Borromeo & Mimi Leveque (editoras). Thames & Hud- zar las obras egipcias que se encuentran en México.
son en asociación con Museum of Art, Rhode Island
School of Design. Providence. pp. 32-45. Enlaza con el autor
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